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Diferenciación Diferenciación paleoclimática del paleoclimática del cuaternario ... cuaternario ... Efrén José Jaimez Salgado y Fernando Ortega Sastriques

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DiferenciaciónDiferenciaciónpaleoclimática delpaleoclimática del

cuaternario ...cuaternario ...

Efrén José Jaimez Salgado y Fernando OrtegaSastriques

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INSTITUTO DE GEOFÍSICA Y ASTRONOMÍA INSTITUTO DE GEOGRAFÍA TROPICAL

MINISTERIO DE CIENCIA, TECNOLOGÍA Y MEDIO AMBIENTE

“DIFERENCIACIÓN PALEOCLIMÁTICA DEL CUATERNARIO DE ALGUNOS SECTORES DE CUBA OCCIDENTAL Y ORIENTAL SEGÚN RELICTOS EDÁFICOS. IMPLICACIONES PARA LA DESERTIFICACIÓN EN LA PROVINCIA DE PINAR DEL RÍO”

Autor: Lic. Efrén José Jaimez Salgado

Tutor: Dr. Fernando Ortega Sastriques

La Habana 2008

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Página legal

911.7-Jai-D

Diferenciación paleoclimática del cuaternario de algunos sectores de cubaoccidental y oriental según relictos edáficos: impilcaciones para la desertificaciónen la provincia de Pinar del Río / Efrén José Jaimez Salgado y Fernando OrtegaSastriques. -- Tesis en opción al grado de Doctor en Ciencias Geográficas. --Ciudadde La Habana : Editorial Universitaria, 2009. -- ISBN 978-959-16-1113-0. -- 140pág.

1. Jaimez Salgado, Efrén (Autor)

2. Ortega Sastriques, Fernando (Tutor)

3. Ciencias Geográficas

Digitalización: Dr. C. Raúl G. Torricella Morales ([email protected])

Ministerio de Educación Superior de la República de Cuba - Editorial Universitaria del Ministerio de Educación Superior, 2009.

La Editorial Universitaria (Cuba) publica bajo licencia Creative Commons de tipo Reconocimiento No Comercial Sin Obra Derivada, se permite su copia y distribución por cualquier medio siempre que mantenga el reconocimiento de sus autores, no haga uso comercial de las obras y no realice ninguna modificación de ellas.

Calle 23 entre F y G, No. 564. El Vedado, Ciudad de La Habana, CP 10400, Cuba

e-mail: [email protected]

Sitio Web: http://revistas.mes.edu.cu/elibro

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AGRADECIMIENTOS Una tesis de grado no puede ser resultado de la labor de un hombre; es seguro que en

todas está implícito el apoyo de muchos amigos, maestros y profesores y la experiencia

de nuestros tutores y colegas del mundo profesional. Sería interminable listar a todos los

que aportaron su ayuda a este empeño; de seguro alguno podrá no ser nombrado por

olvido involuntario. Nuestro inmenso agradecimiento a todos los que de algún modo

colaboraron con el autor en lograr su sueño. Mi agradecimiento especial a mi amigo,

maestro y tutor Dr. Fernando Ortega Sastriques, destacado edafólogo y paleoclimatólogo

que a pesar de su deteriorada visión no vaciló en brindarme su vasta experiencia en este

subyugante mundo del pasado. Mi agradecimiento a todos los colegas de trabajo que

respondieron cuando los necesité: al Ing. Jesús Pajón, por haberme invitado a formar

parte del proyecto Paleoclima del Cuaternario, a la Dra. Lourdes Palacio directora del

IGA y la M.Sc. Lina Rey, vicedirectora, por sus atenciones permanentes; al Lic. Ismael

Hernández, al M.Sc. Jorge Olivera, al Dr. Alberto García y a todos mis compañeros del

Departamento de Geología Ambiental, Geofísica y Riesgo. A los que no siendo del

departamento, tendieron su mano o me inculcaron ánimo cuando me faltó (Yolanda

Sainz, Adolfo Méndez, Ernesto Rodríguez, Marta R. Uratsuka, Fausto Acosta y Marta

Bacallao). Mi agradecimiento también a quienes desde fuera del IGA estuvieron

pendientes de mi desempeño: al amigo espeleólogo Leslie Molerio, por su colaboración

para publicar en la Mapping, a las doctoras Mayra Celeiro, Odil Durán, Carmen

Mosqueda, al Lic. Armando Longueira y a la M. Sc. Julia González, todos del IGT, por su

valiosa ayuda; al Dr. Martín Luís por invitarme a estudiar los suelos de Viñales. A mis

oponentes Dr. José M. Febles y Dr. Luís Rivero por sus acertadas críticas. A Fermín

Peña, amigo y compañero del Instituto de Suelos. A mis hermanos espeleólogos Divaldo

Gutiérrez y Reinaldo Fleita por las múltiples formas de colaboración; a Osvaldo Jiménez,

Freddy Cámara, Eduardo Garea y a todos los miembros del Grupo Borrás de la SEC. Mi

agradecimiento también a Madelyn Almeida por su ayuda en materia de informática. He

dejado para el final mi agradecimiento a mi familia: a mi madre, a mi esposa Carmen

Rodríguez y a mis abuelos Carmen Tarife y Francisco Salgado, mis mejores tutores en la

escuela de la vida. Mi agradecimiento expedito a la Revolución, sin cuya obra de medio

siglo, jóvenes de ascendencia humilde como el autor no podrían aspirar probablemente

al título universitario; menos entonces al sueño de alcanzar un grado científico.

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DEDICATORIA

A la memoria de Pedro A. Borrás Astorga, espeleólogo revolucionario caído en la epopeya de

Playa Girón.

Al grupo espeleológico que lleva su nombre en sus casi 30 años de fundado,

al cual debo mi vocación.

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SÍNTESIS

No existe una distribución similar de relictos edáficos en suelos de la región occidental y

oriental de Cuba y no se observan formaciones típicas de paleoaridez glacial extrema,

tales como horizontes petrocálcicos. Se aprecia sin embargo, una marcada diferencia en

los tenores de Mg, Na y K intercambiables, en suelos Pardos Cálcicos, lo que sugiere

que los suelos de Cuba Occidental conservaron niveles ligeramente mayores de

humedad, en relación a sus homólogos de Cuba Oriental. Es probable por tanto, que las

formaciones vegetales en Occidente no hayan sufrido condiciones de extrema aridez

durante los períodos glaciales del continente y el clima haya sido algo más húmedo,

debido a la disminución de la temperatura media del aire por una mayor influencia de

frentes fríos, bajas extratropicales y de grandes bancos de nieblas. Las evidencias

encontradas, permiten suponer la existencia de condiciones paleoclimáticas más

húmedas en la formación de los suelos en la parte occidental de Cuba (muy húmedas en

las montañas, semiáridas en las llanuras interiores, y desiertos costeros y subcosteros

probablemente fríos), en contraste con áreas desérticas tórridas en las llanuras de la

parte oriental y la vertiente sur del macizo Sierra Maestra. Se confeccionó un Mapa

Preliminar de Zonas Vulnerables a la Desertificación y la Sequía en la provincia de Pinar

del Río, con el 31 % del territorio afectado por ese flagelo, con predominio de la

categoría ligeramente vulnerable (18.2 %), pudiéndose observar un ligero incremento de

las áreas afectadas entre 1971 y 1984. En la evaluación realizada para esta tesis, se

consideraron factores que no se han tomado en cuenta antes por parte del GRUDES

para la evaluación cuantitativa de las áreas vulnerables a la desertificación en Cuba,

cuestión de máximo interés, si partimos del hecho de que la cifra manejada actualmente

en el país (22,7 %), representa sólo el área de suelos afectados actual o potencialmente,

por procesos de salinización.

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INDICE

INTRODUCCIÓN

1. MARCO TEÓRICO Y CONCEPTUAL

1.1 El Clima como factor más activo en la formación de los suelos

1.2 El problema de la desertificación a escala global

1.3 Situación en Cuba

2. NUEVAS CONSIDERACIONES SOBRE EL CLIMA DEL PLEISTOCENO

SUPERIOR EN CUBA OCCIDENTAL A PARTIR DE EVIDENCIAS DEL REGISTRO

EDÁFICO Y COMPLEMENTARIOS

2.1 El clima del Pleistoceno superior, a partir de evidencias presentes en el registro

edáfico de algunos sectores de Cuba Occidental y su comparación con áreas similares

del Oriente de Cuba

2.2 Otras evidencias que apoyan la existencia de diferenciación paleoclimática entre

Cuba Occidental y Cuba Oriental durante el Pleistoceno

3. ZONACIÓN DE LOS PRINCIPALES ESCENARIOS VULNERABLES A LA

DESERTIFICACIÓN EN LA PROVINCIA DE PINAR DEL RÍO

3.1 Principales escenarios vulnerables a la desertificación en la provincia de Pinar del Río

CONCLUSIONES

RECOMENDACIONES

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

ANEXOS

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INTRODUCCIÓN

Los suelos son el espejo del paisaje, la epidermis de nuestro planeta. Ellos

constituyen un componente fundamental del medio físico, en tanto conservan una

importante información (suelo-memoria) acerca de los factores y procesos

climáticos y paleoclimáticos, geológicos, geomorfológicos, y en general físico-

geográficos, que han acontecido a lo largo del tiempo, en un determinado

espacio. Puede decirse que los suelos constituyen una especie de "archivo" de

los procesos naturales (y también de los desencadenados y/o acelerados por el

hombre) dentro del medio geográfico. Resulta evidente pues, la importancia del

estudio y conocimiento de las características de los suelos como vía para conocer

también mejor lo que aconteció en el pasado y sobre la base de lo que ocurre en

el presente, pronosticar el futuro.

Desde finales de la década del 60 del pasado siglo, comenzaron a aparecer una

serie de investigaciones básicas a partir de evidencias geológicas,

geomorfológicas y edáficas, que abordaron desde cada uno de sus respectivos

puntos de vista, el problema de la evolución paleoclimática de nuestro país. Son

dignos de destacar por su alcance y connotación, los trabajos realizados por

Panos y Stelcl (1967); Nuñez y col., (1968, 1969); Acevedo (1971); Kartashov y

col, (1981, 1982); Ortega y Arcia (1982); Ortega y Zhuravliova (1983); Ortega

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(1983); Hernández y col, (1988, 1989) y otros que alcanzaron su máximo

esplendor durante este período y que han sido fuente de inspiración fundamental

de esta tesis de doctorado.

El suelo como componente del medio geográfico tiene un carácter dual: de un

lado forma parte del componente abiótico del geosistema y del otro, es parte

indisoluble del componente biótico. El suelo es considerado como "un organismo

vivo" debido a la intensa actividad biológica que existe en su interior,

especialmente en los horizontes superiores. Resulta inconcebible hablar de

agroecosistemas y de formaciones vegetales sin tener en cuenta al suelo como

principal sustrato ecológico de la Biosfera. Sin suelos, las plantas no podrían

realizar procesos quimiosintetizadores (reacciones en la oscuridad), al no

disponer de los elementos organominerales fundamentales para su nutrición; sin

suelos no sería posible a gran escala la fotosíntesis clorofiliana de las plantas

terrestres, que contribuyen a la oxigenación de la atmósfera, sin suelos en pocas

palabras, no sería posible la vida del hombre y de gran parte de las especies que

habitan hoy la parte emergida del planeta. El suelo es por tanto, el componente

más importante del medio geográfico. Su singular característica es su fertilidad,

su capacidad exclusiva para rendir cosechas agrícolas.

De lo anterior se deduce la enorme importancia y trascendencia que tiene para un

país como el nuestro, con fuerte tradición agrícola, el desarrollo de tesis de grado

que posibiliten ampliar y profundizar en el conocimiento pleno de nuestros

recursos edáficos, de las complejas condiciones paleogeográficas bajo las cuales

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se han formado los mismos, de los principales procesos degradantes que hoy lo

afectan y de cuáles son sus probables tendencias evolutivas en plazos seculares;

en fin, de como explotarlos sosteniblemente y de cómo mejorarlos o protegerlos.

Nuestro héroe nacional José Martí comprendió muy bien esta realidad para

nuestro país cuando expresó: "La tierra es la madre de la fortuna, salvarla es ir

directamente a ella".

El presente tema de tesis doctoral, surge como parte del estudio de suelos de los

alrededores del karst de la Sierra de San Carlos, Pinar del Río, en apoyo al

Proyecto “Paleoclima del Cuaternario Cubano: Una Caracterización Cuantitativa”

desarrollado por el Instituto de Geofísica y Astronomía, como parte del Programa

Nacional de Cambios Globales y la Evolución del Medio Ambiente.

Con ese propósito, se realizaron en el área de estudio (área piloto del Proyecto),

un total de 13 calicatas de suelos. Una parte de estas (7 en total), se enviaron al

Laboratorio de Química de Suelos del Instituto de Suelos, MINAG, para su

caracterización química y diagnóstico. De manera similar, se utilizaron los datos

analíticos obtenidos en el Laboratorio de Suelos de otras 7 muestras

correspondientes a los agrupamientos Ferralítico y Ferrálico, según la Nueva

Versión de Clasificación Genética de los Suelos de Cuba (Instituto de Suelos

1999), de perfiles tomados por el autor de la tesis como parte del “Estudio

Geólogo Ambiental del Municipio La Lisa” (Campos y col, 1999: Expediente 48 / 98

IS) y del Municipio Playa, ambos en esta capital (inéditos), obteniéndose los

Mapas Genéticos de Suelos actualizados de ambos municipios.

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Se utilizaron indistintamente para la actualización de la sistemática de los mapas,

la Nueva Versión de Clasificación Genética de lo Suelos de Cuba (Instituto de

Suelos, Op. Cit) y el sistema de clasificación de suelos del World Reference Base

(2003), debido a las exigencias editoriales de revistas extranjeras con vista a su

publicación. Esto fue posible hacerlo básicamente a niveles taxonómicos

superiores de las unidades de suelos, las cuales son correlacionables con la

sistemática que se utiliza por FAO y el World Reference Base (2003), aunque en

casos muy particulares se pudo avanzar, más allá de los niveles de grupo y de

subgrupo de suelos.

Se hicieron consultas bibliográficas de otros perfiles de suelos del Instituto de

Suelos (17 perfiles de suelos Pardos y de otros tipos de suelos que ofrecen

información acerca de las condiciones paleoclimáticas de su formación en las

regiones oriental y occidental de Cuba), a partir de una intensa revisión de la

literatura especializada, lo que permitió en última instancia contrastar las

características morfológicas y las condiciones paleoclimáticas diferenciales de

formación de los suelos en ambas regiones, tomadas como “regiones claves” para

este estudio, por ser las más vulnerables a la desertificación dentro del contexto

nacional.

Se realizaron 18 comprobaciones de campo a la búsqueda de relictos edáficos,

en suelos Pardos y Húmicos Sialíticos, formados por debajo de la isoyeta de los

1 200 mm/año, en la zona comprendida entre Playa Morrillo, Bahía Honda,

provincia de Pinar del Río y el Oeste de la Bahía del Mariel, provincia de La

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Habana (zona tropical relativamente seca), realizándose la actualización también

del Mapa Genético de Suelos de esta localidad a partir de la información de base

(mapas de suelos 1: 100 000 y 1: 25 000) y de la caracterización de nuevos

perfiles, con el propósito de ubicar los suelos con presencia de relictos edáficos

en el mapa. En esta zona, se realizó la toma de muestra por horizontes de

diagnóstico y descripción morfológica de un perfil de suelo Pardo Cálcico o

Kastanozems cálcico, de acuerdo con el sistema de clasificación del World

Reference Base (2003) [Perfil QH -1: ver Anexos I, VI, y XVIII], cuya

caracterización química fue realizada en el Laboratorio Provincial de Suelos

Habana, Quivicán, provincia de La Habana. También en esta misma zona, se

reporta por primera vez para Cuba en esta tesis, un suelo Húmico Calcimórfico

Cálcico (Chernozem cálcico, de acuerdo al World Reference Base, 2003. Ver

Anexo II).

Se realizaron otros recorridos de campo para la observación y estudio de

paleosuelos bajo dunas fósiles, distribuidos todos en la zona costera comprendida

entre Santa Fe (Oeste de Ciudad de La Habana) y la margen oriental de la Bahía

del Mariel, así como también en otras áreas con características similares, cercana

a playa del Mégano, en la carretera de la Vía Blanca, y en acantilados fósiles de

la zona comprendida entre Rincón de Guanabo y punta Jíjira, en Santa Cruz del

Norte, La Habana, comprobándose la existencia de otros sectores con presencia

de suelos Pardos Cálcicos, ya reportados con anterioridad por el Instituto de

Suelos (1973) [Anexos III y IV].

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Es necesario señalar, que en los casos concretos de la provincia de Matanzas y

el municipio especial Isla de la Juventud, no se contó con perfiles de suelos con

relictos edáficos, dado en primer lugar a que no existen en estos dos territorios

del occidente de Cuba, buenas asociaciones de suelos Pardos en fajas

bioclimáticas relativamente secas, razón por la que se tiene la data analítica de

un solo perfil en la provincia de Matanzas, en tanto no se cuenta con información

alguna de este tipo, para el caso de la Isla de la Juventud.

Las técnicas empleadas para el análisis químico de las muestras fueron:

pH: Método Potenciométrico

Acidez de cambio: Método de Sokolov

Acidez hidrolítica: Método de Kappen, modificado por el Instituto de Suelos

Carbonatos: Método Gasométrico

Cationes cambiables: Método de Schatschabell

Determinación del hierro libre: Método de Deb

Determinación del hierro amorfo: Método de Tam

Determinación del hierro total: Método de ORSTOM

El análisis de composición granulométrica fue realizado en el Laboratorio

de Química y Geología de la Empresa GeoCuba, Estudios Marinos.

En términos generales, además de los métodos analíticos destinados a la

caracterización de los suelos, el método principal que se utiliza en la tesis es el

método geográfico comparativo, instrumentado de acuerdo con el método

fundamental de la pedología dokuchaeviana, a partir de la comparación del tipo,

forma, y tamaño de los relictos edáficos en suelos ubicados en algunos sectores

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claves de Cuba oriental y occidental, así como la comparación de los valores

medios de Na, K, y Mg intercambiables.

Dado que la presencia de neoformaciones calcáreas en forma de carbonatos

secundarios en el perfil del suelo (relictos edáficos), constituye una evidencia de

la existencia de condiciones más áridas en el pasado pedogenético de estos

suelos y dado que los procesos geológicos fundamentales, edáficos,

geomorfológicos y en general físico–geográficos, han sido esencialmente los

mismos a lo largo de las eras y períodos geológicos, cambiando sólo la intensidad

y distribución geográfica de estos, de acuerdo con el Principio del Actualismo

enunciado por Hutton en 1785 (tomado de Holmes, 1972), es posible reconocer la

existencia de algunas diferencias en las condiciones paleoclimáticas de formación

de estos suelos y por ende, de los ecosistemas que probablemente prevalecieron

en aquel tiempo, entre una región y otra de Cuba a partir de diferencias

fundamentales existentes también en relictos edáficos de suelos Pardos con

Carbonatos Secundarios (Pardos Cálcicos) de las regiones oriental y occidental.

De manera auxiliar, se trabajó en la cartografía digital de los mapas de las áreas

estudiadas con la aplicación de un Sistema de Información Geográfica, que estará

disponible como material de consulta sobre temas de suelos, paleosuelos y

relictos edáficos, para estudios de este tipo que se acometan en el futuro.

Se elaboró una matriz numérica booleana, como resultado de la identificación de

las unidades vulnerables a la desertificación a partir del mapa digital de suelos de

la provincia Pinar del Río (tomada como provincia piloto, por ser la más compleja

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desde el punto de vista físico – geográfico, dentro del contexto de la región

occidental de Cuba), de acuerdo con la información disponible en el Mapa

Genético de Suelos, a escala 1:250 000 (reducción del levantamiento a escala

1: 100 000 del Instituto de Suelos, 1971) y del Mapa de Suelos, escala 1: 25 000

del MINAG (Dirección Nacional de Suelos y Fertilizantes, 1984), lo que posibilitó

la elaboración de un Mapa Preliminar de Zonas Vulnerables a la Desertificación y

la Sequía en esa provincia, que como se sabe, es la de mayor grado de

afectación por este fenómeno en el occidente de Cuba.

Los criterios valorados para identificar las principales unidades vulnerables a la

desertificación y la sequía en la provincia fueron:

o Sequedad Climática Natural: suelos distribuidos por debajo de la isoyeta de

los 1 200 mm/año, con un coeficiente hidrotérmico < 1,2 durante todo el

año, de acuerdo con criterios de estudios anteriores de Hernández y col.,

(1988; 1989) y Fundora y col, (1997).

o Sequedad por sales: suelos afectados por salinización, con contenidos

superiores a los 650 ppm de Sales Solubles Totales (SST).

o Sequedad edáfica no salina: suelos muy permeables, con una capacidad

de retención de humedad menor de 15 cm/m en la rizosfera.

o Presencia de las llamadas Fases Esquelética y Petroférrica de acuerdo con

FAO – Unesco (1998), asumido por el World Referente Base (2003), con

erosión en la capa arable y afloramiento de bloques muy compactos en la

superficie del suelo.

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La tesis está estructurada en 3 capítulos. El Capítulo I (Marco Teórico y

Conceptual), aborda el asunto de las condiciones paleoclimáticas de formación de

los suelos en general, en tanto el Capítulo II aborda esta misma problemática,

pero en suelos con presencia de relictos edáficos en el Occidente de Cuba,

formados durante el Pleistoceno (Ver Anexo V) y de algunos elementos

adicionales que brinda el registro paleontológico y geoespeleológico del

Cuaternario (particularmente durante el Pleistoceno superior de esta parte de

nuestro país).

Finalmente, el Capítulo III aborda el problema de la evolución climática secular de

algunas áreas del Occidente de Cuba y su vulnerabilidad a la desertificación,

constituyendo éste, un asunto práctico de repercusión económica y social, visto

desde una perspectiva más abarcadora, en cuanto a los posibles factores

disparadores o de riesgo.

Problema Científico

No se cuenta hoy con un conocimiento pleno de la existencia de verdaderos

relictos edáficos en los suelos del Occidente de Cuba, ni existe en consecuencia,

una adecuada interpretación regional acerca de las condiciones paleoclimáticas

de formación de dichos suelos en esta parte del país, que brinde un criterio

general de cómo pudo haber sido el clima de esta región durante el Pleistoceno.

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Hipótesis

Por cuanto los suelos constituyen un verdadero archivo de las condiciones

climáticas, paleoclimáticas, geológicas, geomorfológicas y ecológicas de su

formación en el tiempo y el espacio geográfico (registro edáfico), el

descubrimiento en ellos de verdaderos relictos edáficos, formados en condiciones

climáticas pretéritas, permiten el estudio e interpretación de los ambientes

paleoclimáticos en que estos suelos comenzaron a formarse, lo que posibilita

deducir cómo fueron estos paleoambientes (en especial el clima), así como la

comparación del mismo en diferentes regiones físico – geográficas de Cuba.

Objetivo General

Demostrar la existencia de condiciones paleoclimáticas y paleoambientales

ligeramente menos áridas en la formación de los suelos del occidente de Cuba en

relación a la parte oriental del país, a partir de evidencias presentes en el registro

edáfico y complementario (paleontológico, geoespeleológico), durante los

períodos glaciales del continente norteamericano.

Objetivos específicos

Comprobar a partir del análisis de relictos edáficos, la existencia inequívoca

de oscilaciones paleoclimáticas en el occidente de Cuba, contrario a lo

planteado en la llamada “hipótesis de los dos pleistocenos”

Demostrar la influencia mayor de los frentes fríos, bajas extratropicales, y otras

condiciones paleoclimáticas favorables a una mayor retención de humedad en

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los suelos del occidente del país durantes las fases áridas del Pleistoceno, en

comparación con lo sucedido en la parte oriental de Cuba

Investigar las probables tendencias evolutivas seculares y su implicación en

los procesos de desertificación de algunos suelos muy evolucionados

distribuidos en la zona tropical relativamente seca del Sur de la provincia de

Pinar del Río

Novedad científica

No existía hasta el presente en nuestro país, una tesis de doctorado que abordara

el tema paleoclimático a partir de estudios del componente suelo, cuestión que se

aborda por primera vez desde una perspectiva integradora, al estar incluidas

algunas evidencias geológicas (paleontológicas) y geoespeleológicas que de

conjunto aportan novedad científica a la investigación, ofreciéndose nuevas

consideraciones sobre la cuestión de la evolución paleoclimática del occidente de

Cuba, durante el período Cuaternario.

Otro aspecto de significativa novedad científica, es el hecho de que se aborda el

problema de la vulnerabilidad a la desertificación en el caso concreto de la

provincia Pinar del Río, tomándose en cuenta otros factores disparadores de este

flagelo, más allá de las conocidas afectaciones por salinización actual y potencial

de los suelos y de la sequía meteorológica.

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CAPÍTULO 1

MARCO TEÓRICO Y CONCEPTUAL

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1. MARCO TEÓRICO Y CONCEPTUAL

1.1 El clima como factor más activo en la formación de los suelos

El Clima es el más activo de los cinco factores naturales de formación de los

suelos (factores de pedogénesis); su efecto sobre las rocas y materiales

parentales, tiene lugar no sólo por medio de la acción directa de la lluvia y el

humedecimiento, sino incluso por los cambios de temperaturas en la capa

adyacente o capa inferior de la troposfera. Al mismo tiempo de él dependen otros

factores pedogenéticos como son la vegetación y la fauna (factores bióticos) y en

menor grado, influye también sobre el relieve y sobre el carácter de los

sedimentos y cortezas de meteorización (factores abióticos), a partir de los cuales

se forman y desarrollan los suelos.

Este capítulo tiene como objetivo general, ofrecer al lector de la tesis todo un

conjunto de elementos valorativos del papel del clima como factor principal de la

formación de los suelos y la importancia de su estudio para el desciframiento de

las condiciones climáticas pretéritas (paleoclimáticas) en que estos se formaron.

El archipiélago cubano, con una distribución latitudinal y una configuración

alargada y estrecha, está ubicado en la zona climática tropical de la faja

climática tropical. Esto condiciona la existencia de un clima predominantemente

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zonal, que puede clasificarse como tropical estacional y medianamente húmedo

(también denominado tropical de sabana o de humedad alternante) identificado

por la clave Aw dentro de la Clasificación Climática de Koëppen (tomado de

Barranco y Díaz, 1989), siendo la variante climática más extendida a lo largo del

territorio nacional (con sólo pocas excepciones como al centro del valle del Cauto

y sur de Guantánamo (semiárido o Bw, según Acevedo, 1986), así como gran

parte del grupo montañoso de Nipe – Sagua – Baracoa (clima Af: tropical lluvioso

todo el año). El mismo, posee un régimen anual de temperatura media del aire del

orden de los 24 0C en todas las llanuras del territorio nacional, con excepción

de las costas de la parte oriental del país, donde es superior a los 260C. En los

sistemas montañosos se produce en cambio, una disminución gradual de la

temperatura media del aire, resultando ésta inferior a los 20 0C en el grupo

montañoso de la Sierra Maestra. La regularidad espacial de la temperatura

media es más notable en el mes de Julio, cuando predomina el rango de 26

a 280C en todo el territorio, con excepción de las llanuras costeras que poseen

promedios superiores y de las montañas, donde los valores son más bajos.

Atendiendo a esto último y de acuerdo con los datos publicados en el Nuevo

Atlas Nacional de Cuba (Instituto de Geografía e Instituto de Geodesia y

Cartografía, 1989), pueden diferenciarse claramente tres tipos de territorios: los

de llanuras costeras, con mínimas diarias de 20 a 250 C y máximas diarias de

25 a 350C, los de las llanuras interiores con mínimas entre 15 - 25 0C y máximas

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de 30 a 350 C y los de alturas y montañas con mínimas de 15 a 20 0C y máximas

de 20º a 300 C.

Una de las principales características de la temperatura del aire en relación al

origen de los suelos en Cuba, consiste en que su variación promedio diaria

supera la variación media anual, lo que repercute en la alteración mecánica de

las rocas y de los minerales primarios, a expensas de la dilatación y contracción

diaria de los granos y cristales que generalmente las forman.

No obstante, la destrucción mecánica “in situ” de las rocas y los materiales

formadores del suelo a causa de los cambios bruscos de temperatura, no hay

dudas de que el papel protagónico de la alteración de los minerales primarios lo

tienen las precipitaciones.

Las lluvias alteran los minerales primarios de las rocas tanto mediante su

acción mecánica (erosión por percusión y transporte) como por su acción química

(disolución, hidrólisis, hidratación, procesos redox y otras formas del

intemperismo tropical).

En el caso de las rocas ultrabásicas (peridotitas, dunitas, serpentinitas, etc),

investigadores que han trabajado las cortezas de intemperismo y suelos

tropicales derivados, tales como Buguelsky y Formel (1973), Caillere, Segalen,

Fripiat, Bonifas y otros (Instituto de Suelos, 1973), han demostrado que los

productos finales de la alteración de estas rocas bajo régimen de intemperismo

tropical intenso, se encuentran principalmente formados por goethita y hematita,

debido a procesos que produjeron una eliminación enérgica por lavado de la poca

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sílice (SiO2) y bases alcalinotérreas del suelo, así como a una acumulación

relativa del hierro en todo el perfil en grandes cantidades, consecuencia directa

de la meteorización de piroxenos y olivinos de las peridotitas (Baisre y Cárdenas,

1984). Como resultado, se producen cantidades unas 10 veces superiores de

óxido de hierro férrico (Fe203) en los suelos, que la existente en las rocas

originarias (Instituto de Suelos, 1973), favorecido esto además por un drenaje

bueno para su acumulación y estabilidad.

Puede decirse que los regímenes climáticos tórridos y subtropicales constituyen

los escenarios más propicios para el desarrollo de potentes cortezas de

meteorización y suelos de alto grado de evolución. En este sentido Segalen

(1965), después de un largo estudio de suelos del agrupamiento Ferralítico,

concluyó planteando que los regímenes ecuatorial, tropical húmedo y medio y

subtropical caliente y medio, son los más favorables para el máximo desarrollo y

evolución de estos suelos.

Otros autores como Denisov (1962) [citado por Zonn, 1968], han intentado

establecer una relación de dependencia de los productos de transformación de

las rocas madres, a las condiciones climáticas imperantes, tal y como se muestra

en la Tabla I.

Guerasimov (1975), logró esclarecer, por su parte, la existencia de una relación

estrecha entre el origen de los suelos tropicales, las cortezas de intemperismo y

los productos de su redeposición, más allá de simples factores de pedogénesis.

La conocida “fórmula dokuchaeviana” que establece que, los factores de

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formación dan lugar a los distintos tipos de suelos, fue reformulada por este autor

bajo el paradigma de que los factores de formación, dan lugar a procesos de

formación y estos a su vez, a las cortezas de meteorización, que más tarde

evolucionarán en los diferentes grupos y tipos de suelos, introduciendo además el

concepto de “suelo – memoria” para destacar aquellas características grabadas

en el suelo, que posibilitan la reconstrucción de su pasado histórico natural.

Tabla 1. Dependencia de las relaciones moleculares SiO2/Al2O3 (en la fracción arcillosa) con las condiciones de humedad.

País Suma de las precipitaciones anuales (mm)

SiO2/ Al2O3 ( promedio)

Duración de la estación seca

(meses) Sudán 625 3,05 11

Ghana 625-1250 2,39 8

Congo 1260-2000 2,07 3

Guinea 2000 1,55 4

Fuente: Denisov (1962), presentado por Zonn (1968).

Aunque la relación de dependencia mostrada en la Tabla I no es estricta, los

autores logran destacar sin embargo, que existe un vínculo real entre el grado de

evolución de los suelos y el total de precipitaciones anuales. Según ellos, para

precipitaciones menores de 625 mm con una estación de 11 meses del año

secos, predomina el estadio Sialítico de evolución; entre 625 a 1 250 mm,

predomina el estadio Fersialítico (grado de evolución intermedia), mientras que

por encima de los 1 250 mm, comienzan a predominar la ferralitización y

posteriormente (> 2 000 mm) la alitización, como estadio superior de la evolución

de los suelos a expensas del intemperismo tropical. Sobre esta base, se abordará

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este asunto durante el desarrollo del Capítulo II, desde la óptica de los

paleoregímenes hídricos del suelo y de acuerdo con nuevas consideraciones en

materia de clasificación (World Reference Base, 2003 e Instituto de Suelos,

1999).

De lo anterior se puede interpretar que, en dependencia del tiempo de evolución

de los suelos y del régimen de precipitaciones que los afecta, la intensidad del

intemperismo de las rocas varía desde formaciones químico-mineralógicas

sialíticas y fersialíticas, hasta ferríticas, ferralíticas, e incluso alíticas. No

obstante, el carácter y composición químico-mineralógica de las rocas madres

(factor geología), ejerce también una marcada influencia pasiva (no determinante

en la evolución del suelo), en el proceso de pedogénesis. Así tenemos que

rocas de composición ácida como granitoides, gneisess y esquistos cuarcíticos,

tienden a formar caolinita y gibbsita y dentro de los productos del intemperismo,

se acumulan cantidades relativamente altas de aluminio. En ellos es

característica además, la acumulación relativa de cuarzo residual (SiO2). La

destrucción y transformación de rocas de composición media y básica como las

andesitas, gabros, basaltos y diabasas, da lugar sin embargo a la acumulación

principalmente de hierro férrico (Fe2O3) y menor contenido de aluminio

cambiable. De este modo y en dependencia de la intensidad del intemperismo,

este proceso va acompañado de la formación de esmectitas, esmectita-caolinita

y caolinita-esmectita con muy poca gibbsita (estadios sialíticos, fersialíticos, y

ferralíticos).

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Un caso bastante particular lo ofrece la alteración de los minerales primarios de

rocas ultrabásicas (complejo ultramáfíco de Cuba), como las serpentinitas, dunitas

peridotitas, etc, en las que la transformación conlleva ante todo a la acumulación

de grandes cantidades de hierro férrico en forma de óxidos, llegándose a

alcanzar más del 60 - 70 % de hierro libre en el perfil del suelo (Instituto de

Suelos, 1973; 1975; 1980, 1999).

Según datos recién divulgados por el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos

(2006), la precipitación media anual de Cuba disminuyó en relación al período

1931 – 1960 en 133 mm, siendo actualmente la media nacional del orden de los

1 335 mm, con dos períodos bien definidos: uno lluvioso (mayo a noviembre), con

el 80 % del total anual y otro relativamente seco (diciembre-abril), con el 20 %

anual. Solamente en las zonas montañosas del grupo Nipe-Sagua-Baracoa,

esta distribución porcentual se ve alterada, observándose una distribución

equivalente en ambos períodos, lo que se debe al papel de la

orografía (relieve) y otros factores de circulación atmosférica, tales como la

mayor influencia en esta región de los vientos alisios del nordeste y el marcado

factor exposicional de este sistema montañoso, en relación con las cordilleras

distribuidas al Sur de la antigua provincia de Oriente.

Los valores más altos de precipitaciones, que llegan a alcanzar más de 3 500 mm

de lluvia promedio anual, tienen lugar justamente en este grupo montañoso y en

las partes más elevadas de los restantes sistemas orográficos, donde las medias

anuales rondan los 1 800 – 2 000 mm. Bajo estas condiciones de

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sobrehumedecimiento, se produce una intensa transformación de los minerales

primarios, con lavado de las bases alcalinotérreas y acumulación de elementos

insolubles como hierro, aluminio y en parte manganeso, presentes en estas rocas

y en los minerales que las integran.

El clima como factor fundamental de la formación de los suelos, no fue

suficientemente estudiado en Cuba hasta fines de la década del 70 del pasado

siglo, aunque es justo decir que algunos trabajos incipientes habían sido

realizados ya por Marbut (Bennett y Allison, 1928) y posteriormente abordados

con mayor profundidad por otros investigadores.

Como el clima resulta el factor natural más activo en la formación de los suelos,

se parte del presupuesto de que a determinadas leyes zonales de distribución de

la lluvia y la temperatura por fajas climáticas (ley geográfica de zonalidad),

corresponde a su vez determinadas fajas de distribución de suelos zonales

(zonas edafoclimáticas), por lo que resulta lógico suponer que si se estudian las

características de los horizontes de diagnóstico de algunos tipos de suelos y

paleosuelos, es posible conocer cuáles fueron las condiciones paleoclimáticas

que existieron durante la época de formación de esos horizontes, en sus áreas de

distribución.

Es necesario acotar, que algunos trabajos han abordado el complicado y polémico

tema sobre la evolución climática de Cuba durante el Cuaternario, vinculado

directamente con el tema edafogenético, los que comenzaron a aparecer durante

los inicios de los años ochenta (Kartashov y col, 1982; Ortega y Arcia, 1982;

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Ortega y Zhuravliova, 1983; Ortega, 1983). Sin embargo, no ha habido hasta hoy

unanimidad de criterios entre los distintos autores que han abordado este

problema y algunos incluso niegan que hayan existido oscilaciones climáticas en

Cuba durante el Cuaternario (Kartashov y col, 1981), planteando que sólo existió

un cambio brusco de precipitaciones hace 700 000 años, lo que les permitió

dividir el Pleistoceno en húmedo y seco. También plantearon que nunca hubo un

período más seco que el Actual. En un trabajo posterior, no niegan tan

rotundamente las oscilaciones climáticas, pero dicen que su amplitud fue pequeña

(Kartashov y col, 1982).

Taylor (1868), fue el primero en considerar que durante las glaciaciones europeas

ocurrieron períodos pluviales en África del Norte. Hull (1885), extendió al

subtrópico el concepto de pluviosidad glacial. Las pruebas pictóricas, faunísticas

y geológicas de Caton-Thompson y Gardner (1929), consagraron también la

identidad glacial – pluvial. Se ha considerado asimismo esta identidad en la Gran

Cuenca Americana (Gilbert, 1890) y en el área del Caribe, se ha determinado en

las cercanías de Bogotá (Rubin, 1963). Los climatólogos se han esforzado por

explicar las causas que supuestamente aumentaron las lluvias en las latitudes

medias y bajas durante las glaciaciones (Schwarzbch, 1963; Jansa, 1969). Por

estas razones, el falso concepto de que el avance glacial provocó un aumento de

las precipitaciones a escala global se mantuvo desde finales del siglo XIX. A

pesar de lo anterior, aparecieron muchos trabajos que contradecían esa hipótesis

tan difundida. En ellos se demuestra que en muchos lugares el clima del período

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glacial fue más seco que el Actual (Emiliani, 1955; Fairbridge, 1972; Bonnatti y

Gartner, 1973; Bowler, 1977; Labeyrie y col., 2002). A su vez, en otros trabajos se

explican los mecanismos climáticos que debieron provocar la reducción de las

precipitaciones en los períodos glaciales y critican la correlación automática que

se ha hecho entre los depósitos aluviales groseros y potentes y los climas

húmedos (Fairbridge, 1968; 1975).

Otros investigadores consideran que la elevación del nivel de los lagos no se

debió a climas más lluviosos, sino a una reducción de las pérdidas de agua por

evaporación (Butzer, 1963); mientras que demuestran que si bien en algunos

lugares aumentaron las lluvias durante las glaciaciones, en otros se redujeron, ya

que durante estos períodos ocurrió un desplazamiento de la franja desértica hacia

el Ecuador (Tricart, 1963).

Trabajos más recientes han retomado el tema, demostrando la existencia de

oscilaciones paleoclimáticas en Cuba, a partir del estudio de simetría de scallops

y de la carga fluvial en galerías activas, estacionales y pretéritas, en el sistema

cársico de la Sierra de San Carlos (Pajón y col, 1999; 2001). Asimismo Pedroso y

col, (1999; 2001), demostraron también la existencia de oscilaciones

paleoclimáticas en Cuba, a partir del desciframiento de la mineralogía magnética

(presencia - ausencia de magnetita, maghemita, y hematita) en las formaciones

carbonatadas y eólicas del Pleistoceno Superior en el occidente de Cuba

(afloramiento de las formaciones geológicas Santa Fe y Guanabo y del

paleosuelo que las separa, al Norte de La Habana), así como la caracterización

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de las propiedades magnéticas (susceptibilidad magnética, intensidad de la

magnetización remanente natural, etc), en muestras de sedimentos terrígenos de

las formaciones geológicas Guevara y Villarroja.

El análisis de las evidencias paleoclimáticas en el registro edáfico, permite

comprobar la presencia de suelos en la región occidental de Cuba formados bajo

condiciones paleoclimáticas de marcada aridez, con alternancia de períodos más

húmedos, como el caso de suelos Pardos con Carbonatos Secundarios (o Pardos

Cálcicos según Instituto de Suelos, Op. Cit), distribuidos en algunos sectores de

la Llanura Costera Norte de Pinar del Río y en las Llanuras y Alturas del Norte de

la Habana – Matanzas (Anexos I, II y VI),

Resulta evidente asimismo, la abundante existencia en esta región del país de

otros suelos formados bajo regímenes paleoclimáticos fuertemente lluviosos,

como los Acrisoles o suelos Alíticos de Baja Actividad Arcillosa (Anexo VII), con

presencia en ocasiones de horizontes petroférricos y corazas de hierro y sílice

(ferricrete), que indican la existencia de períodos pretéritos con fuertes

precipitaciones, alternantes con períodos más secos (Watson, 1989).

En resumen, puede afirmarse que durante las glaciaciones se acentuó la aridez

general del planeta, aunque en determinados lugares muy concretos, pudieron

aumentar las lluvias (Ortega, 1984; Cruz y col., 2007).

Varios autores han señalado que en Cuba existieron períodos pluviales; las

pruebas son principalmente espeleológicas, geomorfológicas y faunísticas (Núñez

y col, 1968, 1969; Acevedo, 1971; Mayo y Kartashov, 1972; Mayo y Peñalver,

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1973; Acevedo y col., 1975; Kartashov y Mayo, 1976). En este caso, todos

consideraron, directa o indirectamente, que la pluviosidad coincidió con los

períodos glaciales, de acuerdo con la hipótesis paleoclimática más difundida por

entonces.

Durante el decenio 81-90 de la pasada centuria, el Instituto de Suelos reinició de

forma sistemática esta línea de trabajo, mediante el proyecto de Regionalización

Geográfica de los Suelos de las Provincias Orientales, cuyas bases parten de los

estudios climáticos y de regionalización climática, realizados antes por Davitaya y

Trusov en el año 1965. Una notable regularidad zonal en el proceso de

formación de los suelos fue revelada como resultado de estos estudios

(Hernández y col, 1988, 1989 y Torres y col, 1980), en estrecha relación con las

variantes climáticas determinadas por la altura, a la cual dichos autores

denominaron fajas bioclimáticas altitudinales. Se encontró, que el papel principal

en la evolución de los suelos en estas fajas, correspondía a los valores medios

de las precipitaciones anuales y a la relación que se establece entre estas y

las temperaturas (coeficiente hidrotérmico), así como a la influencia del clima

antiguo o paleoclima.

De esta forma, los suelos zonales formados dentro de la variante climática zonal

(Aw) o clima de humedad alternante, con lluvias entre 1 200 y 1 800 mm como

promedio anual y un Coeficiente Hidrotérmico anual1 mayor de 1,2 en el

1 Coeficiente creado por Selyaninov (1928). Establece una relación matemática entre el total de lluvia caída

(Q) en un período determinado (un mes, un año, etc) y la suma total de las temperaturas > 10 ° C

multiplicadas por 0,1.

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verano y menor que 1,2 durante el período seco, son en general suelos

saturados o próximos a la saturación y el grado de intemperismo tropical

predominante se corresponde con la sialitización, la fersialitización y en

menor medida con la ferralitización (Ferrálicos y Ferralíticos Rojos saturados o

casi saturados).

Los suelos formados en las fajas bioclimáticas establecidas por altura, con

valores de precipitación superiores a los 1 800 mm anuales y coeficientre

hidrotérmico anual mayor a 1,2 durante todo el año, son en general suelos

desaturados y el grado de intemperismo tropical en ellos muchas veces alcanza la

alitización.

Finalmente, los suelos formados dentro de la llamada faja bioclimática tropical

relativamente seca (con precipitaciones inferiores a 1 200 mm anuales y

coeficiente hidrotérmico inferior a 1,2 todo el año), poseen un grado de evolución

o intensidad del intemperismo tropical correspondiente a la sialitización (o a lo

sumo la fersialitización) y en las condiciones de Cuba Oriental, presentan

muchas veces relictos edáficos de climas anteriores al período Actual

(Hernández y col, 2006)a, tales como nódulos blandos de carbonatos

secundarios, pseudomicelios, amas friables, corazas, etc., las que en su conjunto

constituyen neoformaciones calcáreas precipitadas dentro del perfil del suelo, que

evidencian la existencia de un pasado mucho más árido que el Actual (Brown,

1956; Makedonov, 1966; Aristarian, 1970; Ruellan, 1967; Otvos y col, 1975;

Nahon y col, 1973, 1977; Millot y col, 1977; Ruellan y col, 1977; Bech y col, 1980;

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Ruellan, 1980, 1984; Kapur y col, 1985; Ducloux y Dupuis, 1985; Dolphe, 1985;

Jiménez y col, 1986; etc). Estas neoformaciones, denominadas “relictos edáficos”

por tratarse de verdaderas reliquias del suelo, formadas en un clima antiguo

actualmente inexistente, se encuentran dentro del perfil del suelo y han sido

caracterizadas desde el punto de vista de sus propiedades morfológicas por los

autores citados de la forma que a continuación se describe:

Ojos blancos o nódulos suaves: son concentraciones puntuales de carbonatos

secundarios, generalmente mayores de 1 cm.; de color blanco a blanco

amarillento y de aspecto más o menos circular. Pueden ser cortadas fácilmente

con un cuchillo.

Pseudomicelios: son concentraciones alargadas de carbonatos secundarios de

color blanco a blanco amarillento, que aparecen en posición oblicua dentro del

solum y han sido formadas a partir del relleno de antiguos canales de lombrices.

Amas friables: son concentraciones horizontales de distinto espesor, de

carbonatos secundarios de colores blanco a blanco amarillento, en forma de

capas sueltas dentro del solum.

Corazas u horizontes petrocálcicos: se trata de concentraciones lineales de

carbonatos secundarios de color blanco a blanco amarillento, con distribución en

forma de capas horizontales muy compactas (impenetrables para las raíces de la

mayor parte de los cultivos agrícolas). Estas neoformaciones calcáreas, al igual

que el resto de los relictos edáficos mencionados, no deben ser confundidas con

las corazas tipo calcrete y ferricrete en forma de pátinas o de costras que

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ocasionalmente recubren fragmentos de rocas calizas y pavimentos calcáreos

(Panos y Stelcl, 1967).

Un aspecto de gran interés para los objetivos de esta tesis, es el hecho de que la

regularidad en el carácter zonal, manifiesta en la formación de los suelos de las

provincias orientales, no ocurre de igual forma e intensidad en la formación y

distribución de muchos suelos de alta evolución que aparecen en las llanuras

costeras del occidente de Cuba, caracterizadas por presentar en ocasiones, una

variante climática tropical relativamente seca, como se observa por ejemplo en

gran parte de la llanura fluvio-marina del sur de Pinar del Río (desde el Oeste de

la Ensenada de Majana hasta el estero de La Coloma), donde aparecen grandes

áreas con suelos muy evolucionados del tipo Ferralítico Amarillento Lixiviado,

Ferralítico Cuarcítico Amarillo y Ferralítico Cuarcítico Amarillo Rojizo Lixiviado

(Alíticos), los que se encuentran paradójicamente distribuidos, por debajo de la

isoyeta de los 1 200 mm/año (Fundora y col, 1997). Lo anterior, abre la

interrogante sobre el origen de estos suelos, ante la disyuntiva de si fueron

formados “in situ”, o si por el contrario, se trata simplemente de suelos muy

evolucionados, formados a partir de antiguas cortezas de intemperismo

redepositadas (lo que parece ser la hipótesis más razonable). La tabla siguiente

ofrece detalles respecto a este problema, en el caso específico del sur de la

provincia de Pinar del Río.

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Tabla 2. Suelos de la zona tropical relativamente seca del sur de la provincia de Pinar del Río. No Tipo y Subtipo de Suelo* Área (km2) %

1 Ferralítico Amarillento Lixiviado Típico 506,7 29,5

2 Ferralítico Amarillento Lixiviado Laterizado 345,6 20,1

3 Ferralítico Cuarcítico Amarillo Concrecionario 58,6 3,43

4 Ferralítico Cuarcítico Amarillo Rojizo Lixiviado Típico 32,3 1,89

5 Ferralítico Rojo Típico 22,5 1,31

6 Ferralítico Cuarcítico Amarillo Rojizo Lixiviado Laterizado 21,7 1,27

7 Gley Cuarcítico Concrecionario Típico 15,0 0,87

8 Rendzina Roja Típica 132,0 7,7

9 Aluvial Diferenciado 36,7 2,14

10 Protorendzina Roja Típica 154,1 8,99

11 Arenoso Cuarcítico Típico 104,8 6,12

12 Suelos Cenagosos (Ciénaga Costera) 283,1 16,5

Fuente: Fundora y col, (1997).

* III Clasificación Genética de los Suelos de Cuba (Instituto de Suelos, 1980).

De la presencia ineludible de esta gran faja o zona bioclimática tropical

relativamente seca al Sur de la provincia (presente también pero más estrecha al

Norte de la misma), resulta obvia la posibilidad de una tendencia evolutiva

desfavorable de estos suelos en plazos seculares, como consecuencia del riego

con agua de mala calidad y de las altas tasas de evaporación en esta zona, con

coeficiente hidrotérmico < 1.2 durante todo el año, de acuerdo con datos del

Instituto de Suelos (Fundora y col, 1997), con un posible deterioro a largo plazo

de las condiciones ambientales dentro de la misma, debido a su mayor

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vulnerabilidad a la desertificación en virtud de factores como la sequedad

climática y el ya referido bajo coeficiente hidrotérmico durante todo el año.

1.2 El problema de la desertificación a escala global

Sin dudas, la desertificación es uno de los principales problemas de máxima

preocupación en el mundo actual por el peligro que presupone en cuanto a la

pérdida de la fertilidad natural de los suelos agrícolas.

En 1991, el Programa del Medio Ambiente de las Naciones Unidas (PNUMA),

definió la desertificación como “la degradación de la tierra en zonas áridas,

semiáridas y subhúmedas debido a un impacto humano negativo”.

Aunque la mayoría de los investigadores del tema toman como base esta

definición (Stroosnijder, 2000; Dahlberg, 2000; Cantón y col., 2001; Martínez-

Mena y col., 2001; Warren, 2002; UNCCD, 2003 a y b; FONAM, 2007; Hidalgo,

2007), otros estudiosos han incursionado más en este concepto, en tanto un

tercer grupo ha sido en cambio, mucho más estricto a la hora de redefinir el

fenómeno. Así tenemos la opinión de Martínez y Esteve (2006), que consideran

que la definición clásica anterior “resulta un concepto muy vago y amplio, ya que

en principio debe considerar cualquier tipo de degradación de tierra, incluyendo

procesos tan variados como la salinización, la calidad paisajística, los impactos

generados por las actividades extractivas, la contaminación de suelos, etc”.

Según la organización ecologista GREENFACTS (2006), “la desertificación

consiste en una degradación persistente de los ecosistemas de las tierras secas y

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se produce en gran medida, por causa del uso insostenible de recursos escasos,

constituyendo una verdadera amenaza para el sustento de algunas de las

poblaciones más pobres y vulnerables del planeta”.

Lennart Bage, presidente del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola

(IFAD), plantea a su vez que “la desertificación y la degradación de las tierras no

son fuerzas inexorables de la naturaleza. Aunque la sequía, las inundaciones, y el

calentamiento global juegan su papel, la desertificación es un proceso que

involucra más la acción humana (o la no acción), tal como son la deforestación y

las prácticas insostenibles en la Agricultura” (Bage, 2007).

Otros investigadores analizan la desertificación como un factor de pérdida de la

sostenibilidad, eficiencia y equidad en la asignación de recursos y en la

distribución transgeneracional de bienestar (Morales y Parada, 2005). En este

caso, se entra a analizar con más énfasis, el papel que ocupan los factores

sociales y políticos en el desencadenamiento de este fenómeno, tales como las

relaciones entre pobreza, desertificación y migración, a través de estudios de

casos, en países como Argentina, Brasil, y Chile.

En estudios recientes, se ha reconocido también el papel de la mujer en la

búsqueda de soluciones al problema de la desertificación. Así, la Oficina Regional

para Mesoamérica plantea que, “la degradación ambiental afecta de manera

diferente a hombres y mujeres” (UICN, 2005). Más adelante continúa diciendo,

que son las mujeres, quienes experimentan la degradación ambiental día a día en

las zonas rurales, por medio de su labor cotidiana. Por tal razón y dada la

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cercanía existente entre las mujeres y la problemática, “son ellas quienes tienen

un valioso conocimiento para la búsqueda de soluciones alternativas”.

Según datos del World Resources Institute de los Estados Unidos (tomados de

Nebel y Wright, 1999), alrededor de unas 6254 millones de hectáreas de suelos

agrícolas de todo el planeta están afectadas en uno u otro grado por este

pernicioso fenómeno, lo que representa alrededor del 20 % de las tierras secas

del mundo (entre 6 y 12 millones de km2 según GREENFACTS, 2005). Datos más

recientes publicados por Naciones Unidas, aseguran que la desertificación es un

problema mundial que afecta a la quinta parte de la población del planeta (más de

110 países) y es en parte consecuencia de la pobreza. Afecta directamente a más

de 250 millones de personas en el orbe y amenaza las vidas de 1200 millones de

personas, que figuran entre los países más pobres del mundo y que dependen de

la tierra para satisfacer la mayoría de sus necesidades (Datos de la UNESCO: 15

de Junio de 2006, tomados de www.redesma.org).

La sabanización (de origen natural o antrópico), la salinización, y la erosión de los

suelos agrícolas, son los principales procesos que conducen a mediano o largo

plazo a este fenómeno, que amenaza hoy con reducir aún más, las posibilidades

de alimentación de muchos pueblos, especialmente del mundo subdesarrollado.

Los depósitos de sales en el suelo hacen imposible que las raíces tomen el agua.

Si las concentraciones de sales son muy elevadas, llegan a extraer el agua de las

plantas, lo que conduce a la deshidratación y muerte (Nebel y Wright, Op. Cit). La

falta de agua hace languidecer las plantas; así, el líquido se conserva, pero la

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fotosíntesis se detiene, porque los estomas se cierran y de ese modo se

interrumpe el intercambio de gases (entrada de CO2 (g) y salida de O2 (g)). Si la

situación es muy grave o prolongada, las plantas mueren.

Otra causa de la desertificación es la pérdida de mantillo en los suelos agrícolas.

El mantillo hay que verlo como resultado de un equilibrio entre la adición de

detritos y formación de humus por un lado, y la pérdida y descomposición de

humus y detritos por el otro. En la actualidad, se han perdido más de 1500

millones de ha de mantillo. Los datos reunidos hasta el presente, muestran que

en todo el mundo el 62 % de las zonas ganaderas padecen desertificación por

esta causa, lo que significa que la producción ha disminuido 20 % o más y

continúa disminuyendo por esta causa.

La erosión de los suelos y la desertificación son dos fenómenos dañinos del

medio ambiente, capaces de hacer desaparecer a mediano o largo plazo a toda

una nación, si no se ponen en práctica medidas eficaces para detenerlas.

En su libro “Topsoil and Civilization”, Carter y Dale (1974) explican que la caída de

los antiguos imperios griego, romano y otros, fue provocada más por la

declinación de la agricultura por causa de la erosión del suelo, que por fuerzas

externas. La historia de la Isla de Pascua es una más entre otras muchas, cuyos

territorios se han desertificado a cuentas de la degradación de sus tierras.

Con todo, la civilización moderna parece inclinarse hacia la misma locura. Sólo en

los Estados Unidos, el destino de tierras de cultivo para otros usos, ha

promediado casi 600 000 ha en la última década y las pérdidas siguen

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aumentando. Lo mismo ocurre en otros países en desarrollo. En todo el planeta la

erosión, la formación de sales en las tierras y otros problemas, vienen

degradando los suelos agrícolas de una manera, que socavará aún mucho más la

productividad de los suelos en el futuro.

Durante los últimos 40 años,

millones de ha), han sido abandonadas por semejante degradación. Compensar

con la tala de más bosques, el arado de pastizales y la desecación de pantanos

no es ecológicamente sostenible (Nebel y Wright. Op. Cit, p – 212). Los Anexos

IX al XII muestran una síntesis del estado actual de este fenómeno a escala

global.

1.3 Situación actual en Cuba

En Cuba, según datos divulgados durante el sexto período de sesiones de la

Conferencia de las Partes de la Convención de Lucha contra la Desertificación,

celebrada en La Habana en el año 2003, alrededor del 14,9 % de las tierras

agrícolas estaban afectadas en diferente grado por el proceso de desertificación.

Asimismo, el 76 % de las tierras agrícolas está afectado por alguno de los

factores que limitan la producción, lo que las hace de medianamente a poco o

muy poco productivas. La sequía, cada vez más frecuente e intensa, ha duplicado

su frecuencia de aparición en los últimos decenios, hasta alcanzar situaciones

extremas como en el período seco 2003 – 2004, con fuertes afectaciones a las

provincias orientales, a tal punto, que en el momento actual la cifra oficialmente

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reconocida como área susceptible o vulnerable a la desertificación en el país

(Urquiza y col., 2006), asciende a 1,5 millones de hectáreas (22,7 %). La figura

que se muestra en el Anexo XII, muestra la distribución actual en Cuba de zonas

con ecosistemas frágiles semiáridos y subhúmedos secos, elaborado por el

Instituto de Suelos en el año 2000 (inédito).

De las 14 provincias de la República de Cuba, 11 de ellas están afectadas por

procesos que conducen a la desertificación. Las provincias con mayor afectación,

están ubicadas en los extremos de la Isla: Pinar del Río en la zona occidental y

Holguín, Las Tunas, Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo en la zona

oriental. Las cuencas hidrográficas de mayor afectación son las del Cauto, Guaso

– Guantánamo y del Cuyaguateje. Ecosistemas de especial significación por el

desarrollo de procesos de desertificación, están ubicados en la Llanura Meridional

y Sur Occidental de Pinar del Río, la zona Norte de la Cuenca del Cauto y la

Llanura Costera Maisí – Guantánamo. Las 5 provincias más orientales del país

han sido afectadas en los últimos años por intensos y persistentes procesos de

sequía. Se han identificado por las ONG que trabajaron de conjunto con vista a la

Conferencia de las Partes (2003), un total de 33 municipios muy vulnerables, 11

vulnerables y 10 poco vulnerables; en estos coinciden 3 de las 8 cuencas

priorizadas nacionalmente y las áreas más afectadas por los procesos de

desertificación y sequía.

Uno de los problemas ambientales de mayor envergadura en el país relacionado

con la desertificación, es la degradación de los suelos. Los procesos de

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degradación más importantes son la erosión, la salinidad y la pérdida de la

cubierta vegetal, además de otros procesos edafoclimáticos que actúan

conjuntamente en las áreas propensas, e intensifican la evolución hacia la aridez.

Porcentualmente, la salinidad incide en un 53,8 % del total de las áreas

afectadas; la erosión en un 23,9 %, ambos factores en un 14,5 %, y la

degradación de la cubierta vegetal en un 7,7 %.

Coinciden en Cuba, 4 de las principales causas identificadas mundialmente para

el desarrollo de los procesos conducentes hacia la desertificación: el mal manejo

del agua de riego, tecnologías inadecuadas de manejo de tierras, manejo de la

ganadería y la deforestación.

El factor antrópico ha desencadenado estos procesos de forma más dinámica y

extrema, en aquellas áreas cuyas condiciones climáticas propician la aparición de

tales fenómenos. La acción del hombre ha tenido una alta incidencia en factores

degradativos tales como la deforestación, la sobreexplotación y cambio en el uso

de las tierras, el sobrepastoreo, el mal manejo del agua y de las tecnologías de

riego y de cultivo, y el uso de tecnologías inapropiadas, entre otras.

Las áreas potencialmente salinizables alcanzan la extensión de 2,1 millones de

hectáreas, de las cuales 1 millón presentan ya salinidad en distintos grados. Unas

550 mil hectáreas aún no salinizadas pueden afectarse por ascensión del manto,

ante un drenaje deficiente, por aplicación de aguas de mala calidad en el riego y

por el cambio climático.

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Durante la época colonial y neocolonial, Cuba perdió alrededor de 8 millones de

ha de bosques en su mayoría primarios, con una alta diversidad de especies

preciosas. A partir de 1960, la recuperación y conservación de la cubierta forestal

promovida en el país, ha representado un viraje en el proceso de destrucción de

ese recurso, contándose actualmente con el 23,6 % del territorio nacional cubierto

de bosques. De ellos, aproximadamente el 62 % corresponde a bosques

productivos y el 37,4 % a fines de protección de las cuencas hidrográficas,

protección de la diversidad biológica y restauración de manglares.

El 1ro de junio de 1995 se constituyó el Grupo Nacional de Lucha contra la

Desertificación y la Sequía (GRUDES) integrado por 36 representantes de 24

instituciones gubernamentales, no gubernamentales, científicas, y docentes, con

el propósito de elaborar el Programa de Acción Nacional de Lucha contra la

Desertificación y la Sequía y coordinar las acciones derivadas del mismo.

Las prioridades fundamentales de este Programa, elaborado con una amplia

participación de las ONG y concluido en el año 2000, están dirigidas al desarrollo

económico – social de las zonas más afectadas, empleando como unidad básica

de aplicación de las acciones, las cuencas hidrográficas.

Las medidas adoptadas en el marco del Programa en siete áreas de acción donde

se identificaron los principales problemas, están destinadas a mejorar el entorno

económico, favorecer la seguridad alimentaria, brindar acceso al agua potable de

calidad a la población residente en estas áreas, conservar los recursos naturales,

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y ampliar los conocimientos sobre desertificación, así como la vigilancia y

determinación de los efectos de la sequía.

Para el desarrollo de sus objetivos, la ONG cubanas han establecido una relación

de sinergia con el gobierno y las comunidades, que ha permitido obtener

importantes resultados entre los que se destaca el incremento de la cubierta

boscosa del país al 23,6 %, proyectándose un incremento de hasta 27 % para el

año 2015. A pesar del esfuerzo realizado por el Estado cubano para combatir este

flagelo, puede decirse que las medidas tomadas aún resultan insuficientes,

teniendo en cuenta la magnitud de la problemática.

De lo anterior se infiere que, tanto el clima como el paleoclima, son los factores

más activos en la formación de los suelos, no sólo por el papel de la humedad y

las precipitaciones en la alteración de los minerales primarios y la formación de

potentes cortezas de intemperismo, sino porque de él dependen en gran medida

otros factores pedogenéticos como los organismos vivos y en menor grado, el

clima influye en las características del relieve y en el carácter de los sedimentos.

Pero el clima de la Tierra y de algunas zonas de nuestro país está cambiando,

como parte del cambio global, consecuencia de la actividad insostenible del

desarrollo humano. Por la importancia de este aspecto, se volverá a abordar el

mismo con más énfasis, en el Capítulo 3 de la tesis.

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CAPÍTULO 2

NUEVAS CONSIDERACIONES SOBRE EL CLIMA DEL

PLEISTOCENO SUPERIOR EN CUBA OCCIDENTAL,

A PARTIR DE EVIDENCIAS DEL REGISTRO EDÁFICO

Y COMPLEMENTARIAS

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2. NUEVAS CONSIDERACIONES SOBRE EL CLIMA DEL PLEISTOCENO

SUPERIOR EN CUBA OCCIDENTAL, A PARTIR DE EVIDENCIAS DEL

REGISTRO EDÁFICO Y COMPLEMENTARIAS

2.1 El clima del Pleistoceno superior, a partir de evidencias presentes en el

registro edáfico de algunos sectores de Cuba Occidental y su comparación

con áreas similares del Oriente de Cuba

Este capítulo se propone entre sus objetivos, retomar desde una perspectiva más

actualizada, la vieja polémica de si existieron o no oscilaciones paleoclimáticas en

nuestro país, demostrando con ello, la existencia de condiciones paleoclimáticas

menos áridas en la formación de los suelos en algunos sectores claves del

occidente de Cuba (llanuras marinas y fluvio – marinas de la Habana – Matanzas

y del Norte y Sur de la provincia de Pinar del Río), en comparación con lo ocurrido

en sectores similares del Oriente del país (llanuras similares de los valles del

Cauto y de Guantánamo), así como su posible repercusión en la distribución de la

fauna extinta del Pleistoceno – Holoceno de Cuba.

Las últimas 4 décadas han sido escenarios de la aparición de numerosos trabajos

sobre la evolución climática de Cuba durante el Cuaternario. Sin embargo, no ha

habido unanimidad de criterios entre los distintos autores y algunos incluso,

niegan que hayan existido oscilaciones climáticas en Cuba durante el Cuaternario

(Kartashov y col, 1981, 1982; Cabrera y Peñalver, 2001).

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El descubrimiento de formaciones calcáreas propias de climas áridos en forma de

corazas (calcrete), sobre pavimentos de rocas calizas (Panos y Stelcl, Op. Cit),

obligó a que se considerara la existencia de fases más áridas que la Actual

(Núñez y col, 1968); iguales consideraciones hicieron Acevedo y col, (1975) sobre

bases geomorfológicas. En ambos trabajos se consideró que la fase árida

correspondió con el interglacial, aunque en el último se expresan dudas sobre la

correspondencia glacial-pluvial. Como a partir del boreal (fase marítima en

Europa), las fluctuaciones climáticas no han sido muy violentas (Miller, 1950;

Rognon, 1981) y no se conocen fases radicalmente más áridas desde el fin de la

glaciación de Wisconsin hasta nuestros días, la aridez debió ocurrir al final de los

interglaciales, si los pasados interglaciales se asemejaron al presente, de acuerdo

con la hipótesis glacial-pluvial.

Shanzer y col, (1975) fueron los primeros que consideraron un clima árido en

Cuba durante las épocas glaciales, aunque un coautor posteriormente negó esa

posibilidad (Franco, 1975). Esta idea fue profundizada por otro colectivo de

autores (Ortega y Arcia, 1982; Ortega y Zhuravliova, 1983; Ortega, 1983). En esta

hipótesis se considera que las fases áridas se correspondieron con las épocas

glaciales y las pluviales a los momentos del óptimo climático posglacial (Ortega y

Zhuravliova, 1983), al igual que ocurrió en otras partes del planeta (Brooks, 1949;

Street y Grove, 1976; etc). Dicha hipótesis está de acuerdo con numerosos

trabajos realizados en Las Antillas y el área del Caribe (Van der Hammen, 1963;

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Veen, 1970; Bonnatti y Gartner, 1973; Watts, 1975; Bradbury y col, 1981; Pregill y

Olson, 1981; Schubert y Medina, 1982; etc).

El clima de casi toda Cuba es tropical (Acevedo, 1981) y los suelos zonales más

evolucionados son los Alíticos (Instituto de Suelos, Op. Cit) y Ferralíticos

(Glazovskaya, 1973); sin embargo, en Cuba predominan los suelos de color pardo

(Ortega, 1980). Esta contradicción se ha tratado de resolver a partir de varios

criterios, entre ellos: el bajo aprovechamiento de las aguas de lluvia por la alta

escorrentía superficial y por un llamado proceso de autofrenaje (Hernández, 1973,

1978). Sin embargo, los 70 000 años que duró la última glaciación debió ser

tiempo suficiente para que los suelos Pardos hubieran evolucionado por lo menos

a Fersialíticos bajo el clima glacial-pluvial de las primeras hipótesis. En vez de

esto, en los suelos Pardos el intemperismo es sialítico y sólo se descubren en

ellos las fases iniciales del intemperismo fersialítico (Tatevosian y col, 1977).

Shishov y col, (1973); Torres y col, (1980); y Otero y col, (1986), probaron que los

principales suelos de Cuba sufren grandes pérdidas de bases por lixiviación.

Durante los períodos pluviales, las pérdidas debieron ser aún mayores. Las

épocas áridas son momentos en que los suelos pueden recobrar las bases

perdidas, a la par de que muchos suelos Ferralíticos comienzan a sufrir un

proceso de recarbonatación, tal y como se muestra en la Tabla 3, de acuerdo con

Jaimez y col, (2005 a y b).

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Tabla 3. Perfiles de suelos Ferrálicos (Cambisol ferrálico) y Ferralíticos Rojos (Ferralsoles) “recarbonatados” en el horizonte C.

Perfil Fe (total)

Fe2 O3

Fe (libre)

Fe2 O3

Fe

(amorfo)

pH (H2O) pH (KCL) Ca CO3

( % )

Fe L / Fe T

( % )

L – 23 14,30 10,36 0,055 7,94 - 0,72 72,44

L – 33 14,30 8,58 0,05 5,71 4,80 - 60,00

L - 34 15,19 9,47 0,03 7,98 - 0,34 62,34

P – 26 10,73 7,33 0,04 6,76 5,83 - 68,31

P – 27 10,73 8,76 0,04 7,01 - 0,06 81,64

*P – 28 10,73 10,08 0,03 6,45 5,35 - 93,94

Tabla 4. Complejo de intercambio del suelo, en áreas perimetrales de la capital.

Perfil Ca Mg Na K CCC CCB CCC (arc). Grado Saturación

L – 23 14,38 0,94 0,25 0,15 14,78 15,72 17,76 (?)

L – 33 7,68 1,43 0,25 0,30 17,14 9,66 56,35 (?) 56,35

L - 34 15,36 0,16 0,10 0,50 17,24 16,12 31,32 93,50

P – 26 19,50 2,22 0,35 0,20 28,14 22,27 35,61 79,14

P – 27 18,12 0,50 0,25 0,15 23,84 19,02 30,03 79,78

*P – 28 14,57 2,11 0,25 0,15 23,44 17,08 28,99 72,86

Tablas 3 y 4: elaboradas por el autor

Leyenda

L-23: Ferralítico Rojo Compactado

Éutrico sobre caliza (recarbonatado).

X – 351 100; Y – 359 750. Municipio La

Lisa.

L-33: Ferralítico Rojo Típico Éutrico

sobre caliza (recarbonatado).

X – 351 080; Y – 355 025. Municipio La

Lisa.

L-34: Ferralítico Rojo Típico Éutrico

sobre caliza (recarbonatado).

X – 351 175; Y – 354 075. Municipio La

Lisa.

P-26: Ferrálico Rojo Húmico Éutrico

sobre caliza (sin carbonatos).

X – 348 750; Y – 361 200. Municipio

Playa.

P-27: Ferrálico Rojo Típico Éutrico sobre

caliza (recarbonatado). X – 348 600; Y-

361 400. Municipio Playa.

* P-28 = P-27 (horizonte B).

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Tabla 5. Análisis físico – mecánico de suelos en áreas perimetrales de la capital.

% de las Fracciones (mm)

Perfil

Hum.

(%)

Peso Específ. Real 2,0-0,2 0,2-0,02 0,02-

0,01

0,01-

0,002

0,002-

0,001

Nomenclatura

L – 23 4,49 2,76 0,63 4,65 8,26 3,25 83,21 Arcilla

L – 33 4,43 2,75 3,25 1,52 8,61 0,92 85,70 Arcilla

L - 34 5,44 2,83 5,05 3,32 25,49 11,10 55,04 Arcilla

P – 26 9,66 2,73 3,65 0,55 8,91 7,87 79,02 Arcilla

P – 27 7,46 2,76 2,64 2,56 13,44 1,98 79,38 Arcilla

*P – 28 6,65 2,76 3,76 3,65 7,27 4,47 80,85 Arcilla

Fuente: elaborada por el autor

En la Tabla 5, se aprecia el carácter arcilloso de estos suelos rojos

recarbonatados de perfil ABC, relacionado con su elevado grado de evolución;

recarbonatación que puede interpretarse a nuestro juicio como relicto edáfico, ya

que se trata de perfiles de suelos suburbanos, que no han sido impactados

fuertemente por la Agricultura, ocurriendo la misma en los horizontes inferiores.

El mapa que se muestra en el Anexo XIII, permite comprobar que la distribución

de estos suelos rojos de perfil completo, ubicados en áreas perimetrales de los

municipios habaneros de La Lisa y Playa, en Ciudad de la Habana, ostenta

algunas unidades con potente cobertura edáfica con horizontes inferiores

“recarbonatados” que no han estado sujetos a una explotación agrícola intensa,

como es el caso por el contrario de suelos similares de la gran llanura roja

Habana – Matanzas, lo que induce a pensar que esta recarbonatación secundaria

pueda ser una consecuencia de las oscilaciones paleoclimáticas del Pleistoceno y

no como resultado del uso intenso de aguas bicarbonatadas para el riego

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agrícola, ausente por completo en estos suelos capitalinos. En todo caso y como

se ha podido comprobar por algunos autores, el uso de aguas bicarbonatadas

magnésicas y bicarbonatadas cálcicas para el riego agrícola en áreas del Sur de

la provincia La Habana, ha elevado el pH de algunos de estos suelos rojos

neutros e incluso ligeramente ácidos, provocando una ligera alcalinización

básicamente en horizontes superiores (Bosch y col, 2001; Jaimez y col, 2004), sin

que ello signifique necesariamente la presencia de CaCO3 secundario en los

mismos.

Considerando todo lo planteado y dado a que en Cuba predominan los suelos

saturados o débilmente desaturados como se aprecia en la Tabla 4, la única

hipótesis paleoclimática que se considera concordante es la de la coincidencia

interglacial – pluvial, en la que se plantea el predominio de las épocas áridas

durante las glaciaciones. (Ortega, 1984).

Por otra parte, es bien conocido que en muchos suelos del país se encuentran

neoformaciones calcáreas formadas en un clima mucho más seco que el Actual

(Panos y Stelcl, Op. Cit; Núñez y col, 1968; Ortega, 1979; Ortega y Arcia, 1982;

Hernández y col, 1989, Hernández y col, 2006a). Sin embargo, es posible afirmar

a la luz de las investigaciones realizadas en esta tesis, que no existe una similar

distribución dichas neoformaciones en suelos con estas características en la

región oriental y la de suelos análogos distribuidos en la parte occidental de

Cuba.

Las neoformaciones calcáreas son relativamente inestables, dada la solubilidad

del Carbonato de Calcio. Si la última fase árida hubiera ocurrido en el interglacial

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de Sangamón de acuerdo con la hipótesis de la identidad glacial - pluvial, las

neoformaciones se hubieran disuelto probablemente por completo durante la

glaciación de Wisconsin, en la cual debieron haber existido entonces lluvias

superiores a las actuales durante casi 70 mil años y sin embargo esto no ocurre

así, lo que definitivamente corrobora la hipótesis de la concordancia interglacial –

pluvial (Shanzer y col, 1975; Ortega y Arcia, 1982; Ortega y Zhuravliova, 1983;

Ortega, 1983; Jaimez y col, 2000; Jaimez y col, 2005 a y b).

Hernández (1978) planteó que los suelos con carbonatos secundarios de la

región oriental poseen perfil AB (ca) C (ca) D (ca) con una profundidad de los

horizontes húmicos de 85 cm. El espesor del horizonte superior acumulativo (A)

es de 15 – 20 cm. “Los carbonatos secundarios comienzan con la profundidad de

20 – 45 cm en forma de pseudomicelios o concreciones aisladas. Hacia abajo por

el perfil su contenido aumenta y alcanza su máximo en la profundidad de 85 – 100

cm”.

Sin embargo, en la distribución de las neoformaciones calcáreas o relictos

edáficos en forma de carbonatos secundarios, no se observa un comportamiento

idéntico para los suelos Pardos de sectores claves de la parte occidental de

Cuba, en comparación con sus homólogos del valle del Cauto y del sur de

Guantánamo.

El análisis de varios perfiles de suelos Pardos de la región occidental de Cuba

que han conservado relictos edáficos en forma de nódulos suaves de carbonatos

secundarios de aproximadamente 0,5 cm (Anexos I, II, III y IV), permite comprobar

que estos aparecen en algunos casos desde el inicio del horizonte B (a partir de

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los 18 - 20 cm), pero no aparecen otras neoformaciones carbonatadas

secundarias, que son típicas de las condiciones de paleoaridez – glacial,

presentes en la región oriental del país, como el caso de corazas continuas de

carbonatos secundarios, dentro del perfil del suelo.

Esta diferencia en la distribución de los carbonatos secundarios entre perfiles de

suelos Pardos de las llanuras de Cuba Occidental y Oriental, permite establecer

un enfoque también diferenciado del problema de las condiciones paleoclimáticas

de formación de algunos de estos suelos en ambas macrorregiones del país, por

cuanto varios factores de formación resultan esencialmente similares (clima

tropical relativamente seco, relieve de llanuras marinas y fluvio – marinas planas

a ligeramente onduladas, con una geología constituida por depósitos cuaternarios

de origen aluvial y/o eluvio - deluvial).

La cuestión de las diferencias en la distribución de relictos edáficos entre los

suelos Pardos de las llanuras de Cuba Occidental y Oriental trasciende el aspecto

meramente morfológico del perfil del suelo, imponiendo una marcada

diferenciación de los mismos desde el punto de vista químico (Anexos XIV, XV y

XVI).

Las figuras 1, 2 y 3 permiten contrastar las diferencias entre los valores medios de

Na, K, y Mg intercambiables de algunos suelos Pardos de Cuba Occidental con

sus homólogos del Oriente del país, de acuerdo con Jaimez y col, (2005b).

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53

0

5

10

15

20

25

30

35

A B1 B2 BC C

Horizontes edáficos

(%)

(Cuba Occidental) (Cuba Oriental)

Valores medios de Mg cambiable en suelos de Cuba

Fig. 1. Valores medios de Mg intercambiable para suelos de las regiones oriental y occidental de Cuba.

Valores medios de Na cambiable en suelos de Cuba

0

1

2

3

4

5

6

7

8

A B1 B2 BC C

Horizontes edáficos

(%)

(Cuba Occidental)

(Cuba Oriental)

Fig. 2. Valores medios de Na intercambiable para suelos de las regiones oriental y occidental de Cuba.

Como se aprecia en las figuras, los valores de Mg y Na intercambiables resultan

muy superiores para los suelos Pardos Cálcicos de la parte oriental del país, en

comparación con los valores de sus homólogos del Occidente de Cuba.

Igualmente sucede con el comportamiento del K intercambiable, como se puede

apreciar en la Fig. 3.

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Valores medios de K cambiable en suelos de Cuba

0

0.5

1

1.5

2

2.5

3

3.5

A B1 B2 BC C

Horizontes edáficos

(%)

(Cuba Occidental) (Cuba Oriental)

Fig. 3. Valores medios de K intercambiable en suelos de las regiones oriental y occidental de Cuba.

Los suelos Pardos de las llanuras de Cuba oriental muestran tenores de Sodio,

Potasio y Magnesio intercambiables, mucho más elevados en todos los casos, al

compararlos con sus homólogos de la parte occidental del país. Por tanto, y sin

dejar de tener en cuenta el papel que juega la salinidad de origen geológico en el

contenido de sodio y de Sales Solubles Totales (SST) en el caso particular del

valle del Cauto, hay que admitir que los niveles significativamente más altos de

estos 3 elementos del Complejo de Intercambio Catiónico en los suelos de la

parte oriental, en comparación con sus homólogos del occidente de Cuba,

constituyen una evidencia a nuestro juicio de que las condiciones de paleoaridez

glacial en Cuba Occidental pudieron ser algo menos acuciadas que en el Oriente

cubano, lo que como veremos más adelante, podría estar relacionado con una

mayor influencia de los sistemas báricos procedentes de Norteamérica y la

nubosidad casi permanente en esta parte de Cuba durante las fases áridas –

glaciales, todo lo cual contribuyó a un mayor lavado de las sales y de las bases

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alcalinas y alcalinotérreas en esta región del país, en comparación con zonas

similares del oriente cubano, distribuidas por debajo de la isoyeta de 1 200 mm.

En este sentido, se comprueba que los suelos de la parte occidental de Cuba, a

pesar de haber sido afectados también por bruscas oscilaciones paleoclimáticas

durante la época geológica Pleistoceno (Anexo V), pudieron conservar niveles

ligeramente mayores de humedad en relación con sus homólogos del Oriente de

Cuba, los que estuvieron sometidos de manera más prolongada a un

paleorégimen hídrico arídico, de acuerdo con la clasificación de regímenes

hídricos de la Soil Survey Staff (1990). [Anexo XVII]. La imagen que se muestra

en el Anexo XVIII, muestra la apertura de un perfil de suelo Pardo Cálcico, de

acuerdo con la clasificación del Instituto de Suelos, (Op. Cit), encontrado por el

autor al Suroeste de la Bahía del Mariel, provincia de La Habana.

Es importante señalar, que la presencia de suelos con estas características en

algunas zonas costeras de Cuba Occidental, constituye un aspecto de gran

interés a la hora de evaluar las implicaciones ambientales que de ello se derivan.

La presencia aquí de altos contenidos de Mg, Na, y K intercambiables en el perfil

del suelo, constituyen un elemento de peso en cuanto a la vulnerabilidad mayor a

la desertificación y la degradación edáfica de dichos territorios, dada la toxicidad

para los cultivos agrícolas de concentraciones elevadas de algunos de estos

elementos, así como el efecto de sequedad edáfica producida por el incremento

ocasional de las SST, tal y como sucede en mayor grado en el Oriente de Cuba y

en otras áreas con suelos similares en la región del Caribe.

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2.2 Otras evidencias que apoyan la existencia de diferenciación

paleoclimática entre Cuba Occidental y Cuba Oriental durante el Pleistoceno

Existe un conjunto de otras evidencias que apoyan lo antes expuesto por el autor,

algunas de las cuales se resumen a continuación.

Pajón y col, (Op. Cit) encontraron una diferencia de hasta 9.5 0C entre los valores

máximo y mínimo de 18O (a partir de la variación de los contenidos de los

isótopos estables de 18O y 13C en las capas homogéneas de calcita de una

estalagmita de la Cueva de las Dos Anas, Sistema Cavernario Majaguas –

Cantera, Pinar del Río), lo que indica un período de evidente calentamiento

continuado desde los 14 960 50 años A.P. hasta 4 540 40 años AP tal y como

se muestra en las figuras 4 a la 7, tomadas de Pajón y col, (2001).

Los valores de 18O = -1.168 y -2.892 0/00 correspondientes a edades de 11 500 y

9 200 años A.P. respectivamente mostrados en las gráficas anteriores, parecen

estar asociados según Pajón y col, (Op. Cit), con la fase final de frío del Young

Dryas y el inicio del calentamiento climático abrupto ocurrido al principio del

Holoceno, lo que es un elemento más que demuestra el papel jugado por las

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d

)

a

)

b

)

c

Figuras 4, 5, 6 y 7. Curvas isotópicas desde el Ultimo Máximo Glacial hasta el presente, obtenidas a partir de los valores de 18O en las muestras 1-9 tomadas en la estalagmita CDANAS-01 de la cueva Dos Anas. Cada punto tiene como referencia los valores de las alturas (mm) de la estalagmita, y el punto 0 en el eje de Edad representa como referencia el año 1998. a) Curva de PT vs edad, calculada a partir de los valores de 18Ocalcita (Scotland LAB.) y un 18Oagua = -2.62 o/oo. b) Curva de PT vs edad, calculada a partir de los valores de 18Ocalcita (Scotland LAB.) y un 18Oagua = -3.26 o/oo. c) Curva de PT vs edad, calculada a partir de los valores de

18Ocalcita (Florida LAB.) y un 18Oagua = -2.62 o/oo. d) Curva de PT vs edad, calculada a partir de los valores de 18Ocalcita (Florida LAB.) y un 18Oagua = - 3.26 o/o

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bajas temperaturas del Pleistoceno superior, en la conservación de una mayor

cantidad de humedad en los suelos del occidente del país, en comparación con

sus homólogos del oriente de Cuba, sometidos a un paleorégimen arídico más

severo por largo tiempo.

Partiendo de la evidencia anterior, podemos considerar la posibilidad de un mayor

contenido de humedad no sólo en los suelos sino también de la biota y los

ecosistemas del occidente de Cuba durante las glaciaciones, a expensas de una

mayor afectación de frentes fríos y de bajas extratropicales, que con mucha más

frecuencia afectaron probablemente esta parte del país, durante gran parte del

Pleistoceno, así como un efecto de humectación mayor de los suelos, en virtud de

probables bancos de nieblas generados al contacto del aire muy frío procedente

del continente, con las aguas más cálidas del Golfo de México, durante los

intensos períodos glaciales de Norteamérica (Gutiérrez y Jaimez, 2007).

Pajón y col, (Op. Cit) a partir del análisis de simetría de scallops y de la carga

fluvial en galerías activas, estacionales y pretéritas del karst de la Sierra de San

Carlos en el occidente de Cuba, obtuvieron valores de paleoprecipitaciones del

orden de los 4 000 - 6 000 mm para 100 000 años A.P.; de 3 000 - 4 000 mm para

60 000 años A.P.; y de 2 500 - 3 000 mm para el intervalo 18 000 – 5 000 años

A.P; lo que sugiere según estos autores, que el clima de montaña en el occidente

de Cuba fue muy lluvioso durante todo el Pleistoceno. En este mismo sentido, el

autor de la tesis encontró evidencias edáficas de paleoregímenes muy húmedos

en algunos suelos formados sobre superficies estables de terrazas aluviales

formadas durante el Pleistoceno en la Ensenada de Bordallo, San Carlos, Pinar

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del Río (Jaimez y col, 1999; 2000), relacionadas con la existencia de horizontes

subsuperficiales fuertemente lixiviados de muy baja saturación por bases

alcalinas y alcalino – térreas. Estos horizontes están asociados a suelos de los

agrupamientos Alítico (Alisoles) y suelos de pH de reacción ácida (Acrisoles),

predominantes por excelencia en las partes más estables de los valles fluvio–

cársicos de la zona de estudio. Su origen y evolución es una consecuencia de la

combinación de materiales parentales ricos en cuarzo y silicatos de aluminio, así

como de la existencia de períodos climáticos muy húmedos durante parte del

Pleistoceno, en esta zona montañosa del occidente del país (Jaimez y col, 2006).

Sin embargo, una marcada contradicción se aprecia claramente del análisis de los

valores de precipitaciones encontrados por Pajón y col, (Op. Cit) para los

fechados de 60 000 A.P (3 000 – 4 000 mm) y 18 000 – 5 000 A.P (2 500 – 3 000

mm), por cuanto estos fechados se enmarcan dentro de la glaciación de

Wisconsin de Norteamérica, época en que como se sabe, predominó la etapa de

“aridez – glacial” en toda Cuba. La razón de esta contradicción se piensa que

pudo estar dada, en que los análisis de simetría de scallops de las paredes de los

conductos cársicos y su carga fluvial, no contaron en estos casos con un método

de fechado absoluto (como fue el caso sin embargo del fechado isotópico

realizado para las paleotemperaturas a una estalagmita de la Caverna de las Dos

Anas), y en su lugar, las edades de las paleoprecipitaciones fueron estimadas por

los autores, a través de métodos geomorfológicos (relativos).

La interpretación que se hace en esta tesis, acerca de la existencia de

paleoregímenes muy húmedos en la formación de los suelos de los alrededores

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del karst tropical de la Sierra de San Carlos, no supone necesariamente la

presencia de elevados valores de paleoprecipitaciones anuales durante la época

glacial del continente, ya que la mayor humedad retenida en los suelos durante

ese período, en comparación con lo sucedido en Cuba Oriental, podría estar

relacionada con una muy marcada influencia de frentes fríos, bajas extratropicales

y permanente nubosidad (grandes bancos de nieblas), procedente del Golfo de

México, durante los episodios glaciales de Norteamérica.

Existen otros elementos en este caso biológicos, que aportan luz y apoyan a su

vez la hipótesis de esta diferenciación paleoclimática que se ha estado

discutiendo y que se ofrecen en el registro paleontológico de gran parte del

Pleistoceno superior – Holoceno de toda Cuba.

Según Arredondo y Acevedo (tomado de Iturralde – Vinent, 1988), casi el 50 % de

la fauna autóctona de Cuba se extinguió durante el Pleistoceno. Apuntan además

estos autores, que había representantes de todos los órdenes de reptiles

terrestres, 13 órdenes de aves, 7 de mamíferos, etc. En detalle, se extinguieron

totalmente los perezosos, las focas, los monos; además desaparecieron del

contexto geográfico cubano más de 15 especies de jutías, por lo menos 7

especies de quirópteros, 8 de los 9 insectívoros, 5 de los 7 búhos conocidos hasta

el presente en el país, 3 de las 4 especies de lechuzas, 3 enormes rapaces

diurnas, una especie de cocodrilo, etc.

Con todo, las cifras anteriores resultan hoy bastante conservadoras, si tenemos

en consideración datos inéditos en manos del Museo Nacional de Historia Natural

(MNHN); tomados de Jiménez (1996): Com. Pers. y de Jiménez y Condis (2003)

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que plantean, que de unas 152 especies de animales conocidos en el territorio

nacional, al menos 85 de ellas desaparecieron completamente del escenario

ecológico del archipiélago cubano, lo que representa no el 50, sino el 78.7 % del

total de la fauna autóctona del Pleistoceno. Las mismas, están representadas por

alrededor de 3 órdenes de reptiles, 10 de aves y 6 de mamíferos. De ellos, hay

por lo menos 2 órdenes completamente extinguidos (Primates y Edentados). La

tabla siguiente resume lo antes expuesto, a diferentes niveles taxonómicos.

Tabla 6. Relación entre la fauna fósil y viviente del Cuaternario de Cuba.

Nivel Taxonómico Vivientes Extintas Por ciento

Clases 4 4 0 0

Ordenes 26 23 3 13,04

Familias 47 40 7 17,5

Géneros 85 56 29 51,7

Especies 152 67 85 78,7

Fuente: Jiménez (1996): Com. Pers. y Jiménez y Condis (2003).

Numerosos autores han considerado que el rol protagónico de este proceso de

extinción lo jugó la entrada y colonización de los grupos humanos en el Caribe,

producto del impacto negativo ocasionado por el hombre sobre la fauna

autóctona, visto esto desde dos direcciones diferentes: la utilización de una parte

importante de aquella fauna como dieta y la destrucción gradual y progresiva de

sus hábitats y ecosistemas, por el inicio y posterior desarrollo de la agricultura

(Rouse y Allaire, 1978; Morgan y Woods, 1986; MacPhee y col, 1989; Jaimez y

col, 1992; etc). Sin embargo, el autor considera que semejante extinción no puede

ser atribuida únicamente a la antropogénesis del Caribe insular y de la mayor de

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Las Antillas, como se plantea anteriormente. Aún cuando resulta comprensible el

hecho de que el hombre contribuyó notablemente con este proceso de extinción,

resulta obvio que los cambios climáticos de finales del Pleistoceno (incluido el

marcado recalentamiento abrupto encontrado para el occidente de Cuba por

Pajón y col, (Op. Cit), posterior al último máximo glacial del continente

norteamericano), tuvieron al mismo tiempo un importante papel en este proceso,

ya que todo indica que algunos especimenes de vertebrados terrestres como los

monos endémicos del género extinto Paralouatta, no estuvieron nunca en

contacto con nuestros grupos aborígenes, dado que no aparecen nunca en los

estratos arqueológicos y a juzgar a su vez, por el grado de fosilización de los

materiales paleontológicos y la antigüedad aparente atribuida a los mismos por

métodos indirectos (Jaimez y col, 1990; Gutiérrez y Jaimez, 2007; Macphee, R. D.

E. Com. Pers).

Un hecho adicional de relevancia en relación con estas grandes extinciones

ocurridas en Cuba durante el Pleistoceno, es la marcada desigual distribución

espacial de los depósitos paleontológicos subterráneos, entre las regiones

Oriental, Central, y Occidental de nuestro país, tal y como se ilustra en la Tabla 7,

donde se aprecia que las provincias occidentales poseen un mayor número de

depósitos fosilíferos, con un total de hasta 95 localidades (66,4 %), así como 36

localidades en las provincias centrales (25,1 %) y solamente unas 12 localidades

en las provincias de la región oriental (8,3 %).

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Tabla 7. Distribución geográfica desigual de los depósitos fosilíferos subterráneos del Cuaternario cubano conocidos, hasta 1996

Provincia Total de localidades

Pinar del Río 34

Habana 39

Isla de la Juventud 4

Matanzas 18

Villa Clara 9

Cienfuegos 5

Sancti – Spiritus 19

Ciego de Avila ?

Camagüey 3

Las Tunas 2

Granma 1

Holguín 5

Santiago de Cuba 1

Guantánamo 3

Fuente: Jiménez (1996): Com. Pers. y Jiménez y Condis (2003).

La gráfica que se muestra en la Fig. 8, ofrece una visión más clara de esta

desigual distribución geográfica de los depósitos fosilíferos cuaternarios, en las

diferentes regiones de Cuba.

Esta marcada diferencia, es otro elemento que a nuestro juicio, apoya la hipótesis

acerca de condiciones paleoclimáticas menos severas (ligeramente más

húmedas), en la parte Occidental de Cuba, con un gradual empeoramiento de

este fenómeno hacia el centro y el oriente del país.

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Registro Fósil del Pleistoceno

0

20

40

60

80

100

Occidente Centro Oriente

Regiones de Cuba

No. de depósitos

Registro FósilPleistoceno

Fig. 8. Distribución de los depósitos fosilíferos en las diferentes regiones naturales de Cuba, según Jiménez (1996): Com. Pers. y Jiménez y Condis (2003).

Esta hipótesis permite suponer a su vez, que la gran fauna vertebrada del

Pleistoceno de Cuba, experimentó un proceso de irradiación y colonización de

nuevos territorios hacia el Occidente del país, en busca de condiciones

paleoclimáticas menos áridas que las existentes durante la mayor parte de esta

época geológica, en el oriente del archipiélago cubano.

Las posibles causas que determinaron estas diferencias contrastantes, entre el

occidente y el oriente de Cuba, podrían explicarse por una menor

evapotranspiración durante los períodos glaciales en la parte occidental, lo cual

pudo haber sido consecuencia de la mayor influencia de frentes fríos, bancos de

nieblas y bajas extratropicales procedentes del Golfo de México. Esto último,

obedece a la mayor compresión del espectro zonal latitudinal (fajas climáticas),

durante las épocas glaciales, en comparación con lo que sucede en las épocas

interglaciales como en la que actualmente vivimos.

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La disminución de la temperatura media anual del aire en la parte occidental de

Cuba durante los períodos glaciales en Norteamérica, pudo haber sido la causa

de una menor evapotranspiración general en esta parte del país durante la

glaciación de Wisconsin y la mayor retención de humedad efectiva por ende en

los suelos de esta región, lo que repercutió a su vez en condiciones bióticas

menos extremas para el establecimiento y la sobrevivencia de la megafauna

cubana del Pleistoceno Superior, una vez irradiada hacia estos territorios.

Las evidencias encontradas hasta la fecha, presuponen la existencia de

condiciones paleoclimáticas ligeramente menos áridas en la parte occidental de

Cuba durante la época glacial del continente, caracterizada por regiones muy

húmedas en las zonas de montaña (no necesariamente por ello más lluviosas

durante las épocas glaciales del continente), así como asociaciones de estepas y

desiertos fríos en las llanuras interiores y costeras, incluida la zona de la actual

plataforma insular por entonces emergida (cuyo contorno actual, al decir de

Iturralde-Vinent (2003), tuvo su origen hace sólo unos 7 000 años A.P), en

contraposición con áreas de desiertos cálidos (tórridos), en las llanuras y

depresiones fluvio-tectónicas de la parte oriental del país (valle del Cauto y sur de

Guantánamo) y de la vertiente sur de los sistemas montañosos de la Sierra

Maestra y de Nipe – Sagua – Baracoa.

El análisis de las condiciones de paleoaridez glacial en suelos Pardos Cálcicos

del Occidente de Cuba, nos permite interpretar a su vez, cómo pudieron haber

sido los paleoregímenes hídricos en los diferentes suelos del país durante su

formación, desde el inicio aproximado de ese proceso hasta el presente (Jaimez y

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Ortega, 2001 y Jaimez y col, 2005a), tomando como base el criterio de la

dependencia de las relaciones SiO2/Al2O3 con las precipitaciones según Denisov

(1962), presentado por Zonn (1968).

Tabla 8. Paleorégimen hídrico en Suelos del Occidente de Cuba. Grupo de Suelo (FAO–Unesco,

1998, 2003)

Paleorégimen hídrico

Paleoprecipitaciones medias anuales estimadas (mm/año) y época geológica

Alisoles y Acrisoles

Údico (Perúdico) > > 2000 (Plioceno -Pleistoceno)

Ferralsoles Údico > 1800 (Plioceno -Pleistoceno) Nitisoles y

Cambisoles

Údico > 1600 pero con frenaje por papel del relieve y geología locales (Plioceno -Pleistoceno)

Phaeozems Ústico 1200 – 1600 con autofrenaje (Pleistoceno) Kastanozems Ústico alternando

con semiarídico 1200 – 1600 con alternancia de períodos

semiáridos (Pleistoceno)

Vertisol Ústico alternando con ácuico

1200 – 1600 (llanuras marinas y fluvio – marinas del Pleistoceno)

Gleysol Ácuico Régimen temporalmente inundado (Pleistoceno) Solonchak y Solonetz

Ústico alternando con semiarídico

Régimen inundado con alternancia de períodos semiáridos costeros (Pleistoceno)

Histosoles Ácuico Régimen permanentemente inundado (Pleistoceno)

Arenosoles Arídico con semiarídico

Períodos áridos con alternancias de semiárido (Pleistoceno)

Calcisoles Arídico Períodos áridos del Pleistoceno Fuente: confeccionada por el autor, tomando como base la clasificación de regímenes hídricos de la Soil Survey Staff (1990).

Como se aprecia en la Tabla 8, los suelos más evolucionados (grupos Acrisoles,

Alisoles, y Ferralsoles en ese orden evolutivo), se originaron en opinión de los

autores, bajo condiciones de un paleorégimen hídrico de tipo údico o incluso

perúdico, en el que la Sección de Control de Humedad (SCH) del suelo, según

Soil Survey Staff (1990), nunca está más de 90 días consecutivos en seco en el

transcurso del año; pero a diferencia del régimen ácuico, tampoco el suelo está

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permanentemente inundado durante la mayor parte del año. Semejantes

condiciones, suponen un paleorégimen de precipitaciones para estas llanuras del

occidente de Cuba durante las fases lluviosas del Pleistoceno (períodos

interglaciales en el continente) superior a 2 000 mm/año como promedio anual, lo

que implicaría a su vez aceptar un régimen lluvioso posiblemente mucho más

elevado (perúdico) durante dichas fases pluviosas, para las alturas y montañas de

todo el occidente de Cuba (Jaimez y col, 1999, 2000; y Jaimez y col, 2005 a,b).

Sin embargo, no todos los suelos evolucionados, formados en las llanuras del

occidente de Cuba bajo estas condiciones, muestran un mismo grado de

evolución, como sucede en el caso de algunos Cambisoles (subgrupos ferrálico,

crómico y calcárico), y en suelos del grupo Nitisoles. A pesar de que en muchos

de estos suelos se muestran niveles altos de hierro libre en relación al hierro total

(> 60 % en el caso del Cambisol Ferrálico), la capacidad de intercambio total de

cationes (CIC) determinada en arcilla, supera aquí los 20 cmol(+).Kg-1, lo que

sugiere que aún habiéndose formado en regiones bastante similares desde el

punto de vista paleoclimático, las causas de una menor evolución de los mismos

debería buscarse en estos casos, en las condiciones del relieve y la geología

locales de estos territorios, tales como pueden ser la presencia – ausencia de

carso y de secuencias de rocas con un contenido primario ligeramente mayor de

arcillas (probables miembros no descritos, dentro de una misma unidad

geológica. Ej. Fm. Güines), lo que da lugar a una mayor cohesividad y tamaño de

los agregados (Jaimez y col, 2004), así como a un proceso de evolución de

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algunos suelos, que ha sido denominado con razón como “ferralitización

incompleta” (Instituto de Suelos, Op. Cit).

Una situación diferente muestran sin embargo los suelos de los grupos

Kastanozem, Solonchaks, y Solonetz, distribuidos mayormente en zonas o fajas

bioclimáticas relativamente secas, en los que se interpreta la existencia de

paleoregímenes hídricos que van desde el ústico (donde la SCH del suelo está

más de 90 días, pero nunca más de 180 días en seco; o lo que es igual, el suelo

está continuamente húmedo en alguna parte de la SCH por lo menos durante 90

días consecutivos), hasta la alternancia de paleoregímenes semiarídicos durante

la época glacial del Pleistoceno, hasta el Holoceno o Actual.

Como conclusión, puede decirse que los suelos de la parte occidental de Cuba,

conservaron niveles algo mayores de humedad durante el Pleistoceno, en

comparación con sus homólogos del Oriente de Cuba, al parecer sometidos por

tiempo más prolongado a un paleorégimen hídrico del tipo arídico, siendo muy

probable por extensión, que las formaciones vegetales y ecosistemas terrestres

del occidente del país, no hayan sufrido condiciones de extrema aridez durante

los períodos glaciales y el clima en el occidente haya sido algo más húmedo, en

comparación con el del oriente del país. Las posibles causas de estas diferencias,

pueden explicarse por menor evapotranspiración, ante la disminución de la

temperatura media del aire durante los períodos glaciales del continente, con una

mayor influencia de frentes fríos y bajas extratropicales, así como la persistencia

de posibles grandes bancos de nieblas, formados al encuentro del aire glacial y

las aguas cálidas del Gofo de México. Las evidencias encontradas hasta la fecha

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en los suelos y el carso del occidente de Cuba, permiten comprobar la existencia

de zonas muy húmedas en las montañas, estepas semiáridas en las llanuras

interiores, y desiertos costeros y subcosteros probablemente fríos, en contraste

con grandes áreas desérticas tórridas en las llanuras interiores de la parte oriental

y en la vertiente sur del grupo montañoso de la Sierra Maestra. La presencia de

suelos en zonas relativamente secas del occidente de Cuba, con elevados

tenores de Mg, Na y K intercambiables, pero inferiores siempre a los valores

medios de estos elementos en suelos similares del Oriente del país, constituye

otro aspecto a favor del criterio anterior, de importancia adicional al evaluar las

implicaciones ambientales, desde el punto de vista de una mayor vulnerabilidad a

la desertificación en estos territorios.

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70

CAPÍTULO 3

ZONACION DE LOS PRINCIPALES ESCENARIOS VULNERABLES A

LA DESERTIFICACION EN LA PROVINCIA DE PINAR DEL RIO

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3. ZONACIÓN DE LOS PRINCIPALES ESCENARIOS VULNERABLES A LA

DESERTIFICACIÓN EN LA PROVINCIA DE PINAR DEL RÍO

3.1 Principales escenarios vulnerables a la desertificación en la provincia de

Pinar del Río

En el Capítulo 1, se introdujo el problema que plantea la existencia actualmente,

de una faja o zona bioclimática tropical relativamente seca al sur de la provincia

de Pinar del Río, distribuida justamente sobre algunas áreas de suelos altamente

evolucionados. Este es un asunto de importancia práctica y social que se aborda

como caso particular de estudio en este capítulo final de la tesis, con el objetivo

central de investigar sobre las probables tendencias evolutivas, en plazos

seculares, de degradación y en definitivas hacia la desertificación, en áreas del

Norte y particularmente del Sur, de la provincia de Pinar del Río, tomada como

área o provincia piloto, dada su mayor complejidad desde el punto de vista físico

– geográfico y ambiental, en el contexto de la región occidental de Cuba.

Según datos inéditos del Instituto de Suelos, del Ministerio de la Agricultura,

tomados de Fundora y col, (1997), alrededor del 57,6 % del total de los suelos

que se encuentran dentro de la faja o zona tropical relativamente seca del Sur de

la provincia de Pinar del Río, corresponden a suelos de alto grado de evolución

pedológica, lo que supone que los mismos debieron haberse formado en

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condiciones mucho más húmedas que las que existen actualmente en esta área o

zona geográfica y por tanto, estos suelos pudieran estar siendo objeto de un

deterioro ambiental en plazos seculares, con tendencia a la pérdida de su

fertilidad natural y con ello, a la desertificación.

En efecto, la provincia de Pinar del Río constituye el territorio con mayores

escenarios naturales vulnerables a la desertificación en la parte occidental del

país, por cuanto están presentes en esta provincia, cada una de las causas o

factores que incentivan o disparan este pernicioso fenómeno y que se pueden

sintetizar en: condiciones naturales (climáticas, edáficas) y condiciones

antrópicas o aceleradas por el hombre (deforestación, salinización secundaria y

otras, que abordaremos en el transcurso de este capítulo).

Con el propósito de evaluar la magnitud de este fenómeno en la provincia de

Pinar del Río, se confeccionó un Mapa Preliminar de Zonas Vulnerables a la

Desertificación y la Sequía (Anexo XIX) según Jaimez (2004) [en Jaimez y

Ortega, 2005; 2007], partiendo de la premisa de tener identificados y

representados cartográficamente, cada uno de los posibles factores disparadores

que pueden conducir a mediano o largo plazo hacia ese pernicioso fenómeno.

Se confeccionó una matriz numérica de presencia – ausencia (tipo booleana: ver

Anexo XX), por unidades de suelos previamente digitalizadas, mediante el uso de

un SIG, lo que facilitó en última instancia, la determinación de cuáles territorios y

unidades eran acreedoras de uno o más factores de vulnerabilidad a la

desertificación.

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Tabla 9. Evaluación de la vulnerabilidad (P), según análisis de la matriz numérica booleana, mostrada en el Anexo XX.

(P) Evaluación cualitativa del peligro o vulnerabilidad

0 Poca o Muy Poca (prácticamente ausente)

1 Ligeramente vulnerable

2 Medianamente vulnerable

3 Fuertemente vulnerable

Fuente: elaborada por el autor

De acuerdo con el Mapa Preliminar de Zonas Vulnerables a la Desertificación y la

Sequía presentado en el Anexo XIX, en el año 1971 existía un total de 3346,86

km2 de la provincia de Pinar del Río, con diferentes categorías de vulnerabilidad a

la desertificación y la sequía (en total, alrededor del 30,9 % de la provincia), que

abarcaban desde ligeramente vulnerables (18,3 %), medianamente vulnerables

(11,9 %), hasta fuertemente vulnerables (sólo el 0,7 % de la provincia).

De ellos, solamente alrededor de unos 10,9 km2 se correspondían a unidades

afectadas por salinización de los suelos (0,1 % del área total de la provincia).

Esta situación puede decirse que cambió ligeramente en una década,

observándose un ligero incremento de las áreas afectadas (0,1 - 0,2 %) entre los

años 1971 - 1984, lo que pudiera ser resultado del factor humano, consecuencia

de una no adecuada gestión del recurso suelo durante ese período. La Tabla 10

refleja el estado de esta problemática en la provincia de Pinar del Río, para los

inicios de los años de la década de 1980.

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Tabla 10. Áreas con distinto grado de vulnerabilidad a la desertificación y la sequía en la provincia de Pinar del Río en 1984 y factores que la provocan

Categorías de vulnerabilidad

Área (km2) % Factores que la provocan

Muy poca o Ninguna 7479,68 69,08 -

Ligeramente vulnerable 1966,93 18,2 Factor edáfico ó factor climático

Medianamente vulnerable 1315,26 12,1 Factor edáfico + factor climático

Fuertemente vulnerable 79,34 0,7 Factores edáficos (varios) + factor climático

Área afectada: 3361,53 km2 (31,04 %). Área de la provincia: 10826,54 km2

Fuente: elaborada por el autor

Como se aprecia en la tabla, existe en la provincia un amplio predominio de la

categoría ligeramente vulnerable (18,2 %), la que está asociada aquí a la

presencia de sólo uno, de los cuatro factores naturales señalados en la tesis

como factores disparadores, más el factor antrópico (siempre presente en este

caso de la llanura del Sur de Pinar del Río, por la intensa deforestación de que ha

sido objeto).

Este factor único, presente para el caso concreto de la categoría ligeramente

vulnerable, bien puede tratarse de alguno de los tres factores edáficos antes

señalados (por ejemplo la sequedad edáfica no salina en el caso de algunos

suelos muy permeables como los del tipo Arenosol (según Nueva Versión de

Clasificación Genética de los Suelos de Cuba, Instituto de Suelos Op. Cit),

ampliamente distribuidos por todo el Sur y el Suroeste de la provincia de Pinar del

Río), o sequedad por sales, o compactación intensa de los horizontes del suelo

por corazas ferruginosas (fases esquelética o petroférrica en el Sistema de

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Clasificación de FAO – Unesco, 1998 asumidas por el World Reference Base

(2003), o bien se trate, como sucede en otros casos concretos, del factor

sequedad climática natural, debido a la distribución de gran parte de estos suelos,

dentro de la llamada zona o faja bioclimática tropical relativamente seca,

caracterizada por precipitaciones medias anuales inferiores a los 1 200 mm, de

acuerdo con Gagua y col, (1989) y un coeficiente hidrotérmico menor de 1,2

durante todo el año, según Fundora y col., (1997).

Algunos de estos factores, que han sido considerados en esta tesis como factores

disparadores o de riesgo, no han sido tomados en cuenta del mismo modo hasta

el momento, en evaluaciones similares realizadas en el país por parte del

GRUDES (Grupo de Acción y Lucha contra la Desertificación), a los efectos de

estimar la cuantía del área afectada o vulnerable de serlo, tanto en la provincia,

como en el contexto nacional, centrando esencialmente las evaluaciones de este

tipo en aquellos suelos y regiones del país, que se encuentran afectadas

actualmente por salinización natural o secundaria (sequedad por sales).

En este sentido es necesario decir, que si bien es cierto que la salinización ocupa

el lugar cimero dentro de esta problemática en el contexto del territorio nacional,

no es menos cierto a su vez que existen otros factores no tomados en cuenta

hasta hoy para las evaluaciones, tales como la ya referida sequedad edáfica no

salina y la presencia ocasional de las denominadas fases esquelética y

petroférrica del World Referente Base (2003), las que aflorando ocasionalmente

en la superficie del paisaje por erosión de la capa arable, son consideradas en

esta tesis como elementos adicionales, que entrar a jugar su rol dentro del

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conjunto de los factores disparadores o factores de riesgo a tener en cuenta, ya

que son parte ineludible de la realidad cubana de degradación intensa de algunos

suelos agrícolas.

Es necesario decir que, en el caso particular de las referidas fases esquelética y

petroférrica del World Referente Base (2003), se presenta una situación muy

particular en el Sur de la provincia de Pinar del Río, que está dada por:

1. La existencia de un suelo fuertemente compactado en profundidad

(horizonte Bt u horizonte petroférrico), con una densidad de entre 20 – 25

kg/cm2, impenetrable para las raicillas de la mayor parte de los cultivos

agrícolas.

2. La presencia de un horizonte superficial A bastante erodable, al tratarse de

suelos distribuidos en llanuras que van desde ligeramente onduladas hasta

onduladas, lo que provoca la erosión hídrica superficial e incluso erosión

eólica durante el período seco, con la pérdida en muchas ocasiones de

este horizonte, lo que conduce al afloramiento ocasional de grandes

bloques concrecionarios (nodular – ferruginosos) en la superficie, muy

compactados.

Y la erosión de los suelos es precisamente uno de los factores disparadores de la

desertificación a escala global y regional, la cual no ha sido tomada en cuenta

hasta hoy en todo su alcance, por parte de los evaluadores de este flagelo en

Cuba (GRUDES), lo que incuestionablemente elevaría la cifra total de

vulnerabilidad a la desertificación en el territorio nacional, más allá del 22,7 % que

se ofrece como cifra oficial (Urquiza y col., 2006).

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Algunos autores como Hernández y col., (2006)b han planteado justamente que,

dentro de los procesos de degradación de los suelos “la erosión y la salinización

son los más desastrosos y comunes, los que cuando ocurren en regiones áridas,

semiáridas y subhúmedas secas (como el caso de estudio de esta tesis),

conllevan al proceso de desertificación”.

La Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, plantea

que este fenómeno, es constituyente de lo que definen como: “una enorme

amenaza para el medio ambiente, la flora, la fauna, los ecosistemas y los medios

de vida de las personas. La sequía, la erosión eólica e hídrica, la falta de

ordenación del suelo, el pastoreo excesivo, la gestión errónea de los pastizales, la

deforestación, y la explotación maderera, los cultivos de corta y quema, el

monocultivo, el anegamiento y la salinización no son sino unos cuantos ejemplos

de la degradación de las tierras, exacerbada continuamente”.

La desertificación puede caracterizarse, según esta fuente, por “una multitud de

causas y efectos naturales, biofísicos (incluidos los químicos) y socioeconómicos

sobre los ecosistemas y los seres humanos” (Naciones Unidas, 2003).

El objetivo o meta de la organización en ese sentido, es la identificación cabal,

promoción, e implementación de respuestas efectivas en la degradación de las

tierras en las áreas o zonas secas. No obstante ello, los países participantes en la

Convención han reconocido en ocasiones que no existe un conocimiento

suficiente de la Naturaleza, ni de la extensión y severidad de los diferentes tipos

de degradación de la tierra o de sus causas, sobre las cuales pudieran basarse

las acciones de mitigación (FAO – Unesco, 2002).

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En este aspecto, la FAO se refiere al peligro que representa para las

evaluaciones, el simple uso de un número restringido de indicadores y métodos

para evaluar el fenómeno (FAO – Unesco, 2003). Algunos indicadores propuestos

por la organización son:

o Índices de humedad del suelo, profundidad y productividad del mismo

o Contenido de carbón orgánico y balance de nutrientes

o Erosión hídrica y sedimentación

o Erosión eólica y deposición de arena

o Acumulación de sales

o Biodiversidad en relación al uso de la tierra y prácticas de manejo

o Uso y cobertura de la tierra

o Polución de tierras. Evidencias de desbalance químico del suelo,

contaminación o toxicidad, etc.

En términos estrictos de degradación de suelos, plantea además que un

adecuado Sistema de Alerta Temprana debería incluir en sus bases de datos, el

grupo de suelo, su textura, la profundidad de éste, valores de pH, capacidad de

retención de agua, fertilidad, así como otros factores (en este caso topográficos),

referidos a la elevación del terreno, las pendientes, la red de drenaje, la presencia

ocasional de dunas de arenas (como sucede en determinadas localidades

concretas del Sur de la provincia de Pinar del Río), la presencia o no de

paleocauces y otros aspectos de interés, por lo que “es necesario usar los

indicadores, sin asumir una causa universal” (FAO – Unesco, Op. Cit).

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La pregunta que se impone entonces en el caso de Cuba es: ¿por qué no

considerar dentro del total del área afectada nacionalmente por desertificación o

de al menos, aquella que es vulnerable a serlo en plazos seculares, los territorios

con suelos agrícolas que ostentan elevados niveles de erosión actual y potencial?

Hay que admitir inexorablemente que, de tomarse en cuenta este criterio, el

escenario vulnerable a la desertificación a largo plazo en todo el país, podría

alcanzar la cifra aproximada de alrededor del 52,2 %, toda vez que habría que

añadirle al 22,7 % de suelos afectados por salinización actual o potencial, los

37,3 % que según datos divulgados en ocasión del VI Congreso Nacional de la

Ciencia del Suelos (Centro Capitolio Nacional, año 2006), se encuentran

actualmente afectados por erosión de categorías fuerte a media (2,5 millones de

ha de suelos agrícolas). Con todo, quedarían aún por agregar a este estimado,

otras áreas de suelos agrícolas que están afectadas actualmente por

compactación muy intensa, más allá del caso de estudio de la provincia de Pinar

del Río (Ej. Llanura de Manacas, en el límite entre las provincias de Matanzas y

Villa Clara), con afloramiento como ya vimos de bloques muy compactos de la

fase esquelética y petroférrica en superficie, debido a erosión y pérdida de la

capa arable), así como habría que agregar presumiblemente, otras áreas del

territorio nacional con presencia de sequedad edáfica no salina (Ej. al Sur de la

provincia de Las Tunas), y finalmente, habría que agregar también en esta

estimación, otros territorios del país que se encuentran ubicados dentro de la faja

o zona bioclimática tropical relativamente seca (sequedad climática natural), los

que aún no presentando hoy ninguno de los factores edáficos por degradación de

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sus suelos hasta aquí analizados, habría que asumir que podrían llegar a ser

zonas ligeramente vulnerables a la desertificación a largo plazo a causa de esta

sequedad climática natural, en el supuesto adicional de una probable mala

gestión de sus recursos naturales, fundamentalmente edáficos y forestales.

Por otra parte, es necesario tener en cuenta, que no se han considerado dentro

de las áreas vulnerables a la desertificación en el contexto nacional, aquellas

cuyos suelos han sido impactados irreversiblemente por causa de la

contaminación ambiental. En ese sentido, se estima necesario parafrasear

algunas ideas de actualidad, como las planteadas por el profesor en ciencias

naturales, Dr. Rattan Lal, del Centro de Administración y Secuestro del Carbono,

de la Universidad Estatal de Ohio, quien asegura que el mal uso de los

combustibles tradicionales promueve también la desertificación. Afirma el mismo,

que el uso tradicional de los abonos y residuos de cosechas como combustible de

cocción en los países en desarrollo, disminuye el contenido y calidad de los

nutrientes que son devueltos al suelo, contribuyendo así a la desertificación y a la

neblina atmosférica, empobreciéndose los campos de producción (Lan, 2007).

En resumen, existen razones de juicio para considerar que el por ciento del área

total de nuestro país realmente afectada o vulnerable a ser afectada por el

fenómeno de desertificación a largo plazo, es significativamente mayor que el

estimado oficial actual ofrecido hasta el momento.

Las áreas de la provincia de Pinar del Río con categoría Medianamente

Vulnerable, ocupan el segundo lugar por superficie de distribución en el contexto

de la provincia (12,1 %) y están asociadas en este caso, a la combinación de

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alguno de los factores edáficos ya señalados y la presencia simultánea del factor

climático.

Finalmente, la categoría de Fuertemente Vulnerable (79,34 km2), ocupa

solamente el 0,7 % del área total afectada en la provincia y está relacionada con

la combinación de más de uno de los factores edáficos ya señalados (en

particular la sequedad edáfica más la presencia combinada de la fase esquelética

y/o petroférrica), y la presencia simultánea del factor sequedad climática.

Como se puede apreciar, en la evaluación que se ha realizado en esta tesis para

la identificación de las principales unidades vulnerables a la desertificación y la

sequía en el Mapa Preliminar de Zonas Vulnerables a la Desertificación y la

Sequía de la provincia de Pinar del Río, se han tomado en consideración otros

factores de riesgo o factores disparadores de este flagelo, que usualmente no se

han tenido en cuenta por parte del GRUDES, cuestión que consideramos de

máximo interés, si partimos del hecho de que la cifra actual del 22,7 % de zonas

vulnerables o susceptibles a la desertificación, coincide con el área de suelos

afectados por salinización actual o potencial en el país.

Vale señalar en este sentido, que sí consideráramos sólo el factor sequedad por

sales en el caso concreto de la provincia de Pinar del Río, tendríamos solamente

unos 48,8 Km2 del territorio estudiado afectado o vulnerable a estarlo en un futuro,

por este fenómeno (equivalente sólo al 0,5 % de la provincia), lo que se aleja a

nuestro juicio de la realidad del proceso actual de sabanización y en definitivas,

de la vulnerabilidad a la desertificación, existente en amplias zonas del sur de

esta provincia del occidente de Cuba.

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En el caso de las áreas con categoría de Muy Poca o Ninguna, se incluyeron aquí

algunas zonas montañosas del grupo orográfico Cordillera de Guaniguanico, las

que se encuentran afectadas actualmente por distintos grados de erosión actual y

potencial, pero que siendo áreas evidentemente de uso y manejo forestal, no se

enmarcan dentro de los territorios más vulnerables a este fenómeno (áreas

forestales de las Alturas de Pizarras del Norte y del Sur, de la Sierra de los

Órganos y de la Sierra del Rosario).

Asimismo, no se evaluó la posible vulnerabilidad a la desertificación en áreas con

poca o muy poca modificación antrópica, como es el caso de la Llanura Cársica

de Guanahacabibes, la cual a pesar de estar caracterizada por la presencia de

suelos pobres (fundamentalmente suelos rendziniformes y Poco Evolucionados),

se trata de un área protegida (Reserva de Biosfera declarada por la UNESCO),

con un manejo adecuado (sostenible) de sus recursos naturales,

fundamentalmente forestales.

Sin embargo, en las evaluaciones futuras de los procesos degradativos

conducentes a la desertificación y la sequía no meteorológica en el país, deberán

tomarse en consideración otras zonas cársicas con manejo agrícola y pecuario,

en las que se ha hecho evidente hoy un fenómeno de empobrecimiento de

algunos suelos rojos evolucionados (Ferrálicos y Ferralíticos), como consecuencia

de la tala de la vegetación natural otrora existente en estos territorios y la

actividad sufosiva en áreas con carso subterráneo activo (Jaimez y col, 2004).

Finalmente, es conveniente significar el hecho de que más del 90 % de las

unidades diagnosticadas en esta tesis como de categorías medianamente a

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fuertemente vulnerables a la desertificación en la provincia de Pinar del Río, se

encuentran geográficamente distribuidas al Sur del territorio (en una amplia franja

que va desde el estero de La Coloma hasta el límite suroriental de la provincia),

por lo que son estas áreas y unidades, a las que mayor atención y manejo

adecuado debe prestársele. En este sentido, creemos necesario decir que en los

últimos 20 años, luego del fomento del uso de agua superficial para el riego

agrícola, procedente de los grandes embalses construidos por la Revolución en la

parte alta de esta llanura del Sur de la provincia, la vulnerabilidad a la salinización

de los suelos ha decrecido, al dejar de utilizarse el agua subterránea para riego.

Sin embargo, esta realidad no cambia el panorama de vulnerabilidad a la

desertificación en la provincia, según los criterios y factores de riesgo evaluados

en esta tesis, por cuanto los restantes factores ajenos a la sequedad por sales,

siguen estando presentes en las sabanas del Sur de esta provincia.

Algunas áreas o sectores evaluados con categoría de ligeramente vulnerables,

como sucede por ejemplo en el sector noroccidental de la provincia (depresión

Guane – Cortés), caracterizada por presentar vastas superficies con suelos

arenosos (tipo Arenosoles, género Cuarcítico), con elevada permeabilidad y baja

capacidad de campo, deberán ser objeto de revisión y reevaluación en un futuro,

por cuanto se trata de sectores con suelos Poco Evolucionados, muy pobres

desde el punto de vista agrícola, en los que se están manifestando conocidos

fenómenos de deflación y redistribución de campos de dunas, merced de

procesos de erosión eólica, propios de zonas desérticas.

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En la evaluación de vulnerabilidad a la desertificación y la sequía realizada en

esta tesis, no se tuvieron en cuenta estos fenómenos de erosión por efecto del

viento, inexorablemente presente en este sector de la provincia de Pinar del Río y

en otras áreas y zonas del país (Ej. Sureste de la provincia de Guantánamo).

En el caso concreto del sector Guane – Cortés visitado con este fin por el autor de

esta tesis, se evaluó este sector como ligeramente vulnerable, debido a que sólo

se constató la presencia aquí del factor sequedad edáfica (no salina), merced del

tipo de suelo predominante. Sin embargo, los evidentes campos de dunas

móviles, la ausencia marcada en grandes extensiones de un estrato de

vegetación graminácea y la escasez notable de árboles, son elementos que

inducen a la necesidad de una reevaluación futura de la vulnerabilidad particular

de este sector, bajo enfoques más precisos.

De manera similar, creemos conveniente la realización de estudios y

evaluaciones de mayor profundidad y rigor en áreas de la estrecha faja o zona

bioclimática tropical relativamente seca, ubicada al Norte de la provincia,

caracterizada a su vez según el Mapa Preliminar de Zonas Vulnerables a la

Desertificación y la Sequía, como con predominio de unidades con categoría de

ligeramente vulnerables; existiendo dentro de ella, pequeños sectores con

características muy particulares (como abundancia de relictos edáficos en forma

de carbonatos secundarios y altos tenores de Na, K, y Mg intercambiables) que

sugieren la necesidad de un estudio a escala detallada para estos casos

específicos.

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La existencia durante siglos de un modelo de desarrollo agrícola no sostenible,

basado en la tala indiscriminada de la vegetación natural (deforestación), unido a

prácticas inadecuadas de labranza y riego, han sido factores sociales que han

contribuido a la aceleración de este pernicioso fenómeno en la provincia y en

general en todo el país.

Las principales medidas deberán estar encaminadas por tanto a la búsqueda y

sostenimiento de una repoblación forestal verdaderamente eficiente en primera

instancia (principalmente en las áreas más vulnerables), acompañadas del uso de

agua de buena calidad para el riego agrícola, fin de evitar la salinización

secundaria y la alcalinidad de los suelos, el enyesado y aplicación de materia

orgánica en áreas con unidades de suelos ya afectadas por salinidad o

alcalinidad, así como la implementación de prácticas integrales de manejo de

suelos, que garanticen que este recurso agotable, no permanezca nunca

totalmente desprotegido ante el efecto erosivo de las precipitaciones y el

escurrimiento superficial (lo anterior presupone un adecuado arrope del suelo

durante los períodos de barbecho, adecuada rotación de cultivos, utilización de

abonos verdes, etc).

Una medida interesante favorable al mejoramiento tanto de suelos salinos, como

de suelos afectados por procesos erosivos, podría ser la de favorecer el

desarrollo de las denominadas costras microbiológicas.

Se entiende por costras microbiológicas, el desarrollo natural de una cobertura

orgánica de pocos centímetros de profundidad (Hidalgo, 2007). La misma, está

constituida por una mezcla de suelo y de organismos microscópicos tales como

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bacterias, diferentes tipos de hongos, algas, microhelechos, entre otros, los

cuales se encuentran estrechamente asociados, formando un ecosistema

microbiano (basado en detritus), observable en diversos ambientes, así como en

suelos semiáridos poco intervenidos.

Entre sus roles más importantes, se ha determinado que su presencia permite la

modificación de algunos factores físico – químicos del suelo, tales como la mayor

disponibilidad de humedad, contenido de nutrientes, y disminución de la

susceptibilidad del suelo frente a la erosión.

Estudios realizados desde el punto de vista agroecológico en el estado de Lara,

Venezuela, Rincón (2005) [tomado de Hidalgo, Op. Cit] señalan, que es posible el

uso de alguno de los componentes microbiológicos de las costras (cianobacterias,

hongos, líquenes, musgos), para la gestión y recuperación de suelos afectados

por procesos erosivos. También agrega que la presencia de cianobacterias y de

bacterias fijadoras de nitrógeno, simbióticas y asimbióticas, es un indicativo de su

potencial agronómico, como fuente de insumos para mejorar la fertilidad del suelo.

En ese sentido, se deben ampliar los estudios e investigaciones relacionados con

la caracterización y manejo de estas costras microbiológicas, así como el

aislamiento de los microorganismos potenciales para el mejoramiento de los

suelos en zonas semiáridas y subhúmedas de Cuba, tal y como es el caso del Sur

de la provincia de Pinar del Río.

Otra medida recomendada por Hidalgo (Op. Cit), es la construcción de

composteros “tipo fosa”.

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La elaboración de composta y de composteros tradicionales, es una técnica bien

difundida en Cuba y en el mundo. Pero esto ocurre fundamentalmente en

condiciones de climas sin limitaciones hídricas. Según esta autora, en

condiciones semiáridas aún no se aplica la misma, de manera significativa,

debido a las limitaciones con la disponibilidad de agua. Precisamente es en este

sentido, que la FAO ha promovido la elaboración de composteros tipo fosas, para

condiciones de escasez del vital recurso. Estos no son más que una fosa

profunda en el suelo, la cual favorece la retención de la humedad necesaria para

la actividad de los microorganismos descomponedores.

Al respecto, Guerra (2001) señala que el uso de la fosa permite que se alcance

mayor temperatura y que se produzca mayor cantidad de compost en menor

tiempo que sin ella. También concluye diciendo que todos los valores químicos

fueron mayores cuando a la mezcla se le incorporaba estiércol, en comparación

con aquella elaborada sólo con restos vegetales. En su trabajo muestra algunos

valores de nutrientes obtenidos en el compostero tipo fosa, los cuales muestran

por cientos en materia seca de entre 0,44 – 0,49 de fósforo, entre 0,62 – 0,96 de

Potasio, entre 1,65 – 2,13 de Calcio, de 0,33 – 0,5 de Magnesio y de entre 0,28 –

0,37 de Sodio. Concluye recomendando por tanto la realización de composteros

tipo fosa, para hacer un uso mucho más eficiente del agua en estas condiciones

semiáridas, acelerando la producción del compost y evitándose el efecto de

deshidratación de la pila, por la acción del viento. Agrega este autor, que el lugar

donde se realice la fosa no debe encharcarse o inundarse y finalmente, que es

preferible tapar el compostero, de tal manera, que la lluvia caiga dentro de la fosa,

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pero se evite la evaporación, comúnmente muy elevada en estas zonas

semiáridas y subhúmedas, como el caso citado, al Sur de la provincia de Pinar del

Río. Esto hace que se conserve más la humedad dentro del compostero, al

evitarse la incidencia directa de la radiación solar, aumentando con ello además

la actividad biológica.

A modo de conclusión, puede decirse que algo más del 31 % de la provincia de

Pinar del Río está afectado o podría llegar a estarlo en el futuro por el fenómeno

de desertificación, aunque existe en la provincia, un predominio de la categoría

ligeramente vulnerable (18,2 %), siendo evidente del análisis de los mapas y

bases de datos consultadas, un ligero incremento del 0,2 % en el período

comprendido entre 1971 y 1984.

Es necesario destacar como última conclusión, que en la evaluación de la

vulnerabilidad a la desertificación realizada en esta tesis en el área de estudio, se

han tomado en cuenta factores de riesgo o factores disparadores, que no habían

sido considerados antes desde el punto de vista cuantitativo por parte del Grupo

Nacional de Acción y Lucha contra la Desertificación (GRUDES).

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CONCLUSIONES

1. No existe una distribución similar de las neoformaciones calcáreas (relictos

edáficos) y de los valores medios de Na, K, y Mg intercambiables entre

suelos de las llanuras marinas y fluvio – marinas de la región oriental y sus

homólogos de la parte occidental de Cuba.

2. Es posible por tanto que estos suelos en la parte occidental de Cuba,

hayan podido conservar niveles algo mayores de humedad en relación con

sus homólogos del Oriente de Cuba y que el clima haya sido menos árido

en esta parte del país durante los períodos glaciales del Pleistoceno, en

comparación con lo sucedido en el Oriente del país.

3. Las posibles causas de estas diferencias paleoclimáticas, podrían

explicarse por una menor evapotranspiración, por disminución de la

temperatura media del aire durante los períodos glaciales, debido a una

mayor influencia de frentes fríos, bajas extratropicales, así como la

persistencia de grandes bancos de nieblas, formados al encuentro del aire

muy frío con las aguas más cálidas del Golfo de México.

4. Las evidencias encontradas hasta la fecha en los suelos y el carso del

occidente de Cuba, permiten comprobar la existencia inequívoca de

oscilaciones paleoclimáticas en esta parte del país, con zonas muy

húmedas durante los períodos pluviales en las montañas, así como estepas

semiáridas en las llanuras interiores y desiertos costeros y subcosteros,

probablemente fríos, durante los períodos interpluviales, en contraste con

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mayores áreas desérticas tórridas, en zonas similares de la parte oriental y

en la vertiente Sur del sistema montañoso de la Sierra Maestra.

5. La presencia de suelos en zonas relativamente secas en el occidente de

Cuba, con elevados tenores de Mg, Na y K intercambiables, constituye un

aspecto de importancia práctica y social al evaluar las implicaciones

ambientales, desde el punto de vista de una mayor vulnerabilidad a la

desertificación y la sequía en estos territorios.

6. De acuerdo con el Mapa Preliminar de Zonas Vulnerables a la

Desertificación y la Sequía elaborado en esta tesis, alrededor del 31 % de

la provincia de Pinar del Río pudiera estar afectado en uno u otro grado por

este flagelo, con predominio de la categoría Ligeramente Vulnerable

(18,2 %), siendo evidente un ligero incremento del área afectada (0,2 %),

entre los años 1971 - 1984, dentro de las unidades con categorías de

Ligera hasta Medianamente Vulnerables.

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RECOMENDACIONES

Se considera que el tema de investigación abordado continúa siendo de gran

importancia científica, por cuanto un acertado pronóstico de los cambios

climáticos en plazos seculares, necesita partir de un conocimiento confiable del

pasado. En ese sentido se recomienda:

1. Realizar esfuerzos encaminados a lograr fechados absolutos de

neoformaciones calcáreas en suelos del Pleistoceno cubano (datación de

carbonatos secundarios), tanto en occidente como en el oriente del país.

2. La realización a su vez de fechados absolutos en paleodepósitos

subterráneos, tanto de períodos pluviales, como interpluviales del

Pleistoceno de Cuba.

3. Profundizar en el estudio de los factores conducentes a la desertificación

en nuestro país. Se recomienda en particular, incluir criterios relacionados

no sólo con la sequedad por salinidad, sino además y como se dejó

evidenciado en la tesis, aquellas unidades afectadas por sequedad edáfica

no salina, así como por compactación intensa y erosión (fases esquelética

y petroférrica del World Reference Base), presentes en el sur de Pinar del

Río y en otras llanuras onduladas del país.

4. Emprender estudios que permitan esclarecer mejor el origen paleoclimático

de suelos altamente evolucionados y los depósitos cuaternarios que los

sustentan, distribuidos actualmente por debajo de la isoyeta de los 1 200

mm de lluvia promedio anual, al sur de la provincia de Pinar del Río.

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5. Generalizar en el país, algunas experiencias dirigidas al mejoramiento de

suelos de regiones semiáridas, puestas en práctica en países de nuestra

área geográfica, tales como México y la República Bolivariana de

Venezuela, entre las que se destaca la práctica de favorecer el desarrollo

de costras microbiológicas, con un importante papel de protección tanto de

suelos salinizados como erosionados y muy en especial, la construcción de

los llamados composteros tipo fosa, por su eficacia en la mejor

humificación de la materia orgánica y en la retención de humedad, en

condiciones de altas tasas de evaporación.

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112

ANEXOS

ANEXO I

Perfil No QH - 1

Situación: Hoja Cartográfical Mariel (3684 – IV).

Provincia La Habana.

Relieve: llanura costera ondulada.

Material Genético: Caliza pelitomórfica compacta, silicificada.

Drenaje Superficial, Bueno; Interno: Bueno.

Clasificación 1999: Pardo Cálcico, Género Carbonatado.

Coordenadas planas: X - 313 650; Y - 352 250

Hor. Prof.

(cm)

Descripción

A (ca)

0 - 18

Color pardo oscuro. Value y Chroma < 3,5 en húmedo y menor que 5 en estado

seco. Estructura granular a granular - nuciforme poco estable; abundantes raicillas de

caña de azúcar, textura loam ligera; efervece fuerte al HCL diluido al 10 %.

BC

(ca)

18 - 95

Color pardo cremoso, con abundantes nódulos suaves de carbonatos

secundarios pequeños (de diámetro promedio = 0,5 cm), los mayores

aproximadamente de 1,0 cm; también se observan manchas ferruginosas, pocas

raicillas; la estructura es cúbica pequeña, poco estable, textura loam ligero a medio,

efervece al HCL.

R (ca)

> 95

Caliza pelitomórfica de color crema, compacta, silicificada, con dendritas de MnO2 y

algunas inclusiones de calcita recristalizada.

Fuente del autor

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113

ANEXO II

Perfil Paleo 02.

Situación: Hoja Cartográfica Bahía Honda (3584 - I).

Provincia: Pinar del Río.

Relieve: llanura costera suavemente ondulada.

Material Genético: Proluvio – deluvio formado de greda mezclada con gravas de silicitas y rocas

vulcanógeno – sedimentarias (piroclásticas).

Drenaje Superficial: Bueno; Interno: Bueno.

Clasificación 1999: Húmico Calcimórfico Cálcico.

Género Carbonatado y Paralítico.

Clasificación según World Reference Base (2003): Chernozem cálcico (nuevo reporte para Cuba).

Coordenadas planas: X 274 350 -; Y 349 300

Hor. Prof.

(cm)

Descripción

A (ca)

0-40

Horizonte A profundo humificado de color negro (con Value y Chroma < 2 en seco),

muy carbonatado y con predominio de gravitas y otros fragmentos ligeramente

mayores de silicitas y rocas tobáceas, así como capas de carbonatos secundarios

en forma de amas friables de color blanco.

C (ca)

> 40

Proluvio – deluvio formado por greda, mezclada con gravas de silicitas así como

fragmentos de rocas vulcanógeno – sedimentarias (tobas, tufitas, zeolitas, etc).

Fuente del autor

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114

ANEXO III

Perfil No 58.

Situación: 3 Km. al Norte de Barreras. Hoja cartográfica Jaruco (3585 –II).

Provincia La Habana

Relieve ligeramente ondulado.

Material Genético: Arcilla carbonatada de origen deluvial.

Drenaje Superficial, Bueno; Interno: Regular.

Clasificación 1973: Calizo Pardo sobre materiales transportados calcáreos, profundo.

Clasificación 1999: Pardo Cálcico, Género Carbonatado.

Hor. Prof.

(cm)

Descripción

A Ca

0-15

Arcilla de color pardo grisáceo, estructura nuciforme poco desarrollada, consistencia

poco friable, plástica, porosidad media, buen contenido de materia orgánica (4 %),

húmedo y con fuerte reacción al HCL.

B Ca

15-60

Arcilla de color pardo amarillento, estructura masiva, consistencia compacta,

plástica, poca porosidad, regular contenido en materia orgánica, húmedo, reacciona

fuertemente al HCL.

C Ca

60-100

Arcilla calcárea de color cremoso, con nódulos de CaCO3.

Fuente: Instituto de Suelos (1973)

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115

ANEXO IV

Perfil No 71

Situación: Hoja Cartográfica Jaruco (3585 – II).

Provincia La Habana.

Relieve llano.

Material Genético: materiales transportados calcáreos.

Drenaje Superficial, Malo; Interno: Malo.

Clasificación 1973: Gley Tropical Típico sobre materiales transportados de origen calcáreo

profundo. (Se relaciona con la serie Río Cauto).

Clasificación 1999: Pardo Cálcico, Género Carbonatado.

Hor. Prof.

(cm)

Descripción

A (ca)

0-20

Color pardo grisáceo, textura arcillosa, estructura subangular pequeña y

granular pequeña, consistencia firme, plástica, medianamente porosa,

sistema radicular abundante, materia orgánica 3 - 4 %, gravas pequeñas de

calizas y pedazos de caracoles, medianamente húmedo, algunas lombrices,

reacciona al HCL.

AB Ca

20-43

Color gris pardusco, textura arcillosa, estructura subangular pequeña poco

desarrollada, consistencia firme y plástica, poca porosidad, abundantes

raíces de palmas y pocas raíces finas, restos de caracoles, medianamente

húmedo, reacciona más fuerte al HCL.

B Ca

43-90

Color pardo amarillento, textura arcillosa, estructura no definida, consistencia

friable con alguna plasticidad, poco poroso, pocas raíces de palma, gravas

calcáreas en mayor cantidad de 3,5 mm, más húmedo que AB, reacciona

más fuerte que el anterior.

BCg Ca

90-110

Horizonte arcilloso, de color amarillento, con nódulos de CaCO3 y gravitas

pequeñas en mayor cantidad que los horizontes anteriores, pH > 7 reacciona

fuertemente al HCL. Se notan vetas herrumbrosas relacionadas con los

canales de las raíces de las palmas.

Fuente: Instituto de Suelos (1973)

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116

ANEXO V

Tabla cronoestratigráfica del Cuaternario con presencia de períodos glaciales e interglaciales para

Europa y América del Norte.

Edad

(años)

América Europa Época

10 000

Interglacial Holocénico

Actual

10 000 -

82 000

Glaciación Wisconsin IV

Glaciación Wisconsin III

Glaciación Wisconsin II

Glaciación Wisconsin I

Glaciación Würm IV

Glaciación Würm III

Glaciación Würm II

Glaciación Würm I

82 000 –

100 000

Interglacial Sangamoniano Interglacial Würm

Pleistoceno

Superior

Pleistoceno

Superior

100 000 –

300 00

Glaciacón Iowa

Glaciación Illinois

Glaciación Riss III

Glaciación Riss II

Glaciación Riss I

300 000 –

400 000

Interglacial Yarmouthiano

Interglacial Mindel - Riss

400 000 –

570 000

Glaciación Kansas

Glaciación Mindel II

Glaciación Mindel I

570 000 – Interglacial Aftoniano Interglacial Gunz - Mindel

Pleistoceno

Medio

Pleistoceno

Medio

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117

680 000

680 000 –

1500 000

Glaciación de Nebraska

Glaciación Gunz II

Glaciación Gunz I

1500 000 –

200 000

?

Interglacial Donau - Gunz

Pleistoceno

Inferior

Fuente: Furón (1972), tomado de Ortega (1984).

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11

8

AN

EXO

VI

Fig.

9. M

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11

9

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VII

Fig.

10.

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12

0

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EXO

VIII

Fig.

11.

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121

ANEXO IX Extensión de la desertificación mundial, según clases de tierras productivas

Clases de Tierras Productivas en el Mundo

Tierras Ganaderas Agrícolas de Temporal

Región/Total Área

(MM ha)

%

desertificació

n

Área

(MM ha)

%

desertificació

n

Sur del Sahara 380 90 90 80

Sur de África 250 80 52 80

África mediterránea 80 85 20 75

Asia occidental 116 85 20 75

Asia meridional 150 85 150 70

Antigua URSS en Asia 250 60 40 30

China y Mongolia 300 70 5 60

Australia 450 22 39 30

Europa mediterránea 30 30 40 32

Sudamérica y México 250 72 31 77

Estados Unidos y Canadá 300 42 85 39

Total 2556 62 570 60

ANEXO X Tierras irrigadas, desertificadas por salinización a escala global

Región del mundo Área (MM ha) %

desertificació

n

Sur del Sahara 3 30

Sur de África 2 30

África mediterránea 1 40

Asia occidental 8 40

Asia meridional 59 35

Antigua URSS en Asia 8 25

China y Mongolia 10 30

Australia 2 19

Europa mediterránea 6 25

Sudamérica y México 12 33

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122

Estados Unidos y Canadá 20 20

Total 131 30

Fuente: World Resources (1988 - 1989), Washington DC: World Resources Institute (tomados de Nebel y Wright, 1999).

ANEXO XI Erosión de los suelos en algunos países del mundo.

Países

Extensión y Localización

Velocidad de

erosión

(tonm/ha/año)

África

Etiopía Tierras de cultivos totales (12 mm/ha) 42

Kenia Llanura de Njemps 138

Madagascar Tierras de cultivo (45.9 mm/ha) 25 - 250

Zimbabwe 304 000 ha 50

Norte y Centroamérica

Canadá Tierra cultivada New Brunswick 40

Rep.

Dominicana

Cuenca de Boa (9330 ha) 346

Jamaica Tierras de cultivos totales (208595 ha) 36

USA Tierras de cultivos totales (170 mm/ha) 18

Sudamérica

Argentina, Brasil

y Paraguay

Cuenca del río La Plata

18.8

Perú Todo el país 15

Asia

China Región Meseta del Loes (60 mm/ha) 11 – 251

India Tierras de cultivo muy afectadas

(80 mm/ha)

75

Fuente: World Resources (1988 - 1989), Washington DC: World Resources Institute (tomados de Nebel y Wright, 1999).

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123

ANEXO XII Extensión y población de los desiertos y tierras áridas a escala global

Extensión

%

Extensión Km2 Población (1000) Población %

Desierto hiperárido

(P/PET <0,5)

8,14 10 892 000 95 352 1,62

Árido total

(0,05<P/PET<0,20

14,1 18 823 000 274 814 4,68

Semiárido total

(0,20<P/PET<0,50

15,88 21 215 000 966 421 16,46

Árido subhúmedo total

(0,50< P/PET<0,65

7,1 9 497 000 637 003 10,86

Tierras áridas total

(0,05< P/PET<0,65

37,08 49 536 000 1 868 238 32,00

Fuente: Urquiza y col., (2006)

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12

4

AN

EXO

XIII

Fig.

12.

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12

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XIV

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%

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29.2

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0 -

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12

6

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1.

3

1.3

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12

7

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6

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6.

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1

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5 6.

5 0

22.0

14

.4

2.2

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36.8

5.

6 1.

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5 8.

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.4

17.5

13

.2

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34.2

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2

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120

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21.5

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2.

Page 129: Diferenciación paleoclimática del cuaternario Diferenciacion... · Mi agradecimiento especial a mi amigo, ... A la memoria de Pedro A. Borrás Astorga, ... si partimos del hecho

12

8

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12

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24

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13

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2

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-50

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I-5

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133

ANEXO XVII

Resumen de regímenes hídricos en la Sección de Control de Humedad del suelo (SCH), de acuerdo al

sistema de clasificación Soil Taxonomy de los Estados Unidos (Soil Survey Staff, 1990).

Régimen hídrico Características generales en SCH Clima generalmente asociado

Arídico Seco prácticamente todo el año. Nunca la

humedad supera los 90 días consecutivos

Clima desértico

Xérico

El suelo está seco en la SCH durante 45

días consecutivos o más en los 4 meses

que siguen al solsticio de verano, durante

6 a 9 años (siempre inferior a 10) y 45

días o más húmedo en los 4 meses que

siguen al solsticio de invierno, durante 6 a

9 años (siempre inferior a 10)

Característico de los suelos

formados bajo Clima

Mediterráneo (Cs)

Ústico

La SCH del suelo está seca entre 90 y

180 días del año, pero nunca más de 180.

El suelo está continuamente húmedo en

alguna parte de la SCH, por lo menos 90

días consecutivos

Típico de climas monzónicos,

clima de sabana o de humedad

alternante (Ej. Cuba)

Údico

Nunca la SCH está más de 90 días en

seco, pero nunca tampoco el suelo en la

SCH está permanentemente inundado

Clima tropical lluvioso todo el año

(Af)

Perúdico

Variante del régimen údico con mayor

humedicimiento en la SCH del suelo.

Nunca llega a los 90 días en seco

Variante muy húmeda del clima

tropical lluvioso todo el año (Af)

Ácuico

Régimen aplicable a suelos que

permanecen la mayor parte del año

inundados por una capa freática o

colgada, con presencia de fuertes

procesos reductores

Suelos gléyicos azonales

(generalmente depresionales)

Nota: El régimen “semiarídico” no está incluido dentro de esta clasificación, por lo que se puede asumir como un estadio intermedio entre el arídico y el ústico. O sea, el suelo está seco durante la mayor parte del año superando los 180 días consecutivos, pero puede estar ocasionalmente húmedo en la SCH por más de 90 días continuos.

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134

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13

5

AN

EXO

XIX

Fig.

14.

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(198

8).

Page 137: Diferenciación paleoclimática del cuaternario Diferenciacion... · Mi agradecimiento especial a mi amigo, ... A la memoria de Pedro A. Borrás Astorga, ... si partimos del hecho

ANEXO XX

Matriz booleana de algunos factores disparadores de la desertificación, en el caso de

estudio de la provincia de Pinar del Río

(Inicios de la década de 1970)

ID SC SS SE FEP P

1 0 0 1 0 1

2 0 0 1 0 1

3 0 0 1 0 1

4 0 0 1 0 1

5 0 1 1 0 2

6 0 0 1 0 1

7 0 1 1 0 2

8 0 0 1 0 1

9 0 0 1 0 1

10 0 0 1 0 1

11 0 0 1 0 1

12 0 0 1 0 1

13 1 0 0 1 2

14 1 0 0 1 2

15 1 0 0 1 2

16 1 0 0 1 2

17 1 0 0 1 2

18 1 0 0 1 2

19 1 0 0 1 2

20 1 0 0 1 2

21 1 0 0 1 2

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72 1 0 0 0 1

Complemento de la matriz de factores disparadores. Inicio década de 1980

ID SC SS SE FEP P

73 0 1 1 0 2

74 0 1 0 0 1

75 0 1 0 0 1

76 0 1 0 0 1

77 1 1 1 0 3

78 1 1 1 0 3

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90 1 1 0 1 3

91 1 1 0 1 3

92 1 1 0 1 3

Leyenda de la Tabla

ID = Identificador en el Mapa de Vulnerabilidad y matriz booleana

SC = Sequedad Climática

SS = Sequedad por Sales

SE = Sequedad Edáfica

FEP = Fases esquelética y petroférrica del Soil World Reference Bases (2003)

P = Vulnerabilidad estimada por suma algebraica de los factores disparadores

Fuente: elaborada por el autor