El cólera morbo de 1851: suincidencia en la villa de Firgas
tagiados, o de si el estrago asolaba porigual tanto a las poblaciones concentradas como a las diseminadas enbarrios y caseríos de esta jurisdicciónmunicipal.
l. LA MANCHA DE ACEITE ENUN PAPEL
El acontecimiento más relevantede mediados del siglo XIX, a nivel demográfico se entiende, fue sin la menor duda la epidemia de cólera morboque asoló a toda Gran Canaria provocando unas 5.599 defunciones.
Para estudiar exhaustivamente losefectos del infernal azote sobre la sociedad de nuestra Villa -cuyos estragos suponen el 1,44 por ciento del conjunto insular- hemos procedido alexamen de todas las actas de defunciónque se insertan entre las páginasdieciocho y veinticinco del Libro Primero de Enterramientos de la Parroquia de San Roque(2), que en este añoera la única con que contaba Firgasdesde su fundación en 1845.
Las actas aludidas, todas asentadas y firmadas por el párroco de entonces, Reverendo don José Quintana,tal vez por el desconcierto normal en unevento de estas características y los inevitables apresuramientos al sobrevenirinesperadamente el fatal siniestro, descubren alguna que otra omisión atenor de los aspectos que más adelanteenumeraremos.
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En primer término olvida expresarlos diferentes tipos de oficios litúrgicos
. que nos permitirían aquilatar mejor lacategoría social y económica de cadafeligrés finado. Esta involuntariaausencia impide naturalmente la posibilidad de analizar con más rigor estadístico las pérdidas que cada clase socialsufrió durante el desastre epidémico. Yes que en las sociedades tradicionales seponía, en general, bastante cuidado ensubrayar las diferencias sociales acentuando la pompa en los enterramientospor parte de los privilegiados a base deutilizar en las ceremonias candelabrosde plata, cirios de lujo, muchas velas yflores, así como revistiendo al cura,monaguillos, sacristán y sorchantre deatuendos aliñados. Entre las clases menos favorecidas por la fortuna los enterramientos eran por fuerza austerosen extremo.
En segundo lugar se suele pasarpor alto en casi todas las inscripcionesel origen o procedencia geográfica delos infortunados que perecieron en Firgas, con lo cual nos quedaremossiempre en la duda de si la Villa refugiódurante los meses que duró el mal agente venida de otros pueblos ya con-
En tercer lugar, salvo unas pocas. excepciones, las actas eluden con frecuencia cuándo testaron los óbitos odejaron de hacerlo, a veces por impedirlo la enfermedad.
Pese al alto número de enterramientos, el calificativo de pobre queservía, entre otras cuestiones, paraexonerar a la familia del finado del pago de las exequias fúnebres -se prodiga inexplicablemente bien poco encomparación con las anualidades anexas a 1851. Tanto en este caso como enel anterior entendemos que existenomisiones dada la premura con que seasentaron las actas de inscripción enlos libros.
y en cuarto lugar se advierte hastacon cierta reiteración cómo las edadesde los decesos se redondean circunscribiéndose en torno a los años terminados en cero, hecho que contribuye adistorsionar las repercusiones reales de laenfermedad sobre los grupos de edades.
De cualquier forma, y aun admitiendo posibles errores, estas fuentesconstituyen empero una referencia sumamente sustancial para el estudio deldesdichado contratiempo sobre estemunicipio rural de las medianías delNorte de Gran Canaria. Es más, en lavisita realizada a la Villa por el preladodon Buenaventura Codina unos tresaños antes obtiene muy buena impresión y resalta cómo los libros estabanperfectamente cumplimentados por elcura párroco al que exhorta seguir haciéndolo tan bien como hasta la fechade la Santa y General Visita el 18 de octubre de 1848.
El cólera morbo asiático(3) se extendió por toda Gran Canaria comouna mancha de aceite en un papel antela impotencia de las autoridades civilesy sanitarias que nada pudieron hacerpor contenerla. Desde que corrieronlos primeros rumores del fallecimientoen Las Palmas a finales del mes de mayo de 1851 de una persona en circunstancias muy extrañas hasta que el cincode junio se confirmó facultativamentela existencia de una epidemia de cóleraya declarada y localizada, de momento, en el barrio de San José, la alarmase difundió enseguida como un reguerode pólvora, llegando la noticia hastalos rincones más recónditos de la isla.
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INCIDENCIA DEL CÓLERA-MORBO EN FIRGAS
CUADRO N? 1
franquearlo a nadie que Vlmese de0troS términos municipales hasta tantose comprobara si su estado de salud erasatisfactorio.
Así mismo se prohibió expresamente albergar familiares o conocidosllegados desde zonas apestadas, comoLas Palmas o Arucas, e inclusive decualquier otra zona de la isla sin el preceptivo reconocimiento de las autoridades municipales.
Por otro lado, el Ayuntamiento,principales contribuyentes y la Here
-dad de Aguas de Arucas y Firgasacuerdan socorrer con dinero y vituallas a los más necesitados.
En la práctica los controles no sirvieron para evitar la propagación de laenfermedad e incluso fueron nefastos
Varones Hembras
En medio de esta crítica situación,no sabemos exactamente cómo, elVibrion scholerae penetró en el municipio al propio tiempo que lo hacía enlos demás términos de la isla con efectos similares. El incurable dafio hizo suaparición y cobró su primera víctimaen el pueblo de Firgas exactamente eldía cinco de junio del expresado afio.La desafortunada elegida por la parcaAtropos era en realidad una mujer casada ya muy mayor, como de unosochenta afios, a la que no le quedótiempo ni fuerza siquiera para redactarsu testamento o dictar su última voluntad.
A partir de entonces, todos losdías del mes de junio hasta el veintiocho de julio, el cólera morbo asiático horrorizó literalmente a los vecinosde esta Villa cobrándose una estimablecantidad de vidas humanas, culminando su labor diezmadora, de acuerdocon las partidas del Libro Primero deEnterramientos, página veinticinco,con el fallecimiento de un hombre casado de unos setenta afios.
por cuanto que obstruyeron la llegadade víveres, medicamentos y otrasmercancías básicas para el consumo dela población contribuyendo al de~abastecimiento general. Con lo que, además del infortunio que se les venía encima, el vecindario de esta Villa tuvoque soportar con resignación los graves efectos derivados de la carestía, insuficiencia de víveres imprescindiblesy, por consiguiente, el hambre generalizada que afectó fundamentalmente alas capas más pobres de la población.
Total
1
1
1241
84
5
27
333
13
13
15
1
214
5
622252627282930
Días
Total del mes:
Mes de Junio:
Como en los demás pueblos de laisla el morbo asiático también setrasladó a esta Villa cobrándose entrelos habitantes con que contaba en 1851-apenas un millar- un número relativamente alto de víctimas.
Tan pronto como las autoridadeslocales fueron advertidas de la irrupción del mal en la capital grancanariatomaron inmediatamente una serie deprecauciones para impedir la penetración del contagio en el municipio. Contodo, la eficacia de esas medidasfueron completamente inocuas a juzgar por los efectos aterradores del contagio. Una de estas medidas consistióen establecer controles en las entradasde la jurisdicción de Firgas no dejando
2. EL CÓLERA LLEGA A FIRGAS
Fuente: Archivo de la Parroquia de San Roque de Firgas. Elaboración propia.
Mes de Julio:
Total del mes:Total general:
1
234
567
89
11121314
162328
21
311
313
2
1
2
1
22337
1
34
51
91
1
4
3144
34
482
104131
6
1211
25481
Casi al término del mes de julio secierra la relación nominal de lasvíctimas de tan mortífero contagio conel tenebroso saldo de 81 defuncionestotales, es decir, que de cada cien lugarefios 8,8 pasaron a mejor vida fulminados por la enfermedad. Esto suponeuna tasa bruta anormalmente alta de116,1 por mil, cuando 1850 y 1852 -osea, el afio anterior y siguiente a latragedia- obtenían índices de sólo23,7 y 22,1 por mil.
Evidentemente, conocemos laspérdidas de vidas humanas por las actas de enterramientos, pero no así elnúmero de los que padecieron la dolencia y sobrevivieron a ella. La impresiónque tenemos, porque así ocurrió también en otras localidades afectadas, esque fueron muchísimas las personascontagiadas que no perecieron inmediatamente, si bien quedaron marca- r'\das por sus secuelas. l/
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Más de un 8 por ciento de la poblaciónmurió a consecuencia de la enfermedad
EL CÓLERA MORBO DE 1851EN LA VILLA DE FIRGAS
De acuerdo con las cifras es fácilcolegir los estragos psicológicos queimpregnaron acendradamente a laexpresada comunidad. El simple hechode que el cementerio ordinario, propiedad de la Iglesia, se _hiciera pequeñoe incapaz de ofrecer la última moradaante la sobremortalidad de la Villa esya de suyo significativo. Tanto que lasautoridades locales tuvieron que habilitar uno nuevo con carácter provisional que todavía los actuales firguenses recuerdan después de haber transcurrido 134 años del infausto evento.El improvisado cementerio se localizóen lugar conocido con el topónimo delos Llanos de la Majada o Majá, próximo a la montaña de Firgas.
Existía ciertamente una situaciónpropicia para que la epidemia se cebara de la forma espectacular que se produjo. La ausencia de remedioscientíficos, la desatención médica, laindigencia generalizada de la población, el arraigo del curanderismo y laabsoluta carencia de higiene y aseopersonal, coincidiendo con unos calores insoportables que inducían a los vecinos a ingerir cantidades de agua contaminada por el temible Vibrionschollerae se aliaron en una especie defatal confabulación.
Lo cierto es que el contagio sostuvo su acción exterminadora duranteunos 55 días en total. Al principio, susestragos irradiaban un tanto esbozadospara, a continuación, acentuar su virulencia. Así, durante el mes de junio, seprodujeron tan sólo unas 27 defunciones -de las que 14 correspondían avarones y las trece restantes ahembras-, destacando por sus estragos los días 26, 28, 29 Y 30 con 21 enterramientos. Pero sin la menor dudael día más mortífero fue el 28 de junioen ~l que fallecieron ocho personas.
,1ayor fue, en cambio, la mortandad a 10 largo del mes siguiente. El recuent~ de las actas, en efecto, indicaque en los primeros veintiocho díasmurieron 54 personas de cólera de lascuales 23 eran varones y el resto, constituyendo una c:ara mayoría, se trataba de mujeres. Las jornadas máscríticas por la cuantía de las pérdidasfueron las del 4,6 y 12 con un volumende 24 cadáveres, es decir, casi la mitadde les occisos acaecidos durante el mesde julio. El día 6 debió ser el más luctuoso de todos a juzgar por los diez enterramientos que tuvieron lugar ennuestra Villa.
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3. LAS VÍCTIMAS DEL CÓLERASEGÚN SEXO, ESTADO CIVIL YGRUPOS DE EDADES
En conjunto, el cólera morbo provocó más estragos entre las hembrasdel municipio -exactamente el 54,3por ciento del total de los finadosque entre los varones, sin que eso signifique tampoco diferencias desmedidas.Sin duda, las pérdidas superiores entrelas féminas se corresponden a la existencia de una población en cuya estructura por edades, sexo y estado civil lasmujeres se encuentren en manifiestamayoría. O lo que es lo mismo, fallecieron más hembras por tratarse delgrupo mayoritario del conjunto de lapoblación.
De acuerdo con lo dicho vamos aver a continuación cómo se expresa laincidencia del azote epidémico deacuerdo con la composición demográfica del término de Firgas.
Así, pues, por lo que toca al grupode los menores de veinte años era-realizando una extrapolación de lascifras aportadas por el censo oficial de1857- el tramo preeminente por suvolumen, por lo que al incluir en su se-
no a los débiles organismos de los infantes de O a 5 años se sentirían diezmados entre un seis y siete por cientodel total de la población joven.
En el cómputo total de lasvíctimas del azote epidémico, la participación del sector 0-20 años fue significativa con 34,56 por ciento de los finados totales. Aunque es bien ciertoque no fueron efectivamente los mássiniestrados. En realidad la inflaciónde las cifras de este grupo se nutre de lafuerte mortandad secularmente existente en los párvulos, o sea, de los niños comprendidos en edades que vande cero a siete años, que soportaron elembiste mortal contribuyendo ellos solos con un 27,16 por ciento de los valores totales.
El grupo de jóvenes mujeres fuemás quebrantado que el de los varones, como puede d~ducirse de la interpretación de las siguientes estimaciones: 18,5 y 16,0 por ciento para ambos sexos respectivamente.
En lo que se refiere a la incidenciade la fatal dolencia entre los adultos(21 a 60 años) apreciamos una mayor
relevancia en cuanto a volumen se refiere. Nada menos que un 7,4 por ciento de los componentes de este grupofallecen víctimas de la epidemia, hechoque supone nada menos que un 40,7por ciento del total de las pérdidas humanas ocasionadas por el inexorablecontagio.
En este sector se advierte ya un ligero desequilibrio entre los sexos saliendo levemente más perjudicadas lashembras por cuanto que los porcentajes obtenidos se elevan al 20,98 porciento para los varones y reduce la participación femenina a un 17,75 porciento.
El grupo de los viejos será igualmente desvastado por el azote epidémico en un 33,8 por ciento de sus efectivos totales, lo que viene a suponer un26 por ciento de los sepultados en laVilla a consecuencia de la trágica enfermedad. Obviamente, al contar lapoblación de Firgas con un grupo minoritario de personas que sobreviven alos 61 años, compuesto en su inmensamayoría por mujeres, es lógico explicar el por qué sus miembros fueron intensamente abatidos. Ya se sabe quelos ancianos tienen sus decrépitos or-
ganismos más deteriorados fisiológicamente por lo que ofrecen pocas resistencias al morbo asiático, de ahí lasfuertes repercusiones del daño coléricosobre este sector.
En cuanto a la irradiación de laepidemia sobre los solteros, casados yviudos, todos los grupos se verán porigual afectados y sobrellevarán unamayor o menor incidencia dependiendo de su volumen de exposición a losriesgos y de que contengan un amplio omermado número de niños y viejos.
Así el grupo de los solteros, compuesto en su mayoría por niños, fue elmás castigado por el cólera que lo desmantela en un 5,19 por ciento; cifraque supone nada menos que un 38,27por ciento del estrago epidémico.
Por su parte, las hembras solterascon unos valores de 20,98 por cien resultaron ser las más abatidas, lo quesupone un evidente obstáculo en ordenal mantenimiento de las tasas de natalidad y en la formación de nuevas parejas.
Entre los casados las repercusiones de la enfer.medad también
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CUADRO N? 2
LA MORTALIDAD POR EDADES
Edades Varones Hembras Total
Total En OJo Total En % Total En OJo
0-1 2 1,2 2 2,47 3 3,7
1-7 8 8,64 10 14,81 19 23,450-20 15 16,04 13 18,41 28 34,56.
21-60 18 21,0 16 19,75 33 40,74.
61- 4 4,93 16 20,98 21 25,92
Fuente: Archivo Parroquial de San Roque de Firgas. Elaboración propia.
CUADRO N? 3
LA MORTALIDAD SEGÚN ESTADO CIVIL
Estado civil Solteros En % Casados ·En % Viudos En % Total En %
Varones ..... 14 17,3 13 16,0 10 12,3 37 45,7
Hembras .... 17 20,98 13 16,0 14 17,3 44 54,3
Total ........ 31 38,28 26 32,0 24 29,6 81 100,0
Fuente: Archivo Parroquial de San Roque de Firgas. Elaboración propia.
fueron notorias, diezmándolos en un8,15 por ciento, que viene a resultar el32,21 por ciento del total. de los enterrados, quedándose un poco por debajo de las cifras obtenidas por el grupo precedente. Ello supone, además deuna tragedia irremediable, una manifiesta ruptura de numerosos matrimonios y un alza del volumen del grupode viudos que de alguna maneraafectaría a la nupcialidad y a las tasasbrutas de natalidad contrayendo lascifras de este año. En las actas de enterramientos se repite varias veces loscasos de parejas en que mueren amboscónyuges, incluso familias enteras oamputadas gravemente por fallecimiento de varios componentes.
No se producen desequilibrios remarcables entre los sexos del sector deestado civil casado en virtud de losporcentajes coincidentes obtenidos.
Finalmente, el grupo de losviudos, muchos de los cuales deben suestado civil precisamente al propio cólera morbo, registra una apreciable incidencia que elevaría a 32,43 por cientode sus efectivos totales lo que viene asignificar un 29';62 por ciento de lasvíctimas de tan infausta dolencia. Elgrupo de los viudos destaca porque losmiembros varones salen más ilesos deldesastre general, en tanto que las
viudas se verán por el contrario más alcanzadas por el contagio, llevándose ala otra vida a una buena porción deellas.
4. A MODO DE CONCLUSIONES
En las sociedades preindustrialeslos azotes suelen actuar selectivamente. En otros términos, mientras que lospertenecientes a las clases acomodadas, bien alimentadas y con capacidadpara adquirir los servicios médicos, salen lógicamente inmunes de estas tragedias, los jornaleros y sus familias-que componen el grueso de lapoblación- resultan en cambio másquebrantados, aportando siempre lamayoría de las pérdidas. Firgas en estesentido es una constatación más de estefenómeno tan generalizado a través dela historia.
El censo oficial de 1857 tomabuena nota de la presencia en la Villade 13 pobres de solemnidad y de dospersonas que no contribuyen. Pocomás tarde, el censo de 1860 señala también la existencia de unos cuatropobres y cuatro ciegos e imposibilitados. Pero, es notorio que la indigencia,esté o no censada, constituye uno delos aditamentos seculares consustanciales con la sociedad tradicional.
Las actas de defunción, ciertamente incompletas como ya se advirtió, indican que tan sólo tres de loscontagiados fallecieron después de haber hecho testamento de sus bienes. Acuatro de los enterrados o no les diotiempo de hacer la trasmisión de pro- 'piedades a sus herederos o carecían debienes materiales.
Tres de los fallecidos tienen anotada expresamente su condición de pobres de solemnidad y otros dos más
.son señalados en las inscripciones en sucalidad de expósitos.
De los datos consignados no sepueden sacar conclusiones categóricas,pero no obstante es obvio inferir quelas clases más adineradas y mejornutridas de la Villa estuvieron en óptimas condiciones de resistir el mortalcontagio. No ocurrió lo mismo entrelas capas populares, siempre instaladasen la miseria como situación habitual,por lo que fueron pasto del mal asiático.
Para acabar esta relación y por elinterés que tiene permítasenos reproducir el acta de defunción de una de lasvíctimas que estaban en Firgas en calidad de transeúnte cuando aconteció lagran tragedia y que dice así:
"En este lugar de Firgas a 25 dejunio de mil ochocientos cincuenta yuno se sepultó en el Simenterio que seseftaló en este lugar para los que muriesen del cólera a María Morera, natural de Fuerteventura y transeunte en este lugar, y consorte de Juan Acosta, deedad de sesenta y tres años, se le administró la extremaunción y para queconste lo firmé: José Quintana".
RAMÓN F. DÍAZ HERNÁNDEZ
NOTAS
(1) El presente trabajo forma parte de otro más extenso titulado "El Cólera Morbo. La mortalidad catastrófica en la comarca centro-norte deGran Canaria. 1844-1852" realizado por Josefina Domínguez Mujica y Ramón F. Díaz Hernández para el V Coloquio de Historia Canario-Americano de 1982.Agradezco la extraordinaria colaboración delpárroco de Firgas don José Suárez Romero alfacilitar al autor consultar los fondos del Archivo Parroquial de San Roque de Firgas.
(2) LÓPEZ GARCÍA, Juan Sebastián: "Afurgad.Notas históricas de Firgas" en la RevistaAguayro, núms. 139 y 140. Las Palmas, 1982.
(3) NADAL, Jordi: La población espaflola (siglosXVI a XX). Barcelona, 1976, pág. 150. En estaobra seftala su autor que el Cólera Morbo esuna enfermedad infecciosa ocasionada por elmicroscópico Vibrion schollerae y se caracteriza por producir en las personas afectadas graves lesiones intestinales, frecuentemente mortales. Se transmite, en general, a través de lasaguas contaminadas y al contacto directo conlos pacientes contagiados.
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