INV
IRN
O, 1
997.
- Y si
guie
ndo
con
los r
efra
nes q
ue n
os
ha le
gado
la fi
loso
fía n
popu
lar,
ano
to v
ario
s que
nun
ca
perd
erán
su
actu
alid
ad,
-La
virt
ud d
e la
muj
er c
onsi
ste
en p
erdo
nar
y la
de
l hom
bre
en b
o vo
lver
lo a
hac
er.
-Si n
o qu
iere
s vi
vir
en fo
rma
extr
aord
inar
ia, t
e tie
nes
que
hace
r to
nto
lo m
enos
una
hor
a di
aria
.-E
l qu
e no
eng
orda
com
iend
o, m
enor
eng
orda
la-
mie
ndo.
-Am
a, t
raga
m d
uerm
e y
bebe
, que
la v
ida
es v
eloz
y
brev
e. -Est
amos
com
o es
tam
os p
orqu
e so
mos
lo q
ue so
mos
.-Tú
hac
es tu
vid
a al
egre
com
o un
carn
aval
o tr
iste
com
o un
fune
ral.
-A la
s par
ejas
las u
ne m
ás la
com
pren
sión
que
el l
egen
-da
rio
Ero
s.-A
tu
muj
er d
ile q
ue s
í nu
eve v
eces
de l
os d
iez y
ella
a
su p
arej
a to
do a
l rev
és.
-Nue
ve v
eces
un
no y
un
sí
y de
seg
uir
así
todo
ca
min
ará
sobr
e ri
eles
.-P
erde
r los
est
ribo
s po
r cu
alqu
ier t
onte
ría
de se
guro
pe
rder
ás lo
bue
no q
ue v
en-
drá
en e
l día
.-M
uje
r co
mp
ren
siva
es
mej
or q
ue m
ujer
dis
tin-
guid
a. -Qu
erer
cam
biar
las
co
stum
bres
sie
ndo
viej
o es
com
o qu
erer
lar
gar
el
pelle
jo.
-Com
pren
de lo
s gu
stos
de
tu
muj
er y
ten
drás
el
gust
o qu
e ha
s de
mer
ecer
.-T
oda
muj
er q
ue e
xger
a su
i pud
or n
o pu
ede
ser m
u-je
r di
stin
guid
a.-P
erro
qu
e la
dra
no
mue
rde.
-Pez
gra
nde
se e
ngul
le
al c
hico
, y e
n la
pol
ítica
lo
mis
mo
pasa
.-G
ato
viej
o, r
atón
tie
rno,
lo m
ism
o qu
e en
la v
ida
el
listo
se
engu
lle a
l “bu
ena
gent
e”.
-Ant
es q
ue li
mpi
arte
la c
ara,
lím
piat
e el
alm
a.-S
i qui
eres
pas
ar u
n dí
a fe
liz a
ntes
de
limpi
arte
la c
ara,
de
ja s
in m
anch
a tu
alm
a y
pasa
rás
un d
ía p
lace
nter
o.-L
a ca
ra e
s el
refl
ejo
del
alm
a, li
mpi
a tu
con
cien
cia
y si
empr
e en
cont
rará
s so
nris
as a
tu a
lred
edor
.-C
hiqu
ito p
ero
ench
iloso
, muc
has
vece
s lo
s ch
iqui
tos
son
más
mal
osos
que
los
gran
dote
s.-C
amar
ón q
ue s
e du
erm
e se
lo ll
eva
la c
orri
ente
, y a
sí
el q
ue e
s de
scui
dado
lo d
ejan
enc
uera
do.
-Ent
re b
rom
a y
brom
a la
ver
dad
se a
som
a.-A
l qu
e se
cae
le
lleve
n lo
s pa
los
y al
que
cor
re l
as
pedr
adas
.-L
a qu
eren
cia
pued
en q
uitá
rmel
a, p
ero
la v
ered
a cu
ándo
.-S
i qui
eres
pas
arla
ale
gre,
tom
a la
vid
a co
mo
vien
e y
el
dine
ro c
omo
valg
a.-N
o ba
ses
tu v
ida
en u
na a
ccid
enta
l cul
pa. E
l pas
ado
fue
un a
ccid
ente
y e
l fut
uro
es tu
yo.
-Par
a m
entir
y c
omer
pes
cado
, hay
que
ten
er m
ucho
cu
idad
o.-E
l ban
quer
o so
nrie
nte
te fa
cilit
a un
par
agua
s cu
ando
ha
y ci
elo
azul
y p
rest
o te
lo q
uita
cua
ndo
está
por
llov
er.
-Al q
ue le
deb
en ti
ene
mej
or m
emor
ia d
el q
ue d
ebe.
-Al
que
tien
e de
tod
o pr
esum
e qu
e no
le
gust
a de
ber,
y e
l qu
e ca
rece
de
todo
, au
nque
qui
era,
no
pued
e pa
gar.
-Áni
mo
acab
ado,
tod
o te
rmin
ado.
-Es
mej
or s
ervi
r qu
e se
r se
rvid
o y
dar
que
ser
disi
mul
ado.
-Cam
inan
te:
si q
uier
es
dar
paz
a tu
alm
a, p
erdo
na
a qu
ien
te o
fend
a, p
irop
ea a
la
s m
ujer
es y
haz
son
reír
a
tu p
rójim
o.-S
e su
pone
que
el c
rite
-ri
o es
una
man
ifest
ació
n de
si
pro
pia
conc
ienc
ia.
-Hay
qui
en s
e cr
ee u
n ge
nio
y ni
siq
uier
a ti
ene
mal
gen
io.
-El
cris
tian
o ju
ra n
o vo
lver
lo a
hac
er. E
l hom
bre
civi
lizad
o de
cide
ser
más
cu
idad
o la
pró
xim
a ve
z.-T
odas
las
mu
jere
s,
tard
e o
tem
pran
o, s
ient
en
celo
s por
sus h
ijas;
todo
s los
ho
mbr
es, t
arde
o te
mpr
ano,
env
idia
n a
sus
hijo
s.-D
icie
mbr
e, d
ías d
e al
egrí
as y
esp
eran
zas p
ara
algu
nos,
y
en ti
est
á qu
e ot
ros
tam
bién
goc
en d
e ra
tos
de p
laci
dez,
bi
enes
tar
y co
nfi a
nza
en s
u fu
turo
.O
jalá
que
est
as ú
ltim
as fr
ases
sea
n po
sitiv
as p
ara
mu-
chos
que
pue
den
aleg
rar
cora
zone
s y
alen
tar
espe
ranz
as
entr
e lo
s m
ucho
s qu
e vi
ven
confi
and
o en
el b
uen
cora
zón
de lo
s qu
e D
ios
les
ha c
once
dido
el h
erm
oso
don
de “
dar
la m
ano”
al n
eces
itado
.
* Em
pres
ario
, hist
oria
do r
y nar
rado
r. †
(25
de m
ayo
de 1
957)
El d
ram
a de
El
Pel
ón
PLA
ZA C
ULT
UR
AL
Carl
os
Carl
os Cac
oCa
co C
ebal
los
Silv
a C
ebal
los
Silv
a
DIR
ECTO
R G
ENER
AL: A
RM
AN
DO M
ARTÍ
NEZ
DE
LA R
OSA
C
OO
RD
INA
DO
RA: ÉR
ICKA M
ARG
ARIT
A T
REJ
O
Im
ág
enes
: Fot
os d
e A
rch
ivo.
Cor
reo:
dia
rioa
gora
@h
otm
ail.c
om
Dich
os, p
ensa
mie
ntos
y re
frane
s
D OM
ING
O 1
4 DE
OC
TUBR
E DE 2
018
2516
VIÑ
ETA
S DE
LA
PRO
VIN
CIA
4
De le
jos
y a
mi a
lrede
dor
8Ágora
PLA
ZA C
ULT
UR
AL
DE
ESC
RIB
EN
: Jos
é M
aría
Lom
elí,
José
de
Jesú
s Med
ina,
Azu
l Sev
illa,
Jai
me
Vela
sco,
Mar
cela
Góm
ez,
Mig
uel Á
ngel
Leó
n, A
lber
to L
lane
s, A
rman
do M
artín
ez O
rozc
o y
Car
los C
aco
Ceb
allo
s.
Pin
tura
de
Rem
edio
s V
aro.
Pin
tura
de
Gio
rgio
de
Ch
iric
o.
I Mar
:llo
rar
es n
uest
ra fo
rma
de n
adar
.
II Me
gust
a to
mar
caf
é po
r la
s no
ches
.M
e gu
sta
man
tene
r des
pier
tos
a m
is
sueñ
os.
III
Hay
que
llev
arle
mue
rtos
a la
s fl o
res,
año
con
año,
com
o ti
erno
ges
to d
e ab
ono
y de
olv
ido.
IV ¿Y q
ué p
asa
si u
n dí
a m
e le
vant
oy
en lu
gar
de a
dela
nte
quie
ro s
alir
atr
ás?
Frag
men
tos
com
o tú
M ig
uel Á
ngel
Leó
n G
ovea
Esc
ult
ura
s d
e Ju
an S
oria
no.
2Ágora
PLA
ZA C
ULT
UR
AL D
E
7Ágora
PLA
ZA C
ULT
UR
AL D
E
En la historia del arte...Ágora
José de Jesús Medina
Nadia
ALG
UIE
N osado invadió m
i sueño y m
urió cuando abrí los ojos. C
reo que me sentí
asesino al despertar.E
ra una volátil asquerosa, vestida toda con elegancia, com
o una diva pro-tagonista. Lucía a la m
oda unas gafas oscuras que le cubrían m
edia parte de su cara, sus sedosos élitros transparen-tes le daban un toque tornasolado a su cuerpo y a contraluz sus enorm
es ojos destacaban, en un desplante de pro-vocativa sensualidad que hacía juego con su boca, de sarcofágida, ansiosa por un bocado.
Pareciera salir de la portada de mo-
delos que visten de Prada. Celular en
mano, paró el autom
óvil que conducía, frente al 223 de Field W
est Street. Bajó
caminando unos tam
baleantes pasos, no acostum
braba usar tacones, con un contoneo adm
irable; detuvo su andar en la esquina con la 29 E
ast Street. Dio
un aleteo inseguro propio de quien regresa de una noche disipada, gastada con sus am
igas más cercanas.
Musitaba con ansiedad: U
no, dos, tres…
. Uno, dos, tres…
y no calmaba
el temblor de su aleteo. H
urgó en su bolso y sacó tem
blorosa un cigarrillo que encendió, dejando escapar el capricho de azuladas form
as, luego de una profunda aspiración. Se des-pojó de sus gafas y dejó ver sus ojos sin m
aquillar. Pasó sus patas por su cabeza en un intento de lim
piar sus ocelos, aspirar y saborear los olores del entorno.
El lugar era el escenario ideal. E
s-pacio solitario, cubierto de acorazados depósitos, contenedores de plástico, botes de basura que desbordaban des-perdicios de com
ida acumulados por
los restaurantes de la zona. Perfecto para la reunión que había convocado a través de sus am
igas Alexa, N
ecralia y M
usca, entre varias de ellas que acostum
braban hacer rondas por el
vecindario. Intercambiaban opiniones.
Se oía el bisbiseo que se confundía con el zum
bido y aleteos difusos de una m
ultitud incontrolada. Todo mundo
quería participar de la fi esta, opinaban en organizar el banquete de la m
ejor m
anera; comida había sufi ciente.
Necralia y M
usca se desgañitaban con aleteos para llam
ar al orden y poco lograban. Tenían que apurarse, el tiem
po corría en contra y no come-
rían todas. E
l escenario era evitado por los viandantes que procuraban no acer-carse y hacían rodeos. L
os olores ocupaban todo el espacio de la Field W
est y 29 East que confl uían.
Apareció N
adia, con su imponente
porte. Guardó su celular, olvidó el lujo
de su coche, abrió la transparencia de sus élitros y a una señal convenida, com
o ejército, atacaron los conte-nedores del lugar, todo se cubrió de negro, com
o un carroñero zopilote ham
briento en una esquina del barrio m
ás olvidado de la ciudad.E
l ensordecedor rumiar de un
desvencijado motor que sufría para
mover el peso de un m
ecanismo de
compactación de basura, interrum
pió el festín pintado de negro.
Ella y sus am
igas apenas lograron rem
ontar el vuelo pesadamente. U
na buena parte de ese ejército quedó atrapado entre el caos de la recolec-ción en aras de la lim
pieza urbana. Salvó la vida y con las de su especie continuaron su reproducción ovípara, m
ultiplicando la repugnancia de sus costum
bres.N
ada hay de especial en una mos-
ca. Volátil, desagradable y asquerosa;
con sus peludas patas contamina todo
donde se posa y si la dejas prolifera en el espacio que invade. N
adia, una pesadilla con alas, invadió m
i sueño, m
urió por su osadía –cuando abrí los
ojos– de un m
anotazo certero.
La huella de un sueño no es menos real
que la de una pisada.G
eorge Du
by
DE
los múltiples am
oríos de Zeus, su relación con M
nemósine es de re-
saltar, puesto que de ella surgieron nueve de sus hijas m
ás famosas, las
musas, las protectoras de las artes.
Una de las tradiciones griegas cuenta que
una vez superadas las guerras con los titanes y los gigantes, fue petición de los dioses a Zeus la creación de nuevas divinidades que pudieran inspirar cantos, poem
as y épicas que reco-gieran sus hazañas. Fue así com
o el dios del trueno seleccionó a la diosa de la m
emoria para
ser la madre de las futuras diosas de las artes.
Tras nueve noches con ella, Mnem
ósine dio a luz en las m
ontañas Pierta, cerca del Olim
po, a C
lío, musa de la historia; Talía, de la com
e-dia; Terpsícore, de la poesía lírica y la danza; M
elpómene, de la tragedia; E
uterpe, de la m
úsica; Erato, de la poesía lírica; Polim
nia, de la pantom
ima y los cantos sagrados; C
alíope, de la poesía épica; y U
rania, de la astronomía
y las ciencias exactas.Tal tradición las señala com
o las principa-les acom
pañantes del hermoso y resplande-
ciente Apolo, dios del sol y la adivinación, así
como protector de las artes. A
tribuyéndoles, adem
ás, ser las responsables de susurrar m
aravillosas ideas a los oídos de los hombres,
quienes, infl uenciados por ellas, las materiali-
zarían después en toda forma de arte.
Esta creencia cobró tal arraigo, que las
musas eran de las divinidades m
ás respeta-das por los artistas griegos. A
punto tal que antes de practicar sus respectivas disciplinas, invocaban su ayuda, con tal de obtener la ins-piración sufi ciente para realizarlas, tal com
o podem
os leer en La Ilíada y La Odisea, con el
clamor de Cántam
e Musa, hecho por H
omero
al inicio de ellas.C
on el paso del tiempo, la m
ezcla con otras civilizaciones y el surgim
iento de religiones nuevas, su culto se iría diluyendo hasta desapa-recer. N
o sería hasta el renacimiento, cuando
con el espíritu que motivó a este m
ovimiento
cultural a mirar a la época clásica y recuperar
tanto el saber humanístico com
o sus valores estéticos, se las rescataría, volviendo a ser plasm
adas en muchas creaciones artísticas.
A lo largo de la historia, no son pocos los
ejemplos en los que parece vislum
brarse su infl uencia. M
uchos son los escritores, pintores, m
úsicos, quienes movidos por un ím
petu poco com
ún crearon obras sublimes tras despertar
de un sueño, ya sea terrible o arrobador.E
n el Siglo XIII, K
ublai Khan, últim
o gran K
han del imperio m
ongol, soñó un palacio que m
andó a construir de acuerdo a su visión onírica. C
inco siglos después, mientras leía un
libro de relatos de viajes escrito por el histo-riador ingles Sam
uel Purchas, el poeta Samuel
Taylor Coleridge, tam
bién inglés, se quedaría dorm
ido. Al despertar, com
enzaría a transcri-bir un poem
a que soñó y que recordaba con claridad m
eridiana; sin embargo, su frenesí se
vería frenado con la llegada de un inoportuno visitante, dejando inconclusa su creación:
“Descubrí, con no pequeña sorpresa y
mortifi cación [dice C
oleridge] que si bien re-tenía de un m
odo vago la forma general de la
visión, todo lo demás, salvo unas ocho o diez
líneas sueltas, había desaparecido como las
imágenes en la superfi cie de un río en el que
se arroja una piedra”.C
asos como éstos, inevitablem
ente traen a la m
ente la pregunta de si existe algún pro-pósito detrás de ellos, ya que no parecen ser atribuibles a la casualidad.
En su ensayo El sueño de Coleridge, B
orges señala: “E
l primer sueño agregó a la realidad
un palacio; el segundo... un poema... la sim
ili-tud de sueños deja entrever un plan; el periodo enorm
e revela un ejecutor sobrehumano...
En 1961, el P. G
erbillon... comprobó que del
palacio... sólo quedaban ruinas; del poema
nos consta que apenas se rescataron cincuenta versos. Tales hechos perm
iten conjeturar que la serie de sueños y de trabajos no ha tocado a su fi n. A
l primer soñador fue deparada... la
visión del palacio y lo construyó; al segundo, que no supo del sueño del anterior, el poem
a... Si no m
arra el esquema, algún lector de K
ubla K
han soñará, en una noche de la que nos se-paran los siglos, un m
ármol o una m
úsica. Ese
hombre no sabrá que otros dos soñaron, quizá
la serie de sueños no tenga fi n, quizá la clave esté en el últim
o”.D
e ser así, sólo restará ser pacientes y espe-rar para descubrir las sugerentes ideas que las m
usas despierten en quienes lean cuando: “En
Xanadú, K
ubla Khan/ m
andó que levantaran su cúpula señera:/ allí donde discurre A
lfa, el río sagrado,/ por cavernas que nunca ha sondeado el hom
bre”, Ku
bla Kh
an.
José María Lom
elí Pérez
De sueños y los regalos de las m
usasR
ugidos literarios
UN
erudito llegó a la única biblioteca del lugar. Se quitó su abrigo negro de piel y dirigiéndose al encargado lanzó una am
enaza con voz clara y fuerte.
-¡Estoy listo!, -dijo-, voy a leer a todos los autores que su ape-
llido paterno comience con la letra “A
”, después a los de la “B” y así hasta
llegar a la “Z”. Com
o se sabe, última letra del abecedario español.
Se sentó entonces en una silla que daba a una mesa de trabajo enorm
e y se dispuso a iniciar su ardua y larga tarea. Luego de diez años y seis m
eses, siete días, ocho horas, nueve m
inutos, veinte segundos, once milésim
as de segundo y cincuenta y cuatro m
icro milésim
as terminó su trabajo.
Fue al librero y se dio cuenta, muy a su pesar, que había sin em
bargo más
libros publicados de otros autores jóvenes y no tan jóvenes y consagrados y no tan consagrados que su apellido paterno iniciaba con esa la m
isma
letra: la “A”.
Volvió a tom
ar asiento y se puso nuevamente a leer a estos otros autores
jóvenes y no tan jóvenes, y consagrados y no tan consagrados, que su apellido paterno iniciaba con la “A
”. C
uando terminó (día que por cierto no recuerdo), el erudito regresó al
viejo librero y se dio cuenta, nuevamente, que había otros autores nuevos, de
los nuevos, de los nuevos, que su apellido paterno iniciaba con la letra “A”,
además que había ya, otra vez, autores de los consagrados, de los consagrados
y no consagrados de los no consagrados, que al igual que los nuevos, de los nuevos, de los m
ás nuevos, su apellido paterno iniciaba con esa mism
a vocal.V
olvió a sentarse en la silla que daba a la mesa de trabajo y com
enzó a leer a esos jóvenes, de los nuevos, de los m
ás nuevos, y los consagrados, de los consagrados, de los no consagrados que su apellido iniciaba con... blablablá.
El erudito nunca llegó a acercarse siquiera a la letra “B
”. Aún descono-
cemos si m
urió en el intento.
Día d
e suerte
Una vez, en alguna costa del m
undo, se hallaba un humilde pescador. U
n día, dispuesto a sacar la m
ayor cantidad inició su jornada. Con una pequeña
línea, un anzuelo que no prometía m
ucho, y una mísera carnada, su labor
se antojaba dura y lo fue. Serían las seis de la mañana cuando inició y a las
diez no lograba nada. Pasó un rato más y no, no picaba nada. A
la una de la tarde su cubeta estaba vacía. Los dem
ás pescadores a esa hora, incluso más
temprano, tenían las cajas llenas de pescado fresco y él, vacía. Se quedó en
la tarde a la espera de algo y nada. Cuando estaba a punto de abandonar
la tarea, y no sólo eso, sino el ofi cio de pescador de tantísimos años, ¡algo
picó! Algo grande y fuerte se atoró en el gancho de su línea de pesca; serían
para eso las diez de la noche. El hum
ilde pescador se asombró cuando al
tirar y tirar y tirar de su cuerda, ayudado por un grupo de personas que se reunieron en torno a él, salió de las profundidades del m
ar nada más y nada
menos que una parte del Titanic…
El eruditoA
lberto Llanes
14 de O
ctubre
1536.- Falleció Garcilaso de la V
ega, poeta español del Siglo de Oro, uno de
los escritores de habla hispana más grandes de la historia. La producción lírica de G
arcilaso, máxim
a expresión del R
enacimiento castellano, se convirtió en una referencia para los poetas españoles, que
desde entonces no pudieron ignorar la revolución métrica y estética operada por él en la lírica española.
15 de O
ctubre
1844.- Nació Friedrich W
ilhelm N
ietzsche, fi lósofo, poeta, músico y fi lólogo alem
án, considerado uno de los pensadores contem
poráneos más infl uyentes del Siglo X
IX. R
ealizó una crítica exhaustiva de la cultura, la religión y la fi losofía occidental, m
ediante la deconstrucción de los conceptos que las integran, basada en el análisis de las actitudes m
orales hacia la vida. Su obra es bastante amplia,
pero entre los títulos más conocidos fi guran A
sí habló Zaratustra (1883, I y II; 1884, III; 1885, IV),
Más allá del bien y del m
al (1886), El A
nticristo (1888), Ecce hom
o (1889).
16 de O
ctubre
1854.- Nació O
scar Fingal O’Flahertie W
ills Wilde, un poeta y escritor irlandés, considerado uno
de los dramaturgos m
ás destacados del Londres victoriano tardío. Es recordado por sus epigram
as, su novela E
l retrato de Dorian G
ray, sus obras de teatro y la tragedia de su encarcelamiento, seguida
de su temprana m
uerte.1927.- N
ació Günter G
rass, Premio N
obel de Literatura y el Premio Príncipe de A
sturias 1999. Un
escritor comprom
etido en los campos del arte, la cultura, la política y los derechos hum
anos. Entre
sus obras más fam
osas: El tam
bor de hojalata, de 1959, y Años de perro, de 1963.
17 de O
ctubre
1918.- Nació R
ita Hayw
orth, una de las actrices más em
blemáticas de la época dorada del cine
estadounidense. Adem
ás de ser símbolo sexual indiscutible de la década de 1940, ocupa un notable
lugar en la lista de las grandes estrellas del Séptimo A
rte, pese a que nunca fue nominada a los
premios Ó
scar.
18 d
e Octu
bre1955.- Falleció José O
rtega y Gasset, un fi lósofo y ensayista español, exponente principal de la
teoría del perspectivismo y de la razón vital (raciovitalism
o) e histórica, situado en el movim
iento del N
ovecentismo. C
on la frase “Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no m
e salvo yo”, aparecida en M
editaciones del Quijote, O
rtega insiste en lo que está en torno al hombre, todo lo que
le rodea, no sólo lo inmediato, sino lo rem
oto; no sólo lo físico, sino lo histórico, lo espiritual.
19 de O
ctubre
1862.- Nació A
ugusto Lumière, quím
ico francés, uno de los inventores del cinem
a-tógrafo. E
l 19 de marzo de 1895, se realizó
el primer fi lm
con este invento, La salida de las Fábricas Lum
ière, en la llamada
“Calle de la P
rimera P
elícula”. Las puertas de la fábrica de los herm
anos Lum
ière se abrieron y fue el primer
movim
iento de la historia del cine.
20 d
e Octu
bre1854.- N
ació Arthur R
imbaud, uno
de los más grandes poetas franceses,
adscrito unas veces al m
ovimien
to sim
bolista, junto a Mallarm
é, y otras al decaden
tista, junto a V
erlaine.
Escribió sus prim
eros versos cuando apenas contaba con quince años y dejó para siem
pre la literatura a la pre-m
atura edad de veinte. Para él, el poeta debía de hacerse “vidente” por m
edio de un “largo, inmenso
y racional desarreglo de todos los sentidos”. Su obra m
ás conocida son los poem
arios Una tem
porada en el Infi erno (1873) e Ilum
inaciones (1874).
La actriz estad
oun
iden
se Rita H
ayworth
.
6Ágora
PLA
ZA C
ULT
UR
AL
DE
Ágora
PLA
ZA C
ULT
UR
AL
DE
3
A B
erth
a C
háve
z.
JON
ÁS
siem
pre
supo
que
ser
ía u
n ex
iliad
o de
sí m
ism
o, q
ue v
ivir
ía e
n di
stin
tas c
iuda
des,
que
sobr
e la
mar
cha
de lo
s año
s ago
tarí
a a
sus a
mo-
res,
a s
us a
mis
tade
s, y
que
no
echa
ría
raíc
es c
omo
hací
an lo
s de
más
. Su
pro
yect
o de
vid
a er
a, e
n da
do c
aso,
frac
asar
. Y lo
sup
o ha
cer,
com
o po
cos.
En
ese
sent
ido,
era
en
real
idad
, un
triu
nfad
or.
El r
ango
de
los
años
par
a ca
mbi
ar d
e re
side
ncia
, se
esta
blec
ió e
n la
cifr
a as
trol
ógic
a de
l di
ez. H
abía
nac
ido
un d
ía d
iez,
del
déc
imo
mes
, en
un a
ño
que
sum
aba
diez
. El d
iez
part
ido
a la
mit
ad d
aba
la fr
ecue
ncia
del
am
or. L
as
rela
cion
es a
mor
osas
se
dier
on e
n la
frec
uenc
ia p
enta
gona
l. A
sí J
onás
hab
ía
vivi
do e
n ci
nco
ciud
ades
en
el r
ango
de
cinc
uent
a añ
os. H
abía
ten
ido
cinc
o pa
reja
s fo
rmal
es. Y
ent
re e
llas,
var
ios
años
de
inte
rval
os d
e es
pera
par
a sa
nar
su r
oto
cora
zón.
Aho
ra e
stab
a po
r cu
mpl
ir c
incu
enta
y c
inco
año
s. Y
tení
a un
pe
ntág
ono
de e
sper
a am
oros
a. Y
est
aba
por d
ejar
la q
uint
a ci
udad
de
su v
ida.
Joná
s viv
ió e
n el
seno
de
una
fam
ilia
trad
icio
nal.
Ded
icad
o a
los m
enes
tere
s de
l tea
tro
fue
labr
ando
hor
izon
tes
de fi
cció
n, e
n el
aqu
í y a
hora
, de
la re
alid
ad
real
. Sob
re la
mar
cha
de lo
s año
s, J
onás
alim
entó
la id
ea d
e se
r alg
uien
esp
ecia
l. Jo
nás
se d
ijo a
sí m
ism
o, tu
vid
a es
el t
eatr
o. Y
así
fue,
has
ta q
ue la
fi cc
iona
-lid
ad le
llev
ó al
ext
rem
o de
cru
zar
los
hori
zont
es d
el b
uen
vivi
r y
frac
tura
r la
vi
da e
quili
brad
a. L
a di
stan
cia
sana
ent
re s
er u
no m
ism
o y
repr
esen
tar
a ot
ro
se a
cort
ó al
pun
to d
el c
orto
cir
cuit
o.La
pri
mer
a re
laci
ón p
arte
agua
s de
Jon
ás s
uced
ió a
los
quin
ce a
ños.
Jon
ás
expe
rim
entó
el a
mor
trun
cado
. Se
enam
oró
de a
quel
la c
hica
del
gada
, de
tez
blan
ca y
de
luna
res
prec
ioso
s, y
que
con
oció
en
la p
repa
rato
ria,
y d
e la
cua
l ot
ros
tant
os s
e en
amor
aron
. Pes
e a
ello
, Jon
ás p
udo
perm
ear
el c
oraz
ón d
e la
chi
ca e
n cu
esti
ón. P
ero
Joná
s tu
vo q
ue d
ecid
ir. Y
Jon
ás p
refi r
ió o
paca
r su
am
or d
e pa
reja
por
el a
mor
a la
pro
fesi
ón. A
llí q
uedó
mar
cado
un
viac
ruci
s pa
ra J
onás
, que
no
cesa
de
repe
tirs
e. J
onás
con
gela
la p
asió
n am
oros
a ca
da
cinc
o añ
os y
ren
ueva
su
pasi
ón p
rofe
sion
al p
ara
qued
arse
sol
o y
su a
lma,
co
mo
reza
el r
efrá
n.E
l ter
cer
cicl
o de
sem
ejan
te p
arad
igm
a co
locó
a J
onás
en
una
prof
unda
cr
isis
de
depr
esió
n. E
l per
sona
je q
ue afl o
ró s
in r
emed
io fu
e el
vio
lent
o in
dio
Alo
nso
de Z
acua
lpan
. Así
, Jon
ás te
rmin
ó co
rtan
do su
cab
eza
en v
ida
para
viv
ir
el to
rtur
ante
mar
tiri
o de
llor
ar p
or s
u al
ma
en p
ena.
Ent
once
s lle
gó la
oca
sión
pa
ra a
sist
ir a
la te
rapi
a pr
ofes
iona
l a su
s tre
inta
y c
inco
año
s. A
hora
est
á ce
rca
de e
stre
nar
El o
so, o
bra
de s
u qu
erid
o am
igo
ruso
, Ché
jov.
Ser
á su
man
era
de d
ecir
le a
diós
a la
ciu
dad
para
pro
bar
fort
una
en o
tra
lati
tud
del m
undo
. La
nue
va c
iuda
d es
tá h
abit
ada
en r
ealid
ad, p
or s
us s
eres
más
que
rido
s. A
llí
Joná
s viv
irá
el p
roce
so d
e Pe
er G
ynt.
Dar
le te
rapi
a a
su a
dole
scen
te tr
ansc
urri
r po
r la
herm
osa
vida
. Y m
uy p
roba
blem
ente
allí
se
coci
nen
plat
illos
que
le d
en
sust
anci
a y
mad
urez
a s
u pe
regr
inaj
e cl
aros
curo
. La fi l
osof
ía e
s un
cam
ino
que
prom
ete
resp
uest
as d
isti
ntas
a la
s m
ism
as p
regu
ntas
. Las
tela
raña
s qu
e te
jiero
n lo
s in
fort
unio
s y
las
aleg
rías
de
Joná
s se
rán
obje
to d
e la
cav
ilaci
ón,
de la
ser
ena
refl e
xión
, allí
, jun
to a
los
suyo
s, e
n es
a gr
an c
iuda
d ha
bita
da p
or
tant
os c
oraz
ones
exi
liado
s.
Pin
tura
de
Le
Cor
busi
er.
Cor
azón
exi
liad
oJa
ime
Vela
sco
SI al
guna
lect
ura
requ
iere
de
verd
ader
a te
naci
dad
en e
l m
undo
de
la l
iter
atur
a, e
sa e
s ta
l ve
z el
ace
rcar
se a
la
pala
bra,
la o
bra,
del
esc
rito
r fr
ancé
s Pi
erre
Mic
hon.
En
cier
ta o
casi
ón e
ncon
tré
en in
tern
et u
na p
erfe
cta
defi n
i-ci
ón p
ara
quie
nes
aún
inte
ntam
os i
nter
narn
os e
n la
del
icio
sa
jung
la d
e cl
aros
curo
s de
l aut
or d
e Lo
s Onc
e y
Aba
des.
Dec
ía e
se
auto
r de
cuy
o no
mbr
e no
qui
ero
acor
darm
e so
bre
la le
ctur
a de
M
icho
n: e
s com
o to
mar
se u
n ca
fé e
xpré
s car
gadí
sim
o, b
arro
co a
ve
ces.
En
ocas
ione
s, u
no se
ntir
á su
beb
ida
dem
asia
do e
spes
a, ca
si
com
o m
elaz
a, y
sin
em
barg
o, v
aldr
á la
pen
a la
am
arga
dul
zura
. A
cerc
arse
a lo
s es
crit
ores
de
cult
o es
com
plej
o. T
al v
ez, l
a ún
ica
exce
pció
n a
la r
egla
de
la c
reac
ión
de li
bros
imbo
rrab
les
para
la
His
tori
a de
la
Lite
ratu
ra,
pero
tam
bién
gen
erad
or d
e se
ctas
ens
imis
mad
as c
on s
u vo
z, fu
e el
esc
rito
r hún
garo
Sán
dor
Már
ai, f
alle
cido
en
San
Die
go, C
alifo
rnia
, en
1989
. En
La m
ujer
ju
sta,
Már
ai u
nive
rsal
iza
la c
onst
ante
dep
resi
ón b
urgu
esa,
las
tena
ces
oscu
rida
des
y so
le-
dade
s in
men
sas
de u
na v
ida
acom
odad
a, l
a co
nst
ante
n
eces
idad
de
apro
baci
ón
del o
tro
med
iant
e m
ásca
ras
adin
erad
as a
ún e
n el
ham
-br
e y
la p
obre
za,
el í
mpe
tu
de f
amili
as p
or h
acer
se d
e de
uda
s pa
ra d
emos
trar
le
tem
pest
ades
de
gran
deza
al
mun
do,
en e
norm
es c
asas
in
habi
tabl
es, c
on si
rvie
ntes
a
toda
hor
a y
un fr
ío q
ue re
co-
rrer
á to
do e
l día
las e
scal
eras
de
l odi
o.Pe
ro, d
ecía
mos
, Mic
hon
sigu
e vi
vo y
alt
amen
te c
rea-
tivo
. Afo
rtun
ada,
la h
uman
i-da
d. U
sted
ent
rará
con
don
Pi
erre
a u
na c
ueva
osc
ura:
es
cuch
o ge
mid
os v
iola
tori
os
de R
evol
ució
n o
paso
s re
so-
nant
es d
e sa
cerd
otes
ent
re
la n
eblin
a de
la m
onta
ña, u
n ec
o de
fi es
ta a
su
alre
dedo
r,
la a
lgar
abía
mis
ma
a m
is
espa
ldas
. E
l cu
lto
liter
ario
, su
ge-
nera
ción
, es e
sto,
com
plic
ada
e in
com
para
ble
situ
ació
n.
Mit
o en
tre
los
mit
os,
Los
O
nce,
pub
licad
o po
r pri
mer
a ve
z en
el P
arís
de
2009
, Mi-
chon
nos
ace
rca
a la
Rev
olu-
ción
fran
cesa
sin
ade
ntra
rnos
rea
lmen
te e
n el
la, n
os m
uest
ra la
ab
surd
a ne
cesi
dad
de la
s m
asas
de
líder
es c
on a
rroj
o, d
evel
a el
po
der
de lo
s m
edio
s de
com
unic
ació
n a
part
ir d
e su
fabr
icac
ión
de la
rea
lidad
de
acue
rdo
y so
lam
ente
a in
tere
ses
pers
onal
es y
de
gen
erac
ión
de in
terp
reta
cion
es, a
band
era
el h
eroí
smo
y la
s re
fere
ncia
s lit
erar
ias
com
plej
as o
fi ct
icia
s si
empr
e pr
esen
tes
en
Pier
re M
icho
n.“E
nton
ces a
lo m
ejor
se d
ice
que
Mic
hele
t no
se e
quiv
ocó
del
todo
en
su su
eño
y qu
e ha
y ah
í mis
mo,
en
el L
ouvr
e, o
nce
form
as
sem
ejan
tes
a ca
ballo
s, o
nce
sere
s de
tem
or y
de
arre
bato
: com
o lo
s que
esc
ulpi
eron
los a
siri
os d
e N
íniv
e en
las c
acer
ías e
cues
tres
en
que
el r
ey m
ata
leon
es; c
omo
galo
pan
haci
a es
tos c
onde
nado
s qu
e so
mos
, sie
te v
eces
y c
on s
iete
form
as d
e ca
ballo
s, e
n el
Apo
-ca
lipsi
s de
Juan
; com
o se
enc
abri
tan
bajo
Nic
oló
Da
Tole
ntin
o, e
l
cond
otie
ro d
e la
noc
he, e
n U
ccel
lo, c
omo
se e
ncab
rita
n ta
mbi
én
bajo
los
Felip
es d
e Fr
anci
a y
los
Luis
es d
e Fr
anci
a, lo
s tr
eint
a y
dos
Cap
etos
y, m
ás a
dela
nte,
baj
o B
onap
arte
; tal
y c
omo
los
pint
ó G
éric
ault
en
la z
arab
anda
de
los
tren
es d
e ar
tille
ría
que
expl
otan
en
cade
na, a
terr
oriz
ados
por
el o
lor d
e la
pól
vora
y e
l de
la m
uert
e, p
ero
com
o si
carg
asen
sin
tem
or”,
leem
os e
n Lo
s onc
e.H
ace
más
de
cin
co a
ños
des
cubr
í a
Pie
rre
Mic
hon
en
una
libre
ría
del
Fond
o de
Cul
tura
Eco
nóm
ica
en Q
ueré
taro
. Q
uizá
el
frío
am
able
de
dici
embr
e po
r es
as t
ierr
as m
e lle
vó
a A
bade
s. N
o lo
sé.
Per
o sí
por
cas
ualid
ad l
legu
é a
ese
mí-
nim
o el
ogio
a l
a E
dad
Med
ia,
libro
sit
uado
en
el a
ño 1
000
y pl
agad
a de
esa
nos
talg
ia p
or d
iose
s y
here
jes
en t
erri
tori
os
de n
adie
. E
sa e
nvol
vent
e at
mós
fera
sól
o pu
do r
ecor
darm
e,
para
dójic
amen
te, a
Ped
ro P
áram
o si
n ca
nícu
las
y co
n m
onje
s fa
ntas
mas
ent
re lo
s pi
nos,
baj
o el
los,
ado
rado
res
de d
ivin
idad
he
nchi
dos
de i
nfi e
rno
y en
bús
qued
a de
Dio
s en
la
luju
ria.
“Al a
tard
ecer
, cua
ndo
el m
arid
o ha
pa
rtid
o a
pone
r las
nas
as, c
uand
o si
n pr
onun
ciar
una
sol
a pa
labr
a el
la s
e de
scub
re d
e lo
s pi
es a
la c
intu
ra, e
l fu
ego
más
húm
edo,
más
ard
ient
e: h
a vi
sto
la m
itra
, ha
vist
o el
bác
ulo,
es
la m
itra
y e
l bác
ulo
lo q
ue e
lla ti
ene
en s
us o
jos
cerr
ados
, ent
re lo
s pi
es
leva
ntad
os. E
l ray
o qu
e la
rom
pe e
s el
mie
mbr
o de
un
hom
bre,
per
o la
gl
oria
de
un a
bad”
.E
n Lo
s O
nce,
Mic
hon
gene
ra u
n fa
lso
pint
or y
hab
la d
e su
s her
enci
as
sang
uíne
as, s
us fa
mili
ares
, el p
asa-
do i
nevi
tabl
e y
un g
enia
l cu
adro
, se
mej
ante
al
de L
a úl
tim
a ce
na y
fa
lsam
ente
ubi
cado
en
el m
useo
de
Louv
re.
Es,
cie
rtam
ente
, C
iora
n qu
ien
nos e
xplic
a: “H
acer
tram
pa se
rá p
ara
ti u
na c
uest
ión
de h
onor
y la
últ
ima
man
era
de v
ence
r tu
s ‘a
cces
os’ o
de
impe
dir
su r
etor
no. S
i par
a el
lo h
as
teni
do n
eces
idad
de
una
reve
laci
ón,
o de
un
hund
imie
nto,
ded
ucir
ás q
ue
los
que
no h
an a
trav
esad
o po
r un
a cr
isis
sim
ilar
se a
bism
arán
cad
a ve
z m
ás e
n la
s ex
trav
agan
cias
inhe
ren-
tes
a nu
estr
a ra
za”.
Est
imad
o le
ctor
, sól
o pu
edo,
ma-
ravi
llado
, rec
omen
darl
e a
uste
d, la
fa
scin
ante
lect
ura
de P
ierr
e M
icho
n.“D
e es
as d
oce
pági
nas,
una
pág
i-na
ent
era
y la
mit
ad d
e ot
ra so
n pa
ra
el e
ncar
go: p
ara
la o
casi
ón, p
ara
ese
mom
ento
ext
raor
dina
rio
que
los
grie
gos
llam
an k
airó
s, e
s de
cir,
el m
omen
to, c
abal
lero
, en
que
la su
erte
se d
escu
elga
de
la c
intu
ra la
bol
sita
esp
ecia
l, y
que,
po
r lo
dem
ás, n
unca
nos
esp
eram
os. Y
, en
esa
pági
na y
med
ia,
Mic
hele
t cu
enta
cóm
o, e
n fe
brer
o de
184
6, fu
e a
Sain
t N
icol
as
no a
rez
ar, d
ado
que
la m
uert
e de
Dio
s es
ya
cosa
con
veni
da d
e un
a ve
z po
r to
das,
sin
o pa
ra h
acer
le u
na v
isit
a a
la s
acri
stía
en
dond
e se
tom
ó la
dec
isió
n de
Los
Onc
e; e
l cua
dro
de G
éric
ault
lo
hab
ía v
isto
una
vez
die
z añ
os a
ntes
, en
uno
de e
sos
reco
rrid
os
por
el t
erri
tori
o de
Fra
ncia
, bre
ves
y m
emor
ioso
s. F
ue a
ver
la,
a co
mpr
obar
lo, y
aho
ra n
osot
ros
pode
mos
ver
, a la
caí
da d
e la
ta
rde,
a M
iche
let,
el h
ombr
e pá
lido
y es
trem
ecid
o de
pel
o pr
e-m
atur
amen
te b
lanc
o, q
ue e
ntra
fi ng
iend
o vu
elos
de
hopa
land
a,
en e
sa s
acri
stía
de
dond
e es
tá v
isto
que
no
cons
egui
mos
sal
ir”.
Arm
ando
Mar
tíne
z O
rozc
o
Del
irio
s
Alg
arab
ía p
or P
ierr
e M
icho
n
Ano
che,
el v
olcá
n te
mos
tró
lo q
ue n
o pu
dede
cirt
eco
n pa
labr
as...
Nue
stro
s cu
erpo
sen
el s
ilenc
iogr
itan
lo q
ue lo
s de
más
igno
ran.
..
La ll
uvia
fue
el c
uadr
o pe
rfec
topa
ra r
econ
stru
irtu
cue
rpo
con
mis
bes
os...
Pa
reja
bes
án
dos
e ba
jo la
ll
uvi
a, L
oui J
over
.
Baj
o la
lluv
iaA
zul S
evill
a
CO
MO
una muestra de sim
patía a las fuerzas federales que guarnecían esta capital en 1926, el G
obierno del Estado ofreció a los jefes, ofi ciales y tropa un suculento
pozole regional, servido en la parte norte de lo que ahora es el campo de aviación.
El agasajo tuvo lugar una tarde dom
inical del invierno correspondiente al citado año y se desarrolló dentro de un am
biente de cordialidad y alegría.E
ra por aquel entonces mayor de órdenes de la plaza M
iguel Orrico de los Llanos,
actual gobernador de Tabasco y general de División desde hace m
uchos años. Desde su
arribo a esta ciudad, conquistó generales simpatías por su inteligencia vivaz, su notable
facilidad de expresión y su temperam
ento estallante, que oscilaba entre las rápidas y audaces decisiones propias del hom
bre de guerra y las manifestaciones rom
ánticas del costeño tem
peramental.
Inquieto, contradictorio y dinámico, el joven m
ayor encontraba demasiado estrecho
el horizonte provinciano para el desfogue de sus reacciones emotivas, y el tiem
po que le dejaba libre el desem
peño de sus deberes militares lo em
pleaba en escribir artículos periodísticos, cultivar el gusto por la buena m
úsica, departir con los numerosos am
igos particulares hechos en C
olima y fom
entar toda clase de deportes.Tenía com
o asistente a un muchacho originario de Jalisco llam
ado José Díaz, y al
cual, por habérsele pelado a rape al ingresar a fi las, se le conocía por el apodo de El Pelón.
En la pozolada de referencia, y cuando invitados y anfi triones, después de haber con-
sumido el típico platillo, charlaban sobre diversos tem
as, el mayor tuvo una inspiración:
-¡Vam
os improvisando peleas de box!
Acto continuo, m
andó por dos juegos de guantes y le calzó un par a su asistente, encom
endando a otro ofi cial que buscara un contrincante entre los soldados que habían asistido al ágape.
En un estrecho círculo form
ado por civiles y militares que se apretujaban para pre-
senciar la pelea, los noveles púgiles iniciaron el combate, provocando gritos de aliento
entre sus respectivos simpatizadores y general regocijo por su falta de destreza y puntería,
naturales en quienes por primera vez sostenían esta clase de encuentros.
Por demás está decir que O
rrico de los Llanos se convirtió en el “second” del Pelón, a quien constantem
ente animaba y aconsejaba a gritos, friccionándolo con energía y
empapándole de agua la cabeza en los breves m
omentos de descanso.
Aun cuando los dos peleadores eran igualm
ente ignorantes, pronto se advirtió la superioridad del Pelón, por su m
ayor alcance de brazos, su mejor vista y especialm
ente por el fuerte “punch” de su brazo derecho, que puso fi n al “m
atch” en el cuarto episodio, cuando conectó en la quijada de su adversario un derechazo capaz de derribar un buey. Y en ese preciso m
omento nació un ídolo popular, pues toda la tropa lo aclam
ó campeón
y el mayor vio en su asistente un inagotable fi lón de diversiones.
Se inició a partir de esa fecha una era de entusiasmo boxístico, y todas las noches de
sábado se organizaron funciones de box, sobre la base del Pelón, que dispensado de la severidad de sus servicios m
ilitares y estimulado por sus jefes y com
pañeros, se dedicó a entrenar con ahínco, exhibiendo en cada actuación notables adelantos, al grado de que m
uy pronto se constituyó en un peligroso noqueador y el público presenciaba anhelante sus peleas, sabiendo que en la prim
era ocasión en que el intempestivo cam
peón colocara su derechazo, concluía el com
bate por la más rápida y efectiva de las vías.
Después de tres o cuatro m
eses de esta intensa vida deportiva y cuando El Pelón era ya toda una fi gura del boxeo, el m
ayor consideró llegado el mom
ento de buscarle enemigos
de mayor categoría y contrató en G
uadalajara a un boxeador llamado Francisco V
ega, quien se enfrentó al Pelón en la pelea estrella de una noche de gala.
En el escenario del teatro H
idalgo –ahora en ruinas–
y ante un público numeroso
que llenaba por completo sus localidades, se desarrollaron las peleas program
adas, con escaso interés para la concurrencia, ansiosa del com
bate fi nal.Llegó por fi n la esperada ocasión y E
l Pelón se presentó en escena, ataviado con una m
agnífi ca bata de seda negra con ribetes dorados, que desató exclamaciones estentóreas
de admiración y entusiasm
o. Vega hizo su aparición m
omentos después, con una sim
ple toalla sobre los hom
bros. Tratábase de un muchacho delgado y m
odesto, con cierta ex-presión de tristeza o apocam
iento, que hacía resaltar la espejeante fi gura del Pelón, un poco m
ás alto, más grueso y m
ás seguro de sí.
Tras los formulism
os de rigor, sonó la campana y em
pezó la pelea, avanzando El Pelón, erguido y agresivo, con la m
ano izquierda extendida y la derecha replegada, buscando descargarla a la prim
era oportunidad. En contraste a esa actitud briosa e im
ponente, V
ega se enconchó, cubriéndose con ambas m
anos y se dedicó a ponerse fuera del alcance de su enem
igo, mediante cortos y rápidos “jabs”. Parte del público se sintió defraudado
de Vega y em
pezó a gritarle:-¡Párate, bicicleta! ¡Pelea com
o los hombres!
Y otra parte, formada por personas seguram
ente más com
pasivas, comentaban entre
sí:-¡Pobre m
uchacho! ¡Lo va a medio m
atar El Pelón!
Transcurrió el tiempo del prim
er “round” con más pena que gloria y sin que se regis-
trara ni un solo cambio de golpes, ya que V
ega tan sólo se preocupó de evitar que El Pelón
le tomara la m
edida. Pero vino el segundo episodio y los espectadores se levantaron de sus asientos, al ver un V
ega diverso y transfi gurado avanzar hacia la esquina del Pelón y descargarle una ráfaga de golpes propinados a una velocidad de relám
pago. A través de
las muecas de dolor físico producido por el castigo, podía advertirse en la m
irada y en la expresión facial un sentim
iento de inexplicable sorpresa, pues no esperaba ser víctima
de un ataque tan despiadado, ni nunca en su carrera deportiva se había encontrado en un trance parecido.
Lo peor fue que segundos antes de terminarse el tiem
po del round, Vega soltó el
clásico uno-dos, hundiendo el puño izquierdo en el hígado del Pelón, a tiempo de que le
estrellaba el derecho en la quijada. El m
uchacho se derrumbó de una pieza, sin que lo
salvara la campana, pues al term
inar el periodo de descanso todavía estaba dormido...
¡Y ahí terminó tristem
ente El Pelón! E
n cuanto a Vega, al que hubo de alzarle la m
ano en señal de triunfo, reasum
ió su gesto de timidez habitual, tom
ó su toalla, y poniéndosela sobre los hom
bros se retiró modestam
ente, con el aire contrito de quien pide dispensas.O
rrico de los Llanos no volvió a organizar más peleas.
Ágora
PLA
ZA C
ULT
UR
AL D
E
5
El drama de El Pelón
Don M
anuel Sánchez SilvaD
on Manuel Sánchez Silva
VIÑ
ETAS D
E LA PR
OV
INC
IAV
IÑETA
S DE LA
PRO
VIN
CIA
(25 de mayo de 1957)
4Ágora
PLA
ZA C
ULT
UR
AL D
E
* Periodista, escritor y fundador de Diario de C
olima.†
SE
NTIPE
NSA
R a las m
ujeres y la relación que hay con la cocina com
o espacio que se habita puede llevarnos a m
uchos lugares ya experim
entados por muchas de noso-
tras, como por ejem
plo a la opresión, es decir, un lugar de obligados quehaceres tediosos, porque la cultura im
pone a nuestro género cocinar para; entonces, se vive com
o una cárcel, que de hacerlo bien, nos lleva a la idea de una repetición sin cesar de tan efím
ero y cotidiano deber hacer, es por ello que se vive com
o rutinaria, laboriosa y esclavizante actividad, y pos ¡a darle que es m
ole de olla!E
l conocimiento de la cocinera históricam
ente está “m
enos preciado” –com
o de por sí cualquiera de nuestros saberes y haceres–
, porque las mujeres
“repetidoras de la tradición”, incapaces de razón y por pura cuasi intuición o m
era chiripa/ocurren-cia…
de repente, buuum, “realizan” –
como por
arte de magia–
guisos, fermentos y pan, estofados
sustanciosos para sanar el alma, herm
osas conser-vas de frutas y vegetales, salm
ueras, embutidos,
sopas, pastas, frituras, masalas…
tortillas, tamales,
moles, pipianes y un largo etcétera…
de mezclas
para comer y beber, para alim
entar, gozar y sanar, entonces, la im
agen se dibuja clara y distinguida: ¡Las abuelas!
Nuestras abuelas parlantes en la cocina, son
mujeres creadoras-portadoras de los conocim
ien-tos que por generaciones se acum
ulan en la cultura de cada pueblo, pues no sólo es una cuestión de que ¡beber y com
er son cosas que hay que hacer!, sino que va m
ás allá de una necesidad cumplida-satis-
fecha de manducar-tragar, porque bien sabem
os que fi esta sin com
ida no es reunión cumplida, ni
habrá algarabía; se trata de hacer buenas migas y
del pan nuestro de cada día, porque las penas con pan son m
enos y un taco al día es la llave de la alegría, porque ellas saben que es m
ejor gastarlo en la cocina que en m
edicina, y bien sabemos,
quienes habitamos la cocina, que ajo, cebolla y
limón te aleja de la inyección.E
l mole de olla, el puchero y el caldo de res de
nuestras abuelas es lo que contiene el caldero de las brujas, es la representación de la técnica de cocción en agua que requiere tiem
po y fuego estable, es el caldo sustancioso para sanar el alm
a y, en él, las
brujas (mujeres adultas alquim
istas) integran los nutrientes de la tierra (carnes, vegetales, hierbas y especias) en abundante agua, m
ientras la hoguera, con paciencia, realiza su m
agia, en tanto, las mu-
jeres que habitan la cocina siguen las indicaciones y tareas que la abuela indica, pues, para sacar un buen plato de caldo, la carne y los vegetales deben soltar sus jugos y cada ingrediente tiene su propio tiem
po y modo para ser y estar en el “caldero de
la bruja”. Las abuelas tienen esa sabiduría de lo saboroso-am
oroso, y desde los saberes y haceres de la cocina ellas se expresan: -de am
or caldo y de caridad jíjoles, ahí ve qué encuentras.
La bruja caricaturizada expresa el desprecio cultural del inconsciente colectivo por las m
ujeres del hogar que con la escoba y el caldero –
signos distintivos de las brujas–
, preparan los tiempos
de la compartición del alm
uerzo, la comida y la
merienda; las abuelas cocineras bien encarnan la
imagen arquetípica de la bruja en su digna fi gura,
es decir, las mujeres que habitan la cocina com
o un laboratorio creativo para transform
ar en sabores, arom
as y texturas también sanadoras, al tiem
po que placenteras. A
l mirarlo así, entonces podem
os experim
entar otro modo de sentipensar la cocina,
por ejemplo, desde la libertad, porque m
uchas brujeres encuentran el m
odo de darle vuelta a la tortilla a esa opresión, convirtiéndola en su form
a de resistir-subsistir en un mundo donde
el desprecio, el acoso y el despojo de saberes es el m
enú de todos los días.Preguntadera gastrosófi ca: ¿qué se alim
enta y quiénes se benefi cian del sentipensar a la cocina com
o espacio de opresión para las mujeres?, ¿por
qué para ser mujer independiente-m
oderna nos planteam
os el rechazo a los saberes y haceres en la cocina?, ¿dónde se invierte el tiem
po que se ahorra en e l consum
o del fast food y cuáles son las im
plicaciones en tanto benefi cios y perjuicios?, ¿por qué las m
ujeres en la cocina son invisibiliza-das-discrim
inadas en el ámbito de la gastronom
ía y el arte culinario y los hom
bres en la cocina son prem
iados-reconocidos?, ¿qué pasaría si las bru-jeres en la cocina se reconocieran sabias, creativas y artistas hacedoras-creadoras de los cim
ientos de la gastronom
ía y el arte culinario?
Marcela G
ómez G
utiérrezM
arcelaG
óme
Gtiérre
Del caldero de las brujas
y otras notas gastrosófi cas
Ch
aca
les, Pan
cha M
agaña.
NU
ESTR
A relación duró m
ás de la cuenta, más allá de lo in-
dicado por la mesura, las buenas costum
bres y el recato. La separación defi nitiva se aplazó por la incapacidad m
ía de adquirir un par de nuevos y lustrosos sustitutos. Los tuve
que dejar cuando era ya imposible seguirlos usando de tan gastados
y viejos, debido a las largas caminatas bajo el sol inclem
ente sobre las banquetas recién hechas del centro de la ciudad en la que vivo.
Cam
inar puede ser una actividad placentera, pero cuando tienes que hacerlo porque no te queda de otra, se vuelve algo tedioso, m
o-lesto, y tiene com
o consecuencia el desgaste acelerado e irremediable
de tus zapatos.A
fuera de las casas del centro se embellece el entorno. Prim
ero padeces la devastación de las viejas aceras y después de sem
anas de sufrir la obstrucción de la vía pública, utilizas el nuevo equipam
iento urbano –
así le dicen–, desplazándote a tu destino sobre una capa de
concreto polvorienta, por calles de las cuales has tenido que apren-der sus nom
bres a fuerza de tanto transitarlas. Quisiera recorrerlas
en sentido contrario al tiempo transcurrido, y que m
is pies de antes cam
inen otra vez a encontrarla a las puertas de su casa.M
is viejos zapatos se amoldan a m
is pies como hechos por un
prodigioso zapatero, así uno se va adaptando a todo en la vida, hasta que viene el reem
plazo inminente, y a em
pezar otra vez de cero, hasta que llegue el día donde no haya un par de zapatos nuevos en nuestro arm
ario.N
unca sabremos cuáles serán los últim
os zapatos que calzaremos.
Ángel G
aona
León Mendoza
Urbanidades
Otoño sin adiós
Creím
os jugar con el vientoY el viento se reía a golpes de ánim
oTú sujeta de un brazo, yo del otroTodo pasaLee m
i página en blanco Y el viento term
ina mi otoño.
Viento eres tú
Te escucho navegar por el cieloY tu alm
a me inhibe
No son sueños, son colores
Pintados por mis dem
oniosLas m
anchas caen sobre espejosIgual lo hacen las raícesY se esfum
an entre la arena E
l viento se encargó de borrarTodas nuestras historias
Pin
tura d
e Fern
and
o Pu
ente P
erela.