¿dónde están las setas serranas otoñales? pequeña guía para elegir sus zonas de búsqueda

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¿Dónde están las setas serranas otoñales? Pequeña guía para elegir sus zonas de búsqueda Artículo publicado en http://www.purasierra.com/2015/11/donde-estan-las-setas-serranas-otonales.html En PuraSierra nos hemos referido en distintas ocasiones al riquísimo patrimonio micológico que atesora nuestro territorio. La gran diversidad de ambientes naturales de los que podemos disfrutar en el mismo hace que los aficionados al estudio de las setas puedan salir al campo, con perspectivas de éxito, prácticamente durante todo el año. Es ahora, en otoño, cuando se les suman muchísimos buscadores, normalmente no tan estudiosos, y sin embargo ávidos de llenar sus cestas con ejemplares de especies que, poco a poco, van siendo conocidas por el gran público. No vamos a recordar aquí, puesto que son prácticamente del dominio público y figuran en infinidad de sitios en Internet, las normas básicas para la búsqueda y recogida de setas. Sí nos gustaría insistir en el cumplimiento de las mismas. No hacerlo es una falta de respeto a la naturaleza y, directamente, a los habitantes de la zona. Todos podemos disfrutar de esta, ver las setas, aprender a conocer su mágico mundo, degustarlas y dejar todo como estaba antes de que llegáramos. Los artículos de PuraSierra en los que se ha tratado algún tema micológico son los siguientes:

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Pequeña guía que describe cómo conocer el terreno en el que encontrar 36 especies otoñales serranas de setas. Incluye por cada una de ellas una ficha fotográfica.

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¿Dónde están las setas serranas otoñales? Pequeña guía para elegir sus zonas de búsqueda

Artículo publicado en http://www.purasierra.com/2015/11/donde-estan-las-setas-serranas-otonales.html

En PuraSierra nos hemos referido en distintas ocasiones al riquísimo patrimonio micológico que atesora nuestro territorio. La gran diversidad de ambientes naturales de los que podemos disfrutar en el mismo hace que los aficionados al estudio de las setas puedan salir al campo, con perspectivas de éxito, prácticamente durante todo el año. Es ahora, en otoño, cuando se les suman muchísimos buscadores, normalmente no tan estudiosos, y sin embargo ávidos de llenar sus cestas con ejemplares de especies que, poco a poco, van siendo conocidas por el gran público. No vamos a recordar aquí, puesto que son prácticamente del dominio público y figuran en infinidad de sitios en Internet, las normas básicas para la búsqueda y recogida de setas. Sí nos gustaría insistir en el cumplimiento de las mismas. No hacerlo es una falta de respeto a la naturaleza y, directamente, a los habitantes de la zona. Todos podemos disfrutar de esta, ver las setas, aprender a conocer su mágico mundo, degustarlas y dejar todo como estaba antes de que llegáramos. Los artículos de PuraSierra en los que se ha tratado algún tema micológico son los siguientes:

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La leyenda negra de la seta de los caballeros Las setas: generalidades, hongos serranos más populares y toponimia Treinta setas serranas que hay que conocer Dieciséis setas serranas de primavera

Es importante tenerlos en cuenta puesto que en este artículo vamos a incidir en las especies que se citan en los mismos, muy en particular en las más susceptibles de encontrarse en esta época del año. Todos ellos contemplan algunas que suelen abundar en otoño. Incluso el último, referido a setas serranas de primavera, habla de algunas que también se hacen presentes entre el verano y el invierno. De todas las variedades citadas en estos cuatro artículos vamos, por lo tanto, a referirnos a las 36 que pueden encontrarse, normalmente, en esta época. Algunas corresponden más al de fin de verano y otras, incluso, al principio de invierno. No obstante, podríamos catalogarlas de otoñales. Como siempre decimos, el mundo de las setas es mágico y bastante esquivo a la costumbre que tenemos los humanos de ordenar, clasificar y etiquetar todo. Incluso en el siglo XXI se sigue resistiendo a nuestras estructuraciones, de forma tal que es muy difícil hablar de verdades absolutas en el mismo. Todo lo que conocemos de las propiedades de muchísimos tipos de setas es muy difuso. Desde las épocas de fructificación de algunas hasta la comestibilidad de otras, hablamos de conceptos no siempre claros y a menudo cambiantes. Por ello, cualquier afirmación, como alguna de las ya efectuadas, es mejor tomarla como una tendencia hacia la certeza, sin alcanzar esta absolutamente. Con todos los antecedentes ya explicados, entramos en materia. Vamos a acercarnos a estos 36 tipos de setas desde una perspectiva algo diferente a la que podemos encontrar en las guías clásicas. Como siempre dejaremos para estas (las hay realmente magníficas) la caracterización de cada una de las especies, preguntándonos en qué ambientes naturales de nuestra zona podemos buscarlas con una cierta probabilidad de éxito. No pretendemos decir que esta información no está disponible en algunas publicaciones, sino más bien que el modo habitual de presentarla no permite responder directa y claramente al interrogante que nos vamos a hacer. El interrogante es realmente el del título del artículo: ¿dónde están las setas serranas otoñales? No va a haber aquí una respuesta para quien espere coordenadas geográficas para localizar tal o cual especie pero sí para aquellos que se interesen por conocer, únicamente observando el terreno, algunas de las que podemos buscar en cualquier punto de nuestras Sierras. Sobre el terreno hay dos cosas inmediatas que todos observamos. Se trata, dejando de lado al reino animal, del que los humanos formamos parte, de ver qué vemos del vegetal y del mineral. Sea cual sea el punto serrano en el que estemos, interpretar adecuadamente esa percepción es conocer qué podemos esperar y, sobre todo, qué no vamos a encontrar, en lo que se refiere a las especies de setas que por allí afloren.

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Vamos a abordar la respuesta, entonces, desde ambos puntos de vista, es decir, según la percepción vegetal del terreno y también según la mineral. Empezaremos por esta última, dejando para desarrollar en un próximo artículo de PuraSierra la correspondiente a la observación de la flora arbórea. Hace no mucho tiempo me aconsejaba una persona de un pueblo completamente representativo de la Serranía de Cuenca que en su término municipal no buscara Boletus edulis, porque allí no se encuentra ninguno. No le faltaba razón y, evidentemente, conocía bien su tierra. Allí nunca han brotado estas hoy celebérrimas setas. Fue su razonamiento el que me hizo pensar en escribir un artículo como este. Me explicó que los faisanes (nombre con el que se conoce en la zona a esta exquisitez) precisan mayor altura que los 1100 metros sobre el nivel del mar de los que por allí no se pasa. Y además, nuevamente con conocimiento de causa, y señalando hacia arriba, me dijo que otro cantar era buscarlos en la zona de Beteta o Masegosa, localidades no demasiado lejanas, obviamente bastante más altas y con reconocidas zonas de aparición de faisanes. La gracia de esta anécdota reside en la razón aducida para justificar la inexistencia de Boletus edulis en ese pueblo. Entre las numerosas consideraciones a tener en cuenta para, de forma científica, razonar su abundancia o escasez, no se encuentra la altura sobre el nivel del mar, al menos cuando hablamos de las elevaciones serranas. Sin embargo, esta persona ignoraba que un hecho más que conocido por él es el que realmente posibilita que allí no afloren esos hongos. Se trata de que el suelo de todo ese término municipal es calizo. Exagerando un poco, cosa de la que no conviene abusar cuando hablamos de magia setera, podemos decir que encontrar Boletus edulis en ese tipo de suelo es casi tan difícil como dar con la famosa aguja del pajar proverbial. Por supuesto que en las zonas más altas indicadas por esta persona se da, a veces con cierta abundancia, esa especie de seta. No es, desde luego, por su altura, sino más bien porque en sus zonas no calizas existen condiciones muy favorables para ello. Tampoco pensemos que el tipo de suelo es definitivo para que las setas estén allí. Es un importante factor, pero sobre todo para descartar áreas de búsqueda de determinadas especies y no para garantizar que se encuentren otras. Algo parecido me ocurrió hace unos años en Huerta Del Marquesado, junto con Valdemeca uno de nuestros emporios seteros, sobre todo hablando de especies como el Boletus edulis. Se lamentaba una persona de su mala suerte con estos. Mientras que otros buscadores habían triunfado ese día y traían sus cestas repletas, él no había encontrado ninguno, aunque sí había conseguido bastantes mizclos (Lactarius deliciosus). Comprendió su error cuando le expliqué el motivo de mi sonrisa al responderme a la pregunta crucial relativa al sitio concreto en el que había estado. Mientras los demás se habían dirigido a la denominada Sierra De Valdemeca, tremendo macizo orográfico de suelos silíceos, él lo había hecho al lado derecho del valle del Río De Valdemeca, paraíso setero también, pero con suelo de naturaleza calcárea y, como tal, carente de los Boletus edulis entre sus tesoros micológicos.

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Muchos aficionados desconocen por completo que, según el tipo de suelo en el que se encuentren, las especies micológicas que pueden encontrarse varían sustancialmente. Hay algunas a las que esto les resulta indiferente y por lo tanto ese factor no es determinante para su existencia, pero hay otras muchas, y algunas de de ellas entre las más deseadas, para las que es determinante. Como no conviene, repito una vez más, hacer afirmaciones demasiado categóricas que puedan ser desmentidas por la simple observación, vamos a hablar de tendencias. Ello quiere decir que no es imposible encontrar una determinada especie en un sitio "inesperado". Hay que admitir que una combinación de factores, que no tienen que ser necesariamente conocidos, puede hacer que, bajo determinadas condiciones, una especie pueda ir contra su tendencia natural. También es cierto que hablamos de una materia en la que la ciencia tiene todavía que avanzar mucho y sobre la que la literatura existente es en ocasiones poco clara o, incluso, contradictoria. Por ello la observación personal tiene un peso relevante en las conclusiones que se expondrán más abajo. Como siempre, en PuraSierra no nos va a importar perder algo de rigor científico si con ello conseguimos claridad en la exposición. Lo primero que hay que saber es que entre los factores que diferencian unos suelos de otros es muy importante la acidez y que esta se mide con el famoso pH. Para no entrar en jardines innecesarios, diremos simplemente que la medida de acidez nos lleva a ocuparnos de suelos ácidos (con acidez alta) y de suelos básicos (lo contrario). Es a partir de estos conceptos dónde suele surgir una pequeña ensalada de palabras que en muchas ocasiones enreda al aficionado hasta confundirlo. Vamos a tratar de aclarar gran parte de los términos que habitualmente se emplean para hablar de estos dos tipos de suelo y de las cosas que sobre los mismos podemos ver, tanto minerales como vegetales o de otro tipo. Los suelos ácidos son también llamados suelos silíceos. Sobre los mismos encontraremos rocas con gran contenido en sílice como son el granito, la cuarcita, la arenisca o la pizarra. Los suelos básicos son también llamados suelos calizos, calcáreos, o alcalinos. Las rocas que veremos sobre los mismos son las de tipo calizo como la calcita o la dolomía. Conviene revisar el artículo Geología serrana práctica. El relieve kárstico, dominador de nuestros paisajes en el que se explica que en la zona PuraSierra predominan suelos calizos, con acidez baja. En el mismo incluso se dan unas breves pinceladas sobre la ubicación geográfica de diferentes áreas serranas tanto calizas como silíceas. Es muy importante saber que el paisaje rocoso que acabamos de definir no es compatible, en el sentido de que en un área reducida es seguro que no convivirán minerales de los dos grupos descritos. Por lo tanto el tipo de roca que vemos en un momento dado ya nos debe dar una idea de si estamos sobre terreno ácido o básico.

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Tan importante como esto es la vegetación que nos rodea. Un pino albar (vimos sus características en el artículo El pino albar, rey de las alturas) no nos va a aportar información en este sentido porque es indiferente edáfico (la edafología es la rama de la ciencia que se ocupa de estudiar los suelos en relación a su entorno mineral y vegetal), es decir, capaz de crecer en tanto en terreno silíceo como calizo. Sin embargo no ocurre lo mismo con otro tipo de plantas. Las especies que solo se desarrollan sobre suelos ácidos se denominan acidófilas. A nuestros efectos añadiremos la palabra silicícolas como sinónimo de esta última. Las que únicamente lo hacen sobre suelos básicos reciben el nombre de basófilas. De la misma manera que antes, consideraremos calcícolas como otra forma de referirse a las mismas. Es manifiesta la incompatibilidad de ambos tipos de plantas. Si vemos las de un tipo sobre el terreno, no podemos ver las del otro. Por ello es importante conocer las más características entre ellas. Citaremos, en este sentido, dos de las más conocidas y fáciles de ver. Como planta basófila muy común en nuestras sierras hay que considerar el boj (al cual dedicamos en PuraSierra el artículo El boj, la planta amiga: características, usos y toponimia). Del otro lado podemos considerar la jara pringosa como muy representativa de las plantas acidófilas. A ella nos referimos en el artículo Chequilla, una escondida joya serrana que hay que conocer en el cual hablábamos de este maravilloso rincón de la parte "ácida" de la zona PuraSierra. Otra especie de jara común en estas tierras es la estepa, que da origen a zonas conocidas como estepares, cuyo nombre, tanto en singular como en plural, es muy abundante en la toponimia serrana. Veamos un resumen de los conceptos introducidos y comprobemos que es bastante fácil tener claros los mismos:

Suelos ácidos (o silíceos) Rocas: Granito, cuarcita, arenisca, pizarra

Plantas acidófilas (o silicícolas): Jara pringosa, estepa

Suelos básicos (calizos, calcáreos o alcalinos)

Rocas: Calcita, dolomía

Plantas basófilas (o calcícolas): Boj

Es decir, si vemos granito, cuarcita, arenisca, pizarra o jara (pringosa o estepa) estamos en un terreno ácido. Si vemos calcita, dolomía o boj pisamos suelo básico. Así de simple. Una vez aclarados todos estos términos, veamos las fotografías de las 36 setas citadas, ordenadas alfabéticamente por su nombre científico. Como en anteriores ocasiones, la mejor forma de hacerlo es aprovechar la característica Lightbox del Blog. Consiste simplemente en presionar una vez el botón izquierdo del ratón o dispositivo señalizador tras haber posicionado el cursor sobre cualquier fotografía. El efecto será que dicha fotografía se ampliará, apareciendo todas las demás en miniatura. Presionando cualquiera de ellas, la original será sustituida por la nueva. También puede avanzarse de foto en foto a base de apretar botones.

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Se han preparado las fotos de manera que incluyen, impresos sobre las mismas, varios datos por cada especie. De esta forma se hace muy cómodo consultarlas. Mientras se observa la fotografía, en el mismo vistazo se pueden percibir los siguientes pormenores:

1. En la esquina superior izquierda de la fotografía figura el nombre científico de la especie. Entre paréntesis (si existen) se incluyen los nombres comunes propios de nuestra zona o de uso muy común en castellano.

2. La esquina superior derecha hay una alusión a la comestibilidad de la especie.

Puede ser comestible, tóxica, mortal o precisar algún tipo de aclaración. En el caso de las comestibles, no nos manifestamos en su calidad culinaria.

3. En la esquina inferior izquierda figura el término municipal de la zona PuraSierra en que fue efectuada la fotografía (o recolectada la correspondiente especie si la toma fue hecha en otro sitio). Algunas fotografías no están hechas en nuestra zona y este dato, por lo tanto, no se incluye.

Debajo de ciertas imágenes figura alguna anotación referente a las mismas. Gran parte de ellas ya fueron publicadas en el artículo Treinta setas serranas que hay que conocer de PuraSierra. Este hecho no lo indicaremos en sus observaciones. En todo caso, una fotografía, por buena que sea, no sirve para identificar una seta al cien por cien. Incluso aunque se vean muchas, en numerosas ocasiones quedan dudas. El mejor consejo es no consumir una seta si existe el más mínimo recelo sobre su identidad. Después de la visualización de todas las especies de setas concluirá el artículo mostrando, de acuerdo con los conceptos explicados más arriba, dónde podemos esperar encontrar cada una de ellas.

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7. Amanita pantherina

8. Amanita phalloides

Es la responsable del mayor número de muertes por intoxicación con setas a nivel mundial y, por supuesto, también en España. Todo aficionado debe conocerla.

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9. Amanita rubescens

Es preciso calentarla por encima de 65 grados centígrados para que desaparezcan las proteínas perjudiciales que contiene en su estado natural. Por lo demás, es un excelente comestible. 10. Amanita spissa

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17. Clavariadelphus pistillaris

18. Clitocybe odora

Con un agradable y fuerte olor a anís, su comestibilidad es controvertida porque, aunque hasta hace pocos años todos los autores lo citaban como comestible, parece que últimamente se ha detectado que contiene alguna sustancia cancerígena. Dado

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que, por otro lado, ni es muy abundante ni por sí sola compone platos exquisitos, lo recomendable es no recolectarla. 19. Coprinus comatus (Matacandil)

Incluida por PuraSierra en el artículo Las setas: generalidades, hongos serranos más populares y toponimia.

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20. Fistulina hepatica (Lengua de buey)

21. Fomitopsis pinicola (Yesquero del pino)

Carente de interés culinario, es un hongo con muchas propiedades medicinales. Es analgésico, antibacteriano, activador del sistema inmunológico, protector del digestivo y tiene importantes características antitumorales.

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22. Ganoderma lucidum (Reishi)

Es el hongo medicinal más importante del mundo. Sus propiedades benéficas parece que no tienen fin. Conocido como el hongo de la eterna juventud es venerado en China y Japón. Se consume en todas partes, presentándose normalmente encapsulado en extracto seco. Basta buscar la palabra Reishi en Internet para que el lector quede abrumado de información.

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25. Lepista nuda (Pie azul)

26. Lycoperdon perlatum (Pedo de lobo)

No tiene valor culinario. Los ejemplares jóvenes pueden proporcionar una magnífica tajada, aunque prácticamente carente de sabor.

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29. Paxillus involutus

Es una seta que los aficionados deberían conocer porque está considerada como mortal. Puede desarrollarse en casi todas partes y, aunque hay guías que sugieren formas de evitar su toxicidad, esta no es precisamente leve. Hay que evitarla en todos los casos.

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34. Tricholoma equestre (Seta de los caballeros)

En el artículo La leyenda negra de la seta de los caballeros tratamos con cierta amplitud el tema de la controversia con respecto a la comestibilidad de esta seta. 35. Tricholoma portentosum (Capuchina)

Fotografía original de Dan Molter (shroomydan)

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36. Tricholoma terreum (Negrilla, Ratón)

Utilizando como identificador de cada especie su nombre científico, la siguiente tabla muestra, a modo de conclusión, el tipo de terreno (ácido o básico) más favorable para la aparición de la misma. El color verde significa que es proclive al tipo de suelo que indica mientras que el rojo implica falta de preferencia al terreno correspondiente. Las especies indiferentes edáficas presentan, lógicamente, color verde para ambos tipos de sustrato. No vamos a entrar en este artículo en si la tendencia (que es lo que realmente refleja la tabla) es mayor o menor para unas u otras especies con respecto a algún suelo concreto. A modo de ejemplo de lo que queremos decir ya hemos citado que la preferencia del Boletus edulis por el suelo ácido es más que notable. Por poner algún otro, la misma preferencia en la Macrolepiota procera no es tan acusada y no es raro encontrarla en terreno calcáreo. Lo mismo pero al revés ocurre con la apreciadísima seta de cardo (Pleurotus eryngii). Asociada a la raíz del cardo corredor, prefiere el terreno básico, pero no se desenvuelve mal en el ácido.

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Terreno ácido Terreno básico

Agaricus arvensis

Agaricus campestris

Agaricus macrosporus

Agaricus xanthodermus

Amanita caesarea

Amanita muscaria

Amanita pantherina

Amanita phalloides

Amanita rubescens

Amanita spissa

Boletus aereus

Boletus edulis

Boletus erythropus

Boletus pinophilus

Boletus satanas

Cantharellus cibarius

Clavariadelphus pistillaris

Clitocybe odora

Coprinus comatus

Fistulina hepatica

Fomitopsis pinicola

Ganoderma lucidum

Hydnum repandum

Lactarius deliciosus

Lepista nuda

Lycoperdon perlatum

Macrolepiota procera

Marasmius oreades

Paxillus involutus

Pleurotus ostreatus

Pleurotus eryngii

Russula virescens

Suillus luteus

Tricholoma equestre

Tricholoma portentosum

Tricholoma terreum

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Rápidamente puede observarse que el suelo básico tiene más impedimentos para estas especies mayoritariamente otoñales. Curiosamente, sin embargo, entre las setas más propias de la primavera es justamente este el preferido por las especies más cotizadas. Pero esto corresponde a otra historia y será contada en un futuro artículo de PuraSierra. Esta tabla ha sido completada empíricamente de forma casi absoluta. Es la observación a lo largo de muchos años, sobre todo en nuestras Sierras, la que ha aportado el mayor grado de conocimiento para poder realizarla. El que suscribe es un simple aficionado, sin estudios científicos en este terreno. Es posible el error, ante todo en algunas especies de las más inusuales por estos lares. Algunas guías publicadas en papel o en Internet, han ayudado a cubrir esos huecos. Hay que decir, sin embargo, que este tipo de información no se ofrece de una manera clara, existiendo contradicciones palmarias en ciertos casos. El siguiente artículo setero de PuraSierra, como se dijo más arriba, completará esta pequeña guía indicando lo que micológicamente podemos esperar de cada zona serrana según la vegetación arbórea que pueda observarse en la misma.

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