Download - Realidad Estructural Carlos Sierra Lechuga
SIERRA-LECHUGA, Carlos, “¿Por qué decimos que la
Realidad es una y que, además, tiene ventanas distintas?” in.
Navarro, César y Chamorro, Gonzalo (eds.), Ciencia y Fe: dos
ventanas una realidad, Guatemala: Sociedad Educativa
Latinoamericana para Fe y Ciencia, 2013, pp. 23-37.
Todos los derechos reservados, SELFYC.
[23] [El número indica el cambio de página en el original.]
¿Por qué decimos que la Realidad es una y que, además, tiene ventanas distintas?*
Carlos Sierra Lechuga.**
Abstract
Reality is something unquestionable, that is made patent every time we take place in it.
There is no doubt about Reality itself, but how it is. Being of Reality is open to discussion
(Idealism and Realism will discuss over this), but taking place in it, is not. The mode of
manifestation of the things is always real. I call this: character of reality. Very close to
Xavier Zubiri, the character of reality is a formality of the things; the mode of appearance
of the things –independently from its contents– is in a real mode. The character of reality
manifests itself in various ways according to the real thing, of which it is character.
Clarifying the nuances has strong practical implications: the distinction of physical results
from metaphysical conclusions, or the mathematical and experimental approaches from the
mythical and ritual ones. The cause of acceleration (the force) and the First Cause (God) are
not manifested to us in the same mode. Reality is one, however, it possesses many diverse
modes of manifestation. This means that, being still one and only, Reality has many
different elements that structure it. Reality is always structural Reality. The real things
resist, not anything can be intellected from them. It is about not confusing the modes of
manifestation of the real, in order to be able to integrate the totality of the real in a coherent
speech. Everything is real, but not with the same mode of reality. I propose the distinction
between conceptual consistence, physical existence and metaphysical subsistence. In the
structural Reality, consistence, existence and subsistence are not consecutive modes of
* Ponencia presentada en el marco del curso del Faraday Institute de la University of Cambridge Ciencia y Fe:
dos ventanas, una Realidad. 16-19 de Mayo de 2013, en la Ciudad de Guatemala, Guatemala. **
Carlos Sierra Lechuga, filósofo mexicano, es miembro del Círculo de Filosofía de la Naturaleza,
vicepresidente asociado fundador de la Academia Internacional Tomás de Aquino y miembro de la Sociedad
Educativa Latinoamericana para Fe y Ciencia. Se ha dedicado a temas de filosofía de la ciencia, de la religión,
de la naturaleza, a la metafísica y epistemología. También ha sido ponente en los VI y VII Congresos
Latinoamericanos de Ciencia y Religión organizados por la University of Oxford. Su correo electrónico es:
being real, but constitutive modes of take place really. In this sense, we can say that Reality
is one, but because of its structure, we have many «windows» through which we can
scrutinize it.
Resumen
La Realidad es algo indudable que se patentiza cada que estamos en ella. No se duda de la
Realidad sino de cómo es. El ser de la Realidad es discutible (el Idealismo y el Realismo
discutirán al [24] respecto), pero estar en ella, no. El modo de manifestación de las cosas
siempre es en modo real. Llamo a esto: carácter de realidad. Muy en la línea de Xavier
Zubiri, el carácter de realidad es una formalidad de las cosas, el modo de aparición de la
cosas –independientemente de su contenido– es en modo real. El carácter de realidad se
manifiesta de diversos modos según la cosa real de la que es carácter. Aclarar los matices
tiene fuertes implicaciones prácticas: el distinguir los resultados físicos de las conclusiones
metafísicas, o los acercamientos matemáticos o experimentales de los míticos o rituales; no
se nos manifiestan del mismo modo la causa de una aceleración (la fuerza) que la Causa
Primera (Dios). La Realidad es una, pero posee diversos modos de manifestarse, esto
significa que aun siendo una, posee distintos elementos que la estructuran. La Realidad es
siempre Realidad estructural. Las cosas reales se resisten, no se puede inteligir de ellas lo
que sea; se trata de no confundir los modos de manifestación de lo real a fuer de poder
integrar en un discurso coherente la totalidad de lo real. Todo es real, pero no todo es del
mismo modo real, aquí propongo la distinción entre la consistencia conceptual, la
existencia física y la subsistencia metafísica. En la Realidad estructural, consistencia,
existencia y subsistencia no son modos consecutivos de ser real sino modos constitutivos
de estar realmente. En este sentido, bien podemos decir que la Realidad es una, pero que al
estar estructurada, tenemos varias «ventanas» por las que podemos escudriñarla.
Ponencia
Aristóteles llegó a decir que es ridículo intentar demostrar la existencia de la naturaleza.1
En su contexto, y por razones que aquí no podemos explicar, creo que la naturaleza de la
que nos habla es la Realidad toda. Y es que, en efecto, la Realidad no es algo que deba
demostrarse, pues se patentiza en el contacto directo que tenemos con lo real; contacto que
tiene, a la postre, todo hombre concreto. Parece que, por muy idealistas, matemáticos puros,
platónicos o pitagóricos que seamos, siempre que cruzamos la calle lo hacemos fijándonos
de los autos que pudieran venir a nosotros; llamamos a eso cruzar con precaución. Los
discursos que afirman que la Realidad no es más que una comprensión lingüística, una
subjetivización, una ilusión, una mera apariencia y demás, son discursos académicos. En la
academia, [25] aunque haya ciertos parámetros de rigor, todo se vale. ¿Qué quiero decir
con esto? Que lo que se diga ahí, aunque acotado, se dice muchas veces prestando mayor
atención a la imaginación volátil de los propios académicos que al rigor implícito que nos
impone la Realidad de las propias cosas –esas que a todos, y también a los académicos, nos
salen al paso; rigor patente cada que, por ejemplo, cruzamos con precaución la calle.
Podremos decir mucho sobre los multiversos con nuestra sofisticada matemática, ni duda
cabe, pero siempre ocurre que en el hombre fáctico y concreto que somos cada uno de
nosotros y que son cada uno de los investigadores académicos –incluso estando dentro de la
academia– se resuelve ya la Realidad precomprendiendo qué es. Es decir, no
conceptualizamos lo que ella es, o aquello que los académicos conceptualizan que es desde
los gruesos muros de las universidades, no es traído consciente ni conceptualmente al
terreno de la facticidad cada que se está en ella.2 En la academia valen muchas cosas, pero,
sin duda, serán las cosas las que nos dirán hasta dónde podremos decir de ellas; no será que
nosotros poseamos la Realidad desde nuestros cubículos modificándola a conveniencia,
sino que ella nos posee constitutivamente a nosotros al grado, incluso, de confinarnos en
nuestros cubículos. La Realidad, pues, como decía Aristóteles, no es algo que debe
demostrarse pero, eso sí, debe especificarse.
1 ὡς δ' ἔστιν ἡ φύσις, πειρᾶσθαι δεικνύναι γελοῖον· Física 193a3. 2 Para ver cómo en el terreno de la facticidad se resuelve la existencia en cada caso que se existe, vid.
HEIDEGGER, M. Ontología. Hermenéutica de la Facticidad. Madrid: Alianza.2008.
El llamado Realismo no es aquello que usualmente se cree, a saber, aquella doctrina
que afirma la independencia de la existencia de las cosas respecto de nuestra inteligencia3;
si fuese el caso, el Realismo carecería de relevancia, pues ocurriría con él lo mismo que con
ese quien, habiendo visto un ave volando, preguntara si es posible que las aves vuelen. El
Realismo, muy por otro lado, es la actitud filosófica que cree que aquel objeto de estudio
por el que se está preguntando es la realidad del objeto y no la idea que nos hemos forjado
de él. Este es [26] un matiz fundamental, pues nadie –al menos nadie Grande4– negó nunca
la existencia de la Realidad,5 lo que sí hicieron fue distinguir su objeto de estudio, ora
creyendo que aquello a lo que se dirigían era la realidad de la cosa ora, por otro lado, la
idea de la cosa, conformando, así, escuelas: el Realismo y el Idealismo –por ejemplo. Kant,
padre del Idealismo alemán, no negó la realidad de nada, lo que negó fue la imposibilidad
de conocer la realidad de nada, que es diferente; en virtud de esto, aunque lo que
conocemos es el fenómeno, ni duda le cabe que tras él hay un nóumeno.
Así pues, la distinción académica entre los llamados Realismos ingenuo y crítico me
parece una distinción secundaria. Será lo relevante que se quiera, pero secundaria. Lo
fundamental es dejar claro que nadie duda de la propia Realidad, de lo que se duda es que
se pueda o no conocer tal y como es. La apuesta del Realismo, así, no es demostrar la
Realidad sino especificarla, profundizar en ella, darle un contenido pleno a eso que
formalmente llamamos Realidad. Digamos que la pregunta fundamental no es si es posible
o no que las aves vuelen sino cómo lo hacen. Nosotros veremos que el cómo de la Realidad
refiere a sus distintos modos.
3 Utilizo inteligencia y no conciencia o subjetividad porque la inteligencia, como bien lo ha tratado Xavier
Zubiri a lo largo de toda su obra, tiene por función primigenia no la resolución de problemas ni la facultad de
juzgar sino la actividad primaria de inteligir, es decir, de aprehender de las cosas reales en tanto que reales.
Mientras que los estímulos sensibles nos dicen del calor, por ejemplo, que calienta, la inteligencia nos dice,
además, que es caliente. La inteligencia tiene un primer momento constitutivo –en virtud del cual se llama,
más bien, inteligencia sentiente– que es: la impresión de Realidad. 4 Por usar una expresión de García Bacca al hablar de los grandes filósofos y de los Grandes de la Filosofía llamándoles, incluso, los «grandes Grandes». Cfr. GARCÍA BACCA, J. D. Necesidad y Azar: Parménides (s.
V a.C) – Mallarmé (s. XIX d.C.). Barcelona: Anthropos. 1985. p. 7. 5 Aunque con palabras que no utilizaríamos nosotros, Bergson está diciendo lo mismo cuando afirma: «Il y a
une réalité extérieure et pourtant donnée immédiatement à notre esprit. Le sens commun a raison sur ce point
[contre l'idéalisme et le réalisme des philosophes.]». Lo que he puesto entre corchetes parecería desmentir lo
que aquí decimos, pero no, pasa que Bergson está entendiendo muy a su modo al Realismo (empirista) y al
Idealismo; podrá notarse la coincidencia y la especificación a lo largo del texto bergsoniano. Cfr. BERGSON,
H. Introduction à la métaphysique. La pensée et le mouvant. Paris: Les Presses universitaires de France. 1969.
La Realidad queda patentizada cada que uno está en ella. No tanto por el ser de la
Realidad sino por el estar en ella. Un entomólogo, por ejemplo, aborda la Realidad de un
insecto con sus conceptos entomológicos, y la manifestación de la realidad insectiva es una
manifestación real, es decir, el hombre no se cree a sí mismo como un diablillo hipotético
investigador de insectos,6 no cree tampoco estar investigando meras ilusiones ni que la
entomología sea una gimnasia mental; sino que atestigua efectivamente que él es realmente
un [27] entomólogo, que el insecto investigado es real y que su abordaje entomológico
realmente dice algo de la realidad insectiva. Atestigua, pues, la realidad de su
investigación.7 Este atestiguamiento de la Realidad me parece claramente notable en el
verbo castellano «estar». El estar es mucho más inmediato que el ser. En castellano, por
ejemplo, no nos significa lo mismo decir «la comida es deliciosa» que «la comida está
deliciosa»8, ambos hablan de una deliciosa comida, pero el modo como es deliciosa difiere.
«La comida es deliciosa» reporta 1) una cualidad posible de la comida: la de poder ser
deliciosa, reporta que eventualmente puede ser deliciosa; 2) incluso, según alguna
interpretación ontológica, que la comida es, en sí misma y por antonomasia, deliciosa.
Mientras que en «la comida está deliciosa» se constata vivamente, actualmente, una
cualidad fáctica de esta comida: estar deliciosa aquí y ahora; lo que, desde una
interpretación ontológica, nada impide que la próxima comida no esté deliciosa pues
hablamos del concreto momento en que la delicia está en esta comida. El modo de la
delicia en el primer caso es o cualitativo u ontológico, ser deliciosa cualifica la comida o
incluso la constituye; pero el modo de la delicia en el segundo es estrictamente realizativo,
estar deliciosa efectivamente. Aquí no hablamos en término ontológico alguno, sino en
6 Cfr. los afamados diablillos de Descartes (genio maligno), de Laplace y de Maxwell. 7 Saber si en ese atestiguamiento hay convergencia entre el estudio y lo estudiado es otra cuestión –la cuestión
por la verdad– pero aquí no tratamos de ello sino sólo de este modo, muy básico y primigenio, de Realidad en
que se desarrolla el atestiguamiento. 8 Esperando ser disculpado porque esta diferencia no es evidente desde el inglés. Recordemos que esta
conferencia, aunque impartida en Guatemala, está dentro del marco de los cursos foráneos del Faraday
Institute de la University of Cambridge, de ahí que el autor se refiera a sus oyentes de habla inglesa en esta nota, disculpándose incluso. En el abstract en inglés se optado traducir estar por to take place, el sentido no es
exacto, pero tiene alguna aproximación en el sentido físico de tomar lugar. Por su parte, frente a esta parte del
texto, el inglés podría afirmar «food is delicious» y «this food is delicious», pero aquí no cambia el verbo, la
acción, sino que se precisa con un elemento deíctico (this) a fuer de precisar la presencia actual; esto delega la
carga semántica, delegando la fuerza del verbo al sujeto, perdiendo la intensidad del verbo to be. Otra opción
sería decir, quizá, «food tastes delicious», eliminando toda relación con el verbo to be diciendo que «sabe»
deliciosa, aunque tal saber no es, por otro lado, específicamente actual y, de nuevo, habría que agregar el
deíctico this.
términos de lo más directo e inmediato en el contacto con el mundo: su Realidad.9 La
Realidad de aquello con lo que contactamos se [28] manifiesta en el contacto mismo; el ser
en sentido ontológico nada tiene que ver aquí pues habría que hacer todo un proceso de
abstracción desde lo más concreto, el ens, hasta el esse subsistens; nada de eso, lo más
concreto, sin meternos con categoría ontológica alguna, es que al relacionarme
directamente con aquello con lo que me relaciono, aquello con lo que me relaciono se
presenta primigeniamente como real.10
Otra cosa es saber si de suyo es real, [29] pero el
modo mismo de presentación, la estructura formal que uno atestigua en el primer contacto,
es el carácter de Realidad. La comida está deliciosa dice que esta comida, y no una entidad
ontológica llamada comida, es realmente deliciosa. El sentido fuerte del estar radica en que
cada que estoy lo estoy concreta, física y patentemente.11
9 Esto implica que si bien no hacemos ontología, sí hacemos metafísica (una no clásica).
Considero que el ser puede significar todo lo que la historia de la ontología ha debatido y, sin
embargo, no es lo más básico y primigenio para una inteligencia humana. Como el mismo Tomás de Aquino
ya lo pensaba, llegamos al ser posteriormente a un proceso de abstracción, nuestro primer contacto no es con
el ser –dice– sino con aquello-que-está-siendo, el ens («ens autem et essentia sunt quæ primo intellectu concipiuntur» tomado, como él mismo reconoce, de Avicena), con eso concreto cuyo acto es ser (pues «est
ens id cuius actus est esse» o «Ens igitur est cuius actus est esse, sicut viventis vivere.»), pero no con el ser
mismo. El ser podrá ser lo fundamental que se quiera, pero no es lo más básico y primigenio. Cfr. AQUINO,
T. De ente et essentia. Luventicus, 9 de diciembre de 2003. Disponible en
<http://www.luventicus.org/articulos/03Tr002/index.html#IIb>. Consultado el 16 de abril de 2013. Y el
Opúsculo De natura generis, atribuido al aquinate (aunque quizá sea del tomista Tomás de Sutton). Citado
por ZUBIRI, X. Los problemas fundamentales de la metafísica occidental. Madrid: Alianza, 2008, p. 91. O:
SUTTON, T. De natura generis. Corpus Thomisticum, Textum Taurini 1954 editum. Disponible en <
http://www.corpusthomisticum.org/xpg.html> Consultado el 16 de abril de 2013.
El ser no es lo más básico y primigenio no sólo porque, como dice Tomás, haya que hacer un proceso
de abstracción en las cosas para llegar al momento del acto de ser (aunque para él –si bien no es lo más básico y primigenio– sí es lo fundamental), sino por algo mucho más elemental, a saber, que existen lenguas –sobre
todo orientales– en las que el verbo ser (al menos en presente) no figura y, si lo hace, no es tan tipificante
como la historia de la ontología occidental lo ha considerado. No hay en ciertas culturas, particularmente
orientales, el interés por el ser porque en su cosmovisión, estructurada por y con su lenguaje, el ser no tiene un
papel central y, por lo tanto, no les parece que sea el sustento ontológico de lo real (אהיה אשר אהיה de Éxodo
3:14 es un vasto tema de investigación al respecto que resultaría interesante hacer manteniendo a raya los
prejuicios occidentales). El ser es, en este sentido, discutible.
Pero el estar no. Es cierto que el verbo estar no aparece en muchísimas lenguas, sino tan solo en
algunas romances pero, como he dicho, no hago del estar algo metafísico, no le doy peso ontológico en sí,
sólo utilizo lo que mi lengua me permite para señalar, denotar, etiquetar, una situación concreta que todo
hombre (sea del habla que sea) padece: el contacto diario con y en el mundo, la aparición formal de lo que sea a una inteligencia, el atestiguamiento de lo real. Así pues, para no decir todas estas situaciones, simplemente
abrevio con la palabra «estar». Mi uso del estar es, pues, pedagógico, no ontológico. Denota esa situación
básica y primigenia de la aparición de lo real. 10 Esto lo saben bien los psicopatólogos pues, aun para sus pacientes, incluso las alucinaciones (a)parecen
reales. En virtud de esto, un esquizofrénico, por ejemplo, teme y sufre cada que oye voces o siente arañas, no
porque el contenido de la manifestación sea real, pero sí porque el modo –la forma– de manifestarse lo es. 11 En ningún momento digo que la Realidad sea lo físico, la Realidad es –al menos primariamente– la
estructura formal de la aparición de las cosas (sean o no físicas). Como Zubiri ha dicho: la realidad es un
En el estar se patentiza fuertemente la Realidad de aquello en lo que se está, por lo
tanto también de aquel quien está y, con ambos, del estar en cuanto tal. Estar relacionado
supone la Realidad del que se relaciona, de lo relacionado y de la relación misma. Al estar
relacionado, entonces, lo relacionado es de algún modo real. Tratemos ahora de precisar
este «modo» en que lo real es real, para luego notar que entre modos hay considerables
diferencias. Está claro que no son del mismo modo reales los entes de razón de la
matemática que los objetos físicos del mundo o que los entes metafísicos circunscritos en la
totalidad. No parecen estar realmente todos del mismo modo. En efecto, ¿está la causa de
una aceleración, la fuerza, al modo como lo está la Causa Primera, Dios? No; hay dos
causas que no están del mismo modo. El modo como la fuerza está, el modo como es real,
difiere modalmente de como lo está Dios, pues uno está (es real) como causa física,
mientras que el otro lo está (es real) como causa metafísica. Esta diferencia modal es una
diferencia no de naturaleza, sino tan sólo de grado. De naturaleza no, porque de algún
modo ambos son reales, pero sí de grado porque ese «algún modo» en que son reales no es
el mismo modo.
[30] El modo de manifestación de las cosas es primigeniamente real, aparecen como
siendo reales (aun cuando el contenido de la aparición no lo sea), pero dicho carácter de
Realidad con que aparecen las cosas difiere según la cosa misma aparecida. Puesto que este
carácter de Realidad va de sí con las cosas mismas, bien podemos decir que la Realidad es
una. Pero puesto que el modo del carácter de Realidad difiere según la cosa que acompaña,
podemos decir que aunque es una, es distinta. Tiene diversas tinciones, marcando con ello
respectivas especificidades. Tener diversos modos de ser real aun siendo la misma Realidad
es decir que la Realidad posee estructura.12
Los modos de Realidad están organizados
momento de la talidad, y ésta se constituye por un contenido concreto y una forma que es el carácter de
realidad (vid. ZUBIRI, X. Respectividad de lo real. Realitas III-IV: 1976-1979. Madrid: Trabajos de
Seminario Xavier Zubiri. 1979. pp. 13-43).
Pienso que el atestiguamiento de la Realidad en tanto Realidad no está, como ha creído la ontología y
metafísica clásicas, en el ser sino en el estar. Quizá el ser sea lo más real que se quiera, pero es una cuestión
secundaria a la que sólo se llega, tal vez, profundizando en la Realidad primaria que se da en el estar. Como he señalado en notas anteriores, no le doy al estar peso ontológico alguno, pues no es más que una etiqueta
lingüística –castellana– que me ayuda a denotar una situación concreta, la cual –esa sí– tiene peso
«ontológico»: el básico y primigenio contacto con lo demás, contacto que nos hace patente su Realidad, la
Realidad suya (lo que Zubiri llamara el de suyo), la Realidad de eso demás. 12 El concepto de Realidad estructural es heredero del de Realidad gradual; concepto que considero
necesarísimo para un discurso coherente capaz de integrar los grados del saber según los grados de Realidad;
y sin embargo, aunque la resalto –pues hace falta subrayar que no se puede hablar con los instrumentos de un
según un determinado orden que los hace ser, aunque varios, elementos de un mismo
complejo: la Realidad en cuanto tal. Hablar de una Realidad estructurada nos permite
distinguir, pues, entre la piedra, el molusco, la bacteria, el número π, la supernova, el
hombre (también los ángeles, si se quiere,) y Dios, sin por ello caer en dualismos o
pluralismos que escindan esquizoidemente la Realidad; pues, aunque distinciones
elementales, son distinciones de Realidad; en virtud de ello les llamamos elementos
estructurales de Realidad, porque constituyen desde su determinado modo de ser real la
Realidad en la que están.
Cuando hablamos de Realidad, entonces, nos referimos siempre a Realidad
estructural. Es una, y cada elemento estructural que se nos manifiesta de ella exige su
propio, específico y, por lo tanto, distinto, modo de acercamiento. Una Realidad estructural
nos permite hablar de manera coherente matemática, física, química, biológica, artística,
filosófica y teológicamente (et. al.). Los modos como se dicen los grados estructurales de la
Realidad son muchos, y dependen del modo como están. Según como lo esté, la Realidad se
presenta de muchos [31] modos.13
Con el riesgo de parecer reduccionistas pero sin serlo,
proponemos tres modos a partir de los cuales se podrían deducir muchos otros o a los
cuales podrían pertenecer muchos más; estos tres modos como se muestra la Realidad
estructural son (en un momento los sondearemos): la consistencia, la existencia y la
subsistencia.
El modo de Realidad difiere entre el Último Teorema de Fermat, la Primera Ley de
Kepler y la Res Divina, esto es, entre conceptos (matemáticos o no), entre objetos físicos
(i.e. materiales) y Realidades metafísicas (religiosas o no).14
Existen graves confusiones en
los modos de Realidad cada que se intenta abordar a uno con herramientas diseñadas para
otro, no debe hablarse de cosas diferentes con los mismos términos. En un hogar, uno no ve
grado sobre otros grados distintos–, no es un idea novedosa. Los grados de Realidad han sido sugeridos al
menos en lo tocante a lo teológico como jerarquía celestial ya por Dionisio Areopagita (Cfr. DIONISIO. La
jerarquía celeste. In: Martin-Lunas, T. H. (ed), Obras completas del Pseudo Dionisio Areopagita. Madrid:
BAC, 1990, pp. 119-188) y, por su lado, ya reconocía explícitamente estos grados el Doctor Angelicus (Cfr. AQUINO, T. Suma contra los gentiles, México: Porrúa: 2004, p.647, 648. [Libro IV, Capítulo XI, al inicio]).
Una Realidad gradual, aunque no es una idea nueva, sí que es urgente. 13 Parafraseando a Aristóteles que dijo: «τὸ ὂν […] λέγεται πολλαχῶς» (lo) que es se dice de muchos modos;
hablándonos de cuatro en particular: ser independiente (ουσία), ser por sí mismo (καθ' αυτό), ser verdadero
(ἀληθὲς) y ser acto (έντελέχεια). Cfr. Metafísica. 1026a33-b2 y 1028a10-13 14 Claro que la Primera Ley de Kepler no es un objeto físico, pero con ella se está diciendo simbólicamente lo
que en principio es algo físico: el movimiento de los planetas (y que describimos conceptualmente como
trayectorias elípticas).
la cocina a través de la ventana de la habitación. Tenemos diferentes herramientas según
aquello que vayamos a trabajar, como tenemos varias ventanas para una misma Realidad.
Cuando esto se confunde, ocurren inflexiones entre modos que, las más de las veces, son
peligrosas. Ha ocurrido, por dar un ejemplo, que quiere tratarse de Dios matemática o
físicamente, saltando gratuitamente de resultados científicos a conclusiones metafísicas.
Spinoza creyó poder hablar de Dios con un método geométrico, hoy no son pocos los
físicos que desde la ciencia física en tanto que ciencia física buscan desacreditar
aseveraciones religiosas, y tampoco son pocos los religiosos quienes buscan sustentar sus
aseveraciones de fe desde aseveraciones físicas. A mi parecer, es igualmente grave el que
se quiera desacreditar una proposición de fe desde la ciencia como el que se quiera
sustentarla; una cosa es apoyar la hipótesis de un elemento estructural de Realidad con
tesis de otros,15
pero otra es querer fundamentarla con ellas. Esto es peligroso. ¿No es esto
notable cada que con la Biblia se quieren dar explicaciones físicas del mundo? ¿No debería
ser igualmente notable cada que con las explicaciones físicas del mundo se quieran
sustentar los contenidos bíblicos? La inflexión es la misma, y quizá mucho haya sido
causado por una palabra que ha perdido gran parte de su concepto (a pesar o [32] debido a
la vasta especulación filosófica al respecto); tal palabra fuente de confusiones es, a saber,
«existencia». Proponemos por ahora operacionalmente –ya habrá tiempo de clarificar las
nociones en algún trabajo ulterior– tres modos en que se dicen estructuralmente los
elementos constitutivos de la Realidad en su aparición en el estar: para la «existencia»
conceptual decimos más bien consistencia; para la llana «existencia» física, existencia sin
más; y para la «existencia» metafísica, subsistencia. Así pretendemos acotar esa palabra
difusa fuente de debates ociosos. Lo real conceptual consiste, lo real físico existe y lo real
metafísico subsiste. El esquema de la pregunta por la verdad en cada caso quedaría,
entonces: ¿es este concepto consistente (veritativo funcional) con X principios, axiomas,
marcos teóricos? ¿Es esto físico corroborable o experimentalmente existente? ¿Es verdad la
subsistencia de X ente metafísico? Y en su respuesta podrá distinguirse claramente el
acercamiento requerido: si matemático, lógico, físico, científico, metafísico, filosófico,
teológico, religioso, etc.
15 Por ejemplo, para hacer plausible algo (verosímil), mas no para hacerlo posible (verdadero).
Todo es igualmente real en tanto que real, pero no es igualmente real en tanto el
modo como lo está. Los conceptos son en algún modo bien reales, baste con intentar pensar
no-occidentalmente estando inmiscuido en la historicidad occidental para notar que la
propiedad real de los conceptos se resiste a la propia Realidad histórico-cultural humana,
por ejemplo, nos es muy difícil como occidentales asumir el concepto de un tiempo cíclico
en vez de uno lineal, sin embargo, no decimos que los conceptos existen, sino que consisten
(el concepto de tiempo lineal es consistente con una historicidad occidental); esto es, los
conceptos son consistentes o no (o indecidibles, como pensaría Gödel) según un
determinado marco conceptual. El cuatro no existe como la suma de dos más dos, sino que
consiste; es consistente como la suma de determinados números según las reglas y la lógica
de, por ejemplo, la aritmética de Peano.16
Por su [33] parte, los objetos físicos son a su
modo reales, cualquiera que haya caído y tropezado habrá atestiguado el carácter de
Realidad de lo que llamamos gravedad17
; decimos de los objetos que existen, que existen
físicamente. Por último, las Realidades transcendentes son también muy reales, por ejemplo
la esencia (οὐσία) –como patrimonio que permite la independencia de una determinada
cosa y que por lo tanto se le llama substancia (ὑποκείμενον)– es real, pues sin esta esencia
substancial la cosa, justamente, no subsistiría; por ejemplo, el mundo como un todo –en
tanto que es pensado como una esencia unitaria– no subsistiría como un todo si no fuera por
esa su unidad; así pues, decimos que la totalidad qua totalidad no existe sino que subsiste.
Pero estos tres modos de patentización de lo real –la consistencia, la existencia y la
subsistencia– ¿de dónde provienen? ¿Por qué son modos distintos entre sí? Como decíamos
antes: por el modo en que están en la Realidad. No podemos decir cualquier cosa de nada,
yo no puedo decir sin más que un número entero elevado a una potencia mayor que dos
16 Que obedece a los siguientes axiomas:
1. 1 ∈ N. 2. a ∈ N . Ͻ . a = a. 3. a, b, c ∈ N . Ͻ : a = b . = . b = a. 4. a, b ∈ N . Ͻ .·. a = b . b = c : Ͻ . a = c. 5. a = b . b ∈ N : Ͻ . a ∈ N. 6. a ∈ N . Ͻ . a + 1 ∈ N. 7. a, b ∈ N . Ͻ : a = b . = . a +1 = b +1. 8. a ∈ N . Ͻ . a + 1 – = 1. 9. k ∈ K .·. 1 ∈ k .·. x ∈ N . x ∈ k : Ͻ x . x +1 ∈ k :: Ͻ . N Ͻ k. Cfr. PEANO, I. Arithmetices Principia, nova método expósita. Romae: Ediderunt Fratres Bocca. 1889. p. 1. 17 Y que conceptualmente cuantificamos con la conocida ecuación de Newton: F = G [(m1m2)/r
2]
puede expresarse como la suma de dos enteros elevados a esa misma potencia,18
como
tampoco decir llanamente que lo que ocurre en un punto del espacio influye
inmediatamente en otro punto cualquiera,19
menos aún que la nada posee entidad alguna.20
Sabemos de lo real porque principalmente se nos resiste. Es decir, una inteligencia humana,
ante la cual las realidades aparecen como [34] realidades, no puede aseverar nada que las
realidades mismas no le permitan. Es la Realidad la que nos posee a nosotros, y es claro:
pues nosotros somos también reales.21
Y son las realidades en cuanto tales las que se
resisten a que la inteligencia intelija de ellas cualquier cosa, tal resistencia da muestra del
carácter real de la Realidad.22
Uno se percata de que algo es real no tanto por la coherencia
del algo como por su resistencia. La resistencia, pues, es quien debe decirme cómo puedo
escudriñar23
y cómo no, cómo debo acercarme a lo real; según lo que estoy viendo es que
variará la ventana a través de la cual veo.
El modo de acercamiento debe ser viable sólo en función del modo de Realidad.
Esta función del acercamiento a la Realidad respecto de la Realidad acercada es lo que
alguna vez he llamado El Principio de Correspondencia Ontológico-epistemológico,24
18 xn + yn ≠ cn ∀(𝑥, 𝑦, 𝑧) 𝜖 ℤ y ∀𝑛 > 2. Este es el llamado Último Teorema de Fermat (Cubum autem in duos
cubos, aut quadratoquadratum in duos quadratoquadratos, et generaliter nullam in infinitum ultra quadratum
potestatem in duos eiusdem nominis fas est dividere cuius rei demonstrationem mirabilem sane detexi. Hanc
marginis exiguitas non caperet). Para su demostración, vid. WILES, A. Modular elliptic curves and Fermat’s
Last Theorem. Annals of Mathemathics 142 (1995), 443-551. 19 Pues violaría lo deducido del segundo principio de la Relatividad Especial. «Todo rayo luminoso se mueve
en el sistema de coordenadas «de reposo» con una velocidad fija V, independientemente de si este rayo
luminoso sea emitido por un cuerpo en reposo o en movimiento.» EINSTEIN, A. Sobre la electrodinámica de
cuerpos en movimiento. In. S. Hawking, (ed.). A hombres de gigantes. Barcelona: Crítica, 2010, pp. 1027-1052. 20 Porque si la nada es, es algo y no ya nada. «La nada es la completa negación de la totalidad de lo ente»
HEIDEGGER, M. ¿Qué es metafísica?. In. Heidegger, M. Hitos. Madrid: Alianza, 2007, p.93-108. 21 Y no algo ajeno a la Realidad que por su lejanía nada o todo podría decir «de ella». Kant, por ejemplo,
creería que el Sujeto Trascendental nada podría conocer de la Realidad en sí, pero la Filosofía Positivista, por
su parte, creería que por ser ajeno el mundo, el sujeto no tendría por qué entrometerse en la investigación
logrando, así, un conocimiento «objetivo». A mi parecer, nada más falso: ni pura subjetividad ni pura
objatividad; el hombre, que es siempre un hombre concreto, es real en la medida en que está en la Realidad,
eso hace que su conocimiento sea de Realidad pero siempre inagotable. 22 El enjuiciamiento de esa Realidad resistente es un interesante tema pero aparte. Uno puede enjuiciar, quizá,
lo que sea de la Realidad, y tal enjuiciamiento mucho tendrá que ver con la precomprensión del todo desde la que inevitablemente partimos cada cual; pero sea cual sea el enjuiciamiento, será el carácter resistente de la
Realidad el que por convergencia haga del juicio –sea afirmativo o negativo– uno verdadero o falso. 23 Como ha traducido Zubiri el verbo griego σκοπέω, cuando Platón afirma (Fedón 99d6) haber desfallecido
escudriñando la Realidad, «ἀπειρήκη τὰ ὄντα σκοπῶν». ZUBIRI, X. ¿Qué es investigar? The Xavier Zubiri
Review, Vol. 7, 2005, pp. 5-7. 24 Especialmente expuesto en la conferencia Asir gradualmente la realidad: para un Principio de
Correspondencia ontológico-epistemológico presentada en el VII Congreso Latino Americano de Ciencia y
Religión de la University of Oxford, en Río de Janeiro, Brasil.
principio que no puedo desarrollarlo con más detalle aquí, pero baste con dejar claro que si
el modo de Realidad va cambiando en el acercamiento a ésta, entonces deberán emerger
correspondientemente otros modos del saber. Son bien distintos –y así deben mantenerse–
los acercamientos [35] matemáticos o experimentales de los míticos o rituales; aunque,
como es sabido, es posible utilizar por analogía modos de acercamiento diversos, mas
tengamos claro que este préstamo de herramientas es sólo una analogía, no un traspaso a
ultranza. No busquemos a X con herramientas diseñadas para Y. La jurisdicción de los
juicios de nuestras investigaciones (académicas o no) la da la propia Realidad investigada;
y el uso analógico de las herramientas sólo es legítimo en tanto analógico. Por esta razón, la
matemática puede compartir sus métodos de inferencia estadística, por ejemplo, con la
sociología; pero no así la física compartir sus ecuaciones diferenciales con las disertaciones
exegéticas en torno al Génesis (incluso, no pueden siquiera compartirse –a secas– los
métodos de las exégesis cristianas del Génesis con los de las interpretaciones rabínicas
del ית Georges Lemaître entendió la Realidad estructural, no confundiendo lo que .(בראש
luego habría de llamarse Big Bang con La Creación.25
Es posible, pues, un préstamo analógico de herramientas conducido por el modo en
que se resiste la Realidad, pero no una transposición de los métodos ignorando toda
resistencia real o, más grave aún, jerarquizando los modos de ser real, como si unos
En alusión al Principio de Correspondencia de Niels Bohr en la Física. Este principio está
íntimamente ligado a la constante de Planck, h. Cuando, en un sistema físico, h tiende a cero, entonces el
valor de h (que en sí mismo es mayor que cero) se torna despreciable, y podemos mantenernos en un sistema físico clásico. Si h no tiende a cero, entonces su valor, que no es nulo, es decisivo para el sistema, así que nos
encontramos en uno cuántico. Esto quiere decir que hay que cambiar de herramientas epistemológicas
(clásicas o cuánticas) según los sistemas a lo que nos enfrentamos (en Física). 25 «Y si ese sacerdote [Lamaître] proponía, además, que el universo tenía un origen histórico, la presunta
intromisión parecía confirmarse: se trataría de un sacerdote que quería meter en la ciencia la creación divina.
Pero los trabajos científicos de Lemaître eran serios, y finalmente todos los científicos, Einstein incluido, lo
reconocieron y le otorgaron todo tipo de honores. Lamaître jamás intentó explotar la ciencia en beneficio de la
religión. Estaba convencido de que ciencia y religión son dos caminos diferentes y complementarios que
convergen en la verdad.» Op. Cit. Ciencia y fe: el origen del universo, Georges Lemaître: el padre del big-
bang. Sin embargo, es posible que parezca que el Papa Pio XII sí confundió los grados de Realidad de los que
se habla en el Big Bang y el Génesis: «[Physical proofs have] confirmed the contingency of the universe […] Hence creation took place in time. Therefore, there is a Creator. Therefore, God exists!», citado por
CARROLL, W. Creation in the Age of Modern Science. Tópicos 42 (2012) 107-124. Existen todavía hoy, sin
embargo y de manera lamentable, científicos eminentes que confunden estos grados de Realidad. Para una
excelente señalización de que las ciencias no pueden concluir metafísicamente en tanto que ciencias, sino sólo
tendiendo puentes con la filosofía y/o la teología, es decir, en tanto que ya no son puramente ciencias, véase:
ARTIGAS, M. Dios y la ciencia. Jean Guitton dialoga con los científicos, Ciencia, razón y fe, Universidad de
Navarra, junio 1993. Disponible en: <http://www.unav.es/cryf/diosylaciencia.html> Consultado el 13 de
septiembre de 2012.
legitimasen otros, como si, por ejemplo, lo físico legitimara lo metafísico y sólo hasta
entonces lo metafísico cobrara algún valor. Lo metafísico debe adquirir valor desde sí
mismo, y si bien echa mano de lo físico, eso físico no es [36] lo que fundamentalmente dota
de valor a lo metafísico. Considero que no es que un modo de Realidad sea consecuencia
de otro, y por ello se legitime transferir a ultranza los resultados de un modo a las
conclusiones de otros; sino más bien que un modo de Realidad es complementario con el
resto de modos en la medida en que la Realidad es estructural, dando con esto a cada modo
su propia especificidad. No es lo mismo la consecuencia de Q a P, que la
complementariedad entre P y Q. La totalidad de lo real es una totalidad estructurada y, por
ello, los modos de Realidad no son consecuentes sino más bien constitutivos. Y
constitutivos pueden ser nuestros acercamientos a esa Realidad si se corresponden con ella,
correspondencia que más que ser adecuación podría ser en todo caso convergencia.26
Siempre que tomemos en cuenta la complementariedad y resistencia que esos mismos
modos permiten e impiden, entonces la complementariedad de nuestros modos del saber se
corresponderá con la de los modos de Realidad.
La correspondencia en los modos del saber sólo es legítima si se aproxima a los
modos de Realidad,27
pues los modos de Realidad deben mantenerse específicamente
distintos en función de una resistencia bien específica y manifiesta en el estar. Confundir
los modos de Realidad me parece inadmisible, porque existe no sólo una inflexión sino
también una tergiversación cuando por la regula de un modo del saber se quiere hacer
pasar cualquier modo de Realidad. Querer encontrar al australopithecus en la Biblia y
afirmar de Ella ser un libro equivocado por no encontrarlo, es tergiversar. Lo que ocurre es
justo la inversa: soy yo, que soy quien busca, quien se equivoca por no buscar en el libro
correspondiente, uno de paleontología: no es el libro quien se equivoca, sino yo que me
equivoco de libro.
26 Este es un tema digno de ser trabajado aparte. La pregunta por la verdad no como adecuación sino como
convergencia es, en cierto sentido, ya trabajada por Zubiri. Vid. ZUBIRI, X. El hombre y la verdad. Madrid:
Alianza, 2006. 27 Lo que digamos en los modos del saber sólo es verdad según el modo de Realidad. Aunque no sólo en ese
modo. Esto es: la verdad matemática 2+2=4 es tal según los estándares de la aritmética, pero es verdadera
incluso para Dios, aunque con ella no hagamos argumentación teológica alguna. Por su parte, la verdad de los
dogmas cristianos podrá ser tal según los dogmas mismos, por lo que, aun cuando sean verdad, no
argumentaremos con ellos el que 2+2=4.
Hay modos de Realidad trascendentes y los hay inmanentes, hay consistencias,
existencias y subsistencias. Y el modo cómo consistir, existir y subsistir queda
específicamente tipificado en la resistencia patente en que el algo consiste, existe o
subsiste. De hecho, los modos [37] de justificación que se exigen en cada cual deberán ser
también diferentes; esquemáticamente –aunque faltarían todos los matices– son: para la
consistencia, una consecuencia lógica;28
para la existencia, una evidencia empírica; para la
subsistencia, una sistematización filosófica o teológica29
, o si es subsistencia religiosa, se
necesitará una vivencia.30
Por ello, finalmente, se dice que la intención del Espíritu Santo es enseñarnos cómo
ir a los cielos, no cómo funcionan.31
Si hay al menos dos ventanas a una Realidad, llámense
ciencia y religión, es porque la Realidad estructural es un hogar que invita a, a la vez que
exige, vislumbrar cada una de sus habitaciones a través de cada una de sus respectivas
ventanas. Ante la pregunta «¿Por qué decimos que la Realidad es una y que, además, tiene
ventanas distintas?» Respondemos: porque la Realidad es, ante todo, Realidad estructural.
28 Cabe decir que K. Gödel trabajó en un argumento ontológico (i.e. argumento que intenta demostrar la
existencia de Dios a priori, es decir, con independencia de la experiencia), más no lo publicaba por miedo a
que pensaran que quería demostrar la «existencia» de Dios cuando lo único que hacía era demostrar la
consistencia de una determinada proposición con un determinado sistema conceptual regido por un
determinado juego de reglas lógicas. Cfr. PARK, W. On the motivation of Goedel’s ontological proof. The Modern Schoolman 80 (2003) 144-153. 29 Que debe atenerse a la lógica y a la empírea pero no detenerse en ellas. 30 Claro que el modo de justificar las consistencias, las existencias y las subsistencias es bastante más
complejo, pero, en principio, el esquema queda como se señala en el texto. 31 «Spiritui Sancto mentem fuisse nos docere quomodo ad coelum eatur, non quomodo coelum gradiatur.» (La
intención del Espíritu Santo era enseñarnos cómo ir al cielo, no cómo tomarle medidas) Como declaró Juan
Pablo segundo parafraseando al Cardenal Baronio y a Galileo. Vid. O’COLLINS, G (ed.). Pope John Paul II:
a reader. New Jersey: Paulist Press, 2007, p. 33.
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