82 - revista de la universidad de méxico · trabalenguas catorce días exactos antes de partir de...
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Aristlde Maillol
tado, a abandonar por completo la"real politik" con todo lo que ellaimplica de egoísmo, cortedad de miras, e incapacidad de elegir un futuroen el que cada individuo conservelos atributos personales que le permitan sentirse ubicado y seguro enun planeta indiviso y sin barreras nacionales o sociales.. Para Pierre Mayer, SI la historia delmundo nuevo posee una moral, ellose debe únicamente al hecho de queno puede prescindir de ella: "Si los.últimds años han probado definitivamente que éramos capaces de dominar la naturaleza, durante los próximos diez o veinte años habrá que ganar al hombre a la causa de un mundo desconocido. Nos tocará saber inventar. las formas en que el planetaresulte igualmente habitable para todos : Yen ello el conocimiento de lasleyes de la física si nos servirápara algo. Las leyes que nos hacenfalta son las puramente humanas,destinadas a regir un comportamiento ético dentro de nuestras relaciones. Nos tocará, además, adelantarnos al descubrimiento de estas leyes,descubrimiento para el cual no dispondremos de un norte seguro ni dereferencias a las autoridades o a losvalores recibidos, ya que éstos hanido caducando en su totalidad : somos los herederos, sin herencia, delmundo entero. Tendremos queimprovisar nuestro aprendizaje sin po- .der siquiera / recurrir al entretenimiento de las experimentaciones.Ello era.posible sólo cuando se trataba-de conquistar la naturaleza, cuando era ' posible, a un mismo tiempo,acumular experiencias, cometererrores, y reconocerlos. Pero elhombre no se deja tratar como la naturaleza, y es de esperar que no perdarnos demasiado tiempo ante cada
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obstáculo; sería cometer un gravedelito: tenemos derecho al error,mas no a la falta irreparable."
El mundo roto, verdadero barómetro de nuestro tiempo, de sus posibilidades y de sus peligros, conquista al lector desde la primera pá gina : informa, instruye, obliga a la re-
'flexión, y enseña a pensar el mundoen términos que sólo puedo calificarde absolutamente modernos e indispensables.
, Pierre Mayer, Le monde rompu . Ed. fayard, Paris.
ARIEL DORFMAN
TRABALENGUASCatorce días exactos antes de partirde Holanda, después de una permanencia de cuatro años, comencé, derepente, a hablar holandés. Así,bruscamente, de un día a otro. Era unbalbuceo, una intermitencia, un asomo deplorable de sonidos, nada másque eso, pero suficiente para entenderse tímida, mínimamente. Habíamos rechazado, con obstinada ceguera durante esos años, estudiaruna partícula del idioma. Los diccionarios y manuales de gramática que
am igos iluso s nos hab ían regalado,junto co n típ icos tulipa nes , a nuestroarr ibo , se ma nte nían ocultos en losmás remotos esco nd rijos de la biblioteca y se ex traía n de vez en cuando para ha cer fre nte a cartas incomprensibles o descifrar la ca rte le ra delos cines . Durante doscientas seis semanas, no se me ha bía sud ado ni unagota ni una ma sticación de la lenguadel país donde, sin e mba rgo, debíamos e fectuar las com pras cada día.Pero qu izás no era un fenóme no taninsól ito . Por a lgún mister ioso proceso de ósmo sis, por un siste ma de fotosíntesis lingü ística e n q ue las vibracio nes del aire y el eco e n su contexto se iban aloja ndo e n los lóbulos cerebrales, mi inconscien te hab ía alcanzado a ap re nde r, ya tartamudearahora en voz alta, un nu evo voca bulario. Lo intriga nte ve nía a se r la tar danza con qu e se hab ía declarado talapt itud, la inex plicab le de mo ra envencer la plaga del silencio . La inte rco municació n se daba justo cuand ose rviría para poco, cuando está bamo s rearm ando las m.det as. Así somos los chile nos, les di jimos a losamigos holandeses, expe rtos e n victori as mor ale s, bu enos PM ;¡ me te r uninútil gol de úl t irn .; ho ra. Pe ro ¿porqu é d 'mon ios l1 .üJÍ ,1 l'spe rado e l oscuro laberi n to de mis co nvulsionesmentales tant o tiempo ,1I11 es de decid irse a fab ricar y reci bir me nsajes dela tier ra de Re rn!> r.lIldt (
Era la segund, . ve: q ue .lIgo similarsucedía, En ef ecto, cu .uulo vivíamose n Parls. pese a chapurrear ,\ la lleg ada un fran cés e leme nta l, siempre mehabí a cos tado se ntirme có modo e nese id iom a tan estricto . Bastó queno s traslad ár amos .1 Ho landa, lejosde la seve ra so nr isa co rrec tiva de losparisinos, para qu e auto m áticame ntecomenzaran a flu ir de mis lab ios frases galas más co mple jas y e laboradas.
Pare ce rfa qu e estas e xpe rie ncias,ambas, co ntradi je ro n un o de losaxiomas fund am entales qu e hacenlas delicias del bolsillo de Berlitz y elhorror de tur ista s y liceanos: el únicomodo de internal izar un idioma espracticarlo hasta la sac iedad . Pero lacontradicción no es tal.
Cuando se vive exiliado, asimilarbien el vernáculo del centro de residencia, aprenderlo a fondo , significaentrar en contacto profundo con esacomarca y sus matices, trabar una redcotidiana de raicillas pequeñas, aliviar con eficacia el trauma del aislamiento. Pero también significa reconocer, involuntariamente, algo queninguno de nosotros está dispuesto aadmitir : que nuestra estadía puedeprolongarse más allá de lo que habíamos imaginado, que los plazos sealargan y se llueven, que tenemosque habituarnos a gorgojeos foráneos y pájaros desconocidos y que
algun a madrugada incali ficab le despertar emos y habremos sonado enholandés. Por eso, tan tos exiliadosaún se empecinan, corno un suici di oque tard a décadas, en no pronu nc iaruna sola palabra del país en que empiezan a nacer sus hijos.
Así que recién cuando me despidode un lugar puedo darme el lujo,algo secreto y lleno de sombras dentro de mi garganta pu ede darse el lujo, de permitir a esta-boca -es-mía, aesta bo ca qu e a duras pen as siguesiendo mía, qu e art icul e algo en elidi oma de la tierra en que ya no resido, la t ierra extr anje ra en que ya notend remos la te n tac i ón aterradorade q ue darno s para siempre.
DISPARATARIO
CARLOS ILlESCAS
ACTA DELA O I DADAMI GO DE LO BELLO :PAUL LO UI O URIER DEMERE (1772-1825)
Es probable que Don Nice to ¡: -o-r ico Co lrnc narcv b .l)' .1 redacta do su Sa lu taci ón .l f'./lI 1 L OlJ/) our ier deM ere hacia 1960 )' no .\ prin ipios de1962. De lo que si est.lI11OS seguros esde la lectura que el ilustre acad émicohizo de la misma a dos m eses de sumuerte, en el alón de sesiones de labenemérita soc iedad, el 24 de diciembre del año citado en últi motérm in o. En dicha ocasión hubo muchos invi tados dis tinguidos, rep resentantes de paises de ultramar, conlos que nue stro país man tie ne cordiales rela ciones.
La salutación, co mo no dejará denotarlo la perspicacia de l lecto r, es
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una versión taquigráfica apenas retocada por nosot ros aquí y allá.
Sin trata r de ser impe rt inentesaclaramos qu e no sotros, empeñadosen la tarea de reproducir las actas dela honor able soci edad a la que tenemo s el or gullo de pertenecer, sobretodo las que obtu vieron la mayo ratenció n del púb lico , hemos pensado que sobre la publ icación del homen aje a Courier no hay mot ivo paraqu e perm anezca inédita mástiempo,así se haga necesario, después, cualquier corrección, enmendatura uobservación que estime oportunorealizar la señori ta Flora Co lmenares,hija de Don Nicet o Federico, su heredera y tamb ién su ún ica supervivien te.
Acta número 32 (tre inta y dos). folio 544 y siguientes.
La versión españo la de la novelapastor al de Long o, Dafn is y Cloe, esde Juan Vale ra, y la traducción francesa más ant igua de lacobo Am yot.La r eirnpresión de Dafn is y Cloe lahiz o en 1810 el helenista Paul Louis
ou ri -r de Mere, después de complet ar el pasaje omi tido en el capítu lo Id - la dici ón de Felipe Junta, impf(!~a rn Parí -, año de 1598.
Agot adas la po sibili dade s delpre árnbulo. vayamos al pe rsonaje:
[ n our iur la vocación se impuso al u ~ impedi mi i n tos aciagos. Las letraslu d istrajeron de la carrera militarqu e, cuma consta sobre todo a lospaisano s. abso rb - el optimismo delho rn br - más satisfecho de sí mismo.' our ier, un po o a desti em po, supo
elegi r (~ I campo de Agramante quem ás convenía a su natu raleza dada aI ()~ diablo s. El no concebía el buencar áct -r : 1.1 in tran sigencia, a la alturade 1.\ bi lis, abrió la brecha a su cesenada envidia ble. Recordémoslo.
El día 4 de enero de 1772 nació enV -rc tl , lnd re et Lo ire. De origen noble, su educació n impri mi ó el sellode lo óptimo, extre mo qu e si algunadefi ci encia llegara a producir no seria o tra que el esmero.
Qu ién sabe cómo pasaría su vidade cadete en la Escuela de Artilleríade Chalons, sólo no s consta que la literatura tiraba dé él con fa fuerza delcuerpo inverosím ilmente voluminoso que arrastra otro verosímilmenteligero. .
En 1793 se gradúa de subteniente yes enviado a Thionville; pero ha empezado a estudiar el griego. Estandoen Maguncia fe llegan noticias deque su padre se encuentra gravemente enfermo. Con el fin de asistiral anciano solicita sin éxito una licencia. Fracasadas las instancias t ieneque deser tar y dirigirse a pri sa a lacasa solariega de la familia, en Vertz.
Muchas y buenas inf luenci as ·semueven para preservarlo del castigo,que los jefes disciernen ha merecidoel subteniente Courier de Mere. En1797, en oportunidad de que su regi miento se hallaba en Roma, dejó undía de incorporarse a filas . No faltaqu ien refiera (¿Carrel, Rovig ue, acaso el mi smo Furia?) que se distrajo enuna bib lioteca leyendo un raro .ejemplar de Laercio .
A los tre inta años intuye la satisfacción al ver publicado en el M agazinencyclopédique su trabajo referentea la A tena s de Schwerghanyer; el ensayo prendió el entusiasmo de losenterados.
Pocos meses después los expertossaludaron el estilo, imitación de losd iálogos platónicos, con que Courierhabía redactado su Eloge a He/ene.Así se iniciaba su carrera literar ia.
Al tener noticias de la exped iciónnapoleón ica a Egipto critic ó conenergía al emperador, quien probablemente ignoraba que el tenienteestaba a un paso de dar fin a la redacción del ensayo histórico Jugurtha,imi tación de Salustio .
Por f in dejan de bastarle las referenci as escritas e iconográficas de laMagna Grecia. Desea conocerla yempezar allí lo que sabe de arqueología; cree atinar pidiendo formarparte de la expedición a Calabria, dedonde, .si bien le iba, partiría a la tierra prometida.
Poco conocedor de la realidad olvidó que los tiempos eran de guerraasí que mucho le sorprendería verseen calidad de actor de la batalla deMurano y no invest igando en Grecialo que la af ición le ped ía.
Su general, cruel pero no menosrealista, deseó enseñarle que la guerra no t iene nada en común con la literatura aun cuando para muchosson gemelas . Lo comisionó para querecogiera la artillería abandonadapor las tropas francesas en Tarento.Courier no pudo cumplir la misión yel fracaso lo llevó a dejar en manosde los ingleses muchas piezas de arti llería.
En cuestión de segundos el rey Jo- 1-'