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CAPITULO II MARCO TEORICO.
2.1. ANTECEDENTES
El síndrome de Down, se reconoció hace un siglo como una entidad nosológica
que se había identificado como un nombre impropio, que fue explicado
etimológicamente hace 21 años y desde entonces se ha convertido en unos de
los mayores enigmas de la medicina.
En 1846, el doctor Edouard Seguin de Francia fue quien reconoció el termino de
Síndrome por primera vez, quien dio una descripción detallada 20 años mas tarde,
en el cual decía que se oponía a la analogía mongólica aduciendo que el parecido
se debía simplemente a una reducción o acortamiento de la piel en el margen del
parpado, igualmente atribuía el trastorno a una forma de “cretinismo furfuráceo”
describiendo la apariencia típica de la piel como rosada, lacticinosa y descremada
con un defecto del deformidades de los dedos y la nariz, labios y lengua hendidos
y una conjuntiva roja y ectópica que se proyecta para suplir la escasez de la piel
en el borde de los párpados.
En 1866, el medico John Langdon Down, describió el termino Síndrome de Down
llamándolo “Mongolismo” que era una forma de regresión al estado primario del
hombre, semejante a la raza mongólica, y clasifico los diversos tipos de idiocia
congénita en etíope, malayo e indo americano. (García, 1983).
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En 1875, el doctor Torres del Toro advierte que la primera comunicación medica
sobre el síndrome de Down, se presento en un congreso efectuado en Edimburgo,
junto con los doctores John Frazer y Arthur Michell, llamaron la atención sobre la
corta vida que tiene los niños con síndrome de Down y su tendencia marcada en
el cráneo redondo, definiéndolo así como una anomalía cromosomita manifestada
con un cromosoma externa o supernumerario, siendo el número de cromosomas
normal de 46, distribuidos en 23 parejas, es decir que existe un cromosoma extra
en la pareja 21 y es así como dichos individuos poseen un total de 47
cromosomas y en síndrome de Down el par de cromosomas numero 21 se divide
en tres en lugar de dos, haciendo así una trisomía 21, que da lugar a tener
diversos grados de retraso mental y una serie de rasgos físicos mongólicos.
2.2. CONCEPTO DEL SINDROME DE DOWN.
El síndrome de Down o también conocido como Mongolismo y se le conoce así ya
que el termino tiene una similitud con la raza Mongólica, es decir que es un
trastorno genético, que se deriva a la aparición de un cromosoma más en el
cariotipo normal de la persona, es decir, que esta conformado por 46 cromosomas
y que da resultado a una formula cromosomita de 47 cromosomas, este
cromosoma se junta al par 21 del cariotipo y es por esa razón que se le llama
Trisonomia 21. Generalmente va acompañada por un retraso mental que puede ir
desde leve hasta severo teniendo un coeficiente intelectual de 50 como promedio;
fue en 1959 cuando el doctor Lenjeune observo que las personas que tenían
síndrome de Down presentaban un cromosoma extra. (García, 1983).
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Se puede comprender entonces que el síndrome de Down se refiere a la
presencia de tres cromosomas de un tipo particular en lugar de los dos normales,
es decir que hay una desigualdad cromosomica conocida también como trisomía
21.
2.2.1 Causas del Síndrome de Down.
En la actualidad se conocen de tres tipos o causas del síndrome de Down como
son: no – disyunción, por traslocación y por mosaisismo. Y como ya se había
mencionado anteriormente, en la mayoría de los casos se da por la presencia de
un cromosoma número 21 extras y por lo general la trisomía surge de un error en
la división celular ya sea del óvulo o del esperma. En donde la no - disyunción, se
produce cuando dos cromosomas de un par dado permanecen unidos y emigran
conjuntamente a una de las células hijas, en ocasiones no ocurre tal separación
de los cromosomas y es cuando se produce la no – disyunción es decir que los
miembros de un par permanecen unidos y llegan a una célula siempre unidos, o
sea que al no darse una disyunción de los cromosomas, es cuando una célula
recibe 24 cromosomas y la otra 22, en lugar de recibir ambos 23 cromosomas
normales y es ahí cuando ocurre la trisonomia 21 o el síndrome de Down.
Por otro lado esta el tipo de Traslocación, en donde el numero de cromosomas en
estos pacientes es de 46, debido a que el numero de cromosomas extra se ha
unido a otro cromosomas, aunque el numero de cromosomas parece normal, en
realidad no lo es, ya que un padre puede ser portador de una traslocación sin
mostrar síntomas de ser o tener síndrome de Down, ya que la cantidad correcta de
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material genético esta ahí aun cuando se encuentre fuera de lugar. Y en
ultima instancia esta el tipo Mosaisismo, este significa que no todas las células en
el organismo de una persona tiene el numero cromosomas, es decir que están
formados por células con 46 cromosomas y por células con 47 cromosomas, sin
embargo existen todavía desconocimientos sobre la mecánica de la meiosis y una
mejor comprensión de su fisiología y sus mecanismos, será quizás en un futuro
cuando se corrijan y prevengan sus alteraciones y sus consecuencias.
La incidencia global del síndrome de Down se aproxima a uno de cada 700
nacimientos, pero el riesgo varía con la edad de la madre. La incidencia en
madres de 25 años es de 1 por 2000 nacidos vivos, mientras que en madres de 35
años es de 1 por cada 200 nacimientos y de 1 por cada 40 en las mujeres
mayores de 40 años.
Múltiples han sido los esfuerzos desplegados en forma individual dentro de la
investigación y descripción del síndrome de Down desde el siglo pasado, la
búsqueda por descubrir nuevos métodos y técnicas en la valoración del síndrome
ha contribuido en una constante superación y perfeccionamiento qué rebasa toda
idea de escepticismo o desilusión.
2.2.2 Características el Síndrome De Down
Vocalizan menos al manipular objetos, exploran durante menos tiempo los objetos,
exhiben más conductas sin objetivo.
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Se puede llegar a explicar tal déficit, por el hecho de que los niños con Síndrome
de Down, carecen de algunos soportes cognitivos o estrategias que permiten a
cualquier otro niño, empezar a reorganizar y encontrar las demandas del mundo
circundante en forma adecuada. Precisamente algunas de estas estrategias
constituyen el mantenimiento y dirección de la atención que permite la
organización de la información y de la conducta.
Los muchos estudios acerca del desarrollo sensorio motor de los niños con
Síndrome de Down, permiten arribar a algunas conclusiones:
- Presencia de un patrón asincrónico de desarrollo y una mayor variabilidad
en las capacidades sensorio motoras.
- Demoran más en pasar de un estadio a otro y muestran más regresiones.
2.2.2.1 Características Físicas
Los niños que padecen el síndrome de Down pueden tener rasgos físicos
característicos que hacen que el trastorno se reconozca con una mayor facilidad,
por ejemplo el tener un rostro plano, nariz pequeña, ojos que parecen que se van
a sesgarse, labios y lengua ligeramente prominentes, orejas y manos pequeñas y
cuadradas con dedos cortos y el quinto con forma de curva, estas son algunas de
las características que los niños con síndrome de Down.
Los niños con este síndrome tienden a tener una estatura mas baja de lo que es el
promedio entre otros niños, los brazos y las piernas son cortas en relación a su
cuerpo, también son propensos a ser obesos y con muchas probabilidades de
padecer de una anomalía cardiaca congénita.
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Algunas investigaciones se ha encontrado que los niños con síndrome Down
tienen una probabilidad del 99% de padecer un retraso mental independiente el
grado del retraso que tengan, ya sea leve, moderado e inclusive grave.
2.2.2.2 Las características psicológicas
Es lo más difícil de describir puesto que hay una gran variabilidad entre un niño y
otro, tanto en las “diferentes inteligencias” que se traducen en sus habilidades
emocionales, cognitivas y en las de conducta, como en el temperamento
(Troncoso y col., 1999; Ruiz 2002a).
Definir en qué rango de nivel intelectual puede estar incluido utilizando para ello un
determinado test para “medir” la inteligencia, aporta un dato que tiene cierta
utilidad a efectos administrativos (certificados, pensiones, etc.) o de investigación,
pero sirve poco para conocer a una persona y para ayudarle a mejorar. A pesar de
esa limitación, ayuda a situarse y no programar objetivos fuera de la realidad
(Ruiz, 2002 b). En la actualidad, si se maneja la clasificación tradicional, se puede
decir que la mayoría de los niños con síndrome de Down tienen un retraso mental
de grado moderado, frente a lo que sucedía hace tres décadas. Antes de
extenderse los programas de atención temprana y de ofrecerles escolarización
adecuada, la mayoría evolucionaban con retraso mental de grado severo. Si
queremos utilizar la cifra del coeficiente intelectual podemos afirmar que la
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mayoría de las personas con síndrome de Down tienen un C.I. entre 40 y 70. Un
porcentaje pequeño de niños queda por debajo de este nivel y casi siempre se
debe a otras patologías añadidas o a una privación importante de estímulos y
atención. Otro pequeño porcentaje puede estar por encima de 70 y con frecuencia
corresponde a personas con mosaicismo o a personas con trisomía regular que,
desde el punto de vista biológico, han tenido menos alteración en el cerebro y
además han participado en buenos programas educativos.
Si embargo, clasificar a un niño pequeño con una palabra o una cifra, poco dirá de
cómo es el niño, qué logros alcanza, qué le motiva para el aprendizaje y cómo es
su proceso de aprender, cómo se siente, cómo se relaciona y cómo irá
evolucionando a lo largo de su vida.
Si se observa su evolución, podemos comprobar cómo en las primeras etapas de
la vida el cociente de desarrollo no difiere mucho del de otros bebés sin
discapacidad. Conforme transcurren los meses y los años, el niño progresa en
todas las áreas del desarrollo pero a un ritmo más lento que los otros niños, por lo
que inevitablemente el cociente de desarrollo o, posteriormente, el cociente
intelectual van disminuyendo. Con esto no significa, obviamente, que el niño
retrocede, sino que su progreso de acuerdo a su edad de desarrollo y su edad
mental, aumentan aunque más lentamente conforme pasan los años. Sin
embargo, como dato positivo no hay patrón, estancamiento o meseta después de
la adolescencia si se sigue trabajando adecuadamente.
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Es importante destacar dos aspectos fundamentales: una intervención adecuada
desde las primeras etapas de la vida y mantenida en la infancia, puede lograr que
el niño desarrolle al máximo su potencial biológico. Esta es la diferencia entre la
población actual con síndrome de Down frente a la de hace tres décadas. Por eso,
como grupo han mejorado aunque el síndrome de Down en sí mismo, en sus
condiciones biológicas es el mismo. Esta última afirmación conduce
necesariamente a la segunda afirmación: el progreso y el desarrollo no son
ilimitados, sino que tienen los límites biológicos que la propia herencia genética ha
marcado en cada ser humano. Lo mismo sucede con cualquier otra persona,
aunque al principio, por la influencia del cromosoma extra, las posibilidades son
más pequeñas, y no podrá sobrepasarse a base de muchos ejercicios, terapias,
actividades, etc. Al contrario, un exceso de actividades o “terapias” podría
perjudicar seriamente la evolución del niño, provocando efectos secundarios
indeseables.
2.2.3 Desarrollo Motor
Las adquisiciones y logros evolutivos de un bebé con Síndrome Down presentan
un retraso para lo cual es fundamental facilitar programas adecuados de
actividades físicas, que favorezcan su desarrollo psicomotor. Un pequeño con
Síndrome Down, presenta en lo relativo a coordinación de motricidad fina, sí hay
déficit, pero en la percepción y habilidades perceptivas motoras no hay tantas
diferencias con los otros niños sin Síndrome Down.
2.2.3.1 Desarrollo Cognitivo y el lenguaje
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El desarrollo cognitivo sigue un curso que generalmente es típico de la secuencia
del mismo, con amplias diferencias individuales, (los CI tiene un promedio de unos
50 con variaciones entre 30 y 70) y con unas áreas específicas, notables y
fenotípicamente características de retraso adicional en el lenguaje expresivo y en
la memoria verbal a corto plazo. La velocidad o tasa de desarrollo cognitivo,
medida por las tareas sensoriomotoras de Piaget, se retrasa a partir de los dos
años de vida, y parecen guardar relación en la infancia con el índice de retraso en
el proceso de mielización de los axones neuronales en el cerebro, en las que se
reflejan en los primeros meses; señala retrasos madurativos y déficit perceptivo-
cognitivo típicos del síndrome. El contacto se da a los 4-5 meses cuando
comienza a explorar el ambiente extra materno, siendo la máxima frecuencia hacia
los 6-7 meses.
El mirar a la madre es una preferencia que no se ve en los niños con deficiencias;
hay una cualidad interpersonal más que referencial inclusive en los niños Down de
12 a 23 meses.
Es de notar que este déficit en el contacto ocular con su madre, provoca
alteraciones en la interacción madre-hijo comprometiendo la comunicación y el
conocimiento del medio que lo rodea, así como de la atención. Estos procesos de
exploración se alteran por la dificultad de establecer movimientos oculares
controlados en estos bebés. Referente a la atención, a los 9-10 meses de edad de
desarrollo, los niños normales evidencian mayores conductas exploratorias,
mientras que los afectados por el Síndrome de Down miran más los juguetes sin
llegar a explorar el medio y tirando los juguetes.
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Hacia los 12 a 18 meses, siguen centrándose más en los juguetes siendo menores
las interacciones con su madre y con el medio.
A los 28 meses aún muestran conductas repetitivas y menos contacto con su
madre.
Dentro de las áreas más atrasadas en estos niños, se destaca la del lenguaje en
su faceta expresiva. Así observamos que durante los primeros meses emiten
menos vocalizaciones que los demás bebés, aunque a partir del los 4 a 6 meses,
incrementan sus emisiones.
El desarrollo del lenguaje en general y del vocabulario es muy lento y difícil.
Es así que la primera palabra con sentido referencial suele aparecer hacia los 20-
24 meses, teniendo en cuenta las diferencias individuales.
Evoluciona mejor el lenguaje comprensivo y las primeras frases se logran
alrededor de los 3 ó 4 años.
De manera que los niños con Síndrome de Down están en el mismo nivel de
desarrollo cognitivo que los demás niños al principio de la comprensión y
producción nombres de objetos. Pero una vez que empieza la adquisición del
lenguaje, el desarrollo temprano del vocabulario comienza a caer por debajo de su
desarrollo cognitivo. Ya desde la etapa preescolar.
La causa debemos buscarla en la hipotonía de los músculos de la articulación y en
el retraso de la maduración neuromotora. Ya que se ha comprobado que tiene
problemas otológicos y auditivos significativamente mayor que otros niños no
deficientes.
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No está claro porque los niños con Síndrome de Down tienen un particular
problema con la comprensión de la palabra, lo que les lleva a una menor atención
a los estímulos hablados.
Algunos autores como Elliot, Weeks, Hartley hacen referencia a una cierta
dominancia hemisférica derecha para el procesamiento del lenguaje, comentando
una posible preferencia del oído izquierdo para procesar los estímulos lingüísticos
recibidos en forma auditiva.
A pesar de todo, no parece estar claro que el hemisferio derecho sea el dominante
en el lenguaje de los niños con el síndrome.
De manera que aún no podemos concluir que las alteraciones asociadas al
síndrome de Down provengan de una disfunción específica del hemisferio
izquierdo.
Los tres aspectos que parecen más atrasados en la articulación del lenguaje son:
La capacidad de reacción e iniciativa del niño a referencia ocular, La organización
pre-conversacional en cuanto a la toma de turnos en la interacción vocal.
El carácter apático y tranquilo podría incidir a la hora de iniciar la comunicación
verbal ya que tienen demandas no verbales hacia los objetos. Y es precisamente
esto importantísimo en el desarrollo del lenguaje expresivo, por Ejemplo: el retraso
en la aparición de la sonrisa social; se presenta alrededor de las 7 semanas y en
los no deficientes a las 4 semanas. Lo mismo sucede con la risa, por lo tanto éste
es un factor importante que va a desempeñar un papel decisivo en la formación
del apego.
El adolescente o adulto que tiene el síndrome de Down va a tener las capacidades
intelectuales de un niño pequeño y en cuanto a su desarrollo mental pueden
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continuar hasta los 30 a 40 años de vida, sin embargo eso va a depender de cuido
que tenga dicho niño.
Sin embargo el envejecimiento puede ocurrir antes y puede provocar una
reducción en las capacidades cognoscitivas y esto se da porque su cerebro
contiene menos neuronas que un niño promedio. (Barry, 1984, citado en Sarason).
Los investigadores han descubierto que el cerebro de los adultos y de los jóvenes
que tienen el síndrome de Down, tienden a mostrar placas y laberintos que
parecen ser similares pero no idénticos a los que se encuentran en el mal de
Alzaheimer y al igual que estos cambios se dan el área del hipocampo, ya que
este desempeña un papel selectivo en el aprendizaje y en la memoria.
Alrededor de 25 a 40 % de los adultos con síndrome de Down en la realidad se
vuelven dementes, es decir que pueden perder el sentido de la memoria y la
capacidad de cuidarse de si mismos.
Cuadro Resumen de la aparición conductual propio del síndrome de Down a lo largo del desarrollo
Edad Dominio Fenotipo conductual
Infancia
(0-4 años)
Cognición
Habla
Lenguaje
Retrasos en el aprendizaje entre 0 y 2 años, que se aceleran entre los 2 y 4 años
No hay diferencias en los tipos de vocalización: más lentos en la transición del balbuceo al habla; peor inteligibilidad
etrasos (en comparación con la cognición) en la frecuencia de peticiones no verbales, en la velocidad de desarrollo de vocabulario expresivo, en la velocidad con que aumenta la longitud media de emisiones verbales; pero no en la comprensión
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Niñez
(4-12 años)
Cognición
Habla
Lenguaje
Conducta adaptativa
Déficit selectivos en la memoria verbal a corto plazo
Período más prolongado de errores fonológicos y mayor variabilidad; peor inteligibilidad
Continúan los retrasos de lenguaje expresivo comparado con la comprensión
Menos problemas de conducta si se comparan con otros grupos con discapacidad cognitiva; más problemas de conducta si se comparan con sus hermanos sin síndrome de Down. Hay una correlación positiva de la ansiedad, la depresión y el retraimiento con el incremento de edad.
Adolescencia
(13-18 años)
Cognición
Habla
Lenguaje
Conducta adaptativa
Déficit en la memoria verbal operacional o a corto plazo y en la evocación diferida
Mayor variabilidad en la frecuencia fundamental, en el control de la velocidad y en la posición del énfasis dentro de la frase
El déficit de lenguaje expresivo en la sintaxis es mayor que el déficit de lenguaje expresivo en el léxico
La comprensión de las palabras es normalmente más avanzada que la cognición no verbal La comprensión de la sintaxis comienza retrasarse con respecto a la cognición no verbal
Menores problemas de conducta si se comparan con otros grupos con discapacidad cognitiva Hay una correlación positiva de la ansiedad, la depresión y el retraimiento con el incremento de edad
Adultez (de 18 años en adelante)
Cognición Habla Lenguaje Conducta adaptativa
Empiezan a surgir síntomas conductuales de demencia (a los 50 años, hasta en un 50% según estadísticas) Mayor incidencia de tartamudez u otras influencias, e hipernasalidad La comprensión de la sintaxis sigue por detrás de la cognición Menores problemas de conducta si se comparan con otros grupos con discapacidad cognitiva Mayores tasas de depresión conforme aumenta la edad La demencia en el síndrome de Down no va asociada con tasas mayores de agresividad
Cuadro tomado de Robin S. Chapman y Linda J. Hesketh Waisman Center, Universidad de Wisconsin-Madison. MADISON,
WI (USA)
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2.3 MÉTODOS DE DETECCIÓN DEL SÍNDROME DOWN
El síndrome de Down es una discapacidad del desarrollo que se identifica por lo
general en los recién nacidos, y las personas con esta condición pueden tener una
larga vida, plena de notables realizaciones, y contribuir de forma significativa a sus
comunidades (Kidder y Skotko, 2001)
En el 4 % de las personas con síndrome de Down la condición se debe a
traslocación, por lo general entre los cromosomas 14 y 21; y en el 1 % la causa es
un mosaisismo genético, en el que algunas células contienen el triple cromosoma
21 y otras los dos normales (Cotran y col., 1999).
Existen múltiples pruebas para examinar a un feto con síndrome de Down
(Budorick y O'Boyle, 2003). Las "pruebas triple y cuádruple" miden en la sangre
materna los cambios que hay en las concentraciones de fetoproteína, estriol no
conjugado, gonadotropina coriónica humana e inhibida, y se realizan normalmente
entre la semana 15 y la 21 del embarazo. Con una tasa de 5 % de falsos positivos,
se detectan correctamente el 69 % de los fetos con síndrome de Down (Wald y
col., 1997).
También se emplea la ecografía para examinar a un feto durante el primer y
segundo trimestre. Pero la sensibilidad de los marcadores ecográficos es
controvertida. La translucencia nucal es evaluada entre las semanas 11 a 14 e
identifica entre el 27% y 89% de embarazos con síndrome de Down (Budorick y
O'Boyle, 2003). El engrosamiento del pliegue nucal -uno de los marcadores
ecográficos más importantes en el segundo trimestre- ha oscilado entre el 7 y el
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75 % en los estudios publicados (Smith-Bindman y col., 2001). Para establecer un
diagnóstico definitivo prenatal, la madre debe elegir entre la biopsia de
vellosidades coriónicas en las semanas 8 a 11 de embarazo, o la amniocentesis
durante el segundo y tercer trimestre, la cual consiste en la extracción de una
muestra del líquido amniótico que rodea al feto humano en el interior del útero. Las
células fetales que se obtienen de este líquido se cultivan en un laboratorio para
descartar la presencia de anomalías cromosómicas, defectos enzimáticos, o
alteraciones del crecimiento del feto. Esta técnica suele practicarse durante el
cuarto mes de embarazo en aquellos casos en que se sospeche que puedan
existir anomalías hereditarias en los padres, cuando la edad de la embarazada
pueda predisponer al feto a padecer anomalías genéticas, o cuando la mujer haya
sufrido una exposición a sustancias que pueden dañar el desarrollo del feto.
Después de la inyección de un anestésico local en la piel del abdomen, se
introduce una aguja muy fina a través de éste y de la pared uterina dentro del
amnios, el saco que contiene el líquido amniótico y se extraen por succión
alrededor de 30 ml de líquido para ser analizado.
Esta condición se debe casi siempre a una no disyunción genética, dando al niño
una copia extra del cromosoma 21 en cada célula.
Aparte de los posibles errores de laboratorio, ambos métodos ofrecen un
diagnóstico prenatal concluyente de síndrome de Down, razón por las que algunas
mujeres recurren a ellos directamente sin esperar a los otros métodos de análisis.
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El análisis de las células fetales permite pronosticar más de 75 anomalías, así
como el sexo del feto. El uso más frecuente de esta prueba es probablemente
para la detección precoz del síndrome de Down.
La biopsia de vellosidades coriónicas es que en las células fetales cultivadas se
puede estudiar una función concreta o analizar su ADN para detectar una
anomalía congénita.
Ambas técnicas tienen cierto riesgo de producir aborto espontáneo: 0,25 a 0,30 %
en el caso de la amniocentesis (Powell, 2000), y algo más en la biopsia. Por eso
se suelen reservar estos procedimientos a mujeres con más de 35 años cuya
probabilidad de tener un hijo con síndrome de Down está.
El síndrome de Down es la condición que se relaciona con alguna desigualdad en
el par de cromosomas que se conocen como el numero 21, por lo general se
asocia con una trisomia o presencia de un cromosoma extra además del par
normal, y también se le llama trisomia 21. (Sarason), esto nos da a entender que
síndrome de Down se da por una alteración genética del individuo a la Aparicio de
un cromosoma más en el cariotipo normal de un individuo, es decir que son 46
cromosomas que tiene el individuo “normal” y que al aparecer 47 cromosomas y
cuando este cromosoma extra se junta al par 21, a eso se le denomina “trisonomia
21”.
Hoy en día no se conoce la causa de las dos terceras partes de las anomalías
genéticas. Se piensa que algunas malformaciones cardiacas y de la columna
24
vertebral son poligénicas, es decir, producidas por la presencia simultánea de
varios genes anormales. Otras anomalías congénitas parecen ser multifactoriales,
esto es, producidas por genes anormales que interactúan con agentes
ambientales perjudiciales. Algunas malformaciones se producen con más
frecuencia en padres de edades avanzadas; por ejemplo, el riesgo de que nazca
un niño con síndrome de Down se incrementa con la edad de la madre.
2.4. TRATAMIENTO Y REHABILITACIÓN
Hoy se puede asegurar que ningún medicamento ha probado su eficiencia para
mejorar los problemas que lleva consigo el Síndrome de Down no hay ninguna
medicina milagrosa, el único, milagro que cabe esperar es su adecuada
educación.
2.4.1 Nutrición
Los niños con síndrome de Down tienden a desarrollar con menor frecuencia una
cardiopatía o la hipertensión arterial (Brattstrom y col., 1987), han de seguir las
mismas recomendaciones sobre la nutrición que la población general. En pocas
palabras, esto significa que han de seguir una dieta elevada en carbohidratos
complejos y baja en grasa (el conocido modelo de la pirámide alimenticia).
La obesidad es frecuente en la población con síndrome de Down, y los estudios
recientes sugieren que se la considere un problema serio de salud pública que
merece permanente investigación (Rubin y col., 1998). Otros estudios nos indican
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que los niños con síndrome de Down tienen un metabolismo más lento (Luke y
col., 1994) que la población general. Como media, las personas con síndrome de
Down queman 200-300 calorías menos por día en reposo. Además, si se intenta
corregir este metabolismo más lento sólo mediante la dieta, hay riesgo de que
aparezca un déficit nutricional; de ahí que se recomiende a los adultos que
realicen ejercicio físico para evitar el aumento de peso.
2.4.2 Ejercicio
¿Qué entendemos por ejercicio de modo regular? Generalmente, consiste en 20-
30 minutos de ejercicio aeróbico al menos 3 días por semana. Los ejercicios
aeróbicos comprenden el caminar a paso ligero, natación, ciclismo. No obstante,
hemos visto que el realizar actividades sociales, no necesariamente ejercicio,
ayuda a la gente con síndrome de Down a mantenerse próxima a su peso corporal
ideal (Fujura y col., 1997). Resultan beneficiosos los grupos de teatro, la jardinería,
las visitas a museos y otras actividades de este tipo.
Los médicos aconsejan con frecuencia que cualquiera que se proponga un
programa de ejercicio físico se haga primero un examen físico. Esto es
especialmente importante para los niños con síndrome de Down ya que pueden
tener ciertos problemas físicos que se vean afectados por el ejercicio.
Alrededor del 40-50 % de los niños que nacen con síndrome de Down tienen
cardiopatía congénita (Greenwood y Nadas, 1976). Suele corregirse antes de la
adultez, pero no todos han sido sometidos a la cirugía. Además, algunos estudios
demuestran que los niños (as) con síndrome de Down pueden desarrollar más
26
adelante alguna enfermedad valvular. De ahí la importancia de que el médico
valore la condición del niño (a) antes de que inicie su régimen de ejercicio. Puede
ser necesario reducir el tiempo de ejercicio o su intensidad.
2.5. LA EDUCACIÓN DEL NIÑO CON SÍNDROME DE DOWN
La medicina en la actualidad se ve imposibilitada a brindarles a estos niños una
solución eficaz a sus limitaciones por lo que esta se ha buscado en otros campos
con el objeto de habilitarlos. Es por ello que se ha enfocado el problema al Área
educativa.
Los principales objetivos de la educación deben ser: La coordinación motora, de
movimientos gruesos y finos. La comunicación interpersonal, El lenguaje, los
hábitos de autonomía personal y competencia social, Evitar la adquisición de
conductas inadecuadas, Los aprendizajes escolares, La preparación para el
trabajo, El desarrollo de la personalidad.
La educación comienza desde el nacimiento; la primera infancia del niño es muy
importante para su desarrollo pleno y la relación madre – hijo configura la
afectividad y la personalidad. En el caso de un niño cuya deficiencia es conocida
desde el nacimiento las relaciones se distorsionan y por lo tanto los primeros
aprendizajes se ven afectados, de manera que la educación debe ser tan
temprana como sea posible, que ayude a la estimulación del lenguaje y el
desarrollo cognitivo del niño con Síndrome de Down.
27
Las posibilidades de aprendizaje de un niño con este Síndrome de Down son
amplias y sus adquisiciones de habilidades, pueden hacer de este niño un sujeto
bien integrado familiar y socialmente.
El nivel intelectual varía muchísimo, hay algunos deficientes severos y aún
profundos, así también los hay con cocientes intelectuales muy próximos a la
normalidad.
Dentro del programa educativo merecen especial atención los objetivos que se
centran en la coordinación motora, tanto en movimientos gruesos como finos.
El lenguaje es el problema que más angustia a las familias por su complejidad y
por lo tanto requiere mayor atención. El habla no es un fenómeno unitario, en él
intervienen la respiración, la fonación, la articulación, el ritmo, la audición por lo
tanto se debe empezar con una reeducación adecuada lo más temprana posible.
La comprensión verbal parece ser mayor que la posibilidad de expresión debido a
la lentitud de las respuestas y a las dificultades de evocación.
Las alteraciones de la configuración neuronal, la hipotonía generalizada y las
relaciones familiares distorsionadas durante la infancia son las principales causas
de los problemas de las personas con Síndrome de Down, cuyo único remedio es
una educación adecuada, impartida desde el nacimiento.
Hay que tomar en cuenta el apoyo que se les brinda a las personas por medio de
un sistema de apoyo.
28
El camino hacia la habilitación de estos niños ha tenido varios obstáculos. No se
les quería educar por que eran considerados deficientes mentales profundos o
por que morían a temprana edad, porque se consideraba un castigo de Dios
hacia los padres herejes. Incluso se llegó a creer que los “deficientes” podían ser
el resultado de los pecados cometidos por los padres y estos no debían modificar
la voluntad divina, debían resignarse con esta situación; finalmente se llego a la
conclusión de que estos niños deben de ser educados en escuelas especiales.
La escuela como institución educativa utiliza métodos y procedimientos especiales
para lograr el máximo desarrollo del niño con Síndrome de Down en las esferas:
cognoscitiva, psicomotora, del lenguaje, afectiva y social; en su dinámica interna
exige de una especial organización para cubrir con todos los profesionales
idóneos, su desarrollo integral.
Considerando como principio básico en la educación del niño con Síndrome de
Down, utiliza todas aquellas posibilidades que presenta (por mínima que sea su
manifestación) para lograr una mejoría y una nueva adquisición en su aprendizaje.
2.5.1 La necesidad del aprendizaje de un niño con Síndrome de Down
El sistema educativo, junto al núcleo familiar, ha de proporcionar las habilidades
necesarias para que los jóvenes lleguen a ser ciudadanos autónomos y útiles a la
comunidad, esto, es válido para el conjunto de la población y en las personas con
Síndrome de Down se convierte en algo esencial para una integración social que
tradicionalmente ha resultado dificultosa precisamente por la carencia de un
proceso escolar especializado.
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Los niños con Síndrome de Down son capaces de permanecer sentado meciendo
un muñeco. Como no comete travesuras pasa inadvertida y sus padres no se
preocupan de ofrecerle los estímulos que necesita. Es necesario que alguien le
proponga actividades concretas y le ayude a dar los pasos sucesivos. Estos niños
pasan por todas las etapas de desarrollo y crecimiento pero permanecen en cada
una de ellas más tiempo que el niño normal. Tienden a sufrir regresiones si carece
de guía y estímulos adecuados.
2.5.2 Programa de Educación
La educación se concibe como un proceso de aprendizaje y de cambio que forma
parte de toda la vida de las personas, la educación especial se entenderá como el
proceso de aprendizaje y de cambios adaptado para atender a las personas con
Capacidades especiales, es decir que la educación, es aquel medio que se le da
a cualquier persona que tenga características físicas, sensoriales o mentales
diferentes a las de los demás, aunque sea que tenga la educación se da por
métodos o recursos que las instituciones tienen. Comenius estaba profundamente
convencido de la posibilidad de educar a todos los niños con deficiencias, por eso
dijo: “no se puede dejar de incluir en la educación humana a nadie, excepto a
quien no sea humano” (Sansanovich, 1981, p.19).
(García, 1988) define la educación especial como las intervenciones y apoyos
adicionales que un alumno necesita en su proceso educativo, la educación
especial debe entenderse a demás como un proceso flexible, integral y dinámico,
es decir que la educación sirven para proporcionar mayor estimulación a los niños
30
(as) muy pequeños con síndrome de Down o con cualquier otra limitante o
Capacidad especial que tengan.
Con frecuencia la intervención comienza pocos días después del nacimiento con
programas de terapia física, los programas para los niños (as) ofrecen una gran
variedad de actividades para ayudar a desarrollar las habilidades cognoscitivas y
físicas. Los padres de familia también reciben una capacitación o un proceso
educativo para tomar parte en las actividades de estimulación de sus hijos.
Durante la infancia los niños con síndrome de Down exploran su entorno de la
misma forman que los demás niños “normales” y durante el periodo preescolar su
desarrollo se ve mas lento que el de los demás.
Existe una diferencia entre los niños que tienen el síndrome de Down con los otros
niños “normales” y que los primeros se caracterizan por tener menos
comportamientos explorativos que los segundos y por ende no son tan activos en
la investigación de su entorno. (Turk ,1985 citado en García).
Durante la niñez y la adolescencia, los niños con síndrome de Down tienen menos
tonicidad y coordinación, es decir que son menos activos y que realizan las tareas
con lentitud y tienen menos equilibrio que los otros niños “normales”. Y cuando
llegan a la edad escolar sus retrasos en el desarrollo físico y cognitivo empiezan a
causar más problemas, con frecuencia el déficit en la memoria a corto plazo puede
causar un mal desempeño; ya que la memoria auditiva es en esencialmente baja
y por ende son menos capaces de entender una información verbal, les cuesta
31
seguir instrucciones, prestar atención a varias cosas y a la vez expresar con
claridad lo que piensan y/o necesitan.
El adolescente y el adulto tienen las capacidades de un niño pequeño, su
desarrollo mental puede continuar de los 30 a los 40 años, si se encuentran en un
ambiente estable.
Dentro del entrenamiento que se tiene en el programa de educación, es la
utilización de la técnica del modelamiento (La Greca, 1983 citado en Sarason),
esta técnica se demuestra por medio de una comparación tanto del grupo de
instrucción como del grupo control.
2.6 ADAPTACIÓN DEL NIÑO (A) CON SÍNDROME DOWN A LA SOCIEDAD.
Si los adultos con síndrome de Down han de alcanzar un grado de independencia
y aprovechamiento en sus vidas diarias, es esencial que se les ayude a desarrollar
las habilidades adaptativas. Sin embargo, parece que además de dominar estas
actividades de la vida diaria, existen otras habilidades que desempeñan también
un papel crítico para alcanzar con éxito esta adaptación. Y comprenden el
aprendizaje del lenguaje expresivo, el mantener creencias y actitudes personales
que sean positivas, el comprender temas sociales e interpersonales, y el
desarrollar unos modos de abordar los cambios de la vida diaria de una manera
creativa y flexible.
32
2.6.1 Evaluación de habilidades básicas
La mayoría de las personas con síndrome de Down puede realizar su aseo
personal rutinario y demás actividades relacionadas con su higiene personal,
actividades de la casa y preparación de alimentos. Muchos pueden emplear un
horno o el microondas, poner la lavadora y elegir con asesoramiento su ropa.
Entre las habilidades que requieren una ayuda más directa están el uso de
transporte público, la planificación de los menús, la compra diaria de alimentos, el
manejarse de forma suelta por la colonia, y el uso y cálculo del dinero, el cortarse
las uñas, cepillarse los dientes.
2.7 LA FAMILIA
El entorno básico, inicial, de cualquier persona es la familia. Comienza aquí,
inexcusablemente, el trabajo para proporcionar a las personas con Síndrome
Down las condiciones más favorables para su desarrollo.
Aunque el niño con Síndrome Down sea, desde los primeros momentos, objeto de
una atención intensiva por parte de los médicos y educadores no debe olvidarse
que, como cualquier otro niño, debe estar rodeado de la gente que lo ama, lo
estima, lo admira... y se lo demuestra. Pero esto no debe convertirse con el tiempo
en una sobreprotección que anule las iniciativas y la intimidad de los niños, o la de
los propios familiares.
La familia debe conseguir la máxima cantidad de información y hacer partícipes de
ella a los amigos y vecinos. Con su actitud, los padres marcan la pauta de
comportamiento de las personas que rodean al niño, según lo traten los padres así
33
lo tratarán los demás. La familia es la plataforma de lanzamiento para que los
chicos con Síndrome Down empiecen su integración en el barrio, en sus entornos
más inmediatos. Probablemente, la idea central es normalidad, el joven con
Síndrome Down es como cualquier otro, con sus derechos, obligaciones y
expectativas. Estos avances iniciales en la integración social constituyen los
primeros pasos para las futuras posibilidades de autonomía y son fuente de
satisfacción para el conjunto familiar.
Se ha demostrado ya que los niños con síndrome de Down tienden a estar más
sanos cuando están socialmente activos con amigos, familia, compañeros de
trabajo. Aprovechándose de las oportunidades sociales, refuerzan su sentimiento
de autoestima, de bienestar, de felicidad. Tanto los estudios en la población
general como los nuestros en la población con síndrome de Down, favorecen la
idea de que estos sentimientos contribuyen a una buena salud en general.
(Tomado de la Revista Síndrome Down, volumen 21, pag. 42-53 año 2004, por
Marci J. Hanson)
2.7.1 ¿Qué efectos tendrá en la familia?
No hay ninguna prueba que el tener hermanos con síndrome de Down tenga algún
efecto negativo importante o permanente sobre la gran mayoría de los niños. Los
niños con síndrome de Down que se han conocido suelen ser muy tolerantes, con
un grado de comprensión muy notable y una gran madurez en su trato con los
demás.
34
Si los padres encuentran difícil de aprender a aceptar las capacidades especiales
del niño, los hermanos también tienden a encontrarlo difícil. Si los padres sienten
resentimiento hacia el niño con síndrome de Down los demás niños a menudo
desarrollan los mismos sentimientos.
Cuando los padres tienen estas dificultades pueden evitar hablar con los niños;
puede que les sea embarazoso salir con el niño o invitar a los vecinos a casa.
Tales sentimientos son comunes al principio, pero la mayoría de los padres
aprenden a vivir con ellos en los primeros meses.
Siempre habrá ocasiones en que algunos niños ofendan a los hermanos con una
ilusión al discapacitado aunque sea momentáneamente dolorosa para todos. Los
padres son capaces de adaptarse a los conocimientos de la condición del niño.
Cuando se escucha el diagnóstico por primera vez, es posible que la familia entera
viva en un estado de cierta tensión. Algunos experimentan un sentimiento
protector hacia los padres y lamentarán el trastorno y dolor causado por el
nacimiento del bebe. A veces el sentimiento de rechazo de los padres hacia el
nuevo bebe chocará y molestará a un hijo mayor, que necesitará tiempo para
adaptarse, y quizás alguna persona de confianza tendrá que aplicarle la
complejidad de los sentimientos en este momento.
Los demás niños también pueden sentirse molestos sí algún día los padres tienen
que tomar la decisión de ingresar al niño con síndrome de Down en un internado o
en un hogar. Esto puede provocar un sentido de culpabilidad entre los hermanos
porque sienten que el hermano pasa a una institución especial, a causa de ellos.
35
Esto son dificultades momentáneas, especialmente si existe una buena relación
dentro de la familia, que se interesa y dedica más tiempo al hablar de los
problemas, con lo que se puede aliviar mucho el dolor y la tensión nerviosa.
Un dato importante que se infiere del limitado número de estudios que se han
hecho sobre los padres y los hermanos de los niños con el síndrome de Down es
que si se pregunta a los padres si el hecho de tener un hijo (a) con Down ha tenido
algún efecto negativo con los demás hijos, muchos piensan que sí.
Los problemas se pueden relacionar con:
El grado de independencia que tiene el niño con el síndrome de Down.
La presencia de trastornos de comportamientos.
Los recursos de la sociedad para ayudar a la familia.
Los padres suelen ver los problemas de los hijos de modo bastante distinto a
como los enfocan los propios hijos. La mayoría de los estudios demuestra que la
mayor parte de los hermanos desarrollan fuertes lazos de afecto hacia su hermano
afectado por el síndrome de Down, y sienten que se han beneficiado al criarse
junto a él.
El punto problemático para los hermanos generalmente se relaciona con el grado
de inferencia del miembro con capacidades especiales de la familia, en las
actividades diarias. Las madres de niños con el síndrome de Down, especialmente
los que están creciendo y aprendiendo lentamente, tienen que organizar las
rutinas del hogar cuidadosamente, especialmente en los momentos de mayor
ajetreo, como la hora de ir a la escuela o el trabajo.
36
2.8 REACCIONES INSTINTIVAS DE LOS PADRES HACIA LOS HIJOS CON
SÍNDROME DE DOWN
Dar a luz o asistir a un parto, y recibir o dar el diagnóstico postnatal de síndrome
de Down no es una experiencia cómoda, ni para los padres ni para la mayoría de
los médicos.
Los padres de familia suelen sentirse ansiosos, asustados, culpables, enfadados,
y en casos excepcionales, con deseos de suicidarse. Según la mayoría de las
madres y padres, los médicos no portaron información suficiente sobre el
síndrome de Down, y rara vez les dieron material escrito o les aconsejaron
relacionarse con grupos de apoyo organizados por padres. (Citado en Revista
Síndrome Down vol. 21, pag 54-71, por Skotko Brain y Ricardo Canal).
La mayoría de los padres tienen dos sentimientos en el momento del nacimiento
de su bebé, sienten una necesidad de protegerlo, para lo que le brindarán apoyo y
calidez, pero también tienden a tener un sentimiento de repulsión hacia su hijo; los
dos sentimientos son totalmente normales, pero no se debe de exagerar en el
sentimiento de protección, ya que por cualquier cosa que se diga del niño, podría
ser interpretada exageradamente. Tampoco debe existir alguna exageración sobre
el sentimiento de rechazo, que también es normal sentir, ya que se podría hacer
muy difícil el hablar sobre este tema.
Los padres de estos niños, al sentirse muy afectados por la combinación de estos
dos sentimientos, tratan de encontrar un equilibrio entre estas dos. Algunas veces,
37
los padres se sentirán culpables por tener este sentimiento de rechazo con el niño
y lo compensaran con cuidados extremos para el niño.
El mejor sitio para su niño con capacidades especiales es el seno familiar, pero el
niño debe ser tratado como un integrante más de la familia y no sólo como un
receptor de los cuidados de esta, participando a menudo en las actividades
familiares, por lo tanto Es importante encontrar un equilibrio dentro de la familia.
2.8.1 Sentimientos de dolor e Incapacidad.
La mayoría de los padres sufren un sentimiento de dolor al ser destruidos todos
sus sueños con el nacimiento de un bebé con el síndrome de Down.
Muchos padres pueden llegar a sentir un sentimiento de incapacidad que
amenaza a su capacidad reproductiva; esto influye en el autoestima de la persona
causarle depresión.
2.8.2 Sentimientos de Incertidumbre
La mayoría de los padres casi no tiene idea de lo que les depara el futuro, de ello
significa la condición "síndrome de Down". Mucho sufrimientos y dificultades
pueden evitarse se busca información exacta en fuentes fidedignas.
Para reducir estos sentimientos de incertidumbre, a menudo buscan
comparaciones, e intentan conocer a otros padres de niños con el síndrome de
Down, pero todos los niños y todas las familias son distintos, y aunque tengan
experiencias en común, no se puede generalizar partiendo de un solo caso.
A la hora de ayudar al niño, los sentimientos de incertidumbre se asocian con los
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de incapacidad, y esta incertidumbre también puede llevar a la inconstancia.
El hecho de informarse sobre la naturaleza del síndrome de Down y de cómo
ayudar al niño, puede reducir estos sentimientos. Si es capaz de llevar a cabo
actividades como ejercicios y juegos, puede ser de gran ayuda en el proceso de
enfrentarse a la incapacidad y de superar los sentimientos de dolor. No obstante, a
muchos padres esto les parece un recuerdo constante y doloroso de la condición
de su bebé y estos conflictos solamente se pueden tratar con un profundo
replanteamiento de nuestros valores y de lo que pensamos en la vida. Ya que
cuando más los padres se sientan en control de su destino y cuando mas hayan
intentado planificar su futuro, mas grande será el trauma de tener un bebé
discapacitado y mas grandes serán sus dificultades para aprender a vivir con él y
sentir que su vida es tan importante y significativa como la de otros niños. Muy
raramente, los padres presionan a los demás niños de la familia, como si quisieran
compensar al discapacitado.
2.8.4 Sentimientos de Enfado
La intensidad de las esperanzas y ambiciones influirán en el grado en que se
experimenten sentimientos de enfado y amargura.
La mayoría de los padres necesitan una razón y a menudo piensan en las cosas
que hicieron que pudiesen haber provocado esta situación. Esto puede llevar a
sentimientos de culpabilidad, por eso es importante que comprenda que nada de
lo que hicieron o dejaron de hacer lo provocó. Pero aún cuando se conocen las
causas se puede sentir amargura, que parece que va menos con el tiempo. Hace
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falta reconocerla y comprender que es una reacción normal y honesta, aunque es
mejor controlarla. Se puede dirigir el enfado hacia uno mismo, hacia la pareja, los
parientes, o la plantilla médica o los terapeutas, pero la mayoría de los casos no
será muy productiva Se puede dar el caso de que por culpa de la honestidad, no
se pueda contar con ayuda cuando más se necesita.
Esta honestidad puede ir dirigida al bebé y construirse en un resentimiento a largo
palazo. Afortunadamente la mayoría de la gente está capacitada para aprender a
vivir con ese enfado.
2.8.5 Sentimientos de Desconcierto
Tener un niño que es diferente puede avergonzar. Si los padres no aprenden a
vivir con esa vergüenza, eso les puede llevar a un retraimiento social y a un
eventual aislamiento. Pero tendrán que pelear con ese sentimiento tan pronto
como sea posible, la mayoría de los padres lo consiguen y cuando vuelven a la
incorporarse con la comunidad, las cosas no suelen irles tan mal como pensaban.
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2.9 MARCO CONCEPTUAL
Abandono: desamparo descuido, renuncia o desinterés.
Actitud: disposición de ánimo manifestada exteriormente
Aislamiento: incomunicar, apartar a una persona de los demás.
Alzaimer: es un deterioro progresivo de las células cerebrales, sobre todo en la
corteza cerebral.
Amniosentesis: técnica de tomar una muestra de líquido amniótico de una mujer
embarazada y canalizarlo para determinar si existe defectos en los cromosomas
de feto.
Amargura: sentimiento de pena, aflicción o disgusto
Angustia: aflicción, congoja, temor opresivo sin cauda precisa.
Anomalías de los cromosomas: anomalía en la estructura de los cromosomas o
en la cantidad de estos.
Congénito: características que son innatas o adquiridas, por lo general mediante
una acción química, mientras el niño se encuentra en el útero.
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Cromosomas: estructura que produce los genes dentro de las células.
Culpa: falta que se comete voluntariamente
Desestimar: denegar una petición, desdeñar no valorar bastante a algún o algo.
Desprecio: palabra o acción que indica desaire o desdén
Depresión: síndrome caracterizado por una tristeza profunda, abatimiento y
disminución de las funciones psíquicas.
Educación especial: educación que se le proporciona a los individuos que
padecen trastornos, deficiencias, intelectuales y/o emocionales.
Emoción: estado de ánimo caracterizado por una conmoción orgánica
consiguiente a impresiones de los sentidos, ideas o recuerdos. Las emociones
fundamentalmente son: alegría, pena, miedo, cólera, amor, repulsión, etc.
Esconder: ocultar a una persona o cosa donde sea difícil encontrar.
Frustración: fracaso de una esperanza o deseo
Humillación: motivo que lastima la dignidad o el orgullo
Incertidumbre: inseguridad, duda, perplejidad
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Incapacidad: falta de capacidad para hacer, recibir o aprender una cosa.
Miedo: sensación de alerta u angustia por la presencia de un peligro o mal sea
real o imaginario
Mosaico: anomalía posterior a la fecundación que sucede en algunas en la
repartición de cromosomas de tal manera que dicha células con diferentes de
otras en su contenido cromosómico de su organismo.
No disyunción: incapacidad de dos cromosomas homólogos para separarse
normalmente durante la división celular.
Síndrome: grupo de síntomas y signos que con frecuencia aparecen juntos.
Síndrome de Down: condición que se relaciona con una desigualdad en el par
De cromosomas que se reconoce como el numero 21. Por lo general, se asocia
con una trisomía, o presencia de un cromosoma extra a demás del par normal.
También se le llama trisomía 21.
Pena: aflicción o tristeza
Rechazo: no aceptación, no admisión o resistencia a algo
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Retardo mental: funcionamiento general intelectual subnormal originado durante
el periodo de desarrollo y que va asociado a una habilidad en el aprender, una
falta de adaptación social o ambas.
Traslocación: alteración o cambio de ubicación o lugar, desplazamiento o cambio
de lugar de un fragmento de un cromosoma (ya sea homologo o no). Esto produce
alteraciones ya sean físicas o mentales al individuo.
Trisomía 21: fenómeno anormal de la presencia de un trío de cromosoma de un
tipo dado, ya que normalmente se presenta en pares.
Tristeza: cualidad que denota pesadumbre o melancolía
Vergüenza: sentimiento ocasionado por alguna falta cometida o por alguna acción
deshonrosa y humillante.