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LA MEZQUITA DE CÓRDOBA y LA ALHAMBRA DE GRANADARecuperación del Patrimonio Histórico

SUSANA CALVO CAPILLA Y JUAN CARLOS RUIZ SOUZA

La conservación de los monumentos de Arte e Historia

En el caso en el que la restauración sea

indispensable por causa de deterioro o

destrucción, se recomienda respetar la

obra histórica y artística del pasado sin

proscribir el estilo de ninguna época.

Conferencia de Atenas, 1931. Oficina Internacional de los Museos, Sociedad de

Naciones.

Ricardo Velázquez Bosco (1843-1923) llegó

a la Mezquita de Córdoba como arquitecto

restaurador en 1887. Durante treinta y seis

años, la historia del edificio, Monumento

Nacional desde 1882, estuvo marcada por sus

intervenciones. Su principal objetivo fue quitar

los innumerables pegotes que sin criterio

artístico ninguno han ido agregando por todos

lados y en todas épocas y que han concluido

por desfigurarla por completo.

ca. 1900 Aunque intervino en el pavimento,

en las techumbres, en las puertas

de la macsura y en la capilla de

Villaviciosa, su obra más conocida

es la restauración de las fachadas

de la mezquita, que estaban en un

estado lamentable, con estructuras

adosadas y su decoración casi

perdida. Entre 1908 y 1917,

Velázquez Bosco emprendió un

minucioso estudio de las portadas,

como queda recogido en sus

memorias.

Dibujó con detalle los restos conservados, buscó

documentos en el archivo de la catedral y recogió

fotografías y grabados antiguos. Sólo después de

reunir toda esa documentación emprendió la

restitución de las fachadas. Por mucho que los

criterios de restauración de la época no sean los

actuales (seguía ya los principios de la Carta de

Atenas), la labor científica de Velázquez Bosco

está fuera de toda duda. La honradez de su

actuación queda patente en sus memorias y en

dos portadas orientales, que no restauró por la

insuficiencia de vestigios.

Leopoldo Torres Balbás (1888-

1960), arquitecto conservador de La

Alhambra (1923-1936) continúa las

tesis de Velázquez Bosco respecto

a la restauración científica en los

monumentos. Será Torres Balbás

quien recupere el edificio histórico

nazarí después de las

intervenciones románticas del siglo

XIX y primeros años del XX llevadas

a cabo principalmente por los

hermanos Contreras, quienes

llegaron a desmontar partes

originales del edificio con la

intención de hacerlo más oriental y

romántico, al gusto turístico y

pintoresco. Fue el caso de la

invención de un cupulín esférico en

el pabellón oriental del Patio de los

Leones o de la introducción de un

segundo cuerpo con gran surtidor

en la fuente de dicho palacio.

El Palacio del Partal

es un edificio

paradigmático en la

historia de la

restauración de La

Alhambra. Tras su

recuperación, los

pilares de ladrillo

que ya aparecen en

el grabado de J. L.

Lewis, luego

rehechos por Torres

Balbás, se

sustituyeron en

1965 por columnas

de mármol cuya

existencia en el

proyecto original ha

sido muy discutida.

¿Era necesaria esta

última intervención?

Torres Balbás, para procurar la

comprensión del edificio del Partal,

rehizo los paños de sebka, conocidos

por los grabados de Lewis, con obra

moderna. Su propósito era no tanto

reproducir las yeserías del s. XIV

como recuperar su impacto visual.

La imagen original del Palacio del

Partal fue muy diferente a la de hoy.

En el muro oeste de su Torre de las

Damas, a la que se adosó la “Casa de

las pinturas”, apareció este revoco

que muestra cómo era su aspecto

exterior: de color rojo, imitando un

paramento de ladrillos, y recorrido por

una inscripción árabe.

J.L Lewis 1835 Torres Molina 1923 Torres Molina, 1930

C. Clifford 1862

Ruiz Vernacci, ca. 1900

Arredondo y Kraus, 1879

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