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El último viaje de la fragata Mercedes: el proyecto expositivoCarlos León Amores (arqueólogo submarino) Carlos Barrot (arquitecto-museógrafo)
La exposición El último viaje de la fragata Mercedes es la historia de dos agravios, de dos injusticias con
doscientos años de diferencia. La primera es la de un ataque naval injustificado cuando España e Inglaterra
estaban en paz; una paz débil, es verdad, pero una paz firmada y respetada hasta aquel día en que el Gobierno
inglés decidió atacar deliberadamente a nuestras cuatro fragatas para apropiarse de los caudales que Godoy
había ordenado traer a España. La segunda injusticia es la de una empresa de buscadores de tesoros o, mejor
dicho, de traficantes de bienes culturales que desde el año 2003 merodeaba por nuestras costas, mintiendo
sobre sus propósitos y dedicándose a localizar naufragios históricos de cualquier época y condición, hasta fijar
su atención en la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, hundida en aguas internacionales, a 1000 metros de
profundidad, y perfectamente localizada por un equipo de historiadores, que, desde los archivos españoles,
atravesaron la línea que marca la ética de su profesión para aportar datos concretos sobre este y otros naufragios
a la empresa Oddissey Marine Corporation.
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Pero esta exposición es también la historia de un gran éxito judicial sobre la compañía
Odissey, condenada a devolver el material expoliado y exportado ilícitamente a los Estados
Unidos y a pagar parte de las costas que el Ministerio de Cultura español ha gastado durante
estos años de litigio. Una lección que ni ellos ni otros traficantes de bienes culturales deben
olvidar jamás.
Desde el punto de vista expositivo, el reto era contar esta historia en dos espacios concretos:
la sala de exposiciones temporales del Museo Arqueológico Nacional y la del Museo
Naval de Madrid; y, además, pensar en la posibilidad de una futura itinerancia de las dos
exposiciones juntas.
Para ello hemos preparado dos discursos expositivos complementarios. Dos versiones
de la misma historia, dos caras de la misma moneda, dos formas de abordar el mismo
suceso. En el Museo Arqueológico Nacional se han tratado los temas desde una
perspectiva histórica, arqueológica y numismática, y en el Museo Naval desde una óptica
náutica y militar.
En cada museo se nombró a una comisaria, además de una serie de colaboradores cercanos
y especialistas para tratar los distintos temas de la exposición.
Las dos comisarias, Carmen Marcos (MAN) y Susana García (MNM) han sido para nosotros
la guía, el hilo conductor. Ellas han coordinado los contenidos de las dos exposiciones
y han realizado la labor de fino hilado para no dejar flecos sueltos y aportar desde las
instituciones, que representan el máximo rigor científico, al discurso expositivo.
La tercera institución que ha participado en esta exposición ha sido Acción Cultural Española,
financiando y coordinando la sede del Museo Arqueológico Nacional. Su directora de
Producción, Pilar Gómez, y su coordinador de exposiciones, Manuel Mortari, han guiado
todas y cada una de las fases de este proyecto: el diseño, la producción, el montaje y el
transporte de las piezas.
La coordinación de la exposición del Museo Naval se ha realizado desde la propia dirección
del museo. Y desde la Fundación del Museo Naval se ha realizado la ardua tarea de
conseguir involucrar con entusiasmo a sus diferentes patrocinadores.
Ambas producciones y ambos montajes han sido realizados, en su mayor parte, por la
empresa Feltrero S. L. U.
En términos de museografía, una exposición con dos sedes obliga a distribuir muy bien
tanto las piezas a exponer como los recursos museográficos para que no se repitan
en ambas y para que cada bloque temático esté contado con los objetos originales y
los recursos más apropiados, duplicando así el esfuerzo por buscar medios y técnicas
expositivas adecuados.
Además, cada sede es un mundo, un espacio totalmente personal, marcado por su
superficie, sus alturas, sus recorridos, sus materiales y acabados, sus instalaciones y su
ubicación en el edificio.
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En ambas exposiciones se han recopilado las mejores piezas y
documentos relacionadas con la Mercedes, con sus protagonistas,
con el combate, con el naufragio y con el juicio: cartas originales,
diarios, testimonios de los supervivientes, objetos personales,
recuerdos, memorias, estados de carga y fuerza, pinturas, retratos de
los protagonistas, caricaturas, cartografías, dibujos del combate, libros,
armas...
Por nuestra parte, hemos diseñado los recorridos, la zonificación de los
contenidos, los materiales de ejecución y los recursos expositivos: vitrinas,
jerarquía y posición de los paneles gráficos, reconstrucciones a tamaño
real, infografías, ilustraciones, proyecciones, realidad aumentada, efectos
de mapping, acuarios, modelos a escala, iluminación y equipamiento
audiovisual.
La circulación en ambas exposiciones es unidireccional en el sentido de
las agujas del reloj, con espacios de amplitud en algunos puntos, que
permiten cierta libertad de circulación. En ambos casos existe una entrada
Documentos originales que ilustran el viaje realizado por la fragata Mercedes.
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y una salida diferentes, para evitar cruces entre las personas que ya han visto la exposición
y las que entran. Hemos tenido especial cuidado en generar un ambiente acogedor, con
un diseño limpio —de formas sencillas pero contundentes—, con fondos oscuros en azules,
negros y grises, resaltando las piezas con una iluminación de leds —con filtros y lentes—
muy matizada, lo que nos ha permitido crear ambientes muy distintos y acentos marcados,
acostumbrando a la retina del visitante a la baja luminosidad que demandan algunos de los
documentos originales.
Hemos dotado a cada sala de una personalidad rotunda, con formas geométricas claras y
diferencias sustanciales entre ellas, jugando con las alturas, los huecos, los pasos angostos
y los espacios abiertos, y con recursos expositivos diferentes que no se repiten, ni se hacen
sombra, ni se estorban, tratando de enriquecer el discurso expositivo con el propósito de
que todo tipo de público encuentre algo que despierte su interés.
El diseño de soportes, plintos y apoyos para las piezas ha sido realizado pensando siempre
en la conservación y en la facilidad de visualización de las piezas, compromiso que en
ocasiones resulta muy difícil de conjugar.
La información textual está plasmada en una serie de textos de bloque temático, paneles
de texto algo menores en tamaño y jerarquía, cartelas desarrolladas junto a piezas o
conjuntos de piezas, y cartelas con fichas técnicas. Los textos más largos y generales están
estructurados en tres o cuatro párrafos claros que van añadiendo información sobre el mismo
tema de forma paulatina.
En ambas exposiciones existe un relato corrido, que corresponde a los paneles de bloque
temático y los paneles de texto generales, de manera que se podrían leer de una sola vez
enlazando unos textos con otros. Para profundizar, y hacer un zoom apartándose del relato
general, están las cartelas desarrolladas, que presentan una historia dentro de la historia.
La selección final de las piezas expuestas, en la que hemos asesorado a ambas comisarias,
está muy medida y meditada: en primer lugar, para ilustrar el relato principal de una
forma clara y natural; en segundo lugar, para que unas piezas no compitan con otras en
una misma sala o en una misma vitrina, para que su número, su volumen y su importancia
acentúen y acompañen el relato de la historia sin saltos ni escalones, y para que juntas, en
una lectura única, determinen un recorrido ordenado desde el punto de vista del contenido
e interesante visualmente.
Los diferentes materiales que componen estas dos exposiciones han determinado en gran
manera su forma de exposición y su presentación dentro o fuera de vitrina. Algunas de ellas,
además, han tenido que contar con especiales medidas de seguridad, por tratarse de piezas
de gran valor intrínseco, lo que ha obligado a prever en el diseño la instalación de cristales
especiales, alarmas y cámaras de vigilancia.
En cualquier caso, se ha trabajado para desarrollar una exposición sin muchos obstáculos
entre el visitante y la pieza, con obras cercanas, accesibles, y siempre fáciles de visualizar,
dentro de los límites que marcan las necesidades de conservación.
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Un tesoro cultural recuperado
(Museo Arqueológico Nacional)
La exposición comienza con un recorrido histórico en el que nos
encontramos los documentos originales de los tratados firmados por
España, Francia e Inglaterra en el periodo comprendido entre 1796 y 1803,
el preámbulo exacto en el que se enmarca el último viaje de la Mercedes.
Las relaciones en esos años son tensas. Un año se proclama la paz y al
año siguiente vuelven los ataques, los asedios y los combates.
Tres excelentes cuadros presiden una sala en forma de pasillo: Carlos IV
y María Luisa de Parma, pintados por el mismísimo Francisco de Goya,
y Godoy, el primer ministro, pintado por Carnicero. Enfrente, una gran
vitrina con tantos acuerdos como desacuerdos, con tantas medallas
conmemorativas como caricaturas satíricas inspiradas en las débiles
relaciones internacionales. La posición de los cuadros es deliberadamente
baja, cercana, con una iluminación que oscurece el marco para centrar
totalmente la atención en el lienzo.
Una parte del cargamento de la fragata Mercedes estaba compuesto por cacao, lana de vicuña, quina y ratania.
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Para representar este mundo cambiante marcado por la geo-estrategia,
decidimos crear una bola del mundo generada mediante un efecto de
proyección mapping. Se trata de una doble proyección infográfica sobre
una superficie irregular —en este caso media bola del mundo— que
nos permite presentar e ilustrar las relaciones entre países, sus intereses
coloniales y sus enfrentamientos constantes. Hasta entonces, las fronteras
del mundo nunca habían cambiado tanto en tan poco tiempo. La bola del
mundo se abre y nos muestra una mesa de juego de estrategia con sus
ejércitos avanzando, sus Armadas combatiendo y sus cañones disparando.
Al final de esta sala está expuesto un magnífico cuadro de gran formato
apaisado que representa el continente americano, sus tipos humanos y su
fauna principal dibujada con tal lujo de detalles que más bien parece un
compendio ilustrado de ciencias naturales y sociales. Este cuadro también
está en una posición con la línea visual relativamente baja, para poder
apreciar con mayor facilidad los detalles en miniatura de cada viñeta
e incluso poder llegar a leer las leyendas que completan este cuadro
ilustrado.
Conjunto de 30.000 monedas de plata y 160 de oro, muestrade las 14 toneladas de monedas expoliadas por Odissey.
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La siguiente sala nos narra el encargo de Godoy
de enviar una escuadra a buscar los caudales
americanos. Una gran gráfica con el plano del
mundo muestra la ruta seguida por las cuatro
fragatas españolas Medea, Clara, Mercedes y
Fama. Inserta en la gráfica, una estrecha vitrina
inclinada expone los documentos que van dando
forma a este viaje y, sobre la vitrina en forma de
atril transparente, los hitos principales del viaje, las
fechas y los momentos de llegada y partida de cada
uno de los puertos en los que hicieron escala.
En Montevideo sucede un acontecimiento que
después será crucial para la familia Alvear. Diego
Ugarte, el segundo comandante de la escuadra,
enferma y debe abandonar la Medea, poniendo
en su lugar al oficial con mayor graduación
embarcado, en este caso Diego de Alvear. En
un pequeño rincón de este espacio dedicado
al viaje se muestran las cartas y documentos
que explican este cambio, y un grupo de libros,
formando un lote con atadillo, que Alvear debió
trasladar a la Medea y que se ha conservado
hasta nuestros días.
Entramos ahora en una nueva sala —un espacio
recogido, íntimo— para presentar dos de los
personajes relevantes en el desarrollo de este viaje. En primer lugar,
José Bustamante, jefe de la escuadra, militar ilustrado, con gran peso
en la Armada española de la época y muy conocido por su expedición
científica junto al italiano Alejandro Malaspina, viaje ejemplar en el que
se cumplieron con éxito los objetivos científicos, políticos y estratégicos.
En su vitrina se expone su retrato junto al cuadrante de navegación y al
cronómetro de longitudes que usaron en esta expedición, y una maqueta
de la corbeta Atrevida, con la que dieron la vuelta al mundo.
El segundo personaje clave de esta historia es Diego de Alvear,
nombrado segundo comandante sin saber que este hecho le salvaría
casualmente la vida a él y a su hijo mayor, pero, a cambio, les obligaría a
presenciar impotentes la muerte del resto de la familia, embarcada en la
Mercedes.
Alvear está representado por algunos de los objetos personales que
aparecen en su retrato más conocido, como un teodolito, un catalejo y
un sable.
Colocación de las 30.000 monedas en una vitrina del Museo Arqueológico Nacional.
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Junto a esta dos vitrinas de Bustamante y Alvear,
el cuadro original pintado por Sartorius en 1804
de la batalla del cabo Santa María. Sus detalles y
su magnífica representación del combate y de la
sobrecogedora explosión de la fragata española
convierten esta pequeña pintura en un documento
único, excepcional, lleno de matices: cañones
disparando, soldados combatiendo, muriendo,
gritando en medio del combate. No falta un solo
cabo, ni un palo, ni un cañón, ni una vela de
cualquiera de las ocho fragatas. Perfectamente
colocadas, como sabemos que lo estaban por
otros documentos. Todas las inglesas a babor de
las españolas, menos la que batió a la Mercedes,
que lo hizo colocada por su lado de estribor.
En esta misma sala generamos un rincón por
medio de dos vitrinas enfrentadas que contienen
documentos originales, cartas, libros y diarios que
narran con detalle el ataque de la escuadra española
cuando se encontraba a tan solo una jornada
de navegación de su destino final. A un lado, el
combate narrado desde la Medea; al otro, desde la
Clara y la Fama.
A continuación, entramos en una sala audiovisual,
oscura, insonorizada, con una grada para cincuenta
personas y una enorme pantalla de siete metros y medio de longitud
y tres metros de altura. En sus laterales, dos cañones escenográficos
asomando por las portas de la cubierta, tenuemente iluminados, nos
anticipan el desastre.
Las luces se apagan. El guion de este audiovisual ha sido extractado
de las memorias publicadas por Tomas de Iriarte. Él iba embarcado
en la Clara y fue testigo y protagonista del ataque de la escuadra
inglesa cuando apenas contaba con diez años de edad. Su narración,
cargada de emoción y de referencias a su sentir infantil, era el guion
perfecto. Este hecho marcó su vida para siempre, aunque, lejos de
alejarle de su idea de ser militar, aquel combate se convirtió en su
bautismo de fuego.
Para contar con imágenes este ataque, decidimos realizar ilustraciones
a mano: más de cuarenta acuarelas pintadas desde diferentes puntos de
vista por el pintor naval Javier Escudero, especialista en dibujar marinas y
conocedor al detalle de las fragatas de esta época.
Arriba: sala del Museo Arqueológico Nacional con acuarios en los que se muestran varios bloques de monedas de plata que transportaba la Mercedes.
Abajo: modelo a escala de fragata de los siglos xviii-xix similar a la Mercedes, obra de Javier Escudero, con la imagen de fondo del audiovisual del combate realizado por Vicente Peñararo.
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Escudero, siguiendo las instrucciones del realizador Vicente Peñataro, fue
dibujando paso a paso el viaje, la salida de Montevideo, el avistamiento
de los dos bergantines ingleses en el horizonte y, finalmente, el encuentro
fatal con la escuadra inglesa. El pincel de Escudero sitúa una a una las
naves de ambos países en cada momento del combate, basándose
en toda la información gráfica y escrita de la que disponíamos y,
fundamentalmente, en los dibujos a lápiz conservados por la familia
Alvear, un hallazgo de un gran valor testimonial para conocer este suceso.
Se trata de siete dibujos con otras tantas leyendas que relatan paso a
paso el combate del cabo Santa María, probablemente realizados por uno
de los hijos marinos del segundo matrimonio de Alvear con la irlandesa
Luisa Ward.
Con el objetivo de hacer más creíble el relato, decidimos dar vida
a Iriarte a través de un actor y grabarlo con indumentaria y atrezzo
escribiendo sus memorias en Buenos Aires. La localización para este
rodaje no fue una casa porteña, sino la biblioteca del museo Cerralbo,
decorada para la ocasión.
Modelo a escala de fragata de los siglos xviii-xix similar a la Mercedes, obra de Javier Escudero.
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Otro elemento fundamental en esta producción audiovisual es la
banda sonora original, que acentúa de manera magistral los momentos
estremecedores y los momentos tensos de la narración, compuesta y
mezclada por…
La siguiente sala es un gran espacio abierto, una plaza ambientada con
testimonios en primera persona del combate: Pedro Afán de Ribera, José
Bustamante, Diego Alvear, Graham Moore… todos ellos dejaron constancia
escrita de aquel suceso y a todos les damos voz en la exposición.
En uno de los laterales de la sala, una vitrina nos muestra los
documentos relacionados con las consecuencias de esta batalla: las
justificaciones que dio el Gobierno inglés al ataque del cabo Santa
María y la posterior declaración de guerra contra Inglaterra. Junto a
estos documentos también se exponen dos monedas de plata de una
de las fragatas apresadas, reacuñadas para circular como moneda
inglesa, y una caricatura original en la que aparece el nombre de la
fragata Fama y el reparto del botín por parte de los ingleses. Junto
Recreación en acuario de unacaja con tres talegas de monedasde plata en el momento delnaufragio.
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Vitrinas con objetos expoliados por Odissey.
a la vitrina, destaca por su iluminación recortada un cuadro de Rafael
Monleón sobre la posterior batalla de Trafalgar, y, en una pequeña
vitrina, un ejemplar de Trafalgar, de Pérez Galdós, en el que se describe
con todo detalle el combate del cabo Santa María y la explosión de la
Mercedes, primera obra de la primera serie de sus Episodios nacionales.
El centro de la sala está organizado espacialmente mediante un eje
longitudinal, una tarima elevada, con el modelo, a escala 1:20, de
una fragata española de esta época, realizada para esta exposición
por Javier Escudero en su estudio de las islas Canarias. Se trata de
un modelo escenográfico con acentos de pintura para envejecer la
madera y darle realismo a los palos y la jarcia. El casco flota sobre una
superficie transparente de metacrilato azul en medio de dos paneles
gráficos, con una cartografía que muestra el territorio entre América y
España. Como fondo, un muro perpendicular a la tarima central cierra
la sala y, sobre él, la proyección de algunos detalles del cuadro de
Sartorius a gran tamaño, para integrar el modelo a escala de la fragata
en el cuadro del combate.
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Al otro lado de este muro físico y conceptual avanzamos doscientos años.
La empresa norteamericana Odissey busca, encuentra, expolia y traslada
sin permiso los restos de la Mercedes hundidos a más de mil metros de
profundidad. Buscan monedas para vender, para traficar, por eso hay
muy pocos objetos de la vida a bordo. Pocos, muy pocos objetos, algo
habitual cuando se trata de un expolio en el que los traficantes solo
buscan piezas para comercializar, desechando cualquier objeto que no
tenga valor intrínseco.
En cualquier excavación arqueológica submarina aparecen miles de
objetos con los que reconstruir la vida a bordo, conocer el cargamento,
componer la artillería del barco, reconocer los instrumentos de
navegación, herramientas, armas, ánforas… Sin embargo, de la Mercedes
no hay casi nada.
La diferencia entre un expolio y una excavación arqueológica es tan
evidente que estos objetos silenciosos apenas nos cuentan nada. No se
sabe dónde fueron recuperados, en qué parte del barco, no hay planos
Audiovisual del combate, realizado por Vicente Peñararo con ilustraciones de Javier Escudero y guion de Carlos León.
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Reconstrucción del camarote de la fragata Mercedes, con su capitán consultando una carta náutica mientras avista las naves inglesas en el horizonte.
de los hallazgos, no se han recogido muestras, no se han hecho análisis…
Nada, no se ha interpretado nada. Objetos silenciosos a los que ahora es
muy difícil interrogar.
Al lado, las monedas concrecionadas, recogidas por el R. O. V. y
conservadas por Odissey en grandes recipientes de pintura, forman una
escenografía de lo inadecuado. Algunos recipientes abiertos dejan ver
lo que los traficantes estaban buscando, el verdadero objetivo: monedas
para vender. Nuestra Historia, con mayúsculas, convertida en un puñado
de monedas en manos de unos vendedores sin escrúpulos.
Junto a las cuatro vitrinas con objetos arqueológicos, a la espalda
del muro que separa la sala, instalamos una pantalla plana con una
webcam y un efecto de realidad aumentada. Mediante dos cartulinas
con dos símbolos impresos, los visitantes pueden generar en la
pantalla dos fragatas infográficas, una inglesa y otra española, que
combaten hasta que la inglesa destruye en mil pedazos a la Mercedes.
La realidad aumentada nos permite jugar a tener en nuestras manos
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las fragatas, como pequeños objetos reales que podemos mover, girar, agrandar y finalmente destruir.
En la sala siguiente, el visitante se adentra en la bodega de la Mercedes. A través de los documentos expuestos, localizados en los diferentes archivos españoles, se ha podido reconstruir el cargamento que acompañaba a los caudales: lana de vicuña, quina, ratania, cacao... En la misma vitrina en la que se exponen los registros de la carga hay dos objetos sorprendentes: un fragmento de una cuchara de plata con las iniciales grabadas del capitán de la Mercedes
y un tapón de un frasco de cristal
asociado a un registro de carga de
una señora que enviaba unos regalos
a unas amigas en España, entre ellos un frasquito de perfume.
A nuestra derecha aparece un túnel, acompañado por suaves efectos de sonido propios del medio submarino y varios acuarios que contienen bloques de monedas en distintos estados de conservación. Anémonas, erizos y una morena solitaria juegan entre los caudales, se esconden y nadan en la oscuridad. Durante el tiempo que dure la exposición, estos acuarios irán cambiando su aspecto. Las monedas se irán saliendo de su talega, la morena se hará un hueco entre los restos de la caja de madera que transportaba las monedas y los erizos romperán aún más las sacas, hasta esparcir totalmente la carga por el fondo. Algo así debió de suceder hace más de doscientos años.
La tercera vitrina expone las monedas en su proceso de restauración, libres ya de la concreción que se forma bajo el agua y que aglutina piezas metálicas de distinta naturaleza. En un yacimiento arqueológico submarino estas concreciones tienen un valor excepcional, ya que se comportan como una costra que protege los materiales más sensibles,
Vitrina con objetos personales de don Diego de Alvear.
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maderas, cueros, esparto, huesos… Cuando estas concreciones se retiran, la protección desaparece; los materiales, pues, quedan expuestos directamente a la acción del mar y en poco tiempo se destruyen.
A nuestra izquierda vemos un gran escaparate con lingotes de cobre, estaño, bloques completos de monedas, monedas adheridas a los restos de madera y los restos de la saca que las contenía. Cada saca transportaba mil monedas. Estas sacas o talegas podían ir sueltas o metidas a su vez en cajas de tres talegas cada una, por eso las concreciones de monedas guardan aún estas formas, como formas fosilizadas.
Las siguientes vitrinas nos explican el sistema monetario de la época: tipos, pesos y equivalencias. Un repaso numismático para entender la importancia y la trascendencia de la moneda española en el comercio y en la economía de la época.
Al final de la sala, en su eje principal, una gran vitrina, en forma de pirámide con espejos que multiplican de forma mágica sus dimensiones, muestra una parte de los caudales transportados por la Mercedes, el tesoro que motivó el viaje y por el que dieron la vida los marinos españoles: 30.000 monedas de plata y 180 de oro, como muestra de las 574.000 monedas hoy depositadas en el ARQUA (Museo Nacional de Arqueología Subacuática de Cartagena) para su restauración y conservación. Estas monedas fueron colocadas una a una, después de inventariadas y catalogadas por el equipo de numismática del Museo Arqueológico Nacional y del ARQUA, en un verdadero ejercicio de museografía sin complejos, para que las 30.000 monedas formasen el mayor tesoro de monedas de un naufragio jamás visto.
Llegados a este punto de la exposición, y ahora que el visitante conoce bien la historia de este viaje, de su significado y sus circunstancias; ahora que conoce los nombres y apellidos de quienes lucharon y murieron y de quienes sobrevivieron al combate del cabo Santa María, cada moneda cobra un valor diferente: deja de conformar un catálogo numismático para convertirse en parte de nuestra propia Historia. Un patrimonio cultural común que hemos de proteger, esté donde esté: bajo tierra o bajo el mar.
El último bloque temático de la exposición nos conduce hacia esta reflexión y nos presenta algunos elementos que fueron determinantes en el proceso judicial contra los expoliadores, el estado de carga de la fragata a su salida de Montevideo, unos botones de la Marina española, clavos de cobre del forro del casco y unas monedas retorcidas, afectadas por la explosión, que no dejan lugar a dudas sobre si esta era o no la Mercedes.
En 2003, el Ministerio de Cultura español comenzó este litigio contra Odissey y, después de identificar este naufragio como el de un buque de Estado de nuestro país, consiguió que los jueces norteamericanos dictaran sentencia contra los traficantes, obligándoles a devolver todo lo que habían robado y a pagar parte de las costas del juicio por haber mentido deliberadamente.
Sirva esta sentencia, presentada en una vitrina junto a un mazo de juez, para hacer justicia, doscientos años después, a aquellos hombres, mujeres y niños embarcados en la Mercedes que perdieron la vida o quedaron heridos para siempre. Y sirva también esta exposición para presentar a la sociedad este tesoro cultural recuperado como parte de nuestro rico patrimonio arqueológico sumergido.
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La razón frente al expolio
En el Museo Naval, a unas manzanas del Museo Arqueológico Nacional, continúa la historia de la Mercedes, o empieza, según como queramos realizar el recorrido.
Nos recibe un profundo y oscuro pasillo lleno de gasas transparentes que evocan velas fantasmagóricas, con imágenes flotantes de fragatas, marinos ilustres y planos de barcos...
Ahora toca profundizar en esta historia desde el punto de vista naval. Y de presentar las armadas de la época enfrentadas. Empezamos la historia por el mismo punto de partida: Godoy, retratado, esta vez, con el Atlas de las costas españolas de Tofiño, que seguramente llevaba en su camarote el capitán de la Mercedes cuando fue atacado por la escuadra inglesa.
Inmediatamente después, un repaso a las victorias y las derrotas navales españolas en los años anteriores a 1804. Cuadros originales que nos hablan de este periodo convulso entre España, Francia e Inglaterra y que siempre tuvo como escenario el mar.
Conjunto de mil monedas de plata, dos de oro y fragmento de un bloque de monedas de plata de la fragata Mercedes.
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En este contexto comienza el viaje de la Mercedes
ordenado por Godoy a su ministro de Marina.
Un viaje cuya derrota ha investigado el profesor
Francisco Fernández, haciendo una hipótesis
fundamentada de los días de navegación, las
singladuras y el trayecto entre Buenos Aires,
Montevideo y Cádiz. La gran vitrina, de tipo
escaparate, que alberga estos contenidos sirve
para unir pinturas, instrumentos náuticos, planos,
y documentos escritos de primera mano por los
protagonistas de este viaje.
A nuestra izquierda, cortando el paso visual,
situamos una vitrina con tres elementos
fundamentales para la navegación: el Atlas original
de Tofiño que Godoy muestra en su retrato, un
libro de Ordenanzas de 1082 y un viejo libro de
navegación que nos recuerda que la mejor forma
de navegar para proteger los cargamentos valiosos
era «en convoy».
Nos asomamos entonces al camarote del capitán
de la Mercedes, Goycoa, reconstruido en sección,
a escala natural, para transportarnos hasta el mar
en el fatídico momento en el que avistan cuatro
fragatas inglesas. En su interior está reproducido el
uniforme de Marina que llevaba este capitán, mientras consulta en la mesa
su carta náutica, en este caso audiovisual, para posicionar el lugar exacto
en el que tuvo lugar el encuentro unas horas antes del combate.
Dos escuadras en medio del océano. Ocho fragatas frente a frente.
Bustamante manda la escuadra española; Graham Moore, la inglesa. Uno va
embarcado en la Medea, el otro en la temible Indefatigable, conocida por sus
victorias ante adversarios de mayor porte. Dos vitrinas cara a cara, con los dos
retratos originales de sus comandantes y los dos modelos de sus capitanas.
En la sala contigua, con forma ovalada, suelo enmoquetado en rojo y doble
altura, envuelta por una enorme gráfica con la imagen de la contienda,
Bustamante narra el combate paso a paso. Su parte de guerra es el guion,
y una mesa de batalla conceptual se convierte en el escenario en que
las infografías y los datos de cada una de las fragatas y sus movimientos
cobran vida ante nuestros ojos. Un combate para el que los ingleses habían
reclutado marinos prometiéndoles el apresamiento de importantes botines
de barcos españoles, como bien dicta el cartel expuesto en una de las
cuatro vitrinas que rodean la mesa audiovisual.
Entrada a la exposición del Museo Naval de Madrid.
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Al fondo de la sala, pueden leerse los nombres de todos y cada uno de los
hombres y mujeres fallecidos en aquel ataque por sorpresa. Los nombres
proyectados en la pared con sus apellidos, oficios y relaciones de parentesco
son evocadores. A la izquierda, en la penumbra de esta sala convertida en
santuario de marinos, se muestra el retrato original de Alvear y, junto a él, el
último estado de carga de la Mercedes en Montevideo.
Pasado el momento del combate desembocamos en una sala protagonizada
por la fragata. Un modelo a escala, realizado pieza a pieza como si de la
construcción de la verdadera Mercedes se tratase, preside el centro de la sala.
No es cualquier modelo, es un proyecto de investigación dirigido por Francisco
Fernández y ejecutado por el modelista Miguel Godoy y su equipo, paso a
paso, interpretando los reglamentos de la época, ajustando al milímetro las
proporciones de la fragata, deteniéndose en su interior para poder unir con
maestría las miles de piezas que conforman este puzle de maderas.
Francisco se viste de Landa, el ingeniero naval que redactó el reglamento por
el que se rige la construcción de la Mercedes en La Habana, rodeado de planos
de barcos por todos lados. En el mismo soporte de la fragata seccionada hay
cuatro pantallas incorporadas, en las que el equipo de audiovisuales, dirigido
Sala con audiovisual, documentos y cartografía que señala la zona en la que se produjo el combate del cabo Santa María.
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por Alberto Fuentes, José Castro y David Salaices,
presenta un vídeo, casi un documental, a modo de
repaso por los momentos estelares de la construcción
del modelo. Los más interesados pueden entretenerse
estudiando el soporte del modelo, en un ejercicio
didáctico que permite descubrir cómo se denominaban
las distintas piezas y zonas de la fragata.
Y como fondo, una imponente bandera naval española
procedente de la batalla de Trafalgar, similar a la que pudo
ondear en la Mercedes, con todas sus cicatrices a la vista.
A popa del modelo se muestra una sección gráfica
desarrollada por Vélera Diseño a partir de los dibujos
de Francisco Fernández, que revela cómo iba cargada por dentro: dónde
se situaban los cañones, dónde iban las cajas con las monedas, dónde
los pertrechos de la nave. A proa, mil monedas, extendidas en una vitrina
con la superficie inclinada, perfectamente ordenadas, marciales. Y, entre
las mil monedas de plata, una de oro y un pesado bloque de monedas
concrecionadas.
Modelo a escala de la fragata Mercedes realizado por Francisco Fernández y Miguel Godoy.
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La sala, de doble altura, se aprovecha para mostrar a gran tamaño los planos que han servido para construir el fantástico modelo a escala, secciones longitudinales y transversales que nos acercan al mundo de la arquitectura y la construcción naval de la época.
A babor de la fragata, una vitrina escaparate expone el reglamento de construcción que se utilizó para construir la Mercedes, un retrato del ingeniero Landa, herramientas del carpintero naval y un modelo histórico de otra fragata similar: la Casilda. Para comprender de una forma más clara y didáctica cómo podía ser la Mercedes por dentro, se muestra la sección por la maestra que el modelista Godoy realizó mientras construía el modelo completo.
En este contexto naval tan evocador, quisimos hacer una nueva reconstrucción a tamaño real, en este caso de una borda de la Mercedes con un cañón de 12 pulgadas, para sentirnos artilleros en cubierta.
La reconstrucción, realizada por el equipo de carpinteros del propio Museo Naval, es una verdadera belleza. Cada elemento de la escenografía tiene su razón de ser: el tipo de madera, los aparejos de fuerza, el grosor de las tracas, el tono de barniz. Hasta las juntas entre tabla y tabla han sido tratadas, para generar la sensación de
Arriba: reproducción a tamaño real de un fragmento de la cubierta de la fragata Mercedes con un cañón de doce libras, realizada en el Museo Naval de Madrid.
Abajo: Cubierta de la fragata Mercedes, con efecto de reflejo en los espejos laterales.
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estar embreadas. Pero lo que más sorprende es ver no uno, sino
cuatro cañones dispuestos en una cubierta completa, gracias al efecto
expositivo generado por las superficies espejadas que rodean la
reconstrucción.
Junto a esta reconstrucción se instalaron dos vitrinas, una con armas
similares a las utilizadas en el combate del cabo Santa María, y otra con los
restos del forro de cobre y madera de una fragata también del siglo xix.
Antes de terminar el recorrido, un vídeo-resumen explica cuál es
actualmente el papel de la Armada en la vigilancia y protección del
patrimonio arqueológico sumergido, y las labores de investigación y apoyo
que ofrece a los arqueólogos submarinos para que siga prevaleciendo la
razón frente al expolio.
Agradecimientos muy especiales a:Comisariado: Carmen Marcos y Susana García. Ministerio de Educación Cultura y Deporte: Jesús Prieto, Enrique Varela, Reyes Carrasco, Elisa de Cabo, María Agúndez, Pilar Corchado, Fernando Sáez, Luis Caballero, Raquel de la Carrera. Museo Arqueológico Nacional: Andrés Carretero, Paloma Otero, Paula Grañeda. Museo Naval de Madrid: José A. González Carrión, Pedro Giner, Santiago Rumeu, Santiago Raffelli, Raúl Díez, Miguel Godoy, Francisco Fernández, José Antonio Álvarez. Acción Cultural Española: Elvira Marco, Pilar Gómez, Manuel Mortari, Maribel Sánchez, Mónica Hernández. Feltrero División Arte: Juan Luis Feltrero, José Orus. La Merienda: María Blanco. Miragroup: Josep Solé. Oniricom AV: Vicente Peñataro y Sonia Aguilar. Famori AV: Alberto Sandino. Nova AV: Alberto Fuentes, José Castro, David Salaices. Modelista e ilustrador: Javier Escudero. Vélera Diseño: Ana Maldonado, Walter Ospina.
Audiovisual del combate del cabo Santa María, realizado mediante infografías por Nova Audiovisuales.