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Dimensión y ética económica del narcotráfico Virgilio Barco ante la ONU: Lucha sin cuartel 46 JAIRO SANCHEZ ACOSTA* A raíz de la reciente "declara- toria de guerra", nacional e internacional, contra el trá- fico de drogas, politólogos y exper- tos en los diferentes aspectos de este fenómeno han sido enfáticos en separar dos aspectos del mismo que, aunque íntimamente relacio- nados, tienen dinámicas e implica- ciones diferentes: el de la violencia que el tráfico de drogas genera, de dimensión especialmente política y que afecta en particular a Colombia, y el del negocio del comercio de drogas, problema internacional que, además de las políticas, posee enormes dimensiones económicas, éticas y sociales. En el presente artí- culo se tratará de abordar este último aspecto desde una perspec- tiva esencialmente económica. El análisis económico tiene mu- cho que explorar sobre este tema, más allá de la simple estimación del tamaño del mercado y los ingresos de divisas al país, o del escrutinio de los efectos macroeconómicos o sec- toriales de la actividad del narcotrá- fico. Este ensayo se ocupará de otras facetas económicas de este fenó- meno: la naturaleza ilegal de la eco- nomía de los narcóticos, el análisis costo-beneficio de las políticas alternativas de manejo del pro- blema y, finalmente, las considera- ciones de ética económica dentro de las cuales se inscribe la lucha con- tra este este negocio. Naturaleza de una economía ilegal De acuerdo con la teoría económica, existen bienes o servicios que por los efectos que' su consumo o pro- ducción provocan sobre los indivi- duos o sobre la sociedad, son objeto de control o regulación estatal en * Profesor de Economia Pública en la Universi- dad Nacional.

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Page 1: Dimensión ética económica del narcotráficobdigital.unal.edu.co/41052/1/12087-30586-1-PB.pdf · El análisis económico tiene mu-cho que explorar sobre este tema, más allá de

Dimensión y ética económicadel narcotráfico

Virgilio Barco ante la ONU: Lucha sin cuartel

46

JAIRO SANCHEZ ACOSTA*

A raíz de la reciente "declara-toria de guerra", nacional einternacional, contra el trá-

fico de drogas, politólogos y exper-tos en los diferentes aspectos deeste fenómeno han sido enfáticos enseparar dos aspectos del mismoque, aunque íntimamente relacio-nados, tienen dinámicas e implica-ciones diferentes: el de la violenciaque el tráfico de drogas genera, dedimensión especialmente política yque afecta en particular a Colombia,y el del negocio del comercio dedrogas, problema internacional que,además de las políticas, poseeenormes dimensiones económicas,éticas y sociales. En el presente artí-culo se tratará de abordar esteúltimo aspecto desde una perspec-tiva esencialmente económica.

El análisis económico tiene mu-cho que explorar sobre este tema,más allá de la simple estimación deltamaño del mercado y los ingresosde divisas al país, o del escrutinio delos efectos macroeconómicos o sec-toriales de la actividad del narcotrá-fico. Este ensayo se ocupará de otrasfacetas económicas de este fenó-meno: la naturaleza ilegal de la eco-nomía de los narcóticos, el análisiscosto-beneficio de las políticasalternativas de manejo del pro-blema y, finalmente, las considera-ciones de ética económica dentro delas cuales se inscribe la lucha con-tra este este negocio.

Naturaleza de una economía ilegal

De acuerdo con la teoría económica,existen bienes o servicios que porlos efectos que' su consumo o pro-ducción provocan sobre los indivi-duos o sobre la sociedad, son objetode control o regulación estatal en

* Profesor de Economia Pública en la Universi-dad Nacional.

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alguna o en todas las etapas delproceso económico (producción, co-mercialización y consumo), dandolugar a los conceptos de BienesPúblicos y Bienes meritorios. Es elcaso, por ejemplo, de las vías, lospuentes, la salud y la educación. Elanálisis de estos bienes es muyconocido por parte de los economis-tas. Pero lo que aquí interesa desta-car es que al lado de estos bienesque por alguna razón el Estado debeproducir, o estimular su consumo,existen otros sobre los cuales laacción estatal es totalmente opues-ta: su producción y consumo debeser desestimulado o erradicado enalgunos casos y controlado o fuer-temente regulado en otros. Curio-samente, para las dos situacionesopuestas es necesario sacrificartotal o parcialmente un mismo eimportante principio de la econo-mía de mercado libre, que corres-ponde además a un destacado valorde la sociedad occidental: el princi-pio de la "soberanía del consumi-dor" o, lo que es casi lo mismo, "lalibertad de elección".

La justificación económica y éticade la transgresión del mencionadoprincipio no es dificil de compren-der. El Estado estimula la produc-ción de ciertos bienes cuando larentabilidad o la conveniencia so-cial superan al beneficio percibidoprivada o individualmente, o cuandoéste último, por desconocimiento oignorancia, no es valorado suficien-temente. A estos bienes se lesconoce como meritorios y uno desus mejores ejemplos es la educa-ción. Las drogas y narcóticos consti-tuyen el caso contrarto al de los bie-nes meritorios. Aunque su consumoproduce en los individuos algún"beneficio" que lo hace apetecible,el Estado considera que los perjui-cios sociales e individuales, asocia-dos a este consumo, sean o no debi-damente conocidos y valorados porlas personas, son de tal gravedadque hacen necesario suspender ensu caso la "libertad de elección" delos consumidores. Por supuesto,una decisión de esta naturalezadebe siempre justificarse con uncuidadoso análisis y argumenta-ción.

Por varias razones que obviamosaquí, no caben dudas de que elEstado debe actuar sobre el mer-cado y el consumo de narcóticos.

Sustitución de cultivos?

Pero esta intervención puede pre-sentarse de múltiples maneras.Entre la prohibición y la legaliza-ción total, existe una amplia opciónde mecanismos intermedios quepueden ser estudiados. Sin em-bargo, tanto en Colombia como enel conjunto de la comunidad inter-nacional, se ha privilegiado laopción de la prohibición total, queimplica una drástica persecución ysanción penal contra productores,comercializadores e incluso con-sumidores de narcóticos. El primerefecto de esta política es el desarro-llo de un negocio que, por su carác-ter ilegal y su alta demanda, muevevolúmenes económicos enormes, ygenera utilidades exorbitantes quese concentran en organizaciones almargen de la ley. A continuación sepresentarán las estimaciones deeste efecto.

Dimensiones de la economíadel narcotráfico

A lo largo de la historia, los bienes yservicios prohibidos siempre handado lugar a negocios ilegales designificativa importancia. La prosti-tución y el contrabando han subsis-tido desde tempranas épocas de lahumanidad. Recientemente, en losEstados Unidos, entre 1920 y 1933,la famosa Enmienda 18 que decretóla prohibición del alcohol, dio ori-gen a negocios que produjeron

grandes y famosas fortunas. Sinembargo, tal vez nunca un productoilegal llegó a adquirir las enormesmagnitudes económicas que seatribuyen al negocio de la cocaína.¿Cuál es la verdadera magnitud deeste negocio? ¿Qué efectos hatenido sobre una economía relati-vamente débil como la colombiana?

El periódico El Tiempo, citando a"The Economist", señala que laventa de drogas supera los 500.000millones de dólares al año. El diarioLa Prensa, basado en versiones de"Le Fígaro" y "Le Nouvel Observa-teur", menciona una cifra de 300.000millones. Estos montos parecenreferirse al total de las drogas prohi-bidas, dentro de las cuales, sinembargo, la cocaína debe tener unpeso significativo. De ser ciertos,implicaría que el negocio de drogasequivaldría a por lo menos diezveces el valor del producto internobruto colombiano, que debe estarbordeando los 35.000 millones dedólares anuales. ¿Son razonablesestos estimativos? .

Tal vez el estudio más serio ydocumentado que se ha realizadoen Colombia sobre esta materia es elde Remando J. Gómez, publicado elaño pasado por Fedesarrollo(1).Esteestudio trabaja con rigor las diferen-tes etapas del proceso, desde la pro-ducción de la hoja de coca (hectá-reas cultivadas) pasando por laimportación de pasta de coca, lacocaína procesada, el consumointerno, las deducciones por deco-miso, para establecer finalmente losingresos brutos en dólares que per-cibió el país entre 1981 y 1985. Estososcilaron entre un máximo de 1.800millones de dólares en el año 1982 yun mínimo de 488 millones en 1985.Para precisar el ingreso neto, hayque deducir los costos de la base decoca, la cual es importada de Perú yBolivia en más de un 80% y el valorde los químicos y otros gastos nece-sarios para la refinación. Estos cos-tos representan aproximadamenteel 40% del ingreso bruto, de talmanera que el mayor ingreso netoque fue el obtenido para el año 1982,no debió superar los US$ 1.060millones.

Pero para entender mejor ladimensión de este mercado, vale lapena distinguir los valores quecorresponden a por lo menos tresetapas de su proceso de comerciali-

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zación: el precio en puerto colom-biano, el precio al por mayor en elpunto de llegada a los EE.UU., y elprecio de venta al deta!, o sea el quepagan los consumidores. Los datospresentados atrás corresponden alos valores de la droga puesta enpuerto colombiano. Habida cuentaque, según el mismo estudio, el pre-cio al por mayor en el punto de lle-gada a los EE.UU., multiplica porentre 2.5 y 4 veces al anterior, y sesupone que los negociantes dedroga colombianos pueden llegar acontrolar el 50% de la primera etapade distribución mayorista, el ingresoneto para los nacionales colombia-nos podria haber alcanzado en 1982la suma de 2.191 millones de dóla-res por 90 toneladas de cocaínaexportada.

estimación maXlma de ingresosnetos del narcotráfico colombiano.En un muy interesante artículo E.Nadelmann, profesor de Política yProblemas Públicos de la Universi-dad de Princenton (EE.UU)(3),señalaque para 1987 la cocaína puesta enpuerto colombiano alcanzaba unprecio máximo de US$ 4.400 dólarespor kilo. El precio al por mayor mul-tiplicaba cinco veces al anterior, osea que se acercaba a US$ 22.000por kilo, y éste último se multipli-caba por siete al llegar al consumi-dor final, momento en el cual el pre-cio del kilo de cocaína puedealcanzar un valor superior aUS$ 120.000. Según estos estimati-vos, el mercado de cocaína en Esta-dos Unidos y Europa representariacomo máximo un valor final de

Ayuda militM de corto ftHtIo .

La información disponible señalaque a lo largo de la presente décadase ha presentado una marcada dis-minución en el precio de la cocaína,tanto en el correspondiente puertocolombiano, como en el mayoristaen EE.UU. El primero ha descendidode US$ 20.000 por kilo en 1981 y1982 a US$ 3.500 en 1988. Esta bajaparece corresponder a un aumentoen la oferta, por lo menos a partir de1986. Carlos Caballero A(2) estimaen 310 las toneladas de cocaína queexportaron colombianos en 1988,después de descontar los decomi-sos. De acuerdo con sus cálculos, ybajo el supuesto de que los colom-bianos colocaron el 100% de lasexportaciones en la primera etapa alpor mayor en EE.UU., sus ingresosnetos alcanzaron' un máximo de4.000 millones de dólares en dichoaño. Pero ésta es efectivamente la

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40.000 millones de dólares, de loscuales, apenas el 10% quedaria enmanos de los traficantes colom·bianos.

Sin embargo, no todos los ingre·sos netos que perciben los trafican-tes colombianos fluyen hacia nues-tro país. Sobre las cifras discutidasanteriormente, se estima que difí-cilmente este flujo supere los 1.000millones de dólares anuales, con locual la contribución del negocio dela droga al PIE colombiano, se situa-ría entre un 2.5% y un 3% del mismo.Estos guarismos, por supuesto, con-llevan un importante impacto sobrealgunas economías regionales ysobre las variables macroeconómi-cas de nuestro país.

El estudio de H. J. Gómez realizóun análisis que comprueba los efec-tos de los negocios de droga (mari-huana y cocaína sobre algunas

variables económicas significativasa nivel regional y corresponden a losperiodos de deterioro y auge de losmismos. Los salarios rurales en elCesar y la Guajira se mantuvieronanormalmente altos hasta 1981para caer rápidamente en la épocaen que entra en crisis la exportaciónde marihuana. Mientras tanto, enCaquetá (una de las regiones pro-ductoras de coca) estos mismossalarios subieron aceleradamente apartir de 1982. La participación deMedellín en el total de depósitosbancarios a nivel nacional subió de12% en 1981 al 15.3% en 1986. Estamisma ciudad, que hasta la décadadel setenta tuvo una tasa de desem-pleo un 50% superior al promedionacional, en 1987 se encontraba pordebajo del mismo.

Es indudable que el negocio delnarcotráfico ha tenido efectos eco-nómicos positivos sobre algunasregiones y sectores, como es el casode la industria de la construcción.Pero, pese a todo lo anterior, susefectos sobre el conjunto de la eco-nomía no son tan claros, como sos-tienen algunos comentaristas ex-tranjeros. En efecto, el alto flujo dedólares en el mercado negro esti-mula el contrabando, afectandonegativamente a la industria nacio-nal. Por otra parte, una buena por-ción de las utilidades del narcotrá-fico se invierte en finca raíz urbana yrural y en algunas industrias y pape-les financieros, generando efectosespeculativos que desestimulan lainversión productiva. Aunque esprácticamente imposible de esti-mar, no es demasiado aventuradopensar que algunos industriales yproductores tradicionales utilizanlos mismos dólares negros prove-nientes del narcotráfico para expor-tar sus capitales, ante la inciertasituación económica y política delpaís.

Costos y beneficiosde la política de prohibición

Si no es claro el efecto "benéfico"que tienen los ingresos del narcotrá-fico sobre la economía nacional,menos claros aún son los beneficiosque se derivan de la actual políticade prohibición, promovida en buenamedida por el gobierno norteameri-cano, si éstos se enfrentan a los cos-tos de la misma o a otras altemati-

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vas de manejo del problema. Comobien señala el ya citado artículo delprofesor Nadelmann, "desafortuna-damente pocos norteamericanosdemuestran alguna aptitud paradistinguir entre los problemas delabuso de drogas, y los ocasionadospor las leyes de prohibición de dro-gas"(4).Sobre los beneficios y costosde éstas últimas, trataremos de pre-sentar a continuación una sinopsis,utilizando en buena medida muchoselementos sugeridos por este artí-culo, acotando para cada puntoalgunas de sus limitaciones.

a. Los beneficios

Entendida como la forma másextrema de intervención estatal, lapolítica de prohibición puede ar-gumentar los siguien~s beneficios:

Limitar el consumo de drogaspor la vía de la menor oferta, pro-ducto de la represión y del altoprecio que tiene el producto finalpor el carácter ilegal de su mer-cado. Las estadísticas existentesno dan indicios, sin embargo, deque la política de prohibiciónhaya conducido a una disminu-ción en el mercado y consumo dedrogas. De hecho los decomisosactuales apenas llegan al 15%del volumen exportado de Calombia. Por su parte el margendel 700% que existe entre el pre-cio de distribución al por mayor yel de venta al consumidor nogarantiza que una limitada re-ducción de la oferta eleve signi-ficativamente este último precioa un nivel que haga prohibitivosu uso para los consumidoresexistentes o potenciales. Comobien lo saben los economistas, lomismo que en el caso de losmonopolios, cuando se poseenmárgenes de utilidad tan altos,se puede manejar el preciogarantizando los tamaños demercado o volúmenes de de-manda que el mismo negociorequiera, sin necesidad de modi-ficar significativamente los pre-cios finales al consumidor.

- Detener o reducir la expansión(5)del consumo por el temor a lasmedidas represivas y a tener querecurrir de alguna manera albajo mundo para satisfacer lademanda.

Eter, negocio de los otros

Este elemento es válido peropuede generar una reacciónnociva de muchos ciudadanoscontra el estado, especialmentede aquellos que consumen ladroga con moderación, debido alo que considerarían como unainjerencia indebida del mismoen una materia que debe sersujeta a la libre elección de losindividuos. Se sabe, por ejemplo,que la gran mayoría de los con-sumidores permanentes norteame-ricanos recurren a las drogas conmesura, por lo cual las conse-cuencias perjudiciales tanto enla salud individual como en elcomportamiento social, son prác-ticamente marginales.

- Evitar la destrucción física y psí-quica de los usuarios actuales opotenciales de la droga, dismi-nuyendo de paso los gastos quepara la economía y el sistemapúblico de salud implican laatención y rehabilitación de losadictos.Estas consideraciones, de la másresponsable motivación huma-nista la primera, aunque lasegunda no lo es exactamente,sólo son válidas en la medida enque las políticas de prohibición,reduzcan en efecto o limiten el

consumo de estupefacientes. Ade-más estos efectos sólo tendríanun impacto realmente impor-tante sobre los adictos, queconstituyen una minoría y seríanabsolutamente marginales en elcaso de consumidores habitua-les no adictos. Según los datosaportados por Nadelmann sobrepoblación consumidora de dro-ga, frecuencia de uso, y morbili-dad y mortalidad producidas porel alcohol y el tabaco, el costofinanciero que para los serviciosde salud representan el trata-miento por el uso, o mejor por elabuso, de las drogas, no parecesignificativo.

- Disminuir el relajamiento de lamoral individual y social, pro-ducto de su desinhibición pro-vocada por la droga y por ende lainmoralidad y la criminalidadasociadas con ello.Estos "beneficios", al igual quelos del caso anterior, sólo podríanser percibidos si la política deprohibición fuera eficaz en elcontrol del consumo. Pero elargumento encierra perversosmecanismos pedagógicos. Ha-bría que preguntarse si la forma-ción y la estabilidad de unamoral deseable puede lograrsemejor por la vía de la prohibicióny la penalización o por la convic-ción. El paternalismo exacer-bado en que pueden estar incu-rriendo los estados puede sersemejante al de los padres queno solo ocultan a sus hijos losbeneficios del sexo sino quebuscan impedirles cualquier con-tacto de esa naturaleza, a fin deevitar los riesgos de contagio deuna enfermedad venérea. Porotra parte, la búsqueda de esca-pes a la realidad o de estados deeuforia, que el consumo de dro-gas motiva casi siempre puedeser el efecto de serios problemasde disfuncionalidades en lamoral social \rigente, que debenser enfrentados colectiva e indi-vidualmente mediante el análi-sis de sus causas y una educa-ción más transparente y adap-tada a los rasgos y alternativasde la sociedad moderna. Final-mente, la crimina\idad y la mor-bilidad inducidas por el con-sumo de narcóticos y aluci-nógenos pueden ser sustancial-

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mente menores a la provocadapor el carácter ilegal de esosmercados y también a las causa-das por el abuso de la principaldroga "legítima", el alcohol.

b. Los costos

En las acotaciones efectuadas a losbeneficios enumerados, se señala-ron algunas de sus limitaciones y seinsinuaron algunos costos asocia-dos a éstas. A continuación se sinte-tizarán estos últimos:- En primer término, hay que des-

tacar los costos financieros enque el estado, o mejor la socie-dad, debe incurrir para aplicarlas políticas de prohibición. En.la práctica estos costos equiva-len a la existencia de impuestoscon tal destinación. Nadelmannestima que en 1987 los EE.UU.dedicaron no menos de 8.000millones de dólares directa-mente a la aplicación de lasleyes sobre drogas. Sin embargoexisten gastos indirectos que,según el mismo autor, puedenser todavía más impresionantes,como es el caso del manteni-miento de prisiones.

- La represión dificulta una mejoreducación y una mayor informa-ción oficial sobre la naturalezade las drogas y los riesgos dediverso orden que ellas conlle-van. También aplicando el anti-guo proverbio anglosajón "For-bidden fruit is sweetest" (la frutaprohibida es la más dulce), laproscripción puede inducir auna curiosidad que estimula elconsumo de drogas en vez deevitarlo. Este es un costo, porsupuesto, difícil de evaluar.

- El carácter ilegal del mercadoprovoca la venta incontrolada dedrogas de baja calidad que confrecuencia están acompañadasde mezclas con otros productoscon efectos en ocasiones letalespara los consumidores. Muchasveces estos efectos son provoca-dos por los mismos químicosusados en la erradicación de loscultivos de droga. Por supuesto,'con cierta dosis de cinismo sepuede contra-argumentar que elmiedo a las "adulteraciones"puede limitar la demanda dedrogas.

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La prohibición genera un creci-miento desmesurado de organi-zaciones que concentran enor-mes riquezas en manos dequienes no pueden erigirse pro-piamente en personeros de lamás sólida moral. Lo anteriorprovocar no sólo aumento en los·registros delictivos sino quefomenta la corrupción en dife-rentes esferas del Estado y de lasociedad. Esto a su vez puedeconducir incluso a alteracionesen la estabilidad política de lasnaciones. En Colombia estasituación es ya evidente. Perotambién en los países consumi-dores, los exiguos resultadospositivos de las políticas actua-les, pueden llevar a erosionar laautoridad del Estado, a una pér-dida de credibilidad en el mismo,y en general a una peligrosasituación de desmoralizacióncolectiva. '

- El alto precio de las drogas pro-vocado por su situación de ilega-lidad, si bien puede actuar par-cialmente como un limitante enel consumo de las mismas, pro-voca a su vez aumentos en lastasas de criminalidad atribui-bIes a los adictos "no solventes".En suma, es bien probable que lacriminalidad atribuible a lasactuales políticas de prohibición

Arma6, el "comercio elela muerte"

superen con creces a la que seríaproducida por el consumo dedrogas en un mercado regulado.

Este balance de los costos y bene-ficios de la actual política de repre-sión contra las drogas, podría apa-recer sesgado. Pero la verdad es quela misma parece tener pocos adep-tos en los medios académicos oentre los comentaristas más seriosque tienen alguna relación conellos. Dos publicaciones recientesde la revista Semana, la carta delfamoso economis,ta norteamericanoMilton Friedman al director de laDEA, y un editorial del prestigiososemanario británico The Economist,corroboran esta apreciación. Esteúltimo hace observaciones como lasiguiente: "Mientras la gente gastedinero en la droga, por la arriesgadaaventura que esto significa, laprohibición no podrá funcionar.Convierte un asunto de elecciónp!=!rsonaly de salud en una crisis decriminalidad (...), mientras fracasanen el intento de aplicar esa prohibi-ción, no ejercen el poder para regu-lar el comercio". M.Friedman por suparte afirma que ... "si las drogashubiesen sido legalizadas, el "crak"(una de las drogas más nocivas, peroal tiempo más baratas) nuncahubiera sido inventado", y concluyedramáticamente: "Las drogas sonuna tragedia para los adictos. Peroal criminalizar su uso, éste se con-vierte en un desastre para lasociedad".

Desafortunadamente, pese a quelo anterior parece ser claro entre losanalistas de las más diversas disci-plinas científicas, en los mediospolíticos las ventajas que presenta-rían las opciones de una legaliza-ción regulada, no parecen tenerseen cuenta ni ser víables por lomenos en el corto y mediano plazo.¿Por qué? Un politólogo alemán dereciente paso por Colombia, seña-laba que la sociedad occidentaltiene la necesidad de un símbolopara exorcizar y conjurar el malestarde la cultura moderna y el agota-miento de los grandes propósitosmorales y éticos que los Estadoslideran en la sociedad; la banderaescogida para tal propósito parecehaber sido la gran cruzada interna-cional contra el narcotráfico. Encualquier caso, todos los expertoscoinciden en que tarde o temprano,dentro de diez, o quizá, veinte años,

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la esterilidad de la actual política ylos altos costos que conlleva, con-ducirán a su revisión. Sólo cabeesperar que no sea demasiado tarde.

Narcotráñco y ética. económica

El negocio del narcotráfico poseeamplias connotaciones para la éticaeconómica. Un seminario sobre laeconomía subterránea efectuadohace poco en la Universidad Nacio-nal y reseñado por el columnistaJorge Child en El Espectador, seña-laba que entre otras formas de eco-nomía subterránea, diferentes alnarcotráfico, se encuentran en Co-lombia "... las comisiones por con-tratos administrativos que según unestimativo de la Contraloría, alcan-zaron en 1984 la cifra de 60 milmillones de pesos, o sea algo equi-valente a la cifra de negocios delnarcotráfico colombiano en ese año.Los sobornos, los peculados, los res-cates por secuestros, el contra-bando, las quiebras fraudulentas,las estafas financieras, las evasio-nes de impuestos, los sobrepreciosen las licitaciones, la sobrefractura-ción de importaciones, la subfactu-ración de exportaciones y hasta lossimples robos técnicos, como es delos 13.5 millones de dólares".

El problema ético de este pano-rama desolador es que la sociedad yel Estado colombiano han sidodemasiado tolerantes y poco seve-ros en el control y represión de todaslas formas de delitos económicos.Uno de los casos que mejor expre-san su debilidad histórica, es el desu complacencia frente a la evasiónde impuestos y la falta de decisiónpara convertirla en delito penal.Curiosamente, es ésta, tal vez, lamejor medida, comprobada inter-nacionalmente, para controlar yreprimir el enriquecimiento ilícito,cualquiera que sea su origen. De allíque no sean exageradas afirmacio-nes como la del profesor SalomónKalmanovitz: "oo. la expropiación delos bienes de los narcotraficantes esinconsistente con tales relacioneslaxas entre el estado y los propieta-rios"(5).En suma, la relajada éticaeconómica que ha existido enColombia, a lo largo de su historia,según la cual el enriquecimientorápido y casi siempre ilícito es con-siderado como un "valor" social y nocomo un hecho punible, debe te-

nerse en cuenta dentro de las expli-caciones de por qué el negocio delnarcotráfico alcanzó tan impresio-nante auge en nuestro país.

Los problemas de ética econó-mica a nivel internacional, dentrode los cuales se inscribe el trata-miento al negocio del narcotráfico,fueron lúcida y sistemáticamenteabordados por el presidente VirgilioBarco en su exposición ante laAsamblea de las Naciones Unidase129 de septiembre pasado: "...pocoes lo que se discute o se hace paracontrolar el flujo de productos quí-micos utilizados en el procesa-miento de cocaína, los cuales pro-vienen en su mayoría de países deNorteamérica y de Europa. (.oo) Lacooperación internacional es esen-cial para lograr el control del lavadode dinero. Los carteles de la drogadependen del sistema financierointernacional para la transferenciade sus ganancias". Ciertamente,economías internas como las dePanamá, o muchos países delCaribe, e incluso otros más "respe-tables" como Suiza, dependen enbuena parte de interpretaciones dela "reserva bancaria" que, es bienconocido, sirven especialmente paraproteger ganancias ilícitas de di-verso origen. Incluso en paísescomo EE.UU., cuyo sistema demo-crático tiene como uno de susmecanismos más valiosos el delcontrol y penalización severa detoda clase de delitos económicos, sepresentan serias contravencionesen esta materia. Por ejemplo, segúninformación del diario La Prensa,apoyada en "Le Point", "... el FirstBank de Bastan, el banco número 16en importancia en Norteamérica, en1985 realizó 1.163 operaciones conel extranjero por una suma de 2.000millones de dólares, que no fuecapaz de justificar".

Pero tal vez el punto más delicadopara la ética económica es el refe-rente al tráfico internacional dearmas o "comercio de la muerte",también denunciado por el presi-dente Barco en su intervención. Unaspecto de este problema es cierta-mente el del comercio negro o ilegalde estos "productos" y de la facili-dad con que son vendidos, inclusopor proveedores "legales", como fueel caso reciente de las armas portu-guesas capturadas en Jamaica. Estepodría solucionarse con restriccio-

nes severas al comercio. Sin em-bargo, el problema de fondo es elenorme peso que en muchas eco-nomías tiene la industria de arma-mento. Según datos del Inl?tituto deInvestigación internacional para laPaz de Estocolmo y del "Journal ofInternational Affairs", entre 1981 y1985, los principales países produc-tores de armas realizaron exporta-ciones de material bélico por unvalor de 66.345 millones de dólares(de 1975). De las cuales el 64.1%tuvieron como destinatarios paísesdel tercer mundo. En dólares co-rrientes, la venta de armas a estospaíses aumentó de 10.450 millonesen 1973 a 32.260en 1984.Aunque esdifícil obtener datos sobre el valorde la producción internacional dearmas, seguramente este debe re-presentar un porcentaje bastantealto de los 663.120 millones de dóla-res que totalizó el gasto militar delmundo en 1985 (cerca de 20 veces elvalor del Producto Interno BrutoColombiano). No cabe duda que laética económica con la que lahumanidad enfrenta al negocio delnarcotráfico, no solo deja moral-mente mucho qué desear, sino queen gran medida facilita su expan-sión y fortalecimiento.

El presente artículo, más que sos-tener cualquier tésis en torno alnegocio del tráfico de drogas hapretendido presentar un márco ana-lítico para una interpretación másamplia del mismo, y llamar la aten-ción sobre sus múltiples facetaseconómicas, buena parte de las cua-les no es objeto de estudios y pro-fundización por parte de los econo-mistas y de los miembros de otrasdisciplinas sociales.

1. Gómez Hemando José, La Economía Ilegal enColombía: tamaño, evolucíón, caracteósticase impacto económico, Revista CoyunturaEconómica, Vol. 8, Na 3, septiembre de 1988.Fedesarrollo, Bogotá.

2. Caballero Argaez Carlos, La Economía de laCocaína, algunos estimativos para 1988, enCoyuntura Económica, op. cit. Los datos deeste artículo coinciden con los publicados enThe Economist en su edición de aból 2 de1988.

3. Nadelmann Etban A., U.S. Drug Policy: ABadExport, en Foreign Policy, Number 70, Spóng1988, publicado en esta misma edición.

4. Ibíd., p. 84.5. Kalmanovitz Salomon, La Retorcida de la

Economía, en Cien Días, No. 7, CINEP, Bogotá,Septiembre de 1989.

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