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POEMAS
Selección realizada por Pedro Ruiz y Juan Ignacio Bazoberri
Malcom Lowry “El trueno más allá del Popocatépetl”
Tusquets Editores.
CON LOS OJOS ABIERTOS
Qué parecido al Hombre es este hombre que se levanta tarde
y mira los platos sucios de la cena
y las botellas tristemente vacías.
Todo lo consumido la noche anterior
—sólo queda un vaso lleno de una macabra tentación—
mientras se repetían estúpidas palabras amables.
Qué parecido es al Hombre este hombre y su destino,
todavía borracho tambaleándose
mientras desayuna un ron de pésima calidad,
guisantes y sardinas.
LA ÚNICA ESPERANZA
La única esperanza puesta en el próximo trago
aunque si quieres puedes pasear un rato
pero no hay tiempo para detenerse y pensar:
la única esperanza está en el próximo trago.
Inútil que tiembles en el último límite,
y peor toda innecesaria palabrería:
la única esperanza está allí,
en el fondo de la copa que aguarda.
BRASAS EN EL VIENTO
Nuestras vidas —no lo sabemos—
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son como cigarrillos encendidos
en un día de tormenta,
una brasa protegida del viento
por una mano cuidadosa.
Entonces arden hasta el final,
como ardieran aquellas deudas que nunca pagamos,
y se queman tan deprisa como la vida.
Uno querría encender otro, encender otra vida
que fuera menos dura que la anterior,
pero no es posible y el cigarrillo ya no tiene sabor
y lo único que podemos hacer es tirarlo.
POR EL PLACER DE MORIR
Duros son los tormentos de infierno
y las llamas de su terrible fuego,
sin embargo, los zopilotes volando contra el viento
son más hermosos que las gaviotas
planeando con la primera luz del sol,
o los abanicos moviéndose monótonos
en los asilos, tejiendo su destino de sueños,
una esperanza que jamás volará tan alto
como vuela el horror de vivir.
Si la muerte puede volar, sólo por el placer de volar,
¿qué no haría la vida por el placer de morir?
Cesare Pavese “Trabajar cansa // Vendrá la muerte y tendrá tus ojos”
Ed. Lautaro
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LOS MARES DEL SUR
Una tarde subimos, en silencio, la cuesta
de una colina. En la sombra del tardo crepúsculo
mi primo es un gigante vestido de blanco,
que se mueve tranquilo, con el rostro bronceado,
taciturno. Callar, es nuestra virtud.
Algún antepasado, debió estar muy solo
—un gran hombre entre idiotas o quizás un pobre loco—
para enseñar a los suyos tanto silencio.
Mi primo ha hablado esta tarde. Me ha preguntado
si subía con él: se ve desde la cumbre
en las noches serenas el reflejo del faro
lejano, de Turín: “Tú que estás en Turín…”
me ha dicho “…pero tienes razón. La vida se vive
lejos de la aldea: se aprovecha y se goza
y luego, al volver, como yo, cuarentón,
se encuentra todo nuevo. Las Langhe no se pierden”.
Todo eso me ha dicho y no habla italiano,
pero usa lento el dialecto, que, como las piedras
de esta misma colina, es tan áspero
que veinte años de idiomas y océanos distintos
ni lo han rasguñado. Y sube por la cuesta
con la mirada baja que yo he visto, de niño,
en los campesinos un poco cansados.
Veinte años ha andado recorriendo la tierra.
Se fue cuando yo era aún un niño cuidado por mujeres
y lo dieron por muerto. Después oí hablar de él
a las mujeres, como en un cuento, a veces;
pero los hombres, más graves, lo olvidaron.
Un invierno a mi padre ya muerto le llegó una postal
con una gran estampilla verdosa de naves en un puerto
y augurios de buena vendimia. Hubo un gran estupor,
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pero el niño crecido explicó ávidamente
que el mensaje venía de una isla llamada Tasmania
circundada por un mar más azul, feroz de tiburones,
al sur de Australia, en el Pacífico. Y agregó que sin duda
el primo se ocupaba de la pesca de perlas. Y guardó la estampilla.
Cada uno dio su parecer, pero todos
estuvieron de acuerdo en que, si no estaba muerto, moriría.
Después todos lo olvidaron y pasó mucho tiempo.
Oh, desde que jugaba a los pirata malayos
cuánto tiempo pasó. Y desde la última vez
que he bajado a bañarme a un lugar peligroso
y he seguido a un compañero de juegos sobre un árbol
quebrando bellas ramas y he roto la cabeza
de un rival y he sido golpeado,
cuánta vida pasó. Otros días, otros juegos,
otros sacudimientos de la sangre ante rivales
más elusivos: los pensamientos y los sueños.
La ciudad me ha enseñado infinitos temores:
una multitud, una calle me han hecho temblar,
un pensamiento a veces, espiado sobre un rostro.
Siento aún en los ojos esa luz burlona
de miles de faroles sobre el ir y venir de los pasos.
Terminada la guerra, el primo regresó,
gigantesco, como uno de los pocos. Y tenía dinero.
Los parientes decían por lo bajo: “En un año, no más,
ya se lo comió todo y vuelve a las andadas.
Los desesperados siempre mueren así”.
Mi primo tiene cara resuelta. Compró una planta baja
en la aldea y se mandó hacer un garaje de cemento
con el flamante surtidor de nafta en el frente
y en la curva sobre el puente bien grande un cartel de aviso.
Luego puso un mecánico dentro recibiendo el dinero
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y él paseó por todas las Langhe fumando.
Se había casado entre tanto, en la aldea. Tomó una muchacha
rubia y delgada como las extranjeras
que seguramente había encontrado a veces por el mundo.
Pero siguió saliendo solo. Vestido de blanco,
con las manos a la espalda y el rostro bronceado
de mañana paseaba en las ferias y con aire de sorna
contrataba caballos. Después me explicó,
cuando falló su plan, que su idea
había sido tomar todos los animales del valle
y obligar a la gente a comprarle motores.
“Pero el animal”, decía, “más grande de todos,
he sido yo al pensarlo. Debía saber
que aquí bueyes y hombres son una misma raza”.
Hace más de media hora que estamos andando. La cumbre está cercana,
alrededor aumenta siempre el rumor y el silbido del viento.
Mi primo se detiene de golpe y se da vuelta: “Este año
escribo en el cartel: —Santo Stefano
siempre ha sido el primero en las fiestas
del valle de Belbo— y que los de Canelli
digan lo que quieran”. Y retoma la cuesta.
Un perfume de tierra y de viento nos devuelve en la sombra,
hay luces a lo lejos: granjas automóviles
que se oyen apenas; y yo pienso en la fuerza
que me ha dado este hombre, arrancándolo al mar,
a las tierras lejanas, al silencio que dura.
Mi primo no habla nunca de los viajes que ha hecho.
Dice secamente que ha estado en tal lugar o en aquel otro
y piensa en sus motores.
Sólo un sueño
le ha quedado en la sangre: una vez navegó
como foguista en un barco de pesca holandés, el Cetáceo,
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y ha visto volar los arpones pesados del sol,
ha visto huir ballenas entre espumas de sangre
y seguirlas y alzarse las colas y luchar con la lanza.
A veces me habla de esto.
Pero cuando le digo
que él es de los afortunados que han visto la aurora
sobre las islas más bellas de la tierra
sonríe al recordar y responde que el sol
se alzaba cuando el día para ellos ya era viejo.
MANÍA DE SOLEDAD
Como algo de la cena en la ventana clara.
El cuarto ya está oscuro y puede verse el cielo.
Al salir, las calles tranquilas conducen
en seguida, al campo abierto.
Como y miro en el cielo —quién sabe las mujeres
que están comiendo a esta hora— mi cuerpo está tranquilo,
el trabajo aturde mi cuerpo y aturde a las mujeres.
Después de cenar, afuera, vendrán las estrellas a tocar
la tierra sobre la larga llanura. Las estrellas están vivas,
pero no valen estas cerezas, que como solo.
Veo el cielo, pero sé que entre los techos de herrumbre
alguna luz ya brilla y debajo hay rumores.
Un gran trago y mi cuerpo saborea la vida
de las plantas y de los ríos, y se siente separado de todo.
Un poco de silencio y cada cosa se detiene
en su lugar real, así como está detenido mi cuerpo.
Cada cosa está aislada frente a mis sentidos,
que la aceptan sin desconcertarse: un ruido de silencio.
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Puedo saber cada cosa en la sombra
como sé que mi sangre recorre las venas.
La llanura es un gran escurrirse de aguas entre las hierbas,
una cena de todas las cosas. Cada piedra y cada planta
vive inmóvil. Escucho a mis alimentos nutrirme las venas
de todo lo que vive sobre esta llanura.
No importa la noche. El cuadrado de cielo
me susurra todos los fragores, y una estrella diminuta
se debate en el vacío, lejana de los alimentos,
de las casas, distinta. No se basta a sí misma,
y tiene necesidad de muchas compañeras. Aquí en la sombra, solo,
mi cuerpo está tranquilo y se siente dueño.
DOS CIGARRILLOS
Cada noche es la liberación. Se miran los reflejos
del asfalto sobre las avenidas que se abren brillantes al viento.
Cualquiera que pasa tiene rostro y una historia.
Pero a esta hora ya no hay más que cansancio: millares de faroles
se ofrecen al que se detiene a encender un fósforo.
La llama se extingue sobre el rostro de la mujer
que me ha pedido un fósforo. Se extingue en el viento
y la mujer desilusionada me pide un segundo
que se extingue: la mujer ahora ríe sumisa.
Aquí podemos hablar en voz alta y gritar,
que ninguno nos siente. Alzamos la mirada
a las muchas ventana —ojos apagados que duermen—
y esperamos. La mujer se encoge de hombros
y lamenta haber perdido la bufanda de colores
que de noche le hacía de estufa. Pero basta apoyarse
en la esquina y el viento no es más que un soplo.
Sobre el asfalto extenuado ya hay una colilla.
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esta bufanda venía de Rio, me dice la mujer
que está contenta de haberla perdido, porque me ha encontrado.
Si la bufanda venía de Rio, ha pasado de noche
sobre el océano inundado de luz del gran trasatlántico.
Claro, noches de viento. Es el regalo de un marinero amigo.
Ya no está el marinero. La mujer murmura
que, si subo con ella, me muestra el retrato
rizado y curtido. Viajaba sobre sucios vapores
y limpiaba las máquinas: yo soy más hermoso.
Sobre el asfalto hay ahora dos colillas. Miramos el cielo.
La ventana allá arriba —me indica la mujer— es la nuestra.
Pero allí no hay estufa. De noche, los vapores perdidos
tienen pocos fanales o sólo las estrellas.
Cruzamos el asfalto del brazo, jugando a calentarnos.
VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo. Tus ojos
serán una vana palabra,
un grito callado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sobre ti sola te inclinas
en el espejo. Oh esperanza querida,
ese día sabremos también nosotros
que eres la vida y eres la nada.
Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
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como ver en el espejo
resurgir un rostro muerto,
como escuchar unos labios cerrados.
Descenderemos al abismo mudos.
George Trakl “Poemas”
Ed. Corregidor
MELANCOLÍA DEL ANOCHECER
El bosque que va creciendo muerto…
y a su alrededor hay sombras como setos.
Trémulo abandona el venado su refugio,
al tiempo que un arroyo se escurre quedadamente
y persigue helechos y piedras antiguas
y luce como plata entre guirnaldas de hojas.
No tarda en oírsele en negros barrancos…
Es probable que ahora brillen las estrellas.
La oscura llanura parece ilimitada,
aldeas dispersas, pantano y estanque,
y algo que aparenta ser una hoguera.
Un frío resplandor corre por las calles.
Se vislumbran movimientos en el cielo,
emigra una legión de aves silvestres
hacia las hermosas comarcas diferentes.
El ondulante junco sube y baja.
HUMANIDAD
Humanidad enfrentada a bocas de fuego,
un redoble de tambor, frentes de oscuros soldados,
marchas a través de brumas de sangre; resuena el negro hierro;
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desesperación, se hace la noche en los tristes cerebros:
he aquí la sombra de Eva, cacerías y el rojo dinero.
Nubes, la luz se abre paso, la Última Cena.
Habita en el pan y el vino un tierno silencio.
Y aquellos están reunidos en número de doce.
De noche gritan en sueños bajo las ramas del olivo;
Santo Tomás hunde la mano en la llaga.
MI CORAZÓN HACIA EL ANOCHECER
Al anochecer se oye el grito de los murciélagos,
dos negros caballos brincan por el prado,
el murmullo del arce colorado.
Ante el caminante surge la pequeña posada del camino.
Delicioso es el sabor del vino nuevo y de las nueces,
deliciosos el vértigo de la embriaguez en el bosque que oscurece.
Por entre las negras ramas suenan campanas dolientes,
gotas de rocío caen sobre el rostro.
GRODEK
Al anochecer retumban en los bosques otoñales
las armas mortíferas, en las llanuras doradas
y en los lagos azules, por los que un sol
sombrío rueda. La noche envuelve
a los guerreros moribundos, el salvaje lamento
de sus bocas despedazadas.
Pero sigilosamente confluyen hacia el pastizal
rojas nubes en las que mora un Dios colérico,
la sangre derramada y un frío lunar;
todos los caminos llevan a la negra podredumbre.
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Bajo el ramaje de oro de la noche y las estrellas
se tambalea la sombra de la hermana por la floresta silenciosa,
para saludar a los espíritus de los héroes, a las cabezas sangrantes;
mientras suenan quedas en los juncos las oscuras flautas del otoño,
¡oh, dolor arrogante! ¡Alatares de bronce!
La ardorosa llama del espíritu se alimenta hoy de un dolor más tremendo:
los nietos no nacidos.
Leopoldo María Panero “Poesía completa. 1970-2000)
Colección Visor de Poesía
PAVANE POUR UN ENFANT DÉFUNT
Se diría que estás aún en la balaustrada del balcón
mirando a nadie, llorando.
Se diría que eres aún visto como siempre
que eres aún en la tierra un niño difunto.
Se diría, se arriesga
el poema por alguien
como un disparo de pistola,
en la noche, en la noche sembrada
de ojos desiertos, de ojos solos
de monstruos. Todos nosotros somos
niños muertos, clavados a la balaustrada como por encanto,
a la balaustrada frágil del balcón de la infancia, esperando
como sólo saben esperar los muertos.
Se diría que has muerto y eres alguien por fin,
un retrato en la pared de los muertos,
un retrato de cumpleaños con velas para los muertos.
Pero a nadie le importan los niños, los muertos,
a nadie los niños que viajan solos por el país de los muertos,
y para qué, te dices, abrir los ojos al país de los ciegos, abrir los ojos hoy,
mañana, para siempre. Era mejor Oeste, tierras vírgenes, héroes en los ojos
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de un cine desesperado, y los dioses que matan a los hombres feroces,
los dioses más feroces que los hombres
los dioses crueles de la infancia, los dioses
de la inocente crueldad, pensabas, que se alimentan de ciegos
y de quienes mendigan su ser en una picaresca sórdida,
más que por alguien, para alguien, como un poema,
como el riesgo de un vuelo en el aire sin tránsito. Y es por ello
por lo que no hay infancia en este país desierto. Por ello también
por lo que nadie podría jamás sospechar que conservas esa
belleza demente de la infancia, ese furor contra lo útil de tu cuerpo,
y esa mudez en los ojos, esa belleza
sólo vendible al cielo del suicidio, sólo a esos ojos: esa existencia.
Pero la vida sigue y te arrastras como ella,
la vida sigue como el puente de Eliot,
como un puente de muertos o un flujo
de sombras que se agarran
de la mano ciega en el lodo para saber que están muertos y
viven. Esa vida de que hablan
en el Infierno, entre sí los muertos, los alucinados, los absurdos,
los orgullosos sonámbulos disputando con sangre
una certeza alucinante; es un fuerte dios pardo.
Una basta tragedia que hacen
por navidades, los viejecitos, los difuntos,
con personas de olvido, con máscaras y ritos de otros tiempos,
rótulos de neón y fuegos fatuos: así obra desde entonces,
desde entonces, esa raza
misteriosa que pasa a tu lado sin mirarte o mirarse,
desde entonces, desde el día primero
en que te asomaste con pánico a su delirio. Desde que viven, quizá,
desde que no hay tiempo sino destino y trazo
de vida invulnerable a la decisión de una mirada fuerte.
Quien es visto a quien cae en ese río sordo
es lo mismo, es un muerto
que se levanta día tras día para
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mendigar la mirada.
Porque todos llevamos dentro de un niño muerto, llorando,
que espera también esta mañana, esta tarde como siempre
festejar con los Otros, los invisibles, los lejanos
algún día por fin su cumpleaños.
CORRECCIÓN DE YEATS
Dios me proteja de pensar como esos
hombres que piensan solos y
viven por ello de olvidar lo
que pensaron —porque
la mente no está sola y
Aquel
que canta la canción perdurable
demasiado la siente, demasiado.
Dios me proteja con más que su nombre,
Dios me proteja de ser un anciano
al que todos adulan y llamen
por el vacío de su nombre; oh, qué soy,
¿quién, si no puedo más,
que
parecer —por amor de cantar
entera la canción— siempre un loco?
Rezo—pues las palabras vacías se marcharon
sin ser oídas y sólo la plegaria queda
en pie— para que aun cuando tarde mucho
en morir y en escribir mi nombre
al fin sobre la lápida puedan
un día decir sobre ese frío
que no estuve loco.
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A FRANCISCO
Suave como el peligro atravesaste un día
con tu mano imposible la frágil medianoche
y tu mano imposible la frágil medianoche
y tu mano valía mi vida, y muchas vidas
y tus labios casi mudos decían lo que era el pensamiento.
Pasé una noche a ti pegado como a un árbol de vida
porque eras suave como el peligro
como el peligro de vivir de nuevo.
EL LAMENTO DEL VAMPIRO
Vosotros, todos vosotros, toda
esa carne que en la calle
se apila, sois
para mí alimento,
todos esos ojos
cubiertos de legañas, como de quien no acaba
jamás de despertar, como
mirando sin ver o bien sólo por sed
de la absurda sanción de otra mirada,
todos vosotros
sois para mí alimento, y el espanto
profundo de tener como espejo
único esos ojos de vidrio, esa niebla
en que se cruzan los muertos, ese
es el precio que pago por mis alimentos.
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Joaquín Giannuzzi “Obra completa”
Ediciones del Dock
UVAS ROSADAS
Este breve racimo
de uvas rosadas pertenece
a otro reino.
Yace, sobre mi mesa,
en la fría integridad de su peso terrestre
mientras yo permanezco silencioso
imposibilitado
de oponer mi vida a su carnal exuberancia.
Casi con horror admiro allí
la dura tensión del agua
hacia la piel mortal
como una realidad insoportable.
He aquí un remoto acontecer:
todo transcurre del otro lado, fuera
del rumor insensato
de la existencia humana.
Comprendo que hay un límite
cuyo paso en el tiempo
me está vedado
de modo que el puro conocimiento
sólo acabe en la mera travesura de la mente.
Más allá está la misma tierra
a la que regresamos como extraños;
en el racimo de uvas rosadas yace
la imagen de otro regreso
y este enigmático existir
dulcemente en la rosa
tiende a cumplir el ciclo
que comenzó, radiante, en el verde lejano.
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Otros días transcurren
aquí, en otro espacio
que colmó la inutilidad
de una vida ocupada. Ajeno
a la región de las uvas permanece
mi estupor desalentado;
pero nunca la esperanza
tuvo mejor imagen que esto:
la travesía del límite
que da a lo secreto vendrá
de la misma costumbre de la luz
con que las uvas rosadas
van a entrar en la muerte.
MAÑANA EN LA PLAYA
Una opinión se derramó
frente al mecanismo del mar
pero referida a cosas distintas.
Mientras tanto, qué cielo libre; que combustión
la del planeta. Azules certezas no distribuidas
en el grupo humano bajo el sol
apretado a la arena. Cuerpos indistintos,
líquidos embotellados, sustancias inexplicables
y aisladas, sin poder sobre el conjunto. Era algo
como un drama cerrado,
una escena falsa en el campo solar.
Aquel sólido conjunto de materia original
no contaba con nuestra intervención.
Y estábamos allí,
equivocados de naturaleza,
aturdidos en una inmortalidad personal.
COMPRENDER LAS RELACIONES
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La sombra del vaso
se volvió azul sobre mi mesa. A un costado
la luz de la lámpara
revelaba su objetivo.
Todo estaba bien. Había allí una relación,
la suave corriente alterna
de una correspondencia natural.
No intenté nada en la quietud de la noche
como si en el azul de la sombra
se hubiera revelado
la paz de la materia y su equilibrio.
ESTE TIPO
Estoy sentado en el umbral de mi casa.
Miro pasar la gente, los autos, el país en este verano del 71
mientras me rasco los sobacos
mientras no me decido a salir a escena
renuncio a practicar un destino.
Mis bostezos son sorprendentes aun para esta época.
Soy un tipo que fuma, que se hurga los dientes,
que conoce el engaño mil veces aceptado.
Un tipo que está allí, simplemente,
mirando con estilo de perro,
sin poder elegir, con el conocimiento inerte
para toda causa que vaya más allá de la noche próxima.
Pero usted debe suponer que vale tanto como cualquier otro
si ahora hay héroes que están muriendo
para que este tipo viva realmente.
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Edgar Lee Master “Antología de Spoon River (Selección)”
Centro Editor de América Latina
BENJAMIN PANTIER
Juntos, en esta tumba yacen Benjamin Pantier, procurador,
y Nig, su perro, fiel, colega, consuelo y amigo.
Por el camino gris, amigos, niños, hombres y mujeres,
uno por uno abandonaron la vida, dejándome solo
con Nig como socio, compañero de cama, camarada en la bebida.
En la mañana de mis años conocí aspiraciones
y vislumbré el honor.
Luego ella, que me sobrevive, lazó mi alma
con un lazo que me fue desangrando hasta la muerte,.
y yo, en un tiempo fuerte de voluntad,
terminé quebrantado, indiferente,
viviendo en un cuarto detrás de una sombría oficina.
Debajo de mi mandíbula se apoya la nariz huesuda de Nig;
nuestra historia se pierde en el silencio. ¡Pasa, loco mundo!
MRS. BENJAMIN PANTIER
Sé que dice que enlacé su alma
con un lazo que lo fue desangrando hasta la muerte.
Y que todos los hombres lo querían
y que muchas mujeres le tuvieron compasión.
Pero suponte que eres realmente una dama,
y que tienes gustos delicados,
y te asquean el olor del whisky y la cebolla.
Y que el ritmo de la “Oda” de Wordsworth fluye en tus oídos,
mientras él va repitiendo, de la mañana a la noche,
partes como esa cosa vulgar: “¿Oh, por qué será orgulloso
el espíritu de los mortales?”
Y luego, suponte:
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eres una mujer bien dotada
y el único hombre con quien la ley y la moral
te permiten tener relaciones conyugales
justamente es aquel que te repugna
cada vez que piensas en eso —y piensas en eso
cada vez que lo ves.
Por esto lo eché de casa
a vivir con su perro en cuarto sombrío
detrás de su oficina.
FLATCHER MC GEE
Me quitó la fuerza minuto a minuto,
me quitó la vida hora tras hora,
me agotó como una luna febril
que debilita al mundo que gira.
Los días pasaban como sombras,
los minutos rodaban como estrellas.
Me quitó la piedad del corazón,
y la convirtió en sonrisas.
Ella era un poco de arcilla de escultor,
mis pensamientos secretos eran dedos:
volaron detrás de su frente pensativa
y la marcaron, profundo, con dolor.
Sellaron sus labios, y hundieron sus mejillas,
y agobiaron sus ojos con pesar.
Peleando como diablos
mi alma había entrado en esa arcilla.
No era mía, no era suya; ella
sólo la retenía, pero esas luchas
le modelaron un rostro que odiaba,
y un rostro que yo temía ver.
Cerré de golpe las ventanas, trabé los cerrojos.
Me escondí en un rincón; y entonces
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ella murió, y su espectro me siguió y me persiguió
durante toda la vida.
OLLIE MC GEE
¿Han visto caminando por el pueblo
a un hombre de ojos abiertos y rostro demacrado?
Es mi esposo, quien por secreta crueldad
jamás confesada, me robó mi juventud y mi belleza
hasta que al fin, arrugada y con dientes amarillos,
y quebrantado el orgullo y en vergonzosa humildad
me hundí en la tumba.
¿Pero qué creen que roe el corazón de mi esposo?
¡La vista de lo que fui, la vista de lo que hizo de mí!
Esto lo empuja ahora al lugar donde descanso.
En la muerte, por lo tanto, estoy vengada.
CHANDLER NICHOLAS
Todas las mañanas bañándome, afeitándome
y vistiéndome.
Pero nadie en mi vida que aprecie
mi refinada apariencia.
Todos los días caminar, y respirar hondo
para cuidar mi salud.
¿Para qué esta energía, sin embargo?
Todos los días mejorando mi espíritu
leyendo, meditando
pero nadie con quien intercambiar el saber.
Spoon River no es ágora, ni casa de cambios
para las ideas.
Buscando, pero jamás buscado;
maduro, amigable, útil, pero sin utilizar.
Encadenado aquí, en Spoon River,
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mi propio hígado menospreciado por los buitres,
¡y por mí devorado!
LYDIA PUCKETT
Knowlt Hoheimer huyó a la guerra
el día antes de que Curl Trenary
lo acusara ante el juez Arnett
por el robo de los cerdos.
Pero no fue por eso que se alistó.
Me sorprendió flirteando con Lucius Atherton.
Peleamos y le dije que jamás
se cruzara de nuevo en mi camino.
Entonces robó los cerdos y se fue a la guerra;
detrás de cada soldado hay una mujer.
Jacobo Fijman “Poesía completa”
Ediciones del Dock
CANTO DEL CISNE
Demencia:
el camino más alto y más desierto.
Oficio de las máscaras absurdas; pero tan humanas.
Roncan los extravíos;
tosen las muecas
y descargan sus golpes
afónicas lamentaciones.
Semblantes inflamados;
dilatación vidriosa de los ojos
en el camino más alto y más desierto.
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Se erizan los cabellos del espanto.
La mucha luz alaba su inocencia.
El patio del hospicio es como un banco
a lo largo del muro.
Cuerdas de los silencios más eternos.
Me hago la señal de la cruz a pesar de ser judío.
¿A quién llamar?
¿A quién llamar desde el camino
tan alto y tan desierto?
Se acerca Dios en pilchas de loquero
y ahorca mi gañote
con sus enormes manos sarmentosas;
y mi canto se enrosca en el desierto.
¡Piedad!
EL “OTRO”
Tarde de invierno.
Se desperezan mis angustias
como los gatos;
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se despiertan, se acuestan;
abren sus ojos turbios
y grises;
abren sus dedos finos
de humedad y silencios detallados.
Bien dormía mi ser como los niños,
¡y encendieron sus velas los absurdos!
Ahora el Otro está despierto;
se pasea a lo largo de mi gris corredor,
y suspira en mis agujeros,
y toca en mis paredes viejas
un sucio desaliento frío.
¡La Esperanza juega a las cartas
con los absurdos!
Terminan la partida
tirándose pantuflas!
Es muy larga la noche del corazón.
PUERTO
Amanecer de invierno.
Un puerto.
Ha roto su órbita un silbato
sobre los hombros de la bruma.
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Lamentación del mar
y cobres de los horizontes.
Se contraen las torres silenciosas;
beben las calles gritos
en sus campanas.
En las piedras
quiere tallarse el viento.
POEMA VI
Ha caído mi voz, mi última voz, que aún guarda mi nombre.
Mi voz:
pequeña línea, pequeña canción que nos separa de las cosas.
Estamos lejos de mi voz y el mundo, vestidos de humedades blancas.
Estamos en el mundo y con los ojos en la noche.
Mi voz es fría y sucia como la piel de los muertos.
Hugo Mujica “Cuando todo calla”
Colección Visor de Poesía
VI
Hay una hendidura
en la palabra
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hendidura,
un desgarro donde
cada palabra calla,
donde todo callar crea;
es lo que en el decir es aliento
no sonido,
es donde en cada palabra
nos escuchamos revelados.
XXIX
Solo desde
lo que se arranca del todo
nace lo que nunca estuvo
(de la semilla que guardamos
crece apenas
lo que ya fuimos).
XXXIX
Saltar,
saltar de verdad,
es llegar hasta el abismo
desde que se saltó
no hay nada que saber
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salvo llegar a saberlo.
LXIV
Hay tajos
que son de amor
que nos abren un adentro;
hay tajos;
esos mismos tajos,
que nos salvan de nosotros:
que nos regalan su afuera.
XLVII
Siempre hay algo
que no llega a volverse carne:
no es que nos falte
es que nos excede.
La vida no cabe en la vida
por eso siempre,
en algún lugar, se nos parte.
XLIX
Al final no habrá final
habrá la entrega:
ese salto
sin orilla desde donde darlo,
ese saltar al vacío
27
desde el que una vez
llegamos,
esa entrega
para la que nos fuimos
vaciando.
William Carlos Williams “Antología bilingüe”
Alianza Editorial
LA JOVEN AMA DE CASA
A las diez a.m. la joven ama de casa
merodea en batín tras las paredes
de madera de la casa de su esposo.
Yo paso solitario en el coche.
Al poco sale hasta la verja de nuevo
a llamar al del hielo, al pescadero, y espera
tímida, sin corsé, recogiéndose
mechones sueltos de pelo, y la comparo
con una hoja caída.
Bajo las sigilosas ruedas de mi coche
hay un crujido de hojas secas
mientras saludo y paso sonriente.
EL JOVEN LAVANDERO
Señoras, les ruego tengan paciencia
Con mi amigo Wu Kee: joven, ágil, con buena vista
Y bien proporcionado, sus músculos, se agitan
Bajo la fina camisa azul, y sus pies desnudos,
28
En las sandalias de esparto, se elevan por los talones,
Se reubican y encuentran nuevas posturas sin cesar.
Por favor, las camisas de su marido que haya que lavar, a Wu Kee.
DESTRUCCIÓN ABSOLUTA
Fue un día gélido.
Enterramos a la gata,
después tomamos su caja
y le prendimos fuego.
en el jardín.
Las pulgas que se liberaron
de la tierra y del fuego
murieron de frío.
ESPERANDO
Cuando estoy solo soy feliz.
El aire es fresco. Un cielo
moteado y salpicado y herido
de color. Los falos encarnados
de las hojas del sasafrás
cuelgan ante mí en cúmulos
aglomerados en las grávidas ramas.
Pero cuando llego hasta la puerta de mi casa
y me dan la bienvenida mis hijos
29
a chillidos felices
se me cae el alma a los pies.
Me quedo hecho polvo.
¿Acaso no quiero a mis hijos tanto
como a las hojas caídas?
¿O es que uno tiene que volverse imbécil
para llegar a viejo?
Parece como si la Aflicción
me hubiera puesto la zancadilla.
¡Veamos, veamos!
¿Qué es lo que había pensado
decirle a ella
cuando me ocurriera
lo que me acaba de ocurrir?
TENER HAMBRE ES SER GRANDIOSO
La hierba pequeña y amarilla de la cebolla,
primer síntoma verde de la primavera
en el asfalto de Manhattan,
si se arranca tal cual brota, a puñados,
se lava, trocea y fríe
en una sartén, aunque propensa a saber
un poco a tierra, si está bien cocinada
y se sirve caliente con pan de centeno
resulta el aperitivo perfecto con una cerveza…
y lo mejor de todo
es que crece en cualquier parte.
POEMA BREVE
Me diste una bofetada
pero tan dulce
30
que sonreí
a la caricia
Juan José Hernández “Desiderátum. Obra poética”
Adriana Hidalgo editora
EL ENEMIGO
Sucede a veces
que voy cayendo lento
hacia mí mismo.
Ni triste ni contento
solo, a solas, conmigo.
Si miro alrededor
nada tiene sentido.
Un estéril sabor
borra la luz y crea
el exterminio.
Ventanas al jardín,
todo es fastidio
para mi estar perplejo,
desabrido.
Laberinto y espejo,
yo mismo mi enemigo.
UNA MAÑANA
Súbitamente, un día
mis ojos contemplaron
31
la plenitud de una mañana,
su eternidad modesta
en la luz sosegada
de aquel verano, cuando
por la ventana
vi el patio conocido,
sus baldosas rosadas,
el verde de sus plantas,
sus helechos y dalias
como si despertaran
con limpidez brillante
en el deslumbramiento
primero de la infancia.
El tiempo se detuvo:
convertidas en soles
ardían las naranjas.
Y era como una herida
mi dilatado asombro
sin palabras, el empeño
imposible de aprisionar
aquella luz de gracia
fugitiva, dichosa, apasionada.
Porque al desvanecerse
en el olvido
volverá a mí mismo,
al patio indiferente de mi casa,
perdido el niño y la mañana mágica.
SUEÑO
A veces, por el portal
del sueño,
llego a una plazoleta
desolada y ruinosa.
32
Un farol ilumina
la estatua de un guerrero
con los ojos vacíos
y una espada quebrada.
Sentado allí en un banco
yo no sé lo que espero
bajo el cielo estrellado
tan hondo que da vértigo.
En torno del farol, oscureciéndolo,
gira una nube de insectos del verano.
INSECTOS DEL VERANOS
Entre oscuros bostezos despertaron
sus máscaras de furia, de agudísimo espanto.
Hay una dura obscenidad que brilla
en el asco metálico de sus vientres hinchados.
Con sus agrias y finas mandíbulas de amante
devoran los sonidos del verano.
Amuletos de herrumbre
para la noche de esplendor cansado.
Entre luces maduras desentierran
33
una quemada rosa de frascos.
La muerte tiene ruidos de cáscaras impuras.
Paul Éluard “Obras escogidas”
Editorial Platina
Te levantas el agua se extiende
Te acuerdas el agua se disipa
Eres el agua vuelta de sus abismos
Eres la tierra que echa raíces
Sobre la que todo se establece
Haces burbujas de silencio en el desierto de los ruidos
Cantas himnos nocturnos sobre las cuerdas del arco iris
Estás en todas parte suprimes todos los caminos
Sacrificas el tiempo
A la eterna juventud de la llama exacta
Que esconde la naturaleza reproduciéndola
Mujer tú das a luz un cuerpo siempre igual
El tuyo
Eres la semejanza.
SOLITARIO
Habría podido vivir sin ti
Vivir solo
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Quién habla
Quién puede vivir solo
Sin ti
Quién
Ser a pesar de todo
Ser a pesar de uno
La noche se ha adelantado
Como un bloque de cristal
Me mezclo con la noche.
TODAS POR UNA
Ella me dice cuando ha pasado el tiempo
De conocerla de conocernos
Llévame de la mano
Hacia otras mujeres
A nacimientos más banales
A lo más vivo de la semejanza
A la seguridad de ser
No soy acaso siempre la segunda
O la última? tengo los ojos
Menos ausentes que esa criatura fea?
Es mi corazón más invisible?
Mis manos son más tímidas mis manos?
35
Llévame hacia la vida
Más allá de la verja
Que me separa de mí misma
Que divide todo menos mis cenizas
Menos el terror que tengo de mí misma.
ANILLO DE PAZ
He pasado las puertas del frío
Las puertas de mi amargura
Para venir a besar tus labios
Ciudad reducida a nuestra pieza
Donde la absurda marea del mal
Deja una espuma tranquilizadora
Anillo de paz sólo te tengo a ti
Tú me enseñas de nuevo qué es
Un ser humano cuando yo renuncio
A saber si tengo semejantes.
EL BESO
Tibia aún por las sábanas que anulas
Cierras los ojos y te mueves
Como una canción de todos los rincones
Toda sabor y fragancia
Atraviesas sin perderte
Las fronteras de tu cuerpo
Has saltado sobre el tiempo
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Y te veo mujer nueva
Revelada al infinito.
DISPUESTA A LOS BESOS DE LA RESURRECCIÓN
Pobre yo nunca vivir en la ignorancia
Yo necesito ver escuchar abusar
Escucharte desnuda verte desnuda
Para abusar de tus caricias
Por suerte o por desgracia
Conozco tu secreto de memoria
Todas las puertas de tu imperio
La de los ojos de las manos
De los senos y de tu boca
Donde todas las lenguas se disuelven
Y la puerta del tiempo abierta entre tus piernas
La flor de los veranos con labios de relámpagos
En el paisaje en donde la flor llora y se ríe
Siempre esa palidez como de perla muerta
Dando tu corazón separando tus piernas
Tú eres como el mar acunas las estrellas
Eres campo de amor tú unes y separas
A los amantes y a los locos
Eres el hambre el pan la sed la borrachera
Y la última unión entre sueño y virtud.
René Char “La palabra en archipiélago”
Poesía Hiperión
TEMBLAR
Esa parte nunca fijada, que en nosotros dormita, de donde
37
brotará MAÑANA LO MÚLTIPLE.
La edad del reno, es decir, la edad del aliento ¡Oh cristal,
oh escarcha, naturaleza conquistada, por dentro en flor, por fuera
destruida!
Despreocupados, exaltamos y contrarrestamos justamente
a la naturaleza y los hombres. No obstante, terror, por encima de
nuestra cabeza el sol entra en el signo de sus enemigos.
La lucha contra la crueldad profana, ay, voto de hormiga
alada. ¿Será ella nuestra novación?
Al sol de invierno, unas pocas gavilles atadas y mi llama
en el muro.
Tierra en la que me duermo, espacio donde despierto,
¿quién vendrá cuando vosotros ya no estéis? (en qué me convertiré
tiene para mí un calor casi infinito)
EL INOFENSIVO
Lloro cuando el sol se pone porque te sustrae a mi vista y porque soy
incapaz de llevarme bien con sus rivales nocturnos. Aunque esté bajo
y ahora sin fiebre, arrancar todavía algún deseo a su fulgor moribundo.
Al partir te diluye en su oscuridad igual que el limo del lecho se deslíe
en el agua del torrente más allá de los escombros de las riberas destruidas.
Dureza y blandura, de nervio tan diferente, causan entonces efectos
similares. Dejo de recibir el himno de tu palabra; de repente ya no apareces
íntegra a mi lado; lo que aprieta mi mano no es el huso nervioso de tu
muñeca sino la rama hueca de un arbolillo cualquiera muerto y ya
aserrado. Ya no se pone nombre a nada, sino al escalofrío. Es de
noche. Los artificios que se encienden me sorprenden ciegos.
No he llorado de verdad más que una sola vez. Al desaparecer,
el sol había cercenado tu rostro. Tu cabeza había rodado a la zanja
del cielo y yo ya no creía en el mañana.
¿Cuál es el hombre de la mañana, y cuál el de las tinieblas?
38
EL COMPAÑERO MORTAL
A Maurice Blanchot
La desafiaba, se adelantaba hacia su corazón, semejante a un boxeador
con dobladillo, alado y poderoso, muy en el centro de la geometría
atacante y defensora de sus piernas. Sopesaba con la mirada las cualidades
del adversario que se contentaba con ceder, atrapado entre una virginidad
agradable y su experiencia. Sobre la blanca superficie donde se desarrollaba
el combate, ambos olvidaban a los espectadores inexorables. Por el aire de
junio revoloteaba el nombre propio de las flores del primer día del verano.
Finalmente una ligera arruga recorrió la mejilla del segundo y se dibujó en
ella una raya rosa. La réplica brotó seca y consecuente. Con las corvas de
repente semejantes a ropa tendida, el hombre flotó y titubeó. Pero los puños
de enfrente no se aprovecharon de su ventaja, renunciaron a rematar. Ahora
las cabezas magulladas de los dos contendientes se balanceaban una contra
otra. En ese momento el primero debió de decirle adrede al segundo, al
oído, palabras tan perfectamente ofensivas, o apropiadas, o enigmáticas, que
de éste surgió rápido, total, preciso, un rayo que tumbó cuan largo era al
incomprensible combatiente.
Ciertos seres poseen una significación que nos falta. ¿Quiénes son?
Su secreto mora en lo más profundo del secreto mismo de la vida. Se acercan
a ella. Ella los mata. Pero el provenir al que así han despertado con un
murmullo, adivinándolos, los crea. ¡Dédalo del extremo amor!
EL PASO DE LYON
Vendré por el puente más distante de Bellecour, para que tengas tiempo
de llegar la primera. Me llevarás a la ventana donde viajan tus ojos, desde
la que saltan tus mercedes cuando tu libertad intercambia su luz con la de
los meteoros, permaneciendo la tuya y perdiéndose la de ellos. Con mis
sueños, con mi guerra, con mi beso, bajo la morera resucitada, en el descanso
de las hilanderías, me esforzaré por aislar tu conquista de un saber anterior,
distinto del mío. Consentiré en que el porvenir tenga que llevarte con
39
codiciosos diferentes, pero sólo para que se cumpla la obra maestra.
Llama que rebasa su destino, que tan pronto me menoscaba como me
completa, emerges al punto cerca de mí, delfín, salamandra, y ante ti nada soy.
EL RIESGO Y EL PÉNDULO
A René Ménard
Tú que agrupas y pasas entre la risueña y el volatinero, sé aquél para quien la
mariposa toca las flores del camino.
Permanece junto a la ola en el segundo en que su corazón expira. Verás.
Sensible también a la saliva del ramo.
Ya sin elegir entre olvidar y aprender bien.
Que puedas guardar a tus amigos esenciales en el viento de tu rama.
Transporta el verbo la abeja fronteriza que, a través de odios o emboscadas,
va a depositar su miel en una nube que pasa.
La noche ya no se extraña del postigo que cierra el hombre.
Un poco de polvo que cae sobre la mano ocupada en trazar el poema
los fulmina, al poema y a la mano.
Aldo Pellegrini “La valija de fuego (Poesía completa)”
Editorial completa
EN VOZ BAJA
En voz muy baja
para poder atravesar la fragilidad de tu sueño
te haré la revelación de las formas
40
te contaré la belleza
de lo que nunca se vive
las maravillas que nacen imprevistas de la intensidad
del ardor
te enseñaré a caminar con firmeza en la oscuridad
a iluminar los deseos
a investigar el secreto inmortal
las aventuras galantes alineadas por orden
cronológico
de la vigilia
las borrará el sueño que busca la mujer que todos
rechazan
la mujer que enciende su espíritu caída en las
maravillas del amor
Yo
despierto
predico la absurda técnica de la irresolución
inmóvil
en voz muy baja
te revelo
que el mundo es una graciosa mentira inventada por el
buen humor de los mártires.
CONSTRUCCIÓN DE LA DESTRUCCIÓN
Todo lo espero de las palabras. En su fiesta impalpable partiré
a la conquista de las puerta. La palabra vacilante como rata
ataviada de secretos. Y cuando las puertas se abren, la palabra
inicial hunde su punta de cobre en la aventura del acercamiento.
Entonces estallan las disputas. La palabra reveladora sumerge
su cuerpo resplandeciente en la oscuridad de la voz perdida.
41
Ola rezagada que arrastra su agonía hasta la playa desierta. La
palabra es inútil. La agonía es inútil.
En el desorden de las palabras las manos como intrusas se
deslizan hasta la desnudez del instante. Predicadoras de nieve
restablecen la calma en el mundo de los tesoros perdidos en los
naufragios. Predicadoras que no quieren ser comprendidas.
El lenguaje es mi caracol privado. Allí oculto mi antigua marcha
vertical porque he perdido mi verdadera morada. Me sobrepasa
el coloquio entre el día y la noche y de pronto no sé de qué
oscura estirpe provenimos los hombres.
Amantes de fuego, predicadores de nieve, los reflejos me
preceden, las sombras me siguen. En ese largo camino en pos
de las palabras me descubro habitante del sobresalto y del
desorden.
Pero sobre todo bebedor. Bebo mi propia voz y navego contra
la corriente porque no me resigno a alejarme de mí mismo.
Costoso equipaje de la identificación. Estoy frente al espejo
como un cansancio de agua que se prolonga.
Qué fiesta de las palabras para la última noche del condenado.
El ruido intolerable de las señales que corroen las explicaciones.
El silencio de los acusadores y la feroz potencia de las palabras
que nadie se atreve a pronunciar.
Ya estoy al nivel de las palabras submarinas. No es necesario
explicar nada. Los significados mezclan sus inacabables tentáculos.
Los exploradores de la confusión se sumergen en vano.
Palabra fosforescente, alimento habitual de los crepúsculos.
Y los hombre se ciegan. Resplandor de la virginidad del verbo
42
donde los templos se comunican su clamor de soledad. Los labios
resecos inician en los portales la creación de Dios. Ardid
de los nombres. Pero ni una sola palabra descifra la condición
humana.
Sombra de un socorro. Me salvas del aniquilamiento. El viento
atraviesa una casa deshabitada y descubre el silencio. Venido
de todas partes el viento recorre mi soledad y recoge ese silencio
que no quiere morir. Y así arrastra un exacto rumor que
temblará en la voz de los desconocidos. Así arrastra el rumor
de todos los hombres. Y el silencio andará por el mundo
transformando en la fuente íntima de los secretos.
EN FIN
Los ojos abiertos no ve
pero beben
Si posas la mano sobre tu párpado
se derrama el líquido de tu temblor
A la misma hora, siempre a la misma hora
sopla el viento de tu sonrisa
alimento cotidiano
de los vencidos
En el minuto exacto de tu llegada
la realidad se derrumba
entonces te detienes humildemente
Tu humildad es tu orgullo
náufraga del despertar
la oscuridad nos acerca
Has aprendido a llegar tarde
43
ataviada de miedo, fugitiva del orden de la vigilia
la noche se prolonga más allá de las promesas
Has perdido el camino
la oscuridad nos aleja
los ojos tiene sed
de contactos.
DE PRONTO NIEVA
DE PRONTO nieva
¿en qué momento los ojos se ha vuelto viento
perpetuo?
soplo de luz sólo descubres la noche de las cosas
un río nace al atardecer
y arrastra barcas hasta el límite en que la
angustia se torna espera
un sol mentido
interminable
el presente se detiene el dolor más alto del verano
oh ávido navegante
sigilosamente muerto
en una distancia azul
das nacimiento a un dios que también busca la
muerte
Dylan Thomas “Poemas completos”
Ediciones Corregidor
LA FUERZA QUE POR EL VERDE TALLO IMPULSA A LA FLOR
La fuerza que por el verde tallo impulsa a la flor
impulsa mis verdes años; la que marchita la raíz del árbol
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es la que me destruye.
Y yo estoy mudo para decirle a la encorvada rosa
que la misma fiebre invernal dobla mi juventud.
La fuerza que impulsa el agua entre las rocas
impulsa mi roja sangre; la que seca los arroyos parlantes
vuelve cera los míos.
Y yo estoy mudo para contarle a mis venas
cómo la misma boca bebe del manantial de la montaña.
La mano que arremolina el agua del estanque
remueve las arenas; la que amarra las ráfagas del viento
iza mi vela de sudario.
Y yo estoy mudo para decirle al ahorcado
que el barro del verdugo está hecho de mi arcilla.
Los labios del tiempo sorben del manantial;
el amor gotea y se acumula, mas la sangre vertida
calmará sus pesares.
Y yo estoy mudo para decirle al viento en la intemperie
cómo ha trazado el tiempo un cielo entre los astros.
Y yo estoy mudo para decirle a la tumba de la amada
que en mi sábana avanza encorvado el mismo gusano.
EN MI OFICIO O ARTE SOMBRÍO
En mi oficio o arte sombrío
ejercido en la noche silenciosa
cuando sólo la luna se enfurece
y los amantes yacen en el lecho
con todas sus tristezas en los brazos,
45
junto a la luz que canta yo trabajo
no por ambición ni por el pan
ni por ostentación ni por el tráfico de encantos
en escenarios de marfil,
sino por ese mínimo salario
de sus más escondidos corazones.
No para el hombre altivo
que se aparta de la luna colérica
escribo yo esta páginas de efímeras espumas,
ni para los muertos encumbrados
entre sus salmos y ruiseñores,
sino para los amantes, para sus brazos
que rodean las penas de los siglos,
que no pagan con salarios ni elogios
y no hacen caso alguno de mi oficio o mi arte.
HE ANSIADO ALEJARME
He ansiado alejarme
del siseo de la mentira desgastada
del incesante grito de los viejos terrores
que crecen más terribles cuando el día
traspasa la colina y entra en el mar profundo;
he ansiado alejarme
de la repetición de los saludos,
porque hay fantasmas en el aire
y en la página sonidos fantasmales
y un tronar de llamados y de notas.
He ansiado alejarme, pero temo,
alguna vida, aun intacta podría estallar
de la vieja mentira que arde sobre el suelo
y crepitando en el aire dejarme a medias ciego.
46
Ni por el miedo antiguo de la noche,
el sombrero que se quita del pelo,
o los labios fruncidos en el teléfono,
me harán caer entre la pluma de la muerte.
No quisiera morir de todo esto,
la mitad es convención, la otra mitad mentira.
OH HAZME UNA MÁSCARA
Oh hazme una máscara y un muro que me oculte de tus espías
de esos agudos ojos esmaltados y de las garras ostentosas
de la rebeldía y la violación en los viveros de mi rostro,
una mordaza de árbol, en silencio golpeado para cubrirme de los
[desnudos enemigos
hazme una lengua de bayoneta en esta oración indefensa,
vuelve mi boca flagrante y que sea una trompeta de mentiras
[soplada dulcemente,
dame las facciones de un tonto moldeado en vieja armadura y roble
para escudar el cerebro brillante y confundir a los indagadores,
y un dolor viudo manchado de lágrimas caído de las pestañas
para velar la belladona y hacer que adviertan los ojos secos
que otros traicionaron las quejumbrosas mentiras de sus pérdidas
con los pliegues de la boca desnuda y la risa solapada.
Edgar Bayley “Antología personal. Poemas”
Centro Editor de América Latina
LA SARTÉN
una sartén poco usada
sirve a veces para estallar
el aceite y el huevo
para estrellar el blanco
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el rojo
el amarillo
por el calor de una llama
silenciosa
sirve el mango también
y el pulso de quien pone
en el plato el huevo embebido
en aceite y unas papas
una sartén usada solo en ocasiones
sirve para el huevo y las papas
y cuando la fregamos y lavamos
advertimos el riesgo de acordarnos
de embarcarnos de nuevo
en una sartén poco usada
LA CLARIDAD
Me ha tentado siempre la claridad
Y la claridad se me ha negado a veces
Como un pájaro que vuela en sueños
Y cae y sigue cayendo sin volar como peso muerto
Me ha tentado siempre la claridad
Especialmente la claridad de las hojas del saúco
También la claridad del guijarro
Y de las ramas del abeto
Y la rápida y voraz claridad de una salamandra
He querido tener claridad para mirar
Los terrones del campo recién removido
Y para mirar también el mismo arado
Y el agua que se desliza límpida por la acequia
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Claridad he querido para recorrer tantos sueños
Y glorias y poderes y dispersas situaciones y gentes
Y para estar en el aire sin ausentarme del fuego
Me ha tentado la claridad
De estar totalmente en cada flor
En cada herida o condena o semilla
He querido tener claridad para vivir
Y cuando al fin pude definir la claridad que yo buscaba
Advertí cuánto sueño y plumón y roja tierra
Y confusión y olvido hacen falta para comprender claramente
Y estar ahí con total lucidez sentado a la vera del camino
Avivando el fuego bajo el cielo y el polvo de las horas
Y como me ha tentado siempre la claridad
Aquella vez cuando bajo un abierto y extendido sol
Comenzaron a encresparse las aguas de la bahía
Hasta adquirir un tinte violáceo
Y un gran pájaro blanco surgió de repente entre las nubes
Batiendo sus alas y revoloteando suavemente a mi alrededor
Decidí que era el momento de arrojar estas palabras al mar
Porque la claridad que tanto he buscado
Solo está en algunos silencios
En algunos espacios en blanco
Antes y después de unas pocas y triviales palabras
ELLA SE PROLONGA
ella se prolonga en sus ojos y manos tendidos
hacia los trenes que pasan muy cerca
en el silencio batido incesantemente
por un sueño frío
por una fría locura sin amparo
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tú que sabes contar
y estás de pie
y en tu alma recompones el amanecer
y simulas el recuerdo
la unitaria claridad de los días sobrevenidos
sientes la presencia
de una memoria rota
de una sonrisa a la deriva
de unas manos
de un vuelo
de un breve valle que ardió en el ocaso
¿cómo decir que ya no está el fuego
y las paredes caen y pasa el viento entre las sombras?
tú puedes ser nombrado y miras simplemente
como un viajero más
hacia los altos
pero allí quedó
–es vano ocultarlo–
la sangre de trepaba el sol en el verano
allí quedaron tus ojos deslumbrados
y un alba común
anochecida
9.
en tu misma confianza
como un astro
como tus sueños
alrededor de mis palabras
mis ojos no cambian
50
mi horizonte abre tus brazos
es esta claridad la que buscaba
esta ronda persuadida por el aire
Gottfried Benn “Poesía 1912-1920”
Alción Editora
PEQUEÑO ASTER
Un ahogado conductor de un camión de cervezas fue
alzado sobre la mesa.
Alguno le había atascado un aster oscuro-claro-lila
entre los dientes.
Cuando desde el pecho por
debajo de la piel
con un largo cuchillo
lengua y paladar extirpé,
debo haberla empujado, tanto que se deslizó
hacia el cerebro vecino.
Se la guardé en el tórax,
entre el aserrín,
mientras los cosían.
¡Que bebas hasta la saciedad dentro de tu florero!
Que descanses en paz,
pequeño aster.
HERMOSA JUVENTUD
La boca de una niña, que había yacido mucho
tiempo entre los juncos,
parecía tan mordisqueada.
Cuando le quebraron el pecho, el esófago estaba
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tan agujereado.
Finalmente, en una glorieta bajo el diafragma
se encontró un nido de ratas jóvenes.
Una pequeña hermanita yacía muerta.
Las otras vivieron a base de hígado y riñón,
bebieron la fría sangre y habían
pasado una hermosa juventud.
Y hermosa y rápida llegó también su muerte:
las lanzaron a todas al agua:
¡ay, cómo chillaban los pequeños hocicos!
CIRCULACIÓN
La solitaria muela de una puta,
que murió desconocida,
llevaba una corona de oro.
Las demás fueron desprendidas,
como por un acuerdo secreto.
La arrancó el sepulturero,
la empeñó y se fue a bailar.
Porque, dijo,
sólo la tierra debe volver a la tierra.
RÉQUIEM
Dos en cada mesa. Hombres y mujeres
en cruz. Cerca, desnudos, y aún así, sin dolor.
El cráneo abierto. El pecho partido a la mitad.
Los cuerpos
engendran ahora por última vez.
Cada uno llena tres tazones: desde el cerebro hasta
52
los testículos.
Y el templo de dios y el corral del demonio
ahora pecho a pecho sobre el fondo de un cubo
se ríen del Gólgota y del pecado original.
La sobre, en ataúdes. Solo recién nacidos:
pierna de hombre, pecho de niño y pelo de mujer.
Yo vi lo que engendraron dos que antes solían joderse
yacer allí, como si hubiera salidos de un cuerpo materno.
Fernando Pessoa “Antología poética”
Editorial Argonauta
Coronadme de rosa,
Coronadme en verdad
De rosas,
¡Rosas que se apagan
En la frente apagándose
Tan pronto!
Coronadme de rosas
Y de hojas breves.
Y basta.
AL MARGEN
¡Aprovechad el tiempo!
¿Pero qué es el tiempo, para que yo lo aproveche?
¡Aprovechar el tiempo!
Ningún día sin una línea…
El trabajo honesto y superior…
El trabajo en Virgilio, en Milton…
¡Pero es tan difícil ser honesto o superior!
53
¡Es tan poco probable ser Milton o Virgilio!
¡Aprovechar el tiempo!
Arrancar del alma los bocados precisos –ni más ni
menos–
Para juntar con ellos los cubos ajustados
Que hacen grabados ciertos en la historia
(Y son ciertos también del lado de abajo que no se ve)…
Poner las sensaciones en castillo de cartas, pobre China
de las veladas.
Y los pensamientos en dominó, igual contra igual,
Y la voluntad en carambolas difícil.
Imágenes de juegos o de paciencias o de pasatiempos:
Imágenes de la vida, imágenes de las vidas. Imagen de la
Vida.
Verbalismo…
Sí, verbalismo…
¡Aprovechar el tiempo!
No tener un minuto que el examen de conciencia
desconozca…
No tener un acto indefinido ni facticio…
No tener un movimiento disconforme con propósitos…
Buenas maneras del alma…
Elegancia de persistir…
¡Aprovechar el tiempo!
Mi corazón está cansado como mendigo verdadero.
Mi cerebro está pronto como un fardo puesto al costado.
Mi canto (¡verbalismo!) está tal como está y es triste.
¡Aprovechar el tiempo!
Desde que comencé a escribir pasaron cinco minutos.
¿Los aproveché, o no?
54
¡¿Si no sé si los aproveché, qué sabré de otros minutos?!
(Pasajera que viajabas tantas veces en el mismo
compartimiento conmigo
En el tren suburbano,
¿Llegaste a interesarte por mí?
¿Aproveché tiempo mirándote?
¿Cuál fue el ritmo de nuestro sosiego en el tren en
marcha?
¿Cuál fue el entendimiento que no llegamos a tener?
¿Cuál fue la vida que hubo en esto? ¿Qué fue esto en la
vida?)
¡Aprovechar el tiempo!...
¡Ah, déjenme no aprovechar nada!
¡Ni tiempo, ni ser, ni memorias de tiempo o de ser!...
Déjenme ser una hoja de árbol, titilada por brisas…
El polvo de un camino, involuntario y solo,
El surco dejado en el camino por las ruedas hasta que
viene otras,
El trompo del pilluelo, que se va a detener,
Y oscila, en el mismo movimiento que el del alma,
y cae, como caen los dioses, en el suelo del Destino.
(…)
¡Duerme, vivir es nada!
¡Duerme, es en vano todo!
Si alguien halló el camino,
Lo halló en la confusión,
Con el alma engañada.
No hay lugar ni día
55
Para quien quiere hallar,
Ni paz, ni alegría
Para quien, por amar,
En quien ama, confía.
Mejor donde las ramas
Sin ser tejen doseles
Quedar como quedamos,
Sin pensar ni querer,
Dando lo que no damos.
(…)
Todas las cartas de amor son
Ridículas.
No serían cartas de amor si no fuesen
Ridículas.
También escribí en mi tiempo cartas de amor,
Como las otras,
Ridículas.
Las cartas de amor, si hay amor,
Tienen que ser
Ridículas.
Pero, al fin,
Sólo las criaturas que nunca escribieron
Cartas de amor
Son
Ridículas.
Quién me diera en el tiempo en que escribía
56
Sin darme cuenta
Cartas de amor
Ridículas.
La verdad es que hoy
Mis recuerdos
De esas cartas
Son
Ridículos.
(Todas las palabras esdrújulas,
Como los sentimientos esdrújulos,
Son naturalmente
Ridículos.)
Francisco Madariaga “Poesía argentina”
Editorial del Instituto
LA SELVA LIVIANA
1
El sonido de un tren que se ahoga en la catarata de
las hojas.
Al fondo de la selva liviana y los cocoteros se hunde
el nivel del llanto,
el peso entero de los sueños.
Peso entero del saco de perfume de la gracia.
Estoy entre la espada del paisaje y el ladrillo caliente
del olvido,
viajando con un ardor de joya y sangre.
Escuchando el aullido de mi candor: mi nueva fiesta.
2
57
A paladas, silbatos.
El tren se encierra en sí al borde de los esteros nocturnos.
Su polvo ciudadano tiene miedo a la gran humedad de
la tierra,
al aire cálidamente eléctrico,
a los cisnes del negro vapor nocturno de la herida del
mundo.
LÁGRIMAS DE UN MONO
Yo quiero cautivar tu desesperación, oh mono adiós.
Tiemblas tanto en tus islas negras, oh mono adiós.
En los embarcaderos el color encendido en tus ojos
tiene tanta fe.
Oh mono, retén el equilibrio de tu asombro.
Yo ya tiemblo en tus islas, mono adiós.
Tu odio virginal es idéntico a cuando se cruza mi alma
con el mundo.
LOS RIELES VEGETALES
La imaginación arde envuelta en las ruedas de un tren desorientado.
Bananas y bananas caen al aire.
Una mujer desnuda a una escopeta en un templo,
roe lentamente en el anillo de su corazón.
Frutera de la desgracia, frutera del destino.
CARTA DE ENERO
1
Tengo ganas de leer algo hoy.
Me sangra la poesía por la boca.
58
Yo era un estudiante y me adoraba la Naturaleza,
pero estaba olvidado,
me hería la plenitud del Universo,
y ahora te sacudo a ti, montes de cabellos rojos,
tierras paradas en aguardiente correntino,
grandes balsas de agua alojadas en la boca.
El pavor es celeste, el líquido terreno en fuego,
los pavos reales han sido capados por el sol,
y yo ando por la siesta:
provocador de las grandes fuentes sombrías,
alojado en la voluntad animal.
2
¿Dónde pedir auxilio sino en la Tierra?
El mar es un cantor inseparable.
Pero tú tienes también llamaradas acuáticas, Tierra.
¡Acuarelas para quién sabe qué candor!
Yo soy un niño y nadie me podrá recibir,
pero tengo coraje
y ese nativo puro que arroja los paisajes por la nariz.
Tengo un collar para todo lo que arde.
3
¿El alba guaraní gime en mi memoria?
¡Oh francés degollado por las aguas!,
en las ex bocas de las putas celestes del paisaje
desprendido.
Sin duda nadie cuida de mi memoria,
ni le selecciona parajes ardientes.
Nadie utiliza mi falta de elegancia
cuando expiro con la leche de las frondas sedientas.
59
Yo no quiero cantar países natales,
sino medallas de carne de sol,
telas de la naturaleza,
conciertos de las tumbas salvajes
hijas de la ternura natural.
POÉTICAS
Rodolfo Alonso
MANERA DE DECIR
La poesía no es el huevo de Colon
La poesía no es contante ni sonante
Para muestra de la poesía no vale un botón
La poesía no es de buena fe, ni de mala
La poesía no es para uno de cada diez
La poesía no hace antesalas
La poesía no es consultorio sentimental
La poesía no es una agencia de turismo
La poesía no se jacta de serlo
Sólo el poema
ES
60
ALREDEDORES
En poesía no se cambia porque sí
En poesía no hay premios menores
En poesía, el árbol es el bosque y deja ver
No hay medias palabras en poesía
En poesía se es, no se parece
En poesía se gana para sustos
En poesía toma y daca (y viceversa)
En poesía no se dan lecciones
En poesía uno se expone
En poesía se vislumbran lumbres
En poesía se abreva
En poesía, mar adentro
Puertas abiertas, en poesía
Y el corazón, fuego central, también de la boca para afuera
Y en el fondo la forma
Alberto Girri
61
ARTE POÉTICA
Un elemento de controversia
que nos lleve a lo paradojal
tras cada línea, cada pausa;
la ambigüedad a expensas de la convención.
Una premisa constante, la duda,
indagando en la realidad,
buscándola fuera del contexto;
la materia a expensas del lenguaje.
Una síntesis intransferible y bella
con ánimos, bestias, escrituras,
profanados sub specie aeternitatis;
la imaginería a expensas de tormentos.
Una teología creadora de objetos
que se negarán a ser hostiles a Dios.
Nicanor Parra
MANIFIESTO
62
Señoras y señores
Ésta es nuestra última palabra.
-Nuestra primera y última palabra-
Los poetas bajaron del Olimpo.
Para nuestros mayores
La poesía fue un objeto de lujo
Pero para nosotros
Es un artículo de primera necesidad:
No podemos vivir sin poesía.
A diferencia de nuestros mayores
-Y esto lo digo con todo respeto-
Nosotros sostenemos
Que el poeta no es un alquimista
El poeta es un hombre como todos
Un albañil que construye su muro:
Un constructor de puertas y ventanas.
Nosotros conversamos
En el lenguaje de todos los días
No creemos en signos cabalísticos.
Además una cosa:
El poeta está ahí
Para que el árbol no crezca torcido.
Este es nuestro mensaje.
Nosotros denunciamos al poeta demiurgo
Al poeta Barata
Al poeta Ratón de Biblioteca.
Todos estos señores
-Y esto lo digo con mucho respeto-
Deben ser procesados y juzgados
Por construir castillos en el aire
63
Por malgastar el espacio y el tiempo
Redactando sonetos a la luna
Por agrupar palabras al azar
A la última moda de París.
Para nosotros no:
El pensamiento no nace en la boca
Nace en el corazón del corazón.
Nosotros repudiamos
La poesía de gafas obscuras
La poesía de capa y espada
La poesía de sombrero alón.
Propiciamos en cambio
La poesía a ojo desnudo
La poesía a pecho descubierto
La poesía a cabeza desnuda.
No creemos en ninfas ni tritones.
La poesía tiene que ser esto:
Una muchacha rodeada de espigas
O no ser absolutamente nada.
Ahora bien, en el plano político
Ellos, nuestros abuelos inmediatos,
¡Nuestros buenos abuelos inmediatos!
Se retractaron y se dispersaron
Al pasar por el prisma de cristal.
Unos pocos se hicieron comunistas.
Yo no sé si lo fueron realmente.
Supongamos que fueron comunistas,
Lo que sé es una cosa:
Que no fueron poetas populares,
Fueron unos reverendos poetas burgueses.
Hay que decir las cosas como son:
64
Sólo uno que otro
Supo llegar al corazón del pueblo.
Cada vez que pudieron
Se declararon de palabra y de hecho
Contra la poesía dirigida
Contra la poesía del presente
Contra la poesía proletaria.
Aceptemos que fueron comunistas
Pero la poesía fue un desastre
Surrealismo de segunda mano
Decadentismo de tercera mano,
Tablas viejas devueltas por el mar.
Poesía adjetiva
Poesía nasal y gutural
Poesía arbitraria
Poesía copiada de los libros
Poesía basada
En la revolución de la palabra
En circunstancias de que debe fundarse
En la revolución de las ideas.
Poesía de círculo vicioso
Para media docena de elegidos:
"Libertad absoluta de expresión".
Hoy nos hacemos cruces preguntando
Para qué escribirían esas cosas
¿Para asustar al pequeño burgués?
¡Tiempo perdido miserablemente!
El pequeño burgués no reacciona
Sino cuando se trata del estómago.
¡Qué lo van a asustar con poesías!
La situación es ésta:
Mientras ellos estaban
65
Por una poesía del crepúsculo
Por una poesía de la noche
Nosotros propugnamos
La poesía del amanecer.
Este es nuestro mensaje,
Los resplandores de la poesía
Deben llegar a todos por igual
La poesía alcanza para todos.
Nada más, compañeros
Nosotros condenamos
-Y esto sí que lo digo con respeto-
La poesía de pequeño dios
La poesía de vaca sagrada
La poesía de toro furioso.
Contra la poesía de las nubes
Nosotros oponemos
La poesía de la tierra firme
-Cabeza fría, corazón caliente
Somos tierrafirmistas decididos-
Contra la poesía de café
La poesía de la naturaleza
Contra la poesía de salón
La poesía de la plaza pública
La poesía de protesta social.
Los poetas bajaron del Olimpo.
Carl Sandburg
66
DIEZ DEFINICIONES DE POESIA
1. Poesia es una proyeccion en el silencio de cadencias
ordenadas a romper ese silencio con definidas intenciones
de ecos, silabas, longitudes de onda.
2. Poesia es el diario de un animal marino, viviendo en
tierra, deseoso de volar en el aire.
3. Poesia es una serie de explicaciones de la vida, perdiendose
en horizontes demasiado rapidos para explicaciones.
4. Poesia es una busqueda de silabas para arrojarlas a las
barreras de lo desconocido y lo inconocible.
5. Poesia es el teorema de un panuelo de seda amarillo
anudado con acertijos, encerrado en un globo de colores
atado a la cola de una cometa volando en un viento blanco
contra un cielo azul en primavera.
6. Poesia es el silencio y la conversacion entre la raiz de
una flor que se debate bajo la tierra y el soleado capullo
abierto de esa flor.
7. Poesia es el aparejo de la paradoja de la tierra acunando
la vida y luego sepultandola.
8. Poesia es una inscripcion fantasma que dice como son
hechos los arcoiris y por que se van.
67
9. Poesia es una sintesis de jacintos y bizcochos.
10. Poesia es el abrir y cerrar de una puerta, que deja conjeturando
a los que miran sobre lo que se ve por un instante.
Charles Bukowski
MANUAL DE COMBATE
Dijeron que Céline era un nazi
Dijeron que Pound era un fascista
Dijeron que Hamsun era un nazi y un fascista.
Pusieron a Dostoievsky frente a un pelotón
de fusilamiento
y mataron a Lorca
Le dieron electroshocks a Hemingway
(y vos sabés que se pegó un tiro)
y echaron a Villon de la ciudad (París)
y Mayakovsky
desilusionado con el régimen
y luego de una pelea de enamorados,
bueno,
también se pegó un tiro.
68
Chatterton se tomó veneno de ratas
y funcionó
y algunos dicen que Malcom Lowry se murió
ahogado en su propio vómito
borracho.
Crane se tiró a las hélices
del barco o a los tiburones.
El sol de Harry Crosby era negro.
Berryman prefirió el puente.
Plath no encendió el horno.
Séneca se cortó las muñecas en la
bañera (es la mejor manera:
en agua tibia)
Thomas y Behan se emborracharon
hasta morir y
hay muchos más.
¿y vos querés ser un
escritor?
Es esa clase de guerra:
la creación mata,
muchos se vuelven locos,
algunos pierden el rumbo y
no lo pueden hacer
69
nunca más.
Algunos pocos llegan a viejo.
Algunos pocos hacen plata.
Algunos se mueren de hambre (como Vallejo).
Es esa clase de guerra:
bajas por todas partes.
está bien, adelante
hacelo
pero cuando te ataquen
por el lado que no ves
no me vengas con
remordimientos.
ahora me voy a fumar un cigarrillo
en la bañera
y luego me voy a ir a
dormir
Un poema es una ciudad
Un poema es una ciudad llena de calles y cloacas,
llena de santos, héroes, pordioseros, locos,
llena de banalidad y embriaguez,
70
llena de lluvia y truenos y períodos
de ahogo, un poema es una ciudad en guerra,
un poema es una ciudad preguntando por qué a un reloj,
un poema es una ciudad ardiendo,
un poema es una ciudad bajo las armas
sus barberías llenas de borrachos cínicos,
un poema es una ciudad donde Dios cabalga desnudo
por las calles como Lady Godiva,
donde los perros ladran en la noche y persiguen
la bandera; un poema es una ciudad de poetas,
muchos de ellos muy similares
y envidiosos y amargados...
un poema es esta ciudad ahora,
a 50 millas de ninguna parte
a las 9:09 de la mañana,
el sabor a licor y cigarrillos,
sin policía, sin amantes, caminando en las calles,
este poema, esta ciudad, cerrando sus puertas,
fortificada, casi vacía,
enlutada sin lágrimas, envejecida sin pena,
las montañas rocosas,
el océano como una llama de lavanda,
una luna carente de grandeza,
71
una leve música de ventanas rotas...
un poema es una ciudad, un poema es una nación,
un poema es el mundo...
y ahora pongo esto bajo el cristal
para el loco escrutinio del editor
y la noche está en cualquier lado
y lánguidas damas grises se alinean
el perro sigue al perro al estuario
las trompetas anuncian los patíbulos
mientras los hombrecillos deliran sobre cosas
que no pueden hacer.
Alberto Girri
EN LA LETRA, AMBIGUA SELVA
1
El ritmo de lo escrito
es el ritmo del que escribe,
y el texto, el poema,
72
en parte mecanismo verbal,
en parte sistema de correspondencias,
es con el mundo una sola entidad.
2
La forma equivale
a convicción interna,
y la letra la emplea con vistas
a proveer al mundo de significados,
y aun para el Significado,
y aun para subyugarlo
con el prejuicio de que la palabra
traduce y vierte lo ideado.
3
Lenguaje y estilo
penosamente edifican jerarquías,
y al lograrlo
el mundo queda en suspenso, extático,
aunque luego el producto se descompone,
su linaje se vulgariza,
suena escarnecido y degradado
como fofa, mustia potencia,
y las líneas mejores, las ejemplares
y musicales tiradas, apenas si sobreviven
73
como detrás de un vidrio, burla y tedio,
¡oh pobre Olimpio!
4
¿Campos donde el que más despoja
es el que avanza?
¿Trampa y recompensa
para los que perseveran
enfermizamente atentos a apoderarse
de la utilidad atreviéndose
a lo banal absoluto de escribir
"Cierren esa puerta", o "Quisiera dormir"?
Cuanto trace la escritura
será interpretado, obtendrá respuesta,
como a los piadosos se les permite
orar según les plazca, convencidos
de que Dios escucha y lee
hasta las pisadas de una hormiga.
Leopoldo María Panero
S/T
74
A ti lector, te ofrezco
las serpientes de mi boca
la amarilla
floración de mi boca
los huesos de la boca
la amarilla y oscura
floración del odio.
* * *
Oh el brazo cercenado
cuyo doble es el poema, ah la nada
que al poema por doble tiene
ah la palabra impura que todo sabe de rimas
y no de vida.
* * *
Nada hay ya turbio
nada hay ya
parecido a la vida
ni un muslo de mujer, ya ni una duda
nada hay ya
sino el poema como un pus, como una ortiga
cercenando mi mano.
René Char “La palabra archipiélago”
75
LA MURALLA DE RAMITA (fragmentos)
Al consistir el designio de la poesía en hacernos soberanos
impersonalizándonos, rozamos, gracias al poema, la pleni-
tud de lo que solamente, estaba esbozado o deformado por
las bravuconadas del individuo.
Los poemas son incorruptibles trozos de existencia que
lanzamos a las fauces repugnantes de la muerte, pero lo
bastante alto para que , rebotando en ellas, caigan en el
mundo nominador de la unidad.
POR QUÉ VUELA EL DÍA
A lo largo del tiempo de su vida, el poeta se apoya en un momento
—si la circunstancia lo exige— en algún árbol, o mar, o talud, o
nube de cierta irisación. No está ligado al extravío de los demás.
Su amor, su comprensión, su dicha, tienen equivalentes en todos
los lugares a los que él no ha ido, a los que nunca irá, en las moradas
de los extraños a quienes no conocerá. Cuando le levantemos la voz,
cuando le instamos a aceptar intenciones que vinculan o invocamos a
su propósito a los astros, responde que él es el país de al lado, del cielo
que acaba de abismarse.
El poeta vivifica y luego corre al desenlace.
Al atardecer, a pesar de que en su mejilla hay hoyuelos de
aprendiz, él aparece como un transeúnte cortés que abrevia la despedida
para no perderse el momento en que el pan sale del horno.
Ezra Pound “Personae. Los poemas breves”
SALUTACIÓN SEGUNDA
76
Fuisteis alabados, libros míos,
porque yo acababa de llegar del campo;
llevaba veinte años de retraso,
así que disteis con una audiencia preparada.
Yo no reniego de vosotros,
así que no neguéis vuestra progenie.
Aquí se alzan sin lemas rebuscados,
aquí están sin nada arcaico en torno a ellos.
Observad la irritación en general.
“¿Es ésta –dicen– la falta de sentido
que esperamos de los poetas?”
“¿Dónde está lo Pictórico?”
“¿Dónde está el vértigo de la emoción?”
“¡No! su obra primera era mejor.”
“¡Pobrecito, ha perdido sus ilusiones!”
¡Id, desnudas cancioncillas sin pudor,
id con el pie ligero!
(¡O con dos pies ligeros, si os apetece más!)
¡Id y bailad sin ninguna vergüenza!
¡Id y retozad impertinentes!
Saludad al serio y al pedante,
saludadlos con los pulgares en la nariz.
Aquí están vuestras campanillas y el confeti.
¡Id! ¡rejuveneced las cosas!
Rejuveneced incluso a “The Spectator”.
¡Id! ¡y soltad maullidos!
¡Bailad y haced sonrojarse a la gente,
bailad la danza del falo
y contad anécdotas de Cibeles!
77
¡Charlad sobre la indecorosa conducta de los Dioses!
Levantadle las faldas a las remilgadas,
hablad de sus rodillas y tobillos.
Pero, sobre todo, acercaos a la gente práctica–
¡id! ¡tocad las campanas de sus puertas!
Decid que no trabajáis
y que vais a vivir eternamente.
ENCARGO
Id, canciones mías, al solitario y al insatisfecho,
id también al neurótico, id al esclavo de los convencionalismos,
llevadles mi desprecio hacia sus opresores.
Id como una inmensa ola de agua fresca,
llevad mi desprecio hacia los opresores.
Hablad contra la opresión inconsciente,
hablad contra la tiranía de los que carecen de imaginación,
hablad contra las ataduras.
Id a la burguesa que muere de aburrimiento,
id a las mujeres de las urbanizaciones,
id a las horribles casadas,
id a aquellas que disimulan su fracaso,
id a las mal maridadas,
id a la esposa comprada,
id a la mujer impuesta.
Id a aquellos que tiene delicada lujuria,
id a aquellos cuyos deseos delicados se frustraron,
id como una plaga sobre la estupidez del mundo;
id con vuestro filo contra eso,
endureced las finas cuerdas,
llevad confianza a las algas y tentáculos del alma.
78
Id de modo amistoso,
id hablando a las claras.
Ansiad encontrar nuevos males y un nuevo bien,
oponeos a toda forma de opresión.
Id a los acartonados por la edad madura,
a los que ya han perdido interés por todo.
Id a los adolescentes a los que ahoga la familia
–¡oh, que espantoso es
ver tres generaciones reunidas bajo un mismo techo!
Es como una árbol viejo con brotes
y con ramas podridas que se caen.
Salid y desafiad a la opinión,
id contra esta servidumbre vegetal de la sangre.
Estad contra toda clase de propiedad hereditaria.
Nicanor Parra “Versos de Salón”
CAMBIOS DE NOMBRE
A los amantes de las bellas artes
hago llegar mis mejores deseos
voy a cambiar de nombre algunas cosas.
Mi posición es ésta:
el poeta no cumple su palabra
79
si no cambia los nombres de las cosas.
¿Con qué razón el sol
ha de seguir llamándose sol?
¡Pido que se le llame Micifuz
el de las botas de cuarenta leguas!
¿Mis zapatos parecen ataúdes?
Sepan que desde hoy en adelante
los zapatos se llama ataúdes.
Comuníquese, anótese, y publíquese
que los zapatos han cambiado de nombre
desde ahora se llaman ataúdes.
Bueno, la noche es larga
todo poeta que se estime a si mismo
debe tener su propio diccionario
y antes de que se me olvide
al propio dios hay que cambiarle el nombre
que cada cual lo llame como quiera:
ese es un problema personal.
LA MONTAÑA RUSA
Durante medio siglo
la poesía fue
el paraíso del tonto solemne.
Hasta que vine yo
y me instalé con mi montaña rusa.
Suba, si les parece.
Claro que yo no respondo si se bajan
echando sangre por boca y narices.
80
Joaquín Giannuzi “Obra completa”
POÉTICA
La poesía no nace.
Está allí, al alcance
de toda boca
para ser doblada, repetida, citada
total y textualmente.
Usted, al despertarse esta mañana,
vio cosas, aquí y allá,
objetos, por ejemplo.
Sobre su mesa de luz
digamos que vio una lámpara,
una radio portátil, una taza azul.
Vio cada cosa solitaria
y vio su conjunto.
Todo eso ya tenía nombre.
Lo hubiera escrito así.
¿Necesitaba otro lenguaje,
otra mano, otro par de ojos, otra flauta?
No agregue. No distorsione.
No cambie
la música de lugar.
Poesía
es lo que está viendo.
LA DISPERSIÓN
Sobre esta mesa he apoyado los brazos y la cabeza.
Piedad y desprecio por mi mundo. Los lugares comunes
de la materia que me rodea. Un lápiz, una caja
de fósforos, una taza de café, ceniza
81
de cigarrillos sobre un desorden de papeles.
Cuánta desesperanza de poesía sin porvenir.
Y de pronto la certeza de que morir es apartarse de la mesa,
la noción de que todo se perderá.
Cada cosa se ausentará de la otra,
los objetos de quienes soy el centro dejarán de amarse.
Yo mismo, agonía volcada, volumen apretado al planeta
me veré arrojado por la ventana,
pedazo a pedazo, a trozos que se odian
hacia la fría unidad de la noche.
POESIA MINIMALISTA
La lapicera
La lapicera que no faltaba a la verdad,
por todas sus preocupaciones
terminó dentro del lavarropas.
Salió una hora más tarde y la tiraron
al secarropas junto con un par de ‘jeans’ viejos
y una camisa a cuadros.
Los días pasaron y ella permaneció
recostada tranquilamente sobre el escritorio
que estaba frente a la ventana.
Ella pensaba que estaba totalmente agotada.
82
Sin convicciones. Sin voluntad.
Una mañana, poco antes del amanecer,
recuperó antiguas fuerzas
y escribió:
‘‘Los campos húmedos duermen
bañados por la luz de la luna’’.
Después de este esfuerzo
se quedó muy quieta,
nuevamente vacía, su utilidad
terminada.
Él la sacudió,
la golpeó sobre la tapa del escritorio.
La dejó a un lado.
Abandonó las pretensiones de hacerla trabajar
o casi todas.
Sin embargo
ella realizó un nuevo esfuerzo,
apeló a sus últimas reservas.
Esto es lo que escribió:
‘‘Un viento suave, y más allá del ventanal
los árboles flotan en el dorado aire de la mañana’’.
Él trató de hacerla escribir algo más,
pero eso fue todo. La lapicera
dejó de escribir, definitivamente.
83
Él la puso con otras cosas inservibles
en el incinerador.
El tiempo transcurrió, días o meses,
y fue otra lapicera
una que todavía no había demostrado nada
la que con facilidad escribió:
‘‘La oscuridad se posa en las ramas.
Quedate muy quieto, no salgas de la casa,
quedate muy quieto...’’
Raymond Carver
Whisky and soda
soy llevado sobre circunferencias de acero
que ruedan sobre complacientes paralelas también de acero
chupo el cilindro forrado de papel
que contiene hojas picadas tostadas encendidas en la punta
bebo en la vasija de cuarzo traslúcido
este líquido compuesto de alcohol
mezclado con agua donde sube el gas en esferitas
esgrimo este otro cilindro de madera con eje de grafito
lo aplico sobre la celulosa blanca plana sumamente delgada
84
alzo por fin mi repugnante corazón sobre las olas correctas de la técnica
y consigo decir te quiero
Baldomero Fernandez Moreno
La basura
Yo saco la basura a la calle
envuelta con papel y cuidado.
Quedan allí mezcladas, las sobras de la vida,
cáscaras del tiempo y recortes del alma.
Las dejo en la vereda con tristeza
porque son restos de fruta, de comida,
y de literatura
con las cuales
uno jugó a vivir, o se creyó existente.
Y también porque, acaso sin nosotros saberlo,
alguien nos haya envuelto
con papeles de cielo, con nubes de cuidado
y estamos a la orilla del universo
y nadie nos despide.
85
Yo saco la basura, la dejo en la vereda,
y le digo: Adiós.
Jorge Calvetti
Zapatos
Finalmente ahora no me interesan los poemas me interesan
los zapatos los zapatos tristes. Me interesa la luz azul
que surge de ellos cuando una mujer gorda
camina hacia su hogar en el crepúsculo desde su zapatería.
Zapatos de televisión zapatos que he abandonado zapatos viejos!
éscribiendo hasta tarde en la noche bajo la luz
de botellas amarillas anteojos
lenguas colgando. El zapato marrón de la mañana
fuera de lugar en la medianoche en el salón de baile
con máscaras y violines. El zapato que yace
en el suelo como un niño que hace sumas
tiene aquí mi simpatía mi adulta simpatía
la sonriente luna en la ventana. El zapato del libro de cuentos
que nunca más será agraciado por ruedos de pantalones
yace en el bosque como un hongo de cuero
mientras cae la luz a través de los árboles como monedas pesadas.
Zapatos de juventud y vejez zapatos humanos
mas graciosos y con mas fines que un corcho que cae
mas bello que alguien atrapándolo.
Los zapatos en los pies de los esqueletos en la tumba
86
los zapatos en los pies de los niños
los zapatos bajo la cama
como son pacientes los hemos obligado
a darse vuelta por donde vamos conversando durante kilómetros/
sin lograr hablarnos. Libros de sudor.
Libros de esfuerzo. La gastada caparazón
de colgar viajar correr y patear.
Apagadores de colillas. Fracaso de tobillos gruesos
al levantarse suspiran los cordones
como brazos muertos en las tardes los ojos
y ojales como ojos humanos la costura rasgada
el talón roto, las flores del durazno
cayendo como nieve sobre el zapato.
Rex Burwell
La carretilla roja
Tanto depende
de
una carretilla
roja
reluciente de gotas
de lluvia
87
junto a las gallinas
blancas.
William Carlos Williams
La cortadora de césped
La cortadora se detuvo ya un par de veces, al arrodillarme
encuentro
Un zorrino acurrucado frente a las cuchillas
Ya muerto. Había hecho en el pasto alto su refugio.
Recuerdo haberlo visto antes, inclusive le dí de comer una
vez.
Ahora yo había injuriado su mundo ignoto
No había reparación. En nada iba a ayudar su entierro:
La mañana siguiente yo me levantaría y el ya no.
El primer día después de una muerte, la nueva ausencia
Es siempre la misma, debemos tener cuidado
De cada uno de nosotros y los otros, debemos ser buenos
Mientras todavía haya tiempo.
88
Philip Larkin
Tu perro se muere
lo atropella una furgoneta.
lo encuentras a la orilla de la carretera
y lo entierras.
te sientes mal.
te sientes mal por ti mismo,
pero te sientes peor por tu hija
porque era su mascota
y lo quería mucho.
solía canturrearle
y lo dejaba dormir en su cama.
escribes un poema sobre ello.
lo titulas un poema para tu hija
y trata del perro al que atropella una furgoneta,
de cómo te ocupaste de él,
lo llevaste al bosque
y lo enterraste hondo, muy hondo,
y el poema sale tan bien
89
que casi te alegras de que hayan atropellado
al pobre perro, si no, no habrías escrito
nunca ese poema.
entonces te sientas a escribir
un poema sobre la escritura de un poema
que trata de la muerte de ese perro,
pero mientras escribes oyes
a una mujer gritar
tu nombre, tu nombre de pila,
ambas sílabas,
y tu corazón se para.
dejas pasar un rato y vuelves a escribir.
ella grita de nuevo.
te preguntas cómo va a terminar esto.
Raymond Carver
Hormigas sobre naranja
Lo negro devorando al esplendor,
aullando silencioso,
90
y silenciosamente devorado
por tanta maravilla
Rodolfo Alonso
El rostro de un candidato político en una valla publicitaria
Ahí está:
No demasiadas resacas
No demasiadas peleas con mujeres
No demasiados neumáticos desinflados
Nunca pensó en el suicidio
No más de tres dolores de muelas
Nunca se saltó una comida
Nunca estuvo encarcelado
Nunca estuvo enamorado
7 pares de zapatos
un hijo en la universidad
un coche que no tiene más que un año
pólizas de seguros
un césped muy verde
cubos de basura con tapa hermética
91
seguro que le eligen.
Charles Bukowski
El dinero
Trabajé 16 horas en el camping y a las 8
de la mañana tenía 2.200 pesetas pese a ganar
2.400 no sé qué hice con las otras 200
supongo que comí y bebí cervezas y café con
leche en el bar de Pepe García dentro del
camping y llovió la noche del domingo y toda
la mañana del lunes y a las 10 fui donde
Javier Lentini y cobré 2.500 pesetas por una
antología de poesía joven mexicana que
aoarecerá en su revista y ya tenía más de
4.000 pesetas y decidí comprar un par de
cintas vírgenes para grabar cecil Taylor
Azimuth Dizzie Gillespie Charlie Mingus
y comerme un buen bistec de cerdo
con tomate y cebolla y huevos fritos y escribir
este poema o esta nota que es como un pulmón
o una boca transitoria que dice que estoy
feliz porque hace mucho que no tenía
tanto dinero en los bolsillos.
Roberto Bolaño
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Fumando espero
el último cigarrillo
el último fósforo
que fue sorprendido a último momento en el bolsillo
el fósforo que resolvió la situación
el fósforo que encendió el cigarrillo
el cigarrillo que se consume en tu mano
en tu mano sin ternura
tu mano rígida que sostiene a desgano el cigarrillo
tu mano incapaz
la misma que estrechó correctamente otras manos
la mano que te defiende
tu mano frente al mundo
atajándolo
el mundo contento y realizado
tu mano que todavía tiene todo por hacer
la mano que sólo quiere encender el último cigarrillo
con el último fósforo
Francisco Paco Urondo
Epicedio a Luisito
te pusiste en la boca una escopeta de dos caños
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apoyaste su culata en la pampa
y sorbiste de un solo trago el feroz mate de plomo
que portón en la nuca cómo salieron echando diablos los sesos
y la sangre y todo el dolor que habías comprendido y custodiado
entre huesos durante treinta años
eso pasaba en la nuca pero en la cara pasaba esto otro
la suave paz de tus labios
como hembra en varón
se reclinaban en la recia paz de tus bigotes
Cesar Fernandez Moreno
El puesto del gato en el cosmos
Uno siempre se equivoca cuando habla del gato.
Se le ocurre por ejemplo que junto a la ventana
el gato se ha planteado en el fono de los ojos
un posible fracaso en la noche cercana.
Pero el gato no tiene un porvenir que lo limite.
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A uno se le ocurre que medita, espera o mira algo
y el gato ni siquiera siente al gato que hay en él.
¿Cómo admitir detrás del movimiento de la cola,
una motivación, un juicio o un conocimiento?
El gato es un acto gratuito del gato.
El que aventure una definición debería
proponer sucesivas negaciones al engaño del gato.
Porque el gato, por lo menos el gato de la casa,
particular, privado e individuo hasta las uñas,
comprometido como está
al vicio de nuestro pensamiento
ni siquiera es un gato, estrictamente hablando.
Joaquin Gianuzzi
Los bares
Van Gogh los pintó en la espera de la noche
aunque con una luz más triste,
su emoción equivalía a un pájaro,
a una vieja recogiendo flores.
La ciudad nos obliga a estar con las manos
juntas a la espera de la noche.
Ellos, los bares,
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cuando la noche llega,
dejan el hombre a solas
tal un relieve egipcio contra el muro.
Son como esas personas
que cuentan más por su recuerdo
que por ellas mismas,
secretan un pasado fértil de su inútil presencia.
Patriarcales, se apagan del interior
igual que los sueños.
Y después, cuando los bares se iluminan
la ciudad se queda sola como el campo.
Arnaldo Calveyra
Hoteles
Son numerosos al borde la ruta
a la caída de la tarde,
llegar a eso de las siete,
los cerezos en flor se acuestan a esa hora,
esperar que las luces se enciendan
en el pañuelo de pueblo forastero,
jugar a encandilarnos y jugar
como cuerpos encendidos
juegan con cuerpos que se apagan
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-en verdad encendidos-,
Ir hasta la fuente del pueblo
que yace en su horizonte de bolsillo
a unos cincuenta metros de la huerta
no en procura del agua sino del posible poema
Arnaldo Calveyra
Tapa de cloacas
La belleza de las tapas de pozos -¿qué es eso?
como las golpeadas medallas del salvaje Gran Khan
Como piedras del calendario Maya, incopiable, indescifrable,
No como el viejo electrón, cazado y anotado
Consignado y esculturado para hacerlo girar
Pero marcándolo y caracoleándolo y embolsándolo y destrozándolo
Con el nombre de las grande compañías
(Dulce Belén, sonriente Estados Unidos.
Este artefacto inoxidable de mi calle
Estará después derretido a lo largo de los caminos donde yacera
Hacia un lado en la tumba del viejo mundo de hierro
Mordiendo hasta el abismo
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Con su fuerte misterio Americano con
Su obsoleta belleza.
Karl Shapiro