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Federico Fernndez Christlieb
Las modernas
ruedas de la
destruccin
El automvil en la Ciudad de Mxico
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Las modernas ruedas de la destruccin
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Contenido
Primera parte
Implicaciones del proyecto automovilstico
1. Por qu el automvil? 2. El automvil smbolo
a. El smbolo del progreso b. La otra conquista c. Ms sobre el smbolo del poder
3. El automvil mquina a. Modernizacin ecolgica los daos al ambiente b. Ciudad de mutantes, los daos a la salud c. Los responsables d. Ms daos
4. Del automvil maquina al automvil regla a. Monstruos trasnacionales b. Las polticas oficiales c. Medidas pequeas para una regla grande d. Antidemocracia y economa e. Ejes viales: Parte aguas, parte madres f. Centralismo y ms prdidas g. Recapitulando
5. El Espacio y el tiempo a partir del automvil regla a. Ms sobre los tiempos de la ciudad b. Ms sobre los espacios en la ciudad
6. Los peatones y el sabor de la ciudad a. De las banquetas a las zonas peatonales b. El cierre del Centro Histrico
7. Al calor del transporte colectivo a. Los autobuses urbanos de pasajeros b. El metro
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c. Trolebs, tranva, Tren ligero, Tren radial, Peceras y taxis
8. La bicicleta y la integracin de los medios de transporte aproximacin a la mejor de las ciudades posibles
a. De la bicicleta al automvil b. La bicicleta ante los atributos del automvil mquina c. Aproximacin a la mejor de las ciudades posibles d. El viaje hacia la bicicleta en los pases industrializados e. Defensa de la bicicleta en los pases no industrializados f. La bicicleta en Mxico g. Al interior de la mejor de las ciudades posibles
9. Bibliografa
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Ser modernos es encontrarnos en un entorno que nos promete aventuras, poder, alegra, crecimiento,
transformacin de nosotros y el mundo y que, al mismo
tiempo amenaza con destruir todo lo que tenemos, todo lo
que sabemos, todo lo que somos
Marshall Berman
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Primera parte
Implicaciones del proyecto
automovilstico
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Por qu el automvil
"Little boys who play with little cars grow up to be big boys who played whit
big cars1
CYNTHIA DETTELBACH
Lo primero que aprend a dibujar y segu dibujando por aos fue un
automvil. Los trazos iniciales sobre el papel no deben haberse parecido
mucho a esos relucientes modelos que a mediados de los sesenta
aparecan en las revistas norteamericanas, pero poco a poco la redondez
de las llantas, las proporciones
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lemas que ocupan este libro es aquel da de 1885 en el que Cari Benz
mont un motor sobre la estructura de un ir triciclo.
En el contexto europeo del siglo XIX resultaba lgico buscar con tanto
afn un vehculo que facilitara la movilizacin de personas, de
mercanca y objetos varios, por lo que los inventos tcnicos de Daimler
y de Benz fueron bienvenidos y perfeccionados con el fin de aprovechar
las ventajas de un carruaje que no necesitara de bestias de tiro. Los
franceses Rn Panhard y Emile Lavassor depuraron las creaciones
alemanas integrando los elementos dispersos en una forma que sirvi ya
de base a la futura industria del automvil. Desde el principio los autos
empezaron a venderse en sustitucin de esos otros vehculos llamados
"cup-cabriole" (o simplemente "carretas") que desarrollaban una
velocidad promedio de entre 16 y 20 kilmetros por hora sobre los
callejones empedrados de las ciudades como Paris o Londres.
Recordemos que desde finales del siglo XVIII la apertura de mltiples
mercados y rutas comerciales exiga la depuracin del transporte, tanto
para mercancas como para la movilizacin de una mano de obra cre-
ciente. Hasta entonces los vehculos urbanos dependan del caballo
como fuerza motriz, lo cual, para los adelantos tcnicos y las
necesidades Industriales de carga, manifestaba cierta ineficiencia e
inoperatividad. Por otro lado la presencia continua de los animales2 de
tiro en las calles no debi haber sido tan fcil, ya que para 1800 haba 6
mil coches Jalados por ellos, y veinte aos despus sumaban ya 9 mil;
para 1850 el total de carretas se situaba alrededor de 16 mil, cada una de
ellas tirada por un promedio de 3 animales.1 Pero adems de las
deficiencias que representaba este medio de transporte en una poca
caracterizada por el desarrollo Industrial, estaban las molestias de la
gente por el excremento de los caballos prcticamente en todas las vas
de varias ciudades. El olor y la suciedad que diariamente esparcan los
50 mil rumiantes parisinos puso en opinin de M. du Champ las
siguientes palabras: "Pars iba a volverse inhabitable Su poblacin se
2 Planeta/Sudamericana. HIstoria de la humanidad, Tomo 7 p432
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ahogaba dentro de las estrechas callejuelas ptridas y enredadas donde
por fuerza se quedaba acorralada".3
Exista entonces Inters en adquirir los nuevos mviles, y quienes
pudieron pagarlos fueron las familias ricas que los queran, tanto para
su labor como para su diversin por constituir una novedad sin
precedente. Para los problemas mencionados se encontraron soluciones
tcnicas sin duda encomiables; a lo largo de este texto no estaremos
nunca en contra de ese ingenio creativo que les llev a concebir un
mvil tan espectacular y a resolver cuestiones reales de un tiempo y un
lugar determinados. As reconocemos que el retiro de las bestias de
carga de las calles parisinas y del resto de las urbes de Europa ofreci
mayor salubridad a sus habitantes y la posibilidad de contar con autos y
camiones que hicieran su trabajo; pero en ese tiempo el coche
motorizado ya haba devenido un smbolo de status y de posicin social
dado que no todas las familias tenan el poder econmico para hacerse
de uno. Los que no pertenecan a esta clase privilegiada siguieron
caminando o tripulando carretas y prescindieron de los productos de la
revolucin Industrial, pues el automvil se multiplic gracias a la
fabricacin masiva, aunque sus desechos, distintos a los de los
animales, tambin repercutieron en la salud de la gente. Pero adems el
automvil cataliz, para nosotros, una serie de relaciones econmicas
que fortalecieron el capitalismo en nuestro siglo y el modelo (o los
modelos) de desarrollo mexicano para darle al pas el auge del que
goz, artificialmente si se quiere, durante la dcada de los sesenta,
donde la industria automotriz fue un ramo de punta en la economa
mexicana. El desarrollo de las fuerzas productivas y los mejores aos
del pas, en ese sentido, estuvieron aparejados con la consolidacin de
esa prspera industria.
3 La cita original en frnces "Parts allete devenir inhabitable... Sa population touffalt dans les ruelles putrides troites enchevtres ou elle tait forcement parque. Wolfrang Braunfles. Urbanismo Occidental p.258
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As fue cmo la ciudad se vio de pronto alcanzada por ese futuro
pregonado durante aos, tras los cuales los habitantes urbanos de las
nuevas generaciones llegaban a un mundo establecido bajo el signo del
automvil. Los que nacimos entonces encontramos en el auto un ente
natural, un hermano mayor con el que debamos coexistir. Pero ahora,
echando marcha atrs, hemos descifrado el contenido de ese signo que
ha marcado nuestras vidas para comprenderlo en las tres terribles
acepciones que se manifiestan con su presencia: el smbolo de lo que
representa, la mquina que constituye, y la regla que nos determina.
Podemos empezar a hablar, por todo ello, del automvil como una
mquina, una mquina que requiere de ciertos elementos a cambio de
los cuales realizar un trabajo arrojando por consiguiente algunos
desechos. Pero esto en conjunto involucrar costos econmicos y
ecolgicos, acarrear muerte y condicionar procesos sociales que,
desde esta perspectiva sern analizados en los captulos donde se habla
precisamente del automvil-mquina. Antes de disertar sobre esta
faceta, lo haremos sobre las razones que nos han llevado a mantener una
ciudad de automviles. O sea, qu significado puede tener para el
ciudadano comn poseer o no un vehculo prestigiado; qu significado
puede tener ante los ojos del mundo que Mxico aglutine a mas de dos
millones de automviles en una sola urbe; qu simboliza este tipo de
urbe y este tipo de ciudadano. En otras palabras, por qu el automvil.
A nuestro juicio, lo acabamos de decir, el automvil se encuentra
envuelto y sostenido por un simbolismo profundamente arraigado en la
sociedad contempornea que es sinnimo de poder y de fuerza
econmica. A todo ello nos referiremos con el trmino de automvil-
smbolo.
Pero as como mi primer dibujo intent ser un automvil, casi todos los
seres urbanos estamos permeados de la imponente figura que constituye
el auto y su simbolismo, y en presencia constante-de la mquina que es
y de sus desechos y repercusiones. La vida de los que aqu vivimos
sera radicalmente diferente sin el coche, sin los '4 millones 600 mil
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coches que tenemos ininterrumpidamente pululando de un lado a otro
de la ciudad. El primer dibujo de los nios de varias generaciones ya, ha
sido un intento de representar automviles. Sus Infancias estn plagadas
de ese elemento porque no hay da que no lo vean o que no lo escuchen
pasar; su cuna es un coche y su babero tiene carcachitas pintadas. Su
primer Juguete en forma tiene cuatro ruedas y se parece al que tiene o
siempre quiso tener su pap. La calle son coches propios o ajenos que
se reproducen en imgenes eternas que se repetirn todos los das de su
vida.
En la tele habr siempre automviles y en razn de ellos aprender a
conocer al vecino y a los compaeros de la escuela, entendiendo que en
su barrio y su ciudad el auto es un parmetro de la vala de los humanos
y un bien necesario por designio casi divino. Sus hroes de Juventud
sern entre otras cosas y como una constante siempre conductores en
los que se hace patente esa aleacin que funde al auto con el xito.
Comprobar en su vida que de viaje, lo mejor es ir en coche, y que nada
sirve igual en materia de transporte. Y es que el automvil es un
personaje central de nuestra cultura urbana y elemento principal de la
va pblica sin lugar a dudas. Y como la cultura de un pueblo se refleja
sobre todo en su lenguaje, no poda fallar la curiosa aportacin del
automvil a las expresiones cotidianas (pie son lindas metforas de lo
que es un auto en marcha. "Despus del dinero y el sexo sostiene
Michel Roche para el caso europeo ningn objeto la dado lugar a lanos
vocablos populares y de cal como el automvil, con la excepcin
posible del caballo4. y As tenemos "luz verde" cuando nos lan dado permiso para efectuar determinada accin o nos agarran "en curva"
cuando hemos sido sorprendidos por algo. Alguien viene "muy
acelerado" cuando trae una actitud violenta, agresiva o difcil de
controlar por l mismo, o entre dos amigos se "flamean los platinos" al
enemistarse por alguna causa. Esa chava trac "las luces prendidas"
cuando hace fro o el amigo "necesita combustible" cuando llene algo
de sed. Muchos verbos existentes fueron popularizados por el lenguaje
4 Michael Roche, Cmo conducir automviles p.130
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automovilstico y regresados al diccionario con agregados concretos:
chocar, conducir, manejar, derrapar, arrancar, frenar, etc. Es comn
poner de moda ciertos trminos para denominarlo: nave, bote, lmina,
ranfla, lata y, en fin, nos circulan carros hasta por la lengua. A ltimas
fechas, desde que la proteccin hacia nuestro idioma fue arrojada al
tambo de la basura, los anunciantes de autos se han dado el lujo de
introducir en el lxico de los televidentes y radioescuchas, expresiones
Ininteligibles con la idea de sorprender a la mal parada tradicin de (pie
lo hecho en Mxico es siempre inferior a lo de nombre extrao: y por
ah andan los nios repitiendo que ko-seino que Shadow es
performance, o que Cavalier es el "nico automvil en su categora con
el poderoso Motor V-6 Muhi-port fuel injection", mientras que para
excitar las mentes infantiles nos presentan el Batimvll que sali en la
pelcula y se gastan millones en traernos el Gran Premio de Frmula 1.
A Mxico, es decir, a ensartarse en nuestro pueblo como rasgo cultural,
el automvil lleg de Estados Unidos. All resulta impracticable la
cotidianeidad sin este elemento, verdadero orquestador de sus pobres
vidas. Parecera que los estadunidenses existen por y para el coche y as
lo proponen sus exitosos inventos y tcticas comerciales, por medio de
las cuales son capaces de asaltarnos con la venta de un auto que te habla
y te aparta de todos los rasgos de la especie sapiens. All vemos a los
jvenes norteamericanos "divirtindose" en sus fines de semana con el
ir y venir incansable de su automvil por la calle central de su ciudad,
diez, veinte, cien veces, mostrndose ante sus coterrneos que hacen lo
mismo y compitiendo con ellos por la baba del sexo opuesto. Ah estn
los servicios de comida rpida en la ventanilla del auto que han
marcado generaciones enteras de nuevos intiles no aptos para
desprenderse de su vehculo ui por un solo minuto. El Drive Through
de sus cafeteras y hamburgueseras es un ejemplo que por cierto en
Mxico ya ha sido adoptado. Ah estn las colas para ir al banco sin
moverse del volante y los paseos guiados que les impiden contactarse
con lo que visitan; ah est el absurdo invento del autocinema, con
espectadores encapsulados que se aburren ante el eco solitario de sus
torpes risas; ah estn los monumentales estacionamientos de veinte
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pisos y las autopistas que no dan tregua a la ciudad. Ah est la cultura
del coche, omnipresente en sus razonamientos y su lenguaje; si
hablamos de sobrenombres para un auto en Mxico, los
estadounidenses son en eso los reyes: para el solo "Modelo T" de la
Ford en sus primeros aos, hubo una espantosa lista de apodos como
"Tin Lizzie", "Henry", "FIyver", "Can opener'', "Sardine box", "Road
louser" y muchos ms que Cynthia Detttelbach enlista en su libro In
The Driver's Seat. Ah mismo detalla la Increble ancdota del sacerdote
Robert Schuller, que celebraba misa en una iglesia a la que los
concurrentes asistan en automvil permaneciendo adentro durante la
celebracin, milagro al que l llamaba "a 22 acre of shopping center of
Jess Christ".5 El peligro que nos ronda consiste en que cada vez los
habitantes urbanos de Mxico nos asemejamos intencionalmente ms a
ese pueblo afectado por el sndrome del automvil, paro el cual este se
convirti en una obsesin irrenunciable, como hace ver David Riesman
en su libro Abundancia para qu'?"'6 Ames los ciudadanos queran
tener un coche para poder ir a trabajar; ahora quieren trabajar para
poder tener un coche.
5 La traduccin sera: "un centro comercial de 22 acres(unos 89 kilmetros cuadrados) para Jesucristo" Cynthia Dettebach In die Drive Seat p.103 6 David Riesman, Abundando Par qu? p278
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Cuando menos tres generaciones de habitantes urbanos han nacido o
inmigrado a la Ciudad de Mxico bajo el signo del autmovil. As se nos
educa y a eso ahora aspiramos cuando llega la hora de dejar los juguetes
infantiles y tomar otros jugetes ms serios y peligrosos.
Foto: Jorge Vargas Lpez
Ningn estudio serio sobre la ciudad de finales de siglo puede
prescindir del auto como condicionante de las prcticas sociales y como
parte de la explicacin de muchos de los problemas urbanos que nos
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aquejan. Ningn anlisis ecolgico puede echar de lado su accin
destructora. Ninguna Investigacin sociolgica o psicolgica puede
descuidar al auto como factor constante de la vida social y ningn
mdico puede soslayarlo como posible causa de males y enfermedades.
Pero lo ms importante para urbanistas y gegrafos es que el automvil
determina el orden de los espacios de la ciudad y la dinmica
socioeconmica de la misma. Todo anlisis territorial, toda pesquisa
demogrfica y todo estudio sobre flujos comerciales debern
contemplar como rubro de inters al torrente vehicular y su
significacin no slo como transporte, sino como actor de los diferentes
papeles enunciados en este captulo. El automvil es, para Edward T.
Hall, "el mayor consumidor de espacio, personal y pblico, creado por
el hombre hasta ahora".7
Con el auto pues, se juega unte todo una caria poltica definitoria en la
espacialidad de la urbe. El resultado del orden territorial traer
comportamientos diferentes en cada caso y respuestas polticas
favorables o contrarias que definirn, a fin de cuentas, ciertos ejes de
evolucin urbana. Los rasgos de esta dinmica son lema de lo que aqu
hemos llamado el automvil-regla, protagonista de dos de los captulos
presentados. El automvil-regla es una derivacin del automvil-
mquina por medio de la cual se expresa el dominio que este vehculo
ejerce sobre la gente de la ciudad y sobre la ciudad misma
determinando sus espacios y sus tiempos. Esa es la primera mitad y en
ella se responde la parte inicial de por qu el automvil. Para ello
echamos mano de trminos y conceptos confeccionados durante la
marcha de la presente investigacin y conviene explicar su definicin.
Habiendo hablado de los distintos perfiles de anlisis que del automvil
se pueden Hacer (smbolo, mquina, regla) es preciso dejar claro que
ste no es un trabajo rabioso contra el automvil por s mismo, sino
contra todo lo que se ha desatado a partir de l, acudiendo sobre todo en
defensa de la salud de los seres vivos que pueblan el planeta y ms
concretamente la cuenca de Mxico. Tampoco se trata de hacer un libro
7 Edward T Hall. La dimensin oculta p.214
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sobre transporte o un estudio sobre contaminacin porque ambos ya
estn hechos, y si aqu mencionamos ese tipo de factores es porque
refuerzan nuestra posicin sobre el automvil. Se trata, en ltima
instancia, de demostrar que no todo est perdido. Por ello hablamos a lo
largo del ensayo del "proyecto automovilstico" como sinnimo de toda
la infraestructura y la voluntad que se ha puesto para que este vehculo
se convierta en el amo de la evolucin urbana. Las empresas
transnacionales automotrices, los gobiernos que las aceptan y protegen
y los capitales que se destinan para construirles calles &son parte de
este "proyecto automovilstico".
Las refaccionarias, las llanteras, las agencias de venta, los reglamentos
de trnsito y la produccin de gasolinas tambin forman parte de l; en
suma, el "proyecto automovilstico" es todo aquello que pugna directa o
indirectamente por hacer del coche centro de su modo de vida, causa de
sus desvelos y solucin a sus problemas. Todo lo que gira alrededor,
desde un modesto lavacoches hasta una poderosa industria acerera,
constituyen el gran circo del "proyecto automovilstico" que, sin
embargo, no ha pasado de ser eso: un proyecto.
Tantos ilusos desearan que fuera posible (o acaso lo creen) el
establecimiento del automvil como realidad, como solucin universal,
natural y obligada, pero muchos otros ya se han percatado de que esto
es materialmente Imposible, Nunca ha habido ni nunca jams habr la
posibilidad de que la Tierra, o alguna ciudad sobre su faz, funcione con
coches. En ese sentido es que sealamos al automvil como objeto de
un proyecto que afortunadamente nunca se realizar y por tanto
hablamos de un proyecto frustrado; para demostrarlo hablaremos de
lugares donde el automvil no ha podido reproducirse masivamente,
pero sobre todo hablaremos de las urbes occidentales donde s lo ha
hecho. Y para enfrentarnos a su obsesivo embate (que a pesar de
demostrar su inoperancia persiste) proponernos una serle de medidas
que parten de la revisin a conciencia de lo que es la va pblica en la
Ciudad de Mxico y las posibilidades socioeconmicas del pas, con la
idea final (y viable) de reducir al auto a su justa dimensin lomando en
cuenta sus atributos y capacidades, mismos que ante la generosidad de
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otros medios, no tienen ni punto de comparacin por su palidez e
inconsistencia. Otros trminos requeridos dentro de los prximos
captulos son el de Propietarios y No propietarios, para definir con el
primero a aquellos ciudadanos que poseen un automvil y lo sostienen
intelectualmente con una serie de pertenencias anexas (casa propia,
reloj fino, colegiaturas en instituciones privadas, membrecas, viajes,
antena parablica, nintendo, compact disc, etc.). Los No propietarios
sencillamente se definen como el resto de los habitantes, incluyendo a
aquellos que siendo usuarios de un auto por necesidades laborales, no lo
muestran como smbolo ni como marca indeleble de su status
alcanzado. Con estos ltimos aparece la segunda parte del trabajo,
donde se presentan posibilidades basadas en la prctica cotidiana de los
trajines y desplazamientos que la gente realiza sin automvil y
frecuentemente contra l. Se ofrece entonces la visin ms natural de
los humanos en el espacio, la del animal erguido que razon su
existencia andando a pie, no en astronave ni en coche; a pie descubri
los espacios de la urbe y prob y prueba el sabor de la ciudad. Ah se
demuestra la deshumanizacin sistemtica de una ciudad que no
contempla, ni legal ni fsicamente, a los caminantes O peatones, que
dicho en llano representan el 85 por ciento de los pobladores de la urbe
ms grande del mundo. A eso, aqu, le llamamos antidemocracia.8 Ese
peatn, sin embargo, recurre a ciertas alternativas y puede subirse, jimio
con otros peatones, al calor del transporte colectivo, donde su defensa
ante la amenaza automotriz se ampla aunque sea someramente. Pero
como los proyectos no-automovilsticos no son del inters de quienes
toman las decisiones poli ticas y econmicas en Mxico, entonces los
17 millones de peatones tendrn que sortear las deficiencias y
limitaciones del transporte pblico o recurrir an ms aventurado al
abordaje de otros medios de transporte no formal, cuyo paradigma es
efectivamente la bicicleta. Para nosotros un ciclista es un peatn en
8 Para los clculos de este trabajo se ha tomado como cifra fija la de 2 millones 600 mil automviles por 20 millones de habitantes. otras cifras y proporciones usadas se explican dentro del texto.
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bicicleta, porque su carcter y vulnerabilidad es exactamente igual a la
de los peatones que caminan o a los que suben al transporte colectivo.
Todos ellos son parte de esa aplastante minora territorial que aumenta
cuando se le cuenta por cabeza. El territorio de la ciudad, sin embargo,
no es de ellos, sino de la insignificante mayora automovilista que goza
del espacio y de las bondades de una ideologa que cree en ellos y en
nadie ms. Ellos son loa que logran insertarse en la educacin nacional
y en los rganos de gobierno, los que cuentan cuando de Ingresos se
trata, los que parecen dinmicos y emprendedores. A ellos, por cieno,
est dirigido este escrito, a los que son automovilistas y estn cansados
de serlo, a quienes han identificado su ira contra una va pblica
terriblemente mal repartida y subutilizada, a quienes sienten que el
peligro acecha junto a las banquetas y estn lanos de respirar humo y
miedo. A ellos, automovilistas sensibles que se saben vctimas y a las
vctimas sensibles que no son automovilistas, a ellos pues, se dirige este
libro con el nimo de explicitar lo que todos sallemos. Si no hay un
trabajo ya publicado que trate este tema es porque resulta demasiado
obvio, demasiado claro y de amplio dominio pblico; el valor de estas
pginas es nicamente
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El automvil-smbolo: la mercadotecnia se ha valido de imgenes subliminales que
dibujan un mundo donde todo es posible a partir de la obtencin de un coche.
Anuncio redactado en ingls para un automvil de la venta en Mxico. El modelo es
1959 aunque ciertamente los simbolismos empiezan mucho antes.
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Capitol 2
El automvil - smbolo "...baby you can drive my car and maybe I love you9
THE BEATLES'
Ms all de lo subliminal de cualquier anuncio de televisin, est la
franca imagen .que presentan los fabricantes de automviles al
publicitar sus nuevos modelos. En la pantalla, una mujer con medias de
seda se desliza por los acogedores asientos mientras rasgua y lame las
vestiduras o el tablero. Atrado igualmente por ella que por el potente
motor, un galn toma el volante para perderse juntos por los sugestivos
parajes de la modernidad, donde no existe el trfico ni el humo, donde
todo es lujo y pulcritud, comodidad y perfeccin, placer y prestigio.
Esos anuncios resumen de sobra la concepcin de progreso que nos
quieren presentar para desarrollar nuestras urbes. Toda una ideologa
subyace detrs de esta imagen de la felicidad que se convierte en meta
para los televidentes y para amplios sectores sociales que acaban
soando con poseer el lujoso vehculo. Si los valores difundidos
masivamente a partir de la segunda posguerra son La Riqueza (y la
propiedad) como xito social y La Individualidad de los miembros de
una comunidad como sinnimo de libertad, no hay mejor acto para
concretarlos que poseer un automvil. Con l parecen conseguirse "los
fines ms anhelados de la vida", la satisfaccin de las necesidades
terrenales, la prosperidad y "la realizacin"; sin l, aparentemente nada.
Es a partir de la posesin de un automvil que nos convertimos en
verdaderos ciudadanos con todos los derechos y los deberes, por encima
de aquellos ciudadanos de segunda que se trasladan a pie o en camin.
El automovilista encarna tos deseos de la civilizacin occidental porque
ha logrado desprenderse de las masas para proclamarse individuo nico,
diferente, libre y autosuficiente. Ha superado mediante la adquisicin de
su automvil la barrera que divide visiblemente a los Propietarios
(cargados de un estigma social que los identifica con el xito) de los No
9 *The Beatles "Drive my car", en Rubber Soul, Capitol, 1966
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propietarios (los frustrados, "los que no la hicieron"). As, lo mejor para
algunos automovilistas consiste en que la gente los pueda ver como
conquistadores de ese xito social; por eso orgullosamente se esmeran
en llamar la atencin con un estreo sonando a todo volumen, unas
llantas superanchas, un acelern en la esquina o un modelo
excesivamente caro. Con el tiempo y la imitacin de sus mayores, los
usuarios adquieren una necesidad casi orgnica de ser vistos, de atraer
la mirada ajena, y an ms Importante, la mirada de quien los conoce y
puede variar su opinin acerca de ellos por el cambio de imagen entre el
"cualquier estpido" que eran y el "estpido motorizado" que ahora son.
La personalidad tan imponente de este ltimo se diluye al bajar del
vehculo y apartarse de l para enfrentarse a la gente comn, a la
extraa raza de los No-propiciarlos que tan remotos suenan en su
biografa.
El automvil en todo el mundo, pero especial mente en las ciudades de
los pases pobres, posee un simbolismo que todos advertimos de una u
otra formo. Hemos sido educados para ello y dirigidos para buscar la
obtencin de uno a cualquier precio, ya sea porque estemos
deslumbrados por su magia o porque en una ciudad de coches nos es
imposible conseguir otro modo de transporte. Conoc a un tipo que los
jueves no exista porque su coche no circulaba, esto a pesar de que viva
en Insurgentes, la avenida ms comunicada del DF, y trabajaba a doce
cuadras sobre esa misma calle. Como ese individuo hay cientos de hijos
del auto que vivieron su infancia sobre l y se presentaron en sociedad
con una licencia de manejo en vez de su cartilla, su certificado de
secundaria o su fe de bautismo. De ellos trata buena parte de este
captulo. Conviene, sin embargo, deslindar de una vez a mucha gente
del embeleso simblico de estos artefactos, ya que muchas veces es
vctima del proyecto automovilstico pero to lo comparte ideolgi-
camente ni se deja hechizar por los anuncios. La razn de que use un
coche para desplazarse es simplemente eme no existen modos
alternativos de transporte que cubran las necesidades de movilidad de la
poblacin trabajadora: muchos enemigos del automvil lo usan porque
no hay otro remedio, porque despus de todo ac nos toc vivir, en una
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ciudad que nosotros no diseamos pero que estaremos dispuestos a
cambiar cuando las eventualidades lo propicien cuando el conocimiento
de nuestros males se haga ms pblico y consciente.
Y precisamente porque el automvil, adems de ser un smbolo es un
medio de transporte, encuentra en la va pblica el mejor escaparate
para mostrarse como ser superior y para marcar puntualmente las
diferencias entre los Propietarios y los No-propietarios, en el supuesto
de que el ciudadano automovilista es poseedor de muchos bienes
materiales ms. Este supuesto se presta para que muchos deslumbrados,
sobre todo de las clases con deficiencias econmicas, echen la casa por
la ventana para obtener un automvil y hacer as la finta de que han
conseguido ese status simbolizado por el nuevo vehculo. En otros
casos, las familias clase media que por golpes de suerte, de trabajo, o
por tener un pariente en el gobierno han elevado sus ingresos, se marcan
como primer paso a "la cumbre", la compra del ms vistoso modelo de
la Ford para abrir una barrera entre ellos y sus vecinos, otrora
compaeros inseparables de clase.
Nada hay ms revelador de la desigualdad social en nuestras urbes que
la va pblica: dime cmo andas y le dir quin eres. En la va pblica
se manifiestan con claridad las actitudes particulares y grupales (de
clase) que definen la poltica econmica oficial y los fenmenos
marginales. La orientacin y tendencias de una sociedad quedan
mareadas en el ordenamiento de los espacios que ocupan sus miembros
y sus actividades econmicas (flujos de capital). No es descabellado
entonces radiografiar las relaciones sociales y la poltica oficial en la
Ciudad de Mxico a partir de un anlisis del comportamiento y la
construccin de la va pblica, para demostrar as la terrible desigualdad
que nos caracteriza y de la cual hablaremos adelante, al referirnos al
obstculo que el proyecto automovilstico pone al supuesto de una
ciudad fincada en un principio democrtico (captulo 4), o al analizar
los espacios viales de nuestra urbe (captulo 5).
El smbolo del progreso
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Si hemos acordado que el automvil-smbolo es una fijacin individual
que puede llegar a satisfacer a personas en lo particular, cabe preguntar:
qu designio nos dio la posibilidad de admirar ese xito sobre
ruedas? La respuesta es una solucin de Estado que no es difcil
comprender. Otro Simbolismo, otra quimera, otra alucinacin
ideolgica se dio a nivel colectivo y corri gloriosa la falsa premisa de
que un pas con automviles y pasos a desnivel era un pas "moderno".
Engaados, asombrados y sorprendidos, pero muy deseosos y
emprendedores, nuestros empresarios y gobernantes del siglo XX
hicieron todo lo posible para asemejar los paisajes de nuestra gran
metrpoli a los de las ciudades norteamericanas, en su momento
paradigmas de la urbanizacin y el confort que hoy ya no tragamos.
Para ello, a travs de estos aos se han visto coludidos con las
transnacionales del automvil para realizar su deseo de ver, quiz sin
mala fe pero con ignorancia, a las ciudades mexicanas enfiladas hacia el
"progreso" y hacer de Mxico un pas "en vas de desarrollo". El paso
del tiempo ha puesto en entredicho los trminos aqu entrecomillados
por varias razones de ndole econmica, histrica y cultural.
Era frecuente aludir al grado de "subdesarrollo" de Mxico diciendo
que era un pas de pueblos bicicleteros. Un "pueblo bicicletero" era la
figura conceptual contraria al "desarrollo urbano", y en buena medida lo
sigue siendo; an existe este enfrenta-miento cultural en el cual la
primera opcin no es sinnimo de desventura sino precisamente de una
forma particular de evolucin social y espacial que excluye la
parafernalia intil y costosa de las ciudades estadunidenses. Tan
agradable es la imagen fugada del pueblo bicicletero, que hoy cada vez
mas chilangos la reivindican.10
Por el contrario, el concepto occidental
10 En Mayo de 1989 qued constituido el "Movimiento Bicicletero de la Ciudad de Mxico", cuyos reclamos no se limitan exclusivamente a la promocin de una infrestructura vial que permita el uso de la bicicleta, sino que ofrecen todo un nuevo panorama de ordenamiento urbano que desalienta el uso del automvil y defiende lso derechos del peatn y del usuario del trasnporte colectivo, con el consiguiente modo de vida ms humanizado y de mayor respeto a la naturaleza.
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Las modernas ruedas de la destruccin
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de "desarrollo" nos ha hecho pensar que la nica va para conseguir el
bienestar de la poblacin de cualquier lugar es emular a los llamados
"pases desarrollados", los del capitalismo dominante. Bajo estas premi-
sas que nos sealan el camino, sera tericamente necesario que
nuestras ciudades se asemejaran estructuralmente (en organizacin y
apariencia) a las de aquellos pases para podernos sentir cerca del
paraso desarrollado. Esto no es nuevo, muchos autores lo han tratado,
pero el caso es que en ello pensaban cuando se decidi trazar ejes viales
y kilmetros de puentes, tneles y estacionamientos. Al parecer se
olvid que una invitacin burda de las ciudades estadunidenses no
poda aplicarse mecnicamente a un pueblo tan complejo y diferente
como el que mora en la capital de la Repblica Mexicana y en cualquier
poblacin latinoamericana. Se soslay tina realidad, una cultura y una
idiosincrasia fuertes por querer a toda costa asemejarnos a ellos y se
pas por alto una relacin evidente entre Mxico y los pases
capitalistas dominantes: Mxico es un pas perifrico, dependiente y
"subdesarrollado" (para, usar sus mismos trminos). Sus decisiones son
tomadas en funcin de mltiples factores, uno de los cuales es la serle
de Intereses extranjeros que mueve el capital en esos pases. Dentro del
llamado Tercer Mundo, Mxico juega un papel Importante para el
"desarrollo" de los estados ricos y por eso mismo est impedido para
evolucionar en esos trminos de superabundancia y desperdicio.
Nuestros recursos y nuestro esfuerzo trabajan en buena medida para
ellos desde hace cinco siglos. Dentro del escenario mundial nuestra
labor es trabajar al margen tic tu acumulacin de riquezas, y su labor, en
cambio, es coordinarlo todo desde su posicin de poder avalado por una
hegemona econmica y militar que se retroalimenta abriendo ms la
brecha cutre naciones de opulencia y naciones dependientes.
Hacer ciudades como Los ngeles o como Houston, para hablar de lo
ms cercano, requiere de obtener recursos del exterior, como lo hacen
los Estados Unidos o como lo han hecho en Europa, pero nosotros
afortunadamente no tenemos a quin explotar, vejar y saquear
imponindole modelos culturales, a menos que lo hagamos sobre
nosotros mismos. Por desgracia es esto lo que hemos hecho; la
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Las modernas ruedas de la destruccin
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desigualdad campociudad, el clasismo y la marginacin de grupos
indgenas slo es una reproduccin a escala del imperialismo que
ejercen sobre nosotros como pas con la histrica y sistemtica
colaboracin de un antiguo grupo hegemnico perfectamente
idenlificable.11
Pero adems, hacer ciudades como esas obedece a una
cultura y una forma de pensar y de entender el mundo y la vida;
obedece tambin a una cosmovisin sometida a los excesos del capital y
a los alcances de la tecnologa ms exhibicionista que en buena medida
define lo que es su concepto tic desarrollo. Segn esto, para ellos est
bien enajenarse y exprimir los jugos de la naturaleza y del ser humano
para generar riqueza y poder. Para ellos desde hace mucho ha sido un
reto doblegar al medio ambiente y competir con su vecino por la
supremaca en cualquier mbito. Para ellos me sigo refiriendo a las
naciones "primermundistas" y especialmente a la estadunid en se la
libertad es entendida como la separacin Individual del resto de la
sociedad, y por eso se ensean desde temprano a romper con la familia,
con el barrio, con la pareja, y a obtener como instrumentos de su
Independencia un reloj, un walkman, un departamento, un automvil.
Su identidad como pueblo est signada en otros trminos; su
manifestacin nacional adquiere vigor slo cuando se unen en el estadio
de bisbol para ver la pichada inicial y cantar el himno con Michael
Jackson ante la bandera de la Pepsi, las barras y las estrellas. Pero este
ambiente ciertamente ridiculizable no puede ser condenado con el solo
argumento de que es absurdo y pernicioso, ya que merece respeto por
ser la identificacin de un pueblo como cualquier otro. En todo caso, y
sin duda alguna, el asunto merece ser pro fu ariamente analizado y
comprendido para lograr hallazgos con los cuales hacerle frente a la
poltica que sustenta todas esas aberraciones.
A diferencia de ellos, nosotros, los mexicanos, mestizos cargados de
cierta influencia cultural vinculada a los pueblos prehispnicos,
11 El prrafo suena rgido y panflectario por repetir ideas ya demasiado usadas, pero la vigencia de ellas no caduca mientras describan una situacin que contina; por lo dems es indispensable contextualizemos para hablar del tema que nos ocupa.
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practicamos en general la comunin con nuestra gente y nos
identificamos por nuestras costumbres y nuestra historia, lejos de apelar
tan slo a las efemrides que seala el calendarlo oficial, Por nuestro
antepasado no pasa la exacerbacin del individuo y su preeminencia por
encima de los intereses de la comunidad o la privatizacin del espacio y
de las cosas de la naturaleza; al contrario, el respeto por el medio
ambiente y la convivencia armnica con la naturaleza, a la cual
pertenecemos, ha sido un rasgo de nuestros pueblos que todava,
podemos observar en nuestro medio rural mexicano. Nosotros hemos
sido ms colectivos, ms clnicos, ms participativos y ms solidarios a
lo largo de nuestra historia y acaso en las ciudades se ha venido
adoptando una prctica cotidiana aislante que puede parecerse a la de
las grandes urbes de Europa y los Estados Unidos. Esto ltimo resulta
lgico al entender la conformacin de nuestros espacios urbanos y su
jerarquizacin: las ciudades grandes que hoy tenemos se parecen ms a
Occidente que a lo que hemos sido y somos en nuestros campos y
provincias. En ese sentido los chilangos estamos ms cerca de
Estocolmo o Washington que de Mixquic o Milpa Alta, a pesar de ser
las dos ltimas localidades comprendidas en nuestra entidad federativa.
Modernizarnos en esos trminos por moda ha sido tambin un smbolo
compartido con el vehculo predilecto de estas nuevas ciudades: el
automvil. Podemos decir, sin reparos, que ha habido un error garrafal
en la concepcin de la ciudad moderna: esta ciudad no nos pertenece en
cuanto que fue hecha con patrones ajenos a nuestras necesidades, a
nuestra dinmica y a nuestra tradicin; si amao estuvimos mal, la
medicina que nos aplicaron no fue la adecuada y el mal fue cien veces
peor. Como resultado tenemos una ciudad destrozada por cuyas venas
circulan tres millones de virus con ruedas.
Algo anlogo puede ser y lo mencionamos para ampliar la idea de lo
que es este fenmeno la obstinacin modernizadora que ech a andar
laguna Verde. En Mxico no requeramos del uso de la energa atmica
gracias a otras fuentes energticas que la naturaleza nos dio y que otros
envidian, pero como en los pases industrializados hay plantas
nucleoelctricas, los hombrecitos tecncratas que nos gobernaban al
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Las modernas ruedas de la destruccin
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momento de su instalacin y su puesta en marcha, defendindola por
encima de la voluntad popular, de la economa del pas, de la
independencia cientfica y de la misma argumentacin tecnolgica, que
en su caso bastante les fall: baste slo decir que un ao despus de su
arranque, laguna Verde haba sufrido 27 paros de emergencia, 12 mil
solicitudes de mantenimiento tambin de emergencia a los equipos y
componentes de la planta, mi! 00 reportes de deficiencias, 150
anomalas por baja calidad y 80 eventos o accidentes menores
reportables a la Comisin Nacional de Seguridad Nuclear.12
La falta de
refacciones disponibles tiene a la nucleoelctrica semi-parada y en
constante amenaza sobre nuestras vidas, pero su defensa oficial terca y
sorda combina como contina el apoyo al proyecto automovilstico. Y
si exponemos aqu el ejemplo de Laguna Verde es porque sintetiza
asombrosamente la capacidad negativa de este fenmeno. El proceso
que desemboc en su construccin fue rpido y por ello la factibilidad
de su desarticulacin es mayor que la del desmembramiento de un
proceso ms complicado como el del proyecto automovilstico. No
perdamos de vista este ejemplo de menor escala a lo largo del presente
trabajo para ir advirtiendo su paralelismo. Si en Laguna Verde la moda
es derrotada, tendremos un buen indicio de que el automvil puede ser
derrotado tambin. Claro que Laguna Verde no es un bien de consumo
inmediato ni un producto con el que se pueda comerciar y en ese
sentido no resulta comparable con la Industria automotriz. Simplemente
hemos descrito esa situacin para dejar claro que imitar por moda (por
smbolo) patrones de evolucin social externos ha sido
contraproducente para Mxico y sus ciudades. Vale expresar que
nosotros tenemos nuestros propios defectos y que no necesitamos vicios
de importacin. No somos peores que los estadunidenses o los europeos
ni tampoco mejores; somos diferentes.
El automvil-smbolo, por lo tanto, es una adecuacin que hemos hecho
de otros contextos al nuesl.ro. Sacando provecho de una especie de
12 Declaracin de Roberto Helier en "El del 25 de noviembre, el par nmerico 27 en Laguna Verde", La Jornada, 7 de Diciembre de 1989 p14
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malinchismo arraigada en la clase media emergente (nuevos ricos), las
transnacionales automotrices han logrado colocar lo mediante una
exhaustiva campaa publicitaria que destaca los valores que
sealbamos al principio: riqueza e individualidad. Por lo general se ve
a los Estados Unidos como el pas ideal, el pas de la abundancia
Inexplicable, y se le aora; tener un automvil de nombre "Citation",
"Cougar" o "Thunderbrid" es acercarse un poco a las mieles del
capitalismo dominante, pero es tambin dejarse atrapar por un amo que
arraigara su cultura para seguir sacando provecho econmico. Y cmo
fue que el automvil devino en smbolo y tom el poder de la ciudad
que lo acogi de buena gana?
La otra conquista
El relevo colonial que abandera Estados Unidos desde que los criollos
rompieron con Espaa, denota y advierte lo que podemos entender
como la segunda etapa dependiente de nuestros territorios; es decir, el
neocolonialismo, acentuado con los aos y reforzado an ms con la
presencia del automvil como elemento Inequvoco de su dominacin
sobre nosotros. El nacimiento del automvil en el mundo y su
introduccin a nuestro pas son etapas que debemos conocer para
entender lo que ocurre hoy en la Ciudad de Mxico. Desde sus primeros
recorridos en la Europa del siglo XIX, el automvil surgi como un
"lujoso capricho"13
cuya razn de ser era la diversin y la aplicacin
imaginativa en un invento, motivaciones absolutamente validas, que lo
hicieron evolucionar rpidamente al paso de las innovaciones
tecnolgicas. Los Impulsores y usuarios eran familias de economa
holgada residentes en Alemana, Francia e Inglaterra principalmente;
ellos haban tomado los principios del carruaje y los avances de la
bicicleta para Instalar sencillos motores probados en competencias, tras
las cuales la demanda creci y su fabricacin requiri de un ensamblaje
en serle cuyo modelo fue tomado de las mismas fbricas de bicicletas
13 Selecciones Readres El Libro del Automvil p8
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que ya lo venan practicando mos atrs. La primera gran experiencia de
fabricacin automotriz en serie se verific en Detroit, Michigan, en
.1908 con el clebre "Modelo T" de la Ford Motor Company, a partir
del cual nuestro pas empez a ser influenciado por las "necesidades*
de venta que tuvieron nuestros vecinos expansionistas, aunque desde
1898 se haba registrado ya la entrada en territorio nacional del primer
automvil desde El Paso, Texas.14
Los primeros automviles que circularon en Mxico cumplieron el
mismo papel que aquellos que se inventaron y usaron en Europa y los
Estados Unidos: satisficieron la curiosidad de reducidos grupos de
gente rica. Hasta entonces el grueso de la poblacin de la ciudad estaba
acostumbrada a caminar o a transportarse en tranvas de traccin animal
que circulaban sobre los tendidos de vas hasta la Plaza de Armas
(Zcalo) y por las principales calles del Distrito Federal. En aquella
poca se poda ver a los dos tipos de transporte ms usados: el de esos
tranvas de mulitas y el de carruajes Jalados por caballos, sobre los
cuales un cochero guiaba para las familias mejor acomodadas en el
mbito por Arista que cruzaba el umbral de un nuevo siglo. Primero
algunas de esas familias, y luego casi todas, se hicieron de un automvil
importado con el que marcaban sus distancias del resto del pueblo, a
saber: peatones y usuarios de carretas de carga, mismos que eventual-
mente abordaban tambin el tranva.
Entre las mltiples obras pblicas que Inaugur Don Porfirio durante
sus siete periodos en la presidencia de Mxico, est la electrificacin de
los tranvas, que desde el 15 de enero de 1900 empezaron a correr sin el
tiro de mulas, energizados mediante un brazo que una al tranva con un
cable tensado por postes a lo largo de los recorridos, tal y como ahora lo
hacen los trolebuses. As, la gente vio agilizado su traslado por esas
mismas vas y por otras nuevas que se fueron extendiendo y que
permaneceran ms all de la etapa armada de la Revolucin Mexicana.
Sin embargo, la proliferacin de ese efectivo medio de transporte se vio
cortada por una serie de huelgas que obedecan a las condiciones de ira
14 SCT Apuntes para la historia del autotrasnporte p.15
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bajo de los tranviarios y su relacin con la Compaa de Tranvas
Elctricos, de capital extranjero.15
Los paros, iniciados en 1916 y 1917, se multiplicaron en el primer
lustro de los aos veinte y los choferes de los ya numerosos autos de
alquiler siguieron improvisando labias sobre chasises viejos para darle
vida a la "nueva industria del autotransporte" que hizo de la acera
adyacente al Palacio del Ayuntamiento (DDF) su sitio de base.16
Luego
se fijaron lneas y rutas determinadas que sirvieron de plataforma a la
cada vez, ms compleja red de transporte colectivo que no ha frenado
hasta nuestros das.
Nacido el transporte elctrico y el automotor, los propietarios de los
automviles existentes ya eran dueos de un smbolo que les daba
prestigio y que los diferenciaba del Mxico obrero y del Mxico rural.
Dicho smbolo se fabric en nuestra ciudad desde 1925, cuando la Ford
estableci una planta armadora que contribuy a sumar los 15 mil 63
autos que se registraron ese ao en el DF.17
Aos ms tarde, en 1935, la
General Motors instala la suya en la propia Ciudad de Mxico, seguida
de la Chrysler, que bajo el nombre de Automex establece otra planta en
1938. Para 1946, es decir, veinte aos despus de que Ford trabaja en
Mxico, diez empresas ya se han establecido en la ciudad y salvo una
(Morris-MG), todas provienen de los Estados Unidos aunque sea en
sociedad con alguna otra europea.18
Con este primer auge de las
transnacionales del automvil, para mediados de siglo el numero de
automviles lleg a sobrepasar los 55 mil para una poblacin capitalina
de apenas poco ms de 3 millones. Si desde aquel entonces se hubiera
15 DDF "Servicio de trasnporte elctrico", en memorias de gestin 1982-1988, p.5 16 SCT. op Cit p.15 17 DDF Anuario de vialidad y trasnporte 1983 p.7 18 Los datos y las fechas no soy muy precisos y varan por meses; en "Transporte", en enciclopedia de Mxico p. 7822, se dice que General Motors y Chrysler se establecen en 1986, Los datos aqu citados son de Carlos Snchez Marcos Introduction to the Mexican Automobile Industry, OCDE 1968 pp. 2y4 tomados de la tesis de maestra de Sergio Gonzlez Lpez Factores determinantes de localizacin de la industria automotriz en Mxico p.122
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Impulsado el transporte colectivo o los vehculos como la bicicleta en
lugar de la infraestructura que beneficia al auto particular, la "ciudad de
los palacios" nos hubiera permitido seguir teniendo la visin de
Anhuac que inmortaliz Alfonso Reyes: "Viajero: has llegado a la
regin ms transparente del aire".
Pero el automvil era el smbolo del progreso; cmo rechazar lo? Sus
defensores fueron, para entonces, los gobiernos posrevolucionarios que
siguieron creyendo -quiz como cualquiera hubiera credo (quiz) que
"el desarrollo" ya estaba trazado por los pases capitalistas occidentales
y no haba ms que seguirlos. Despus de la Segunda Guerra Mundial y
el reordenamiento geopoltico del planeta, ese tipo de pases ya tena
claro que los territorios y pueblos subordinados seran proveedores de
materia prima y sus potenciales mercados para Introducir productos ma-
nufacturados. Las transnacionales se encargaron de establecer esa
desigual relacin a la que slo en ciertos periodos de nuestra historia se
le pudo poner un alto. El caso concreto de las transnacionales del
automvil es un caso de impunidad y complicidad ideolgica que les
permite, hasta el momento, crecer con enormes ganancias en nuestro
territorio y desarrollar un modelo de enclave moderno que resulta, por
la fuerza que ha llegado a adquirir, prcticamente inamovible. El relevo
de una concepcin criolla del Estado fue removido por otra igual al
institucionalizarse nuestra revolucin y eso propici la entrada de tantas
empresas del ramo. Hubo facilidades interminables para ello, como la
otorgada en los tempranos aos veinte a la Ford, que fuera agraciada
con una reduccin del 50 por ciento de impuestos en sus importaciones
a Mxico de autopartes y vehculos desarmados. Luego de esto, su
establecimiento fue ms sencillo, ya que podra operar con la barata
mano de obra mexicana y sin riesgo de estallidos laborales pues contaba
con la promesa del entonces Presidente, Plutarco Elas Calles, de que no
tendra los problemas sindicales que desde aquellos das aquejaban al
medio de los tranvas, Esto a Ford le vino muy bien, ya que en la propia
Detroit acababa de enfrentarse a sus obreros norteamericanos.19
19 Sergio Gonzlez Lpez op ctt. pp 17 y 18
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Aqu merece abrirse un parntesis para recordar que, en buena medida,
la poltica norteamericana, basada en una articulacin econmico-
industrial-militar, est compuesta de manera fundamental por las ms
importantes empresas transnacionales norteamericanas, entre las cuales
figura la General Motors, copatrocinadora (como se ver
detalladamente en el captulo 4) del despliegue armamentista por el
espacio exterior y de la fabricacin de armas convencionales.
Recordemos que el primer automvil que funcion fuera del Planeta
Tierra, el vehculo lunar de Armstrong y Collins en 1969, fue en efecto
un General Motors, lo cual no es azaroso ni sorprendente. La influencia
de las transnacionales del automvil es tal que en varias ocasiones las
lneas polticas de los gobiernos quedan determinadas por la
conveniencia o Inconveniencia que alguna medida puede traer a los
intereses econmicos de ellas. Tal es el caso de la poderosa unificacin
que se dice protagonizaron hace unas dcadas la propia General Motors,
la llantera Goodyear y la petrolera Standard Oil para impedir que el
excelente sistema de transporte elctrico que exista en Los ngeles
siguiera operando. La informacin ha estado oculta, pero si acaso es
cierta, tendremos aqu el ejemplo ms claro de los alcances del proyecto
automovilstico que, para el caso, lograron desmantelar una red de
transporte colectivo bastante completa con el nico fin de enriquecer se
con la venta de autos, de llantas, de gasolina y con la construccin de
interminables avenidas que surcan los aires, suelos y subsuelos de la
ciudad estereotipo del "american dreams".
El resultado ah est: una urbe en la que es imposible trasladarse sin
coche y que est ordenada especialmente a la medida de los motores; no
para facilitar la convivencia humana, sino todo lo contrario. Con estos
antecedentes cualquier medida anti-automovilstica est condenada a
enfrentar una feroz y desigual resistencia; el capital no oye razones. Por
eso se puede decir que desde los inicios de esta triste historia, el
consentimiento de nuestras autoridades se ha basado en ese falso
postulado que seala al automvil como equivalente del avance social y
material, adems de que ellos mismos se hayan convertido en asiduos
usuarios de este smbolo de cuatro ruedas, como hasta la fecha lo siguen
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Las modernas ruedas de la destruccin
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siendo. O es que alguno ha visto a un secretario de Estado moderno
subindose al trolebs? Acertadamente Marco Rascn expone la Idea de
que los funcionarios tecncratas que hoy nos gobiernan transitaron por
su infancia marginados de la vida, vindola desde el asiento trasero de
un coche, imposibilitados para entender que pueden existir ciudades sin
automviles basadas en las relaciones interpersonales que sus mamas
no les dejaron tener con el resto de los habitantes.20
Esos nios
marginados y marginadores son los que hoy dirigen los destinos de
nuestra patria. El resultado es comprensible no?
La Ciudad de Mxico, si quera alcanzar la era atmica, deba por tanto
eliminar los vestiglos de su pasado suburbano y entrarle a la
pavimentacin de las calles, a los pasos a desnivel y a la proliferacin
del automvil particular apartndose de esquemas globeros,
garnaeheros y bicicleteros. Con ello habra dificultades para caminar,
pero vala la pena todo aquello por situarnos cerca del deslumbrante
"futuro", nocivo concepto del discurso modernizador y estorbo
intelectual para la extensin de las capacidades humanas. Por fortuna
dentro del esquema en boga de la modernizacin entraba tambin la
construccin de un tren subterrneo que liberara de tanta gente a la
superficie que los automviles abarcaran a sus anchas. As el 4 de
septiembre de 1969 se Inaugur el Metro para destrozar
intencionalmente la posibilidad de que todo fuera solamente coches.
Pero tal vez el punto ms alto alcanzado por el proyecto automovilstico
tiene lugar en los restos de ciudad que nos dej Carlos Hank Gonzlez,
titular del DDF durante el gobierno de Jos Lpez Portillo. Al terminar
su gestin, en 1082, la Ciudad de Mxico haba quedado tajada en
porciones demarcadas por llamantes ejes viales que daban realce a la
importancia del automvil particular por encima de las necesidades de
la poblacin; las prdidas son Cualitativamente irreparables, y su
influencia perdura en los sexenios posteriores. Desde la perspectiva del
estudio espacial, lo que se hizo fue fragmentar la urbe para reordenar el
20 Marco Rascn "Bicicletas al reglamento de construcciones" en La Jornada 16 de octubre de 1989
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control de los espacios habitados y conservar el poder sobre los
movimientos populares por el conocido mtodo de dividir para vencer.
Pero desde otro punto de vista se redise la vialidad quitando en
definitiva la prioridad a los transportes pblicos para privilegiar los
individualizados, y concretamente al automvil. Cabe decir que el
Profesor Hank haba tenido la oportunidad de demostrarnos de lo que
era capaz desde que remodel la vialidad del Estado de Mxico durante
su gobernativa entre 1971 y 1976, previa al cargo de Regente capitalino.
Por ello en buena medida la responsabilidad es de l y tambin por eso
lo citaremos varias veces en el transcurso de este trabajo. Se pens que
los tranvas por ejemplo ya pertenecan al pasado, y como producto de
la ceguera tcnica e ideolgica ms aguda, se decidi desaparecerlos.
Ms tarde, al ver la cantidad de despidos de trabajadores tranviarios y
por las mltiples atrocidades perpetradas en contra de los usuarios, se
pusieron en operacin ms lneas de trolebuses y se emiti el decreto de
nacimiento de la Ruta 100, con lo que el transporte colectivo reciba una
bocanada de oxgeno que no bast para revertir la consolidacin del
proyecto automovilstico.
Ms sobre el smbolo del poder
Lo tengo porque puedo, y porque lo tengo, puedo.
Es el automvil la llave mgica que parece satisfacer corazones y
dividir a la sociedad de tajo como en un principio lo dijimos. Las
posibilidades de un ciudadano crecen directamente proporcionales al
costo de su auto o ni nmero de autos que tenga l o que tengan sus
parientes y amigos. Con ello puede ya (es decir, est autorizado
socialmente para) insertarse de lleno en la vida activa y moderna de la
metrpoli. El prestigio se compra y viene montado en un chasis, y el
desprestigio naturalmente, anda por las calles a hurtadillas ahorrando
para un coche, o al menos eso es lo que muchos suelen creer. El
automvil-smbolo encuentra su ms frtil terreno en aquellas mentes
deslumbradas por la vida intelectual de las novelas de Canal-S y por el
ambiente de los anuncios cordiales y juveniles de Coca-Cola. Es hacia
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ellos donde el mercado automovilstico se dirige con las imgenes
narradas al principio de este captulo. Y es que los automovilistas
pueden ser de muchos tipos, pero en general y dicho en llano, son
aquellos para quienes la prctica consumista se ha vuelto una especie de
rito, de ideologa importada directamente del modo norteamericano de
vida, y que anhelan fervientemente gozar de esa Libertad y de esa
autonoma individual de la que antes hablamos. Para ellos el automvil
es fundamental y sirve como retro alimentador de esas ideas aislantes,
contra sensitivas y anti colectivas. Simplemente analicemos, con
Edward Hall, lo que representa estar a bordo de un lujoso auto del ao;
"su gran tamao, sus asientos de tipo canap, sus suaves muelles y su
aislamiento hacen de cada viaje un acto de privacin sensorial. "21
Pero a
la muerte del sentido del tacto, los fabricantes de autos suman el
sistema de calefaccin o aire acondicionado para no sentir el clima
fuera de aquellos cristales cerrados hasta el tope y en ocasiones
polarizados. Muchas veces optamos tambin por instalarle al coche un
buen tocacintas estereofnico que nos asla
21 Edward T. Hall La dimensin oculta p.80
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El smbolo del poder, de la riqueza, de la virilidad y de la aventura. La
agilidad de un impala que ha recobrado su libertad para correr sin que
ya nada lo detecta y la perfeccin del hombre ms bello en la historia
de Mxico.
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"El que despierta los ms inesperados signos de admiracin" al recorrer las calles
puestas slo para l, sin trfico, sin humo, con comodidad y lujo excesivo. En una
ciudad de 20 millones de personas el automvil exclusivo es por definicin
excluyente.
-del ruido de la ciudad y nos mete en un mundo de sobreproteccin
desde el que rara vez percibimos otras realidades externas a nuestra
cpsula y desde donde no podemos "gracias a Dios" tener contacto con peatones o usuarios del transporte colectivo. Algn otro
automovilista me coment que gracias al programa "Hoy no circula"
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haba empegado a conocer la ciudad. En sustitucin de su blido
aislante opt por subirse a una bicicleta y descubri parques y jardines,
perros callejeros, muchachas guapas en espera del autobs, carritos de
helados, y tambin ruido y tierra, mucho polvo y humo que provocaban
los motores; pero lo que ms le sorprendi fue que existan
precisamente los ciclistas. Como conductor de coche jams los haba
visto, y de ello cobr conciencia cuando casi se cae por el cerrn de una
seora que iba a recoger a sus nios en la escuela. AI volver a tomar el
volante de su auto empez a verlos por todos lados, y vio al
periodiquero, al de las pizzas, al de la tintorera, al taquero, al afilador,
al jardinero, al cartero y a tantos otros asilarlos de la va pblica que
antes de eso eran ceros a la izquierda en la vialidad de la Ciudad de
Mxico.
Esta es otra de las particularidades del simbolismo automovilista. Por el
creemos que slo nosotros habitamos la ciudad y nos sabemos entonces
poderosos y altaneros. Como resumen de todo este proceso no hay
mejor ejemplo que un automovilista bronco y agresivo, de esos que
buscan pleito donde sea. Su podercito les hace sentirse acosados y
guardan a menudo una pistola en la guantera para defender su
sacrosanta propiedad, la que tanto sudor les ha costado. Ah dentro la
realidad es otra y el automovilista opera y se conduce como una
mquina insensible y solitaria que se maleduca para el trato posterior
con los seres humanos. A la vuelta de unos aos el automovilista se
podr convertir en una subespecie con los sentidos semimuertos, en un
individuo menos receptivo, menos comunicativo, ms hosco e
intolerante, ms egosta, ms manipulable. Este es el perfecto tipo de
personas que necesita la sociedad del libre mercado para hacerlos
consumidores necesitados de cuanta mierda le pongan enfrente, desde el
propio auto veloz y la antena parablica hasta boletos para ver a las
guilas del Amrica y la compra del videocaset que recuerda la visita
del Papa.
Sintetizando, el proyecto automovilista se sostiene gracias al
simbolismo que tiene este vehculo particular dentro de nuestra
sociedad dominada y a culturizada, y tambin gracias al poder de las
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transnacionales que lo producen. Sobre dos diferentes niveles golpea
este simbolismo; primero, como apreme significado de avance y
progreso colectivo de la sociedad, y segundo, como ratificacin de un
status adquirido o heredado para quien o posee, quien va abordo
minimiza la calidad humana de quienes no tienen coche, y a menudo los
peatones suelen ver tambin en el automovilista un ser de clase
superior. A tal grado ha llegado el convencimiento de que los
automviles son buenos y deben existir, que los mismos No-
propietarios lo ven como un elemento natural que tiene que pasar en el
crucero antes que ellos. Nos han subordinado al reinado artero y
agresivo de una maquina que supuestamente ayudara al hombre, pero
que acab por someterlo.
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Las modernas ruedas de la destruccin
Federico Fernndez Christlieb
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Captulo 3
El automvil-mquina "Todo era olor a gasolina, gritos destemplados!/.../. Brillo del sol
rebotando en los cristales y en los bordes cromados, y para colmo la
sensacin contradictoria del encierro en plena selva de mquinas
pensadas para correr."22
JULIO CORTZAR
Entrujar las mentes de los seres humanos para vender automviles-
smbolo no es, sin embargo, el mal mayor que producen los defensores
de lo que aqu llamamos el proyecto automovilstico. Por si lo dicho en
el captulo anterior no fuera suficiente, las transnacionales del
automvil y los modernizado res mexicanos nos hacen vivir
(sobrevivir) al lado del automvil-maquina. El automvil-mquina, ms
all de lo que representa en la cultura occidental, es un armasote de mil
500 kilos que arroja por el escape humos mortales, estorba, atropella,
gasta nuestro dinero y, a cambio, es tan slo capaz de transportar
ineficientemente a una persona y media en promedio por viaje. Slo los
tanques y aviones de guerra pueden ser ms intiles y dainos que un
auto. Antes de estos vehculos nunca se dise un aparato que
consumiera tanta energa, tantos recursos y tanto presupuesto, con el
fallido afn de ahorrarle esfuerzo al hombre, Y esfuerzo y trabajo es
precisamente lo que genera; trabajo y desperdicio traducido en costos,
mismos que inicialmente se pretendi ahorrar pero que ahora todos
pagamos con los intereses del tiempo y con nuestras propias vidas: error
tecnolgico de clculo que no parecen estar dispuestos a reconocer.
Sin ms antesala hagamos un recuento de lo perdido hasta ahora en "la
ciudad ms contaminada del planeta", a decir de las propias autoridades
de la Secretara de Desarrollo Urbano y Ecologa.23
22 *Julio Cortzar "La autopista del Sur", en Todos los fuegos el fuego p.10 23 Patricio Chirinos, Titular de la Sedue ante la asamblea general de la ONU, en Unomsuno, 24 de octubre de 1989 p.1
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Modernizacin ecolgica: los daos al ambiente.
En los aos cincuenta se hablaba de "progreso" y se volteaba hacia el
Norte para ver cmo los gringos eran tan felices y, sobre todo, tan
prsperos. Ahora se habla de "modernidad" y se coquetea an ms con
los Estados Unidos en los distintos rubros de nuestras relaciones
binacionales y nuestros tratados comerciales. Nuestra poltica
econmica es cada vez ms de ellos, ms de Su estilo de mercado y de
sus prcticas de consumo. Impulsar la modernidad y el progreso en cada
etapa ha consistido en modificarnos y diferenciar nuestra esttica
cotidiana de la esttica de la naturaleza, de sus formas que a los ojos
modernos resultan pasadas de moda. Para ello se ha sofisticado
precisamente el andar, el trasladarse; se invent el automvil y para que
rodara sin brincos se aplan el terreno con pavimento. El costo
ecolgico, que entonces "no importaba, ha sido enorme y hoy lo resiente como nunca nuestro medio ambiente.
As tenemos que una de las ciudades ms bellas del mundo en el siglo
XVI sucumbi ante la embestida militar y cultural de los europeos que
la conquistaron. En Tenochtitlan las calles y avenidas corran
acompaadas de acueductos y canales por los que el agua potable
llegaba a la Ciudad y el agua salobre permita la navegacin interna;
algunos puentes entrecortaban la perspectiva de los canales y acequias
y las famosas calzadas comunicaban la isla con la tierra firme de la
cuenca de Mxico. La fascinacin de los cronistas espaoles por la
metrpoli mexica no obst para esparcir sobre ella la slida e
intolerante evangelizacin que culminaria con la destruccin casi total
de las formas y dinmicas tenochcas. Hasta entonces, y de acuerdo con
su cosmovisin, los pobladores del valle haban convivido con la
naturaleza local sin afectarla de modo definitivo, preservando un
equilibrio ecolgico en verdad encomiable, pues se trataba de varias
urbes de muchos miles de habitantes en torno a los cinco lagos de la
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cuenca.24
Tras la conquista, la mentalidad de quienes mandaban no
ofreci el respeto acostumbrado por el medio natural y paulatinamente
se fue perdiendo ese equilibrio y la limpieza y salud del ambiente en la
zona. Es falso entonces el razonamiento neomalthusiano que a veces se
hace dirigindonos a pensar que ame ma poblacin tan numerosa era
inminente tanta muerte y tanta destruccin y que lo nico que hicieron
los espaoles al llegar con su guerra y sus enfermedades fue adelantar el
holocausto.
Hoy resulta traumtico visitar el museo del Templo Mayor y descubrir'
entre sus vitrinas la cantidad de especies de fauna y flora perdidas a
causa de las concepciones de las modernizadores de ayer. El Juego
contemporneo apuesta en nuestros das la vida de los seres restantes,
entre ellos desgraciadamente los millones de humanos que se supeditan,
sexenio a sexenio, a la voluntad de los modernizadores de hoy. Varios
son los daos sufridos por el ambiente merced al proyecto
automovilstico. En primer lugar hablemos de la pavimentacin, base
fsica por la que se deslizan los vehculos.
Al recubrir la superficie de la ciudad con una capa asfltica que facilite
el rodamiento, se impide la filtracin del agua de lluvia hacia los
horizontes ms bajos del suelo, como ocurra de manera natural hace
aos para abastecer de este lquido a los mantos freticos, comunes en
todas las zonas que son o que fueron lacustres. El agua, en cambio,
escurre hacia las alcantarillas donde es colectada para encauzarla hasta
las zonas de bombeo que la expulsan va el Sistema General de
Desage. Con la expulsin de esas aguas pluviales los mantos freticos
se han abatido provocando hundimientos que a su vez requieren de un
24 Es impresiso decir que los pueblos mesoamericanos no alteraron su entorno fsico, los mismos mexicas construyeron albarradones y disques para controlar la dinmica lacustre y talaron lasrgas extenciones de bosque dentro de los lmites de la cuenca. El inters aqu es demostrar que dichos cambios a su medio natural no iban en contra de su cosmovisin, profundamente respetuosa de las cosas de la tierra que constituin parte de ellos mismos. Es distinta la actitud fstica de los modernizadores que se erigen sobre todo en denominadores de lo natural para hacer evidente su poder y sus capacidades de decisin.
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mayor bombeo para extraer las aguas y expulsarlas a travs de los altos
lmites de la cuenca. Por la conformacin fsica de la zona, siempre,
desde las pocas prehispnicas, hemos tenido peligros de inundacin;
ya "en 1450 Moctezuma encarg a Netzahualcyotl el diseo y la
construccin de un albarradn o dique de 16 kilmetros de longitud
para proteger la gran Tenochtitln del frecuente azote de las inundacio-
nes. "25
Sin embargo, la pavimentacin ha redoblado los histricos
problemas hidrulicos al contribuir al hundimiento de la ciudad y a la
desecacin del subsuelo lacustre. Luego de los sismos de 1985 se inici
un estudio sobre la relacin presumible sobre esta desecacin de
mantos acuferos y la gravedad de los daos en la superficie por los
temblores; las primeras notas periodsticas al respecto parecan
coincidir en la evidente correspondencia.
El mismo recubrimiento asfltico Impide tambin la "transpiracin del suelo y, por supuesto, la posibilidad de que sobreviva la fauna y la flora
que alguna vez poblaron estos territorios, unos de los de mayor riqueza
natural del pas. Adems, la capa mencionada contribuye a las
alteraciones micro climticas que se presentan por la suma sinrgica de
los factores antes mencionados con el cambio del albedo, es decir, de la
energa que la superficie refleja o retiene. El color, la consistencia y los
materiales que recubran el valle de Mxico han hecho que los rayos
solares cambien su comportamiento generando nuevas condiciones de
humedad, presin y temperatura que repercuten en la circulacin
atmosfrica local y posiblemente en el clima, que puede haber venido
sufriendo modificaciones con los aos. Es todava discutible si los
rangos que determinan la clasificacin climtica han sido o no
sobrepasados, pero el hecho es que ha habido alteraciones sensibles
como consecuencia de los procesos enunciados y tambin de otros
factores: la contaminacin del aire modifica tambin las propiedades
atmosfricas encerradas por un relieve que obstruye el recorrido de los
25 Sergio Moreno Meja "Sistema hidrulico del Distrito Federal" en Atlas de la Ciudad de Mxico, p.185
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vientos dominantes que vienen del Noreste, al igual que lo hacen los
elevados edificios de la zona centro.26
Por otro lado, las capas y capas de asfalto que en cada nueva
administracin ordena el Departamento del Distrito Federal colaboran,
junto al paso constante de vehculos, a la compactacin del suelo,
inutilizndolo para que ocasionalmente pudiera drsele otro uso.
Recordemos que las tierras que alimentaron a muchas generaciones
anteriores ahora estn cubiertas de asfalto y concreto por el crecimiento
urbano bajo el modelo que incluye al proyecto automovilstico. Este
modelo desordenado que ocult la superficie natural es defendido con
poca imaginacin aludiendo a procesos similares que se han dado en las
ms importantes ciudades industrializadas y bajo el razonamiento de
que "no podra haber sido de otro modo"'. En realidad es inaceptable
pensar que la urbanizacin slo tiene esta cara, sin la cual no podran
satisfacerse las necesidades poblacionales tales como transporte,
drenaje, vivienda y otras. Algunas ciudades de En ropa y Asia han
crecido sin modificar drsticamente el ambiente y sirviendo a sus
pobladores en estos rubros (ver captulo 8). Integrar un sistema de
transporte masivo no requiere pavimentar indiscriminadamente toda una
cuenca; con slo extender vas frreas a lo largo de ciertos ejes trazados
estratgicamente o tambin, por qu no, con calles para autobuses que
respeten las reas verdes27
que tanta falta nos hacen. Se ha calculado
que cada habitante del Distrito Federal cuenta con 2.3 metros cuadrados
de reas verdes, que se reducen a 1.3 metros cuadrados en las
delegaciones ms cntricas, mientras que ciudades industrializadas
como Chicago o Berln ofrecen ms de 135 metros cuadrados a cada
uno de sus pobladores.28
El decremento proporcional de espacios
arbolados y prados se corresponde con el incremento obstinado de
calles y espacios viales; tan slo en 1979 y 1980 se pusieron en
26 Ernesto Janregul Ostos "Climas" en el Atlas de la Ciudad de Mxico p.39 27 Jorge Legorreta, Transporte y contaminacin en la Ciudad de Mxico p.215 28 Gabriel Quandri "La a Ciudad de Mxico ecologa o barbarte" En Ecologa Poltica/Cultura n 1987 p.33
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operacin 383'kilmetros de ejes viales para beneficiar a los usuarios
del transporte particular, sumndolos a la amplsima red de arterias
viales primarias y secundarias y a la cantidad de calles pavimentadas
que ya existan.29
Entre 1983 y 1987 se construyeron 68. kilmetros de
vialidades primarias y 760 de vialidades secundarias, adems de 10
distribuidores y puentes vehiculares.30
Y precisamente toda esta inmensa red de vas para el uso del automvil
y el transporte colectivo de superficie acab con la vegetacin que se
resista a morir ante el impacto ambiental. Fue Carlos Hank Gonzlez
quien autoriz, como Jefe del DDF, la deforestacin de camellones y
glorietas con el objeto de quitar estorbos a la modernizacin vial.
Durante el auge de los ejes viales en construccin se habl de
trasplantar rboles centenarios; en realidad stos jams recobraron la
vida que el progreso les arranc al removerlos de su suelo natural- Los
que sobrevivieron a la persecucin forestal se mantienen en pie hoy en
da grises y enfermos debido a las emanaciones txicas de las fuentes
mviles principalmente En ellos se pueden ver las alteraciones
ambientales y las de su ciclo estacional. Un golpe ecolgico ms lo
sufren las aves que habitualmente se posan en las ramas de aquellos
rboles. Por lo menos desde 1984 cientos de ellas han muerto en los
periodos invernales debido a los trastornos que sufren al inmigrar en su
ruta natural a la cuenca de Mxico, que ante era su refugio de estacin.
Quiz ningn parmetro sea tan alarmante como el de aquellos pjaros
que se desploman como al interior de una cmara de gases. Otro de los
agentes creados por la desmedida contaminacin urbana es la conocida
lluvia acida. Los txicos suspendidos en la atmsfera se combinan con
la precipitacin pluvial tornando su nivel de PH en cido, lo que al caer
deteriora principalmente la vegetacin pero tambin alarma arqueolgica- los monumentos histricos y las construcciones en
general. Es trgico que luego de sobrevivir a los episodios ms diversos
29 DDF Anuario de vialidad y trasnporte 1983 p.28 30 DDF Trasnporte: motor de la gran ciudad p.34
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de nuestra historia durante siglos, vengan los vehculos motorizados a
destruirlos a la vuelta de unos aos, y un buen ejemplo es la Catedral
Metropolitana.
Por otra parte la industria automotriz genera una enorme cantidad de
desechos que se han convertido en un problema sin solucin visible; no
nada ms la fabricacin de autos genera contaminacin y desperdicios,
sino que los mismos coches estn destinados a convertirse en chatarra y
a ocupar cientos de hectreas mrales o suburbanas como tiraderos de
fierro viejo. Esos "deshuesaderos" pocas veces son realmente
aprovechados en nuestro pas y en ocasiones llegan a representar
peligros como el desencadenado en Canad en 1990. El siniestro tuvo
lugar en un tiradero de llantas, donde varios millones de ellas ardieron
por ms de dos meses sin que la alta tecnologa del cuerpo de bomberos
local pudiera detener el Incendio, mismo que ocasion una conta-
minacin sin precedentes en la lista de este tipo de accidentes, por
fortuna Mxico no padece de la presencia de un nmero similar de
autos o de llantas al de Canad o los Estados "Unidos, pero el peligro
sigue presente con tantos desechos irreciclables o apenas aprovechables.
Entretanto, el ecocidio contina y nosotros, como parte de la naturaleza,
somos vctimas y victimarlos en la paradoja ms tonta del mundo.
Hablar de los daos a la salud quiz sensibilice ms a los ciudadanos e
impulse sus protestas, porque a los hombres que deciden poltica y
econmicamente por nosotros poco les importan los perjuicios causados
a la poblacin; esto lo sostenemos a pesar del cierre de la Refinera de
Acapotzalco y de otros complejos industriales del valle de Mxico,
actos a los que damos la bienvenida pero que descalificamos como
solucin.
Ciudad de Mutantes: los daos a la salud.
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El 1o de febrero de 1989 a las 8 de la maana se acab el peligro de la
contaminacin por decreto oficial, cuando menos hasta el siguiente
invierno. De un plumazo se levant la inversin trmica y la calidad del
aire permiti a los nios regresar a clases tras el obligado mes y medio
de vacaciones que los haba mantenido exentos. Era la primera vez que
las autoridades incorporaban una medida as (suspender actividades)
por el grado de deterioro atmosfrico al que los residentes de la zona
metropolitana estbamos sometidos, pero cuando decidieron que como
paliativo ya era suficiente, abrieron de nuevo las escuelas. Un ao antes,
en el invierno de 1987-1988, la aventura poltica los haba animado a
retrasar el horario habitual, convocando el ingreso de primarias y
secundarias a las 10 a.m., hora en que la inversin trmica debera
haberse roto y el aire en la superficie estara probablemente ms limpio.
Se intentaba, con todo ello, presumir de medidas drsticas, pero no se
atacaba el problema de fondo.
Por lo pronto, el Movimiento Ecologista Mexicano denunciaba que
''poco ms de 700 mil alumnos de preprimaria y primarla del Distrito
Federal y rea metropolitana" estaban dejando "de asistir a las escuelas
por estar afectados de las vas respiratorias".31
La realidad mostraba que
por ms discursos y rbidas contra la contaminacin, sta continuaba su
tenaz menoscabo de la salud humana, sobre todo la infantil. Ninguna
caricatura de medida poda abatir los altos ndices de afeccin en las
propias clnicas estatales y la demagogia no poda declararnos sanos