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  • EL MUNDO, SAN JUAN, P. R. VIERNES 12 DE AGOSTO DE 1938.

    Regres antenoche l estudiante portorriqueo Rubn Gotav..

    (Continuacin de la pajina 5.) cusas as les invitaba a rendirss. La lucha a* reanud con mayor intensidad cuando los hombres de Fsnju> se negaron a ceder y, des- pus de- varias horas en que se intercambi nutrido fuego, cuenta Gotay. los rebeldes izaron tres sus barricadas la bandera blanca de parlamento. Los leales salieron de sus posiciones, no para recibir emi- sarios del lado contrario, sino para enfrentarse a una cerrada andana- da, a consecuencia de la cual mu- rieron muchos, entre ellos un ven- dedor de peridicos madrileo, muy popular en los circuios de izquier- da, conocido como "El Manas".

    Tras otra lluvia de "octavillas" lanzada .sobre el cuartel y tras otra, negativa de Tanjul a rendir- Mi lpi pylbnes del Gobierno comen- zaron a dejar cter bombas de diez kilos sobre la guarnicin, siendo secundados por ataques de los mi licianos que iban acercndose pro- tegidos por los rboles y los tan- ques.

    A,aastiez de la maana de dicho dia se rindi el Cuartel de la Mon tafta_ Cuanta Gotay que el general Fanjul sall por una de las puertas traseras, entregndose a los Guar- dias de Asalto. Cerca de la muerte

    Pero la muerte est escondida en todos los rincones de la Espaa en llamas. Tan pronto como se rindi el cuartel, los milicianos avanzaron resueltamente hacia 1. Entre -ellos, identificado por su carnet de la FUE, iba Rubn Go-

    DELICIAS SBADO y DOMINGO

    VCTOR McLAGLEN

    tay. Cuando llegaron al primer pi- so del cuartel fueron recibidos por una descarga cerrada, procedente de un grupo de rebeldes que se na- bian dispuesto a jugar el todo por el todo, atrincherados en el tercer piso. Unas diez balas zumbaron junto al joven portorriqueo, pero no lo tocaron.

    Los milicianos, Gotay ents* ellos, se lanzaron escaleras arriba en persecucin de los ltimos rebel- des del Cuartel d la Montaa. Cuenta Gotay cmo un comandan- te, al cerciorarse que todos los es- fuerzos por resistir eran vanos, se vol la tapa de los sesos en su pro- pia presencia. Otros oficiales de la guarnicin siguieron el ejemplo, apareciendo en el suelo junto a un charco de sangre.

    Los ltimos resistentes fueron aprehendidos; los soldados que es- taban encerrados en el stano del Cuartel fueron liberados; y las mi- licias fueron armadas con las ar- mas ocupadas en el sitio. Madrid hierve

    Desde ese da Madrid fu un her- videro. En el Cuartel de la Mon- taa se estableci una pequea guarnicin de vigilancia y el resto de los hombres al lado del Gobier- no fueron alistados para la pelea.

    Por las calles de Madrid desfila- ban los camiones hacia el frente, al comps del Himno de Riego del Himno de la Repblica, de "Los Hijos del Pueblo" y de la Interna- cional. Los estudiantes de la FUE, entre ellos Gotay, hablan ocupado el Palacio del Duque de San Car- los y se lo hablan entregado al Go- bierno leal. La radio no cesaba de emitir boletines de sabor republi- cano o de trasmitir impresiones elctricas de los himnos de guerra que hablan adoptado las milicias.

    Madrid me recuerda a la Revo- lucin Francesadice Gotaypor el espritu de sus hombres. La cal- da del Cuartel de la Montaa es slo comparable a la calda de la Bastilla.

    Ya se hablan recibido noticias de que las tropas de Franco se acer- caban a Madrid y todas las fuer- zas se dirigan hacia Cuatro Cami- nas y hacia la Sierra de Guada- rrama. Las mujeres comenzaron en- tonces a irse al frente, pero, poco despus, el Gobierno leal prohibi terminantemente que esto se hicie- ra, para evitar alegados maltratos de los moros cuando stas calan

    moros del Tercio, con el objetivo de unir sus columnas con lss d Mola. En el sur dominaba Queipo d Llano, tambin en avance hacia Madrid. La ciudad, mientras tanto, se llenaba de refugiados. Miles de campesinos, desplazados por el avance victorioso de los rebeldes en las provincias de Castilla y Ex- tremadura, buscaban refugio en la Capital, duplicando en poco tiem- po la poblacin normal de un mi- lln de personas.

    Al son de los himnos marciales de la Repblicanarra Gotaylos soldados del pueblo marcharon ha- cia la Sierra, dispuestos a morir con el gito de "No pasarn!" a flor de labios. Se detiene el avance

    La resistencia republicana fu efectiva y los soldados de Franco no entraron en Madrid. La calda de Madrid, cree Gotay, nr hubiese decidido la guerra, pero, al menos, su resistencia ha sido uno de los factores ms importantes en el le- vantamiento del espritu del Ejr- cito leal.

    Los rebeldes llegaron a las mis- mas puertas de la ciudad, llegando el general Vrela hasta Monclova, escasamente a un kilmetro de la residencia de Gotay. El fuego pa- reci en algunos momentos salir del mismo corazn de Madrid.

    Pero la detencin del avance blanco no habla de aliviar a la ciudad de los peligros de la guerra. Pronto habran de aparecer sobre el cielo las siluetas de los aviones de bombardeo y persecucin Jf pronto habran de llover las bom- bas sobre las calles madrileas ya llenas de sangre. Una noche inolvidable

    La noche del nueve de setiembre del primer ao de la guerra que- dar grabada para siempr. en la mente de Gotay y, dice l, en las pginas de la historia de Espaa.

    Aquella nochecuenta el joven combatienteMadrid estaba obscu- ro como boca de lobo. De doce a treinta aviones de bombardeo que aparecan diariamente sobre la ciu- dad hablan hecho tomar todas las precauciones. La ciudad, tragada por las sombras, esperaba impa- ciente el ruido e motores. Iba yo hacia la emisora de radio para ha- cer mis trasmisiones de la noche, cuando el cielo se lie . de luces fantsticas. Eran luces de bengala.

    RAREZAS


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