Recuerdo cómo todas lloraban en el salón menos yo. La profesora secaba sus lágrimas y sacaba la cinta del VHS que nos puso en clase de comunicación. “¿Qué te pareció la película?”, preguntó mi profesora. “Buena…”, respondí a secas porque ésta no fue la clásica historia con un final feliz.

“La vida es bella”, se convirtió en uno de los motivos que me llevaron a conocer casi todo acerca del cine que explica tristes episodios de la Segunda Guerra Mundial. Admiré la actuación de Roberto Begnini que representó al sacrificado padre que hizo su estadía en los campos de concentración, todo un circo para que su hijo no sufriera ni se enterara de la crueldad de los nazis.

Esa película me marcó desde el lado temático. Recuerdo haberla visto hace ocho años y repetirla más de diez veces. A esta pela se sumó la conocida “Lista de Schindler”, que recién este año pude verla completa, así como la del “Pianista”, una obra magnífica de los últimos años.

Si pudiera elegir una película, me sería imposible hacerlo, han sido muchas las veces que las he visto y acompañada de personas importantes para mí.

Admito que un buen tiempo me aleje del cine y me conformé con esperar la trasmisión de una película de estreno hasta años después cuando Frecuencia Latina (en señal abierta), la anunciaba en su cine millonario.

Este año ha sido en el que más películas he visto. Estrenos, ficción, dramas, épicas, comedias. Todas con esa esencia mágica de una buena producción. Todas inspirándome a escribir algo tan bueno como aquel lenguaje visual que poseen filmes de renombre. Todas con la intención de refrescarnos en la memoria que realmente son del sétimo arte.

Cinéfila no soy porque no he visto la cantidad de películas que otros amigos admiradores de este arte conocen. Sin embargo reconozco lo importante que es una película a la hora de concentrarnos, escribir con libertad y crear historias nueva, novedosas. El cine es una droga que alimenta la mente, distrae la vista y engaña al corazón porque al final siempre nos sentimos comprometidos o identificados con uno de los personajes de la trama.

HOY QUIERO VER UNA PELA…

Recuerdo haber llorado sólo por una película distinta: Milagros Inesperados, la producción no es de las mejores pero la temática enfocada, la injusticia hacia uno de los personajes, me llenó de tristeza. Una sensación así, me imagino han de haber sentido mis compañeras hace 8 años, al ver “La Vida es Bella”. Es mi fanatismo a lo cruel, a lo genocida lo que no me dejó llorar, pero sí me dejó admirar la tristeza y sacrificio de un padre.