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P s i c o s o c i o f e g í s s
d©S
fifemp® libre
n
enfoque ríti o
Frederic Munné
Esta obra nos ofrece el análisis de un problema que día a día
cobra mayor importancia:
el
ocio
y el
tiempo libre.
La forma en que se ha abordado esta cuestión es poco afortunada ya
que la mayoría de las veces se han hecho estudios sociológicos
parciales que si bien han ofrecido ciértos aportes no pueden ser
calificados
aún
como científicos.
No es el
caso
del
presente ensayo;
ya que
plantea
el
análisis
de
esta problemática desde
el
punto
de
vista
de la
dialéctica materialista
lo cual hace de éste un libro profundamente teórico cuya riqueza
conceptual
y
sencillez
en el
lenguaje
lo
ponen
al
alcance
de
quienes
se
interesan
en el
tema.
Contenido
La
concepción buguesa
del
ocio
Marx y el tiempo libre
Las repuestas de la historia
Una parte llamada libre dei tiempo social
La
temporalidad
en el
tiempo libre
En
busca
del
sentido
de l
tiempo libre
La
libertad
en el
tiempo libre
Los modos prácticos de la libertad en el tiempo
Tiempo libertad y cambio
El ocio burgués como práctica del tiempo libre
El tiempo antilibre
Tiempo de integración versus tiempo dé subversión
¡SBN 978-968-24-0894-6
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( S i d l j ' ' c L s r f í
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© s u f o q u e c r s t i c ©
F r e d e r l c i l u n o é
EDITORIAL
I R H A S
México, Argent ina , España,
Colombia , Puer to Rico, Venezuela
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Catalogación
en la
fuente
^ Munné, rrederlc
Pslcosoclología de l tiempo libre : un enfoque
crítico. -- México : Trillas, 1980 (reimp. 2010).
206 p. ; 25 cm.
Bibliografía:
p.
177-201
Incluye índices
I5BN 978-968-24-0894-6
1. Psicología social. I. t.
K
D-502'M482p LC - IÍM291.L5'M8.6 968 J
La presentación y
disposición en conjunto de
P5IC050CI0L00ÍA
DEL
TIEMPO LIBftE.
Un enfoque crítico
son propiedad de l editor,
ninguna parte
de
esta obra puede ser
reproducida o trasmitida, mediante ningún
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fíeg. núm. 158
Primera edición X 5
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I _ _ . _
i c c M i m
"E l público no se divertirá mientras n o esté en plena libertad de divertirse;
porque entre rondas y patrullas, entre corchetes y soldados, entre varas y bayo-
netas, la libertad se amedrenta, y la tímida e inocente alegría huye y desaparece."
Estas palabras, escritas hace más de siglo y medio p or Jovellanos,
1
expresan la
idea central de este libro. Con él , pretendo aclarar cuáles son, hoy en día , l as
"rondas. . . y bayonetas" q u e impiden la libertad en el ocio; porque éste no es
nada si está separado de aquélla. Con la libertad, en cambio, e l ocio, q u e deman-
da
siempre
u n
tiempo,
es
tiempo libre.
Ahora bien, si tomamos el concepto del tiempo libre —elaborado básicamente
por e l marxismo, como veremos— para fundamen tar u n a crítica de l ocio burgués,
la contracrítica sería cosa fácil. Para que t a l crítica posea también u n a validez
interna, es necesario reelaborar el concepto en cuestión acudiendo a algo recla-
mado a la par , tanto por las teorías burguesas como por las marxistas. Entién-
dase la libertad considerada temporalmente y en su dimensión antropológica,
como
uno de los
modos
en que
puede darse
e l
tiempo
de l
hombre;
no, en su
dimensión directamente política, la cual presenta u n contenido antagónico en
la s
prácticas
del
sistema marxista
y del
sistema burgués. Sólo
si se
opera
de
esta
manera —aparentemente desligada
de la
ideología, pero
que en
realidad enfrenta
ambas posturas en una controversia rica en matices y trasfondos— m e parece
posible obtener u n instrumento conceptual válido para la crítica de la práctica
burguesa del ocio.
Po r otra parte, ese instrumento crítico debe proporcionarlo u n a perspectiva
científica que no pierda de vista ni la personalidad ni la sociedad, porque esta
manifestación social de la conducta q u e llamamos ocio se da entre ambas. Se
requiere, por lo tanto, u n a perspectiva de base psicológico-social. S in embargo,
hasta
h o y , p o r
diversas razones
la
perspectiva dominante
en
este campo
h a
sido
1
Jovellanos,
17 90 , 177. (En las
citas remito
a la
bibliografía proporcionada
al
final
del libro, lo s datos citados se refieren al año de la edición original, y a las páginas de la edi-
ción utilizada. En lo s casos en que esta edición n o coincida c o n aquélla, sus datos figuran,
entre paréntesis.)
5
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6
INTRODUCCIÓN
la sociológica. Y si a ésta le corresponde al mérito de haber valorado aquel fe -
nómeno, también
hay que
imputarle
en
gran medida
la
desorientación reinante
sobre
el
concepto
d e l
ocio.
2
L o
incongruente
del
cuasimonopolio sociológico
se
refleja
en las
siguientes palabras
de
Dumazedier, inconcebibles
en una
reconoci-
da autoridad en la materia: -
l4
Sólo u n a sociología del ocio, situada en relación
con el
conjunto
de las
obligaciones
de la
vida cotidiana
y
caracterizada
por la
interdependencia de esas tres funciones principales (se refiere al descanso, a la
diversión y al desarrollo de la personalidad), puede permitir el estudio concreto
y completo de ese fenómeno psicosocial".
3
Que yo sepa, e l estudio concreto de
lo s
fenómenos psicosociales
es
propio
de la
psicología social
y no de la
sociolo-
gía . En
cuanto
a su
estudio completo, está claro
que
sólo
es
posible
si se
acude
a la sociología y a las demás ciencias humanas, desde la psicología y la psiquia-
tría hasta la antropología y la pedagogía. Y en este sentido, como lo demuestran
la s
referencias bibliográficas
de
este libro, todas esas ciencias
h an
hecho impor-
tantes aportaciones a esta temática. En consecuencia, l a crítica propuesta obliga
a sentar lo s fundamentos de un a psicosociología del tiempo libre.
L o expuesto explica la estructura de esta obra: empieza con unos capítulos
dedicados al conocimiento de las diversas teorías y de las prácticas históricas
constitutivas
del
ocio. Sigue
u n
extenso
y
profundo análisis cualitativo,
en el que
trato menos de describir el ocio que de descubrir e l tiempo libre. Finalmente, del
contraste entre el concepto de ese tiempo y la práctica moderna de l ocio en su
manifestación burguesa, surge la crítica de esta última.
4
E n cierto modo, todo ello es un argumento, u n largo argumento que por
supuesto implica
u n a
interpretación
en
favor
de la
tesis
de
Marx, significativa-
mente sugerida
más que
desarrollada
por é l ,
sobre
el
tema; tesis
que se
encuentra
situada en las antípodas de aquéllos que ven o buscan en el tiempo de ocio la
posibilidad
de una
actividad
de
recreo
q u e
"impide tomarse
a s í
mismo
y a su
profesión demasiado en serio".
5
Esto es, se trata, además de denunciar el proyec-
t o burgués de una civilización del ocio por ser incoherente con la libertad y con-
tradictorio con cualquier concepción democrática del ocio, de demostrar que el
llamado problema de l tiempo libre es un tema fundamental para el porvenir del
hombre.
Esta obra es destructiva en el sentido de que dice " a s í no " a un modo concre-
t o
—más
que
mayoritario, masivo—
de
vivir
y de
entender
hoy e l
ocio.
Es
cons-
tructiva en cuanto q u e éste " n o " fundamenta y a otro modo de vivir el ocio: u n
ocio entendido como tiempo libre. No lo es, empero, para los que reclaman que
se
diga
"as í hay que
vivirlo".
La
razón
de
ello,
un a
extensa razón
q ue
motiva
todo el contenido de mi trabajo, se hace explícita en la última página del mismo.
No sé si es un trabajo pesimista; en verdad, sobran argumentos para que lo
2
Cfr. la
nota
32 del cap. 3.
3
Dumazedier, 1962a,
345 . La
aclaración entre paréntesis
es mía .
4
Obviamente, es a crítica n o agota todos lo s aspectos de la cuestión. Por ejemplo, n o
entro,
al
menos directamente,
en e l
análisis
de la
estratificación
del
ocio como factor condi-
cionante de l
tiempo
libre. Porque el
papel
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I N TR O D U C C I Ó N
sea . Y ahí
están
los
testimonios
de
Georges Friedmann, David Riesman, Herbert
Marcuse o Helinuth Schelsky, para n o citar más que unos pocos, que han evolu-
cionado desde un a postura más o menos optimista hasta u n a posición contraria.
Pese
a
ello,
lo
cierto
es que los
capítulos
que
siguen
n o
niegan
la
esperanza.
N o
en balde, a través de un ejercicio de la "imaginación psicosociológica",
6
preten-
den tomar conciencia de la situación, lo que, en cierta manera, supone ya un
dominio de ésta.
En la práctica, ta l esperanza nace de la trágica convicción, reafi rmada un a vez
escritas estas páginas, de que si nuestro tiempo que tiene la remota posibilidad de
ser el mejor de los tiempos no lo es, los únicos culpables somos nosotros mismos.
6
Wright Mills,
1 9 5 9 ,
passim.
Sus
razonamientos sobre
la
imaginación sociológica
son
extrapolabies —deben se r
extrapolados—
a l campo
psicosocial.
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. . ¡ c e
d i ® c ® m i í l © r f f i M ®
Introducción 5
Ca p. 1. La concepción burguesa del ocio ... . 11
Los
empíricos,
12. Los
teóricos,
15. Los
críticos,
18. El
deno-
minador común, 19.
Cap. 2 . Marx y el tiempo libre 2 3
La concepción de Marx, 24 . Los ortodoxos, 27 . Los revisionis-
tas , 30. La postura de la escuela de Frankfurt, 3 3 . ¿Dónde está
la convergencia con la concepción burguesa?, 35 .
Cap . 3 . Las respuestas de la historia 3 9
La
Skholé
como ideal griego, 40 . E l
otium
romano, 42 . E l ocio
como ideal caballeresco,
44 . E l
ocio como vicio
en el
puritanis-
mo, 46 . E l ocio burgués como tiempo sustraído al trabajo, 48 .
Ocio, tiempo libre e historia, 50 .
Cap. 4 . Un a parte, llamada libre, del tiempo social 5 5
Cinco "tiempos libres", 55 . La oposición entre el tiempo de ocio
y el tiempo de trabajo, 57 . Un extraño tiempo d e semilibertad,
6 1 . Crítica del tiempo semilibre, 65 .
Cap. 5 . La
temporalidad
en el
tiempo libre
6 9
Temporalidad, libertad y condicionamiento, 6 9 . Tipología del
tiempo social, 73 . E l grado de nitidez del tiempo libre, 7 6 . ¿Qué
es el
tiempo
libre?, 77 .
Q
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. 1 0
ÍNDICE
D E
CONTENIDO
Cap . 6 . En busca del sentido del tiempo libre 7 9
Las
interpretaciones psicológicas,
79 . E l
debate
de las
concepcio-
n e s
objetivas,
80 . La
concepción funcional
de
Dumazedier,
82.
Las
"funciones"
d e l
ocio,
85 .
Cap . 7 .
La.libertad
en el
tiempo libre
9 1
La
liberación,
91. La
compensación:
u n
proceso psicológico
bá-
sico,
9 3 .
Crítica
de la
tesis "fu nci ona l" ¿Funciones
o
contrafun-
ciones?,
97 . La
cuestión
de la
autonomía,
101. Del
tiempo libe-
rador
al
tiempo liberado,
1 0 2 .
¿Qué
es el
tiempo
librel, 104.
Cap. 8. Lo s
modos prácticos
de la
libertad
en el
tiempo
107
E l tiempo de descanso, 108. El tiempo de recreación, 111. El
.
tiemno
de
creación,
121.
Cap . 9 .
Tiem po, libertad
y
cambio
127
E l
tiempo libre
en el
sistema establecido,
1 2 8 .
Dialéctica
del
tiempo libre,
131 .
libertad, temporalidad
y
creación,
13 2. Qué
es el tiempo libre, 13 5 .
Cap. 10. El ocio burgués como práctica del tiempo libre 139
U n
descanso exigido,
140. Una
recreación impuesta,
142, una
creación establecida,
146.
Cap. 11. El
tiempo antilibre
151
La
dicotomía
y la
cuan tifie ación
del
tiempo social,
15 1. La psi-
cologización
d el
ocio,
154. La
estandarización
de l
ocio,
155 . L a
sobrecompensación,
157.
Cap. 1 2 .
Tiempo
de
integración verstis tiempo
de
subversión
- 16 3
La
vaciedad
de l
ocio burgués,
164 . E l impasse del
tiempo libre
y
la
alternativa contracultural,
166. La
inextinguible realidad
del
trabajo
y de l
ocio,
169. El
proyecto burgués
de una
nueva civi-
lización, 170 . L a tarea fundamental, 172 .
Referencias bibliográficas
177
índice analítico
2 0 3
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' I 1
i l L a c ® n a c © p ( c u ( 3 ) i m
I b u a i r g Q f l © © ® d l © E ® c f l ©
Uno de los campos m ás afectados por e l actual enfrentamiento ideológico
entre capitalismo y socialismo es el del ocio o tiempo libre, en el que el hombre
se ocupa de actividades n o sujetas, e n principio, a servidumbre.
Durante
el
tiempo
de
ocio, nuestra conducta parece
ser más una
expresión
pura de la personalidad que de un actuar p o r necesidad u obligación. Posee, po r
lo
tanto,
u n
indiscutible significado
y
valor psicológico; pero también presenta
serios problemas sociales que manifiestan un a dimensión sociocultural y un
sentido antropológico que, a su vez, explican el creciente.interés que su estudio
despierta en el campo de las ciencias sociales, desde las más generales como la
sociología —en la que ha llegado a constituir u n a incipiente rama especializada—
1
y la psicología social hasta las más particulares como la economía o la pedago-
gía sociarl. E n todas ellas se topa, sin embargo, con una vaguedad del concepto
clave —el tiempo libre o el ocio, según lo s autores de que se trate— q u e dificulta
obviamente cualquier análisis de aquellos problemas.
A l considerar globalmente en los estudios e investigaciones realizados, se ad-
vierten
d os
grandes tendencias
que, por su
conexión
y
paralelismo
con los
gran-
des sistemas hoy en pugna, pueden se r calificadas respectivamente de burguesa y
marxista. Cada u n a , pese a sus más o menos importantes diferencias internas,
presenta un a concepción del ocio o tiempo, libre irreductible a la otra, en la que
la libertad juega, como en aquellos sistemas, el papel fundamental.
E l conocimiento de ambas concepciones es una tarea previa a cualquier in-
tento de investigación sobre el tema, porque evidencia e l carácter contradicto- •
rio y la trascendencia del condicionamiento ideológico en que actualmente se/
1
A
pesai
del
abrumador material
q ue
reúne
y a
esta rama —como 1c muestra
el
reper-
torio bibliográfico internacional correspondiente
al
periodo 1945-1965 recopilado
por
Dumazedier
y
Guinchard (1969)—, según Lanfant (1972,
12 , 102 y 104) no
solo —como
reconocen la mayoría de los investigadores— falta e n ella un pensamiento teórico, sino que
sus bases conceptuales s o n m uy discutibles; limitándose a expresar en un lenguaje seudo-
científico
lo que ya. es de
sentido común,
y se
observa
un
creciente desfase entre
lo s
estu-
dios empíricos y la investigación fundamental. Algunos incluso llegan a negar la posibilidad
de su existencia; véase Busch, 1 9 7 3 (citado por Dumazedier, el cual la admite, pero rechaza,
en cambio, una sociología del tiempo libre: 1974 , 56 , 92 y 250) .
11
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1 2 L A CONCEPCIÓN BURGUESA D E L OCiO
mueve esta investigación.
Y
porque posibilita,
de
entrada,
u n
punto
de
vista
más
allá del dogmatismo, lo cual permite cuestionar de un modo radical el significado
del ocio o tiempo libre y , con ello, plantear críticamente tanto su conceptuacióa-
teórica como
el
análisis
de la
práctica individual
y
social
que lo
origina.
La
concepción burguesa
del
ocio surge
de una
contradictoria base moral
y
política: las tradiciones puritana y liberal. Esa doble tradición explica que si
bien en sus inicios el sistema capitalista andaba reñido con el ocio, n o sucede así
un a vez que ha quedado consolidado e l desarrollo del sistema. Es más, al pasar de
lo s problemas de producción a los consuntivos, el ocio llega a ser visto y practica-
do por e l capital como u n a imprevisible y fabulosa tabla de salvación, de tal for-
ma que la
misma burguesía
que
antaño condenara
p o r
criterios morales
el
tiempo
"perdido", lo fomenta h o y acuciada por e l interés económico. Y para ello, n o
duda en sustraer estratégicas dosis de tiempo al trabajo, a fin de que las masas
pasen a disponer de una suficiente capacidad temporal de consumo, la cual se
va
perfilando cada
vez más
como
u n a
importantísima fuente reproductora
del
capital.
A l entrar en el segundo cuarto del presente siglo, esta situación f u e vislum-
brada en las sociedades industrialmente m ás avanzadas, sobre todo en los
Estados Unidos y en Inglaterra, lo que indujo a algunos analistas sociales a inte-
resarse p o r ella en sus estudios empíricos. Particularmente, preocupaban a éstos
las pautas de comportamiento en el empleo del tiempo libre de los ciudadanos,
es decir, al estilo de vida derivado del ocio. No es preciso subrayar que ta l preo-
cupación era provocada por las repercusiones más o menos profundas que ese
estilo de vida tenía en la vida económica.
Es así
como
se
forma
u n a
corriente empírica investigadora
del
ocio como
"problema social", corriente científica que se va extendiendo poco a poco por
los demás países occidentales. Años después, otras dos corrientes, u n a teórica y
otra crítica de ambas, se sumarán a aquélla. Lo que voy a denominar concep-
ción burguesa del ocio es el resultado de estas tres componentes, especialmente
de las dos primeras.
2
• . L O S EMPÍRICOS
La
corriente empírica cobra entidad
a
raíz
de los
grandes estudios empíricos
de los años veinte y treinta en Norteamérica, aparte de algunos precedentes como
e l estudio que Charles J . Galpin (1915) realiza en una comunidad rural en la que
investiga, entre otras cosas, adonde iban
a
divertirse
su s
habitantes.
En esa
época se realizan varias investigaciones p o r parte de sociólogos de formación e t-
2
Para
lo s
Estados Unidos
y
Francia véase
la
exposición
de
Lanfant (1972, 68-142)
que sigo en algún punto. Además, para e l primero de estos países véase Meyersohn ( 1 9 6 9
y 1973) y
para
el
segundo Dumazedier (1974). Para Alemania, Prosenc (1970)
y
sobre todo
A .
Schneider (1969); para
la
Gran Bretaña, Parker (1970, relativo
al
periodo 1966-1970)
y
para Finlandia, Aalto (1969).
La
tendencia burguesa cuenta
con una
cantidad inabarcable
de
estudios. Piénsese
que
Meyersohn (1973,
8 y
sigs.) relaciona sólo para
e l
periodo 1966-1972
en los
Estados Unidos,
trescientos trabajos cuyas principales áreas
d e
interés
son, por
este orden,
la s
relativas
a los
presupuestos de tiempo, e l juego infantil, lo s indicadores sociales de la calidad de vida y el
futuro, destacando también
lo s
estudios referidos
a las
actividades deportivas
y al
aire libre,
as í como el turismo.
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L O S E M P Í R ICOS 1 3
nográfíca, que aplican la s técnicas propias de su especialidad a algunas manifes-
taciones del ocio. Puede considerarse pionera la obra Middletown (1929) del
matrimonio Lynd. Tomando como muestra a una ciudad (Muncie, en India-
na) , estimada como representativa de las ciudades medias norteamericanas, estu-
diaron
el
estilo
de
vida urbano estadounidense
en
diversos aspectos, entre ellos
el del ocio. Cuando, años m ás tarde, repitieron su estudio con la misma muestra
(1937) para averiguar el impacto del boom económico de 1929, observaron que
la s pautas de ocio habían experimentado variaciones, pero éstas n o afectaban, de
modo esencial el estilo de vida.
El trabajo de los Lynd abre u n a fructíf era etapa en la que se suceden nume-
rosas investigaciones que prestan atención al fenómeno del ocio. Entre ellas
cabe mencionar la s siguientes:
a) el estudio de Park y Burgess (T h e City, 1925) sobre losgangs de Chicago,
en el que el
ocio aparece como
u n
factor ambivalente
de
adaptación
de la per-
sonalidad al cambio social, ya que facilita tanto la integración social, como la.
delincuencia.
b) el análisis que realiza Lloyd Warner de una
Yankee City
durante 1931-
1935 y cuyos resultados que aparecen en una serie de estudios —el primero de
los cuales se publica en 1941—, revelan que é l ocio n o sólo se diferencia según
la s "clases sociales", sino que es fuente de estatus.
c) la s investigaciones encargadas por la Western Electric and Co. a Elton
Mayo durante los años 1927 a 1932 —investigaciones que inician, según la opi-
nión general, el nuevo campo de la psicología y la sociología industriales, y en
el
campo aplicativo
la
técnica
de las Human Relations—
para estudiar
los
facto-
res que' intervienen en el aumento de la productividad (1933); lo s trabajos de
Mayo pusieron indirectamente de manifiesto la importancia de organizar los
ocios del trabajador, por ser los mismos u n factor de equilibrio de la perso-
nalidad.
d) p o r último, de un modo especial, hay que destacar la encuesta mono-
gráfica sobre el ocio, realizada p o r Lundberg, Komarovski y Mclllnezy (1934),
acerca de las pautas de comportamiento en el ocio urbano, tomando como
muestra u n a ciudad de 150 000 habitantes, situada al norte de Nueva York.
Según estos autores, el ocio es un asunto individual, u n tiempo n o sujeto a
coerciones sociales
n i
económicas.
Se ha
dicho
que
este trabajo (Dumazedier
3
)
marca "e l nacimiento de la sociología empírica del ocio".
De la época posterior a la Segunda Guerra Mundial merecen citarse:
a) el estudio que hace Margaret Mead (1957) de la evolución en su país de
las
pautas
de
ocio
de la
preguerra
y la
posguerra.
En él ,
señala
que la
diferencia
entre el ocio y la recreation —término puesto de moda en los años cincuenta-
consiste en que aquél se refiere al tiempo liberado de la producción y disponi-
ble para el consumo, mientras que ésta condensa una actitud de placer condi-
cional
que
relaciona
el
trabajo
y el
juego.
E l
modelo antonomásico
de
esta
3
Dumazedier, 1974 , 19 .
http://www.a-pdf.com/?pc-demohttp://www.a-pdf.com/?pc-demohttp://www.a-pdf.com/?pc-demo
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1 4
L A CONCEPCIÓN BURGUESA D E L OCIO
actitud es el hobby, n o confundible con el do-it-your-sélf, el cual responde a
u n a
actividad utilitaria
y más
ligada
a la
vida familiar.
b ) R J . Havighurst realiza u n a encuesta (Havighurst y Feigenbaum, 1959)
en la
región
de
Kansas City, sobre
la
forma
de
vida derivada
del
ocio, analizado
como fuente de automonía, de adaptación (adjustement, que es un término psi-
cológico),
de
equilibrio
y de
expresión personales. Relaciona
el
ocio
con la per-
sonalidad, la s edades y el estatus, y muestra que en los marcos conformistas es
donde e l individuo alcanza su desarrollo m ás equilibrado.
c) Por último H. L. Wilensky (1960) inicia casi simultáneamente, a fines
de los
años cincuenta,
u n a
serie
de
encuestas
en la
región
de
Detroit,
en las que
analiza la s interacciones existentes entre la estructura industrial y la cultura de
masas. Entre otras conclusiones afirma que en un medio de alta productividad
industrial, u n conformismo oportunista guía a los hombres tanto en el trabajo
como
en el
ocio.
En la
Gran Bretaña, cuna
de la
revolución industrial,
lo s
empíricos
se
interesan m u y pronto por e l ocio, pues el
survey
realizado por E . J . Gilchrist
(1924) ya se ocupa de esta faceta de la vida social, e igual ocurre con el de
Caradog Jones, quien elabora
u n
monumental informe sobre Liverpool
y sus
alrededores, publicado u n a década m ás tarde. Después de la última gran guerra
destacan:
la
interesante investigación
de
Adam Curie (1947),
que no
olvida
el
factor ocio, sobre la resocialización de los ex prisioneros de guerra británicos
al regresar de los campos nazis; la importante mass observation de T. Harrison
y Ch. Madge (1949) sobre las pautas de la gente durante e l domingo, y el no
menos importante análisis efectuado
por B. S.
Rowntree
y G. R.
Lavers acerca
de la vida y el ocio de los ingleses (1951). Sin embargo, considerada en conjunto,
la aportación empírica británica carece de la entidad y , sobre todo, de la influen-
cia de la
norteamericana.
E n Francia sobresale la gran labor desarrollada p o r Jo ff re Dumazedier, reco-
nocida autoridad europea
en la
materia.
A su
incansable acción propulsora
y
organizadora hay que sumar las numerosas investigaciones que ha dirigido; entre
ellas, u n a encuesta iniciada en 1950 , inspirada en el método de los Lynd, sobre
el comportamiento y los problemas del ocio entre los franceses. Entre sus libros
descuellan la colección de estudios reunidos con el título de
Vers
une
civilisation
du
loisir?
(1962) y la revisión de su tesis doctoral, con más preguntas que respues-
tas , Sociologie empirique du loisir (1974) que lleva el excesivo subtítitu lo de Cri-
tique
et
contra-critique
de la
civilisation
du
loisir.
Se han observado en su óbralas
huellas de la sociología del trabajo de Friedmarm, de la pedagogía experimental
de Henri Wallon y de un cada vez más atenuado humanismo marxista. A través
de sus análisis empíricos, h a hecho amplias aportaciones teóricas: u n a definición
del ocio repudiada en su último libro, el concepto de "civilización del ocio" y
la categorización de l semiocio. P o r ello, Dumazedier merece ser incluidq también
entre los autores del siguiente apartado. Según él, el tiempo de ocio está en un
proceso de aumento provocado por la disminución progresiva del tiempo de t ra-
bajo, por la acción regresiva del control a cargo de las instituciones sociales
básicas
y por e l
surgimiento
de una
nueva necesidad
y
valor sociales
del
indivi-
duo a disponer de sí y para sí, a gozar de un tiempo otrora ocupado p o r activi-
dades impuestas por la empresa y las instituciones mencionadas. Esta nueva
necesidad y valor constituyen el ocio, fenómeno ambiguo y centro conflictivo
-
8/17/2019 Psicosociologia Del Tiempo Libre
16/208
L O S TE Ó R I C O S 1 5
de valores, factor, a la vez, de progresión y de regresión, de individualismo y de
compromiso social, de trabajo y de placer. En é l ve, últimamente, u n a conducta
individual, determinada socialmente pero orientada según la lógica del sujeto
hacia
su
realización como
fin
último. Dumazedier
se
ocupa también
de
proble-
m as metodológicos y de política de planificación, en el marco de una "sociolo-
g ía
activa" dirigida hacia
un a
democratización cultural, objetivo, éste, constante
en toda su obra. (N o estará de más recordar q ue es el fundador de l movimiento
de educación popular "Peuple e t Culture", iniciado en 1945.) Además, estudia
el ocio en relación con la familia, la tercera edad y , sobre todo, con la educa-
ción permanente.
En el mundo germánico y concretamente en Alemania (República Federal),'
destacan los nombres de: Graf V . Blücher, quien llevó a cabo u n a encuesta
básica sobre el ocio en la sociedad industrial (1956) y otra, diez años m ás tarde,
sobre
el
mismo tema; Helmuth Schelsky, autor
de Die
skeptische Generation
(1957), obra en la que concluye afirmando que el ocio es esencialmente una
esfera de consumo que aumenta la alienación y muestra el conformismo de la
clase media; y E. K. Scheuch, que publica diversos estudios a partir de la última
década. Finalmente, cabe citar al austríaco Leopold Rosenmayr, interesado po r
las
pautas juveniles
y
familiares
del
ocio.
L O S TEÓR IC OS
En los
Estados Unidos,
el
interés teórico
por el
ocio
se
hace patente
en
1950 con la aparición del impactante libro The
lonely crowd
de David Riesman,
cuya tirada total h a sobrepasado el millón de ejemplares. En dicha obra el autor
defiende la tesis de que el hombre, dirigido primeramente por la tradición y más
tarde, en el Renacimiento, por las normas y los valores de la familia estricta, h a
pasado en las sociedades de consumo, de cultura y de ocio masivos a depender
de la guía de los
mass media
y los
peer groups\
contexto nuevo en el que aquél
n o puede realizarse a través del trabajo pero podrá hacerlo en ese espacio pri-
vilegiado del consumo forzoso o elegido a la par q ue fuente de individualización
y de autonomía, que es el ocio. Esta visión de crítica optimista n o dura mucho
tiempo.
E n
trabajos posteriores, Riesman dice percibir nuevas actitudes hacia
e l
trabajo como fuente del desarrollo individual, lo que le lleva a trasladar sus es-
peranzas del ocio a la educación.
Otra tesis importante y debatida es lanzada al año siguiente p o r Martha
Wolffenstein, en ocasión del análisis del ocio en el periodo de la posguerra. L a
gran valoración que éste alcanza en la gente revela, según dicha autora, el surgi-
miento de una nueva moral (la fun
morality
), según la cual el ocio n o sólo deja
de ser algo reprobado sino que pasa a ser obligatorio, tesis de la que también
part icipa Margaret Mead (Mead y Wolffenstein, 1955).
El grado de desarrollo empírico y teórico a que llega el estudio del ocio
en
Estados Unidos
p o r
estos años, puede juzgarse
a
través
de dos
grandes anto-
logías publicadas en aquel entonces:
Mass culture
(1957), dirigida por B. Rosen-
berg y D. M. White, y Mass leisure (1958), a cargo de E. Larrabee y R . Meyer-
sohn. Y sobre todo, por el hecho de que en los tres primeros años de la década
¡siguiente aparecen amplias monografías que integran, hasta hoy , l a aportación
-
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17/208
LA
CONCEPCIÓN BURGUESA
D E L
OCIO
probablemente m ás representativa de los teóricos norteamericanos en el campo
del ocio.
La primera de esas monografías es
Leisure
in
America
(1960), libro de Max
Kaplan que analiza el ocio entre los estadounidenses en integración con su sis-
tema sociocultural
de
vida,
en los
diversos aspectos institucionales
que
dicho siste-
m a presenta. Kaplan concibe el ocio como una relación especial entre el individuo
y su actividad, relación que proporciona aquél satisfacción y placer (dimensión
intrínseca del fenómeno) y que es socialmente valorada en sus consecuencias
colectivas (dimensión extrínseca). El ocio es una manera de renovarse, de de-
sarrollarse y conocerse, de realizarse a s í mismo, a s í como u n modo de vida
más o menos organizado en conductas de rol y que es influido e influye sobre los
diversos aspectos institucionales del sistema social y que , cada vez más, tiene u n
fin en sí mismo y una vida propia. Kaplan presenta u n a clasificación de las
diferentes actividades de ocio y aporta u n conjunto de criterios valorativos
del
"ocio bien aprovechado" (
successful leisure).
4
A ésa. obra le sigue Work and leisure (1961) de Neis Anderson, u n soció-
logo que ya se había ocupado del t ema indirectamente en una monografía sobre
el vagabundo norteamericano {The hobo, 1923), y de manera directa en uno de
los capítulos de su tratado sobre la sociología de la comunidad urbana (1960).
En su nuevo libro, ecléctico y ambigüo (¿es casualidad que él califique precisa-
mente de ambigüa la situación del ocio?), dice Anderson que para comprender
mejor el ocio hay que contraponerlo al trabajo, pues aquél es un subproducto
de este último (antes lo veía como u n subproducto del urbanismo). El ocio es
u n tiempo sobrante y libre del trabajo; es decir, u n tiempo n o pagado, y por
tanto
n o
vendido
al
trabajo,
que
pertenece
al
individuo
y en el que
éste puede
actuar espontáneamente mediante u n a libertad de elección. Aunque el ocio
puede orientarse hacia e l trabajo, en la sociedad urbano-industrial no se mezclan
fácilmente uno y otro en las tareas diarias: ambos modos de empleo del tiempo
están separados, pero esta dicotomía es transitoria y n o igual para todos. El
ocio plantea desconcertantes problemas a esa sociedad, la cual, de un lado h a
podido crear aquel regalo a la masa gracias a la dedicación de ésta al trabajo, y
de otro, contempla ahora cómo en detrimento de ese trabajo el ocio va cobran-
do cada d ía mayor importancia. Para Anderson, la s personas necesitan cada vez
menos diversiones y tienden a emplear su tiempo libre en actividades domésti-
y
cívicas, constitutivas
de
obligaciones
n o
laborales
en las que uno
puede parti-
cipar de los intereses y satisfacciones propios del ocio.
En un breve artículo publicado poco después, Anderson revisaría su concep-
ción en los términos que veremos oportunamente .
Al año siguiente, Sebastián de Grazia, profesor de ciencia política en la
Rutgers University, publica u n a obra resonante y polémica, Of Time, Work
an d
Leisure
(1962). Inspirándose en el modelo de la Grecia clásica, ve el ocio
como u n a forma ideal de ser, concretada en aquel estado libre de las necesida-
des diarias en el que el individuo realiza actividades cuyo fin está en sí mismas.
De ahí que postule que ocio y democracia so n incompatibles, porque la compe-
4
Posteriormente, Kaplan h a escrito otra obra ambiciosa, Leisure, Theory
an d
Policy,
e n d o s volúmenes. El cap. segundo de la misma lo ha publicado, en avance, la revista Society
an d Leisure (1972, 2, 123-183).
-
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L O S T E Ó R I C O L
tidón, base del progreso, indica que se está en estado de necesidad; en la demo-
cracia existe tiempo libre, aunque en menos cantidad de lo que se cree, pero n o
ocio. Este está
en el
plano
de la
aristocracia,
p o r
encima
de la
capacidad
de la
mayoría, en la clase ociosa creadora de cultura. En los Estados Unidos, el ideal
del
ocio
ya no
existe:
h a
quedado sustituido
por e l
ideal
del
tiempo libre
o de la
buena vida. E l ocio, concluye de Grazia, es perfección y en ello reside su futuro.
E l tema de las relaciones entre el ocio y el trabajo, que es el núcleo de la
discusión de las dos obras mencionadas con anterioridad, es también el eje
principal sobre el que gira el libro del inglés Stanley R . Parker The future of
Work an d Leisure (1971), q u e constituye u na seria aportación teórica. Parker
sostiene que el ocio, es una actividad libremente elegida, tiene relaciones de
identidad, de contraste y de separación con el trabajo. Acto seguido, procede a
analizar estos tres tipos de relación al doble nivel de la vida individual y de la
organización social; sin embargo, en la sociedad industrial ambos fenómenos
sufren
u na
falta
de
reconciliación. Ello exige establecer
u n a
política social
que
introduzca nuevas pautas cotidianas de ocio como actividad placentera, que re-
valorice tanto el ocio como el trabajo, y que promueva la s potencialidades del
hombre a fin de satisfacer de manera integrada sus necesidades individuales y
sociales. Y todo ello, sin que el ocio deje de ser una elección del individuo.
Se ha dicho que la sociología del ocio surge e n Francia con Georges Fried-
mann, lo cual es cierto al menos en cuanto a la corriente teórica. S in embargo,
aunque sus primeras reflexiones sobre los problemas del ocio datan de 1935,
es a partir de 1950 y sobre todo de 1956 —año en que publica Le travail én
miettes— qu e dicho autor desarrolla su s ideas sobre el tema. Estas ideas, influi-
das
inicialmente
p o r
Marx
y por los
descubrimientos experimentales
de
Mayo
arriba mencionados, quizás representen un a aportación crítica desde el punto
de vista de la sociología del trabajo —que es la especialidad propia de Fried-
mann— pero n o desde la problemática del ocio. Friedmann postula la tesis de
que el ocio, que distingue el tiempo liberado al trabajo, compensa la aliena-
ción del hombre debida más al maqumismo industrial que a l capitalismo. "Quien
dice ocio, dice esencialmente elección, libertad" referida al individuo. Y esta
libertad de elección tiende a compensar, porque se dirige h o y y a hacia activida-
des artesanales que complementan la personalidad, ya hacia actividades latera-
les de huida o evasión del trabajo alienador. Pero en La puissance et la sagesse
(1970) Friedmann muestra
u n a
evolución
en un
doble sentido:
po r una
parte,
se plantea el problema de hasta q ué punto el tiempo liberado al trabajo es real-
mente tiempo libre, relegando su interés por e l ocio-compensación; y por otra,
denuncia el creciente y terrorífico desequilibrio entre el poder de l hombre y su
saber, lo que hace impracticable, según él, cualquier proyecto de convertir la
civilización técnica en una civilización del ocio.
Finalmente, en cuanto a los teóricos burgueses, hay que mencionar den -
t ro del área germánica, aparte del temprano precedente de Josef Pieper que
estudia la s relaciones entre el ocio y el culto religoso (1948), a Erich Weber,
autor de una extensa monografía fundamental, D as Freizeitproblem (1963). S u
método
es
fenomenológico;
su
objetivo, pedagógico. Weber encuentra
la
esen-
cia del tiempo libre en el comportamiento autónomo del hombre. Su significa-
ción antropológica exige emplearlo con sentido, lo que sólo se logra mediante
comportamientos concretos . que conduzcan a la autorrealización de la perso-
http://www.a-pdf.com/?pc-demohttp://www.a-pdf.com/?pc-demo
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18
L A
C O N C EP C I Ó N BU R G U ES A
D E L
OCIO
na. Este es el verdadero problema del tiempo libre, u n problema no técnico
sino humano, antropológico,
de
índole totalmente nueva,
que
surge
con el pro-
greso
de la
industrialización
y
adquiere
su
mayor importancia después
de la
Primera Guerra Mundial. Este problema plantea
una
tarea capital
a la
pedago-
gía: la de
educar
al
hombre para
que
sepa cómo emplear correctamente
su
tiempo libre. La pedagogía, empero, sólo puede ayudarle, porque tiene que
respetar la libertad del individuo, cuyo grado de autorrealización sólo puede
determinar
él
mismo. Dentro
de
este marco, Weber concreta algunas
de las
prin-
cipales tareas específicas
de la
educación para
el
tiempo libre, dando
la s
perti-
nentes orientaciones pedagógicas.
L O S CRÍTICOS
La
comente crítica burguesa cuenta
con un
importante antecedente.
T al es,
en efecto, la obra a la par clásica y actual del estadounidense Thorstein Veblen
The Teory of Leisure Class (1899), sin duda el más sagaz y profundo estudio
emprendido sobre el que más adelante llamaré tipo caballeresco del ocio, apli-
cado específicamente
a la
sociedad estadounidense decimonónica. ¿Por
qué en
esta sociedad, basada en el trabajo y la acumulación, sobreviven el ocio y el
despilfarro? Veblen —que bebe
en la
triple fuente
del
pragmatismo,
del
positi-
vismo
y de
Marx (Adorno
5
)— constesta
que el
ocio
es
contradictorio,
ya que
económicamente representa destruir
el
capital, mientras
que
socialmente
es un
factor
de
comparación
p o r
consistir
en un
comportamiento improductivo
que
indica la falta de necesidad de trabajar y permite exhibir la riqueza, lo que faci-
lita el ascenso de rango social o el mantenimiento del rango que se tiene. Las
clases bajas, según Veblen, intentan emular ese ocio ostensible de las altas. E n
resumen, extrapolando
a
Darwin, opina
que en la
sociedad
de su
tiempo
la
lucha
por la
vida
h a
sido sustituida
por la
lucha
por el
prestigio,
del
mismo modo
que
la s actividades militares lo han sido por las deportivas.
Pero aparte de ese antecedente que relaciona el odio moderno con el "pre-
burgués",
la
aparición
de una
corriente crítica burguesa
es
tardía.
Y si se
exclu-
ye de la
misma
a la
Escuela
de
Frankfurt,
por las
razones
que
explico
en el
siguiente capítulo, puede considerarse
que las
figuras
m ás
representativas
son es-
casas, concretamente Mannheim y Mills.
- Karl Mannheim, pensador húngaro exiliado a Inglaterra donde ejerció una
considerable influencia, intentó combinar
el
marxismo
y el
liberalismo.
En un
libro publicado tres años después de su muerte, Freedom, Power andDemocra-
tic,
Planning (1950), expresa su creencia de que para la mayoría de la gente,
el
camino
de la
civilización está
más en el
ocio
que en el
trabajo. Pero
el
ocio
se encuentra ante un grave dilema: si su contenido se abandona a una política
de laisser-faire es
degradado
por las
empresas
y si, por
contra,
el
Estado
lo
sujeta a regulación, se impide que contribuya a la realización personal. Su con-
clusión
es que el
ocio debe
ser
planificado democráticamente, favoreciendo
la
extensión
de
aquellas actividades
n o
comerciales
que
sirvan
a los
intereses
de
la
cuitara.
5
C f r .
Adorno,
1941 ,43 y sigs.
-
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E L
DENOMINADOR COMÚN
19
L a
crítica
de Ch.
Wright Mills gira sobre otras coordenadas.
El enfant terrible
de la sociología norteamericana ya se había preocupado por el ocio con ocasión
de estudiar a los White Collar (1951) y volvió, sobre el tema en varios ensayos
posteriores (especialmente
en
1954). Mucho
m ás
brillante
en la
denuncia
que
Mannheim, es menos convincente en las soluciones. Para él, el malestar que se
respira en nuestra época se debe fundamentalmente al hecho de que los valores
y los códigos propios de la conducta tradicional h a n quedado vacíos. E l trabajo
ha
pasado
de ser un
valor evangélico
a ser un
simple medio
de
ganar dinero,
y el
ocio a ser una manera de gastarlo. Uno y otro, trabajo y ocio, están separados; y
sus valores, en oposición mutua. La maquinaria de la producción h a destruido e l
trabajo independiente y la de la diversión, la libertad del ocio. Esta es una liber-
tad "carente de seriedad", fuente más de distracción y de mero pasatiempo que
de cultivo personal. E l ocio, simple parte del consumo, pierde su contenido por
la
ambición
de
estatus
y las
demandas consuntivas
de la
emulación social. Trabajo
y ocio sólo pueden unificarse con un estilo artesano dé vida y u n cultivo del ocio
cultural. La actitud de Mills, en cuyas ideas están presentes Veblen y Marx, h a
influido en la New Left, singularmente en la Radical Sociology.
6
E L DENOMINADOR COMÚN
El panorama burgués e s muy heterogéneo.
7
Visto superficialmente, la s tres
corrientes examinadas
n o
forman compartimentos estancos, pues
los
empíricos
han
hecho importantes aportaciones teóricas
(el
mejor ejemplo
es
Dumazedier),
más de un teórico h a realizado análisis empíricos de franco interés (como Stanley
Parker) y unos y otros asimilan alguno que otro elemento crítico (tal es el caso
de Friedmann).
6
E n cierto modo, cabría situar dentro de la corriente crítica a David Riesman —ya
c i tado- y al economista J . K. Galbraiíh (1958), pero como afirma Bottomore (1967, 85)
aunque u n o y otro pertenecen a una tradición d e pensamiento progresista y liberal, sus
ideas s o n bastante menos radicales que las de Mills.
En e l Continente podría incluirse a autores como lo s franceses Georges Bataille, q u e
marginalmente toca aspectos relativos a nuestro tema en sus estudios sobre e l erotismo,
y quizás, c o n u n criterio amplio, a Roger Caillois, interesado por los juegos, sobre los que
h a
formulado
u n a
teoría
que se
verá
m á s
adelante.
7
S e habla también de una concepción cristiana de la sociología de l ocio (véase Ciampi,
1 9 6 5 , 9 ) pero n o llega "a constituir ninguna corriente científicamente definida. Siguen esta
línea, —más concretamente católica— entre otros, l o s franceses Georges Hourdin (1963), e l
grupo d e l Centre Catholique d e s Intellectuels Frangais (1968) y en un aspecto crítico l in-
dante c o n e l marxismo Chombart d e
Lauwe
(1956) a s í como e l grupo crítico de tendencia
personalista d e la revista Esprit (1959). En Italia, encontramos a Enrico Castelli (1954),
Salvatore
Comes
(1954), Franco Crespi (1966), e t c . Pero la contribución m á s representa-
tiva d e esta concepción sigue siendo la de l alemán Josef Pieper (1958). E n otro aspecto,
Alban d e Laurens h a seleccionado u n a serie d e textos d e l Papa y de los obispos sobre e l
tema c o n e l título d e Le loisir et les loisirs (1963).
Para q u e e l lector tenga u n a visión m á s completa de las investigaciones sobre el ocio
dentro de la tendencia burguesa, permítaseme mencionar algunos d e l o s esfuerzos realiza-
dos en e l
plano
de la
organización colectiva.
E n l o s
Estados Unidos,
e l
Centro
d e
Investi-
gación d e l Ocio (Chicago) publica en fecha temprana varios estudios colectivos, entre los
q ue destacan l o s dirigidos p o r Meyersohn y Denney. L a American Academy o f Political
and
Social Science
dedica uno de sus Th e Annuals (1957)) a Th e Recreation in the Age of
Automation. A l a ñ o siguiente, se funda l a Outdoor Recreation preocupada p o r l o s ocios
al aire libre. M ás recientemente, e l Institute fo r Studies o f Leisure de la Universidad d e
Florida
d e l Sur , e n
Tampa
- y d e l q u e es director M ax
Kaplan—
se muestra
interesado
por
-
8/17/2019 Psicosociologia Del Tiempo Libre
21/208
2 R
O A C O S J C EP C 1 C N C . URGUESADEL OCIO
JLa heterogeneidad es de fondo. Aparece al observar q u e cada corriente p o s -
tula u n diferente enfoque metodológico, haciéndose eco con ello de una discu-
sión
q u e
afecta
a
toda
la
ciencia social burguesa; enfoques
q u e
condicionan
e l
contenido
de la
problemática
e n
cada caso planteada.
Y p o r
añadidura, cada
u n a
de las corrientes mencionadas cuenta c on una fuerte disparidad de interpreta-
ciones, algunas
de las
cuales tendremos ocasión
de
examinar
m á s
adelante.
¿Es
posible, ante esto, hablar
de una
concepción burguesa
de l
ocio?
L a
respuesta
de
Marie-France Lanfant
es
afirmativa;
las
teorías
de l
ocio "elaboradas
e n u n contexto d e economía liberal" se caracterizan por ver en e l ocio u n a expre-
sión subjetiva de las necesidades y aspiraciones individuales, u n signo de intereses
culturales y u n valor; y p o r considerar a l ocio como u n a realidad propia, separa-
da de l
trabajo
y
distinta
de l
tiempo libre,
que es
aprehensible operativamente
mediante sondeos de opinión y de actitudes.
8
Creo que la autora francesa se
queda corta
y se
excede
a la vez :
considerar
que e l
ocio
es un
signo
de
intereses
culturales
y u n
valor,
y que ha y que
sondear
a la
gente para aprehenderlo,
n o
tipifica e n absoluto a las teorías a que ella se refiere, ni a las qu e y o englobo bajo
la denominación algo m á s amplia d e tendencia burguesa. P o r otra parte, ni en su
caso
n i en e l mío
deja
de
subrayarse
la
importancia otorgada
al
elemento político
liberal
y a la
cuestión terminológica.
A m i
modo
de ver , los
puntos comunes
a las
corrientes burguesas
s on
escasos;
sin embargo, e n tanto que e n conjunto las diferencias de la concepción marxista
como veremos, constituyen características esenciales. Estas características,
que
p o r
supuesto están íntimamente interrelacionadas
y se
refuerzan unas
a
otras,
son las
tres siguientes:
a) Subjetivismo: se concibe e l ocio como la vivencia de un estado subjetivo
de
libertad,
de
libertad
de
elección, expresivo
de la
personalidad.
b)
Individualismo:
se
considera
que el
ocio pertenece
a la
esfera
del
indivi-
duo , e s
decir,
a una
esfera vital "separada
de lo
colectivo" (Zbinden) porque
" n o
depende
de los
demás:
u n o
solo puede gozar
del
ocio"
(D e
Grazia).
9
Lo que no
significa, claro
es , que no
plantee serios problemas colectivos.
c) Liberalismo: se destaca que e l ocio es un asunto privado por lo que la
sociedad n o puede determinar su empleo personal. En él , " la regla general es el
laissez-faire (D e
Grazia).
10
Adviértase
q u e
esta actitud liberal
se
contradice
el
mismo tema
y por
estudios prospectivos sobre
e l año dos mil . Poi
último,
en 1969, la
National Recreation
and
Park Association (Washington) empieza
a
publicar
e l
Journal
of
Leisure Research.
Por lo qu e se
refiere
a
Europa,
se han
celebrado numerosas rencontres
nacionales e internacionales (u n resumen de las mismas lo da Lanfant: 1 9 7 2 , 102-105),
creándose diversos organismos y realizándose varias investigaciones empíricas en equipo
a las que ha contribuido fundamentalmente la UNESCO. Quizás lo más destacable sea: la
creación del Groupe International des Sciences Sociales et du Loisir (1956, Annecy), trans-
formado
co n
ocasión
del
Tercer Congreso Mundial
de
Sociología, celebrado
en
Amsterdam,
en e l Comité d e Recherche du Loisir et de la Culture (puede consultarse e n breve informe
de su labor en la Revue Francaise de Sociologie, abril-junio 1974 , XV, 2 , 293 y sigs.); del
Centre Europénn des Sciences Sociales (1960, Viena) encargado de una monumental en-
cuesta internacional sobre budget-temps; y en 196 8 , de l Centre Europénn du Loisir (Praga)
de la UNESCO, qu e empezó a publicar al año siguiente la importante revista Society and
Leisure. Bulletin fo r Sociology of Leisure, Education an d Culture. E n todos lo s citados or-
ganismos europeos
es de
subrayar
una
creciente
y
activa participación
de los
países
del
Este.
8
Lanfant, 1972,66-67, 105-06, 209 y sigs., 240-41.
9
Zbinden, 1964a, 7 2 6 . D e Grazia, 1 9 6 2 , 3 0 8 .
1 0
D e Grazia, 1962 , 237 . Cfr . Mannheim, 1 9 5 0 , 323-24.
http://www.a-pdf.com/?pc-demohttp://www.a-pdf.com/?pc-demo
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E L
DENOMINADOR COMÚN
doblemente: en el plano ideológico con los valores de la tradición puritana, para
los que el ocio debe estar sometido o controlado por el trabajo; y en el plano f ác -
tico
con la
vigencia
de
prácticas
de
manipulación pública
o
privada
que lo
dirigen
hacia la esfera del consumo aprovechándose del conformismo social especialmente
fácil
en ese
campo.
De ahí que , en
gran medida,
los
problemas
del
ocio queden
centrados en sus relaciones socioeconómicas: con la producción (trabajo) y c on
el consumo.
Otro rasgo, de carácter distinto, ha de ser retenido: la temporalidad queda
relegada y en algunos casos simplemente olvidada. Esto se traduce en el plano
terminológico en una preferencia clara que el término "ocio" en vez del de
"tiempo libre". Las excepciones a ello (po r ejemplo, Erich Weber) son más apa-
rentes q ue reales.
E n síntesis, en la concepción burguesa se observa, como denominador común,
un a triple actitud: subjetiva en lo psicológico, individualista en lo sociológico, y
liberal
en lo
político
1 1
, ante
lo que
dicha concepción califica
de
"ocio".
¿Cuál es el papel que desempeña la minoritaria corriente crítica? No hay
que olvidar que esa corriente, que discute sobre todo la actitud liberal y sus con-
secuencias sociales y culturales, extrae sus elementos críticos en buena parte de
Marx pero tímidamente, sin aceptar el corpus básico del autor de Das Kapital',
m ás claro, sin llegar a abandonar los presupuestos burgueses. Dentro de tales
límites, la corriente crítica únicamente puede actuar a modo de un débil revul-
sivo interno.
La crítica a fondo de la concepción burguesa del ocio proviene, exte rnamente ,
de la tendencia marxista.
1
Liberalismo y anarquismo n o deben se r confundidos e n cuanto a sus respectivas p o s -
turas e n torno a nuestro tema. Sería ingenuo pensar q u e para e l primero todo e l tiempo
social
es de un
laisser-faire abso luto . Para
el
anarquismo todo
e l
tiempo
ha de ser
libre; debe
reinar u n a especie d e
happening
temporal: tiemp o improvisado. E n cambio, la actitud liberal
entiende q u e sólo u n a parte d e l tiempo e s libre, y aunque no l o confiesa, en la práctica la
reconoce Ubre incluso para manipularla. As í , en e l ocio burgués, a la contradicción puritano-
liberal se suma la de una libertad reconocida a la par qu e negada.
-
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M ® e f x
y @ 1 É i e f l s a p ® l i b f ®
Se admite generalmente, dice Lanfant, que la sociología del ocio nace en los
Estados Unidos; surge en la Europa del Oeste en la década del cincuenta, y en la
del sesenta en la del Este. Y añade: " A s í , todo permite suponer que se propa-
ga de
Oeste
a
Este,
d e
donde cabe concluir
que
junto
con los
problemas
y
métodos
de observación propios de la sociología empírica, se infiltra en los países comu-
nistas la ideología liberal".
1
E l lector juzgará por s í mismo una vez que haya
leído e l presente capítulo, en qué medida son aceptables ta n precipitadas afirma-
ciones. P o r de pronto, no es ocioso recordar que la otra gran tendencia sobre el
tema que nos ocupa, tendencia qu e se desarrolla principal pero n o exclusivamente,
tiene su iniciador y no su precursor en Karl Marx.
L a tendencia marxista presenta de un modo m u y visible u n a unidad que
contrasta claramente con el carácter heterogéneo de la concepción burguesa;
mas t a l unidad n o significa que sea monolítica, sobre todo desde que los marxis-
tas críticos empiezan a interesarse por e l tema. Las polémicas abundan sobre
cuestiones m u y importantes, aunque n o sobre la s fundamentales. Valga como
ejemplo la discusión, que afecta directamente el problema del tiempo libre, sobre
si la
alienación
es un
fenómeno general
de las
sociedades industriales
o
exclusiva
del capitalismo.
Ello explica que la estructura de este capítulo n o pueda coincidir con la del
anterior. E n primer lugar, expondré la concepción del propio Marx, concepción
que hay que ver como u n a fuerte reacción ante la grave situación social creada
por e l capitalismo industrial. Acto seguido, se verán la s principales aportaciones
complementarias de lo que podemos llamar la ortodoxia marxista y las diferentes
interpretaciones del revisionismo, para terminar con la peculiar posición mante-
nida por la escuela de Frankfurt.
1
Lanfant, 1972,68.
2 3
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CR
, L A
CONCEPCIÓN
D E M RX
E n numerosas ocasiones se ocupó Marx directamente de la cuestión del
tiempo libre, cuestión, ésta
que le
preocupaba hondamente como
io
demuestra
el hecho de haber dedicado todo u n extenso capítulo del primer volumen de
Das
Kapital,
a
describir minuciosamente
y con
gran riqueza documental
la evo-
lución histórica
de las
reivindicaciones obreras
de un a
disminución
de l
tiempo
de trabajo, "condición esencial" de l tiempo libre.
2
Su enfoque materialista —dia-
léctico
e
histórico—
de l
problema
le
conduce
a u n a
concepción,
en la que los
aspectos destructivos y constructivos están inextricablemente unidos, si bien
en esa
totalidad
e l
peso específico
de los
primeros
es
mayor
que el de los
segun-
dos , mu cho menos elaborados.
Para comprender
e n
todo
su
alcance
el
significado
de su
pensamiento,
es
preciso relacionar
los
diversos pasajes
q u e
tratan
del
tema
en el
conjunto
de su
vasta obra; de lo contrario se corre e l fácil peligro, en e l que tan a menudo se
cae, de
falsearlo.
Ante todo, h a y q u e dejar bien sentado el supremo valor q u e para él tiene
el trabajo; incluso en la sociedad socialista, escribe, éste constituirá " la primera
necesidad de lá existencia".
3
Ahora bien, es claro que al decir esto, Marx está
concibiendo, el trabajo de un modo m u y diferente de lo que se llama trabajo e n
e l mundo capitalista. N o siempre se toma ello en cuenta.
E l proceso social de división de l trabajo h a llevado al hombre a una situación
en la que reina la necesidad, impidiéndole su autoexpresión y su desarrollo perso-
na l . "A
partir
del
momento
en que
comienza
a
dividirse
e l
trabajo —escriben
Marx y Engels e n Die deutsche Ideologie— cada cual se mueve e n un determina-
d o
círculo exclusivo
de
actividades,
que le
viene impuesto
y de l que no
puede
salirse, e l hombre es cazador, pescador, pastor o crítico, y n o tiene m á s remedio
q u e seguirlo siendo, si no quiere verse privado de los medios de vida".
4
En el
capitalismo,
el
proceso
de
división
d e l
trabajo llega
a u n
punto límite
en el que
el trabajo h a pasado a ser un factor fundamental enajenante de l hombre, esclavo
de lo
necesario.
E n
consecuencia, sólo
el
término
del
trabajo determinado
por la
necesidad
puede
dar
comienzo
a l
reino
de la
libertad
y, con él , a l
desarrollo
de las
fuerzas
d e l
hombre
que no
tienen
más f in que s í
mismas.
A
pesar
de su
extensión, permí-
taseme transcribir íntegramente
e l
célebre párrafo
del
tercer libro
de Das
Kapital
donde
sü
autor desarrolla
ese
punto :
" L a
riqueza real
de la
sociedad
y la
expan-
sión constante de su proceso de reproducción n o dependen, p o r tanto, de la
duración de l sobretrabajo, sino de su productividad y de las condiciones más o
menos perfeccionadas
en las que se
realice.
E n
efecto,
e l
reino
de la
libertad
2
Marx distingue el tiempo.libre del ocio; aquél, como tiempo disponible, contiene
además de las actividades de ocio la s actividades superiores del hombre (cfr . Marx 1 8 5 7 -
1858 , I I , 196 ) .
3
Marx, 1875 . 36 .
4
Marx y Engels, 184 6, 33 . En un o de los manuscritos de París, el dedicado al trabajo
alienado, dice Marx
que "el
trabajador sólo
se
siente
a sus
anchas
en sus
horas
de
ocio, mien-
tras que en e l trabajo se siente incómodo (1844 , 108) . Fromm (1961, 5 2 ) explica que,
para Marx,
el
trabajo
no es
sólo
un
medio para lograr
un f in en s í
misino
en
cuanto expre-
sión significativa de la energía humana y por eso, precisamente, el trabajo es susceptible de
ser gozado. Véase la nota 6.
http://www.a-pdf.com/?pc-demohttp://www.a-pdf.com/?pc-demo
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LA
CONCEPCIÓN
D E
MARX
2 5
comienza allí donde se cesa de trabajar p o r necesidad y por la coacción impuesta
desde el exterior; se sitúa, pues, p o r naturaleza, m ás allá de la esfera de produc-
ción material propiamente dicha. L o mismo que el hombre primitivo tiene que
luchar contra la naturaleza para satisfacer sus necesidades, para su conservación
y reproducción, también el hombre civilizado se encuentra forzado a hacerlo y
lo ha de hacer cualesquiera que sean la estructura de la sociedad y el modo de
producción. Con su desarrollo se extiende igualmente el dominio de la necesidad
natural, porque las necesidades aumentan; pero, al mismo tiempo, crecen las
fuerzas productivas para satisfacerlas. E n este dominio, la única libertad posible
es que el hombre social, los productores asociados, regulen racionalmente sus
intercambios con la naturaleza, los controlen en su conjunto, en lugar de ser
dominados por su poder ciego y los lleven a cambio con el mínimo gasto de
fuerza y en las condiciones m ás dignas, más de acuerdo a la naturaleza humana .
Pero esta actividad constituirá siempre el reino de la necesidad. M ás allá comienza
el desarrollo de las fuerzas humanas como fin en sí, el verdadero reino de la liber-
tad que sólo puede extenderse fundándose sobre el otro reino, sobre la otra base,
la de la necesidad. La condición esencial de ello es la reducción de la jornada de
trabajo."
5
El proceso de cómo se llegará a ese reino de la libertad, reino que no es otro
que el que ha de implantar el comunismo, lo esboza, en lo relativo a nuestro
tema en los Grundrisse der Kritik de r politischen Oekonomie: „el trabajo inmedia-
to —explica Marx— dejará de ser el fundamento de la producción, y se transfor-
mará en una actividad en la que el hombre se comportará m ás como vigilante y
controlador del proceso productivo que como principal agente del mismo. E n
esta transformación, fundada en el progreso social, ni el trabajo inmediato del
trabajador
ni el
tiempo
por él
empleado serán
ya los
pilares principales
de la
producción y de la riqueza, sino que lo serán el grado general de desarrollo del
hombre como individuo social, la apropiación de la ciencia, el grado de compren-
sión y de dominio de la naturaleza. El tiempo de trabajo dejará de ser la medida
del bienestar, esto es, el valor de cambio dejará de ser la medida del valor de uso.
El sobretrabajo de la masa trabajadora terminará así de ser la condición del
desarrollo de la riqueza social (das allgemeinen Reichtums), y el ocio de unos
cuantos tampoco será ya la condición para el desarrollo de las facultades intelec-
tuales y universales del hombre. E l modo de producción que descansa en los
valores de cambio se habrá derrumbado, y el proceso de producción material
habrá superado
su
forma contradictoria.
E n
consecuencia —concluye Marx—
la
principal medida de la riqueza social ya no residirá en el tiempo de trabajo, sino
en el tiempo libre, esto es, en el tiempo no dedicado al trabajo y que sirve al
desarrollo completo del individuo.
6
"E n la sociedad comunista —continúa expli-
5
Cfr. libro III , cap. 48 , apéndice 3 , párrafo 2o . de su obra: 1893-1894, II , 1269. Un
expositor católico d e Marx, el francés P. Cálvez, comenta el transcrito pasaje c o n estas pala-
bras: "L a verdadera libertad de l hombre estaría, por lo tanto, fuera d el campo de la vida
económica, pero por lo menos e s e campo puede someterse a la libertad, al pasar a ser objeto
de un control p or parte de una sociedad d e hombres libres (19 56, 5 3 7 ) .
° Marx, 1857-1858, II, 192-200. Hay que sobreentender "el tiempo n o dedicado al
trabajo necesario .
En
Die
dcutsche Ideologie
y a
había escrito Marx,
con
Engels,
que en el
reino de la libertad e l trabajo n o será más una carga para nadie, porque de su condición im -
puesta q u e ahora tiene, pasará a ser libre (
o p
.
cit.
1846 , 134 ) . La famosa afirmación c o n -
tenida en esta última obra —y también en los Grundrisse— de qu e e l trabajo mismo quedará
suprimido en e l comunismo (1846, 9 8 ) debe entenderse referida ta n sólo al trabajo dividido
-
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2 8
MARX
Y E L
TIEMPO LIBRE
cando el párrafo antes transcrito de Die
deutsche Ideologie—,
donde cada individuo
n o tiene acotado u n círculo exclusivo de actividades, sino que puede desarrollar
sus aptitudes en la rama qu e mejor le parezca, la sociedad se encarga de regular
la
producción general,
lo que
hace cabalmente posible
que yo
pueda dedicarme
h o y a
esto
y
mañana
a
aquéllo,
qu e
pueda
por la
mañana cazar,
por la
tarde
pescar y por la noche apacentar el ganado; y después de comer, si m e place, dedi-
carme a criticar sin necesidad de ser exclusivamente cazador, pescador, pastor o
crítico, según los caso