Download - Premios/Castigos
Otras consideraciones sobre el castigo
El castigo por sí solo no es suficiente, debe ir acompa-
ñado de refuerzos positivos (premios) que enseñen al ni-
ño cómo sustituir su mala conducta por otra adecuada. Es
decir, mostrarle qué es lo que debe hacer y elogiarle y
felicitarle cuando lo consiga.
Para aplicar un castigo, el niño debe estar advertido con
anterioridad que ese tipo de comportamiento será castiga-
do.
Debemos reprenderle en el momento, ya que las con-
ductas se regulan mediante consecuencias inmediatas. No
obstante, si consideramos que estamos demasiado altera-
dos debemos esperar a tranquilizarnos, de lo contrario, lo
más probable es que le pongamos un castigo desmesura-
do.
Debemos ser coherentes y firmes. Si le hemos dicho
que esa tarde no verá la televisión como castigo, no pode-
mos ceder a los cinco minutos porque nos está dando la
lata y si él sabe que hasta que su cuarto no esté ordenado
no podrá salir, debemos hacer que lo cumpla y no ceder.
Hemos de tener siempre presente que a través del castigo
lo que pretendemos es corregir a nuestro hijo un com-
portamiento, debemos, por tanto, poner castigos que
sean eficaces y posibles de cumplir, olvidarnos de las
amenazas que no haremos cumplir y de los castigos que
sean excesivamente largos.
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ESCUELA DE FAMILIAS
CURSO 2013-14
EL REFUERZO
COMO
HERRAMIENTA
PARA MODIFICAR
CONDUCTAS
El castigo funciona bien si:
Es el último recurso y no la manera habitual de ac-
tuar: si gritamos con frecuencia, los gritos aca-
barán perdiendo todo valor y los hijos nos verán
como histéricos/as u hostiles…
El niño sabe exactamente por qué es castigado.
Es inmediato, sin aplazamientos innecesarios: "ya
verás cuando venga tu padre"…
Ocurre siempre que se comete la falta, sin depender
del buen o mal humor.
Ofrece al niño una alternativa. No sólo se castiga la
mala conducta sino que se explicita lo que se
espera de él y el modo en que puede realizarlo.
Permanece intacto el respeto por la persona, sin que
sufra la autoestima. Son las acciones las correc-
tas o incorrectas, no la persona. Ni "eres un in-
útil" ni "eres mala" sino "eso lo has hecho mal".
No se asocia a actividades de aprendizaje como, por
ejemplo, tener que copiar o hacer cuentas o leer.
Ese es el mejor método para que en el futuro
odie las matemáticas o la lectura, por verlas re-
lacionadas con situaciones desagradables.No se
asocia a la comida cotidiana u otras necesida-
des básicas para la salud del niño. (“ hoy te
acuestas sin cenar”)
NOVIEMBRE 2013
En Psicología se utiliza el concepto “refuerzo” para
hacer alusión al término más cotidiano de ”premio” o
“recompensa”, frente al “castigo”. Para evitar tecnicismos
que nos alejen de nuestro objetivo, en este documento
utilizaremos las palabras más usuales: premio y castigo.
Los premios y castigos... ¿un factor educativo? En la vida de toda familia hay un cúmulo de circunstan-
cias que van perfilando el carácter de nuestros hijos:
aprenden a ser ordenados, a tener educación, a respetar o
no los derechos de los otros etc. Y lo van haciendo por
los estímulos que un día tras otro van recibiendo de su
ambiente; aquella cara que le pusimos, la recompensa o el
castigo que desde su más tierna infancia recibió cada vez
que actuaba de una determinada manera etc. han ido con-
figurando un estilo de persona.
Todos los padres, consciente o inconscientemente, en
alguna ocasión hemos recibido y hemos utilizado los pre-
mios y los castigos como medios para reforzar o corregir
conductas. Los premios y castigos no son buenos o malos
en sí mismos, dependerán del modo en que los utilice-
mos. El que sean un factor educativo o ayuden a malcriar
a los niños depende de cómo los manejemos. De ahí la
importancia de conocer sus mecanismos.
1. Premios Cuando una persona encuentra satisfacción en hacer
algo, tiende a repetir esa conducta.
Si premiamos una conducta de nuestro hijo con algo
que sea gratificante y satisfactorio para él, es
muy probable que se porte así con más frecuen-
cia.
Para que los premios sean eficaces, debemos ir va-
riándolos con el fin de que no pierdan interés
para el niño.
Debemos observar qué es lo que más le gusta a
nuestro hijo y utilizarlo como recompensa.
Las recompensas materiales como el dinero, jugue-
tes, materiales deportivos o chucherías, les gus-
tan a todos los niños.
También sirven como premios ver determinado pro-
grama de TV, jugar con el ordenador o los vi-
deojuegos, acostarse más tarde, llevarle al ci-
ne…
EL REFUERZO EDUCATIVO : PREMIOS Y CASTIGOS
Pero son las recompensas sociales como la atención, los
elogios, el interés mostrado y el afecto las que les
hacen sentirse más a gusto y verdaderamente re-
compensados. Démosles preferencia, aunque no
exclusividad, en nuestra relación con los hijos.
Ejemplos de premios sociales son:
Frases de ánimo y felicitación: "¡Bien!", "¡Así da gus-
to!", "¡Enhorabuena!".
Muestras de afecto: un beso, un abrazo, caricias, una
sonrisa, una palmadita en la espalda...
La promesa de participar en sus juegos, en el caso de los
niños pequeños: leer con él un cuento que le gusta,
jugar juntos, construir modelos, etc.
Es conveniente decidir en qué vamos a utilizar recompensas
materiales. Un buen criterio es hacerlo de manera extra-
ordinaria y ante conductas que sabemos le suponen un
especial esfuerzo. Pero, aún en ese caso, deben ir acom-
pañadas de recompensas sociales. Y cuidado de que no
sean tan frecuentes que acostumbremos a nuestro hijo, a
realizar las tareas más por los beneficios que de ellas
obtiene que por el valor que en sí mismas tienen.
No olvides que no hay dos niños iguales. Y, por eso,
puede suceder que lo que para uno es motivador no
lo sea para otro. Tendrás que adaptar los premios a
la manera de ser de cada hijo.
Premia inmediatamente después del comportamiento
deseado. Cuanto más distancia hay entre la conduc-
ta y la recompensa (o el castigo) menor será el efec-
to. Y cuanto menor es la edad del niño o su capaci-
dad cognitiva, menos eficaz resulta dicha distancia.
Existen dos formas básicas de recompensar: todas las veces
y ocasionalmente. Al comienzo, hasta que el compor-
tamiento nuevo está bien aprendido, es mejor reforzar
el comportamiento cada vez que se produzca. Lue-
go, cuando el comportamiento está consolidado, se
deben utilizar los reforzadores de vez en cuando y a
intervalos diferentes.
Es preferible adoptar un enfoque positivo y fijarse más
en el buen comportamiento de los hijos para recom-
pensarlos, que funcionar a base de castigos.
2. Castigos En numerosas ocasiones, una forma de eliminar un com-
portamiento inadecuado es pasarlo por alto, conti-
nua y permanentemente, sin recompensarlo nunca ni
siquiera con la atención.
El castigo es una forma de cortar un comportamiento
que no se puede pasar por alto. Los castigos pueden
ser eficaces si se utilizan correctamente.
No debemos utilizar el castigo como medio habitual
para corregir a nuestros hijos.
El uso frecuente del castigo no es eficaz para cambiar la con-
ducta. Al revés, puede producir efectos contraproducentes que,
sin duda, no deseamos. Así, por ejemplo:
Dura poco. El niño suprime su conducta por un tiempo
pero de nuevo vuelve a las andadas.
Exige nuevos castigos cada vez más fuertes, originando
un círculo vicioso difícil de romper: mala conducta
castigo... repetición de la mala conducta castigo más
severo... etc.
Las relaciones entre padres e hijos se resienten y pueden
darse reacciones de rechazo afectivo, origen de proble-
mas mucho más serios que los que se tratan de resol-
ver.
Las personas aprendemos también por imitación. Y si un niño
vive normalmente castigado: o se culpabilizará ("tienen
razón mis padres; merezco todo lo que me dicen") o
castigará a los de su alrededor: hermano/a pequeño,
compañeros de escuela etc
Muchos adultos que utilizan la violencia sistemáticamente con
sus hijos cónyuges,crecieron en ambientes de fuerte
carga agresiva.