MÁS ALLA DE NUESTROS HORIZONTES
Por Marcelino Mamani López
Becario del Programa Winter Institute EEUU, de la UMSS-TRÓPICO
Cuando finalicé la secundaria en 2006, la carrera que yo quería
estudiar quedó al frente del pueblo de Valle Sacta, ahí entré a
hacer mis estudios superiores. Algo no sonaba de mi agrado, mis
compañeros de mi promoción salían a las ciudades para estudiar,
quedarse en el pueblo sonaba como fracaso, ellos decían: “para qué
vamos a estudiar aquí, en la ciudad es mucho mejor”. Eso suele
pasar con muchos de nuestros estudiantes. A pesar de esas ideas
erróneas, algunos compañeros y yo decidimos quedamos para estudiar
en la UMSS-TRÓPICO. Para nuestra mala suerte la carrera que
tomamos, hoy Pedagogía Social Productiva, no era un programa
regular de la UMSS. Enterados de esto, algunos compañeros se
retiraron, pero algunos decidimos quedamos. Sin saber qué sería de
nosotros, estudiamos durante 3 años sin código SISS., no obstante
el apoyo de la Facultad de Humanidades de la UMSS fue
determinante.
Finalmente no tuvimos más opción, salimos con bloqueo a la
carretel - Cochabamba-Santa Cruz exigiendo a la UMSS a que atienda
nuestra demanda. El pueblo de Valle Saeta apoyó nuestra causa,
pese a que la Federación Carrasco los tildó de oposición. Logramos
hacer aprobar nuestro programa por el Honorable Consejo
Universitario en 2008. Desde entonces, nuestras actividades
académicas mejoraron y ya éramos estudiantes regulares de la UMSS.
Con los compañeros seguimos impulsando la educación superior en el
Trópico, aunque a algunos de ellos les tocó ser dirigente en
momentos críticos, pero siempre trabajamos juntos. Como resultado
hoy tenemos varios programas: de formación, pese a que en el
pasado solo eran tres programas; Agricultura Tropical, Pedagogía
Social Productiva y Medio Ambiental. Si querías estudiar, tenías
que cuadrar a cualquiera de ellas o, en todo caso, migrar a la
ciudad por la carrera que querías.
Como estudiante, aparte de ayudar a mi familia en el trabajo,
siempre me gustó participar y organizar actividades
extracurriculares. Primero, con grupos juveniles de la iglesia;
luego, con mis compañeros de la universidad; y, finalmente, me
integré al trabajo que el pueblo venía haciendo. El pueblo confió
en este humilde joven, entré como presidente del Comité Cívico de
Valle Saeta con 21 años. Fue bonita experiencia, me permitió
enlazar lo teórico que recibía en la universidad con la práctica.
Tuve buenos docentes. Siempre me motivaron y me sugirieron aplicar
a un programa para ir a estudiar a los Estados Unidos.
Llegar al aeropuerto internacional de Miami fue increíble; los
aviones estaban en fila al igual que los autos en la playa de
venta. Hasta el más mínimo camino de las comunidades estaba
asfaltado. Conocer y subir a edificios con más de 100 pisos, el
puente de puro cables con tres carriles a cada lado, el metro que
pasaba debajo del lago para llegar a la ciudad de New York. Las
autopistas en Washington DC con 5 carriles a cada lado, la visita
a Naciones Unidas, Organización de Estados Americanos y a la Casa
Blanca era algo increíble.
Aparte de su arquitectura, ingeniería y tecnología, lo que me
gustó también de los ciudadanos americanos fue el respeto hacia el
individuo y la ética del trabajo duro. El amor a su patria; nadie
se negaba de pagar impuestos. Ellos decían: “cómo puede trabajar
el país si no podemos contribuir”. Sus contribuciones retomaba en
programas sociales como el servicio básico, los parques y museos
públicos. El pasaje para los estudiantes de colegio y
universitarios eran gratuitos a cualquier lado de la ciudad; sin
embargo, en nuestro país es lo contrario, las personas claman para
no pagar impuestos, lo ven como un castigo o abuso del Gobierno,
que no debería de ser así, aunque nuestras entidades y empresas
públicas tienen que mejorar en cuanto a transparentar la
administración financiera pública en todo sus niveles.
En la Universidad George Masón donde estudié, había estudiantes de
Asia, Europa, Australia y Latinoamérica. Cuando conversé con
algunos de ellos, percibí que tenían un conocimiento amplio sobre
la realidad y la diversidad cultural a pesar de haber estado
cursando el primer año de la universidad, lo que me hizo entender
que los programas de intercambio cultural tienen la finalidad de
enriquecer el conocimiento y potenciar la formación académica y
cultural de los estudiantes.
En este sentido, podemos decir que en la actualidad la educación
se ha convertido en un factor determinante para el desarrollo de
los países El mundo experimenta la competición entre países donde
la educación mide el nivel de desarrollo de los mismos, en este
contexto, la internacionalización de la educación superior para
algunos países es determinante, aunque en Bolivia no es tan
influyente; sin embargo, las posibilidades están a nuestro favor,
ya que estudiar un semestre en los Estados Unidos cuesta $us
25.000 y en nuestro país estudiamos solo a una equivalencia de Sus
3, o tal vez menos. Esta ventaja debemos considerar para seguir
emprendiendo y potenciar nuestras universidades para abrirse al
mundo con la internacionalización de la educación superior, de
esta manera enriquecer la formación académica de nuestros futuros
profesionales.
Agradezco a mis padres Rosario Mamani Pérez y Esperanza López
Albarez por haber estado siempre a mi lado apoyándome en el
trayecto de mi formación profesional y la realización de esta obra
“Valle Sacta: Pueblo Emergente del Trópico de Cochabamba”.