directorio catequístico general 1971

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INTRODUCCION Se publica el presente Directorio Catequístico General según las normas del Decreto "Christus Dominus" N 44. No poco tiempo ha llevado la preparación de este documento, por las dificultades inherentes a la obra misma y por el método que se ha seguido. Efectivamente, después de constituir una comisión especial de auténticos expertos en catequesis, de varias nacionalidades y escogidos tras consultar con algunos Episcopados, se recabaron los consejos y las opiniones de varios Episcopados. Teniendo en consideración tales consejos y opiniones, se elaboró un primer esquema de Directorio, sólo en sus líneas generales, que se presentó, para ser estudiado, a la Congregación Plenaria extraordinaria de la Sagrada Congregación del Clero. Luego se elaboró un esquema más amplio, sobre el cual también se han consultado las Conferencias Episcopales. Con las opiniones y propuestas obtenidas de los Obispos en esta segunda consulta, se preparó el esquema definitivo del Directorio, que antes de ser publicado, fue examinado por una especial Comisión teológica y por la Sgda. Congregación para la Doctrina de la Fe. Este Directorio presenta los principios fundamentales teológico-pastorales del Magisterio de la Iglesia y especialmente del Concilio Ecuménico Vaticano II, con los cuales se puede dirigir y ordenar mejor la acción pastoral del ministerio de la palabra. De aquí se comprende el porqué en este Directorio prevalece el aspecto teórico, aunque, como se puede ver, no falta el aspecto práctico. Se ha empleado este criterio especialmente por el siguiente motivo: se evitarán los defectos y errores que no pocas veces se detectan en la catequesis moderna, únicamente si se parte de la recta manera de entender la naturaleza y los fines de la catequesis, como también las verdades que se enseñan con la misma, teniendo en la debida cuenta los destinatarios de la catequesis y sus condiciones. La aplicación concreta de los principios y de las enunciaciones contenidas en el Directorio, es incumbencia específica de los Episcopados, que publicarán Directorios nacionales y regionales, como también catecismos y otras publicaciones aptas para promover con eficacia la obra del ministerio de la palabra. Es claro que no todas las partes del Directorio tienen la misma importancia. Debe ser aceptado por todos lo que se dice de la Revelación divina, de la naturaleza de la catequesis, de los criterios con los cuales exponer el mensaje cristiano y de sus elementos más importantes. Tienen más bien valor de sugerencia y de indicación lo que se refiere a la condición presente, a la metodología, a los textos de catequesis según las edades, pues muchos de esos

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INTRODUCCION

Se publica el presente Directorio Catequstico General segn las normas del Decreto "Christus Dominus" N 44.

No poco tiempo ha llevado la preparacin de este documento, por las dificultades inherentes a la obra misma y por el mtodo que se ha seguido.

Efectivamente, despus de constituir una comisin especial de autnticos expertos en catequesis, de varias nacionalidades y escogidos tras consultar con algunos Episcopados, se recabaron los consejos y las opiniones de varios Episcopados. Teniendo en consideracin tales consejos y opiniones, se elabor un primer esquema de Directorio, slo en sus lneas generales, que se present, para ser estudiado, a la Congregacin Plenaria extraordinaria de la Sagrada Congregacin del Clero. Luego se elabor un esquema ms amplio, sobre el cual tambin se han consultado las Conferencias Episcopales. Con las opiniones y propuestas obtenidas de los Obispos en esta segunda consulta, se prepar el esquema definitivo del Directorio, que antes de ser publicado, fue examinado por una especial Comisin teolgica y por la Sgda. Congregacin para la Doctrina de la Fe.

Este Directorio presenta los principios fundamentales teolgico-pastorales del Magisterio de la Iglesia y especialmente del Concilio Ecumnico Vaticano II, con los cuales se puede dirigir y ordenar mejor la accin pastoral del ministerio de la palabra. De aqu se comprende el porqu en este Directorio prevalece el aspecto terico, aunque, como se puede ver, no falta el aspecto prctico. Se ha empleado este criterio especialmente por el siguiente motivo: se evitarn los defectos y errores que no pocas veces se detectan en la catequesis moderna, nicamente si se parte de la recta manera de entender la naturaleza y los fines de la catequesis, como tambin las verdades que se ensean con la misma, teniendo en la debida cuenta los destinatarios de la catequesis y sus condiciones. La aplicacin concreta de los principios y de las enunciaciones contenidas en el Directorio, es incumbencia especfica de los Episcopados, que publicarn Directorios nacionales y regionales, como tambin catecismos y otras publicaciones aptas para promover con eficacia la obra del ministerio de la palabra.

Es claro que no todas las partes del Directorio tienen la misma importancia. Debe ser aceptado por todos lo que se dice de la Revelacin divina, de la naturaleza de la catequesis, de los criterios con los cuales exponer el mensaje cristiano y de sus elementos ms importantes. Tienen ms bien valor de sugerencia y de indicacin lo que se refiere a la condicin presente, a la metodologa, a los textos de catequesis segn las edades, pues muchos de esos datos se toman necesariamente de las ciencias humanas, tericas o prcticas, que pueden evolucionar.

El Directorio est destinado a los Obispos, a las Conferencias Episcopales y en general a cuantos, colaborando con ellos, tienen una responsabilidad en el campo de la catequesis. El fin inmediato del Directorio es prestar una ayuda para preparar los Directorios catequsticos y los catecismos. Por eso mismo, es decir para ayudar a la preparacin de estos instrumentos, se han propuesto unas lneas fundamentales de las actuales condiciones, para que en las distintas partes de la Iglesia se susciten investigaciones, con estudio atento y diligente acerca de las condiciones y de las necesidades pastorales de los lugares; se han indicado adems unos principios generales de metodologa y de catequesis segn las varias edades, para poner de manifiesto cunto es necesario aprender el arte y la ciencia de la educacin; un cuidado especial se puso en redactar la tercera parte en la cual se exponen los criterios con los cuales se tendrn que proponer las verdades mediante la catequesis, y a la vez se da un compendio de los elementos esenciales de la fe cristiana, para que quede bien clara la meta que la catequesis debe necesariamente tener: proponer el mensaje cristiano en su integridad.

Como el Directorio est destinado a Naciones que tienen condiciones y necesidades pastorales muy diferentes, es claro que slo se han podido tener en cuenta las condiciones comunes. Hay que tener presente esta ndole peculiar y esta estructura para juzgar y comprender el Directorio. Lo mismo dgase de la descripcin de la labor pastoral que figura en la sexta parte. Se trata de la promocin de la accin pastoral, de la que slo se dan las lneas principales: insuficientes, tal vez para las regiones muy adelantadas en la catequesis, y excesivas para aquellas que no lo son tanto.

Mientras se publica este Documento, por el cual la Iglesia demuestra una vez ms su inters por un ministerio absolutamente necesario para cumplir cabalmente su misin en el mundo, es de desear que sea bien recibido y con toda diligencia estudiado y meditado, teniendo presentes las necesidades pastorales de las comunidades eclesiales. Igualmente se desea que sirva de estmulo para ulteriores e incansables investigaciones que respondan fielmente a las necesidades del ministerio de la palabra y a las normas del Magisterio eclesistico.

PARTE ILA ACTUALIDAD DEL PROBLEMASENTIDO Y FINALIDAD DE ESTA PARTE.

1. Puesto que la preocupacin fundamental de la Iglesia es la de anunciar y promover la fe en la sociedad de nuestro tiempo, sometido a profundas transformaciones socio-culturales, es conveniente teniendo presente cuanto ha expuesto el Concilio Vaticano II describir algunos rasgos especficos de la situacin actual, indicando las repercusiones espirituales y los nuevos compromisos que esta situacin pone ante la Iglesia.

Con esto no se quiere de ninguna manera agotar un asunto que en las varias partes de la Iglesia presenta aspectos particulares y muchas veces profundamente diferentes. Ser tarea de los Directorios Nacionales completar estas indicaciones y adaptarlas a las exigencias de cada nacin o regin.

LA SITUACION ACTUAL DEL MUNDO

LA EPOCA CONTEMPORNEA EN CONTINUA TRANSFORMACION.

2. "El gnero humano se halla hoy en un perodo nuevo de su historia, caracterizado por cambios profundos y acelerados, que progresivamente se extienden al Universo entero... Se puede ya hablar de una verdadera transformacin social y cultural que se refleja tambin en la vida religiosa" (GS. 4).

A manera de ejemplo se pueden indicar dos repercusiones que afectan la vida de la fe e interesan ms de cerca a la catequesis.

a) En el pasado la tradicin cultural era ms favorable que hoy a la transmisin de la fe; hoy esa tradicin ha cambiado no poco, de manera que cada vez se hace menos posible apoyarse en su continuidad. Por eso para poder transmitir la fe a las nuevas generaciones, es necesaria una evangelizacin renovada.

b) Conviene tener presente que la fe cristiana, si quiere arraigarse en las nuevas culturas que se suceden, necesita desarrollo y nuevas formas de expresin.

Aunque las aspiraciones y los deseos profundos del hombre y de su condicin humana permanecen profundamente idnticos, sin embargo, los hombres de hoy se hacen nuevas preguntas acerca del sentido y la importancia de la vida.

El hombre creyente de hoy no es totalmente igual al hombre creyente de ayer. De aqu nace la necesidad de asegurar la continuidad de la fe, pero tambin de proponer de un modo nuevo el mensaje de la salvacin.

Hoy es necesario tener presente la grandsima difusin de los medios de comunicacin social; su eficacia sobrepasa los confines de las naciones y hace a los individuos como ciudadanos de todo el consorcio humano (Cfr. IM. 22).

Estos medios actan con gran fuerza en la vida de los fieles, tanto por lo que ensean como por la mentalidad y modos de comportarse que fomentan en ellos. Todo esto hay que tenerlo en cuenta con la debida atencin.

EL PLURALISMO DE HOY.

3. "Por todo ello, son cada da ms profundos los cambios que experimentan las comunidades locales tradicionales, como la familia patriarcal, el clan, la tribu, la aldea, otros diferentes grupos y las mismas relaciones de la convivencia social" (GS. 6).

En las antiguas cristiandades la religin era considerada como el mejor principio de unidad de los pueblos. Hoy las cosas han cambiado: la cohesin de los pueblos, que trae su origen en el fenmeno de la democratizacin, promueve la concordia de las diversas familias espirituales; el "pluralismo" no es ya considerado como un mal que hay que combatir, sino como un hecho digno de consideracin; cada uno puede tomar sus decisiones, sin que por eso sea considerado como extrao a la sociedad.

Por tanto los que se encargan del Ministerio de la Palabra, no deben nunca olvidar que la fe es la libre respuesta del hombre a la gracia de Dios que se revela. Y deben proponer, ms que en el pasado, el buen mensaje de Cristo en su admirable condicin de clave misteriosa que explica toda la condicin humana, y de don gratuito de Dios que se recibe de su gracia en la confesin de la propia insuficiencia (Cfr. GS. 10).

EL DINAMISMO DE NUESTRA EPOCA

4. La construccin de la sociedad humana, el progreso y la gradual realizacin de los proyectos humanos, movilizan las energas de los hombres de nuestro tiempo (GS. 4). La fe no puede permanecer extraa a estos progresos que por otra parte pueden ir unidos a graves desviaciones. El mensaje evanglico debe aportar su juicio sobre este estado de casos y manifestar a los hombres el sentido de estos acontecimientos.

El ministerio de la palabra, por medio de una ms profunda exploracin de la vocacin humana y divina del hombre, debe dejar que el Evangelio derrame sus fermentos de autntica libertad y progreso (Cfr. AG. 8,12), haga nacer el deseo de la promocin de la persona humana y de la lucha contra el modo de hacer y pensar que se entrega al fatalismo.

Estas indicaciones quieren solamente mostrar cmo el ministerio de la palabra debe dirigir su accin al mundo de hoy:

"...se pide a la Iglesia que inyecte en las venas de la comunidad humana la fuerza perenne, vital y divina del Evangelio". (Juan XXIII, Constituc. Apost. Humanas Salutis, AAS, 1962, p. 6).

LA CONDICION DEL SENTIDO RELIGIOSO

5. La civilizacin cientfica, tcnica, industrial y urbana no pocas veces aparta el inters del hombre por las cosas divinas y le hace ms difcil la preocupacin interior por la vida religiosa.

Para no pocos, Dios se ha hecho como menos presente, menos necesario, menos vlido para dar una explicacin a la vida personal y social: de este estado de cosas surge fcilmente una crisis religiosa (Cfr. GS. 5,7).

La fe cristiana experimenta en sus seguidores esta crisis lo mismo que en las otras confesiones religiosas. Frente a una cultura desacralizada y secularizada, la fe tiene el deber urgente de afirmar su naturaleza que trasciende a todo progreso cultural y manifestar su originalidad.

Toca al ministerio de la palabra descubrir y desarrollar, liberndolos de los elementos ambiguos, los valores autnticos que se encuentran en el patrimonio espiritual de aquellas culturas humanas en las que el sentido religioso se conserva todava vivo y operante, influyendo en toda la existencia de la vida humana.

En otro tiempo las opiniones desviadas y los errores acerca de la fe y la manera cristiana de vivir alcanzaban a un nmero pequeo de personas, limitndose, ms que hoy, a los ambientes intelectuales.

Hoy, en cambio, el progreso humano y los medios de comunicacin social hacen que estas opiniones se divulguen con mayor rapidez y tengan un influjo cada vez ms grande en los fieles, especialmente en los jvenes que sufren una mayor crisis y son empujados a adoptar modos de pensar y de actuar contrarios a la religin. Esta situacin requiere adecuados remedios pastorales.

LA SITUACION ACTUAL DE LA IGLESIA

Estas notas que caracterizan la situacin religiosa del mundo, tienen profundas repercusiones en la vida de la Iglesia.

LA FE "TRADICIONAL"

6. La fe cristiana en muchos fieles corre graves peligros, especialmente en aquellos lugares donde la religin era considerada como prerrogativa de algunas clases sociales, o donde esa fe confiaba demasiado en las antiguas costumbres y en la unanimidad de la profesin religiosa.

Masas enteras se van haciendo al indiferentismo o corren al peligro de conservar una fe privada del necesario dinamismo y de un influjo real en la vida. Ms que conservar las costumbres religiosas, conviene hoy afrontar el problema de una reevangelizacin de las masas, de una renovada conversin de las mismas y de una ms profunda y madura educacin de la fe.

Esto sin embargo no debe entenderse en el sentido de que se deba descuidar el sentimiento religioso popular, o que se deba hacer poco caso de la fe genuina conservada en ambientes transidos de cultura cristiana. El sentido religioso, no obstante el progreso de la secularizacin, sigue vigente en muchas partes de la Iglesia. No se puede hacer caso omiso de l pues muchas veces se expresa en el estilo de vida sincero y autntico de multitud de hombres.

- Ms an el sentido religioso popular brinda una ocasin para el anuncio de la fe. Naturalmente hay que purificarlo y jerarquizar sus elementos vlidos para que nadie se contente con formas de accin pastoral inadecuada a nuestro tiempo y menos adaptada a la realidad de hoy.

EL INDIFERENTISMO RELIGIOSO Y EL ATEISMO

7. Muchos bautizados se han apartado de la religin de tal manera que llegan a profesar en cierto indiferentismo y disfrace que hasta el atesmo. "Muchos son, sin embargo, los que hoy da se desentienden del iodo de esta ntima y vital unin con Dios lo niegan en forma explcita. Es esto atesmo uno de los fenmenos ms graves de nuestro tiempo. Y debe ser examinado con toda atencin" (GS. 19).

El Concilio Vaticano II ha examinado con detencin este fenmeno (GS. 19,20), y ha procurado encontrarle remedio. "El remedio del atesmo hay que buscarlo en la exposicin adecuada de la doctrina y en la integridad de vida de la Iglesia y de sus miembros. A la Iglesia toca hacer presentes y como visibles a DIOS Padre y a su Hijo encarnado, con la continua renovacin y purificacin propias bajo la direccin del Espritu Santo. Esto se logra principalmente con el testimonio de una fe viva y adulta, educada para poder percibir con lucidez las dificultades y poderlas vencer" (GS. 21).

Se da tambin el caso de una fe cristiana mezclada con una especie de neopaganismo aunque quede un cierto sentido religioso y una cierta creencia en un ser supremo. La mentalidad religiosa puede andar lejos del influjo de la Palabra de Dios y de la vida sacramental y de buscar su alimento en prcticas supersticiosas y mgicas; y la vida moral, por su parte, puede regresar a una tica precristiana. Es posible a veces que en la religiosidad cristiana se introduzcan elementos de cultos naturistas y animistas, de prcticas adivinatorias con peligro de caer en formas sincretistas. Y pueden tambin difundirse sectas religiosas que mezclan los misterios cristianos con antiguas visiones mticas.

En estos casos principalmente se necesita que el ministerio de la Palabra, sobre todo la evangelizacin y la catequesis, sean renovadas segn lo indicado en el Decreto Ad Gentes divinitus nn. 13, 14, 21 y 22.

LA FE Y LAS DIFERENTES CULTURAS

8. Tampoco faltan cristianos, especialmente entre aquellos que han recibido una formacin cultural ms elevada, que experimentan cierto descontento frente al lenguaje de la fe que ellos juzgan demasiado apegado a frmulas superadas y a la cultura occidental.

Ellos van a la bsqueda de un nuevo lenguaje religioso ms de acuerdo con la vida moderna y que permita a la fe difundir su luz sobre las realidades que angustian al hombre de hoy, dejando que el Evangelio pueda encarnarse en las diversas culturas.

Sin duda es deber de la Iglesia considerar con la mayor atencin esta aspiracin del hombre.

Lo que el Decreto Ad Gentes dice a propsito de las Iglesias jvenes, vale tambin para todos los que trabajan en el ministerio de la palabra: ". . . de las costumbres y tradiciones, de la sabidura - y doctrina, de las artes e instituciones de sus pueblos, reciben todo lo que puede servir para confesar la gloria del Creador, para ensalzar la gracia del Salvador y para ordenar debidamente la vida cristiana". (n. 22; cf.: n. 21; Paulus VI, Alloc. 6 agosto 1969).

Por lo tanto "el ministerio de la palabra presentado de una manera renovada el mensaje evanglico, debe manifestar la unidad del plan de Dios. Sin caer en confusiones e identificaciones simplistas, debe manifestar la unidad profunda que existe entre el plan salvfico de Dios, realizado en Cristo, y las aspiraciones del hombre; entre la historia de la salvacin y la historia humana; entre la Iglesia, Pueblo de Dios, y las comunidades temporales; entre la accin reveladora de Dios y la experiencia del hombre; entre los dones y carismas sobrenaturales y los valores humanos". (II Conf. Gen. Episc. Lat. Amer. 1968 VIII, 2,1).

LA RENOVACION

9. En esta situacin de tan profundos cambios cualquiera podra pensar que es intil el esfuerzo apostlico que la Iglesia pretende desplegar. En realidad no se puede acusar al celo de los pastores ni el de los fieles, que en verdad es grande. Los impedimentos para una accin ms eficaz parecen provenir o de la falta de una preparacin adecuada a los nuevos y difciles compromisos que se ofrecen al ministerio de la palabra o de una reflexin todava imperfecta que se expresa en teoras que lejos de favorecer obstaculizan la iniciativa evanglica.

Es por esto por lo que el Concilio Vaticano II ha multiplicado sus llamadas a una profunda renovacin del ministerio de la palabra. Pero esta renovacin parece correr peligro principalmente:

Por parte de aquellos que no logran ver la profundidad de la renovacin propuesta, como si slo se tratara de poner un remedio a la ignorancia religiosa. Segn stos, bastara incrementar la instruccin catequstica. Es evidente que este remedio no responde a la verdadera realidad. Lo que hay que renovar es el mismo lenguaje catequstico, pues se trata de una renovacin no slo en lo que respecta a la catequesis de los nios sino a la educacin permanente de los adultos en la fe.

Por parte de aquellos que quieren reducir El mensaje evanglico a sus consecuencias temporales en la vida de los hombres.

El Evangelio y su ley de amor requieren, sin duda, que los cristianos colaboren con todas sus fuerzas comprometindose en actividades de orden temporal a fin de promover cada da ms la justicia y la fraternidad entre los hombres. Esto sin embargo no es suficiente para dar testimonio de Jesucristo, hijo de Dios y Salvador nuestro cuyo misterio, muestra inefable del amor de Dios (1 Jn 4,9) debe ser explcita e integralmente anunciado a los evangelizados y aceptado por ellos.

Las enseanzas de la Constitucin GS y de la Declaracin DH no estn por el "minimismo" en cuanto al servicio directo de la fe por el ministerio de la Palabra. Ambos documentos muestran su inquietud porque se ponga remedio a las situaciones de estos tiempos. En todo caso la renovacin del ministerio de la Palabra no puede ir separada de la renovacin general de la Pastoral.

Habr que realizar tareas graves y decisivas: habr que promover la evolucin de las formas tradicionales del ministerio de la palabra, y suscitar nuevas; evangelizar y catequizar a aquellos que solo han alcanzado niveles culturales bajos; responder a las instancias de la "inteligencia" y salir al encuentro de sus exigencias; mejorar las formas tradicionales de presencia cristiana y encontrar otras ms vlidas; utilizar todos los recursos actuales de la Iglesia y al mismo tiempo renunciar a aquellas formas que aparezcan menos conformes al Evangelio.

Para lograr estos propsitos, la Iglesia confa en todos los miembros del pueblo de Dios Cada uno obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos segn la propia responsabilidad, tiene el deber de desempear su misin teniendo presente la situacin del mundo que influye tan profundamente en la vida de fe.

La renovacin catequstica, para que pueda dar una ayuda eficaz a estos obreros del Evangelio, deber valerse del apoyo de las ciencias sagradas, de la teologa, de los estudios bblicos, de la reflexin pastoral y de las ciencias humanas y de otros medios sobre todo de los medios de comunicacin social a travs de los cuales se difunden hoy las opiniones y las ideas.

PARTE II

EL MINISTERIO DE LA PALABRACAPITULO 1

EL MINISTERIO DE LA PALABRA Y LA REVELACION

LA REVELACION DON DE DIOS

10. En la Constitucin DV, el Concilio Ecumnico considera la revelacin como un acto mediante el cual Dios entra en comunin con nosotros personalmente: "Quiso Dios, en su bondad y sabidura revelarse a si mismo y manifestar el misterio de voluntad..., para invitarlos y recibirlos en su compaa (a todos los hombres)" (DV. 2). As aparece Dios como quien quiere comunicarse a s mismo, realizando un proyecto inspirado en el amor.

Este amor de Dios es el punto de partida de la catequesis. La fe es la aceptacin y la fructificacin de este don divino en nosotros. Esta caracterstica, por la cual la fe debe considerarse como un don, toca ntimamente todo el contenido del ministerio de la Palabra.

LA REVELACION: HECHOS Y PALABRAS

11. Dios, para hacer conocer a los hombres su plan obra por medio de los acontecimientos de la historia de la salvacin y por medio de palabras inspiradas que acompaan y esclarecen estos acontecimientos: "La revelacin se realiza con hechos y palabras intrnsecamente ligadas; las obras que Dios realiza en la historia de la salvacin manifiestan y confirman la doctrina y las realidades que las palabras significan; a su vez, las palabras proclaman las obras y explican su misterio" (DV. 2).

La revelacin es, por tanto, un conjunto de hechos y palabras que se iluminan recprocamente. El ministerio de la palabra debe anunciar tales hechos y palabras de tal manera que esclarezcan y comuniquen los profundos misterios contenidos en ellos. As el ministerio de la palabra, adems de recordar las obras admirables realizadas - por Dios en el pasado y qu encuentran en Cristo .su cumplimiento, interpreta tambin a la luz de esta revelacin, la vida humana de nuestro tiempo, los signos de los tiempos y las realidades de este mundo, en cuanto en ellos se actualiza el plan de Dios para la salvacin del hombre.

JESUCRISTO MEDIADOR Y PLENITUD DE TODA LA REVELACION

12. "La verdad profunda de Dios y de la salvacin del hombre que trasmite dicha revelacin..., resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelacin" (DV. 2).

Cristo no es slo el ms grande de los profetas, el que con su doctrina complet lo que Dios haba dicho y hecho con anterioridad. El es el Hijo eterno de Dios hecho hombre, el acontecimiento ltimo al cual tienden todos los anteriores que constituyen la historia de la salvacin; el que cumple y manifiesta las supremas intenciones de Dios. "El . . .cumple y completa la revelacin. . ." (DV. 4; LG. 9),

El ministerio de la palabra debe poner en luz este admirable carcter de la economa de la revelacin. El Hijo de Dios se integra en la historia de los hombres, asume la vida y la muerte del hombre, y cumple en esta historia su plan de alianza definitiva.

Como el Evangelista Lucas, el ministerio de la Palabra tiene como primera tarea recordar a los creyentes el acontecimiento Cristo, manifestar su significado, indagando siempre ms profundamente este hecho nico e irreversible: "Dado que muchos han emprendido la narracin bien ordenada de los sucesos que se han verificado entre nosotros . . . he determinado yo tambin despus de haberlo investigado todo diligentemente desde los orgenes, escribrtelo ordenadamente" (Lc. 1, 1-3).

El ministerio de la Palabra, por tanto, debe apoyarse en el comentario divinamente inspirado que han hecho de la Encarnacin Redentora el mismo Jess, los primeros discpulos y sobre todo los apstoles, testigos de los acontecimientos. "Todos saben que entre los escritos sobresalen los Evangelios por ser el testimonio principal de la vida y doctrina de la Palabra hecha carne, nuestro Salvador" (DV 18)

Recurdese adems que Jess, Mesas y Seor, est siempre presente en su Iglesia por medio de su Espritu (Cfr. J. 14, 26; 15,26; 16,13; Ap. 2,7); El ministro de la palabra por tanto debe presentarlo no solo como objeto de estudio, sino tambin como el que abre los corazones de los oyentes para recibir y comprender el mensaje que viene de Dios (Cfr. Act. 16,14).

EL MINISTERIO DE LA PALABRA O PREDICACION DE LA PALABRA DE DIOS: ACTO DE LA TRADICION VIVA

13. "Por eso los Apstoles, al trasmitir lo que escribieron, avisan a los fieles que conserven las tradiciones aprendidas de palabra o por carta. Lo que los apstoles trasmitieron comprende todo lo necesario para una vida santa y para una fe creciente del pueblo de Dios; as la Iglesia con su enseanza, su vida, su culto, conserva y trasmite a todas las edades lo que es y lo que cree" (DV. 8),

Esta tradicin est vinculada a formulaciones, pero es ms vasta y ms profunda que estas formulaciones. Es una tradicin viva, porque en ella Dios contina su dilogo con nosotros: "As Dios que habl en otros tiempos, sigue conversando siempre con la Esposa de su Hijo amado; as el Espritu Santo, por quien la voz viva del Evangelio resuena en la Iglesia, y por ella en el mundo entero, va introduciendo a los fieles en la verdad plena y hace que habite en ellos intensamente la Palabra de Cristo" (DV. 8).

De aqu que el ministerio de la Palabra puede considerarse como el portavoz de esta tradicin viva, en el mbito de toda la tradicin. "Esta tradicin apostlica va creciendo en la Iglesia con la ayuda del Espritu Santo; es decir, crece la comprensin de las palabras e instituciones trasmitidas cuando los fieles las contemplan y estudian repasndolas en su corazn, cuando comprenden internamente los misterios que viven, cuando las proclaman los obispos, sucesores de los Apstoles en el carisma de la verdad" (DV. 8).

Por una parte es necesario distinguir claramente la revelacin divina que constituye el objeto de la fe catlica y que se cerr con el tiempo de los apstoles, de la gracia del Espritu Santo, sin cuya inspiracin e iluminacin nadie puede creer. Por otra parte Dios, que un tiempo haba hablado a los hombres revelndose a s mismo a travs de los acontecimientos salvf1co y el mensaje de los profetas, de Cristo y de los Apstoles, todava hoy gua misteriosamente la Iglesia, su esposa, y habla con ella, mediante el Espritu Santo, en la sagrada tradicin, con la luz y el sentido de la fe, para que el pueblo de Dios, bajo la direccin del magisterio, adquiera una comprensin siempre ms profunda de la revelacin. -

Los pastores de la Iglesia tienen la obligacin, no slo de proclamar y explicar directamente al Pueblo de Dios el depsito de la fe que les ha sido confiado, sino tambin de discernir con autenticidad las formulaciones y las explicaciones propuestas por los fieles, de suerte que "en el conservar, practicar y profesar la fe trasmitida haya concordia entre pastores y fieles". (D/V. 10). .

De aqu se sigue que el ministerio de la Palabra debe presentar la revelacin divina como la ensea el Magisterio y como la expresa en su conciencia y en su fe el Pueblo de Dios bajo la vigilancia del Magisterio. De esta manera el ministerio, de la Palabra no es la pura y simple repeticin de una antigua doctrina, sino una reproduccin fiel de sta, adaptada a los nuevos problemas y comprendida cada vez ms profundamente.

LA SAGRADA ESCRITURA

14. La revelacin divina, por especial inspiracin del Espritu Santo, ha sido expresada tambin en forma escrita, es decir en los Libros Sagrados del Antiguo y Nuevo Testamento, que contienen y presentan la verdad revelada por Dios (Cfr. DV. 11).

La Iglesia, custodia e intrprete de la Sagrada Escritura, es por ella amaestrada, meditando asiduamente y penetrando cada vez ms su doctrina. Fiel a la tradicin, el ministerio de la palabra encuentra en la Sagrada Escritura el alimento y su norma (Cfr. DV. 21, 24, 25). En efecto, en los libros sagrados el Padre que est en los cielos viene amorosamente al encuentro de sus hijos y dialoga con ellos (Cfr. DV. 21).

La Iglesia, sin embargo, aunque toma de la Sagrada Escritura la norma de su pensamiento, tiene tambin el poder de interpretarla en virtud del Espritu de que ella est animada:

"En ella las Sagradas Escrituras son ms profundamente comprendidas a la vez que ms constantemente activas" (DV. 8).

El ministerio de la palabra, por tanto, tiene su punto de partida en la Sagrada Escritura y en la predicacin de los Apstoles, de la manera como son entendida, explicada y aplicada a las situaciones concretas en la Iglesia.

LA FE: RESPUESTA A LA PALABRA DE DIOS

15. Con la fe el hombre acoge la revelacin y por medio de ella participa del don de Dios de manera consciente.

A Dios que se revela debemos la obediencia de la fe por la cual el hombre se adhiere libremente al Evangelio de la gracia de Dios, (Cfr. Act. 20, 24) con pleno asentimiento de la inteligencia y de la voluntad. Guiado por la fe y por el don del Espritu Santo el hombre llega a contemplar y a gustar el Dios del amor que en Cristo ha revelado la riqueza de su gloria (Cfr. Col. 1,26); ms an la fe viva constituye en nosotros un comienzo de la vida eterna, en la cual finalmente se podrn conocer sin velos las profundidades de Dios (1 Cor. 2,10). La fe que conoce el plan de salvacin de Dios, nos gula al discernimiento de la voluntad de Dios con respecto a nosotros en este mundo y a la cooperacin con su gracia. "La fe todo lo ilumina con nueva luz y manifiesta el plan divino sobre la entera vocacin del hombre. Por ello orienta la mente hacia soluciones plenamente humanas" (GS. 11).

TAREA DEL MINISTERIO DE LA PALABRA

16. El ministerio de la Palabra, para decirlo brevemente, debe estar consciente del cometido que se le ha confiado, es decir suscitar una fe viva que convierta la mente a Dios, impulse a asentir a su accin y lleve a un vivo conocimiento de los contenidos de la tradicin y revele y manifieste el verdadero significado del mundo y de la existencia humana.

El ministerio de la Palabra es la proclamacin del mensaje de salvacin: lleva a los hombres al Evangelio. El misterio anunciado y enseado toca profundamente aquella voluntad de vivir, aquel profundo deseo de plenitud, aquella viva espera de la felicidad futura que Dios ha sembrado en el corazn de todo hombre y ha elevado con su gracia al orden sobrenatural.

Las verdades de la fe llevan consigo el amor a Dios, que ha creado todas las cosas por Cristo y en Cristo nos ha resucitado. Los diversos aspectos del misterio cristiano deben ser presentados de tal modo que el acontecimiento central, Jess el don ms grande de Dios a los hombres aparezca en primer plano, y que las otras verdades de la doctrina catlica se ordenen y se jerarquicen pedaggicamente en torno a El (cf. nn.43, 39).

CAPITULO II

LA CATEQUESIS EN LA MISION PASTORAL DE LA IGLESIA

(Significado, fin, eficacia)

EL MINISTERIO DE LA PALABRA EN LA IGLESIA

17. El ministerio de la palabra toma diversas formas, segn las diversas maneras de ejercerlo y los fines que se persiguen, entre ellas est la catequesis.

Hay en primer lugar una forma que es la evangelizacin o predicacin misionera que se propone suscitar aquel primer acto de fe con el cual los hombres se adhieren a la palabra de Dios. (Cfr. CD. 11, 13; AG. 6, 13, 14).

Sigue la forma catequstica "cuyo fin es que la fe, ilustrada por la doctrina se torne viva, explcita y activa" (CD, 14).

Luego viene la forma litrgica en el mbito de la celebracin litrgica, especialmente eucarstica (homila) (SC. 33, 52; Inter oecum. 54).

Y hay, por ltimo, la forma teolgica, es decir, el estudio sistemtico y la investigacin cientfica de las verdades de la fe.

Para nuestro propsito es importante distinguir estas formas, cada una de las cuales obedece sus propias leyes, an cuando en realidad guardan entre s una ntima conexin.

Por lo tanto, lo que hasta ahora hemos dicho del ministerio de la palabra de una manera general se aplica tambin a la catequesis.

CATEQUESIS Y EVANGELIZACION

18. La catequesis de suyo supone una adhesin global al Evangelio de Cristo, propuesto por la Iglesia. Sin embargo a veces se dirige a hombres que, aunque pertenecen a la Iglesia, de hecho nunca tuvieron una verdadera adhesin personal al mensaje revelado.

Esto significa que la evangelizacin puede preceder o acompaar a la catequesis propiamente dicha, segn las circunstancias. Pero en todo caso hay que tener en cuenta que la conversin es un elemento necesario en el dinamismo de la fe, y por lo tanto la catequesis, cualquiera sea su forma, debe incluir de alguna manera la evangelizacin.

FORMAS DE LA CATEQUESIS

19. La catequesis adopta necesariamente varias formas segn las circunstancias y las necesidades del caso.

En los pases tradicionalmente cristianos la catequesis se presenta a manera de enseanza religiosa que se imparte a los nios y adolescentes en el mbito escolar o fuera de l. Hay all

- ordinariamente organizaciones para catequizar a los adultos o catecumenados para los que se preparan a recibir el bautismo, o para los que an ya bautizados carecen de la debida iniciacin cristiana. Lo cierto es que la situacin real en que se encuentra un gran nmero de fieles, pide alguna forma de evangelizacin antes de la catequesis.

En las Iglesias recin establecidas se le da especial importancia a la evangelizacin en el sentido estricto, y se organiza el catecumenado para los que se inician en la fe y se preparan para recibir el bautismo (AG. 4).

En pocas palabras, la labor catequstica toma formas y estructuras muy diversas: sistemticas y ocasionales; organizadas y espontneas, etc.

20. Recuerden los pastores el deber que les incumbe de promover y asegurar la ilustracin de la vida cristiana por la palabra de Dios, de acuerdo con la edad y las circunstancias (CD,

14) de tal manera que todos, as el individuo como la comunidad, puedan ser promovidos teniendo en cuenta el estado espiritual en que se encuentran.

Recuerden tambin que la catequesis de adultos, como dirigida a hombres capaces de una adhesin plenamente responsable, debe considerarse como la forma de catequesis principal a la cual deben encaminarse todas las otras formas, siempre necesarias. Procuren de igual manera, atendiendo a las normas del Conc. Vat. II, "que se restablezca o se adapte mejor la instruccin de los catecmenos adultos" (CD. 14; AG. 14).

MISION DE LA CATEQUESIS

21. En la actividad pastoral, la catequesis es una forma de accin eclesial que trata de llevar a la madurez de la fe tanto a las comunidades como a los individuos.

Por la catequesis las comunidades cristianas logran un conocimiento ms profundo y ms vivo de Dios y de su plan salvfico cuyo centro est en Cristo, Verbo de Dios Encamado, y se consolidan alcanzando una fe madura e ilustrada, haciendo a la vez partcipes de esa fe a los hombres que desean abrazarla.

Para cualquier hombre cuya alma se abra al mensaje evanglico, la catequesis es el medio ms apto para captar el plan de Dios en su propia vida y descubrir el significado ltimo de la existencia y de la historia, de suerte que tanto la vida de los individuos como la de la sociedad se ilumine con la luz del Reino de Dios, se adapte a sus exigencias y pueda conocer el misterio de la Iglesia como la comunidad de los que creen en el Evangelio. Todos estos aspectos determinan las tareas especficas de la catequesis.

LA CATEQUESIS Y LA GRACIA DE LA FE

22. La fe es un don de Dios que provoca la conversin del hombre. "Para dar esta respuesta de la fe es necesaria la gracia de Dios, que se adelanta y nos ayuda, junto con el auxilio del Espritu Santo, que mueve el corazn, lo dirige a Dios, abre los ojos del Espritu y concede a todos gusto en aceptar y creer la verdad" (DV, 5).

La comunidad cristiana vive una fe madura, si oye religiosamente la palabra de Dios, tiende mediante el estudio constante a su conversin y renovacin y est a la escucha de lo que el Espritu dice a la Iglesia.

La catequesis (por la palabra acompaada del testimonio y la oracin) tiene como misin disponer a los hombres a recibir la accin del Espritu Santo y convertirse ms profundamente.

CATEQUESIS Y COMPROMISO DE LA FE

23, El hombre maduro en 1-a fe adhiere plenamente a la invitacin que contiene el mensaje evanglico, en virtud del cual es l llamado a la comunin con Dios y con los hermanos, y traduce en su vida los deberes que derivan de esta invitacin (AG.

12).

La catequesis tiene los siguientes objetivos: ayudar a los hombres a hacer realidad esta comunin con Dios y proponer el mensaje cristiano de manera que aparezca como garanta del valor supremo de la vida humana. Esto supone que la catequesis tendr siempre presente las legtimas aspiraciones del hombre as como el progreso y la realizacin de los valores que ellas involucran.

La comunin con Dios y la adhesin a El conllevan como efecto necesario el cumplimiento de los deberes humanos y la obligacin de 1-a solidaridad, por que todo esto responde a la voluntad salvadora de Dios (GS, 4).

Por lo tanto la catequesis debe favorecer e ilustrar el incremento de la caridad teologal tanto en cada uno de los fieles como en las comunidades eclesiales, lo mismo que las obras que de esa virtud dimanan en los deberes de cada uno y de la comunidad.

CATEQUESIS Y CONOCIMIENTO DE LA FE

24. El hombre maduro en la fe conoce el misterio de la salvacin revelado en Cristo y los milagros y hechos divinos que prueban que este misterio se realiza en la historia humana. Por tanto, no basta que la catequesis excite solo una experiencia religiosa, aunque sea verdadera, sino que debe llevar a percibir poco a poco toda la verdad del plan divino, enseando a los fieles a leer las Sagradas Escrituras y a conocer la tradicin.

CATEQUESIS Y VIDA DE ORACION LITURGICA Y PRIVADA

25. "Toda celebracin litrgica, por obra de Cristo Sacerdote y de su cuerpo, que es la Iglesia, es accin sagrada por excelencia cuya eficacia con el mismo ttulo y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra accin de la Iglesia" (SC, 7). Pero la comunidad cristiana, cuanto ms madura en la fe, vive el culto en espritu y en verdad principalmente en las celebraciones litrgicas eucarsticas (Jn, 4,23).

La catequesis por tanto, debe ayudar a una participacin activa, consciente y genuina de la liturgia de la Iglesia, no solamente explicando la significacin de los ritos sino educando a los fieles en la oracin, la accin de gracias, la penitencia, la peticin confiada, el sentido comunitario y el sentido de los smbolos: cosas todas necesarias para que haya una verdadera vida litrgica.

"Con todo, la participacin en la sagrada liturgia no abarca toda la vida espiritual. En efecto, el cristiano, llamado a orar en comn, debe no obstante, entrar tambin en su cuarto para orar al Padre en secreto (Mt. 6,6) ms an, debe orar sin tregua, segn ensea el Apstol, (1 Tes. 5,17) orad sin interrupcin" (SC. 12).

Por tanto la catequesis debe educar a los cristianos a meditar la palabra de Dios y a rezar en privado.

LA CATEQUESIS Y LA ILUMINACION CRISTIANA DE LA EXISTENCIA HUMANA

26. El hombre ya maduro en 1-a fe puede reconocer en las distintas circunstancias y encuentros con el prjimo la invitacin de Dios que lo llama a acogerse a su plan de salvacin.

A la catequesis toca, pues, aclarar esta idea, enseando a los cristianos la cristiana interpretacin de las cosas humanas, principalmente los signos de los tiempos, de manera que todos "se capaciten para examinar e interpretar todas las cosas con integro sentido cristiano" (GS. 62).

LA CATEQUESIS Y LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

27. Las comunidades de los fieles, segn las circunstancias, deben participar en el dilogo ecumnico y en los dems proyectos referentes a la restauracin de la unidad cristiana (tJR. 5).

Por eso conviene que la catequesis preste su ayuda a esta causa, (UR. 6) exponiendo con claridad toda la doctrina de la Iglesia, (UR. 11) procurando un conocimiento adecuado de las otras confesiones tanto en los puntos que coinciden con la fe catlica como en los que difieren; pero en este asunto hay que evitar las palabras y los modos de exponer la doctrina "que puedan inducir a los hermanos separados o a cualesquiera otras personas a algn error acerca de la verdadera doctrina de la Iglesia" (LG. 67); gurdese el orden y la jerarqua de las verdades de la doctrina catlica; pero propnganse los argumentos en favor de la doctrina catlica con caridad a la vez que con firmeza. (UR. 11; AG. 15; Ad Ecclesiam totam, 14 mayo 1967, AAS. 1967, p. 574-592).

LA CATEQUESIS Y LA MISION DE LA IGLESIA EN EL MUNDO

28. La Iglesia en Cristo es como el sacramento o el signo y el instrumento de salvacin y de unidad de la humanidad entera (LG. 1). Y en este sentido es tanto ms visible cuanto ms maduras en la fe aparecen las comunidades de los fieles,

La catequesis debe ayudar a estas comunidades a propagar la luz del Evangelio y a entablar dilogo fructfero con los hombres y las culturas no cristianas dentro de 1-a libertad religiosa bien entendida (DH; AG. 22).

LA CATEQUESIS Y LA ESPERANZA ESCATOLOGICA

29. El hombre maduro en la fe dirige sus pensamientos y deseos a la plena consumacin del Reino en la vida eterna.

De aqu que la catequesis deba dirigir la esperanza de los hombres hacia los bienes futuros que nos reserva la Jerusaln Celestial, pero invitndolos a la vez a colaborar con el prjimo en las tareas que tienen- al mejoramiento de la sociedad (GS.39, 40-43).

LA CATEQUESIS Y EL PROGRSO DE LA VIDA DE FE

30. En los fieles la fe se presenta ms o menos desarrollada segn- la gracia que el Espritu Santo da a cada uno y que hay que obtener mediante la oracin constante, y segn la respuesta que cada quien da a esa gracia (Mr. 9,23).

Adems la vida de la fe reviste diversas formas segn evoluciona la existencia del individuo, a medida que alcanza la madurez y va asumiendo responsabilidades. Por tanto la vida de fe admite varios grados sea que se considere la aceptacin global de toda la palabra de Dios, sea que se considere su explicacin y aplicacin a los diferentes compromisos correspondientes a la edad y a la ndole propia de cada hombre (n. 38).

Lo que significa que esas formas cambiarn segn se trate de prvulos, de nios, de adolescentes, de jvenes o de adultos.

La catequesis debe ayudar al nacimiento y al progreso de esa vida de fe a lo largo de toda la existencia hasta la plena explicacin de la verdad revelada y su aplicacin a la vida.

RIQUEZA DE LA ACCION CATEQUISTA

31. La catequesis se dirige a la comunidad sin olvidar a los fieles en particular. Ella se une a las otras actividades pastorales de la Iglesia pero conserva su ndole especfica, y cumple a un mismo tiempo su deber de iniciacin, de educacin y enseanza.

Mucho interesa que la catequesis conserve esta riqueza de aspectos sin que uno se desarrolle ms con detrimento de otros.

EFICACIA DE LA PALABRA DE DIOS EN LA CATEQUESIS

32. Recuerde la catequesis aquella expresin de la Sagrada Escritura: "Viva y eficaz es la palabra de Dios" (Heb. 4,12).

Esta palabra divina se hace presente en la catequesis por medio de la palabra humana. Mas para que sea fructfera y produzca en el hombre sentimientos capaces de descartar en l la incertidumbre y la indiferencia, movindole -a abrazar la fe, la catequesis debe expresar fiel y adecuadamente la palabra de Dios. Pero tngase siempre presente que a la eficacia de 1-a catequesis contribuye enormemente el testimonio de vida del catequista y el de la comunidad eclesial (n. 35).

La catequesis, por tanto, debe trasmitir la palabra de Dios como la Iglesia la propone y en el lenguaje de los hombres a quienes se dirige (DV. 13; OT. 16). Cuando Dios se revel a la humanidad se expres en palabras humanas y en el lenguaje propio de la cultura del tiempo. (Cfr. DV. 12).

La Iglesia a la cual Cristo confi el depsito de su revelacin, se esfuerza por trasmitirlo hasta el fin de los siglos, explicndolo e interpretndolo de una manera viva y adaptada a los pueblos de cualquier cultura y a los hombres de toda condicin.

LA PEDAGOGIA DE DIOS QUE REVELA Y DE LA IGLESIA QUE CATE QUIZA

33. Dios en la Historia de la Revelacin us de una pedagoga para anunciar en el A.T. sus designios de salvacin por medio de profecas y figuras que preparan la venida de su Hijo, autor y consumador de la Fe en el N. T. (Hebr. 12,2).

Pero ahora, despus de la consumacin de la revelacin, la Iglesia debe predicar todo el misterio de nuestra salvacin en Cristo. Y, sin olvidar la pedagoga usada por Dios, debe acomodar la suya a las nuevas exigencias que hoy confronta el mensaje, para que ste, propuesto sin adulteracin ni mutilacin, se adapte a la ndole de los catequizados.

Por tanto, mientras por una parte se adapta a las mentalidades menos cultas y les expone las esas de manera simple y breve, mediante frmulas sumarias que puedan explicarse ms tarde, por la otra procura acomodarse a las inteligencias ms desarrolladas que exigen explicaciones ms profundas.

FIDELIDAD A DIOS Y AL HOMBRE

34. La catequesis guarda fidelidad a la palabra de Dios y a su expresin (DV. 24). Sacando la verdad de la palabra de Dios, con plena adhesin a la expresin segura de esta palabra, la catequesis intenta ensear la palabra de Dios con toda fidelidad.

De todos modos su tarea no se limita a repetir las frmulas tradicionales, sino que exige que estas sean adecuadamente comprendidas y que, segn las necesidades se reexpresen fielmente en un lenguaje adaptado a los oyentes.

El lenguaje, por tanto, ser diferente segn las edades, las condiciones sociales, la cultura y la civilizacin (DV. 8; CD, 14).

NECESIDAD DEL TESTIMONIO ECLESIAL

35. La Catequesis por ltimo pide, tanto a los catequistas como a la comunidad eclesial, el testimonio de la fe acompaado del ejemplo de una autntica vida cristiana y de capacidad para el sacrificio (16. 12,17; NA. 2).

El encuentro del hombre con Cristo se efecta no solo por medio del sagrado ministerio, sino por medio de los fieles y sus comunidades (LG. 35), que estn, por tanto, obligadas a dar testimonio. Si falta este testimonio se pone a los oyentes un obstculo para que acepten la palabra de Dios, ya que la catequesis puede hablar con ms eficacia de las cosas que hace visible la comunidad. El catequista es como- un intrprete de la Iglesia ante los catequizados. El lee y ensea a leer los signos de la fe de los cuales el principal es la misma Iglesia (Concil. Vat. 1, Const. Dei Filius, Dz. Sch. 3014).

- De todo esto se desprende cuan necesario es que la comunidad eclesial segn las enseanzas de la Iglesia y guiada por sus Pastores evite o corrija todo aquello que pueda deformar la imagen de la Iglesia, convirtindola en obstculo para que los hombres abracen la fe (GS. 19).

Los catequistas, por tanto, tienen obligacin de trasmitir la fe, pero la tienen tambin de dar su aporte a la comunidad eclesial de modo que sta d un genuino testimonio cristiano.

La accin catequstica por tanto se encuadra en la accin pastoral general que ordena y coordina todos los elementos de vida eclesial (GS. 4, 7, 43).

PARTE III

EL MENSAJE CRISTIANOSENTIDO Y FINALIDAD DE ESTA PARTE

36. La fe cuya maduracin busca la catequesis (n. 21), se puede considerar de dos maneras: como la adhesin plena del hombre a Dios que se revela, bajo el influjo de la gracia (fides qua), o como la materia de la revelacin y del mensaje cristiano (fides quae).

Estos dos aspectos no pueden separarse por razn de su misma naturaleza, y la maduracin normal de la fe supone un progreso coherente de ambos, pero estos dos aspectos se distinguen por razones metodolgicas.

En esta tercera parte se trata de la materia de la fe: en el primer captulo se dan las normas o criterios en que la catequesis deber inspirarse para la bsqueda y la formulacin de sus contenidos. En el captulo segundo se tratar del contenido en s mismo.

Sin embargo no se van a exponer todas y cada una de las verdades cristianas que constituyen el objeto de la fe y la catequesis, ni se van a enumerar los errores ms salientes de nuestro tiempo ni las verdades de la fe que hoy se niegan con ms insistencia o por lo menos se ven con indiferencia.

A estos renglones provee el magisterio ordinario de la Iglesia por sus medios de comunicacin.

Tampoco se quiere mostrar en este captulo una manera orgnica de ordenar las verdades de la fe en una como sntesis que responda, a la vez, a una jerarqua objetiva y a las aspiraciones existenciales de los hombres de nuestro tiempo. Esta es tarea de la teologa y de otras disciplinas que se ocupan de ex--poner la doctrina cristiana.

Por el contrario en este segundo captulo en formulaciones globales que suponen una explicacin ulterior se expondr lo ms saliente del mensaje de salvacin, de manera orgnica en cuanto a los lineamientos especficos que debern presentarse de manera ms clara en una catequesis nueva que persiga con fidelidad su fin.

CAPITULO 1

NORMAS O CRITERIOS

CONTENIDO DE LA CATEQUESIS EN RELACION A

DISTINTAS FORMAS DE VIDA ECLESIAL, A LAS

DIVERSAS CULTURAS Y DIFERENTES LENGUAJES

37. La Revelacin es la manifestacin del misterio de Dios y de su accin salvfica en la historia, hecha por Dios mismo al hombre por una comunicacin personal, cuyo contenido quiere El que se predique a todos los hombres como mensaje de salvacin.

De aqu que la primera y principal obligacin del ministerio proftico de la Iglesia es hacer inteligible este mensaje a los hombres de todos los tiempos, para que se conviertan a Dios por Cristo, interpreten su vida a la luz de la fe, teniendo en cuenta la situacin histrica concreta de esa vida, y puedan vivir de acuerdo con la dignidad que les ha trado el mensaje de salvacin y que la fe les ha revelado,

Para lograr todo esto la catequesis, tiempo importantsimo del ministerio proftico de la Iglesia, no solo debe tomar contacto continuo con las diferentes maneras de vida de la comunidad eclesial, sino que debe procurar la ms estrecha relacin entre las posibles formulaciones del divino mensaje y las diferentes culturas y maneras de hablar de los pueblos.

META DE LA CATEQUESIS ES PROPONER TODA LA MATERIA -

38. La materia del mensaje de salvacin consta de partes estrechamente unidas entre s, an cuando su revelacin fue hecha progresivamente por Dios, primero por los profetas y ltimamente por medio de su Hijo (Hebr, 1.1).

Puesto que el fin de la catequesis como se ha dicho consiste en llevar a la madurez de la fe a los cristianos como individuos y como comunidades, sta debe tener el cuidado de proponer integro el tesoro del mensaje cristiano. Y debe hacerse de acuerdo con el ejemplo de la pedagoga divina (n. 33), sin perder de vista la totalidad de la revelacin para que el pueblo se alimente de ella y de ella viva,

La catequesis por tanto empieza por la proposicin simple de la estructura ntegra del mensaje cristiano valindose de frmulas sumarias y globales y de manera adecuada a las distintas condiciones culturales y espirituales de los catequizados. Pero de ninguna manera debe limitarse a esa presentacin inicial sino que debe proponer el mensaje de una manera cada vez ms amplia y explcita, de modo que los fieles individualmente y la comunidad, adquieran de l un conocimiento ms profundo y enfoquen los problemas humanos bajo la luz de la revelacin.

Esta tarea de la catequesis que no es tan fcil debe cumplirse bajo la direccin del magisterio de la Iglesia a quien toca custodiar la verdad de la revelacin y vigilar que el ministerio de la palabra use expresiones correctas y tome en cuenta con prudencia las investigaciones de la teologa y de la ciencia.

LA MATERIA DE LA CATEQUESIS CONSTITUYE UN CUERPO ORGANICO Y VITAL

39. - El objeto de la fe es - por su naturaleza complejo, es decir: Dios en su misterio y su intervencin salvfica en la historia, y esto lo sabemos por lo que el mismo Dios ha revelado de s y de sus obras. -

Cristo es el centro principal tanto en lo relativo a la intervencin de Dios en la historia como en la manifestacin de s mismo a los hombres.

Por lo dicho, el objeto de la catequesis son el misterio de Dios y sus obras, es decir las obras que Dios hizo, hace y har por nosotros los hombres y por nuestra salvacin. Todas estas cosas guardan entre s una vital coherencia y constituyen la economa de la salvacin.

Una catequesis que descuide esta organicidad y armona del contenido se hara incapaz de lograr la finalidad que persigue.

CRISTOCENTRISMO DE LA CATEQUESIS

40. Cristo Jess, el Verbo de Dios encarnado, siendo la suprema manera como Dios interviene en el mundo y se manifiesta a los hombres, es el centro del mensaje evanglico en la Historia de la salvacin.

El es "la imagen de Dios invisible, primognito de la creacin" (Col. 1,15). El es en verdad el nico mediador por el cual Dios se acerca a los hombres y el hombre es llevado a Dios. (Cfr 1. Tim. 2,5). En El tiene la Iglesia su fundamento. En El se instauran todas las cosas (Ef. 1,10).

- Por eso las cosas creadas, la conciencia de los hombres, los valores genuinos que se encuentran en otras religiones, los signos de los tiempos deben tenerse como caminos y escalones aunque no de manera unvoca, por los cuales uno puede acercar se a Dios bajo el influjo de 1-a gracia y no sin cierta referencia a la Iglesia (Cfr. LG. 16).

Por todo esto la catequesis debe ser necesariamente Cristocntrica.

EL TEOCENTRISMO TRINITARIO DE LA CATEQUESIS

41. As como Cristo es el centro de la historia de la salvacin, as el misterio de Dios es el centro del cual parte esta historia y hacia el cual se ordena como ltimo fin. Cristo muerto y resucitado lleva a los hombres al Padre enviando al Espritu Santo al Pueblo de Dios. Por esta razn la estructura de toda la catequesis debe ser teocntrica trinitaria: por Cristo al Padre en el Espritu.

Por Cristo: Toda la economa de la salvacin toma sentido del Verbo Encarnado, cuya venida prepar, cuyo reino en la tierra despus de su muerte y resurreccin manifiesta y extiende hasta su segunda venida gloriosa, que consumar la obra de Dios. De aqu que el misterio de Cristo ilumine toda la materia de la catequesis. Todos los elementos bblicos, evanglicos, eclesiales, humanos y an csmicos que la enseanza catequstica debe disponer y explicar, hay que referirlos al Hijo de Dios Encarnado.

Al Padre: El fin supremo de la Encarnacin del Verbo y de toda la economa de la salvacin consiste en llevar a todos los hombres al Padre. Por tanto la catequesis, que debe ayudar a entender .cada vez mejor este designio amoroso del Padre Celestial, tiene la misin de ensear que el ltimo sentido de la vida es este: conocer y glorificar a Dios haciendo su voluntad, como Cristo nos ense con su palabra y su ejemplo, y as llegar a la vida eterna.

En el Espritu Santo: El conocimiento del misterio de Cristo y nuestra ida hacia el Padre se hacen realidad en el Espritu Santo. La catequesis, por tanto, al trasmitir el mensaje cristiano, debe explicar esta presencia del Espritu Santo por la cual somos promovidos a la comunin con Dios y con los hombres y al cumplimiento de nuestras responsabilidades.

Si la catequesis carece de estos tres elementos o no le da importancia a su estrecha relacin, se corre el riesgo de que el mensaje cristiano pierda su propia ndole.

POR NOSOTROS LOS HOMBRES Y POR NUESTRA SALVACION

42. El fin teocntrico-trinitario de la economa de la salvacin no se puede separar de su objeto que consiste en que los hombres liberados del pecado y sus consecuencias se configuren en lo posible a Cristo (Cfr. LG. 39). Como la Encarnacin del Verbo, as, toda la verdad revelada es por nosotros los hombres y por nuestra salvacin. La relacin prospectiva de todas las verdades cristianas con el ltimo fin del hombre es una de las condiciones para su provechosa inteligencia (Con. Vat. 1. Const. Dei Filius, Dz. Sch., 3016).

La catequesis, por tanto, debe mostrar con claridad la estrechsima relacin del misterio de Dios y de Cristo con la existencia y el ltimo fin del hombre. Con esta manera de proceder de ningn modo se quiere subestimar los fines terrenales a cuya consecucin, por el esfuerzo individual y colectivo, llama Dios a los hombres; sino que se est diciendo claramente que el fin ltimo del hombre no se restringe a estos fines temporales, sino que ms bien los supera con una ventaja no sospechada, y de una manera que slo el amor de Dios para los hombres pudo pensar.

JERARQUIA DE VERDADES QUE HAY QUE GUARDAR EN LA CATEQUESIS

43. En el mensaje de salvacin hay una cierta jerarqua de verdades (tJR. 11), que siempre reconoci la Iglesia, al- elaborar los smbolos o compendios de las verdades de la fe. Esta jerarqua no significa que unas verdades pertenecen menos que otras a la fe, sino que unas verdades se apoyan en otras como ms principales y reciben de ellas luz.

La catequesis en todos sus grados habr de tener - en cuenta esta jerarqua de las verdades de la fe.

Estas verdades se pueden agrupar en cuatro captulos fundamentales:

El misterio de Dios, Padre, Hijo y Espritu Santo, creador de todas las cosas;

El misterio de Cristo, Verbo Encarnado, que naci de Mara la Virgen y por nuestra salvacin padeci, muri y resucit;

El misterio del Espritu Santo, presente en la Iglesia a la cual santifica y dirige hasta la gloriosa venida de Cristo, Salvador y juez nuestro;

El misterio de la Iglesia, que es el cuerpo mstico de Cristo, en la cual la Virgen Mara ocupa un puesto eminente.

INDOLE HISTORICA DEL MISTERIO DE LA SALVACION

44. La economa de la salvacin se realiza en el tiempo:

pues empez y progres en el pasado, acta su fuerza en el presente y espera su consumacin en el futuro. Por eso es necesario que en la catequesis aparezca la memoria del pasado, la conciencia del presente y la esperanza de la vida futura.

Por eso la catequesis recuerda el acontecimiento supremo de toda la historia de la salvacin con el cual los cristianos se unen por la fe: la Encarnacin, la Pasin, la Muerte y Resurreccin de Cristo.

Adems la catequesis hace conocer a los cristianos cmo el misterio salvfico de Cristo acta hoy por el Espritu Santo y el magisterio de la Iglesia, as como sus obligaciones para con Dios, para consigo mismos y para con el prjimo.

La catequesis por ltimo dispone el corazn a la esperanza de la vida futura consumacin de toda la historia de la salvacin y hacia la cual los cristianos deben tender con confianza filial, pero no sin un santo temor del juicio divino.

Por esta esperanza la comunidad de los fieles se llena de una ntima expectacin escatolgica que la capacita para juzgar rectamente los bienes terrenales estimndolos en su justa proporcin sin que por ello los menosprecie.

Estos tres aspectos principales hay que tomarlos en cuenta asidua y eficientemente en toda catequesis.

FUENTES DE LA CATEQUESIS

45. El contenido de la catequesis se encuentra en la Palabra de Dios escrita o en la tradicin; el pueblo creyente lo entiende y lo explica ms profundamente bajo la direccin del Magisterio que es el nico que ensea autnticamente; lo celebramos era la liturgia; resplandece en la Iglesia, principalmente en los justos y en los santos; y de alguna manera se hace patente en los mismos valores morales que, por providencia de Dios, existen en la sociedad humana.

Estas son las fuentes de la catequesis: unas principales, otras subsidiarias. Por tanto no deben tomarse en sentido unvoco.

As que al usar estas fuentes, el catequista mirar siempre y sobretodo a la revelacin escrita y a la tradicin y a la autoridad del magisterio eclesistico en las cosas relacionadas con la fe.

Adems el catequista, al exponer cualquier punto del contenido de la fe, debe destacar cmo el misterio de Cristo es su centro; cmo la Iglesia lo interpreta, lo define, lo celebra, lo actualiza y participa en la liturgia y lo reduce a la prctica en la vida.

Por ltimo el catequista debe pensar cmo podrn con la ayuda del Espritu Santo, realizarse los planes de Dios en nuestra poca.

PRINCIPIO GENERAL DE LA METODOLOGIA CATEQUISTICA

46. Las normas arriba indicadas que se refieren a la exposicin de la materia de la catequesis, deben aplicarse en las varias formas de la catequesis: es decir en la catequesis bblica, litrgica, en el compendio doctrinal, en la interpretacin de las condiciones concretas de la existencia humana, etc.

De ellas, sin embargo, no puede deducirse el orden que ha de guardarse en la exposicin de la materia. Se puede partir de Dios para llegar a Cristo y al contrario; se puede partir del hombre para llegar a Dios y al contrario, etc. etc. El mtodo pedaggico se escoger de acuerdo con las circunstancias porque atraviesa la comunidad eclesial o los fieles a quienes se dirige. De aqu la necesidad de investigar cuidadosamente para encontrar los caminos y las maneras que mejor respondan a las condiciones de la realidad.

Toca a las Conferencias Episcopales dar las normas ms precisas y aplicarlas mediante los directorios catequsticos, catecismos segn la edad, la cultura y los otros recursos que parezcan oportunos. (Cfr. parte VI).

CAPITULO II

LOS PRINCIPALES ELEMENTOS DEL MENSAJE CRISTIANO

EL MISTERIO DE UN SOLO DIOS:

PADRE, HIJO, ESPIRITU SANTO

47. La historia de la salvacin es lo mismo que la historia de los medios y modos cmo Dios uno y verdadero: Padre, Hijo, Espritu Santo, se revela a los hombres, a quienes, apartados del pecado, reconcilia y une consigo.

El A.T. mientras afirma de una manera clara la unidad de Dios en un mundo politesta, adelanta algunos indicios del misterio Trinitario que tendrn plena explicacin en la persona, en las obras y palabras de Jesucristo, quien al revelase como Hijo de Dios, revela al mismo tiempo al Padre y al Espritu Santo.

El conocimiento ntimo de Dios verdadero que llena el alma del divino Maestro, 1-o comparte El con sus discpulos llamndolos a que se hagan hijos de Dios por el don que l les hace de su Espritu filial (Jn. 1. 12; Rom. 8,15).

En la catequesis, por tanto, el encuentro con Dios Uno y Trino ocurre primero y principalmente cuando el Padre, el Hijo y el Espritu Santo son reconocidos como autores del plan de salvacin, que llega a su culminacin con 1-a muerte y resurreccin de Jess (Irenaeum, Demonet. praedic. apost., n-. 6, S. Chr., 62, p. 39 sq.).

De sta manera a la Revelacin del Misterio trasmitida por la Iglesia responde una progresiva conciencia de los fieles que, en la fe, entienden que su vida, despus del bautismo, consiste en alcanzar una ms ntima familiaridad con las tres divinas Personas, por cuanto ellos han sido llamados a participar su divina naturaleza.

Por ltimo, los cristianos con los ojos de la fe, por un don de Espritu Santo, pueden, desde ya contemplar con amor filial la Santsima Trinidad de las Personas, como es ella en la vida ntima de Dios desde la eternidad.

EL GENUINO CULTO DE DIOS EN UN MUNDO SECULARIZADO

48. "El Dios y Padre de nuestro Seor Jesucristo" (Efe. 1,3) es "un Dios vivo" (Mt. 16, 16): santo, justo, misericordioso es un Dios autor de una alianza con los hombres, Dios que ve, libera, salva, Dios que ama como Padre, como esposo. La catequesis anuncia este Dios con alegra, como fuente que es de toda esperanza (1 Petr. 1, 3-4),

La catequesis, por otra parte, no puede ignorar que muchos hombres de nuestro tiempo sienten la lejana y la ausencia de Dios. Este hecho que es parte del proceso de secularizacin, constituye sin duda un peligro para la fe, pero tambin nos empuja a tener una fe ms pura y a ser ms humildes ante el misterio de Dios, como conviene: "Verdaderamente t eres un Dios escondido, Dios salvador de Israel" (Is. 45,15).

Bajo esta luz podemos entender ms fcilmente la verdadera naturaleza del culto que Dios nos pide y que le glorifica:

es decir un culto que va unido al propsito de hacer su voluntad en todos los campos de nuestra actividad y de multiplicar fielmente en el amor los talentos que l nos ha dado (Mat. 25, 14 Sigs.).

En la sagrada Liturgia los fieles presentan los frutos de sus actos de amor, de justicia y de paz para ofrecerlo humildemente a Dios y as recibir la palabra de vida y las gracias que necesitan para profesar en el mundo la verdad en la caridad (Efe. 4, 15), en comunin con Cristo que ofrece por los hombres su Cuerpo y su sangre.

CONOCIMIENTO DE DIOS Y TESTIMONIO DE CARIDAD

49. Los cristianos pueden ayudar al mundo ateo para que e acerquen a Dios, por medio del testimonio de su vida conforme al mensaje de caridad de Cristo y de fe viva y madura que se manifieste en obras de justicia y amor (GS. 21).

Pero no hay que desestimar el recto uso de la razn que, como ensea la Iglesia, (Conc. Vat. 1. Const. dogm. Dei Filius, Dz.Sch. 3004-3005, 3026), puede conocer a Dios principio y fin de todas las cosas. Este conocimiento de Dios lejos de menoscabar la dignidad humana la establece y la afirma.

An cuando el fin de la Iglesia es la salvacin eterna de los hombres, sin embargo la fe en Dios lleva consigo la urgente obligacin de ayudar a resolver los problemas humanos (1 Jo.4, 20-21): en este campo los cristianos deben dar testimonio del valor del mensaje del Seor con sus obras.

JESUCRISTO, HIJO DE DIOS, PRIMOGENITO DE TODA LA CREACION Y SALVADOR

50. La coronacin de todas las obras de Dios es la Encarnacin de su Hijo Jesucristo. Primognito de toda la creacin, El tiene ser antes que todas las cosas y todas las cosas tienen en El su consistencia (Col. 1, 15-17). En El, por El, y para El fueron creadas todas las cosas (Col. 1, 15 ss). -

Hecho obediente hasta la muerte, exaltado como Seor de todos, se nos manifest por la Resurreccin el Hijo de Dios en podero (Rom. 1, 4). Primognito entre los muertos da vida a todos (1 -Cor. 15,22); en El somos creados como hombres nuevos (Ef. 2, 10); por El ser liberada toda la creacin de la esclavitud de la corrupcin (Rom. 8, 19-21). "No hay salvacin en ninguno otro" (Act. 4, 12).

LA CREACION, PRINCIPIO DE LA ECONOMIA DE LA SALVACION

51. El mundo creado de la nada es el mundo en el cual, en realidad, se realiza la salvacin y la redencin por Jesucristo.

En el A.T. la verdad de la accin creadora de Dios no se propone como principio filosfico abstracto; sino que entra en la mente de los Israelitas, mediante la nocin de la unidad de Dios, como mensaje de la omnipotencia y la victoria de Yav, como el argumento que demuestra que el Seor siempre permanece con su Pueblo (Is. 40, 27-28; 51, 9-13). La Omnipotencia de Dios creador se manifiesta tambin en la Resurreccin de Cristo, en la cual se revela "la supereminente grandeza de su poder" (Ef. 1, 19).

Por eso la verdad de la creacin no hay que proponerla simplemente como una verdad que separada de las dems tiene consistencia en s misma, sino como algo que de hecho se ordena a la salvacin realizada por Jesucristo. La creacin de lo visible y lo invisible, del mundo y de los ngeles, es el comienzo de la Historia de la salvacin (Cfr. DV, 3); la creacin del hombre (Po XII, Enc. Humani generis, ASS, 1950, p. 575; GS. 12, 14). Hay que tomarla como el primer don y la primera llamada que conduce a la glorificacin de Cristo (Rom. 8, 29-30).

Mientras el cristiano oye la explicacin de la doctrina de la creacin, adems de considerar el primer acto por el que Dios "cre el cielo y la tierra" (Gen. 1,1), debe abrir su mente a todas las obras salvficas de Dios. Estas estn siempre presentes en la historia del hombre y del mundo y brilla con luz especial en la historia de Israel, encaminan al supremo evento de la Resurreccin de Cristo y alcanzan la consumacin al fin del mundo cuando tendremos los cielos nuevos y la tierra nueva (Cfr. II Pet. 3, 13).

JESUCRISTO CENTRO DE TODA LA ECONOMIA DE LA SALVACION

52. En Jesucristo el cristiano se sabe unido a toda la historia y en comunin con todos los hombres. En la mitad de la historia del mundo tiene lugar la historia de la salvacin en la cual Dios realiza su plan, para que el pueblo de Dios o sea el "Cristo total" se haga en el tiempo.

Reconozca el cristiano con sencillez y sinceridad que l tiene parte en esta empresa cuya meta, por la virtud de Cristo, es lograr que la creacin d la mxima gloria a Dios (Cfr 1 Cor. 15, 28).

JESUCRISTO, COMO VERDADERO DIOS Y VERDADERO HOMBRE EXISTENTE EN LA UNIDAD DE PERSONA DIVINA

53. Este gran misterio, Cristo Cabeza y Seor de todas las cosas "se hizo visible a los hombres encarnndose" (1 Tim. 3, 16). El hombre Cristo Jess que habit entre los hombres, trabaj con manos de hombre, pens con inteligencia de hombre, obr con voluntad de hombre, am con corazn de hombre, es verdaderamente el Verbo y el Hijo de Dios que por la Encarnacin se uni en cierto modo con cada uno de los hombres

(GS. 22).

El catequista debe predicar a Jess en su existencia concreta y en su mensaje; es decir, de tal manera debe franquear a los hombres el camino hacia la admirable perfeccin de su humanidad, que puedan reconocer el misterio de su divinidad.

En verdad, Cristo Jess unido con el Padre por su asidua y peculiar oracin, vivi en una estrecha comunin con los hombres. Con su bondad los abraz a todos: justos y pecadores, pobres y ricos, compatriotas y extranjeros; y si por algunos lleg a tener predileccin fue por los enfermos, los pobres y los humildes. Y para con la persona humana se mostr siempre tan respetuoso y tan solcito como no lo hizo nadie antes de l.

La catequesis debe defender y fortalecer todos los das la fe en 1-a divinidad de Jesucristo, para que los hombres lo acepten no solo por su admirable vida humana, sino que por sus palabras y milagros le reconozcan como Hijo- de Dios unignito, (Jn. 1, 18), "Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado no creado, consustancial al Padre" (Dz. Sch. 150).

La recta interpretacin del misterio de la Encarnacin ha ido progresando en la tradicin cristiana. Los Padres y los Concilios, en un continuo estudio de la fe, dirigieron sus esfuerzos a lograr nociones cada vez ms exactas, a exponer con ms profundidad la ndole propia del misterio de Cristo y a investigar las misteriosas relaciones que hay entre El y el Padre celestial y entre El y los hombres,

A esto se aade el testimonio- de vida cristiana que dio la Iglesia acerca de esta verdad en el correr de los siglos: la comunin de Dios con los hombres que se logra en Cristo, ha sido fuente de gozo y de inexhausta esperanza. En Cristo est toda la plenitud de la divinidad, y por El se hace visible el amor de Dios a los hombres.

San Ignacio escriba a los Efesios: "Jesucristo nuestro Seor es mdico carnal y espiritual, engendrado e ingnito, Dios existiendo en carne, vida verdadera en la muerte, de Mara y de Dios, primero impasible y entonces pasible" (RJ. 39).

JESUCRISTO SALVADOR Y REDENTOR DEL MUNDO

54. El misterio de Cristo aparece en la historia de los hombres del mundo, sujeta al pecado, no solo como misterio de Encarnacin, sino de Salvacin y Redencin.

De tal manera am Dios a los hombres pecadores, que le dio a su Hijo para reconciliar consigo al mundo (II Cor. 5,19). Jess, pues, como primognito de muchos hermanos (Rom. 8,29), santo, inocente, inmaculado (Hebr. 7,26), obedeciendo libremente a su Padre por amor filial (Filip. 2,8), acept como Mediador la muerte estipendio del pecado por sus hermanos pecadores (Rom. 6,23; GS. 18).

Jesucristo, con su muerte santsima, redimi a la humanidad de la servidumbre del pecado y del demonio y derram sobre ella su Espritu de adopcin creando en s mismo una nueva humanidad.

LOS SACRAMENTOS SON ACCIONES DE CRISTO EN LA IGLESIA QUE ES EL SACRAMENTO PRIMORDIAL

55. El misterio de Cristo se contina en la Iglesia que goza siempre de su presencia y le sirve, mediante los signos instituidos por el mismo Cristo para significar y conferir la gracia, y se llaman propiamente sacramentos (Conc. Tridentinum, Decretum de sacramentis, Dz. - Sch., 1601).

Pero la misma Iglesia, por cuanto no es slo el pueblo de Dios, sino que es tambin en Cristo "como signo e instrumento de la unin ntima con Dios y de la unidad de todo el gnero humano" (LG. 1), debe considerarse en cierto modo como el sacramento primordial. -

Los sacramentos son las acciones principales y fundamentales por las cuales Jesucristo da continuamente a los fieles su Espritu, haciendo de ellos el pueblo santo, que en El y con El, se ofrece en oblacin, acepta al Padre.

Los sacramentos, es claro, deben tenerse como los bienes inestimables de la Iglesia que tiene el poder de administrarlos, pero deben referirse siempre a Cristo de quien derivan su eficacia. En realidad Cristo es quien bautiza. No es tanto el hombre que celebra la Eucarista como el mismo Cristo; es El quien por el ministerio de los sacerdotes se ofrece en el sacrificio de la misa. (Conc. Trid., Doctrina de sacrificio Missae, - Dz., Sch., 1743).

La accin sacramental es en primer lugar accin de Cristo, de quien los ministros de la Iglesia son como instrumentos.

LOS SACRAMENTOS SEGUN SU NATURALEZA INTEGRAL

56. Cuidado de la catequesis es proponer los sacramentos segn su naturaleza integral.

Lo primero, hay que proponerlo como sacramentos de la fe. Ellos de por s expresan la voluntad eficaz de Cristo Salvador, y los hombres por su parte deben manifestar su sincera voluntad de responder al amor y misericordia de Dios. Por eso la catequesis debe procurar, como disposicin, excitar la sinceridad y la generosidad para la ms digna recepcin de los sacramentos.

En segundo lugar los sacramentos hay que presentarlos segn la naturaleza y fin de cada uno, no slo como remedios del pecado y sus consecuencias, sino, y principalmente, como fuentes de gracia en los individuos y en las comunidades; de tal suerte que toda dispensacin de la gracia en la vida de los fieles diga relacin a la economa sacramental.

CATEQUESIS DE LOS SACRAMENTOS

57. El bautismo lava al hombre de la culpa original y de todo pecado personal, lo hace hijo de Dios, lo incorpora a la Iglesia y lo santifica con los dones del Espritu Santo, y, por un carcter indeleble impreso en su alma, lo hace partcipe de una manera inicial, de la misin proftica, real y sacerdotal del Seor Jesucristo (1 Petr. 29; LG. 31).

La Confirmacin vincula al cristiano ms perfectamente a la Iglesia y lo enriquece con una fortaleza especial del Espritu Santo, para que viva en el mundo como testigo de Cristo.

Pero como la vida del cristiano, que es milicia sobre la tierra, est expuesta a tentaciones y pecados, se 1-e abre el camino del sacramento de la penitencia para que alcance el perdn de Dios misericordioso y se reconcilie con la Iglesia.

El Orden configura de una manera especial a Cristo mediador, a algunos de los miembros del pueblo de Dios confirindoles la potestad sagrada para que apacienten la Iglesia, alimenten y santifiquen a los fieles con la palabra de Dios, y para que en representacin de Cristo ofrezca el sacrificio de la Misa y presidan el banquete Eucarstico.

"Con la Uncin de los Enfermos y la oracin de los presbteros, toda la Iglesia encomienda a los enfermos al Seor paciente y glorificado para que los alivie y los salve" (GL. 11. Sant. 5,14-16).

En la catequesis de los sacramentos dse importancia a la explicacin de los signos; porque la catequesis por signos visibles debe llevar a los fieles a escrutar los misterios invisibles de Dios.

LA EUCARISTA CENTRO D TODA LA VIDA SACRAMENTAL

58. Sin duda la Eucarista tiene el primado sobre todos los sacramentos, y la mayor eficacia en la edificacin de la Iglesia (LG. 11, 17; Instr. Eucharisticum mysterium, nn 5-15).

Porque en la Eucarista, una vez pronunciadas las palabras de la consagracin, se convierte la realidad profunda (no fenomnica) del pan y del vino, en cuerpo y sangre de Cristo; conversin que en la Iglesia recibi el nombre de "transubstanciacin". Por eso, bajo las apariencias (la realidad fenomnica) del pan y del vino, se oculta de manera misteriosa la misma humanidad de Cristo, no solo por su virtud, sino por s misma (es decir sustancialmente) y unida a su divina Persona (Paulum VI Enc. Mysterium Fidel, AAS, 1965, p. 766),

Pero este sacrificio no es slo el rito conmemorativo de un sacrificio pasado. Porque en l Cristo a travs de los siglos perpeta de una manera incruenta, por el ministerio de los sacerdotes, el sacrificio de la cruz, (SC, 47) a la vez que alimenta a los fieles por s mismo como pan de vida, para que imbuidos del amor de Dios y del prjimo se hagan el pueblo cada vez ms aceptable a Dios.

Los fieles alimentados con la Vctima del Sacrificio de la cruz superan con amor autntico y- activo los prejuicios que llevan a tildar de estril un culto que los asla de la fraternidad y de la colaboracin humana.

El banquete Eucarstico fue instituido para hacer que los fieles por la oracin frecuente unan cada da ms su corazn con Dios y por lo mismo reconozcan y amen a los hombres corno hermanos de Cristo y como hijos de Dios,

EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

59. Hoy con el debido respeto que el mensaje cristiano tiene por la virginidad consagrada (1. Cor. 7,38; Concilium Tridentinum, Canones de sacramento matrimonii, Dz. - Sch., 1810), debemos dar una peculiar importancia a la catequesis sobre el matrimonio instituido por el mismo Creador y enriquecido con varios bienes, fines y leyes (Gs. 48).

La catequesis apoyada en las palabras de la fe y en la ley natural, bajo el magisterio de la Iglesia que tiene como misin su interpretacin autntica (Enc. Hu.manae Vitae, n. 4, ASS, 1968, p. 483), y tomando en cuenta el progreso de las ciencias antropolgicas, debe poner en el matrimonio la base de la vida familiar por cuanto se refiere a sus valores -a la ley divina de la indisolubilidad y unidad y a los deberes del amor ordenado naturalmente a la procreacin y educacin de la prole.

En cuanto al control de la natalidad hay que observar lo que la doctrina de la Iglesia dice respecto a la castidad conyugal. (Humanae Vitae, n. 14, AAS, 1968, p, 490).

Dado que N.S. Jesucristo para los bautizados elev el matrimonio a la dignidad de sacramento, los cnyuges, ministros del sacramento al dar el consentimiento personal e irrevocable, viviendo en gracia imitan y de cierta manera representan el amor del mismo Cristo para con su Iglesia (Efe. 5,25).

Los esposos cristianos son robustecidos y como consagrados por este sacramento para cumplir los deberes de su estado y conservar su dignidad (GS, 48).

Por ltimo a la vocacin de la familia toca el abrirse como comunidad a la Iglesia y al mundo.

EL HOMBRE NUEVO

60. El hombre al recibir el Espritu de Cristo empieza una manera completamente nueva y gratuita de vida con Dios.

El Espritu Santo presente en el alma del cristiano, lo hace partcipe de la naturaleza divina y lo une en comunin ntima de vida con el Padre y con el Hijo, que no puede romper ni la muerte (Cfr. Jn. 14,23),

El Espritu Santo sana al hombre de sus debilidades y enfermedades espirituales; 1-o libra de la servidumbre de las pasiones- y del inmoderado amor de s mismo, dndole fuerza para guardar la ley divina; lo robustece con la esperanza y la fortaleza; lo ilumina en la prosecucin del bien; y le da frutos de calidad, de alegra, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad (Gal. 5,22-23). -

De aqu que el Espritu Santo sea invocado como husped del alma.

La liberacin del pecado y la inhabitacin de Dios en el alma es la gracia. Cuando se dice que el pecador es justificado por Dios, que es vivificado por el Espritu de Dios, que posee en s la vida de Cristo O: que tiene la gracia, estamos utilizando un lenguaje que, con distintas palabras, significa la misma cosa, es - decir: morir al pecado, hacerse partcipe de la divinidad del Hijo por el Espritu de adopcin y entrar en ntima comunin d vida con la Santsima Trinidad.

El hombre de la historia de la Salvacin es el hombre ordenado a la gracia de la adopcin filial y a la vida eterna. La Antropologa cristiana encuentra su ndole verdadera y propia en la gracia de Cristo Salvador.

LA LIBERTAD HUMANA Y CRISTIANA

61. La vocacin divina del hombre pide de l una respuesta libre en Jesucristo.

El hombre no puede menos de ser libre. Es propio de su dignidad y responsabilidad que, siendo dueo de sus acciones, guarde la ley natural y la ley de la gracia y adherirse a Dios que se revel en Cristo. La libertad del hombre cado qued de tal manera herida, que no puede cumplir las obligaciones de la ley natural por mucho tiempo, sin el auxilio de la gracia divina; pero la gracia eleva y fortalece de tal manera su libertad que viviendo en la carne, est en capacidad de vivir santamente en la fe de Jesucristo (Cfr. Gal. 2,20).

Misin de la Iglesia es promover y defender el verdadero sentido de la libertad y su recto uso contra cualquier coaccin injusta. Ella, adems, la defiende de sus negadores que sostienen que la actividad del hombre depende totalmente de determinismos psicolgicos y de acondicionamientos econmicos, sociales, culturales y otros por el estilo.

No niega, sin embargo, la Iglesia que la libertad an ayudada por la divina gracia, est expuesta a graves dificultades psicolgicas y al influjo de las condiciones externas en que cada uno vive; de manera que la responsabilidad humana no pocas veces se disminuye y, an ms, casos hay en que casi desaparece, o desaparece totalmente.

Tambin tiene en cuenta la Iglesia las investigaciones y el progreso moderno de las ciencias antropolgicas acerca del uso y de los lmites de la libertad humana. Por todo esto, se preocupa en educar y cultivar la genuina libertad, 1-o mismo que procurar en el campo psicolgico, social, econmico, poltico y religioso las condiciones convenientes para el verdadero y justo uo de la libertad.

Los cristianos, por tanto, deben trabajar con dedicacin y sinceridad en el orden temporal de las cosas para que en lo posible se den las mejores condiciones para el ejercicio de la libertad.

Es este un compromiso que ellos comparten con todos los hombres de buena voluntad, aunque deben tambin saber que esta obligacin les urge a ellos por razones ms vlidas y apremiantes; pues no se trata de promover solo un bien terrenal, sino el bien inestimable de la gracia y la salvacin eterna.

EL PECADO DEL HOMBRE

62. Las condiciones histricas y ambientales no son, sin embargo, el principal obstculo a la libertad del hombre: el ms grande obstculo que tiene el hombre para adherir libremente a la obra de la salvacin es el pecado.

"Creado por Dios en la justicia, el hombre sin embargo, por instigacin del demonio, en el propio exordio de la historia, abus de su libertad, levantndose contra Dios y pretendiendo alcanzar su propio fin al margen de Dios" (GS. 13). "Por un hombre entr el pecado en el mundo y por el pecado la muerte y as la muerte alcanz a todos los hombres, por cuanto todos pecaron" (Rom. 5,12). "La naturaleza humana cada, destituida de la gracia que antes la enriqueca, herida en sus fuerzas naturales y sometida al imperio de la muerte es trasmitida a todos los hombres, por lo cual todo hombre nace en pecado" (Paulo VI, Profeso fidei ri. 16. AAS. 1968, p. 439).

El pecado se ha hecho una dolorosa experiencia de los hombres y es causa de muchos sufrimientos y ruina. Ni hay que olvidar la doctrina acerca de la naturaleza y los efectos del pecado personal con el que el hombre viola, consciente y libremente, la ley moral y ofende gravemente en cosas graves a Dios.

La historia de la salvacin es tambin historia de liberacin del pecado. Todas las intervenciones de Dios desde el Antiguo hasta el Nuevo Testamento tienen tambin la finalidad de dirigir al hombre en la lucha contra las fuerzas del mal; la misin histrica de Cristo se endereza a la destruccin del pecado y se realiza en el misterio de la cruz.

La penetrante reflexin de S. Pablo (Rom. 5) sobre la realidad del pecado y sobre la consiguiente "obra de justicia" de Cristo, constituye un aspecto fundamental de la fe cristiana, que no puede ser callado en la catequesis.

Sin embargo la salvacin trada por Cristo va mucho ms all de la redencin del pecado. Ella es de hecho la realizacin del designio de Dios de comunicarse en Jesucristo con una riqueza que trasciende toda comprensin; es un designio que no se detiene ante la culpa de los hombres, sino que les confiere una gracia sobreabundante con respecto a la muerte causada por el pecado (Rom. 5, 15-17).

Esta iniciativa de amor, por la cual los hombres son llamados a participar, por medio- del espritu de Cristo, a la misma vida de Dios, es siempre eficaz y actual en todos los tiempos. El hombre, an pecador, queda siempre incluido en el nico orden querido por Dios es decir el de comunicare benvolamente a nosotros en Cristo Jess y por eso, movido de la gracia puede obtener la salvacin por la conversin.

LA VIDA MORAL DE LOS CRISTIANOS

63. Cristo confi a sus apstoles la tarea de ensear a observar todas las cosas que l haba enseado (Mt. 28,20). Por eso la catequesis no comprende solamente las verdades que hay que creer sino tambin las cosas que hay que hacer.

La vida moral del cristiano, es decir el modo de vivir conforme a su dignidad de hombre y de hijo adoptivo de Dios, es el compromiso de vivir y crecer, bajo la gula del Espritu Santo en la vida nueva comunicada por Jesucristo.

La vida moral del cristiano es guiada por la gracia y los dones del Espritu Santo: "El amor de Dios se ha difundido en nuestros corazones con el Espritu Santo que nos fue dado" (Rom. 5,5).

La docilidad al Espritu Santo conlleva la fidelidad a los mandamientos de Dios, como tambin a las leyes de la Iglesia y a las leyes civiles justas.

- La libertad cristiana tiene tambin necesidad de ser orientada y guiada en sus realizaciones concretas. Por eso la conciencia de los fieles, aunque guiada por la virtud de la prudencia, debe someterse al magisterio de la Iglesia, al cual le toca exponer autnticamente el orden moral objetivo.

Es necesario tambin que el cristiano conozca la existencia de normas morales absolutas que obligan siempre y a todos. Por este motivo los santos han dado testimonio de Cristo an con actos heroicos de virtud, y los mrtires han afrontado los tormentos y la muerte para no negarlo.

LA PERFECCION DE LA CARIDAD

64. La accin del Espritu de Cristo se expresa bien cuando se pone a la luz la originalidad propia de la moral cristiana, que consiste en resumir y centrar todo compromiso tico, preceptos y consejos, en aquel elemento que es como su alma, os decir en una fe que obra en la caridad (Gal. 5,6).

El hombre es llamado a aceptar libremente en toda circunstancia el designio de Dios Esta es "la obediencia de la fe por la que el hombre se entrega entera y libremente a Dios" (DV. 5). Y puesto que Dios es amor y su designio es comunicar en Jesucristo su amor y hacer de la humanidad una comunin en el amor recproco, aceptar libre y perfectamente a Dios y a su designio significa decidirse por una vida inspirada por el amor en la observancia de los mandamientos, es decir aceptar y vivir como mandamiento nuevo el compromiso de la caridad,

El hombre es llamado por tanto a decidirse en la fe por una vida de caridad hacia Dios y los otros hombres: aqu est su mxima responsabilidad y su altsima dignidad moral. La santidad del hombre, cualquiera sea Su estado de vida a que ha sido llamado, consiste en la perfeccin de la caridad (LOE 29-42).

LA IGLESIA PUEBLO DE DIOS E INSTITUCION SALVIFICA

65. La Iglesia instituida por Cristo, naci de su muerte y Resurreccin. Ella es el nuevo Pueblo de Dios, preparado en la Historia de Israel, pueblo que Cristo vivifica y hace crecer con la efusin de su espritu y que continuamente renueva y dirige con sus dones jerrquicos y carismticos; "pueblo reunido en la unidad del Padre, del Hijo y del Espritu Santo" (LG. 4).

Por eso la Iglesia en cuanto Pueblo de Dios, sociedad de los Pueblos, comunin de los hombres en Cristo, es obra del amor salvfico de Dios en Cristo.

Los principios que generan y forman los fieles, constituyndolos en comunidad es decir el depsito de la fe, los sacramentos, los ministerios apostlicos, pertenecen a la Iglesia Catlica. A ella le han sido encomendados y dan origen a las actividades eclesiales. En otras palabras, la Iglesia posee todos los medios necesarios para reunirse y llevar a plena madurez 1a comunin de los hombres en Cristo.

Esta obra no es fruto solamente de la accin trascendente de Dios, del trabajo invisible de Cristo y de su Espritu, sino tambin de instituciones, de poderes y de acciones salvficas propias de la Iglesia. Por eso ella adems de sociedad de los fieles es tambin su madre, en virtud de su accin ministerial y salvfica.

La Iglesia es el pueblo santo de Dios que particip