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Trazando la corriente dominante
Contribuciones de la televisin a
las orientaciones polticas
GEORGE GEBNER, LARRY GROSS, MICHAEL
MORGAN, NANCY SIGNORIELLI
Recientes hallazgos ayudan a matizar el paradigma de Indicadores Cul-
turales y sugieren nuevas vas de pensar sobre la televisin as como sobre
la formacin de perspectivas polticas
La televisin es parte esencial de nuestra vida diaria, revistindola de
particulares significados. Este es un informe de una investigacin sobre la
relevancia poltica de esos significados. Constituye una parte de nuestro
proyecto en marcha llamado Indicadores Culturales y desarrolla nuestro
paradigma de sobreinclusin, publicado por primera vez en esta revis-
ta 6).
Primeramente haremos una introduccin del contexto terico y de in-
vestigacin en el cual presentamos nuestros hallazgos. Posteriormente re-
sumiremos nuestra teora de la televisin y aplicaremos nuestro paradigma
a las orientaciones polticas. Utilizaremos los datos de este estudio para
mostrar la contribucin de la televisin a las orientaciones polticas, en pro-
blemas tales como minoras y derechos civiles, libertad de expresin, gas-
tos gubernamentales e impuestos. Las implicaciones de nuestros hallazgos
cuestionan las teoras convencionales sobre el papel de la prensa en el pro-
ceso poltico, y sugieren nuevas vas de pensamiento sobre la televisin, as
como sobre la investigacin poltica.
Algunas concepciones sobre el papel de la prensa han constituido una
caracterstica central de la moderna teora poltica. Una prensa secular de
poltica y comercio fue instrumental en el nacimiento de una diversa masa
pblica independiente de la iglesia y la nobleza. La prensa era (y es) un r-
gano relativamente especfico y selectivo usado por los ms cultos de cada
clase. La libertad de prensa, al defender los intereses de partidos y grupos
(incluyendo clases) y al cultivar perspectivas opuestas y de conflicto, se su-
pona que sostena la pluralidad poltica presumiblemente necesaria para un
gobierno representativo en una sociedad compleja.
El declive de la prensa de partido y, consiguientemente, de los mismos
partidos polticos como principales medios de comunicacin con los vo-
tantes, limita la viabilidad de la teora de la prensa como defensora del plu-
ralismo ideolgico. El predominio que va adquiriendo un sistema de pren-
sa nico, orientado hacia el mercado, patrocinado por los anunciantes y,
por tanto, ideolgicamente ms coherente, que reclama una mayor objeti-
Journal of Com m unication,
1982, 32, 2, pgs. 100-127.
Traduccin: Mercedes Lpez.
(j) 1990 by Aprendizaje,
R ev ista de Psicologa Social,
1990, 5(1), 71-97. ISSN: 0213-4748
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vidad periodstica, e invoca la proteccin constitucional de sus libertades,
para anticipar virtualmente el mercado de ideas de masas, incluso subraya
el concepto tradicional del papel de la prensa en la teora democrtica de
la poltica.
Sin embargo, la cultura basada en la imprenta y orientada literariamen-
te, de la cual parten nuestras asunciones polticas, an ofrece la posibilidad
de alguna relativa diversidad de perspectivas y selectividad de usos. Com-
parada con las tensiones histricas calificativas de la aplicabilidad de las teo-
ras fundamentadas en la era de la imprenta, el reto de la televisin, y del
sistema de telecomunicaciones del que la televisin es su centro cultural,
es cualitativamente diferente 2.
La televisin es un sistema centralizado de narrar la historia. Sus dra-
mas, anuncios, noticias, y otros programas llevan un mundo relativamente
coherente de imgenes y mensajes comunes a cada hogar televidente. La
gente ha nacido ahora dentro del ambiente simblico de la televisin y vive
con sus repetitivas lecciones a lo largo de la vida. La televisin cultiva des-
de el principio las predisposiciones genuinas que influyen en los usos y se-
lecciones culturales futuros. Trascendiendo barreras histricas de cultura y
movilidad, la televisin se ha convertido en la principal y ms comn fuen-
te de cultura cotidiana de una poblacin diversa y heterognea.
Muchos de los que actualmente dependen de la televisin, nunca, ante-
riormente, haban tomado parte en una cultura poltica nacionalmente com-
partida. La televisin suministra, quiz por primera vez desde la religin
preindustrial, un fuerte vnculo cultural entre las lites y el resto del pbli-
co, un ritual diario compartido y con contenido altamente informativo e
irresistible. Cul es el papel de esta experiencia comn en la socializacin
general y en la orientacin poltica de los americanos? Esa cuestin, de im-
portancia poltica y de gran impacto social, no ha sido an debidamente ana-
lizada 3
Las razones para este retraso son financieras, metodolgicas y concep-
tuales. Las exigencias de la investigacin en ciencias sociales, impiden man-
tener un desarrollo terico basado en largos perodos de tiempo. Las me-
todologas de investigacin que tienen que ver con la exposicin selectiva
y los efectos de la comunicacin orientada especficamente, se han mostra-
do inadecuados para el estudio de sistemas simblicos ampliamente difun-
didos, para extensos guiones en el mbito simblico y para desplazamien-
tos culturales lentos pero masivos. La concentracin de la investigacin en
las actitudes individuales y en el cambio de comportamiento, ha inhibido
la investigacin de transformaciones conjuntas en el estilo de vida de gene-
raciones como aquellas nacidas antes y despus de la televisin, o dentro
de hogares consumidores duros o ligeros de televisin) que permanecen es-
tables para los individuos. Finalmente, el que la investigacin sobre comu-
nicacin poltica se haya focalizado sobre comunicaciones o noticias) ex-
plcitamente polticas ha oscurecido la compleja naturaleza de la sociali-
zacin poltica, especialmente en la era de la televisin en la que el com-
plejo espectro de tipos de programas la mayor parte de ellos dramas) jue-
ga una parte importante.
Nuestra oportunidad para afrontar el problema ms amplio llega des
pus de ms de una dcada de recogida de datos y de anlisis describiendo
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el m und o de la telev isin e iden tif icando las concep ciones de la realidad de
los telev identes
El proyecto de Indicadores Culturales emplea una doble estrategia de
investigacin. A la primera la llamamos anlisis de sistemas de mensaje y
a la segunda anlisis de cultivo. Ambas tienen que ver con y ayudan a
desarrollar una concepcin de las posiciones histricas e institucionales
de la televisin, sus roles y funcin.
Para el anlisis de sistemas de mensaje registramos y analizamos ejem-
plos de los dramas de la televisin a lo largo de la semana y obtuvimos da-
tos de cada ario desde 1967. Sometimos esas muestras semanales a un rigu-
roso y detallado anlisis de contenido para determinar las caractersticas se-
leccionadas del mundo de la televisin. Estas caractersticas las considera-
mos como potenciales lecciones de televisin y las usamos como fuentes
de preguntas para la segunda estrategia de la investigacin. En el anlisis
de cultivo examinamos las respuestas de televidentes duros y ligeros a esas
preguntas, expresadas en frases referidas al mundo real los no televiden-
tes eran muy pocos y demogrficamente muy esparcidos para realizar una
investigacin seria).
Queramos determinar si aquellos que invierten la mayora de su tiem-
po con la televisin son ms proclives a responder a estas preguntas, de
modo que reflejen las lecciones potenciales del mundo televisivo la res-
puesta televisiva), que aquellos grupos que ven menos televisin, pero que
en otros aspectos sus caractersticas demogrficas importantes) son com-
parables a los televidentes duros.
Hemos usado el concepto de cultivo para describir la contribucin
de la televisin a las concepciones de los televidentes. Cultivo diferencial
es el trmino empleado por nosotros para las diferencias en los porcentajes
de respuestas televisivas dadas, dentro de grupos comparables de televi-
dentes duros y ligeros 4.
Analizando sucesivamente una cuestin tras otra, nos hemos encontra-
do con que los supuestos, las creencias y los valores de los televidentes du-
ros difieren sistemticamente de los de los televidentes ligeros en los mis-
mos grupos demogrficos. Las diferencias tienden a reflejar al mismo tiem-
po qu cosas existen y cmo funcionan las cosas en el mundo de la televi-
sin. Algunas veces esas diferencias se mantienen en toda la gama de res-
puestas, lo que significa que aquellos que ven ms televisin tienen una pro-
babilidad mayor en todos en la mayor parte de los subgrupos de dar
respuestas de televisin a nuestras preguntas. Pero en muchos casos las
pautas son ms complejas. Hemos encontrado que ver la televisin puede
relacionarse de formas diferentes pero consistentes con visiones del mundo
y situaciones vitales de distintos grupos. Hemos denominado a la ms ge-
neral de esas pautas consistentes sobreinclusin.
La corriente dominante se puede conceptuar como una comunalidad
relativa de puntos de vista y de valores que la exposicin a las caracters-
ticas y a la dinmica del mundo de la televisin tiende a cultivar. Por so-
breinclusin queremos dar a entener la expresin de esa comunalidad por
parte de los televidentes duros en aquellos grupos demogrficos cuyos te-
levidentes ligeros mantienen puntos de vista divergentes. En otras palabras,
las diferencias encontradas en las respuestas de los diferentes grupos de te-
levidentes, diferencias que pueden ser asociadas a otras caractersticas cultu-
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rales, sociales o polticas de estos grupos, pueden estar disminuidas o in-
cluso ausentes de las respuestas de televidentes duros en los mismos gru-
pos 5.
Nuestro concepto de cultivo relaciona el proceso con las caractersticas
y con la dinmica del contenido televisivo que son las partes ms estables
y repetitivas del ritual, y que estn presentes en diferentes tipos de progra-
mas. La razn es que los televidentes duros ven ms cantidad de todo tipo
de programas. La disponibilidad del televidente determina las evaluaciones
de los programas y las pautas de exposicin fig.
2 .
Ms an, nuestro anlisis
del sistema de mensajes encuentra que caractersticas generales, tales como
demografa, estructura de accin y destino de los personajes son similares
en la mayora de los tipos de programas. Por tanto, son estas caractersticas
generales y la dinmica del mundo representado en el tiempo de mxima
audiencia, y no los programas especficos, las que con mayor probabilidad
cultivaran las perspectivas y orientaciones ms omnipresentes de los tele-
videntes duros. As pues, para comprender, e incluso para descubrir, la sus-
tancia de las cuestiones implicadas en el proceso del cultivo, tenemos que
saber algo sobre la naturaleza de la corrientes dominante y el contexto ins-
titucional de su creacin.
El vivir con la televisin significa crecer en un entorno simblico con
formado para servir a las instituciones.
La creacin de ese entorno es un proceso rgidamente controlado. La te-
levisin comercial no est, de hecho, abierta al acceso pblico; retirada de
la participacin pblica por medio del mercado de consumidores, el buzn
de reclamaciones o las urnas electorales; protegida del gobierno pblico por
las interpretaciones actuales de la Primera Enmienda de la Constitucin; y
sin embargo otorgada mediante licencias pblicas y de tal forma protegida
que convierten al medio en dependiente del gobierno de las corporaciones
privadas 6
El mecanismo econmico que gua este gobierno es la publici-
dad, un gasto empresarial deducible de los impuestos, soportado por todos
los consumidores independientemente de su uso del medio. Los patrocina-
dores pagan televisin y otros medios) para atraer y proporcionar clientes
y para suministrar otros servicios con noticias y entretenimientos. La pre-
sentacin, en ocasiones, poco halagadora de los hombres de negocios til
probablemente para recuperar la credibilidad perdida a causa de la publi-
cidad) expresa, simplemente, el hecho de que la televisin sirve a sus clien-
tes de negocios mediante el suministro y no con el halago.
Cuando muchos millones de dlares de ingresos dependen de un solo
punto en la evaluacin, hay muy pocos grados de libertad para preocupar-
se por el ego o para atender otras muchas presiones. La competencia para
conseguir la mxima audiencia posible al mnimo coste significa que hay
que esforzarse en pos de los reclamos ms amplios y convencionales, difu-
minando los conflictos agudos, mezclando y compensando perspectivas
competitivas y presentando las imgenes divergentes y desviadas como algo
que casi siempre hay que evitar, temer o suprimir. En caso contrario, no
importa lo sesgada o descentrada que pueda ser una escena; tiene que ser
compensada por manifestaciones ms extremas, a ser posibles de am-
bos polos, para que su presentacin parezca ms objetiva, moderada
y ms adecuada para la comercializacin masiva.
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Estas funciones y presiones institucionalizadas sugieren el cultivo de
presentaciones y orientaciones relativamente moderadas o de centro.
Hiptesis ms especficas pueden surgir de los resultados del anlisis de es-
tas caractersticas y de la dinmica del sistema televisivo de mensajes y pue-
den ser relevantes para el cultivo de estas orientaciones.
Nuestro resumen de resultados est basado en el banco de datos del sis-
tema de mensajes de Indicadores Culturales (a no ser que se diga expresa-
mente lo contrario) y se centra en la programacin de los canales de mxi-
ma audiencia. El mundo representado en el tiempo de mxima audiencia,
tal como lo ve el televidente medio, est animado por presentaciones vvi-
das e ntimas de ms de 300 personajes principales por semana, la mayora
del tipo dramtico, y por la aparicin semanal de sus actividades dramticas.
Aunque ese mundo pueda parecer convencional y normal est de he-
cho lejos de cualquier realidad que no sean los valores de consumo y el po-
der social
La curva de los gastos de consumo, a diferencia de la renta, presenta
un abultamiento con el estatus de la clase media, as como con la edad ma-
dura. A pesar del hecho de que casi la mitad de la renta nacional corres-
ponde al 20 de mayor nivel de la poblacin real, el mito de la clase me-
dia como norma del perfecto americano domina el mundo de la televisin.
Casi 7 de cada 10 personajes televisivos se sitan en la clase media-media
dentro de un sistema de clasificacin de cinco niveles. La mayora son pro-
fesionales y directivos. Los trabajadores industriales y de servicios repre-
sentan el 67 del total de los americanos pero solamente ocupan el 10
de los personajes televisivos. Estas caractersticas del mundo de la mxima
audiencia de la televisin debera cultivar una autodesignacin de clase me-
dia o de renta media entre los televidentes.
Los hombres sobrepasan a la mujeres al menos en la proporcin de tres
a uno. La mayora de las mujeres dedican sus cuidados a los hombres o rea-
lizan tareas domsticas (manejan electrodomsticos) y son ms jvenes
(pero envejecen ms rpido) que los hombres con los que se relacionan. La
infrarrepresentacin en el mundo de la televisin sugiere el cultivo de la acep
tacin por parte de los televidentes de un nmero ms limitado de opor-
tunidades vitales, una gama ms limitada de actividades y unas imgenes
ms rgidamente estereotipadas que las existentes para los tipos sociales y
dramticos dominantes y ms completamente representados.
Los jvenes (menores de 18) representan un tercio y la gente anciana
(mayores de 65) un quinto de la proporcin que realmente les corresponde
en la poblacin. Los negros que aparecen en la televisin representan tres
cuartas partes y los hispanos un tercio de la cuota que les corresponde en
la poblacin de EE.UU., y los personajes que los representan son, en n-
mero desproporcionado, de escasa importancia. Slo un programa,
Hawai 5-0 concretamente, puede caer en una sobrerrepresentacin de
orientales, pero, de nuevo, como personajes de escasa importancia. Un es-
tudio realizado por Weigel y otros (17) muestra que mientras que los ne-
gros aparecen en muchos programas y anuncios, raramente lo hacen en
compaa de blancos e interactan con estos ltimos en tan slo alrededor
de un 2 del tiempo total de aparicin de seres humanos. La sobrerre-
presentacin prominente y estable de varones acomodados en la plenitud
de la vida domina el tiempo de mxima audiencia. La demografa general
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de la televisin se parece ms a la realidad de las pautas de consumo que
al censo de los EE.UU. 9, 10). Estos hechos y la dinmica de la vida su-
gieren el cultivo entre los televidentes de un punto de vista relativamente
estrecho respecto a los derechos de las mujeres y de las minoras.
El Estado en el mundo de mxima audiencia acta en la mayora de
los casos para rechazar amenazas a la ley y al orden en un mundo mez-
quino y peligroso.
Hacer cumplir la ley de ese mundo supone recurrir, aproximadamente,
a tres veces ms personajes que los que representan a los trabajadores de
los sectores industriales y de servicios. El tpico espectador de programas
de mxima audiencia de una semana media puede ver representaciones rea-
listas y a menudo ntimas pero habitualmente no verdicas con respecto a
la vida real) de la vida y trabajo de 30 oficiales de polica, 7 abogados y 3
jueces, pero solamente un ingeniero y un cientfico y muy pocos trabaja-
dores industriales. Casi todo el mundo parece estar confortablemente ins-
talado en una renta media o formar parte de la clase media.
Sin embargo las amenazas abundan. El delito en la programacin de
mxima audiencia es 10 veces ms habitual que en el mundo real. Ms de
la mitad de todos los personajes principales estn implicados en una media
de cinco a seis actos de violencia fsica directa por hora. No obstante, el
dolor, el sufrimiento y la asistencia mdica raramente aparecen como con-
secuencia de este torbellino. La violencia simblica demuestra poder; mues-
tra victimizacin, no slo agresin, dao pero no terapia; muestra quin
puede salirse con la suya, en qu cosas y contra quin. Los varones blan-
cos, dominantes, en la plenitud de la vida, alcanzan el pueto ms alto en
la escala de seguridad: es ms probable que sean victimazadores que vc-
timas. A la inversa, las mujeres jvenes, viejas o pertenecientes a minoras,
as como los jvenes, tienen mayor probabilidad de ser vctimas que de ser
victimizadores en los conflictos violentos.
Cules podran ser las respuestas televisivas relevantes para las orien-
taciones polticas
La demografa deformada del mundo televisivo cultiva algunos concep-
tos inicuos de las normas de la vida social. Excepto entre aquellos ms tra-
dicionales o sesgados, la observacin de la televisin tiende a ir acompaa-
da de prejuicios ms fuertes acerca de las mujeres y de los ancia-
nos 9, 10, 12, 14). Los nios saben ms de ocupaciones poco comunes, que
aparecen frecuentemente en la televisin, que acerca de empleos comunes
que rara vez se muestran en la pantalla 4). La observacin de la televisin
aumenta la evaluacin de confianza otorgada a los mdicos 16) pero dis-
minuye la otorgada a los cientficos, especialmente en grupos que, por otra
parte, son los que ms los apoyan 8).
Los estudios de cultivo confirman los resultados segn los cuales ver
televisin tiende a elevar las percepciones de riesgo y peligro y a mantener
un exagerado sentido de desconfianza, vulnerabilidad e inseguridad. He-
mos encontrado tambin que la jerarqua de poder de los niveles relativos
de victimizacin de los programas de mxima audiencia cultiva jerarquas
similares de temor a la victimizacin en el mundo real entre los espectado-
res. Aquellos espectadores pertenencientes a grupos minoritarios que se
contemplan a s mismos ms a menudo en las categoras que llevan la peor
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parte en los encuentros violentos en televisin, llegan a sentir mayor apre-
sin hacia la posibilidad de su propia victimizacin que los consumidores
ligeros de los mismos grupos (13).
Cabe esperar, pues, que el mundo mezquino y peligroso de televisin
contribuya a la receptividad hacia las medidas represivas y a las solucio-
nes y posiciones aparentemente simples, duras y directas. Al mismo tiem-
po, sin embargo, el contexto general de los valores convencionales y de las
gratificaciones del consumidor, con sus exigencias de finales felices y satis-
faccin material, puede sugerir un sentido de derecho de acceso a los bie-
nes y servicios, creando as un conflicto de perspectivas.
As, se puede esperar el cultivo de la preferencia por orientaciones po-
lticas de centro junto a supuestos diferentes y a veces contradictorios.
Es muy probable que estos supuestos incluyan nociones demogrficamente
sesgadas, socialmente rgidas y preadas de desconfianza, y a menudo ex-
cesivamente ansiosas o represivas, pero al mismo tiempo con amplias ex-
pectativas cada vez mayores de servicios econmicos y de progreso mate-
rial, incluso entre aqullos que tradicionalmente no comparten estos pun-
tos de vista.
Como la mayor parte de nuestra discusin se centra en las diferencias
que existen entre televidentes duros, medios y ligeros, los cuales pertenecen
a grupos que por otra parte son comparables, en las
respuest s televisiv s
que dan, sera til describir estos grupos.
Los anlisis presentados aqu utilizan datos procedentes de la Encuesta
Social General (ESG) del Centro de Investigacin de Opinin Nacional
National Opinion Research Center)
de 1975, 1977, 1978 y 1980. Alrede-
dor de 1.500 encuestados tomaron parte en entrevistas personales de una
hora de duracin cada ao, para un total de 6.020 encuestas
Para los pro-
psitos del anlisis los encuestados han sido divididos en televidentes lige-
ros (24,6 %), aquellos que afirmaron ver televisin una media diaria infe-
rior a las 2 horas; televidentes medios (45,3 %), los que decan verla 2 3
horas y televidentes duros (30,1
Yo), los que deca verla ms de cuatro ho-
ras diarias 8
Las diferencias en la cantidad de horas ante la televisin guardan, desde
luego, relacin con el modo en que vive la gente. El segmento de televi-
dentes duros de la poblacin incluye un nmero desproporcionado de mu-
jeres, jvenes y viejos, personas sin enseanza superior y personas de bajos
ingresos (vase la Tabla 1). A la inversa, comparativamente ms hombres y
personas de media edad, con enseanza universitaria y renta ms elevada
tienden a ser televidentes ligeros 9.
Es evidente, por tanto, que las sencillas comparaciones de televidentes
duros, medios y ligeros llevan consigo algo ms que la televisin. Para po-
der aislar la contribucin independiente de la exposicin a la televisin al
cultivo de las orientaciones polticas, es necesario controlar otros factores
y comparar diferencias relacionadas con el grado de exposicin en subgru-
pos relativamente homogneos. Todos los resultados citados en este art-
culo incluyen tales controles. Las diferencias entre subgrupos existentes
dentro de cada grupo de televidentes nos permite especificar tanto la din-
mica comn como la diferencial de la exposicin a la televisin ).
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TABLA 1
elacin entre t iem po de exposic in a la te lev is in y variables dem ogrficas
Exposicin a
la televisin '
Gamma
r
Simple
r
parcial
4 orden
igera
c
Media
o l o
Dura
%
Sexo
Hombres (N = 2638)
M ujeres (N = 3352)
50
50
46
5 4
37
63
.16***
.12***
. 09***
Edad
18-29 (N = 1531)
24 24
3 1
30-54 (N = 2598)
5 1
46 3 4
.0 3
.0 2
A partir de 55 (N = 1834)
25
30 36
Educacin
Sin estudios
uperiores
(N = 4 0 77 )
Con estudios superiores
54
67
8 2
.38***
.19***
.14 **
(N = 1893)
46 33
1 8
Ingresos
Bajos (N = 2060)
3 1
33
4 9
Medios (N = 1971)
35
37
3 3
.23***
.19*
.12***
Altos (N = 154 3)
35
30
1 8
Hbitat
Urbano (N = 2618)
No urbano (N = 3372)
45
5 5
43
57
43
57
.0 3
2
2
* p < .001
Exposicin a la TV : ligera = 0 -1 horas al da; media = 2-3 horas al da; dura = ms de 4 horas al da.
b
Las correlaciones simples y parciales se basan en datos continuos; las correlaciones parciales resultan del
control simultneo d e todas las variables demog rficas incluidas en la Tabla.
En este artculo refinamos y aplicamos el paradigma de sobre inclusin
a las orientaciones polticas
Avanzaremos e ilustraremos algunas proposiciones sobre la contribu-
cin de la televisin a la autoidentificacin poltica y de clase. Examinare-
mos la dinmica poltica de la televisin a travs del anlisis de las posicio-
nes de televidentes duros y ligeros de tendencias polticas diferentes, con-
trolando simultneamente un amplio espectro de otras influencias y de otros
factores .
La afiliacin poltica a un partido est tradicionalmente relacionada con
el estatus social. Por tanto, no es sorprendente que entre los televidentes
duros, que tienden a tener bajo estatus, encontremos ms demcratas que
entre los televidentes ligeros (45 % frente a 35 'Yo), mientras que un nme-
ro mayor de televidentes ligeros que de televidentes duros son indepen-
dientes (41 % frente a 34 'Yo) y republicanos (24 % frente a 21 %)
1 1
V e-
remos, sin embargo, que la televisin modifica el significado social y po-
ltico de estas y otras etiquetas convencionales.
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Un ejemplo de esta transformacin es el desdibujamiento de las lneas
de clase y la autoajustada tendencia a la media en las diferencias de renta.
La Tabla 2 y la Figura 1 muestran que los encuestados con bajo nivel so-
cioeconmico (SES) tienen una mayor probabilidad de autoatribuirse la eti-
queta de clase trabajadora pero slo cuando son televidentes ligeros.
Los televidentes duros encuestados del mismo grupo de bajo estatus pien-
san de s mismos que son clase trabajadora con una probabilidad signi-
ficativamente menor que sus equivalentes en el grupo de televidentes lige-
ros, a la vez que es ms probable que afirmen pertenecer a la clase me-
dia. La experiencia de la televisin parece contrarrestar otras circunstan-
cias a la hora de pensar en la propia clase. Es un disuasor especialmente
poderoso de la conciencia de clase trabajadora.
Los televidentes de SES medio muestran el menor sentido de distincin
de clase en los diferentes niveles de exposicin a la televisin. Estn ya den
tro de la corriente dominante. El grupo de SES alto, sin embargo, igual
que el grupo de SES bajo, presenta una pauta de respuesta que est fuer-
temente asociada con la cantidad de exposicin a la televisin. El nmero
de televidentes duros de alto SES que se consideran a s mismos pertene-
cientes a la clase trabajadora es mayor que el de televidentes ligeros de
alto SES
. La exposicin a la televisin tiende a desdibujar las distincio-
nes de clase y hace que los televidentes duros con mayor nivel de renta pien-
sen de smismos que son simple clase trabajadora de renta media.
FIGURA 1
Bajos en status socio-econm ico/ingresos
l tos en status socio-econm ico/ingresos
Porcentaje de sujetos que se consideran:
Porcentaje de sujetos que se consideran:
70 .
60 .
5 0
40
30
20
Exposicin a la TV.
Clase
don
/449Q
Con ingresos-medios
cse
L: Consumidores ligeros
: Consumidores med ios
I : Consumidores duros
Autodesignacjones en clase e ingresos
por
exposicin a la televisin en grupos de
estatus e ingresos diferenciados de acuerdo con criterios objetivos.
Estos procesos se manifiestan claramente cuando relacionamos la expo-
sicin a la televisin con etiquetas de relevancia poltica directa. Usamos
una designacin de tendencia poltica relativamente general y presumible:
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TABLA II
elacin entre t iem po de ex posic in a la te lev is in y c lase socia l subje t iva y tendencia a
calificar de m edios los ingresos fam iliares
Exposicin a la televisin
CD`
amma
Ligera
edia
ura
Clase so cial subjetiva' po r estatus
socioeconmico (SES) real
N
=
5 2 3 9
S E S b a jo
Clase trabajadora
Clase media
6 5
2 5
6 4
2 8
5 5
3 2
1 0
+7
.06*
SE S medio
Clase trabajadora
Clase media
5 5
4 2
5 8
3 9
5 5
3 8
4
. 0 7 *
S E S a l to
Clase trabajadora
Clase media
2 5
6 8
2 9
6 6
3 6
5 9
+1 1
9
. 1 4
P orcentaje que con sidera medios
sus ingresos familiares, de acuerdo
con los
ngresos familiares
e a l e s
(N
= 5 5 4 1
de 10.000
4 3
4 4
4 3 0 . 0 5 *
E ntre 10
y
20.000
6 2
6 5
6 6
+4
.13***
Ms de 20.000
3 8 47
6 0
+2 2
p < .0 5
p
< .001
' D ebido al bajo n mero de casos, s e han o mitido las respuestas de los grupos s uperior e inferior.
b
Basado en la tricotomizacin de puntuaciones factoriales pon deradas en educacin, ingresos y prestigio
ocupacional.
CD: Diferencial de Cultivo: porcentaje de consumidores duros que dan la respuesta en cuestin, menos
porcentaje de consumidores ligeros que dan esa misma respuesta.
mente estable, la que presentaba la mayor probabilidad de estructurar un
recorrido de actitudes y posiciones polticas: las autodesignaciones libe-
ral, moderado y conservador . Suponamos que los encuestados de
la ESG y, en efecto, la mayora de nosotros, sitan las posiciones polticas
sobre un continuo desde liberal hasta conservador (e incluso ms lejos en
ambas direcciones) debido, en parte, al uso comn y generalmente acepta-
do de estos trminos en el discurso interpersonal y de los medios de co-
municacin. Consecuentemente, a diferencia de muchas cosas sobre las que
se poda haber preguntado a los encustados, creemos que estas autodesig-
naciones existan anteriormente y no se crean en la respuesta a la situacin
de entrevista.
La tabla 3 muestra el porcentaje de televidentes ligeros en cada catego-
ra de tendencia poltica y la dispersin del porcentaje entre ellos y los te-
levidentes duros, teniendo en cuenta en ambos casos las clasificaciones de-
mogrficas
y
la afiliacin al partido. La relacin ms general entre exposi-
-
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TA BLA
R elacin entre tiemp o de exp osicin a la televisin y autodesignacin poltica N = 5691)
PORCE NT AJ E QUE SE CONSI DE RAN A SI MI SMOS:
Liberales
Moderados
Conservadore s
CD
amma
L CD Gamma L
C D Gama
TOTAL
-3
-.04*
33 +12 .15***
36 -8 - . 12***
Control por:
S e x o
Hombres
33 -1 -0.1
3 0
+8 Al*
38
-8
- . 1 0**
Mujeres
29
-3
-.05 36
+12
.15*** 35
-9
- . 1 3***
Edad
M enos de 30 45 -7 -.09*
30
+13 .18*** 26 -7
- .13**
30-54
29 -5
-.09*
32
+14 .18***
3 9
-8
-.11
A part ir de 55 20 + 3 .0 7
39
+ 6
.07* 4 -9 - .12**
d u c a c i n
Sin educacin superior 24 + 2
.0 4 4 + 6 .08**
35
-8 - . 1 2 ***
Con educacin superior
38
-1
-.05 25
+8 .13***
3 7
-7
-.07*
n g r e s o s
Bajos
34
-4
-.06
35
+8
.11** -4
-.07*
Medios
29 -3
-.04 35
+13
.16***
36
-10
- . 1 4***
Altos
-5
-.10
30 +14 .19***
3 9
-9
- .10**
Hbitat
Urbano
36
-3
-.04 + 9 .12**
33 -6
-.09**
No Urbano
26
-2
-.04 34
+14 .17* 4 0 -12 - . 1 5***
A f iliacin a partido
Demcratas
3 7 -6 -.06
37
+ 7 .08** 27
-2
-.03
Independientes
34
-7
- .11**
33 +14 A V *
33
-7
-.1 1**
Republicanos
6 + 5
.11** 29 +13 .18***
55 -18
- . 23 ***
p
). En
los ltimos aos hem os usado nue stro banco
acumu lativo de datos de observ aciones de talladas
basadas en el anlisis de m s de 1.600 pro-
gram as y 14.000 personajes, nuestras propias encuestas y tamb in am plios archivos de d atos
de encuestas disponibles para el anlisis secundario, para investigar presentaciones de televi-
sin y concepciones relacionadas de los televidentes sobre m ujeres y m inoras, sobre el pro-
ceso de en vejecim iento, sobre los cientficos y miem bros de otras profesiones, sobre la salud
y la m edicina, sobre las escenas sexuales, sobre las imgen es familiares y el impacto de la fa-
m ilia, sobre los logros y las aspiraciones edu cativas y sobre otros problemas. He m os conce-
bido ampliamente nuestra recogida de datos desde el principio, de modo que fuera posible el
anlisis de m uchas tendencias y facetas del mu ndo de la televisin y de sus relaciones con las
concepciones y actitudes d e d iversos grupos de televidentes.
-
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Se ha encontrado que la sobreinclusin explica pautas diferenciales intragrupales por lo
que se refiere al cultivo de im genes de violencia, desconfianza, y alienacin (6); concepciones
de la ciencia y los cientficos (8); creencias y prcticas relacionadas con la salud (7); estereo-
tipos de rol sexual (14); y otros aspectos.
El trabajo de Barnouw (1), Cantor (3), y Tuchm an (15) describen en detalle el proceso de
poltica institucional.
' La muestra de 1975 fue extrada mediante una com binacin de cuotas de bloque y m ues-
treo probabils tico; los m uestreos de los otros aos fueron totalm ente probabils ticos. Las
mue stras representan a personas a partir de los 18 aos, angloparlantes y no institucionaliza-
das (vase el libro de cdigos acumulativo del ESG de 1972 a 198 0 para m s detalles sobre
mue streo y otros aspectos).
8
La v ariable independiente en estos anlisis es la cantidad de exposicin a televisin m e-
dida en horas. La formulacin concreta de la pregunta es: En un da norm al, cuntas horas
m s o me nos dedica usted personalmen te, a ver la televisin? Esta medida no se interpreta
com o un ndice absolutamente exacto del tiempo m edio de exposicin. M s bien, la consi-
deramos c omo un indicador de la exposicin relativa y de la inm ersin en el mundo de la te-
levisin. Esta distribucin vara en no m s de 3 ,5 puntos por ciento dentro de cada uno de
los cuatro aos. Para los cuatro aos comb inados se obtiene una m edia de exposicin de 2,92
horas (desviacin tpica = 2,17) y la m ediana es 2,48. En treinta casos (0,5 % d e la muestra
total) no se obtuvo respuesta.
9
Estas pautas son generalm ente independientes de los otros factores dem ogrficos, aun-
que experimentan una ligera reduccin bajo controles simultneos. Esto tambin ocurre en el
resultado de que son los encuestados m s jvenes y los ms v iejos los que ven m s la televi-
sin. La correlacin simple entre la cantidad de exposicin y una variable com binada de m e-
diana edad es de 0,14. Al efectuar controles para las otras variables en la Tabla 1, la corre-
lacin parcial es 0,09 (en amb os casos p < 0,001).
Exam inaremos especficamente diferencias intragrupales simp les para evaluar la forma
de las pautas de condicionamiento y mediacin, e introduciremos trminos de interaccin mul-
tiplicauva e n las ecuaciones de regresin jerrquica tras todos los controles de base y los efec-
tos principales. Esto nos perm ite clarificar si las diferencias simp les observad as entre los gru-
pos son significativamente independientes de todos los dem s factores.
Es m s probable que los televidentes duros digan que son dem cratas dentro de cada
uno de los 12 subgrupos que aparecen en la tabla 1, y en todos los casos excepto uno (en-
cuestados m enores de 30 aos) esta relacin es significativa.
stos resultados se mantienen incluso cuand o se controla la variacin residual en el SES
real dentro de cada uno de los grupos reales de SES.
La tendencia poltica se micho con la pregunta, omos hablar mucho estos das sobre
liberales y conserv adores. Voy a m ostrarle una escala de siete puntos en la que las opciones
polticas que la gente puede mantener estn ordenadas desde extremadam ente liberal pun-
to 1 hasta extremadam ente conservador punto 7 . Dnde se situara usted en esta es-
cala?. La autodesignacin en esta escala fue recodificada en tres ca tegoras: los que c ontes-
taron extrem adam ente liberal, liberal y ligeram ente liberal (puntos 1, 2 y 3) fueron tra-
tados com o liberales; los puntos 5, 6 y 7 fueron clasificados com o conservado res y los
representantes del punto 4 mo derados, el centro de la escala. Los agrupam ientos resultantes
proporcionaron, para el conjunto de los cuatro aos, 1.611 liberales (22,2 %), 2.254 m o-
derados (39,4 % ) , y 1.849 conservadores (32,4 % ) ; 306 casos no contestaron (5,1 %).
' ' Por m otivos de espacio los televidentes medios han sido om itidos de la tabla 3. Todas
las relaciones en las colum nas de m oderados y conservadores, sin embargo, son m onotnicas
a travs del total de las tres categoras de e xposicin a la televisin; once de las diecisis
la columna liberal son monotnicas. Adem s, los televidentes duros m uestran una dispersin
en torno a la med ia en la escala de siete puntos de autodesignacin poltica significativamente
m enor que los televidentes ligeros, en general y de ntro de la ma yora de los subgrupos. Para
evitar los problemas de reduccin de v arianza en los subgrupos, los coeficientes de regresin
sin estandarizar que reflejan la relacin entre cantidad de exposicin y el v alor absoluto de
las desviaciones de los encuestados con respe cto al centro poltico de la m uestra (contro-
lando tido lo dem s) fueron com putados dentro de los principales subgrupos demo grficos.
Sin excepcin, todos los coeficientes son negativos, lo que indica que los televidentes duros
m uestran consistentemente m enos dispersin en torno a la m edia de la muestra. Esto es par-
ticularmente cierto para los encuestados con estudios universitarios, para los de renta m edia,
para los ms jve nes y de m ediana edad, para quienes no residen en ciudades, para las m uje-
res, y para a quellos cuya afiliacin de partido es Independiente (todos los trm inos de in-
teraccin excepto regin y sexo son significativos). Esto mu estra que los televidentes duros
tienden a elegir la autodesignacin po ltica m oderada po r encima d e los efectos de estas po-
tentes variables demogrficas.
La tendencia de los televidentes duros a designarse a s mism os com o m oderados se
m antiene dentro de cada uno de los cuatro aos analizados, aunque hay variaciones en el ta-
mao de la asociacin (es ms dbil en 1977 y ms fuerte en 1978). A dems, este efecto de
m oderacin parece ser un correlato especfico de la exposicin a la televisin, y no un fen-
-
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meno de exposicin a los medios de com unicacin en general: ni la exposicin a la radio ni
a la prensa escrita se asocia con resultados similares. El porcentaje de mode rados entre oyen-
tes de radio ligeros, medios y duros (definidos exactamente igual que los grupos de exposi-
cin a la televisin) es 38 , 39 y 39 respectivam ente; del mism o modo, de los lectores
diarios y ocasionales de prensa escrita, un 39 en ambo s grupos se llaman a s mismo s mo-
derados. Por tanto, es la exposicin a la televisin, y no el uso de los medios de com unicacin
en general, lo que est asociado con la autodescripcin de una disposicin poltica de m o-
derado. Por ltimo, este hallazgo se replic en un estudio nacional dirigido por e s e a r c h
and Forecasts Inc. para la
Conn ec t icu t M utual L i fe Insurance
Co. El porcentaje de modera-
dos entre televidentes ligeros, me dios y duros en este estudio es 41, 48 y 49 respec tivamente .
Con trolando la afiliacin de partido, los datos son prcticamente idnticos a los de la ESG .
16
Adem s de esas ocho preguntas, la ES G de 1977 contena veinte tems (la mayora no
repetidos) sobre actitudes hacia los negros, que se com binaron en seis ndices, cada uno de
ellos con una aceptable homogen eidad interna (con alphas de Cronbach de .50 a .6 0; el con-
junto de todas las medidas arroja un alpha de .82). Cuatro de esos ndices miden el apoyo a
la segregacin racial, bajo la forma de m atrimonio interracial, apertura de alojamientos, inte-
gracin escolar y evitacin de negros. U na quinta escala se cen tra en las tendencias de los
e n
cuestados a m antener a los negros en su sitio, y una sexta me dida en el acuerdo de los en-
cuestados co n las explicaciones estereotpicas de las desventajas sociales de los negros. Al igual
que suceda con los ocho tem s repetidos, estos ndices muestran q ue, para los liberales, una
may or exposicin a la televisin significa un apoyo may or a la segregacin y unas manifesta-
ciones m s fuertes de racismo hac ia los negros. Cinco de las seis relaciones son significativas
entre los liberales. Sin embargo,
ninguna de las com paraciones intragrupales
son significativas
para mode rados o conservadores; cinco de los seis trminos de interaccin son negativos, dos
de ellos significativamente. U na vez ms, la exposicin dura a la televisin cultiva la antiinte-
gracin y opiniones relacionadas slo entre los liberales aqullos que son, por otra parte,
menos opuestos a la igualdad racial . De nuevo encontramos que no hay mucha diferencia
entre moderados y conservadores.
'
Con respecto a la hom osexualidad, los encuestados indicaban si encontraban que las
relaciones sexuales entre dos ad ultos del mismo sexo son siempre m alas, casi siempre m a-
las, ma las slo algunas veces, no son malas en absoluto; nos centram os en aqullos que
responden siempre m alas. La pregunta fue formulada en 197 7 y 1980. Se incluyeron tems
que medan la aprobacin de la legalizacin del aborto bajo seis condiciones especficas en
cada uno de los cuatro aos de la ESG que contenan pregun tas sobre la cantidad de exposi-
cin a la televisin; estos tems producen una escala de G uttman fiable (escalabilidad = .80,
reproductibilidad = .94). Los encuestad os fueron considerados contrarios al aborto si apro-
baban la legalizacin del aborto en m enos de tres situaciones o slo en las tres situaciones
ms fciles. Finalmente, una pregunta sobre si la marihuana debe se r legalizada se incluy en
1975, 1978
y 1980.
18 Las mismas pautas se mantienen para actitudes hacia las relaciones sexuales prematri-
moniales y e xtramatrimoniales. Los televidentes liberales ligeros tienen una probabilidad m u-
cho men or de decir que esos comportam ientos son siempre m alos, mientras que las res-
puestas de los televidentes liberales duros se aproximan a las de los m oderados y conserva-
dores. Al igual que suceda con la integracin racial a travs del transporte escolar, modera -
dos y conservadores m uestran asociaciones significativas negativas entre cantidad de exposi-
cin a la televisin y desaprobacin de las relaciones sexuales prematrimo niales otro e
j em-
plo de conv ergencia en am bas direcciones (la beta de la interaccin, con todas las otras va-
riables y los principales efectos en la ecuacin es
.18
p < .01).
Una sola pregunta (form ulada en 1977 y e n 1980 ) se refiere a los sentimientos de los
encuestados sobre el comunismo, en un continuum de cu atro puntos desde es la peor clase
(de gobierno) de todas, hasta es una buena clase de go bierno. Quince preguntas (todas
ellas formuladas en 1977 y 1980)
se refieren a si a cada uno de cinco tipos de persona s se les
debera dejar: a) pronunciar un discurso ante la comun idad de los encuestados, b) tener un
libro en la biblioteca de la com unidad y c) ensea r en la universidad local. Subdividimos los
cinco tipos en izquierdistas (ateos, comunistas, hom osexuales, etc.) y derec histas (racis-
tas, militaristas), y construimos dos ndices del deseo de los encuestados de reducir la libertad
de expresin de estos grupos. L os tems anti-izquierdistas producan un alpha de .90 y el alp-
ha de los anti-derechistas es .82.
20 Tam bin se m antienen las mismas pautas bsicas por lo que se refiere a las actitudes
hacia la Enm ienda de la Igualdad de Derechos (que se plantearon 50 en 1977), pero no de
man era significativa. Entre los liberales, se opone a su aprobacin el 17 de los televidentes
ligeros, mientras que entre los televidentes duros lo hace un 20 Para los mode rados y con-
servadores, que presentan una proba bilidad mayor de opon erse a la enmienda, la exposicin
dura a la televisin significa mayo r apoyo. Entre los moderados, el 28 de los televidentes
ligeros y el 24 de los duros se oponen; entre los conservadore s, al 40 de los televidentes
ligeros y al 32 de los duros se oponan a que se aprobara. Una dispersin de 23 puntos de
porcentaje entre los televidentes liberales y conservadores ligeros se reduce a la mitad (12 pu n-
tos) entre los televidentes duros.
-
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Estos siete tems obtuvieron un alfa de .65. Los otros cua tro (exploracin del espacio,
control de la tasa de delincuencia, abuso de drogas y defensa/militarismo) comparten poca va-
rianza comn (alfa = .28) y representan claramen te una dimensin diferente.
22 E n la ESG de 1980, se pregunt a los encuestados cul sera su posicin sobre una es-
cala de s iete puntos, con un punto
1
igual a el gobierno debera proporcionar m enos servi-
cios; reducir mucho los gastos y el punto 7 el gobierno debera continuar proporcionando
servicios; no reducir gastos. Combinamo s los encuestados que caan en los tres puntos ms
altos con aquellos que decan que la cantidad de impuestos que pag aban era de masiado alta,
para construir una tipologa de actitudes sobre gastos e impuestos. Nos centramos en el tercio
(32,1 ) que adopta la posicin contradictoria de oponerse a reduccione s en los gastos al mis-
mo tiempo que afirman que sus impuestos son muy elevados. El 40 70 quiere menos gastos
e impuestos m s bajos, el 13,9 70 desea reducir gastos pero no cree que sus impuestos sean
demasiado altos y el 13,9 70 desea un gasto continuado y no cree que sus impuestos sean de-
masiado altos.
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