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Aristlde Maillol

tado, a abandonar por completo la"real politik" con todo lo que ellaimplica de egoísmo, cortedad de mi­ras, e incapacidad de elegir un futuroen el que cada individuo conservelos atributos personales que le per­mitan sentirse ubicado y seguro enun planeta indiviso y sin barreras na­cionales o sociales.. Para Pierre Mayer, SI la historia delmundo nuevo posee una moral, ellose debe únicamente al hecho de queno puede prescindir de ella: "Si los.últimds años han probado definitiva­mente que éramos capaces de domi­nar la naturaleza, durante los próxi­mos diez o veinte años habrá que ga­nar al hombre a la causa de un mun­do desconocido. Nos tocará saber in­ventar. las formas en que el planetaresulte igualmente habitable para to­dos : Yen ello el conocimiento de lasleyes de la física si nos servirápara algo. Las leyes que nos hacenfalta son las puramente humanas,destinadas a regir un comportamien­to ético dentro de nuestras relacio­nes. Nos tocará, además, adelantar­nos al descubrimiento de estas leyes,descubrimiento para el cual no dis­pondremos de un norte seguro ni dereferencias a las autoridades o a losvalores recibidos, ya que éstos hanido caducando en su totalidad : so­mos los herederos, sin herencia, delmundo entero. Tendremos queim­provisar nuestro aprendizaje sin po- .der siquiera / recurrir al entreteni­miento de las experimentaciones.Ello era.posible sólo cuando se trata­ba-de conquistar la naturaleza, cuan­do era ' posible, a un mismo tiempo,acumular experiencias, cometererrores, y reconocerlos. Pero elhombre no se deja tratar como la na­turaleza, y es de esperar que no per­darnos demasiado tiempo ante cada

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obstáculo; sería cometer un gravedelito: tenemos derecho al error,mas no a la falta irreparable."

El mundo roto, verdadero baró­metro de nuestro tiempo, de sus po­sibilidades y de sus peligros, con­quista al lector desde la primera pá ­gina : informa, instruye, obliga a la re-

'flexión, y enseña a pensar el mundoen términos que sólo puedo calificarde absolutamente modernos e indis­pensables.

, Pierre Mayer, Le monde rompu . Ed. fa­yard, Paris.

ARIEL DORFMAN

TRABALENGUASCatorce días exactos antes de partirde Holanda, después de una perma­nencia de cuatro años, comencé, derepente, a hablar holandés. Así,bruscamente, de un día a otro. Era unbalbuceo, una intermitencia, un aso­mo deplorable de sonidos, nada másque eso, pero suficiente para enten­derse tímida, mínimamente. Había­mos rechazado, con obstinada ce­guera durante esos años, estudiaruna partícula del idioma. Los diccio­narios y manuales de gramática que

am igos iluso s nos hab ían regalado,junto co n típ icos tulipa nes , a nuestroarr ibo , se ma nte nían ocultos en losmás remotos esco nd rijos de la bi­blioteca y se ex traía n de vez en cuan­do para ha cer fre nte a cartas incom­prensibles o descifrar la ca rte le ra delos cines . Durante doscientas seis se­manas, no se me ha bía sud ado ni unagota ni una ma sticación de la lenguadel país donde, sin e mba rgo, debía­mos e fectuar las com pras cada día.Pero qu izás no era un fenóme no taninsól ito . Por a lgún mister ioso proce­so de ósmo sis, por un siste ma de fo­tosíntesis lingü ística e n q ue las vibra­cio nes del aire y el eco e n su contex­to se iban aloja ndo e n los lóbulos ce­rebrales, mi inconscien te hab ía al­canzado a ap re nde r, ya tartamudearahora en voz alta, un nu evo voca bu­lario. Lo intriga nte ve nía a se r la tar ­danza con qu e se hab ía declarado talapt itud, la inex plicab le de mo ra envencer la plaga del silencio . La inte r­co municació n se daba justo cuand ose rviría para poco, cuando está ba­mo s rearm ando las m.det as. Así so­mos los chile nos, les di jimos a losamigos holandeses, expe rtos e n vic­tori as mor ale s, bu enos PM ;¡ me te r uninútil gol de úl t irn .; ho ra. Pe ro ¿porqu é d 'mon ios l1 .üJÍ ,1 l'spe rado e l os­curo laberi n to de mis co nvulsionesmentales tant o tiempo ,1I11 es de deci­d irse a fab ricar y reci bir me nsajes dela tier ra de Re rn!> r.lIldt (

Era la segund, . ve: q ue .lIgo similarsucedía, En ef ecto, cu .uulo vivíamose n Parls. pese a chapurrear ,\ la lleg a­da un fran cés e leme nta l, siempre mehabí a cos tado se ntirme có modo e nese id iom a tan estricto . Bastó queno s traslad ár amos .1 Ho landa, lejosde la seve ra so nr isa co rrec tiva de losparisinos, para qu e auto m áticame ntecomenzaran a flu ir de mis lab ios fra­ses galas más co mple jas y e laboradas.

Pare ce rfa qu e estas e xpe rie ncias,ambas, co ntradi je ro n un o de losaxiomas fund am entales qu e hacenlas delicias del bolsillo de Berlitz y elhorror de tur ista s y liceanos: el únicomodo de internal izar un idioma espracticarlo hasta la sac iedad . Pero lacontradicción no es tal.

Cuando se vive exiliado, asimilarbien el vernáculo del centro de resi­dencia, aprenderlo a fondo , significaentrar en contacto profundo con esacomarca y sus matices, trabar una redcotidiana de raicillas pequeñas, ali­viar con eficacia el trauma del aisla­miento. Pero también significa reco­nocer, involuntariamente, algo queninguno de nosotros está dispuesto aadmitir : que nuestra estadía puedeprolongarse más allá de lo que había­mos imaginado, que los plazos sealargan y se llueven, que tenemosque habituarnos a gorgojeos forá­neos y pájaros desconocidos y que

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algun a madrugada incali ficab le des­pertar emos y habremos sonado enholandés. Por eso, tan tos exiliadosaún se empecinan, corno un suici di oque tard a décadas, en no pronu nc iaruna sola palabra del país en que em­piezan a nacer sus hijos.

Así que recién cuando me despidode un lugar puedo darme el lujo,algo secreto y lleno de sombras den­tro de mi garganta pu ede darse el lu­jo, de permitir a esta-boca -es-mía, aesta bo ca qu e a duras pen as siguesiendo mía, qu e art icul e algo en elidi oma de la tierra en que ya no resi­do, la t ierra extr anje ra en que ya notend remos la te n tac i ón aterradorade q ue darno s para siempre.

DISPARA­TARIO

CARLOS ILlESCAS

ACTA DELA O I DADAMI GO DE LO BELLO :PAUL LO UI O URIER DEMERE (1772-1825)

Es probable que Don Nice to ¡: -o-r i­co Co lrnc narcv b .l)' .1 redacta do su Sa ­lu taci ón .l f'./lI 1 L OlJ/) our ier deM ere hacia 1960 )' no .\ prin ipios de1962. De lo que si est.lI11OS seguros esde la lectura que el ilustre acad émicohizo de la misma a dos m eses de sumuerte, en el alón de sesiones de labenemérita soc iedad, el 24 de di­ciembre del año citado en últi motérm in o. En dicha ocasión hubo mu­chos invi tados dis tinguidos, rep re­sentantes de paises de ultramar, conlos que nue stro país man tie ne cor­diales rela ciones.

La salutación, co mo no dejará denotarlo la perspicacia de l lecto r, es

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una versión taquigráfica apenas reto­cada por nosot ros aquí y allá.

Sin trata r de ser impe rt inentesaclaramos qu e no sotros, empeñadosen la tarea de reproducir las actas dela honor able soci edad a la que tene­mo s el or gullo de pertenecer, sobretodo las que obtu vieron la mayo ratenció n del púb lico , hemos pensa­do que sobre la publ icación del ho­men aje a Courier no hay mot ivo paraqu e perm anezca inédita mástiempo,así se haga necesario, después, cual­quier corrección, enmendatura uobservación que estime oportunorealizar la señori ta Flora Co lmenares,hija de Don Nicet o Federico, su he­redera y tamb ién su ún ica supervi­vien te.

Acta número 32 (tre inta y dos). fo­lio 544 y siguientes.

La versión españo la de la novelapastor al de Long o, Dafn is y Cloe, esde Juan Vale ra, y la traducción fran­cesa más ant igua de lacobo Am yot.La r eirnpresión de Dafn is y Cloe lahiz o en 1810 el helenista Paul Louis

ou ri -r de Mere, después de com­plet ar el pasaje omi tido en el capítu ­lo Id - la dici ón de Felipe Junta, im­pf(!~a rn Parí -, año de 1598.

Agot adas la po sibili dade s delpre árnbulo. vayamos al pe rsonaje:

[ n our iur la vocación se impuso al u ~ impedi mi i n tos aciagos. Las letraslu d istrajeron de la carrera militarqu e, cuma consta sobre todo a lospaisano s. abso rb - el optimismo delho rn br - más satisfecho de sí mismo.' our ier, un po o a desti em po, supo

elegi r (~ I campo de Agramante quem ás convenía a su natu raleza dada aI ()~ diablo s. El no concebía el buencar áct -r : 1.1 in tran sigencia, a la alturade 1.\ bi lis, abrió la brecha a su cesenada envidia ble. Recordémoslo.

El día 4 de enero de 1772 nació enV -rc tl , lnd re et Lo ire. De origen no­ble, su educació n impri mi ó el sellode lo óptimo, extre mo qu e si algunadefi ci encia llegara a producir no se­ria o tra que el esmero.

Qu ién sabe cómo pasaría su vidade cadete en la Escuela de Artilleríade Chalons, sólo no s consta que la li­teratura tiraba dé él con fa fuerza delcuerpo inverosím ilmente volumino­so que arrastra otro verosímilmenteligero. .

En 1793 se gradúa de subteniente yes enviado a Thionville; pero ha em­pezado a estudiar el griego. Estandoen Maguncia fe llegan noticias deque su padre se encuentra grave­mente enfermo. Con el fin de asistiral anciano solicita sin éxito una licen­cia. Fracasadas las instancias t ieneque deser tar y dirigirse a pri sa a lacasa solariega de la familia, en Vertz.

Muchas y buenas inf luenci as ·semueven para preservarlo del castigo,que los jefes disciernen ha merecidoel subteniente Courier de Mere. En1797, en oportunidad de que su regi ­miento se hallaba en Roma, dejó undía de incorporarse a filas . No faltaqu ien refiera (¿Carrel, Rovig ue, aca­so el mi smo Furia?) que se distrajo enuna bib lioteca leyendo un raro .ejemplar de Laercio .

A los tre inta años intuye la satisfac­ción al ver publicado en el M agazinencyclopédique su trabajo referentea la A tena s de Schwerghanyer; el en­sayo prendió el entusiasmo de losenterados.

Pocos meses después los expertossaludaron el estilo, imitación de losd iálogos platónicos, con que Courierhabía redactado su Eloge a He/ene.Así se iniciaba su carrera literar ia.

Al tener noticias de la exped iciónnapoleón ica a Egipto critic ó conenergía al emperador, quien proba­blemente ignoraba que el tenienteestaba a un paso de dar fin a la redac­ción del ensayo histórico Jugurtha,imi tación de Salustio .

Por f in dejan de bastarle las refe­renci as escritas e iconográficas de laMagna Grecia. Desea conocerla yempezar allí lo que sabe de arqueo­logía; cree atinar pidiendo formarparte de la expedición a Calabria, dedonde, .si bien le iba, partiría a la tie­rra prometida.

Poco conocedor de la realidad ol­vidó que los tiempos eran de guerraasí que mucho le sorprendería verseen calidad de actor de la batalla deMurano y no invest igando en Grecialo que la af ición le ped ía.

Su general, cruel pero no menosrealista, deseó enseñarle que la gue­rra no t iene nada en común con la li­teratura aun cuando para muchosson gemelas . Lo comisionó para querecogiera la artillería abandonadapor las tropas francesas en Tarento.Courier no pudo cumplir la misión yel fracaso lo llevó a dejar en manosde los ingleses muchas piezas de arti ­llería.

En cuestión de segundos el rey Jo- 1-'


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