Jaime, el “apóstol” de las Delicias
Julio César Cobos Román, a.s.v.
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A mi familia por las horas sacrificadas, y a todos los viatores y amigos que han contribuido de una u otra forma en hacer este proyecto realidad.
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Prólogo.
Los motivos de Jaime.
Me han pedido que escriba unas palabras como prólogo de este libro sobre Jaime. En él
se ve lo mucho que Jaime hizo, aquí me gustaría hablar de los motivos de Jaime para ello.
Hay personas cuyo paso por la vida deja una estela de luz, de simpatía, de gracia, de
amor. Al mismo tiempo revelan un rostro de Dios amable, próximo, fiel, fácil de alcanzar,
desbordante de vida, de generosidad, de misericordia, manantial de resurrección para todos, un
Dios padre y madre que nos ama sin medida. Estos hombres o mujeres son como ventanas a
través de las cuales la gloria de Dios ilumina a los humanos, la presencia de estas personas es
una garantía de la presencia activa de Dios entre nosotros.
Una de estas personas fue Jaime. Todos sabemos que el Señor le concedió muchos
talentos naturales y también sabemos que él los utilizó generosamente realizando muchas obras
a favor de todos y especialmente a favor de los habitantes del barrio de las Delicias. No voy a
enumerar aquí todos sus talentos pero, entre otros, me gustaría resaltar la enorme intuición
pedagógica que poseía y que empleaba no solo en la clase, sino en la vida misma. Jaime era un
educador nato que con amor y constancia ayudaba a cada uno a extraer, a explotar al máximo
sus talentos y posibilidades. Él supo utilizar ampliamente esa pedagogía con todos: con adultos,
con jóvenes y especialmente con niños, intentando ayudar a todos a vivir el momento presente,
a apreciar y aceptar lo bueno, verdadero y bello que existe en la vida de todos y en la vida de
cada uno.
Por indicar algo de lo que hizo, mencionaré sus famosas catequesis del Carmen, de su
lucha tenaz por la justicia y por la paz, de su pasión por la amistad con todos, sin ninguna
distinción: todos amigos y todos de primera fila, y todo ello con un profundo sentimiento de la
presencia de Dios que tanto nos ama, de su política de puertas abiertas, de su manera de hablar
de Dios siempre fuente de paz, alegría y esperanza, nunca de angustia y temor.
Contemplando las fotografías y el texto de este libro podremos recordar algo de lo que
Jaime hizo pero, aunque a los hombres nos parezca importante lo que hacemos, a Dios, que mira
al corazón, le interesa no sólo lo que hacemos sino sobre todo la razón, el motivo que tenemos
para hacerlo. ¿Por qué Jaime hizo todo lo que hizo?
Jaime no era un extraterrestre, no venía de otro planeta, tampoco era un superhombre.
Jaime era un hombre normal firmemente asentado en la tierra. Él no pasaba su tiempo haciendo
milagros ni recibiendo visitas de ángeles. Su vida fue una vida activa pero normal, ordinaria,
con las mismas circunstancias banales de las vidas de otros muchos pero, eso sí, coloreada de
una manera muy especial. Jaime amó mucho. Él supo escuchar la Palabra de Dios y ponerla en
práctica. Asimiló bien las bienaventuranzas, el estilo de la vida nueva que Cristo nos ha
comunicado.
Él aprendió bien el mandamiento que nos dejó el Señor: "Un mandamiento nuevo os
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doy que os améis unos a los otros como yo os he amado" (Juan 13, 34), “y como os sigo
amando ahora”, añadía Jaime. Ese “que os améis” para él estaba hecho de lazos humanos, de
amistad con todos, todos amigos especiales, del gusto de vivir con la gente, con los niños, de
conocer y amar a todos de verdad sin ninguna distinción, Jaime imitó al modelo supremo de
amor y de santidad, que es Cristo Jesús.
La gente sencilla, y especialmente los niños, tenían la intuición de que a través de
Jaime alcanzaban a Dios. Por eso le querían todos, y cada uno sabía que Jaime era su amigo. Su
vida fue la vida de un creyente que ha tomado en serio el Evangelio y lo ha traducido en obras,
con el corazón siempre atento, intuitivo, pronto para estar cerca de quien lo necesitaba. Estaba
totalmente disponible para darse a los demás, siguiendo el mandamiento del Señor.
Esta disponibilidad al amor de Dios suele integrar casi siempre la sombra de la cruz.
Solamente quien sabe amar de verdad sabe también sufrir por amor. Todo amor humano a
semejanza del amor de Jesús se templa en el sufrimiento. San Pablo nos da una lista
impresionante de pruebas (2 Cor. 11, 16-33) que soportó por amor a Cristo. Jaime también tuvo
su sufrimiento, aunque sabía disimularlo bien. Tuvo serios problemas de salud que le iba
deteriorando visiblemente desde hacía años. Poco a poco, su enfermedad inexorable le fue
llevando a la puerta de la muerte. En estos casos solo queda la certeza del amor de Dios, de su
fidelidad, de su bondad absoluta.
Jaime era muy consciente de todo, él sabía que se moría, lo decía sin ningún reparo ni
temor porque se sentía tranquilo, amado por Dios y su confianza era total. Tuvo tiempo para
prepararse y dio el paso con el corazón bien preparado. “No tengo enemigos, yo quiero a todos,
me voy feliz”. Y se fue feliz a recibir su premio. Nosotros, cuando pensamos en su ausencia,
nos entristecemos porque no le vemos en la puerta de San Viator o en el patio, como siempre,
con su poncho y su sonrisa acogedora, pero hacemos mal en entristecernos. Jaime sigue vivo y
es feliz, su personalidad no ha sido destruida por el paso a través de la muerte, sino por el
contrario se ha dilatado en la posesión de la Verdad y del Amor. Ahora está más allá del velo
que a nosotros nos impide ver a Dios, Jaime en cambio contempla a Dios cara a cara, pero no
nos ha olvidado, no nos puede olvidar, él sigue siendo miembro de nuestra familia y permanece
atento a la voz de los que le amamos y a los que él ama.
Ahora Jaime intercede por nosotros, nos ayuda en nuestro caminar. Esto es lo que
afirmamos los cristianos al confesar la comunión de los santos, esa solidaridad espiritual que
nos une, en el cuerpo de Cristo, a los que vivimos todavía en este mundo con los que viven ya
en la gloria de Dios. La fe nos dice que Dios es amor, por consiguiente, en Dios, seguimos
unidos a Jaime por el amor, los lazos de amor que nos unen a él siguen íntegros, no se ha roto
nada. Jaime nos sigue amando como siempre.
La existencia de personas como Jaime es una prueba de que el Espíritu de Cristo sigue
actuando hoy entre nosotros, sigue guiando y animando a su Iglesia. Estas personas muestran
que es posible vivir el mandamiento de los cristianos, el mandamiento del amor. Ese fue el
secreto de la vida y de la actuación de Jaime: pasar por la vida como Jesús empeñándose en
hacer el bien a todos, en querer a todos, en hacerse querer por todos.
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Según San Juan de la Cruz: “Al atardecer de la vida nos examinarán del amor”. En este
examen, como en otros muchos, seguro que Jaime tiene ya “sobresaliente”. Los versos de José
Luis Blanco Vega con los que termina este libro y que el mismo Jaime sabía de memoria y
recitaba con frecuencia, resumen perfectamente los motivos de actuar de Jaime.
Todas las almas son un misterio y merecen todo nuestro respeto. Con esto intentamos
comprender un poco los motivos que indujeron a Jaime a hacer lo que hizo que es, ciertamente,
lo que podéis ver en este libro y mucho más.
José Antonio Lezama, Viator
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Entra en el gozo de tu señor
Aquel 18 de noviembre de 2010 oí que me llamaba: ¡Jaime!, ¡Jaime!
Yo respondí: ¡Aquí estoy, Señor!
Luego fue como un susurro, como una brisa fresca que pasaba por mi corazón: ¡Vamos, Jaime!
Deja a tus hermanos y hermanas... y ¡ven conmigo!
Y me dejé llevar. El Señor me colocó en sus hombros, como el buen pastor a la ovejita recién
nacida... y me trajo aquí. ¡Ah, qué maravilla! Con razón decía San Pablo que ni ojo vio, ni
oído oyó... Esto es una gozada inexplicable.
En el camino, según veníamos, Jesús me dijo: ¡Oye, Jaime! ¿Qué tal te fue eso del árbol de la
vida que tantas veces explicaste en reuniones...?
Bueno, Señor, le dije. Ya sabes que entre las frutas del árbol hay de todo...
No, Jaime, me dijo Jesús. Ya sé que la fruta está muy condicionada al tiempo, los pájaros, el
frío, el calor, el pedrisco... Yo me refería a las raíces del árbol...
Hombre, le dije con toda confianza, siempre he intentado tener unas actitudes sanas, vigorosas,
limpias, honestas, sinceras...
Vale, Jaime, entendido; me dijo Jesús. Pero añadió, ¿y tu opción fundamental?
Me sonreí, y después añadí: Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que siempre te he querido y he
vivido enamorado y apasionado por ti.
Jesús me bajó del hombro, me puso entre sus brazos y me dio un beso mientras me decía: ¡Bien,
siervo bueno y fiel; entra en el gozo de tu Señor!; y me acopló en la placenta divina. Desde ese
momento vivo inmerso en el amor trinitario y no tengo palabras para explicar lo que siento...
Últimamente me han dicho que los que seguís en la tierra esperáis que os cuente mi
vida con más detalles. Menos mal que no me habéis pedido que os la escriba, porque eso de
escribir nunca se me ha dado bien... Ni siquiera fui capaz de usar convenientemente ese
aparatito que llamáis ordenador...
Así que os los cuento, porque hablar ha sido una de mis cualidades cuando estaba entre
vosotros y siempre se me ha dado bastante bien. ¿Verdad?
Hace mucho tiempo decidí vivir entregado por y para los demás siguiendo los pasos de
Luis Querbes, que fue el fundador de mi Congregación, la de los Clérigos de San Viator.
Cuando os he tratado y hemos conversado de la vida, de sus buenos y malos momentos,
de sus alegrías y dificultades... siempre he sido benevolente, intentando reforzar los aspectos
positivos, potenciando así vuestra autoestima, pero en lo que a mí me correspondía he sido más
crítico, aunque a decir verdad mi autoestima ha sido muy alta y de ello debo agradecer a mis
padres, a mi familia, a mis amistades especiales, a todos vosotros y en el fondo de todo a mi
buen Dios Padre y Madre, como me gustaba llamarle.
Si tuviera que destacar dos actitudes que he tratado de vivir como seguidor de
Jesucristo, esas serían amar y perdonar. Amar a todos como nuestro padre nos ama –sí, y digo
bien, "nos ama", ya que sigue haciéndolo y nunca dejará de hacerlo-; y perdonar, ya que el
perdón como os lo decía muchas veces, es un don divino y además "es un signo de
inteligencia".
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He sido un privilegiado por la cantidad de
dones que el Señor sembró en mí. Siempre puse todo
mi amor en lo que hacía, dedicando esos dones a la
misión de evangelizar y educar, especialmente a los
más pequeños, según el lema de los viatores: “dejad
que los niños se acerquen a mí”.
He tenido una especial predilección por los
niños, sobre todo en los últimos años en los que la
enfermedad me atenazaba, ya que eran "mi mejor
medicina". ¡Qué rico me sabían esas horas de
patio…, esas entradas y salidas de los niños del
colegio, sus miradas, sus sonrisas de ángeles...!
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En esta misión nunca me he sentido solo. Muchos me habéis ayudado con vuestro
apoyo y cariño. Por ello doy gracias a Dios por haberos puesto en mi camino. “El haberos
conocido a todos me ha encantado”.
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Quienes me conocieron, decían que me parecía a mi madre
Esperanza, que era alta, guapa –si me permitís la licencia "¡guapa, más que
guapa!"-, nerviosa y dicharachera.
De mi padre Antonio, callado, amable, trabajador, heredé sobre
todo la admiración por la honestidad y su piedad profunda y discreta.
Murió a los 93 años y presidí su funeral, que comencé con estas palabras:
“¡No me deis el pésame por la muerte de mi padre. Felicitadme por haber
tenido un padre así!“.
Los dos están aquí conmigo. Menuda alegría les di y me dieron
cuando me encontré con ellos. Todas las personas que nos hemos dejado
amar y hemos amado mucho cuando estábamos entre vosotros, formamos
una piña amorosa en este ardiente corazón trinitario. ¡Qué maravilla!
A lo largo de mi vida he sido todo menos tranquilo y bastante impaciente. Mi mente no
paraba quieta ni un momento, estando en continua ebullición como si fuera una olla a presión.
Desbordaba energía, intentando llegar a todo lo que se me ponía por delante.
Recuerdo que uno de los informes previos a mis compromisos religiosos aventuraba lo
siguiente, suponiendo ya mi destino de futuro formador: “Temperamento nervioso, parece que
resistirá difícilmente las tensiones inherentes a la dirección de una casa de formación.”
Alguna que otra vez, fruto de esa impaciencia que os comento, repartí “cornadas”, pero
no dudéis ni un momento que me dolían más a mí, que al mismísimo “corneado”. Y os puedo
asegurar que después no quedó en mí ningún resentimiento.
Tenía un espíritu perfeccionista lo que me llevó en alguna ocasión a la frustración por
no alcanzar las metas que me proponía. ¡Algún defectillo tenía que tener, ¿no?!
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Mi familia
Me gustaría contaros algunas cosillas de mi familia y de mi vida desde que empecé a
respirar aquellos airecillos limpios y puros que subían hasta mi pueblo desde el valle del Pas.
Mis padres eran naturales de Bárcenas, un pequeño pueblecito al norte de la provincia
de Burgos, situado a tres kilómetros de Espinosa de los Monteros. Se dedicaban, como la
mayoría de los vecinos, a la ganadería de vacuno de leche y de ganado lanar. Llevando siempre
su ganado, se instalaron primero en Santa Olalla de Espinosa de los Monteros, para
posteriormente trasladarse a las vecinas localidades de Edesa, Agüera y finalmente a San
Pelayo, todas ellas pertenecientes a la Merindad de Montija (Burgos).
Tuvieron nueve hijos: Porfirio, Cesáreo, Demetrio, Eliseo, Adoración, Clotilde,
Secundino, Cipriano y yo, que era el menor de todos ellos. Cinco de mis hermanos fallecieron
en edades comprendidas entre los 18 meses de Demetrio y los 27 años de Adoración. Estas
cinco tragedias marcaron dolorosamente a mi familia, en particular a mi madre.
Durante la Guerra Civil, mis dos hermanos mayores, Porfirio y Cesáreo, fueron
llamados a filas. Cesáreo falleció en un hospital de Lérida en 1939 a consecuencia de los
rigores invernales del sitio de Teruel. Como San Pelayo estaba en zona republicana, en pleno
frente y al alcance de la artillería “nacional”, el resto de la familia tuvimos que abandonar el
pueblo y refugiarnos en Fuente Provedo, zona boscosa con cabañas ganaderas diseminadas en
la montaña que separa las provincias de Burgos y Cantabria, próxima al puerto de Los Tornos.
Allí falleció nuestro hermano Eliseo de 14 años. Sufría del corazón y el horror de los
bombardeos no fue seguramente la mejor medicina. Sin asistencia alguna, nuestro padre tuvo
que echárselo al hombro y caminar con él unos seis kilómetros hasta San Pelayo, donde le
enterró con la ayuda de un vecino que había permanecido en el pueblo.
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Nací en San Pelayo el día 18 de Julio de 1934. Un pueblecito que apenas cuenta con 20
habitantes. Se extiende a los pies del Zalama, cumbre que divide las provincias de Cantabria,
Vizcaya y Burgos.
Siempre me he sentido muy unido a mi “tierruca” y por ello a menudo salía en
conversaciones con mis compañeros de comunidad San Pelayo, el campo, las vacas… Para mí,
eran como la antítesis del “Corte Inglés”, en el que nunca llegué a entrar, ya que simbolizaba el
ajetreo y consumismo moderno. Me bastaba pasar delante de sus escaparates para convencerme
de cuántas cosas no necesitaba.
De San Pelayo salí para estudiar y sólo regresaba durante las vacaciones estivales a
pasar unos pocos días. Sin embargo de mayor, a la más mínima oportunidad, procuraba
regresar, aunque para ello tuviera que depender de alguien que me llevara, ya que, a pesar de
tener carnet, solo conduje una vez.
La casa donde nací está a cincuenta metros de la iglesia del pueblo dedicada a San
Bartolomé, en la cual me bautizaron una semana después de nacer. La casa que actualmente
tiene mi familia en el pueblo la construyó mi padre Antonio en el año 1.948.
En 1940, con seis años, me incorporé a la escuela mixta de San Pelayo. Por entonces ya
sabía leer, escribir y las cuatro reglas que me habían enseñado mis hermanos mayores, lo cual
sin lugar a dudas facilitó mucho la tarea a mi primer maestro, D. Esteban Arbé.
Mi casa natal en San
Pelayo
Con mis padres y tres de
mis hermanos
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Iglesia de San Pelayo
dedicada a San Bartolomé
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Años de estudios
Cuando cumplí trece años mis padres decidieron enviarme al juniorado que los viatores
tenían en Escoriaza, situado en la comarca del Alto Deva, en Guipúzcoa, a 31 kilómetros de
Vitoria y a 84 de San Sebastián.
El seminario estaba en un edificio de planta cuadrangular de grandes dimensiones,
organizado alrededor de un patio central. En el año 1.587, D. Juan de Mondragón y
Azcarretazábal, natural de Eskoriatza y residente en Perú, nombraba en su testamento como
único heredero a su hijo Pedro de Mondragón y le encomendaba utilizar parte de sus bienes en
la construcción de un hospital en Escoriaza “si pudiese ser, y si no en su comarca”.
Así se iniciaron las obras en 1603. Como consecuencia de un gran incendio, el edificio
quedó destruido en 1624, manteniéndose en pie únicamente los muros. Fue posteriormente
reconstruido y en el año 1669 el Hospital del Santísimo Rosario ya estaba en funcionamiento.
Después de numerosas vicisitudes, pasó a manos de la Comunidad de San Viator que, en 1921
habilitó en el edificio un colegio-seminario. Este inmueble fue declarado “Bien Cultural
Calificado por Orden de 17 de Enero de 1964.”
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En el año 1998 el edificio fue adquirido por la ”Mondragon Unibertsitatea” para su
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Claustro de
Escoriaza
Seminario de
Escoriaza
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Pero volvamos a mis años de formación con los Viatores. Cuando ingresé en el
Juniorado de Escoriaza el día 15 de septiembre de 1947, la gran preocupación de mis padres era
mi escaso apetito. Sobre todo si había garbanzos, que nunca me gustaron. Eran tiempos de
hambre, y recibía del pueblo paquetes de alimentos que compartía con mis compañeros de
mesa.
Como estudiante, mis compañeros decían que era brillante y con una memoria
privilegiada. Son muchos los que resaltaban con admiración esa sorprendente memoria capaz
de recordar no sólo nombres de cientos de alumnos, amigos y conocidos y de sus familiares,
sino también las vicisitudes, dolencias y alegrías de sus vidas. Era un recurso infalible que me
sirvió durante toda mi vida para intimar a primera vista. No corráis mucho la voz pero os digo
que yo empleaba un truco: para aprender una lista imaginaba un paseo por una zona conocida, y
a cada objeto que veía le atribuía un nombre de la lista. Por eso podía recordar los nombres
tanto en orden directo como en orden inverso, según hiciese el paseo de ida o de vuelta. Este
truco recibe el nombre de "mnemotecnia".
Por aquel entonces ya tenía claro que quería seguir a Cristo de un modo radical,
respondiendo a su llamada a ser su discípulo y apóstol.
Imagen actual del claustro de
la Facultad
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En el Juniorado de Escoriaza, el 12 de octubre de 1.947
Soy el tercero de la derecha, en la segunda fila empezando desde abajo
Foto de Junior con la
medalla de “aspirante”
a novicio en 1950
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Posando junto a un grupo de novicios que emitían sus
primeros votos, con el rosario al cuello que lo simboliza
Estoy de pie, el tercero por la derecha
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Primeros votos
El 15 de agosto de 1952 emití mis primeros votos en el noviciado de Escoriaza.
Después continué un año más mis estudios, obteniendo el Diploma Básico de Bachiller de
Ciencias y superando varias materias de Magisterio.
Desde ese momento, siempre he procurado vivir y actuar conforme al carisma de los
Clérigos de San Viator: “Anunciar a Jesucristo y su Evangelio y suscitar comunidades en las
que se viva, se profundice y se celebre la fe”.
Posando con mis padres
tras el compromiso
Mis primeros votos, 15 de agosto de 1952
Soy el segundo empezando por la izquierda de la fila central
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En el reverso podéis ver una de mis manías: firmar detrás de las fotos de grupos
Con los compañeros que emitimos los primeros votos
Estoy de pie, el tercero por la derecha
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Votos perpetuos
De Escoriaza fui destinado al colegio San José de Vitoria, como profesor, y más tarde
al Hogar San Francisco de Paula, en Zaragoza. El 15 de agosto de 1958, junto con mis
compañeros Lezama y Urrutia, emití los votos perpetuos en la capilla de Escoriaza.
Votos perpetuos en la
capilla de Escoriaza
Votos perpetuos junto con mis compañeros Lezama y Urrutia
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Tras los votos perpetuos fui al Seminario menor de los viatores en Sopuerta, y al año
siguiente regresé al Noviciado de Escoriaza. Allí, mi compañero José Antonio Lezama y yo
ayudábamos al maestro de novicios, el P. Celso López de Munain, mientras completábamos
nuestros conocimientos de lengua griega para prepararnos a los estudios sacerdotales.
La siguiente foto es del grupo que hizo la primera profesión el 15 de agosto de 1960.
Estoy sentado el segundo por la izquierda, sin poder disimular esa sonrisa que algunos tildaban
de “pícara“, que me acompañó toda mi vida.
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Ordenación Sacerdotal
Estudié Filosofía y Teología en la Facultad de Teología del Norte, en Vitoria, y me
ordené de sacerdote en Comillas (Cantabria) el 10 de abril de 1966, Pascua de Resurrección,
junto con mi compañero José Antonio Lezama.
A la semana de la ordenación, celebré la eucaristía en mi añorado San Pelayo
acompañado de mis padres Antonio y Esperanza. Salimos todos en procesión desde la casa en
la que nací hasta la iglesia. La misa fue muy solemne y la ceremonia litúrgica brilló más aún
con el coro de los juniores que vinieron desde Sopuerta para realzar la ceremonia religiosa.
Completé la Licenciatura de Teología en la Universidad de Comillas, en Madrid, el año
1967, y tras otro paso por Vitoria como Padre Espiritual del “Colegio San José”, recalé en el
escolasticado que los viatores tenían en Valladolid, localidad en la que a la postre, pasé el
período más largo de mi vida, aunque no de forma continuada.
Misa en San Pelayo,
una semana después
de la ordenación
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Con cuatro compañeros,
todos ellos originarios de
San Pelayo, a la puerta
de mi casa
Con mis padres
tras la celebración
Junto con compañeros
y amigos en la puerta
de mi casa
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Tarjeta de despedida al terminar filosofía en el
Seminario de Vitoria, el 30 de mayo de 1.966
Orla de la Licenciatura de Teología
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A propósito, recuerdo ahora un momento que suscitó mucha hilaridad en la capilla de
Valladolid, el 15 de agosto de 2002. Resulta que ese año junto con mis compañeros de
noviciado Jorge, Urrutia y Lezama (ya que Ortuondo estaba en Chile) celebrábamos nuestras
bodas de oro de profesión religiosa.
Los cuatro presentes teníamos fama de ser "un poco" habladores. Por eso, cuando los
asistentes a la Eucaristía nos vieron en el altar y recordaron que, en ese momento, los festejados
suelen decir unas palabras, temblaron de terror pensando que la comida podría comenzar a
media tarde o al anochecer. Nada de eso ocurrió gracias a la estratagema que inventamos.
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Ese día no habría ni homilía ni discursos, sencillamente expondríamos en unas
pancartas nuestros agradecimientos y nuestros deseos y, sin decir una palabra, pero
acompañados por unos cantos muy apropiados, pasaríamos nuestro mensaje. Esa era la idea
pero había que contar con los participantes. Se lo conté a Lezama, que se adhirió con
entusiasmo. Urrutia se negó, no veía muy litúrgico eso de sustituir la homilía por un cartón con
un mensaje. Había que conquistar a Jorge, el cual no dudó ni un momento.
Para llegar al triunfo final tuvimos que recurrir a la estrategia del voto con compromiso
previo de aceptar sin discusión la opinión mayoritaria. Como estaba previsto, Urrutia perdió,
pero con gran deportividad colaboró activamente en todo. Jorge, con su buena mano, hizo unos
carteles estupendos, nosotros los exhibimos y todo el mundo se enteró agradecido de lo que
queríamos decir. La comida, con gran satisfacción de todos, fue a la hora prevista.
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Aquí estamos los cuatro
homenajeados, a los pies
de nuestra Madre
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Viatores en Valladolid
Aunque hasta 1.968 no me destinaron por primera vez a Valladolid, os contaré como
surgió la vinculación de los Clérigos de San Viator con esta Ciudad. Corría el año 1961 y los
superiores buscaban una casa para Noviciado o Escolasticado. Tras intentos infructuosos en
Vitoria, en el año 1961 se apalabró la compra de una finca de 4 hectáreas a orillas del río
Pisuerga, a 10 kms. de Valladolid. Ya nos había convocado el notario para la firma del
contrato, pero las dueñas se emocionan, se les encoge el corazón al pensar que se desprenden
de una finca con la que estaban encariñadas y se niegan a firmar. De nada sirvió una airada
protesta. De nuevo a recorrer fincas y ver más casas. A los dos meses, el día del Sagrado
Corazón, ofrecen al H. Andrés una finca de 4 hectáreas en el mismo Valladolid, por el mismo
precio que la anterior. El Consejo de la Congregación la acepta el 22 de junio de ese año.
Dentro de la parcela, existía una casa que sirvió en los primeros años de noviciado, y
unos pajares y establos convertidos en dormitorio, capilla y sala de estudios de los novicios.
Nazario Izar de la Fuente, superior provincial de la comunidad, cuenta en una circular
del día 27 de octubre de 1961 la llegada de los primeros viatores a Valladolid: “…Un autobús
que salió de Escoriaza a las siete de la mañana del día 23 de octubre, dejó a 16 novicios con el
P. Maestro y el H. Graciano en su nueva residencia tan poco parecida a la que dejaron en
Escoriaza. En tarde de hoy, 27, el M.I. Sr. Vicario General del Arzobispado ha bendecido la
capilla y consagrado el altar. Con los trabajos de adaptación de la pequeña casa existente en la
finca y un dormitorio de una planta que se ha habilitado, el nuevo noviciado puede alojar
amplia y cómodamente a 25 novicios”.
La finca estaba enclavada en una “media selva” por lo que se hacía difícil su
localización a primera vista, tal y como se ponía de manifiesto en una crónica aparecida en
Vida, revista de la congregación: “Se ha cursado a Obras Públicas una petición de colocación
de rótulo que oriente al viandante que se acerque a San Viator-Noviciado, pero hay una
ordenanza que prohíbe tales distracciones para los esclavos del volante a menos de 50 metros
del firme de la ruta. También hemos pedido teléfono y se nos ha dicho en cordial entrevista con
el Director de la Telefónica en la ciudad del Pisuerga, que están sirviendo las peticiones del año
57”.
Casa-noviciado
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Vistas de la finca
Exteriores de la
Casa- noviciado
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Posteriormente, se construyó un edificio para los novicios adosado al existente.
Obras de
construcción del
nuevo edificio de
novicios
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Casa-noviciado tras
las obras
El “patio andaluz”
del noviciado
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En los exteriores de la casa-noviciado, se encontraban los aposentos del fiel perro Se-
vino con el que se encariñaron los novicios, y él con ellos, cuando “se vino” con ellos en uno de
sus paseos.
Con vistas al futuro, se tomó la decisión de construir un nuevo seminario para la
congregación. El 14 de julio de 1.964, el Superior General Michel Sudres, bendijo los terrenos
de la futura Casa de Formación.
Comenzaron las obras en el mes de octubre, y a su término, tomó el relevo de
Escoriaza, como la nueva casa de formación de los Clérigos de San Viator en Valladolid.
Capilla del
noviciado
Dominios de “Se-vino”
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Bendición de los terrenos
Obras de la
nueva casa
de formación
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El 20 de octubre de 1966, a las 18:30 horas, como delegado del Sr. Arzobispo, el
Vicario General de la Archidiócesis, el Ilmo. Sr. D. Modesto Herrero bendijo la nueva capilla y
consagró el altar. Al día siguiente, 21 de octubre de 1966, día de San Viator, a las 11 horas
comenzó la misa mayor inaugurándose así la capilla de la nueva Casa de Formación, que
posteriormente yo bauticé como de la “Resurrección y de la Vida”. Presidió la Misa mayor el
Padre Provincial Nazario Ízar de la Fuente, concelebrando los padres Chauffour, Luis, Jorge y
un servidor.
Se completó la jornada con un partido de fútbol entre una selección de HH.
Escolásticos y un conglomerado de veteranos, rematando la tarde con la proyección de la
película “Qué bello es vivir”, gracias a los PP. jesuitas que prestaron la máquina.
Nueva casa de
formación de
los Viatores en
Valladolid
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Al año siguiente, el 31 de mayo de 1.967, el Arzobispo de Valladolid don José García
Goldáraz bendijo la nueva casa de formación de los Clérigos de San Viator: vestíbulo,
dependencias y capilla.
Capilla de la casa de formación
Ambón original
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Bendición de
diversas
dependencias
Invitación al evento
Bendición del
vestíbulo
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Con posterioridad, en parte de los terrenos que ocupó la antigua casa-noviciado, se
construyó una residencia para alojar a los más veteranos de la congregación, entrando en
funcionamiento el 8 de junio de 1.982. Yo seguí de cerca las obras con entusiasmo, hasta
comenté que ya había elegido habitación para cuando me retirara. Sin embargo, ¡cuánto me
costó irme a la residencia cuando el provincial me lo propuso! En sus jardines se inauguró el 15 de agosto de 2.003 un monumento en conmemoración
del centenario de la presencia de los Clérigos de San Viator en España. Está formado por cinco
láminas de acero entrelazadas y representa el mundo (5 continentes) y al mismo tiempo cinco
hojas del libro que recoge latidos de nuestros 100 años de historia.
Residencia para los
más “veteranos” de
la Congregación
Ceremonia
de bendición
de la capilla
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Inauguración del monumento
Con mis cuatro compañeros de noviciado
el día de la inauguración del monumento
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Barrio de las Delicias, delicioso
La casa de formación está ubicada en el Barrio de Las Delicias, como yo decía,
"Delicias barrio delicioso".
El Barrio de Las Delicias se formó a comienzos del siglo XX como resultado de la
inmigración que recibió Valladolid motivada por la demanda de mano de obra para los talleres
de R.E.N.F.E. ubicados en el Paseo de Farnesio. Ya que esos nuevos vecinos encontraron
trabajo en la industria ferroviaria, tomaron como modelo de barrio el de Las Delicias, en
Madrid, que también estaba compuesto mayoritariamente por ferroviarios.
Posteriormente, en la década de los cincuenta, experimentó otro fuerte desarrollo
demográfico como consecuencia de la implantación de la factoría F.A.S.A. RENAULT en el
Paseo del Arco de Ladrillo números 44 y 46, entre la empresa Autógena Martínez y los
depósitos de carburantes de CAMPSA, y frente al cuartel Conde Ansúrez.
Pronto se constató la necesidad, cada vez más acuciante, de establecer un nuevo centro
docente para atender las numerosas peticiones de escolarización. Por ello, el mismo día de la
inauguración de la capilla del Seminario de San Viator, Monseñor García Goldáraz solicitó a
los viatores la construcción de un colegio en el barrio para “atender la educación cristiana de
los niños, jóvenes y familias”.
Talleres de
R.E.N.F.E.
39
Factorías de
F.A.S.A.
RENAULT
El Barrio Delicias
años 50 y 70
40
Colegio San Viator de Valladolid
La ilusión que entonces nació, tenía dos deseos que satisfacer: catequizar y enseñar.
Poner alas al barro y palabras al amor.
El 15 de febrero de 1.969, se procedió a la bendición del lugar y a colocar la primera
piedra de lo que hoy conocemos como el “Colegio de San Viator”.
Y tras las obras, esa ilusión se hizo realidad con el comienzo de las clases, el 14 de
septiembre de 1.972.
Bendición de
los terrenos
Construcción
del colegio
41
Siempre me he considerado un educador nato volcando todo mi amor en mis alumnos,
intentado que cada uno de ellos desarrolle al máximo sus capacidades. En esa labor educativa
hay un tiempo para sembrar y otro para recoger.
Pero esos frutos no siempre llegan cuando se desea. Por eso eran famosos mis slogans
para cada etapa del curso que como una letanía trataba de inculcar a profesores y alumnos, y
que ellos a coro repetían: Para el primer trimestre: “¡A sembrar!”. Para el segundo: “¡Moral,
mucha moral!”. Para el tercero: “¡Paciencia, mucha paciencia!”.
Colegio San Viator
de Valladolid
42
43
Mis años en Valladolid
Mi estancia en Valladolid ha estado dividida en tres etapas. En la primera, de 1968 a
1978, fui profesor en el Escolasticado. Posteriormente pasé a ser su “Regente, Ecónomo y
Director de Estudiantes”, nuevas responsabilidades que asumí con decisión, simultaneándolas
con la animación de la Catequesis en la parroquia de Ntra. Sra. del Carmen de las Delicias.
En el Escolasticado tenía claro mi papel de formar religiosos para el futuro en una
sociedad cambiante, y con el reto del Concilio Vaticano II que supuso una puesta al día de la
iglesia. No dudé en traer a las personas que consideraba mejor preparadas para lograr ese fin.
Por Valladolid pasaron desde Marciano Vidal o Alonso Shöekel, hasta Juan de Dios Martín
Velasco o Juan Mateos. En esos años, asistíamos con frecuencia a las Semanas de Teología que
se organizaban en la Sala Borja dirigidas por los jesuitas.
Fueron también tiempos de crisis de vocaciones lo que se ponía de manifiesto en las
dispensas de los votos de los jóvenes. Algunos me criticaron de excesivamente aperturista y
permisivo, tanto a nivel intelectual como religioso, responsabilizándome de las “deserciones
vocacionales” que se producían. Eso me dolió profundamente. Sin embargo siempre consideré
prioritario formar personas íntegras y felices antes que religiosos frustrados e insatisfechos.
También se criticó mi concepción “puertas abiertas” tanto en los patios como en la piscina
colegial. El cariño y agradecimiento que recibimos los viatores de los que se acercaron a
nosotros me demostraron que elegí el camino adecuado.
El amor a la Congregación me llevó también a reflexionar sobre su propio futuro,
cuestionándome mi grado de responsabilidad. Tenía claro que no se debía identificar
necesariamente la continuidad de la Congregación con la de la iglesia. Esta perdurará y nuestro
carisma también lo hará en la medida que se adapte a los signos de los tiempos. En los inicios de
la Congregación, la enseñanza en los pueblos estaba desatendida a la vez que la formación
religiosa y esa fue la primera misión a la que la institución se dedicó. Sin embargo en los
tiempos actuales la primera necesidad está cubierta, lo que nos lleva a dedicarnos también a
otros campos de acción como la atención a los padres de los alumnos.
Tras dos años en Madrid, regresé a Valladolid en una segunda etapa desde el año 1980 a
1995, siendo en primer lugar Regente, compaginándolo con el cargo de Consejero provincial.
En 1981 fui nombrado Coordinador de la Obra de Valladolid y después Coordinador de Pastoral
del Colegio San Viator de Valladolid, desde el año 1984 hasta el año 1995 que de nuevo me
destinaron a Madrid.
Y ya en mi última y definitiva etapa en Valladolid, a partir del 1999, fui colaborador en
la pastoral del Colegio San Viator y responsable de la “Eucaristía dominical” del Centro S.
Viator. También me ocupé de los grupos de formación de adultos y de oración abierta.
44
Años en el Escolasticado, formando el grupo de
dirección que algunos llamaron “el pentágono”
45
AMPA-Deportes-GOV
La educación no solo compete a los profesores. El compromiso de los padres en esa
labor refuerza la motivación de sus hijos.
Por ello siempre he tenido un agradecimiento especial para los miembros del AMPA de
los colegios por los que he pasado. Esos padres que de manera desinteresada, sacrifican gran
parte de su tiempo en colaborar con los profesores y con el colegio, organizando actividades
para padres y alumnos.
Como muestra de agradecimiento, me acercaba a sus reuniones y les dedicaba el
apelativo de “tontos buenos”, animándoles con frases como: “no tenéis remedio, y no lo
tengáis”.
Con miembros del
A.M.P.A.
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El mismo agradecimiento transmitía a los monitores de deportes y del GOV, Grupos de
Orientación para la Vida, por su trabajo incansable con los alumnos del colegio.
Eucaristía en Miñera de Luna
Siempre con el
deporte
47
Escuela de Padres
Mi preocupación por la formación integral de las familias me llevó a prepararme en el
Instituto Superior de Filosofía de los Dominicos de San Pablo, donde cursé los estudios de
Orientador Familiar. Fue entonces cuando un grupo de padres me sugirieron que organizase
charlas sobre temas relacionados con la educación y las diferentes etapas del desarrollo de los
niños. Así nació la “escuela de padres”, en la que posteriormente tuvieron cabida temas
relacionados con la formación humana y cristiana de padres e hijos y las relaciones personales
entre ambos.
Grupo del curso de
“Orientador Familiar”
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Piscina abierta al Barrio
El colegio San Viator contaba entre sus instalaciones con una piscina. Un espacio que
cobró gran importancia ya que a través de ella, ofrecíamos a las familias un ambiente sano de
esparcimiento.
Trabajé duramente junto con mis hermanos de comunidad para conseguir que fuera una
“Piscina abierta al Barrio”. Nos empleamos a fondo para propiciar un clima muy familiar, rico
en confidencias, consejos y también algún que otro consuelo. Con mucha frecuencia, el recinto
se convertía en un “confesionario al aire libre”.
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Las fuertes inversiones que requería la instalación para adecuarse a las nuevas
normativas en materia de seguridad, la abocaron al cierre. Y tras varios años de abandono, se ha
reconvertido en el nuevo aparcamiento colegial.
Nuevo aparcamiento
colegial
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Parque de la Paz
Además de mi labor educativa y pastoral en el barrio, sentí la necesidad especial de
hacer lo que estuviera en mi mano para mejorar la situación de los vecinos. Por eso me podíais
encontrar en cualquier actividad que apoyara sus reivindicaciones sociales. Pertenecí a la
asociación de vecinos, y junto con ellos, Justicia y Paz y el apoyo de parroquias y colegios,
conseguimos para el barrio un lugar de esparcimiento del cual carecía, el “Parque de la Paz”.
Esta zona se localiza entre las calles Arca Real y General Shelly, al lado de los terrenos
ocupados por el Cuartel de Caballería Conde Ansúrez.
Los terrenos fueron ocupados por los militares del cuartel próximo. Alguien se dio
cuenta que esos terrenos no les pertenecían ya que eran de un particular.
Terrenos donde
hoy se ubica el
parque
51
Tras conversaciones con los responsables militares, lejos de dejarlos libres, vallaron su
perímetro.
Desde “Justicia y Paz” se propuso que la gente colgara en la alambrada que delimitaba
la parcela, carteles con las reivindicaciones vecinales. Posteriormente, nos movilizamos para
que el Ayuntamiento comprara esos terrenos y los dedicara a hacer un parque y no a la
construcción de viviendas.
Finalmente, las peticiones vecinales fueron escuchadas. Y llegó el momento de ponerlo
nombre. Se propuso que fueran los propios vecinos quienes lo eligieran. Yo sugerí llamarlo el
“Parque de la Paz”. Esa idea cuajó entre los vecinos y fue el nombre elegido mayoritariamente.
Desde el Ayuntamiento se repartieron arbolitos para que los vecinos los plantáramos en
el nuevo parque, dándonos así la oportunidad de sentirlo más nuestro. Y así, herramienta en
mano, lo hicimos niños y grandes.
Con la colaboración de todos, hicimos realidad el “Parque de la Paz”, un lugar de ocio
para nuestro cada vez más “delicioso barrio”.
Reivindicaciones
vecinales
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Los vecinos
plantando árboles en
el nuevo parque
Asamblea en los
terrenos
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Parque de la Paz
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Catequesis del Carmen
Mi espíritu viatoriano me ha llevado siempre a estar abierto al Barrio de las Delicias, a
la Diócesis, y en tanto en cuanto he podido, he prestado mi colaboración gustosa a personas e
instituciones. Mi labor pastoral en el barrio en los primeros años, fue la animación de la
Catequesis en la parroquia Ntra. Sra. del Carmen de Las Delicias, en la que estuve hasta el año
1978.
Por aquellos años, en la catequesis de El Carmen había algo más de mil niños, unos
ciento diez o ciento veinte catequistas, y un grupo de cantores compuesto por aquellos
adolescentes provenientes de la catequesis, que se hacían mayores, pero no lo suficiente como
para responsabilizarse de un grupo.
Los domingos, media hora antes de celebrar la eucaristía, reunía a todos los catequistas
y les exponía el tema del día para que luego cada uno se lo transmitieran a los niños de su
grupo. Intentaba adaptar la eucaristía a niños y mayores. De hecho, muchos padres se quedaban
todos los domingos a esta misa de chicos. Intentaba cuidar la parte correspondiente a la música
para así hacer participar en la liturgia a todos los asistentes. Inclusive hice mis pinitos
organizando un pequeño coro a cuatro voces mixtas. ¡Y hasta se editó un cantoral!
Para toda esta labor me apoyaba mucho en los viatores estudiantes, que entonces había
en Valladolid. Organizaba charlas, convivencias y retiros de uno o varios días. Otra cosa que
promoví durante unos años, fue la noche de oración. A eso de las diez de la noche íbamos a
algún lugar alto de los de las afueras de Valladolid, y lo pasábamos en oración hasta contemplar
la salida del sol.
También organizaba charlas a los padres para actualizar su formación religiosa,
intentando presentar una teología liberadora basada en el mandamiento del amor y la moral de
actitudes. La catequesis también tenía su parte lúdica. Por Navidad se celebraba un Festival,
para el cual el seminario de San Viator nos prestaba el salón de actos que se llenaba a tope. Al
final del curso se organizaba la excursión de catequesis, a la que también se admitía a los
padres que quisieran ir. ¡Llegamos a llenar hasta dieciséis autocares!
Parroquia de Nuestra
Señora del Carmen
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Grupo de catequistas
con los novicios en
San Viator
Excursión fin de
curso de catequesis
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Diversos grupos de
catequistas
Último servicio que prestaron las sotanas colaborando
en la construcción de la rampa del seminario
57
Años más tarde, en el 2.000, las “viejas glorias de la catequesis del Carmen” nos
reunimos compartiendo “misa y mesa” en el Colegio San Viator, recordando aquellos
maravillosos y fructíferos años.
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Charlas con Goyo
Compaginando mi labor en la catequesis del Carmen, durante esos años me dediqué
también junto con Goyo Esquíbel, a ir por los colegios de Valladolid y por diversos pueblos de
la provincia a dar charlas, ejercicios, retiros, en definitiva, a evangelizar. ¡Vaya tándem
formábamos!
Transmitíamos a los jóvenes y a las familias una manera de entender y vivir un
cristianismo abierto, humano y positivo.
Lástima que esa forma de evangelizar no siempre fuera bien entendida. Recuerdo que
algunos incluso nos acusaban de “corruptores de menores. Por suerte siempre contamos con el
cariño y el apoyo que recibimos de los hermanos de comunidad, de las familias, de los
directores de los colegios, del Obispo, del juez, sí, sí, del juez que hasta ese punto llegaron
incluso las disputas, y hasta del escritor Delibes que se puso de pie en una reunión para
defendernos y felicitarnos por la educación que dábamos a su hija.
Pero llegó el año 1978 y fui trasladado a Madrid como Consejero provincial de los
viatores, lo que me obligó a abandonar la colaboración con la parroquia del Carmen. Y aunque
regresé a Valladolid en 1980, las nuevas funciones que la congregación me encomendó, no me
permitieron volver a la parroquia de El Carmen con la cual, no obstante, me mantuve siempre
muy vinculado.
59
A mi regreso, en el curso 1980-1981, un grupo de jóvenes de la plataforma 0,7%, que
persigue destinar ese porcentaje del producto interior bruto de los países ricos al desarrollo de
los países del Sur, buscaba un lugar para hacer una huelga de hambre reivindicativa. Solicitaron
mi apoyo para poder realizarlo en la casa de formación de San Viator en Valladolid.
Tras consultarlo en la comunidad religiosa, y después de “algún que otro acalorado
cambio de impresiones con compañeros”, la huelga de hambre tuvo lugar en San Viator,
teniendo gran resonancia en la ciudad.
60
Justicia y Paz
Tomé parte en el movimiento diocesano de Justicia y Paz del que intenté ser un
miembro activo, aportando todo mi entusiasmo. Desde ese colectivo promoví durante varios
años una marcha pacífica y silenciosa en pro de la paz, la justicia, los inmigrantes, los derechos
humanos, de acuerdo con el lema escogido para cada año.
Una de las acciones convocadas por Justicia y Paz, tenía lugar al día siguiente de cada
asesinato terrorista. Nos concentrábamos a las ocho de la tarde en torno a la cruz de la plaza de
San Pablo como signo de rechazo al terrorismo y apoyo a las víctimas. Eran concentraciones
silenciosas que duraban media hora. Para acabar se leía un manifiesto de apoyo a las víctimas,
pidiendo a los terroristas el final de la violencia.
61
Recuerdo especialmente la del 16 de junio de 1990. Llevábamos dos pancartas: “La Paz
es posible” y “Apuesta por la Paz”. Una periodista de Radio Televisión Española se acercó a mí
y me preguntó por el significado de ese silencio. Le respondí que es nuestro estilo de protesta
activa. El reportaje se vio esa noche en el Telediario nacional.
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Festival Musical de la Paz
En el contexto de este movimiento, junto con Santi Angulo, surgió también el Festival
Musical de la Paz, que durante varios años se celebró en diferentes lugares de la ciudad. El
primero se celebró el 12 de mayo de 1990 en la capilla de San Viator. Participaron 12 grupos
musicales con canciones originales y los asistentes sobrepasaron los 600, además de numerosos
reporteros de radio y televisión.
La canción del Grupo San Viator titulada “Gente de Paz”, que el propio Santi Angulo
compuso, fue proclamada “Canción de la Paz 1990”.
1er Premio del Festival
Musical de la Paz
63
Fundación Aldaba Proyecto-Hombre
Siguiendo los pasos de Luis Querbes, los Clérigos de San Viator nos dedicamos
especialmente a los más desfavorecidos de nuestro tiempo. En el año 1993, junto con otras
cinco Congregaciones religiosas implantadas en Valladolid, nos concertamos para dar una
respuesta eficaz al problema de la drogadicción. Se creó una fundación, a la que se dio el
nombre de ALDABA, y que eligió el estilo terapéutico del Proyecto Hombre. Así comenzó su
andadura “ALDABA - PROYECTO HOMBRE VALLADOLID”.
Estuve presente en sus primeros pasos y tras el paréntesis de mis años en Madrid volví a
formar parte del Patronato junto con mi compañero Juan Francisco Serrano en representación de
los viatores.
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Grupos de formación y oración abierta
Como yo siempre he entendido, Dios y la religión son fuente de alegría y esperanza y no
de angustia interior. Y fruto de ese convencimiento, me mostré en todo momento alegre por dar
a conocer a Jesucristo y su evangelio, con una actitud “positiva”. Trataba de transmitir esa
misma actitud en las charlas de la “escuela de padres”, a las que me he referido anteriormente,
y también en los “grupos de formación” y en la “oración abierta”, que la Comunidad
Viatoriana ofrece a todas las personas que manifiestan esa inquietud.
Grupos de
formación
65
Grupo de oración abierta
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Eucaristía de doce
Esa visión positiva de la religión es la que encontraban, y siguen encontrando, todos los
que cada domingo asisten a la eucaristía de San Viator, la llamada “eucaristía de doce”. Ponía
gran énfasis en la relación personal, en conocernos unos a otros, en celebrar, sí digo bien, en
celebrar, porque la eucaristía debe ser una fiesta. Por ello muchas veces de manera provocativa
me dirigía a todos diciendo: “Dios no quiere vernos con cara de vaca triste”, o, “un santo triste
es un triste santo”.
En cuanto a las homilías, yo nunca he sido hombre de largos discursos o sermones,
prefiriendo resaltar la idea que consideraba principal de cada lectura del evangelio, haciéndola
comprensible y cercana para todos. Por eso en las eucaristías de verano, tras el momento de la
palabra, miraba a la gente con una sonrisa un tanto socarrona, alzaba una mano y decía a los
asistentes: “En tiempo de melones y sandías"..., a lo que todos a coro contestaban: “No hay
sermones ni homilías”.
Grupo “eucaristía
de doce”
67
Siempre he hablado de la importancia del sentimiento de la presencia constante de Dios
en cada momento del día: al levantarme, en la oración comunitaria, al ir al colegio, en las
sesiones de patio, al encontrarme con las personas y escuchar sus problemas o al celebrar la
Eucaristía. Prediqué el momento presente sincero, que yo esquematizaba con las siglas MPS,
invitando a todos a ver y vivir lo que de bueno, verdadero y bello hay en la vida y en todos y
cada uno de nosotros, viviendo la presencia de ese Dios que tanto nos ama.
Y como el tema de las siglas me iba bien, procuraba introducir en el corazón de quien
me escuchaba que era suficiente con saber responder adecuadamente a las tres D: DDD, Dios,
Deber y Demás. El camino de la santificación pasaba, decía, por vivir las tres D.
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Grupo Amigos de San Viator
También colaboré con los que generosamente empleaban su vida en intentar paliar las
necesidades de los demás. Por ello apoyé desde sus comienzos, la idea de esos “Locos de
Yahvé” como yo mismo les bauticé, que formaban y forman el grupo de “Amigos de San
Viator”. Un grupo de matrimonios, que en fechas próximas al 14 de febrero, se reúnen todos los
años para celebrar San Valentín.
Allá por el año 1988, les surgió la idea de entregar a Manos Unidas el dinero que se
iban a gastar en la celebración de la cena o tomando café. Así nació la “Gran Cena San
Valentín para Manos Unidas”. El primer año se juntaron 40 comensales llegando a ser en algún
año más de 600. Ellos mismos se ocupan de elaborar el menú y de preparar todo lo necesario.
Toda la Comunidad de San Viator se brinda gustosa a colaborar cada año, poniendo a
su disposición todo lo que necesiten salones, cocina, menaje, sillas, mesas…, en definitiva,
siendo una “casa de puertas abiertas”.
Asistía siempre que podía para agradecerles su desinteresada labor por el prójimo,
aquél en el que nunca debemos dejar de ver a Dios.
La elaboración
del menú
69
Esperando a los
comensales
Entre fogones
Preparación de
los comedores
70
En perfecto
estado de revista
71
Comunidad CVS-AZACÁN
Como Viator, igual que mis hermanos y hermanas, me sentía en la obligación de acoger
a los que estaban a nuestro alrededor, y más aún cuando estas personas manifestaban un claro
deseo de aproximarse y compartir con nosotros. Allá por el año 1991, un grupo de jóvenes con
una inquietud común de profundizar en su vivencia cristiana, comenzó a reunirse en los salones
del Colegio San Viator. Les propuse formar una comunidad con ciertas similitudes a la
Viatoriana, inspirada en el carisma de Luis Querbes y empapada de la forma de ser y hacer de
los viatores. Pero siempre respetando su propia identidad, sin prisas ni agobios, avanzando
siempre “a paso de buey”.
Así nació la Comunidad Viatoriana Seglar, es decir, la CVS. Ese grupo de jóvenes, con
el tiempo, formaron familias y he de confesar que me he sentido orgulloso de estar presente
siempre que me ha sido posible, en sus acontecimientos familiares, celebrando sus bodas,
bautizando y oficiando la “segunda comunión” de sus hijos, y también estando próximo en la
despedida de sus seres queridos.
Celebración con la
Comunidad
Viatoriana Seglar
(C.V.S.)
72
De ese grupo surgió la O.N.G. Azacán, nacida en Valladolid en torno a 1996, como
forma de arrimar el hombro para luchar contra las injusticias de nuestro mundo.
.
Mi última celebración con la C.V.S. a la que se unieron
algunos miembros de mi comunidad de Valladolid
73
Impulsor de la Comunidad de San Viator
Una de las señas de identidad de nuestra Congregación de los Clérigos de San Viator
son los Asociados. La Comunidad Viatoriana está formada por viatores religiosos y viatores
asociados comprometidos en una misma misión. Una de mis mayores preocupaciones fue la de
poner en marcha y desarrollar la Comunidad Viatoriana, ese “sueño-deseo” del Padre Querbes
que también yo convertí en mi sueño: “Viatores religiosos y seglares compartiendo vida,
espiritualidad y misión”.
Precisamente en 1980 fue en Valladolid donde se hicieron las dos primeras
incorporaciones oficiales de viatores seglares a la Comunidad Viatoriana.
Celebración de las
Bodas de oro de
profesión religiosa
Primeros viatores seglares
de la Comunidad Viatoriana
74
Como se dice en los corintios: “Hay diversidad de dones, pero uno mismo es el
Espíritu, diversidad de ministerios pero un mismo Señor; diversidad de actuaciones, pero un
mismo Dios que obra todo en todos”.
Con mi
Comunidad de
Valladolid
Salidas
comunitarias
75
Una de las últimas fotos
con viatores de Valladolid
1 de septiembre de 2.010
Aniversario de la muerte de Luis Querbes
76
Desde la habitación de al lado…
Si he conseguido en alguna medida mejorar la vida de todo aquél que el Señor ha
puesto en mi camino, os aseguro que me doy por satisfecho. Siempre he dado gracias a Dios
por todas las personas que he conocido y me han ayudado a ser cada día mejor seguidor de
Jesucristo.
Desde la habitación de al lado en la que me encuentro y desde la que rezo por todos
vosotros, no quiero terminar el relato de mi vida sin antes recordaros una oración que escribió
José Luis Blanco Vega. Cuando estaba entre vosotros la llevaba impresa en mis labios y en mi
corazón. Si conseguís hacer de estos versos un reflejo de vuestra vida, os iréis convirtiendo
poco a poco en personas “elegantes”, de las que nuestro buen Dios Padre-Madre presumirá:
Desde que mi voluntad
está a la vuestra rendida,
conozco yo la medida
de la mejor libertad.
Venid, Señor, y tomad
las riendas de mi albedrío;
de vuestra mano me fío
y a vuestra mano me entrego,
que es poco lo que me niego
si yo soy vuestro y vos mío.
A fuerza de amor humano
me abraso en amor divino.
La santidad es camino
que va de mí hacia mi hermano.
Me di sin tender la mano
para cobrar el favor;
me di en salud y en dolor
a todos, y de tal suerte
que me ha encontrado la muerte
sin nada más que el amor.
77
ÍNDICE
PRÓLOGO ................................................................................................................................................... 1
ENTRA EN EL GOZO DE TU SEÑOR ...................................................................................................... 5
MI FAMILIA ............................................................................................................................................... 9
AÑOS DE ESTUDIOS............................................................................................................................... 12
PRIMEROS VOTOS .................................................................................................................................. 17
VOTOS PERPETUOS ............................................................................................................................... 19
ORDENACIÓN SACERDOTAL .............................................................................................................. 21
VIATORES EN VALLADOLID ............................................................................................................... 27
BARRIO DE LAS DELICIAS, DELICIOSO ............................................................................................ 38
COLEGIO SAN VIATOR DE VALLADOLID ........................................................................................ 40
MIS AÑOS EN VALLADOLID ................................................................................................................ 43
AMPA-DEPORTES-GOV ......................................................................................................................... 45
ESCUELA DE PADRES ........................................................................................................................... 47
PISCINA ABIERTA AL BARRIO ............................................................................................................ 48
PARQUE DE LA PAZ ............................................................................................................................... 50
CATEQUESIS DEL CARMEN ................................................................................................................. 54
CHARLAS CON GOYO ........................................................................................................................... 58
JUSTICIA Y PAZ ...................................................................................................................................... 60
FESTIVAL MUSICAL DE LA PAZ ......................................................................................................... 62
FUNDACIÓN ALDABA PROYECTO-HOMBRE .................................................................................. 63
GRUPOS DE FORMACIÓN Y ORACIÓN ABIERTA ............................................................................ 64
78
EUCARISTÍA DE DOCE .......................................................................................................................... 66
GRUPO AMIGOS DE SAN VIATOR ...................................................................................................... 68
COMUNIDAD CVS-AZACÁN................................................................................................................. 71
IMPULSOR DE LA COMUNIDAD DE SAN VIATOR .......................................................................... 73
DESDE LA HABITACIÓN DE AL LADO… .......................................................................................... 76
79