dialéctica, nº 09, diciembre 1980

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    dialcticaR E V I S T A D E L A E S C U E L A D E F I L O S O F A Y L E T R A SD E L A U N I V E R S I D A D A U T N O M A D E P U E B L A

    Comit de Direccin:Juan Mora R ub ioGabr ie l Vargas LozanoOsear del BarcoOsear Walker

    Secretario de Redaccin:R al Dor raConsejo de Redaccin:Angelo Al t ier i MegaleOsear CorreasHugo Duar t eVc tor M. FernndezR obe r to Hernndez OramasRafae l Pea Agui r reAlfonso Vlez PliegoEdicin y administracin:Javie r Tor res

    NOTA: Los miembros ext ranjeros , tanto del Comit de Direccin como del Consejo de Redaccin, de acuerdo con lasdispos ic iones cons t i tuc ionales , no se encuentran compromet i dos con las declaraciones que sobre pol t ica nacional se haganen esta revista.dialctica, Nm. 8, junio de 1980. Aparece t res veces al ao.Precio del ejemplar : $70.00. Suscripcin anual : $200.00 (correoord inar io) . Ext ran je ro : US $15.00 (cor reo a reo) . Cor respondencia, giros , cheques a : Revista dialctica. Escuela de Filosof a y Let ras de la UAP. Cal le 3 Oriente , Nm. 403. Puebla ,Pue. Mxico. Tel . 428821.U N I V E R S I D A D A U T N O M A D E P U E B L A . R e c t o r : I n g . L u i sRivera Terrazas. Srio. Gral . : Lie. Alfonso Vlez Pl iego. Coordinador Gral . de la Escuela de Fi losofa y Letras : Psic. V. Manuel Muoz Vargas .

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    dialcticaA O V N ' 9 Diciembre 1980S U M A R I O

    La poltica de los Estados Unidos y la paz mundial /3Jos Luis Bkrcel, El fantasma de la revolucin recorre Latinoamrica: Nicaragua hoy 1Augusto Solazar Bondy, Sentido y problema del pensamiento filosfico hispanoamericano /31Juan Mofa Rubio, Proyectos y perspectivas de la filosofa en Mxico /55Gabriel Vargas Lozano, Notas sobre la funcin actual de la filosofa en Mxico /81Reg istro de la pro duccin filosfica en M xico (1969-1980) /1 03Jorge Martnez Contreras, Ideologa y filosofa /109Georges Labica, A propsito de la problemtica del estado enEl capital, / 123D O C U M E N T O SM ateriales sobre la crisis del marxismoPerry Anderson, Existe una crisis del marxismo? /145E N T R E V I S T A SLos intelectuales y la poltica del Partido Comunista Italiano (Entrevista con Aldo Tortorell) /159

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    NOTASOsear Tern, Actual idad y extemporaneidad de Materitegui / l 73;Congreso Internacional de filosofa latinoamericana /179;Simposio: "Lenin y la cultura" en Bulgaria /181; CongresoInternacional sobre Hegel / l 82 ; Nuevo Boletn de la Asociacin filosfica de Mxico /l 82 ; En defensa del maestro JosLuis Balcrcel /83. Ideario del Grupo de Estudios SigmundFreud, A. C . /185; Pantalen Riveroll Toriche, Nuevo plande estudios para la Licenciatura en Lingstica y Literatura

    Hispnicas / l 93LIBROSRoberto Folian, Alberto Paris, "Filosofa y Dialctica" /205;Jorge Rendan Alarcn> El problema de la alienacin en LucioColletti /211NOTAS BIBLIOGRFICAS / 2 1 5COLABORADORES / 2 1 9

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    LA POLTICA DE LOS ESTADOS UNIDOSY LA PAZ MUNDIAL

    La administracin de Ronald Reagan inicia su ejercicioen uno de los momentos ms difciles de la vida de losEstados Un idos y de mayores peligros para el m un do . Lacrisis econmica que sacude a los pases de Occidenteapenas ha sido contenida con medidas monetaristas queaunque rem iendan la desvencijada colcha de la economa,no han podido detener el crecimiento desmesurado de losprecios en una de las marejadas inflacionarias ms acen-tuadas de las ltimas dcadas. El ejrcito de los desocu-pados pone una sombra ms de angustia en la difcil exis-tencia de las ciudades; y en los pases del tercer mundola vida ha perdido tanto su valor que es igual dejarlaa la vera del camino ante la furia desatada por los gruposparamilitares al servicio de los regmenes castrenses, per-derla en las crceles donde diariamente desaparecen milesde ciudadanos, o entregarla con generosidad en las luchasde liberacin nacional. En el rea de conflicto centro-am erican o se m uere po r igual de rodillas o de frente, perose aprende que cuando la violencia que viene de lo altoparece no detenerse, los pueblos pueden contestar con laviolencia revolucionaria. Ayer, fueron Baha Cochinos yVietnam, hoy, Nicaragua y El Salvador que demuestranque el monstruo puede ser vencido cuando el pueblo tomaconciencia y unido lucha. De tarde en tarde, cuando des-piertan los hombres, todos son Tseos y saben quin esy dnde est el Minotauro.

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    Pero este avance del espritu libertador, por contra-partida ha desarrollado una actitud derrotista dentro dela opinin de los crculos dirigentes de los Estados U nidos,que los ha llevado a formular nuevamente una poltica deguerra fra que coloca a la humanidad frente a la tragedia.Es otra vez, "la poltica al borde del abismo" de los tiem-pos de Foster Dulles. La actitud guerrersta del presidenteReagan es tanto m s irresponsable cuanto m s ha n crecidolos recursos de destruccin de las grandes potencias. Losapologistas de la guerra en Washington exaltan la eficaciade una guerra nuclear, parcial y controlada, que impe-dira la utilizacin total de los recursos atmicos. Sin em-bargo, voces autorizadas de diversos sectores del mundo,han prevenido a la opinin sobre la imposibilidad dehacer guerras controladas con armas sofisticadas. Al pri-mer disparo de un cohete nuclear la hecatombe se desen-cadenar y la vida humana cesar en nuestro planeta. Lasdeclaraciones recientes y la literatura de los documentosoficiales del gobierno norteamericano muestran con cer-tidumbre la voluntad guerrersta del nuevo rgimen. Elpresidente Reagan y su secretario de estado, Haig, hansido explcitos en manifestar su inters por las amistadesaunqu e ellas queb ranten los m s elementales derechos h u-manos. Importan los buenos amigos aunque tengan en-tra as de torturadores. Y a los buenos amigos del im peria-lismo norteamericano los conocemos en Amrica Latina:son los sectores castrenses que han ocupado militarmentea sus propios pases. Pero, adems, los grupos oligrquicosa los que ellos sirven. En Colombia, desde el gobierno civilhacen la represin y sirven por igual los intereses extran-jeros; en Venezuela y Costa Rica, se colocan al serviciode la ms aberrante poltica exterior.

    El drama del pueblo de El Salvador es clara muestrade los torcidos procedimientos norteam ericanos. E l gobier-no que encabeza Jos Napolen D uar te sirve a los fines dela guerra fra y prom ueve la escalada m ilitar que los con^tinuos em barques de arm am en to y la presencia de asesores4

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    militares estadounidenses llevan a efecto. Reagan ha de-clarado que no permitir un gobierno comunista en ElSalvador y ha anunciado su abierta intervencin. EstadosUnidos, por lo visto, no cejarn en su lucha contra lossectores populares y democrticos del continente, destru-yendo la paz y anulan do el principio de la no intervencinque tanto anhelan nuestros pueblos y por el que Mxicoejemplarmente ha luchado.M otivo de ho nd a reflexin es pa ra M xico la polticade los Estados Unidos, ahora que el pas ha adquiridouna enorme importancia estratgica por sus recursos ener-gticos, y cuando infortunadamente, la poltica agresivade Reagan encuentra defensores en los grupos ms reac-cionarios mexicanos.

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    EL FANTASMA DE LA REVOLUCINRECORRE LATINOAMRICA:NICARAGUA HOYJos Luis Balcrcel

    A don Edclberto Torres, sandinista.

    IGuando se cumplan 25 aos de la intervencin norteamericanaen Guatemala, para contrarrestar el incipiente movimiento democrtico nacionalista que propugnaba por un desarrollo capitalistaindependiente del pas otorgndole beneficios y prestaciones aobreros, campesinos y capas medias, los cuales alcanzaban a lapequea burguesa; cuando, al mismo tiempo, transcurran 20aos de la revolucin que hizo de Cuba el primer estado socialistade Amrica, se produjo el triunfo nicaragense con el que culminla etapa inicial del proceso revolucionario sandinista. Cruenta yprolongada batalla, de las ms tremendas libradas en el continente,que puso fin a la tirana dinstica de 45 aos, en el contexto dela crisis del sistema capitalista.Entre lo de Cuba y lo de Nicaragua, los infantes de marinadesembarcaron en la Repblica Dominicana pata contener la rebelin que amenazaba perjudicar los intereses del imperialismo;insurgencia que se dio como desenlace del operativo que la poltica norteamericana propici para liquidar a Trujillo cuando laprepotencia que ellos mismos le fomentaron les resultaba ya perturbadora. En Chile, el imperialismo norteamericano recurri ala prctica reiterada de utilizar a las fuerzas armadas para desbaratar los tanteos y avances del rgimen democrtico e impidi surealizacin como tal, pese a que trat de atriburseles neutralidad

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    poltica, considerndolas garantes de la soberana y de las instituciones del pas, segn generalizada y errnea creencia que parecacompartir entonces la propia Unidad Popular. Con el asesinatode su ms alto dirigente, Salvador Allende, y del genocidio y larepresin general, el imperialismo cancel en Chile las aspiraciones de la llamada lnea pacfica, que pretenda sentar las basespara el desarrollo de un futuro estado socialista en ese lugar delcono sur americano.Mientras tanto, los militares ensayaron en el Per un gobiernode fachada democratizante y nacionalista, constituida sta por unamplio conjunto de medidas populistas, innovadoras o de reforma.De las que los politlogos consideran y denominan "moderniza-doras". Aplicadas de tal manera que, aunque la oligarqua localy algunas em presas transnacionales se m anifestaran alarm adaspor las limitaciones que sus intereses en particular pudieran sufrir,el imperialismo mantuviera confianza en aquello que se habaestablecido, en realidad, como barrera ante cualquier tipo dedesarrollo que por sus medios o resultados de alguna manerafuera a parecer camino que llevara al socialismo. Empero, losanalistas y consejeros polticos norteamericanos permanecieron ala expectativa de todo lo que, a su juicio, pudieran considerarseexcesos que surgieran en la prctica del experimento. Sin embargo,la tolerancia que le prodigaba el gobierno norteamericano hizoque se le comenzara a tener como probable y, hasta entonces, paraellos mismos, no desdeable frmula de confianza para exportara nivel continental; hipottico, modelo de proceso al que dio enllamrsele "peruanismo". Proceso sociopoltico concebido en elPer con las tcticas convenientes y convenidas y la estrategiaprevista en un Centro de Estudios Superiores del ejrcito, en elque se estudia sociologa, politologa y marxismo. Y, sin menoscabode tales precauciones, en cuanto las fuerzas populares trataron deir adelante y profundizar, en lo posible, y los dirigentes militaresdaban la impresin de conceder, stos, por lo mismo, fueron desplazados por otros con iguales estudios pero ms dciles a la bridaque orienta mejor el sentido que lleva a coincidir con los interesesde la oligarqua local y del imperialismo norteamericano. Ahquedaba el "peruanismo".Alguna vez se habl tambin de "nasserismo" latinoamericano,como otra ilusoria opcin democratizante posible entre los polticoscandorosos que hacan de las supuestas soluciones militaristasconfiables a futuro "quimera del oro" que servira de base8

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    de sustentacin a proyectos viables para llevar a cabo su propsito de reinventar la democracia y el bienestar social.Entre tanto, se fue extendiendo y prolongando el proceso deimposicin fascista que haba tenido su punto de partida en laintervencin de Guatemala. La realidad misma daba al traste conlas ilusiones del idealismo y romanticismo considerados revolucionarios, ponindolos en contraste con la revolucin cubana. De ahque los planteamientos revolucionarios latinoamericanos que buscaban alcanzar concrecin y realidad, se aferraron, casi siempre,a procedimientos que pudieran desembocar en la guerra revolucionaria, atenindose a una experiencia que demostraba ser la msconfiable, si no la nica, como posibilidad de convertir en realidadconcreta los objetivos previstos.Sin embargo, las condiciones reales predominantes resultaronimprevisibles o, al menos, insuficientemente previstas. Las derrotasparciales se fueron generalizando. Se desconocieron, o no se conocieron suficientemente, las diferencias concretas de la realidadconcreta en la distinta variedad de sus concreciones nacionales yaun locales. Se tendi a generalizar sin relacin con lo particular,lo cual haba conducido tambin a la generalizacin de fracasosque, sin ensombrecer por completo importantes triunfos parciales,imposibilitaba generalizar el proceso revolucionario y su realizacin concreta como control real del gobierno y transformacin realdel poder.Tal problemtica, fallida en sus posibilidades de concrecin,condujo a crear condiciones que propiciaron reacciones y efectosdiferentes y a veces hasta encontradas dentro del conjunto decombatientes latinoamericanos. Para algunos, convertida en signonegativo, sembraba el desconcierto en algunas partes y lugares.La desilusin y hasta la oposicin frente a la lucha armada seextendi, principalmente entre los demcratas que no hacen cuestin del imperialismo, entre los antiimperialistas pasivos y entrelos que son verbalistas, precisamente los que no desperdician tribuna para apaciguar. Sin que faltaran, junto a ellos, las organizaciones y partidos que, o bien desde un principio no compartieronesa concepcin de la lucha y crean ver en los resultados inmediatos el refuerzo de su argumento, o quedaron rezagados en ladisputa sobre la combinacin de las formas de lucha. Todo locual dio por resultado una cadena de difidencias, esciciones yrupturas. Los ms de los combatientes, en cambio, asimilaron elgolpe del alto costo en vidas, debido a fallas, errores y superioridad

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    del enemigo en hombres y equipo. Sin arredrarse, porque la capacidad autocrtica y de anlisis conduce a superar tropiezos anteriores, fracasos y frustraciones. Advirtieron los resultados en el sentidode que tal signo adquiriera el significado positivo de replantearcaminos y tcticas que impidieran reincidir en fracasos; que consiguieran no fallar, alcanzar el triunfo revolucionario. Se trataba;po r lo tanto , de inte ntar de nue vo, de volver a comenzar, corrigiendo, reestructurndolo todo, para encontrar los medios concretos quepudieran llevar a ser real la revolucin.El triunfo y la etapa inicial del desarrollo de la UnidadPopular, por una parte con todo y los estorbos que el imperialismo le contrapona, sumados a las adversidades derivadas de susmaniobras y a sus propias condiciones y, por la otra, el estancamiento y los reveses de la lucha armada, llevaron al puntoculminante la discusin acerca de las vas de cambio y transformacin y la perspectiva socialista. Sobre todo, ante el ensueo detransitar con pretendido acierto evitando la violencia, se dabade nuevo la generalizacin, con todas las variantes posibles, detender al desconocimiento de las condiciones concretas. Lo cualimpeda tambin el aludido control del gobierno y la transformacin real del poder.Hasta antes, hasta ese momento y despus an poco despuso bastante despus, segn el ngulo de enfoque, en todo casoslo la revolucin cubana haba demostrado la necesidad real detornar concreta y real, a su vez, la posibilidad de la toma del poder.Principio fundamental cado en el olvido con anterioridad a queadquiriera realidad dicha revolucin, a que se realizara. De ahla repercusin coadyuvante al desarrollo poltico no slo continental americano sino mundial, que la revolucin cubana significcomo revolucin concreta y real. De ah que el planteamientorevolucionario en Latinoamrica, por de pronto, recobrara la necesidad de concretarse. Por lo mismo, la preocupacin del replantea-miento, cuando el receso de las posibilidades del triunfo en diversos pases denotaba nicamente la fase de discontinuidad revolucionaria.I IAs, por lo mismo, la revolucin cubana ha sido, al menos, elparmetro de referencia para toda revolucin en Latinoamrica.Referencia necesaria y nica del significado de triunfo, de victo-10

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    ria, de proceso transformador cualitativo irreversible; de consolidacin y desarrollo revolucionarios. Significado que siempre, apartir de ella, ha sido punto de apoyo, en tanto que desarrollo yconsolidacin del sistema socialista en Amrica para remontarcausas, efectos y consecuencias, para superar caudas de las derrotas parciales o temporales; para recuperar, en lo necesario, lasmenguas que fueron orillando a una especie de postracin, deinmovilidad, en algunos casos, partes y lugares, de carcter transitorio, histricamente considerada la revolucin en razn del altogrado que actualmente alcanzan en Latinoamrica las condicionessubjetivas con respecto de las objetivas. Eso explica que la solaexistencia y presencia de la revolucin cubana, aunque no seprodujera ningn contacto directo con ella por parte de organizaciones y com batientes en lucha, constituye un factor fund am entalen el desarrollo de la conciencia revolucionaria que permite lasuperacin de todo intento materialista de revolucin fallido enun lugar y momento determinados, para buscar el replanteamientonecesario conforme la demanda de condiciones y situacin propiasde cada pas, que pueda llevar a concretar y hacer real su propiarevolucin.En ese sentido, tambin, la revolucin cubana vino a significarla contraposicin con el idealismo y el romanticismo de pretendidos signos revolucionarios. A la vez que contraste con la situaciny condiciones que prevalecen en el resto de los pases del continente,incluidos, por supuesto, los de las dems islas del mar ocano.Sin que esto implique desconocer la importancia que decididamente tienen muchos pases del continente respecto de diversoscambios en la correlacin de fuerzas frente al imperialismo norteamericano, consecuencia de cambios internos en ellos mismos, nopueden confundirse ni el tipo de estructura, proveniente de modosdistintos de produccin, ni las caractersticas del funcionamientode sus instituciones, derivadas de aqulla, ni los objetivos de sussociedades y gobiernos en lo que son el estado y su direccin, quedelinean el contraste con Cuba despus de su revolucin. Porms que algunos pases hayan conseguido alcanzar, con el controlgubernativo de grupos y sectores de la burguesa, determinadasmedidas de proteccin y precaucin nacionalistas y de democratizacin, el contraste se plantea en cuanto al contenido y desarrollo de sistemas sociales, econmicos y polticos, segn se trate deun sistema socialista o de variantes encaminadas a lograr el incremento de la reproduccin capitalista, con mayor beneficio para

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    las burguesas locales, buscando atenuar los resultados que dentrodel propio sistema capitalista constituye la hegemona, casi unilateral, del imperialismo norteamericano.-: T ra m p a sta de la qu eno pueden deshacerse los gobiernos que se imponen propsitossocializantes, como meros gobiernos, con todo y lo valioso quepara las luchas por la democratizacin y el nacionalismo y contrael imperialismo, el colonialismo, el neocolonialismo y el racismopuedan tener sus posiciones en los foros internacionales.La revolucin nicaragense es el acontecimiento histrico idneoque hoy viene a poner de manifiesto cmo en el proceso revolucionario latinoamericano los fracasos y las derrotas han sido tanslo parciales y temporales. La revolucin sandinista constituye unasuperacin de la ruptura, de la discontinuidad del desarrollo revolucionario latinoamericano mediante la imposicin de su continuidad como proceso que de nuevo se hace concreto despus de larevolucin cubana al adquirir plena realidad. A esto obedece elinters de anotar aqu algunos elementos y significaciones transformadores de las experiencias acumuladas y asimiladas que determinan su repercusin continental. Vale decir, su proyeccin.I I IParece ser que la revolucin nicaragense vino a demostrar, atravs de su praxis transformadora, cmo es factible superar ladiscontinuidad de la concrecin revolucionaria que se produjo enLatinoamrica despus de la revolucin cubana. Su desenvolvimiento expresa la continuidad necesaria del proceso y consigueremontar el nivel de lo ideal dentro del contexto latinoamericanode la lucha contra la dependencia y por la liberacin, convirtiendootra vez las posibilidades, el desarrollo y el destino de la revolucincontinental, como antes lo hizo la revolucin cubana, en objetohistrico real.Grave problema era, pues, el de la discontinuidad, que Debrayplantea tericamente como momento que acumula y retiene, perono asimila, el contenido de los tropiezos y fracasos en contrastecon los resultados alcanzados por la revolucin cubana: "En laAmrica, espaola misma, la transmisin de las experiencias se realiza todava con dificultad. Sin duda 'las enseanzas de la historia'no existen ms que en los cursos de los historiadores. . ." . Msan, el aserto de Debray cobra vigencia en el mismo texto queinterrumpimos al citarlo si se le relaciona con la revolucin nica-12

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    ragense: " . . .y cada cual en la vida, ha de inven tar su caminocon sus propias piernas, aunque cien predecesores hayan trazadoya un sendero trillado". (La critica de las armas. Siglo XXI editores, Mxico 1975, p. 20).Por ms que los mejores empeos de muchos demcratas seencaminen a buscar las formas de conseguir que la reproduccincapitalista se incremente en condiciones en las que, a la vez, sepretenda elevar el nivel econmico y social de las clases sometidasa una creciente explotacin en la medida en que la acumulacincapitalista se multiplica, tales empeos, al menos en Latinoamrica, no pasan de ser sesgos ideolgicos derivados de los innumerables recursos que la burguesa utiliza como justificativos de laactividad econmica que le corresponde desempear. Que a esospropsitos y predicados se les atribuya buena fe no hace variaren nada que se trate de posiciones subjetivas y, por lo mismo,sin correspondencia con la realidad. Guando el signo de esa fecambia y modifica su significado, el idealismo y el romanticismose tornan manipulacin. Las concepciones y el panorama as planteados, no obstante, dan lugar a espejismos y tentaciones a losque la pequea burguesa es bastante proclive y con los cualesmuchas veces han sido sorprendidas masas obreras y capas medias.Tambin los campesinos lo han sido con medidas reformistas. Porese lado encuentra su explicacin el populismo. La revolucin esel planteamiento materialista constituido en realidad que, a partirdel conocimiento de las condiciones concretas, produce la transfor-cin radical de stas.

    En Latinoamrica resulta, al menos, que conforme la reproduccin capitalista se desarrolla, abarcando, segn las circunstancias,expresiones precapitalistas subsistentes ya afectadas por ella e igualmente bajo el control de la burguesa local y de empresas transnacionales, casi siempre norteamericanas, se acentan las relacionesque agudizan las formas de explotacin, intensifican su dominacin y fom entan la m anipu lacin. Se tra ta de relaciones .quesiempre, de una u otra manera y para imponerse, l levan aparejada la violencia. Respecto a esas caractersticas de desarrollo esque se vienen dando gobiernos abiertamente represivos, que paranada ocultan el franco apoyo que reciben de la poltica norteamericana mientras actan directamente en beneficio y proteccinde las empresas del imperialismo y de la oligarqua local. Y, asimismo, gobiernos de tendencia democrtica, algunas veces nacionalista, cuyas medidas funcionan a manera de vlvulas de escape13

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    de las presiones que surgen de la sobre-explotacin, las cuales setraducen en procedimientos encaminados a lograr prrrogas o postergaciones de la insurgencia revolucionaria.Nicaragua vino a confirmar que la revolucin en Latinoamrica implica necesariamente la confrontacin armada con el imperialismo norteamericano, librada directamente con las fuerzasde la oligarqua local, las que, al defender sus propios intereses,defienden tambin los imperialistas. Las burguesas locales y lasempresas transnacionales mantienen el poder compartido, no importa en qu proporcin.La lucha contra la burguesa local afecta los intereses delimperialismo tanto como los propios. Es por eso que en Latinoamrica toda lucha contra el estado monoplico capitalista o enproceso de serlo, as se trate de una dictadura o de un rgimenburgus democrtico, est forzosamente dirigida contra el imperialismo norteamericano. Es lo que conduce, de modo fatal, a quela poltica norteamericana se interponga siempre, ya sea por lava diplomtica, la intervencin militar directa o indirecta o com

    binando estas dos formas de ingerencia.La revolucin sandinistas jams ignor que en la lucha contrala dictadura el enemigo principal era el imperialismo norteamericano. Por ms que quien apareciera de frente, en primera instancia, fuera el dictador; por ms que se repita que las inversionesnorteamericanas en Nicaragua eran menores que en otros pases;por ms que se afirme que el problema nicaragense es de ndoleestratgica, debido a razones geogrficas. Que la lucha estabaplanteada contra el imperialismo lo demuestra su mismo desarrollo. De lo contrario, por qu las amenazas norteamericanas alpueblo y a su ejrcito combatiente; las facilidades de todo tipootorgadas a la dictadura para exterminarlos y el inters de mediatizar la lucha popular, sus efectos y el proceso de la revolucin?Esta certera apreciacin determin que conforme avanzaba yse desarrollaba la lucha del Frente Sandinsta de Liberacin Nacional FSLN, este tuviera en cuenta el previsible riesgo, cadavez mayor, de la intervencin armada norteamericana. Tener elfirme propsito de enfrentarla y adoptar las medidas para venceral mismo tiempo a las fuerzas de la oligarqua nacional y transnacional imperialista, parece ser principio ineludible de la revolucin en Latinoamrica, tal como lo pusieron de manifiesto los combatientes sandinistas. Esa previsin debe mantenerse a lo largode todo el proceso revolucionario, en tanto el imperialismo le14

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    coexista, aun derrotado en trminos y proporciones nacionales, nicaragenses en este caso.Se trata, pues, de una experiencia de la revolucin latinoamericana. Ah estn los casos de Sandino y Guatemala. Y elde la revolucin cubana pocos aos despus del triunfo. Sabotajes,atentados, asesinatos. La invasin. Nadie puede perder de vistaPlaya Girn. La agresin a Cuba fue derrotada porque sus organizaciones revolucionarias la previeron y estaban dispuestas a aplastarla. A diferencia de lo sucedido en otros procesos o movimientosque ignoraron u olvidaron la existencia del imperialismo, desconociendo sus alcances o descubrindolos al producirse la derrota.Entre los elementos peculiares que abrieron paso a la lucha enN icaragua, el 'determ inante aglutinado r por sus repercusiones anivel nacional fue la existencia y prolongacin de una dictaduracuyas caractersticas la revistieron de una especificidad que la situaba como blanco inmediato de ataque. Lo que no quiere decirque la concrecin revolucionaria dejara de pasar por infinidadde mediaciones concebidas como superacin de lo inmediatopara realizarse como tai-Gestada la dictadura por la intervencin de la infantera demarina norteamericana y transferida entre los miembros de unamisma familia: desde el que fue servidor directo de los invasores,impuesto por ellos cuando haber asesinado a Sandino, quienlos derrot, era garanta de servilismo y sumisin hasta sussucesores, tras haber sido ajusticiado por Rigoberto Lpez Prez.Continuidad en el hijo mayor, dedicado antes al manejo de losnegocios familiares, extendidos y diversificados suficientemente porel padre en todo el territorio nacional en cuantas ramas agropecuarias pudo y en la incipiente industria, por elemental quefuera, con las que se iniciaba el desarrollo propiamente capitalistade Nicaragua. Sin que esto signifique haber dejado de agotar elprovecho de las reminiscencias feudales que guardaba el pas.Despus, traspaso al hermano adiestrado en la escuela militar norteamericana, West Point, quien hasta entonces era el jefe de laGuardia Nacional. Al final, la amenaza extrema, si es que lapuede haber mayor en materia de sucesiones. La decisin anunciada por l mismo de que el hijo se presentara para ganar lasprximas elecciones; vieja sospecha generalizada entre los nicaragenses. Un parntesis en el que actu como presidente algunapersona que no era miembro de la familia, en nada alter la dinasta, puesto que tuvo por objeto satisfacer formalidades y apa-

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    riencias con que se quiso encubrir la farsa electoral para mantenerla imagen de legalidad ante el gobierno norteamericano y los organismos internacionales, evitando as cualquier argumento que pudieran invocar como cortapisa perturbadora de la fluidez de prstamos e inversiones. 45 aos de dictadura. Muchos cientos demuertos, anteriores a los 50 mil que cost la etapa final de laguerra popular.IVTan larga dictadura fue producto de la intervencin militar delimperialismo norteamericano, derrotado con las armas por Sandino; la cual, sin embarg, termin por imponerse polticamentemediante el recurso de la componenda con las distintas expresiones de la burguesa local. Al no contar con las condiciones objetivas para continuar luchando por el control del gobierno, Sandinotuvo que deponer las armas, tuvo que conceder. No obstante, paraque no volviera sobre sus posiciones nacionalistas, fue asesinado.

    Acotarlo sirve para insistir en otros elementos que conjugadosintegran la fisonoma de la dictadura dinstica de Nicaragua:Guardia Nacional y represin. La dictadura mantuvo la represin como una constante variable. Slo mediante la represin pudieron imponerse durante tanto tiempo las oligarquas nicaragensey norteamericana fundidas, en un pas con el antecedente combativo que constituye la lucha de Sandino adems, aunque yano se hable mucho de l , William Walker existi; gobern Nicaragua con mercenarios norteamericanos y termin derrotado, para locual contribuyeron de manera decisiva fuerzas de los dems pasescentroamericanos; y el general Benjamn Zeledn fue una muestrade la actitud combativa nicaragense contra la intervencin norteamericana.Para mantener la represin como mtodo de gobernar, elgobierno norteamericano, inmediatamente despus de derrotadala invasin, provey al iniciador de la dictadura de un ejrcitoque seguramente fue el primero en Latinoamrica, o uno de losprimeros, en todo caso, de tipo moderno, si por esto se entiende:permanente adiestramiento ideolgico pro imperialista, tcnico militar de combate y constante abastecimiento del ms sofisticadoequipo. Ejrcito sustituto de ocupacin. Sin metfora;Esos elementos explican en parte la larga vida de la dictadura.En funcin variable de intensidad y de procedimientos, la Guar-16

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    dia Nacional reprimi siempre. Para eso fue creada y por esopudo desempearse como lo hizo hasta el final, como fuerza deexterminio popular, no obstante las derrotas que sufriera en elcampo de batalla. Entendidas as las cosas, tiene que echarse portierra la leyenda del dictador loco y, por eso criminal, para comprender los alcances que adquiere la guerra contra el imperialismocuando este se percata de que va dirigida contra sus intereses.La de Nicaragua es otra muestra de cmo y hasta dnde estdispuesto el imperialismo a dar la batalla, en el marco de la agudacrisis que vive el capitalismo. Ms brutal an fue la guerra deVietnam. A la revolucin latinoamericana le aguardan semejanteso peores embestidas del imperialismo, de las que la represin ylas masacres que ocurren en El Salvador y Guatemala, son yaevidente preludio.La dictadura de Nicaragua transcurri en la historia latinoamericana ocupando un dilatado espacio social, econmico y poltico,que implica el cambio de estilo y caractersticas de los dictadores.Estos van desde el que tipific la novelstica de Valle Incln yMiguel ngel Asturias a Garca Mrquez y Garpentier, que trataron al pas como feudo hasta el que desbord las caractersticasrecogidas por esa literatura (lo cual, sin duda dira el tericoliterario^, en tanto que distinto material signico, dara lugar auna expresin significativa diferente como novedosa versin literaria del dictador latinoamericano). Este, que fue formado en academia militar norteamericana, no por meras razones anecdticasresponda en ingls las preguntas de los corresponsales extranjeros.Su comportamiento lleg a ser una especie de encarnacin de losproductos del capitalismo transnacional en las condiciones delsubdesarrollo. Cuando jefe de la Guardia Nacional, ya era importante propietario; breve tiempo despus uni a su fortuna loque fuera del padre y del hermano y continu el proceso de multiplicar la acumulacin -capitalista,- adjudicndose la prioridad y,casi siempre la exclusividad en las distintas ramas de la produccin y la distribucin y, por consiguiente, en todo lo relativo abeneficios e intereses.De ah que el crecimiento de una burguesa no burocrtica,que lleg a tener intereses reidos con la de origen burocrtico, deservicios o gubernamental, en Nicaragua se manifestara difcil yescaso. Se configur una burguesa estacionaria, dbil, que terminpor incorporarse a la oposicin, como fraccin, o en lo individuala travs de algunos de sus integrantes, debido al descontento que

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    dores del gobierno y empleados comerciales y de la industria.Las condiciones de las capas medias, obreros y campesinos slopodan considerarse entre lo pobre y lo misrrimo. La gran mayora de campesinos no tena t ierra y quienes la tenan eran unos100 mil, en extensiones de 1 hectrea, y 120 mil, en extensionesde 2 a 5 hectreas. Haba campesinos con 30 o 50 hectreas, loque era como no tenerlas, porque carecan de crditos, de fuerzade trabajo y de facilidades tcnicas. Por lo dems, conforme seprolongaba el rgimen se aceleraba el proceso de constantes despojos para incrementar ms an la concentracin del enriquecimiento. En ese contexto de relaciones de propiedad y magnitudde la pobreza, el 80% de la poblacin rural y el 70% de la poblacin urbana eran analfabetas.La situacin existente y los antecedentes que engendraron ladictadura dejaban completamente la constante y decisiva injerencia del imperialismo norteamericano en la vida del pas. Ladesproporcin de la riqueza concentrada en manos de la oligarqua con respecto de la riqueza nacional, y las desigualdades, queadems de exageradas eran crecientes, hizo que en el conjunto derelaciones que integraban el contexto de Nicaragua se articularams o menos rpidamente, en trminos histricos, la concienciapopular de lucha, casi al nivel de lo inmediato, vinculada a larepercusin directa de las formaciones y deformaciones econmicasprevalecientes. En las capas populares nadie poda atenerse asoluciones provenientes de alternativas polticas, que no existan.

    A la burguesa no burocrtica terminaron por esfumrsele lasilusiones de participar en la actividad poltica ante el uso reiteradopor parte del gobierno de diversos procedimientos, incluidos losde ndole criminal, que le cerraron por completo el paso a cualquier intento de confrontacin legal, as fuera a travs de elecciones. Pero sobre todo, la situacin de acorralamiento econmicoa que la mantuvo sometida el grupo gobernante, obstaculizador desu desarrollo, tercnin por constreir a esa burguesa no burocrtica a sumarse, por ltimo, a la oposicin, contribuyendo a precipitar el desplome del rgimen, sobre todo en el momento decisivo,en el que convencida de la imposibilidad de alcanzar algn arregloque la favoreciera, dadas las maniobras del imperialismo, tuvo quecoincidir en algunas de sus fracciones o en lo individual, a travsde algunos de sus integrantes, con planteamientos, caminos y mtodos asumidos por el FSLN, vanguardia indiscutible en la luchade liberacin.

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    VEn todo el proceso estuvo presente Sandino. Su accin, sus posiciones y decisiones, como substrato. El sandinismo fue base desustentacin. Ideologa que oper como posibilidad de hallarle solucin al agudo contraste; punto de apoyo para emprender la lucha;factor unificante y smbolo de conviccin para triunfar. El anlisis de la situacin concreta del pas, los resultados y experienciasde la batalla antimperialista en Latinoamrica 3 confirmaban lavigencia de la tesis sandinista: "Nicaragua ser libre solamentea balazos". En torno al planteamiento de la va armada que condujo a la guerra popular de liberacin se integr el FSLN, conhombres como Carlos Fonseca Amador y Toms Borge, entre susfundadores.La tesis sandinista no era producto del subjetivismo de Sandino, ni tampoco as la plante el FSLN. Es una conclusin quesirvi como punto de partida y de llegada a una organizacin poltica armada, despus de analizar y comprender la realidad concretadel pas. Por lo dems, la historia revolucionaria de Latinoamricaviene demostrando que la lucha contra el imperialismo tiende aconvertirse en guerra popular junto al fracaso ininterrumpido delas alternativas.As lo haban entendido ya antiguos combatientes en el casode Nicaragua. Todos lo aprendieron de Sandino- Algunos junto al: Myrna Torres Rivas nos recuerda ("Los que siguieron a Sandino". Cuadernos del Tercer Mundo, no. 32, pgs. 21 a 23. Mxico, agosto de 1979) que en 1958, nuevamente, el general RamnRaudales, al mando de 22 hombres, entre los que, como l, habancombatido con Sandino el general Heriberto Reyes, el coronelLzaro Salinas, Jos Salinas y Alberto Rugama. An antes, otrosandinista, Zacaras Lpez, sin haber depuesto las armas, se mantuvo 25 aos en la montaa. En 1959, despus de la muerte encombate del general Raudales, como resultado de la reorganizacin de su guerrilla, se constituy el Frente Revolucionario Sandino,en cuyas filas, entre campesinos y universitarios, particip EdnPastora. Ese mismo ao se lanz tambin a la lucha armada laJuventud Patritica, de la que formaba parte Daniel Ortega Saave-dra. Al mismo tiempo Carlos Fonseca Amador integr el grupoNueva Nicaragua. Entre 1958 y 1960, se produjeron 60 accionesarmadas. La sntesis del movimiento se dio en 1961 con el FSLN,que adopt tal denominacin en 1964 y que tuvo como primer20

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    instructor militar a Santos Lpez Gmez, compaero sobrevivientede Sandino. Muchos quedaron en el camino y ste apenas principiaba a andarse; muchos ms caeran despus, mientras el desarrollo de la lucha y el FSLN se fue consolidando y ste alcanzabael triunfo como vanguardia de la revolucin.Sandino y el sandinismo fueron ejemplo e ideologa para laconduccin de la lucha de Nicaragua hasta la culminacin de suprimera etapa, la de cancelar con el lenguaje de las armas la intervencin del imperialismo norteamericano. De ah en adelante, ejemplo e ideologa en todo lo que pueda coadyuvar al proceso dereconstruir el pas, como base para sustentar la posicin antim-perialista, la unidad nacional y la reestructuracin econmica enbeneficio de los intereses nacionales y populares, y concretar y hacerreales as los postulados del ideario sandinista. Cumplida la primerafase de la revolucin nicaragense, la exigencia de Sandino secomprendi en todos sus alcances: ".. .es preferible hacernos morir como rebeldes, y no vivir como esclavos".En el texto que escribiera Toms Borge en la crcel, publicadorecientemente en Casa de las Amricas ("Garlos, el amanecer yano es una tentacin", no. 114, pgs. 104 a 119), recuerda quecuando militaba con Fonseca Amador en el Partido Socialista, aquelreflexionaba en el sentido de que "Sandino es una especie decamino". Manera distinta de concebir a Sandino de la que resultaba, adems de equivocada intransigente, de miopes, sectarios, dogmticos y metafsicos que no alcanzaban o no aceptaban ver enSandino una posicin antimperialista, sino lo tenan simplementecomo un luchador contra la ocupacin extranjera. Para ahondaraquella manera de concebir a Sandmo, por lo tanto, se imponala necesidad de estudiarlo. Para ello les sirvieron mucho, entre otroslibros, los de Gregorio Selser. Del material reunido dice Borge, Fonseca Amador entresacaba frases y escriba notas, de dondese originara el Ideario sandinista, cartilla de conceptos bsicos quecirculaba entre los militantes del FSLN. En cuanto a Sandino yel sandinismo, a la ideologa que sirve de base y proyecta la luchade Nicaragua, interpretando su realidad, Sergio Ramrez Mercadoha podido ordenar y sistematizar el Pensamiento de Sandino (Ed.del Ministerio de Cultura de Costa Rica, San Jos, 1978. Antes,en la antigua Alero no. 17, tercera poca. Guatemala, marzo-abril,1976), lo que constituye en texto y contexto el planteamiento deSandino que fundamenta la accin sandinista. El sandinismo quesignifica la necesidad de darle la batalla y derrotar al imperialismo,

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    conseguir la independencia pospuesta y transformar realmente lasituacin econmica, social y poltica del pas en beneficio delos intereses y sectores populares, fue determinante para la incorporacin, que s lo recoge tambin Humberto Ortega Saavedra ensu libro 50 ao de lucha sandinista (Editorial Digenes, Mxico),lleg a ser masiva, de stos a la lucha. El sandinismo tambin constituy, por lo dems, el punto de apoyo para reconstituir la unidadde las tres tendencias del FSLN, la de la Guerra Popular Prolongada, la Proletaria y la Insurreccional, que con los alcances de lateora marxista consiguieron reunir elementos y asumir enfoques,cada cual desde ngulos determinados, para llevar a cabo la accinliberadora.El triunfo demostr el acierto de la reunificacin sandinista,puesto que la misma realidad nicaragense, en su totalidad, seencarg de comprobar que la distincin de las tendencias responda, sobre todo, a que se trataba de concepciones de aspectos ymomentos particulares suyos y, por lo mismo, de su captacin ymodos de abordarla. De tal manera que, correlacionndolas se lograra abarcarla como realidad en su conjunto para poder dominarla por completo. Resultaba necesario; por lo tanto, relacionar dichasconcepciones y tendencias entre s y hacerlas corresponder concretamente en la realizacin de la ofensiva final.El sandinismo no es mero recurso coyuntural ni artificio ideo-logizante. Es la ideologa que result de los planteamientos referidos a condiciones y situaciones concretas y que como tal ha operado en el transcurso de la lucha. De modo que el sandinismointerpretado a la luz del marxismo y reconstituido por ste, quees concepcin general revolucionaria en trminos de concepcingeneral de la revolucin ante el capitalismo y expresiones econmicas que ste absorbe en su proceso reproductivo, con ello puededisponer de la metodologa necesaria y de los instrumentos adecuados para prever y conseguir desarrollar los lincamientos revolucionarios correspondientes al proceso nicaragense.V IDurante la ofensiva final sandinista terminaron de aclararse lascosas. El imperialismo estuvo dispuesto a poner en juego, y as lohizo, todos los recursos posibles de los que poda disponer en elmomento concreto en el que aquella ofensiva se produjo, paraimponerse en la confrontacin. La Guardia Nacional, ejrcito22

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    sustituto de ocupacin, actu con la brutalidad que sus oficiales ymuchos de sus soldados aprendieron directamente en escuelasy campos de adiestramiento norteamericanos. La tortura y la laborsistemtica de exterminio desembocaron en los extremos de labarbarie con los bombardeos a la poblacin civil. Las medidas derepresin y de exterminio no eran simple resultado de rdenes emanadas de la voluntad y decisin de un loco, como algunos creyeron.Se trataba de disposiciones tomadas por el imperialismo, las cualesformaron parte del operativo encaminado a liquidar a la juventudy a todo aquel que an no se hubiera incorporado a la lucha enseptiembre y octubre del 78 se fusilaba en las calles a todos losjvenes sacados de sus casas, asaltadas por la Guardia Nacionaluna por una. Adems de que tales disposiciones se proponanamedrentar en forma masiva.El organismo militar de agresin que haba preparado el imperialismo para cubrir el rea centroamericana a efecto de que interviniera en cualesquiera de los pases que la integran, no pudohacerlo como tal. Fue neutralizado por la intensa actividad de liberacin que se va realizando en El Salvador y Guatemala. La confederacin de Defensa Centroamericana CONDECA, en lascondiciones existentes en aquellos pases, no poda arriesgar que losefectos de la derrota de la Guardia Nacional repercutiera msdirectamente en ellos y en sus ejrcitos.El gobierno reclut clandestinamente soldados de El Salvadory Guatemala; adems de norteamericanos, mercenarios de esos pases y de otros, en los cuales, por cierto, el imperialismo ha sidoderrotado, corno los vietnamitas, utilizados ahora por el imperialismo en cualquier lugar en donde pretende contrarrestar las revoluciones de liberacin.Estados Unidos no intervino militarmente con su infantera demarina, por una parte porque estando prximo el proceso electoralnorteamericano, Crter ya decidido a intentar la reeleccin tratabaque de ninguna manera en la coyuntura volvieran a producirse ensu pas reacciones sociales y polticas de agresividad y desastre semerjantes a los impactos desalentadores ocurridos con motivo de la derrota en Vietnam. Sobre todo que el contrincante de partido, segnse vislumbraba, podra ser Kennedy, cuya oposicin a intervenirhaca que de haberla promovido Crter, con ello hubiera anticipadosu derrota al identificarse con posiciones existentes en los dos partidos, posiciones que en ese pas y en los que dependen de su poltica y confan en ciertas imgenes de ella se presentan como ms

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    fascistizantes y, por ende, ms incmodas por el deterioro de prestigio que acarrean. Por otra parte, dado que tal procedimiento ysus consecuencias perjudicaran las relaciones e intereses norteamericanos en otros pases por las reacciones que pudieran concitar.Con tal de pretender encubrir la necesaria agresividad del imperialismo con la supuesta poltica protectora de los derechos humanos esgrimida por Crter, aparte de compromisos con la dictadurade Nicaragua y las de otros pases en el mundo entero, adems delpermanente subsidio de armas norteamericanas, la dinasta conten su etapa final, hasta sus ltimos momentos, con el abastecimientode material blico de todo tipo de poder y alcance y con tcnicossuministrados por Israel, Argentina, Chile, Guatemala, El Salvadory otros.En medio de esas determinaciones, sin embargo, se manifestabaen forma creciente la supremaca combativa del FSLN. El imperialismo, sin dejar de auxiliar al dictador, aunque advirtindoloreiteradamente de su dependencia, termin de convencerse de quetena perdida la batalla por la va armada. Entonces acudi a lava diplomtica con miras a la mediatizacin. La instrument contodas las presiones a su alcance y, as tambin, la perdi. Definitivamente-V I I

    La revolucin triunfa en el minuto preciso en el que puede ytiene que hacerlo: ni un minuto antes ni uno despus, deca FidelCastro a propsito de la cubana, en una entrevista efectuada enMxico. As es, efectivamente. La revolucin nicaragense volvia demostrarlo. Pero para conseguirlo entraron en la escena polticade este pas experiencias y acontecimientos diversos en tiempo yprocedencia, como los que anotbamos y otros. Tomarlos en cuentay asimilarlos histricamente para establecer los que resultaran vlidos y efectivos para la revolucin nicaragense y los que pudieranincidir contrarrestndola venan a ser problema de la mayor responsabilidad e importancia decisivas prcticamente para elFSLN y su Gobierno de Reconstruccin Nacional. Acumulacin quetendiendo a superar distintos aspectos y momentos particularestransformara cualitativamente el proceso en su desarrollo y perspectiva, haciendo real la continuidad revolucionaria de Latinoamrica.24

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    el FSLN tena perdida la batalla. Muy cerca en el tiempo estabauna de las mayores derrotas sufridas por el imperialismo en suhistoria: la de Vietnam. Todava cercana, tambin, estaba la deCuba. Slo le quedaba el recurso de maniobrar la mediatizacin.Para intentarla utilizaron todo tipo de presiones, entre las que lacentral era la amenaza de la invasin.El gobierno revolucionario recogiendo la experiencia de la historia latinoamericana reciente, de la historia del ltimo cuarto desiglo, tena claro que en las condiciones que guardaba la luchasandinista, la menor concesin al imperialismo hubiera conducidoa la derrota, de todas maneras, sin pasar por la ltima verificacin.La de poner a prueba que si las luchas se fundan en principiosbien definidos, que afecten realmente los intereses imperialistas,aquellos pueden hacerse prevalecer si se cuenta con la organizacin, fuerzas y armas propias y adecuadas para imponerlos. La revolucin cubana lo haba demostrado; no transigi un pice. Losrevolucionarios sandinistas no podan dejar de tener presente eldesenlace del proceso guatemalteco con la renuncia de Arbenz,concesin que pretenda paliar la ofensiva imperialista. Allende, encambio, lo tuvo en cuenta: "yo no voy a renunciar"; si su actitudy determinacin eran signo de no transigir, la Unidad Popular, sinembargo, no cont con la fuerza armada que respaldara esa posicin inclaudicable. La confianza chilena en el ejrcito de la burguesa perdi de vista, no recab la experiencia histrica, de queel ejrcito de Guatemala, tambin de la burguesa, aunque considerado y denominado "ejrcito de la revolucin", haba actuadoen el momento necesario como fuerza armada del imperialismo.Resumiendo crticamente ese captulo del pasado histrico latinoamericano, Allende expres: "As se escribe la primera pgina deesta historia. Mi pueblo y Amrica escribirn el resto".La revolucin cubana no se equivoc. De ah que las posibilidades de consolidarse se transformaran en realidad. "Cuba no serotra Guatemala", era la frase que repetan los dirigentes cubanos.La cual sintetizaba la experiencia histrica que inmediatamenteprecedi su revolucin. Era la crtica necesaria de atender en eseprofundo aspecto de la lucha, y los nicaragenses la entendieron asen todo momento. Se comprende entonces por qu el punto claveque trata ba n de impon er los agentes m ediadores era el de im pedirla disolucin de la Guardia Nacional y que se la sustituyera porun ejrcito popular, expresin del que se hallaba derrotando, denuevo , al imperialismo. L a hon estidad , la consecuencia con los prin -26

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    cipios, la decisin sandinistas terminaron por imponerse. La trampapostrera funcionara como coadyuvante precipitador de la rendicinincondicional. Pequea gran venganza tendida por el exdictadora quienes lo abandonaron, cortndole los suministros y exigindolerenunciar, en aras de la mediatizacin, con la amenaza de posponer el traslado de mandos que hubiera correspondido hacer elpelele escogido.La desbandada de la Guardia Nacional, la quema de los ltimos cartuchos; la instalacin que hizo el FSLN del gobierno revolucionario en Lefon, constituyeron indicios racionales de que eltriunfo se conquistara, mientras el propio FSLN marchaba combatiendo sobre Managua hasta arrancarle al ejrcito de la oligarqua la rendicin incondicional. El Gobierno de Reconstruccinhaba sido muy claro al advertirle a los agentes del imperialismo,al llevarse a cabo las conversaciones, que nadie en Nicaragua podradetener la avanzada del FSLN, menos an el gobierno que lo representaba en Costa Rica; advertencia hecha, adems, por medio delos rganos informativos, al dar a conocer porm eno rizadam ente talesconversaciones. Indicio de consecuencia y honestidad con el contenido y desarrollo que alcanzaba la lucha. Demostracin reiteradade que el FSLN, inconmovible en sus principios, nunca lleg atransigir. El nico arreglo posible era triunfar, desalojar al dictadory su aparato, desmantelamiento de la Guardia Nacional, ejrcitode la burguesa para s y para el imperialismo, ejecutor de lamasacre, y consolidacin del ejrcito popular sandinista.Confianza en el campo internacional respecto a los pases quele brindaron solidaridad eficaz a la lucha del pueblo de Nicaragua:Panam, Mxico, Venezuela, Costa Rica; a los que comenzarona reconocer polticamente al Gobierno de Reconstruccin, todavaen Costa Rica reservas sobre el apoyo mediatizador de los gobiernosintegrantes del Pacto Andino y de otros, fueron elementos de lamayor importancia que tambin estuvieron presentes en la tomade decisiones de tan difcil momento.V I I IEl curso de la guerra en Nicaragua volvi a poner en primerplano el asunto de la vanguardia revolucionaria. El triunfo delFSLN y la orientacin que ha venido adquiriendo el proceso sandinista confirman la diferencia entre los empeos subjetivos y laobjetividad de la .accin revolucionaria. El asunto es de mxima

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    importancia porque trata de la bsqueda del control del gobiernoy de la toma del poder, de la perspectiva de realizacin del proyecto revolucionario que se conciba y los procedimientos para concretarlo como realidad. Los triunfos de Cuba y Nicaragua ponende manifiesto, en relacin con la vanguardia, que son cosa distintapregonarla y constituirla.Por eso es que tanto en Cuba como en Nicaragua los partidosy organizaciones que proponindose llevar a cabo la revolucinno consiguieron encauzarla desde sus inicios, cuando admitieronante las enseanzas y evidencias de la realidad del pas su retrasoen la accin, reconocieron quin constitua la vanguardia y estuvieron dispuestos a las rectificaciones, decidieron integrarse a lalucha bajo la hegemona de la organizacin de vanguardia. Tambin en el sentido de incorporarse a la lucha estuvo encaminada laestructuracin de organizaciones que pudieran coadyuvar al desarrollo de ella. En todo caso, despus del triunfo se percataronde la necesidad de fundirse en la constitucin de un partido poltico capaz de consolidar la unidad nacional y de encabezar colectivamente, como vanguardia, el proceso de la revolucin.Conforme el proceso adquiere concrecin, se definen posiciones.Son momentos que evidencian el abismo existente entre revoluciny retrica, que apenas coinciden en su letra inicial. Tambin afloran el oportunismo y la provocacin; la contrarevolucin no esslo latente sino patente. Acecha, ataca y procura destruir.La situacin de Nicaragua hasta el momento de la rendicinfinal: desastrosa. Su expresin contable: en nmeros rojos, querecoge la Comisin Econmica del Consejo Econmico y Social de1.a Organizacin de las Naciones Unidas CEPAL, y repiten losmedios de informacin del mundo entero. Promesas de ayuda pararesolver la situacin: de muchos pases. Todas, prcticamente estratosfricas en las cantidades. La inmensa mayora de stas seator. Fue cuando el Gobierno de Reconstruccin Nacional ad-virtij tajante, que la ayuda se aceptara bajo una sola condicin:que no implicara condiciones. Fue la respuesta a quienes llegabana suelo nicaragense tratando de redelinear el proceso de reproduccin capitalista, a querer fomentar el "socialismo con libertad",que se impulsa desde Europa slogan que hasta ahora nadie sabequ quiere decir, ni cmo se aplica, o bien a quienes solicitabanvariar la integracin del gobierno, para atender especialmente susintereses.El imperialismo norteamericano comenzara a cambiar los es-28

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    quemas tendientes a buscar la reconstitucin de sus controles. ElDepartamento de Estado gir a los gobiernos de Guatemala, ElSalvador y Honduras las instrucciones pertinentes para que impartieran las rdenes militares necesarias, en sentido de que en lasprximas elecciones, de llegar a haberlas, pudieran triunfar losciviles, si con eso resultara posible aparentar la existencia de lademocracia, mientras sus actuales gobiernos integraban un ejeagresivo contra la revolucin nicaragense.El Gobierno de Reconstruccin Nacional y el FSLN y almencionar a ste abarcamos como expresiones suyas al Grupo delos Doce y a la organizacin Pueblo Unido, junto a las que tambinparticip la disidencia, consecuente con la revolucin, del PartidoSocialista Nicaragense, el Partido Socialista, propiamente acorde en la formacin del partido sandinista, con el FSLN, sostienenel criterio de que el movimiento debe tener como propsito fundamental la reconstruccin en beneficio de las mayoras populares.Para conseguirlo, principian a tomar las medidas necesarias.La revolucin apenas comenzaba.

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    SENTIDO Y PROBLEMA DEL PENSAMD3NTOFDLOSOFICO HISPANOAMERICANOAugusto Saktzar Bondy

    lEl pensamiento filosfico hispanoamericano, considerada su evolucin a partir del descubrimiento de Amrica y de la conquista espaola, tiene ms de cuatro siglos de existencia. Es posible trazarya una lnea d,e desarrollo suficientemente prolongada como paradeterminar pocas y rasgos caractersticos.Podra, sin embargo, observarse que es arbitrario partir de lapoca de la penetracin europea en el continente, dejando en lasombra todo el rico pasado cultural de los pueblos indgenas. Fuerade que este mismo criterio selectivo tiene su sentido histrico, quese nos har claro ms adelante, cabe sealar que slo poseemosdatos suficientemente precisos y fidedignos del pensamiento hispanoamericano a partir del siglo xvi; que, adems, slo a partir deeste siglo podemos encontrar productos culturales definidamentefilosficos; y, por ltimo, que la comunidad histrica que se suelellamar Hispanoamrica no existe antes del quinientos, y no nicamente por el hecho obvio de que antes no opera un factor culturalespaol, sino, adems, porque no hay entre los pueblos precolombinos integracin o, cuando menos, intercomunicacin poltico-social y cultural suficiente. Estas razones explican, por lo menos metodolgicamente, el punto de partida y el campo temtico de nuestrotrabajo.El proceso del pensamiento filosfico hispanoamericano comienza con la introduccin de las corrientes predominantes en laEspaa de la poca, dentro del marco del sistema poltico y ecle-

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    sisco oficial de educacin y con la finalidad principal de formara los subditos del Nuevo Mundo de acuerdo a las ideas y los valores sancionados por el Estado y la Iglesia de Espaa. Se traena Amrica y se propagan en nuestros pases aquellas doctrinas quearmonizan con los fines de predominio poltico y espiritual quepersiguen los rganos del poder temporal y religioso de la pennsula. De este modo, los hispanoamericanos aprenden, como primerafilosofa, esto es, como primer modo de pensar, un sistema de ideasque responde a las motivaciones de los hombres de ultramar.Salvo ,espordicas y a veces heroicas apariciones de filosofascon ms filo crtico y con menos compromisos ideolgico-polticoscon el poder establecido como el platonismo renacentista y elhumanismo erasmista la doctrina oficialmente difundida y protegida es la escolstica, en su tarda versin espaola, a la que nofaltan ciertamente algunas cumbres, como Surez, pero que andabapor muy otros caminos que los del espritu moderno. Adems deoficial y de centrada en los intereses europeos, esta primera filosofa hispanoamericana es, pues, un pensamiento conservador, antimoderno.Los temas americanos no dejaron de hacerse presentes comoelemento nuevo en la inquietud terica. Hay un rico acervo demeditaciones filosfico-teolgicas en torno a la humanidad del indio, al derecho de hacer la guerra a los aborgenes y al justo ttulopara dominar Amrica, que es lo ms valioso del pensamiento delos siglos xvi y xvn. Gracias a l la escolstica alcanza por momentos un tono vivo y creador, justam ente en la med ida en q ue tocala problemtica de la existencia en el orbe recin conquistado y enproceso de colonizacin. Pero, aparte de que entre los hispanoamericanos dedicados a la filosofa hay algunas figuras de maestrosy divulgadores que destacan en este perodo, en mucho la meditacin filosfica, incluso sobre la propia temtica americana sehizo desde la perspectiva espaola. No hubo y quiz no pudohaber, cuando menos al principio del perodo espaol, nada semejante a un enfoque americano original, a un cuerpo de doctrinaque respondiera a las motivaciones del hombre de este continente.El predominio de la escolstica se prolonga hasta el siglo xvm.Entonces, por accin en parte de factores que operan en la propiaEspaa, como es el caso de la poltica liberalizante de los ministrosde Carlos III y la obra de escritores de espritu reformador, comoel P. Feijo, y en parte debido a factores que operan en los territorios bajo el dominio espaol (por ejemplo los viajeros y las expe-32

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    diciones cientficas), se hacen presentes en Amrica ideas y corrientes contrarias a la escolstica y muy representativas de la nuevadireccin que tom el pensamiento europeo a partir del Renacimiento. Descartes, Leibniz, Locke y Hugo Grocio, as como Galileoy Newton, se cuentan entre los primeros autores difundidos entrenosotros con efecto revolucionario, aunque el hecho, medido conel reloj europeo, sea claramente tardo.El nmero de libros y revistas extranjeros y de comentarios ylectores de gusto moderno aumenta aceleradamente a medida queavanza el siglo xvni, y al mismo ritmo otros nombres resonantes,de poderoso influjo transformador, aparecen en el horizonte intelectual de los hispanoamericanos: Condillac, Rousseau, AdamSmith, Benjamn Constant, he aqu algunos de los principales. Porotra parte, las instituciones educacionales y culturales se renuevan:en las ciudades cabeza de virreinato o sede de audiencias surgenlos llamados colegios carolinos y las Sociedades de "Amantes delPas" y se editan revistas de cultura de indudable valor. Un despertar de la conciencia crtica y un primer esbozo de conciencianacional y americana son perceptibles en el perodo. Esta atmsfera de cultura equivale, por lo menos exteriormente, a lo que seconoce en Europa como la poca de la Ilustracin Y la vinculacin doctrinaria es clara, pues la ideologa ilustrada hispanoamericana no es sino el transplante de la filosofa de la Ilustracin europea, especialmente francesa. A semejanza de Francia, en Hispanoamrica es sta tambin poca de cambios polticos importantes,que sern arropados por el pensamiento filosfico moderno: loscambios de la revolucin emancipadora que hacia 1824 habr decancelar en la mayor parte de nuestros pases el poder espaol.Una nueva etapa sigue a la independencia poltica en Hispanoamrica; as tambin ocurre con el pensamiento filosfico. En adelante, este pensamiento se expandir libremente, sin las trabas dela censura monrquica, pero con la precariedad que impona lacrisis poltico-social que confrontaron casi todas las flamantes repblicas de esta parte del continente en el siglo xix. Consideremosbrevemente el desarrollo ulterior. Hay un primer perodo de evolucin bien marcado, que se extiende hasta aproximadamente 1870,partiendo de la revolucin emancipadora, perodo que coincidecon el romanticismo, por lo cual se le suele denominar romntico.En l predominan sucesivamente la filosofa llamada de la ideologa o sea, la ltima forma del sensualismo francs, las doctrinas de la escuela escocesa de common sense y, finalmente, el es-

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    piritualismo eclctico de cepa francesa y la versin krausista delidealismo alemn. Estas doctrinas constituyen el alimento filosfico no slo de la gente acadmica sino tambin de los publicistasy los polticos de entonces. Estos ltimos, generalmente se alineanen dos partidos principales, de tendencia liberal el uno y conservadora el otro, enconados en su disputa muchas veces ms por diferencias pragmticas y polticas que por las bases filosficas ltimasde su pensamiento. No siempre se oponen, por ejemplo, en metafsica y esttica y no es inslito encontrar a los mismos filsofoseuropeos acogidos como mentores doctrinarios por escritores liberalesy conservadores. Puede quiz decirse con ms exactitud que lasmismas filosofas son selectivamente acogidas por ambos bandos yaplicadas segn su propia orientacin. Por esta poca apuntan tambin en Hispanoamrica, aunque tmidamente, el socialismo utpico y el anarquismo.Hacia las dcadas finales del siglo todo el favor de la inteli-gentsia hispanoamericana se ha de volcar haca otra doctrina oms bien complejo de doctrinas formado por la filosofa que enFrancia ha bautizado Augusto Comte con el nombre de positivay por otras varias corrientes del pensamiento decimonnico, comoel naturalismo, el materialismo, el expermentalismo y el evolucionismo. Con todos estos elementos ideolgicos se adoba el llamadocredo positivista que los sectores intelectuales de prcticamente todos los pases hispanoamericanos, si bien con variable intensidad yamplitud, han de adoptar y defender por casi cuatro dcadas, osea, hasta los aos iniciales del siglo actual.AI lado de Comte, sobrepujndolo quiz, el filsofo ms popular es por entonces Spencer. Por su ministerio se impone comoprincipio explicativo universal el de la evolucin, que se aplicartanto al conocimiento de la naturaleza fsica cuanto del orbe social,y que servir igualmente para justificar el predominio de la burguesa y las reivindicaciones del proletariado. Fundamentalmente,el positivismo fue, sin em barg o, una do ctrina filosfica pro hija da porlas clases dirigentes de Hispanoamrica en el periodo de establecimiento y consolidacin del capitalismo internacional en nuestrospases.En el seno del propio movimiento positivista, como resultadoen parte de la heterogeneidad de sus elementos doctrinarios queconsentan a la par las ms decididas convicciones laicas y aunirreligiosas y las ms francas profesiones de fe cristianas, ascomo de la incipiente y dbil implantacin de sus principios en la34

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    comunidad intelectual que lo propici y lo exalt, pero sobre todocomo efecto reflejo de los cambios en la conciencia filosfica europea, surgen las tendencias superadoras de este pensamiento que,luego, amplindose y reforzndose, van a marcar una nueva etapadel pensamiento hispanoamericano. Algunos caracterizados representantes de la filosofa positivista son, en efecto, los primeros uehacen la crtica de sus anteriores convicciones y no slo se muestran convencidos de la necesidad de rectificar los errores y levantar las barreras del pensamiento positivista, sino que creen que yahay en el mercado filosfico de la poca figuras y sistemas capacesde reemplazar con ventaja la antigua doctrina. A estos impulsos deautocrtica se suma la decisiva accin de un grupo de vigorosasfiguras del magisterio universitario que dedican por entonces susmejores esfuerzos tanto a la liquidacin de la filosofa positivacuanto a la constitucin de un serio movimiento filosfico universitario. Por eso se les ha llamado los fundadores. Entre ellos, estacan los nombres del argentino Alejandro Korn, del uruguayo Garlos Vaz Ferreira, del chileno Enrique Molina, del peruano Alejandro Deustua y de los mexicanos Jos Vasconcelos y Antonio Caso.No son ciertamente los nicos, pero si son los principales en eldominio estricto d la filosofa acadmica. Actan en coincidenciacon otras figuras intelectuales empeadas a la sazn en dar unnuevo sentido y una base ms profunda y autntica a la culturade nuestros pases, de las que son representativos los nombres d,ePedro Henrquez Urea y Alfonso Reyes. (No es por azar dichosea aqu entre parntesis que hasta ahora no nos hayamos sentido obligados a mencionar nombre alguno de filsofo hispanoamericano al hacer el recuento histrico de nuestro pensamiento. Gomoveremos, esto tiene un sentido. Pero no queremos decir que nohaya figuras dignas de mencionarse como maestros de obra valiosa,equiparable a la de los fundadores, aunque generalmente con menos conciencia crtica y madurez histrica que stos: el mexicanoAntonio Rubio, el peruano Diego de Avendao, el venezolanoAgustn'de Quevedo y Villegas y el chileno Alfonso de Briceo sonescolsticos de categora; el mexicano Benito Daz de Gamarra esun pensador ilustrado muy representativo y distinguido; Jos de laLuz y Caballero, en Cuba; Andrs Bello, de Venezuela; Jos Victorino Lastarria, de Chile y el procer argentino Juan Bautista Alberdidestacan en el primer perodo del siglo xrx; Gonzlez Prada, peruano; Justo Sierra, mexicano; Eugenio Mara de Hostos, puerto-riqueo; Enrique Jos Varona, cubano; y Jos Ingenieros, argen-

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    tino, son nombres notables del movimiento positivista. Baste aqumencin sumaria, porque no se trata de historiar en detalle el proceso de nuestras ideas filosficas sino de entender su carcter ysentido.)Los fundadores, cuya obra llena las primeras dcadas del sigloactual, no slo coinciden en el rechazo del positivismo; compartenigualmente el tipo de orientacin que quieren imprimir al pensamiento filosfico y los mentores occidentales que buscan para estaempresa: son en lo fundamental antinaturalistas, con marcadassimpatas idealistas o vitalistas (posiciones stas que no siempre esfcil distinguir la una de la otra); tienen una clara preferencia porlos conceptos dinmicos y el pensamiento intuitivo, no rgidamentelgico y, en consecuencia, son por lo general condescendientes conla especulacin metafsica. De all su admiracin por autores comoBoutroux, Groce, James y, sobre todo, Bergson. Este ltimo se convierte en el orculo de los intelectuales de la poca, como antes lo,haba sido Spencer. Ahora el bergsonismo, con su concepto de du-racini de devenir concreto y cualitativo, es utilizado en todas lasexplicaciones y no slo es acogido y exaltado por los sectores conservadores sino tambin por los liberales, e incluso por los mar-xistas, que comienzan a representar ya una corriente definida depensamiento en Hispanoamrica.Con el marxismo y otras orientaciones del pensamiento socialvinculadas u opuestas a l, estamos en la etapa contempornea dela filosofa hispanoamericana, que se extiende aproximadamentedesde la tercera dcada de este siglo hasta nuestros das. Respectoal marxismo y entrando a la consideracin de las corrientes actuales hay que decir que, aunque ha tenido importantes repercusiones polticas y slo en los ltimos aos, con el establecimientodel rgimen socialista en Cuba, informa toda la actividad intelectual y la cultura de un pas, no es la ms infuyente filosofa en lasuniversidades, ni siquiera ,entre amplios sectores de escritores e in-telectuales^ aunque es sin duda, con la catlica, la filosofa quems fuerte esfuerzo de vulgarizacin ha recibido. Apart de la filosofa catlica, especialmente la neotomista, favorecida por la iglesiaen Hispanoamrica y generalmente concentrada en las universidades confesionales, otras corrientes deben ser mencionadas pues hanmarcado ms el movimiento. Estas son, en primer trmino, la fenomenologa, tanto en su versin husserliana original cuanto en susderivaciones ticas, estticas y ontolgicas, tales como han sidodesarrolladas, por ejemplo, por pensadores como Max Scheler,36

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    Moritz Geiger, Alexander pfaender y Nicolar Hartmann. Con lacorriente fenomenolgica se entronca el existencialismo de Heideg-ger que, como se sabe, estuvo vinculado inicialmente con Husserl,y el pensamiento existencial cristiano de Jaspers y el ateo de Sartre.Vista desde una perspectiva complementaria, la difusin de estasfilosofas y de otras afines, como las de Eucken, Klages y Kei&erling,que se produce sobre todo desde fines de la tercera dcada del siglohasta los aos de la segunda guerra mundial, representa la influencia del pensamiento germnico en Hispanoamrica, coetnea de laexpansin poltica y econmica de Alemania que concluy con lahecatombe de la guerra. Sintomticamente, en la segunda partede la dcada del cuarenta comienza a penetrar y alcanza gran difusin la filosofa francesa, sobre todo la nueva de corte existencialrepresentada por Sartre, as como por Gamus, Marcel y MerleauPonty. La penetracin sartreana es facilitada por el empleo de laliteratura como medio de expresin de ideas, lo cual hace accesibles,aunque parcialmente, los temas y problemas de la filosofa de lapoca a pblicos ms vastos que los estrictamente acadmicos. Anlogo efecto han tenido las obras de Gamus. Por otro lado, el existencialismo francs es un pensamiento directamente conectado, porprincipios doctrinarios y por vocacin personal de sus creadores,con la problemtica social y poltica. El intelectual comprometido engag, de acuerd a esta filosofa, es el paradigma del hombrede pensamiento y de letras. De all que tambin encuentre acogida,pese a sus complicaciones tcnicas como filosofa, entre los esprituspolticos y las m entalidades con pre do m inan te inqu ietud social. Estono quiere decir que en los crculos acadmicos hispanoamericanosno haya penetrado asimismo el existencialismo francs, especialmente el de Sartre, aunque all ste comparta el favor del pblicoprofesional con M erleau-P onty y m s frecuentemente con H eidegger,a quien se sigue reconociendo como el ms grande terico de lafilosofa de la existencia.

    Otros temas y problemas solicitan hoy la atencin de quienestienen seria inquietud filosfica, sobre todo en las universidades yotros centros de educacin superior. La lgica, la epistemologa y lainvestigacin del lenguaje encuentran cada vez ms cultivadores,los cuales, por la naturaleza de su inters terico, son propensos aun enfoque ms riguroso y fro, ms tcnico si se quiere, de loscontenidos del conocimiento y reciben el influjo de crculos depensamiento diferentes a los arriba mencionados. Se inserta aqula influencia de corrientes como el positivismo-lgico, la escuela

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    analtica y lingstica o el idoncismo, vinculadas con los nombresde Bertrand Russell, Rudolf Carnap, Gastn Bachelard, FerdinandGonseth, G. E. Moore y Ludwig Wittengenstein. Este tipo de filosofa est creciendo notoriamente en importancia en Hispanoamrica durante los ltimos aos como consecuencia del desarrollomundial de la ciencia y la tcnica y tambin del predominio dela cultura angloamericana.En el curso del proceso aqu reseado, la filosofa ha alcanzadoen Hispanoamrica un nivel de aceptacin y de expansin muyconsiderable aunque con un sentido muy especial, que debemosdeterminar. Ctedras y departamentos universitarios, sociedades yasociaciones de especialistas, revistas y libros, vinculaciones internacionales, que son manifestaciones todas de una actividad filosficaregular segn los criterios ms comunes en nuestro tiempo sedan ya prcticamente en todos las naciones de Hispanoamrica ydeterminan en mucho el carcter y la orientacin de la actividadfilosfica de nuestro tiempo. Lo que antes era un ejercicio eventualy un producto efmero, con resonancias muy limitadas, hoy es unaactividad estable que cuenta con los medios sociales indispensablespara asegurar su supervivencia y progreso y aumentar su penetracin en la vida de la comunidad.Pero justamente en la medida en que se ha logrado esta regula-rizacin (o normalizacin, como la l lamaba Francisco Romero)del ejercicio filosfico, se ha susc itado u a pro fun do inters por laevolucin de nuestras ideas y por el sentido y alcance de nuestropensamiento. Los estudios sistemticos de historia de las ideas, lasreseas y balances de la filosofa en Hispanoamrica, sustentadosen una metodologa cientfica suficientemente probada, han surgido prcticamente y se han difundido e incrementado en las ltimas dcadas. Asimismo, se ha suscitado una muy seria y profundadiscusin sobre el carcter y la posibilidad de la filosofa en Hispanoamrica. Ahora bien, esto significa que la altura de nuestrotiempo, como resultado de toda la historia anterior, de la que hoysabemos m uc ho ms qu e en el pasado, somos conscientes (quizpor prim era vez plena m ente conscientes) de los problem as qu eafectan a nuestro pensamiento o, por mejor decir, del problemaradical de la autenticidad y la justificacin de nuestro filosofar.

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    I ISiguiendo esta sugestiva vertiente del actual pensamiento hispanoamericano, preguntemos por la calidad y el alcance de losproductos intelectuales del filosofar cuya evolucin de ms de cuatrocientos aos hemos reseado en apretada sntesis. Nuestro balance no puede menos de ser negativo, como lo ha sido el de prcticamente todos los historiadores e intrpretes de las ideas enHispanoamrica. En efecto, no es posible extraer como resultadoneto de este proceso una articulacin de ideas, una dialctica bientrabada de reflexiones y planteos, de conceptos y soluciones que senutran de su circunstancia histrco-cultural. Por el contrario, loque encontramos en todos los pases de un modo muy semejantees una sucesin de doctrinas importadas, una procesin de sistemasque se mueve al ritmo de la inquietud europea o, en general, extranjera, casi un sucederse de modas intelectuales sin enraizamientoen nuestra vida espiritual y, por eso mismo, sin virtud fecundante.As como el pensamiento colonial escolstico, segn vimos, fue impuesto por los intereses de la metrpoli, as los sistemas que luego lareemplazaron, aunque acogidos por los hispanoamericanos omejor dicho, por la clase dirigente y los sectores intelectuales denuestros pases de acuerdo a sus preferencias inmediatas y a lasafinidades sentidas en el momento, obedecan a una lgica histricaque era extraa a la conciencia de nuestros pueblos, a su condicinsocial y econmica, y por eso fueron abandonados tan rpida yfcilmente como fueron acogidos. Resear el proceso de la filosofahispanoamericana pese a la accin de personalidades descollantes y bien intencionadas es hacer el relato del paso de la filosofaoccidental por nuestros pases, la narracin de la filosofa europeaen la Amrica hispnica, no es historiar una filosofa propia deHispanoamrica. En nuestro proceso histrico hay los cartesianos,los krausistas, los spencerianos, los bergsonianos y otros ismos europeos ms; slo eso; no hay figuras creadoras que funden y alimenten una tradicin propia niismos filosficos nativos. Buscamos losaportes originales, la contribucin en los planteos y en las soluciones, la respuesta filosfica de nuestros pases al reto occidental oal de otras culturas y no lo encontramos o no encontramos nadasustantivo, digno de merecer una valoracin histrica positiva. Nadie, creo, puede dar testimonio de su existencia si es pasablementeestricto en el juicio.

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    Las caractersticas que, segn este balance, se ofrecen comoms saltantes en el pensar hispanoamericano son las siguientes:1. Sentido imitativo de la reflexin. Se piensa de acuerdo amoldes tericos ya conformados, a los moldes del pensamientooccidental, sobre todo europeo, importado en la forma de corrientes, escuelas, sistemas totalmente definidos en su contenido y orientacin. Filosofar es adoptar un ismo extranjero preexistente, suscribir ciertas tesis adoptadas al hilo de la lectura y la repeticin mso menos fiel de las obras de las figuras ms resonantes de la poca.2. Receptividad universal, o sea, una disposicin abierta e irrestricta a aceptar todo tipo de producto terico procedente de lasescuelas y tradiciones nacionales ms diversas, con estilos y propsitos esprituales muy varios, siempre y cuando, ciertamente, hayanlogrado una cierta fama, un perceptible ascendiente en algn pasimportante de Europa. Esta receptividad, que denuncia falta desustancia en las ideas y en las convicciones, se ha tomado muchasveces como un virtud hipanoamericana.He aqu otros dos rasgos vinculados estrechamente con los anteriores :3. Ausencia de un>a tendencia caracterstica, definitoria y de unaproclividad conceptual, ideolgica, capaz de fundar una tradicinde pensamiento, de dibujar el perfi l de una manera intelectual.Represe en el sello "empirista" que tiene el pensamiento britrnico, perceptible incluso en la obra de sus idealistas especulativos.No hay base slida para definir un estilo semejante en la filosofahispanoamericana. Se habla a veces de una inclinacin prctica,otras de una vena especulativa del hispanoamericano. Aparte dequ e estos dos rasgos se contradicen , sus manifestaciones dbilesy confusas h an d esaparecido rp ida y casi com pletam ente cad avez que han prevalecido influencias de signo contrario. A menosque se quiera contar como carcter distintivo justamente la ausen

    cia de definicin y la bruma de las concepciones, lo que equivaldra justamente a confirmar la tesis.4. Ausencia correlativa de aportes originales, de ideas y tesisnuevas, susceptibles de ser incorporadas a la tradicin del pensamiento mundial. No hay un sistema filosfico de cepa hispanoamericana, una doctrina con significacin en el conjunto del pensamiento universal y no hay tampoco reacciones polmicas a las afir-

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    macaones de nuestros pensadores, ni secuelas y efectos doctrinariosde ellas en otras filosofas, lo cual es una prueba adicional de lainexistencia de ideas y tesis propias. Las ms relevantes figurasfilosficas de Hispanoamrica han sido expositores o profesores y,por ms que en este campo su accin haya sido muy fecunda enel proceso educacional de nuestros pases, no ha tenido efecto msall de nuestro crculo cultural.Veamos ahora otras caractersticas de ndole ligeramente diferente, que complementan el cuadro que estamos trazando:5. Existencia de un fuerte sentimiento de frustracin intelectualentre los cultivadores de la filosofa. Es sintomtico que, a lo largode la historia de nuestra cultura, sus ms lcidos intrpretes sehayan planteado una y otra vez la cuestin de la existencia de unpensamiento filosfico propio y que, respondindola, como dijimos,casi unnimemente con una negacin muy neta, hayan formuladoproyectos para la construccin futura de tal pensamiento. Ahorabien, esta inquietud y esta reflexin no se dan o se dan rara vez

    en aquellos pueblos que han hecho aportes fundamentales al desarrollo de la filosofa y que, por decirlo as, est bien instalados enel territorio de la teora filosfica y se mueven dentro de l comoen un dominio propio. Los hispanoamericanos, en cambio, se hansentido aqu siempre en territorio ajeno, como quien hace incursiones furtivas y clandestinas, pues han tenido una viva concienciade su carencia de originalidad especulativa.6. Ha existido permanentemente una. gnan distancia en H ispanoam rica entre quienes practican la filosofa y el conjunto dela comunidad. No hay manera de considerar nuestras filosofascomo un pensamiento nacional, con sello diferencial, como se habla de una filosofa alemana, francesa, inglesa o griega y no esposible que la comunidad se reconozca en estas filosofas, justamente porque se trata de pensamientos transplantados, de productos espirituales expresivos de otros hombres y otras culturas, queuna minora refinada se esfuerza en entender y compartir. No negamos que hay un factor universal en la filosofa, ni pensamos quela filosofa tiene que ser popular, pero en el modo propio de unaforma muy elaborada de creacin intelectual, cuando es genuina,traduce la conciencia de una comunidad y encuentra en el la hondaresonancia, especialmente a travs de sus derivaciones ticas opolticas.

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    7. Sealemos, por ltimo, el hecho importante de que unmismo esquema de' desarrollo histrico y una misma constelacin de rasgos bien que negativos convienen a la actividaddesplegada durante ms de cua tro siglos por los hambres dedicadosa la filosofa en una pluralidad de paiss} muchas veces muy alejados fsica y socialmente unos de otros corno es el caso de Hispanoamrica. Aparte de que permite un enjuiciamiento general delpensar hispanoamericano sin descartar la existencia de casos especiales y de variantes regionales, resultado de influencias divergentes dentro del marco comn, este hecho muestra que paracomprender el pensamiento de nuestros pases es preciso atender aaquello que, como una realidad histrico-cultural bsica, los ligapor debajo de los enfrentamientos episdicos y de las separacionespolticas, casi siempre artificiales, de las naciones.I I IEn sus Lecciones sobre la historia de la filosofa escribi Hegel:"La filosofa es la filosofa de su tiempo, un eslabn en la gran-cadena de la evolucin universal; de donde se desprende que slopuede dar satisfaccin a los intereses propios de su tiempo." Enotra parte, confrontado con la existencia de sistemas que pretenden reproducir las doctrinas del pasado, o sea, hacer una suertede traslado de un pensar a otro, formulaba esta tajante descalificacin: "Estos intentos son simples traducciones, no creaciones orignales; y el espritu slo encuentra satisfaccin en el conocimientode su propia y genuina originalidad." Con la cual el gran maestrode la historia de la filosofa pona de relieve un hecho importantsimo en el dominio del pensamiento que traduce un hecho msgeneral de la existencia histrica, a saber, que la filosofa comotal es un producto que expresa la vida de la comunidad, pero quepuede fallar en esta funcin y, en lugar de manifestar lo propiode un ser, puede desvirtuarlo o encubrirlo. Se da el caso, segnesto, de una filosofa inautntica, de un pensamiento mistificado.Hasta qu punto una filosofa puede ser inautntica se harclaro tratando de precisar la misin y sentido del pensamiento filosfico. Tal como nosotros la entendemos, una filosofa es muchascosas, pero entre ellas no puede dejar de ser y es, seguramente,a la postre siempre la manifestacin de la conciencia racionalde una comunidad, la concepcin que expresa el modo como stareacciona ante el conjunto de la realidad y el curso de la existen-42

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    cia, su manera peculiar de iluminar e interpretar el ser en el quese encuentra instalada. Porque se refiere al conjunto de la realidadtiene que ver con lo esencial del hombre, con su compromiso vital.En esto se diferencia de la ciencia que no compromete al hombretotal. Por otro lado, en cuanto es una conciencia racional, un intento de hacer inteligible el mundo y la vida, no se confunde conla fe religiosa que obra po r sen timiento y sugestin. La filosofatiene que ver as con la verdad total de la existencia racionalmenteclarificada, lo que apela a la totalidad del ser personal humano ya su plena lucidez, dos formas de referirse a lo ms propio de cadahombre .Pero la filosofa puede ser inautntica, segn hemos visto.Cmo ocurre esto? El hombre construye la imagen de s mismocomo individuo y como entidad social; es para usar las palabrasde Ortega el novelista de s. Pero puede serlo como un escritororiginal o como un plagiario, como alguien que se retrata a smismo, perfilando su idea genuina, o como alguien que se ilusionasobre s, "se hace ideas" sobre s mismo y toma como imagen suyala de otro. En tonces, creyendo conocerse, se igno ra. U n a filosofapuede ser esta imagen ilusoria de s, la representacin mistificadade una comunidad, por la cual sta "se hace ideas" veras ideassobre si misma y se pierde como conciencia veraz, Esto ocurre cuando la filosofa se construye como un pensamiento imitado, comouna transferencia superficial y episdica de ideas y principios, decontenidos tericos motivados por los proyectos existenciales de otroshombres, por actitudes ante el mundo que no pueden repetirse ocompartirse y que a veces son contrarias a los valores de las demscomunidades. Quien asume este pensamiento imitado cree verseexpresado en l y de hecho se esfuerza por vivirlo como suyo, perocasi siempre no se encuentra en l. La ilusin y la inautenticidadque prevalecen en este caso se paga con la esterilidad, y la esterilidad, que denuncia una falla vital, es siempre un riesgo para la vidaindividual y colectiva.Esta ilusin antropolgica tiene no obstante un lado veraz. Elhombre de la conciencia mistificada expresa por esta conciencia suspropios defectos y carencias. Si una comunidad adopta las ideas yvalores ajenos, si no puede darles vida propia y potenciarlos, sinoque los remeda en su carcter extra, es porque en su ser prevalecen los elementos enajenantes y carenciales. Una rep