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RENE DESCARTES SAN AGUSTÍN La duda y la primera verdad - Descartes Así las cosas, será necesario liberar al conocimiento de errores y prejuicios, lo que conlleva una crítica radical de todo saber y aquí es donde Descartes ejercita lo que se conoce como duda metódica .La duda es metódica, universal y provisional. Metódica porque es el fundamento del método, universal pues pose en suspenso todo el saber tanto teórico como práctico; y provisional porque instituye como verdaderas todas las proposiciones que la superen, es decir todas las verdades que sean genuinamente racionales. La duda metódica 1. Los sentidos: Los sentidos nos inducen con frecuencia a error ¿Qué garantía existe de que no nos engañan siempre? Parece poco probable que los sentidos nos engañen siempre pero probabilidad no es certeza. 2. La existencia de las cosas: Puede que las cosas no existan. Si en sueños vemos los objetos con absoluta viveza y nos pasan cosas que perecen ser absolutamente reales ¿Quién puede afirmar que el mundo que percibimos en sueños no es menos real que el que nos rodea en vigilia? 3. Las certezas matemáticas: La imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño nos permite dudar de la existencia de la realidad, pero hay cosas que no se dejan afectar por el sueño, Un triángulo tendrá tres lados incluso en sueños. Pero ni la certezas matemáticas escapan de la duda pues puede existir un genio maligno que ponga especial empeño en inducirme a error. Es decir, justamente cuando creo que tengo ante mi una verdad evidente este genio maligno mueve los hilos de mi mente para situarme en el error incluso de las matemáticas. Este planteamiento se conoce como “duda hiperbólica”. Y se le añade, al dudar sobre las verdades matemáticas otra fuente de duda mucho más radical. La pregunta es ¿es la vida sueño? En otras palabras, mientras soñamos tenemos a veces pensamientos idénticos a cuando estamos despiertos La primera verdad y criterio La duda metódica llevada al extremo de creer que un genio maligno me engaña incluso ente la más simple evidencia sitúa a Descartes en el escepticismo hasta que tocó fondo y llegó a una verdad de la que es imposible dudar: la existencia del propio sujeto que duda. El cogito ergo sum será pues el principio básico de su filosofía. Mi existencia como ser pensante (dudar es una actividad del pensamiento) está fuera de error. Por pensamiento “cogitatio” (actividades del pensar) Descartes entiende no solo la activ idad pura de pensar sino también toda actividad del pensamiento de la que somos inmediatamente conscientes, es decir: las operaciones de la voluntad (amar, odiar) de la imaginación y los sentidos. Aunque el cogito ergo sum parezca una afirmación trivial, su trascendencia radica en que Descartes se propone construir todo su sistema filosófico a partir de una sola y única verdad: la existencia de un, y solo un, sujeto pensante. El definitiva todo el proceso dela duda metódica n alcanza su verdadera dimensión hasta que no emerge la certeza absoluta del cogito. La duda genera un pensamiento que genera un sujeto; de manera que la proposición “yo soy” es necesariamente cierta. El “yo” es una cosa

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RENE DESCARTES – SAN AGUSTÍN

La duda y la primera verdad - Descartes

Así las cosas, será necesario liberar al conocimiento de errores y prejuicios, lo que conlleva una crítica radical de todo saber y aquí es donde Descartes ejercita lo que se conoce como duda metódica .La duda

es metódica, universal y provisional. Metódica porque es el fundamento del método, universal pues pose en suspenso todo el saber tanto teórico como práctico; y provisional porque instituye como

verdaderas todas las proposiciones que la superen, es decir todas las verdades que sean genuinamente racionales.

La duda metódica

1. Los sentidos: Los sentidos nos inducen con frecuencia a error ¿Qué garantía existe de que no nos engañan siempre? Parece poco probable que los sentidos nos engañen siempre pero probabilidad no es certeza. 2. La existencia de las cosas: Puede que las cosas no existan. Si en sueños vemos los objetos con absoluta viveza y nos pasan cosas que perecen ser absolutamente reales ¿Quién puede afirmar que el mundo que percibimos en sueños no es menos real que el que nos rodea en vigilia? 3. Las certezas matemáticas: La imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño nos permite dudar de la existencia de la realidad, pero hay cosas que no se dejan afectar por el sueño, Un triángulo tendrá tres lados incluso en sueños. Pero ni la certezas matemáticas escapan de la duda pues puede existir un genio maligno que ponga especial empeño en inducirme a error. Es decir, justamente cuando creo que tengo ante mi una verdad evidente este genio maligno mueve los hilos de mi mente para situarme en el error incluso de las matemáticas. Este planteamiento se conoce como “duda hiperbólica”. Y se le añade, al dudar sobre las verdades matemáticas otra fuente de duda mucho más radical. La pregunta es ¿es la vida sueño? En otras palabras, mientras soñamos tenemos a veces pensamientos idénticos a cuando estamos despiertos

La primera verdad y criterio

La duda metódica llevada al extremo de creer que un genio maligno me engaña incluso ente la más simple evidencia sitúa a Descartes en el escepticismo hasta que tocó fondo y llegó a una verdad de la que es imposible dudar: la existencia del propio sujeto que duda. El cogito ergo sum será pues el principio básico de su filosofía. Mi existencia como ser pensante (dudar es una actividad del pensamiento) está fuera de error.

Por pensamiento “cogitatio” (actividades del pensar) Descartes entiende no solo la actividad pura de pensar sino también toda actividad del pensamiento de la que somos inmediatamente conscientes, es decir: las operaciones de la voluntad (amar, odiar) de la imaginación y los sentidos.

Aunque el cogito ergo sum parezca una afirmación trivial, su trascendencia radica en que Descartes se propone construir todo su sistema filosófico a partir de una sola y única verdad: la existencia de un, y solo un, sujeto pensante. El definitiva todo el proceso dela duda metódica n alcanza su verdadera dimensión hasta que no emerge la certeza absoluta del cogito. La duda genera un pensamiento que genera un sujeto; de manera que la proposición “yo soy” es necesariamente cierta. El “yo” es una cosa

que piensa y por pensar entiende Descartes: querer, concebir, entender e imaginar. Como se ve la duda se para en el pensamiento pues no puedo dudar de que dudo. Pero esta verdad no es solo la primera verdad sino que es también el prototipo de toda certeza, (es un criterio de verdad) pues se alcanza por la intuición, es clara y distinta. Será verdadero todo lo que aparezca en la mente con claridad y distinción.

Es inevitable advertir sobre la similitud entre el colorarlo cartesiano “cogito ergo sum” y el agustiniano “si fallor sum”.

Sobre el primero ya damos razones ahora. Sobre el segundo habrá que reseñar algún apunte:

Agustín se pregunta ¿Se da la verdad?Al caer en la cuenta de que ha estado en el error mientras profesaba las enseñanzas maniqueas, se le ocurre plantearse la duda de si podemos encontrar un saber seguro o si solo hay opiniones probables. La solución a estas cuestiones tiene resonancias modernas.

No parte San Agustín de verdades transcendentales como hacía la filisofía griega sino de hechos de inmediata evidencia, como hace Descartes. Se puede En efecto dudar de lo que vemos. Mas si dudamos algo sabemos, y es que no podemos dudar de que dudamos; luego puede que nos equivoquemos, en ocasiones al menos. Entonces dice Agustín:”Si yerro, sé que existo; enim si fallor sum” (De civitate Dei, XI, 26).

Fuente: http://sites.google.com/site/filosofohistoria/descartes/descartes/la-duda-y-la-primera-verdad

El problema filosófico que impulsó a San Agustín hacia el cristianismo es un problema que ha movido a grandes sabios de todas las épocas: la búsqueda de la felicidad. El opinó que la verdadera felicidad consiste en la sabiduría, por lo que toda su vida consistió en una larga investigación de la verdad.

Fue un escritor sorprendentemente prolífico: parece ser que escribió casi 500 obras, de las que las más importantes entre las conservadas son: Las confesiones, La verdadera religión, La ciudad de Dios, La

inmortalidad del alma y La ciencia cristiana.

En la filosofía agustiniana, el punto de partida de toda reflexión filosófica es la existencia indudable de un Yo filosofante. No se puede ser un escéptico consecuente, no se puede dudar de todo, pues para

dudar siempre hay que presuponer que existe un sujeto que duda. En la duda y el error encuentra San Agustín la seguridad de la propia existencia- La siguiente frase expresa estas ideas: si enim fallor, sum (si

yerro, existo).

La filosofía agustiniana no es más que la formulación cristiana del pensamiento platónico. Para Platón existían dos clases de realidades: la sensible y la ideal, y las cosas naturales participaban de la realidad

superior de las Ideas; para San Agustín, las verdades particulares que adquiere el hombre mediante la ciencia participan de las verdades absolutas divinas.

Fuente: practicaeducativaunefa.wikispaces.com/file/.../escuelas+del+pensamiento.doc