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MEDIACIÓN
PALABRAS CLAVE: Mediación, ADR (Al ternat ive Dispute Resolut ion) , mediación fami l iar, media-
c ión penal , mediación comunitar ia, mediación intercul tura l , mediación labora l .
EMILIANO MARTÍN GONZÁLEZ
Jefe del Departamento de Familia. Ayuntamiento de Madrid.
La mediación:un instrumento de prevención
El autor aborda el tema de la mediación dirigiendo su mi-
rada al ámbito de la prevención donde espera que consti-
tuya una aportación válida.
El amplio eco de este concepto se entiende debido a la
necesidad de disponer de nuevas herramientas ante la
y función de la mediación en el marco de las relaciones
humanas como una forma de resolver divergencias y con-
-
terísticas comunes, entre las que se hallan las de ser un
-
rado en el que interviene un tercero neutral que facilita la
comunicación y el logro de acuerdos satisfactorios con
todos. Considera un aspecto decisivo el que devuelva el
protagonismo a las personas potenciando su compromiso
y su responsabilidad.
Dentro del ámbito de actuación y con características propias
-
lar, la penal, la comunitaria, la intercultural, la del ámbito sanitario,
dando mayor importancia a las dos primeras como instrumento
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PROYECTO
Ante el aluvión de jornadas, artículos, libros, cursos de ex-
perto y otras iniciativas que aparecen diariamente en torno
a la mediación, cabría preguntarse: ¿Por qué esta moda
-
rés que despierta? ¿Ofrece la mediación una alternativa
Trataré de responder a estos interrogantes a lo largo de
las siguientes líneas.
Ante todo, precisemos que, si bien es verdad que la me-
diación no es en sí misma una alternativa novedosa, hoy
en día constituye una auténtica innovación social en todos
los países de nuestro entorno. A ello han contribuido tanto
las aportaciones de los investigadores como la práctica de
en las que cabe aplicarse efectivamente.
Pero, más allá de la maduración que están viviendo la
mediación y el movimiento ADR (Alternative Dispute Re-
solution) en su conjunto, la vigencia de la mediación está
disponer de nuevas herramientas ante la multiplicación
producido en nuestra sociedad durante las últimas déca-
das. Representa, por tanto, un instrumento con múltiples
potencialidades ante una necesidad real y apremiante de
nuestro tiempo. De hecho, para muchos profesionales,
algunas instituciones y cada vez más ciudadanos, la me-
diación supone un auténtico símbolo de esperanza en el
marco de las relaciones humanas.
tecnológico nos garantizaría el bienestar y nos haría más
felices. Habíamos pensado que la sociedad de la informa-
nos permiten el acceso a fuentes inagotables de datos y
constatando que las cosas no son tan sencillas. En cual-
quiera de los órdenes en que nos movamos (familiar, es-
colar, laboral...), comprobamos que, pese a los indudables
más compleja, se ha llenado de incertidumbres y cada vez
Por otro lado, innumerables datos avalan la tesis de que
nuestra sociedad está experimentando una revolución de-
-
racterizada por la profundidad y la velocidad de sus proce-
sos, acarrea unas consecuencias económicas, políticas y
sociales que constituyen un desafío de primer orden para
los países desarrollados. Entre ellas destacan los cambios
familiares propios de las sociedades post-industriales:
familias, incorporación masiva de las mujeres al mundo
-
boral, mayor inestabilidad y fragilidad de la pareja, crisis
de ciertos modelos tradicionales de socialización de los
hijos, desmoronamiento de las estructuras de atención
decisivo al equilibrio y la convivencia familiar.
Puede argüirse que las familias, al igual que la sociedad
en su conjunto, no sólo son cada vez más complejas
sino también más democráticas y dialogantes; es cierto,
sin embargo, este aspecto claramente positivo también
acarrea inconvenientes si no se maneja adecuadamente.
Porque la libertad y la igualdad suelen ir acompañadas de
contrastes de pareceres y choques de intereses, lo que
Diego y Guillén, 2006). Y el verdadero problema surge
cuando, ante esta realidad, apenas disponemos de mode-
desde un enfoque positivo y constructivo. Como señalan
Orte y Ballester (2007), buena parte de las actitudes que
tienen que ver con el todo o nada, con la fuerza y la debili-
dad y con el ganar o perder. Actitudes que caracterizan la
vía judicial-contenciosa, basada en el modelo adversarial,
que representa la opción predominante en nuestra socie-
que suscita la convivencia diaria.
Por eso, cada vez más, los hombres y las mujeres bus-
camos con mayor interés espacios donde la vida se nos
haga menos problemática y más llevadera, minimizar los
enfrentamientos y potenciar al máximo los vínculos positi-
vos con los que nos rodean. Para ello necesitamos facilitar
la comunicación en el seno de la familia: con nuestra pa-
-
-
tros compañeros de trabajo...; disponer en las escuelas
de cauces de comunicación entre los agentes educativos
(profesores, padres y alumnos). En suma, tenemos la ne-
cesidad acuciante de buscar nuevas formas de resolver
En este contexto hemos de situar el nuevo paradigma de
-
tas, en nuestros días están abriéndose nuevos horizontes
y enfoques que reorientan la forma de entender las re-
Una nueva sensibilidad que propugna una lógica positiva
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PROYECTO
La mediación devuelve el protagonismo a
las personas y potencia el compromiso y la
responsabilidad. Posibilita, en consecuencia,
respeto entre ambas partes.
de la confrontación por la cultura del diálogo, la comuni-
cación y el respeto mutuo.
uno u otro modo, todas inciden en los siguientes aspectos
clave: se trata de un instrumento de gestión y resolución
cooperativo y estructurado en el que interviene un tercero
neutral que facilita la comunicación y el logro de acuerdos
satisfactorios para todos, y, lo que considero un aspecto
decisivo, devuelve el protagonismo a las personas poten-
ciando su compromiso y su responsabilidad.
Todos estos elementos mencionados subyacen a cual-
quier proceso de mediación; sin embargo la mediación
se ha extendido a numerosos ámbitos de actuación que
-
demos mencionar:
La mediación familiar
En España, al igual que en la mayoría de los países de
nuestro entorno, los inicios de la mediación han estado li-
gados a los temas de familia. De hecho, es en este campo
donde existe un mayor desarrollo teórico y metodológico
y son más numerosas las experiencias aplicadas.
que realiza el Consejo Nacional Consultivo de la Media-
ción Familiar en Francia (2002) que la considera como “un
proceso de construcción o de reconstrucción del vínculo
familiar dirigido a la autonomía y responsabilidad de las
personas concernidas por situaciones de ruptura o de se-
paración en las que un tercero imparcial, independiente,
-
liar— favorece, a través de la organización de conversa-
y en su evolución”.
-
tos como la ruptura, separación o divorcio de la pareja, la
organización del cuidado de un miembro dependiente, las
discrepancias intergeneracionales y las disputas heredita-
rias (económicas o no).
La Ley 15/2005, de 8 de julio, de reforma del Código Civil
y de la Ley de Enjuiciamiento Civil en materia de Divorcio,
introduce la mediación familiar que también está regula-
da por ley en varias Comunidades Autónomas. También
conviene destacar que en nuestro país se está aplicando
tanto la mediación extrajudicial como intrajudicial, esto
es, la intervención con familias que ya habían iniciado el
procedimiento contencioso, incluso con aquellas que se
encuentran en fase de ejecución de sentencia.
La mediación escolar
Ayuda a las personas de la comunidad escolar (alumnos,
profesores, padres y madres y personal administrativo) a
-
tidiano y una oportunidad para aprender. Su meta última
consiste en educar ciudadanos para la paz y aprender y
enseñar en un clima de paz. Lógicamente, los acuerdos
van ligados al proceso de aprendizaje y está sujeto a las
normas educativas, tales como el reglamento de régimen
interno (Munné y Mac-Cragh, 2006).
Como resultado, los alumnos desarrollan sus habilidades so-
ciales, pues aprenden a comunicarse mejor, a resolver ade-
-
les asociados a los mismos. Estas habilidades incrementan
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PROYECTO
La mediación propicia el logro de acuerdos
la mejora de la comunicación familiar y el
crecimiento personal del adolescente, porque
facilita su fortalecimiento, su reconocimiento y
su aprendizaje.
su capacidad para tomar decisiones, mejoran su autoestima
y desarrollan su responsabilidad.
La mediación penal
Promueve el abandono de los principios de orden repre-
sivo que caracterizan la política criminal y su sustitución
por otros de orientación reeducativa y resocializadora. En-
infracción a una norma a la vez que prioriza la prevención
sobre la represión. Por eso, pone el énfasis no en cuánto
castigo va a ser infringido sino en cuánto daño es repara-
do, al entender a la víctima como la principal protagonista
en el proceso. Se basa, por tanto, en revalorizar el papel
de la víctima y en concienciar y responsabilizar al infractor
para que acepte la reparación como una prestación so-
cialmente constructiva.
La mediación comunitaria
F
entre los individuos, grupos y organizaciones de la comu-
nidad y contribuye a rebajar la tensión social. Los vecinos
la solución más satisfactoria a sus necesidades y de más
fácil cumplimiento.
La mediación intercultural
Bastante reciente en nuestro país y ligada al ámbito del
de intervención de terceras partes, en y sobre situaciones
consecución del reconocimiento del otro y el acercamien-
to de las partes, la comunicación y comprensión mutua, el
aprendizaje y desarrollo de la convivencia, la regulación de
-
ciales o institucionales etno-culturalmente diferenciados”
-
tural ya está reconocida por el Ministerio del Interior —se-
gún Real Decreto 638/2000 de 11 de mayo—.
La mediación en el ámbito sanitario
La mediación sanitaria es un procedimiento de gestión de
sanitarios, usuarios, instituciones, proveedores y otros or-
ganismos relacionados.
La mediación laboral
Contribuye a generar vías de comunicación entre trabaja-
dores y empresarios para favorecer el encuentro de inte-
éstos en soluciones es el paradigma en el que se desen-
vuelve la mediación laboral.
Siendo relevantes todos los ámbitos de actuación citados,
-
cativos en el campo de la prevención de las drogodepen-
dencias: la mediación familiar y la escolar. Ambos inciden
de forma muy directa en dimensiones tan claramente pre-
ventivas como los factores de riesgo y protección relacio-
nados con el uso inadecuado de las drogas.
Como señalábamos anteriormente, la mediación familiar
que también pretende restaurar la comunicación y preser-
var las relaciones entre los miembros de la familia. Es de-
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PROYECTO
-
tico instrumento de prevención. De hecho, la mayoría de
las investigaciones sobre los factores de riesgo y protec-
ción relacionados con los consumos de drogas (Becoña,
riesgo más determinantes y la comunicación familiar entre
los factores de protección más efectivos de cara a preve-
nir el inicio y mantenimiento de estos consumos.
en la “corresponsabilidad de las partes” como un aspecto
clave de su estrategia. El mediador no impone la solución
son soberanas en la adopción de sus propias decisiones.
Por tanto, la mediación devuelve el protagonismo a las
personas y potencia el compromiso y la responsabilidad.
Posibilita, en consecuencia, una posición de tolerancia,
Todo ello produce diversos efectos. En primer lugar, pro-
mueve la responsabilidad parental y contribuye a garan-
tizar el interés superior de los menores, de modo que la
ruptura de la pareja no acarree necesariamente la renun-
cia o la inhibición de sus responsabilidades como padres.
Esto tiene una extraordinaria importancia desde una pers-
-
dios al respecto, la implicación de ambos progenitores en
la educación de los hijos resulta imprescindible para su
desarrollo y su bienestar.
Por otra parte, la mediación familiar actúa en etapas críti-
cas en las relaciones intergeneracionales como es el caso
hijos adolescentes. De nuevo, la mediación propicia el lo-
de la comunicación familiar y el crecimiento personal del
adolescente, porque facilita su fortalecimiento, su recono-
cimiento y su aprendizaje.
Tampoco debe ignorarse una dimensión educativa de la
mediación. Un objetivo fundamental de la mediación fa-
miliar consiste en capacitar a los participantes, proporcio-
nándoles habilidades para gestionar de manera construc-
de la auto-percepción de su capacidad para lograrlo.
Si nos situamos en el ámbito escolar, la mediación está
teniendo aplicación en una variedad de programas que
-
Brinkman (1997), durante las últimas décadas en EEUU
se han elaborado programas para prevenir la violencia y
la conducta antisocial, el abuso de drogas o la delincuen-
cia juvenil. También se han dirigido a prevenir los proble-
mas de disciplina en las escuelas. Estos programas se
presentan en muy diferentes formatos: “educación para
la paz”, “entrenamiento en habilidades sociales”, “apren-
-
tos”; pero, en todos los casos, un componente clave ha
sido el entrenamiento en mediación y los programas de
mediación entre condiscípulos. Y, subyaciendo a todos
ellos, la percepción compartida de que los escolares tro-
-
ductivamente.
La clave de estos programas consiste en enseñar a los
suelen incluir dos objetivos: programa general de entre-
alumnos elegidos para que actúen como terceros neutra-
les que intervienen y ayudan a otros alumnos en la resolu-
De todo lo expuesto, cabría concluir que, a pesar de su
corta trayectoria y de unas experiencias prácticas aún muy
limitadas en nuestro país, la mediación abre una sugeren-
te perspectiva de desarrollo en el ámbito de la preven-
ción de los comportamientos inadaptados tales como el
acoso escolar, las violencias familiares y sociales y el uso
inadecuado de drogas. En consecuencia, partiendo de un
reconocimiento del estado embrionario del tema y de la
necesidad de incidir en la aplicación de programas y en la
investigación, no cabe duda que la mediación constituye
de ese repertorio de instrumentos que demandamos los
agentes preventivos.
BibliografíaBecoña, E. (2002). -godependencias. Madrid: PNSD.
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Jones, T. y Brinkman, H. (1997). “Enseñen a sus hijos”. Reco-mendaciones para los programas de mediación entre condiscí-pulos. En Folguer, J. y Jones, T. Nuevas direcciones en media-ción. Buenos Aires: Paidós.
Martín, E (2006). Cambios Familiares: un nuevo escenario para la prevención. Revista Proyecto Hombre, vol. 59, pp. 27-38.
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