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Desafíos para la Seguridad Ciudadana y la Cohesión Social Lucía Dammert II Diálogo Regional “Seguridad Ciudadana y Gobernanza Multinivel para la Cohesión Social Local” San Salvador, 9 y 10 de junio 2011 Este documento ha sido elaborado en el marco de una subvención de la Unión Europea. El contenido de este documento es responsabilidad exclusiva de la Oficina de Coordinación y Orientación del Programa URB-AL III y en modo alguno debe considerar que refleja la posición de la Unión Europea

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Desafíos para la Seguridad Ciudadana y la Cohesión Social

Lucía Dammert

II Diálogo Regional

“Seguridad Ciudadana y Gobernanza Multinivel para la Cohesión Social Local”

San Salvador, 9 y 10 de junio 2011

Este documento ha sido elaborado en el marco de una subvención de la Unión Europea. El contenido de este documento es responsabilidad exclusiva de la Oficina de Coordinación y Orientación del Programa URB-AL III y en modo alguno debe considerar que refleja la posición de la Unión Europea

  2

Introducción La inseguridad se ha instalado en la principal preocupación de los latinoamericanos. Por

diversos motivos todos los países de la región presentan altos niveles de ansiedad

frente a fenómenos considerados delictivos. Esta preocupación ciudadana trae de la

mano una mayor preocupación política por enfrentar de forma rápida y efectiva el

problema.

La experiencia de más de dos décadas de políticas de seguridad muestra un panorama

poco auspicioso, la situación delictual se ha empeorado en promedio en la región y las

instituciones encargadas no han mejorado su efectividad. Este contexto de

preocupación e inefectividad fue terreno fértil para la generación de nuevas

perspectivas en la interpretación del fenómeno y posteriormente en el diseño de

políticas públicas.

El objetivo del presente documento no es cerrar un debate sino, por el contrario, abrir

una perspectiva más seria y profesional que defina una segunda generación de políticas

que a nivel local pongan el acento en políticas de inclusión y colaboración. La seguridad

parte de la diferenciación entre aquellos considerados peligrosos, infractores o

delincuentes, por lo que es posible que no sea el mejor vértice de conversación

ciudadana.

Abrir el debate político sobre la necesidad de desarrollar políticas centradas en el

paradigma de la cohesión social permitirá mejorar la vinculación con la ciudadanía y

enfatizará en los problemas centrales que afectan nuestros países.

I. Seguridad y Cohesión Social: Complejidad conceptual

Seguridad y cohesión social son dos conceptos y dos estados sociales relacionados. A

pesar de ello, su relación ha sido conceptualmente explorada y políticamente explotada

solo de forma muy inicial. Conceptualmente, ambas ideas comparten dos características

centrales: no son conceptos unívocos ni estáticos. Socialmente, son atributos de un

orden colectivo (una sociedad cohesionada, una sociedad segura) que también tienen

profundas consecuencias en términos individuales. Estos estados del mundo resultan

de una compleja multiplicidad de factores (incluyendo políticas públicas sectoriales)

sobre los que los gobiernos tienen una desigual capacidad de influencia. Son también

objetivos de política pública y ocupan un rol (más o menos destacado según sea el

caso) en la agenda política y de política pública de los diferentes niveles de gobierno.

  3

Ahora bien, el concepto de cohesión social es mucho más amplio que el de seguridad.

Al mismo tiempo, la noción de cohesión social es jerárquicamente superior a la idea de

seguridad: una sociedad cohesionada facilita la obtención de altos niveles de seguridad.

Por otra parte, la seguridad ciudadana es un componente clave para una sociedad

cohesionada.

Diversos analistas y actores han puesto énfasis en los múltiples atributos de la cohesión

social.1 Más allá de diferencias menores, existe un consenso en la literatura sobre ellos:

sentido de comunidad, oportunidades similares, respeto por la diversidad, confianza

política y sentido de pertenencia.2 Todos ellos vinculados con percepciones ciudadanas

que, sin duda, se equiparan a posibles expectativas o deseos de cómo vivir mejor en

comunidad.

Un elemento clave que se encuentra mezclado con todos y cada uno de los atributos

mencionados previamente, es la confianza institucional e interpersonal. Sociedades

donde prima la desconfianza no pueden desarrollar altos niveles de cohesión social. Por

el contrario, avanzan en la fragmentación y estigmatización. De hecho, en un texto

clásico sobre el tema de la confianza, Uslaner expresó que esta era la “sopa de pollo de

la vida social”3 y, por ende, países con altos niveles de confianza tienen gobiernos que

funcionan mejor, políticas más distributivas, mercados más abiertos y menos

corrupción; tal que estos países se distinguen especialmente por su nivel de equidad

económica.

La vinculación de la confianza con los niveles de crimen, ha sido analizado por diversos

autores, quiénes concuerdan que mayores niveles de confianza van de la mano,

generalmente, de menores niveles delictuales. Así, por ejemplo, en una investigación

sobre Estados Unidos, se encontró que hay una clara correlación entre altos niveles de

                                                        1 La Oficina de Coordinación y Orientación del programa URB-AL III adoptó la siguiente definición de cohesión social: “Una comunidad socialmente cohesionada (cualquiera que sea su escala: local, regional o nacional) se caracteriza por una situación global en las que los ciudadanos comparten un sentido de pertenencia e inclusión, participan activamente de los asuntos públicos, reconocen y toleran las diferencias y gozan de una equidad relativa en el acceso a los bienes y servicios públicos y en cuanto a la distribución del ingreso y la riqueza. Todo ello en un ambiente donde las instituciones generan confianza y legitimidad” (OCO-URB-AL III, 2010). 2 Wedlock, E. (2006), Crime and cohesive communities. Home Office. UK. 3 Uslaner, Eric. 2000-2001. "Producing and Consuming Trust." Political Science Quarterly. 115:4.

  4

confianza social y bajas tasas de homicidio.4 En un estudio comparado de regiones

elaborado por el Centro de Investigación Pew,5 se demostró que países con un mayor

nivel de confianza social, tienen menor porcentaje de población que considera el crimen

como un problema grave.

En América Latina, los estudios que vinculan confianza y crimen son muy limitados y

tienen un carácter más descriptivo que inferencial. En cualquier caso, la información

relevada muestra altos niveles de desconfianza en el gobierno. Según datos del 2010,

los países de la región, en promedio, presentan guarismos preocupantes con una

ciudadanía que directamente desconfía de sus gobiernos.

Gráfico 1. Desconfianza en el Gobierno, 2010.

0 10 20 30 40 50 60 70 80

EcuadorNicaraguaParaguayBolivia

GuatemalaColombiaMéxico

PerúArgentina

BrasilPanamá

Costa RicaEl  Salvador 

Ecuador El  SalvadorHonduras

República DominicanaVenezuelaUruguay

Chile

Fuente: Latinobarómetro.

La desconfianza en el gobierno en general, presenta situaciones de mayor complejidad

cuando se pregunta por la percepción de la Justicia. Es preocupante reconocer que

vivimos en un continente donde la ciudadanía no confía en la Justicia; probablemente

considera que no es impartida para todos por igual y la vincula con hechos de

corrupción o alta ineficiencia.

                                                        4 Messner, Steven F., Eric P. Baumer, and Richard Rosenfeld. 2004. "Dimensions of Social Capital and Rates of Criminal Homicide." American Sociological Review. 69:6. 5 http://pewresearch.org/

  5

Gráfico 2. Desconfianza en la Justicia, 2010.

0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100

Ecuador Perú

EcuadorArgentina

MéxicoParaguay

BoliviaNicaraguaGuatemala

PanamáEl Salvador Colombia

ChileEl Salvador

República DominicanaVenezuelaHonduras

BrasilCosta RicaUruguay

Fuente: Latinobarometro.

Según algunos analistas (por ejemplo, Chanley, Rudolph y Rahn, 2000) la criminalidad

tiene un impacto sobre la confianza de la ciudadanía en el gobierno. Más allá de ello, la

criminalidad (y percepción de la misma) tiene un efecto evidente sobre el diseño e

implementación de políticas públicas de seguridad. Asimismo, la confianza en la policía

y el control democrático efectivo de la misma, son dos variables claves para lograr una

implementación efectiva de esas políticas. Dicho de otra forma, la ausencia de

confianza ciudadana en las instituciones públicas es uno de los elementos que impactan

sobre los niveles de crimen y temor, ya que, cuando los ciudadanos no confían en la

institución responsable de controlar el crimen, tienen una mayor sensación de

inseguridad.6 Esta situación se magnifica cuando el grado de desconfianza ciudadana

abarca tanto a las instituciones representativas como a las agencias encargadas de

velar por la seguridad.

Como se puede observar en el siguiente gráfico, en América Latina los datos son

irrefutables: un porcentaje importante de ciudadanos justifica las salidas no

democráticas con el objetivo de resolver el problema de la delincuencia. Esta situación

pone de relieve nuevamente el debate entre seguridad y libertad, puesto que habría un                                                         6 Dammert, L. y Malone M. (2006). Does It Take a Village? Policing Strategies and Fear of Crime in Latin America. Latin American Politics and Society, 48(4), 27-51.

  6

porcentaje importante de personas considerando la posibilidad real de limitar libertades

con tal de avanzar en mejores indicadores de seguridad. Sin duda una tragedia mundial

que ya se instaló en nuestra región.

Gráfico 3. Justificación de golpe militar por delincuencia, 2010

0

20

40

60

80

100

120

Mexico

Guatemala

El Salvador

Nicaragua

Costa Rica

Panamá 

Colom

bia

Ecuador

Bolivia

Perú

Paraguay Chile

UruguayBrasil 

Venezuela

Argentina

Rdominicana

Jamaica

GuyanaBelice

Surinam US

A

Canada

NO

SI 

Fuente: Barómetro de las Américas

Ahora bien, la (des-)confianza también afecta la forma en que establecemos

vinculaciones institucionales y personales, y nuestros sentimientos de (in-)seguridad.

Los ciudadanos que presentan menores niveles de confianza en sus pares, presentan

mayores índices de temor y esto se vincula con la cohesión social. Así, en un estudio

clave de Sampson y Groves,7 se mostró que la cohesión comunitaria está directamente

relacionada con la baja del crimen callejero y violencia por parte de extraños. De igual

forma, Hirschfield y Bower,8 concluyeron que si baja el crimen aumenta la cohesión

social; y en un estudio más reciente, Lee9 afirma que a mayor sensación de comunidad,

menores son los niveles de delitos.

En este punto, la situación latinoamericana está lejos de ser aceptable, pues como se                                                         7 Sampson, R. J. and Groves. W. B. (1989) Community Structure and Crime: Testing Social- Disorganization Theory. American Journal of Sociology 94: 774 – 802 8 Hirschfield, A. and Bowers, K. J. (1997) The Effect of Social Cohesion on Levels of Recorded Crime in Disadvantaged Areas. Urban Studies. 34: 1275 – 1295. 9 Lee, M. R. (2000) Community Cohesion and Violent Predatory Victimization: A Theoretical Extension and Cross-national Test of Opportunity Theory. Social Forces. 79 (2): 683 – 688.

  7

observa en el Gráfico 4, el porcentaje de entrevistados que dijo no confiar en los demás

es alarmantemente alto, superando casi todos los casos el 70% y exhibiendo pocas

variaciones en los últimos años.

Gráfico 4. Desconfianza interpersonal, comparación 1996- 2010

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

100

Brasil

Paraguay

Chile

Perú

Ecuador

Nicaragua

Costa Rica

Colom

bia

Guatemala

Bolivia

Panamá

Honduras

Argentina

Venezuela

México

El Salvador

Uruguay

1996

2010

Fuente: Latinobarómetro.

Como hemos señalado anteriormente, una sociedad en la que impera la desconfianza,

es una sociedad no solo en la que hay niveles altos de temor, sino también una

sociedad en la que el lazo social es débil, reforzándose la desconfianza, la

fragmentación y la exclusión. Todo esto afecta las posibilidades de crear un proyecto

común a futuro.

Por tanto, la lucha contra desconfianza debe colocarse en el centro de la agenda de

desafíos políticos si se quiere aumentar y mejorar la cohesión social en América Latina.

Ello implica iniciativas de política vinculadas con el aumento de la eficiencia, la justicia y

la transparencia en el accionar gubernamental. Adicionalmente, también se requiere de

iniciativas de largo aliento que impulsen la cooperación ciudadana, el intercambio y la

utilización del espacio público, pudiendo traer cambios de orden cultural y perceptivo

sobre la efectividad, la necesidad y la importancia de la participación comunitaria. Sin

duda este desafío supera las capacidades sectoriales o de nivel de gobierno, de forma

  8

que se debe involucrar al Estado en pleno para lograr la articulación y coordinación

efectiva de iniciativas.

II. Seguridad y Cohesión Social: diferenciación en la acción de política pública

Aunque están relacionadas, las orientaciones de acción pública para generar cohesión

social y seguridad, son diferentes. Por un lado, las políticas que buscan impulsar

mayores niveles de cohesión no se focalizan en poblaciones objetivo. Por el contrario,

son de carácter universalista, ya que buscan objetivos en toda la sociedad. Aquellas

políticas de cohesión podrían describirse como vinculadas a la calidad de vida de los

ciudadanos más que al logro específico de metas sectoriales.

La experiencia en intervenciones públicas de seguridad, muestra la necesidad de

políticas focalizadas que impacten sobre poblaciones en riesgo de desarrollar carreras

criminales, población o víctimas con altos niveles de temor. La focalización de las

iniciativas es un elemento necesario y cada vez más requerido para lograr impactos y

cambios en las condiciones que se desarrolla la cotidianeidad de los individuos. Así, si

bien existen objetivos globales (vinculados con el aumento de la confianza, la

participación y la integración social), las políticas de seguridad están avanzando con

diseños puntuales que deberían permitir avances más evidentes.

Seguridad sin cohesión social es posible pero no es deseable. Una sociedad puede

definir mecanismos de seguridad que incluyen altos niveles de segregación,

fragmentación socioterritorial e incluso la utilización de la fuerza; pero ninguno de estos

elementos genera cohesión. El discurso securitario muchas veces parte por la

diferenciación social, la identificación del enemigo que debe ser corregido, encarcelado

o sanado (dependiendo del tipo de intervención) y la propuesta de políticas públicas

individualistas.

Más allá de las dificultades conceptuales sobre el paradigma de la seguridad con

cohesión social o de la cohesión social con seguridad, es necesario avanzar con

iniciativas de política pública que identifiquen posibles espacios de interacción,

cooperación y focalización, cuyo objetivo sea la cohesión social en el marco del Estado

de Derecho. En la siguiente sección, se presentan los diversos esfuerzos de política

pública desarrollados en los últimos años, con especial atención al cambio en la

  9

narrativa política y el desarrollo de un lenguaje político que partió con iniciativas de

mano dura, tolerancia cero y mayor castigo, y que actualmente incluye objetivos de

justicia, inclusión, prevención y cohesión.

  10

III. De la mano dura hacía la cohesión social: los cambiantes paradigmas de acción política en materia de seguridad ciudadana

Las formas de intervención pública en materia de seguridad han cambiado en las

últimas dos décadas. Si bien es difícil establecer una línea de desarrollo homogénea y

con claros hitos de cambio, se puede trazar una trayectoria desde la cual se construyen

algunas tipologías de acción política.

Cuadro 1. Paradigmas de acción política en materia de seguridad

MANO DURA SEGURIDAD INTEGRAL COHESION SOCIAL

• Centrado en el castigo

• Delincuencia como acción individual

• Respuesta institucional centrada en Justicia Criminal

• Respuesta ciudadana (vigilancia)

• Viable electoralmente

• Limitado impacto

• Alta Visibilidad

• Centrado en gobiernos nacionales

• Reconocimiento de la importancia de la prevención

• Inversión limitada

• Centrado en el discurso más que la acción

• Participación de gobiernos locales

• Ciudadanía como actor

• Dificultad en la focalización

• Compleja combinación con políticas de control

• Resocialización aún invisible

• Factores sociales aparecen con fuerza

• Descentralización

• Aún en debate

• Inicialmente desarrollado por cooperación internacional

• Poca claridad de la especificidad de la intervención

• Incluye temas estructurales

• Políticas universales y de interacción sectorial

• Inclusión, Legitimidad social y Desarrollo

Fuente: Elaboración propia

A inicios de los 90s, prácticamente todos los países de la región se concentraron

principalmente en políticas para el control del delito. Estas políticas -llamadas también

de mano dura- cumplieron un rol central en el marco de alta politización del problema

debido al incremento de la inseguridad, la aparente ineficiencia gubernamental para

enfrentarlo y el reclamo ciudadano por políticas rápidas y efectivas. Las políticas de

  11

mano dura y súper mano dura propuestas en algunos países de Centroamérica, son un

ejemplo de esta situación en el contexto del agravamiento de la presencia de las

pandillas juveniles conocidas como maras. Se estimó en este primer momento, que las

necesarias reformas de la justicia y policía eran pasos indispensables para avanzar en

una lógica de intervención institucional eficiente. De igual forma, se aprobaron leyes que

aumentaban los castigos frente a acciones delictuales emergentes (maras, pandillas,

cibercrimen, bullying, etc.) y en la mayoría de los países se disminuyó la edad de

imputabilidad penal. Este marco de acción tenía como actor principal al gobierno

nacional que avanzaba con macro reformas que buscaban disminuir los “incentivos”

para el desarrollo de carreras criminales.

La inversión pública en estas medidas ha sido significativa. Más de 13 países han

enfrentado procesos de reforma del procedimiento penal, significando una importante

inversión fiscal. Prácticamente en todas las policías de la región se han generado

procesos de incremento de dotación, renovación de infraestructura, desarrollo

tecnológico, entre otros. Los sistemas carcelarios están en crisis por una congestión de

proporciones que ha terminado por limitar la gobernabilidad al interior del sistema y

potenciar la violencia. Si bien no se ha invertido en los sistemas carcelarios, la puesta al

día de los mismos requerirá de un monto no menor de inversión estatal. Esta inversión

no ha ido de la mano con un mejoramiento del problema de la inseguridad. Por el

contrario, los indicadores muestran agravamiento del uso de la violencia, la sensación

de temor de la población, la corrupción en las fuerzas policiales, la lentitud del sistema

de justicia y la organización de la delincuencia.

Esta situación de crisis, aparejada a la impotencia gubernamental para enfrentar

fenómenos emergentes de criminalidad, la presencia de organismos internacionales que

pusieron énfasis en miradas distintas, la experiencia internacional, entre otros factores,

permitió un cambio o mejor dicho una complementación en el paradigma de acción

política. Así emerge la narrativa de la seguridad como fenómeno integral que requiere la

participación de todos los niveles del Estado y de la ciudadanía para el diseño de

iniciativas más eficientes. El slogan utilizado en diversos países, donde se explicita que

la seguridad es tarea de todos, se instala en el centro del accionar político aumentando

la presencia de programas de prevención del delito (principalmente situacionales) y

desarrollando programas de policía comunitaria y organización vecinal.

Ahora bien, este paradigma está más sólidamente instalado en la narrativa política que

  12

en la verdadera práctica de la política pública. De hecho, la revisión del gasto público

indica que los programas de prevención del delito son aún muy menores en

comparación con aquellos vinculados con los organismos de control. Sin embargo, es

en el campo del accionar del gobierno local que esta perspectiva toma un cariz

especialmente importante. Los alcaldes de ciudades grandes e intermedias de toda

América Latina, reconocen la necesidad de actuar frente al problema de la inseguridad

(aún sin contar con capacidad financiera, técnica o incluso jurídica) y desarrollan

iniciativas de organización ciudadana (botones de pánico, sistemas de autoprotección,

vigilancia comunitaria, también acciones de colaboración social), así como programas

destinados a disuadir (programas de vigilancia, sistemas de seguridad en patrullaje

local, coordinación con la policía). Adicionalmente, los diversos niveles de gobierno

diseñan estrategias de prevención social del delito (en muchos casos apoyadas o

desarrolladas por organismos no gubernamentales) que de forma esporádica y poco

sostenida en el tiempo, desarrollan iniciativas de trabajo con la población considerada

en riesgo.

En esta etapa de aprendizaje se desarrollaron múltiples iniciativas que poco tendrían

que ver con los objetivos mismos de la seguridad y que más bien mostraban la

necesidad de programas de calidad de vida, de vinculación entre vecinos y de

organización social. Es así como la seguridad se convirtió en el objetivo casi principal de

cualquier política de desarrollo nacional y local.

Los resultados no son alentadores. La convocatoria a la participación ciudadana sin

capacidades reales de financiamiento y sostenibilidad, ha tenido resultados

inesperados. Con reclamos ciudadanos por mayor castigo, presencia policial y control.

Los programas de prevención desarrollados no han sido evaluados y por ende, no hay

mucha certeza en cuanto a sus impactos sobre la problemática de la inseguridad. Los

indicadores de crimen y violencia se mantienen altos, el crimen organizado sigue con

una presencia preocupante en la región y los principales factores de riesgo de acciones

criminales, señalados por en la literatura, no han variado significativamente.

Los diversos factores vinculados al desarrollo de la inseguridad, se mueven desde

situaciones individuales (consumo de alcohol y drogas, presencia de violencia

intrafamiliar, precariedades educativas, problemas de salud mental, deficiencias en

capacidades laborales), pasando por situaciones de contexto (segregación

socioterritorial, guettos de vulnerabilidad, exclusión de jóvenes, grupo de pares

  13

violentos), hasta situaciones estructurales (inequidad, exclusión, desconfianza y falta de

legitimidad estatal). Esto establece un marco de acción política de alta complejidad. Los

paradigmas utilizados previamente no logran abarcar la necesidad de un marco de

interpretación que ponga el énfasis en la necesidad de una nueva forma de vinculación

social que define prioridades de inversión, acción y definición política. Es así como la

agenda política de la cohesión social desarrollada en los últimos años se convierte en

un excelente marco de referencia para las políticas de seguridad ciudadana. Los

elementos fundantes que caracterizan una sociedad cohesionada no se pueden

asegurar en un contexto marcado por la inseguridad y la violencia.

Las acciones preventivas son aquellas que tienen más directa relación con la

consolidación de los diversos elementos de la cohesión social. Es por esto que se

requiere diferenciar entre los diversos tipos de prevención de acuerdo a sus objetivos

(social, comunitaria y situacional), y también en función de sus beneficiarios (primaria,

secundaria y terciaria). Así entendidas, la mayoría de iniciativas que se desarrollan a

nivel local, especialmente aquellas de prevención primaria y secundaria tienen un

importante espacio de sinergia con políticas más integrales o estructurales.

Cuadro 2. Tipología de medidas de prevención del delito

Social Comunitaria Situacional

Primaria

• Educación y socialización

• Conciencia pública

• Campaña de propaganda masiva

• Policía comunitaria

• Organización de vecinos

• Focalización en puntos críticos

• Vigilancia (a gente sospechosa)

• Reducción de oportunidades

• Diseño Medioambiental

• Disuasión general

Secundaria

• Trabajo con grupos en riesgo de delinquir: jóvenes, desempleados.

• Regeneración comunitaria

• Consolidación de la

• Policía comunitaria

• Organización de vecinos

• Focalización en puntos críticos

• Diseño de medidas en grupos de alto riesgo

• Predicción de riesgo y valoración

• Disuasión

  14

comunidad

Terciaria

• Rehabilitación

• Respuesta frente al comportamiento criminal

• Reparación de consecuencias

• Policía comunitaria

• Mediación comunitaria de conflictos

• Disuasión individual

• Incapacitación

• Valoración de la ‘peligrosidad y el ‘riesgo’

Fuente: Elaboración Propia en base a Crawford, 1997; Sozzo, 1999.

Ciertamente el camino es extenso para la consolidación de políticas que enfrenten la

inclusión, participación, aceptación de diferencias y legitimidad de la política. El llamado

paradigma de la cohesión social se revela en la teoría como una excelente forma de

entender y proponer el cambio social, quedado muchas veces pendiente la propuesta

de iniciativas prácticas que avancen firmemente en estos objetivos. Sin embargo, se

pueden detallar algunas características claves de estas intervenciones, que en primer

lugar requieren de procesos descentralizados de acción donde los diversos niveles de

gobierno coordinan efectivamente objetivos y, en segundo, requieren de estrategias

para alinear las iniciativas en desarrollo. De igual forma, en esta perspectiva de

entendimiento y acción política se pone énfasis en las preocupaciones de calidad de

vida antes que en las necesidades exclusivas del sector, por lo que la inclusión, la

legitimidad social y el desarrollo se convierten en los conceptos claves y los objetivos

centrales de mediano plazo. Finalmente, este paradigma ha sido impulsado con

especial interés por la cooperación internacional (especialmente europea) que reconoce

los problemas que enfrentan los paradigmas previos y propone una mirada más integral

del fenómeno10. A continuación se profundizan algunas experiencias como evidencia de

los espacios de intervención desarrollados en América Latina, las que son consideradas

como prometedoras por la literatura especializada.

IV. Experiencias y Evidencia

Los avances en la implementación de programas y políticas de seguridad ciudadana en

sus diversas dimensiones son innegables. Como se mencionó previamente, se ha

                                                        10 Cabe destacar que el diagnóstico sobre las intervenciones en seguridad ciudadana en muchas ciudades europeas no es muy diferente al encontrado en América Latina.

  15

pasado de un paradigma centrado en el accionar represivo del Estado, hacía una

mirada integral y multidisciplinaria. Los gobiernos nacionales plantean necesidades

cada vez más evidentes de colaboración con la sociedad civil y los gobiernos locales.

Muestra de ello son los programas “Sigue Vivo” y “Lucha por la Paz”, que mediante el

apoyo social, educativo, fomento a la recreación, deporte y salud, han logrado reducir

los homicidios de jóvenes en Brasil. Otro ejemplo lo posee Chile con el Programa

nacional “Comuna Segura”, siendo una de sus aristas el trabajo con jóvenes en riesgo a

nivel local, buscando redes para –por ejemplo- formarlos como cadetes en la Escuela

de Bomberos (San Pedro de la Paz, en Concepción) y enseñarles remo en una escuela

especializada en este deporte (Valdivia). Con iniciativas como esta, se ha contribuido a

la disminución del consumo de drogas y deserción escolar, a la vez que se ha

aumentado su integración y compromiso comunitario.

Asimismo, las instituciones policiales se abren al desafío de mejorar su vinculación con

la ciudadanía, además de implementar iniciativas centradas en la prevención. Los

sistemas de justicia reconocen la necesidad de interrumpir carreras criminales con

mecanismos alternativos al encarcelamiento e incluso atienden demandas antes de que

pasen a instancias judiciales. Una experiencia exitosa al respecto, es la Junta

Comunitaria de seguridad urbana, en el Municipio de Chabás en Argentina, donde más

de 20 representantes de instituciones locales –incluyendo la policía- se reúnen

mensualmente para analizar los reclamos y peticiones que los ciudadanos depositan

anónimamente en el “Buzón por la vida”, enviando las denuncias al Juzgado federal en

caso de ser necesario y actuando como entidad defensora de los intereses locales.

Por otro lado, casos como el Centro “Jamadi”, en el Municipio de Huimilpán en México,

que atiende a sectores en riesgo y entrega orientación legal a las víctimas, evidencian

los vínculos entre policía y ciudadanía, pero también los avances en la atención a la

víctima y la entrega de posibilidades de defensa jurídica para los presuntos infractores,

siendo elementos que debemos reconocer como mejoras de las últimas dos décadas.

Todos estos son avances en la gobernanza del sector, permitiendo la definición de

objetivos de desarrollo económico, social e institucional de mediano plazo que incluyen

a la ciudadanía. No obstante, las mejoras son escasas –y aún posibles- toda vez que se

ven buenas prácticas de países europeos que podrían replicarse en América Latina. Si

bien los contextos son distintos en términos de violencia y criminalidad, se debe

reconocer que si lo que se busca es la gobernanza y la cohesión social, existen

  16

prácticas replicables que motivan a involucrar más actores sociales en estas iniciativas.

Un ejemplo de esto, es el programa alemán “Fairy Godmother” (Hada Madrina), que

contribuye a reducir la inseguridad de los niños y preocupación de los padres, gracias al

apoyo de negocios locales que los reciben para asistirlos frente a una herida pequeña,

facilitarles el teléfono para llamar a casa o dejarlos lavarse las manos. También

podemos citar el programa de acompañamiento a las personas que circulan tarde por

las calles en Francia, llamado “Correspondants de nuit” (Interlocutores nocturnos). De

igual manera, la primera fase del proyecto “Fortalecimiento Institucional en el Área

Metropolitana de San Salvador para la Cohesión Social y la Seguridad Ciudadana”,

pretende fortalecer el tejido social tanto a nivel municipal como metropolitano, mediante

el fomento de la organización territorial y sectorial, impulsando la prevención de la

violencia, la cohesión social y la seguridad ciudadana, priorizando una estrategia con

perspectiva de género dirigida a la niñez y juventud del Área Metropolitana de San

Salvador.

De esta forma, se confirma que los desafíos existentes son monumentales. En primer

lugar se debe avanzar con un mejor conocimiento de la realidad a nivel local que

permitan de forma directa y eficiente tomar decisiones de política. Algunas ciudades,

tales como Bogotá y Quito, han desarrollado iniciativas llamadas Observatorios que

presentan información y descripción de los fenómenos de violencia y criminalidad, pero

son pasos aún tímidos en la definición de verdaderos sistemas de información. La

mayoría de los casos están influenciados por la carencia de sistemas nacionales

generadores de información rigurosa y actualizada. Esta situación impacta incluso sobre

las iniciativas regionales y subregionales de sistematización de información delictual11.

En segundo lugar, no se ha revertido la concentración de la inversión pública en

medidas vinculadas especialmente al control y quedan espacios muy limitados de

inversión en prevención efectiva y muchos menos para la reintegración social. La

necesidad de estudios adecuados que demuestren la capacidad de impacto de estas

iniciativas, puede reforzar la decisión política de inversión que hoy está medianamente

ausente en la región.

                                                        11 Algunos ejemplos son el Observatorio Interamericano de Seguridad de la OEA http://www.oas.org/dsp/english/cpo_observatorio.asp, el Observatorio de Centro América (OCAVI) www.ocavi.com. Para un listado de iniciativas en la materia ver http://www.crime-prevention-intl.org/uploads/media/Repertorio_internacional_de_observatorios_de_la_delincuencia.pdf

  17

En tercer lugar, las experiencias de los gobiernos nacionales son esporádicas. La gran

mayoría de iniciativas desarrolladas en las últimas décadas, han carecido del apoyo

político o financiero necesario para convertirlas en políticas de Estado. Incluso

iniciativas que reforman el procedimiento penal o las instituciones policiales, han

atravesado caminos marcados por la inestabilidad y permanentes retrocesos.

Finalmente, no sabemos aún interpretar las causas del aumento o disminución de los

índices de inseguridad en un determinado contexto nacional o local. Las hipótesis son

muchas, pero en la práctica no se sabe con claridad qué programas tienen impacto en

el problema o qué situaciones de contexto pueden jugar un rol significativo. Las

interpretaciones entregadas en las secciones previas evidencian los avances en el

entendimiento de la temática, así como en las iniciativas de acción pública, pero

estamos aún distantes de un verdadero marco de interpretación que permita

caracterizar con detalle las diversas aristas del fenómeno.

La importancia del gobierno local

Los municipios tienen una serie de características que le permiten ejercer el liderazgo

de los programas de prevención12, además de una mejor coordinación con

organizaciones de la sociedad civil para la entrega de servicios.

Para diseñar políticas que sean eficientes y efectivas en la prevención de la violencia,

es necesario tener un buen diagnóstico de la problemática y los municipios presentan

condiciones propicias para efectuarlos debido a que están más cercanos a la

comunidad. En consecuencia, las intervenciones se pueden focalizar mejor y aumentar

la probabilidad de un impacto significativo. Además, los procesos de descentralización

administrativa llevados a cabo en la región, han delegado el rol de reducir los niveles de

inseguridad en el gobierno local, siendo esta otra fuente de presión para abordar estos

temas desde este ámbito. La focalización de políticas de seguridad es un paso clave,

pero siempre enmarcado en una visión estratégica mayor, que tiene como objetivo la

cohesión social.

De igual forma, para obtener la eficiencia y efectividad ya mencionadas, es necesario

que estos programas estén basados en soluciones simples y enfocadas en el

tratamiento de un número limitado de problemas. Junto a ello, un elemento importante                                                         12 Tomando en cuenta los diversos tipos de prevención (situacional, social y comunitaria) se torna claro que los municipios tienen un amplio espacio de acción y liderazgo.

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en la ecuación es la participación de la comunidad. Ésta tiene un rol primordial en asistir

a los municipios en la identificación y jerarquización de los problemas, así como en el

diseño e implantación de las medidas preventivas. A nivel comunitario, un buen enfoque

de prevención en términos de seguridad, permite identificar estrategias de prevención

situacional del crimen y la violencia, reduciendo las oportunidades de la actividad

criminal y permitiendo también el desarrollo de acciones para el desarrollo social, tal

que se eliminen las causas del problema. Varias etapas pueden conformar este enfoque

e incluyen: (i) Participación de la comunidad, organización para el éxito y desarrollo de

asociaciones estratégicas; (ii) Realizar una evaluación para identificar los principales

problemas de violencia y crimen a la comunidad; (iii) Desarrollar una estrategia de

prevención para la comunidad; (iv) Administrar e implantar la estrategia; (v) Establecer

mecanismos de coordinación con organizaciones de la sociedad civil; y (vi)

Seguimiento y evaluación de la estrategia.

Cabe señalar que las etapas presentadas no implican una acción continuada y

dinámica, en donde cada una interactúa constantemente con las demás. El proceso no

es secuencial y tiene mayores probabilidades de éxito cuando se incluye en las

actividades de las instituciones locales de una manera sostenida. Esto implica tener la

capacidad institucional y el capital humano instalado a nivel local, para garantizar la

sostenibilidad de las intervenciones y la coordinación con otras instancias

gubernamentales.

Otro ingrediente importante, es la coordinación entre distintos niveles de gobierno. A

pesar que la problemática del crimen y la violencia se puede atacar mejor al nivel local,

no hay que soslayar el hecho que es un fenómeno global y que requiere apoyo a nivel

nacional para acciones de control con la policía y el sistema de justicia criminal. Una

buena coordinación implica la presencia de cuerpos policiales que trabajen con las

comunidades en la prevención de la violencia, que protejan a las poblaciones

vulnerables, con un sistema de justicia que sea accesible a todos los ciudadanos -en

particular los más pobres- asistiéndolos en la resolución de conflictos de forma pacífica,

a través de la implementación de mecanismos alternativos de justicia, entre otros.

De hecho, algunos de estos ámbitos ya están en marcha con proyectos catalogados

como exitosos. Si bien parecen concentrarse en el trabajo preventivo con pandillas y

jóvenes, como el “Programa Jóvenes en México” o los programas de mediación y

educación no formal en Nicaragua y Colombia, también existen iniciativas que apuntan

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a otros grupos vulnerables: los pre-escolares. Es el caso de algunos colegios en Chile,

donde se trabajaba la mediación en este grupo, enseñándoles que es “entretenido

solucionar problemas”. Así, lograron disminuir casi un 50% los desencuentros entre los

niños y un 60% de las agresiones físicas (ICPC, 2010). Sin embargo, a pesar que esta

iniciativa se replicó exitosamente en otros colegios de la región, no ha logrado

mantenerse en el tiempo.

De la teoría a la práctica

Los avances en el reconocimiento de la importancia de una mirada integral y

multidimensional de los problemas de violencia y criminalidad, son especialmente

meritorios en un continente donde son limitadas la protección social, la capacidad

estatal para enfrentar los problemas sociales y el conjunto de problemáticas vinculadas

con la seguridad. El involucramiento de nuevos actores en el debate y su

responsabilidad respecto a sus causas y consecuencias, ha abierto un espacio para un

mayor liderazgo civil sobre las instituciones policiales. Este debate ya se ha

materializado en países como Francia, donde prácticas como la inclusión de

trabajadores sociales en los servicios de policía y de gendarmería, facilitan y agilizan el

sistema, pues frecuentemente hay intervenciones que no tienen ningún carácter penal y

que por ende no requieren un trato judicial. También en Japón se ha dado esta

integración policía-comunidad, donde a través de las casetas/viviendas Koban ubicadas

en espacios urbanos y rurales, dan la primera respuesta a accidentes y crímenes.

Si bien es cierto que el aumento de la presencia del crimen organizado, ha sido un duro

golpe para este tipo de iniciativas, pues el énfasis se ha recolocado en espacios de

control y en la batalla directa (especialmente en países tan afectados como México), la

prevención tiene hoy un espacio ganado en la retórica de política pública.

Lamentablemente, la teoría está lejos de la práctica. Las ampliamente citadas buenas

prácticas locales en prevención del delito no han sido evaluadas en detalle como para

determinar los elementos que han gatillado un decrecimiento delictual (especialmente

en los casos de Bogotá y Medellín). Sin embargo, muestran evidencia de la necesidad

de reconfigurar un rol clave del gobierno local como articulador de medidas de

prevención (comunitaria, social y situacional). Las buenas prácticas en prevención del

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delito citadas en diversos textos de la literatura13, no dejan de ser iniciativas muchas

veces esporádicas, episódicas y con un impacto más bien limitado. No por esto se

desmerece su accionar, por el contrario, se propone avanzar en una agenda sólida de

trabajo con la comunidad, para el desarrollo de iniciativas de largo aliento, mayor

cobertura e impactos evidentes.

El análisis de estas prácticas, dejan en claro que las orientaciones temáticas y

programáticas están bastante claras, pero las capacidades de gestión son una barrera

para su buena implementación, siendo en algunos casos insuperable. En este punto,

vale la pena mencionar que no es necesariamente un problema de financiamiento, ya

que la prioridad entregada a la seguridad justifica incrementos presupuestarios, cambios

en los mecanismos de financiamiento y redefiniciones temáticas. Entonces, el énfasis

es evidente en la necesidad de dotar de mayores capacidades técnicas y apoyo

sostenido a las iniciativas que se consideran claves para avanzar en la prevención y

control de la violencia y el crimen. Especialmente, cuando escasamente los municipios

se hacen cargo de intervenir o de diseñar planes adecuados a su contexto local,

quedando relegados estos espacios a organismos de la sociedad civil.

El mayor escollo en la búsqueda de una agenda sólida de políticas públicas a nivel local

y nacional de seguridad, es su banalización. Paradojalmente, el rol de los medios de

comunicación, así como el debate electoral en los temas de seguridad, alejan una

discusión seria y técnica sobre la temática, instalando agendas de supuesta rapidez,

inmediatez y culpabilidad que poco aportan en el debate. De esta forma, se abre una

brecha entre las expectativas de resolución inmediata de los problemas y la necesidad

de mediano o largo plazo para conseguir resultados. Hechos todos que reclaman por

un avance en las definiciones de responsabilidades frente a los diversos elementos

vinculados con la problemática, además de mejores mecanismos de implementación y

evaluación.

Prácticas prometedoras14

La necesidad de revisar y conocer aquellas prácticas que han sido consideradas

prometedoras, nos lleva a indagar, por un lado, en los resultados del concurso de

buenas prácticas organizado el año 2010 por el Centro de Estudios en Seguridad

                                                        13 Para mayor información ver: http://www.crime-prevention-intl.org/uploads/media/pub_197_1.pdf y http://www.comunidadyprevencion.org/ 14 Sección elaborada por Tamara Ramos.

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Ciudadana (Chile) y, por otro, en la selección de prácticas del Centro Internacional de la

Prevención del Crimen (Canadá) año 2008 y 2010. A partir de sus resultados, se ha

confeccionado un listado con aquellas experiencias ejecutadas a nivel local, con

especial participación de municipios o del gobierno local15. Estas prácticas fueron

agrupadas en 13 ejes según sus objetivos principales, entre los que se destaca:

Intervenciones en educación, escuelas; Intervenciones en Jóvenes; Apoyo a la familia;

Trabajo con inmigrantes o pueblos indígenas (condición racial); Medidas de Control;

Reinserción o Rehabilitación; Serenazgo y acompañantes; Mediación/Resolución de

conflictos y reducción de la violencia; Renovación urbana/Urbanismo Social;

Investigación u Observatorios; Nueva institucionalidad comunitaria; Asistencia a

Víctimas; Proyectos Integrales. En total se revisaron 99 prácticas (37% correspondían a

América Latina y el Caribe, mientras que un 63% era de otro continente). La distribución

temática de las prácticas varía significativamente en cada uno de los territorios

identificados; así, en América Latina se concentran en:

• Intervenciones en Jóvenes: 35,1%

• Intervenciones en educación y escuelas: 16,2%

• Medidas de Control: 13,5%

Mientras que en el resto del mundo, las prácticas se concentran en:

• Asistencia a víctimas: 12,9%

• Serenazgo y acompañantes: 11,3%

• Mediación/Resolución de conflictos y reducción de la violencia: 11,3%

• Nueva institucionalidad comunitaria: 11,3%

• Intervenciones en Jóvenes: 9,7%

Para ilustrar mejor los énfasis de las prácticas, hemos incluido un listado de las

prácticas seleccionadas con sus temáticas centrales y área de intervención.

                                                        15 Esto no significa que hayan sido los responsables de la ejecución. Es tal la variedad de compromisos y tipos de participación, que se optó por incluir todas las prácticas donde el municipio o gobierno local tuviese alguna vinculación, ya sea mediante el financiamiento, prestaciones de sus profesionales, como institución coordinadora o que autoriza, etc.

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Cuadro 3. Iniciativas prometedoras en seguridad ciudadana a nivel local

América Latina Otros continentes

Tema CESC ICPC ICPC

Sistema de alerta temprana de la deserción escolar (Municipalidad de Peñalolén)

Preve Tren: Un tren que te escucha, te divierte y te guía (Coronel, Chile) Como parte del Programa Comuna Segura.

Trousse de sensibilisation à l’agression indirecte. Violencia psicológica-escuelas (Quebec, Canadá)

Municipalidad de Peñalolén “Construyendo a Tiempo”

Enlace Quiche (Guatemala)

Partnership Outreach Education Model (Australia)

Aulas en Paz (Colombia, Alianza Convivencia Productiva-Universidad de los Andes)

Programa conéctate (Chile)

Proyecto Chance (Nápoles, Italia)

Intervenciones en educación, escuelas

Programme Escolhas (Portugal)

Programa Fuerza Joven (Medellín, Colombia)

Respuestas integradas para jóvenes en situación de riesgo

Programas de prevención efectivos (Inglaterra y Gales)

Plan Estratégico de Convivencia y Seguridad, con fundamento en los derechos humanos y en perspectiva de género (Municipio de Pasto, Colombia).

Proyecto Caminos hacia la Prevención

Asociación Bayti-Mi hogar (Marruecos)

Espaço Criança Esperança-ECE (Brasil)

Orizzonti a Colori (Roma, Italia)

Intervenciones en Jóvenes

Grupo Cultural AfroReggae

Operation Reclaim

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(Vigario, Brasil) (Glasgow, Escocia)

El Golbiano – El Juego De La Paz (Colombia)

C’est pas graffe!, (Bélgica)

Inserción socio-laboral de jóvenes de Ilobasco (El Salvador)

The Peace Squares Project (Sao Paulo, Brasil)

Programa Deportes de Medianoche (Brasil)

El Programa jóvenes jóvenes (México)

Escuela de cadetes de bomberos (San Pedro de la Paz, Chile) Parte del Programa nacional “Comuna Segura”

Escuela de remo para jóvenes en riesgo (Valdivia, Chile). Parte del Programa Comuna Segura.

Lucha por la Paz (Río de Janeiro, Brasil). Es un proyecto de Viva Río.

Le Prince Serpent, Teatro Parminou, (Quebec, Canadá)

Intervención, apoyo a la familia

Soutien à la parentalité : Soporte a la parentela (Clichy-sous-Bois/Montfermeil,

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Francia)

Ba Ya Ya, Bélgica (Apoyo a jóvenes y sus padres, mediación intrafamiliar)

Defensorías Comunitarias, (Apurimac, Perú)

Training for Aboriginal Alcohol and Drug Workers (Victoria, Australia)

Integración comunitaria con inmigrantes peruanos 9 Comisaría de Independencia (Santiago, Chile)

Proyecto Venture para Jóvenes indígenas (EE.UU)

Capacitación Facilitadoras Indígenas (Guatemala)

Proyecto Ngapartji (Ngapartji, Australia)

Trabajo con inmigrantes, pueblos indígenas (condición racial)

Wapikoni Mobile (Quebec, Canadá)

Plan Integral de Barrios Seguros

Prevención del delito: contractos de seguridad y prevención (Bélgica)

Política urbana de seguridad en Chile: programa Comuna Segura

Koban - Sistema de casetas de policía, (Japón)

Programa “Sigue Vivo” (Belo Horizonte, Brasil) (Participación Policía)

Ciudades Más Seguras (Dar es Salaam, Tanzania)

Medidas de Control

La experiencia de Diadema, San Pablo, Brasil (control de cierre de bares, cambio de armas de juguete por

Proyecto Ruori. Trabajo en redes juveniles: transformar la vida de jóvenes en riesgo (Finlandia).

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comics) (participación de la policía)

Prevención de la delincuencia local (Perú)

Policía comunitaria, (Kenia)

Reinserción Social de Adolescentes y Jóvenes en Alto Riesgo (Fundación Nicaragua Nuestra en el Municipio de Mateare, Nicaragua)

Reinsertion, Rehabilitation and Reintegration of Haitian Deportees (Haití)

Casa para Jóvenes (Camboya y Viertnam) Apoyo emocional a niños y jóvenes, facilitando su integración mediante educación y capacitación profesional)

Reinserción, Rehabilitación

El Proyecto Youth Circles (Toronto, Ontario, Canadá)

Sistematización del Serenazgo Comunitario y Red Radial Comunitaria (Municipalidad Paucarpata, Perú).

Fairy Godmother (Stuttgart, Alemania)

Entre deux arrêts (Quebec, Canadá)

Correspondants de Nuit (París, Francia)

Inspector de molestias públicas (Lieja, Bélgica)

Vigilancia de Barrios (Estonia)

Apoyando Sistemas de Policías Informales, vigilantes (Nigeria) (Participación de policías)

Serenazgo, acompañantes

Programa Nightraven de compañía al salir en la noche (participación de

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policías).

Mediación escolar en párvulos - Colegio Mayor (Santiago, Chile)

Proyectos Cese al fuego y Calles seguras (Baltimore y de Chicago, EE.UU)

Juventud para el cambio y la resolución de conflictos (Colombia)

Proyecto piloto sobre resolución de disputas comunitarias y capacidad de solucionar conflictos (Sudáfrica )

Programa de Mediación Y Educación No Formal Para Adolescentes Y Jóvenes en Alto Riesgo Social (Nicaragua)

Femmes relais: Mediadoras sociales y culturales (Francia)

São Paulo em Paz (Brasil)

Centro de mediación social, Ayuntamiento de Sant Père de Ribes (España)

La mediación victima-victimario (Suecia)

Proyecto de Equipo de Mediación Urbana-ÉMU (Quebec, Canadá)

Mediación/Resolución de conflictos y reducción de la violencia

Proyecto Ndaawin, (Winnipeg, Canadá)

Programa de Barrios Más Seguros (Birmingham, Inglaterra y Gales)

Outreach work and spatial welfare practices to prevent and fight urban crime (Italia)

Renovación urbana/Urbanismo Social

Social Urbanism as a Crime Prevention Strategy (Medellin,

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Colombia)

Construcción de un observatorio de la criminalidad (municipalidad de St-Eustache, Quebec, Canadá)

Investigación, Observatorios

Humberside Community Problem Solving Kit (Reino Unido)

Proyecto Desafío 10 y Desafío 100 (Guatemala)

Programa en Asociación (Elección de Director de prevención del delito por alcaldes)

Dar es Salaam, Tanzania. Ciudades más seguras: Prevención del delito urbano, violencia e inseguridad.

Consejo de consultoría Local sobre Seguridad y Prevención del Delito y Consejos Descentralizados de Consultoría Local (Burdeos, Francia)

Junta Comunitaria de Seguridad Urbana (Municipio de Chabás, Argentina)

Breaking the Cycle: Youth Gang Exit & Ambassador Leadership Project (Toronto, Canadá)

SaLTO Model (Oslo, Noruega)

Nueva institucionalidad comunitaria

Nexus Policing Project (Victoria, Australia)

Asistencia a Centro de atención a

Vieillir sans violence

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sectores en riesgo “Jamadi” (Municipio de Huimilpán, Querétaro México)

(Québec, Canadá)

NaNE (Hungría)

Use of Social Workers in the National Police and “Gendarmerie Française” (Francia)

Family Safety Teams (Nueva Zelanda)

Proyecto Residential Break and Enter (municipio Norwood y Tea Tree Gully, Australia)

CAUVA, Dispositif global d’aide aux victimes d’urgence (Francia)

Muslim Family Safety Project (Londres y Ontario, Canadá)

Víctimas

Community Crisis Response Programme (Toronto, Canadá)

Programa de acción comunitaria para la seguridad (Santa Lucía)

Proudly Manenberg, (Sudáfrica)

Chance on Main (Tasmania, Australia)

Modelo Tangentyere (Alice Springs, Australia) (focalizado en población indígena de campamentos)

Proyectos Integrales

The Ranui Action Project-RAP

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(Waitakere, Nueva Zelanda)

SNAP® Under 12 Project (Toronto, Canadá)