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Nicolás L. D’Agnillo FCE-UBA

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DESCENTRALIZACIÓN, SERVICIOS PÚBLICOS Y SU

RELACIÓN CON LAS ESTRUCTURAS DE LAS

FINANZAS PÚBLICAS EN ARGENTINA

Breve abordaje a los elementos y relaciones que condicionan a

nuestros servicios públicos.

Nicolás L. D’Agnillo

Noviembre 2014 Finanzas Públicas

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ÍNDICE

Índice -------------------------------------------------------------------------------------------------P. 2

Introducción: causas, enfoques y objeto de este análisis-------------------------------------P. 3

Relación entre la Situación Financiera y los Servicios Públicos descentralizados-------P. 4

Panorama Financiero ante la Descentralización-----------------------------------------------P. 5

Recursos Provinciales, la Correspondencia Fiscal y los Riesgos de su Aplicación------- P. 7

Descentralización, Enfoques y su necesidad de Coordinación-------------------------------P. 12

Análisis Histórico de la Descentralización en Argentina--------------------------------------P. 15

Conclusiones------------------------------------------------------------------------------------------P. 17

Bibliografía--------------------------------------------------------------------------------------------P. 18

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Introducción: Causas, Enfoque y Objeto de este análisis

Como alumno de nuestra Alta Casa de Estudios, he podido comprobar que en la realidad

existen diferencias (a veces muy notables) entre la teoría y la práctica. De esta forma, un

impuesto puede ser equitativo e ideal en la teoría, pero en la práctica, se desestima por la

imposibilidad técnica de recaudarlo.

Así, una idea puede resultar admirable en los libros, pero traía a la mundana realidad, a

una sociedad humana con determinadas pautas culturales, su idiosincrasia, sus aciertos y

errores, puede bien tener una aplicación, unos objetivos y un funcionamiento distinto a

aquellos supuestos con los que fue concebida: al menos que dichos factores también hayan

sido tenido en cuenta en la teoría.

Creo, pues, que ante ello es conveniente, realizar un breve análisis que dedicaré a la

Descentralización de los servicios públicos en Argentina, a la correspondencia fiscal,

y al éxito o fracaso de sus políticas, basándome en trabajos previos, en las bases

estadísticas que he podido recabar, y en lo aprendido durante mi estudio en Finanzas

Públicas.

Intentaré dilucidar si efectivamente los procesos de descentralización en Argentina

tuvieron o no los resultados que la teoría predicaba, y justificarlo, señalando las

dificultades de la aplicación de estas políticas en la práctica que pueda identificar, y cuáles

serían las alternativas posibles.

Para ello, apelo a una perspectiva Pragmática, a una Redacción Concisa, a las Estadísticas

que he podido recabar de distintas fuentes, y al Enfoque Sistémico.

Dicha Metodología, la del Enfoque Sistémico, consiste en comprender el objeto del análisis

como un todo integrado, como un sistema dónde distintos subsistemas se relacionan entre

sí, y no funcionan como entes aislados, sino que se retroalimentan e interactúan.

Por ende, al referirnos a un proceso de, por ejemplo, “descentralización de la educación”,

la educación a nivel provincial, será considerada como un subsistema de un sistema

mayor, la educación en Argentina, entendiendo que cada parte formará a los futuros

integrantes de los mercados laborales provinciales (con sus heterogeneidades de

ingresos) a su vez suscriptos en el mercado laboral nacional, que comparte políticas

comunes, cuyos fondos se reasignan entre sí, etcétera.

Aclarado esto, procedemos a nuestro análisis.

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1.- Relación entre la Situación Financiera y los Servicios Públicos

descentralizados

La calidad de un servicio público y la capacidad de cumplir con sus objetivos prefijados,

está dada por la disponibilidad de recursos para su desenvolvimiento y por la eficiencia

con la que se aplican dichos recursos.

El considerar como factor la eficiencia con la que se aplican dichos recursos, explica por

qué pueden existir situaciones dónde aún a pesar de la abundancia de los recursos

materiales, el gasto no implica el cumplimiento de los objetivos.

Sin embargo, la variable más relevante, sigue siendo la cantidad de recursos disponibles,

ya que a nulos recursos, no existe forma alguna de que el servicio público pueda

proveerse, y a menores recursos, menor inversión podrá realizarse. El dar una mayor

cantidad o una mejor calidad de determinado servicio público, depende de los montos de

financiamiento disponibles para sufragarlos.

Debido a esto, es necesario analizar estas relaciones en los procesos de descentralización

de los servicios públicos.

Al descentralizar (en este caso, descentralización concebida como “transferir las

potestades y titularidad sobre un servicio desde un nivel superior a un nivel inferior de

gobierno”), no sólo se transfiere la capacidad decisoria dentro de un marco normativo

nacional (más o menos desarrollado), sino que se transfiere el gasto al nivel hacia el cual

se descentraliza, en este caso, las provincias.

Y la transferencia de dichos gastos, los limita a la situación del nuevo erario al que se los

transfiere. Si los recursos que ingresan a dicho erario son suficientes, podrá mantenerse el

nivel del gasto. Si los recursos que ingresan a dicho erario superan los gastos que se

transfieren, podrá ampliarse ese gasto y mejorarse el servicio. Si los recursos que ingresan

a dicho erario no alcanzan a cubrir los gastos que se transfieren, dicho gasto se recortará, y

se limitará el servicio.

Por ende, es menester a analizar dichos ingresos y egresos, que componen al erario

provincial, y que condicionarán el alcance de sus políticas públicas.

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2.- Panorama Financiero ante la Descentralización

Puede decirse que existen dos orígenes de financiación de estos servicios públicos

transferidos a las provincias: los recursos obtenidos por la propia provincia, y los

recursos transferidos por el Estado Nacional. Los obtenidos por la propia provincia,

divididos principalmente entre tributos recaudados y endeudamiento. Los transferidos

desde el Estado Nacional, corresponden principalmente a la Coparticipación federal, al

resto de las transferencias de Recursos de Origen Nacional (RON) a los estados

provinciales, y otras transferencias.

Y, en cuanto a erogaciones, como fue señalado, la descentralización de los servicios

públicos, implica una descentralización del gasto, y su transferencia a las provincias.

Entonces, sería lógico suponer que si el 50% del gasto público lo realizan las provincias,

éstas cuenten con el 50% de los recursos (si estos conviene sean “recursos obtenidos por

la propia provincia”, o “transferencias del Estado Nacional”, es un debate que revisaré más

adelante), de forma de que alcancen a sufragar sus gastos.

Sin embargo, podemos identificar dos tendencias inversas:

La descentralización del gasto se observa cada vez más acentuada, pero los recursos

siguen la tendencia inversa, pues corresponden cada vez en mayor medida al Estado

Nacional, progresivamente más centralizados.

El siguiente gráfico muestra gráficamente la situación:

Fuente: “La descentralización y el financiamiento de políticas sociales eficaces: impactos, desafíos y

reformas” (Cetrángolo y Goldschmit), CEPAL.

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Y ante esto, resulta necesario detenernos a analizar este gasto por intervalos:

Esto nos permite ver cuándo se han producido los mayores saltos en las políticas de

descentralización: El primer lustro de la década de los noventa, en especial el período de

1990-1994, marca un momento que requiere de una especial atención, al verse una súbita

transferencia de 8.1 puntos de gasto desde la nación hacia las provincias.

Ahondaremos más adelante sobre el contexto y las causas, pero a priori pueden señalarse

como representativos de esto la Ley Federal de Educación y el Pacto Federal Educativo,

ambos de 1993, siendo la educación un caso testigo de estas transferencias de gastos del

Estado Nacional a los Estados Provinciales.

Aun así, puede adelantarse una de las conclusiones de este trabajo con el mero análisis de

las cifras:

Al transferirse los gastos de un servicio público desde el nivel nacional al nivel provincial

sin contrapartida de ingresos al erario provincial, el servicio:

1. Se limita por la falta de recursos; o,

2. El erario provincial se endeuda para pagar gastos corrientes; o,

3. Se generan relaciones de dependencia al volver a las finanzas provinciales

subsidiarias de las nacionales, por medio de transferencias no sistematizadas.

Estas transferencias no sistematizadas ni incluidas en la coparticipación (y que admiten

una gran discrecionalidad en su asignación), muestran una tendencia a cobrar cada vez

mayor importancia, como se ve en el siguiente gráfico:

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Fuente: “La descentralización y el financiamiento de políticas sociales eficaces: impactos, desafíos y

reformas” (Cetrángolo y Goldschmit), CEPAL.

Resumiendo, de las tres posibilidades anteriormente citadas, la posibilidad 1 se traduce en

una caída en la calidad o cantidad de los servicios públicos prestados. La posibilidad 2 se

traduce en comprometer la situación financiera provincial a mediano y largo plazo. La

posibilidad 3 implica la pérdida de la autonomía de decisión del ente provincial, y

condiciona su situación financiera al alineamiento o no al gobierno federal.

Esto fue, efectivamente, lo que ocurriría.

Hoy, dos décadas más tarde, no hay datos que permitan señalar que la situación se haya

modificado. Los conflictos por las dificultades de los erarios provinciales para hacer frente

a los gastos corrientes, los acuses de default, las pujas de otras provincias contra el

gobierno nacional por los recursos de la coparticipación, el sobreendeudamiento de sus

erarios, etcétera, muestran claramente esta situación, cuyo origen sigue estando en esto.

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3. Recursos Provinciales, la Correspondencia Fiscal y los Riesgos

de su Aplicación

Anteriormente señalamos que los ingresos al erario provincial, son propios o nacionales, y

que los propios son principalmente o tributarios, o endeudamiento.

La Correspondencia Fiscal, idea cuyos orígenes se remontan hacia el siglo XIX y que aún

tiene defensores, consistiría básicamente en que cada nivel estatal se financie con recursos

propios, recaudados por ellos mismos mediante impuestos. Así, correría con los costos

políticos del aumento de los mismos si desea incrementar el gasto, y existiría una relación

directa entre lo pagado y los bienes públicos recibidos.

Se eliminaría así, en teoría, la propensión a aumentar indiscriminadamente el gasto al

recibir recursos de niveles superiores, por los cuales el nivel inferior de gobierno no sufre

el costo político de la recaudación.

Además, garantizaría una mayor autonomía de decisión (relacionado con las relaciones de

dependencia que fueron citadas anteriormente en casos de transferencias no

sistematizadas) y mayores incentivos a mantener unas cuentas sanas y al pago de

impuestos a cada nivel según su aplicación del gasto.

Esta idea, sin embargo, precisa de mayor grado de análisis antes de dictaminar su

viabilidad, pues para hablar de Correspondencia Fiscal, debemos remitirnos a los recursos

propios que las provincias obtienen por medio de la recaudación.

Estos tributos de los que se vale para obtener sus recursos son básicamente impuestos

sobre el consumo (Ingresos Brutos) y sobre el Patrimonio (Inmuebles, Automotores). A lo

largo de los últimos años, los Ingresos Brutos ganan cada vez más participación sobre el

total de la recaudación provincial, como se observa en el gráfico:

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Por ende, podemos concluir que la inmensa mayoría de los recursos provinciales

dependen de la recaudación de un impuesto sobre el consumo de bienes y servicios,

como lo son los Ingresos Brutos.

Y por la teoría macroeconómica sabemos que el consumo (en el cual se basa el impuesto),

depende de la actividad económica, del ingreso.

Esto implica, aún sin necesidad de realizar aquel planteo, que a menor actividad

económica, o a menor renta o menor ingreso en las provincias, menor va a ser la

recaudación.

Consiguientemente (si la provincia financiara totalmente con recursos propios sus gastos,

esto es, en existencia de Correspondencia Fiscal) a menor recaudación, menor será la

capacidad de la provincia de financiar sus servicios públicos, y a menor inversión

pública, menor será la productividad, y a menor productividad, se perpetuarán, o podrían

incluso aumentar, el grado de desigualdad en el nivel de ingreso entre provincias.

Así, quedaría determinada una matriz dónde las provincias con menor recaudación, serían

las que proveyeran menos servicios públicos o contaran con los más precarizados,

afectando enormemente su capacidad de proveer igualdad de oportunidades a sus

comunidades, respecto a otras provincias, incidiendo esto en el desarrollo nacional de

forma estructural, y configurando un mapa de zonas “más atrasadas” y “más

desarrolladas”.

A pesar de que exceda los objetivos y el alcance de nuestro trabajo, cabe señalar la

incidencia de estos factores en la creación de un mercado laboral heterogéneo, y la

acentuación de las diferencias regionales dentro de una economía nacional.

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Esto puede acentuarse aún más ante las propuestas de llevar todavía más lejos la

descentralización, y transferir servicios como el educativo a los municipios.

De esta forma, cabe señalar que no ha sido un debate únicamente a darse en Argentina:

otros países federales, como Estados Unidos, han creado marcos intelectuales que sirven

como referencias. Robert Reich, economista y Secretario de Trabajo durante la presidencia

de Bill Clinton, dice al respecto de este mismo tema:

“Mientras tanto, muchos de los mercados reales de estados de la nación se mantienen débiles,

especialmente en las comunidades de bajos ingresos. Entonces, los ingresos por los impuestos

locales son bajos.

A medida que nos separamos por ingresos en diferentes comunidades, las escuelas en las

áreas de bajos ingresos tienen menos recursos que nunca.

El resultado es ampliar las disparidades de financiamiento por alumno, para desventaja

directa de los niños pobres.

Los distritos más ricos y que más gastan están ahora mismo aportando alrededor del doble

del financiamiento por alumno que los distritos que menos gastan, de acuerdo a los reportes

de la comisión asesora federal. En algunos estados, como California, el ratio es mayor que de

tres a uno.

Otras naciones avanzadas lo hacen diferente. Sus gobiernos nacionales aportan el 54% de la

financiación, en promedio, y los tributos locales representan menos de la mitad de lo que

cuentan en EE.UU. Y apuntan una participación desproporcionada de financiamiento

nacional a las comunidades más pobres”.-Robert Reich [Traducción propia]

“Meanwhile, many of the nation’s local real estate markets remain weak, especially in lower-income communities. So local tax revenues are down.

As we segregate by income into different communities, schools in lower-income areas have fewer resources than ever.

The result is widening disparities in funding per pupil, to the direct disadvantage of poor kids.

The wealthiest highest-spending districts are now providing about twice as much funding per student as are the lowest-spending districts, according to a federal advisory commission report. In some states, such as California, the ratio is more than three to one.

Other advanced nations do it differently. Their national governments provide 54 percent of funding, on average, and local taxes account for less than half the portion they do in America. And they target a disproportionate share of national funding to poorer communities.”

Paralelamente, la CEPAL advierte:

“El hecho de que las jurisdicciones de mayor ingreso puedan comprometer más recursos propios en beneficio de los servicios públicos locales, puede profundizar las diferencias entre jurisdicciones y agravar un problema de suyo importante en América Latina. Aun cuando tal efecto perverso pueda ser parcialmente neutralizado mediante el uso de transferencias niveladoras, las propias diferencias de base en cuanto a la calidad de los recursos humanos a nivel local, pueden llegar a constituirse en un obstáculo difícil de superar para las jurisdicciones más pequeñas y vulnerables.

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Lo anterior supone un desafío en el diseño de la asignación de funciones entre niveles de gobierno y en la forma de financiamiento de los mismos. “

Podemos decir, entonces, que es necesario sistematizar el aporte nacional por medio

de la Coparticipación u otros mecanismos de compensación orientados a objetivos y con

compromisos sólidos entre los dos niveles estatales, a fin de que la financiación

garantice el desarrollo y la igualdad de oportunidades, brindando servicios públicos

de la misma calidad y acorde a los mismos estándares en las distintas provincias.

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4.- Descentralización, Enfoques y su necesidad de Coordinación

Según C.M. Vilas, existen tres enfoques distintos que abordan los beneficios de la

descentralización de las políticas públicas.

Primero, se encuentra la perspectiva fiscal, para la cual la descentralización es vista como

herramienta del correcto manejo de las cuentas públicas, previniendo la superposición de

esfuerzos y el derroche de recursos, reduciendo los costos de transacción.

Segundo, se encuentra la perspectiva técnica, en la cual la descentralización puede ayudar,

constantes otros factores, a la toma de decisiones más eficientes que conducen a

productos de mayor calidad, contribuyendo a la desburocratización de la gestión pública y

a dotar de mayor transparencia a los procesos y decisiones. Esto puede, asimismo,

relacionarse con el conocimiento de la realidad “in situ”, permitiendo decisiones

adaptadas a cada momento y lugar.

Tercero, se señala a la capacidad democratizadora de la descentralización, aproximando

las decisiones a los actores directamente involucrados, favoreciendo una mayor y más

efectiva participación, circulación de la información, fiscalización social de la gestión

pública, aportando además una mayor legitimación social del gasto.

También se señala que estos tres enfoques normalmente se presentan juntos, con el

predominio de alguno de ellos.

Por su parte, la CEPAL indica que la descentralización debe analizarse en “cuatro

dimensiones”: la institucional, la del desarrollo, de la equidad, y de la participación, los

cuales se muestran en el cuadro a continuación:

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Esto demuestra que la descentralización es un proceso complejo, que involucra muchos

actores, dando una noción de su amplitud y la cantidad de factores que deben

considerarse en su diseño.

Es por eso que la descentralización aún constituye un desafío para tanto la administración

federal como para las distintas administraciones federales y municipales. ¿Cómo lograr en

la práctica, que las ventajas consideradas en los distintos estudios previos, y los diferentes

enfoques y dimensiones, alcancen los resultados que se prevén?

Parte de la clave, se sugiere se encuentra en la planificación previa desde una

perspectiva integral, el establecimiento de metas y objetivos de los programas, la

transparencia y los mecanismos de gobierno abierto, y la creación de una estrategia y

un planeamiento de la inversión que tenga un alcance sistemático y total, capaz de

coordinar desde el Estado federal las políticas de los Estados sub-nacionales sin

afectar su autonomía decisoria en cuanto a la ejecución de los mismos.

Es pues, necesaria, la creación de estándares mínimos nacionales, que garanticen la

homogeneidad del servicio, y su evaluación periódica, a fin de evitar disparidades, que

además puedan redundar en la migración hacia servicios de otras jurisdicciones, poniendo

en tela de juicio la efectividad o no de la descentralización.

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Esto sucede, cuando, por ejemplo, ante la dificultad de los servicios salud de la provincia

de Buenos Aires para brindar asistencia médica, se utilizan los de la Ciudad de Buenos

Aires, llegándose incluso a documentar casos de cambios de domicilio ficticios con dichos

fines, lo cual suele replicarse en la educación, o con los servicios a nivel municipal (siendo

que algunos municipios cuentan con los mismos, y otros no, con diferencias en el servicio).

Otra evidencia de estas disparidades puede ser la migración desde los servicios

originariamente públicos a otros de gestión privada (aún subvencionados por el Estado),

cada vez más persistente, que se ve en ámbitos como la educación.

En relación a esto, cabe mencionar la Ley Educación Nacional y la Ley de Financiamiento

Educativo. Al respecto, la Ley de Educación Nacional establece responsabilidades

concurrentes de las provincias y la nación en cuanto a la provisión del servicio educativo, y

fija las responsabilidades del Ministerio de Educación en cuanto a la planificación y

evaluación, que también deberá existir en las entidades sub-nacionales.

Sin embargo, habiendo sido señalada la importancia de la que se revisten estas instancias

de planificación y control, queda pendiente analizar el funcionamiento efectivo o no de las

mismas, y la forma en que se expresa en distintas bases de datos afectando a las decisiones

posteriores.

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5.- Análisis Histórico de la Descentralización en Argentina

Tras haber analizado la información expuesta anteriormente, podemos realizar algunas

conclusiones respecto a cómo operó el proceso de descentralización de los servicios

públicos en la Argentina. Esto justificaría, asimismo, porqué otros países, por medio de

mecanismos de descentralización obtuvieron resultados diferentes a nuestra propia

experiencia.

Para eso, es necesario fijar fechas de inicio de dicho proceso (o procesos sucesivos) de

descentralización, y marcar brevemente los orígenes de las circunstancias que llevaron al

proceso de descentralización

Estos orígenes, pueden rastrearse hasta los tiempos de la Organización Nacional, a la

necesidad de la creación de un Estado Federal que adoptara símbolos propios y una

educación unificadora, la creación de unas fuerzas armadas únicas, la organización de la

justicia, así como un Estado nacional que proveyera los servicios públicos básicos

necesarios para que la República asumiera su rol en la división internacional del trabajo.

Dichos procesos, fueron ampliamente centralizados, siendo también centralizados los

ingresos, en su mayoría provenientes de los gravámenes al comercio exterior.

Podemos decir que bajo la Presidencia de Mitre, es visible este enfoque centralista que

lleva al Estado Nacional a tomar las riendas de los servicios públicos como la educación

(nacionalización del Colegio Nacional Buenos Aires, fundación de varias escuelas en las

capitales provinciales) o el transporte (redes ferroviarias, correo, infraestructura como

caminos, etcétera)

Se define así la matriz que se mantendría durante la mayor parte de la muy mentada en

otros trabajos era del Estado de Bienestar y la expansión de los derechos sociales.

Sin embargo, los procesos de descentralización no tendrían su origen con el declive del

Estado de Bienestar, sino un poco antes.

Para fines de la década de los ‘60, ya se había iniciado el proceso de descentralización de la

educación básica, transfiriéndose más de 680 escuelas en Buenos Aires, la Rioja y Río

Negro a sus respectivas jurisdicciones provinciales.

Para 1978, ya se habían transferido casi la totalidad de las escuelas primarias bajo

jurisdicción nacional, contabilizándose unas 6700 escuelas y unos 44050 docentes.

Este proceso es visible por medio de los números de alumnos matriculados por nivel de

enseñanza y jurisdicción, el cual vemos en el siguiente gráfico:

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Esto continuará con el paso del tiempo, llegando a la década de los ’90, donde el proceso se

acentuará notoriamente.

Resulta necesario detenerse en este período.

Dicha época, marcada por la globalización, la importancia creciente del comercio

internacional, y por las políticas emanadas del “Consenso de Washington”, es de la que

heredamos de forma directa la organización de los servicios públicos actuales y sus gran

parte de su problemática, en parte, por la orientación que le fue dada a los procesos de

descentralización emprendidos en ese momento.

Respecto a esa orientación, podemos decir que se trató de una perspectiva fiscalista, con el

lograr el ajuste fiscal por medio de la reducción del gasto público nacional y su

transferencia hacia las provincias, muchas de las cuales acabarían sin poder financiar

estos servicios, generándose la heterogeneidad en los mismos que aún hoy apreciamos en

muchos territorios de la Argentina.

Sin embargo, aunque la “necesidad de una Disciplina Fiscal”, que requería un ajuste, sí

venía implícita en las máximas del Consenso de Washington, este también señalaba la

“redirección del gasto público desde los subsidios hacia una mayor inversión en los puntos

clave para el desarrollo, servicios favorables para los pobres como la educación básica, la

atención primaria de salud y la infraestructura”.

Así pues, mientras se continuó la política de subsidios a los servicios y empresas que

fueron privatizadas, el gasto público en educación, salud, etcétera, se recortó, de forma

incluso contraria a las máximas que se decía defender.

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6.- Conclusiones

De esta forma, tras todo lo expuesto en el presente trabajo, podemos arribar a ciertas

conclusiones:

1. Existe una relación directa entre la cuantía y modalidad de financiamiento y la

calidad de los servicios públicos, la se manifiesta ante la descentralización de los

servicios del nivel nacional al principal y con el consecuente traspaso del gasto.

2. La descentralización del gasto se observa cada vez más acentuada, pero los

recursos siguen la tendencia inversa, pues corresponden cada vez en mayor

medida al Estado Nacional, progresivamente más centralizados.

3. En Argentina, se observa una tendencia hacia una mayor discrecionalidad en la

transferencia de recursos desde la Nación a las Provincias, perdiendo peso relativo

los recursos de la Coparticipación respecto a otras transferencias de asignación

más arbitraria.

4. Tal estructura del financiamiento genera un grado menor de autonomía en las

decisiones de las provincias respecto a los posicionamientos del gobierno nacional.

5. Aun así, el sugerir que las provincias financien sus servicios públicos

completamente con sus propios recursos, aplicando la “Correspondencia Fiscal”,

debido a que esos recursos dependen del nivel de actividad de cada provincia,

generaría mayores desigualdades en los servicios públicos dentro del país.

6. El Estado Nacional debe compensar estas desigualdades y sistematizar la

transferencia de recursos de acuerdo a una estrategia de desarrollo nacional a

largo plazo.

7. Existe cierto consenso de que la descentralización hacia niveles inferiores de

gobierno favorecería la participación ciudadana, la transparencia de las cuentas

públicas, la legitimación del gasto, y una asignación más efectiva del mismo, al ser

in situ.

8. Sin embargo, reviste de una importancia fundamental la planificación integral de

las políticas públicas, el control y la creación de estándares nacionales que

garanticen una igualdad de oportunidades.

9. El proceso de descentralización no surgió en los ’90 ni con el Consenso de

Washington, sino que es mucho anterior.

10. Los servicios públicos en los ’90 fueron transferidos a las provincias sin

contrapartidas únicamente para eliminar el déficit fiscal nacional, lo cual acarreó

problemas para las finanzas provinciales y perjudicó la calidad de dichos servicios.

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7.- Bibliografía

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