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LIBROS Y NOMBRES
DE CASTILLA-LA MANCHA
SEPTUAGESIMOSÉPTIMA
ENTREGA 77
Año III/ 2 de agosto de 2012
José María Ureña
Implicaciones territoriales de la
Alta Velocidad Ferroviaria: una
perspectiva española
Ed. Ashgate
El profesor de la UCLM José María
Ureña ha editado el libro Implicaciones
Territoriales de la Alta Velocidad
Ferroviaria: una perspectiva española en
el que se analiza su participación en la
dinamización regional o en la
transformación de ciudades. La
publicación, estructurada en cuatro
partes, presenta los 20 años de
experiencia de la Alta Velocidad en el
territorio nacional.
La editorial Ashgate ha publicado el
libro Implicaciones Territoriales de la
Alta Velocidad Ferroviaria: una
perspectiva española, editado por el
profesor de la Universidad de Castilla-
La Mancha en Ciudad Real (UCLM)
José María Ureña en el que se presenta
los 20 años de experiencia de la Alta
Velocidad Ferroviaria (AVF) en el
territorio nacional.
Resultado de varios años de trabajo y de
varios proyectos de investigación del
Plan Nacional esta publicación analiza
la participación de la Alta Velocidad
Ferroviaria en la dinamización regional
o en la transformación de las ciudades.
La colaboración de profesores de las
universidades de Cantabria, Lleida y
Zaragoza ha facilitado que veinte años
después de la puesta en funcionamiento
de la primera línea de Alta Velocidad
Ferroviaria en España se aporte, con
sofisticadas elaboraciones estadísticas y
numerosas encuestas, una radiografía de
la aportación territorial de esta nueva
forma de transporte. Asimismo, debate
las implicaciones territoriales a escalas
nacional, regional y local e incide en las
ventajas e inconvenientes de desviar la
ruta más corta para llegar a ciudades
intermedias, la selección de los lugares
más apropiados para ubicar las
estaciones o las transformaciones
urbanas en las proximidades de las
estaciones.
Por ello, este libro facilitará su
explicación no solo en España sino en
otros países que consideran el éxito de
la Alta Velocidad en España (AVE) no
sólo económico, sino territoriales.
Además, cuenta con la participación del
profesor Gabriel Dupuy de la
Universidad de París 1 Pantheon-
Sorbonne, precursor de los estudios de
las redes de transporte y de servicios en
la ordenación del territorio, y el
profesor Roger Vickerman de la
Universidad de Kent, conocido por sus
evaluaciones de las inversiones en
transporte.
Estructurado en cuatro partes, la
primera de ellas analiza la evolución en
España de la AVF, su experiencia
europea, así como el marco conceptual
de la AVF. El debate socio-económico
y de transporte en el que se desarrolla el
AVE, el contexto demográfico y socio-
económico del desarrollo espacial
español, la evaluación de la
accesibilidad producida por la red de
transportes españoles en la primera
década del siglo XXI, y las
características de la movilidad de los
servicios de alta velocidad de media
distancia marcan la segunda parte del
libro.
De igual modo la tercera incide en las
implicaciones territoriales a varias
escalas espaciales. De ahí que se
aborden estas implicaciones desde una
escala nacional y regional; se analice la
Alta Velocidad en las ciudades
españolas, así como la accesibilidad
regional a la AVF. Por lo que respecta a
la última parte, ésta realiza una
evaluación económica de la AVF en
España. Resaltar también que esta
publicación cuenta además con
cuestiones necesarias para la
planificación territorial elaborado por el
editor de Implicaciones Territoriales de
la Alta Velocidad Ferroviaria: una
perspectiva española.
Gabinete de Comunicación UCLM.
Ciudad Real, 23 de julio de 2012
Te vas a reír cuando te lo cuente
Félix J Velando
ED. LA PÁGINA. MIRADAS, 2012
Hace ya muchos años, tuve que esperar
a un amigo en el salón de su casa. Para
amenizar la espera, tomé un libro del
estante, al azar, y me puse a leer. Casi
me muero de la risa, casi me atraganto
para no llamar la atención de su madre.
Era un libro de historias locas y
humorísticas de Enrique Jardiel
Poncela, escritas con absoluta libertad y
sin más afán aparente que el de
desternillar al lector. Disfruté tanto que
me fastidió que mi amigo regresara sin
dejarme devorar el volumen, que
tampoco pude llevarme prestado porque
pertenecía a su padre. Los argumentos y
el afán frustrado de completar la lectura
se fueron desvaneciendo en la memoria.
Hasta que leí el otro día el libro Te vas a
reír cuando te lo cuente, de Félix J.
Velando (Fuente Álamo, 1970). Al
levantar la cabeza, entre risas, encontré
la conexión con aquella breve y apurada
lectura. Ni siquiera recuerdo con
exactitud de qué hablaban los relatos de
Jardiel. Sé que había un capitán
Mascachicle y poco más. El Peralada de
las historias de Velando tiene poco que
envidiarle. Aunque el tono es distinto,
como la época: Jardiel no conoció la
televisión y Velando ha trabajado como
guionista de series como Siete vidas,
Física y Química, o Las noticias del
guiñol. Se le nota en la soltura con la
que maneja monólogos, diálogos y
personajes, entre los que hay
tertulianos, escritores de caja tonta y
políticos surrealistas, además del
irrepetible ex-legionario que se pasea en
pelotas y con total impunidad por el
paseo marítimo de una ciudad
mediterránea. Hay desparpajo, audacia,
mala leche en cada relato. Se nota que
el escritor ha disfrutado tanto
escribiéndolos como el lector cuando
viene a leerlos. De hecho, se nota que
son los personajes los que van creando
la historia, y que el escritor se limita a
complacerlos. Por eso echamos de
menos que abroche mejor algunas
estructuras, para que no sean simples
pasajes de consumo rápido. Como
Mejor que no te cruces con Propp, que
nos deja con ganas de que hubiera
continuado la trama en donde la
disuelve la broma. Esta objeción no es
aplicable a Mi vida con Elvis y más
especialmente a Septiembre y las
medusas, dos relatos de amor
adolescente, donde la saña y la ternura
se complementan con eficacia.
Arturo Tendero
Diccionario de toponimia de los
pueblos de Ciudad Real
Alvar Sánchez López
Biblioteca de Autores Manchegos,
Ciudad Real, 2012; 240 pags
Alvar Sánchez devela el origen de
los nombre de la provincia de CR
Alhambra significa „la roja‟ -por el
color de su tierra-, Brazatortas alude a
„valle retorcido‟ y Tomelloso a „lugar
abundante de tomillo‟. Así, hasta 102
significados, los de los nombres de los
municipios de la provincia que el joven
filólogo hispánico Álvar Sánchez López
clarifica en el Diccionario de
Toponimia de los pueblos de Ciudad
Real, publicado con el número 180 en la
colección general de la Biblioteca de
Autores Manchegos (BAM). Churriegos
son los habitantes de Miguelturra y
Santa Cruz de Mudela, churriagos los
de Villamayor de Calatrava, moscardos
los de Arenales de San Gregorio -ya que
antes se denominó Arenales de la
Moscarda- y rabudos los de Chillón.
Hay quienes llaman jetones a los de
Almadén, abubillas a los de Valenzuela,
corcheros a los de Saceruela,
panciverdes a los de Torrenueva y
polleros a los de Bolaños. También
están los calduchos de Villahermosa, los
bartolos de Retuerta -en referencia a su
patrón, San Bartolomé-, los galanes de
La Solana y los culipardos de la capital.
Estos gentilicios populares, junto con
los oficiales, aparecen en el Diccionario
de Toponimia escrito por Sánchez,
quien dedica a cada municipio de la
provincia cuatro apartados. El primero
es el de la „Documentación‟ y en él
recoge todos los nombres que ha tenido
una población y sus variantes a lo largo
de su historia, aportando citas de libros
de muy diversas épocas. En el segundo
apartado, de „Discusión etimológica‟,
estudia el nombre en sí de la localidad,
su procedencia y significado,
incluyendo curiosidades, etimologías
correctas y otras no tanto, pero que han
perdurado en la memoria colectiva de
los habitantes del pueblo. Los
gentilicios oficiales y populares
protagonizan el siguiente apartado,
mientras que en el cuarto, „Análogos‟,
indica otros nombres similares de
localidades de España y el mundo o que
comparten etimología u origen
Almodóvar es „redondo‟, Terrinches
puede ser „tierra o torre ancha‟ y
Ruidera podría venir del ruido del agua
de las cascadas de las Lagunas, mientras
que Chillón, pese a lo sonoro del
nombre, vendría de „cella‟ (granero).
Los topónimos son “breves
adivinanzas”, comenta Sánchez. A
veces, son transparentes, como en el
caso de El Robledo, mientras que en
otras ocasiones pueden parecer lo que
no son. Sucede con Membrilla, que en
lugar de aludir al árbol o fruto, viene de
mama y se refiere a pecho o monte
pequeño. Lo mismo ocurre con
Manzanares, nombre que procede de la
familia Sagasti-Manzanares, y en
cuanto a Moral su topónimo podría
indicar „elevación del terreno con
piedras‟. Repobladores relacionados con
Málaga pudieron ser los que le pusieron
el nombre a Malagón y las huertas de
Valenzuela podrían haber sido el origen
de haberla denominado como una
„pequeña Valencia‟, comenta Sánchez,
que refleja en su estudio morfológico de
los topónimos aspectos como que el
sufijo -ón, que tiene un marcado
carácter aumentativo en castellano, tiene
el significado contrario en Malagón
-pequeña Málaga- o Chillón -granero
pequeño-, así como el uso de oso y osa
para indicar una cualidad o posesión
abundante en los nombres de Carrizosa,
Hinojosas de Calatrava o Tomelloso.
„Collado de piedra‟ vendría a significar
Caracuel, cuyo gentilicio es caracoleño,
y que por su parecido fonético se ha
asociado popularmente con la palabra
caracol, expone Sánchez, que también
incluye una leyenda que sitúa a una
mora llamada Clara Cruel en el origen
de este nombre. Coplas, frases y
refranes, además de leyendas, en las que
aparecen los topónimos y gentilicios
ilustran el Diccionario elaborado por
Sánchez, que ofrece una completa
visión de la provincia, donde hay
localidades cuyos nombres hablan de la
aridez de la zona -La Solana o Solana
del Pino- o todo lo contrario -
Fuencaliente o Fuente el Fresno-; de
accidentes del terreno -Horcajo (lugar
donde confluyen dos ríos o montes) o
Montiel (montículo)-; o de las
devociones y creencias -San Lorenzo de
Calatrava o Santa Cruz de Mudela-; así
como otros nombres propios de lugares
aluden a la repoblación del territorio -
Puebla del Príncipe o Puebla de Don
Rodrigo- o a los primeros repobladores
Fernán Caballero. Migueltura o Pedro
Muñoz.
El libro fue presentado en Ciudad Real
el pasado 29 de junio.
De la web Luciana-Ciudad Real;
28-VI-2012
José Antonio Alonso Ramos,
Antonio Herrera Casado y Luis
Monje Arenas
La Sierra Norte de Guadalajara
paso a paso,
Guadalajara, Aache ediciones (col.
Tierra de Guadalajara, nº 82), 2012,
212 pags.
La editorial Aache nos sorprende
gratamente con la reciente publicación
de este libro, que tiene como fin
conducir al lector, o mejor al visitante,
por los pueblos de la Sierra Norte -37
municipios que, en realidad son 59
núcleos de población-, tal y como se
especifica en las tres ofertas de “turismo
activo” que sus autores hacen tras su
introducción.
Se trata, pues, de una cómoda guía en la
que se unifican multitud de datos
interesantes acerca de la naturaleza, la
historia y el patrimonio (arquitectónico
y etnográfico) que, hasta ahora eran -en
muchos casos- notas dispersas en tantos
otros libros y publicaciones de escasa
tirada y difusión.
El libro está dividido en cinco apartados
o capítulos de diversa extensión: La
Naturaleza, donde se da a conocer el
relieve de la zona (Sierras de Ayllón y
de Pela, Alto Rey), su geomorfología
(propia de las estribaciones del Sistema
Central), sus cuencas hidrográficas (del
Jarama, Sorbe y Bornova), el clima y la
flora y fauna.
Una vez descritas las principales
características que conforman esta
Sierra Norte, se entra en lo que se ha
venido en denominar “la arquitectura
negra” (capítulo 2, que no 4), que recibe
este nombre precisamente por el color
oscuro de sus componentes,
principalmente lajas de pizarra y
madera, además de gneis y barro, que se
emplean tanto en las viviendas como en
las construcciones auxiliares utilizadas
para guardar aperos, como para el
ganado.
Evidentemente se trata de una
arquitectura (“sin arquitectos”) que se
adapta al duro medio geográfico que la
condiciona. De ahí el uso de muros de
gran grosor, tejados de amplios faldones
inclinados que facilitan que la nieve
escurra y las vigas aguanten mejor el
peso, los vanos de reducidas
dimensiones generalmente situados en
solana, las habitaciones poco ventiladas
separadas por tabiques de adobe y
entramado de madera, generalmente
sobre las cuadras, con el fin de recibir el
calor animal, y una gran pieza, donde se
realiza la mayor parte de la vida, que es
la cocina, donde destaca la chimenea, de
gran tamaño, que sirve para cocinar,
calentarse, secar la matanza y contar
historias.
Una arquitectura de la que, por
desgracia, van quedando pocos
ejemplares en su pureza originaria, dado
que -aún conservando su valor
etnográfico-, muchas construcciones se
han visto ciertamente mixtificadas o,
quizás por exceso de celo, “restauradas”
de tal manera que aparecen a la vista
como si fueran recientes.
El tercer apartado de destina a ofrecer
una no muy extensa, aunque suficiente,
visión de todos y cada uno de los 37
pueblos a que antes hemos hecho
referencia, incluyendo sus agregados;
notas que se completan con datos como
la altitud sobre el nivel del mar a que se
encuentra cada lugar, su número de
habitantes, los accesos, junto a otros que
pudieran resultar de mayor importancia
para el visitante, como pueden ser los
elementos más atractivos que custodia -
la iglesia, la ermita, etc.-, las fiestas más
coloristas y donde poder comer o
dormir.
El costumbrismo, a través de varias de
sus facetas más atractivas, aparece a lo
largo del cuarto capítulo. En él se da
cuenta de las más destacadas
actividades que las gentes serranas han
venido desempeñando, en algunos casos
desde tiempos prehistóricos: la
ganadería, incluyendo la trashumancia,
y su comercio (ferias y mercados de
Cantalojas, Hiendelaencina,
Tamajón…) o trueque por otros
productos de los que carecían: frutas,
hortalizas y legumbres; la minería y la
metalurgia; el carboneo y, actualmente,
la dedicación al turismo rural casi como
única vía de desarrollo y riqueza local.
Actividades que, como vemos, vienen
dadas por el propio determinismo
geográfico de los pueblos.
Sigue el ciclo festivo de la Sierra,
claramente unido a festividades
religiosas: las danzas de la octava del
Corpus, de Valverde de los Arroyos; las
de El Ordial, Condemios, Majaelrrayo y
Galve de Sorbe; la romería al Santo
Alto Rey de la Majestad, que reúne a
los pueblos situados a los pies de la
Sierra del mismo nombre; las botargas
invernales y fustigantes de Almiruete y
Arbancón; La Caballada atencina; los
“vaquillones” de Villares de Jadraque,
que aún se mantienen vivas, junto a
otras que ya se perdieron por los largos
caminos del tiempo, pero que aún se
recuerdan.
La gastronomía, la indumentaria, la
religiosidad, la música y la danza,
siempre tan entrelazadas, así como el
ciclo vital y la tradición oral, completan
este atractivo apartado, que finaliza con
una selecta bibliografía, básica para
quien quiera ahondar en estos temas.
Y, puesto que comentamos un libro que
trata de turismo fundamentalmente, un
quinto apartado en el que se ofrece una
serie de rutas -ocho en total-
interesantes por su contenido y que vale
tanto para los amantes de la naturaleza
(“Valverde, Chorreras de
Despeñalagua” o “La Ciudad Encantada
de Tamajón”, por ejemplo), como para
los aficionados al estudio del
patrimonio (“Monasterio de Bonaval”,
en Retiendas) o a la arqueología
industrial (“Las Minas de
Hiendelaencina”). Ocho rutas en este
caso, que sin lugar a dudas podrían
ampliarse hasta donde se quiera, puesto
que son muchos los alicientes culturales
que pueden encontrarse en la extensa
zona que abarca este libro.
Es importante destacar que se incluye
un índice toponímico, algo que en
muchas publicaciones no se tiene en
cuenta, y que tanto contribuye a que el
libro cobre valor, especialmente a la
hora de su manejo rápido.
En fin, un libro amplio, que ofrece al
lector una idea suficientemente clara de
todas las preguntas que suelen surgir
antes de comentar un viaje: ¿qué nos
vamos a encontrar? ¿cómo es y cómo
podemos ir? ¿cuándo nos parece más
interesante, en qué estación del año?
(¿quizá en primavera para ver los
campos verdear o en otoño cuando el
color violáceo de la tierra se confunde
con el azul oscuro del cielo? ¿o cuando
el día de la fiesta recomendada?),
¿dónde ir? y ¿por qué?
Cinco grandes apartados que, en
realidad, vienen a ser tres capítulos,
escritos cada uno de ellos por su
especialista: Monje Arenas, la
naturaleza; Alonso Ramos, el
costumbrismo, y Herrera Casado, el
resto, los pueblos y las rutas. Tres
autores a los que hay que felicitar por
esta estupenda entrega que tanto valor
tiene para conocer este amplísimo
rincón de Guadalajara que es su Sierra
Norte.
José Ramón López de los Mozos
Gobernar la república interior, enseñar
a ser súbdito
Hagiografía y sociedad cortesana en Quevedo:
epítome a la vida de Fray Tomás de Villanueva
de Francisco de Quevedo
Carmen Peraita
Ed. de la Universidad de Navarra
Pamplona. Colección: Anejos de La
Perinola 184 pags.; 23 €
El Epítome a la vida de santo Tomás de
Villanueva, el primer texto en prosa de
Quevedo que pasa por la imprenta, ha
sido calificado por el erudito y crítico
literario Eugenio Asensio como “una de
las obras más sobriamente elegantes de
la prosa castellana”. Esta edición del
Epítome exhaustivamente anotada, se
acompaña de un estudio organizado en
torno a un doble contexto histórico. Por
una parte, contextualiza históricamente
al infanteño santo Tomás de Villanueva,
figura influyente en las reformas
eclesiásticas, los debates generados por
Trento y las disputas sobre aspectos
como la residencia de los obispos en su
diócesis. Por otra parte, sitúa el Epítome
en la circunstancia histórica y personal
del escritor, y deslinda el perceptivo y
sofisticado comentario social y político
que, al hilo de la narración de la vida
del santo articula Quevedo, quien
redacta el texto en un momento crítico
de sus relaciones con la corte madrileña.
La distancia histórica y la dimensión
hagiográfica del relato permiten a
Quevedo elaborar un afilado
comentario, especialmente crítico con
algunos de los más influyentes
cortesanos del momento. El estudio del
proceso de reescritura saca a la luz
técnicas de las que se sirve don
Francisco para acentuar desvelos y
remodelar el sentido de acontecimientos
determinados de la vida del santo, y
articular con sagacidad preocupaciones
sociales y políticas propias de la
conflictiva voz quevediana, que se hace
oír a finales del reinado de Felipe III.
De la web de Marcial Pons
Francisco Fernández-Santos
Azulejo. Un niño en la gran
tormenta Ed. Huerga y Fierro Colec. Narrativa;
228 pags.; 16 €
Azulejo es el tímido héroe de este relato,
es uno de esos “niños de la guerra” que
tanto se ha ocupado la literatura
moderna española. Salvo en la primera
parte del libro, donde el autor mantiene
una quimérica conversación con el
chaval considerado como un yo-otro
independiente y autónomo, es el autor
quien toma la palabra en tercera persona
como cronista de la vida de ese niño,
luego adolescente, hijo de una familia
republicana en los años treinta y
cuarenta del pasado siglo, los infaustos
años de la guerra incivil y su primera
posguerra. El autor ha recurrido a
menudo a la imaginación para
reconstruir esa vida infantil a partir de
un océano de olvidos en el que sólo
emerge un archipiélago de imágenes a
menudo poderosas.
Francisco Fernández-Santos nació en
Los Cerralbos (Toledo) en 1928.
Estudió Derecho en la Universidad de
Madrid y se dedicó muy pronto al
periodismo cultural y al ensayismo
filosófico-político. En 1960 se instaló
en París, ciudad en la que reside.
Colaboró en revistas antifranquistas
como Cuadernos de Ruedo Ibérico y
durante largos años dirigió la revista
internacional El Correo de la Unesco.
Ha publicado ensayos y libros sobre
temas de filosofía de la historia y del
arte y de teoría de la política, en
particular El hombre y su historia e
Historia y filosofía. Como narrador ha
publicado los libros de relatos La cara
del ángel (1999) y Talita (2009). En
2011 apareció su libro de ensayos
filosóficos Un Dios con prótesis.
Saint Cloud, París. Francisco
Fernández-Santos se instaló en París a
principios de los sesenta. Tenía siete
años cuando los militares dieron el
golpe contra la República, así que fue
uno más de los niños de la guerra. Pero
de los que se quedaron. Su padre, un
maestro que militaba en las filas
socialistas, no murió “de milagro”.
“Vinieron al pueblo justo cuando había
salido a hacer alguna gestión, y se libró.
Fusilaron a tres de sus amigos más
próximos y los enterraron en una
cuneta. No sé si sería capaz ahora de
reconocer dónde los tiraron
exactamente, pero sí lo sabía por
entonces”.
En Azulejo. Un niño en la gran
tormenta, vuelve sobre su adolescencia
y establece un diálogo con el muchacho
que fue entonces, en los años duros de
la posguerra. Fernández-Santos estudió
derecho y filosofía en Madrid y se fue
incorporando a la lucha antifranquista
con los socialistas. “A mi mujer le salió
un trabajo en París, y fue mi
oportunidad para escapar de la represión
ideológica del franquismo, de sus
hostilidades. Trabajé intensamente en
los círculos intelectuales del exilio:
estuve muy cerca de Ruedo Ibérico, y
tuve grandes amigos con los que
combatí contra la dictadura. Dionisio
Ridruejo fue uno de ellos. No hay que
olvidar que París era el lugar donde los
españoles y latinoamericanos acudían
para respirar libremente el aire de
Europa, y cuantos luchábamos contra
Franco siempre creíamos que el
régimen terminaría por caer. Por eso,
seguramente, lo más duro del exilio fue
ver cómo iban muriéndose, uno detrás
de otro, los republicanos que se
instalaron aquí al terminar la guerra. Y
sin lograr ver la caída de Franco y el
regreso de la democracia”.
José Andrés Rojo en Babelia-El País;
9 de junio, 2012
Homenaje de la Asociación de
escritores de CLM a Miguel
Romero
El pasado 23 de junio, tuvo lugar en
Cañete (Cuenca) un emotivo y bonito
homenaje al escritor conquense Miguel
Romero Saiz.
Como consecuencia de su trayectoria
literaria y de la consecución de los
últimos reconocimientos y premios que
este escritor ha estado recibiendo en
estos dos últimos años. Recordemos,
Premio Tanit de Novela, Castellano
Manchego del año en Madrid,
Conquense del Año en Barcelona,
Miembro Correspondiente de la Real
Academia de la Historia, Decano
Secretario del Campus Sureste de la
UNED y Premio de la Crítica, la
Asociación de Escritores de Castilla-La
Mancha decidió homenajearlo por su
dilatada trayectoria en el difícil mundo
de la Literatura, haciéndolo en el pueblo
serrano de sus padres, del que él mismo
se siente originario y al que representa
como Cronista Oficial de la Villa, y que
es Cañete.
Este creador de la „Alvarada Medieval‟,
tan reconocido a nivel internacional,
recibió el calor y la felicitación de más
de doscientas personas que allí se dieron
cita, tanto del mundo de la creación
literaria, como fue el caso del periodista
y crítico Enrique Domínguez Millán,
quien realizó una bonita semblanza de
su vida, del escritor alcarreño Alfredo
Villaverde Gil, el cual ofreció un bello
poema a su persona en el acto de
descubrimiento de la placa en la fachada
de la vivienda familiar, del escritor de
Casasimarro Luis F. Leal, encargado de
moderar las diferentes intervenciones y
de Luis Moll, entre otros.
El pueblo de Cañete, se volcó
intensamente con uno de sus hijos, en
este caso, el más reconocido a nivel
nacional, creador e impulsor de la
„Alvarada Medieval‟, cronista de la
Villa, escritor de más de treinta libros
publicados, asistiendo a los actos que se
fueron celebrando a lo largo de esa
jornada.
En el restaurante La Muralla de la
localidad, hubo un acto cultural, en el
que las diferentes intervenciones fueron
dinamizando una velada emotiva e
inimaginable, con la participación del
grupo de poetas del Aula de la UNED,
recitando aquellas composiciones
dedicadas al autor, el reconocido poeta,
Presidente de la Asociación Valenciana,
Pedro José Moreno, el arabista Jose
Antonio Almonacid, desplazado desde
Barcelona, los escritores Miguel Angel
Badal y Agrimiro Sáiz, el grupo del
Taller de Lectura de la Biblioteca
Pública del Estado de Cuenca, el alcalde
de la ciudad de la Hoces Juan Ávila
Francés, diferentes grupos de Sisante,
Valverde de Júcar, Valeria, Almodóvar
del Pinar, Huerta del Marquesado,
Landete, Sotos y otras localidades, así
como escritores de Lérida, Cuenca,
Barcelona y Sevilla, participaron en una
espléndida velada que finalizó con la
recitación musical de Segundo Escobar
y la degustación de un lunch para los
numerosos participantes.
La placa colocada en la fachada de la
vivienda familiar tonel reconocimiento
solemne a este escritor que, sin haber
nacido en este lugar, se siente y lo
tienen como hijo adoptivo y predilecto.
Por último, los saludas de la Real
Academia de la Historia, de la
Agrupación Artis de Cañete de la
Frontera en Chile, de la Asociación de
Escritores de Cuba, de la Casa Real
Española y de la Universidad chilena de
Concepción donde se le reconoció
miembro de honor, cerraron las
intervenciones de una jornada
especialmente emotiva donde se destacó
la generosidad del homenajeado, así
como su extensa trayectoria literaria y
cultural como clave de su éxito.
Luis F. Leal, coordinador del acto
Adiós al decano de los
historiadores de Toledo
El Ateneo y la Academia recuerdan
a don Fernando Jiménez de
Gregorio. Ramón Sánchez González,
Ramón Gonzálvez y Juan José
Fernández destacan «su gran
generosidad como investigador»
“Aún conservo una carta que me envió
cuando no era más que un estudiante.
Me puse en contacto con él y le pedí
ayuda para una de mis primeras
investigaciones. Al poco tiempo me
contestó para solucionarme las dudas
que tenía”. Este testimonio por parte del
director de la Real Academia de Bellas
Artes y Ciencias Históricas de Toledo,
Ramón Sánchez González, no es un
caso aislado entre varias generaciones
de investigadores toledanos. Si hay algo
que destacan en primer lugar quienes
conocieron a Fernando Jiménez de
Gregorio no es su brillante capacidad
como investigador, su abultada
producción ni su vinculación con el
pasado del alfoz de Talavera, sino su
generosidad como historiador.
“Nunca te negaba ayuda. Otros
investigadores tienden a reservarse para
ellos mucha de la documentación que
encuentran, pero con él sucedía todo lo
contrario”, expresaba ayer el archivero
emérito de la Catedral y exdirector de la
Real Academia toledana, Ramón
Gonzálvez, quien estrechó sus lazos con
Jiménez de Gregorio a partir de su
traslado a Madrid. “Él me pedía
información sobre el Archivo de la
Catedral y yo le consultaba sobre
muchos de los temas en los que sabía
más que yo”.
“Si algo nos ha dejado ha sido un
camino a seguir”, explicó, todavía
emocionado, el presidente del Ateneo
Científico y Literario de Toledo, Juan
José Fernández Delgado, nacido en
Aldeanueva de san Bartolomé, localidad
de la esposa de Jiménez de Gregorio,
María. “Hay un grupo de diez o doce
personas, catedráticos de instituto y
profesores de universidad, que podemos
considerarnos discípulos directos suyos.
Él nos enseñó desde bien temprano a
amar la tierra, a sentirla como propia.
Recuerdo perfectamente cómo me decía
que en la comarca de La Jara no
tenemos catedrales, ni un acueducto
romano como el de Segovia, y que
precisamente por eso, por ser una tierra
antigua y pobre, había que investigar
qué hubo y darlo a conocer como seña
de identidad”. Fernández Delgado, que
mantuvo contacto con su maestro hasta
el final, destacaría su “prodigiosa
memoria” y su “generosa amabilidad”.
“Siempre que pasabas por su casa salías
de allí con un par de libros. Sin
embargo, repito, no solamente realizó
una abrumadora aportación impresa,
sino que trabajó duramente en el terreno
de lo inmaterial, y en unos tiempos,
además, en los que La Jara no existía
para los historiadores”. Su marcha,
como la de Julio Porres Martín-Cleto el
año pasado, también a edad muy
avanzada, deja huérfanos a cientos de
historiadores “que tendrán muy difícil
igualar la producción de estos dos
maestros de la investigación sobre
temas toledanos”, añadió el actual
director de la Real Academia. “Los dos
siguieron caminos distintos, pero es
indudable que su aportación fue
enorme. Si la Historia de las calles de
Toledo [de Julio Porres] continúa siendo
un referente para esta ciudad, el
Diccionario de los pueblos de la
provincia de Toledo hasta finalizar el
siglo XVIII sigue siendo citado, día a
día, por los historiadores”. A sus
espaldas quedan ocho décadas de
inquietud y constante renovación
intelectual. “Siempre tenía proyectos.
Continuó trabajando hasta el final,
como si tuviera la energía de un
adolescente”. Descanse en paz.
Adolfo de Mingo en La Tribuna de
Toledo, 25 de julio de 2012
Una figura "inclasificable y, de forma
incomprensible, casi desconocida en
Tudela". Así calificó la pamplonesa
Josefina Rodríguez Arribas, doctora de
Filología Hebrea, al intelectual judío
Abraham Ibn Ezra, nacido en la capital de
la Ribera en 1089 o 1092 -las fuentes no se
ponen de acuerdo- y fallecido en 1164 o
1167, ya que tampoco hay acuerdo al
respecto. "Algunos dicen que falleció en
Calahorra pero tal vez sea más verosímil
que lo hiciera en Londres", afirmó ayer
Rodríguez durante la charla que ofreció en
la Casa del Almirante de Tudela bajo el
título "Reencuentro con Abraham Ibn Ezra.
Josefina Rodríguez, que trabaja como
profesora e investigadora en la Universidad
de Londres, presentó durante este acto, al
que acudieron unas 50 personas, su libro El
cielo de Sefarad. Los judíos y los astros
(siglos XII y XIV). Se trata de una obra
dedicada a la exploración y explicación de
lo que el cielo significó para el hombre
medieval y, especialmente para los judíos
de la Península Ibérica que escribieron
sobre astronomía y astrología en lengua
hebrea por primera vez en la historia. Entre
ellos se encuentra Ibn Ezra, presente en uno
de los capítulos de este trabajo del que se
han editado 3.000 ejemplares que se venden
al precio de 24 euros cada uno. Rodríguez,
que realizó su tesis sobre Abraham Ibn
Ezra, dijo que "tal es su importancia en el
medievo occidental que sería posible decir
con un cierto margen de licencia que la
cultura judía y la cristiana ya no fueron las
mismas antes y después de él". Destacó su
portentosa actividad literaria, que cifró en
cerca de 70 libros -de astronomía,
contenido matemático, astrología o
gramática, entre otros- y más de 800
poemas conservados. "Tanto unos como
otros permanecen en parte sin editar ni
estudiar", añadió.
"La decisión de Ibn Ezra de escribir y
enseñar ciencia en hebreo y no árabe, que
era su lengua natal, provocó una auténtica
revolución en la cultura hebrea europea.
Con los datos que tenemos es legítimo
afirmar que gracias a esta decisión
estratégica de Ibn Ezra, el hebreo, por fin,
se convirtió plenamente en una lengua de
cultura", consideró. Lo calificó como un
hombre complejo, cultísimo y consciente de
su valía, y un gran transmisor de saber cuya
vida fue especialmente dura. Diario de
Navarra 14/04/2011
RECUPERACIONES
Los liberales, Francisco García
Pavón
En nuestra sección Librería de Viejo,
creada en colaboración con la web de
libros antiguos, raros, agotados y de
ocasión Vobiscum, les sugerimos la lectura
de Los liberales, volumen de relatos de
Francisco García Pavón publicado en 1965
por Ediciones Destino en su colección
Áncora y Delfín.
García Pavón (Tomelloso, 1919-Madrid,
1989) se hizo famoso con sus novelas
policiacas protagonizadas por Plinio, jefe
de la Policía Local de la ciudad natal del
autor. Con su primera novela, Cerca de
Oviedo, quedó finalista del Premio Nadal
(1945), galardón que obtendría en 1969
con Las hermanas coloradas. Ese mismo
año obtuvo el Premio Nacional de la
Crítica con El rapto de las Sabinas.
Los liberales, uno de sus muchos
volúmenes de relatos, compuso una
trilogía con Cuentos republicanos (1961) y
Los nacionales (1977). Con influencias de
la narrativa breve de Chejov o Clarín,
estos textos se encuentran entre lo mejor
que se ha escrito sobre la Guerra Civil
española y la triste posguerra. Del blog
de Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes