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  1 Ciclo “La ciudad insumisa”, MIAC, Arrecife de Lanzarote, junio 2008 Ciudadanismo y post-política Mario Domínguez Sánchez(*) _________________________________________ Resumen Estamos en una coyuntura política y teórica marcada por el tema obsesivo del fin: fin de la política, fin de la historia, fin de la comunidad tradicional (nacional, de clase). Quizás para borrar la tensión existente entre el deseo de realizar de verdad los asuntos de la política y de no oír hablar más de ella, consumarla, y poner fin al desorden de esa regulación a través de la decisión mayoritaria. Evitar en suma el gasto siempre esquivo y ambiguo de la promesa que proyecta hacia delante un telos de la comunidad. Y no obstante a ello se le une una supuesta proliferación de lo político en torno a la figura del ciudadano o ciudadanía. El concepto de “ciudadanismo” es en realidad un neologismo inque traduce el término inglés “republicanism” que coincide además con la recuperación del concepto relativo a la “sociedad civil” más identitario que político. De un modo operativo entendemos en principio por ciudadanismo una ideología difusa, asociada un cierto conjunto de prácticas políticas y ampliamente difundida. 1. Post-política, la idea del fin de la política 1.1. Nuevos actores y repertorios de la acción social 1.2. Conceptos explicativos: la tribu, la red, la autoorganización 1.3. Reedición de una subjetividad humanista 2. Ciudadanismo en la época post-política 2.1. La creencia de que la democracia es capaz de oponerse al capitalismo. 2.2. El proyecto de reforzar el Estado. 2.3. Su innegable vocación ecuménica y pedagógica. 2.4. La aspiración estratégica de aglutinar una inmensa mayoría social. 2.5. Ciudadanismo y derechos. 2.6. El espectáculo integrado

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Antropología urbana

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    Ciclo La ciudad insumisa, MIAC, Arrecife de Lanzarote, junio 2008

    Ciudadanismo y post-poltica

    Mario Domnguez Snchez(*)_________________________________________

    Resumen

    Estamos en una coyuntura poltica y terica marcada por el tema obsesivo del fin: fin de la poltica,fin de la historia, fin de la comunidad tradicional (nacional, de clase). Quizs para borrar la tensinexistente entre el deseo de realizar de verdad los asuntos de la poltica y de no or hablar ms deella, consumarla, y poner fin al desorden de esa regulacin a travs de la decisin mayoritaria.

    Evitar en suma el gasto siempre esquivo y ambiguo de la promesa que proyecta hacia delante untelosde la comunidad. Y no obstante a ello se le une una supuesta proliferacin de lo poltico entorno a la figura del ciudadano o ciudadana. El concepto de ciudadanismo es en realidad unneologismo inque traduce el trmino ingls republicanism que coincide adems con larecuperacin del concepto relativo a la sociedad civil ms identitario que poltico. De un modooperativo entendemos en principio por ciudadanismo una ideologa difusa, asociada un ciertoconjunto de prcticas polticas y ampliamente difundida.

    1. Post-poltica, la idea del fin de la poltica

    1.1. Nuevos actores y repertorios de la accin social

    1.2. Conceptos explicativos: la tribu, la red, la autoorganizacin

    1.3. Reedicin de una subjetividad humanista

    2. Ciudadanismo en la poca post-poltica

    2.1. La creencia de que la democracia es capaz de oponerse al capitalismo.

    2.2. El proyecto de reforzar el Estado.

    2.3. Su innegable vocacin ecumnica y pedaggica.

    2.4. La aspiracin estratgica de aglutinar una inmensa mayora social.

    2.5. Ciudadanismo y derechos.

    2.6. El espectculo integrado

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    1. Post-poltica, la idea del fin de la poltica

    En esta coyuntura poltica y terica marcada obsesivamente por el tema del fin, la posibilidad delfin de la poltica pasa por secularizar la poltica tal como se han secularizado todas las demsactividades que conciernen a la produccin y la reproduccin de los individuos y de los grupos:abandonar las ilusiones vinculadas al poder en la representacin voluntarista del arte poltico en

    cuanto que programa de liberacin y promesa de felicidad. Acercar la poltica a la potencia queacompaa las actividades secularizadas del trabajo, el intercambio y el goce. Concebir un ejerciciopoltico en sincrona con los ritmos del mundo, con el crecimiento de las cosas, de la informacin yde los deseos. Un ejercicio poltico establecido por entero en el presente, en el cual el futuro nosera ms que una expansin del presente.

    La poltica en el tiempo que ya no se encuentra dividida por la promesa debe corresponder a unespacio liberado de divisiones. El idioma gubernamental lo llama centro: no designa un partidoentre otros sino que es el nombre genrico de una nueva configuracin del espacio poltico,despliegue de una fuerza consensual adecuada al derecho apoltico de la produccin y lacirculacin. Pero ese centro no deja de escaparse. El fin de la poltica parece ms bien dividirse en

    dos fines que no coinciden y que producen virtualmente dos espacios del fin de la poltica: elespacio del tiempo nuevo y el espacio del nuevo consenso.

    Partimos de una proposicin: la emergencia de nuevos sujetos colectivos, movimientos sociales,repertorios de accin colectiva y generacin de identidades comunitarias detectable en un nuevoespacio de relacin e interaccin social se da como consecuencia no tanto de un desarrollotecnolgico sino gracias a la invencin de una nueva clase de poltica de carcter post-polticoque hunde sus races en las crisis de 1968. Desde una perspectiva acadmica, si hay algo quecaracteriza estas crisis consiste en que a partir de finales de los aos sesenta del siglo pasado losexpertos en sociologa poltica constatan la fusin de las esferas poltica y no poltica de la vidasocial, no slo a nivel de manifestaciones globales sociopolticas, sino tambin al nivel de los

    ciudadanos como actores polticos primarios. Se desdibuja la lnea divisoria que deslinda losasuntos y comportamientos polticos de los privados, por ejemplo, econmicos o morales. Estediagnstico se apoya en al menos tres fenmenos distintos (Offe, 1988):

    (1) El aumento de ideologas y de actitudes participativas, que lleva a la gente a servirse cada vezms del repertorio de los derechos democrticos existentes. (2) El uso creciente de formas noinstitucionales o no convencionales de participacin poltica y aqu es donde tiene su sentido laimportancia de internet. (3) Las exigencias y los conflictos polticos relacionados con cuestionesque se solan considerar temas morales (el aborto) o temas econmicos (la humanizacin deltrabajo) ms que estrictamente polticos. Se trata pues de una nueva clase de poltica porque ya nose orienta hacia ninguna alternativa del tipo Estado Socialista, ni tampoco por una alternativa de

    Estado en el sentido reformista. Adems se comparte la conviccin de que esta neopoltica o post-poltica es la verdadera poltica, el autntico terreno de juego en el que se decidir el porvenir denuestras sociedades.

    Asistimos por otra parte a una nueva insercin de los sujetos en la accin colectiva. Si bien lossujetos son construidos mediante una cada vez ms compleja interaccin discursiva, por elcontrario, los programas e instituciones se estn haciendo dependientes de los individuos. Da lasensacin de que estamos presenciando el surgimiento de un mundo desorganizado y lleno deconflictos, juegos de poder, instrumentos y mbitos que pertenecen a dos pocas distintas, una es lamodernidad inequvoca y otra es una suerte de posmodernidad ambivalente. En este mundo doble lapoltica penetra y se manifiesta mucho ms all de las responsabilidades y jerarquas formales, lo

    cual es malinterpretado por los que identifican poltica y Estado: ya no se pide aquello que el Estadono puede conceder, sin la menor esperanza reformista pero tampoco revolucionaria en el sentidomarxista de transformacin del Estado que haga viables tales concesiones.

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    El afuera del Estado hay que construirlo (Deleuze y Guattari, 1985, 1988), hay que inventar unaforma de vivir polticamente all donde no existe posibilidad alguna de vida, una forma de vivir msall de toda posibilidad, de toda alternativa. No se trata tanto de un deber moral como de unimperativo vital: hay que hacerlo para vivir, no existe otra manera de vivir ms que hacerlo, y esoes algo que no puede hacer uno solo. De ah la dificultad de vivir fuera del Estado (del todo,siempre) y ms bien habr tentativas; pero tampoco dentro, a menos que uno desaparezca en sus

    pliegues. En esto, dicho de forma caricaturesca, consiste la vida poltica; no es que sea escasa, esque es esquizoide porque se trata de vivirla dentro y contra el Estado y sus dispositivos. Estecarcter esquizoide alcanza tambin al Estado (y al capital, que debe basarse siempre en flujos nocodificables), el cual puede quitar la vida, incluso puede intentar regularla, pero carece de poderpara crearla. Un Estado sin fugas, sin afuera, sera un Estado sin ciudadanos.1En estas fugas vamosquiz a encontrar los nuevos movimientos sociales con lo que ello implica en cuanto a laconsideracin de sus caractersticas, tipologas, agentes, medios, etc.

    Se trata de movimientos que recurren, con menor intensidad que nunca, a los canales decomunicacin institucionales, como las elecciones o la representacin parlamentaria, o incluso elmismo hecho de la representacin, por la firme sospecha de que sean insuficientes como medios de

    comunicacin poltica.2

    De esta forma se perfila un modelo dramtico de desarrollo poltico de lassociedades occidentales: en la medida en que la poltica pblica afecta a los ciudadanos de maneracada vez ms directa y visible -aquello que Habermas (1975) denominaba colonizacin del mundode vida-, tratan estos por su parte de lograr un control ms inmediato y amplio sobre las elitespolticas a travs de medios ms o menos incompatibles con el orden institucional de la poltica, eincluso de salvaguardar toda apelacin a dichas elites.

    Toda una serie de analistas, en su mayor parte conservadores, han calificado este ciclo comoextremadamente viciado y peligroso; ciclo que produce una erosin de la autoridad poltica eincluso de la capacidad de gobernar. La solucin neoconservadora propuesta ha consistido entoncesen una redefinicin restrictiva de lo que puede y debe ser considerado poltico, o si se prefiere, de

    aislamiento de lo poltico frente a lo no-poltico. Sin embargo, segn este anlisis, la extensin de lapoltica pblica, de la regulacin, apoyo y control estatales a reas de la vida social anteriormentems independientes supone, paradjicamente, tanto un avance como una prdida de la autoridad delEstado. La idea bsica es que al extenderse lasfunciones y responsabilidades del Estado, se degradasu autoridad (es decir, su capacidad de tomar decisiones de obligado cumplimiento); la autoridadpoltica slo puede ser estable en la medida en que es limitada y por tanto complementada poresferas de accin no-polticas y autosustentadas que sirven tanto para exonerar a la autoridadpoltica como para equipararla con fuentes de legitimidad.

    Pero la utopa no es lo lejano o el futuro del ensueo sino la construccin intelectual que hacecoincidir un lugar de pensamiento con un espacio intuitivo percibido o percibible.3Por lo mismo, el

    realismo no es ni el rechazo lcido de la utopa ni el olvido de la finalidad, sino una de las manerasutpicas de configurar esa finalidad y reencontrar la razn de tal direccin en el presente. Hacercoincidir la idea (filosfica) del centro y el espacio ciudadano implica la pacificacin de la poltica.No es tanto la realizacin del programa poltico sobre la clase media, tal y como suele plantearse enla ciencia poltica. Tocqueville en La democracia en Amricahall que no dependa tanto de unaclase media ocupando el medio, sino de cierto estado de lo social, algo mucho ms profundo, pues

    1La delimitacin del mbito de lo poltico implica el establecimiento de un lmite. Esto significa que la simple idea deun poder ilimitado es ajena a lo poltico, o en otras palabras, que un poder no puede al mismo tiempo ser ilimitado y serpoltico. El poder poltico se hace posible porque excluye algo de su esfera de influencia, algo queda exceptuado de supoder, de ah la necesidad del afuera para el Estado. El Derecho no es entonces otra cosa que una coleccin de

    procedimientos que aseguran y refuerzan esa exclusin, posibilitando los lmites naturales del poder2En los parlamentarismos de occidente, al igual que antiguamente las burocracias despticas de la antigua zona delEste, la poltica se confunde con la gestin del Estado. Pero los efectos filosficos de esta confusin son opuestos.3Las utopas realistas se encuentran no obstante sometidas, como las otras, a la sorpresa de lo real.

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    depende de esa nueva sociabilidad denominada igualdad de condiciones;4 lo cual aporta unasolucin providencial a la regulacin de las relaciones entre lo poltico y lo social. Lo que la polticams astuta no consigue realizar la produccin de una sociabilidad autorregulada en que se limitenespontneamente tanto los desbordes poltico de lo social como el desborde social de lo poltico- lorealiza ese movimiento providencial al igualar las condiciones.

    As, la consumacin de la poltica, la instauracin de una medida en el seno de lo no-medido,asegurara la facilidad que ese poco de virtud que igualmente distribuido entre todos garantizamejor la paz que la virtud ostentosa y provocadora de unos pocos. La cuestin del espacio se regulaas por el vaco despolitizado, por la ausencia de intervalo visible, de borde divisor, de precipicio.A medida que aumenta el narcisismo escribe Gilles Lipovetsky enLa era del vacola legitimidaddemocrtica se impone aunque sea de manera relajada en los regmenes democrticos, con supluralismo de partidos, sus elecciones, su derecho a la informacin [] estn cada vez msrelacionados con la sociedad personalizada del libre servicio, el test y la libertad combinatoria.

    A esos anlisis eruditos se suman las formas banalizadas de la sociedad plural, esa sociedad en quela competencia de objetos consumibles, la permisividad, el mestizaje y el turismo democrtico de

    masas, desarrollan con toda naturalidad un individuo comprometido con la igualdad y tolerantefrente a los distintos. El punto de concordancia obvio sera la pluralidad, punto de utopa entre laembriaguez de los placeres privados, la moral de la igualdad solidaria y la sabidura de la polticarepublicana.

    1.1. Nuevos actores y repertorios de la accin social

    Pese a su evidente oposicin al contenido del proyecto neoconservador, el enfoque poltico de losnuevos movimientos sociales comparte con los defensores de ese ideal un planteamiento analticoimportante. Ambos parten de que no se pueden seguir resolviendo los conflictos y lascontradicciones de la sociedad industrial avanzada por medio del estatismo, la regulacin poltica eincluyendo ms exigencias y cuestiones en el temario de las autoridades burocrticas. Pero adiferencia de los neoconservadores, los nuevos movimientos sociales tratan de politizar lasinstituciones de la sociedad de forma no restringida por los canales de las instituciones polticasrepresentativo-burocrticas, reconstituyendoas una socialidad que no dependa de una regulacin,control e intervencin cada vez mayores. Para poderse emancipar de las instituciones mediadorasdel Estado, ha de politizarse la misma sociedad civil sus instituciones de trabajo, produccin,distribucin, relaciones familiares- por medio de prcticas que se sitan en una esfera intermediaentre el quehacer y las preocupaciones privadas, por un lado, y las actuaciones polticasinstitucionales, sancionadas por el Estado, por otro.

    La irrupcin de estas redes e identidades colectivas novedosas tornan obsoletas las estructurasasociativas previas (sindicatos, partidos), hasta el punto de plantear la actual convivencia, que nosuperacin, de los paradigmas explicativos respecto a la movilizacin poltica. En principio, aunqueno puede darse una definicin sustantiva y esencialista del campo de la poltica, es posibleespecificar qu cuestiones sustanciales estaban politizadas en cualquier coyuntura, para lo cual cabedistinguir siguiendo a Claus Offe (1988) entre un viejo y un nuevo paradigma.

    La mayor parte de la literatura sociolgica que se ocupa de los nuevos planteamientos ymovimientos se limita a resaltar la rotura y la discontinuidad recurriendo a trminos como nuevosmovimientos de protesta, nuevo populismo, antipoltica, antististema. El ttulo ms amplio,aunque no abarque todo, es el de movimientos alternativos. En cualquier caso politizan cuestionesno fcilmente codificables con el cdigo binario del universo que subyace a la teora poltica liberal,

    4Lo propio de la igualdad reside menos en unificar que en desclasificar, en deshacer la supuesta naturalidad de lasrdenes para reemplazarla por las figuras ms polmicas de la divisin. Poder de la divisin inconsistente y siemprerenacido. Tambin existe un poder de la divisin inconsistente y siempre renaciente que arranca a la poltica de lasdiversas figuras de la animalidad: el cuerpo colectivo, la zoologa de las ordenes sociales

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    para el cual puede categorizarse cualquier accin como privada o pblica (= poltica). Losnuevos movimientos reivindican para s un tipo de contenidos que no son ni privados, en elsentido de que otros no se sientan legtimamente afectados, ni pblicos, en el sentido de que seles reconozca como objeto legtimo de las instituciones y actores polticos oficiales; sino que sonlos resultados y los efectos colaterales colectivamente relevantes de actuaciones privadas opoltico-institucionales de las que sin embargo no pueden hacerse responsables ni pedir cuentas por

    medios institucionales o legales disponibles a sus actores. El campo de accin de los nuevosmovimientos es un espacio de poltica no institucional, cuya existencia no est prevista en lasdoctrinas ni en la prctica de la democracia liberal y del Estado del bienestar.

    Los cuatro movimientos ms importantes teniendo en cuenta tanto sus xitos cuantitativos demovilizacin, como su impacto poltico, y cuya presencia hegemnica en internet puede rastrearseson los siguientes: ecologistas o de proteccin del medio ambiente; pro derechos humanosespecialmente el movimiento feminista; el pacifismo y los movimientos por la paz; y por ltimo losmovimientos que propugnan formas alternativas o comunitarias de produccin y distribucin debienes y servicios.

    En todos ello, las redes que los activistas crean buscan emerger como facilitadoras y no comocentralizadoras, por lo que definen su identidad como espacios democrticos de vinculacin; encuanto a su autonoma les interesa no ser hegemonizadas por grupos particulares, por lo querechazan los comits ejecutivos, direcciones, etc., y en su lugar crean pequeas coordinaciones quese relevan y que no pueden asumir la representacin de todos. El grupo de actores as movilizado seconcibe a s mismo como una alianza de veto, ad hoc y a menudo monotemtica, que deja unamplio espacio para una ingente diversidad de legitimaciones y creencias. Este modo de actuarenfatiza adems el planteamiento de sus exigencias como de principio y no negociables, lo quepuede considerarse que es una virtud o una necesidad. En cualquier caso esta lgica apenas permitedesarrollar prcticas de negociacin poltica ni tcticas gradualistas: los movimientos son incapacesde negociar porque no tienen nada que ofrecer como contrapartida a las concesiones que se les

    puedan hacer a sus exigencias; no pueden prometer por ejemplo un consumo ms bajo de energa acambio del desmantelamiento de las centrales nucleares al menos de la forma en que los sindicatospueden prometer y lograr una moderacin en sus exigencias salariales a cambio de garantas deempleo. Finalmente en lo que respecta a los actoresde los nuevos movimientos sociales, lo que msllama la atencin es que en su autoidentificacin no se refieren al cdigo poltico establecido(izquierda/derecha, liberal/conservador...) ni a los cdigos socioeconmicos parcialmentecorrespondientes (clase obrera/clase media, poblacin rural/urbana). Ms bien se codifica el cdigopoltico en categoras provenientes de los planteamientos ad hoc, tales como gnero, edad, lugar,etc., o en el caso de movimientos okupas, ecologistas y pacifistas, el gnero humano en su conjunto.

    El viejo paradigma corresponde a una estructura social compuesta de colectividades relativamente

    duraderas y diferenciadas, tales como clases, agrupaciones segn el estatus social, profesin, interseconmico, comunidades culturales y familias. El nuevo paradigma por su parte corresponde a ungrado ms alto de individuacin y diferenciacin, esto es, a un tipo de estructura social en el quetales colectividades se han vuelto a la vez menos diferenciadoras y menos duraderas como puntosde referencia orientativos. El nuevo paradigma cuestiona una concepcin comn a todas lasideologas polticas tradicionales: que la poltica evoluciona en la direccin del progreso hacia larealizacin ms plena de ciertos valores como por ejemplo, el reconocimiento de derechos ylibertades, el aumento de la riqueza, la igualdad, un cierto orden moral en la vida social- y de queesta realizacin se debe a un cierto esquema de instituciones y papeles especficamente polticos. Laprctica poltica de los nuevos movimientos sociales cuestiona, sin embargo, esta concepcinsubyacente. Sus planteamientos no cuadran con la nocin de progreso hacia un orden social

    idealizado, ni de mejora, reforma o perfeccin. Adems, si han de cambiar los criterios del progreso(su valoracin positiva y su direccin) no es probable que ello ocurra dentro de las formas yprocedimientos institucionales ajustados: para que ocurra tal cambio la esfera poltica ha de serreapropiada, desplazando a las instituciones que han llegado a monopolizarla, con lo que se aade

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    un desafo a las formas institucionales en que se ha canalizado el progreso en el pasado.

    De las muchas consecuencias que puede traer consigo tal cambio estructural, Offe slo se interesapor una: el modo de autocategorizacin que resulta o la identificacin que surge en las condicionesde una crisis de adolescencia virtualmente permanente, es decir, de un desligamiento continuode los lazos que conectan los individuos con colectividades estructurales o culturales. As cuanto

    mayor es la experiencia de contingencia, incertidumbre y movilidad, a menudo involuntaria eimpredecible, mayor es la propensin a escoger parmetros permanentes de la identidad socialcomo focos de gestacin de empeos polticos y de accin colectiva. Tal vez hay que constatar enesto no tanto un antagonismo entre las dos interpretaciones de lo poltico, sino una modestacorrelacin positiva entre la disposicin a la participacin convencional y la inclinacin hacia uncomportamiento de protesta. Se trata de una pertenencia mltiple y no contradictoria; y lo mismopodemos decir del comportamiento: protesta no convencional (en la Red) y voto (a un partido), oviceversa. Tal es la tensin entre ambos arquetipos aplicados a las identidades colectivas y losmovimientos sociales: la modernidad homogeneiza, la posmodernidad heterogeneiza; lamodernidad juega con atracciones, la posmodernidad con atracciones y repulsiones; la modernidadelimina al otro, la posmodernidad lo asimila.

    1.2. Conceptos explicativos: la tribu, la red, la autoorganizacin

    Poltica vs. pospoltica; modernidad vs. posmodernidad: se trata, decimos, de un mundoambivalente, de ah la presencia conceptual de un paradigma explicativo dbil, hecho de pequeosconceptos o nociones que tratan de conjugar aspectos contradictorios. El paradigma de lamodernidad era fuerte: el ser tena un fundamento, la historia un sentido. Los trminoscomunitarios, como proletariado o burguesa designaban sujetos histricos, definidos por suorientacin a un objeto y/o fin y situados en un paradigma poltico-econmico de produccin. Portodo ello lo social tena un orden. Maffesoli opone frente a ese paradigma de produccin unparadigma esttico referido a un contexto de lo emocional puesto en juego. El paradigma de la

    posmodernidad es dbil, el ser no tiene fundamento y la historia no tiene sentido, de ah el fin de losocial; no obstante lo cual cabe percibir la existencia de un residuo de ese orden: la masa (multitud),eso que no puede ser codificado por lo social, una potencia en constitucin (constituyente) queinvade todos los rdenes de lo social y que se difracta en tribus. Las tribus permiten articular unaconexin del yo a lo social: puesto que hay un lazo estrecho entre el lugar y lo cotidiano, el espacioy la socialidad, las tribus puntan el espacio a partir del sentimiento de pertenencia, en funcin deuna tica especfica y en el cuadro de una red de comunicacin, con lo que permiten una conexinde prximo en prximo con lo lejano, ms a travs de un ajuste afectivo a posteriorique de unaregulacin racional a priori. Con ello se insiste en el aspecto cohesivo del compartimientosentimental de valores, lugares o ideales que estn a su vez completamente circunscritos (fuertelocalismo) y que encontramos bajo modulaciones de diversas experiencias sociales (Maffesoli,

    1990: 50), un vaivn pues entre lo esttico (el componente espacial de la proxemia)5

    y lo dinmico(el acontecer), lo anecdtico y lo ontolgico.

    Esta agrupacin resultante no es gregaria, puesto que cada uno de los miembros del grupo,conscientemente o no, se esfuerza ante todo por servir al inters del grupo en vez de buscar en lsimplemente refugio. Desde esta perspectiva, la nueva comunidad poltica se caracteriza menos porun proyecto orientado hacia el futuro que por la realizacin in actude la pulsin por estar juntos.No se trata de una cuestin moral, sino de la fuerza de las cosas: puesto que existe proximidad(promiscuidad, acelerada por las prtesis tecnolgicas) y se comparte un mismo territorio (sea estereal o simblico), vemos nacer la idea comunitaria y tica que es su corolario. Insistiendo en laoposicin clsica, se puede decir que la sociedad est orientada hacia la historia que est por hacer

    de ah las ideologas abstractas, teleolgicas y orales, cuya caracterstica es la linealidad-; mientras5 El trmino proxemia viene de la Escuela de Palo Alto y supone un lazo estrecho entre el lugar y lo cotidiano, remiteesencialmente a la fundacin de una sucesin del "nosotros" o endogrupo que constituye la sustancia de toda socialidad.

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    que la comunidad agota su energa en su propia creacin o recreacin: una unin pura, una red encierto modo sin contenido preciso y unin para afrontar juntos la presencia de lo otro (el Poder, elEstado, la Muerte). De ah la menor presencia en la comunidad de los aspectos ideolgicos (en elsentido abstracto y finalista) y la importancia creciente de lo imaginario y sincrnico. Dndeadscribir entonces la nocin de Red y su uso sino en esta ltima?

    La red que se describe en esta conexin (y que tiene un trasunto equivalente en los usos polticos deesa otra Red que es Internet) constituye un objeto fractal, el espacio ya no es lineal como en lamodernidad sino lleno de pliegues, de recovecos. Los sujetos en sus interacciones son mscaras quese ajustan entre s y a las mscaras de las otras personas del entorno, conjugando atracciones yrepulsiones, consenso y disenso (siempre emociones por medio). Los nudos de la red no sonpuntos (individuos) sino reas (tribus). As se difunden, por ejemplo, los chismes: de tribu a tribu,los individuos de la tribu ms que hablar son hablados por la tribu. El comadreo es la metfora dela comunicacin (Ibez, 1990: 18), trmino ste, el de la comunicacin, que con los atributos delibre, horizontal, no dirigido, rizomtico u otros constituye el eslogan repetido de todo hospedajepoltico en la Red.

    Otros autores, comentando esta disolucin de la sociedad como orden de clases que organizaban lainsercin desigual pero ordenada del individuo en la sociedad, comparan esta inversin del yo y delnosotros, del particular en el universal con otro conjunto de fenmenos en el contexto de prcticasms directamente sociales. Lo que por ejemplo indica Christopher Lash (1999) en estos anlisis esun dficit sustancial de cualquier tipo de nocin convincente de sociedad o de grupo; de modo queuna ignorancia de los significados compartidos, una imposibilidad sistemtica del grupo, esinherente al pensamiento alegrico. De ah esa categorizacin del individualismo esttico queatenaza a estas interacciones virtuales y que reduce su capacidad pragmtica de constituir un gruposocial.

    Mientras que la lgica individualista descansa en una identidad separada y encerrada en s misma

    un grupo o clase sera as la reunin de individuos-, la persona slo vale en tanto se relaciona conlos dems: no se trata de un individualismo de un yo controlador, sino el individualismo de undeseo heterogneo, contingente, que en s mismo difcilmente conduce a una sociedad o grupo tal ycomo se entenda en trminos weberianos, sino ms bien a la comunidad emocional que ya noexige la integracin de un componente racional (de trabajo, de militancia, conceptual) sinoms bien de un componente emocional (del sentir conjuntamente) que hace disolverse al selfensu mscara, pero que permite la pertenencia mltiple y no contradictoria. Tal vez la disolucin de laidentidad personal proviene no del avasallamiento de la masa, sino de esa otra esfera como es laconstitucin de identidades supraindividuales, grupales o colectivas, que relativizaran lasnarraciones personales a costa de las narraciones colectivas, la seleccin de los acontecimientosexperienciales en funcin de un nombre de grupo y de las acciones de los cuerpos que forman parte

    de aqul.Estos colectivos, movimientos o grupos, a diferencia de la idea de clase o de pueblo, no responde auna lgica de la identidad; sin un objetivo preciso, no constituyen el sujeto de una historia enmarcha. Para Maffesoli (1990: 29 y ss.) la metfora de la tribu permite dar cuenta entonces delproceso de desindividualizacin, de la saturacin de la funcin que le es inherente y de laacentuacin del rol que cada persona est llamada a desempear en su interior, producindose undeslizamiento de lo social racionalizado hacia una socialidadde predominio emptico que sigue elesquema de tensiones siguiente:

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    Social Socialidad

    Estructura mecnica (modernidad) Estructura compleja u orgnica (pos-modernidad)

    Organizacin poltico-econmica Masas

    Individuos (funcin) Personas (rol)Agrupamientos contractuales Tribus afectuales

    (mbitos cultural, productivo, cultual, sexual, ideolgico)

    Un predominio emptico que debe mucho ms a los mecanismos de contagio del sentimiento o dela emocin vividos en comn y que remiten a una pulsin comunitaria. En efecto, lo que caracterizaa esta socialidad y su correlato de la esttica del sentimiento no es una experiencia individualista ointerior sino algo que por su misma esencia es apertura a los dems, al Otro.

    En cuanto a la forma poltica de esta red, reaparece el concepto federativo: conexin no sometida,antagonismo hacia cualquier forma de centralismo. Modelos de coordinadoras, federaciones omquinas semejantes que se generan en mltiples centros. El presentismo hace que los mismosnodos, los enlaces, aparezcan como la red misma. Sin embargo no dejan de aparecer borrosos losperfiles de la organizacin, la consistencia de la red. Se asume como un rompecabezas, un procesoconstitutivo que se define por separado. Puesto que normalmente hablar de (auto)organizacin estvinculado a un proyecto, a un colectivo, aqu ms bien se habla de organizacin al margen de laconcepcin tradicional como palanca poltica, como herramienta para romper con ese dilema que asu parecer esterilizaba a la izquierda tradicional.

    La confusin aparece como una caracterstica ontolgica de la Red: imposibilidad pues de definirlay por tanto de aprehenderla. La administracin, el poder, se definen por eso, por la captura, por sucristalizacin ms o menos formal a travs de una serie de definiciones ligadas entre s. Aqu setrata ms bien de algo que formalmente no es concebible, sin finalidad constitutiva. Criteriosmviles, no ideolgicos o dogmticos que determinan cmo ser amigos, entre realidades autnomasque se ponen en relacin unas con otras, que tratan de producir subjetividad no sometida: no haymanuales de movilizacin ni de puesta en prctica de la virtualidad, una direccionabilidad assiempre ser considerada una estupidez. A fin de cuentas se trata de un dispositivo experimentalque de uno u otro modo trata de producir subjetividad de forma abierta, pblica: Ponerse encontacto con quienes tienes algo de lo que hablar. Red pues entre personas, red deindividualidades. Estar a la escucha y luego transmitirlo para que no se quede en el gueto, a las que

    le une una actitud, una necesidad de crear, rompiendo la representacin del grupo. Ya no existe unaidea de la representatividad, donde el grupo absorbe al individuo, o este aparece como portavozprivilegiado de aqul. Integracin pues de lo molar y molecular tal y como la expresan G. Deleuze yF. Guattari (1985, 1988).

    Criterios asimismo inacabados, incompletos: lo nico comn sera un protocolo, algo paraentenderse, como ocurre en otras redes/rizomas (internet). No hay directrices, ni un planpreconcebido con sus correspondientes etapas, sino ms bien experimentacin (Procesos de luchaque asumen los prerrequisitos que viven en la realidad). Inmediatez, presente siempre inacabado,procesos que se concitan unos a otros: tal es la idea de su infinitud por defecto (segn se ve desdefuera, sobre todo por la precariedad espacio-temporal de las movilizaciones), por exceso (cuando se

    percibe desde la implicacin). Si no hay forma, tampoco la tiene el antagonista: como antesindicbamos, no se presupone un enemigo principal, ni una universalidad, ni una dinmicauniforme. Ya lo indicbamos antes, frente al Estado (burgus) no se plantea un anti-Estado(proletario), frente al procedimiento de la Administracin centralizada no se plantea una autogestin

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    entendida como transferencia de los procesos de gestin sino un contrapoder microfsico, que buscalos resquicios, las contradicciones y genera continuamente una reapropiacin que permita restaaruna subjetividad no sometida. Por ello tampoco se busca el reconocimiento por parte del poder y alno concederse margen de posibilidad a la representacin, es imposible pensar en actitudesmesinicas, puesto que no hay intermediacin: cada uno est a la escucha y luego lo transmite.

    El dispositivo experimental del ser amigos, que supone la delimitacin de un ellos y unnosotros establece tambin unos criterios de unificacin, que ya no son ni ideolgicos niinstrumentales. No se trata de un contrapoder que intenta postular un poder de clase, propio de laortodoxia marxista-leninista, pues hay otro tipo de sujetos y otros espacios sociales que caracterizany modifican la vida, y por tanto el ejercicio poltico/social es el de un dispositivo de reapropiacinpermanente. El modelo de la enemistad absoluta est caduco, no porque sea extremista o cruel, sinoparadjicamente, porque es demasiado poco radical pues slo permite sobrevivir.

    La nueva referencia de accin poltica, la autoorganizacin, pasa a constituir la dinmica central dela historia que se dan a s mismas estas comunidades emocionales. Esto en un doble sentido: poruna parte cabe decir que pasa de mtodo a paradigma central; y por otra que la redefinicin de las

    dinmicas subjetivas se articula en forma de red. Frente a los partidos polticos y frente a las ONGs,que tambin se estructuran en similar modo. Existen diferencias claras: la presencia de dinmicas(no asistencialistas) de cooperacin, comunicacin, trato con la gente, produccin de subjetividadno sometida. No se trata de una autogestin, esto es, de una transferencia de procesos de gestin;sino ms bien de una red de contrapoderes, pues no presupone un enemigo principal ni unauniversalidad, una dinmica uniforme del sistema a la cual atacar punto por punto. Hay quereconocer en efecto un cambio en la geometra de la hostilidad.6

    La nueva geometra y la nueva gradacin de la hostilidad, lejos de aconsejar la inaccin, exigen unaredefinicin muy precisa del papel que cumple la violencia, incluso verbal, en la accin poltica.Puesto que la defeccin es una sustraccin emprendedora, el recurso a la fuerza ya no ser a la

    medida de la conquista del poder de Estado en el pas del faran, sino de la salvaguardia de lasformas de vida y de las relaciones comunitarias experimentadas a lo largo del camino. Son las obrasde la amistad las que merecen ser defendidas cueste lo que cueste. Ello lleva consigo una serie decontradicciones que son percibidas, ms o menos conscientemente, y atraviesan los discursos. Lafundamental consiste en que tales dispositivos de autoorganizacin y autonoma no siemprepermiten crear nexos con lo poltico.

    La idea de experimentacin sin directrices, de inmediatez, impide a veces reconocer los lmites delos pequeos proyectos reales y concretos. Y aunque la accin poltica lo es todo, incluso losprocesos limitados y pobres pero nuevos, no dejan de estar en la lgica de procesos constitutivosque luchan por una democracia de base, de romper la lgica del Estado asistencial autoritario,

    asimtrico; no obstante es fcil perder la conexin con lo poltico y caer en un especie deexistencialismo social.

    La solucin a esta aparente lejana de lo poltico pasa por una reinvencin de lo poltico, all dondeel Estado se ha apropiado de todas las esferas de la vida. La desaparicin de la referencia delmodelo revolucionario como forma de hacer poltica hace que determinadas prcticas puedan

    6 "El enemigo ya no aparece como la recta paralela, o el interface especular, que se opone punto por punto a latrinchera o a las casamatas ocupadas por los "amigos", sino como el segmento que cruza por diversos sitios una lnea defuga sinusoidal, lo que da lugar, sobre todo porque los amigos evacuan las posiciones previsibles, a una secuencia dedefecciones constructivas. En trminos militares, el "enemigo" contemporneo no deja de imitar al ejrcito del faran:persigue a los prfugos, los desertores, pero nunca llega a precederles o afrontarles. Ahora bien, el hecho mismo de quela hostilidad se vuelve asimtrica obliga a atribuir un relieve autnomo al concepto de "amistad"[...]. Lejos de tenercomo nica caracterstica la de compartir el mismo enemigo, el amigo es definido por las relaciones de solidaridad quese establecen en el curso de la fuga, por la necesidad de inventar juntos oportunidades hasta entonces no contabilizadas"(Virno, 2003: 109-110).

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    derivar en no polticas, peligro del cual estos sujetos colectivos son conscientes y les ha llevado areplantearse crticamente la persistencia de algn mecanismo centrpeto que les identifique, demanera colectiva y a veces hasta sujeto a sujeto, en el espacio de intercambio poltico: tal es lafuncin de la Red.

    1.3. Reedicin de una subjetividad humanista

    El problema de este mecanismo centrpeto de identidad e intercambio es que permite la reedicin deuna subjetividad humanista ahora extensible al colectivo. En consecuencia, en la comunidadgenerada en la Red asistimos a la reapropiacin de una idea de sujeto en la que toda experiencia dela modernidad recoge su fundamentacin desde el humanismo clsico: el ser humano comoindividuo libre y central que crea y construye identidades, grupos, ideas... a su imagen y semejanza.El problema es que ahora se traslada esa consideracin a la identidad colectiva. Frente a ello cabeafirmar que es ms bien un sistema social, funcional a determinadas relaciones de poder, cuyaspautas de comportamientos estn sometidas a vigilancia. No existe ya armona entre cuerpo y razn,ni siquiera aunque aadamos prtesis tecnolgicas a aquel. El cuerpo y sus prtesis han sidoreificados, convertidos en objetos, incapaces de toda accin colectiva o individual ajena a las

    necesidades de los mecanismos de dominacin.El sujeto colectivo no constituye ya un producto individual de significado, sino ms bien unconglomerado heterogneo, con perfiles borrosos, un movimiento, una entidad variable y dispersacuya verdadera identidad y lugar se constituyen en las prcticas sociales. Algo que slo esenunciable en plural, como multiplicidad. Blanchot (1988: 147), a propsito del cuestionamiento deese sujeto autocentrado y creador, lo precisaba con belleza y acierto: el sujeto no desaparece: es suunidad muy determinada la que es problemtica, ya que lo que suscita el inters y la investigacines precisamente su desaparicin (es decir, esta nueva manera de ser que consiste en ladesaparicin), o incluso su dispersin, que no llega a aniquilarle aunque no nos ofrezca de l msque una pluralidad de posiciones y una discontinuidad de funciones.

    Otro de los riesgos es que estemos dispuestos a permitir que la resistencia, privada de criterios,adquiera un aire incmodamentepersonal. Es decir, que el juicio sobre la validez de la resistenciapase a depender del sujeto (o del grupo de sujetos) que lleve a cabo la accin: las masas frente alEstado, el pueblo frente a sus enemigos, el sujeto/ grupo frente al sistema. El recurso poltico aldeseo liberado, espontneo, sobre el que construye un ideal de justicia propiamenteinconmensurable, no parece potenciar sino ms bien amenazar las prcticas de la libertad queproclaman. Pues la falta de instancias de mediacin nos arrebata la posibilidad ms propiamentepoltica: la de establecer distancias con respecto a nuestra identidad moral previa. Clausurado elorden institucional de lo pblico, se vuelve tambin imposible el trabajo sobre uno mismo, laintransigencia frente a la propia espontaneidad.

    Este retrato del sujeto contemporneo, individual o colectivo, como una nueva manera de ser queconsiste en la desaparicin7 adopta en el pensamiento actual diversas formas que hablan de esteretraimiento o marginalidad del perfil del sujeto actual: el parsito de Derrida (1989), los nmadasde Deleuze y Guattari, la figura del vagabundo en Lyotard (1984), formas que no se reconocen en laconstruccin humanista del sujeto. El parsito entendido como modelo es el intruso que se instalaen las vidas de terceros las otras formas de pensamiento- poniendo en evidencia con su sola eimpertinente presencia la construccin de una compleja trama de leyes y convenciones secretas, noformuladas, cotidianas que teje la red que compone la seguridad y los mecanismos de defensaprivados. El conjunto de normas con las que se organiza la violencia en lo domstico y a su travs,por extensin o por oposicin, la violencia pblica. Gilles Deleuze trabajar sobre una de las

    patologas resultantes de esta violencia, la esquizofrenia, para proponer una mirada atravesada por7No se es alguien por ser diferente (diferente de los dems "alguien", con una identidad diferente a ellos) sino que slose es diferente cuando se llega a ser nadie (cuando no se tiene identidad).

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    esa incapacidad para distinguir lo normal de lo alucinatorio, incapaz de construir totalidadescoherentes. Mil Mesetas (1980), escrito con Flix Guattari, es una panormica mltiple ycaleidoscpica del universo de las sociedades capitalistas, desde una ptica atravesada por suspropios efectos psquicos. En ella aflorarn los nmadas como sujetos cuyas prcticas socialespodran considerarse como un modelo de accin capaz de oponerse, construyendo mquinas deguerra frente al Estado moderno y su modelo jerrquico/ pastoral.

    EnMil Mesetasse confunden el vagar de la visin esquizoide entre un exterior y un interior que nosiempre concuerdan, y los modos de organizacin, de percepcin y conocimiento nmadas,ofreciendo una posible posicin del sujeto que quedara descrita por los principios de organizacinrizomticos de conexin y heterogeneidad, de multiplicidad, de ruptura asignificante, decartografa y calcomana- contrapuestos a los clsicos modelos arborescentes o piramidales, del tipocausa-efecto, implcitos en las formulaciones cientficas, filosficas o polticas tradicionales. Lasimilitud de la imagen deleuziana del nmada con la aparicin de cambios de conducta en lassociedades capitalistas avanzadas, derivados en gran medida de cambios econmicos, tecnolgicosy demogrficos similares, es sin duda algo ms que una oportuna coincidencia. Esta nueva forma deser se describe convencionalmente como un aumento de la movilidad y, de modo anlogo, una

    disminucin de la importancia de las pautas y grupalidades sociales tradicionales. Atomizacin ymovilidad que conllevan una instalacin en el mundo fugaz e individualizada, paralela en granmedida a la movilidad del capital en su implantacin sobre el territorio, pues ambos, individuos,colectivos y capital, utilizan los medios proporcionados por el desarrollo tecnolgico comoinfraestructura vital y cultural. Este nuevo sujeto social es as, al mismo tiempo, resultado y brazoarmado de la globalizacin econmica del territorio.8

    Un sujeto convertido en objeto de un sistema operativo, el del capitalismo tardo, que exige unadiferente identificacin del cuerpo social con sus propios procesos de crecimiento, atomizacin,ubicuidad y globalizacin. Para David Harvey (1990: 151), la expansin econmica sobre elterritorio global demanda una nueva capacidad de desplazamiento para contrarrestar la

    sobreacumulacin y sus problemas inherentes. Los flujos econmicos adoptan ahora las pautasespaciales de un rgimen de acumulacin flexible que invierte el modelo fordista-keynesiano segnun nuevo enunciado: cuanto ms flexibles e inarticuladas son las estructuras locales, espaciales otemporales, materiales o sociales, ms estable es el sistema a nivel global. Mimesis en tal sentido delos procesos de agrupacin de subjetividades en la Red. Nos encontramos con una identidadcolectiva contradictoria, capaz de ser pensada (Deleuze) como alternativa a los desarrollos delcapitalismo y, a la par, descrita (Harvey) como producto de los nuevos sistemas de acumulacinflexible del capitalismo globalizador, una identidad negativa y a la par funcional a las necesidadesde atomizacin y ubicuidad que conllevan las nuevas pautas de acumulacin histrica del capital.

    Tal es el perfil borroso, como imagen del sujeto, que se plantea en la nueva grupalidad social y

    poltica, que se corresponde con un desplazamiento de intereses del pensamiento contemporneohacia cierto anonimato, hacia un manifiesto alejamiento del sujeto heroico, centrado, masculino ydominante en el que todos los yacimientos del pensamiento occidental se haban complacido hastafecha reciente. Cabe aadir no obstante que este sujeto y sus colectividades cumplen sin embargouna funcin en la mecnica del capitalismo postindustrial, pues su consumismo es funcional alsistema: evita la sobreacumulacin y regula la fluidez de circulacin de las infomercancas. No esslo lo que tiene presencia fsica, sino aquello definido por la circulacin continua de flujosinvisibles, flujos de informacin y econmicos que han dado lugar a un drstico cambio de escala:el espacio cognitivo en la que vive el sujeto posthumanista y la comunidad emocional es el mundo

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    Angelo Zaccaria (s/f) planteaba as la ambigedad de los Centros Sociales Ocupados: Independientemente de lacitada autorreferencialidad de los sujetos, las prcticas y los lenguajes de los centros sociales autogestionados se acercancada vez ms a las culturas de la empresa, del trabajo autnomo y de los trabajos socialmente tiles que caracterizan auna parte relevante del panorama econmico nacional, representando, por su parte, un posible fragmento paradjico delcapitalismo venidero.

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    entero a travs de la red, una entidad asociada intrnsecamente a los desarrollos tecnolgicos y a laeconoma de mercado que implica la comprensin del territorio como infraestructura de lacirculacin de las plusvalas (incluyendo los mismos sujetos), que se organiza no tanto porconcentracin geogrfica/simblica de plusvalas y subjetividades como por integracin utilizandodicotomas como desarrollo/ subdesarrollo, plenitud del self/ marginacin, on/off line.

    David Harvey seala la comprensin espacio-temporal que la ubicuidad telemtica y la lgica delcapital imponen como su caracterstica ms singular, configurando un nuevo medio de difcilcategorizacin, ni natural ni artificial, un medio que se impone a l mismo como una segundanaturaleza, un paisaje continuo, homogneo y fluyente en el que fenmenos biolgicos como elcrecimiento y la decadencia, la inestabilidad, la autosimilitud, la violencia y el cambio puedenobservarse como slo hasta hoy poda hacerse en la naturaleza. De este modo, la comprensin deltiempo-espacio corporal es fundamental para la comprensin del modo en que por un lado lasprcticas cotidianas de los individuos y los colectivos son delimitadas por las propiedadesestructurales de los sistemas sociales y, por el otro, cmo es en esa instancia (lo cotidiano) donde seefecta la misma perpetuacin de esos sistemas.

    Cmo leerlo en trminos polticos? Un sujeto o comunidad posthumanistas que habitan desdefuera, provisionalmente, ese magma cuyas leyes de organizacin catica ni siquiera les pertenecen;dentro y fuera, como el parsito ni son invitados ni ajenos, cumplen su funcin pues forman partedel sistema global. No habitan propiamente una identidad, sino que ocupan de modo provisional; esen su movilidad, en el trayecto donde estas identidades y grupos pueden registrarse; no hay en suconcepcin un mundo de fondos y figuras, de espectros ideolgicos en el sentido clsico, sinofluidez, fugas, continuidad y vrtices. Es la percepcin del nmada, un espacio hecho decontinuidades y singularidades, el espacio liso que Deleuze contrapone al espacio estriadopropio de la percepcin sedentaria, de los grupos institucionalizados.

    El paisaje poltico quedar impregnado de la visin deleuziana del espacio liso, como un material

    continuo atravesado por lneas de fuga parasitadas provisionalmente y que en ltima instanciadevolver a los nmadas a su trayecto como un accidente de ese material continuo y homogneo.Este material es el opuesto al definido por la visin aristotlica de los cuerpos, escindidos en formay materia. Frente a esta concepcin hilomrfica en la que la forma permanece fija y la materiahomognea- el proyecto se remite a lo que Deleuze denomina materialidad energtica, enmovimiento, portadora de singularidades o haecceidades, que ya son como formas implcitas,topolgicas ms que geomtricas, y que se combinan con procesos de deformacin. Unamaterialidad presente en el desierto, el mar o el hielo, y que se constituye en la expresin misma delespacio liso deleuziano: El desierto de arena y el de hielo se describen en los mismos trminos: enellos ninguna lnea separa la tierra y el cielo; no existe distancia intermedia, perspectiva nicontorno, la visibilidad es limitada; y sin embargo, hay una topologa extraordinariamente fina, que

    no se basa en punto u objetos sino en haeccedidades, en conjuntos de relaciones, unafenomenologa compleja ligada a la que las ciencias han desarrollado a lo largo del siglo a labsqueda de una explicacin del orden dentro del caos, capaz de aproximar las ciencias humanas alas ciencias exactas al identificar ambas su objeto de estudio en los fenmenos complejos einestables. Nada, pues, parecido a una visin virginal o al margen del conocimiento cientfico: laposicin del parsito, del nmada, se alimenta precisamente de ste, es el dominio de lainformacin lo que le permite estar y no estar, tener una presencia incorprea; es a travs delconocimiento como ha aprendido a ser parte de ese material ambiguo que es lo virtual.

    Ante todo esto, la tecnologa informacional no es un sistema operativo oportunista o casual, sino unmedio que permite operar con lo virtual y lo actual como partes de un proceso dinmico continuo,

    algo que estara vedado a la dualidad Real/Posible que se define siempre por oposicin. La tcnicainformtica aplicada en Red permite operar con diagramas y procesos dinmicos en un estadocontinuo de actualizacin y transformacin, muy superior a lo meramente corporal o grupal,permite as operar lo poltico por flujos, con una lgica de la complejidad similar a aqulla que los

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    nuevos desarrollos cientficos y biolgicos pretenden capturar. Como se ha planteado en la teora desistemas, toda complejidad se mueve hacia la biologa, y es as como puede interpretarse lapresencia borrosa del nmada poltico; un modelo de espacio fluyente y vivo que reclama pensar loincorpreo el rastro del movimiento- unido a lo fijo la posicin (ideolgica), un despliegue delgicas invisibles pero capaces de explicar y generar realidades. Lo virtual est relacionado con loactual no por una transposicin un llegar a ser real- sino por una transformacin a travs de

    procesos de integracin, organizacin y coordinacin. La realidad es un flujo, una actualizacinirreductible en el tiempo; el mundo es una exfoliacin de diagramas.

    Hay una bio-lgica comn de estos sujetos/ colectivos borrosos que encuentran en la capacidaditerativa y proliferante, autorreferente y retroalimentaria de la Red, el medio para hacer visible,material, lo incorpreo y fluyente. Y sin embargo, no puede dejar de advertirse en esta concurrenciafilosfica, poltica y tcnica el peligro de un cierto determinismo objetivista, a travs de unaconcepcin conductista y abstracta de estos sujetos/ colectivos, una cierta fascinacin por laproliferacin de conductas y rutinas pautadas como materia organizada. En ltima instancia, unaeliminacin de la diferencia como caso relevante que plantea la existencia equiparable de todosujeto/ colectivo a travs de su fluidificacin en la Red y que nos advierte contra el inencontrable

    lugar de la autocrtica, contra la escasa reflexividad por exceso de fluidez y nula presencia de talesentidades borrosas. Hay en todas estas proyecciones polticas como un esfuerzo extra por provocar,por producir un extraamiento, por presentarse a s mismas como un deliberado atrevimiento denegacin de cualquier posible imagen unificada o totalizadora, como si hubiesen sido pensadas a lacontra, violentando otros arquetipos y sus paradigmas hasta transformarlos en caricaturas de smismos.

    5. Problemas de identidad: comunidad de iguales, mito, rito, imagen, comadreo

    Uno de los objetivos ms explcitos de esta proyecciones estriba el robustecimiento o la creacin deuna identidad, individual o colectiva, que se hace depender de un encuentro y de un contacto con

    los otros. La identidad siempre se construye estableciendo una negociacin con diversas alteridades:los antepasados, los aliados, los compaeros, los enemigos, etctera; se trata del carcterindisociable de la construccin de uno mismo y del conocimiento de los otros. Ahora bien, gracias ala posibilidad real, tcnica, de la ubicuidad debido a esa prtesis tecnolgica como es la Red,podemos gestionar la inmovilidad; sin embargo, no nos hace creer dicha inmovilidad la ilusin dela comunicacin de que los sujetos individuales o colectivos existen, en forma intangible, al margendel acto de comunicacin que los pone en contacto?, no nos est haciendo creer que intercambianinformaciones para enriquecer sus conocimientos sin transformarse, que perseveran en su sermientras se ahorran el cara a cara y el cuerpo a cuerpo? Dicho de otra manera, qu construccin dela identidad poltica grupal se puede llevar a cabo si la negociacin con la alteridad se constituye enmera comunicacin? El homo comunicanstransmite o recibe informaciones y no duda de lo que es,

    no negocia su identidad sino que parte de ella. El ideal del partido poltico tradicional consista entratar de existir, de formarse, sin saber nunca realmente cul era su identidad (no monoltica, sinocambiante) o qu era. La prctica actual de la actividad poltica en la Red depende ms de lacomunicacin, con su ideal de la instantaneidad y la evidencia, que de la experiencia, que conjugabalos tiempos de la espera, del recuerdo, de la sedimentacin.

    Resulta adems que el sentimiento de pertenencia a la identidad del nosotros, del movimiento quenos identifica y con el que nos identificamos, se ha visto confortado por el desarrollo tecnolgicouna de cuyas mximas expresiones es internet y su funcionamiento, en especial merced a lainteractividad segregada por este modelo. As, las mensajeras informticas (ldicas, erticas,funcionales, polticas...), los hospedajes enlazados de movimientos, grupos, espacios de

    informacin, etc. crean una matriz comunicaciones en la que aparecen, se fortifican y muerengrupos de configuraciones y objetivos diversos y que en el campo de la poltica tienen esacaracterstica post-poltica que al principio se comentaba, pero que recuerdan no obstante a lasarcaicas estructuras de las tribus o de los clanes. La diferencia ms notable es, sin lugar a dudas, la

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    temporalidad propia de estas nuevas identidades colectivas, pues su carcter puede serperfectamente efmero, coyuntural y organizarse segn las ocasiones que se presentan. Recordandouna antigua terminologa filosfica, se agota en el acto. Ello no obsta para que, aun cuando estnmarcadas por el sello trgico de la oportunidad, dichas identidades colectivas privilegien elmecanismo de pertenencia. Sea cual sea el tipo de identidad poltica colectiva en cuestin, espreciso participar en el espritu colectivo, pero no tanto por la consecucin de un objetivo o la

    contribucin al afinamiento de una racionalidad (ideolgica), sino por la integracin. Estaintegracin o su contrario, el rechazo, dependen del grado defeelingexperimentado ya sea por partede los miembros del grupo o del postulante. Es posible adems que este sentimiento se veaconfortado o reafirmado por la aceptacin o el rechazo de los diversos rituales iniciticos,necesarios independientemente de la duracin de la identidad colectiva. El rito es una tcnica eficazque materializa a la percepcin la alianza y atena el aspecto efmero de esta identidad colectiva yla angustia propia del presentismo.

    Se podran multiplicar a placer los factores de agregacin a travs de los rituales, pero existen otrosvectores poderosos que no pueden ser olvidados. Por una parte se trata de la Estamos quizs anteuna comunidad de iguales, puesto que no sabra adquirir consistencia bajo la forma de instituciones

    polticas sino en trminos comunitarios. Se podrn emancipar tantos individuos como se quiera,pero jams se emancipar una sociedad. Si la igualdad es la ley de la comunidad, la sociedadpertenece a la desigualdad, o lo que es lo mismo, la comunidad de iguales jams recubrir lasociedad de desiguales. Sin embargo, no existe una sin la otra. La comunidad de iguales, escribeRnciere, es una sociedad inconsistente de objetos trabajados por la creacin continua de laigualdad.

    Esta es la advertencia que los jvenes fraternales no quieren o no pueden escuchar, o que laentienden y la traducen a su manera. Pretender transformar la idea reguladora de la comunidad enun concepto creador de la experiencia social, erigindose en pedagogos del pueblo/multitud.Tambin porque han de considerar un acontecimiento que gener esa divisin (lo comunitario

    polmico frente a lo no-comunitario social) que es a su vez constantemente repetido para producirnuevos acontecimientos de igualdad. As la polmica igualitaria inventa una comunidad in-consistente, suspendida a la contingencia y resolucin de su acto. Esta invencin igualitaria de lacomunidad (frente a la sociedad) rechaza el dilema que la obligara a elegir entre la inmaterialidadde la comunicacin igualitaria y la pesadez desigualitaria de los cuerpos sociales.

    Por otra parte, se trata de la conjuncin entre la inscripcin espacial (no importa si es virtual y noolvidemos que siempre en las afueras del Estado) y la argamasa emocional, siguiendo los polos delespacio (la proxemia que antes explicbamos) y el smbolo (compartimiento, forma especfica desolidaridad...), y que se resuelve en una intensa actividad comunicacional. Esta connotacin mticay la inscripcin espacial consiguiente enlazan con la idea de tradicin caracterstica de la

    comunidad emocional que para socilogos como Max Weber es una constante social. Ahora bien,es propio de esta tradicin descansar en el x-tasis o salida de s, lo cual permite unaidentificacin: yo me identifico con un determinado lugar virtual que me integra en un linaje, enuna historia del grupo, logrando con ello esa identificacin emocional y colectiva que es de lo quese trata. De ah esa estrecha relacin entre el territorio (lo resistente, exterior al poder) y la memoriapoltica colectiva que privilegia el deseo de dejar huella, es decir, de atestiguar la propia perennidad.Esta es la autntica dimensin esttica de las inscripciones espacial virtuales: servir de memoriacolectiva, servir a la memoria de la colectividad que la ha elaborado contndose a s misma suhistoria.

    Junto al resurgimiento del rito y del mito (la historia que cada grupo se cuenta), tambin asistimos

    al auge de la imagen. En una poca en la que el espacio pblico se encuentra en buena medidainvadido por el smbolo, no por la experiencia, en que es tributario de la imagen, la pulsinescpica de quienes parecen soar con meter el mundo en la caja de su pantalla tiene el valor de unsntoma. Importancia pues de lo imaginario en la vida social frente a lo terico. En efecto, pareciera

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    que cada vez que la desconfianza respecto de la imagen tiende a prevalecer (racionalismo) seelaboran representaciones tericas y modos de organizacin social que tienen lo lejano pordenominador comn; en tales ocasiones se asiste al dominio de la poltica ordenada y prospectiva,del linealismo histrico. En cambio, cuando la imagen en sus diversas modalidades resplandecehegemnica, entonces el localismo, el icono familiar y prximo, se torna una realidad ineludible. Sepuede aadir que la abundancia de la imaginera icnica se acreciente con el desarrollo tecnolgico,

    en especial de un logro tan visual como la Red. Estos iconos (grafas, imgenes, composicin,esttica...) se conforman como punto de encuentro inscrito en lo cotidiano; aparecen como el centrode un orden simblico complejo y concreto en el que cada cual desempea un papel en el marco deuna teatralidad dramtica y volcada al pblico. De este modo permite el reconocimiento del self poruno mismo, el reconocimiento del selfpor los dems, el reconocimiento de los dems y por ltimoel reconocimiento del colectivo. Tal es la fuerza emptica de la imagen que, de modo regular,resurge para atenuar los efectos mortferos de la uniformizacin y de la conmutatividad que stainduce.

    Estos sentimientos colectivos de fuerza comn, esta sensibilidad mstica, icnica y ritualizadafundadora del perdurar, se sirven de vectores bastante triviales: son todos los lugares de la charla,

    de la convivencia, de espacios pblicos que son regiones abiertas,foros, chats, es decir, lugares enque es posible dirigirse a los dems y por ello mismo, dirigirse al Otro en general. Adems, hay quetener en cuenta que junto a un saber puramente intelectual, existe un conocimiento que integratambin una dimensin sensible que tiene sus races en un corpus de costumbres. Si lo analizramosdetenidamente, cabe esperar que esto permitira apreciar cual es la modulacin actual delcomadreo o palabreo, cuyos diversos rituales desempeaban un papel muy importante en elequilibrio social de la comunidad tradicional gracias a su muy eficaz labor de control social.Tambin cabe esperar que, junto al desarrollo tecnolgico del crecimiento de las identidadespolticas colectivas, se favorezca un comadreo informatizado, que reactualiza los rituales del foroo ateneo antiguos; en cuyo caso ya no estaramos enfrentados, como ocurri con su nacimiento, conlos peligros de la computadora gigantesca y ajena a las realidades prximas, sino que gracias a la

    Red y sus usos, nos vemos remitidos a la difraccin hasta el infinito de una oralidad ritualizada cadavez ms esparcida. El problema reside entonces en que el medio (la Red) que servira como mbitode publicidad y comunicacin de las nuevas identidades colectivas polticas acabara convirtindoseno slo en mediador, sino en su propio fin, anteponiendo por ejemplo la libertad de expresin acualquier otra consideracin poltica.

    2. Ciudadanismo en la poca post-poltica

    El concepto de ciudadanismo, si obviamos por ahora un anlisis pormenorizado de lo quesignifica el trmino ciudadano, es en realidad un neologismo que traduce el trmino inglsrepublicanism y que evita utilizar un vocablo como civilismo, por sus referencias a la guerra

    civil. Coincide adems con la recuperacin del concepto relativo a la sociedad civil msidentitario que poltico. As pues, y de un modo operativo, entendemos en principio porciudadanismo una ideologa difusa, asociada un cierto conjunto de prcticas polticas yampliamente difundida cuyos rasgos principales son: la oposicin natural de la democracia respectoal capitalismo, el reforzamiento del Estado, su vocacin ecumnica y pedaggica, la aspiracin deaglutinar una mayora social,

    2.1. La creencia de que la democracia es capaz de oponerse al capitalismo

    Los ciudadanos constituyen entonces la base activa de esta poltica por lo que se propone un controlciudadano de las instancias nacionales e internacionales, como si fuera el dficit de democracia lo

    que produce la explotacin. Pero esta idea de los ciudadanos se mueve entre el individualismoextremo y la masa. La palabra ciudadano subraya la individualidad de la persona, la ausencia decualquier aspecto colectivo. La accin heroica del individuo consciente porque s, sin relacinalguna con una adscripcin de clase se sigue de la complicidad de la masa: igual que cualquier

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    partido, los anlisis polticos piensan que el nmero de manifestantes, de votantes o de mensajesSMS bastaba para justificar sus pretensiones polticas. Sin embargo, sentarse sobre las masas escomo sentarse sobre el agua. El mismo tedio que las mueve, las paraliza. Despolitizadas pordefinicin, no son ni pueden ser ningn sujeto poltico dispuesto en todo momento a seguir a susdirigentes. Las masas no quieren hacer poltica, quieren ser objeto de la poltica; no quieren cambiarla sociedad, en todo caso quieren que alguien se ocupe de ellas; por eso son masas.

    Dado que la referencia a la sociedad civil juega permanentemente con la ambigedad, pues sesustrae a la prohibicin legal y al tab que pesa sobre toda actividad poltica, a la vez que impulsauna movilizacin social; su significado es muy distinto en el mundo poltico globalizado. En el surglobal, evoca anhelos y aspiraciones compartidas, capaces de suscitar acciones colectivaslegitimadas y con frecuencia transformadoras, nunca estuvo circunscrito al campo estrictamenteterico sino que aparecer en las filas de la oposicin intelectual y popular a los antiguos regmenesdel socialismo real y en la resistencia sostenida contra las dictaduras militares autoritarias. Por suparte, en los pases del norte global donde nos centraremos, el ciudadanismo se concentraesencialmente alrededor de un deseo de democracia ms directa, participativa, de una democraciade ciudadanos; naturalmente no proponen ningn modo de conseguirlo, y este deseo de

    democracia directa acaba, como siempre, ante las urnas o en la abstencin impotente.Un personaje tan conspicuo como Esteban Ibarra (1998) alma mater de esa curiosa ONG delMinisterio del Interior que se autodenomina Movimiento contra la intolerancia antes Jvenescontra la intolerancia, habla de redes de ciudadana como aquellas iniciativas organizadashorizontal y autnomamente cuya prctica afirma que es importante hacer' no slo oponerse yresistir, y se esfuerzan en crear situaciones transformadoras de la realidad, superando la dicotomaexcluyente reforma o revolucin, y viejas concepciones doctrinarias que consideran a la genteincapaz de desarrollar conciencia o pensamiento poltico por s mismas. Vctor Sampedro (2005)por su parte indica que se trata de conspiraciones transparentes que no tienen nada que ocultar peroque van colocando en la agenda pblica sus temas, generando los cambios personales, grupales e

    institucionales pertinentes en cada etapa del proceso de modernizacin.Una de las fuerzas del ciudadanismo reside en ese carcter esencialmente moral, por no decirmoralizador. Pasa fcilmente de la denuncia de la crisis a la propuesta de repartir los frutos delcrecimiento sin tener en cuenta los hechos y sin realizar ningn anlisis. Lo que cuenta es tener laposicin ms cvica posible, es decir, la ms generosa, la ms moral. Y por supuesto, todo elmundo se posiciona por la paz, contra la guerra, contra la mala-comida, por la buena-comida,contra la miseria, por la riqueza. En resumen, ms vale ser rico y gozar de buena salud en tiemposde paz, que ser pobre y estar enfermo en tiempos de guerra.

    La propuesta es pues de un posibilismo pragmtico deliciosamente cercano a la socialdemocracia.

    Dados los problemas de desafeccin de la poltica, crisis de la democracia representativa, laapreciacin alarmada de que los partidos no funcionan como tendran que funcionar y el anhelode la opinin publicada (que no pblica) de una poltica honesta (unidad perdida de la moral y lapoltica), no slo basta con modificar el sistema de listas electorales, sino ante todo lograr unamayor participacin y por tanto implicacin, gracias a la exigencia de eficacia, coherencia yrepresentatividad. De este modo nos podemos encontrar en la literatura ciudadanista propuestascomo las que siguen:

    1. Se busca la participacin activa en el sistema poltico (a) o al menos que cambie el sistemade participacin democrtica, bajo esloganes como la ciudadana est harta de que no se la tengaen cuenta, (b) e incluso que se admita la inclusin de los movimientos sociales (c) para alcanzar un

    reforzamiento de las instituciones, del consenso y la legitimidad social de las polticas, buscando encierta forma la reforma de las culturas polticas y tcnicas. Frente a ello se situara la desobedienciacivil, de forma ms o menos violenta. Se trata de una organizacin estructural que canaliza las

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    demandas de los movimientos sociales y de la accin colectiva en forma de: creacin de foros,consejos, estructuras asociativas consolidadas.

    2. Importancia del gobierno local en la bsqueda de la participacin (ideologas de laglocalizacin). Se tratara de reformular el llamado pacto del bienestar, pero buscando la noslo la informacin del ciudadano, sino la formacin e integracin. En cuanto a las frmulas, cabe

    destacar:Consejos institucionales: de la juventud, de la mujer: ya existentes.

    Consejos consultivos, audiencias y frums (Barcelona): a desarrollar.

    Jurados ciudadanos y ncleos de intervencin participativa: futuribles.

    Asociaciones en forma de accin pblica: crear servicios en los mbitos donde stos noexisten o son insuficientes.

    3. Vertebracin de la sociedad, garanta de las democracias occidentales por la prdida deautoridad y garantas de funcionamiento de las instituciones tradicionales (cohesin e integracinsocial por ejemplo en el caso de inmigrantes, jvenes, etc.)

    4. Los movimientos sociales seleccionan y reducen la complejidad de las demandas de laciudadana organizada. Es digno de aprecio los artculos y libros que tratan sobre los instrumentosparticipativos a desarrollar con sugerencias como el anlisis pormenorizado de las tres formas dearticular la participacin ciudadana: a travs del monlogo (few talk), del parloteo (many talk) y deldilogo (some talk).

    5. Los agentes poltico-institucionales encauzan y transforman dichas demandas en propuestasconcretas en el parlamento. Adems pueden ofrecer respuestas polticas de cambio real a talesinquietudes, formar a los lderes, aportar los valores histricos y el conocimiento til de la

    experiencia en la gestin municipal y parlamentaria. En definitiva, de lo que se trata es de aportarsoluciones a los problemas que se plantean al sistema poltico.

    Los ciudadanistas proponen una respuesta irrisoria cuando intentan recomponer el vnculo que unaantiguamente a la clase obrera mediante otro que uniese a los ciudadanos, es decir, el Estado.La voluntad de reconstituir dicho vnculo a travs del Estado se manifiesta en el nacionalismolatente de los ciudadanistas. Se sustituye el capital abstracto y sin rostro por figuras nacionales. Peroel Estado slo puede proponer smbolos y sucedneos a esos vnculos, puesto que l mismo estsaturado de capital, por as decirlo, y tan slo puede agitar sus smbolos en el sentido que le dicta lalgica capitalista a la que pertenece. Proponer al ciudadano como vnculo manifiesta la existenciade un vaco, o mejor dicho, que incumbe ahora al capitalismo, y nicamente a l, la tarea de integrar

    a esos miles de millones de personas que se encuentran privadas de la comunidad. Y debemosconstatar que, hasta ahora, lo consigue a duras penas.

    2.2. Reforzamiento del Estado

    El proyecto de reforzar el Estado (o los Estados) para poner en marcha esta poltica de participacindemocrtica, de ah que postulen volver atrs la marcha del desarrollo capitalista: la tendencia afavor de la recuperacin del Estado del bienestar y las polticas keynesianas, la denuncia de losexcesos de la financiarizacin de la economa frente a las virtudes de la economa productiva, laspropuestas para gravar fiscalmente el trfico de capital (Tasa Tobin: quin va a empezar a gravarcapitales?, el primer Estado que lo haga va a la quiebra) o las distintas modalidades de

    integracin econmica. El ciudadanismo entiende que el Estado democrtico es un medio vlidopara paliar -incluso para acabar con- las desigualdades sociales. Dado que ste sufre grandespresiones del Capital -llmese grandes corporaciones o empresas multinacionales-, postula que paracontrarrestar tan malvada influencia se hace imprescindible una mayor atencin del hombre de a pie

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    a los asuntos de Estado y que obligue al gobierno a realizar polticas sociales. Los ciudadanos noslo deben elegir representantes sino presionarles para que acten como corresponde.

    Estos socialdemcratas de nuevo cuo, que miran con nostalgia a la edad dorada del Estado delbienestar, no son conscientes de que las reformas tendentes a un mayor poder adquisitivo de lostrabajadores histricamente se han implantado para la recuperacin del capitalismo tras la crisis

    econmica y slo en parte, para mermar la radicalidad de una clase obrera que amenazaba con hacerla revolucin, pero nunca por la accin de la ciudadana en tanto tal. A pesar de ello se empean enexigir una mayor intervencin de la poblacin en la res pblica. Y es que parece que ignorenaquello sobre lo que los libertarios venimos advirtiendo desde hace siglo y medio: La integracin delas luchas sociales en las estructuras del Estado -lo que se reclama como democracia participativa-no es sino garanta de la desintegracin de las mismas.

    El ciudadanismo, no obstante, tender siempre a jugar el papel de mediador entre los movimientossociales y el Estado, desde el reconocimiento de que ste ltimo, el Estado, puede ser el mediadorneutro entre el capital y los movimientos sociales.

    En el ciudadanismo encontramos pues una fuerte defensa del sector pblico y no comocuestionamiento de la lgica capitalista en general, tal y como se manifiesta en el servicio pblico.La defensa de dicho sector implica lgicamente que se considera que dicho sector est, o deberaestar, fuera de la lgica capitalista. No fue una buena crtica la que se le hizo a este movimientocuando se le reproch ser un movimiento de privilegiados, o sencillamente de egostascorporativistas. Pero s se puede constatar que incluso las acciones ms generosas o radicales deeste movimiento contenan los mismos lmites. Abastecer gratuitamente todos los hogares deelectricidad, es una cosa: reflexionar sobre la produccin y el uso de la energa es otra. Plantear eltema de la renta bsica o del salario social en casos extremos es una cuestin de necesidadperentoria, pero hay que conceder que siempre se desarrolla dentro del horizonte de un Estado(capitalista) omnipresente. Un autor radical (as se define l) como Van Parijs y Vanderborght

    (2006: 25) describen la renta bsica como una medida eficaz para luchar contra la pobreza, uningreso conferido por una comunidad poltica todos sus miembros, sobre una base individual, sincontrol de recursos ni exigencia de contrapartida. La renta bsica, se atribuye a todos, ricos ypobres (sin control de recursos); sobre una base individual y sin ninguna exigencia de contrapartida.La ausencia de control de los recursos nos lleva a la posibilidad de combinar la renta bsica conotras rentas sin supresin ni reduccin de la primera. Adems, est claro que el importe de la rentabsica depender de los recursos financieros con los que cuente el Estado, as como que dicha rentaslo es para los ciudadanos. Esto significa que habr individuos excluidos de su percepcin, losmetecos o no-ciudadanos.

    Lo cierto en que en sociedades inmersas en sistemas de bienestar, con proteccin ligada al mercado

    de trabajo y controles burocrticos sobre los ingresos familiares, suena extraa la idea de un ingresomnimo para pobres y ricos, que es a fin de cuentas de lo que se trata la renta bsica universal y sincontrapartidas, pero para los ciudadanistas, esta extraeza es combatible, y a ello han dedicado unaingente cantidad de publicaciones de muy distinto pelaje. De todas formas, se puede ver en estasacciones que el Estado es concebido como una comunidad parasitada por el capital, capital que seinterpone entre los ciudadanos-usuarios y el Estado. El ciudadanismo no dice otra cosa. Elciudadano ha de tener la capacidad de decisin y de opinin sobre cmo ha de ser el Estado que loproteja (Pont, 2004: 363)

    El propio Estado acepta generosamente estas prcticas, y cualquiera puede hoy hacer una pequeamanifestacin, por ejemplo, bloquear la periferia y ser recibido oficialmente a continuacin para

    exponer sus reivindicaciones. Los ciudadanistas se indignan con este estado de cosas que hancontribuido a crear, pensando que, an y as, no se debe molestar al Estado por minucias. Losinterlocutores privilegiados ven con malos ojos a los parsitos y dems aves de rapia de lademocracia.

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    Asimismo, algunas prcticas ciudadanistas son promovidas directamente por el Estado, como lodemuestran las conferencias ciudadanas o los debates de ciudadanos con las cuales el Estado searroga el dar la palabra a los ciudadanos. Es interesante ver hasta qu punto este movimiento seconforma con cualquier sucedneo de dilogo, y estn dispuestos a ceder en cualquier cosa con talde que se les escuche y que los expertos hayan atendido a sus inquietudes. El Estado desempeaaqu el papel de mediador entre la sociedad civil y las instancias econmicas, del mismo modo

    que los ciudadanistas harn de intermediarios entre el programa del Estado (que no es otra cosa quela correa de transmisin de la dinmica del capital) revisado de forma crtica, y la sociedad civil.

    La antimundializacin desempea un papel muy importante en esta reconstruccin ideolgica. Suidea central es que el capital transnacional ha concentrado demasiados poderes que no puede o nosabe gestionar y que esto se hace demasiado peligroso para el equilibrio econmico. Contra elultraliberalismo incontrolado, todos los ciudadanos son llamados, en un tono que oscila entre elmiserabilismo y la culpabilizacin, a convertirse en los co-gestores de la economa mundial, pormedio de la presin y del control ciudadano. Se trata de ir ms all del voto, pero sin salirse, claroest, del campo de juego democrtico. Facilidad pues en convertirse en un autntico partido delEstado, idea madre de la intelectualidad estatista, ansiosa por inventar un nuevo discurso

    polticamente correcto y posibilista ms all de las habituales coartadas pacifistas, feministas oecologistas.

    2.3. Vocacin ecumnica y pedaggica

    El ideal organizativo del ciudadanismo busca siempre un mbito en el que quepan todas lasmanifestaciones del discurso (excepto las que se aproximan a la violencia). Claro que se trata dediscursos despojados de su carcter preformativo: son pura semntica. El lenguaje se vuelve cadavez ms apologtico, una pura mquina lingstica llena de frmulas verbales adecuadas donde lanimiedad enviar mensajes, votar, navegar por la red, amontonarse- se convierte en lucidezhistrica y herosmo. Debajo de lo que se cree es un movimiento, si se quitan las cmaras y los

    medios de comunicacin, se puede comprobar que retrata de un movimiento creado artificialmentepor dichos medios. El espacio de lucha no son ya las fbricas, la calle, el barrio, la metrpolis,sino los medios de comunicacin. De ah que le venga muy bien esa especie de cajn de sastre, desustitutos del concepto de clase que sera la multitud: una suerte de conglomerado de insatisfaccino marginalidad que es lo que piensa alguien como Toni Negri (2004), cada vez ms figura de laizquierda ciudadana.

    La participacin ciudadana se caracteriza adems por su capacidad para educar y concienciar a laciudadana. Disponer de esta ciudadana, adems, no nicamente mejora el funcionamiento de losinstrumentos participativos sino del conjunto de la comunidad. Es decir, la participacin tiene comoobjetivo directo escuchar a los ciudadanos, aunque indirectamente sirve para algo quiz ms

    importante: generar el capital social que garantizar el buen funcionamiento de nuestra sociedad.Desde que Robert Putman (2001) popularizara el concepto de capital social como un conjunto decaractersticas intangibles de una comunidad (densidad asociativa, niveles de confianza, etc.) tilespara explicar sus rendimientos institucionales, econmicos y sociales, el gran interrogante ha sidocomo fomentarlo. A ello se han dedicado instituciones internacionales como el Banco Mundial quede manera subrepticia incluyen ya la democracia ciudadana: se tratara de las instituciones,relaciones, actitudes y valores que rigen la interaccin interpersonal y facilitan el desarrolloeconmico y la democracia. O incluso el PNUDPNUD que define el capital social como: relacionesinformales de confianza y cooperacin (familia, vecindario, colegas); asociatividad formal enorganizaciones de diverso tipo, y marco institucional normativo y de valor de una sociedad quefomenta o inhibe las relaciones de confianza y compromiso cvico (VVAA, 2003).

    En definitiva, la participacin sirve a los gobernantes en la medida que favorece la creacin de lamateria prima adecuada para el desarrollo de sus comunidades. Esta materia prima, este capitalsocial se refiere a una ciudadana que adquiere madurez democrtica y dinamismo socioeconmico

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    a travs de la propia participacin en los asuntos colectivos. Una participacin que, por lo tanto, nonicamente sirve para facilitar la prestacin de determinados servicios o para legitimardeterminadas decisiones, sino para promocionar determinadas conductas y actitudes ciudadanas.

    Tenemos un ejemplo gracias a la implantacin de una nueva asignatura de la enseanza secundariase va a llamar Educacin para la ciudadana. Desde la administracin educativa se entiende que la

    asignatura servir para potenciar una serie de actitudes, como son: respeto, tolerancia, solidaridad,participacin o libertad. Qu querrn decir esas palabras cuando estn escritas en sus documentos?Gregorio Peces Barba (2004) se explic de maravilla en El Pas: la formacin recta de lasconciencias, que es condicin de la comprensin sobre el valor de la obediencia al derecho en lassociedades bien ordenadas. Es decir, que los contenidos se reducirn a las bondades de estesistema poltico -y econmico-, ya que estando en posesin de La Verdad, la nica medidaeducativa posible es inculcar la necesidad de aceptarla. El paralelismo con la asignatura de Religines obvio, y no nos coge por sorpresa:No es una cosa notable esa similitud entre la teologa -esaciencia de la iglesia- y la poltica -esa teora del Estado-, ese encuentro de dos rdenes depensamientos y de hechos en apariencia contrarios, en una misma conviccin.

    2.4. La aspiracin estratgica de aglutinar una mayoraUna gran aspiracin estratgica del ciudadanismo consiste en encontrar propuestas que tengan lavirtud de aglutinar una inmensa mayora social en contra de la minora de polticos financieros yacadmicos neoliberales del pensamiento nico que orientan la direccin de la globalizacin. Laadopcin del pacifismo como principio indiscutible de accin purg de las asambleas y lasmanifestaciones a los radicales, pero su objetivo principal era el dilogo con el poder. No queranenfrentarse a nada; no aspiraban a cambiar el mundo sino a participar en su gestin. Con ellos otragestin capitalista era posible. Lo que pretendan reformar no eran ms que los mecanismos decooptacin de la clase dominante. De ah los determinados discursos ciudadanista de auge recienteen los Foros, como el que postula democratizar la globalizacin, contribuyen a esta misma

    operacin de reabsorcin por la va de convalidar las exigencias antagonistas en derechosconsagrados en alguna suerte de Constitucin global. Que la lucha por los servicios pblicos contrasu mercantilizacin se resuelva en una Declaracin de Derechos en la futura Constitucin europeapuede parecer un ejercicio de realismo pero es seguro que contribuye a reproducir los mecanismosde delegacin y mediacin que son la fuente de la aceptacin social del dominio capitalista. Sepueden ahorrar los realistas sus tentaciones sarcsticas: lo anterior no implica renuncia alguna alejercicio de los derechos hasta el lmite de sus posibilidades.

    La finalidad expresa del ciudadanismo es humanizar el capitalismo, volverlo ms justo,proporcionarle de alguna forma un suplemento de alma y en cierto modo de manifestar la sumisindemocrticamente. La lucha de clases es sustituida aqu por la participacin poltica de los

    ciudadanos, que no slo deben elegir a sus representantes, sino adems actuar constantemente parahacer presin sobre ellos, con el fin de que apliquen aquello para lo que fueron elegidos.Naturalmente los ciudadanos no deben en ningn caso sustituir a los poderes pblicos. Elciudadanismo se desarrolla como ideologa producida necesariamente por una sociedad que noconcibe perspectivas de superacin [del sistema]. Se trata pues de una servidumbre voluntaria; es laoposicin a casi nada (a lo que es ms obviamente falso e injusto del capitalismo) y a solicitarcontrol ciudadano para todos los extremos crueles del capitalismo.

    2.5. Ciudadanismo y derechos

    La Carta de los Derechos Humanos Emergentes (Barcelona, 2004), que insiste en la necesidad dereconocer una serie de derechos hasta el momento sumergidos, y de reivindicar la necesidad decontemplar una serie de nuevos derechos surgidos de las transformaciones del mundo actual,vincula estrechamente este texto programtico que emana de la sociedad civil global y materializa

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    las reivindicaciones de los movimiento sociales a una nueva concepcin de la participacinciudadana y concibe todos los derechos como derechos ciudadanos.

    En principio, todo el mundo est en favor de los derechos del hombre. Es muy difcil encontrar aalguien que est en contra los derechos humanos. Incluso algunos torturadores estn hoy a favor delos derechos humanos; ellos mismos son hombres y es interesante para ellos tener derechos. Pero

    cuando se plantea esta cuestin de los derechos humanos, la pregunta principal es qu es elhombre?, q