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E

Las Revoluciones BurguesasEric HobsbawmPgina 2 de 180

E. J. HOBSBAWM

LAS REVOLUCIONESBURGUESAS

SEGUNDA EDICION

EDICIONES GUADARRAMALope de Rueda, 13

MADRID

CONTENIDO

Fue publicado este libro por

VEIUENFEI D AND NICOLSON, Londres, 1962

con el ttulo

THE AGE OF REVOLUTION

Lo tradujo al castellano

Barreiro, jose Luis.

El presente libro estudia la transformacin delmundo entre 1789 y 1848, debida a lo que llamamos la doble revolucin la Revolucin francesa de 1789 y la contempornea revolucin industrial britnica. Por ello no es estrictamente ni una historia de Europa ni del mundo. No obstante, cuando un pas cualquiera haya sufrido las repercusiones de la doble revolucin de este perodo, he procurado referirme a l aunque sea ligeramente. En cambio, si el impacto_ de la revolucin fue imperceptible, lo he omitido)As el lector encontrar pginas sobre Egipto y no sobre el Japn; ms sobre Irlanda que sobre Bulgaria; ms sobre Hispanoamrica que sobre Africa. Naturalmente, esto no quiere decir que las historias de los pases y pueblos que no figuran en este volumen tengan menos inters o importancia que las de los incluidos.VSi su perspectiva es principal-mente europea, o, ms concretamente, franco-inglesa, es porque en dicho perodo el mundo o al menos gran parte de l se transform ,en--> una base europea o, mejor dicho, franco-inglesa El objeto de este libro no es una narracin dehllada, sino una interpretacin_y lo que los franceses llaman haute vulgarisation. Su lector ideal ser el formado tericamente, el ciudadano inteligente y culto, que no siente una mera curiosidad por el pasado, sino _que desea saber cmo por qu el mundo ha llegado a_ser lo que es hoy y hacia dnde va.jPor ello, sera pedante e inadecuado recargar el texto con una aparatosa erudicin, como si se destinara a un pblico ms especializado. As, pues, mis notas se refieren casi en absoluto a las fuentes de las citas y las cifras, y/ en algn caso a reforzr la autoridad de algunas afirmaciones que pudieran parecer demasiado sorprendentes o polmicas.

Pero nos parece oportuno decir algo acerca del material en el que se ha basado una gran parte de este libro. Todos los historiadores son ms expertos (o, dicho de otro modo, ms ignorantes) en unos campos que en otros. Fuera de una zona generalmente limitada, deben confiar ampliamente en la tarea de otros historiadores. Para el perodo 1789-1848 slo esta literatura secundaria forma una masa impresa tan vasta, que sobrepasa el conocimiento de cualquier hombre, incluso del que pudiera leer todos los idiomas en que est escrita. (De hecho, todos los historiadores estn limitados a manejar tan slo unas pocas lenguas.) Por eso, no negamos que gran parte de este libro es de segunda y hasta de tercera mano, e inevitablemente contendr errores y cortes que algunos lamentarn como el propio autor. Al final figura una bibliografa como gua para un estudio posterior ms amplio.

Aunque la trama de la historia no puede des-enredarse en hilos separados sin destruirla, es muy conveniente, a efectos prcticos, cierta sub-divisin del tema bsico. De una manera general, he intentado 1ividir el libro en dos partes. La primera trata con amplitud el desarrollo principal del perodo, mientras la segunda esboza la clase de sociedad producida por la doble revolucin. Claro que hay interferencias deliberadas, pues la divisin no es cuestin de teora, sino de pura conveniencia.

Debo profundo agradecimiento a numerosas personas con quienes he discutido diferentes as

pectos de este libro o que han ledo sus captulos en el manuscrito o en las pruebas, pero que no son responsables de mis errores: sealadamente, a J. D. Bernal, Douglas Dakin, Ernst Fischer, Francis Haskell, FI. G. Kocnigsberger y R. F. Leslie. En particular, el captulo xiv debe mucho a las ideas de Ernst Fischer. La seorita P. Ralph me prest gran ayuda como secretaria y ayudante en el acopio de documentacin.

E. J. H.

INTRODUCCION

Las palabras son testigos que a menudo hablan ms alto que los documentos. Consideremos algunos vocablos que fueron inventados o que adquirieron su significado moderno en el perodo de sesenta aos que abarca este volumen. Entre ellos estn: industria, industrial, fbrica, clase media, clase trabajadora, capitalismo y socialismo. Lo mismo podemos decir de aristocracia y de ferrocarril, de liberal y conservador, como trminos polticos, de nacionalismo, cientfico, ingeniero, proletariado y crisis (econmica). Utilitario y estadstica, sociologa y otros muchos nombres de ciencias modernas, periodismo e ideologa fueron acuados o adaptados en dicha poca'. Y lo mismo huelga y depauperacin.

Imaginar el mundo moderno sin esas palabras (es decir, sin las cosas y conceptos a las que dan nombre) es_medir la profundidad de la revolucin producida entre 1789 y 1848 que supuso la mayor transformacin en la historia humana des-de los remotos tiempos en que los hombres inventaron la agricultura y la metalurgia, la escritura, la ciudad y el Estado. Esta revolucin

transform y sigue transformando. al mundo entero. Pero al considerarla hemos de distinguir con cuidado sus resultados a la larga, que no pueden limitarse a cualquier armazn social, organizacin poltica o distribucin de fuerzas y recursos internacionales, ysu fase primera y decisiva, estrechamente ligada -a una especfica situacin social e internacional , La gran revolucin de 1789-1848 fue el triunfo no de la industria como tal, sino de la industria capitalista; no de la libertad y la igualdad en general, sino de la clase media o sociedad bourgeoise y liberal; no de la economa moderna, sino de las economas y Estados en una regin geogrfica particular del mundo (parte de Europa y algunas regiones de Norteamrica), cuyo centro fueron los Estados rivales de Gran Bretaa y Francia. La transformacin de 1789-1848 est constituida sobre todo por el tras-torno gemelo iniciado en ambos pases y propagado en seguida al mundo entero f

Pero no es irrazonable considerar esta doble revolucin la francesa, ms bien poltica, y la revolucin industrial inglesa no tanto como algo perteneciente a la historia de los dos pases que fueron sus principales mensajeros y smbolos, sirio como el doble crter de un anchsimo volcn regional. Ahora bien, que las simultneas erupciones ocurrieran en Francia e Inglaterra y tuvieran caractersticas ligeramente diferentes no es cosa accidental ni carente de inters. Pero desde el punto de vista del historiador, digamos, del ao 3000, como desde el punto de vista del observador chino o africano, es ms relevante notar que se produjeron una y otra en la Europa del Noroeste y en sus prolongaciones ultramarinas, y que no hubieran tenido probabilidad alguna de suceder en aquel tiempo en ninguna otra parte del mundo. Tambin es digno de sealar que en aquella poca hubieran sido casi inconcebibles enotra forma que no fuera el triunfo del capitales-1 mo liberal y burgus.

Es evidente que una transformacin tan pro-funda na puede comprenderse sin remontarse en la historia mucho ms atrs de 1789, o al menos a las dcadas que precedieron inmediatamente a esta fecha y que reflejan la crisis de los anciens rgimes del mundo occidental del Norte, que la doble revolucin iba a barrer. Quirase o no, es menester considerar la revolucin norteamericana de 1776 como una erupcin de significado igual al de la anglo-francesa, o por lo menos como su ms inmediata precursora y acuciadora;Jquirase o no, hemos de conceder fundamental importancia a las crisis constitucionales y a los trastornos y agitaciones econmicas de 1760-1789, que explican claramente la ocasin y la hora de la _gran explosin, aunque no sus causas f undamentales Cunto ms habramos de remontarnos en la historia hasta la revolucin inglesa del siglo xvii, hasta la Re-forma y el comienzo de la conquista militar y la explotacin colonial del mundo por los europeos a principios del siglo xvi e incluso antes, no viene al caso para nuestro propsito, ya que semejante anlisis a fondo nos llevara mucho ms all de los lmites cronolgicos de este volumen.

_Aqu slo necesitarnos observar que las fuerzas sociales y econmicas, y los instrumentos polticos e intelectuales de esta transformacin, ya estaban preparados en todo caso en una parte de 1 Europa lo suficientemente vasta para revolucionar al resto. Nuestro problema no es sealar la aparicin de un mercado mundial, de una clase suficientemente activa de empresarios privados, o incluso (en Inglaterra) la de un Estado dedicado a sostener que el llevar al mximo las ganancias privadas era el fundamento de la poltica del gobierno. Ni tampoco sealar la evolucin de la tecnologa, los conocimientos cientficos o la ideologia de una creencia en el progreso individua-lista, secular o racionalista.

Podeinos dar por su-puesta la existencia de todo eso en 1780, aunque no podamos afirmar que fuese suficientemente/poderosa o estuviese suficientemente difundidaki,Por el contrario, debemos, si acaso, ponernos en'guardia contra la tentacin de pasar por alto la novedad de_ la _doble revolucin por la familiaridad de su apariencia externa, por el hecho innegable de que los trajes, modales y prosa de Robespierre y Saint-Just no habran estado desplazados en un saln del ancien rgime, porque Jeremas Bentham, cuyas ideas reformistas acoga la burguesa britnica de 1830, fuera el hombre que haba pro-puesto las mismas ideas a Catalina la Grande de Rusia y porque las manifestaciones ms extremas de la poltica econmica de la clase media pro-cedieran de miembros de .la Cmara inglesa de los Lores del siglo xvi.

Nuestro problema es, pues, explicar, no la existencia de esos elementos de una nueva economa y una nueva sociedad, sino su triunfo; trazar, no el progreso de su gradual zapado yminado en los siglos anteriores, sino la decisiva conquista de la fortaleza. Y tambin sealar los profundos cam