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CAPÍTULO 2. ELEMENTOS CONDICIONANTES EN LA FORMACIÓN
DOCENTE.
Es evidente que la formación docente al igual que cualquier otro fenómeno de tipo
social, se encuentran condicionados por diferentes factores, por lo cual conviene
conocerlos e intentar un análisis holístico que de cuenta acerca de las
multideterminaciones que dan forma y sustento a este fenómeno en particular.
La formación docente está contextualizada, esto es, las condiciones particulares
en las que se desarrolla son las que generan su peculiaridad: los proyectos de
sociedad, el proyecto económico y los valores y actitudes que promueve, la cultura
específica de un país, las políticas nacionales educativas, el nivel económico de la
nación, el grado de interdependencia existente con otros países, el nivel de
autoridad de las instituciones de educación superior con relación al estado, el nivel
de autonomía del mismo docente y hasta la percepción social de la docencia, son
algunos de estos elementos que se deben considerar para analizar cabalmente
cualquier evento.
En este caso, abarcaremos fundamentalmente los proyectos de sociedad que
desde occidente se han implementado e intentado reproducir con sus respectivas
adecuaciones derivadas de la resistencia, al resto del mundo; dichos proyectos
han permeado de diferentes formas y magnitudes a los procesos de formación
docente, estamos hablando de la modernidad y de las teorías acerca de la
posmodernidad, pero también estamos señalando la necesidad de ubicarnos
concretamente en este tiempo preciso, en el cual la globalización y el
neoliberalismo son una realidad que necesita ser dimensionada como un elemento
esencial condicionante en dicho problema, lo cual no se contradice ni se separa de
lo primero mencionado, es decir de los proyectos de modernidad y
posmodernidad, sino que al contrario se complementan de manera lógica para
explicar la actualidad.
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En función de ello, se realizará un breve análisis acerca de las repercusiones que
estos factores han tenido en la educación superior, particularizando en el caso
específico de México, ya que evidentemente la modernidad, posmodernidad,
globalización y neoliberalismo han tenido un desarrollo peculiar en este país; a
partir de ahí, se desarrollará el problema de cómo la profesionalización como un
rasgo característico de la modernidad, una exigencia de la globalización y un
requisito en las economías neoliberales, se ha constituido en la pretensión a lograr
en la formación de docentes, concretamente dentro de las instituciones de
educación superior, las cuales además, se han visto condicionadas por diversas
instancias, siendo las internacionales tales como la Unesco, el Fondo Monetario
Internacional, la O. C. D. E. y otras de importancia capital considerar al respecto.
2.1. La modernidad y la posmodernidad.
Mucho se ha discutido en torno a estos dos conceptos que no sólo encierran en
sí mismos una definición, sino todo un proyecto de mundo, en efecto la
modernidad y la modernización que como veremos adelante son un tanto distintos,
se han convertido en temas de reflexión y actitudes a seguir en algunos casos o a
evitar en otros. La modernidad y la modernización son hoy en día fenómenos que
sirven a sus apologistas y a sus detractores como argumentos para defender o
criticar ciertas situaciones actuales, algunos la consideran como aquella que ha
traído un mejor nivel de vida y mayor confort para los humanos; el resto, entre
ellos los llamados posmodernistas, la culpa de la situación desastrosa en la
economía mundial y de sus consecuencias sociales, de la destrucción del medio
ambiente, del malestar social, de los conflictos bélicos y sus consecuencias
sociales. pero antes de su caracterización, debemos esclarecer dichos conceptos.
De acuerdo con Kurnitsky (1994) y Habermas (1986), el término moderno se
emplea desde el siglo V en la Europa occidental, en particular para designar a
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todo aquello que es de reciente formación, dirigiéndose en ese momento y espacio
específico a la religión católica que es la dominante en contra de los cultos
paganos greco-romanos anteriores. A partir de ahí, el término se usa cada vez que
surge algo novedoso en cualquier aspecto de la vida.
Sin embargo no es sino hasta la ilustración en particular (siglo XVIII), cuando el
proyecto de la modernidad, y ya no el mero concepto, cobra relevancia, pues con
el desarrollo de la ciencia y en particular la física, química y otras de la misma
área, se vislumbra en la sociedad un porvenir brillante, a decir de Kurnitsky
(1994:25): "la filosofía de la ilustración en el siglo XVIII, creía que la secularización
de la vida religiosa aboliría la angustia de los hombres y liberaría al mundo de la
magia... el mundo se ha convertido en un objeto calculable dispuesto para su
explotación en beneficio del hombre". Esto quiere decir que se vislumbraba a la
ciencia como la herramienta que permitiría resolver todos los problemas a que se
enfrentara la humanidad, tan es así que comienzan a surgir una serie de utopías
como el socialismo científico o el mismo capitalismo con sus promesas cada cual.
Se debe considerar que la modernidad ha sido un movimiento que se opone a las
sociedades pre modernas o llamadas también tradicionales, cuyas características
son mencionadas por Guevara (1994):
• El rango o la casta son el punto de partida para la distribución de los roles
sociales.
• Domina una visión particularista, regional de la realidad.
• Orientación al pasado.
• Cohesión social íntima entre los individuos.
• Escasa división del trabajo.
• Función importante de la religión.
• Utilización de la tradición.
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• Regímenes autoritarios y patriarcales.
En efecto, la modernidad inicialmente se ha considerado como un movimiento
hacia la solución de todos los problemas humanos, tanto sociales como naturales;
la percepción del siglo dieciocho era que la ciencia podría lograr la felicidad del
hombre a través de la ciencia y de sus productos; hoy en día ya no se cree tanto
en ese supuesto, pues como afirma Lozano (1996), este proyecto va ligado a la
idea de progreso, y este último concepto ha sido usado más bien de una manera
ideológica y tendenciosa a favor de las clases poseedoras que con el significado
original de la ilustración y sus representantes, con lo cual se ha generado una
serie de problemas no previstos hace doscientos años "debemos entender por
progreso el poder de transformar y controlar la naturaleza. La idea del progreso se
halla indiscutiblemente ligada al encumbramiento de la ciencia moderna... por vez
primera en la historia, el hombre pudo convertirse en dueño y señor de la
naturaleza, que durante miles de años respetó"(261). Todo esto con sus
respectivas consecuencias en cuanto a la destrucción de la naturaleza que ha
llegado a límites insospechados, particularmente en los países que sirven de
fuente de abastecimiento y como mercados de consumo para los más
industrializados, además de los cambios que en cuanto a las relaciones sociales
ha acarreado dicho proceso en las ciudades, tales como las transformaciones
ocurridas al interior de las familias, que hoy son más nucleares o incluso
desorganizadas que extensas; el estatus de la mujer se ha modificado también al
igual que el de los jóvenes y los ancianos; la transitoriedad, el anonimato, la
impersonalidad, el utilitarismo, la indiferencia y en suma la enajenación son parte
de la personalidad común y corriente en esta sociedad.
Cabe mencionar, que la conceptualización de modernidad, en los términos
definidos, ha sido motivo de polémica, lo cual hace complejo llegar a una
definición unificada; Además de que como se menciono anteriormente, se
distingue este proceso del de modernización, el cual según Kurnitsky se asocia
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con la palabra desarrollo para expresar la adaptación de las metas económicas y
culturales de una presión subdesarrollada del planeta en términos de su
productividad industrial, lo cual nos lleva a decir que la palabra modernizada
significa actualizar la vida social y económica a las posibilidades técnicas, sociales
y culturales, en este sentido "modernización quiere decir realización de la
modernidad, quiere decir entrar finalmente en camino de la realización de la
antigua utopía universal de nuestra civilización: los derechos humanos, la igualdad
de todos los hombres" (Kurnitsky: 1994:29). En este sentido, se considere a la
modernidad como el proyecto humanista pensado por los filósofos de la
ilustración, y a la modernización como un proceso de cambio que pretendería
lograr dichos propósitos y actualizarse en función de ciertos parámetros
novedosos. Para Habermas (1986:22): "la modernidad se rebela contra las
funciones normalizadoras de la tradición; la modernidad vive de la experiencia de
rebelarse contra todo cuanto es normativo" y se caracteriza por la aparición de tres
racionalidades que son dominadas por expertos: la racionalidad cognitiva-
instrumental; la moral-práctica y la estética expresiva. Para este autor, la
modernidad es un proyecto incompleto, que fue formulado por los filósofos de la
Ilustración para el enriquecimiento de la vida cotidiana, pensando que las artes y
la ciencia promoverían la comprensión del mundo, del ser humano y por lo tanto el
control y el progreso justo de la humanidad. Este ideal, no se ha culminado, por
eso, constituye un proyecto, que podría retomarse o obandonarse. Para lograr lo
primero,"la gente ha de llegar a ser capaz de desarrollar instituciones propias que
pongan límites a la dinámica interna y los imperativos de un sistema económico
casi autónomo y sus complementos administrativos..." (Habermas: 1986:34), a lo
cual agrega que, hoy las oportunidades de lograr esto no son muy buenas . Así,
para este autor(1982:12) , la modernidad es un proyecto y en cambio la
modernización la define como:"... a una gavilla de procesos acumulativos y que se
refuerzan mutuamente: a la formación de capital y a la movilización de recursos; al
desarrollo de las fuerzas productivas y al incremento de la productividad en el
trabajo; a la implantación de poderes políticos centralizados y al desarrollo de
identidades nacionales; a la difusión de los derechos de participación política, de
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las formas de vida urbana y de la educación formal; a la secularización de valores
y normas, etcétera".
Giddens (1997) afirma que la modernidad implica una serie de instituciones y
modos de comportamiento impuestos primeramente en la Europa posterior al
feudalismo y que recientemente ha adquirido un carácter mundial, para dicho
autor, el término modernidad puede equipararse al de industrialización y a las
relaciones sociales que lleva consigo el empleo generalizado de la fuerza física y
la maquinaria en los procesos productivos. Afirma también que la dinámica social
de la vida moderna puede ser explicada por la presencia de tres factores: la
separación entre tiempo y espacio que permite entre otras cosas, conocer lo que
ocurre en cualquier lugar del mundo en todo momento; los procesos de
desenclave que han propiciado la ruptura de las culturas y su posible inserción en
la globalización; y la reflexividad, que implica la posibilidad de cuestionar todo
desde una óptica un tanto derivada del avance científico, aún cuando menciona
que: "la modernidad reciente se caracteriza por un escepticismo generalizado
respecto a las razones providenciales ligado al reconocimiento de que necesita y
la tecnología tienen un doble filo y crean nuevos parámetros de riesgo y peligro, al
tiempo que ofrecen posibilidades beneficiosas para la humanidad"(1997:43).
Entonces Giddens concibe a la sociedad actual como una modernidad reciente.
Por su parte, Foucault (l988: 295), afirma que:
"... nos encontramos preguntándonos si la modernidad constituye la consecuencia
de la Ilustración y su desarrollo, o si estamos por ver una ruptura o desviación de
los principios básicos del siglo XVIII... me pregunto si no podríamos imaginar a la
modernidad más como una actitud que como un período histórico".
En efecto, Foucault, plantea a la modernidad como una actitud, como una manera
de relacionarse con la realidad actual, como la opción voluntaria que hacen unas
cuantas personas, como una manera de pensar, sentir y actuar, con apego a
tareas..
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Para García Canclini (en Magendzo: 1996) las interpretaciones de la modernidad
con relación a la cultura, se pueden condensar en cuatro movimientos:
• Proyecto emancipador. Pues existe una secularización de los campos
culturales debido a la racionalización de la vida social y el individuo creciente.
• Proyecto expansivo. Tendencia a extender el conocimiento y posesión de la
naturaleza, la producción, circulación y consumo de bienes.
• Proyecto renovador. Que implica dos posturas, por un lado el mejoramiento
constante de la relación con la naturaleza y la sociedad, liberadas ya de lo
religioso y su visión del mundo y también como una necesidad de reformular
constantemente los signos de distinción que el consumo masificado genera.
• Proyecto democratizador. Movimiento que confía en la educación, la difusión
del arte y los saberes especializados para lograr una evolución racional y
moral.
En suma podemos decir que cuando los diversos autores se refieren al concepto
de modernidad están abordando básicamente al proyecto que desde la ilustración
surgió y que se desarrolló de diversas maneras en los diversos contextos y en
cambio cuando se habla de modernización, se habla de un proceso de búsqueda
de la modernidad, además de las formas peculiares en las que se ha dado, con
todo lo que ello implica y que en el criterio de Inglehart (1994) y otros autores ya
mencionados, haciendo un esfuerzo de síntesis, podemos resumir en los
siguientes aspectos:
•Urbanización.
• Se tiene la idea del hombre como un ser infinitamente perfectible. La percepción
de occidente implicaba la superación del individuo, la cual ha sido posteriormente
manipulada de acuerdo a ciertos intereses económicos.
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•La acción comunicativa se centra en la reproducción de valores y normas de
racionalidad económica y administrativa, o sea, una racionalización, guíada por
normas.
•Desarrollo de medios masivos de comunicación, con la consiguiente
estandarización de gustos, intereses, productos, servicios, etc.
• Se establece una estructura estable del ser (estabilidad ideal), con base en un
tipo ideal.
•Surgimiento de la clase empresarial.
• Industrialización creciente y producción en masa.
• Transferencia del prestigio y el poder de la sociedad al Estado.
• Educación formal masiva.
•Las visiones del mundo o grandes relatos, se organizaron para usarse como
criterios de validez: verdad, rectitud normativa, autenticidad y belleza (cosmovisión
científica). De esta manera, el discurso científico podía institucionalizarse. El
materialismo histórico y el positivismo son ejemplos de ello.
• Secularización. La ciencia sustituye a la religión en su papel normativo y de
explicación del mundo, podría decirse que se convierte en una nueva fe.
•Se tiende a justificar el orden social, la existencia de un gobierno de élites y
cumplir con la función social que a cada uno nos corresponde; por lo tanto, se
legitima la imposición y la violencia.
•Existe una libertad "enmascarada": la libertad de mercado predomina y se
considera a la que como consecuencia acarreará a las otras libertades.
• Nacimiento del Estado moderno.
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•Se busca el prestigio y el poder, con base en la organización racional del
conocimiento, de la economía, de la tecnología, por lo tanto se fomenta la
competencia y el bienestar material.
• Burocratización.
•Aparecen las profesiones especializadas, relacionadas con el dominio o
capacidad de un campo específico del conocimiento.
•Se da una visión de historia naturalista, cíclica y unificada.
•Las instituciones se convierten en mecanismos de legitimación.
Además de esas características podemos mencionar otras tantas que
complementen las anteriores como la masificación de los mensajes, la futuridad, el
hedonismo y por supuesto, lo que ya se esbozó anteriormente, el predominio de la
racionalidad instrumental o técnica, la cual se deriva del avance científico de las
ciencias naturales principalmente y que según Hirsch (1997), consiste en la
adecuación de los medios a los fines, siendo esta la que se ha presentado como
dominante ya que se supone formal, normativa, abstracta, universal y útil,
fundamentándose en los avances científicos y tecnológicos para el logro de dichos
fines, sean estos los que sean, el caso es presentar a los medios como legítimos,
neutrales, objetivos, precisos y por lo tanto científicos, en este sentido se afirma
que: "parte de la ideología científico-tecnocrática consiste en su insistencia de que
sólo en la ciencia puede existir conocimiento y verdad; y que por ello, todas las
esferas de la vida deben ser dominadas por ella" (Hirsch. 1997. 50). De esta
característica en particular hablaremos más tarde cuando desarrollamos el
fenómeno de la profesionalización del docente. Primero debemos aclarar que para
las sociedades como la de México, las condiciones en que se ha desarrollado este
proyecto, son distintas a las que han ocurrido en Ocidente, por lo cual para Riggs
(en Guevara: 1996: 622)
"... en las sociedades en transición, "prismáticas", como la nuestra, los valores
tradicionales y modernos se aglomeran sin que los últimos sustituyan a los
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primeros. Se da valor al mérito, pero mas si se respalda con un blasón familiar,
status social, o pertenencia a un grupo o comunidad relevante; se tiene una visión
universalista, pero si se refiere a la familia, al grupo o a la comunidad y hasta
localidad propias, es particularista; se valora la especialización, pero muchos de
los roles permanecen mezclados y difusos; se aprecia la ciencia, pero subyace
una mentalidad mágica; se anhela un futuro diferente, pero sin perder las ventajas
ancladas en el pasado... formalmente se es moderno, mas en la práctica
tradicional".
Para autores latinoamericanos como Octavio Paz o Carlos Fuentes, el hecho de
que hayamos sido colonizados por España y Portugal, las naciones mas atrasadas
de Europa en su momento, hijas de la monarquía universal católica, la
contrarreforma y otros movimientos antimodernos, obstaculiza aún hoy el acceso a
la modernidad real, pues de manera formal se ha llegado pero no en su totalidad,
como por ejemplo para García Canclini (en Magendzo: 1996: 121), al referirse a la
situación de la modernización latinoamericana se expresa de la siguiente manera:
"Modernización con expansión restringida del mercado, democratizando para
minorías, renovación de las ideas pero con baja eficacia en los procesos sociales";
algunos mas se refieren a lo que ocurre en países como el nuestro como
modernos falsos, todo lo cual se debe considerar si no se quiere incurrir en una
visión etnocentrista occidentalizada de los fenómenos que nos interesan conocer.
Ahora bien, tanto la modernidad como la modernización han sido
cuestionadas desde las teorías de la posmodernidad, las cuales son diversas, así
por ejemplo para Kurnitsky (1994: 23), la posmodernidad se asocia con la versión
neoliberal del mundo:"de acuerdo con la interpretación posmoderna ya estamos
viviendo en una nueva época. Hemos superado la historia: nos hemos despedido
de sus falsas promesas de un porvenir paradisiaco con un bienestar social para
todos en un futuro lejano. Según esta interpretación ya estamos viviendo en el fin
de la historia, atraídos por las vivencias que nos ofrece el mercado actual... el
mundo posmoderno está manejado y arreglado por un mercado neoliberal que no
requiere ninguna intervención política o social". Posteriormente dicho autor señala
que si acaso el 10% de la población mundial vive bajo este supuesto. Por otro
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lado, existen interpretaciones posmodernas, que también son consideradas como
neo conservadoras, en donde según Habermas, ( 1986: 19) "La posmodernidad se
presenta claramente como antimodernidad" Para este, los posmodernistas como
Bell, ven a la modernidad como un proyecto real y aún dominante, pero muerto, y
consideran que en el posmodernismo habrá o hay un renacimiento de la
religiosidad, lo que unido a la fe en lo tradicional proporcionarán a los individuos
identidades claramente definidas y seguridad existencial.
Para A. Toffler (en Magendzo: 1996), la sociedad postindustrial de la tercera ola,
se caracteriza por:
• Desplazarse hacia el pasado, negando la homogeneización masiva de la
modernidad y proponiendo en contrapartida la diversidad en todas sus
manifestaciones.
• Hay así un rechazo al gigantismo de la sociedad moderna (grandes fábricas,
hospitales supermercados, formación masiva universitaria, etc.) para favorecer
la vuelta a lo pequeño;
• Hay una crítica a la estandarización de los productos para ofrecer mayor
diversidad;
• También se da una crítica a la burocratización de las organizaciones, para
favorecer organizaciones diversificadas, flexibles y adaptables;
• Se da un rechazo también a las leyes universales para posibilitar las diversas
interpretaciones;
• Se favorece la desconcentración del poder y la participación activa de las
personas en todos lo ámbitos de decisión;
• También se favorece la multiplicidad de mensajes para escapar de la
masificación de la comunicación .
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Brunner (en Magendzo: 1996)por su parte dice que los puntos centrales que la
posmodernidad critica a la modernidad son los siguientes:
• Un rechazo del sujeto y la razón totalizante, presentando como contrapartida
la preocupación por los movimientos marginales, minorías y la micropolítica.
• Lo que Lyotard denomina los "grands récits" de la modernidad, tales como la
dialéctica del espíritu, la emancipación de los trabajadores, la sociedad sin
clases, etc.
• El descubrimiento de la radical fragmentación de la sociedad donde cada
grupo es único y separado, inclusive cada individuo así lo es. Lo que domina
entonces es el pastiche (copia de estilos muertos), el collage... el injerto, la
alegoría y la cita. (p.116)
En sí, se considera que el concepto de posmodernidad se ha empleado de
diversas maneras dependiendo de la postura, pero se sugiere que este fenómeno
se caracterizaría por alejarse del énfasis en la eficiencia económica, la autoridad
burocrática y la racionalidad científica, para dirigirse a una sociedad mas humana
y con mayor autonomía individual. Inglehart reconoce cinco aspectos que marcan
a la posmodernidad:
• El paso de valores de escasez a valores de seguridad. Dentro de este nuevo
sistema, los valores que desempeñaron un papel clave en el surgimiento de la
sociedad industrial -el éxito, crecimiento y racionalidad económicos- han
perdido importancia para dar paso a la realización personal y satisfacción en el
trabajo, la tolerancia, autoexpresión y participación.
• Una menor eficiencia y aceptación de la autoridad burocrática.
• El rechazo del modelo occidental y el colapso de la alternativa socialista.
• Una mayor importancia de la libertad individual y la experiencia emocional, y un
rechazo de toda forma de autoridad.
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• Disminución del prestigio de la ciencia, la tecnología y la racionalidad.
Resulta evidente que los proyectos de modernidad y posmodernidad no se dan de
manera aislada de los intereses económicos, políticos y sociales de los diversos
grupos que forman parte de una nación o civilización; las clases hegemónicas
intentan desviar hacia la consecución de dichos intereses, los proyectos originales
con sentido humanista de ellos; a su vez, este proyecto ya adaptado a dichos
intereses, se intenta imponer como legítimo y único válido a manera de ideología
al resto de las clases y a otras naciones, esto se da a través de los diferentes
mecanismos que para ello cuenta la clase dominante, entre los que se cuentan a
la escuela misma, pero en ese proceso de imposición y reproducción existe una
serie de contestaciones y resistencias que provocan nuevas adaptaciones y
cambios al proyecto original, perdiendo en gran medida el sentido auténtico. La
formación de docentes es solo uno de los tantos fenómenos que se ven
condicionados por dichos fenómenos dialécticos de imposición y resistencia, de
los cuales resultan procesos y productos complejos a indagar.
Ahora bien, como ya vimos antes, Kurnitsky considera que el neoliberalismo es la
expresión actual del proyecto posmodernista; otros lo conciben como la
culminación de la modernidad en tanto que hemos llegado a la cúspide de la
ciencia aplicada a la economía y a la sociedad, en todo caso, este proceso está
acompañado de otros mas que son importantes a considerar para el mejor estudio
de la formación docente, entre los cuales esta la globalización, de ello hablaremos
a continuación.
2.2. Globalización y neoliberalismo.
La competitividad, a decir de Ottone (1996), es actualmente uno de los rasgos
predominantes a considerar como categoría de análisis en cualquier fenómeno
social, ya que permea diagonalmente a todos los procesos que ocurren en la
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misma. Esta competitividad es producto en la modernidad reciente, para usar la
terminología de Giddens (1997), del proceso de globalización que no solo
repercute en el ámbito económico, sino en los otros que conforman una formación
histórico-social; cabe aclarar que esta categoría (la competitividad), no es un
producto de reciente acuñatura, pues desde el surgimiento del capitalismo se
viene gestando como un valor esencial, ya que esto permite lograr mejores
beneficios en los individuos como en las organizaciones o instituciones; así para el
siglo XVI, los europeos comienzan a cobrar conciencia de la necesidad
inaplazable de establecer estados-nación que los separaran de los competidores,
surgiendo con ello las revoluciones y diversidad de movimientos que las
acompañaron con la finalidad de crearlos . Lo mismo ocurre en otras partes del
mundo. En América Latina se sigue este modelo debido al dominio en que hemos
vivido y por ello a la susceptibilidad imitativa con la que este subcontinente ha
tomado lo que ocurre en Occidente, aunque por supuesto, matizado con sus
particularidades que la resistencia y contestación crean, pues como afirma
Williams: " la realidad de cualquier hegemonía, en un amplio sentido político y
cultural, es que, aunque por definición sea siempre dominante, nunca es total o
exclusiva... no sólo existe pasivamente como una forma de dominio. Tiene que ser
continuamente renovada, recreada, defendida y modificada. También es objeto
continuo de resistencia, de limitación, de alteración y de desafío por presiones que
no siempre le son propias."(....: de Leonardo:1986:36).
De idéntica forma ocurre con la globalización actual que debemos de entender
como:
"... aquellos procesos tecnológicos, reordenamientos económicos, fenómenos
políticos y situaciones anímicas que hacen a los países del planeta mas
intervinculados entre sí" (Del Valle. en: ANUIES: 1992:98). En efecto, el
intercambio de productos, servicios, capitales, información, cultura e incluso
personas (como si fueran bienes), caracterizan a este proceso, que de otro lado
ha generado entre otros fenómenos una mayor desigualdad social en algunos
países (Africa y América Latina principalmente) y mayor equidad en otros que han
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sabido anticiparse y prepararse adecuadamente para responder a los retos que
implica una mayor competitividad (el sureste asiático es un ejemplo de esta
adaptación).
Hoy en día se reconoce que la competitividad puede ser espuria, cuando se basa
en las ventajas de los salarios bajos y la destrucción de los recursos naturales; o
auténtica, cuando se fundamenta en la incorporación del progreso técnico con el
consiguiente incremento de salarios, prestaciones y condiciones de vida en
general (Fernando Fajnzyllber, en Ottone. 1996). Entonces, se admite que la
capacidad de competencia de un país con relación a los mercados
internacionales, se debe principalmente a la capacidad que se tenga para crear,
difundir e incorporar a los sistemas productivos, los progresos de la ciencia, y esto
ocurre así porque a nivel mundial, los factores que se consideran como básicos
para poder competir son ahora la calidad, la rapidez, la confiabilidad en la entrega
y la capacidad para ampliar la gama de productos y servicios requeridos en los
diversos mercados. Así, los recursos humanos calificados y las instituciones
donde se forman, son actualmente, cuestiones que deben ser tratadas y resueltas
donde aún no se haya hecho o reforzadas constantemente donde ya se tiene un
buen avance al respecto, en efecto, como menciona Ottone (1996:139) "Cada vez
existe mas coincidencia en los análisis cuando señalan que para incrementar su
competitividad, el mayor desafío que enfrentan las naciones es la transformación
de la calidad educacional. Es abundante la evidencia de una alta correlación entre
el esfuerzo educativo y la capacidad de conjurar los peligros mas graves de
desigualdad y exclusión... tal como aparece en las experiencias recientes de los
nuevos países industrializados del sudeste asiático."
Y es que ahora, se reconoce en la perspectiva empresarial hegemónica al trabajo
como una fuente de riqueza, como el eje de la producción, pero no en el sentido
espurio, sino auténtico, es decir un trabajo estrechamente vinculado al
conocimiento, al manejo de la información, al conocimiento de la ciencia y la
tecnología, por lo cual, obviamente, la educación que se requiere para este tipo de
trabajador debe de ser diferente, pues como afirma Sol (En Pallán: 1995:54): "La
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presión de la competencia, principalmente a partir de la internacionalización de los
mercados, en el caso de los sectores económicamente productivos, la exigencia
de eficiencia en la gestión que se plantea en empresas e instituciones, la
actualización profesional permanente e incluso la capacitación personal para
enfrentar demandas de la subsistencia cotidiana se vuelven en una presión y
exigencia sobre las universidades en cuanto instituciones de capacitación de
recursos humanos, como depositarios de información y conocimiento, como crisol
y depósito del desarrollo científico-tecnológico y como actor cultural por
excelencia"
En este sentido, con la aparición de criterios y estándares de calidad que se
hacen moda reciente rápidamene, se vuelve la vista hacia la escuela como
creadora de recursos humanos calificados, aún cuando se admite que, cuando
menos en una buena parte del mundo (México entre esta), la escuela se enfrenta
a una fuerte crisis en sus funciones básicas: socializar y capacitar. En esto
podemos articular la problemática de la formación docente que es fundamental
para el adecuado desarrollo de estas funciones y lograr las pretensiones de una
competitividad auténtica.
Ahora bien, para articular la competitividad con la globalización y esta a su vez con
el desarrollo del neoliberalismo, diremos que es este último un proyecto de
reestructuración capitalista a nivel mundial impulsado por el capital financiero y
transnacional que tiene como objetivo principal la revocación del compromiso de
clases asumido por el Estado benefactor, para lograr una imposición de una
hegemonía más clara del capital frente a las clases trabajadoras, lo cual se
lograría a través de reformas en la estructura y orientación de la economía y
aparato del Estado; en este sentido, según Gilardi (1992:119) las principales
reformas impulsadas por este sistema a nivel mundial son las siguientes:
• "El restablecimiento de los mecanismos automáticos del sistema económico y
la máxima dependencia, para su regulación, de las fuerzas del mercado.
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• La liberalización de trabas proteccionistas al intercambio de mercancías y
capitales entre las naciones.
• La reducción al mínimo de la participación del Estado en la economía, así
como de su función reguladora; tanto desde el punto de vista estrictamente
económico, como de aquella que tiene que ver con la canalización de cierto
excelente (gasto social).
• La aplicación de una política monetaria (tasas de interés, control del circulante,
etc.), más que una política fiscal (gasto público, impuestos, etc.), para la
movilización y asociación de los recursos existentes, así como para la
canalización del excedente económico.
• La priviligiación de la estabilidad monetaria por encima de cualquier objetivo,
incluso el crecimiento económico y, por supuesto el bienestar de las clases
populares.
• La circunscripción de la organización sindical a las relaciones internas de la
empresa, bajo el criterio de concebir a la clase obrera como un factor más de la
producción."
En México esta política se ha visto cristalizada en una serie de acciones que
implican el grado de avance de la política transnacional, dichas acciones serían
entonces entre otras: la reprivatización de la economía (venta de las empresas
estatales y paraestatales) desmantelamiento del proteccionismo y apertura
comercial y financiera ( entrada al GATT, Tratado de Libre Comercio, etc. );
reorientación del aparato estatal y sus funciones (lo que ha implicado un dramático
recorte al gasto social); adelgazamiento de la estructura administrativa del Estado
(desaparición y congelamiento de plazas, desaparición o absorción de
dependencias gubernamentales); nueva ley del seguro social; modernización
educativa basada en criterios de competitividad con parámetros de excelencia y
calidad. Esto último, además del recorte a los gastos en educación, son parte
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importante de las politicas neoliberales que han repercutido en la educación
superior de lo cual hablaremos a continuación.
2.3. Educación superior, modernidad y globalización.
La educación ha sido concebida por el proyecto de la modernidad como una
herramienta técnicamente capaz e indispensable para el control social, todo ello
fundado en el poder de la ciencia; así la universidad fue creada como un centro de
conocimiento, sin embargo actualmente esta percepción se ha modificado, ya que
hoy se percibe más como un espacio donde los estudiantes acuden a adquirir los
saberes y destreza necesarios para intercambios en el mercado profesional,
obteniendo para ello los certificados que les avale dichos dominios y los
profesores se dedican a producir y reproducir información y conocimientos que se
pueden vender.
Todo esto tuvo su inicio con el renacimiento europeo el cual sugería la creación de
un hombre nuevo que fuera colocado como centro y medida de todo, capaz de
dominar y transformar a la naturaleza por medio de la razón; este sueño se fue
materializando con la ilustración, donde la educación adquirió el estatuto de
práctica legítima, convirtiéndose en una institución social con fines propios.
Simultáneamente el estado nación es creado: en el la razón se absolutizó, el saber
adquiere rasgos del poder, desde el estado comienza la transformación social,
entonces esta se asocia con la educación y la escuela en consecuencia se
convierte en el espacio donde la utopía del hombre nuevo se realizaría y en ello
las universidades jugarían un importante papel como centro consagrado al saber.
Al mismo tiempo, la ciencia se erige como un pensamiento positivo, se considera
a la realidad como un objeto observable, cuantificable, manipulable al deseo
humano, que lo lograría por medio de la racionalidad científica, que de acuerdo a
Andión (1992:13) "la razón científica se transfigura en un instrumento del poder,
19
adoptando la forma de un saber tecnológico materializado en dispositivos técnicos
diseñados de acuerdo a fines político-ideológicos, que para el caso de la
educación, se justifican apelando a la necesidad de incrementar la eficacia de la
acción educativa en su función transformadora y reproductora de valores sociales
legítimos". En este sentido, es posible comprender el surgimiento de la sicología
educativa, la didáctica, la planeación y otra serie de herramientas y disciplinas que
intentan prescribir la acción educativa con una visión racional instrumental.
Se puede afirmar que la modernidad ha reducido las funciones universitarias a
una expresión estrictamente funcional para el sistema en el cual el modelo de
universidad tecnocrática, diseñada como un centro productor de saberes
tecnológicos y cuadros técnico-profesionales adaptados a la lógica y dinámica del
sistema económico y social de los mercados, es el dominante; así la ciencia se
hace subsidiaria de la tecnología perdiendo con ello su potencial emancipador que
la ilustración le dotara.
Esta misma situación se vive en las instituciones de educación superior, en las
cuales, dados los condicionantes de la modernización, globalización y
neoliberalismo imperantes, ocurre que el estado ha pretendido desarrollar ciertas
políticas caracterizadas por buscar ciertos objetivos adecuados al sistema, tales
como la "vinculación directa entre educación y aparato productivo, control y
regulación de la matrícula y creación de aparatos técnico-burocráticos e instancias
legales para la aplicación de las directrices estatales, son las líneas bajo las
cuales se desenvuelve la política oficial" (Gilardi: 1992: 131).
Al mismo tiempo, las políticas neoliberales, para justificar los recortes
presupuestales a las instituciones de educación superior y la contención y
disminución de la matrícula, realizan desde las instancias burocráticas de ellas,
una serie de campañas para descalificar al mismo sistema educativo y a los
jóvenes, argumentando la baja o nula capacidad de ambos para lograr una buena
calidad educativa, lo cual consistía en un elemento racionalizador para la
cancelación de oportunidades a la población en general, sustentada en nociones
tales como la excelencia, competitividad y eficiencia.
20
Dada la dialéctica entre las pretensiones neoliberales modernizadoras con relación
a la universidad y las posturas diversas que en ella existen y que van desde las
tradicionalistas hasta las tecnocráticas, se ha caracterizado al sistema de
educación superior nacional con los siguientes rasgos distintivos:
• Extensión nacional con fuertes desigualdades regionales.
• Transformación de la composición de la población escolar, con pérdida del
carácter elitista.
• Diferenciación cualitativa con tendencia a la segmentación.
• Conservación de las estructuras académicas tradicionales.
• Diversificación de las opciones formativas, con marcado predominio de las
áreas destinadas al sector terciario.
• Concentración del financiamiento en el gobierno federal.
• Desarrolló que un mercado de trabajo académico con un importante sector
profesionalizado.
• Complejización organizaciones y fortalecimiento de los actores burocráticos.
Esta última característica nos resulta importante recalcar, ya que es un resultado
de la modernidad en tanto que se considera que la burocratización es una
consecuencia de dicho proyecto en las diversas instituciones, en las cuales el
término planeación se concretiza como una medida para controlar
"científicamente" los diversos procesos a que se enfrentan las universidades, que
dentro de esta lógica, se convierten en organismos certificadores de habilidades y
destrezas laborales.
Para Chehaybar (1999) en su análisis de la prospectiva de la formación docente
para la educación superior en México, afirma que el neoliberalismo mexicano más
reciente ha repercutido en este nivel de varias formas, siendo una de las más
21
importantes para la formación del profesorado, el surgimiento del programa de
modernización educativa, que busca lograr la calidad educativa en todos los
niveles por medio de los lineamientos de eficacia, eficiencia, competitividad,
pertinencia y exigencia, para vincular a la educación con el sector productivo de
bienes y servicios; así la formación y actualización de docentes a nivel medio
superior y superior forman el eje de dicho programa, siempre y cuando se sustente
en las premisas ya mencionadas que le son funcionales al sistema neoliberal.
2.4. La profesionalización del docente.
Debemos admitir entonces, por todo lo anteriormente mencionado que debido a el
proyecto de modernidad y por la globalización, la educación deviene en factor
fundamental para el desarrollo de un país y en particular, como ya se citó
anteriormente, la educación superior juega un papel primordial en este proceso,
pues una de sus funciones es la investigación científica y humanística, con lo cual
puede lograrse dicho proyecto; y en esto, algo prioritario a considerar, es la
formación docente, pues según Ferry (1991 :11) "... la formación de los
enseñantes es el problema clave dentro del sistema educativo, que la manera en
que se forman los enseñantes (de acuerdo con ciertos objetivos, ciertos modos,
para ciertas prácticas, en que sentido, etc.) ilustra y determina la orientación de la
escuela, no solamente en el plano de la transmisión de conocimiento, sino también
en el sistema de disposiciones estructuradas de una cultura que Bourdieu
denomina hábitus en concreto, de una ideología. Parece ser en efecto, que la
institución de formación de los enseñantes es el lugar de mayor concentración
ideológica, lugar donde se efectúa la interiorización, por parte de los futuros
maestros, de los valores y de las normas de una sociedad con miras a una futura
exteriorización dentro de la acción educativa, a escala nacional".
22
De ahí la importancia que la formación docente ha cobrado en la sociedad, ya que
la educación constituye una importante institución por medio de la cual la
hegemonía encuentra uno de sus principales canales, aunque como ya se dijo
anteriormente, esta hegemonía no se logra de manera unilateral o lineal, sino más
bien con muchas resistencias que van dando una nueva forma a las ideas
originales del proyecto. También hay que decir que la formación docente es
considerada actualmente como una parte fundamnetal del proceso educativo, y
este, a su vez del desarrollo de la sociedad. En la Declaración Mundial Educación
para todos, aprobada en 1990 en Jomtien, Tailandia se dice que, " el progreso de
la educación depende en gran medida de la formación y de la competencia del
profesorado, como también de las cualidades humanas, pedagógicas y
profesionales de cada educador" (en Imbernón: 1998: 18). Así, se concibe a la
formación docente como un proceso ineludible a desarrollar en toda sociedad y el
mecanismo idóneo para esta finalidad ha sido el de la profesionalización, pero
entendiendo a esta en un sentido racional instrumental; por lo cual, hay que
esclarecer, para llevar un orden lógico de ideas, que la modernidad como
proyecto, suponía como ya se ha dicho antes, que la racionalidad sería la fuente
de felicidad para el hombre, ya que con ella, se lograría el control y transformación
de la naturaleza y la sociedad; "independientemente de su filiación teórico-
disciplinaria, el conocimiento científico sobre la realidad educativa se funda en una
racionalidad motivada por la voluntad de poder: poder saber, poder hacer, poder
transformar la propia realidad sobre la que se actúa a través de la razón"(Andión:
1992:13)
Ciertamente este tipo de racionalidad instrumental, se nos presenta como
dominante, esto seguramente debido a la hegemonía de los sistemas económicos,
como el capitalismo, que en particular se ha beneficiado del desarrollo científico.
Ahora bien, en el campo de la educación esta racionalidad instrumental ha tenido
amplio impacto, ya que se ha concebido como la única forma en que se pueden
lograr resultados (fines) de mejor calidad, con un uso adecuado, racional de los
diferentes recursos (medios); así, la estructuración del currículum, el desarrollo de
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la didáctica y la formación de docentes entre otros, son algunos de los ejemplos
donde esto ha tenido amplio margen de acción, pues como afirma Contreras
(1997: 64): "la idea básica del modelo de racionalidad técnica es que la práctica
profesional consiste en la solución instrumental de problemas mediante la
aplicación de un conocimiento teórico y técnico, previamente disponible, que
procede de la investigación científica. Es instrumental, porque supone la aplicación
de técnicas y procedimientos que justifican todo con tal de conseguir los efectos o
resultados deseados."
Ahora bien, hay que reiterar que una de las características de la modernidad es la
especialización en las, habilidades y destrezas, que obviamente serían
proporcionados en las escuelas y que serían regidos por el conocimiento
científico. La especialización pretendería lograr ese poder explicar, explicar para
controlar o transformar las realidades.
En este sentido, encontramos ya el concepto que es básico para conectar la
modernidad con la pretensión de controlar todo por medio de la racionalidad
instrumental, en el caso de la formación docente, nos referimos a la
profesionalización, que no es otra cosa sino la especialización del docente la cual
se ha convertido hoy en día en un tópico de moda, pero más allá de esto, en una
demanda del profesorado. En efecto, pareciera ser que la reivindicación del
profesionalismo por parte de los enseñantes obedece más bien a una serie de
características que usualmente expresan ellos como pertenecientes por derecho
propio a su oficio: la remuneración, horario de trabajo, actualización profesional, y
por supuesto la petición de un reconocimiento como profesionales, esto es, de
respeto y como expertos en su oficio, además del rechazo a la injerencia de
extraños en sus decisiones y actuaciones.
Analizando las diferentes conceptualizaciones y caracterizaciones hechas al
profesionalismo, podemos encontrar una fuente de mayor análisis.
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Se ha entendido a la profesionalización como un proceso autodirigido de
adquisición en las características de las profesiones, las cuales según Skopp (en
Contreras: 1997) serían las siguientes:
• Un saber sistemático y global.
• Poder sobre el cliente.
• Actitud de servicio.
• Autonomía o control profesional independiente.
• Prestigio social y reconocimiento legal y público de su status.
• Sub cultura profesional especial.
Por su parte Fernández Enguita ( en Contreras: 1997), señala como rasgos de la
profesión a los siguientes:
• competencia o cualificación en un campo de conocimientos.
• Vocación, o sentido de servicio.
• Licencia o exclusividad en el servicio.
• Independencia o autonomía.
• Auto regulación o control ejercido por el propio colectivo de profesionales.
Hoyle (idem), en una caracterización más completa dice que:
"1. Una profesión es una ocupación que realiza una función social crucial.
2. El ejercicio de esta función requieren un grado considerable de destreza.
3. Esta destreza o habilidad se ejerce en situaciones que no son totalmente
rutinarias, sino en las que hay que manejar problemas y situaciones nuevos.
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4. Por consiguiente, aunque el conocimiento que se adquiere a través de la
experiencia es importante, este saber de receta es insuficiente para atender las
demandas y los profesionales han de disponer de un cuerpo de conocimientos
sistemáticos.
5. La adquisición de este cuerpo de conocimiento y el desarrollo de habilidades
específicas requiere un período prolongado de educación superior.
6. este periodo de educación y entrenamiento supone también un proceso de
socializadora en los valores profesionales.
7. estos valores tienden a centrarse en la preeminencia de los intereses de los
clientes y en alguna medida se hacen explícitos en un código ético.
8. Como las destrezas basadas en el conocimiento se ejercen en situaciones no
rutinarias, es esencial para el profesional tener la libertad para revisar sus propios
juicios respecto a la práctica apropiada.
9. Como la práctica profesional es tan especializada, la profesión como
organización debe ser oída en la definición de la política pública relativa a su
especialidad. También debe tener un alto grado de control sobre el ejercicio de las
responsabilidades profesionales y un alto grado de autonomía en relación al
Estado.
10. La formación prolongada, la responsabilidad y su orientación al cliente están
necesariamente recompensada con un alto prestigio y un alto nivel de
remuneración." (contreras: 1997: 37)
Por otra parte, la ocupación, vocación, organización, formación, orientación y
autonomía (en Imbernón. 1998), coinciden con los demás autores ya
mencionados; Carr y Kemmis (1988. en Imbernón. 1998), proponen por su parte
analizar a las profesiones desde tres criterios fundamentales:
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• La existencia de un cuerpo de conocimientos provenientes de la investigación
científica y de la elaboración teórica.
• La asunción de un compromiso ético de la profesión respecto a sus clientes.
• El registro por una normativa interna de autoconsumo por parte del colectivo
profesional.
Ahora bien, lo esencial aquí es lo dicho por Contreras (1997 Cervantes: "...
cuando se ha comparado a los docentes con estas características, la conclusión
más habitual a la que se llega es que la única denominación que se les puede
aplicar es la de semiprofesionales, ya que se les considera faltos de la autonomía
respecto al Estado, que fija su práctica, carentes de un conocimiento
especializado propio y sin una organización monopolista propia que regule el
acceso y el código profesional. Por consiguiente, los rasgos de ideal de servicio (o
vocación), y de autonomía respecto al cliente (si se entiende aquí por tal al
alumnado) o trabajo no rutinario, no son elementos suficientes para que el oficio
de enseñar sea considerado una profesión". (37).
En todo caso es importante señalar que la profesionalización no solamente ha
sido una demanda que el profesorado ha promovido recientemente, pues también
al Estado le conviene intentar profesionalizar a la docencia, pues de esta manera
puede incluir a la racionalidad instrumental como el principal eje del trabajo en el
aula, logrando de esta manera el control de los procesos y resultados de la
enseñanza y el aprendizaje, pues para lo que se han usado los procesos de
profesionalización ha sido para introducir sistemas de racionalización en la
enseñanza, de tal manera que el fruto sea la homogeneización de las prácticas
docentes, la consiguiente burocratización y pérdida de autonomía del profesorado,
además de la delegación de la participación social en la educación; y es que la
profesionalización, ha encontrado su más fuerte argumento de legitimación en la
posesión del conocimiento científico, lo cual nos lleva a concluir que la formación
de los docentes no surge como un proceso y control interno que establece el
propio grupo interesado, sino como un control que establece el Estado.
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Así, el Estado por medio de las políticas de formación docente que pretenden la
profesionalización de la enseñanza ha logrado obtener mejores condiciones
laborales a su favor, pues se aduce que el profesionalismo, implica compromiso,
responsabilidad y eventualmente institucionalidad. Además de que el
profesionalismo en realidad ha logrado introducir sistemas de racionalización en la
enseñanza, que permiten el control de los procesos y productos, los cuales son
decididos desde instancias superiores por los supuestos "expertos", generándose
con esto una mayor burocratización y pérdida de autonomía del profesorado,
convirtiéndose entonces su tarea en una actividad técnica, aparentemente neutral
y sin compromiso político ni social. Por lo tanto, la formación de los docentes en
este sentido racional instrumental no surge como un proceso que beneficie a la
enseñanza y al docente, sino como un control que establece el Estado.
Ciertamente las demandas de profesionalización por parte de los docentes
intentan evitar la burocratización y la obediencia administrativa, ya que como
afirma Giroux (en: de Leonardo: 1986: 57): " La cultura informal y los factores
ideológicos, tales como la etnicidad, la raza, la visión del mundo y los
antecedentes sociales, suelen generar actitudes oposicionistas entre los maestros
hacia la autoridad escolar, las reglas, las estructuras curriculares predefinidas y las
formas institucionalmente sancionadas de responsabilidad magisterial". Y es que
la ideología que la profesionalización encubre, y que el aparato administrativo
estatal sostiene, se pretende de muchas formas, bajo el pretexto de la
profesionalización, obligar a los docentes a realizar actividades que van hoy muy
de acuerdo con las pretensiones neoliberales de eficiencia.
Ahora bien, los docentes con su demanda de profesionalización, han hecho que
aumente la fe en la racionalización ya que esta representa la lógica dominante en
el pensamiento universitario, preocupado en derivaciones tecnológicas de su
conocimiento y en el diseño de formas operativas "racionales" de actuación, lo que
puede acarrear que estos sistemas de racionalización consigan el control de
procedimientos en las aulas que la administración ha tratado de lograr desde hace
mucho tiempo de manera infructuosa. Y aunque la profesionalización tiene estos
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efectos dudosos sobre la mejora del trabajo docente, sigue en marcha a través de
diversos programas de formación que en su mayoría siguen las tendencias
modenizantes y neoliberales.
Contreras (1997) propone analizar el problema de la formación del docente desde
otra perspectiva, empleando no el uso del concepto de profesionalismo, que
implica todo lo descrito anteriormente, sino el de profesionalidad, como modo de
rescatar lo positivo que tiene la idea de lo profesional pero en el contexto de las
funciones inherentes al oficio de la docencia, así se define como "las cualidades
de la práctica profesional de los enseñantes en función de lo que requiere el oficio
educativo" (Contreras: 1997:50). De esta manera, se recuperan una serie de
características que son parte de la enseñanza, la práctica, la subjetividad del
proceso mismo, los valores que intervienen en el, y otros más que no se
consideran en el modelo racional. Así las cualidades profesionales que requiere la
enseñanza están en función de la forma en que se interpretan lo que debe ser la
enseñanza y sus finalidades, abriéndose con esto un abanico inmenso de
posiciones y análisis.
Imbernón (1998) coincide en esta posición cuando habla de establecer un sentido
amplio de la profesión, como un proceso y no como un producto, contextualizando
dicho término: "en términos generales, el profesionalismo en la docencia implica
una referencia a una determinada organización del trabajo dentro del sistema
educativo y a la dinámica externa e interna del mercado de trabajo; por tanto, ser
un profesional implicará dominar una serie de capacidades y habilidades
especiales que nos harán ser competentes en un determinado trabajo y nos
permitirán entrar en esa dinámica del mercado y, además, nos ligarán a un grupo
profesional más o menos coordinado y sujeto a algún tipo de control" (Imbernón:
1998:15). Como podemos observar, ambos autores hacen referencia a la
necesidad de considerar a la profesión docente desde una perspectiva menos
rígida o instrumental, ambos mencionan que la docencia como ninguna otra
profesión son neutrales, ni científicas, sino insertarse en un determinado marco
social, económico, político, cultural e ideológico que les da legitimidad a su labor.
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Proponen en este sentido, analizar las principales características que una
profesión docente en sentido amplio (Imbernón) o la profesionalidad (Contreras)
debe cumplir, siendo en el caso de este último las siguientes:
• La obligación moral. Ya que se supone que la enseñanza implica un
compromiso moral para quien la realiza, que se sitúa por encima de cualquier
relación contractual.
• El compromiso con la comunidad. Pues se dice que la educación no es un
problema privado, sino público, es una ocupación socialmente encomendada y
que por lo tanto tiene una responsabilidad pública; por lo cual el docente se
encuentra comprometido política y socialmente.
• La competencia profesional. Los dos anteriores puntos requieren de este
tercero, pues no se debe desdeñar el conocimiento de teorías y técnicas, el
dominio de ciertas habilidades y recursos para la fracción didáctica, además de
conocer los aspectos de la cultura y disciplinarios necesarios para la
enseñanza; pero no sólo esto, pues también la competencia profesional implica
un conocimiento que es en parte individual, "producto de las re elaboraciones
sucesivas de los docentes a partir de sus experiencias, en parte compartido,
por obra de los intercambios entre enseñantes y los procesos comunes de
socialización, y en parte diversificado, producto de diferentes tradiciones y
posiciones pedagógicas, lo cual supone formas distintas de interpretar la
realidad escolar, la acción docente y las aspiraciones educativas" (Contreras:
1997:57).
Por su parte Imbernón coincide en que los grandes temas necesarios que se le
plantean a la función docente son, por una parte el de poseer un conocimiento
pedagógico específico, en segundo término, un compromiso ético y moral con la
enseñanza y finalmente una corresponsabilidad con los otros agentes sociales
involucrados en el proceso educativo, afirmando entonces que: "la función docente
está entonces en un equilibrio entre las tareas profesionales en la aplicación de un
conocimiento, el contexto en que se aplican; el compromiso crítico de su función
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social y la estructura de participación social existente en ese momento y en la que
se está comprometido"(Imbernón: 1998:23)
Para finalizar este apartado, debemos decir que los estudiosos de la formación
docente se han percatado de la necesidad de considerar una gran diversidad de
elementos para lograr una mejor calidad de la misma, que repercuta no sólo en un
mejor conocimiento disciplinario o didáctico-pedagógico, en fin, que se siga
orientando por la modernidad y su racionalidad instrumental, aun cuando esto sea
perfectamenmte funcional al sistema; en realidad se prefiere que la labor docente
se vincule mas con la transformación de los contextos diversos donde incide la
práctica educativa, para lo cual sugieren una formación docente en y desde la
práctica, como investigador, pero no aislado de la comunidad, sino en interrelación
con ella.