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Entrevista con

Demetrio

Ballesteros

Entrevista: Javier Suárez-Pajares

Fotografía: Javier Riba

Entrevisto а Demetrio Ballesteros, mi queridísimo maestro,una mañana agradable de esta primavera reventona yradiante. En Ajofrín, su pueblo, un rincón manchego de laprovincia de Toledo, que fue la cuna de Jacinto Guerrero.Guerrero tiene un museo digno de verse y Ballesteros unacalle con su nombre y el reconocimiento de un paisanajeorgulloso de aquellos que destacan en algo. Él nunca haquerido salir de aquí, de la cercanía de su familia y sugente, y de estos cerros, barrancas, regatos y fuentes queconoce palmo a palmo y en los que tantas veces ha vistolevantarse y caer el día. Ahora, jubilado del coche y de sucátedra en el Conservatorio, Ajofrín es su sitio. Sus amigossabemos dónde encontrarle y sabemos también que suhospitalidad nos obsequiará con un cocido antològico y unaconversación amena. Sus alumnos siguen teniendo en él,siempre dispuesto, guía y consejo. Sabe, porque la ha vivido,la historia reciente de la guitarra en España y dice lo quequiere decir, sin que haga falta apenas preguntarle. Estáal día. Acaba de conocer a Pavel Steidl y habla de él con elentusiasmo de quien todavía quiere descubrir muchas cosas.En sus ojos, la ilusión destierra al escepticismo. Sueña a vecescon Costa Rica, donde tiene tantos amigos y alumnos que,si no fuera por las raíces que le amarran, tendría un doradoparaíso. Pero este hombre moreno y curtido tiene su Norte enesta tierra de olivos y trigales.

*

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J. S. P. Aquí no hay playa...

D. B. Ya sabes que yo soy más

cazador que pescador. Esta

es mi tierra. Aquí nací yo, en

este santo pueblo de Ajofrín y

en una familia de músicos. El

primer Ballesteros músico fue

un pianista, primo hermano de

mi padre que empezó a estudiar

composición en el Conservatorio

de Madrid, Jacinto Guerrero

le fichó como ayudante, pero

tuvo un accidente y murió a los

dieciocho años. Desde entonces,

en mi familia todos han sido

músicos menos mi padre, que

empezó a estudiar música con

su hermano mayor hasta que

un día, por haberse atascado

en una lección, le llamó burro

y no volvió a tomar ni una

clase más. Este tío mío había

sido guitarrista aficionado y

autodidacta, al parecer tocaba

muy bien y las primeras

partituras que tuve yo para

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guitarra habían sido suyas:transcripciones de Tárregapublicadas por la UME.

Vivíamos en un caseróncompartido con la familia demi tío Mariano, que era eldirector de la banda municipal,así que, desde los seis años,

escuchaba la banda y procurabano perderme ni un ensayo.Para mí era algo impresionantey me encantaba el clarineteporque otro tío mío, Anastasio,había terminado la carrera declarinete en Madrid y llegó aentrar en la prestigiosa Bandade Alabarderos, pero era un ser

bastante especial y no quisohacer carrera: se volvió a Ajofrín,se colocó como secretario delAyuntamiento, y tocaba elclarinete en la banda de suhermano, pero nunca quiso serprofesional. Sin embargo, mitío Mariano vivía por y para lamúsica y fue él quien me enseñó

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solfeo y me preparó para elexamen libre en Madrid, en elque aprobé los tres cursos.

¿Cómo empezaste a estudiarguitarra?

Eso fue una imposición demi padre, que adoraba a suhermano mayor, al que habíanfusilado en la guerra junto a miabuelo. Cuando mi tío le dijo queyo tenía alguna inclinación a lamúsica y que podría estudiaralgo, inmediatamente mi padredijo que estudiase guitarra. Yasí empecé, con mi tío Mariano.

Luego me buscaron un profesoren Madrid, que era el auxiliar dedon Regino Sainz de la Maza enel Conservatorio: Pedro Moreno.

Según mis notas, Pedro Moreno nofue nombrado “Profesor auxiliarnumerario” hasta 1964.

Él había estudiado con Sainzde la Maza y debía ser interinodesde los años 50 porque yoentré en el Conservatorio a losquince años y terminé la carreracon dieciocho, hacia 1960. Encualquier caso, aunque curséalgunas asignaturas como

alumno oficial, de guitarra mefui examinando por libre porquePedro Moreno no quiso nuncaque me matriculara oficial hastaque ya, en el último curso, sí merecomendó que me escucharadon Regino y éste me dio cinco oseis clases.

¿Qué tal te fue en esos estudios?

Pedro Moreno tocaba un poco,pero no puedo decir que fueraun buen guitarrista y con Sainzde la Maza me fue bastantemal... Tengo una anécdota,que no se me olvidará nunca yademás me causó un traumaque me duró muchos años:entonces, las obras que tocabasal terminar la carrera eran laSonatina de Moreno Torraba,la fuga BWV 1001 de Bach olas variaciones de Sor sobre Laflauta mágica, y recuerdo quela última de las variaciones deSor había que tocarla con tresdedos y apoyando todo. O sea,imposible, y tanto es así que undía, con una guitarra que teníamás vieja fue tal la desesperaciónque me entró que la mordí ytodavía la tengo con la marcade los dientes clavados. Estabadesesperado, pero Sainz de laMaza me decía que tenía queser así. Por entonces tenía quetocar en el Instituto de CulturaHispánica, con un cuarteto, unatranscripción de Emilio Pujoldel Conăerto en Re mayor deVivaldi y, en el último tiempo,estudiando la digitación dedon Emilio, vi el cielo abierto aldarme cuenta de que aplicandoesa técnica a la variación deSor me salía todo a la primeray de corrido. Así me fui a clasemaravillosamente: “Maestro, yalo he resuelto”. Toqué la obra...y Sainz de la Maza me echó unbroncazo y me dijo que no, quetenía que ser con los tres dedos.No te puedes imaginar quéfrustración. Ahora bien, en eldía del examen de fin de carrera,yo toqué con mi digitación. Peroal margen de esas cosas, debo

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decir que don Regino era un granmúsico y además un hombreintelectualmente muy dotado.

La clave en tu formación comoguitarrista fue -como ha ocurridocon lo mejor de la escuelaguitarrística española- José Tomás.¿Cómo se produjo ese encuentro?

Fernando Moraleda, que eratambién de Ajofrín, profesor dearmonía en el Conservatorio yun compositor de mucho éxitode revistas musicales, quehabía colaborado a menudocon Federico Moreno Torraba,me había presentado a MorenoTorraba para que me escucharatocar sus obras. Moreno Torrabaconocía a Segovia y sabía queyo tenía mucho interés enconocerle. Así que un buen díame llamó mi padre diciendo quehabía hablado con Moraleda yque tenía que ir al día siguientecon Moreno Torraba a casa deAndrés Segovia... y que llevarala guitarra. Yo creí que me moríadel susto. Era el año 1963 ycuando llegamos a la casa deSegovia en la calle ConchaEspina no se me olvidará nuncaquiénes estaban con él tomandocafé: Barraquer y DámasoAlonso. Ellos se quedaron en elsalón y yo pasé con Segovia a suestudio. Me preguntó con quiénestudiaba y me pidió que tocaraalgo. Yo no sabía ni qué tocar...Él me pidió un minueto de Sor,yo toqué y allí mismo cogió unacarta y me firmó la beca “EmilitaCorral” para presentarme en elpróximo curso de Santiago deCompostela. Ya me avisó de queél no iba a estar porque el cursode 1964 sería el primero queimpartiría allí José Tomás. Asíllegué en septiembre de 1964a Santiago y conocí a Tomás,que fue para mí una verdaderarevelación y se convirtió,guitarrísticamente hablando, enmi padre, mi modelo y mi mejororientación. Fueron años muyduros. Para empezar, desde laprimera clase con Tomás, quedó

claro que lo que había aprendidohasta entonces, en términosde técnica, no valía para nada.Eso es muy difícil de asimilarcuando uno acaba de terminaruna carrera oficialmente. Puesdespués del curso de Santiagode Compostela me pasé cincomeses haciendo ejercicioslentísimos y menos mal que creíen lo que me quería enseñarTomás. Pedí entonces una becapara poder asistir a clases conél y no me la dieron, por esodeberé siempre agradecerlesus clases: no sólo se ofreció aorientarme en los cambios quedebía afrontar, sino que lo hizode forma gratuita y en su casatuve siempre una habitación ycomida caliente. Con él aprendíalgo tan fundamental comoel antidogmatismo: había uncamino, pero ese camino debíaandarlo cada uno con susmedios y a su manera. En toda

José Tomásfue para mí

una verdaderarevelación yse convirtió,

guitarrísticamentehablando, en mi

padre, mi modeloy mi mejororientación

mi carrera como profesor heprocurado mantenerme fiel a eseprincipio que aprendí con JoséTomás.

Yo, humildemente, que lleguéa tus clases después pasar losprimeros cursos como alumnolibre en el Conservatorio deMálaga, habiendo estudiado elmétodo de Aguado/Sainz de laMaza con un pianista y unos añoscon un guitarrista flamenco, donRafael, que había sido barberoen Antequera, puedo dar fe deesto. Y también tengo constanciade cómo dirigiste siempre atus mejores alumnos, una vezterminaban el grado superiorcontigo, a ampliar estudios enAlicante con José Tomás.

Sin dudarlo. Él fue finalmenteel maestro de una fenomenalgeneración de guitarristasy no descubro nada si digorotundamente que ha sido unode los más grandes maestrosde la pedagogía guitarrística delsiglo XX. Y no todos supieronagradecérselo como es debido.Una de las mayores penas quehe tenido en los últimos añosfue el día de su entierro. A míme llamó Antonio Ruiz a lascinco de la tarde con la noticiade que había muerto el maestro.Inmediatamente cogimos elcoche y llegamos a Alicantede madrugada. En el entierrosólo estábamos la familia, JoséAntonio Ballester, Ignacio Rodes,Antonio Ruiz y yo. Ningúnguitarrista más. Más tarde síes verdad que se le rindió unhomenaje al que fuimos todos;pero la sensación de desolación yolvido de aquel entierro, según loviví yo, no se me va de la cabeza.

Antes del primer encuentrocon Segovia que has relatado,¿le habías visto alguna vez enconcierto?

No, yo sólo conocía sus discos ysu fama prácticamente mítica;luego ya tuve algún contacto


más con él y sobre todo tengoque agradecerle que me acercaraa José Tomás. Segovia era unpersonaje rodeado siemprede admiradores y aduladores,un hombre grande con unavoz muy suave y un genioterrible. Recuerdo una vezque, en el cóctel que daba ensu maravillosa casa de Madridla presidenta de los cursos,Margarita Pastor, el día de losSantos Inocentes, invitando atodos los profesores y alumnos,estaban Alicia de Larrocha,Federico Mompou, ConchitaBadia, Antonio Brosa... Noshabían convocado a las sieteen punto de la tarde y allíestábamos los alumnos en unsalón con un fenomenal bufety los profesores en otro, sólofaltaba Segovia y Margarita nodejaba empezar el convite hastaque apareciera el maestro.Apareció, empezó la merienda

Segovia eraun personaje

rodeado siemprede admiradores y

aduladores,

un hombre grandecon una voz muysuave y un genio

terrible

y yo, que le miraba de vez encuando como quien mira a undios, recuerdo que hasta mesorprendió el detalle humanode verle comer tortilla... Amedida que avanzaba la noche,empezaba la gente a beber,a cantar, un pianista tocabacualquier cosa y se requirió quetocara algún guitarrista. Por allíestaba un tal Pedro Cuadra, unguitarrista andaluz muy divertidoque sacó la guitarra de sufunda y empezó a tocar Sons decarrilhões. No acababa de tocarel primer compás cuando Segoviagolpeó en el suelo con su bastóny le dijo: “Oye, cuando toquesla guitarra, toca música seria”.Se hizo un silencio sepulcral yPedro se arrancó con el Romanceanónimo. Esta vez yo creo queapenas dio siete notas cuandoSegovia volvió a golpear, ahoracon más fuerza y sin dar másexplicaciones. Allí los violinistasy los pianistas habían tocadolo que les venía en gana, pero,en presencia de Segovia, losguitarristas no podían tocarcualquier cosa. Era un fenómenoy tenía estas cosas, pero a míme gustaría destacar aquí suextraordinaria generosidad.

Quizás, una de las grandesintuiciones de Segovia fue la deconfiar precisamente en JoséTomás como profesor, ¿no teparece?

Así es y todo eso vino delsegundo curso de Música enCompostela en el que se hizo unconcurso al que se presentaronJosé Luis González, OscarGhiglia, Miguel Rubio y JoséTomás, que fue el que ganó.

El segundo premio fue para JoséLuis González y los tercerospremios -que se dieron dos-fueron uno para Ghiglia y otropara el guitarrista japonés AkinobuMatsuda. Y creo que Williams,que tendría poco más de veinteaños formó parte del tribunal.0 sea, que se puede decir que,

a raíz de ese curso, Segovia yaorganizó de algún modo la futuratradición académica de la guitarracon personas que han tenidofinalmente evoluciones muydiversas.

Y no nos podemos olvidarde Alirio Díaz, que estudióprimero con Sainz de la Mazay después con Segovia en laAcademia Chigiana de Siena,convirtiéndose allí en su auxiliarprimero y luego en su sucesor.

José Luis González fue un granartista que, desde su segundopremio en Santiago, comenzóuna carrera internacionalimportante con un estilo siempreceñido al de Segovia. Tal vezdemasiado ceñido a Segovia. JoséTomás, por el contrario, no quisohacer carrera como concertistay, sin embargo, como maestroavanzó por caminos distintosa los apuntados por Segovia.Y esa es otra de las cosas quehacen grande a Tomás: su laborcomo transcriptor de repertoriosfundamentales de la músicaantigua.

Este célebre curso tuvo lugar enseptiembre de 1961, el año enque José Luis Rodrigo consiguióel Premio Extraordinario Fin deCarrera en el Conservatorio y túcomenzabas el último curso y lasclases con Sainz de la Maza. Conla carrera acabada ¿qué opcioneshabía entones de ganarse la vidacomo guitarrista?

No había opciones de nada.Entonces estudiaba tambiénJosé Luis Rodrigo, que terminóun año antes que yo y, aunqueyo no iba oficialmente a lasclases de Conservatorio, yanos conocíamos. Otro íntimoamigo de aquellos años eraJosé Luis García Asensio, unviolinista maravilloso hermanodel director de orquesta. Quizásellos tuvieran una perspectivalaboral más clara -el padre deGarcía Asensio era solista de


la Orquesta Nacional...- peroyo no tenía ni idea de qué ibaa ser de mi vida: la cosa eraestudiar porque mi padre me lodijo y a mí me encantaba hacermúsica, pero realmente no habíahorizonte profesional de ningúntipo.

En cualquier caso, yo he sidobastante lanzado y encontrésiempre la manera de ganarmela vida. Para empezar me hicemontador musical de televisióny trabajé en la serie Cuentosinfantiles poniendo la música alos guiones. Por aquel entoncesMoraleda me dijo que iban ahacer una adaptación de lastonadillas de Granados parallevarlas de gira por los festivalesde España con el Teatro Ara,una escuela de teatro de Málagaque dirigía la mujer de EdgarNeville. Allí estaban Raúl Sendery Fiorella Faltoyano, el mismoaño que entré yo. El guión erade Jesús María Arozamenay la música de las tonadillasla había arreglado Moraleda.Con este trabajo gané bastantedinero... y además conocí aAlfredo Castellón, un director deteatro, realizador de televisión,que dirigía toda la producción.Cuando terminó aquello y acabémi contrato con el Teatro Ara ylos coros y danzas de Málaga,salí por primera vez de España yfui a parar a Francia. Pasé tressemanas en Francia con los ojoscomo platos y haciendo patriacon el La, la, la, porque eranaquellos años. Y, a la vuelta,Alfredo Castellón me llamó paratrabajar en televisión en losCuentos infantiles y, lo mejor,para tocar en series. Por ejemplo,en El caballero de las espuelasde oro el guitarrista soy yo y hayuna escena que vi hace poco,con José María Rodero y yotocando música de Luis Milán,que me emocionó. Así me fuiganando la vida bastante bien,aprovechando la facilidad quetenía para leer a primera vistacon la guitarra.

Se estaba entonces organizandola enseñanza de la guitarra enlos conservatorios y hubo algunasoposiciones que se puedenconsiderar históricas, como lasque se convocaron en 1967para cátedras de guitarra y quefirmaron nombres como JoséLuis Rodrigo, Jorge Ariza, PedroMoreno o Melchor Rodríguez,entre otros.

Recuerdo perfectamente esasoposiciones. Yo no me presenté,pero las presencié. Había doscátedras, una para Madrid yotra para Córdoba. En el juradoestaban Regino Sainz de la Mazay mi queridísima doña Rosa Gildel Bosque, de Valencia. Así quevi perfectamente lo que pasó enesas oposiciones.

Si lo que mepreguntas es qué

me parecióel resultado delas oposicionesdel 67, pues tediría que José

Luis Rodrigodebió tener

cátedra.Sin dudarlo

¿Y qué pasó?

Pues que le dieron la plaza deMadrid a Jorge Ariza y a MiguelBarberà la de Córdoba. ..ya donJosé Luis Rodrigo no le dieron

nada. Si lo que me preguntases qué me pareció el resultadode las oposiciones del 67, pueste diría que Rodrigo debió tenercátedra. Sin dudarlo.

¿Tú cuándo te presentaste?

Mis oposiciones fueron las de1982, pero entonces ya llevabamás de diez años como Profesorno numerario, contratadodirectamente, sin oposición. JoséMoreno Bascuñana era entoncesel Director del Conservatorio yAntonio Barrera, un buen amigomío, catedrático de armonía ySecretario del Conservatorio,me llamó y me dijo que habíados plazas. Yo me presentéy me dieron una. Era el año1971. Entonces había muchosalumnos, un catedrático(Ariza), y dieciocho o diecinueveprofesores, y se hicieron cuatrogrupos: el de Ariza, el de JoséLuis Rodrigo, el de Rocío Herrero,la hija de Áureo Herrero, y elmío. Luego se convocaron dosplazas de profesores especiales ynos eligieron a Rodrigo y a mí porméritos.

Ciertamente, entre los añosde tu formación y los que hasdesarrollado tu carrera docente,has asistido a un cambio radicaldel repertorio guitarrístico. ¿Quéera lo que tocaba en los años 60un estudiante de guitarra?

Mucho Aguado -pero sin ordenni concierto-, luego Sor, Carcassiy poco Giuliani: esos eran loslibros de texto que teníamos.Ni que decir tiene que de laEscuela razonada de guitarrade Pujol, nada: existía peroaquí no nos enterábamos. Lomismo las transcripciones dePujol de música vihuelística:lo único que tocábamos eranlas pavanas de Luis Milán quetenía transcritas Sainz de laMaza. Tárrega, aunque parezcamentira, prácticamente no existíay del siglo XX, ya en los últimoscursos de la carrera, se tocaba


Demetrio Ballesteros en los años 80 (fotografía de su colección particular)

el repertorio de Segovia: Villa-Lobos, Moreno Torroba, Ponce,Tansman y Castelnuovo Tedesco.

¿Cómo se produce la renovacióndel repertorio?

Primero con la ampliación delconjunto de transcripciones demúsica antigua que es algo en loque José Tomás desarrolló una

labor constante y que nunca sele reconocerá suficientemente.Las transcripciones hicieronfinalmente indispensable quenos acercáramos a las fuentesoriginales y, en especial, a lastablaturas de vihuela y guitarrabarroca. En este punto, a mí megustaría recordar aquí a JorgeFresno, que fue un verdaderopionero en el estudio de la

guitarra antigua. Yo estuve unaño trabajando con él, aprendímuchísimo, le guardo un grancariño; desgraciadamente, yahace tiempo que no le veo. LuegoGerardo Arriaga y José MiguelMoreno hicieron una gran laboren la enseñanza e interpretaciónde esta música.

Y a la vez que se ampliaba elrepertorio de transcripciones demúsica antigua y se discutíanvivamente los criterios para suinterpretación, se introdujeronlas nuevas músicas. No tepuedes imaginar qué revolucióncuando se nos ocurrió introduciren el Conservatorio el primercuaderno de Estudios sencillos deLeo Brouwer: diez estudios, tanhermosos como bien pensados,que son un compendio de latécnica guitarrística a la vezque la apertura a un lenguaje

...qué revolución

cuando senos ocurrió

introducir en elConservatorio elprimer cuaderno

de Estudios

sencillos de Leo

Brouwer


diferente y maravilloso. Elimpacto de esta obra fue de talcalibre que se tocaba en todos loscursos, aunque sin introducirseen el programa oficial. Y ¿sabesquién me informó a mí de laexistencia de esos estudios? PuesJosé Tomás.

Brouwer puede decirse que nosabrió las puertas de la músicacontemporánea, nos descubriólas extraordinarias capacidadesexpresivas de la guitarra en eseterreno y nos obligó a actualizarnuestros conocimientos enrelación con las nuevas grafías.Yo particularmente recurrí eneste campo a Flores Chaviano, dequien tocaba una obra una obracomo el Réquiem para un sonero,en la que se unían la tradiciónvihuelística y la más actualvanguardia.

En los años 80 venían a Españaa aprender guitarra estudiantesde todo el mundo y ellos traíantambién nuevos repertorios. Enese intercambio, los cursos deSantiago de Compostela fueronmuy importantes, como anteshabían sido los de la AcademiaChigiana de Siena y luego tendríaenorme repercusión la labor deJulian Bream en el Reino Unido.Por ahí llegó nada menos queel Nocturnal de Britten y tú teacordarás seguro de los estudiosde Dodgson/Quine.

Para mí, el principal capítulopendiente en la enseñanza oficialde la guitarra es la música decámara, algo que consideroabsolutamente fundamental yque he practicado a lo largo detoda mi carrera tocando con lasoprano María Muro, con ManuelEstévez, con el Cuarteto Ibérico ocon el violinista Manuel Guillén,entre otros. Es más, cuandopreparé el plan de estudiospara mi oposición, inspiradocomo siempre en José Tomás,dividía los cuatro últimos añosen los cuatro grandes estilos,pero no exclusivos, porque

siempre había que completarcon cosas de técnica, etc. Así,en el primer año se trabajaríael Renacimiento, en el segundoel Barroco, en el tercero elrepertorio Clásico-Romántico yen el último el siglo xx. En todosesos años, yo contemplaba, comoparte fundamental, el trabajode música de cámara, desdeel repertorio de canciones delRenacimiento hasta la variedadde grupos con guitarra del sigloxx. Sin embargo, esto no lo puderealmente poner en prácticaporque, aunque a los profesoresde guitarra del Conservatorio noshubiera gustado encargarnosde la enseñanza de la música decámara con guitarra, esto nuncapudo ser porque oficialmenteesta asignatura tiene su propiodepartamento en el que laatención a la guitarra ha dejadomucho que desear.

De alguna manera, al final tellevaste el gato al agua con tuOrquesta de Guitarras.

Eso fue uno de mis momentosmás felices y, al mismo tiempo,uno de los que más me hicieronsufrir en mis últimos añosen el Conservatorio. Empezóporque en 1996 nos pusierontres horas más de docencia y amí se me ocurrió dedicarlas ala música de cámara, con tantoéxito que en unos pocos días secorrió la voz y me encontré conmás de treinta guitarristas degrado superior y de todas lascátedras en mi aula. Con ellosfundé la Orquesta de Guitarrasen octubre y debutamos en uncurso que di en Valladolid. Elreto era tocar en mayo en elConservatorio y, cuando llegó eldía de presentarnos en nuestrapropia casa, yo estaba muynervioso pensando qué diríanmis colegas (no los guitarristas,sino el resto). No sé si irían conla idea de que seríamos unaespecie de rondalla -y lo digo contodo el respeto a las rondallas,que me gustan cuando son

buenas- pero, según me dijeron,les gustó mucho. Ignoro si seríaverdad o no, pero lo cierto esque para mí fue un gran triunfopersonal y conseguí, por partedel Conservatorio, una dotaciónpara la orquesta. Al año siguientedimos un conciertazo en elAteneo de Madrid, la orquestafuncionaba de maravilla, MiguelÁngel Jiménez nos hizo unarreglo fantástico del Fandangode Aguado y fue entoncescuando me diagnosticaron uncáncer. Yo me empeñé en que laorquesta siguiera funcionando,el Conservatorio contrató a undirector y ese año se decretóla obligatoriedad para losalumnos de grado superior depertenecer a un grupo musical.A mí me operaron en noviembre,en diciembre me pasé por elConservatorio y me dijeron quela orquesta iba mal, que apenasasistían a los ensayos, etc. Mearmé de valor y en marzo mereincorporé y volví a poner enmarcha los ensayos. Ese año nose dio ningún concierto, peropara el curso siguiente, graciasa Javier Riba, nos llamaron paraactuar en el Festival de Córdoba,donde íbamos a estrenar unaobra de Brouwer escrita paraorquesta de guitarras. Elambiente de la orquesta ya noera tan bueno como al principio,había ciertas divisiones entrelos que estaban por trabajar ylos que sólo venían a pasearse yyo me tuve que ir tres semanasa un curso en Costa Rica. Lesdije que teníamos ya en firmeel compromiso de tocar enCórdoba y que estudiaran bienel programa porque a mi vueltasólo quedarían dos o tres meseshasta el concierto. Al volver, alprimer ensayo vendrían unosseis, los demás no habíanaparecido, ni ensayado, ni nada.Así que me dio un ataque, unasubida de tensión que casi medeja seco y me fui directamentea la Dirección del Conservatoriopara que llamaran al Festivalde Córdoba para cancelar el


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José Luis Rodrigo, Jorge Cardoso, Demetrio Ballesteros y Manuel Estévez en los años 90 ante el Centro de Arte Reina Sofía, enfrentedel Real Conservatorio Superior de Música de Madrid

concierto... Y ni siquiera eso sehizo bien, porque alguien dio unaexcusa sobre mi salud que causómucha alarma y un gran sustoa Javier Riba, que me llamóinmediatamente. Ahí terminó labreve historia de la Orquesta deGuitarras del Conservatorio... Loque nació como una grandísimailusión, terminó en una de lasdecepciones más grandes de mivida profesional. Ahora que yapasó, en realidad me acuerdosólo de lo bueno: del entusiasmoque ponían los estudiantes y delo bien que sonaba la orquesta,de la suerte que tuve aquellosdías por poder dirigir a un grangrupo que es algo que siemprehabía soñado y del éxito delconcierto en el Conservatorio,que es de lo que estábamoshablando.

Todo se acaba y ahora que túte has jubilado y que José LuisRodrigo también se acerca a lajubilación, da la impresión deque se ha cerrado un ciclo muyinteresante en la enseñanza dela guitarra en el Conservatorio deMadrid.

Mira, no se puede negar queRodrigo y yo hemos tenido unagran afinidad de ideas y objetivosy que, en estos largos años dedocencia en el Conservatoriohemos trabajado codo concodo. Yo creo que estamosparticularmente satisfechos deque sigan allí, como catedráticos,guitarristas que estudiaroncon nosotros. En especial,Manuel Estévez y Miguel ÁngelJiménez. Hoy, además, en laque fue mi cátedra, está Miguel

Trápaga. Pero, ahora que veolas cosas con cierta distancia,también considero importantela diversidad de opcionesque ha habido y hay en elConservatorio. En este sentido,debo mencionar en primer lugara Jorge Ariza, que es un hombreal que tengo un gran cariñoy luego a Gabriel Estarellas,a quien considero un granguitarrista y maestro y con el quesiempre he tenido una relaciónimpecable y cordial. Y fueradel Conservatorio, habiéndoseformado o no con nosotros,hay guitarristas jóvenes muyvaliosos: Alex Garrobé, MarcoSocías, Ricardo Gálién, MargaritaEscarpa, Carlos Oramas, JavierRiba... o sea, una generacióncompletamente fuera de serie.Grandes concertistas y buenos


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profesores de los conservatoriosde Córdoba, Valladolid, Cuenca,Albacete, Vigo, Las Palmas,Lanzarote... fueron alumnosmíos. En realidad, la lista esinterminable y se me olvidaríansin querer muchos nombres.Y, fuera de España, ya ni tecuento... pero siempre recordaréa Ricardo Moyano y la formaen que le conocí: un día seabrió la puerta del aula y entróun chiquillo educadísimo yencantador que había hechola prueba de ingreso en elConservatorio y le habían puestoen segundo curso. Era Moyanoque venía a estudiar conmigo.Le pedí que tocara algo y medijo que iba a tocar La catedralde Barrios. ¡Madre mía! Yo no

Hay guitarristasjóvenes muy

valiosos: AlexGarrobé, MarcoSocías, Ricardo

Gálién, MargaritaEscarpa, Carlos

Oramas, JavierRiba... o sea,

una generacióncompletamentefuera de serie

le la Guitarra, n° 4, julio / ROSETA 145

me quería ni figurar cómo latocaría si le habían puesto ensegundo. Sacó de la funda unguitarrón terrible y empezó conel “Preludio”... Increíble. Siguió...Terminó... “Pero bueno”, le dije,“¿quién te ha puesto a ti ensegundo?”. “Pues el tribunal...un señor con una pajarita queparecía Sor...”. “¿Y por qué?”“Porque dice que con esta manono voy a poder tocar nunca laguitarra”. Yo ni me había fijado,pero la verdad es que traía unaposición de la mano derecha unpoco rara, y luego, la guitarraque tocaba era una especie detractor que me parece que leencargó Jorge Cardoso a uncubano que vivía por Andalucíay terminó en manos de Moyano.Bueno, luego hizo la carreracon todos los premios porquees uno de los guitarristas másextraordinarios que he conocido.

Vamos, que nada se acaba.

Pues según se mire. Ahora queya es hora para mí de hacerrecuento, una de las cosas delas que me siento más satisfechoes de que la mayor parte de misalumnos están hoy dedicados

No sólo se Iratade correr más quenadie, sino de ser

músico

profesionalmente a la música.Me preguntabas al principio deesta entrevista sobre qué es loque podía hacer un guitarristaen los años sesenta, cuando yoterminé la carrera, y te decía queprácticamente nada. Ciertamentehabía pocos espacios abiertospara poderse ganar la vidacomo guitarrista y hacía faltamucha imaginación y no pocasuerte; hoy, sin embargo, esos

espacios se han ensanchado deuna manera enorme y yo podríanombrarte no menos de cienguitarristas que han estudiadoconmigo y desarrollan hoy díauna carrera satisfactoria en unmundo -el de la guitarra actual-muchísimo más competitivoque el de los años sesenta.Ellos ahora están dando lugara que otros estudien y cada vezse toque mejor. Esto es unaevidencia y no sólo se trata decorrer más que nadie, sino de sermúsico.

Dejamos al maestro en su tierra.Ser parte de una tierra y de unpaisaje es en el fondo una manerade aferrarse a lo imperecedero;él forma además parte de latradición guitarrística con sucarácter geniudo y ocurrente, ysu paciencia para haber vividosiempre rodeado de jóvenes,prácticamente adolescentes,tratando de sacar algo de ellos,acercándoles a sus sueños,guardándoles del desengaño... Éldice que podría dar no menos decien nombres de alumnos suyosque viven hoy de la guitarra. Yocreo que podríamos multiplicarese número unas cuantas veces.


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