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La mirada difusa
Yunes Mansilla Charvier
Indice
1. El último deseo
2. A contraluz
3. Blanca por cabezota
4. La ruptura
5. Costalita
6. Otoñal
7. Tú
8. Ya no sé
9. Sueño contigo
10. Morir urbano
11. El Guerrero
12. Por esto
13. Ojos, montañas y nubes
14. Tu respiración
15. Silencio
16. Confundido
17. Dos puertas
18. Eco
19. Sentimiento es
20. Entumecidos
21. Jornadas ya vividas
22. La colegiala
23. La gula
24. La ninfa frente al mar
25. Retórico llora el planeta
26. Sangre
27. Extramuros de la Alcazaba
28. Sin respirar
29. Asustaré al miedo
30. Recordándote
31. Sueño
32. La hechicera
33. El árbol solitario
34. La Garganta de la Olla
35. La Garganta de los Infiernos
36. Siracusa
37. El aprendiz
El último deseo
Me falta una puesta de sol antes de morir.
Ya viví un amanecer
¡Qué punzante es necesitar!
Deseo verte una vez más
A contraluz
El aire en el sol
refleja el movimiento
de mi infidelidad.
Sólo a contraluz
el cautivo será fiel,
el amante amado
y el amado olvidado.
Blanca por cabezota
El pincel lleva tiempo detrás de la hoja
La hoja no quiere perder su pureza
El pincel quiere besar a la hoja
La hoja no quiere perder su virginidad
El pincel quiere abrazar a la hoja
La hoja no quiere perder su atractivo
La hoja se lo pierde piensan ella y el pincel
La ruptura
En humedad espiral,
susurran las lenguas de hielo
ennegrecidas por el chismorreo
de la confirmación de mis sospechas.
En sequedad terminal,
el torrente de olas de sal
deshace una reunión
de demasiados dedos caminando de la mano.
Costalita
Con el sol envuelto en nubes,
el aire se hace más frío,
tus abrazos más intensos,
necesarios.
Costalita es hoy un desierto de agua
que baila al son de las caricias
de mis manos
en las dunas de tu cuerpo
chévere.
Otoñal
Naturaleza convertida en obra de arte
el tiempo en artista descatalogado
Afrodita en acacias ceñidas a la luna
La Venus en rodrigón convulso del almendro
Minerva en cómoda de yute
y,
anodinos los ojos que te vieron caer,
cayeron contigo.
Tú
Antropósofo de tu ser,
siendo el tuyo sin tú saberlo
y viviendo tú con esa inquietud justificada
de mi loca cabeza en la forma pero
¡ay, qué injustificada inquietud en el fondo!
…si tu supieras…
En cambio, mi cambio
eres tú y siempre tú.
Y es ahí
donde el fondo me informa que
contigo soy feliz.
Ya no sé
Ya no sé si es el viento
el que llenó de memorias
el silencio
o fue una ráfaga,
si acaso de aire,
la que de suspiros
llenó mi tiempo.
Ya no sé en que orden se ordenan
viento, tiempo, silencio.
Sueño contigo
Sueño contigo
y sin embargo sin mí,
tú sueñas con irte lejos.
Sólo y acompañado del aire
puedo respirar,
puedo soñar
que sueño a soñar contigo.
Morir urbano
Arando las tierras del mañana
con abonos de transporte
sollozo envuelto en alquitrán transparente
y agua cárdena.
Vértigo produce el avenir
que parece haber escrito alguien por mí.
Por ahora los rosales sólo tienen espinas.
El Guerrero
Constancia
¡Corre a empuñar la verdad de quien emociona!
porque
quien tiene tablas no se rinde jamás
desvanece a la adversidad,
obstáculo de rabia en los débiles.
Derrota
¡Empuña de nuevo el honor entre las cenizas!
Zarpa Capitán hacia el cabo de la Victoria,
fábula insospechada de labios disecados.
-Las garrochas serán las pértigas
que crucen hasta Samotracia.
Derrota, no vuelvas sin Samotracia.
Por esto
Eres la estrella en el día
Eres el sol en la noche
Eres el polo opuesto al resto
Por esto te quiero
Ojos, montañas y nubes
Si el verde de tus ojos se seca,
las montañas flotarán sobre las copas
y las nubes colmatadas de llanto
la pena de tus ojos cerrará.
¿Sonreirá tu mirada de nuevo?
Tu respiración
Tu respiración entrecortada
sobre mi pecho
son alas del ave migratoria
que dirigen una carroza fiel
hacia las tierras del Sur.
Yo buscaba el calor en Enero
por eso emigré hacia tu corazón
donde siempre hace calor
y el viento susurra respuestas.
Comprendí porqué
aún disecado sigo vivo:
Tú respiras por mí.
Silencio
Tengo el alma plasmada
con las huellas de esa noche.
De todas las noches
desde entonces. Noches
donde el espacio sonoro
habita el silencio.
……………………………………………
Confundido
Confundido por el abismo que separa
lo que debo,
lo que quiero y
lo que puedo,
vago
por las noches de cualquier país,
por los caminos por hacer;
y cada noche, en el camino
redescubro sin retorno
tu luz]
Dos puertas
Puse dos puertas al mar.
Una, de entrada a tu corazón.
Otra, de salida a mi extinción.
Donde puse la segunda, trato de olvidar.
Ahora,
vago entre las dos puertas
vago entre el deseo poroso de mi huida
y tus latidos inquietos
que forman las olas de un mar acotado.
Eco
Eco del deseo inhabitable
para quien no esté dispuesto a naufragar
Fuera,
la lluvia de tu ausencia,
Dentro,
el frío de tu presencia.
Escribir en tu cuerpo
es el lenguaje más difícil
pero el que más me marca.
La memoria me obligó a olvidarte
para no sufrir más
me obligó a olvidar que te quise,
que desnudos hicimos el amor
bajo la nieve y el fango
de pueblos franceses de montaña
Ya no hay música ni recuerdos
no quiero que haya más recuerdos rotos
Por el agujero del bolsillo
se perdieron los olores
de la montaña dorada marroquí.
Eco del deseo inhabitable
para quien no esté dispuesto a naufragar
Entumecidos
Entumecidos mis ojos
por la risa de tus ojos
Entumecidos mis huesos
por la niebla de tus besos
Entumecidas mis pieles
por el roce seda de tu piel
Entumecidas mis manos
por el contorneo de tus senos
Entumecidos mis oídos
por el susurro de tus silbidos
Entumecida mi boca
por la esclusa inferior de tus labios
Entumecidos mis sentidos
cada vez que te abrazo
y en canal,
el sentir de tu trazo,
estremece mis sentidos.
Jornadas ya vividas
Arando las tierras del mañana
me levanto cada día
con menos ganas de volver a empezar
desterrando a la creatividad
en desteñidas jornadas ya vividas,
donde la incongruencia,
los sinsentidos y
la ley de los contrarios
dictan las horas y
roban mi vida
en un morir urbano.
En mi interior sollozo envuelto
en alquitrán transparente
y agua cárdena.
La colegiala
Por las calles pedregosas del centro
donde los espacios se cubren de sudor
baila, calle abajo, la colegiala
contorneando su falda
riendo y reinando
Etérea flor urbana
Por los grises fríos muros del extrarradio
donde las distancias no entienden de escala humana
canta ,por la avenida sin fin, la colegiala
mostrando sus encantos
saltando y sintiendo
Inocente flor desperdigada
Vértigo produce el avenir
que parece haber escrito alguien por mí.
La gula
Esta sed sacia su sed despeinando nubes negras
por donde asoma el río su imaginación doliente
por donde asoma el sol su réplica hiriente
esta sed llena la nada bebiendo ideas efímeras.
Este hambre calma su hambre enturbiando madrugadas
por donde asoma el niño su quimera inocente
por donde asoma la enredadera el búho y la serpiente]
este hambre llena la nada comiendo en misiones encrucijadas]
La gula se sació
y entre sus dientes,
el mito cayó inminente
y así, el río ardiente ardió.
La ninfa frente al mar
Blancuras espumosas olas encrestadas
y viento tornero sobre copas de coníferas en masa
despliegas las crines que te vieron crecer,
crines que hondeando dan forma y nombre al aire.
Y tú, muda y quieta como el viejo puerto de madera,
esperas al sol
-firme como los palafitos de nuestra casa-
estremecida por el frío,
sol que fue amante y pecado al mismo tiempo
sol que fue torso inabarcable y abrazos truncados.
Viento y mar sobre la tierra
funden gozosos deseos
que mueren a la mañana en bajamar
donde se alumbra la quilla marina.
-¿Esperas sirena la Resurrección?- indaga el mar
en tus ojos cristalinos.
Y tú, inmutable en la cambiante textura de la playa
ciñes a tus pensamientos la locura y la cordura
y tus dos ojos tan redondos como el sol al alba
sonríen al ver que todavía puedes asombrarte tú sola,
tú, ninfa frente al mar.
Hoy reina la calma por entre los horizontes curvos
de mi mar, de tu mar, de nuestro mar.
Se pierde bermejo el sol frente a tus ojos entornados
y yo, desde el otro extremo de la casa,
te observo en sombra absorto a contraluz
entre el sol y el fuego de la lumbre
y entre llantos, sonríes.
Retórico, llora el planeta
Las mentes opulentas agotaron los recursos
como los extinguidos glaciares en nuestra era.
Las bocas de esas mentes
esputaron vacíos discursos
recordando banalidades,
la imposible autarquía de la energía
o lo que fuera.
Esotérico parece el porvenir
a manos de cuatro jugando a no sentir
sorprenden al planeta con nuevas realidades
y verdades de los que humildes
chillamos entre reflectivas paredes.
Extramuros de la Alcazaba
Entre volúmenes rotundos,
estereométricos,
y estucados muros de fábrica
se pierde la imaginación en
la ensoñación granadina.
Con un hueco geminado por arista,
los pájaros,
el agua,
los olivos
y toda la naturaleza
entre estas tierras ferruginosas
vigilan mis pasos curiosos
llenos de admiración.
Todo se integra en armonía
a mi paso por la cuesta de los chinos.
Sangre
Sangre, necesito sangre para saberme vivo
Sangre de mi sangre
sangre de mi corazón
En los mares sangre
sangre en el olvido vivo
sangre en mi corazón
En tus latidos sangre
sangre por entre el rastro de tu paso
sangre por entre mi corazón
Sangre rauda
onírica sangre
sangre que no es sangre sin corazón
Sangre, desbandada sangre que se consume oculta
sangre de mi sangre
sangre de mi corazón
Sin respirar
Escribo estos versos sin coger aire
para no confundir lo necesario de la treta,
escribo estos versos sin filtros ni reediciones.
Me esfuerzo por no entender lo que está pasando,
pero está claro,
todo está negro.
Y aunque no estoy solo, pues
me acuesto con la luna y me despierto con el sol,
hace tiempo que no invierto el orden.
Me hice viejo antes de tiempo...
me quedé sin aire.
Sin repasar, tacho el poema de mi lista de pendientes.
Son las cuatro de la madrugada
acurrucar a mi niña parece ahora la mejor opción.
Asustaré al miedo
Asustaré al miedo,
alimento de mi emoción.
La emoción seguirá a la entrega.
Sin dobleces ni quites altos,
los embroques ajustadísimos
serán más morales que físicos,
guiarán al astado hasta el toril.
Allí, en el entonces del ahora
[por el trofeo de la letanía],
me jugaré la piel
[bandera monocroma de la soberbia juventud].
Lucharé a muerte
contra el porvenir del olvido
y la indiferencia
al desnudarte los labios.
Saltaré de la barrera hasta acabar
con pésimos estatuarios
con reliquias por bandera
con condecoraciones.
Recordándote
Por el caudal de tus curvas
y el turbión de mis deseos,
me fue arrebatada la cordura.
Por tu postura en escorzo
y mis celos de serrín,
silbaba turbulento el maniquí.
Expresión de lo sencillo,
complejidad de lo sencillo,
impotencia de sentidos,
arrebatos en cuadernos de fuego.
Sentida cólera
sacudida entre escoberas ardiendo.
Devoción, fervor y deseo.
Trasluciendo hervor
del impulso de tu sangre
sentí la intensidad de tu ausencia.
La Sagrada Concepción
obligó tu castidad,
clausuró tu libertad,
olvidó que un día fui.
Sueño
Viajes sin retorno partieron
desde la estación de mi sed.
En tu tren de hojalata
se escapó el polvo del cajón
y las trincheras de mis ojos.
Abrazos que arropan el cuello
y adioses de sacristán con toga.
Presunto y confeso
el padre bendice tu natural estirpe,
te haces llamar beata de la conciliación.
La hechicera
Ahora
que amo y soy amado
dudo de la niebla.
Las certezas de hoy
las dudas del ayer,
enfermiza confusión.
Ahora
que conocerlo todo
y nada en realidad,
son la misma cosa.
Ahora
que vivo en las nubes
veo borroso,
saltando por las estrellas
sin despegarme del suelo.
Ahora
que compartir y dar
sin medida
es compromiso adulto.
Ahora
que vivir con la Tierra
-no simplemente sobre ella-
tiene sentido.
Ahora
que más allá de los muros
que me rodean
se abraza una mujer
a mi Universo.
Ahora
que en los viajes
me acompaña la lluvia,
la llevas siempre
en tu vieja mochila.
Ahora
que seguimos a la Luna
-parece hablarte- te susurro.
Juntos conocimos
los caminos de los Antiguos.
Eres mágica y hechicera
tus caderas mi locura
tu sonrisa mi miel.
El árbol solitario
1 El árbol solitario y el viento
Aturdido por el estupor del aire
el árbol solitario clamó al cielo
por ser el único de toda la fanega
que echó raíces en un suelo tan sediento.
En su juventud se opuso a la lógica
de echar raíces en tierra fértil.
Pagó cara su osadía
con la soledad eterna.
Allí donde se pierde el horizonte
y se despliega el infinito
Allí donde no alcanza la mirada
y se terminan las ilusiones.
¡Allí, siempre allí! cae la noche
hiere el recuerdo
y soplan las voces
en un perpetuo deambular
de horizontes rosados
y charcos de tristeza
como tinta derramada.
Ya cayeron todas las noches
Soplaron vientos fríos
que se colaron en su copa
para no marcharse
inundando de nostalgia
los años pasados hoy olvidados.
2 El árbol solitario y las hojas
Cayeron entonces las hojas como plumas
y las ramas como huesos
Misteriosamente,
el tronco se fue desnudando
de la piel de su corteza
Despojado y seco
a sus pies, todavía hoy, se refleja la historia de su vida]
por una luz filtrada escasamente
por las pocas hojas que aún no desertaron
dejando a la merced del sol indomable
el beber de su savia.
Hasta aquel momento, las hojas muertas pendían de un hilo
esperando el último soplo,
el adiós definitivo a su inquilino,
el árbol solitario
el vagar definido por su nuevo dueño,
el viento mujeriego.
Donde antes ilustraban un movimiento armónico
burlando y jugando con el viento
seguras de la protección de su creador,
ahora,
en el exilio, aquella hoja soñadora
campa entre revoloteos por las tierras
que el viento le invitó a conocer
con la esperanza de ver el mar
que en tantas fábulas oyó nombrar.
3 El árbol solitario y los guijarros
No fue amigo de alamedas, robledales,
pinares, almendrales ni de hayedos].
Solitario, compartía sin su voluntad,
-comulgando a sus pies-
la compañía de los guijarros
que los niños le tiraban desde lo lejos
compitiendo por ver quien le azotaba más veces.
4 El árbol solitario y la muerte
Entre sus arrugas se confundían las heridas
que nunca pudieron cicatrizar,
señal de sus pecados
y fruto de sus excesos
Menos flexible y más aséptico
que en su mocedad,
los rencores ya no le curaban
sino todo lo contrario.
Se aferró a la voluntad de la muerte
¡ya sólo atendía a una idolatrada compañía
con forma de guadaña!
Descubrió demasiado tarde que
la única ley que rige la vida es el absurdo.
Lloré hasta la estirpe
sumando mi dolor a su desamparo.
La Garganta la Olla
Volumen abstraído y solidificado,
a la vez.
Cuerpo difuminado e indefinido,
a la vez.
Tacto por terciopelo y aguijón envenenado,
a la vez.
Energía inmóvil y te mueves en el vacío,
a la vez.
Madre engalanada de musgos, robles, castaños y cerezos.
Tímida de cabellos de cristal y osada con tus melenas
irascibles de cascabel,
a la vez.
Escultora de rocas maleables y moldeadora de errantes
cantos,
a la vez.
Rítmicas tus dudas y tropezadas tus sábanas airosas
desembocas en el Jerte,
a la vez.
Tu olla cóncava y lineal,
a la vez.
Hermanada caloro de mirlos, ruiseñores, calandrias y
alcaravanes.
Amancillador de sedimentos y coloso del tiempo,
a la vez.
Heredero de cursos y antepasados,
a la vez.
Comerciante del Jerte y pirata de laderas,
a la vez.
Parador de piscinas naturales y cascadas de ensoñación,
a la vez.
Vivirás eternamente navegando en Galateas por los ríos de mi
sangre.
Valentía de tercio español y fidelidad hasta la muerte,
a la vez.
Sensual y erótica te descubres en mi escalada,
a la vez.
Sedientas tus aguas y urdimbre de paciencia tu garganta,
a la vez.
De corazón cristalino y profundo, hermético tu espacio
oculto,
a la vez.
De vez en cuando y a todas horas a la vez.
La Garganta de los Infiernos
Muere el tiempo a cada golpe y eternizas la mirada en los
Infiernos,
a la vez.
Regalas tu belleza y la influencia del tiempo,
a la vez.
Furiosa y afable te dirimes entre dos mundos separados por
un punto sin dimensión,
a la vez.
Haces el amor con el aire y haces la guerra con la gravedad,
a la vez.
Siempre vences, te apodan Samotracia.
Aliada la nube embarazada y enemiga la canícula estival,
a la vez.
Venus se anega en el céfiro de tu estío y Apolo teme el
turbión de tu invierno,
a la vez.
Espacio vacío - príncipe - y espacio denso - mendigo -,
a la vez.
Ocupas un lugar y no tienes medida,
a la vez.
Infinita, no sabes de medidas ni medias dimensiones.
Truenas y cantas
a la vez
Una gota mil besos y seco tu ruido yesca me quema,
a la vez.
Grave tímpano tu voz, a tu paso sordina el viento,
a la vez.
Rugidos rodantes y compases boquiabiertos los vientos de tu
escorzo,
a la vez.
Desmenuzada en yertas aguas, no entiendes de patrones.
Sobre mi frente tus gotas cierro los ojos y empapado
disfruto tu llanto infinito,
a la vez.
Escurridiza anatomía si te tocan y barnizas de abrazos a
quien tocas,
a la vez.
¡Ay! Suspiran tus lágrimas furtivas de madrugada y ¡Eo!
Aspiran tus cánticos al eco del alba.
Ahora loco y presente ocupado,
a la vez.
Conservas en el tiempo ecos olvidados.
Siracusa
Siracusa acto I
He dormido poco,
no distingo entre la claridad de las nubes
y los dirigibles.
El estado creativo es propicio,
Sólo necesito una excusa como paroxismo,
un objeto etéreo para el jinete polar.
Siracusa acto II
Con el macuto, la cámara y mi cuaderno de viajes
al que llamo mi Siracusa,
bastión contra el olvido,
alzheimer derrotado por el entendimiento.
Las razones dibujadas
me hacen valer más allá de todas tus crisis.
Cuando por mí te recorre el temor
“no volveré a respirar este promontorio de tierra”,
mi agobio rellena con avidez
tus hojas con croquis epigráficos
raramente comprendidos
por aquél que no soy yo,
sino tú,
mi compromiso con Siracusa.
Siracusa acto III
Mi alabarda de dos milímetros es mi arma de grafito.
Mi lápiz, mi fiel escudero.
Desenvaina segura como espada de Toledo,
recta como la cuerda bien hilada
que cuelga sosteniendo el yugo de lo invisible
y tiene la propiedad de moverse
más rápido que mi mente.
Desarrolla la propiedad de retener los espacios punto por
punto.
Pero ahora, tú bien lo sabes,
mataor de agregados superfluos,
necesito de la pausa como método de contemplación
porque sin lápiz ni cartón
el ojo
no se distrae con artificios,
tú bien lo supiste entonces.
Siracusa acto IV
Desvaríos,
aciertos fortuitos y errores
que son plagas contra los egipcios,
me hacen comprender como se organiza el espacio
siempre moviendo la mano
tocándote y tocándolo todo,
ya sabes que el tacto me descubre
la tercera dimensión.
Mi cuaderno, mi Siracusa,
pasas a manos de colonos corintios,
gamórois, atenienses, cartagineses,
romanos, vándalos, ostrogodos,
bizantinos, árabes y normandos
antes de esclarecer los secretos y aromas
de mis inquietudes viajeras
que son tu relleno,
nuestra simbiosis.
Siracusa acto V
Logogrifos del arquitecto
buscando nuevos significados válidos
no para entender la unidad de lo que veo
sino como enseñanza
y diálogo mudos.
Resolvían charadas nunca planteadas
sino en el anonimato.
Porque muchas veces Siracusa,
las lecciones no se dejan ver
por más que estudiemos,
sucumbidas por la niebla del rocío
de la cátedra del alba.
Principios hindúes Vaastuhastra reclaman
presencia y orientación
de los cinco elementos básicos.
Recetas de gurú haitiano tutelan al aprendiz viajero,
sensible tocón de texturas y brisas.
Siracusa acto VI
Alcanzar el apogeo griego del legado,
ilustrado ardor del buscador
de luces nítidas,
transparentes metales y rocas ingrávidas.
¡Qué fines tan paradójicos!
Sucesiones en los telones de la arquitectura.
Bolleras taciturnas tunecinas
de cuerpos uniformes
forjadas en el fuego de la incomprensión
que las hace ser fuertes
pero no dúctiles.
Siracusa acto VII
Todo es fin con olor a…
con olor a caléndulas
sobre las primeras gotas del monzón hindú.
Siracusa
libro femenino de mi entendimiento
¿bloc de notas de mi olvido?
No me abandones
porque contigo a mi lado
atravieso el fuego sin quemarme,
buceo a pulmón millas por desiertos,
veo el sol fijamente del mediodía,
oigo a sirenas del noroeste irlandés
y como alambre de espino sirio en la frontera palestina.
Siracusa acto VIII
Curaste mis dudas, bálsamo de Fierabrás.
Porque contigo mi mina no se para
y te acaricia
con pantomimas aún por descifrar
y que espero el viento del tiempo
comparta silbando por respiros
-vibración compacta de mi caja torácica-
y no se pierda
entre las alas del cormorán sudamericano.
¡Qué miedo me da el sinsentido
o el sentido inútil
del pensar haber creado
y sin embargo no haber creado nada!
Siracusa acto IX
Pedir
de momento
que no me fatigue la pereza
y poder abrazarte en mis viajes,
en tus sufridas páginas.
¡Ay Siracusa!
flor de mis imágenes transcritas.
Tantos cuadernos te he desgarrado
que tus cicatrices
corren por el río de mi sangre
como salmones nórdicos en su último viaje.
Sabedora de tu fin
pero de incógnito destino.
Siracusa acto X
Siracusa eres todos mis escritos.
Cada uno de tus libros límpidos
son la subsistencia
de mi cadena alimenticia.
El oso que espera y ataca mordaz.
Porque cuando no viajo
necesito hibernar
y tu Siracusa
debes ahora hibernar conmigo.
¡Qué paciencia la tuya!
La luna calcárea te seguirá esperando,
reflejada en las lenguas de hielo alpinas,
pero ahora coge fuerzas.
Duerme ahora mi dulce Siracusa
que bastantes masala
con acritud vegetariana de especias picantes
comiste en la India.
Siracusa acto XI
Seguiremos juntos,
a contracorriente
como tú y yo sabemos,
mas de momento yo
seguiré en estático movimiento
pero contradictorio -no lo dudes-
restaré los días
en mi ciudad.
Hasta volvernos a encontrar reposa
en tu cubículo cilíndrico de cristal.
El aprendiz
Sigo mi curso,
inconstante por joven,
inexperto por ilusorio,
juguetón de alcobas.
Los cursos acaban,
comienzan las lecciones.
El fuego lento del entendimiento
va forjando el sentido
no mensurable de la percepción,
el sentido de la sinrazón.
Los pensamientos cogen forma,
son el atractivo de la abstracción.
La sensibilidad de lo sensible
nos enseña a mirar y a tocar
que es la enseñanza sensitiva de la duda.
Dudar es verdad.
Lo bello de la belleza,
su incertitud anacrónica,
-otra vez- resoplo,
porque frecuentemente
tropiezo contra esta relatividad.
Hay verdades inmutables
como el pensamiento de que todo es mentira.
Hay bellezas verdaderas,
como el aprendizaje
que sigue a la enseñanza
o el amor adulto,
o el adulterio a lo establecido.
Dudar es evolucionar,
parangón del aprendizaje,
ver donde no se ve,
identificar lo desconocido,
hacer lo no sabido
que es aprender a saber.
Me pregunto sobre lo que no sé
para conocer lo que viviré,
una hipótesis sigue a la duda
en su búsqueda por establecer
y no estabilizar.
Lo establecido nace todos los días.
El siguiente paso del camino
no es el fin
sólo el entendimiento
que sigue a una de las hipótesis iniciales.
Todo es sensible al cambio,
mejora y capote
a la teoría del equilibrio inestable.
Calder,
la experiencia te enseñó la casuística,
comprendiste que las matemáticas
son un juego de azar.
Un azar abstracto.
La gravedad,
un desafío digno
y un amigo al que retar.
Dudo y dudaré.
Aprendo y aprendizaje.
Dudo de Lavoisier, de Einstein,
de Newton, de Hegel, de Kant,
de Ortega, de da Vinci, de Ochoa,
de Eiffel, de Mondrian, de Torroja,
de Matisse, de Pierre y Marie Curie, de Exupéry,
e incluso de Patronio,
fiel consejero.
Pero creo en ellos
pero dudo de mí.
Comprendí que estudiar
es aprender a olvidar
aunque me cuesta aceptarlo,
cuestión de cultura diplomática,
raya apolítica
pero reaccionaria.
Entre la variedad y la memoria,
mucho se pierde,
lo esencial se salva.
Como soy es como sigo,
inquieto como un cometa.
La constancia de una madre en mi corazón.
La razón sigue al corazón,
a veces.
Entonces sí que sí...
se aprende a imaginar el futuro.
La memoria sin dimensión,
la parte muda de las medidas.
Hacer, pensar, aprender,
Pensar, hacer, aprender,
Aprendí, pienso, haré.
Todo es objeto de creación de voz.
El ruido cesa,
ahora sólo se escucha
el sonido del cormorán de Neruda.
El sabio habla despacio y bajo
tanto
que escucha y aprende a la vez.
El presente no goza de dimensión,
la presencia sí es futuro y pasado a la vez.
El aprendiz de la palabra respeta el pasado,
duda y critica lo presente,
propone el futuro.
Sólo me asusta la destrucción de la guerra,
la velocidad de las balas.
La guerra lo para todo
menos el amor y el odio
que crecen iguales y opuestos.
El futuro se escribe en estos tiempos
entre lágrimas y esperanza.
Respirar parece de nuevo necesario.
La esperanza llena las dudas del tiempo,
de los segundos las estaciones.
¡Qué extraño dulce problema
poder parar a imaginar!,
parar a aprender
que no es parar sino seguir.
Aprender sin dimensión.
Aprendizaje con pasión.
Aprendiz libertario.
Vuela hasta el horizonte.
Vuela, vuela, vuela.
Número total de versos: 865
Plica
Autor: Yunes David Mansilla Charvier
C/Tossal de Baix 7
03730 Jávea (Alicante)
669402521
915187159
Declaración jurada
Por la presente, declaro que la obra presentada para el XXI
premio de poesía Rincón de la Victoria, in memorian Salvador
Rueda es original e inédita y que no tiene cedidos sus
derechos ni ha sido premiada ni está pendiente de fallo en
cualquier otro concurso.
En Málaga a 18 de Abril de 2013
Yunes David Mansilla Charvier
XXI PREMIO DE POESÍA “RINCÓN DE LA VICTORIA” Biblioteca
Pública Municipal Antonio de Hilaria
Area de Cultura
C/Jacinto Gil, 2
29730, Rincón de la Victoria, Málaga