delincuencia organizada y era digital: entre el consumo … · político y económico incorporó en...

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El Cotidiano 187 101 Emilio Daniel Cunjama López* Alan García Huitrón** partir de la Revolución In- dustrial de mediados del siglo XVII, la historia dejó de ser contada única y exclusivamente a través del hombre como eje central del mundo. Desde entonces, su desarrollo socio-cultural, político y económico incorporó en la escena de lo social a otro actor: la máquina. Con el descubrimiento de la máquina de vapor, la electricidad y recientemente el Internet, la vida del hombre experimentó fuertes cambios no sólo a nivel macrosocial sino tam- bién a nivel micro, es decir, en su vida cotidiana. Si bien es cierto que la aparición y el desarrollo de la técnica tuvo por El presente artículo intenta obtener una explicación no sólo de la invasión violenta del espacio digital, sino también de su aparente éxito. Para ello, se ha decidido tener un acercamiento teórico dual de la violencia: por un lado como objeto de consumo, y por otro como instrumento de poder, específicamente en el desarrollo de las expresiones de violencia que consuma la delincuencia organizada en nuestro país. objeto facilitar al hombre sus satis- facciones primarias y secundarias, los efectos colaterales que ello traería sig- nificó un espacio de oportunidad en la consolidación de grupos de poder, bajo los cuales se crearía una división más aguda en las posiciones sociales no sólo en términos económicos-materiales, sino también culturales-simbólicos. Así pues, la asunción del homo videns de Sartori y de la sociedad del espectáculo de Debord serán las armas por las cuales “el sistema económico, [a través de] bienes selec- cionados, reforzará constantemente las condiciones de aislamiento de las muchedumbres solitarias” 1 . A la entrada de la sociedad en la era de la información, específicamente con la aparición del Internet, se obser- A varon cambios importantes en lo social que desembocaron en el aislamiento del hombre de los colectivos, sumién- dolo en la soledad, separándolo de las relaciones cara a cara y adoptando una relación virtual con los demás. De esta manera, la revolución informática dará paso del homo videns al homo digitalis, no sólo subsumiendo la palabra a la imagen, sino instalando una nueva era y un nuevo espacio: la era digital en el espacio virtual. Con ello, la inclusión de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, mejor conocidas como TIC 2 , volverán real lo que hasta hace varias décadas parecía impensable. septiembre-octubre, 2014 * Licenciado en Sociología y maestro en Criminología y Política Criminal; Profesor- Investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales. ** Licenciado en Criminología y Criminalísti- ca; asistente-Investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales. Delincuencia organizada y era digital: entre el consumo de la violencia y la lucha por el poder criminal en México 1 Debord, Guy. La sociedad del espectáculo. Ediciones Naufragio, Santiago de Chile, 1995, p. 17, obtenida de <http://criticasocial.cl/pdflibro/ sociedadespec.pdf>. 2 De acuerdo con Chris Nicol, las nuevas TIC pueden agruparse en tres áreas principales: Tecnologías de la Información (hardware y com- ponentes periféricos, software y conocimientos informáticos); Tecnologías de la Comunicación (sistemas de telefonía, transmisiones de radio y televisión) y tecnología de redes (Internet, teléfonos móviles y medios de conectividades

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Page 1: Delincuencia organizada y era digital: entre el consumo … · político y económico incorporó en la escena de lo social a otro actor: la máquina. Con el descubrimiento de la máquina

El Cotidiano 187 101

Emilio Daniel Cunjama López* Alan García Huitrón**

partir de la Revolución In-dustrial de mediados del siglo xvii, la historia dejó de ser contada única y exclusivamente a través del hombre como eje central del mundo. Desde entonces, su desarrollo socio-cultural, político y económico incorporó en la escena de lo social a otro actor: la máquina. Con el descubrimiento de la máquina de vapor, la electricidad y recientemente el Internet, la vida del hombre experimentó fuertes cambios no sólo a nivel macrosocial sino tam-bién a nivel micro, es decir, en su vida cotidiana.

Si bien es cierto que la aparición y el desarrollo de la técnica tuvo por

El presente artículo intenta obtener una explicación no sólo de la invasión violenta del espacio digital, sino también de su aparente éxito. Para ello, se ha decidido tener un acercamiento teórico dual de la violencia: por un lado como objeto de consumo, y por otro como instrumento de poder, específicamente en el desarrollo de las expresiones de violencia que consuma la delincuencia organizada en nuestro país.

objeto facilitar al hombre sus satis-facciones primarias y secundarias, los efectos colaterales que ello traería sig-nificó un espacio de oportunidad en la consolidación de grupos de poder, bajo los cuales se crearía una división más aguda en las posiciones sociales no sólo en términos económicos-materiales, sino también culturales-simbólicos.

Así pues, la asunción del homo videns de Sartori y de la sociedad del espectáculo de Debord serán las armas por las cuales “el sistema económico, [a través de] bienes selec-cionados, reforzará constantemente las condiciones de aislamiento de las muchedumbres solitarias”1.

A la entrada de la sociedad en la era de la información, específicamente con la aparición del Internet, se obser-

A varon cambios importantes en lo social que desembocaron en el aislamiento del hombre de los colectivos, sumién-dolo en la soledad, separándolo de las relaciones cara a cara y adoptando una relación virtual con los demás.

De esta manera, la revolución informática dará paso del homo videns al homo digitalis, no sólo subsumiendo la palabra a la imagen, sino instalando una nueva era y un nuevo espacio: la era digital en el espacio virtual. Con ello, la inclusión de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, mejor conocidas como tic2, volverán real lo que hasta hace varias décadas parecía impensable.

septiembre-octubre, 2014

* Licenciado en Sociología y maestro en Criminología y Política Criminal; Profesor-Investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales.

** Licenciado en Criminología y Criminalísti-ca; asistente-Investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales.

Delincuencia organizada y era digital: entre el consumo de la violencia y la lucha por el poder criminal en México

1 Debord, Guy. La sociedad del espectáculo. Ediciones Naufragio, Santiago de Chile, 1995, p. 17, obtenida de <http://criticasocial.cl/pdflibro/sociedadespec.pdf>.

2 De acuerdo con Chris Nicol, las nuevas tic pueden agruparse en tres áreas principales: Tecnologías de la Información (hardware y com-ponentes periféricos, software y conocimientos informáticos); Tecnologías de la Comunicación (sistemas de telefonía, transmisiones de radio y televisión) y tecnología de redes (Internet, teléfonos móviles y medios de conectividades

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Seguridad pública102

En consecuencia, la realidad trastocada por la so-ciedad de la información conllevará a gran parte de las comunidades, sobre todo de grupos juveniles en países desarrollados, a refugiarse en lo que podría llamarse una sociedad inmaterial; es decir, una comunidad virtual repleta de imágenes, de palabras, de lugares, de paisajes, de cuerpos y de seres virtuales.

Aunque han sido diversos los factores que conllevaron lo social al ingreso a esta nueva era, uno de ellos tiene que ver con el quiebre que el mundo terrenal objetivo experimentó frente al espacio virtual que se presentó como alternativa y necesidad. Este “nuevo mundo” también se vinculó a las lógicas conflictivas de aquel mundo real quebrantado; la vida virtual exacerbó la violencia al grado de convertirse en todo un espectáculo informático. La irrupción de esta crueldad, aunada a lo inhumano del propio mundo virtual3, paradójicamente ha sido aceptada por cientos de personas que crean blogs destinados a inmortalizar las torturas y las muertes, por otros tantos que observan y re observan, y por algunos más que comparten, que agregan, que dan likes a estas proyecciones de la destructividad humana.

Lejos de esta aparente crítica-ética a la representación artística de la muerte y el sufrimiento4, el presente artículo intenta obtener una explicación no sólo de la invasión vio-lenta del espacio digital, sino también de su aparente éxito. Para ello, se ha decidido tener un acercamiento teórico dual de la violencia: por un lado como objeto de consumo, y por otro como instrumento de poder, específicamente en el desarrollo de las expresiones de violencia que consuma la delincuencia organizada en nuestro país.

La primera está insertada en lo que Baudrillard llamó sociedad de consumo o en lo que Bauman definió como vida de consumo. La segunda es expresada a partir de la incursión criminal, principalmente de las organizaciones de-lictivas en los espacios virtuales, donde la difusión masiva de

una mayor crueldad contra el hombre rival supone el efectivo ejercicio de poder frente a las organizaciones enemigas, la sociedad y el Estado (mensajes de advertencia, venganza e intimidación por parte del crimen organizado).

Esta dinámica de la vida delictiva, como forma de pro-paganda espectacular pero también del descubrimiento de una vía efectiva de comunicación de mensajes de lo ilegal, establece cambios significativos en la historia de las organizaciones criminales, sus formas de actuar, sus diná-micas, sus lógicas, etcétera. De esta manera, observamos un cambio sustancial de un aspecto de la dinámica de la delincuencia organizada y de sus expresiones de violencia, que sin duda han sido influidas no sólo por los cambios en la organización misma de la criminalidad a la entrada, por ejemplo, del grupo armado de Los Zetas, sino también de la utilización de las nuevas tecnologías de la información para entablar una especie de terror informático.

Esta nueva modalidad de exhibición de la violencia se encuentra conforme a las propias posibilidades de la So-ciedad Red, de las posibilidades de lo virtual, que sin duda llevan lo materialmente conocido de la violencia brutal al plano de lo intangible. De este modo, las nuevas repre-sentaciones de la violencia ejercida por las organizaciones criminales obedecen a las necesidades de una era digital. La delincuencia organizada en la era digital se observa a partir de dos elementos clave: el consumo de la violencia y la violencia como instrumento de poder.

La era digital: la sociedad no social

La era digital puede ser vista como el logro de mayor signi-ficado en el mundo de la tecnología y la ciencia desde que el hombre descubrió el fuego. La técnica llevada a su umbral ha dado un paso importante. Sin embargo, a pesar de tener grandes ventajas sobre el uso de la técnica y la creación de nuevos artefactos culturales, la dependencia hacia ellos también ha sido notable5; por otro lado, la tecnología y la ciencia, paradójicamente, han creado incertidumbre y nuevos riesgos6. El desarrollo tecnológico, de esta forma, no solamen-

como cable, enlace dedicado –dsl–, satélite, entre otras). En Nicol, Chris. “Políticas tic: Manual para principiantes”. Ed. Montevideo, 2005. En inegi. Estadísticas sobre disponibilidad y uso de tecnología de información y comunica-ciones en los hogares. México: inegi, 2011, p. 2. Consultado en <http://www.inegi.org.mx/prod_serv/contenidos/espanol/bvinegi/productos/encuestas/especiales/endutih/ENDUTIH2011.pdf>.

3 Para François Lyotard, a pesar de que el hombre experimentó cierta liberación ideológica tras la caída de los metarrelatos a la entrada de la posmodernidad social, aún hoy resisten al menos dos formas de lo inhu-mano: el capitalismo avanzado, con su apetito de expansión y de innovación tecnológica, y la Inteligencia Artificial (IA)-Vida Artificial (VA). Véase Sim, Stuart. Lyotard y lo inhumano. Barcelona: Gedisa, 2004.

4 Véase Marzano, Michela. La muerte como espectáculo. La difusión de la violencia en Internet y sus implicaciones éticas. México: Ensayo Tusquets, 2007.

5 Para Horkheimer, “cuantos más aparatos inventemos destinados a dominar la naturaleza, tanto más debemos servir a éstos para sobrevi-vir”. Horkheimer, Max. Crítica de la razón instrumental. Argentina: Sur, 2da. edición, 1973, p. 106.

6 Véase Luhmann, Niklas. Sociología del riesgo. México: Universidad Ibe-roamericana, 2006; Giddens, Anthony. Un mundo desbocado. Los efectos de la globalización en nuestras vidas. México: Taurus, 2009; Giddens, Anthony. Consecuencias de la modernidad. España: Alianza Editorial, 2008 y Beck, Ulrich. “Teoría de la sociedad del riesgo” en Giddens, Anthony et al. Las consecuencias perversas de la modernidad. España: Anthropos, 2007.

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te surtirá efectos en los ámbitos económicos, políticos y/o militares, sino también en la vida cotidiana y comunitaria.

Una de sus expresiones han sido las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (tic), dentro de las cuales podemos visualizar al Internet como el de mayor impacto. El ciberespacio es un lugar donde el ser se abstrae de lo social e ingresa a un nuevo mundo lleno de palabras, de imágenes, de lugares, de cuerpos, de ideologías que sin estar presen-tes en el momento, están ahí. Espacio y tiempo se alteran. Aunque el Internet parece convertirse en el sustituto de lo social, ciertamente está construido a través de él.

No obstante, la inclusión a este mundo virtual ha sido paulatino y ciertamente selectivo7; los datos nos muestran que mientras en 2003, según el Informe sobre Comercio Electrónico y Desarrollo, el número de usuarios en todo el mundo ascendía a los 387.531 millones8, a finales de 2011, datos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones de la Organización de las Naciones Unidas (onu) muestran que aproximadamente un tercio de la población mundial –es decir, 2,300 millones de personas–9 estaba conectado

7 El aumento de usuarios de Internet de 2001 a 2011, de acuerdo con la Unión Internacional de Telecomunicaciones (uit), fue mayor en los países desarrollados que en los países en desarrollo. Incluso la tasa de penetración de Internet es de 70% para países desarrollados frente a únicamente el 24.4% en países en desarrollo. En Unión Internacional de Telecomunicaciones (uit). Medición de la sociedad de la información. Resu-men ejecutivo. Ginebra: uit, 2012, p. 3. Consultado en <http://www.itu.int/dms_pub/itu-d/opb/ind/D-IND-ICTOI-2012-SUM-PDF-S.pdf>.

8 onu. Informe sobre comercio electrónico y desarrollo. Ginebra: onu-Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, 2003, p. 2. Consultado en <http://unctad.org/es/docs/ecdr2003_sp.pdf>.

9 Unión Internacional de Telecomunicaciones (uit). Medición de la so-ciedad de la información. Resumen ejecutivo. Ginebra, uit, 2012, pp. 3-4.

80

70

60

50

% 40

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20

10

0

1006 0705

Países desarrollados

Mundo

Países en desarrollo

32.5

24.4

70.2

201103 0402 08 092001

Imagen 1 Porcentaje de personas con acceso a Internet

por nivel de desarrollo, 2001-2011

Fuente: uit. Base de datos sobre indicadores mundiales de las teleco-municaciones.

20102006 20072005 2011200920042002 2008 20122001

32.8

18.520.8

16.4

37.6

27.2

12.810.7

22.3

40.9

7.1

Imagen II Usuarios de Internet (millones) en México, de 2001 a 2012

Fuente: Módulo sobre Disponibilidad y Uso de las Tecnologías de la Información en los Hogares (moduth).

a la sociedad paralela. Un crecimiento de casi 1000% en tan sólo diez años (véase Imagen I).

En México, a pesar de ser un país en desarrollo, la comunidad virtual se ha incrementado durante los últimos diez años al pasar de 7.1 millones de usuarios en 2001 a 40.9 millones en 2012. La mayor parte de los 41 millones son personas con una edad menor a los 35 años (75%) y con un nivel de escolaridad de secundaria y preparatoria (53%). El mayor impacto en el uso del Internet se ha manifestado en las juventudes (véase Imagen II).

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El acceso al Internet como derecho humano10 ha ex-perimentado una revolución cuantitativa desde la entrada al nuevo siglo xxi. A pesar de que el uso del Internet es cada vez mayor, también es notable una diferencia entre los países desarrollados y los no desarrollados, principalmente entre las juventudes.

En este sentido, un reciente estudio del Centro de Opinión Pública de la Universidad del Valle de México (uvm) revela, tras una muestra de jóvenes de preparatoria y de universidad en 22 estados de la República, que el medio pre-ferido para el consumo de información y entretenimiento es el Internet (67%), por encima de la televisión (41%) y el radio (42%), así como de los medios impresos (20%)11.

El Internet se ha convertido en un espacio primordial para los jóvenes no sólo en la búsqueda de información y de entretenimiento, sino para la misma socialización.

En Internet, como “plataforma democrática”, se pueden encontrar libros de texto, informes oficiales y biografías, pero también contenidos sexuales y violentos en tiempo real. Aunque la gama es infinita y accesible, lo que permea de cierta sensación de liberación del hombre, en realidad se está ante una “libertad vigilada… [ya que] el mundo digital es a la vez el reino de la libertad sin fronteras y el reino de la vigilancia omnipresente”12.

De entre las diferentes actividades, de acuerdo con la Asociación Mexicana de Internet (amipci), en México, la ma-yor parte de las personas que acceden a este espacio lo hacen para enviar o recibir correos electrónicos (87%), búsqueda de información (84%) y acceder a redes sociales (82%)13.

Un aspecto de mayor relevancia lo constituyen los videos online. Según un estudio de eMarketer, el 81% de los inter-

nautas mexicanos observan videos online, hecho que ubica al país entre los países con mayores espectadores de videos a nivel mundial. Las categorías videográficas de mayor interés son: videos musicales, noticias, series de televisión, películas, blogs de YouTube, videos amateurs y documentales14.

La invasión de la violencia: espacios de consumo y poder criminal

¿Cómo explicar que el video “México siglo xx: 2 de octubre de 1968”, de Editorial Clío y Enrique Krauze, haya sido re-producido 162,466 veces y haya obtenido 289 me gusta en 3 años 5 meses, y el video titulado “Confesión y ejecución de Los Zetas” tenga 11, 952, 663 reproducciones y mil 351 me gusta en cinco años? ¿Cómo explicar el aparente éxito de páginas web como Narcotube, el Blog del Narco, Mundo Narco y Guerra contra el Narco? Estas páginas están dedica-das a colgar videos, notas, imágenes y demás contenidos y temáticas sobre la violencia generada por las organizaciones criminales en México. ¿Qué hay detrás de este gusto por el horror, de esta indiferencia por el dolor del otro? ¿Dónde ha quedado entonces aquella civilización que prometía el fin de los coliseos y de la Inquisición?

Aunque ciertamente la violencia y la muerte han sido históricamente elementos que congregan a su alrededor muchedumbres deseosas de mirar15, la invasión de la vio-lencia en la era digital ha representado un cambio significa-tivo a nivel cuantitativo y cualitativo. Ya no son cientos de personas que pagan públicamente para ingresar al Coliseo; ahora son millones que, en la privacidad y bajo el anonimato, observan y repiten las nuevas batallas entre “los hombres y las bestias”. Esta repetición, democracia y anonimato son ahora los elementos que se congregan en los nuevos coliseos digitales. De la afición a la adicción16.

Si las películas Snuff de los años setenta y ochenta, principalmente en los Estados Unidos, se convirtieron rá-pidamente en un mito cinematográfico que obedecía más al mercado del cine que a la expresión de lo real en las

10 En mayo de 2011, la Organización de las Naciones Unidas declaró el acceso a la Internet como derecho humano. Véase United Nations, General Assembly. Report of the Special Rapporteur on the Promotion and Protection of the Right to Freedom of Opinion and Expression, Frank La Rue, 2011. Consultada en <http://daccess-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/N11/449/78/PDF/N1144978.pdf?OpenElement>.

11 Los porcentajes corresponden a los jóvenes que se exponen a diario a las diferentes herramientas de información y entretenimiento (Internet, televisión, radio y medios impresos). Véase Centro de Opinión Pública de la Universidad del Valle de México (uvm). “Hábitos, preferencias y motivaciones de los jóvenes para consumir información”. Boletín del Estudio. México: uvm, 2013. Consultado en <http://opinionpublicauvm.mx/boletin-del-estudio-habitos-preferencias-y-motivaciones-de-los-jovenes-para-consumir-informacion/>.

12 Véase Castells, Manuel. “Internet, libertad vigilada”. El Periódico, 12 de febrero de 2006.

13 Asociación Mexicana de Internet (amipci). Hábitos de los usuarios de Internet en México 2013. México: Asociación Mexicana de Internet (amipci), 2013, p. 14. Consultado en <http://www.amipci.org.mx/?P=editomultimediafile&Multimedia=348&Type=1>.

14 eMarketer. Digital Video in Mexico: A Growing Viewership Attracts Content and Advertising. México, 2013. Consultado en <http://www.emarketer.com/Article/Users-Tune-Digital-Video-Mexico-Advertisers-Join/1009773>.

15 Recuérdense los coliseos en el Imperio Romano, las penas públicas de la Inquisición o las imágenes de la Guerra de Vietnam que por primera vez fueron transmitidas por televisión.

16 Durante los foros para la entrega del dsm v (Diagnostic and Statis-tical Manual for Mental Disorders) se discutió entre los miembros de la apa (American Psychiatric Association) incluir o no la adicción al Internet entre los trastornos diagnosticables. Finalmente, su edición de mayo de 2013 no incluyó esta categoría.

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pantallas, los narcovideos subidos a Internet y difundidos a millones de personas expresan no solamente la destrucción del mito y el regreso de la ficción a lo real, sino también su hiper-realidad, es decir, el término de “la realidad misma por sobre-exposición”17 a la muerte y la violencia. ¿A qué obedece esta hiperrealidad de la muerte y la violencia?

La violencia como subjetividad: el consumo sin rostro

“La Historia –dirá atinadamente Forrester– es permanen-temente un vehículo en movimiento”18; lejos ha quedado la sociedad de la producción: hoy estamos frente a una sociedad de consumo, o más bien de hiperconsumo.

Marx con el Capital, Lukacs con Historia y consciencia de clase, Marcuse con El hombre unidimensional, y reciente-mente Baudrillard y Bauman con Sociedad de consumo y Vida de consumo fueron autores que integraron una base sólida que advirtió sobre cómo el capitalismo, en sus modos de producción, genera procesos de alienación, de entre los que destaca la reificación o la cosificación de las relaciones sociales, como si fueran cosas u objetos. Es la objetivación de la subjetividad. La apropiación de este término en Marx tiene un doble sentido: la personalización de la mercancía (hombre-máquina) y la cosificación de la persona (hombre-cosa); es decir, la separación entre objeto y sujeto, y por tanto la sumisión de éste ante el primero.

La sociedad de consumo, en este sentido, puede ser contemplada como la sociedad de la mercancía, el triunfo del fetichismo de la mercancía, sobre el hombre mítico, pero que en el nuevo marco del consumismo es, de acuer-do con Bauman, el “fetichismo de la subjetividad hecha de elecciones de consumo”19.

Tal transformación, de productores a consumidores como categoría dominante, no habría sido posible sin dos fenómenos de reciente fecha: “el posfordismo, con la intro-ducción de la producción flexible con base en las exigencias del cliente, y las técnicas de comunicación”20.

De esta forma, han quedado lejos las producciones seriadas, vastas, que constituían excedentes para la empresa;

ahora el consumo queda subsumido al pedido concreto. La demanda determina la oferta, y en consecuencia los puestos de trabajo y la mano de obra se flexibilizan ante la maquinización de los momentos de organización y de la filosofía neoliberal de mayor ganancia a menor costo.

A todo esto, ¿será que la violencia es una mercancía, que el éxito de su difusión en las Técnicas de Información y Comunicación, particularmente el Internet, obedezca a una estrategia de mercado?, o por el contrario, ¿obedece a una represión sublimada para atemperar los impulsos destructivos del ser humano?

Bauman, en Vida de consumo, propone dos argumentos que se ajustan al análisis de la violencia como mercancía. El primero de ellos sugiere que “El propósito crucial y deci-sivo del consumo en una sociedad de consumidores no es satisfacer necesidades, deseos o apetitos, sino convertir y reconvertir al consumidor en producto”21, y en el segun-do se sostiene que “en una sociedad que proclama que la satisfacción del cliente es su único motivo y propósito absoluto, un consumidor satisfecho no es un motivo ni un propósito, sino la más terrorífica amenaza”22.

De lo anterior se deduce que la sociedad de consumo no implica ya tener consumidores como objetos de con-sumo ni tampoco consumidores consumados, sino consu-midores insaciables, siempre dispuestos a consumir algo más. Por ello, “una sociedad de consumo requiere crear al consumidor, no solamente creándole necesidades artificiales a través de las tecnologías de la comunicación, sino además dotándolo de capacidad de consumo”23.

Si bien esto podría explicar cómo los grupos criminales hacen uso de la violencia extrema en tanto ésta se muestra como un producto deseable y atractivo, apostando por despertar la emoción consumista, el punto de conexión en el análisis de Bauman descansa en el “fetiche de la subjetivización”. En este sentido, la violencia/destrucción difundida en la era digital y consumida masivamente “sería la aspiración por escapar a lo social”24, de reafirmar el Yo ante las imposiciones de lo social (de-subjetivización), ahora social-virtual (nuevas subjetividades)25.

21 Ibidem, p. 86.22 Ibidem, p. 135.23 Muñoz, Jesús Antonio, “Sistemas…, op. cit, p. 444.24 Martuccelli, Danilo. “Dos hipótesis a propósito de la violencia

extrema: la subjetividad y la energía”. Política y sociedad, vol. 48, núm. 3, España, 2011, p. 441.

25 Véase Gil Juárez, Adriana et al. “Consumo de tic y subjetividades emergentes: ¿problemas nuevos? Intervención psicosocial, vol. 19, núm. 1, Madrid, marzo de 2010.

17 Enrique Alonso, Luis. “Estudio introductorio. La dictadura del signo o la sociología del consumo del primer Baudrillard”. Baudrillard, Jean. La socie-dad de consumo. Sus mitos, sus estructuras. Madrid: Siglo XXI, 2009, p. lvi.

18 Forrester, Viviane. Una extraña dictadura. Argentina: fce, 2000, p. 15.19 Bauman, Zygmunt. Vida de consumo. México: fce, 2007, p. 29.20 Muñoz, Jesús Antonio. “Sistemas punitivos y sociedad de consumo”.

Alvarado, Alfonso Reyes et al., Dogmática y criminología. Dos visiones comple-mentarias del fenómeno delictivo. Colombia: legis, 2005, p. 422.

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En este nuevo tipo de sociedad, aparentemente de la abundancia y del bienestar, sólo puede responder un nuevo tipo de reivindicación liberadora, en este caso, “el repudio de la sociedad de consumo que adquiere la forma violenta y erostrática26, o no violenta y dimitente”27.

En este sentido, en las sociedades actuales “implica presentar esa violencia como mercancías, como bienes consumibles”28. Los videos de narcotortura, impregnados de una violencia hiperreal destinada a des-identificar al otro, sea decapitando, desollando o descuartizando, se presenta-rán no tanto para sublimar las pulsiones del hombre sino para impedir la irrupción de la ambivalencia del deseo y el goce en la sociedad de consumo. De esta manera, el estilo narco se presenta también como bien de consumo.

La violencia como medio para la lucha de poder: de decapitados, colgados y descuartizados

Desde hace tiempo se habla del delito, particularmente en las prácticas del narcotráfico y en general del crimen organizado, visto como un corporativo transnacional que obedece a los cambios en los modos de producción capi-talista. De esta forma se han adoptado nuevos procesos de la empresa criminal relacionados con la introducción de las nuevas tecnologías de la información y las formas de orga-nización de la producción. Es así que la lógica de la empresa criminal no ha escapado a la inercia de los cambios que han adoptado las diferentes industrias legales; por el contrario, se han adoptado a las nuevas dinámicas del neoliberalismo, a saber:

Forma de organización: horizontal, con un ámbito de competencia no sólo nacional sino a nivel global, con mercados inestables así como con una competencia y una movilidad geográfica alta.

Mano de obra y características de la fuerza de trabajo: relaciones laborales de colaboración, con un perfil no especializado sino con un aprendizaje continuo.

Característica de la producción: Ya no es tanto de recursos materiales sino de la información y el conocimiento de

los recursos. Existen alianzas y colaboraciones en rela-ción con otras empresas, y se pasa de la mecanización a la digitalización.

Características de la infraestructura: Utilización de las técnicas de información, así como de los flujos organi-zacionales en red29.

Como se puede observar, las “nuevas empresas” de-pendientes de este nuevo mercado global, digital y flexible, han dejado detrás a esos consorcios piramidales, rígidos y torpes para convertirse en empresas con alta competitivi-dad, sin límites espaciales ni temporales, y con una formación altamente compleja debido a su flexibilización y mutación a un sistema de redes.

Por su parte, también los grupos criminales en México han dejado de ser estructuras verticales para convertiste con mayor frecuencia en pequeños grupos horizontales, sin conocimiento entre sí, pero formados en una compleja red30; asimismo, han dejado lo local para insertarse en el nuevo mercado global31. De igual forma han logrado la escalada de la supresión32 de la competencia33, también

29 Johansson, Bórje et al. (eds.). “Theories of Endogenous Regional Growth, Lessons for Regional Policies”. Rózga, Luter, Ryszard y Renata Julliana Ruiz Gutiérrez. Nuevas tendencias económicas y territoriales del desa-rrollo industrial en la zona Poniente del Estado de México. México: Universidad Autónoma del Estado de México, 2005, p. 39.

30 Un ejemplo de una estructura horizontal y celular es el cártel de Los Zetas –antes grupo armado del Cártel del Golfo–. De acuerdo con Manwaring, este grupo mantiene una estructura multi-capas y en red a través de círculos concéntricos horizontales. Véase G. Manwaring, Max. “A New Dynamic in the Western Hemisphere Security Environment: The Mexican Zetas and Other Private Armies”. Estados Unidos Strategic Studies Institute, 2009, pp. 19-22.

31 De acuerdo con Buscaglia, con la firma en el 2000 de la Convención contra la Delincuencia Organizada Transnacional, los países firmantes reconocieron que a principios de este siglo la actuación de los grupos del crimen organizado en su mayoría poseen, a través del lado oscuro de una globalización creciente, una dimensión internacional que les ha generado ganancias exponenciales. Buscaglia, Eduardo. “Vacíos de poder en México. Cómo combatir la delincuencia organizada”. DEBATE, México, 2013, p. 210. Véase Rodríguez, Cynthia. “Contacto en Italia. El pacto entre Los Zetas y la ́ ndrangueta”. DEBATE, México, 2009. Véase Castillo, Gustavo y Jesús Aranda. “El cártel de Sinaloa tiene presencia en tres continentes”. La Jornada, México, 23 de febrero de 2014, p. 6. Consultado en <http://www.jornada.unam.mx/2014/02/23/politica/006n3pol>.

32 Véase Guerrero Gutiérrez, Eduardo. “Narcotráfico, S. A”. Revista Nexos, núm. 12885, México, 1 de enero de 2009, p. 1. Consultado en <http://www.nexos.com.mx/?p=12885>.

33 De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Na-cional de Seguridad Pública (sesnsp), los delitos de alto impacto –como el homicidio doloso, el robo con violencia, la extorsión y la privación ilegal de la libertad– tuvieron un incremento importante desde el año 2006.

26 Véase Sartre, Jean Paul. “Eróstrato”. Sartre, Jean Paul. El muro. México: Grupo Editorial Tomo, 2012, pp. 56-73.

27 Baudrillard, Jean. La sociedad de consumo. Sus mitos, sus estructuras. Madrid: Siglo XXI, 2009, p. 224.

28 Baudrillard, Jean. La sociedad de consumo. Sus mitos, sus estructuras, p. 226.

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se han dado colaboraciones o alianzas estratégicas entre distintos cárteles como forma de obtener mayor poder frente a organizaciones rivales34. Finalmente se ha acre-centado la utilización de la información y la comunicación como herramientas de trabajo (medios impresos y medios electrónicos), a través de los cuales los grupos criminales envían mensajes35.

El objetivo de esta herramienta de trabajo ha sido la lucha por el poder, y por ende el control del ciclo capitalista (producción, circulación, intercambio y consumo) de los tráficos (drogas, armas, personas, órganos, bienes culturales y recursos naturales) y de la violencia.

Así pues, los grupos criminales organizados han utiliza-do las Tecnologías de la Información y la Comunicación para difundir el ejercicio de la violencia. A partir de entonces se han atestiguado las múltiples formas de sacrificio: deca-pitados, desollados, descuartizados, encobijados, colgados,

calcinados, degollados, entambados, encajuelados, pozolea-dos, entre otros. La muerte a la carta en la sociedad del consumo.

La nota roja –antes en apartados solitarios y especia-lizados– hoy colma gran parte de los contenidos temáti-cos de diarios, revistas y noticieros; encabezan periódicos y portadas de revistas, así como programas de televisión y productos cinematográficos. Esta producción mediática y su auge, lejos de responder a la preocupación y ocupación reflexiva y crítica de estas cuestiones criminales, responde a los dictados de la economía de mercado, centrados en el consumo, la acumulación y la “barbarie estética”36, tan atrayente como la propia finitud mortal que se representa en la violencia gráfica.

En nuestros tiempos, “la economía-red, en lugar de intercambiar la propiedad de capital físico, núcleo en su momento del modo de vida industrial […] el capital in-telectual es la fuerza motriz; los conceptos, las ideas, las imágenes […] La riqueza ya no reside en el capital físico sino en la imaginación y la creatividad humana”37. Las imágenes y los videos mostrados por las organizaciones criminales constituyen el nuevo capital intelectual que genera ganancias, consumidores, adeptos, y por supuesto una barbarie estética. La violencia como expresión mítica se hace seductora38 y por tanto, mercancía.

Este proceso es aprovechado por las organizaciones criminales, quienes, emulando los tiempos de la Santa In-quisición y de la plaza pública para mostrar el castigo de los herejes, utilizan el Internet para mostrar al consumidor el castigo ya no por el daño al dogma católico, sino por el daño a los suscritos del mercado criminal (descubrimien-to y revelación de secretos de empresa, malversación de activos, fraude, soborno, corrupción, robo de datos y/o mercancía).

De esta manera, la exposición de videos encuentra prestigio entre las organizaciones criminales por medio

Entre las razones de tal violencia exponencial, de acuerdo con Guillermo Pereyra, se pueden citar tres: relaciones específicas entre soberanía y gubernamentalidad, que configuran el mercado de drogas en general; las guerras entre cárteles, y el combate del gobierno de Calderón contra el narcotráfico. Pereyra, Guillermo. “México: violencia criminal y guerra contra el narcotráfico”. Revista Mexicana de Sociología, unam-iis, vol. 74, núm. 3, julio-septiembre de 2012, p. 430.

34 Es conocida la alianza contra Los Zetas, misma que comprendió la colaboración entre los cárteles de Sinaloa, del Golfo y de la Familia Michoacana en 2010. De acuerdo con la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (dea, por sus siglas en inglés), luego de la muerte de Ezequiel Cár-denas Guillén durante un operativo en 2010, los tres cárteles decidieron unirse para atacar al grupo de Los Zetas. Otro ejemplo es el hecho de que, según información federal, desde mediados de 2007 existe una alianza entre Arturo Beltrán (miembro de los hermanos Beltrán Leyva) y Los Zetas. De forma inversa, también es sabido el rompimiento de la alianza entre los cárteles de Juárez y Sinaloa, que implicó que en tiempo reciente Juárez se convirtiera en una zona violenta. “Atrás –dirá Ravelo– parecen haber quedado las viejas reglas del narcotráfico cuando se presentaban pugnas entre capos y cárteles. Hoy la dinámica narcoempresarial de los cárteles resulta impresionante: las alianzas no duran mucho, si acaso unos cuantos días o el tiempo que lleva recibir o cruzar un cargamento, después de lo cual cada grupo regresa a sus posiciones de combate”. Ravelo, Ricardo. El narcotráfico en México. Historia e historias de una guerra. México: Grijalbo, 2011, p. 73.

35 El 24 de marzo de 2011, más de treinta medios de comunicación fir-maron el Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia del Crimen Organizado. Entre sus objetivos, el Acuerdo estableció mecanismos que impidieran que los medios se convirtieran en instrumentos involuntarios del crimen organizado. Desde entonces se creó el Observatorio de los Procesos de Comunicación Pública de la Violencia (aciv), el cual ha emitido informes cada cierto periodo. En su primer informe se decía que los medios deben evitar difundir imágenes y símbolos utilizados por la delincuencia organizada para transmitir sus mensajes o difundir el miedo, tales como fotografías de cuerpos desmembrados, con personas decapitadas o cuer-pos con señales de tortura. Asimismo, que debían evitar utilizar el léxico o jerga empleado por los delincuentes, tales como “levantón”, “plaza”, “sicario”, “narcofosa”, narcomanta” (en general el prefijo “narco”).

36 Para Lipovetsky, nuestra época es testigo de una inundación de imá-genes vulgares y pornográficas, así como de actos colectivos y actuaciones que llevan el “haz lo que te plazca” a su culminación. Lipovetsky, Gilles. La felicidad paradójica. Ensayo sobre la sociedad de hiperconsumo. Barcelona: Anagrama, 2007, p. 341.

37 Rifkin, Jeremy. La era del acceso. La revolución de la nueva economía. España: Paidós, 2002, pp. 14-15.

38 Para el criminólogo húngaro Dennis Szabo “la imagen del hombre criminal, como la del hombre lobo u otros seres maléficos, ronda por el subconsciente de los humanos desde tiempo inmemorial. Esta imagen evoca en nosotros una ambivalencia fundamental […] ¿Por qué? [...] Es porque el criminal está esencialmente fuera de nosotros. Pero también está, paradójicamente, en nosotros”. Szabo, Denis. Criminología y política en materia criminal. México: Siglo XXI, 1980, p. 19.

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de la difusión de la crueldad impresa a sus enemigos. Es una forma publicitaria de la atrocidad de la narcoviolencia, de la lucha por los territorios y las rutas, de las plazas y los mercados, del castigo y la venganza de los enemigos. Así, el narcotráfico ha mostrado, a través de sus acciones, la inclusión de la violencia como una forma sistemática de resolver los problemas que aquejan su actividad, hacien-do de la publicidad masiva de sus crueldades un sistema simbólico-subjetivo por el cual se transmiten mensajes a las bandas rivales y a los consumidores.

La lucha de los narcotraficantes también se presenta virtual e inmaterial, pero ante todo simbólica. Las vio-lencias visuales mostradas por la red, los mensajes que se mandan después de cercenar la cabeza de un rival, y la respuesta sangrienta de la otra organización no constitu-yen otra cosa que una lucha simbólica-subjetiva entre los cárteles de nuestro país difundida por el Internet.

Reflexiones finales

El fin de lo social, de los límites espacio-temporales, de la inmortalidad, así como de lo corpóreo y de la identidad, son cuestiones que deben ser debatidas a consecuencia de la implantación de estas Tecnologías de la Información y la Comunicación.

Si bien el hombre, dirá Ortega y Gasset, es un animal técnico que adapta el medio a su naturaleza39, es claro que quien posee la ciencia y la tecnología no ha sido neutral ante los designios de la economía y de la política –centradas en la dominación–. A pesar del romanticismo humanista mos-trado por el filósofo español40 –para quien hombre, técnica y bienestar son sinónimos– la técnica expresada en la razón, en términos de Horkheimer, deviene enfermedad desde su origen al estar centrada en el deseo del hombre de dominar la natu-raleza41. Con ello, el principal instrumento de la destrucción de la naturaleza pasaría de ser la misma naturaleza (pestes, invasiones de insectos, tormentas, inundaciones, terremotos) al resultado de la ciencia aplicada por el hombre42 (genocidios, guerras, cambios climáticos, pobreza, enfermedades, desastres nucleares, desempleo, etcétera).

Las tic juegan un papel fundamental no sólo en la digitalización de la vida, en la virtualidad del espacio o en la inmortalidad del tiempo como categoría, sino en “inau-gurar una era que hoy quizá esté llegando a su fin: la del Hombre”43.

En este sentido, la violencia que hoy se vive no sólo en nuestro país sino en el mundo entero no puede ser comprendida sino como un proceso de deshumanización, una ola desenfrenada en la cual el éxito monetario y la lucha por el poder de las empresas criminales han sido bienes idealizados, un mundo desbocado por conseguir aquellos premios que el mercado promete (éxito basado en lo económico y estilo de vida exitoso basado en la vanguardia tecnológica, en la punta de las nuevas modas; gozar del reconocimiento y de la aceptación social), pero que pocos pueden alcanzar. De esta manera el mercado y los mass media han creado un arquetipo que pocas personas pueden lograr bajo una sociedad necesitada como en la que vivimos, donde las oportunidades de encontrar un empleo bien remunerado son escasas, donde acceder a estudios superiores es un verdadero triunfo, en la cual alcanzar un nivel de vida que satisfaga las necesidades básicas es todo un logro. Bajo este panorama, indudablemente es que se ha incubado la violencia que padecemos en el mundo.

Las organizaciones criminales en nuestro país –princi-palmente las violencias de los tráficos– han aprovechado esta situación siendo, en muchos de los casos, una oportu-nidad de acceder a los sueños del supuesto éxito. El crimen organizado no sólo constituye una opción económica para ciertos sectores de la sociedad, sino también una opción cultural; es decir, bajo su propia dinámica ilegal se ha cons-truido una serie de estructuras culturales con la suficiente potencia para reclutar seguidores-consumidores. Como prueba de ello tenemos el fenómeno lingüístico-cultural del prefijo narco (el narcocorrido, la narcovestimenta, las narconovias, la narcopolítica, la narcoviolencia, los narcovi-deos, la narcoliteratura, entre otros).

¿Qué se ha hecho ante este escenario? Dos de las ac-ciones puestas en marcha hasta el día de hoy, con el objetivo de contrarrestar esta violencia que invade lo virtual, han sido por un lado la creación de una policía cibernética44 que

39 Ortega y Gasset, José. Meditación de la técnica. Madrid, 1965.40 Véase Cordero del Campo, Miguel Ángel. “La idea de la técnica

en Ortega”. Revista de estudios Orteguianos, núm. 5, España, noviembre de 2002.

41 Horkheimer, Max. Crítica de la razón instrumental. Argentina: Sur, 1973, p. 184.

42 Lukacs, John. El fin de la edad moderna. México: Organización Editorial Novaro, 1970, p. 182.

43 Sibilia, Paula. El hombre postorgánico. Cuerpo, subjetividad y tecnologías digitales. Argentina: fce, 2005, p. 10.

44 Dentro de la estructura de la Policía Federal, de acuerdo con el Reglamento de la Policía Federal, se cuenta con la Coordinación para la Prevención de Delitos Electrónicos, a la cual le corresponde, entre otras funciones, vigilar, identificar, monitorear y rastrear la red pública de Internet con el fin de prevenir conductas delictivas.

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prevenga e investigue las conductas delictivas, y por otro la aplicación de políticas de censura45, ya sea de los gobiernos directamente o por intermediación de los administradores (YouTube, Facebook, Blog) para retirar las imágenes, los videos y los mensajes que, en cierto sentido, pudieran trastocar los “valores sociales”, “la estabilidad política o de seguridad” (véase Imagen III).

saba vulgarmente. Por el contrario: son personas que por su propia actividad se encuentran organizadas de tal manera que hace necesaria su especialización y manejo de ciertas técnicas; por ejemplo, el uso de las nuevas tecnologías.

Es terrorífico encontrar en la red una serie de videos en los cuales se exponen las torturas que se imprimen entre bandas rivales de narcotraficantes. Este hecho tiene su lógica

45 De acuerdo con un estudio de Opennet Initiative, promovido por las universidades de Cambridge, Harvard, Oxford y Toronto, existe censura en al menos 25 países. El estudio señala tres tipos de censura: la política, la social y la censura centrada en el concepto de seguridad nacional.

46 El país más poblado en 2013 fue China, con mil 360 millones de personas; le sigue la India, con mil 276 millones; Estados Unidos con más de 316 millones; Indonesia con 248 millones, y Brasil con 195 millones.

Imagen III Mapa mundial sobre la censura del Internet

Fuente: Opennet Initiative, Internet Censorship World Map 2011, oni.

No Censura

Algo de Censura

Bajo Vigilancia

Censura Persistente

Ambas, como suele suceder en el ámbito político-jurí-dico, se dirigen a la prohibición, lo que implica jugar en línea hiperdelgada con el derecho de acceso a la información y la libertad de expresión. El objetivo central de esta medida es el control del mundo virtual, y con ello de la información y la comunicación de los más de 2 mil millones de internautas; es el lugar más poblado del mundo46.

En ese sentido, la difusión de la narcotortura por las or-ganizaciones criminales responde a una lógica económica de mercado centrada en eliminar la competencia utilizando las nuevas herramientas tecnológicas. Hoy en día, las personas que integran las organizaciones criminales no son aquellos bárbaros desarrapados con poca instrucción como se pen-

en la necesidad que tienen los grupos enemigos de difundir sus atrocidades como medida preventiva; es decir, una forma de exponer al mundo lo que son capaces de hacer si se les daña de alguna forma, ya sea por una traición o por defender una ruta o territorio. Es una forma de hacer llegar a todos los rincones del planeta las medidas correctivas que tendrán si alguien se entromete en sus negocios.

Si en tiempos anteriores la Santa Inquisición utilizaba la plaza pública para mostrar el castigo de los herejes, en nuestros días se utiliza el Internet para mostrar al mundo el castigo que recibirán los enemigos del tráfico de drogas y de sus organizaciones criminales. Pero la exposición de dichos videos también tienen otra finalidad: encontrar prestigio entre las organizaciones criminales por medio de la difusión de la crueldad impresa a sus enemigos. Es una forma de difundir la capacidad de atrocidad de la narcoviolencia; de la lucha por los territorios y las rutas, plazas y mercados; del castigo y la venganza. El crimen organizado ha mostrado, a través de sus acciones, que ha incluido la violencia como una forma sistemática de resolver los problemas que aquejan

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su actividad; de esta manera, la publicidad masiva de sus crueldades constituye un sistema simbólico por el cual se transmiten mensajes a las bandas rivales.

Las formas de expresión de la violencia han cambiado: se han incrustado en las nuevas lógicas de lo virtual, de lo inmaterial. A las viejas dinámicas de luchas territoriales se les ha añadido una nueva lucha por el espacio, por la hegemonía del poder. De esta manera, la evolución de la dinámica de la empresa criminal se ha adaptado a las nuevas expresiones de la tecnología y las representaciones simbólicas de los emporios criminales.

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