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92 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO

Hay algo en el libro que quizás es lo quemás me atrae; lo que a falta de un mejornombre llamaría el método Pérez Gay. Unafórmula singular de adentrarse en las vidasy obras de diferentes autores, recreando susrespectivos contextos, sus biografías, sus re -laciones, sus sueños y delirios. Se trata deuna fórmula marcada por varios amores: alos libros, a la memoria, a la cultura, a la his -toria, a la deliberación pública e incluso pri -vada. De tal suerte que los materiales puedenser reciclados, los testimonios recolocados,los ensayos y novelas vueltos a leer, pero enuna atmósfera concebida, creada, por JoséMaría Pérez Gay.

El primer paso del método consiste enla zambullida. “En 1986 yo vivía en Vie -na… Vivía inmerso en la historia del Im -perio Austrohúngaro. Viena era, para mí,una ciudad más que inventada, reconstrui -da por la memoria y la imaginación de laliteratura… Mi idea fija y secreta era escribirun libro de ensayos sobre cuatro escritoresaustriacos… una suerte de mosaico biográ -fico durante el crepúsculo del Imperio…Me dispuse a pasar esos meses leyendo re -latos desaforados e inolvidables: tristes histo -rias de amor, terribles lecciones políticas,críticas de libros magníficos, aforismos, car -tas, diarios de escritores desesperados quevivían el derrumbe de un imperio, la cer-teza de la desesperanza, y, al final, la litera-tura como un antídoto contra el venenolento de la realidad”.

De esos afanes nació hace veinte añosEl imperio perdido (Cal y Arena). Una in -mer sión en las biografías y obras de Her-mann Broch, Robert Musil, Karl Kraus,Joseph Roth y Elias Canetti. Pero ahora loque quie ro subrayar es el método. Si pres -tamos aten ción al párrafo de José María Pé -

rez Gay, de lo que se trata es de un autén-tico buceo en un universo ido, de una zam -bullida a la lec tura omniabarcante. Unaespecie de túnel del tiempo que solamen-te se puede visitar a través de la lecturavoraz, insaciable, desproporcionada. Es ungozo peculiar: aproximarse a los otros y sucircunstancia por medio de testimonios,novelas, ensayos, y todo aquello que de al -guna u otra manera resguarda la memo-ria. Es además un afán de comprensiónque parece suponer que por medio de laliteratura podemos vivir una especie de ós -mosis con las vidas de aquéllos a quienesadmiramos.

El segundo paso invariablemente pare -cen ser los hallazgos, las auténticas perlasque obtiene el buceador a lo largo de sutrayecto. “Recuerdo esa mañana de abrilen la Biblioteca Central de Viena. Una mu -jer rubia y regordeta me entregó mi traba-jo de esa semana: siete legajos de papeles,notas y manuscritos, una carpeta azul cuyatapa tenía un letrero amarillo…: JosephRoth: crónicas periodísticas y corresponden-cia. Pasé dos meses leyendo… La prosa deRoth me sedujo pero también su vida se cre -ta… Su mitomanía me dejaba perplejo…Roth consideró en 1939 la posibilidad deemigrar a México… (Pero) esa mañana ape -nas le di un vistazo a las crónicas y repor-tajes porque, revisando la corresponden-cia de Roth, encontré dos cartas que, porerror o negligencia, algún empleado del ar -chivo había puesto en el mismo atado… Noconocía al autor, ni a la destinataria… sietehojas en la caligrafía alemana de princi-pios de siglo… que había sobrevivido al po -der corrosivo del tiempo. El papel tenía gra -bado en el extremo superior derecho unnombre en letras de molde: Dr. Med. Otto

Gross, neurólogo y psiquiatra. Fotocopié lascartas y las guardé en el portafolios”.

Si uno fuera un maestro de metodolo-gía, aquí seguiría un ensayo sobre el datoserendipity, aquel que se encuentra sin si -quiera buscarlo. Pero no se trata de eso, obueno, sólo en la superficie. El hallazgo enestos casos es fruto de una predisposicióna devorarlo todo, a no dejar de escudriñarpor los rincones, a un afán por abarcar másallá del “objetivo” prefijado. Quien hayaestado en una hemeroteca sabrá cómo alhojear las páginas de un viejo periódico enbusca de una información precisa, de re -pente salta la liebre, en una nota, un anun-cio, un comentario, que dejan pasmado yen ocasiones encantado al lector. Es un mo -mento estelar: sorpresivo y fecundo. Qui-zás hipnótico.

El tercer paso es no soltar el descubri-miento, sino trabajarlo, explotarlo. “Al ano -checer, regresé a mi departamento, rendi-do… y releí las cartas. La primera fechadaen 1908; la otra, en julio de 1914. Para misorpresa, la primera estaba escrita en un ma -nicomio… un médico psiquiatra, al pare-cer muy conocido, se encontraba cautivoen la clínica… Le pedía auxilio a una mu -jer… Frieda von Richthofen… El doctorOtto Gross mencionaba además su propiaadicción a la morfina, explicaba que Sig-mund Freud había ordenado su interna-miento, y que su médico, el doctor CarlGustav Jung, había equivocado el diag-nóstico con la intención de mantenerlo encautiverio. Hablaba con furia del psiquia-tra suizo…”.

La segunda carta, transcrita en extensopor Pérez Gay, es una dura diatriba deGross contra Jung y su propio padre quelo han internado en el manicomio, una re -

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RESEÑASY NOTAS | 93

creación expresiva de la relación erótica entreGross y Frieda (“los días encerrados en aqueldepartamento… tiempo de explorarte, debuscarte con los dedos y la boca antes de sen -tir el arco de tus piernas y entrar en una bra -sa viva, enredarme en lianas rubias, besaresas brasas cuantas veces sea necesario, que -marme…”), y una reflexión dura y certerasobre el internamiento en la clínica psi-quiátrica.

Uno no sabe si estamos ante un para-noico o un genio, o ambas cosas. De lo queno hay duda es que las cartas expresan lastensiones de una vida cruzada por el estu-dio y las adicciones, la fuerza intelectual yla pasión amorosa. Gross aparece como unavíctima impotente y al mismo tiempo co -mo un luchador implacable. Escribe conconvicción y cargado de delirio.

El cuarto paso es buscar más y más co -rrelaciones, intuyendo correctamente quecada biografía está modelada por el con-tacto con los otros y que esos otros segura-mente tendrán una visión particular de esatrayectoria vital. Como en un caleidosco-pio, conforme vamos moviendo la mano,los espejos cambian de posición y constru-yen nuevas figuras. Así, Pérez Gay descu-bre una carta de Carl Gustav Jung a Freud,donde reconoce que su trato con Gross sig -nificó una “experiencia demasiado amarga”.“A ningún otro de mis pacientes le ofrecítanta amistad… y con ningún otro… co -seché tanto fracaso y dolor”. Y entonces Pé -rez Gay se enoja. “Jung miente y manipu-la a la distancia al profesor de Viena”.

Y ésa es quizás otra de las característicasde su método. El autor de repente irrum-pe, como si la historia estuviera en curso,como si su función fuera la de ofrecer ar -monía a lo inarmónico, como si su obliga-ción moral fuera la de poner a cada quienen su lugar. Lo cual llena de sentido y pasióna la lectura. La insidia de Jung se convierteentonces en un nuevo acicate. Escribe Pé -rez Gay: “me empeñé en la tarea de inves-tigar quién había sido Otto Gross… Ne -cesité tres años de búsquedas meticulosas,de entrevistas imaginarias, de reconstruc-ciones que parecían imposibles, hasta res-catarlo de la memoria de sus contemporá-neos…”.

Y así encuentra una carta de Kafka a Mi -lena en la que se refiere a Gross: “una per-

sona muy atractiva y seductora”, con ungran “don verbal”. Y cuenta que viajandoen tren, “Otto Gross intentó contarme al -go toda la noche, salvo breves interrupcio-nes en el camino, que aprovechaba, quizá,para inyectarse o inhalar una dosis de co -caína en el baño… No entendí una solapalabra… Mientras Gross me devorabacon los ojos, yo asentía de forma mecáni-ca… Mi entendimiento es frío y lento…Gross despertaba eufórico, se ponía depie, abría los brazos y hablaba sin detener-se…, luego se calmaba y dormía…”.

El educado Kafka vive una especie depesadilla con Gross, pero no se atreve a re -conocerla. No obstante, el retrato que hacedel personaje ayuda a Pérez Gay a ir com-pletando el mural. Lo mismo que la histo-ria del padre de Gross, juez instructor de laciudad de Graz o el testimonio del direc-tor de la revista Die Zukunft, que da cuen-ta de la detención, traslado e internaciónen un manicomio del multicitado Gross.Como en un juego de espejos, la percep-ción cambia según el testimonio. No es fá -cil establecer la verdad y quizás incluso eseintento sea innecesario. “Los hallazgos li te -rarios se van acumulando accidentalmen-te, van cayendo por azar hasta que se aco-modan y armonizan unos con otros”, diceSebald en una entrevista.

El quinto paso del método es tratar deponer orden en el aparente desorden. Al

final Otto Gross aparece como una perso-nalidad destacada dentro del ámbito psi-coanalítico de Viena y Zurich. Nos ente-ramos de sus participaciones en congresosy de sus ponencias innovadoras; de sus pu -blicaciones y sus tesis (“abogó por la vuel-ta al matriarcado comunitario, basado en lasolidaridad de los individuos… en buscade formas libres de la vida sexual”). Fueperseguido por su padre que logró inter-narlo varias veces. En la guerra funge comomédico en distintos frentes y después “lle -va una vida errante y miserable determi-nada por la soledad y la droga. En esas con -diciones muere en Berlín, el 13 de febrerode 1920”.

Gross fue excomulgado de la corte delpsicoanálisis. Escribe JMPG: “Una temibleseveridad puritana gobierna las biografíasde los primeros defensores del inconscien-te; dentro de esa historia, como es lógico,no había lugar para Otto Gross”. El propiodoctor Freud escribió en 1908 que Gross“necesita de modo urgente recluirse en unaclínica y someterse a una terapia de resca-te de la adicción a la morfina, el opio y lacocaína”.

No sigo, porque solamente estoy ha -blando del “método” Pérez Gay. Lo bue -no del mismo es que al final la promesa secumple. “Mi propósito es —escribe Pé -rez Gay— unir la tensión finísima y po -derosa de la novela, el amor a la biografíay el ri gor de la historia social y literaria”. Yen efec to, luego del huracán de descubri-mientos y correlaciones, de anécdotas yanálisis de obras, de recreación de largosprocesos y hechos puntuales, lo que apa-rece es un mo saico de personalidades ytex tos, de situaciones y procesos, que seemparentan con la novela por su fuerzaexpresiva; con las biografías multidimen-sionales, aquellas que impiden fijar la tra -yectoria de una per sona de una vez y parasiempre, y con la historia social y literariaque por supuesto es inabarcable. Una ex -periencia única.

José María Pérez Gay, La profecía de la memoria. Ensayosalemanes, Cal y Arena, México, 2011.

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