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EL VIAJE PEDAGGICO COMO MTODO DE CONOCIMIENTO DE
PAISAJES. APLICACIN A ANDALUCA. (*)
Buenaventura Delgado Bujalance
Juan F. Ojeda Rivera.
Universidad Pablo de Olavide. Sevilla. Grupo GIEST.
Pendiente de publicacin con el mismo ttulo en el prximo nmero de la revista
Investigaciones geogrficas, Instituto Universitario de Geografa. Univ. de Alicante
RESUMEN
El inters social por el paisaje ha incrementado la presencia de ste en las polticas
territoriales, aunque no parece paralela una preocupacin por su conocimiento y
consiguiente aprecio. Al menos en Andaluca, se considera necesario un esfuerzo para
incrementar su presencia en los programas de los distintos niveles de enseanza. Los
paisajes, a los que interesa incorporar a la docencia a travs de unos acercamientos
directos y activos, emulando tradicionales pedagogas y aprovechando su potencia
transversal y motivadora, se pueden constituir en verdaderos libros abiertos de
aprendizajes significativos. La propuesta de unos itinerarios docentes por distintos
paisajes andaluces se constituye aqu en el mejor argumento prctico de aquellos
planteamientos.
INTRODUCCIN
El paisaje ha ido adquiriendo protagonismo como foco de atencin social,
institucional y acadmica. En consecuencia, estamos asistiendo a una creciente
sustantivacin del mismo impulsada por su capacidad para acumular valores tan
diversos como los ambientales, culturales, econmicos, vivenciales, ticos y estticos.
El sistema educativo refleja ese inters, aunque con ello aun no se haya generado una
presencia especfica del paisaje en el diseo curricular. En este contexto, el siguiente
trabajo pretende elaborar una propuesta pedaggica destinada a potenciar el
conocimiento de los paisajes andaluces entre los diversos sectores de la comunidad
educativa de la regin.
Ahora bien, para el buen desarrollo de tal tarea se deben asumir los siguientes
planteamientos generales de carcter prctico:
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- El paisaje es un material pedaggico de gran eficacia y, por ello, el sistema
educativo debe desarrollar los programas que faciliten el acceso a dicho material.
- El acercamiento de los estudiantes a los paisajes ha de ser activo por lo que se deben
potenciar prcticas de inmersin en las manifestaciones y escalas ms
representativas de los mismos.
- Dichas inmersiones deben acompaarse de una reflexin terica que les de sentido y
de unas propuestas de actividades que las guen.
En funcin de todo ello y concretando en Andaluca, se presentar en primer lugar-
los marcos de referencia terica que fundamentan esta propuesta; para en segundo
lugar- abordar el anlisis de la situacin del paisaje como materia curricular en el actual
sistema educativo andaluz y terminar con una propuesta prctica de itinerarios
paisajsticos por Andaluca
1. MARCOS DE REFERENCIA.
No hay un uso unvoco del trmino paisaje, tal vez por la coincidencia de la propia
complejidad del concepto con la banalizacin y generalizacin meditica de su uso. As
el trmino paisaje corre el peligro de convertirse en una de esas palabras
contaminadas (Sachs, 1992), que como, por ejemplo, sostenibilidad- se utilizan
profusamente para justificar decisiones y polticas territoriales de diferentes
administraciones, escalas e, incluso, ideologas. En consecuencia, parece necesario
precisar los marcos de referencia en los que el concepto se va cargando del significado
especfico que condicionar su aplicacin
1.1. Marco conceptual: el paisaje como realidad compleja, expresin de
cultura, de patrimonio y motor de desarrollo
El paisaje es una realidad compleja. As lo ha entendido tradicionalmente la
Geografa que lo define en algunas de sus formulaciones como fisonoma y como
percepcin de cualquier sector de la superficie terrestre que resulta del conjunto de sus
elementos y de sus interrelaciones internas y externas, quedando este enmarcado por
los lmites naturales de otros paisajes con distinto carcter (Troll, 1983; Zoido, 1987,
Bols, 1992; Burel y Baudry, 2002). Las interrelaciones presentes entre naturaleza y
sociedad le dan un carcter dinmico. Convirtiendo a los paisajes en acumuladores
histricos, palimpsestos y referentes, en cada momento, de las relaciones de cada
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sociedad con su medio (Pisn, 2000). Es precisamente de estas interrelaciones de donde
emerge la singularidad del paisaje como algo distinto a ambiente, ecosistema o territorio
(Delgado y Ojeda, 2006). Los paisajes se construyen a partir de seculares procesos de
vinculacin de cada comunidad humana con sus respectivos territorios, adquiriendo su
consolidacin como tales paisajes a travs de procesos de produccin de emociones
desinteresadas, expresadas en recreaciones culturales.
Cada sociedad que se relaciona con su medio construye paisajes. Tales
construcciones, independientemente de un valor puramente esttico, tienen una primaria
funcin utilitaria, o sea no se realizan para contemplarlas y disfrutarlas, sino para vivir
mejor (Lugibhl, 1992). Sin embargo, en el paso de la utilidad a la emocin esttica
desinteresada es donde se producir la transformacin o la metafsica- de pas a paisaje
(Roger, 1997) y la llegada a tal cultura paisajstica, lo que implica un nivel de
refinamiento que histricamente slo parece alcanzarse en sociedades que tienen
resueltas las necesidades primarias (Keesler, 2000). Por eso, para que una porcin de la
superficie terrestre adquiera la categora de paisaje se necesita que sea no slo
construida, sino tambin contemplada, percibida, valorada y apreciada como tal. En
consecuencia los paisajes son el resultado de la convergencia de procesos de
construccin material, con procesos de creacin cultural cargada de conocimientos
seculares y creencias. Al mismo tiempo como cualquier produccin cultural que
permanece, los paisajes se constituyen en recursos acumulados y en patrimonios de las
sociedades que los han conservado. En este sentido, un paisaje puede ser hoy un
indicador o una expresin y, a su vez, un factor del desarrollo de una sociedad y de un
territorio (Ojeda, 2002).
1.2. El marco social
El actual protagonismo del paisaje en las polticas territoriales debe relacionarse con
la creciente preocupacin social por los problemas ambientales. En tal sentido, el
hombre es responsable de la calidad visual de su entorno, pues, como afirmaba Recls
(1905):
La naturaleza es para muchos la gran consoladora, pues las ciudades populosas, los
campos y hasta los lugares ms apartados, pueden ser afeados por el mal gusto y sobre
todo por la brutalidad de la toma de posesin. Porque el hombre da su alma a la
naturaleza, y, conforme a su propio ideal, embellece y diviniza la tierra, o la vulgariza,
la hace fea, grosera y repugnante. El hombre del maana, elevado a la comprensin de
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la belleza, sabr, por respeto y por amor a la Naturaleza, no colocar su morada de modo
que se rompan las lneas, que se borren brutalmente el color y los matices: sentir
vergenza en disminuir y alegra por aumentar la belleza de cuanto le rodee.
Hoy la calidad del paisaje parece una demanda social que en muchas regiones
conecta con una tradicin secular. As en Andaluca como en todo el Mediterrneo,
pueden encontrarse ejemplos de la preocupacin de la poblacin por crear imgenes
estticas de los espacios que habita: Se blanquean las casas, se colocan flores en los
balcones y en los patios, se plantan rboles en el borde de los caminos. Sin embargo
estas iniciativas no han estado nunca suficientemente codificadas. Slo recientemente
estamos asistiendo a movimientos sociales que reclaman el derecho a un paisaje de
calidad en espacios amenazados por procesos de crecimiento rpido e incontrolado. Ello
implica que las poblaciones estn tomando conciencia de la importancia del paisaje para
mejorar sus calidades de vida y que, en consecuencia, ste haya adquirido protagonismo
vital y visibilidad en las polticas ambientales y territoriales de las diferentes
administraciones
1.3. El marco institucional
Con la aprobacin de la Convencin Europea del Paisaje se ha producido un
cambio sustantivo en el inters social, institucional y meditico por los paisajes
europeos. Desde esta conciencia e importancia, la Convencin (2000) muestra un
espritu participativo, destacando el papel de las poblaciones en su transformacin y,
sobre todo, que su proteccin, su gestin y su ordenacin implican derechos y
responsabilidades para cada persona.
Por otro lado la Convencin pretende ser operativa, por lo que propone una serie
de medidas para el logro de sus objetivos. La mayor parte de estas medidas parece que
estn ponindose en prctica de un modo satisfactorio, por lo que se han producido
avances importantes en los mtodos para el anlisis y gestin de los paisajes europeos.
De esta forma, las administraciones pblicas empiezan a contar con instrumentos
eficaces para el diagnostico, ordenacin y gestin de los paisajes. Sin embargo, pueden
apreciarse algunas carencias en las medidas particulares que dentro de la formacin
y educacin se relacionan especficamente con las enseanzas escolares y
universitarias abordando, en las disciplinas interesadas, los valores inherentes al paisaje
y las cuestiones relativas a su proteccin, gestin y ordenacin.
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Tales carencias afectan a los jvenes, precisamente el sector de la poblacin del
que depende el futuro. En consecuencia, es necesario un esfuerzo para incrementar la
conciencia paisajstica de estas poblaciones, pues tal conciencia paisajstica puede ser el
motor de una serie de reacciones en cadena que culminen, despus de varias etapas, en
un derecho social al paisaje. Es decir, hace falta dicha conciencia para que el conjunto
de los jvenes en formacin y toda la sociedad desarrolle una buena cultura del paisaje.
De un modo ms concreto, la comunidad autonmica de Andaluca podra
considerarse como un buen ejemplo de tal situacin. A diferencia del estatuto
autonmico vigente hasta hoy, el documento estatutario que acaba de aprobarse no
recoge explcitamente la proteccin y realce del paisaje como uno de los objetivos
bsicos del ejercicio del poder de la comunidad autnoma. No obstante de un modo
implcito, el paisaje est presente en dos objetivos de la comunidad: En primer lugar, la
mejora de la calidad de vida, mediante la proteccin de la naturaleza y el medio
ambiente; en segundo lugar, el afianzamiento de la conciencia de identidad y de la
cultura andaluza a travs del conocimiento, investigacin y difusin del patrimonio
histrico, antropolgico y lingstico. Por ello, en el artculo 28, el disfrute del paisaje
se considera un derecho; y el uso responsable del mismo y su proteccin un deber
institucional y ciudadano. En la operatividad de tales principios, el sistema educativo
adquiere, sin duda, un protagonismo relevante.
2.- EL PAISAJE EN EL CONTEXTO EDUCATIVO ANDALUZ
En el sistema educativo, el paisaje ha estado presente como una parte de los
contenidos de diversas materias (geografa, estudios del medio, historia, arte, plstica
para los niveles de la enseanza primaria y media- y en geografa, arte, ecologa,
arquitectura, bellas artes - en niveles superiores -). De una forma ms especfica se ha
desarrollado en la enseanza universitaria a travs de asignaturas, seminarios, cursos,
maestras o doctorados.
En cualquier caso, el paisaje ha ido incrementando su presencia en los programas de
la enseanza reglada de Andaluca como fruto de una larga tradicin, cuyo origen suele
vincularse a la Institucin Libre de Enseanza, uno de cuyos representantes andaluces,
el profesor Juan Carandell Pericay, reclamara -desde sus ctedras en los institutos de
Cabra y Crdoba- una enseanza activa frente a la tradicional, en la que a fuerza de
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saturarnos de libros, olvidamos el paisaje de la Naturaleza, el gran libro csmico
(Carandell, 1920).
Tras la guerra civil, este modelo queda olvidado hasta que la reforma del sistema
educativo (Ley General de Educacin 1970) permitira ir recuperando aquellos
planteamientos, que a finales de los 70, quedan recogidos en algunas iniciativas como
las escuelas de verano o los seminarios permanentes, que impulsaran proyectos de
renovacin y experimentacin pedaggica.
La LOGSE terminara por acoger institucionalizndolas y, a veces, trivializndolas
todas estas corrientes de enseanza activa. Mtodos y contenidos, sobre todo en las
ciencias sociales y naturales, empezaban a considerar la naturaleza, el medioambiente y
el paisaje como categoras a tener en cuenta. En este sentido el paisaje, sobre todo el
inmediato, se mostraba como un eficaz componente del aprendizaje significativo con
presencia en diferentes reas de la enseanza obligatoria y el bachillerato:
- Infantil: Descubrimiento del entorno natural y social
- Primaria: Conocimiento del medio.
- Secundaria: Conocimiento de la naturaleza, ciencias sociales, geografa e historia.
- Bachillerato: Geografa, historia y ciencias naturales
Por su parte y como se ha comentado, en la enseanza universitaria el paisaje se
hace presente de manera especfica en distintas disciplinas naturales, territoriales y
urbansticas, pero sobre todo en los estudios de geografa, cuya tradicin moderna lo
haba adoptado como genuino objeto de estudio:
Conocer la naturaleza y el paisaje es un empeo que concierne a todas las facultades
del sujeto: es un empeo humano que se ve favorecido no interferido- por el simultneo
ejercicio de sus aptitudes intelectuales y de sus recursos ticos y estticosTodo esto es lo
que, en mi opinin, ofrece el punto de vista geogrficoen el que arraigan fructferamente
intenciones y actitudes epistemolgicas auspiciadas por el moderno espritu romntico,
(por su parte) la perspectiva regional o corolgica del conocimiento geogrfico, segn se
ofrece en sus mejores intrpretes, constituye una forma valiosa y coherente de concretar y
concentrar el ejercicio de aquel punto de vista abierto e integrador que puede reconocerse,
desde las aportaciones de Humboldt y Ritter, en la tradicin geogrfica decimonnica
(Ortega, 1987, pp.68 y 73)
Pero la crisis de la geografa regional, de mediados del siglo XX -orquestada por la
nueva geografa cuantitativa que la critica de excepcionalista-, relegara la perspectiva
paisajstica de los estudios geogrficos a un segundo plano. No obstante, en la
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actualidad el inters por el paisaje es cada vez mayor y no slo en el mbito de las
ciencias geogrficas, sino tambin de otras disciplinas que, a travs de l, vinculan
factores econmicos, sociales, culturales, polticos y cientficos, para analizar problemas
(degradacin ambiental, prdida de espacios naturales, consecuencias del crecimiento
urbano) y para aprovechar sus potencialidades (recurso econmico, recurso
patrimonial, componente de la calidad de vida, movilizador poltico, generador de
identidad).
Este creciente inters por el paisaje explica su presencia como objeto de
conocimiento fuera del curriculum acadmico, ya sea como un complemento de ste o
como un contenido de la enseanza no reglada (universidades de verano, programas
municipales, escuelas y talleres de la naturaleza. etc.). En cualquier caso, el paisaje
parece interesar a muchas personas y no slo como concepto y contenido acadmico
sino tambin como fundamental componente de la educacin ambiental.
Pero, precisamente, la educacin ambiental -como otros conceptos asociados a la
ideologizacin de lo medio ambiental durante la segunda mitad del siglo XX (Ojeda,
1999)- adolece hoy de la ambigedad conceptual y contextual que le otorga su uso banal
y justificador (Ojeda, 2001). No obstante, se admite como cannica la comprometida y
completa definicin que de educacin ambiental produjo un Congreso Moscovita de
1987: Un proceso permanente en el que los individuos y la colectividad toman
conciencia de su medio y adquieren los conocimientos, los valores, las competencias, la
experiencia y la voluntad capaces de hacerlos actuar, individual y colectivamente, para
resolver los problemas actuales y futuros del medio ambiente. Para que tal proceso
educativo permanente no slo ldico y entretenido, sino tambin disciplinado y duro-
se pueda desarrollar deber aprenderse a analizar los territorios concretos
enmarcndolos en la economa global, a criticar el modelo que ocasiona y alimenta la
actual crisis no slo ecolgica sino tambin de crecimiento, a manejar tecnologas
avanzadas que propicien usos racionales y equilibrados de los recursos naturales, a
comprometerse moral y polticamente en la bsqueda de nuevos caminos posibles
(Gonzlez Faraco, 1995).
El paisaje como producto naturocultural, como manifestacin evidente de
problemas ambientales y como expresin de desarrollo de una sociedad- puede ser el
objeto ms directo y complejo del proceso de aprendizaje auspiciado por una rigurosa
educacin ambiental, cuyo desarrollo puede alcanzar una dimensin estratgica que
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debe ser asumida por diversas instituciones, pero sobre todo por la escuela en sentido
amplio.
2.1. El paisaje como eje transversal de conocimientos con presencia descoordinada
en distintas materias.
Al contrario que otras categoras ms definidas intelectualmente, el paisaje es una
realidad compleja, pero motivadora, ya que su diferencia con el ecosistema, el territorio
o el ambiente, est precisamente en la produccin de emociones desinteresadas. Por
ello, el paisaje es un concepto motivador de lo transversal en relacin con los efectos de
la accin del hombre sobre su medio, con su capacidad de potenciar nuevas formas de
pensamiento abiertas a la valoracin subjetiva de la realidad, al disfrute directo de la
naturaleza, que va ms all de la explicacin para buscar la compresin.
La relacin con la naturaleza y el paisaje forma y educa a la persona: puede
proporcionar y no me parece que la mejor tradicin geogrfica lo haya olvidado nunca,
como no creo oportuno olvidarlo ahora- algunas claves que los fundadores de la
Geografa moderna no dudaron en estimar tan autnticas como originales para conseguir
la educacin interior y tambin la educacin social- del ser humano. Y es ste, sin
duda, uno de los aspectos del conocimiento de lo geogrfico que menos desapercibidos
pasaron en los ambientes ms conscientemente preocupados desde entonces por lograr
una verdadera regeneracin del panorama educativo que no eludiese la plenitud activa
del sujeto (Ortega, 1987).
En definitiva, un buen acercamiento al paisaje obliga a romper la separacin entre
objetividad y subjetividad, entre lo de fuera y lo de dentro. Pero, sobre todo, el paisaje
tiene un carcter global, integrador y dinmico que exige su natural abordaje inter o
transdisciplinar, pero tal carcter no puede justificar su consideracin como materia
indefinida a situar en el cajn de sastre de la transversalidad, entendida banalmente
como acogedora de todo lo difcilmente encuadrable.
De hecho, asumido como fenmeno y realidad compleja, el paisaje puede
constituirse en una materia educativa singularmente integradora de procesos de
aprendizaje, con capacidad para movilizar el conjunto de potencialidades educativas
presentes en el sistema de enseanza. No obstante, el aprovechamiento pleno de tales
potencialidades exige una consideracin ms convencida y sustantiva y,
consecuentemente, ms efectiva y coordinada- del mismo en las programaciones
escolares.
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2.2. Hacia una mayor coordinacin de la presencia del paisaje en el sistema
educativo andaluz: algunas claves de las programaciones.
En consecuencia es necesario que en la organizacin del curriculum de los distintos
niveles de la enseanza, desde la primaria a la universidad, est presente el estudio de
las interrelaciones entre los diferentes sistemas naturales y sus componentes, abordado
por la ecologa; y los ms especficos de la sociedad humana, que son objeto de
conocimiento para la economa, sociologa, antropologa, geografa, historia, arte,
filologa, filosofa, tica, etc.
A nivel prctico -a travs de la transversal educacin ambiental- el paisaje est
presente en los diferentes niveles de la enseanza en Andaluca. No obstante, aunque su
necesidad y su prctica estn admitidas tericamente, falta concretar su plasmacin en
modelos didcticos, basados en una reflexin intencional del profesorado de los centros.
En este amplio contexto el paisaje es un magnifico recurso didctico, ya que se erige en
la prueba ms evidente, manifiesta, permanente y generalizada de las relaciones
histricas y actuales de cada comunidad humana con su medio. Es ms, la calidad de
unos paisajes pueden ser un indicador del desarrollo y la calidad de unos modelos
sociales, culturales y educativos, en el mismo sentido que el cuidado y aprecio del
paisaje son el reflejo de la calidad de un grupo social y de su compromiso con el medio
ambiente (Reclus, 1906).
En definitiva y concretando, el paisaje debe asumirse como recurso didctico por
razones tan diversas como las siguientes (Pena, 1996; Martnez Huerta, 2004):
- Su apreciable diversidad desde cualquier lugar y momento, lo que lo constituye
en un material de aprendizaje de fcil acceso.
- Su propia realidad compleja lo que obliga a considerarlo desde una perspectiva
sistmica que tenga en cuenta al menos tres aspectos: medio natural, actividad
social y cultura.
- Su virtualidad como potenciador de la inter o transdisciplinariedad.
- Su exigencia de observacin directa, por lo que facilita la salida del aula y el
contacto con la realidad natural y social.
- Su facilidad de adaptacin a cualquier nivel educativo, en funcin de que su
reconocimiento y estudio parte de una primaria percepcin sensorial y se
desarrolla introduciendo componentes afectivos sensaciones, emociones,
sentimientos- que inducen unas implicaciones individuales y colectivas.
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- Su capacidad de propiciar actitudes relacionadas con el compromiso
conservador o transformador ante su estado.
De manera ms especfica, en el estudio de los paisajes andaluces deben
desarrollarse unas programaciones que adaptadas a cada nivel educativo- los vayan
recogiendo y presentando metdica, gradual y didcticamente. As, mientras en la
primaria debe potenciarse la contemplacin global del paisaje desde aspectos
vivenciales y mediante la estimulacin de destrezas como la observacin, descripcin,
comparacin y clasificacin; en la secundaria, tal como muestran algunos trabajos
recientes (Madrid Gutirrez y Prez Vega, 2006), es posible un estudio ms detallado de
elementos e interrelaciones para alcanzar explicaciones globales. Incluso en los ltimos
cursos ser posible la prognosis y la sintresis. En la lnea propuesta por Gmez Ortiz,
en relacin con el paisaje de la montaa en Catalua, en este trabajo se considera que
los aspectos que ineludiblemente deben ser abordados en el tratamiento pedaggico de
los principales paisajes de Andaluca seran los siguientes:
- Relevancia del medio fsico.
- Relacin del hombre con el sistema natural.
- Diversas configuraciones paisajsticas resultantes.
- Necesidad de valoracin del paisaje como elemento a disfrutar y a conservar.
Tambin, como se ha ido viendo, el paisaje est presente en diferentes disciplinas
universitarias, constituyndose en objeto principal de la Geografa en su consideracin
general y de la Geografa de Andaluca en particular. En esta ltima materia, el paisaje
alcanza un valor relevante, por lo que debe propiciarse su estudio en profundidad,
induciendo a transitar por los tres niveles del aprendizaje definidos por E.Morin (2000 y
2001): la informacin, el conocimiento y la sabidura.
Para propiciar tales acercamientos, nuestra experiencia docente nos conduce a
considerar -en el proceso universitario de aprendizaje del reconocimiento, estudio y
diagnstico de los paisajes- los siguientes fundamentos de los mismos:
- Fundamentos naturales.
- Fundamentos histricos.
- Fundamentos polticos administrativos.
- Fundamentos perceptivos:
- Percepciones protopaisajsticas e identitarias
- Percepciones cientficas e institucionales
- Representaciones connotadoras y mitificadoras.
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En Andaluca para no multiplicar las tipologas y encuadrar la tarea docente en los
resultados investigadores recogidos en el Mapa de Paisajes Andaluces (Junta de
Andaluca, 2005)- tales fundamentos y claves comprensivas sern referidos a paisajes
significativos de los siguientes mbitos geogrficos:
- Sierras y paisajes serranos.
- Campias y paisajes campieses, vegas y marismas.
- Estepas y paisajes esteparios.
- Litorales.
- mbitos urbanos, mineros, industriales o de servicios y paisajes artificiales.
Por ltimo, resultar interesante e ilustrativa la consideracin del dinamismo
paisajstico, a partir de las siguientes categoras tipolgicas:
- Paisajes estancados.
- Paisajes sometidos a cambios rpidos e incontrolados.
- Paisajes inacabados.
Asumir la necesidad del uso de los paisajes andaluces como recurso didctico de
un modo significativo obliga al empleo de procedimientos activos durante el proceso de
aprendizaje, entendiendo como tales al conjunto de acciones ordenadas para la
consecucin de unos objetivos. En el caso de la geografa de Andaluca, se cuenta con
procedimientos propios de la geografa -la observacin, el anlisis, las relaciones de
dependencia y la sntesis en un nivel ms elemental- a los que pueden aadirse otros
niveles como la descripcin mltiple y la interpretacin hermenutica. Para todo ello,
resulta especialmente til el trabajo de campo, desarrollado mediante itinerarios
pedaggicos por los paisajes andaluces.
Tales itinerarios -de los que a continuacin se presenta uno, con distintas
alternativas, que hemos tenido oportunidad de ir experimentando en los seis ltimos
cursos, a modo de ejemplo- pueden ser ms o menos amplios, pero en cualquier caso,
deben responder a los siguientes requerimientos:
- Justificacin precisa, en funcin de unos objetivos propios enmarcados en una
programacin general.
- Programacin especfica temporalizada, aunque flexible, que permita la sorpresa
como acto de aprendizaje.
- Primaca de la mirada convergente y plurisdiciplinar y del trabajo colectivo.
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- Potenciacin de ciertas tcnicas, destrezas y habilidades (elaboracin de un
cuaderno de campo, que va recogiendo informacin y transformndola en
conocimiento propio y evaluable).
- Induccin a la mirada creativa (textos, comentarios o pinturas propias) y a los
hbitos participativos (diagnsticos y propuestas de futuro)
3. Itinerarios paisajsticos como instrumentos de aprendizajes significativos.
Los objetivos acadmicos nos imponen marcos excesivamente rgidos que reducen
la complejidad del universo al espacio cerrado e intelectualmente jerarquizado del aula.
Con ello, se olvidan actividades tan estrechamente relacionadas con las materias de
ciencias sociales como el viaje de estudios. Sin embargo, la realidad, la vida y muchos
de los contenidos que se ensean estn ah fuera, como un reto con el que enfrentar
nuestra percepcin previa y aprendida de las cosas. La respuesta a tal reto debe
concretarse en un conflicto cognitivo suficientemente potente como para acercar a una
comprensin ms profunda de la realidad a travs de una de las mltiples variedades del
viaje: el viaje pedaggico.
3.1. El viaje por Andaluca y su potencial pedaggico
Los grandes maestros viajeros (Humboldt, Ruskin...) dejaron ideas luminosas, de
las que pueden entresacarse las siguientes reflexiones respecto del significado del
viaje como proceso de aprendizaje:
El viaje es una realidad dialctica. Se abandona consciente y voluntariamente
la comodidad cotidiana para elegir la aventura y la incertidumbre que puedan
provocar momentos de disfrute profundo.
El viaje es una realidad inestable. Es dinmico y mvil, pero, a su vez,
requiere de unos tiempos. No debe cambiarse el paisaje por el pasaje.
El viaje es una realidad sorpresiva. Su lgica y necesaria ordenacin debe ser
lo suficientemente flexible como para no opacar posibles sorpresas, que
tienden a constituirse en inicios de profundos aprendizajes.
En funcin de ello, parece ms didcticamente aprovechable el viaje que
conduzca al uso intencional de las distintas capacidades cognitivas: la inteligencia
ms racional y analtica y la inteligencia emocional. Para propiciar tal aprendizaje
complejo, sern importantes las siguientes recomendaciones viajeras:
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Observar las realidades como los pjaros: Desde las panormicas ofrecidas
por el propio autobs o por unos miradores o belvederes escogidos, hasta los
planos intermedios y los detalles del plano corto.
No conformarse con las fotografas: Hay que intentar crear a travs de la
expresin de sentimientos propios, a travs de la pintura, la literatura, el
diario...
Aventurarse: Atreverse a aceptar propuestas y a vivir situaciones no
programadas
Buscar y propiciar momentos fuertes: Porque sern los que permanezcan
ms profundamente en los recuerdos del viajero.
Tales recomendaciones entresacadas de las reflexiones de grandes viajeros y
ms o menos ilustradas o romnticas- no nos deben hacer olvidar que nuestro viaje
es un intento de mejorar el aprendizaje para conducir a los alumnos a un
conocimiento de una regin. Tal conocimiento exige un mtodo que como se ha
comentado anteriormente- tiene que adecuarse al nivel y las posibilidades de los
estudiantes, pero en el que siempre debe primar el protagonismo de los mismos a
travs de su participacin real y efectiva en todas las diferentes fases del viaje:
- La preparacin: Va desde la propia propuesta de viaje a la organizacin de los
participantes, pasando por la relacin con los contenidos acadmicos del curso
impartido, la configuracin y justificacin de objetivos y la propia preparacin
de la logstica que ha de tener en cuenta la distancia y el lugar o los lugares a
visitar. Supone elegir un medio de transporte y el alojamiento o alojamientos si
estos fueran necesarios. Exige preparar documentalmente las distintas etapas y
decidir, sobre un mapa, el itinerario y los lugares de inters. Individualmente
parece fundamental que cada participante se prepare un cuaderno de campo en el
que recoger anotaciones, reflexiones, preguntas, elucubraciones, apreciaciones
sensibles y literarias, descripciones, croquis, dibujos, pinturas, fotos o
comentarios sobre fotos o cualquier medio que permita plasmar lo que se ve, se
piensa o se siente.
- La recepcin de informaciones: Para unos, tal recepcin se basar en mirar,
atender a lo que se les dice, mezclarlo todo e imaginar, para otros, ser necesario
pararse, pisar el territorio y hacerle preguntas y responderlas o escuchar las
respuestas. Exigir, en definitiva, aprender a mirar de diferentes maneras.
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- La plasmacin sistemtica de las propias apreciaciones del viaje, recordando lo
que se ha ido aprendiendo: ste es el paso ms importante del viaje y el que le
da sentido. Para ciertas personas ser suficiente unas cuantas fotografas y un
comentario de las mismas; para otras, algunos objetos recolectados o comprados
como recuerdos; habr, incluso, quien materialice estos recuerdos en un libro, en
un artculo, en un captulo, en una crnica grfica. Lo nuclear ser la conversin
del viaje en un resultado concreto, fruto de un contacto con el territorio
(conocimiento) y de las vivencias que ste ha ido despertando (sabidura). En
esta fase la elaboracin de un cuaderno de campo se nos antoja esencial, por lo
que se ha de dedicar un tiempo de clase a su preparacin. Dicho cuaderno, debe
tener un carcter muy personal, aunque como orientacin pedaggica se propone
el acercamiento a los paisajes desde las miradas, entendidas stas como formas
de ver y filtrar la realidad:
Miradas externas, que recogen lo que han dicho, han escrito o han visto
otros, desde distintos puntos de vista:
- Miradas cientficas objetivas -presentes en estudios, mapas, descripciones
objetivas del territorio, artculos, guas o comentarios- y que se suponen
desapasionadas y analticas. Son ofrecidas por los propios profesores y
muestran claves comprensivas de lo que se va observando.
- Miradas artsticas las de la literatura viajera, los grabados y pinturas, las
fotografas y las descripciones literarias de lugares- que ponen en
contacto con el paisaje ms referencial y connotativo y de las que los
profesores ofrecen algunos ejemplos ms o menos cannicos.
- Miradas institucionales, ofrecidas por normas y documentos legales sobre
determinados sectores del territorio que se va recorriendo.
Miradas personales: Las que van captando cada estudiante viajero sobre el
territorio y los paisajes que va reconociendo en su proceso de aprendizaje.
Tener una mirada personal implica saber mirar y, para saber, no slo hay que
intentar aprender sino tambin atreverse a mostrar la propia mirada. Para tal
muestra cabe desde la ms elemental descripcin, a la elaboracin de un
texto en prosa o potico, al dibujo ms o menos ortodoxo o a la pintura ms
o menos brillante de algunos elementos distintivo de los paisajes que se
contemplan y analizan. Ruskin viajero y pedagogo- incitaba a sus alumnos
a pintar aunque fuese garabateando, porque argumentaba que el tiempo y la
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atencin que la pintura exige obliga a leer y a mirar la naturaleza con unas
lentes personales que en el proceso de conversin de la informacin directa
en capital elaborado de conocimiento propio- resultan mucho ms efectivas
que las lentes de la cmara fotogrfica (Botton, A.de, 2002, pag. 217)
3.2. Diseo de itinerarios especficos por Andaluca
Partiendo del reconocimiento de que todo viaje pedaggico tiene que adecuarse
al nivel de los alumnos, Andaluca en su conjunto y en sus unidades territoriales ms
representativas ser la escala de referencia de cualquiera de nuestros itinerarios, pero a
partir de ella, se puede optar por cubrir itinerarios ms o menos reducidos (regionales,
provinciales, comarcales o locales). En cualquier caso, la organizacin de cada uno de
ellos puede estar marcada por la primaca de algunos aspectos especficos, de manera
que, teniendo en cuenta la cobertura de las grandes unidades ambientales andaluzas
(depresiones, montaas o litorales), pueden irse destacando en cada itinerario desde
algunos componentes naturales a distintas economas, modos de vida o expresiones
culturales. As, valgan como ejemplos los siguientes enfoques de posibles itinerarios
especficos:
- Itinerarios por espacios naturales, que los muestran como ejemplos de
biodiversidad, de usos compatibles, de dificultades de gestin o de valor
patrimonial
- Itinerarios por paisajes culturales, relacionados con la agricultura (vegas,
campias, olivares), con explotaciones plurifuncionales (dehesas, regados
serranos) o con recursos bsicos (aguas dulces, mar, sol).
- Itinerarios por paisajes significativos de diferentes momentos histricos
(algricos, tartsicos, pnicos, romanos, andaluses, renacentistas, ilustrados,
romnticos, desarrollistas, etc.)
- Itinerarios por paisajes caracterizados por los cambios y las transformaciones
(mineros, litorales, urbanos).
La programacin rigurosa de esta actividad pedaggica en todos sus aspectos,
contribuir decisivamente a su consideracin como algo importante por parte de los
estudiantes, para quienes salir del aula es ya un acontecimiento que tiende a convertirse
en exclusivamente ldico. Tal tendencia puede resultar definitivamente positiva si se
logra compatibilizarla a lo largo del viaje con el rigor y la disciplina que todo
aprendizaje significativo exige. La programacin rigurosa y, a la vez, flexible del
itinerario y sus paradas jugar en ello un papel clave:
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A.- Fase de prueba. Pueden disearse una o varias sesiones prcticas a desarrollar en
lugares prximos y accesibles desde el propio centro de estudio. As, por ejemplo, para
alumnos de la aglomeracin urbana de Sevilla podra realizarse un paseo por las
cornisas de los Alcores o del Aljarafe., con la intencin de irles destacando el sentido
del aprendizaje fuera del aula y de que vayan ejercitndose, por un lado, en el
acercamiento al paisaje a travs de diversas miradas y, por otro, en la plasmacin de las
mismas en un cuaderno de campo:
En una primera instancia, los profesores prepararn una memoria del viaje en la que
irn ofreciendo un elenco de miradas de los territorios y paisajes a visitar. All deben
recogerse desde las miradas ms cientficas y objetivas que presentan una taxonoma
de los paisajes y sus componentes o se centran en los anlisis, delimitaciones y
valoraciones de los mismos o abordan las principales unidades paisajsticas y
fisonmicas del rea a visitar- a las miradas institucionales -que se manifiestan en una
variada gama de documentos de ordenacin territorial (Planes Generales de Ordenacin
Municipal, Planes de Subregionales de Ordenacin Territorial, Planes Sectoriales)- y las
miradas connotativas o artsticas que descubrieron, por ejemplo, la cornisa del Aljarafe
como un lugar privilegiado para contemplar el paisaje (Fig. 1) o crearon imgenes como
las de Rodrigo Caro sobre Itlica, por cuya expresividad y carga simblica
transcendieron al acervo cultural colectivo: Estos Fabio, Ay dolor!, que ves ahora/
campos de soledad, mustio collado/ fueron un tiempo Itlica famosa .
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Pero haciendo comprender a los estudiantes, que sus respectivos cuadernos de
campo deben ser el fruto de un trabajo en el que se conjuga las informaciones recibidas
en la memoria con sus propias categorizaciones de las mismas, a travs de las
observaciones directas que se van desarrollando en el viaje. En definitiva, el itinerario
ofrecer la oportunidad de dar el salto de la informacin al conocimiento - que
preconiza Edgar Morin- o lo que es lo mismo de aprender significativamente a travs de
la acumulacin de capital propio de conocimientos que en virtud de su
experimentacin u observacin directa- queda grabado y no se olvida. Siguiendo con el
ejemplo de la cornisa aljarafea, puede aprenderse a mirar un sector de su escarpe norte
y a describirlo sucintamente, desbrozando sus elementos en un croquis y en unos
apuntes sintticos, como los que recogen la figura 2. Sin embargo, la mirada personal
tiene sobre todo un carcter vivencial, que puede y debe ser expresado a travs de
creaciones o reflexiones emocionadas. As, se incita a los alumnos a plasmar por
ejemplo- la visin del escarpe del Aljarafe desde un punto elegido con alguna
descripcin literaria e incluso con algn dibujo rpido o acuarela.
Fig.. 1. Vista desde el cerro de Santa Brgida. 1878, autor desconocido
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Perfil escarpado con lomas y vaguadas. Multiplicidad de planos de articulacin
del espacio. Usos predominantemente agrcolas con herbceos en el pie y olivar
en el talud y en la cornisa. Usos urbanos centrados en el ncleo de Valencina.
Amplia cuenca visual articulada en diversos planos sobre los que se superponen
los elementos predominantes. Lneas de fuga muy definidas en sentido
longitudinal. En el segundo plano, el borde del talud acta de cierre de
escenario. Conflictos por la proliferacin de antenas y lneas elctricas
B.- Fase de desarrollo. La estructura del viaje constar de tramos, paradas, jornadas,
etc., que pueden diferenciarse por su carcter pasivo y activo. En el primer caso, se
accede al paisaje desde el autobs y se otorga mayor protagonismo al profesor, que va
ofreciendo una informacin y dando las claves de posibles interpretaciones -unidades
(ambientales y paisajsticas), escenarios, elementos, hitos, miradas (otros viajeros y
otras formas de viajar), huellas, reflexin sobre el contexto (lugar y tiempo)-.
Pero no puede cambiarse el paisaje por el pasaje, sino que hay que buscar el
contacto activo del estudiante con el propio territorio. Para ello, se programan paradas
en lugares con un contenido especfico (geogrfico, histrico, antropolgico, ecolgico,
esttico, etc), donde se procura la inmersin del alumno no slo para distinguir
Fg. 2. Croquis y sntesis descriptiva del escarpe norte del Aljarafe,visto desde la carretera de Valencina a Santiponce. Elaborado por alumnos de Humanidades de la UPO. Curso 2004-05.
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elementos, huellas y miradas, sino tambin para establecer relaciones sensibles o
vivenciales e interpretaciones lgicas. Parar, por ejemplo, a la cada de la tarde en el
desierto de Tabernas permite experimentar la sensacin de la amplitud trmica diaria de
un desierto, como parar en los arenales perimarismeos a horas tempranas permite
entender sensiblemente lo que es el albedo de la arena y un frial.
Invitar al estudiante a aventurarse en un espacio desconocido resulta tambin una
gran experiencia docente, porque en la sorpresa y la emocin puede estar el comienzo
de la sabidura. Entrar en la gruta del agua de Tiscar, a travs de un angosto pasadizo
excavado en la roca, permite encontrarse con algunas de las dimensiones simblicas de
un lugar: lo sagrado, lo mgico, lo telrico.
Seguir a pie determinados recorridos elegidos, comenzando por una primera
explicacin que ofrezca diferentes miradas a lo que se va a observar, puede ser un
mtodo pedaggico significativo para despertar la emotividad y crear la oportunidad de
la aparicin de momentos fuertes, en los que se invita a pararse, a sentir y a expresar lo
que se siente tanto a travs de la abstraccin como de la pura descripcin edonista,
esttica y/o tcnica.
En definitiva, con estos tipos de acercamientos se busca la comunicacin ms
emotiva con el paisaje a travs de una reflexin intima y un disfrute colectivo (es decir
el congoce o gozo colectivo al paisajear). No puede olvidarse que la diferencia
entre espacio o territorio o ecosistema y paisaje es la emocin desinteresada que este
ltimo trmino conlleva.
Un recurso til y experimentado para centrar las miradas de los estudiantes y captar
sus atenciones intentando superar las dificultades que todo viaje conlleva -cansancio,
dispersin y saturacin de contenidos por las excesivas informaciones inmediatas- es la
propuesta de actividades muy concretas en momentos puntuales: Invitar a los
estudiantes a que voluntariamente expliquen a sus compaeros las sensaciones y la
significacin del propio viaje, efectuar una serie de preguntas que obliguen a relacionar
las distintas informaciones recibidas a travs de sus respuestas personales en sus
cuadernos de campo o incitar a que se efecten aportaciones individuales o colectivas a
la acumulacin de capital cognitivo que significa una actividad docente cuya
programacin anual puede ir mejorando con las aportaciones de todos.
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3.3. Hacia una gua docente de los paisajes andaluces
Con estos planteamientos, el rea de Anlisis Geogrfico Regional de la Facultad de
Humanidades de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla ha ido promoviendo la
realizacin de un viaje de cuatro das por algunos de los paisajes andaluces ms
representativos, pero al mismo tiempo menos accesibles a nuestros propios estudiantes.
En principio el viaje se desarrollaba como parte del Programa de Geografa de
Andaluca de cuarto de Humanidades, pero ha ido evolucionando naturalmente hacia
una propuesta pluridisciplinar y abierta para alumnos de diversas especialidades
(Humanidades, Ambientales, Sociologa, distintos Doctorados y estudiantes del
Programa Erasmus).
La experiencia acumulada se ha ido plasmando en un modelo terico de gua
docente, cuyo perfeccionamiento y ampliacin se ha propuesto como una de las tareas a
desarrollar por el rea de conocimiento. La propuesta de un itinerario concreto est
limitada por la disponibilidad de tiempo, lo que obliga a elegir unos recorridos en
detrimento de otros. Aqu se va a presentar una combinacin de varios recorridos muy
experimentados en los ltimos seis cursos y que se han venido desarrollando durante la
segunda semana del mes de marzo, de jueves a domingo, todos los aos desde 2001
(mapa 1).
En definitiva, efectuamos aqu una presentacin suscinta de una acumulacin de
experiencias docentes, con la intencin de que puedan elegirse distintas alternativas
viajeras. De manera que, al desarrollar nuestro itinerario, nos referiremos a etapas del
viaje que podran ser cubiertas en tiempos distintos en funcin de la profundidad que se
quiera lograr. Tales etapas sern desarrolladas esquemticamente en tramos que nos
permitan apuntar las claves interpretativas de los paisajes que se van observando e
introducir algn texto literario o aproximacin pictrica y fotogrfica que puedan ayuda
a ir desencadenando la propia interpretacin del alumno.
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ETAPA PRIMERA: SEVILLA-CAZORLA.
1.- Desde Sevilla a Crdoba el autobs muestra sus cualidades como belvedere mvil,
pues su altura permite la observacin completa del paisaje de unas campias que van
mostrando sus rasgos ms especficos, tanto tradicionales -lomas pandas, erosin,
alcores, cultivos herbceos extensivos, cortijos blancos, agrovillas- como nuevos
-olivares en regado, frutales, agroindustrias-, en un marco general dominado por la gran
propiedad. Slo entre la Luisiana y la Carlota el paisaje refleja un orden territorial
distinto, consecuencia de la plana geomorfologa generada por las raas, y unas
estructuras de la propiedad y formas de poblamiento impuestas por los proyectos
ilustrados de Olavide.
En este tramo son posibles distintas paradas: Carmona como ejemplo de ciudad
monumental emplazada en el borde de los alcores dominando la vega del Corbones. La
cuesta del Espino es el lugar ms indicado como observatorio panormico de los
grandes conjuntos territoriales andaluces, desde sierra Morena a las Subbticas, pasando
por la vega y las campias. Una parada en Crdoba permite presentar tanto la ubicacin
y localizacin de esta ciudad-puente, como la huella de la historia en su espacio urbano.
Finalmente, una posible visita a Medina Azahara aadira a la experiencia anterior la
potencia territorial y la dimensin paisajstica de aquella ciudad imperial musulmana.
Los gegrafos rabes distinguan en lo que hoy llamamos provincia de Crdoba
dos espacios naturales: la Sierra y la Campia. Entre sierra y sierra se extiende la
campia: Sierra Morena al Norte; Sub-btica al sur. El Guadalquivir parte por gala en
dos a la provincia y otros ros la delimitan: el Retortillo, el Zjar, el Yeguas, el Genil.
Estos y otros ms llenan los pantanos; de sus sierras brotan innumerable manantiales y
en la campia se abren lagunas, salobres algunas y permanentes, dulces otras y
estacionales. Esta agua y la vida que riega contribuyen a hacer llevaderos los trridos
veranos cordobeses. Para esos veranos tiene Crdoba sus patios, como los tienen
Sevilla y los tiene Granada, pero los patios de Crdoba son de una gran sobriedad
popular: la cal, el ail, la calamocha, la grava fina, las peladillas de arroyo, algn
herraje, alguna yesera y flores, flores, flores.....(Duque, A. 2001).
2.- La planitud verde de la vega del Guadalquivir nos acompaa hasta Montoro. El
bosque galera va marcando el curso del ro que lame el pie de sierra Morena haciendo
aflorar en algunos puntos del cauce negras pizarras paleozoicas. Sobre los ricos
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sedimentos aluviales de la margen izquierda, el regado crea uno de los paisajes agrarios
ms ricos de Europa. Es necesario desviarse unos pocos quilmetros para parar en un
mirador frente al pueblo. Aqu un pronunciado meandro abraza el promontorio de rojos
materiales trisicos. El conjunto urbano es armnico, dibujndose como ejemplo
cannico del paisaje de un pueblo andaluz en la campia. En el ro el puente medieval
de las Donadas marca el contacto entre espacios distintos. Aqu domina lo ecotnico, la
confluencia complementaria de ecosistemas y de culturas. Aqu la sierra y la campia se
tocan, se confunden y se comunican.
3.- Desde Montoro y hasta beda aquella duplicidad tan complementaria de Andaluca
domina el paisaje. Las campias altas se van quebrando y elevando hasta superar los
850 metros en la comarca de las Lomas. El mar de olivos se pierde en el horizonte.
Olivos regados, sin vecera, de suelos limpios, sin insectos ni pjaros: un verdadero
desierto verde. Como teln de fondo, Sierra Morena, acumula recursos cualitativos: la
sabidura oculta tras la gestin de la dehesa; el agua que riega una campia sedienta; los
espacios protegidos como santuarios de la biodiversidad. Podemos parar en la Carolina
y buscar huellas de la utopa que se encierra
bajo el orden territorial ilustrado. El rechazo
de la naturaleza agreste, de los paisajes
desolados para imponer la armona del suelo
colonizado y cultivado, an se aprecia en la
configuracin de un paisaje serrano peculiar
dominado por la geometra del parcelario
agrcola y la planimetra de sus ncleos
urbanos (Figura 1).
Si nos dirigimos hacia beda por
Linares nos encontramos con el orden
colonial de los paisajes mineros. Estos por su propia filosofa son cclicos, en respuesta
a la facilidad de la explotacin o a la cotizacin de las materias primas en los mercados
internacionales. As se muestran como una sucesin de instalaciones ruinosas que no
obstante por su singularidad se han convertido en parte importante del patrimonio
cultural de la zona. Tambin el olivar tuvo sus ciclos, tal como podemos apreciar
parando en la hacienda de la Laguna, cerca de Baeza. Sorprenden la dimensin y diseo
Figura. 1. Representacin del ideal agrcola de los Ilustrado. Relieve en arenisca de la Carolina, 1870
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de unas instalaciones mediante las que la Compaa de Jess lleg a controlar el
comercio mundial del aceite a principios del siglo XVIII.
En el camino hacia Cazorla, beda y Baeza son los mejores ejemplos de la
importancia del patrimonio monumental en las ciudad media de la alta Andaluca.
Ciudades renacentistas que, tras languidecer durante la primera mitad del siglo XX, han
encontrado nuevos impulsos en las riquezas del pasado. En ellas y desde ellas, las
miradas de Machado, de Garca Lorca o la ms reciente de Muoz Molina van
revelando las claves de sus paisajes de las lomas.
Se dira que por las calles tristes y silenciosas pasan sombras antiguas que
lloran cuando la noche media...Por todas partes ruinas color sangre, arcos convertidos
en brazos que quisieron besarse, columnas truncadas cubiertas de amarillo y yedra,
cabezas esfumadas entre la tierra hmeda, escudos que se borran entre verdinegruras,
cruces mohosas que hablan de la muerte (...) La luz muy clara. El cielo muy azul en el
que se recortan fuertemente los palacios y las casucas con oriflama de jaramagos.
Nadie cruza las calles, y si las atraviesa, camina muy despacio como si temiera
despertar a alguien que durmiera delicadamente (Garca Lorca, F., 1918).
4. Desde beda hasta Cazorla los macizos calizos de las prebticas se levantan en el
horizonte. Hacia el sur sierra Magina. Al este el parque natural de Cazorla, Segura y las
Villas que desde siglos ha basado sus modos de vida en la explotacin de los recursos
de la montaa media: masas forestales, agua, pesca, caza y paisaje. Entrar en el parque
es subir al corazn de la sierra. Poco a poco se van mostrando las claves fsicas y
culturales de estas tierras. Cambia la vegetacin con la altura, as las conferas
escalonan su variedades (el pinaster, el salgareo, pinus nigra y alepensis), mientras que
la geomorfologa va mostrando todas las formas del relieve Karstico (lapiaces, dolinas,
navas, cerradas, ros de piedra y canchales). En algunas laderas arrasadas por el fuego
puede leerse el resultado de conflictos sin resolver. El descubrimiento por los
romnticos de estos paisajes verticales, de bosques y agua, ha ido evolucionando hacia
formas de gestin que han desplazado del parque a algunos de sus usuarios
tradicionales. La implantacin de un parque santuario o de un parque temtico de la
naturaleza parece que no es la ms deseable. El reciente Plan de Ordenacin del
Territorio de la Sierra del Segura ha elaborado un buen diagnstico de las
contradicciones y de las alternativas. Pero los paisajes en su interior estn dominados
por lo pequeo: cada recoveco, cada ladera, cada altura es un microcosmos
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diferenciado. Hay que pisar el suelo para comprender este mundo. Por ello, cerca del
nacimiento del Guadalquivir paseamos por la cerrada del Utrero, un desfiladero
profundo de paredes verticales. El lugar invita a la confluencia de miradas. Miradas
tcnicas, miradas artsticas y finalmente las miradas vivenciales de cada uno de los
participantes en esta excursin. Nos adentramos en el tiempo profundo de la geologa.
Millones de aos acumulados en las calizas cretcicas. El acercamiento multidisciplinar
a travs de la geomorfologa, la climatologa, la botnica, la qumica y la fsica explica
las cosas, pero slo una inmersin polisensorial en este espacio nos permite llegar a la
comprensin de su paisaje.
Ro arriba, hacia los roquedales y los
pinares de Cazorla, el Guadalquivir se
vuelve joven y rpido, como un tiempo o una
vida que progresar hacia atrs, y el paisaje
va dejando de ser cultivado, latino....
Ascender por el ro, internarse en la sierra,
es dejar atrs el espacio roturado por el
trabajo humano y descubrir el tirn
primigenio de la naturaleza, ir acercndose
a los orgenes de algo, a la pureza de un aire ms fro, a los olores de la resina y de las
hojas, a esas aguas transparentes que en las pozas donde nunca da el sol, estn tan
heladas que nos atraviesan de dolor si entramos en ellas. (Muoz Molina, 1998).
ETAPA SEGUNDA: CAZORLA-GRANADA O CAZORLA-ALMERA
1.- Desde Cazorla a La Cueva del Agua, en Tiscar, la sierra sigue mostrando sus
secretos, sus bellezas ocultas. Poco a poco la diversidad microclimtica y botnica va
variando hacia las especies xerfilas. ste es el mundo de los campesinos y paisajes
grabes pintado por Zabaleta. La atormentada orografa de calizas busca el interior de la
tierra en una sucesin de profundas grietas, de pasillos trasversales y simas. Al final de
la interminable subida se invita a los alumnos a penetra en el interior de la cueva del
agua de Tiscar. El lquido rezuma, gotea, brota con fuerza en las surgencias, pero sobre
todo, se entra en contacto con otras dimensiones de la geografa, mientras se manifiesta
el contenido mgico y simblico y las races telricas de algunos lugares sagrados de
Andaluca.
Bosque Galera en el Guadalquivir. Regla Alonso, 2005 Alonso
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2.- Bajamos hacia Baza. El dogal de montaas (sierra de Quesada, Cazorla, el Pozo,
Castril, Orce, Mara, Las Estancias, Los Filabres, Baza, Arana) impide el paso de las
masas de aire hmedo procedentes del atlntico. En consecuencia, el paisaje de la hoya
y del altiplano es el de la aridez. La riqueza cromtica de los suelos rojizos, pardos,
amarillentos azulados, contrasta con el minimalismo de una vegetacin blanquecina.
Domina el esparto, el tomillar, algunos almendros y arbustos de azufaifos. Slo en el
lecho de los cauces de agua las hileras de chopos refrescan el paisaje. Es un mundo
duro, el marco territorial de los paisajes de la pobreza que el agua del Negratn intenta
revitalizar.
Desde las montaas baja el agua que
abre pequeos valles tapizados de
frtiles aluviones. El poblamiento ocupa
estos espacios ocultos entre paquetes de
estriles sedimentos en los que brillan
los cristales de yeso. Los pueblos del
altiplano, Huescar, Galera y Orce, se
movilizan para convertir su variedad y
riqueza patrimonial (geologa,
paleontologa y arqueologa) en la base
de nuevas estrategias de desarrollo
endgeno. La variedad de lugares a visitar obliga a elegir. En Galera el pequeo museo
arqueolgico-etnolgico es una joya. Desde l hay una visita hasta el poblado algrico
de Castelln Alto. Luego el autobs recorre los sedimentos dejados por el antiguo lago,
en cuyas orillas vivi el hombre de Orce. Aqu, en pocos kilmetros cuadrados se
condensa la evolucin de los paisajes de los altiplanos andaluces desde el Pleistoceno
hasta nuestros das.
Baza es una ciudad media y ecotnica emplazada al pie de su sierra. La ciudad
actual ha conservado el significado geoestratgico del emplazamiento de la antigua
Basti romana. Sobre ella confluye un tridente de vas de comunicacin que ponen el
contacto el levante y el poniente peninsular, el sur y el norte. Las comunicaciones han
convertido a Baza en una ciudad mercado y en centro de actividad y servicios. El
carcter de encrucijada de esta ciudad obliga a decidir sobre itinerarios distintos
El valle del ro Galera desde Castelln Alto
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3.- Podemos viajar hasta Granada, siguiendo el tramo oriental del surco intrabtico. Se
van sucediendo las hoyas. La de Guadix, ms frtil y fresca est tapizada de choperas.
El paisaje troglodita orada las masas rojizas de conglomerados de origen continental. Al
sur Sierra Nevada, el imponente corazn penibtico de Andaluca jalona el camino hasta
Granada.
4.- Tambin como itinerario alternativo podemos seguir en sentido opuesto, bajando por
el Almanzora hasta Olula del Ro, donde nos desviamos para saltar, a travs de la sierra
de los Filabres, hasta el desierto de Tabernas. En plena sierra, Macael representa uno de
los espacios emergentes de Andaluca con base en la economa extractiva. El orden
territorial colonial se impone al paisaje, a travs de unos cambios tan rpidos como
irreversibles. Las canteras de mrmol devoran montaas, mientras los escombros crean
nuevas elevaciones.
Parada en el desierto de Tabernas. Cuesta entender este desierto del sur de Europa.
Un reducto aislado de la humedad marina por las montaas circundantes. Por la tarde,
cuando el sol empieza a ponerse, la temperatura baja repentinamente, pudindose vivir
en primera persona la oscilacin trmica, como carcter distintivo del desierto en estas
latitudes y como proceso que incrementa la sensacin de desolacin y la potencia de la
desnudez en el paisaje.
5.- Atravesando el desierto se llega al Mediterrneo a travs del paso situado entre la
sierra de Gador y Alhamilla. Desde sus accesos, la
ciudad de Almera -situada en un plano ms bajo- va
presentando sus claves de comprensin: Su
localizacin sobre una tpica baha Mediterrnea all
donde sierras y mar se complementan. La huella de su
pasado, que permite una buena lectura de la ciudad y
de sus ciclos de prosperidad y decadencia: La
Alcazaba medieval domina arriba; ms abajo la
decadencia del Antiguo Rgimen que parece perdurar
en el entorno de la catedral; auge minero y
crecimiento de los siglos XIX y XX en la zona del
puerto y, ms all de la rambla el impacto del La Chanca. Cantn Checa, 1985
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La Alhambra. ngeles Ortiz, 1990
desarrollismo de los 60 y de su modelo turstico. La Chanca aun debatindose entre la
dignidad de la pobreza -que busca reconocimiento e identidad incluso a travs del arte-
y la sordidez y marginalidad de la miseria. El barrio de la Chanca se agazapa a sus
pies luminoso y blanco como una invencin de los sentidos. En lo hondo de la hoya las
casucas parecen un juego de dados, arrojados all caprichosamente. La violencia
geolgica, la desnudez del paisaje son sobrecogedoras. Disminutas, rectangulares, las
chozas trepan por la pendiente y se engastan en la geografa quebrada del monte,
talladas como carbunclos. (Goytisolo, J., 2001) .
La nueva ciudad del siglo XXI es una sucesin de barrios mostrencos en la periferia y
de ambiciosos proyectos de regeneracin del casco urbano, que han convertido la
rambla del Andarx en el principal espacio de centralidad de la ciudad.
ETAPA TERCERA: GRANADA-MARBELLA O ALMERA-MLAGA
1.- En Granada, un tranquilo paseo nos permite descubrir el profundo carcter
mediterrneo de una ciudad interior, que se ha convertido en el referente histrico del
sistema de ciudades de Andaluca Oriental. Contemplada desde el mirador de San
Cristobal, la ciudad descubre todo el sentido de su ubicacin entre la sierra y el dominio
de una frtil vega. Cruzando por el Albaicn bajamos hasta el Darro para luego subir a
la Alhambra, mientras que apreciamos la secuenciacin de la trama urbana y sus
repercusiones sociales y simblicas. Se va haciendo patente la dimensin patrimonial de
los grandes arrabales histricos tanto en su conjunto como en cada uno de sus
elementos. Murallas, puertas, calles y sobre todo el carmen: vivienda, belvedere y
jardn paradisiaco. La fuerza de la historia, las races, la propia dificultad de la
topografa resisten con tenacidad a las modas tursticas que pretenden crear lugares
idneos para que los viajeros puedan
consumir imgenes y todas las
sensaciones posibles cmodamente.
La bajada al Darro es un ejemplo
de la insercin de los cursos fluviales en
la ciudad y de la importancia del agua en
la creacin del paisaje granadino.
Finalmente bordeamos la Alhambra por la
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puerta de los chinos para llegar a una explanada donde se agolpan miles de turistas. Han
desaparecido los olmos bajo el cemento. En estos espacios surgen algunas preguntas
pertinentes: Avanzamos cuando el arte y la belleza del paisaje se convierte en
mercanca para el consumo de masas? Es la banalizacin de algunos mbitos un mal
necesario para aprovechar nuestros mejores recursos patrimoniales?
2.- Desde Granada el autobs emprende el camino hacia Mlaga. La aglomeracin se
extiende por la amplia y frtil vega, destruyendo uno de los paisajes agrcolas ms
hermosos de Andalucia. Sin embargo, aun pueden apreciarse los valores escnicos de
estos paisajes y su genuina matriz agrcola. Mosaico de cultivos, algunas acequias,
secaderos y choperas resisten a la expansin inmobiliaria y al caos que esta genera.
Bajando del secano a la vega se tiene que cruzar un misterioso vado...Un hombre que
baja teido por el oro del secano se pondra verde al entrar en la vega...dirase que
penetramos en una pecera verde, el aire es un mar de ondas azules, un mar hecho para
la luna, donde las ranas tocan sus mltiples flautas de caa seca. (F. Garca Lorca.
1990).
El autobs busca un paso que a travs de la penibtica nos lleve a la costa oriental de
Mlaga. La carretera se empina por una tierra agreste de bancales y almendros. Tras
dejar atrs Alhama de Granada se sube el puerto de Zafarraya. Arriba, un amplio y
plano collado bordeado de huertas termina en una especie de puerta por la que se
atraviesa la penibtica. Al otro lado del Boquete de Zafarraya de acuerdo con el
nombre que los lugareos han dado a este angosto paso, la luz, la vegetacin, el
horizonte cambian repentinamente. Se entra en la Axarqua, una comarca singular que
se extiende hasta el mar desde las vertientes malagueas de las sierras de Almijara,
Tejeda, Alama y Montes de Mlaga. Bajamos por un paisaje que cambia rpidamente.
La toponimia morisca de un espacio refugio emerge por doquier. Pero la pequea
propiedad agrcola dominante, la dispersin del poblamiento, la mejora en los accesos,
estn impulsando unos procesos de descontrol inmobiliario que transforman la imagen y
la propia singularidad etnolgica de estos paisajes. El proceso de cambio parece
impulsado desde un litoral cada vez ms saturado, desde donde se busca suelo y
recursos como el agua. Al mismo tiempo la agricultura tradicional, de bancales de
almendros, olivos, algarrabos y vid, va dejando paso a los cultivos subtropicales y de
invernaderos que descienden por el lecho de las ramblas como ros verdes.
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3.- Si en lugar de Granada se sale de Almera, tras unos primeros kilmetros de costa
acantilada, se llega al Ejido. Hasta el horizonte, el sol arranca brillos a las superficies de
los invernaderos para crear un paisaje alucinado. Es la imagen de un proceso rpido de
evolucin desde una posicin econmica marginal a la emergencia en la globalizacin.
Tal proceso se explica a partir de la conversin en recursos de lo que durante mucho
tiempo fueron limitaciones. La aridez e insolacin constante fueron generando prcticas
agrcolas capaces de superar la escasez de agua y de aprovechar al mximo las elevadas
tasas de radiacin solar. El enarenado retena la humedad y absorba calor, mientras que
con la implantacin de variedades como el tomate RAF se lograban productos de
calidad capaces de soportar altas concentraciones de sal. Luego los invernaderos fueron
forzando la naturaleza para impulsar una agricultura muy productiva pero de altos
costos ambientales y sociales. La creacin de canales de comercializacin, el
aprovechamiento de las ventajas de la inclusin de Espaa en la Unin Europea y una
creciente adaptacin a las exigencias de los consumidores europeos hicieron el resto.
Sin embargo, no todo es prosperidad. As, la consecucin de los niveles de rentas ms
elevados de Andaluca se lograba a cambio de la contaminacin de suelos y acuferos, la
destruccin de suelo frtil y la banalizacin del paisaje; mientras que el crecimiento
econmico no se traduca en desarrollo neuronal y de calidad de vida. Desde el Ejido
subimos hasta Dalias, donde la agricultura tradicional de emparrados est
desapareciendo devorada por el avance de los invernaderos. La carretera busca el
corazn de la Penibtica, entre la sierra de Gador y la Contraviesa. Alineaciones,
macizos levantados como islas, pasillos transversales, puertos, valles longitudinales,
vertientes de solanas y umbras configuran una tierra intrincada y laberntica, de difcil
acceso y control. Bajamos por el valle del Guadalfeo, buscando el mar.
4.- Las Alpujarras en las solanas de Sierra Nevada invitan a detenerse y a realizar
mltiples lecturas de sus paisajes: pueblos blancos, como lagartos al sol, sobre la media
ladera, en el borde del deshielo, donde el agua corre por miles de acequias todo el ao.
La posicin de abrigo frente a los fros del norte y la historia han configurado un paisaje
singular, mitificado y mixtificado. Tierra refugio, donde los moriscos sublevados
resistieron a las fuerzas de D. Juan de Austria. El aislamiento secular que hoy empieza
a romperse con mejores accesos hacia Granada y a la costa est facilitando nuevas
estrategias econmicas, basadas en el ecoturismo y la calidad de los productos serranos.
El rico patrimonio etnolgico y natural empieza a ser explotado. Poco a poco el mundo
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primitivo, casi virgen que describi Alarcn y ms tarde Brenan empieza a convertirse
en una marca de consumo para el turismo de masas. Como puede verse siempre aflora el
mismo dilema entre crecimiento y desarrollo, aunque de algo no hay duda: de la medida
de estos procesos depender el futuro real de esta tierra.
Que esplndido espectculo esos miles y miles de bancales brillando con todos los
matices del verde en las faldas de la sierra!.( Sermet, J., 1956).
5.- En su tramo final, el valle el Guadalfeo se abre en una frtil vega aluvial junto al
mar. Desde esta vega de Motril hasta Mlaga se aprecian las huellas del
aprovechamiento de las peculiaridades del clima. Aqu, junto a un mar clido, al
resguardo de los vientos fros del norte se han ido desarrollando ciclos econmicos
diversos. Para empezar, el aprovechamiento agrcola de la variante subtropical del clima
mediterrneo impuls la eclosin coyuntural de diferentes cultivos: primero fue la caa
de azcar, luego frutas subtropicales como la chirimoya y el aguacate, ms tarde los
invernaderos posibilitaron una agricultura intensiva de primor. Pero esta agricultura ha
ido cediendo su lugar a las instalaciones para el turismo. Un turismo masivo de sol y
playa, inicialmente, para evolucionar hacia un modelo intensivo de carcter residencial,
que est convirtiendo la costa subtropical de Andaluca en el gran geritrico de Europa.
En cualquier caso, son los factores exgenos los que han ido provocando un modelo de
crecimiento de carcter colonial, el de los ciclos agrcolas propios de una colonia de
explotacin y el de los ciclos tursticos ms propios de una colonia de poblamiento. El
resultado final es un territorio conurbado y muy tensionado. El paisaje recoge estas
tensiones, provocando en el recorrido hasta Malaga lecturas intencionadas que van
desvelando el estado del territorio. En Almuecar, Nerja o Torre del Mar aparecen
ntidos ejemplos del desorden territorial de la
costa mediterrnea: los vectores naturales
dominados por la verticalidad son interrumpidos
por las perpendiculares redes de comunicacin,
trazadas paralelamente a la costa.
6.- En Mlaga, no hay mejor otero que el castillo
de Gibralfaro. La mirada panormica va
revelando la estructura morfolgica y los Mlaga, ciudad mediterrnea
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principales momentos y procesos de construccin de la ciudad. La ciudad heredada va
mostrando sus lmites. El origen fenicio se aprecia en su localizacin cerca de un
promontorio, dominando por un lado la baha y, por otro, la fertilidad y el agua del delta
del Guadalmedina. En su subsuelo, aflora la ciudad romana junto al puerto, mientras
que el ro indica la extensin de la ciudad rabe amurallada. La ciudad del antiguo
rgimen aporta una dimensin monumental con las mltiples iglesias y conventos que
con sus torres dan un aspecto erizado al paisaje urbano. La ciudad burguesa del XIX,
impulsada por la expansin del comercio de productos agrarios y coloniales, se vincula
a los espacios ms connotados y degradados. En los 60, Malaga desborda sus lneas de
fijacin y se expande al otro lado del Guadalmedina, por las laderas de sus montes y por
el lecho de sus ramblas y barrancos. Es el urbanismo del caos, que intenta ser encauzado
por el ltimo Plan General de Ordenacin Urbana, potenciando grandes proyectos de
expansin en la periferia y promoviendo la recualificacin en el centro histrico.
7.- Hasta Marbella se extiende la costa del sol occidental. Son los mismos procesos que
se han ido vislumbrando en la costa del sol oriental, aunque aqu son ms intensos.
Desde la costa, las edificaciones se escalonan hacia el interior. No es fcil definir este
continuo urbanizado, en el que los ncleos originarios (Torremolinos, Fuengirola,
Benalmadena, Marbella) han quedado soldados unos a otros. La complejidad se ha
concretado en un caos de difcil definicin, gestin y asuncin, hasta el punto de
producir la sensacin de que se viaja por una realidad sin nombre, que solo puede ser
descrita mediante la metfora: ciudad dispersa, magmtica, metstasis urbana.
Los campos de golf son edenes sintticos con distintas formas y siluetas... ocultan
imgenes que slo pueden trasladarnos de algn modo a un paraso artificial... como
los soados por Edgar Allan Poe o Jimi Hendrix... En ellos se consigue fundir, ms
bien acoplar, la naturaleza real con la inventada. Los montes, pinos, ros, gaviotas, e
incluso el mar, que siempre estuvieron ah, se enlazan armoniosamente con lagos,
palmeras, casas y cisnes (Montero E., 1999).
ETAPA TERCERA: MARBELLA ESTRECHO DE GIBRALTAR BOLONIA-
SEVILLA O MARBELLA GAUCN RONDA SEVILLA.
1. En Marbella, Puerto Banus concentra todo el significado de estos espacios
emergentes. Con su urbanismo kich de lujo decadente, un gran escenario se abre en
torno al puerto, recreando rincones del pasado, mientras que hacia el exterior la
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Las primeras representaciones. Cueva Atlanterra (Tarifa)
especulacin alimenta la hoguera de las vanidades, construyendo un lugar marcado por
publicitadas connotaciones negativas.
2. Sin lugar a dudas, el estrecho es uno de los territorios ms complejos de Andaluca.
Al sur del sur, ocupa el vrtice del rombo hmedo de la comunidad, donde una elevada
pluviometra explica la riqueza de un patrimonio natural rico y variado, cuya expresin
se concentra en el parque natural del Estrecho y sobre todo en el de los Alcornocales. El
Balcn de Europa, entre Algeciras y Tarifa permite detenernos sobre algunas de las
claves de comprensin del mbito: la situacin geopoltica entre Europa y frica de la
que apenas nos separan unos pocos kilmetros, espacio puente y sobre todo frontera
casi impermeable. Frontera de cristal, intangible, transparente pero impenetrable.
Estamos ante un espacio marcado por la confluencia de escalas:
- Escalas locales a un lado y otro del estrecho. Los mismos paisajes, un mismo
relieve, una misma luz como escenarios para mundos diferentes. La Lnea,
Algeciras, Tarifa, como Ceuta, Tnger o Tetun son espacios fronterizos, dinmicos
y problemticos. Son espacios para la imaginacin y para el desarrollo de polticas
integradoras como nica alternativa eficaz contra el avance de la marginalidad y de
la actividad de las mafias.
- Escalas regionales: el estrecho no admite visiones parcelarias, las dos orillas exigen
proyectos integradores.
- Escala global, donde la frontera debera ser ejemplo de que otro mundo, menos
segregado y ms integrado, es todava posible
3.- Vamos bordeando el estrecho hasta Tarifa. Desde aqu, el paisaje se va aplanando
por la comarca de la Janda y nos acercamos
a la costa por Zahara de Los Atunes. Estas
costas de los Duques de Medina Sidonia se
dedicaron tradicionalmente a la pesca del
atn rojo en las almadrabas. Las ruinosas
murallas de la fortaleza de la Chanca
zaharea recuerdan este pasado. Aqu, como
en todo el litoral crecen las urbanizaciones,
aunque an queda la imagen de costa
desolada, casi vacia y azotada por los
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vientos del levante. Mundo apartado, el finibusterrae del que hablaba Cervantes en su
Ilustre Fregona. A lo largo de esta costa, van apareciendo cadencialmente las torres de
vigilancia construidas en poca de Carlos III. Sobre el cabo Camarial, una de aquellas
torres se ha reconvertido en gendarme de la frontera, con un radar que, conectado al
centro de trfico martimo de Tarifa, busca pateras. Abajo, hacia el oeste, se extienden
kilmetros de redes desde la playa para formar la ltima almadraba de estas costas. El
paseo hacia la ensenada de Bolonia puede constituirse en una excelente inmersin en
este paisaje del clima, dominado por el fuerte viento de levante. Los pinos se retuercen
y doblan sus troncos en ngulo recto, las rocas muestran los agujeros de los tafones y en
la playa, se acumula arena en una enorme duna movil. Dominando la ensenada, la
ciudad romana de Baelo Claudia entra en la escena. Las ruinas evocan, son smbolos
que slo pueden interpretase en el paisaje que las acoge. Junto a las ruinas, el centro de
interpretacin del recinto arqueolgico es una muestra de cmo la soberbia creativa y la
ceguera administrativa se unen a veces para convertir en un desastre los mejores
propsitos.
Viento duro y terrible, llegado de la costa del vecino continente, de los desiertos
arenosos africanos y de las altas tierras de la Mauritania, ms all del Atlas y de los
llanos estriles y rocosos de los tuaregs y que parece traer el eco del muecn...impidi
el trabajo en el mar, agost las sementeras de la campia y en la montanera oblig a
los rabadanes a buscar para sus ganados las zonas protegidas entre vaguadas, el fondo
de las torrenteras y de los pinares... slo los toros de lidia continuaban en sus pastos,
como si el viento que silbara sobre sus cuernos diera ms bravura y arresto a su casta y
fuera una promesa de fiereza... (Grosso, A., 1963).
3.- Como ruta alternativa a la del estrecho, a la altura
de Manilva se puede dejar la carretera de la Costa del
Sol para tomar la direccin de Ronda por el valle del
Genal. Desde un primer momento sorprende el brusco
cambio de imgenes. As frente a la masificacin
inmobiliaria de la costa, el valle protegido por una
orografa escarpada y de difcil acceso ha
permanecido como un territorio aparte, anclado en el
tiempo, virgen. Este sector sur occidental de la
El valle del Genal
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serrana de Ronda es un enclave de valores paisajsticos nicos que, sin embargo desde
que se mejoraron los accesos a sus pueblos, empiezan a ser amenazados por el
crecimiento de la costa del sol. De esta forma sus recursos, su propio atraso y las
necesidades de la costa se mezclan para generar unas dinmicas territoriales paradjicas.
El desarrollo turstico del litoral atrajo a su poblacin con lo que el valle se fue
despoblando y con ello, las actividades econmicas tradicionales - precisamente las que
mantenan vivos estos paisajes- se fueron abandonando. Hoy da, algunos de sus
mejores recursos -agua, paisaje, tradicin, patrimonio urbano, suelo barato- empiezan a
ser contemplados como fundamentos de un futuro desarrollo, cuyos primeros
planteamientos responden ms a necesidades alctonas que autctonas y,
consecuentemente, pueden terminar de aniquilar la calidad del medio. Es preciso que
estos pueblos recobren su actividad y parte de sus efectivos demogrficos, pero sin
perder sus valores, expresados muy plsticamente en sus paisajes, creados secularmente
en una sabia relacin con el medio. Resulta, por tanto, fundamental entender las claves
de estos paisajes singulares: Un medio fsico nico, caracterizado por la variedad
geolgica y un clima suave y hmedo dentro de la llamada Andaluca verde. La
vegetacin es abundante, adaptndose a la altura y a la orientacin de las vertientes,
hasta el punto de que sorprende la gran variedad en especies propias de las tres grandes
regiones biogeogrficas: helechos y robles de la regin Eurosiberiana; encinas,
alcornoques, quejigos y acebuches propios de la regin Mediterrnea; rododendros y
otras especies de la laurisilva macaronsica; a las que habra que aadir el pinsapo,
como relicto terciario. La organizacin del espacio humano tambin muestra sus
peculiaridades: el poblamiento a media ladera, entre los cultivos del fondo del valle y
los pastos de las cumbres. Los cultivos (olivar, frutales) distribuidos como islas de
ager en un mar de saltus. Hoy la mayor parte de los cultivos han sido abandonados,
con lo que las masas forestales recuperan su espacio originario. Desde Gaucn, a travs
de una carretera recientemente mejorada, denominada carretera paisajsitica por su
diseo para integrarse en el paisaje y contemplarlo, se llega a Ronda, atravesando un
paisaje krstico realmente paradigmtico.
4.- Parada en Ronda: ciudad media y romntica por excelencia, donde Rilke se
encontr con la ciudad soada como smbolo de lo eterno. Desde aqu por las Subbtica
volvemos a las campias. Otra vez la feraz Andaluca en un sector en el que la riqueza
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del campo se contrapona a la miseria de quienes lo trabajaban. Desde el pie de la sierra
y hasta Sevilla se extiende el escenario de las luchas campesinas de Andaluca.
Hacia el 20, cuando el olor a cebada
madura flotaba sobre el campo,
bajaban los serranos de sus pueblos
Parauta, Juscar, El Burgo-, pueblos
entre castaos rojos y valles de
limones dulces. El ms viejo tendra
treinta aos y el ms joven dieciocho.
Muchos de ellos haban cazado la
cabra monts entre los pinsapales de
Ronda. Bajaban a pie, 600, 700
hombres, como hemos visto en las
estampas de Dor en las emigraciones de Historia Sagrada, el patriarca Salvador
delante, con su pelo blanco y la vara de avellano totmica, y detrs, veinte o treinta
burrillos con hatos. Cuando llegaban a la tierra llana, se desparramaban por los
cortijos y trabajaban de sol a sol (Cuevas, J. y J. de las, 2006)
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