del otro lado del muro

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro 1 30 Mayo 2013 ANGELICA ROCIO HERNANDEZ PEREZ

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Mi nombre es Dorian, no apellido. Simplemente Dorian.Vivo en un internado en el que solo hay hombres.Del otro lado de la muralla hay mujeres.No tengo familia, tengo dos amigos, un cocinero y una... persona....Lo único que me hacía sentir vivo eran los libros. Hasta que ella apareció.Mi nombre es Violeta, no apellido. Solo Violeta, o Vi, que es como mi mejor amigo suele llamarme.Vivo en un internado en el que solo hay mujeres.Del otro lado de la muralla hay hombres.No tengo padres, tampoco hermanos. Mis únicos amigos son una institutriz y...¿Puedes guardar un secreto?.Está prohibido que nos comuniquemos con lo que hay del otro lado de las murallas.Pero mi mejor amigo vive ahí y comparte mi amor por los libros.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

1 30 Mayo 2013

ANGELICA ROCIO HERNANDEZ PEREZ

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

2 30 Mayo 2013

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

3 30 Mayo 2013

AGRADECIMIENTOS

Siempre habrá demasiadas personas a las cuales agradecer.

A Dios, por todo. Por la vida.

A mi madre, por las lecturas en voz alta a las que la expongo.

Y por apoyarme y darme ánimos para escribir esta historia,

porque si no fuera por ti, ni siquiera la habría comenzado.

A mi papá, por esos buenos momentos.

A mi hermano, porque me apoyas en estos locos momentos.

A mi hermana, por ser ese escalón al cielo.

Con todo el amor de mi corazón: Gracias.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

4 30 Mayo 2013

DEDICATORIA

A mi Abue hermosa preciosa, que sin importar la edad, sigue

siendo una niña y nos muestra que así debe ser siempre, que

no debemos dejar ir al niño que llevamos dentro.

A Kaleb y al otro bebe a bordo. Bienvenidos sean a todos estos

mundos.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

5 30 Mayo 2013

RESEÑA

Mi nombre es Dorian, no apellido. Simplemente Dorian.

Vivo en un internado en el que solo hay hombres.

Del otro lado de la muralla hay mujeres.

No tengo familia, tengo dos amigos, un cocinero y una... persona.

...Lo único que me hacía sentir vivo eran los libros. Hasta que ella apareció.

Mi nombre es Violeta, no apellido. Solo Violeta, o Vi, que es como mi mejor amigo

suele llamarme.

Vivo en un internado en el que solo hay mujeres.

Del otro lado de la muralla hay hombres.

No tengo padres, tampoco hermanos. Mis únicos amigos son una institutriz y...

¿Puedes guardar un secreto?

Está prohibido que nos comuniquemos con lo que hay del otro lado de las

murallas.

Pero mi mejor amigo vive ahí y comparte mi amor por los libros.

El mundo paso por una catástrofe que lo destruyo. Pocas son las personas que

pueden hacer algo por el nuevo orden.

Se alzaron muros que dividen a una sociedad controlada de una liberal.

Él es un chico de que fue criado por un mentor.

Ella fue criada por institutrices.

Vienen de mundos diferentes.

Sin saberlo... sus vidas se cruzaran y tomaran decisiones que podrían construir o

destruir lo poco que queda de la humanidad.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

6 30 Mayo 2013

INDICE

PREFACIO……………………………………………………..…..8

CAPITULO 1.- VIOLETA……………………………………...…9

CAPITULO 2.- DORIAN………………………………….…….30

CAPITULO 3.- VIOLETA……………………………………….43

CAPITULO 4.- DORIAN…………………………………….….50

CAPITULO 5.- VIOLETA……………………………………….64

CAPITULO 6.- DORIAN…………………………………….….70

CAPITULO 7.- VIOLETA……………………………………….76

CAPITULO 8.- DORIAN…………………………………….….80

CAPITULO 9.- VIOLETA……………………………………….87

CAPITULO 10.- DORIAN………………………………...…….91

CAPITULO 11.- VIOLETA………………………………..…….96

CAPITULO 12.- DORIAN……………………………….…….101

CAPITULO 13.- VIOLETA…………………………………….105

CAPITULO 14.- DORIAN……………………………….…….108

CAPITULO 15.- VIOLETA…………………………………….111

CAPITULO 16.- DORIAN……………………………….…….116

CAPITULO 17.- VIOLETA…………………………………….122

CAPITULO 18.- DORIAN……………………………….…….129

CAPITULO 19.- VIOLETA…………………………………….133

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

7 30 Mayo 2013

CAPITULO 20.- DORIAN………………………………….….140

CAPITULO 21.- VIOLETA…………………………………….145

CAPITULO 22.- DORIAN………………………………….….149

CAPITULO 23.- VIOLETA…………………………………….154

CAPITULO 24.- DORIAN………………………………….….160

CAPITULO 25.- VIOLETA…………………………………….165

CAPITULO 26.- DORIAN……………………………….…….170

CAPITULO 27.- VIOLETA…………………………………….179

CAPITULO 28.- DORIAN……………………………….…….187

CAPITULO 29.- VIOLETA…………………………………….196

CAPITULO 30.- DORIAN……………………………….…….208

CAPITULO 31.- VIOLETA…………………………………….217

CAPITULO 32.- DORIAN……………………………….…….232

CAPITULO 33.- VIOLETA…………………………………….258

CAPITULO 34.- DORIAN………………………………….….273

CAPITULO 35.- VIOLETA…………………………………….282

CAPITULO 36.- DORIAN……………………………….…….287

CAPITULO 37.- VIOLETA…………………………………….295

CAPITULO 38.- DORIAN……………………………………..303

CAPITULO 39.- VIOLETA…………………………………….312

CAPITULO 40.- DORIAN……………………………………..317

EPILOGO.- ……………………………………………………...323

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

8 30 Mayo 2013

PREFACIO

El ser humano es algo tan indefenso, predecible, vulnerable, y un detalle

más... todos son iguales. Y cuando todos son exactamente iguales le temen a

lo que es diferente y por consecuencia puede haber dos posibles reacciones:

Uno: Se paralizan.

Dos: Atacan.

Esto los hace débiles y fáciles de manipular por cualquiera que tenga la

capacidad de liderazgo, pero cuando esa capacidad flaquea, cuando todos

ven a su líder... destruido, es en ese momento que buscan un nuevo ídolo,

sin importar quién o como sea, siempre y cuando este les ofrezca algo mejor

que el anterior.

¿Pero qué pasa cuando este nuevo líder se alza por encima de todos?

Y no lo hace por voluntad propia, también está siendo utilizado... no,

corrección no somos el líder, somos los títeres, el ídolo al que todos quieren

seguir, y todo por que nacimos diferentes, no somos iguales a todos... al

principio creí que era algo que estaba mal con nuestros cerebros, pero ahora

ya no sé qué pensar, lo único que se sabe es que nos amamos... aunque nadie

ahora sepa que es eso, es un sentimiento que se dejó de lado hace mucho

tiempo, cuando la lucha por el poder y el control de la población lleno los

corazones de los humanos...

La expectativa flota con la tensión del ambiente... sea cual sea la decisión que

ellos tomen, paralizarse y ser sometidos de nuevo por otro régimen, o atacar

y que la guerra destruya lo poco que queda, no importa que pase... estamos

en medio y no hay vuelta atrás.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

9 30 Mayo 2013

CAPITULO 1

El gran día estaba por llegar, pronto cumpliría dieciocho.

La institutriz estaba furica.

Temí toda mi vida porque este día llegara, y sin embargo ahí estaba...

¡Violeta! ¡Más te vale que bajes ahora mismo! gritaron desde el piso de abajo.

Me gire en la cama y puse la almohada sobre mi cabeza, no quería escucharla.

Me levante muy a mi pesar.

Hoy sería el gran día en que me presentarían a mi pareja, yo no quería conocerlo,

no quería casarme con él un completo desconocido...

Han pasado muchos años desde "la gran perdida" cuando la guerra estallo y dejo

unos pocos sobrevivientes. A partir de ahí se establecieron limites en la sociedad;

son cuatro las personas que gobiernan sobre nosotros, ellas toman las decisiones de

todo.

La sociedad se dividió en dos; una gran muralla dividía todo, un territorio

pertenecía a los hombres y otro a las mujeres. A nosotras nos criaban institutrices y

no tengo idea de cómo funciona el sistema de ellos. Nos separan de nuestros

padres al nacer, a quienes por cierto también los obligaron a elegir pareja. Las

parejas casadas viven en otra zona, una más pequeña. Cuando se hacen viejos o no

pueden tener hijos los echan del territorio a la tierra de nadie, más allá de las

murallas.

Cuando cumplimos los dieciocho años nos presentan a la persona con la que nos

casaríamos para después tener hijos y que ellos los alejaran de nosotros.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

10 30 Mayo 2013

No quería, definitivamente no me casaría, no estaba emocionada como las demás

chicas con respecto a esto... cumplirían años en siete días.

Me puse el largo vestido gris, clásica vestimenta del territorio femenino.

No sabía cómo se vestían los hombres, solo hemos visto uno, llevaba puesto un

pantalón negro y una camisa gris. Supuse que así lucirían todos, el hombre iba una

vez cada año para verificar los resultados de las pruebas.

Los gobernantes tienen un expediente que va desde que naces, quienes son tus

padres, todo lo que has hecho, tus logros, tus fracasos, tu expediente médico...

TODO.

El hombre se llevaba nuestros documentos y después volvían por las chicas para

hacerles las pruebas correspondientes y si servían las presentaban con el chico que

tenían más en común y si no servían para tener hijos las enviaban a la tierra de

nadie. Lo mismo pasaba con ellos.

Salí de la habitación y baje las escaleras.

Abajo estaba la institutriz, estas no tenían nombre, solo las llamábamos así y ya;

casi siempre estaban enfadadas y en una ocasión escuche un rumor de que ellas

eran mujeres que no servían para tener hijos. Pero claro era solo un rumor...

¡Tardaste demasiado! ¡Esta frio ahora! espetó aventándome un plato con un

extraño guisado color verde.

Hice una mueca de asco.

En realidad no tengo hambre aleje el plato.

¡Bien! pero no te servirán nada hasta la hora de la cena escupió.

Asentí y salí del comedor.

Salí del internado y entre en el jardín donde olía delicioso: a rosas.

La institutriz mayor se hacía cargo de todo quien era más mala que las demás, a

nadie le gustaba hablar con ella, lo cual solo era posible si estabas en problemas...

Pero no todas las institutrices eran malas.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

11 30 Mayo 2013

Cuando llegue al internado a la edad de seis años (fue cuando me separaron de las

demás niñas porque era lo suficientemente mayor) una mujer me recibió con los

brazos abiertos su nombre era Beatriz ella me lo dijo lo cual era extraño porque

normalmente nos pedían ser llamadas institutriz o maestra.

Recuerdo muy bien el ultimo día que vi a Beatriz.

Ella era fantástica; me llevaba libros a mi dormitorio y hablábamos sobre ellos.

Gracias a ella conocí la fantasía, historias de amor, aventuras, ficción, amistad... Me

enseño que puedo soñar y que puedo vivir mil vidas y no solo una.

Una noche mientras dormía alguien cubrió mi boca y desperté.

Quise gritar pero vi que la mano le pertenecía a Beatriz, quien me hizo señas de

que callara.

Asentí y retiro la mano.

Beatriz era hermosa; cabello lacio y castaño, piel color ceniza, ojos grandes y de

color marrón y siempre la acompañaba una sonrisa amigable. Solo que esa noche

su sonrisa no estaba.

En ese tiempo yo tenía quince años.

Sígueme dijo casi en un susurro.

Me puse zapatos y el vestido gris.

La seguí hasta fuera del internado donde la muralla colindaba con otra; hacia la

derecha estaba el lugar donde vivían los hombres y hacia enfrente una parte de la

tierra de nadie y justo en el centro de estas tres había un hueco.

¿Qué está pasando Beth? pregunté. Le había dado ese apodo desde que la

conocí.

Escucha bien, me van a sacar de aquí explicó.

Me estremecí pero no dije nada.

Ya no quieren que sea institutriz. Me iré antes de que se deshagan de mí, pero

quería dejarte algo. No puedo llevarte conmigo porque es peligroso. Este lugar

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

12 30 Mayo 2013

dijo mientras apuntaba al hueco Es donde consigo tus libros además de otras

cosas, puedes venir aquí una vez por semana y te traeré más ¿De acuerdo?

Asentí.

¿Quién los trae? ¿A dónde iras? había tantas preguntas pero solo decidí hacer

esas dos.

Mi hermano. Si te vuelvo a ver te explicare todo cariño acaricio mi mejilla con su

mano Pero ahora no tengo tiempo, iré afuera esperando encontrar apoyo.

Asentí.

Ambas llorábamos, yo por la pérdida de mi amiga y ella... bueno no tenía idea de

porqué lloraba ella. Nos abrazamos y duramos así un momento.

Después me pidió que regresara al internado ya que ella debía irse así que la

obedecí.

A la mañana siguiente todas dentro de la institución corrían por todas partes

buscando a Beatriz.

Solo yo sabía dónde había ido y no se lo diría a nadie.

Pasó una semana y ya no la buscaban. Tal vez la daban por muerta.

Yo esperaba con todo mi corazón que ella estuviera a salvo.

Volví al lugar donde me dijo que podía conseguir los libros, atravesé el bosque

para poder llegar, por eso era un lugar seguro, nadie nunca llegaba hasta ahí y

según Beatriz era un punto ciego para las cámaras.

Había un libro con pastas rojas en el centro del hueco.

Me apresure a tomarlo. Estaba muy asustada de ir ahí sola.

Lo jale pero opuso resistencia, decidí tomarlo de más atrás y metí la mano en el

hueco. Algo rozo con ella, la retire rápidamente mientras reprimía un grito. El

hueco era lo suficientemente grande como para que un par de manos cupieran en

él. Caí al suelo casi hiperventilando... debía correr.

Me levante rápidamente

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

13 30 Mayo 2013

¡Por favor no te vayas! ¡No quise asustarte! nunca había escuchado una voz

como esa ¡Ten! algo empujo el libro y este cayo a mis pies.

¡Quédatelo! pero por favor no grites pidió.

Mi curiosidad pudo más.

¿Quién eres tú?pregunté.

Una especie de risa sofocada se escuchó desde el otro lado de la barda.

Pensé que eras Beatriz comentó.

¿La conoces? dije.

No, no realmente. Conozco su voz respondió.

Asentí, eso tenía un poco más de sentido.

Mi nombre es Dorian dijo y una mano salió por el hueco.

¿Qué planeas hacer? pregunte.

¿Te enseñan modales no? En la escuela quiero decir agregó.

Recordaba esa clase. Claro que nos enseñaban modales.

Si respondí un poco confundida.

Debes estrecharla, debes estrechar la mano, me estoy presentando contigo

explicó.

Solté una pequeña risa y estreche la mano. Una corriente eléctrica subió por mi

brazo y se propago por todo mi cuerpo. Sonreí.

Un placer, Dorian dije y tome el libro mientras me levantaba del suelo.

Espera ¿Te vas?

Si, se darán cuenta de que no estoy mire preocupada hacia el internado

Está bien ¿Crees poder terminar el libro para mañana? preguntó.

Mire el encuadernado rojo y lo abrí solo tenía trescientas páginas.

Si ¿Porque?

Su risa se escuchó, era agradable oírla.

Porque aún tengo deseos de leer respondió.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

14 30 Mayo 2013

Ah resople ¿Y esperas que vuelva aquí mañana? Se supone que solo debo

venir una vez por semana mordí mi labio.

Bien, en una semana aquí ¿Si? pidió.

Asentí pero me reprendí inmediatamente. Él no podía verme.

Está bien, adiós dije.

Espera exclamó.

¿Qué?

Tenía mucha prisa ¿Acaso no lo comprendía?

No me has dicho tu nombre ¿O acaso es tan feo que no debe ser pronunciado?

Reí, una risa que nunca había escuchado; parecían campanillas.

Violeta. Mi nombre es Violeta respondí divertida.

Es lindo, adiós Vi dijo.

¿Vi? Me gustaba, nunca había tenido un diminutivo.

Adiós señor Dorian.

¿Señor? ¿Acabas de llamarme señor? su risa se escuchó fuerte.

Vi a través del hueco una sombra. Él se estaba levantando.

Solo tengo quince resopló.

Era de mi edad.

Está bien. Adiós Dorian me despedí.

Corrí lo más rápido que pude. Llegando oculte el libro entre mi vestido, llegue

justo a tiempo para la hora de la cena. Todas estaban ahí, las chicas que pronto

cumplirían dieciocho hablaban sin parar.

Yo solo pude pensar en Dorian el resto de la noche y sin quererlo sonreí.

Atravesé el bosque hasta llegar a la parte en la que colindaban las murallas.

Las visitas se habían hecho diarias desde la segunda vez de nuestro encuentro;

rápidamente me sorprendí de toda la información que Dorian tenía para mí y a él

le gustaba hablar conmigo o al menos eso decía.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

15 30 Mayo 2013

Siempre me pedía que lo visitara al día siguiente... pero hoy seria nuestro último

día juntos. Hoy me presentarían a mi ¿prometido? y me casaría con él para

después olvidarme de Dorian porque él también tendría una esposa.

Llegas tarde me acusó.

Tenía que hacer mi maleta respondí de manera automática.

Me senté en el suelo y me recargue en la barda.

Oh, ¿Tienes algo nuevo? preguntó.

Se refería a los libros. Pude ver a través del hueco que él también estaba sentado.

No respondí.

Realmente me preocupaba esto; ya que Beatriz no nos había traído nada nuevo en

meses. Me estaba preocupando por ella.

¿Estás bien? así era de perceptivo Dorian.

No mi voz se quebró No estoy bien.

¿Mañana es el gran día?

Di un respingo.

No, es hoy. Por la noche me llevaran y ya no poder hablar contigo, lo siento

Dorian dije.

Él no respondió aunque en realidad no esperaba una respuesta.

Comencé a levantarme.

Espera su mano había salido por el hueco No te vayas. Después de todo solo

tenemos hasta hoy ¿No?

Si, solo será hoy respondí.

Bien, siéntate Vi pidió.

Suspire y me senté.

Tengo algo para ti agregó.

¿En serio? ¿Qué es? pregunté curiosa.

¿Siempre tienes que preguntar cosas? bromeó.

Sabes que si replique.

Su risa se escuchó fuerte. En verdad lo extrañaría.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

16 30 Mayo 2013

Pensaba dártelo mañana pero ya que te vas hoy...

No me voy, me llevaran lo corregí.

Como sea... dijo.

Mi estómago hizo un sonido extraño, no me había dado cuenta que tenía hambre.

¿Eso fue tu estomago? su risa se volvió más fuerte.

Si, solo nos han servido esa horrenda pasta verde desde hace semanas, no iba a

comerla, no en mi último día.

Bien suspiró.

Vi por el hueco como se movía.

Ten saco la mano por el hueco.

Extendí la mano y tome lo que me ofrecía. Estaba envuelto en una servilleta.

¡Más te vale que no haya estado guardado en los bolsillos de tu pantalón!

exclamé.

De nuevo su risa. Aun si fuera a casarme o a morir mañana, me gustaría que su

risa seria lo último que escuchara.

Aun así lo comerás respondió Pero no, no estaba en mi pantalón, lo traje en las

manos todo el tiempo.

Bien abrí el pequeño paquete que olía delicioso. Era pastel de chocolate ¿Qué?

A ustedes les dan pastel mientras nosotras morimos de hambre. No parece justo

me queje.

No, también estamos comiendo la cosa verde que parece que se moverá en

cualquier momento bromeó.

No pude evitarlo y reí.

Pero tiene sus ventajas ser el amigo del cocinero dijo.

Ya me había explicado que charlaba con él cuando no estaba aquí conmigo.

Nuestras clases en el internado terminaban cuando cumplimos dieciséis.

¿Te dio más? pregunté.

No ¿Por qué lo preguntas?

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

17 30 Mayo 2013

Amas el chocolate, no pudiste simplemente haberme dado toda la ración

expliqué.

Si, la tienes toda. Después de todo es una despedida ¿No?

Me sentí triste y no respondí.

¿Estas asustada? murmuró.

Más de lo que te imaginas acepté.

Su mano salió por el hueco y entrelace mis dedos con los de él.

Me gustaría estar ahí contigo cuando lo conozcas dijo.

Apreté aún más nuestras manos.

Escuche algo del cocinero. Dijo que todos los de dieciocho estaremos presentes en

las ceremonias dentro de siete días por que al parecer será cuando se case el hijo de

uno de los gobernantes. Es un chico pelirrojo y feo que siempre hurga su nariz o se

rasca el trasero, no es muy inteligente. Y no pude evitar pensar que en siete días es

tu cumpleaños...

¿Quieres decirme que tal vez ese mandril será mi esposo? respingué.

Si Respondió.

Ya me esperaba algo así. No quiero hacerlo, Dorian resoplé.

Tiene sentido que te quieran a ti. El hombre es un idiota y tú eres inteligente.

Tengo miedo admití después de tanto tiempo.

Tranquila, pensare en algo. Lo prometo.

Solté el agarre de nuestras manos y partí el pedazo de pastel en dos dándole una

parte.

No tienes que hacerlo. Ambos sabemos que es inevitable dije.

Suspiró.

Termine de comer el pastel que estaba delicioso. No tenía sentido que pudiera

saber tan rico mientras me sentía tan triste y asustada. Era una cobarde.

Sabes que te quiero ¿No? murmuró.

Sonreí, estire el brazo por el hueco de nuevo y pude sentir su mano apretar la mía.

Si y es agradable escucharlo mi voz se quebró. Estaba llorando.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

18 30 Mayo 2013

No llores pidió.

Me conocía lo suficiente como para conocer mis tonos de voz.

También te quiero, Dorian debía decírselo mientras hubiera tiempo.

No lo digas en ese tono.

¿Cómo?

Como si te estuvieras despidiendo.

Es lo que hacemos. No podemos evitar lo que viene... y sé que mi pareja no serás

tú porque aún no te dicen si tienes alguien que sea compatible contigo...

Tu eres compatible conmigo me interrumpió.

Si, lo sé sonreí un poco y apreté su mano Pero me darán a alguien más.

Evitare que eso suceda. Lo prometo.

Quería creerle pero algo dentro de mí se derretía al comprender que no podíamos

hacer nada; ya que después de todo estaba prohibido lo que habíamos estado

haciendo hasta ahora.

¿También estarás en la ceremonia aunque no tengas pareja? pregunté.

Si, ya me dieron un estúpido traje y todo respondió.

Reí un poco.

Sera fantástico ver eso dije.

Sera gracioso, parezco un pingüino comentó.

Siempre me había imaginado como era pero todas las descripciones que él me

daba no quedaban dentro de mi imaginación. Sentía que era demasiado perfecto.

Sera difícil encontrarte entre todos dije.

Sus dedos aflojaron el agarre.

¡Tengo una idea! exclamó.

Me estremecí ante esto; sus ideas no eran buenas.

Una vez trato de saltar la muralla para verme pero lo atraparon. Duré un mes sin

saber de él. Después se presentó y me dijo que lo habían azotado por tratar de

saltar. Él les dijo que solo trataba de atrapar una ardilla, una excusa patética pero

lo creyeron.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

19 30 Mayo 2013

¿Una idea? pregunte de manera sarcástica.

No te burles, es buena se defendió.

Resoplé y el apretó de nuevo sus dedos contra los míos.

Usaras algo de color azul y yo usare otra cosa en el mismo tono propuso.

Suena bien, excepto que no tengo objetos de color azul y creo que tú tampoco lo

pensé bien Además, no podrás perderme de vista, seré la de blanco bromeé.

Pensé que se reiría de mi chiste pero permaneció en silencio.

Eso no es gracioso se quejó.

Lo sé suspiré.

Quería darte algo. Solo que me gustaría que fuera un regalo. Algo que simbolice

que deberías estar conmigo y no con alguien más. Algo que...

Algo que aclare que soy tuya terminé la frase.

No, no eres mía dijo con decisión.

Solté su mano. Me había dejado sorprendida su respuesta.

Eres dueña de ti misma, ya deberías saber eso. No quiero que te sientas mía,

quiero que seas libre en todos los sentidos y si decides estar conmigo será porque

así lo quieres tú y no porque alguien más te está obligando a hacerlo explicó.

Me acosté sobre la tierra mojada para estar a la altura del hueco, tome su mano y la

coloque sobre mi cara.

Suena muy hermoso como lo dices, pero ambos sabemos que no tenemos

elección murmuré.

Su mano se posó en mi mejilla y después bajo hasta mi cuello. Saco su mano muy

rápido.

¿Pasa algo malo? pregunté confusa.

No, está bien dijo, solo que no sonaba muy convencido.

Puedes decírmelo.

Lo sé suspiró ¿No te vas a reír?

Prometo que no lo hare.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

20 30 Mayo 2013

¿Palabra de lectora? pidió.

Reí. Esa era nuestra promesa irrompible ya que compartíamos el amor por los

libros.

Lo juro por los libros dije.

Su risa me llego de vuelta.

Bien suspiró profundamente Violeta ¿Te gustaría ser mi novia?

Me quede estática y no respondí.

¿Sigues ahí? preguntó.

Sacudí la cabeza para salir de trance.

Si, aquí estoy.

¿Qué respondes?

Que quiero pasar contigo el resto de mi vida exclamé.

¿Eso es un sí? inquirió.

Solté una carcajada.

Si no podía dejar de sonreír.

Dame tu mano pidió.

Metí la mano en el hueco y él puso algo en el centro de esta.

Llévalo puesto siempre, simbolizara nuestro compromiso. dijo.

Saque el brazo y abrí la mano. Dentro estaba un listón negro con un dije colgado;

este tenía la forma de una gota, el color era azul índigo. Había leído lo suficiente

sobre joyas para saber que se trataba de un zafiro.

¡Es hermoso! ¿De dónde lo sacaste?

¿Realmente importa? evadió la pregunta.

A mi si

Resopló.

Siempre preguntando cosas... se quejó Está bien, era de mi madre o al menos

eso me dijeron.

Di un respingo. Cuando teníamos la edad suficiente para cuidar de algo, nos daban

un objeto que pertenecía a nuestros padres y se lo podíamos dar a nuestras

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

21 30 Mayo 2013

respectivas parejas si lo deseábamos, pero si no el objeto nos podía acompañar el

resto de nuestras vidas.

Él me lo estaba dando a mí. Algo que de seguro era su mayor tesoro.

Dorian, no puedo aceptarlo murmuré.

No te estaba preguntando.

Pero...

Pero nada. Quiero que lo tengas, quiero que lleves un pedazo de mi a donde

quiera que vayas su voz se quebró. Estaba llorando.

Está bien dije.

Yo también tenía algo que era de mi madre. Un viejo relicario que siempre colgaba

de mi cuello; este tenía forma de circulo y la parte de dentro sonaba como un reloj,

el decorado de fuera solo tenía un cristal. Lo puse en la palma de su mano.

Es bonito, gracias podía escuchar en su voz como luchaba por sonreír.

Coloque el collar en forma de gota de agua sobre mi cuello (el listón era lo

suficientemente largo como para ocultarse en mi vestido)

Metí de nuevo la mano en el hueco donde él la tomo y la apretó fuertemente.

Pude sentir algo contra ella. Sus labios. ¿Me había besado?

No quise retirarla ya que la sensación era agradable.

Ahora estamos comprometidos dijo.

Voy a extrañarte murmuré.

¿Porque? preguntó. Después de todo nos veremos dentro de siete días, en la

estúpida ceremonia ¿No es cierto?

Si, mirare tu cuello en todo momento buscando el relicario.

Así sabrás encontrarme respondió y apretó mi mano de nuevo.

Las campanas del internado me obligaron a soltarlo. Debía volver para la cena o

tendría problemas y más ahora que estaba llena de tierra por haberme recostado en

el suelo.

Tengo que irme dije casi fuera de mí. Parecía que otra persona era la que

hablaba.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

22 30 Mayo 2013

Lo sé.

Podría dormir aquí... parecía sensato cuando lo pensé, pero el decirlo en voz

alta...

No, vete. No quiero meterte en problemas dijo.

Me levante del suelo donde había estado sentada.

Vi, ¿Puedo preguntarte algo? su pregunta era extraña.

Ya no veía nada por el hueco, Dorian también se había levantado.

Sabes que si puse los ojos en blanco. Aunque le dijera que no él lo preguntaría.

Es vergonzoso considerando que te conozco desde hace tres años...

Suéltalo, Dorian repliqué.

Su risa se escuchó pero me parecía sumamente lejana.

Una parte de mi comprendía que no volvería a escucharla nunca.

¿De qué color son tus ojos? ¿Tu piel? ¿Tu cabello? preguntó.

Resoplé.

¿Acabas de proponerme matrimonio y te parece vergonzoso preguntarme eso?

bromeé. Nuestras risas se escucharon.

Lo que pasa es que tú ya te puedes dar una idea de cómo soy por todas las

preguntas que me has hecho respecto a mi físico pero yo no te lo he preguntado...

supongo que estaba impactado con tu manera de pensar ya que me enamore de

ella... balbuceó.

Está bien. Mi cabello es negro y largo, ligeramente rizado, mi piel es color ceniza

igual que la de todas las chicas aquí ¿Sabes? Nunca nos da el sol.

Si lo sé, el sol tampoco llega a nosotros respondió.

Las campanas sonaron de nuevo.

Tengo que irme me mordí el labio.

¡Espera! Dime el color de tus ojos por favor pidió.

Primero tú.

Ya lo sabes, son azules.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

23 30 Mayo 2013

¿Azul como el mar? ¿O azul como el cielo?

No lo sé y no juegues conmigo, no olvidare la pregunta. se quejó.

Adivínalo.

¿Sabes? Mi vista no funciona muy bien hoy y no puedo ver a través de la

muralla, así que no puedo ver el color de tus ojos había sarcasmo en su voz.

No dije que los vieras, dije que lo adivinaras.

Resopló.

Está bien, dame una pista pidió.

Mmm... Déjame pensar murmuré.

Las campanas sonaron de nuevo. Quería alargar el momento con el todo el tiempo

posible.

Tiene que ver con mi nombre. De hecho por el color de mis ojos me nombraron

así dije.

¿Violetas?

Si.

Quiero verlos.

Deberás esperar siete días.

Parecerán cien años.

Lo sé, tampoco quiero esperar para verte... pero también temo que ese día

llegue...

Pensare en algo. En serio, lo prometo, en siete días pueden suceder muchas

cosas. dijo.

Te quiero, Dorian.

Las campanas dejaron de sonar. Eso significaba que saldrían al bosque a buscarme.

Te quiero, Vi.

Corrí lo más rápido que me permitieron las piernas. Mis lágrimas no me dejaban

ver el suelo que pisaba hasta que caí y raspe mis rodillas con el asfalto del

internado.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

24 30 Mayo 2013

¿Dónde habías estado? inquirió una voz.

Levante la cabeza aun con las lágrimas empañando mi visión.

Ahí estaba la mujer como de treinta años que cuidaba del jardín, era igual a todas

las institutrices con un cabello rubio desteñido asomándose por debajo de un

pañuelo que debía cubrir toda su cabeza, ojos sin brillo y sus facciones que alguna

vez fueron hermosas echadas a perder por los años de amargura.

Me perdí en el bosque susurré.

¡No te creo! ¡Te hemos estado buscando! gritó.

No tenía ánimos de nada, estaba triste por Dorian que lo que pasara conmigo me

tenía sin cuidado.

Me da lo mismo si me crees o no mi voz sonó con la suficiente frialdad como

para congelar a alguien.

¡Vaya! Eres valiente, lo reconozco escupió.

Se acercó hasta mí y tomo mi cabello. Yo aún no me había levantado del suelo y no

trate de soltarme de su agarre; estaba muerta en vida.

Lo jalo tan fuerte que no pude reprimir un grito, tiró más y más fuerte pero no me

levante, no lo haría, después de todo: ¿Que importaba el dolor físico mientras

estabas muriendo por dentro?

Me arrastro por todo el pasillo hasta la entrada del internado donde siguió jalando

mi cabello hasta dar la vuelta a un lado de las escaleras y llegar a la oficina de la

institutriz mayor.

Me levante del suelo; todo el camino solo patalee para apoyarme en el suelo y que

no arrancara mechones de mi cabello. Y aunque no tenía caso sacudí mí vestido ya

sucio de más.

La jardinera toco la puerta y desde dentro se escuchó con voz atronadora un

"adelante".

Respire profundamente.

La jardinera me empujo dentro para después pasar ella y cerrar la puerta.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

25 30 Mayo 2013

¿Qué sucede? preguntó la anciana sentada detrás del escritorio.

Era una mujer horrible que estaba tratando de sonreír, lo cual le daba un aspecto

más macabro a la de por si oscura habitación rodeada de extrañas estatuas que

alguna vez fueron ángeles pero que ahora tenían sus alas rotas.

Me estremecí cuando un aire frio entro por la ventana situada detrás de la mujer.

La encontramos, Señora respondió la jardinera en un tono que solo dejaba ver

respeto.

Vaya, vaya, vaya dijo la anciana levantándose del escritorio. Se acercó a mí y

puso una mano en mi hombro.

Hice un esfuerzo sobre humano por no estremecerme.

¿Qué sucedió niña? trataba de dulcificar su tono de voz pude escucharlo... pero

todo en ella me incitaba a correr. Ven. Siéntate, pareces cansada; tus ojos están

hinchados ¿Lloraste?

No tenía sentido ocultarlo así que asentí

Puedo preguntar ¿Por qué?

Acepte el asiento que ella me ofrecía. La silla rechino contra la madera del suelo

cuando la arrastre.

No quiero casarme respondí. Parecía un buen pretexto para llorar ¿O no?

Me parece que eso no está a discusión, querida dijo la institutriz haciendo

hincapié en la palabra querida.

Me estremecí.

Además continuó Entiendo que estés asustada, todas lo están y...

¿Usted lo estuvo? la interrumpí.

Yo sabía que ella no había estado casada y quería aclarar si el rumor era cierto.

¿Podía aquella mujer tener hijos?

Sus ojos sin brillo me escudriñaron completamente.

Daba miedo mirarla fijamente.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

26 30 Mayo 2013

No, yo no respondió con toda la naturalidad del mundo pero sus ojos fríos y sin

brillo me miraban como si quisiera matarme Querida niña. Se a lo que quieres

jugar y no será posible

La mire retadoramente. ¿Qué sentido tenia seguir temiendo a aquella mujer si me

casaría?

No quiero jugar respondí con voz seca.

Para mi sorpresa la mujer rio, parecía el gemido de un animal muriendo pero una

risa era una risa.

Escucha querida todo rastro de humor se esfumo de su voz La ceremonia será

en siete días. Te entregaremos a tu prometido hoy por la noche y esta boda es muy

importante... Ya que el hijo del Gobernante Jordán cumplirá también dieciocho

explicó.

Negué con la cabeza había escuchado eso de Dorian pero...

No debería decírtelo. Te casaras con él y serás feliz con ello finalizó.

Negué de nuevo.

¡NO! grité. Las lágrimas comenzaron a picar detrás de mis ojos pero no le daría

la satisfacción de verme llorar Tal vez puedan obligarme a casarme pero no a ser

feliz con esa persona... me interrumpí cuando ella comenzó a reír.

¿Quieres apostar? preguntó.

Di un respingo.

¿Disculpe? ¿Apostar qué...?

Que vas a ser muy feliz con el chico... y ni siquiera vas a saber por qué

respondió.

La mire a los ojos y quise correr pero antes de que pudiera reaccionar había dos

mujeres, dos institutrices tomándome por los brazos.

Ellas me arrastraron fuera de la habitación lúgubre y me llevaron a las escaleras del

sótano del instituto. Nunca nadie iba ahí.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

27 30 Mayo 2013

Me moví demasiado provocando que mi cabeza golpeara a una de ellas en la boca.

La mujer grito y fue entonces pude soltarme y correr en dirección opuesta al

calabozo mientras la mujer la que no estaba herida corría detrás de mí.

Solo debía llegar a la muralla, solo eso.

Me tomo del cabello y me obligo a caer al suelo. Aun así seguía moviéndome así

que la patee en el estómago ella cayó al suelo y yo me levante.

Corrí lo más rápido que pude mirando hacia atrás.

Salí del instituto y seguí corriendo. Mi cuerpo se quedó rígido cuando me estrelle

con alguien. Frente a mi estaba un hombre; era el que recogía los expedientes.

Él sonrió. Yo no le correspondí quería alejarme de él lo más pronto posible.

Unas manos me aprisionaron por detrás, las institutrices golpeadas me habían

alcanzado.

La que tenía la herida en la boca me golpeo una y otra vez en la cara.

Me sentía aturdida, no lograba ver mucho pero pude saborear la sangre en mi

boca.

Algo detuvo a la mujer de seguir con la tortura. El hombre había intervenido.

Vamos, Dennis dijo.

La mujer lo miro con desprecio... así que ese era su nombre.

La chica se casara pronto. No puede ir en ese estado comentó el sujeto.

No sé qué imagen estaba ofreciéndole al hombre pero las institutrices pararon de

golpearme.

Biendijo Dennis quien me tomo del brazo para obligarme a levantarme pero

tropecé.

Estaba muy aturdida por los golpes y por todo lo que había pasado en el día... lo

que más me dolía y curiosamente a lo que más me aferraba era a la despedida con

Dorian.

Déjala, yo la llevare. Tu solo... no te molestes él había intervenido de nuevo.

Levante la vista y fue entonces cuando pude verlo bien, no sé cómo no lo note

antes. Él desentonaba con todos los matices grises del lugar. Su piel era de un color

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

28 30 Mayo 2013

caoba, sus ojos profundamente negros y expresivos y su sonrisa me recordaba a la

de Beatriz; siempre amable.

Él sonrió en mi dirección. Estaba tan aturdida que no le respondí a pesar de que

quería hacerlo.

Me tomo en brazos y me llevo de vuelta al instituto.

Mis brazos colgaban sin vida a mis costados, la cabeza me daba vueltas, estaba

demasiado mareada y poco a poco las náuseas se fueron apoderando de mí, tanto

que me arrepentí de haber comido ese pastel de chocolate ya que pronto no estaría

en mi estómago.

Sentí como me depositaban en un colchón que estaba frio pero todo el lugar lo

estaba.

El sótano, siempre me lo había imaginado con máquinas de tortura, estancado en

la edad media. Pero no, todo era realmente diferente... las paredes eran blancas.

Olía a lejía mezclado con humedad y no había ventanas, la poca luz que reinaba en

el lugar provenía de una lámpara parpadeante que colgaba en el centro del techo.

Alguien tomo mis muñecas. Quise resistirme pero no pude, estaba demasiado

débil.

Sentí como las ataban a la camilla donde ahora estaba recostada ¿A qué venía todo

esto?

Basta, Dennis. Sabes que eso no es necesario dijo el hombre.

La mujer fulmino con la mirada a mi rescatador.

No te metas, Maica. Tu cometido no es este. Ve arriba, la institutriz te está

esperando la voz de ella era fría, monótona.

Sabía que algo ocultaba bajo esa frialdad, ansiaba estar a solas conmigo para poder

seguir golpeándome...

Mire suplicante al hombre. Ahora no quería que se fuera.

Él me regreso una mirada triste y comprensiva, se encogió de hombros como

queriendo decir >>No puedo hacer nada<<.

Y no lo culpaba por sentirse así o por no hacer nada, después de todo no podía.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

29 30 Mayo 2013

Mis sospechas no eran ciertas.

En cuanto Maica salió la institutriz se alejó de mí, dirigiéndose a una mesita del

mismo color de las paredes. El lugar completo me provocaba dolor de cabeza.

Dennis se acercó hasta mí con una jeringa y un extraño contenido transparente

dentro de esta.

No te muevas me instruyó.

No hice caso.

¿Que era esa cosa? ¿Qué me iba a hacer?

Moví la cabeza de un lado a otro para que no tuviera acceso a mi cuello que era a

donde dirigía la inyección.

La colocó de nuevo sobre la mesita y ato mi cabeza al igual que había hecho con

mis manos.

Es tu culpa. Si hubieras cooperado desde tu llegada aquí, nada de esto estaría

pasando espetó.

¿Desde mi llegada aquí? ¿A qué se refería?

Sentí el piquete del lado derecho de mi cuello. El líquido se fue internando en mi

cuerpo a medida que la sangre corría por mis venas. Podía sentir un sueño

profundo.

¿Qué me hiciste? mi voz sonaba lejana, ajena.

Ganar la apuesta respondió otra voz, una ronca y tosca.

Mire a la puerta y ahí estaba la anciana sonriendo macabramente.

Serás feliz con tu matrimonio dijo.

Grite de rabia y comencé a moverme alejando todo rastro de sueño de mi cuerpo.

Quería cerrar mis manos en torno a su cuello y ver como sus ojos perdían el brillo

de la vida. Quería matarla.

Un piquete más en la misma zona y la oscuridad se cernió sobre mí.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

30 30 Mayo 2013

CAPITULO 2

Respire profundamente y me tendí en el pasto.

Desde que era niño me mostraron como debía comportarme, que debía hacer,

como vestirme... etc.

Por una vez en mi vida no hice lo que me decían y todo resulto bien. Mejor que

bien. A partir de entonces algo en mí se liberó provocando que rompiera toda regla

que me impusieran; sentía que podía volar que podía hacer cosas imposibles que

podía comerme el mundo de un solo bocado...

Solo que ahora se habían llevado un pedazo de mí, a mi Violeta.

Sentía que todo se desmoronaba y ya nada tenía sentido.

Debía levantarme y llegar al internado antes de que vinieran a buscarme y

descubrieran el hueco en las murallas.

Me levante lentamente y camine solo unos metros que eran suficientes.

Me senté recargando la espalda en un árbol grande y comencé a llorar mordiendo

la camiseta para que amortiguara los gritos y sollozos que salían de mi boca sin

permiso.

Ahora más que nunca quería saltar ese estúpido muro, entrar al territorio femenino

tomarla de la mano y sacarla de ahí para ir a la tierra de nadie donde podríamos

estar juntos. Quería ser su héroe, su rescatador, su Lancelot. Sacarla de este

infierno donde nos tocó nacer.

Pase las manos por mi cabello con frustración.

¿Qué podía hacer? ¡Ella no se merecía nada de esto! ¡Estúpido, estúpido, estúpido!

Golpee mi cabeza contra el árbol al ritmo de las palabras.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

31 30 Mayo 2013

¿Por qué siempre tenía que hacer las cosas así? ¿Por qué no pude responder el

examen de pareja correctamente? ¿Por retarlos? ¿Por hacer las cosas a mi manera?

¡Estúpido! ¡Mil veces estúpido!

Tal vez si hubiera respondido todo como acordamos ella y yo ahora estaríamos a

punto de casarnos. Pero no, yo debía salir con esta maldita forma de ver las cosas...

Maica siempre me decía que era demasiado liberal lo que pensaba, que lo guardara

para mí mismo pero al momento de las pruebas y ver a esas personas escribiendo

sobre mí me invadió la ira y ya no pude parar.

¿Por qué siempre tenía que ofrecer la imagen del chico rebelde?

¡Me odio! ¡Idiota!

Ahora, todo esto era por mi culpa, por mi maldito ego.

Y nunca me atreví a decirle la verdad, además solo le decía "Te quiero" cuando en

realidad quería gritarle que la amaba.

Golpee mi cabeza de nuevo.

Había más lágrimas en mis ojos, también las odiaba, no tenía derecho de llorar...

Un sonido tranquilizante emergió de mi pecho.

No sabía que era: tic, tac, tic, tac.

Saque el pequeño relicario y lo deje sobre la palma de mi mano, acompasando mi

respiración al sonido. Mi corazón poco a poco también se fue calmando...

Ahí estaba de nuevo ella, siempre presente en todo ayudándome y sacándome

adelante cuando más perdido me sentía.

Vi a lo lejos el destello de las linternas; ya me estaban buscando. No sería la

primera vez que lo hacían. Siempre me quedaba recostado sobre la tierra húmeda.

Ya me habían dado un ultimátum pero no los hice caso ya que solo eran unos

cuantos azotes.

Pase de nuevo las manos por mi cabello... sería una larga noche.

Me levante y camine hacia el internado.

Malcolm el guardia de la entrada me miro cautelosamente esperando alguno de

mis comentarios sarcásticos.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

32 30 Mayo 2013

Buenas noches, Dorian dijo cínicamente Parece que...

Levante le mano para callarlo. Y me sorprendió que si se quedara callado.

Frote mi frente con la misma mano con la que lo había amenazado.

No digas nada mi voz sonaba enfurecida Solo... hoy nosolté el aire.

Ni siquiera me había dado cuenta que contenía la respiración.

Entre dejándolo atrás, claramente confundido por mi actitud.

Ya todos los chicos estaban en el comedor.

Me senté lo más alejado posible de todos, solo debía cenar he irme a mi habitación

sin que nadie me molestara.

Me habían dejado dormir solo cuando se dieron cuenta que no podrían controlar

mi explosiva personalidad, siempre había peleas que yo no iniciaba... bueno si lo

hacía. Era divertido ver a las personas molestarse y cuando querían golpearme me

defendía y salían lastimados.

Por eso me dejaron un cuarto aparte, me dieron mi espacio.

Mire a todos comer tranquilamente; algunos reían, otros solo hablaban, los que

cumplirían dieciocho estaban en una mesa aparte y todos se veían como zombis...

todos excepto él.

Quería levantarme y darle un golpe en la cara, deformarlo a tal grado que quedara

irreconocible.

¿Por qué el sí tenía derecho de ver a sus padres? ¿Solo por ser hijo de uno de los

gobernantes?

Además se casaría con ella. Maica me lo había dicho.

¡Ese maldito mandril! De todos los candidatos ¿Por qué él?

Me levante sin haber comido nada. En realidad no tenía hambre.

Quería hablar con Maica que de seguro estaba en la cocina preparando alguna

cosa...

Pude ver mi reflejo en una de las ventanas del comedor; estaba igual de pálido que

siempre pero mis ojos estaban hinchados por haber llorado.

Debería avergonzarme, pero en realidad no me importaba.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

33 30 Mayo 2013

"Los hombres no lloran" Fue la frase con la que nos recibieron en el internado.

Tenía derecho a hacerlo. Si no hubiésemos sido hechos para llorar no tendríamos

lagrimales. ¿O sí?

¿Qué pasa niñita? ¿Lloraste? dijeron a mi espalda.

Apreté fuertemente los puños.

Ahí estaba él justo detrás de mí.

Solo un golpe, solo uno. Me trague el nudo que se había formado en mi garganta.

¿Por qué? ¿Estas preocupado? Me conmueves puse la mejor de mis sonrisas

practicadas.

¡Ja! ¡Solo las niñas y los maricas lloran! hizo una pausa para ver mi reacción

¿Eres marica Dorian? se burló.

¿Por qué? ¿Estás buscando con quien salir? respondí.

Su expresión se llenó de asombro.

Regocíjate en tu gloria temporal mientras puedas. Niño bonito escupió.

Puse los ojos en blanco.

Mira, Gordy dije.

Mire su reacción; puso una mueca de enfado y yo sonreí.

¡Era tan fácil sacarlo de sus cabales!

Es Gordon me corrigió.

Como sea, me da lo mismo le reste importancia con un ademan de la mano.

De nuevo esa mueca. ¡Santo Cielo! Deseaba tener una cámara fotográfica solo para

este momento.

Mira. Te voy a dejar intacto solo por el hecho de que te casas en unos días y no

quiero asustar a la pobre chica hice una pausa pensando en mi Violeta Aunque

creo que con la cara que tienes ahora le bastara para morir. No estoy seguro si será

de miedo, risa o asco. En cualquiera de las tres... deje la frase inconclusa

esperando que surtiera efecto.

Y lo hizo, su cara estaba totalmente roja por la ira y el coraje retenidos.

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34 30 Mayo 2013

Solo un poco más y se me echaría encima, un poco más de provocación y tendría

un gran pretexto para golpearlo.

Comenzó a murmurar entre dientes. Me lleve una mano al oído.

¿Perdón? ¿Dijiste algo Gordy? hice hincapié en su apodo.

No respondió.

Es lo que pensé sonreí burlonamente y me di la vuelta para salir de ahí.

¡Por eso no tendrás una esposa! ¡Nadie podría ser tan rara como tú! gritó.

Seguí caminando, ignorándolo.

¡Siempre estuviste celoso porque yo puedo ver a mis padres y tú no! exclamó.

Me detuve de golpe y apreté fuerte los puños. No pude evitar sonreír, ahora todos

serian testigos de que él se lo había buscado.

¿Celoso? ¿Yo? ¿Por eso? reí a carcajadas.

La mayoría de los chicos ya estaban atentos a la pelea y ahora me miraban como si

estuviera loco.

¡Mírate y míranos! exclamé señalando a todos en el comedor Por lo menos

somos independientes, sabemos que hacer. Al menos sabemos limpiarnos el

trasero solos. Y tu... bueno no hace falta decir que cuando termine contigo iras a

llorar con tu mami ¿O no? lo rete.

Ya estaba, podía ver la tensión en sus facciones, la ira acumulada, la asquerosa

vena saltar de su frente pero no hizo nada.

Me gire y seguí caminando cuando un vaso se estrelló de lleno en mi espalda con

el líquido me salpicándome por completo.

Levante a vista y mire a Maica del otro lado de la habitación negando con la

cabeza. Apreté más los puños y seguí caminando.

¿Sabes? gritó.

Gire y lo mire.

Al menos yo si tendré una esposa a la cual darle esto se señaló la entrepierna Y

lo disfrutara se estaba pasando De seguro es una puta, igual que todas soltó

una risotada.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

35 30 Mayo 2013

No necesite mirar a Maica para saber que estaba corriendo en mi dirección.

Me lance sobre el maldito chico pelirrojo, pecoso y gordo.

Su masa corporal choco contra el suelo con un golpe seco.

Me coloque sobre el inmovilizando sus piernas y comencé a golpearlo repetidas

ocasiones en la cara.

Alguien quiso sujetarme por los hombros pero le di un codazo y cayó al suelo

detrás de mí.

No lo mire, ahora solo tenía ojos para el maldito bastardo que estaba debajo de mi

con la cara hinchada, sus ojos eran dos rendijas. Sonreí cuando comenzó a

balbucear ¡Ni siquiera podía hablar!

Me limpie el sudor de la frente con la mano y sonreí. Era una sonrisa altanera, la

más normal que podía esbozar.

No pare de golpearlo.

Cuatro manos me sujetaron por debajo de los brazos alejándome del gordo.

Mis puños ya no lo alcanzaban así que lo patee en las costillas. Él soltó un aullido

de dolor y yo una carcajada.

Visto desde otro ángulo realmente parecería un loco pero no me importaba.

Quien me tenía sujeto me arrastro hasta la cocina.

Pude ver antes de que se cerrara la puerta que nadie se acercaba a ayudarlo.

¡Ja! logre articular antes de que la puerta se cerrara del todo.

¡Maldita sea, Dorian! ¡¿Estás loco?! Maica estaba enfurecido A ti te gusta ser

castigado ¿Verdad?

Apreté la boca en una fina línea para no responderle.

Él era la única figura de autoridad que respetaba a pesar de ser solo el cocinero.

Sus ojos negros y brillantes me miraron con reproche.

¿Que no puedes controlarte? preguntó.

No pude más.

¿Viste lo que hizo? señale la puerta El... el maldito... el y ella.... no podía

terminar las frases. Aún estaba enojado.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

36 30 Mayo 2013

¡Si, vi lo que hizo! respiró profundamente y se pasó la mano por su cabeza

afeitada Mira, Dorian había dejado de gritar. Su voz sonaba compasiva ahora.

Odiaba que usaran ese tono conmigo.

No te enseñe a pelear para que hicieras esto... dijo.

Mordí mi labio con desesperación.

¿Entonces para qué? ¿Eh? me senté en un banco de la cocina.

Maica me siguió y se sentó junto a mí.

Lo hice porque me agrado tu actitud, siempre positivo, alegre, rebelde, algo tonto.

Lo mire levantando las cejas.

Bien sonrió No eres tonto, pero si impulsivo. Solo no te dejes llevar, estoy

seguro que algún día te hará falta todo lo que te enseñe y ese día me lo

agradecerás revolvió mi cabello y se levantó del banco.

Hoy me despedí de Violeta solté al fin.

Él estaba de espaldas a mí, llenando un recipiente plateado con agua.

Lo lamento se sentó de nuevo.

Pase la mano por mi cara para limpiar las estúpidas lagrimas que salieron por

pensar en ese momento.

¿Sabes? dijo Cuando llegaste aquí tenías seis años y eras muy raro. Llevabas el

libro de El mago de Oz fuertemente agarrado a tus manos y lloraste cuando el

director te lo quito. Después de eso actuabas como si la vida no tuviera sentido,

simplemente te dejabas llevar por la corriente, nunca intentaste acercarte a los

demás chicos, no jugabas con ellos, cuando cumpliste siete hizo una pausa y me

miro Mete las manos ordenó señalando el recipiente con agua.

No me había dado cuenta que estaban llenas de sangre, de seguro ni siquiera era

mía. Las hundí en el líquido.

Maica suspiró y continuó.

Te lleve a la muralla para que encontraras libros y así lo hiciste. Me volvías loco

mientras actuabas Hamlet, El Conde de Monte Cristo, Romeo y Julieta... cuando

trajeron El Mago de Oz te emocionaste tanto que pensé que llorarías. Me sentía feliz

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

37 30 Mayo 2013

por ti, me devolviste la vida ya que también actuaba con la corriente pero cuando

llegaste aquí me sentí fuera de tono y comencé a ayudarte a salir adelante con los

entrenamientos, los libros, las charlas suspiró de nuevo sin dejar de mirarme.

No levante la vista de mis manos, la sangre había comenzado a desprenderse. Fue

cuando me di cuenta que en realidad estaba lastimado, sobre mis nudillos la piel

estaba desprendida.

¡De verdad lo había golpeado fuerte! Sonreí ligeramente.

¿Me estas poniendo atención? preguntó.

Asentí y lo mire. Maica revolvió de nuevo mi cabello.

¿Y? ¿Qué paso después? pregunté de manera distraída.

¿Quieres escuchar tu propia historia de mis labios? bromeó.

Asentí y puse los ojos en blanco.

Me gusta como tú la cuentas, de cierta forma me hace creer que sigo siendo

humano suspiré y frote mi cara con las manos provocando que se mojara.

Eres humano, Dorian.

Sonreí irónicamente.

Sabes a lo que me refiero dije y lo mire fijamente.

Si, lo se dijo mientras suspiraba Después empezaron los castigos, rompías las

reglas, golpeabas a tus compañeros, llegabas después del toque de queda,

respondías a tus profesores. Llegaste a ser tan agresivo que tuvieron que cambiarte

de dormitorio pero aun así seguías rompiendo toda norma que te imponían y

comenzaron a encerrarte en las mazmorras o a azotarte. ¿Recuerdas cuando

intentaste saltar la muralla? soltó una pequeña risa ¡Pensé que estabas loco de

remate! Pero después me hablaste de la chica ya tenías tres semanas de conocerla y

apenas me lo soltaste. Al principio estaba nervioso y quería impedir que la

visitaras de nuevo. Solo que cierto brillo apareció en tus ojos y no te portabas tan

agresivo, incluso dejabas que ella leyera lo que traían primero y no te has

separado del libro de pastas rojas ¿Cuál era el titulo?... preguntó.

El zorro del desierto respondí mecánicamente.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

38 30 Mayo 2013

Si, ese. Fue el primero que compartieron, sé que lo guardas bajo tu colchón y lo

lees todas las noches dijo.

Enarque una ceja.

Escúchate. Sabes muchas cosas sobre mí, suenas como todo un acosador bromeé.

Ambos reímos Y yo no sé nada de ti solté en manera de reproche.

Es mejor así revolvió de nuevo mi cabello.

¿Por qué le gustaría tanto hacer eso?

Y si, se muchas cosas, como también sé que estas jodidamente enamorado de ella,

pero que nada podemos hacer al respecto... se casara y tu deberás esperar otro año

para una esposa... Eso es todo solo fue una aventura, Dorian. Sé que te costara

trabajo pero debes superarlo. Y espero que sepas comportarte el día de la

ceremonia finalizó su sermón.

¡Como diga, Señor! me levante del banco y lo salude como lo hacían los

militares.

Él negó con la cabeza pero sonrió un poco luego recogió el recipiente de encima de

la mesa y me dio la espalda.

Me dispuse a salir de la cocina.

¡Ah, sí! dijo.

Me gire para verlo, aún seguía de espaldas.

Quizá deberías disculparte con Malcolm era más una orden que sugerencia.

¿Por qué? pregunte de todas formas.

Él trató de sujetarte cuando golpeabas al Mandril respondió.

Sonreí. Maica siempre sabía que apodos usaba con los demás.

Si... ¿Y?

Le rompiste la nariz, Dorian me reprendió.

Di un respingo.

Ah murmuré.

Maica se giró y me miro. Fue un concurso de miradas que duro como tres minutos.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

39 30 Mayo 2013

Está bien, me disculpare dije sarcásticamente Pero solo porque me estas

obligando.

Así es como haces siempre las cosas, no esperaba menos.

Y con eso termino la conversación de la noche.

Habían pasado seis días y aun no podía pensar en nada ¿Cómo sacarla de esto?

Me imaginaba a menudo como la trataría ese gordo infeliz a quien se habían

llevado hace algunos días junto con los de dieciocho. Todos excepto yo.

No es que quisiera una esposa, solo la quería a ella.

Y ahora solo en mi habitación no podía pensar en otra cosa más que yo era un

idiota por no poder sacar un plan... una idea, algo. Lo que fuera para impedir esa

horrible ceremonia.

El sol se estaba ocultando y yo estaba ansioso. Había sido el día más largo de mi

vida.

Durante la semana todos estaban histéricos y ajetreados.

Le había ofrecido una estúpida disculpa a Malcolm, se habían llevado a Maica a no

sé dónde rayos pero no lo veía desde la discusión en la cocina.

Estos días no había hablado con nadie, así que leía y planeaba y después me

frustraba por que no se me ocurría nada y salía a entrenar al bosque.

Ahora el comedor se vio vacío, casi nadie estaba aquí ya que los nuevos niños

llegarían con sus seis años y una vida de porquería que les esperaba...

Suspire y frote mi cara con frustración.

Mire el reloj que colgaba sobre la puerta, solo habían pasado cinco minutos desde

la última vez que mire.

Esta noche no podría dormir, al día siguiente vería a mi Violeta. La extrañaba

tanto... ¿Ella me extrañaría? ¿Qué pensaría que estoy haciendo? Es más... ¿Ella

pensaría en mí?

Sacudí la cabeza deshaciéndome de esas preguntas.

Estúpido me dije por no poder pensar nada útil.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

40 30 Mayo 2013

Metí la mano debajo de la cama y saque el primer libro que toque y empecé a leer.

"La muerte y tu:

Primero los colores.

Luego los humanos.

Así es como acostumbro ver las cosas.

O, al menos, así intento verlas.

Un pequeño detalle:

MORIRAS".

Las primeras luces de la mañana rozaron mis parpados obligándome a abrir los

ojos. Poco a poco escuche como el bosque iba cobrando vida.

Frote mis ojos con pesadez ¿Qué hora era...? Mire el reloj.

¡Demonios! Me levante de un salto de la cama.

Ya era de día.

Deje caer "La ladrona de libros" en el suelo, porque antes descansaba sobre mi

pecho. Mire el libro y después vi el traje feo de pingüino que colgaba en un gancho

dentro del armario abierto.

Mordí mi labio esperando que la respuesta saltara de entre las páginas y decirme:

"Oye, porque no haces esto primero..." ¡Si claro! ¡Idiota! Me reprendí ¡Como si el

libro tuviese la respuesta a todo!

Entre a bañarme y deje que el agua corriera por mi cara. El shampoo entro en mis

ojos provocando que me ardieran.

Mierda Abrí la boca para maldecir y jabón entro en ella.

¡Este día sería horrible!

Me puse el feo y caluroso traje y me mire en el espejo.

Me sorprendí ya que realmente lucía bien.

Encogí los hombros para restar importancia a eso... "Ella te verá hoy..." Susurró la

voz de mi conciencia.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

41 30 Mayo 2013

Resoplé. Volví sobre mis pasos hacia el espejo e hice lo que no había hecho en toda

mi vida: me peine. Pase el cepillo varias veces por el cabello negro y cuando vi que

no cedería lance el cepillo en dirección a la cama. Así estaba bien y punto.

Tome el relicario que descansaba encima del buro y lo colgué en mi cuello: Era lo

mejor de todo el atuendo.

Sonreí al escuchar su característico tic, tac.

Salí de mi habitación y me encontré con los demás chicos en el salón grande, pensé

que la ceremonia se llevaría a cabo ahí pero al parecer no. Todos llevaban puesto

un elegante traje.

Frote mis manos sudorosas en el pantalón, realmente estaba nervioso, las mire y vi

que aún tenían algunos raspones por haber golpeado al maldito mandril.

Poco a poco el salón se fue llenando de personas, hasta que pude ver llegar a

Maica.

Solté el aire de puro alivio.

Comenzaron a formarnos y después a subirnos a los autobuses grises.

¿A dónde nos llevaban? ¡¿Iríamos fuera de los muros?! ¡Genial!

No podía ocultar mi sonrisa ante esta idea.

Mire a los demás chicos buscando algún rastro de humanidad en sus rostros, pero

no había nada, ninguna emoción, no se veían para nada como lo que eran:

personas de dieciocho años... parecían ir con la corriente, dejarse arrastrar.

Ahora hasta el gordo se veía diferente. Tanto que hasta me saludo con su mano

fría, la mía estaba sudorosa y caliente en comparación.

Alguien me tomo por los hombros y me recargo contra una de las paredes laterales

del autobús.

Todos los demás siguieron en la fila como si nada.

Un golpe en la sien, solo eso necesitaba... mire quien era y me detuve.

¿Qué te pasa? espeté.

El me soltó pero no me dejo ir.

No deberías estar aquí susurró.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

42 30 Mayo 2013

¿Que? ¿Por qué no? Ustedes me dieron la ropa... y me dijeron la hora y como

tenía que estar aquí... ¿Porque se supone que...?

Cállate y escucha, Dorian Maica se veía realmente preocupado ¿Recuerdas de

lo que te hable?

Enarque una ceja. Él me había hablado de muchas cosas.

De los rebeldes... dijo tan despacio que casi tuve que leerle los labios.

Si ¿Y eso que? pregunté.

Me miro fríamente.

Dieron el primer golpe, es peligroso para los que son como tu... respondió.

Ya comprendía de qué iba todo esto.

¡La ceremonia! ¡Atacaran en la ridícula...! exclamé.

El me cerró la boca con su mano.

¡Shhh! Cállate. No podemos hacer nada, solo mantente cerca y no intentes nada

estúpido, te estaré vigilando me advirtió.

Pero...cacareé ¿Por qué? pregunté de manera errónea.

Control, Dorian, todo se trata de control, quien lo tenga domina todo... expresó.

Me soltó y se fue.

Me uní a la fila de los chicos. Ahora no sonreía, Maica había agregado algo más a

mi lista de preocupaciones.

Tome el primer asiento vacío que vi y me perdí en mis pensamientos...

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

43 30 Mayo 2013

CAPITULO 3

Antes de conocer a Gordon tenía miedo... pero no recuerdo de que, es como si mi

memoria fallara en grandes intervalos.

Los últimos seis días he tenido un dolor de cabeza horrible y me esfuerzo por

recordar algo que tiene que ver con el dije que cuelga de mi cuello, solo que cada

vez que estoy cerca de ese recuerdo las imágenes se amontonan unas con otras y se

van. Eso es lo que me provoca el dolor de cabeza.

La institutriz dice que todo mejorara después de la boda, que lo único que debe

importarme es mi prometido. ¿Y que si no es así?

Además están los moretones en mi cara ¿Cómo fue que los conseguí? No recuerdo

ni una pelea...

Sacudí la cabeza tratando de así poder aclarar las ideas pero no funciono.

Jadeé cuando jalaron del corsé para ajustarme el vestido blanco.

A dónde vamos... ¿Hay sol? le pregunté a la institutriz que arreglaba mi vestido.

No sé y no te muevas respondió de malas igual que siempre.

No sé porque me molestaba en preguntarles algo si siempre respondían así.

Suspire y deje que acabara con su trabajo.

Ahí estaba y no había marcha atrás.

Asomé la cabeza por la pequeña ventana que daba afuera.

Temprano por la mañana nos habían llevado a una especie de playa, aunque más

bien se diría acantilado; la superficie estaba decorada con cortinajes blancos, había

un arco decorado con flores que daba hacia una vista hermosa, hacia el grandísimo

mar... y ¡Sol! ¡Había sol!

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

44 30 Mayo 2013

Salí del cuarto donde me arreglaron el vestido que picaba y el maquillaje, mi

cabello lucia igual que siempre: suelto en rizos sobre mi espalda.

Extendí los brazos al sol y sonreí mientras sus finos rayos se filtraban en mi piel.

¡Violeta! ¿Qué esperas? gritaron.

Mire atrás.

La institutriz mayor golpeaba el suelo de arena con su zapato mostrándome su

impaciencia.

Ya voy dije.

Recogí el vestido con mis manos para que no se arrastrara.

Era un vestido feo y caluroso, todo en mi interior estaba hecho jugo debido al

calor, pero lo que más me molestaba era la picazón de los holanes en el cuello y las

mangas esponjadas.

Alcancé a las demás, nos formaron en una hilera donde yo era la primera y la

música comenzó a sonar...

Avancé lentamente por el pasillo hasta situarme frente a un altar que era donde

estaba el arco ridículamente decorado.

Estaba el pasillo rodeado de personas. A la derecha estaban las chicas con las que

compartí la mayor parte de mi vida y a la izquierda había chicos... hombres ¡De

verdad eso eran! ¡Tenia miles de preguntas para todos ellos!

Mordí mi labio y desvié la vista de ellos, era grosero mirar a las personas fijamente.

Seguí avanzando sin prestar atención a nadie en específico.

Un cosquilleo subió por mi columna hasta mi cuello ¿Que podría provocar eso?

Estaba a tan solo unos pasos del altar. Ahí estaba Gordon esperándome.

Subí los tres escalones que me separaban de él y lo mire.

¿Qué le había pasado? Su cara estaba hinchada cuando lo conocí.

Supuse que había sido golpeado pero ahora solo había moretones y marcas al

igual que conmigo. ¡Qué gran pareja! Ambos incapaces de defenderse.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

45 30 Mayo 2013

De nuevo subió el cosquilleo por mi nuca y gire. Desde donde estaba podía ver a

todas las personas, pero mis ojos se quedaron en aquel que me miraba fijamente.

Un chico que no desvió la mirada. Aquel que provoco los cosquilleos.

Un chico con cabello negro y desordenado, una piel demasiado pálida pero sin

caer en el tono ceniza que todos llevaban, unos ojos azules como las olas que se

estrellaban contra las rocas del acantilado y una sonrisa dibujándose en sus labios.

¿Me estaba sonriendo? ¿Por qué?

Mire sus manos que descansaban en sus piernas. Las uñas estaban mordidas y sus

nudillos mostraban pequeños raspones...

Seguía mirándome con sus profundos ojos de color azul zafiro.

Algo comenzó a picar en el fondo de mi mente. Era como cuando trataba de

recordar algo sobre el dije y las imágenes se amontonaban...

Una extraña joya colgaba de su cuello, una joya que para mí era muy familiar...

Un recuerdo... Una memoria... Yo le había dado ese relicario a alguien especial.

¿Violeta? preguntó Gordon mientras me tocaba el hombro.

Desvié la mirada del chico y la fije en mi prometido.

Sacudí la cabeza tratando de aclarar todas las cosas que sucedieron en ese pequeño

espacio de tiempo...

¿Qué demonios estaba haciendo? ¡Santo cielo! ¡Yo no quería esto!

Sacudí la mano que Gordon sostenía y sonreí.

No exactamente a él, le sonreí al recuerdo y no pude reprimir más aquello que mi

pecho luchaba por liberar.

¡Dorian! grité a los cuatro vientos.

El aludido se puso de pie y el caos estalló.

No estoy segura de como termine contra el suelo de arena pero ahí estaba.

Me sentía aturdida y había una especie de zumbido en mis oídos...

Mire a todos los demás; sus gritos y quejas se escuchaban realmente lejos de mí.

Parte de la decoración estaba en llamas... ¿Qué rayos? ¿En llamas?

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

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Deje que las cosas se aclararan lo suficiente y me puse de pie trastabillando.

Algo había explotado, no sabía a ciencia cierta que fue pero algo sucedió.

Había personas esparcidas sobre el suelo de arena y algo rojo manchando debajo

de algunos cuerpos ¿Eso era sangre...?

Todos los que podían estar de pie corrían en diferentes direcciones y yo solo podía

estar ahí mirando.

Alguien me sujeto por la cintura y luche. Golpeé a la persona en el estómago y la

voz jadeó.

¡Estoy tratando de ayudarte! se quejó entre respiraciones.

¡Oh por Dios! ¡Dorian, perdóname! me lleve las manos a la boca por la sorpresa.

Mi golpe lo había sofocado. Trate de ayudarlo pero levanto una mano para

indicarme que me detuviera.

Olvídalo se incorporó y sonrió.

No sabía que hacer ¿Debía preguntarle algo? ¿O tal vez abrazarlo y besarlo como

en las novelas que leía? ¿O quizá un: "Es un placer conocerte"? Negué con la

cabeza, nada parecía una buena opción.

Hay que salir de aquí dijo como si pudiera leer mis pensamientos.

Me ofreció su mano y extendí la mía para tomarla... solo que algo sucedió.

Ya no había personas esparcidas en el suelo, lo que significaba que no había habido

otra explosión.

Personas vestidas de color verde salieron de la nada, algunos llevaban puestos

cascos y otros mascaras de color negro ¿Quiénes eran? ¿Cuándo llegaron?

Los de la máscara comenzaron a disparar algo en contra de los de color verde...

Sabía lo suficiente de la historia que había acabado con la mayor parte de la

humanidad como para reconocer eso que portaban.

Dorian me arrojo al suelo y me cubrió con su cuerpo...

Lo que se disparaban provocaba un horrible sonido atronador en todas partes, no

podía concentrarme en nada ¿Cómo todo se había salido de control tan rápido?

Gire mi cabeza hacia la derecha y fue una mala idea porque una de las personas

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

47 30 Mayo 2013

con máscaras negras cayó en el suelo dejando una marca de color rojo

escurriéndose debajo de su cuerpo.

¡Tenemos que ayudarlo! le grité a Dorian.

¿A quién? preguntó en tono realmente histérico.

Tenía razón ¿Que había pasado? ¿Por qué peleaban estas personas? ¿Porque

precisamente hoy?

¿Qué crees que...? comencé a preguntarle.

Me forcé a interrumpirme cuando ya no sentí el peso de su cuerpo protegiéndome.

Fue muy extraño mirar a dos de los hombres con casco y vestidos de color verde

sujetando a Dorian y arrodillarlo en la arena.

¡No! grité cuando apuntaron una de sus armas contra él.

Corrí en su dirección pero unos brazos me sujetaron de la cintura y me alejaron de

ellos. Patalee y grité pero los brazos de acero no cedían.

¡Suéltame! grité como por milésima vez.

¡Quédate quieta! dijo una voz ruda.

Mis pies tocaron el suelo de arena y vi al hombre de piel caoba frete a mí. Creo que

la institutriz lo había llamado Maica.

¿Tu? pregunté incrédula.

Solo quédate aquí ordenó.

Asentí.

Él corrió en dirección opuesta a mí.

¿Dónde estaba Dorian?

Mire a donde me había llevado; trague saliva al ver al frente una revuelta y hacia

atrás agua, masas y masas de agua estrellándose contra la orilla del acantilado.

Quería deshacerme del molesto vestido cuanto antes... era realmente incómodo y

ya no lo necesitaría.

No hay a donde ir dijo una voz hosca a mi espalda.

Yo conocía esa voz perfectamente. Es más, la odiaba.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

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No sé cómo te deshiciste del efecto de los sueros, nunca nadie lo había hecho me

miraba con rencor.

No sabe de lo que soy capaz respondí y tragué saliva.

Era verdad. Es decir, ni yo sabía de lo que era capaz.

Tres personas con casco estaban apoyándola. Apuntando sus armas hacia mí.

Mire como el hombre de piel caoba forcejeaba con alguien para traerlo hasta donde

yo estaba.

Maica se detuvo al contemplar la escena. Era Dorian a quien sujetaba de esa forma.

¿Que planeaba hacer?

¡Oh, Maica! dijo la institutriz con cierto tono de triunfo Trajiste al pequeño

rufiángruñó la última parte.

Se acercó a Dorian y lo tomo por la barbilla, obligándolo a mirarla.

Avancé dos pasos hacia ella pero los hombres con las armas avanzaron hacia mí,

así que retrocedí.

Tu... pequeño bribón la anciana escupió las palabras ¿Tienes idea de los

problemas que me has causado? gruñó Ella dijo mientras me apuntaba Es

importante, irremplazable, pero tu...tu le dio una bofetada.

Reprimí un jadeo.

No vales nada arrojó.

Le hizo una señal a uno de los hombres armados y este le apunto al chico en la

cabeza.

¡Dorian, no! grité.

Maica me miro y después a él. Dorian se veía tan confundido como yo.

¿Quiénes eran esas personas? ¿Que tenían que ver la anciana y Maica en esto?

Negué con la cabeza, no comprendía nada.

Dorian articulo algo pero no pude comprenderlo.

Fruncí el ceño.

¡Salta! gritó.

¿Que? ¿Estás loco? acusé.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

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Aunque no estaba segura si se había vuelto loco mire hacia atrás; a las olas salvajes

estrellándose contra las rocas puntiagudas de abajo.

Trague saliva sintiéndome nerviosa. Si sobrevivía a la altura las rocas me harían

pedazos...

Lo mire.

¡Confía en mí, Vi! ¡Salta! gritó de nuevo.

Sonreí al escuchar mi apodo.

¡No te atrevas! amenazó la institutriz.

Mire a Dorian a los ojos. Él asintió y sonrió.

Fue todo lo que necesite.

Mis pies abandonaron en suelo de arena y solo había aire debajo de mí.

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CAPITULO 4

No es muy alentador el despertar en una celda en la que no entra nada de luz, no

sabes si es de día o de noche y solo hay un baño sucio.

Comenzaron a esperar que durmiera para traerme la comida ya que atacaba a

cualquiera que entrara en mi celda.

Aun tenia puesto el estúpido traje de pingüino, solo que el saco se había perdido

en la revuelta.

¿Que había pasado con Violeta? ¡No pensé que saltaría! Solo era para que le dieran

su espacio ¡Pero con una mierda! ¡Si salto! ¿Estaría viva? Las rocas abajo lucían

peligrosas...

Cuando la vi entrar por ese pasillo con ese feo vestido de novia... mi cerebro se

apagó. En el instante supe que era ella, sus ojos, su piel, su cabello... todo.

Y ahora solo en esta celda la gran pregunta me atormentaba ¿Había muerto?

Cuando la mire y vi las marcas de golpes en su cara jure que le haría daño a la

persona que hizo eso ¡Dios! ¡Hasta pensé en golpear al mandril ahí mismo! ¡Si ella

muere será mi culpa! ¡Toda mi maldita culpa! ¡Yo le dije que saltara!

Pase mis manos por mi cabello con frustración.

No era momento para pensar en eso; ahora debía idear algo para salir de aquí y

poder enterarme de que había sucedido después de la revuelta, cuando los

rebeldes atacaron solo que por lo que pude ver fue sometido rápidamente... pero

Maica cree que volverán a atacar.

No había visto a mi amigo desde que uno de esos guardianes me golpeo con su

arma en la cabeza y perdí el conocimiento.

La última imagen que quedo en mi mente fue la de Vi saltando al acantilado.

Pasos se escucharon en el pasillo.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

51 30 Mayo 2013

Me coloque a un lado de la puerta para poder golpear a quien entrara.

La puerta se abrió y lo primero que vi fue una de las armas que sostenía uno de los

guardianes.

¡Apártate! ordenó el más alto de ellos.

Levante las manos en señal de paz y me aleje de la puerta.

Detrás de los dos guardianes, el pequeño y el alto, entró una mujer. Era la misma

que me había golpeado en el acantilado...

Quería retorcer mis manos alrededor de su cuello.

Siéntate, Dorian dijo con voz amable y señalo el suelo.

¡Pura mierda que haría lo que ella dice! Me cruce de brazos y la mire fijamente.

Como quieras se encogió de hombros.

¿Por qué no deja de fingir amabilidad y buenos modales y va al grano? inquirí.

Ahogó una risa espeluznante.

Bien retiró un cabello de la cara ¿Cuándo y cómo lo planearon? ¿Quién es su

contacto? preguntó.

¿Qué? no pude decir nada más. No sabía de lo que me estaba hablando.

¡No juegues conmigo! gruñó.

Se acercó y tomo mi cabello jalándolo hacia atrás.

¡Vi las cosas! ¡Los libros en tu habitación! ¡Responde! exigió ¿Quién es tu

maldito contacto?

No sabía de lo que hablaba.

¡Vaya! Tomarse tantas molestias por mi ¡Me halaga! toque mi pecho con aire

teatral.

¿Quieres jugar? ¡Juguemos! declaró.

Soltó mi cabello y me lanzo contra la pared.

¿De dónde sacaba tanta fuerza esta vieja gárgola?

Los dos guardianes se colocaron frente a mí con sus armas.

La vieja saco un pequeño paquete de un maletín que le entregaron. Era una jeringa

con un extraño contenido azul dentro.

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¿Me iba a matar? Los guardianes avanzaron hacia mí.

No se atrevan amenacé.

Ambos rieron.

Eso fue todo lo que necesite: la risa del más bajo sonaba femenina.

Tome su cabeza y la estrelle contra la pared. ¡Gracias a Dios solo llevaban máscaras

y no cascos!

Levante el arma rápidamente y la apunte al otro sujeto que me miraba con los ojos

abiertos de par en par.

¡Somételo! ordenó la vieja.

No te acerques apunté con el arma a la cabeza.

El hombre rio por lo bajo y negó lentamente.

¡Vamos chico! ¡Hagamos esto fácil!

Bufe. Ahora trataba de negociar.

Ni siquiera sabes cómo usarla apuntó a mi arma.

¿Ah no? respondí.

Se movió lentamente y le dispare a la pierna.

Solo fue para probar que sabía cómo usarla... ¡Dios bendiga a Maica! Pensé

sarcásticamente.

El sujeto soltó su arma y puso las manos sobre la herida sin dejar de gritar como

una niña.

La anciana me miraba con ojos expectantes.

¡Largo! le apunté con el arma ¡Fuera de aquí! grité.

No te saldrás con la tuya amenazó.

Creo que ya lo hice respondí con una media sonrisa.

Tome la jeringa de su mano y la clave en su cuello.

La mujer gritó.

¿Para qué es esto? pregunté.

Apretó la boca.

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53 30 Mayo 2013

Usted sabe lo que esta cosa hace, si no me dice que es, le juro que presionare el

embolo amenacé.

¡Es un somnífero! respondió.

¿Para qué me querían dormido? pregunté.

No responderé a eso su tono tajante.

Como quiera. Veamos qué tan eficiente es dije y presione la inyección en su

cuello.

Metí a la anciana en la celda que antes me pertenecía.

La guardia aún estaba inconsciente y el otro aun gemía por el dolor en la pierna.

Rompí un pedazo de tela de mi camisa y lo enrede en torno a su herida.

Evitará que te desangres, por lo menos hasta que los encuentren dije.

El hombre asintió.

Lo lamento me disculpé antes de hacer lo que debía.

¿Que...? no terminó la pregunta.

Lo golpee en la cabeza con el arma.

Cerré la puerta de la celda y mire el pasillo; estaba despejado.

Con el arma apuntando al frente en todo momento corrí por todo lo largo del

pasaje, di la vuelta a la derecha y no había nadie. ¿Dónde demonios estaban todos?

Aún estaba dentro del internado, había estado encerrado en las mazmorras ¿Para

qué me querría la vieja loca?

Sacudí la cabeza. No era momento de ponerme a pensar en eso.

Un dolor punzante recorrió mi cabeza. Estaba mareado y mis manos fueron

incapaces de sostener el arma.

Mire a mi atacante.

¿Qué rayos...? murmuré.

Los ojos de Maica me miraban con lamento.

Lo siento, Dorian dijo y me golpeó de nuevo.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

54 30 Mayo 2013

Mis brazos dolían, se sentían como miles de agujas que iban desde mis hombros

hasta mis dedos.

Abrí lentamente los ojos. Estaba de nuevo en la celda ¡Genial!

Pero por alguna razón no podía mover mis brazos, sé que aún estaban ahí por la

sensación de hormigueo en ellos.

Levante la vista. Mis brazos estaban atados con cadenas sobre mi cabeza con

grilletes. ¡Que modernos! Esto parecía más una sala de tortura que el sótano de un

internado.

Mis pies apenas y rozaban el suelo... esas cosas no habían estado aquí antes. Tal

vez las colocaron cuando estaba inconsciente... cuando el traidor de Maica me

golpeó.

Me obligue a tragar la bilis que me produjo ese pensamiento.

Fue su culpa, es su culpa el que yo este encerrado de nuevo.

Había una mancha de sangre en el suelo, justo donde había estado el guardián al

que le dispare... ¡Ja! Y él pensaba que no sería capaz de hacerlo.

Aun llevaba puesto el traje de pingüino ¿Cuánto tiempo había estado así?

Apesto, esa es la palabra, yo apesto. No sé cuánto tiempo ha pasado pero tengo

hambre, mi cabeza duele, no siento mis brazos y mis piernas van por el mismo

rumbo... y apesto, no he tomado un baño en no sé cuánto tiempo.

¡Hola! grité, mi voz sonó extraña casi como un graznido.

No hubo respuesta ¿Cómo estará Violeta? ¿Estará viva? ¿Y si no lo está? ¡Yo la

mate!

Sacudí la cabeza deshaciéndome de ese pensamiento.

Pasos en el pasillo hicieron eco en la celda.

La puerta se abrió y un hombre entró.

Cabello cano, barba de candado, ojos profundos y fríos... Era el instructor en jefe.

Me obligué a mirarlo fijamente a pesar de que su presencia me inspiraba miedo.

Nos has causado muchos problemas, Dorian habló con voz neutra.

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55 30 Mayo 2013

Para eso existo sonreí.

¿Cómo podía ser capaz de seguir usando sarcasmo cuando mi cuerpo estaba a

punto de colapsar?

El hombre negó con la cabeza.

Melinda aún no ha despertado dijo.

¿Melinda? enarqué una ceja.

La institutriz mayor aclaró.

Ah. Como sea me encogí de hombros.

La verdad me tenía sin cuidado lo que pasara con ella.

El hombre volvió a negar.

Habrá que mostrarte una lección su voz seguía siendo pausada, como si midiera

cada palabra.

Si, seguro sonreí con ironía Como la anterior ¿No? me burlé.

Lo único que me mostro que mi comentario lo había afectado fue la vena que salto

de su frente, por todo lo demás se mostró impasible.

Me recuerdas a tu padre dijo.

Todo rastro de burla se borró de mi cara. De hecho no tenía un comentario para

eso.

¿Que? ¿Nos quedamos sin palabras? se burló.

Trague saliva.

El hombre se dobló su camisa blanca hasta los codos ¿Que iba a hacer?

No hubo tiempo a una respuesta.

Golpeó mi estómago tan fuerte que obligo al aire a dejar mis pulmones, tosí y jadeé

en busca de oxígeno. Otro golpe más en las costillas. ¡Demonios!.

Continuó en ese mismo ritmo: estomago, costillas y tórax. Dejo mis piernas, brazos

y cabeza intactos.

No le daría la satisfacción de escucharme gritar.

Maica golpeaba más fuerte, los azotes que me aplicaban como castigo cuando

rompía las reglas dolían más que sus golpes de niña.

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56 30 Mayo 2013

Incline mi cabeza hacia atrás en busca de aire.

¿Terminamos? ¿Me darás la información que necesito? preguntó el hombre.

Acércate dije con voz débil.

Se acercó hasta mi boca para escucharme hablar.

Golpeas como niña susurré y sonreí.

El hombre tomo impulso y atesto el golpe de lleno en mi mandíbula.

Saboreé la sangre en mi boca.

De acuerdo. Este si se parecía a los golpes de Maica pero solo un poco.

No caeré en tus trucos dijo y salió de la celda.

¿Qué trucos? ¡Ja! Pensaba que estaba jugando con él.

Si tan solo supiera que yo no tenía idea de nada de lo que estaba hablando. Ni él ni

la vieja gárgola.

Recargue la cabeza contra la pared y deje que la oscuridad viniera por mí.

Desperté y me quede mirando al techo. Mi estómago había empezado a hacer

mucho ruido ¡Tenia demasiada hambre! Ya no me importaba el no sentir los brazos

ni las piernas.

El sonido característico de los pasos en el pasillo fue lo que me alerto de que

alguien venia.

La puerta se abrió y el hombre aterrador entró.

¿Hablaras ahora? preguntó.

Setecientas cincuenta y siete respondí.

Él frunció el ceño. Quise sonreír pero no lo hice ¡Echaría a perder el chiste!

¿Qué? preguntó cauteloso.

¡Ja! ¡Como si le fuera a decir algo de todos modos!

Hay setecientas cincuenta y siete lozas en el techo sonreí al aire.

Ha estado demasiado tiempo encerrado dijo otra voz, una que yo conocía.

Lo mire. Era el guardia del comedor, Malcolm. Solía jugar a las adivinanzas con él

cuando era niño, después solo intercambiábamos comentarios sarcásticos y

bromas.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

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¡Hey, Malcolm! exclamé Adivina que es... Grande, blanco, y muy pero muy

tonto sonreí.

No sé qué imagen le estaba ofreciendo pero me miro como si me hubiera vuelto

loco. No respondió.

No ha comido nada señor. Ya ha estado colgado el tiempo suficiente y...

Yo decidiré cuando es suficiente lo interrumpió el hombre albino Tráiganlo

ordenó.

Pero, Señor... dijo uno de los guardias cauteloso. Uno que cojeaba.

¿Qué? preguntó el albino molesto.

Es peligroso, Señor dijo el hombre y se ganó una mirada de desaprobación.

Quise sonreír cuando supe que el guardia me tenía miedo.

Reconocí su voz, le había disparado en la pierna.

¡Hey, Frankenstein! ¿Cómo está tu pierna? me burlé.

El hombre que cojeaba me fulmino con la mirada.

Sédenlo ordenó el albino y salió de la celda.

Malcolm de acerco hasta mi con una jeringa con el líquido azul dentro.

Negué con la cabeza.

Hazlo fácil, Dorian pidió e inyecto esa cosa en mi cuello.

Había tres hombres alrededor de mí: el albino, Malcolm, y al que le dispare en la

pierna.

Estaba sentado en algo duro, una vieja silla de madera. Pase mis manos por mi

cabello ¿Que rayos? ¡Mis manos estaban libres!

Alcé mis brazos en el aire por en puro placer de moverlos. Ya podía sentirlos, al

igual que mis piernas. Fuera de eso, aún tenía hambre, mi cabeza dolía y seguía

apestando. Todo eso sin mencionar la golpiza a la que me habían sometido. Había

una pesadez en mi mente que no me permitía pensar con claridad.

Me alegra que estés con nosotros dijo el albino.

¡Hey, Rasparan! exclamé Siempre es un placer sonreí.

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58 30 Mayo 2013

A pesar de la pesadez y el sueño que me invadía el sarcasmo no se había ido.

¡Genial!

El hombre hizo una mueca y se inclinó hasta estar a la altura de mis ojos.

¿Sabes quién soy? preguntó.

¿Usted sabe quién soy yo? sonreí.

Parpadeó sorprendido y miro a Malcolm quien solo se encogió de hombros.

Si, se quién eres respondió.

Entonces soy más importante que tú me burlé. Permití escaparse una carcajada

de mi boca.

El albino lo tomo a reto.

Tengo a mi hermano que...

¡Felicidades! exclamé interrumpiéndolo No todos podemos darnos el lujo de

tener un hermano.

Solo por eso me gane otro gran golpe en la mandíbula degustando el sabor

metálico de la sangre dentro de mi boca.

Mi hermano es uno de los gobernantes de este podrido mundo, niño, un mundo

en el que tu estas incluido. Y mi sobrino ¿Sabes quién es? preguntó.

No dije con sarcasmo.

Gordon, Gordon Jordán. El murió en el ataque de los rebeldes y necesito toda la

información que tú tienes para castigar a quien lo hizo finalizó.

¡Wow! El mandril estaba muerto. Si, admito que no me agradaba pero no era para

tanto.

Necesito la información dijo Solo dámela y te dejare tranquilo me ofrecía una

salida.

No sé de qué estás hablando mi tono de voz cortante.

Está bien se recogió la camisa hasta los codos Lo haremos a mi manera

Le hizo una señal al guardia de la cojera y a Malcolm. El último me miro y articulo

la palabra "lo siento".

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

59 30 Mayo 2013

Cerré los ojos esperando un golpe o algo. Solo que en vez de eso sentí como algo

choco contra mi torso y me lanzo contra la pared. Era algo frio y húmedo.

Abrí los ojos.

Estaban apuntando una manguera de gran tamaño hacia mí, de ella salía agua con

una gran presión y sin parar, además estaba tan fría que todos mis huesos

tiritaban. El chorro de agua se detuvo sin aviso.

Mi cuerpo no dejaba de temblar.

Jadeé en busca de aire y el agua a gran presión ataco de nuevo, justo cuando tenía

la boca abierta. La cerraron y repitieron el ejercicio como cuatro veces más o tal vez

ahí fue donde perdí la cuenta.

Abrí los ojos con la esperanza de ya no sufrir más ataques como ese.

Malcolm estaba alejando la manguera de mí.

El albino, ahora sé que su apellido es Jordán, se inclinó hacia mí.

¿Hablaras ahora?se mofó Quiero decirte que me encantaría seguir haciendo lo

del agua. Ya que apestas agregó.

Lo mire y le escupí en la cara una mezcla de sangre, agua y saliva.

Eso es todo lo que tengo que decirte espeté.

El albino se limpió la cara y me miro con odio.

Parece que el chico quiere morir ahogado me miró Igual que su novia dijo y

sonrió.

La ira hirvió en mi interior.

Me incorpore y me lance contra él, mi cuerpo estaba tan entumido por el agua fría

que no pude moverme rápido.

El albino estrello su puño en mi cara y perdí el equilibrio. Caí sobre un charco de

agua. El hombre aprovecho esto y me pateó en las costillas. Trate de recuperar aire

pero me pateó de nuevo.

¡¿Sientes ganas de hablar ahora?! gritó.

Sus facciones descompuestas por la furia.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

60 30 Mayo 2013

No le respondí, no encontraba mi voz así que en vez de eso levante el dedo medio

y se lo mostré.

Me pateó la cara y ahí quedo todo. La oscuridad me reclamo de nuevo.

A pesar de que los pasos en el pasillo se habían convertido en lo único que me

avisaba de otra visita no me incorpore.

De seguro era Gasparin con la manguera del mal de nuevo.

Habían repetido su tortura siete veces más. Prefería seguir jugando con él que

decirle algo de lo que sabía que relativamente era nada.

¿Violeta de verdad había muerto ahogada? El albino lo había dicho.

Y era lo que más me dolía, incluso más que las torturas. Si ella estaba muerta ¿Con

que sentido me levantaba y huía? Con ninguno.

Escuche como se abrió la puerta.

Podían darme el baño de agua helada desde el rincón donde me había acurrucado

para entrar en calor, no me movería de aquí.

¿Dorian? preguntó una voz familiar muy cerca de mí.

Abrí los ojos y simule una sonrisa.

¡Vaya! dije con voz débil Pero si es el traidor le di la espalda y me acurruque

de nuevo contra la pared.

Dorian, escúchame pidió.

Aunque quisiera escucharlo no podía, mi cuerpo estaba entumecido y cada

articulación dolía como si miles de agujas se enterraran simultáneamente en ellas.

Maica miro al techo en busca de cámaras.

No hay fue todo lo que pude gruñirle.

El asintió comprendiendo mi comentario, se inclinó para que pudiera escucharlo

susurrar.

La chica está viva murmuró.

Era todo lo que necesitaba escuchar. Me incorpore y apoye la espalda en la pared.

¿Qué? grazné.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

61 30 Mayo 2013

La vi cuando salió a la superficie, pero nado alejándose de nosotros... recibí un

mensaje de... negó con la cabeza como si estuviera hablando de mas Está viva, es

todo lo que necesitas saber y tú debes irte. Aquí ya no hay lugar para ti

Asentí lentamente.

Ponte eso me arrojó una mochila.

Adentro había ropa seca y cómoda.

Le sonreí a Maica.

Date prisa apuró y salió de la celda.

Quería dar saltos de júbilo.

Maica no me había traicionado y Violeta estaba viva.

Tarde en cambiarme mucho más de lo que había tardado en toda mi vida.

Era un pantalón negro y una camiseta gris de franela; todo estaba tibio y se sentía

bien.

¿Maica? pregunté cuando estuve listo.

El entró en la celda y le hizo señas a alguien afuera.

Enarqué una ceja a modo de pregunta.

Malcolm está vigilando explicó.

Tenía sentido que se ayudaran entre ellos ya que eran amigos.

Maica, ¿Por qué...?

No hay tiempo para preguntas, Dorian interrumpió Lo que hice fue para

salvarte. Lamento que hayas tenido que pasar por todo esto apretó la boca en una

fina línea.

No importaEstoy bien dije y sonreí patéticamente.

Maica asintió.

Escúchame me entregó otra mochila mucho más pesada que la anterior Dentro

hay comida y agua, lo suficiente para sobrevivir en una caminata hasta la frontera

donde te van a estar esperando ¿Entiendes?

Asentí.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

62 30 Mayo 2013

¿La frontera? ¿Comida? ¿Caminata? Tenía miles de preguntas, pero esto era de

vida o muerte así que no lo interrumpiría.

Salimos de la celda y nos encontramos con Malcolm, lo salude con un asentimiento

de cabeza y él me sonrió.

Atravesamos los pasillos y salimos al jardín.

Se sentía bien el usar mis piernas de nuevo, sentía como mi cuerpo estaba

recuperando fuerzas con cada paso que daba, mi boca se hacía agua por

imaginarme probando la comida que ahora paseaba en la mochila que colgaba de

mi espalda.

Maica puso una mano en mi pecho para indicarme que me detuviera.

Estábamos en el lugar donde colindaban las murallas, justo donde conseguía los

libros.

Aquí nos despedimos, Dorian dijo Maica Sera un verdadero dolor de cabeza

volverte a encontrar en el futuro, así que no me busques ni a Malcolm tampoco el

aludido me sonrió Solo debes seguir el sendero, no te desvíes, por favor no lo

hagas, esto es de vida o muerte ¿Entiendes?

Asentí.

No pude reaccionar cuando Maica extendió sus brazos y me atrapo en un abrazo

asfixiante ¡Nunca me había abrazado! Su gesto de cariño era revolverme el cabello.

Salí de mi asombro y apreté mis brazos en torno a él.

Estaré bien. Te lo prometo dije.

Me soltó y me indico un pequeño hoyo en el suelo. Era una especie de túnel.

Síguelo y saldrás de este lugar. Una vez fuera corre todo lo que puedas para

alejarte de las murallas y por favor, no te alejes del sendero instruyó.

Asentí y sonreí mientras Maica lloraba.

Hey, no hagas esodije Soy un dolor de cabeza ¿Recuerdas?

Me sonrió de nuevo.

Entre en el túnel. No sé qué había al otro lado pero ahí estaba Violeta, podía

sentirlo.

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Y a donde ella iba yo la seguiría, así hasta el fin del mundo.

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CAPITULO 5

El rostro de Dorian tenía sangre, el había sido golpeado y aun así me pidió que

saltara, para salvarme antes que él ¿Acaso estaba loco? Fue un milagro que las

rocas o la altura no me hicieran papilla.

El agua salada entro por mis fosas nasales y boca provocando ardor, mis pulmones

clamaban por algo de oxígeno, las olas me atraparon, patalee y moví los brazos. Mi

espalda se golpeó contra algo, fue doloroso, pero también era una salvación, fue

una especie de milagro que no golpeara ninguna de las rocas al caer, y ahora estas

eran lo que me ayudaba a salir a la superficie, me abrace de la roca y saque mi

cabeza logrando halar aire.

Los hombres vestidos de verde y la institutriz me miraban desde la cima del

acantilado, lejos, muy lejos de mí. La anciana les hizo una señal, no sabía que

significaba hasta que ellos comenzaron a dispararme ¡Por Dios! Me apoye en la

roca para poder impulsarme lejos de ellos, el peso del vestido no me permitía

moverme con libertad, al contrario jalaba hacia las olas ¡Era como si tuviera vida

propia y quisiera matarme! Utilice mis manos para romper la falda de la cintura y

poder salir de él, la falda grande y pesada se hundió en el mar, me sentí más ligera

en cuanto abandono mi cuerpo, tome impulso de nuevo con otra roca y me aleje

nadando de las rocas, del acantilado, de los guardias que me disparaban, de la

horrible institutriz y de Dorian... me estaba alejando de él.

Moví los brazos y patalee todo lo que pude, lo primero era alejarme del acantilado,

lo demás sería fácil. Las balas pasaban rosándome, hasta que ya no escuche más las

detonaciones...me detuve cuando ya no se escuchaba nada...

La muralla se veía muy lejana.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

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El sol resplandecía, el agua estaba tibia y mis piernas y brazos ya no querían

moverse más...

Me recosté sobre el agua, dejando que mi cuerpo flotara y se relajara. Era lo mejor

que podía hacer ya que no encontraba tierra por ninguna parte.

¿Saldrían a buscarme? ¿O pensarían que estaba muerta? Dorian... ¿Me habría visto

salir a la superficie?...

"Brillan las estrellas

En el grande cielo...

Ellas fueron alguien...

Y nos vigilan en sueños...

Saben que hay guerra,

En la tierra de sus hijos...

Brillan las estrellas

En el grande cielo...

Si miras fijamente...

Sabrás que también lloran..."

A pesar de que mi garganta estaba seca seguí tarareando la canción una y otra vez.

Beatriz me la había enseñado.

El sol ya no era tan intenso, al parecer estaba atardeciendo...

El dolor en los brazos y piernas se había ido, pero estaba uno persistente en el

cuello y la espalda.

Decidí dejar de flotar y mover todo el cuerpo de nuevo.

Me sumergí por completo provocando que el agua salada lavara mi cara. El ardor

que esto provoco fue horrible, había estado mucho tiempo en contacto con el sol y

mi piel estaba quemada.

Nade hasta que el sol se ocultó por completo.

Mi boca fue incapaz de seguir moviéndose para cantar la cancioncilla.

Flote sobre la superficie de nuevo... Las estrellas lucían muy hermosas en el cielo...

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

66 30 Mayo 2013

¿Sería verdad lo que dice la canción? ¿Ellas nos observan? ¿Habría alguien allá

arriba cuidando de mí?

Estaba más cansada que nunca...

Cerré los ojos una milésima de segundo. El agua salada quemo mis fosas nasales y

mi garganta.

Me incorpore pataleando para ir a la superficie de nuevo...

Todo se sintió asqueroso en ese momento...

Tome impulso ante la primera arcada y... ahí estaba mi desayuno, flotando sobre la

superficie del agua.

Me aleje del vomito pataleando. ¿Que había pasado?

Comprendí todo, no solo cerré los ojos, me quede dormida y me hundí en el agua.

Eso era peligroso, no podía permitir que pasara de nuevo.

Ya no flotaría sobre la superficie durante la noche, nadaría hasta que el sol hiciera

de nuevo su aparición...

Campanas se escucharon muy cerca ¿Habían venido a buscarme? ¿Y si me

encontraban? ¿Si me mataban? O peor... ¿Me obligaban a volver al internado?

El siguiente sonido fue de gaviotas... ¿Campanas? ¿Gaviotas?

Suspire profundamente sintiéndome aliviada.

No eran simples campanas, era un faro... si había un faro y gaviotas entonces

estaba muy cerca de civilización...

Nade lo más rápido que pude antes de que el sonido se alejara... cada vez sonaba

más cercano...Hasta que lo vi.

El faro lucia exactamente igual que el que estaba afuera del internado, todas las

noches su luz danzaba fuera de mi ventana sin dejarme dormir.

Y ahora este me mostraba una salvación.

Nade hacia aquella luz que me llamaba a gritos.

Ignore las punzadas que recorrían mi cuerpo... me pedía que me detuviera a

descansar.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

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Me movía cada vez más rápido con la ansiedad de querer llegara a la orilla lo antes

posible.

Estaba a punto de darle la razón a mi cuerpo y dejarme vencer por el cansancio

cuando divise un muro... un gran muro de piedra. No era como el del internado,

este estaba en una playa y las puertas enormes y de madera gastada estaban

abiertas de par en par.

El sol empezó a salir iluminando todo.

Permití que una carcajada un tanto histérica se escapara de mi garganta cuando

sentí la arena bajo mis pies.

Con mucha dificultad ignore el agua que me jalaba de vuelta al mar, camine sobre

la arena, un paso seguido de otro y otro hasta que el agua llegaba simplemente

hasta mis rodillas.

No sabía que me esperaba del otro lado, no sabía si realmente seria recibida, pero

era mejor que simplemente flotar a la deriva.

Una ola choco contra mis piernas obligándome a caer y jalándome de regreso a las

masas y masas de agua.

No pude ponerme de pie, el agua entraba por mi boca y fosas nasales. Apoye mis

brazos contra la arena y me arrastre hasta la orilla, las olas golpeándome una y otra

vez, pero esta ocasión yo no cedería.

Me deje caer sobre la arena seca, unos metros lejos del agua, solo para estar segura

de que el mar no me reclamaría de nuevo.

El sol calentaba mi cuerpo, a pesar de que me ardía la espalda no pude girarme

para buscar alguna sombra... estaba realmente agotada.

Cerré los ojos y me deje llevar por el cansancio.

¿Está muerta? preguntó una voz masculina.

No, está respirando respondió una mujer.

¡Es una espía! gritó una tercera voz.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

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¡Sí, claro! ¡Es una espía! ¡Por eso llego aquí medio muerta! ¡Idiota! exclamó la primera

voz con sarcasmo.

Hay que llevarla al hospital dijo la mujer.

No, hay que llevarla ante Derek dijo el hombre, el dueño de la primera voz.

Las otras dos voces guardaron silencio.

Ninguno de los rebeldes del asalto ha regresado. Y luego nos encontramos con esto…

explicó el hombre.

Algo me pico en las costillas cuando él dijo "esto".

¿Era real o estaba soñando? ¿Estaba siendo rescatada o llevada a la muerte?

Agua… Pedí.

Uno de los presentes ahogo un grito.

¡Esta despierta! grito la mujer.

Sentí como me giraban para que mi espalda quedara contra la arena.

Ahora estaba apoyada en los brazos de alguien.

Empecé a manotear para liberarme de quien me quería tener prisionera.

Relájate me dijo la tercera voz, la que me acusaba de ser una espía.

Vertió algo fresco dentro de mi boca. Me ardió la garganta, pero sentí como un

poco de fuerza llegaba hasta mí.

Abrí los ojos, el sol me encandilo por unos segundos pero cuando me acostumbre

pude ver a alguien completamente diferente de lo que estaba acostumbrada a ver.

Sus ojos verdes y grandes, su cabello rojo atado en una coleta, su piel quemada por

el sol y llena de pecas.

Su pequeña boca se curvo en una sonrisa. La chica debería tener mi edad, por lo

menos.

Me llamo London, puedes confiar en mi dijo con calma.

Asentí lentamente.

Habías dicho que era una espía se burló el hombre de ella.

London lo fulmino con la mirada.

Cállate espeto La chica se parece a Beatriz explico.

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¿Conoces a Beth? pregunté.

Me incorpore rápidamente. Fue una mala idea, mi cabeza daba vueltas, las voces

volvían a ser de extraños, discutían sobre algo, pero no podía darle forma a las

palabras.

Sentí como me alzaban en brazos y después deje que el cansancio y la oscuridad

me reclamaran de nuevo.

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CAPITULO 6

Escuche detonaciones del otro lado del muro. Quise volver, pero el agujero estaba

obstruido por algo.

¡Vete Dorian! ¡Vete! fue lo último que escuche de Maica.

Corrí lo más rápido que pude, las piernas no me respondían tan bien después de

tanto tiempo de encierro.

Mire al frente ¿Cómo rayos se las habían ingeniado para hacer un maldito

sendero?

Negué con la cabeza, no era momento de ponerse a pensar en eso.

De hecho era casi imperceptible, la arena del desierto era un poco más oscura en

ese camino que en el resto del lugar y estaba enmarcado por uno o dos cactus cada

kilómetro.

No era muy obvio a no ser que supieras de él.

Cuando estuve seguro de que estaba a un distancia prudente del muro me deje

caer sobre la arena y abrí la mochila.

Esperaba ver en asqueroso platillo verde con el que nos alimentaban en el

internado. Pero en vez de eso había comida chatarra como la que Maica robaba

para mí, toda ella de marcas desconocidas para mí...

Abrí una bolsa con panquesitos de chocolate y me los comí despacio a pesar del

hambre que tenía. No era bueno comer rápido eso te haría vomitar...

Termine de comer, metí la basura en la mochila y me puse en marcha de nuevo.

¿Estaría bien Maica? ¿Malcolm? Ellos se habían metido en esto para ayudarme a

escapar ¿Ellos eran rebeldes? ¿Por eso sabían de este camino? ¿Por eso supo que Vi

estaba viva?

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

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¡Estúpido sol! Se reflejaba en la arena y me cegaba.

¡Estúpido internado! ¡Estúpidas reglas!

¡Estúpido todo!

Estaba de mal humor, eso no era nuevo.

Después de caminar, correr y tropezar durante varios kilómetros y seguir por el

sendero me estaba hartando de no encontrarme con nadie.

Pasaba, segundos, minutos, horas...y seguía caminando sin encontrar nada.

La comida en la mochila estaba disminuyendo drásticamente, lo único que hacia lo

posible por no consumir muy rápido era el agua.

El calor hacia que el sudor escurriera por mi cabeza hasta mi cuello, sentía mi cara

arder y la arena se quedaba pegada a mi cuerpo por el mismo sudor.

Me saque la camiseta y la ate a mi cabeza haciendo una especie de turbante con

ella.

Así estaba bien, mi espalda se estaba quemando con el sol, pero ya no me

molestaba ni el reflejo de la arena en los ojos, tampoco entraba sudor ni polvo en

ellos. Esto me ayudo a ir un poco más rápido.

El sol se puso sobre el cielo, todo se veía muy extraño a la luz de la luna... el

desierto parecía estar hecho de plata.

Habían pasado horas.

Un sonido me hizo volver la vista, se veían nubes de arena que avanzaban hacia

donde estaba ¿Era una tormenta? Negué con la cabeza, era algo que se movía más

rápido.

No supe que eran hasta que siete motocicletas con hombres montándolas me

tenían rodeado.

¿Qué quieren? grazne.

¡Hey! ¡El chico sabe hablar! se burló uno de ellos.

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Estaba cansado a causa de la caminata en el desierto y no estaba de humor como

para bromear con ellos. Además ya no tenía provisiones.

¡Tráiganlo! ordeno un hombre.

Dos de los sujetos detuvieron sus armatostes y bajaron.

Se acercaron lentamente hacia mí.

Un paso de ellos, uno que yo retrocedía.

Estas rodeado, chico murmuro uno.

Puse los ojos en blanco.

¿No me digas? me burle.

Vale, el chico sabe usar sarcasmo, tal vez debas atraparlo tu le dijo a uno que

llevaba casco.

No me gusta que me llames así espeto una voz femenina Mi nombre es

Valentinaescupió las palabras.

La chica se bajó de su motocicleta y se sacó el casco. Su cabello rubio y corto, muy

corto, casi como el de un chico, sus ojos verdes y fríos y su piel quemada por el sol.

Retrocedí, sus ojos me recordaban el internado.

Muestra algo de respeto cuando las damas te hablan le dije al hombre que la

llamo "vale".

Todos me miraron estupefactos.

Para mi gran sorpresa la mujer rompió a reír.

Por lo menos alguien aquí sabe cómo comportarse dijo Ira conmigo agrego y

monto de nuevo su armatoste.

¡Es peligroso! se quejó el primer sujeto.

Valentina lo fulmino con la mirada.

Sube, chico me dijo.

Cruce los brazos sobre el pecho y plante los pies en la tierra.

¿A dónde vamos? pregunte.

No estás en posición de preguntar nada dijo la chica sin amabilidad.

Por como yo lo veo, si estoy en posición espete.

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La chica les hizo señales a los demás. Los cuatro restantes bajaron de sus medios de

transporte.

En total había dos que carecían de respeto, tres gorilas, una mujer y un zángano

que no parecía hacer mucho más que solo respirar.

Atrápenlo ordeno la mujer.

Sonreí. Esto era lo que necesitaba, algo de ejercicio.

Uno de los gorilas salto sobre mí, lo esquive fácilmente. Podía ser fuerte pero era

lento.

Me tomaron por la espalda aprisionando mis brazos, apoyándome completamente

contra el segundo gorila tome impulso y patee al que arremetió primero en la cara.

Después patee en la entrepierna al que me sostenía. Me soltó rápidamente.

Cero y sin contar al zángano van dos. Y por supuesto no iba a golpear a la

princesita, así que llevaba cuatro, solo faltaban tres.

El último gorila se lanzó sobre mí sin que me diera tiempo de reaccionar, ambos

rodamos sobre la arena, lo golpee en la cara pero no retrocedía, mire su entrepierna

que estaba descubierta para poder patearla, el sujeto adivino mis intenciones y se

cubrió con las manos. Aproveche ese momento para darle un codazo en la sien,

esto lo desestabilizo y lo aparte de mi con una patada en las costillas.

Faltaban solo dos... Nadie avanzaba hacia mí, al parecer ya nadie quería pelear.

Sentí que algo entraba en la piel de mi espalda, después envió corrientes eléctricas

por todo mi cuerpo.

Caí sobre la arena en medio de una convulsión. No pude ahogar los gritos que se

escapaban de mi garganta.

Quede mirando al cielo, no tenía fuerzas para levantarme después de eso ¿Que

había sido?

Mire a mí alrededor. Todos se estaban levantando. El zángano tenía una especie de

arma en la mano.

Valentina se acercó a mí riendo.

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Te presento a Garrett Señalo al zángano no es muy fuerte, pero es muy listo, él

es mi arma secreta susurro.

El zángano o Garrett me había disparado con esa cosa, provocando dolor en todo

mi cuerpo.

Trate de incorporarme y sentí un pie contra mi cuello.

Yo no haría eso si fuera tú, chico era uno de los hombres normales.

Lo llevaremos a la fortaleza, Derek querrá hablar con el dijo Valentina.

Tu estilo para pelear me recordó a alguien dijo el zángano ignorándola y

mirándome fijamente.

Déjame adivinar murmure ¿A Maica? me burle.

Todos me miraron estupefactos. El hombre aflojo su pie y lo empuje a un lado.

Me levante y nadie me lo impidió.

¿Conocen al infeliz? pregunte.

Estaba molesto con Maica por no haberme hablado de nada de esto nunca.

El zángano me miro con un brillo de no sé qué en los ojos.

Si sonrió Lo conozco… El infeliz es mi hermano su voz sonó firme.

Trague saliva visiblemente. ¿Maica tenía un jodido hermano?

Lo siento, chico se disculpó uno de los gorilas

¿Por qué? pregunte mirándolo.

Por esto respondió Garrett y me disparo de nuevo.

También hubo convulsiones esta vez, pero no sentí tanto dolor como la primera

vez.

¡Basta! grito una voz de mujer dejaras estéril al chico bromeo pero las

descargas se detuvieron.

Todos rieron con su chiste.

No pude moverme cuando uno de ellos me subió en su motocicleta y arranco para

llevarme a quien sabe dónde.

Duerme, cariño susurro la voz de Valentina en mi oído.

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75 30 Mayo 2013

No sé porque, pero todo lo que había pasado en los últimos días decidió cobrarle

factura a mi cuerpo en ese momento.

Tampoco supe en qué momento fue que me quede dormido.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

76 30 Mayo 2013

CAPITULO 7

La cabeza me daba vueltas y todo parecía fuera de enfoque.

Me incorpore. El lugar en el que había estado durmiendo tenía un ligero olor a

humedad, parecía un calabozo, por las paredes y la pequeña ventana que daba al

exterior. Fuera de eso tenía el aspecto de una habitación.

Con una cama bien hecha, dos mesitas de noche, un baño y una lámpara colgando

del techo. Lo único que no había era comida o un lugar para ducharse que era lo

que más me hacía falta.

¿Hola? pregunte en voz alta.

No hubo respuesta.

Me recargue sobre la pared que no tenía la ventana y me deje caer en el piso

húmedo.

Con lo siniestro del lugar tal vez habría ratas paseándose por todas partes y no me

importaba, por lo menos serian de compañía.

La puerta de metal que estaba a mi lado se abrió.

Me puse de pie rápidamente.

Por el espacio entro la misma chica de la playa London era su nombre.

La mire fijamente.

Necesitas comer, chica puso la charola que llevaba sobre una de las mesitas de

noche.

¿Por qué estoy aquí? pregunte frunciendo el ceño.

El olor de la comida me hizo agua la boca.

Se rasco la nuca como pensando en una respuesta.

Pues... Derek, nuestro líder, querrá hablar contigo cuando regrese. Así que

mientras vas a estar aquí explico.

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77 30 Mayo 2013

Antes me acusaste de ser una espía le recrimine

¡Oye! exclamo en estos tiempos hay que tener cuidado se encogió de hombros

como si nada.

Bien acepte y me dirigí a la charola.

Uff murmuro la chica por lo menos contigo es fácil, con el sujeto de aquí

enseguida señalo la pared tenemos que esperar a que este dormido para meter

comida en su celda explico.

Fruncí el ceño sintiendo tristeza por el otro preso.

Bien, tengo que irme, chicaVolveré por la charola en una hora dijo. Camino

hacia la puerta.

No me llames "chica" le pedí Mi nombre es Violeta murmure.

London sonrió.

De acuerdo, Violeta dijo y cerró la puerta.

Comí todo lo que había en la charola sin importarme lo que era, tenía demasiada

hambre, todo raspo mi garganta, pero tampoco me importo.

Me senté de nuevo con la espalda hacia la pared.

London volvió por la charola una hora después, esta vez no me moví y ella se fue

rápido ya que tenía cosas que hacer.

Sonidos como de alguien golpeando las paredes llegaron hasta donde yo estaba.

¿Hola? pregunte lo suficientemente alto.

¿Hay alguien ahí? pregunto una voz masculina.

Si dije sin encontrar nada mejor.

¿Qué hiciste para que te encerraran? pregunto.

Fruncí el ceño.

Yo...no lo sé... solo llegue aquí por el mar y después me encerraron murmure.

¿Llegaste aquí nadando? inquirió la voz.

Si, fue muy cansado de hecho respondí con molestia ante su tono de voz.

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78 30 Mayo 2013

¿A qué clase de juego estás jugando? inquirió molesto ¿Crees que soy

estúpido? ¿Qué me creeré toda la historia de que llegaste aquí nadando? parecía

muy enfadado.

¡No estoy jugando a nada! espete ¡Todo es verdad! le grite.

¡Ja! ¡Y supongo que ahora me dirás que te llamas Violeta y que escapaste del

internado en día de las bodas! ¡Ja! ¡Si, como no! había sarcasmo en su tono.

¿Por qué no lo reconocí antes? ¡Nadie que conociera podía ser tan voluble como él!

¿Dorian? pregunte contra la pared.

¡¿Que?! grito, aún seguía molesto.

Aun no se daba cuenta, mis ojos se llenaron de lágrimas, estaba a tan solo unos

centímetros de mí.

Espera… dijo ¿Cómo me llamaste? pregunto.

Me puse la mano contra la boca para ahogar un sollozo.

Dorian dije.

¿Vi? pregunto contra la pared.

Asentí enérgicamente.

Sí, soy yo dije y rompí a llorar.

¡No llores! pidió ¡Soy un idiota! Pero por favor no llores exclamo.

No lloro por tu culpa me limpie las lágrimas con la mano lloro por la ironía de

la situación explique.

Recargue de nuevo mi espalda contra la pared.

Dorian me conto como había llegado hasta aquí, como los sujetos en sus

motocicletas lo trajeron a lo que llamaron "la fortaleza" y luego despertó en la

celda.

Y luego le conté como había llegado yo, y que también desperté en la prisión.

Menudo par murmuro.

Ahogue una risita.

Lo sé respondí.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

79 30 Mayo 2013

¿Por qué siempre tiene que haber un muro entre nosotros? pregunto de pronto.

¿Ahora comprendes por que lloraba hace rato? pregunte Es la ironía a la que le

gusta jugar y enmarañar los destinos dije.

Odio la ironía espeto.

Y la usas a tu antojo respondí.

El destino no se enfadara si le quito un poco de sarcasmo y lo uso a mi parecer

contraataco.

Extrañaba tener estas discusiones contigo dije.

También yo murmuro.

El silencio se prolongó mucho tiempo, creí que se había quedado dormido.

¿Sabes? pregunto de pronto Te veías hermosa en ese horrible vestido de

novia dijo.

Reí sin importar quien escuchara mi ridícula risa, en la que parecía que me estaba

ahogando con algo.

Y tu lucias genial en ese traje de pingüino respondí cuando mi risa se apagó.

¿Cuándo crees que nos dejen salir? pregunto.

No lo sé… yo creo que…

Y como por arte de magia, la puerta se abrió sin dejarme terminar la frase.

No conocía a la persona que estaba de pie en la puerta.

Levántate, te están esperando dijo el hombre.

Me puse de pie y lo seguí sin despedirme de Dorian.

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CAPITULO 8

Su voz se interrumpió ¿Que había pasado?

Como una respuesta la puerta de la celda se abrió.

Levántate Espeto Valentina.

Oblígame murmure y le sonreí.

¿Quieres que llame a Garrett? Amenazo.

Adelante, llama al zángano. Aun así no me moveré dije.

¿Zángano? pregunto y rompió a reír.

No me puedo levantar murmure y baje la vista a mis pies.

¿Que? ¿Por qué no? pregunto, se formó una arruguita en su ceño fruncido.

La mire fijamente sin darle una respuesta.

Bien. ¿Atacaste a los guardias? preguntó.

Asentí en respuesta.

¿Cuantas veces te han disparado?

Como siete respondí mirándome las uñas.

Traeré a alguien para que te lleve a la audiencia dijo y salió del lugar sin cerrar

la puerta.

Podría intentar escapar. Pero contrario a lo que se puede pensar de verdad no

podía moverme, cada articulación me dolía y uno de los sujetos me había dicho

que tardare unas horas en volver a sentir las piernas.

Valentina volvió con uno de sus gorilas. Este me levanto del suelo y me colgó

sobre su hombro.

Empezamos a andar por todo el pasillo hasta unas escaleras.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

81 30 Mayo 2013

La manera en la que me cargaba me resulto cómica. Había leído un libro en el que

a un niño que queda tullido lo carga un hombre gigante llamado Hodor a todas

partes. Esto me recordó un poco las cosas del libro.

¡Más rápido, Hodor! exclame divertido.

Aunque no lo vi, pude sentir que el hombre me fulminaba con la mirada.

Las risas de Valentina me indicaron que había entendido el chiste.

Cuando no fruncía el ceño podía verse realmente joven, la mujer debía tener por lo

menos treinta años.

Así que... ¿Te gusta leer? pregunto la mujer.

Claro que si ¿A qué clase de persona sin escrúpulos no le gustaría leer? me

burle.

Ella volvió a reír.

Bien...Estoy hablando de un libro muy viejo, trata sobre experimentos que hacían

los nazis con las personas en un barco durante la segunda guerra mundial dijo.

Aire delgado respondí.

Su cara se llenó de sorpresa.

Siguió haciéndome adivinanzas sobre los libros y a todas respondí correctamente.

Bien, me rindo dijo al fin Pero si Derek deja que te quedes te mostrare la

biblioteca del lugar. Vas a llorar agrego.

¿Es un trato? pregunte.

La mujer asintió.

Supe el momento justo en el que llegamos al lugar al que se supone debía llegar

por que las risas de Valentina cesaron y "Hodor" me dejo caer al suelo.

Hace como cinco minutos había vuelto a sentir mis piernas, pero no

desaprovecharía la ocasión de ser transportado.

Me estire una vez que mis pies tocaron el suelo.

Gracias Hodor dije con sarcasmo.

Si sabes lo que te conviene más te vale que dejes ese apodo de lado amenazo.

Los Hodor no hablan me burle.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

82 30 Mayo 2013

El hombre alzo el puño a punto de estrellarlo en mi cara.

¡Basta ya! grito Valentina Vete Thomas ordeno.

Adiós le dije al hombre.

No deberías tratar así a las personas me reprendió la mujer.

¿Y por qué no? pregunte.

Si te quedas aquí vas a necesitar de todo el apoyo posible. Créeme expresó.

No pude preguntarle a que se refería. La puerta grande de madera que estaba

frente a nosotros se abrió revelando una enorme sala en la que había pocas

personas y un trono en el que un hombre de aspecto rudo estaba sentado.

Entraras solo, y más te vale que sepas como expresarte ahí dentro su voz carecía

de emoción.

Me empujo dentro de la sala y cerró la puerta.

Trague saliva y camine con paso firme hacia donde estaban las personas. Mire

fijamente al hombre rudo preparándome para lo que venía.

Para mi gran sorpresa el sujeto me sonrió.

Es una linda bienvenida dije en voz alta.

Sí que lo es, chico dijo una pelirroja que estaba detrás del sujeto.

Le fruncí el ceño a la chica.

Tengo un nombre, no me llames "chico" la corregí de una forma grosera.

La pelirroja soltó una risita tonta.

Bien dijo el hombre rudo poniéndose de pie Acabemos con esto de una vez. Mi

nombre es Derek y soy el líder de esta resistencia. Dame una sola razón por la que

deba dejar que te quedes y te lo permitiré su voz no era muy amigable.

Y lo que era peor, yo no tenía una razón que darle, no sabía que decirle.

Por primera vez en mi vida no salto una respuesta sarcástica a mi mente.

No tengo tu tiempo. Quiero saber tu respuesta y sin una buena razón, tu nombre

no me interesaespeto.

No moví la boca por no encontrar una respuesta sensata, Valentina me había dicho

que me comportara y al ver a este hombre comprendí por qué.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

83 30 Mayo 2013

El hombre debía medir por lo menos 1.90, su complexión era de alguien que ha

hecho trabajo pesado toda su vida, su cabello castaño con unas cuantas canas a los

lados su tez morena y quemada por el sol y los ojos fríos y calculadores que

registraban cualquier movimiento en la habitación y a la vez emitían un juicio

sobre todo.

Se puso a dar vueltas a mí alrededor, como si yo fuera la carroña y él el buitre.

No sé qué es lo que Maica vio en ti, ni por qué te ayudo. Según sus informes, eres

imprudente, salvaje, mal temperamento, no controlas tus emociones... Perdí el

contacto con él y con otro de mis mejores hombres por tu culpa, así es que dime de

una maldita vez ¿Por qué vales la pena? sus ojos fríos se posaron en los míos.

Sentía mi corazón latir rápido pero mantuve la respiración firme pese a esto.

No lo sé murmure.

No te escucho se mofo.

¡No sé por qué demonios me salvo! ¡No sé por qué estoy aquí! ¿Ya? ¿Era lo que

querías escuchar? grite.

En menos de lo que pude pensar, mi cabeza estaba contra el suelo y había alguien

sobre mí, su peso me mantenía inmóvil.

Si yo fuera tú, elegiría mis siguientes palabras con cuidado. Niño bonito dijo la

voz de la pelirroja en mi oído.

Basta London, deja ir al chico ordeno Derek.

Me sentí ligero y me levante.

¿Cómo demonios te moviste tan rápido? pregunte sorprendido.

La chica solo sonrió y camino hacia donde estaba antes.

Maica informo que eres listo, pero que también tienes una lengua afilada. Si

quieres conservarla es mejor que midas tus palabras me aconsejo el hombre.

No podía dejar pasar la humillación así como así.

¿Cuál es tu nombre? pregunto.

Lo mire fijamente y rechine los dientes.

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No me agradaba aquel sujeto, de hecho no me agradaba nadie aquí. Debía

encontrar a Vi y salir del lugar lo más rápido posible.

No supe cómo fue que encontré mi camino hacia el suelo de nuevo ¿Desde cuándo

todos se movían tan rápido?

No lo repetiré dijo el hombre.

Por lo menos ahora estaba siendo sometido por él y no por una chica.

Puedes tomar tus preguntas y metértelas por...

¡Dorian! ¡Su nombre es Dorian! grito una voz interrumpiéndome.

Era una voz que yo conocía perfectamente.

Alcé la vista con dificultad.

¿Vi? balbucee.

Había lágrimas en sus ojos, su espantoso vestido de novia estaba hecho harapos,

había raspones en sus piernas y en sus brazos, su cara estaba quemada por el sol y

sus ojos color violeta estaban completamente hinchados y parecía que su llanto no

se detendría con nada.

La pelirroja la sostenía de un brazo para impedir que llegara hasta donde yo

estaba.

Comencé a retorcerme debajo del peso del tal Derek. Hizo su agarre más firme y ya

no pude moverme.

Una razón, solo te pedí una murmuro el sujeto.

Ella, ella es mi razón cacaree.

No es suficiente dijo y se levantó.

Me senté sobre el suelo con un dolor horrible en la espalda y el cuello.

¿Qué quieres decir? pregunte mirándolo fijamente.

Derek se giró bruscamente fulminándome con su mirada fría.

¡No es suficiente! espeto.

Antes de que pudiera pensar en otra cosa, su pie se estrelló en mi estómago

haciéndome caer al suelo.

Tratando de jalar aire me incorpore de nuevo.

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¡Basta! ¡Basta! ¡Por favor, basta! grito Violeta.

No te metas balbucee.

No me di cuenta de cuando ella se acercó hasta donde estaba.

Por favor... él es fuerte, inteligente... puede serle de provecho aquí le dijo a

Derek.

No es suficiente, le falta prudencia espeto.

Violeta lo miro a los ojos, y se irguió completamente.

Yo seré la prudencia de ambos dijo con voz firme.

Un nudo se formó en mi garganta.

¿Ella estaba ofreciendo algo? ¿Por mí?

¿Y quién dijo que tú te quedarías? Eres débil, frágil. No podrás seguir el ritmo de

mi gente, aquí cada quien se gana el sustento de todos los días y no creo que tu

condición te lo permita el hombre no parecía enfadado, si no sincero.

Vi ya no lloraba si no que lo miraba fijamente.

Entonces, si nos va a echar, hágalo de una vez y no le dé más vueltas al asunto

su voz carecía de emoción.

El hombre resoplo una risa.

Eres directa, eso me gusta. Pero aun así...

Yo trabajare por los dos lo interrumpí.

Me levante lentamente mientras frotaba la parte donde me había pateado.

Lo hare si permite que nos quedemos. Lamento que haya perdido a Maica y

Malcolm, créeme, nadie lo siente más que yo... ellos eran mis amigos lo mire

fijamente.

Derek nos dio la espalda.

No los necesito espeto y camino hacia sus hombres.

Las personas que lo rodeaban, incluida la pelirroja nos miraron con desdén. Ellos

se encargarían de echarnos del lugar, de la resistencia.

¡Es suficiente! atronó una voz femenina Ellos se quedaran ordeno.

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Derek la miro con sorpresa.

Tú no puedes dar esa orden espeto.

Claro que puedo, ellos estarán bajo mi protección.

Te estás dejando llevar por tus sentimientos...

Eso es algo que a ti te falta interrumpió la mujer.

Ambos se miraron fijamente. Parecía que aunque cayera el Armagedón, ellos

seguirían teniendo esa guerra de miradas.

Caí en la cuenta de que ambos eran sumamente parecidos, solo que la mujer

parecía más joven.

Escuche como Violeta contuvo la respiración y de sus ojos brotaron lágrimas.

En menos de lo que pensé ella corrió y se lanzó a los brazos de la mujer con la que

discutía Derek. Ella atrapo a Violeta entre sus brazos y acaricio su cabello.

Todo está bien ahora le dijo la mujer.

¿Que era todo esto? ¿Qué estaba pasando?

La mujer me hizo señas para que la siguiera. Ella y Vi caminaron abrazadas,

mientras que yo solo pude mirarlas completamente confundido.

Espero que sepas lo que haces se escuchó la voz de Derek Beatriz.

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CAPITULO 9

Lamento lo de mi hermano nos dijo Beth.

Nos había llevado a su habitación, dijo que aquí estaríamos seguros por un tiempo.

Al día siguiente debíamos asistir a la repartición de labores, según Beth, todos

tenían algo que hacer, todos trabajaban para todos.

¿Tu hermano? pregunto Dorian.

Si, Derek... él no era así. Cuando el anterior líder murió... él quería a Maica para

cuidar de todos, pero Maica creyó que era más importante el infiltrarse en el

internado para poder tener a los futuros gobernantes de nuestro lado... por

supuesto que nos fue imposible acercarnos a los hijos de los gobernantes, así que

surgió la idea de buscar apoyo dentro de las murallas...y por eso están ustedes

aquí. Derek cree que son espías o algo así, tanto tiempo en el poder puede acabar

con el buen juicio, es una buena persona, solo hay que conocerlo dijo Beth.

No, gracias respondió Dorian.

Ella sonrió.

Aún recuerdo cuando hablaba contigo a través del muro dijo Beth.

Si, también yo... después vino Vi me miro de reojo cuando dijo eso.

La puerta de entrada se abrió de golpe.

Lamento interrumpir, Beth. Pero Derek quiere hablar contigo London hablaba

A solas agrego dedicándonos una mirada extraña.

Beth puso los ojos en blanco y se levantó de la cama.

Tengo que ir. Ustedes no salgan de aquí. Volveré pronto nos dedicó una sonrisa

y se fue.

London la siguió y cerró la puerta.

Sentí los ojos de Dorian sobre mí.

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Lo mire y sonreí.

Esto es muy extraño... murmuro.

Si, lo se estuve de acuerdo con él.

¿Cómo aprendiste a nadar? preguntó repentinamente.

Yo... sonreí misteriosamente No eres el único que tenía un mentor.

Dorian resoplo una risa.

Maica es más que eso dijo.

Había un pequeño lago, en la parte trasera del internado. Ahí me encontraba con

Beatriz cada día al amanecer. Ella me enseñó a nadar explique.

Sus ojos azules reflejaron sorpresa.

Suena muy bien dijo y se dejó caer en la cama con los brazos abiertos.

Dorian... murmure.

¿Huh?

Yo... carraspee para aclarar mi garganta Yo sé que dijimos y prometimos

muchas cosas, todo a través del muro.

Cambio de posición, acomodando los codos sobre la cama y levantando la cabeza

para poder mirarme.

Suspire profundamente y continúe:

Hicimos una promesa... antes de las bodas. En ella, tú y yo... me ruborice.

Dorian forzó una sonrisa.

Éramos novios. Estábamos comprometidos completo mi frase.

Asentí nerviosamente y trague saliva.

Dorian enarco una ceja y me miro.

No sé qué había en su mirada, pero me hizo sentir vergüenza. Cubrí mi cara con

las manos.

Escuche como se levantó de la cama, tomo mis manos y las retiro de mi cara.

Se colocó en cuclillas para verme de frente.

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Vi dijo mientras sostenía mis muñecas Si esto no te gusta... o si simplemente no

fue algo serio para ti... se la idea que tienes sobre el romanticismo y todo eso...

podemos dejarlo como esta y ser simplemente amigos su voz sonaba forzada.

¿Estas rompiendo conmigo? pregunte.

Dorian soltó una leve risa.

No creo que lo nuestro llegase a ser una relación, así que no, no estoy rompiendo

contigo, porque nunca... nunca fuimos nada más que amigos suspiro.

Soltó mis muñecas, tomo mi mano y coloco en la palma algo tibio.

Dorian se puso de pie y se recostó en la cama boca abajo.

Mire mi mano. Ahí, sobre mi mano sucia estaba mi viejo relicario, aquel que le

había pertenecido a mi madre.

Lo mire con lágrimas en mis ojos. Abrí la boca pero de esta no salió nada.

La puerta de entrada se abrió y por ella entro Beth, London y un chico extraño.

Estarán a prueba. Derek dejara que se queden hasta que demuestren que le son

útiles explico Beatriz.

Asentí.

Dorian se levantó de la cama.

Violeta. London te llevara a un lugar donde podrás tomar un baño, también te

ayudara a conseguir ropa... y bueno... vivirás con ella durante tu estancia aquí.

London asintió en mi dirección.

Dorian. Garrett hará lo mismo por ti dijo Beth con una sonrisa.

El chico extraño le sonrió a Dorian.

Beth y London salieron de la recamara, con Garrett pisándoles los talones.

Dorian espero a que yo pasara.

Suspire profundamente. Me detuve frente a la puerta, desabroche el listón negro

del que colgaba el zafiro.

La joya reposo sobre mi mano.

Tómalo, es tuyo murmure.

Sus ojos brillaron y sonrió tristemente.

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Cerró mi mano sobre el zafiro.

Consérvalo pidió.

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CAPITULO 10

Eche la cabeza hacia atrás y deje que el agua de la regadera cayera sobre mi cara.

Vi quería terminar conmigo, yo solo se lo hice más fácil...

Ahora éramos libres... y no sabía qué hacer con esa libertad.

Todo era por ella, siempre fue por ella.

Cerré la llave y salí del baño.

El zángano me dejo ropa sobre la cama... no era como la que usábamos en el

internado, esta consistía en un pantalón de mezclilla desgastado y una camiseta

blanca... además de ropa interior, en la que... bueno, no quería pensar en su

procedencia. Y botas cafés para trabajar.

Garrett me había llevado a su habitación, donde había dos camas instaladas.

Luces como todo un rebelde se burló cuando me vio.

Puse los ojos en blanco.

¿Dormiré aquí? pregunte señalando a la cama.

El zángano se encogió de hombros.

A menos que desees ir al dormitorio comunitario...

Negué rápidamente con la cabeza.

No, aquí estará bien acepte.

Ven dijo necesitas comer algo.

Fruncí el ceño.

No tengo hambre.

Me deje caer sobre la cama con la cara enterrada en la almohada.

No tenía ánimos de nada.

¿Es por la chica? preguntó después de un momento.

Había durado bastante tiempo en silencio que pensé que se había ido.

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Si es por la chica se burló.

Ni siquiera espero una respuesta.

Deberías dejarla... las mujeres son complicadas su voz mostraba diversión.

¿Te gusta burlarte del sufrimiento ajeno? pregunte con ironía Además, tú qué

sabes de mujeres espete.

Me gire en la cama para verlo de frente.

Una sonrisa lobuna se extendió por su rostro.

Sé más de ellas de lo que te puedas imaginar respondió.

Si, como no espete y me puse de pie.

Si no quieres comer...entonces ¿Que harás? preguntó.

Me encogí de hombros.

Quiero conocer el lugar respondí.

Bien... solo que si te pierdes no será mi culpa.

Y con eso me dejo solo en la habitación.

El estar encerrado siempre lograba sacarme de quicio.

Salí de la habitación. Fuera de esta llegabas a un pequeño taller, donde había

piezas regadas por todas partes.

Fruncí el ceño. Garrett tenía un desastre aquí. Después del taller pude respirar aire

fresco.

El ambiente estaba húmedo y con la sal flotando por todo el lugar.

La naturaleza era realmente frondosa. No como el bosque del internado, si no

como una selva. Sí, eso era una especie de selva tropical sobre las que Maica me

hablaba.

Más allá de los árboles, las personas tenían instalados invernaderos. Algunos

habitantes se encargaban de cultivos, otros de pescar, algunos de limpiar...

¡Este lugar era fantástico! Mucho mejor que estar encerrado entre los muros del

internado.

Me quede boquiabierto ante la magnitud de todo. El mundo era tan grande y yo

tan pequeño...

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Alguien golpeo mi espalda. Me gire molesto para reprocharle por haber

interrumpido mi meditación. Detrás de mi estaba una mujer de rasgos delicados,

ojos rasgados y azules, cabello largo y negro con algunas canas, y pequeña, era

sumamente pequeña.

Ella llevaba cargando una enorme canasta con frutos.

Fue cuando me di cuenta de que no me había golpeado a propósito.

Hola murmuro la mujer ¿Eres el nuevo? preguntó.

Asentí lentamente.

¿Puedo ayudarte con eso? dije señalando la canasta.

¡Oh! ¡Claro! exclamo la mujer entregándome la canasta.

Era pesada para mi proporción... entonces ¡Para ella sería como si cargara un gran

peso!

Levante la canasta y la coloque sobre mi hombro derecho para llevarla más

fácilmente.

¿Hacia dónde? pregunte.

La mujer me señalo los invernaderos.

Comencé a caminar hacia el lugar con ella siguiéndome.

¿Cómo te llamas? preguntó.

Dorian resople ¿Y tú?

Mei respondió con orgullo.

¿Mei? ¿Qué clase de nombre es ese? pregunte con curiosidad.

Mis orígenes son americanos, y japoneses. Entonces de ellos viene mi nombre,

quedan pocas personas asiáticas en el mundo. Me enorgullezco de mi nombre

porque habla de mi origen explico con orgullo.

¿Americanos? ¿Japoneses? pregunte confundido ¿De qué rayos estás

hablando?

Mei me miro con curiosidad y soltó una risa que repiqueteo en mis oídos, sus

carcajadas tan chillonas como su voz.

Fruncí el ceño ¿Se estaba burlando de mí?

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Necesitas leer un poco sobre la historia de la humanidad, chico dijo cuándo su

risa se aplaco.

Llegamos al invernadero y deje la canasta sobre el suelo. Había unas cuantas chicas

trabajando ahí dentro. Todas detuvieron lo que hacían y me miraron fijamente.

¡Vuelvan a sus cosas! grito Mei.

Las chicas no dudaron y siguieron con su trabajo.

Me senté sobre la tierra húmeda.

Mei se puso a trabajar con las plantas, sacando los frutos no maduros de la canasta

y tratándolos con cuidado, como si se tratase de un bebe recién nacido. Las

colocaba con sumo cuidado en agujeros en la tierra, que sus temblorosas manos

hacían con dificultad.

Déjame ayudarte pedí.

Mei asintió.

Me puse de rodillas a su lado y comencé a cavar.

Con cuidado... susurro la mujer Estas trabajando con cosas vivas y delicadas,

no con rocas explico.

Detuvo mis manos, y las manipulo para que rasparan más suavemente el fango.

Lo hice al ritmo que ella impuso y pronto había varios huecos en el suelo, en los

que ella colocaba frutos poco maduros.

Nos sentamos a descansar cuando acabamos.

Háblame más de la historia pedí.

Mei me miro con atención.

Antes comenzó El mundo se dividía en continentes, en ellos había países,

ciudades, personas. Todos de diferentes razas y culturas. Cada uno vivía su vida,

sin importar mucho nada de nada. Cada quien iba con la corriente explico Hasta

que llego el día... Todo inicio como algo pequeño, una discusión entre dos

gobernantes que se extendió por todo el mundo, utilizando a las personas no

influyentes como carne de cañón. Todos peleando y muriendo por ideales que no

eran los suyos. Hasta que uno de los gobiernos se hartó, soltaron bombas químicas

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sobre los demás continentes. Provocando la mayor catástrofe de la que la

humanidad ha sido testigo. Destruyendo la mayor parte del planeta con los

bombardeos y dejando a los humanos incompletos. Los años pasaron y todos

estaban en crisis. Los nacimientos que se dieron después del bombardeo eran

mutaciones, bebes con cuatro brazos o dos cabezas... algunos quedaban vivos

después de eso. Con la desesperación en el mundo, cuatro gobiernos aun existentes

se unieron y crearon un grupo que iba a liderar a las pocas personas que quedaban.

Entre el bombardeo había un químico especial que podía dejar a las personas

incapacitadas para tener hijos, la mayoría de las personas ya no podían engendrar,

y si lo lograban, serian adefesios.

Con el mundo destrozado y contaminado, decidieron poner en cuarentena a

aquellas parejas que aún quedaban sanas. El experimento funciono, y ellos se

encargaron de repoblar las pocas partes habitables del mundo.

Se levantaron muros alrededor de ellos, para evitar que fueran contaminados con

los del exterior. Y a las personas de fuera los dejaron a su suerte. Mei finalizo con

tono ceremonioso.

La mire fijamente. Esta no era la historia que nos enseñaban en el internado.

Es todo lo que se, puedes encontrar más información en la biblioteca explico.

Asentí lentamente.

Había absorbido toda la información.

Mire como el sol se estaba metiendo y que las demás chicas habían abandonado su

trabajo en el invernadero. ¿Cuánto tiempo dure hablando con la mujer?

Nos pusimos de pie y salimos del lugar.

Fui al lugar que compartía con el zángano y me tire en la cama.

Garrett aun no regresaba, y yo tenía demasiado en que pensar.

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CAPITULO 11

London solo se mostraba desdeñosa en presencia de Dorian. La mayor parte del

día la aprovechamos para comer y para que me mostrara el lugar. Vimos cómo

algunos chicos trabajaban en las minas, otros cortaban leña, algunos pescaban,

otros cazaban y algunos otros trabajaban en los cultivos.

Yo quería conocerlos, pero London dijo que no sería buena idea, que la mujer que

estaba a cargo era una loca.

Curiosamente esa afirmación me dio muchas más ganas de conocerla.

Compartiría recamara con London, ella era una de las personas más cercanas a

Derek... eso me provoco un poco de desconfianza, pero ella no se estaba

comportando mal conmigo.

¿Puedo dormir junto a la ventana? pregunte.

Ella se encogió de hombros.

Elige lo que quieras respondió y entro en el baño.

Me recosté y cerré los ojos pensando en que Dorian no estuvo a la hora de la cena,

tampoco lo había visto en el recorrido.

No sé cuánto tiempo estuve viendo el techo. La puerta del baño se abrió y salió la

pelirroja envuelta en una toalla.

¿London? pregunte ¿Somos amigas?

Un silencio siguió mi pregunta.

¿London?

Te escuche dijo con voz firme.

Suspiro profundamente.

Aquí no hay espacio para eso respondió hoscamente.

Me incorpore y la mire a los ojos.

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Pero dijiste que podía confiar en ti...

Si, lo recuerdo cerró los ojos y suspiro No deberías confiar en nadie. Mucho

menos en alguien que dice ser tu amigo. Aquí no hay espacio para eso. Si no tienes

amigos, entonces las traiciones no te lastiman. Te darás cuenta de que estamos en

un mundo cruel y que las traiciones son cosas de todos los días explico.

Abrió los ojos, su mirada fría. Igual a la de Derek.

Duérmete, mañana será un largo día.

Asentí y me recosté.

No pensé demasiado en eso, si lo hacía entonces no podría conciliar el sueño.

Aleje esas cosas de mi mente y me deje llevar por el cansancio.

Los primeros rayos de luz tocaron mis parpados. Abrí los ojos y me estire.

Le sonreí a la ventana. El sol entraba de lleno por ella ¡El maravilloso sol!

Me levante de la cama, tome un baño y me puse ropa que London me había dado.

Ya estaba lista para cuando la chica despertó.

¿Acaso dormiste? pregunto en medio de un bostezo.

Si, lo hice. respondí.

Los años en el internado me habían hecho acostumbrarme a un horario, y aunque

estaba cansada, mi cuerpo me traicionaba, no podía dormir hasta tarde.

¿Por qué no vas a desayunar? dijo y se estiro Voy a dormir un poco más.

sentencio.

Se dio la vuelta en la cama y se cubrió con las mantas.

¿Y si me perdía? Este lugar era más grande que cualquier cosa que conocía.

Salí del lugar sin hacer ruido y camine hacia el comedor. No fue difícil, solo debía

rodear las demás habitaciones que otras mujeres compartían, y el lugar en el que

habíamos tenido la audiencia con el líder de la resistencia.

Cuando entre en el lugar, todos me miraron. Yo era el juguete nuevo.

Me puse nerviosa y juguetee con el relicario que Dorian me había devuelto... Pero

este no emitió ningún tic-tac. ¿Y si estaba descompuesto?

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Ignore las miradas y me senté en la primera mesa libre que vi.

No quería levantarme por comida, eso iba a provocar más miradas por parte de

todos y me sentiría aún más incómoda...

Alguien arrastro un plato con fruta y cereales frente a mi cara.

Mire hacia la persona. Era una mujer de ojos rasgados y cabello negro, además era

sumamente pequeña.

Gracias murmure.

La mujer se sentó a mi lado.

¿Eres la nueva? preguntó.

Si. Soy Violeta suspire.

Soy Mei estiro su mano hacia mí. Le di un apretón y sonreí.

Mire hacia la ventana más cercana, solo se distinguían árboles frondosos.

¿Es muy diferente de los muros? preguntó.

Si, allá no hay nada de esto... solo un espeso bosque...y muros demasiado altos,

también está el internado con un sótano y bueno, están las institutrices y la comida

es espantosa explique.

¿Que tenia de malo la comida? frunció el ceño.

Era una especie de pasta verde que parecía estar hecha de duendes prensados

dije y sonreí.

Dorian solía gastarse esa broma sobre la comida conmigo. Aunque claro, él

conseguía beneficios y comida deliciosa gracias a su amigo el cocinero.

Escuche la risa de Beth mucho antes de que se sentara junto a Mei.

Ambas rieron por mi chiste copiado. Solo sonreí y probé más de aquel delicioso

desayuno.

¿Qué hare? pregunte cuando termine la comida.

Beth me regalo una mirada comprensiva.

No tienes que hacer nada, cariño. No debes probarle nada a nadie, ni siquiera a

Derek. Si yo quiero que te quedes, te quedaras. Además tu condición no te permite

hacer trabajos forzados... dejo que su voz se perdiera.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

99 30 Mayo 2013

Puedo hacerlo, solo necesito que me enseñen, y yo...

Nadie tendrá tiempo de enseñarte replico Beth.

Fruncí el ceño.

Yo puedo, de verdad. No soy tan débil como creen me defendí.

Era verdad. Mi cuerpo parecía un esparrago, mi estatura estaba por encima del

promedio en las mujeres y mi cuerpo demasiado delgado... además de las

facciones finas y la nariz respingada. Sí, yo parecía un hada enclenque del bosque

más deleznable del mundo más frágil de todos los reinos mágicos de los que había

leído.

Yo tendré tiempo de mostrarle... si le interesa trabajar en los invernaderos

intervino Mei.

Le sonreí a la mujer.

Beth negó con la cabeza, pero estaba sonriendo.

Bien. De acuerdo, trabajaras con Mei aceptó.

Ambas nos pusimos de pie y salimos del lugar, directo al invernadero.

London me había dicho que la mujer estaba loca, pero parecía alguien agradable

que además sabía muchas cosas sobre todo.

El chico que llego junto contigo también trabaja aquí explico Mei como si nada.

¿Dorian?

Si. Es bueno en esto.

Suspire profundamente y entre al lugar.

Dentro estaban tres chicas que no conocía trabajando con la tierra, sus ropas

estaban sucias y por sus frentes y cuellos corría sudor.

Y justo detrás de ellas, cargando cosas pesadas estaba Dorian.

Levanto la vista y nuestras miradas se cruzaron por una fracción de segundo.

Él desvió sus ojos para no tener que verme.

Sentí una presión extraña sobre el pecho ¿Porque él no quería mirarme?

Mei llamó mi atención y me explico cómo trabajar con la tierra y con las plantas.

Dijo que también tendría que salir con los aradores del campo para sembrar ahí.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

100 30 Mayo 2013

Después de varias horas trabajando, las chicas se sentaron a descansar. Mei me

hizo señas de que me acercara con ella.

Mis manos se sentían extrañas, casi adormecidas, mis uñas estaban llenas de lodo,

el sudor corría por mi cara y cuello y mi cabello estaba totalmente enredado y

sucio. Recordaría hacer una coleta con él para mañana.

Pero lejos de sentirme incomoda, el trabajo me hizo sentir... Viva. Libre. Feliz.

Mei me ofreció agua y me presento a las demás chicas.

La más pequeña tenía ojos grandes y grises. Tenía catorce años, de cabello castaño,

barbilla un poco pronunciada y labios rellenos. Su nombre era Isabel.

La siguiente, su nombre era Mildred. Ojos pequeños y negros, nariz respingada y

su boca era una línea firme que se extendió cuando me sonrió. Cabello rubio y

corto... tanto como el de un chico.

La ultima con su piel de color caoba. Su cabello estaba aún más corto que el de

Mildred, al ras de la cabeza. Ojos grandes, negros y brillantes. Labios rellenos y

sonrisa grande y blanca. Su nombre era Astrid.

Dorian se acercó a Mei, le susurro algo al oído. Ella asintió y también le susurro

algo.

Él se fue del lugar sin siquiera ver en mi dirección.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

101 30 Mayo 2013

CAPITULO 12

Si Violeta iba a estar trabajando en los invernaderos y los cultivos... era mejor que

yo no estuviera cerca... no quería parecer un acosador o algo así.

En un lugar tan grande, debía haber algo más que pudiera hacer.

No quería que se diera cuenta, pero no vi el zafiro colgado de su cuello...

Eso ni siquiera debería importarme, ahora la joya era de ella. Podía hacer lo que

quisiera.

Me quede sentado en la orilla de un lago. Metí las manos al agua... estaba

realmente fresca. No tomo mucho tiempo el tomar la decisión de lanzarme dentro.

Mi cuerpo empapado y refrescado en segundos.

¡Hey! gritaron.

No les respondí y flote sobre el agua con los ojos abiertos.

¡Idiota! dijo otra voz ¡Espantara a los peces! espeto.

Fruncí el ceño ¿Me estaba hablando a mí?

Mire en dirección a los sujetos. Había dos lanchas sobre el agua, a poca distancia

de donde estaba yo.

Garrett estaba con ellos. Me sonrió y puso los ojos en blanco.

¡Hey! ¡Dorian! grito ¿Te interesaría venir a pescar? ofreció mostrándome una

red.

Sonreí y nade hasta su canoa.

¿Qué tengo que hacer? pregunte una vez arriba.

Solo no hagas mucho ruido y no saltes al agua bromeo Se asustan con facilidad,

toma una de las redes instruyo.

Estuvimos haciendo el ejercicio de lanzar las redes y recogerlas en varias

ocasiones.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

102 30 Mayo 2013

Me costó un poco de trabajo al principio, pero después fue genial. Este lugar era

fantástico...

Me percaté de que en una de las canoas estaban cinco hombres y en la nuestra solo

Garrett y yo. Aunque él ya estaba solo antes de que yo llegara.

¿Por qué no estabas con los demás? pregunte mientras nos sentamos a

descansar.

Garrett frunció el ceño y apretó los labios. Soltó un suspiro muy largo.

Por qué no me gusta estar con las personas. explico.

Estabas con Valentina y sus hombres replique.

Rasco su cabeza con frustración.

Con ella es diferente. No hablo mucho con nadie... con ella solo un poco y

solamente cuando necesita armas... o alguna otra cosa, como las motocicletas. Y

bueno... eso es básicamente todo lo que trato con ella. Derek me necesita, pero no

hablare con él porque lo odio. Así que Valentina me pide las cosas en su lugar...

ella es algo así como la segunda a mando explico.

¿Entonces que es Beth? pregunte confundido.

Garrett sonrió ligeramente.

Ella es la esperanza de este lugar suspiro.

Esa era una excelente opinión sobre una persona.

Deje que el sonido que hace el agua al chocar con las orillas de la canoa llenara el

vacío.

¿Cómo fue? pregunto de pronto.

¿Cómo fue que?

Entrenar con mi hermano... convivir con el... ¿Como....? ¿Cómo fue? pregunto

dudoso.

Sonreí al recordar.

Maica es genial, un gran sujeto. No se lo diré en la cara, pero es lo más cercano a

una familia que he tenido fui lo más sincero que pude.

Garrett cerró los ojos y se remojo los labios.

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103 30 Mayo 2013

Él decidió que era más importante la causa que su familia de verdad su voz

sonaba dolida Así que tú eres más importante que yo... dejo que su voz se

perdiera.

No supe que decirle. No había nada que decir en realidad.

Había convivido muy poco tiempo con Garrett. Mucho muy poco tiempo en

realidad. Al parecer él era una especie de genio ingeniero. Construyendo todas las

cosas que necesitaban aquí... Todos lo utilizaban, no le gustaban las personas...

Y estaba solo, completamente solo. Incluso más que yo.

Terminamos el trabajo de ese día cuando el sol se ocultó.

Salí de la ducha y me cambie para ir a cenar.

La cena fue corta, ya que comí rápido porque no quería encontrarme con Violeta.

En la habitación todo estaba en su lugar. Incluso Garrett sobre su cama... se veía

como parte de todo.

Él hacia un gesto comencé a hablar Levantaba su mano y revolvía mi cabello.

Nunca supe porque lo hacía, pero fue el único gesto de cariño que me mostro

alguna vez. Lo demás solo fueron entrenamientos... Siempre me miro como si a

quien viera fuese alguien más suspire y cerré la boca.

¿Por qué me lo dices? preguntó frunciendo el ceño.

Por qué ahora me doy cuenta de que me miraba como si fuera tú. explique y me

tire en la cama.

Gracias murmuro.

Cuando quieras, zángano bromee.

¿Zángano? inquirió.

Sonreí con malicia.

Un pequeño apodo no te hará daño dije.

Nunca había tenido uno.

Pues ahora lo tienes.

La sonrisa lobuna apareció de nuevo en su rostro.

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104 30 Mayo 2013

Habrá que encontrarte uno también bromeo.

Cuando encuentres el sinónimo de perfección en un apodo... házmelo saber dije

petulante.

Garrett rompió a reír y pronto me uní a sus carcajadas.

Si alguien pasara por ahí y viera la escena, podría pensar que se trataba solamente

de dos amigos... Y tal vez así podría ser.

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105 30 Mayo 2013

CAPITULO 13

Pasaron tres semanas desde que vi a Dorian en el invernadero.

No sabía cómo explicar la sensación de vacío en mi pecho. Lo extrañaba y mucho.

Además... el relicario, aquel que me lo recordaba con su característico tic-tac... ya

no funcionaba.

Resople y seguí con mi trabajo en el invernadero.

Los cayos sobre mis manos se endurecían cada vez más, aprendí a atar mi cabello

al levantarme y a tomar duchas antes de dormir y no antes de ir al trabajo...

Le había pedido a London que me mostrara todo lo que supiera sobre peleas y

entrenamientos. Me entere que en la resistencia, todos, absolutamente todos;

incluso Mei. Sabían manejar un arma.

Claramente las personas estaban en una gran ventaja sobre mí, que ni siquiera

sabía defenderme sola.

Al principio, London no quería, pero con mi insistencia lo logre. Corríamos juntas

todas las mañanas hasta la playa y de regreso a la habitación, donde nos

preparábamos para desayunar y después cada quien hacia su trabajo.

Cuando ella no estaba con Derek o con una mujer extraña, llamada Valentina.

Pasaba su tiempo ayudando en la cocina o en la biblioteca.

No me habían mostrado el santuario de los libros, pero las ganas me carcomían

desde el interior.

Había gozado de tres días libres, uno por semana. Y esos tres días no quería hacer

nada más que dormir, y dormir y seguir durmiendo.

Así que por eso no conocía aun la biblioteca. El poco tiempo que no pasaba

trabajando en el invernadero, lo utilizaba practicando con London. O dormida.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

106 30 Mayo 2013

Las chicas en el invernadero se comportaban bien conmigo... y todas me enseñaban

de lo que sabían, al igual que Mei.

La puerta del invernadero rechino. Levante la vista para saber quién entraba.

Dorian estaba de pie en la entrada, llamando a Mei con un ademan de la mano.

Sentí una chispa de enfado cuando el termino de hablar con la encargada y ni

siquiera gasto una mirada en mí.

Me puse de pie rápidamente y salí del invernadero ignorando las quejas de dentro.

Él ya se estaba alejando.

¿Por qué me estas evitando? reclame en voz alta.

La única señal de que me había escuchado fue su quietud. Había dejado de

caminar.

¿Hice algo que te molestara? espete.

Dorian se giró.

Un "hola" sonaría mucho mejor que un reproche respondió.

En sus ojos azules había un brillo, una especie de reto.

¡No te atrevas a portarte sarcástico! lo amenace con un dedo.

Una sonrisa que mostraba todos sus dientes se extendió por su rostro.

Y si lo hago ¿Qué? ¿Romperás conmigo? exclamo.

Parecía estar divertido. ¡Pedazo de asno!

Los cuchicheos a mi espalda me hicieron saber que teníamos audiencia de mis

compañeras.

¡Tú fuiste quien rompió conmigo! le grite de vuelta.

Su rostro se llenó de sorpresa.

Yo solo quería un poco de espacio... al darme cuenta de la magnitud de las cosas

seguí explicando Y tu.... tu solo has estado evitándome, además que... estaba

balbuceando.

Esto solo pasaba cuando estaba muy enfadada.

Dorian se acercó hasta mí, sostuvo mi mano con la que lo amenazaba y me miro a

los ojos. Los suyos tan azules como el océano me miraban con diversión.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

107 30 Mayo 2013

Vámonos de aquí susurro.

Dirigió una mirada y una sonrisa hacia atrás. A mis compañeras.

Se escucharon risitas bobas alejándose.

Instintivamente apreté mi mano alrededor del relicario que ya no funcionaba...

Le di un asentimiento y nos alejamos del invernadero.

Probablemente tendría problemas con Mei por esto más tarde...Pero no me

importaba.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

108 30 Mayo 2013

CAPITULO 14

Solo para que lo sepas, no te estaba evitando dije encogiéndome de hombros.

Vi estrecho sus ojos violetas hacia mí.

Eres un verdadero asno murmuro.

Aun se le veía molesta... y eso me hacía querer reír en su cara. Pero no lo haría,

algo en su mirada me advertía que ella arrancaría mis cuerdas bucales solo por

burlarme...

Eso ya lo sabía bromee.

Un atisbo de sonrisa amenazo sus labios. Puso los ojos en blanco.

¿Para que querías que viniera? preguntó.

¿Por qué tanta prisa por saberlo? Mei te castigara de todas formas, sin importar

cuantas tardes.

Solo quiero saberlo espeto.

¿Seguirás estando molesta? apreté la sonrisa que amenazaba con salir.

Vi suspiro profundamente. Estaba agotando su paciencia.

Bien dije ¿Que le paso a la chica paciente y adorable? pregunte.

Está descansando en lo más profundo de mi subconsciente. Porque no tenía a

nadie con quien charlar reclamó.

Sentí la culpa subir por mi pecho e instalarse en mi garganta en forma de bilis.

Lo lamento murmure.

No digas cosas que no sientas respondió.

No lo hago dije y suspire profundo.

No te burles de mí.

No lo hago.

¿Quieres responder otra cosa? ya sonaba menos enfadada, pero solo un poco.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

109 30 Mayo 2013

¿Te parece un: Lo juro por los libros? ¿O prefieres: Palabra de lector? pregunte.

Un lo juro por los libros estará bien dijo reprimiendo una sonrisa.

Ambos reímos un poco.

La detuve del brazo, habíamos llegado a donde quería ir.

Hoy no era día de pesca. Hoy era mi día libre.

La ayude a subir a una de las canoas y comencé a remar hacia el centro del lago.

Me detuve cuando llegamos y la mire fijamente.

Habla, reclama todo lo que quieras exclame.

Me miro y no dijo nada. Nunca comprendí porque alguien como ella querría estar

con alguien como yo...

Vi era fantástica, aun a través del muro, yo lo sabía. Su voz siempre delatando sus

estados de ánimo, al igual que un libro abierto. La conocía mejor que ella misma.

Y yo... bueno, solo soy yo. Alguien echado a perder.

¿Por qué me estabas evitando? preguntó al fin.

Suspire profundo antes de responder.

Por qué creí que me vería como un acosador si me encontrabas en todas partes

dije sinceramente.

Para mi sorpresa, Violeta rompió a reír.

¿Un acosador? exclamo ¡Por Dios, Dorian! ¡Me aspereabas horas del otro lado

del muro!

Deje que la sorpresa se reflejara en mi rostro.

¿Como...? Tu... ¿Cómo? no termine la pregunta.

¿Que como lo sé? preguntó alzando las cejas Porque siempre estaba del otro

lado, en silencio. A veces maldecías por que llegaba tarde y otras ocasiones leías en

voz alta respondió.

No pude hacer nada más que sonreír.

No llevas el zafiro solté de pronto.

No quiero perderlo en el trabajo respondió.

Un alivio se filtró en mí. Ella no quería perderlo... por eso no lo usaba.

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110 30 Mayo 2013

Habíamos quedado que tus serias la prudencia y yo haría el trabajo reclame.

Me gusta mi trabajo se defendió.

Es solo que... al sentir tus manos murmure.

Vi frunció el ceño.

Hay que arriesgar pequeñas cosas, si lo que quiero es mejorar.

Bien.

Tome una de sus manos y frote los cayos en ella.

Creo que podrían llegar a gustarme dije y sonreí.

Hablamos de cosas, simplemente cosas.

Me conto que entrenaba con la pelirroja. No me agrado que lo hiciera, pero no se lo

diría. También que aprendía muchas cosas de Mei y de las chicas con las que

trabajaba.

Le conté todo lo que había aprendido en la pesca y en las minas, también de la

historia de la humanidad, tanto lo que me había contado Mei como mis

investigaciones en la biblioteca durante mis días libres. Y le hable del taller de

Garrett, que con sus ruidos casi no me dejaba dormir. Y de Valentina, como ella

me hablaba de las reuniones con Derek... estaba al tanto de casi todo, gracias a ella.

Violeta también me dijo que Beth... bueno ella era una especie de benefactora con

todas las personas...

Cuando mencione el taller de Garrett, sus ojos se iluminaron.

¿Crees que él pueda repararlo? preguntó.

Desabrocho el relicario de su cuello y lo puso en mi mano.

¿Qué le pasa? pregunte.

Ya no hace tic-tac respondió y suspiro.

Le regale una media sonrisa. Esto sería pan comido para Garrett.

No hay problema. respondí.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

111 30 Mayo 2013

CAPITULO 15

Volví a mi habitación cuando el sol se puso.

Dorian me acompaño hasta la puerta y London lo corrió.

¿Cuál es tu problema? pregunte un tanto molesta.

Él es mi problema espeto y entro en la ducha.

Fruncí el ceño. Que yo recordara, Dorian nunca le había hecho nada malo a

London.

En fin, ella era un mar de secretos.

Me encontré con Mei a la hora de la cena, no me reprendió por haber dejado el

trabajo, pero dijo que debía trabajar medio día de mañana mi día libre.

Dije que sí, termine de cenar y tome una larga ducha en mi habitación.

Cuando salí vestida en mi pijama vi que London ya estaba dormida.

Por primera vez en tres semanas, me fui a dormir sin ese vacío en mi pecho.

Las primeras luces de la mañana rozaron mis parpados. Subí las mantas para

cubrir toda mi cara. Aún estaba cansada, quería seguir durmiendo.

Una fuerza externa jalo de las mantas y abrió las cortinas.

¿Qué te pasa? pregunte con voz pastosa.

Se nos hará tarde para ir a entrenar explico London.

Me levante con los brazos y piernas entumidos.

Comenzamos a correr desde el lago hasta la playa y de regreso. Nos encontramos

con algunas personas que hacían lo mismo. Al principio me costaba mantenerle el

ritmo a London, pero ahora ya podíamos correr a la par.

Una vez en la playa descansamos un momento.

London se puso de pie y me indico que hiciera lo mismo.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

112 30 Mayo 2013

Ahora que ya estaba despierta no sentía el entumecimiento en mis miembros.

Hicimos el entrenamiento de todos los días, en el que trato de golpearla y ella me

esquiva con una gran facilidad. Y luego donde me explica cómo debo esquivarla.

Ella me ayuda bastante. Dijo que estaba mejorando y que cuando lograra mantener

un combate cuerpo a cuerpo decente, me mostraría como usar un arma. Eso logro

enviar un escalofrió por mi cuerpo.

Corrí directo del entrenamiento a cumplir mi medio tiempo en el invernadero...

Debía trabajar en mi día libre por culpa de Dorian.

Cuando pase por fuera de las minas lo sentí. Me detuve de golpe e hice una mueca

de disgusto.

Aquello que solo ocurría cada mes... ¡Maldición!

Debía encontrar a Beth cuanto antes.

Para mi buena fortuna, mi amiga aún estaba en su habitación.

Le conté lo que sucedió y me ayudo. Así de simple.

Lo que llamo su atención fue algo curioso.

Ponen algo en la comida... una especie de suero explicó Es para evitar la sobre

población y esas cosas. Se supone que esto no debería sucederte. A menos no si

comes lo mismo que todas. Aquí, si alguien quiere tener hijos debe pedir un

permiso... es eso, y a esta persona le retiran el suero de sus alimentos finalizó.

¿O sea que...? pregunte confundida.

Que hay algo en ti que rechaza esto. No tengo idea de lo que sea.

Fruncí el ceño al recordar el día de las bodas en el barranco.

Cuando eligieron una pareja para mí. Bueno... yo no la quería, las institutrices me

llevaron al sótano, donde inyectaron algo en mi cuello. La institutriz mayor dijo

que no sabía cómo me había deshecho de los efectos... deje que mi voz se

perdiera.

No pude recordar nada más.

Beth apretó sus labios.

¿Es algo malo? pregunte.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

113 30 Mayo 2013

Ella negó con la cabeza.

No, solo es diferente dijo y sonrió.

Salí de la habitación de Beth un poco preocupada por lo de los sueros y esas cosas.

Termine mi recorrido hasta el invernadero.

Mei me reprendió por llegar tarde. Me disculpe y comencé a trabajar en lo que

había dejado pendiente el día anterior.

Si las cosas funcionaban así... ¿Cuantos sueros había tomado en toda mi vida? ¿Y

por qué no funcionaban conmigo? ¿Con Dorian pasaría igual?

No era como si pudiera llegar y preguntarle... pero ¿Ocurriría algo diferente con él

también?

El día fue horrible, los calambres y dolores de esta temporada me hicieron llegar a

mi habitación casi arrastrándome.

Al llegar a la puerta vi un libro sobre el suelo. Lo levante y entre.

Lo lance a mi cama y después me lance yo... No quería ponerme a leer... no ahora.

Del centro del libro salió una nota.

Vi:

La bruja no me dejo entrar a dejarlo sobre tu cama.

Como creí que te interesaría saber más sobre la historia de la humanidad, tanto como a mí...

Te traje esto de la biblioteca.

Búscame después para hablar.

Dorian.

Puse los ojos en blanco y sonreí ante el apodo de "la bruja".

Dorian estaba loco, si London encontraba la nota, lo mataría por llamarla así.

Me sentí un poco más cómoda una vez que entre en calor.

Abrí el libro y comencé a deslizarme entre sus páginas.

El mundo se dividía en continentes, como Dorian me había explicado.

Habían pasado por cuatro guerras mundiales, la última fue aquella que daño tanto

a la humanidad que solo hasta la fecha se han visto un poco recuperados.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

114 30 Mayo 2013

Utilizando armas químicas y nucleares acabaron con la mayor parte de la tierra y

ocasionaron mutaciones en las personas. Los humanos enloquecieron y se mataron

unos a otros.

Después vino la sublevación de lo poco que quedaba de la humanidad, ahí fue

donde los gobiernos se unieron y crearon una vida aparte para las personas que

aún eran sanas.

Varias generaciones pasaron después de eso... no había nada sobre los sueros de

los que Beth me había hablado, supongo que no consideraron importante que el

mundo lo supiera.

Algo capto mi atención, justo en el centro del libro...

"La humanidad está hecha para vivir, sin embargo ellos provocan la extinción de todo lo

demás. Se han tomado decisiones a lo largo de los años, algunas erróneas y otras acertadas...

Pensamos que esta es la decisión correcta y esperamos que con el paso de los años, la

humanidad pueda comprender por qué lo hacemos... Hasta entonces, solo esperamos que los

sujetos a estudiar y el experimento funcione. El resto de la humanidad deberá perecer".

Si por experimento se refiere a los que fueron apartados del resto de la sociedad

porque estaban sanos... estas personas estaban dentro de muros y eran cuidados

hasta una edad en la que pudieran estar con otra persona y así crear de nuevo un

mundo sano...

¿Por cuantos años duro esto? ¿Cuantas generaciones han pasado? Esto ya debería

ser olvidado...

Aunque aquella idea que estaba tan latente en mi cabeza luchaba por salir, la

reprimí.

El mundo había pasado por tantos horrores y en lo único que pude pensar al

quedarme dormida fue que habían hecho un experimento con personas que eran

diferentes.

Dorian y yo éramos parte de ese experimento y no sé hasta qué punto llegamos

como sujetos de prueba.

Ni pude dormir esa noche a pesar de los dolores mensuales.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

115 30 Mayo 2013

London llego tarde y se acostó a dormir...

Sin siquiera pensar en todo lo que ocurrió en el mundo.

Dentro de los muros aún se mantenía la verdad oculta, ellos no muestran esta

historia a nadie... y solo distraen a las personas con las ridículas bodas y la

promesa de una vida feliz... cuando en realidad es todo lo contrario.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

116 30 Mayo 2013

CAPITULO 16

Termino la pesca y me despedí de Garrett.

Corrí al invernadero para casi chocar con Vi a la salida.

Hola salude un poco más fuerte de lo que debería.

Violeta sonrió.

Hola... ¿Qué haces aquí?

Yo... bueno, quería saber si puedes venir conmigo la última parte sonó como una

pregunta.

Vi mordió su labio. Había ojeras bajo sus ojos y parecía realmente cansada.

Es mi hora de comer, Dorian explico.

Asentí enérgicamente.

Lo sé... Déjame llevarte pedí.

Sonrió y me siguió hasta el lago.

La ayude a subir a la canoa. Reme hasta situarnos debajo de la sombra de un árbol.

En la canoa estaba la comida que Beatriz me había ayudado a robar de la cocina.

Gracias dijo Vi con la boca llena de pollo.

Limpie mi cara con el brazo y me encogí de hombros.

Te vez mal... murmure.

Tu maldito libro no me dejo dormir respondió.

Lo siento, solo que pensé que te gustaría leerlo.

Me gusto... hay demasiadas cosas por saber, pero ¿Nunca pensaste que nosotros

éramos sus sujetos de prueba? preguntó.

Si, lo pensé. Al inicio de esto... creo que surgió como una idea desesperada por

salvar la humanidad, pero, creo que era buena... y se corrompió con el paso de los

años y las mentes corruptas por naturaleza del ser humano respondí.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

117 30 Mayo 2013

Violeta suspiro.

Las personas son un asco murmuro.

No pude estar más de acuerdo con ella.

Terminamos de comer y nos recostamos en la canoa. Ella con su cabeza recargada

sobre mi estómago y yo con la mía sobre la madera.

¿Y qué piensas de las personas de la resistencia? pregunte.

Vi suspiro profundamente.

Ellos tienen ideales... al igual que los de dentro del muro. No creo que estén mal.

Pero en el libro que me diste citan a varios autores que no conocía y hablan de

líderes anteriores. Hubo uno que llamo mi atención más que los demás, un tal

Hitler, el hizo que mataran a muchas personas inocentes, formo un grupo de

personas que se hacían llamar nazis. El punto es que lo que ellos hacían está mal a

nuestros ojos, pero ellos pensaban que era lo correcto, que eso estaba bien.

Creo que lo que hacen los gobernantes dentro de los muros... para ellos eso es lo

correcto.

Para Derek está bien el pensar en tomar el lugar para él... pero a mi parecer,

cualquiera de las dos cosas va a provocar más muertes y sufrimiento.

Como el día de las bodas... eso solo fue una pequeña prueba de lo que se puede

lograr hacer... Violeta termino de hablar.

¿Entonces crees que ambos están en lo correcto? pregunte.

Ella negó con la cabeza.

No lo sé, no sé qué pensar... sea lo que sea. Me siento como si estuviese en medio

de todo...

Hay una frase... viene dentro del libro. De un autor... él dice que debemos tratar al

ser humano como si fuese malo por naturaleza... pienso que eso es lo correcto

explique.

Violeta sonrió.

Maquiavelo dijo El también llamó mi atención.

Ambos suspiramos.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

118 30 Mayo 2013

También esta lo que dice Buda... aventure.

Vi puso los ojos en blanco y se sentó para verme a los ojos.

¡Las flores nacen, después se marchitan...! Las estrellas brillan, pero algún día se

extinguirán... Esta tierra, el sol, las galaxias... Y hasta el mismo gran universo algún

día se destruirán... Comparado con eso... la vida del hombre no es más que un

parpadeo, un escaso momento. En ese escaso momento un hombre nace, ríe, llora,

lucha, es herido, siente alegría, tristeza, odia a alguien, ama a alguien... todo en un

solo momento. ¡Y después... todos caemos en el sueño eterno llamado muerte!

recito a la perfección.

No omitió ningún detalle ¿Cuantas horas duro repasando eso en su cabeza? ¿Toda

la noche? ¿Por eso no durmió...?

Se recostó de nuevo y suspiro.

Entonces piensas que no tiene sentido hacer nada aventuro.

Negué con la cabeza.

No, solo me gusto como sonaba eso sonreí Pienso que ya que el universo es tan

grande y nosotros sumamente pequeños... no somos nada comparados con él.

Pero somos algo, y ya estamos aquí. Y deberíamos hacer algo por alguien con eso

que se nos otorgó solté el aire que no me di cuenta que estaba conteniendo.

Pienso lo mismo concordó.

Deje que el silencio reinara por un momento.

¿Vi? pregunte.

¿Huh? respondió con los ojos cerrados.

Al parecer se estaba quedando dormida.

Si el mundo quedo reducido a algo tan pequeño como una ciudad dentro de los

muros y una resistencia fuera de estos... ¿Crees que nuestros padres puedan estar

aquí? pregunte dubitativo.

Violeta abrió los ojos de golpe.

No lo sé, Dorian. Y no he querido pensar en eso... seria alimentar falsas

esperanzas.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

119 30 Mayo 2013

Si, lo sé... pero ¿Crees que exista una pequeña posibilidad de conocerlos? ¿De

verlos algún día? mi voz sonaba cada vez un octavo más alto.

Tal vez... quizá Beth, o Derek sepan algo... o Maica aventuro.

Espero que sí.

Termino nuestra hora de comida y cada quien se fue a terminar sus actividades del

día.

La noche anterior no vi a Garrett, fue la razón por la cual no le pedí que arreglara

el relicario.

Y ahora estaba aquí sentado en su taller.

¿Puedo pedirte un favor? pregunte.

El zángano levanto la vista de lo que hacía y dirigió la luz de la lámpara hacia mí.

¿Qué quieres? ¿Debo conservar puesto mi pantalón? preguntó.

Sonreí y puse los ojos en blanco.

Idiota insulte.

Garrett chasqueo la lengua.

No vas por buen camino si lo que quieres conseguir es un favor se burló.

Lance el relicario sobre su mesita de trabajo.

No funciona... ¿Crees que puedas arreglarlo? pedí.

Lo tomo y lo examino.

Es el mecanismo de un reloj de bolsillo antiguo... hay arena dentro de él, sus

piezas son demasiado viejas y... murmuraba cosas que no comprendí.

¿Puedes arreglarlo?

No hay nada que yo no pueda arreglar dijo petulante.

¿Entonces...?.

No quiero respondió y siguió con su trabajo.

¿Qué? levante las cejas al preguntar.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

120 30 Mayo 2013

Preguntaste si podía arreglarlo, la respuesta es sí. No preguntaste si quería

arreglarlo, y la respuesta es no. no levanto la vista al hablar.

¿Quieres si quiera mirarme cuando hablo? pregunte.

Garrett resoplo y dirigió sus ojos marrones a los míos.

No tengo tiempo espeto.

Bien... enséñame cómo hacerlo.

Pensé que había quedado claro que no tengo tiempo dijo entre dientes.

Puse los ojos en blanco.

¿Te gustan los libros? preguntó.

¿Eso que tiene que ver? exclame.

Sobre esa mesa apunto a un rincón del taller Hay libros de consulta y

reparación para mecanismos antiguos.

Hice una mueca de enfado.

No me gustan los libros de consulta... me gusta la historia y las novelas...

murmure.

Es lo que hay sentencio y volvió al trabajo.

Puse los ojos en blanco y me arrastre a la mesa de los libros aburridos con el

relicario en la mano.

Abrí el primero y me enfrasque en la lectura de ingeniería y esas cosas. Fue

aburrido al principio, cuando te manejan los conceptos de las cosas y todo eso...

Después estaban los dibujos y como quitar, limpiar y reemplazar cada pieza.

Fui al baño y rocié agua sobre mi cara para mantenerme despierto. Tome del

líquido entre mis manos y lo lleve hasta el taller para rociársela a Garrett en la cara.

El idiota se había quedado dormido hace horas.

Se merecía esto por no ayudarme y por dejarme trabajar solo.

Me detuve cuando lo vi dormido... Así, sin ese porte de genio loco, se parecía a

Maica... mucho más de lo que podría reconocer. Y bueno, si le hiciera esto a Maica,

él se despertaría y me patearía el trasero.

Solté el agua sobre el piso, seque mis manos contra mi pantalón.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

121 30 Mayo 2013

Apague la lámpara de Garrett, inmediatamente él relajo el gesto, fui por una

almohada y la puse bajo su cabeza...

Mire sus libros y apuntes sobre la mesa... todos eran sobre armas como con la que

me disparo cuando nos conocimos...

Deje de pensar en eso y volví a mi trabajo.

¡Funciona! grite.

Garrett salto sobre su silla, moviendo sus manos en todas las direcciones.

Había amanecido hace una hora y el zángano aun no despertaba.

Me emocione cuando escuche el tic-tac del relicario.

¿Qué pasa? pregunto Garrett asustado.

¡Funciona! exclame de nuevo.

Hice que mi tono se pareciera al que adopto el Dr. Frankenstein cuando termino a

su monstro y grito "¡Esta vivo!".

Garrett me fulmino con la mirada... luego se dio cuenta de la almohada.

Gracias murmuro.

No importa.

Estás loco dijo y se levantó. Probablemente a iniciar su día.

Si, lo estoy... pero... Garrett lo llame.

El zángano se dio la vuelta y me miro.

¡Está vivo! exclame levantando las manos y el relicario como un psicópata.

Tomo unas pinzas y me las lanzo.

Solté una carcajada cuando las esquive.

Garrett hizo ese gesto con el dedo medio... en el que me recordaba a mi madre y se

fue. Pronto escuche el sonido de la ducha.

Está funcionando... murmure.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

122 30 Mayo 2013

CAPITULO 17

Abrí los ojos al nuevo día. Le sonreí al sol y me estire sobre mi cama.

Hoy no entrenaremos escuche a London.

Fruncí el ceño.

¿Por qué no? pregunte.

Tengo cosas que hacer respondió y salió de la habitación.

Eso significaba que podría dormir un poco más.

Subí las mantas por encima de mi cabeza... y no pude conciliar el sueño.

Me levante y tome un baño rápido... me vestí con las ropas de trabajo y corrí hasta

el invernadero.

¡Vaya! El primer día que no llegas tarde exclamo Mei.

Le sonreí.

Buenos días para ti también dije.

Mei negó con la cabeza.

¿Te importaría ayudar en la cocina hoy? preguntó.

¿Por qué? fruncí el ceño.

Por qué necesitan ayuda allá. Y aquí ya estoy completa... solo será por hoy

prometió.

Asentí.

Bien, ahí los labores inician un poco más tarde... ve y da un paseo o algo

prácticamente me corrió.

Me despedí y corrí a mi habitación ¿A dónde más podía ir?

Me puse ropa limpia, después de todo trabajaría en la cocina. Tome el zafiro y lo

coloque alrededor de mi cuello... en la cocina no habría tanto riesgo de perderlo

como en el campo.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

123 30 Mayo 2013

Me senté en la orilla del lago, solo para hacer tiempo.

Los hombres ya estaban trabajando, lanzando sus redes al agua.

Garrett estaba ahí, y también Dorian.

Ninguno llevaba puesta su camiseta... Hoy el día había amanecido más caluroso,

pero no por eso podrían andar medio desnudos por todas partes.

Garrett y Dorian desentonaban completamente, parecían el día y la noche.

Por un lado uno era delgado pero un poco musculoso y con una piel caoba y un

cabello negro y un poco rizado. Y los ojos de una marrón fuerte que fácilmente

podría confundirse con un negro como la noche.

Y por otra parte estaba el segundo, con una piel blanca y un poco quemada por el

sol, su torso y brazos marcados por el ejercicio y trabajo. Su cabello negro, lacio y

revuelto. Y sus ojos tan azules como el cielo de verano.

Garrett parecía un chico que ha pasado por muchas cosas, nunca había hablado

con él, pero su mirada solía perderse con facilidad. Su capacidad de asombro

parecía la de un niño pequeño. Parecía que todo lo malo que lo ocurrió, fue solo

mental o sentimentalmente, ya que su cuerpo solo tenía las marcas del trabajo duro

y no de alguien maltratado.

Por otra parte, Dorian. Tenía ese brillo en sus ojos ese no sé qué, que podía atrapar

a las personas. Su mente era como una esponja, siempre absorbiendo información.

Yo sabía por las cosas que el había pasado, absolutamente todo. Su espalda estaba

llena de cicatrices, por los azotes que recibía como castigo en el internado y sobre

sus costillas aun había marcas verdes, de moretones desvaneciéndose.

Los dos pasaron por circunstancias diferentes. Por horrores diferentes. Y sin

embargo, estaban como viejos amigos, jugando a mecer la canoa y a lanzarse agua

mientras los más viejos se quejan de que espantaran a los peces.

Solté una ligera carcajada que desvió la atención de los pescadores hacia mí.

Moví la mano tontamente para saludar.

Una sonrisa grande se extendió por el rostro de Dorian.

Alzo sus brazos por encima de la cabeza y me saludó efusivamente.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

124 30 Mayo 2013

Reí más abiertamente.

Ahueco sus manos contra su boca.

¡Vi! grito ¡Te veré en la biblioteca! ¡Hora de comer!

Solo pude descifrar esas palabras.

Asentí. Y él me vio porque sonrió de nuevo.

Garrett aprovecho que estaba distraído y lo empujo al agua, después el chico de

piel caoba levanto las manos y me saludo.

Reí a carcajadas y devolví el saludo.

Dorian salió del agua y volteo la canoa junto con Garrett.

Me aleje del lugar hasta que las bullas de los pescadores se perdieron.

En la cocina no había nadie que conociera.

Todas eran mujeres un poco mayores.

Me quede parada en la entrada. Todo era un bullicio de sartenes y tablas para

picar.

Una mujer relativamente joven me recibió. Parecía como de treinta y tantos años,

con un cabello rubio y ojos profundamente azules.

¡Hola! grito por encima del ruido ¡Mi nombre es Dabria!

Soy Violeta grite.

Ella asintió y me arrastro al interior del lugar. No me dejo ni un momento sola.

Me llevo a un lugar para que lavara mis manos y cubriera mi cabello con una

especie de red. También me entrego una bata para ponerla por encima de mi ropa.

Creía que cocinar era difícil, solo lo había visto en teoría, pero con las enseñanzas y

la paciencia de Dabria resulto ser muy fácil.

No me dejaron tratar con fuego, pero si con cuchillos, pude picar cosas y leer

algunas recetas.

Las personas se desocuparon unas horas después, cuando todo estaba listo.

¿Puedo irme? pregunte a Dabria.

Tenía que verme con Dorian.

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125 30 Mayo 2013

Tienes una hora dijo.

Asentí y me fui al lugar en el que todas se lavan.

Me quite la bata y la red. Tome mis pertenecías (que en resumidas cuentas solo era

el zafiro) y me dispuse a salir del lugar.

Dabria estaba en la entrada. Había lágrimas en sus ojos.

¿Sucede algo malo? pregunte.

Ella se acercó a mí. Puso una mano en mi hombro y con la otra tomo el zafiro en mi

cuello. Su roce envió escalofríos a mi columna.

¿Dabria? ¿Estás...?

Un sollozo de su parte me interrumpió. Soltó mi hombro y se cubrió la boca con la

mano mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas.

La mire fijamente.

Dijeron... ellos dijeron que... tartamudeo.

¿Que? ¿Quién dijo que? pregunte.

Ella no aparto la vista de la joya.

Ellos dijeron que había sido un niño... al que le entregue esa joya, era un varón

explico con voz rota.

Estaba frente a la madre de Dorian.

Soltó su boca y pasó su mano por mi mejilla y después por mi cuello.

Trague saliva.

Es un varón respondí Realmente lo es... el me dio esta joya explique.

Dabria me soltó y me miro a los ojos por primera vez.

¿Entonces él? ¿El? ¿Se casó? preguntó asustada.

Negué con la cabeza.

No... Es complicado... escapamos el día de las bodas me estaba trabando.

Mordí mi labio.

Entonces... ¿Él está aquí? preguntó.

Mas lagrimas salieron de sus ojos.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

126 30 Mayo 2013

No pude responderle, solo asentí.

Más sollozos escaparon de su boca.

No sé porque me acerque y deje que llorara sobre mi hombro.

Pasaron unos minutos antes de que Dabria se recompusiera. Suspiro

profundamente y se alejó de mi abrazo para mirarme a los ojos.

¿Por qué te la dio? preguntó señalando el zafiro.

Sonreí y le conté todo. Desde que nos conocimos en el muro hasta que llegamos a

la resistencia.

Le hable de cada detalle de Dorian que creí que valía la pena saber.

Dabria sonreía y me preguntaba más.

Él te dio la joya... porque te ama dijo con un brillo en los ojos.

Sentí la sangre subir por mi cuello hasta mi cara.

Solo somos muy buenos amigos respondí.

Me alegra que te tenga dijo y me tomo de las manos.

Le sonreí de vuelta.

¿Puedo pedirte un favor? pidió.

Asentí varias veces.

No le digas nada de esto... Por lo que me cuentas sé que es un buen chico y que se

convertirá en un gran hombre... Yo solo quiero lo mejor para él, por favor te pido

que no le menciones nada. El, se merece otra vida... algo que no lo arrastre al

pasado del que escapo había suplica en su voz.

Apreté sus manos.

No puedo prometer eso. El... usted no sabe cuánto el espera poder ver a sus

padres... poder conocerlos... murmure.

Dabria asintió.

Solo dame tiempo, por favor. Cuando llegue el momento, yo misma se lo diré

pidió.

Asentí.

Ella me abrazo y me dejo ir fuera de la cocina.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

127 30 Mayo 2013

El camino a la biblioteca fue realmente corto, tanto que no pude borrar la expresión

de mi rostro.

Dorian estaba en la entrada.

No pude corresponder a su sonrisa por miedo a delatarme.

Ven me tomo de la mano y me arrastro al interior.

Suspire profundo. Yo realmente podía hacer esto...no, no solo eso, yo tenía que

hacer esto.

Me detuve en seco al contemplar el lugar.

Yo creía que la del internado era grande. Pero esto era... esto era el archivo privado

de los dioses.

Las paredes doradas y blancas, reflejando la luz del sol que entraba por el gran

domo que estaba en el techo de la biblioteca. Cortinas rojas de terciopelo cubrían

algunas ventanas. Y libros, estantes, pilares, mares, montañas de libros todos

perfectamente ordenados. Las paredes tapizadas de libros, el olor dentro del lugar

simplemente delicioso, a pergamino viejo. Escaleras para encontrarte con más y

más de aquel registro de la historia. Y computadoras, solo había leído sobre ellas,

pero aquí estaban, a tan solo unos metros de mí.

Una risita me hizo volverme.

Si no cierras la boca caerá tu saliva bromeo Dorian.

Le saque la lengua como una niña pequeña.

Es hermoso suspire.

Lo sé mordió su labio Ven, te tengo una sorpresa.

Tomo mi mano y me arrastro hacia unos estantes.

Ahí estaban las novelas que compartíamos a través del muro... todas ellas. Sentí un

nudo en mi garganta. Parpadee rápido para alejar las lágrimas.

Las luces de la biblioteca no eran necesarias durante el día, por eso, donde

estábamos ahora casi no llegaba la luz del sol.

Ten dijo.

Lo mire. De su mano colgaba mi relicario, con su característico tic-tac.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

128 30 Mayo 2013

Gracias dije y sonreí.

No lo tome de su mano, si no que gire para que lo abrochara en mi cuello.

Pude escuchar como Dorian trago saliva y tuvo cuidado con sus manos

temblorosas de no tocar mi cuello.

Lo mire a los ojos... esos ojos azules, iguales al zafiro... como los de Dabria.

Aleje el pensamiento de mi mente, como si Dorian pudiese leerlo.

Hable con Valentina ayer dijo Le pregunte sobre nuestros padres, que... bueno,

ella dijo que hace años que nadie viene de las islas de las personas casadas... que

hace más de cincuenta años que nadie viene de allá explico.

Su mirada opaca.

Fruncí el ceño.

Dorian confiaba en esa mujer, ella no me agradaba, pero a él sí y ahora le estaba

mintiendo. Sentí un arranque de enfado en contra de ella.

Está mintiendo dije entre dientes.

¿Qué? Dorian me miro extrañado.

Suspire profundamente y mordí mi labio ¿Porque tenía que ser tan tonta? ¿Qué

podía más conmigo? ¿El enojo o la lealtad hacia Dabria?

¿Vi...? había un dejo de esperanza en su voz.

Cerré los ojos fuertemente.

Olvídalo murmure.

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129 30 Mayo 2013

CAPITULO 18

¿Olvídalo...? solté una carcajada ¿Y cómo pretendes que lo olvide?

Dorian ella abrió sus ojos No grites, estamos en la biblioteca.

¡Me importa un cuerno! espete.

Pase las manos por mi cabello con frustración.

Tome a Vi de los brazos para obligarla a mirarme.

No voy a olvidarlo... ¿Por qué dices que ella miente?

¿De dónde tiene ella esa información? dijo entre dientes.

Responde primero espete.

Dorian... me estas lastimando susurro.

Solté sus brazos, no me había dado cuenta de que la estaba apretando.

¿Por qué culpaba a Valentina de mentir? ¿Cómo sabia ella que mentía?... ¿Quién

me mentía realmente?

Yo confiaba en Violeta, mucho más que en otra persona. Pero ahora había algo en

sus ojos... algo que me decía que estaba segura de algo... y me estaba ocultando

eso.

Ella me miraba con una especie de miedo...

Fue cuando me di cuenta de que me estaba saliendo de control... nunca me había

pasado frente a Violeta... Necesitaba golpear algo.

Violeta rompió a llorar.

¿Qué demonios...? pregunte.

Ella se llevó las manos a su cara.

Perdóname... pidió y negó con la cabeza No puedo decírtelo... lo prometí.

Respire profundamente y pensé mejor las cosas.

No diré nada prometí.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

130 30 Mayo 2013

Quito las manos de su cara y me miró fijamente.

Encontré a una mujer cacareo Ella... vio el zafiro y dijo que... que tartamudeo.

¿Y ella que? grite desesperado.

Ella es tu madre... Dorian lloriqueo.

Mi mente se quedó en blanco... ¿Mi...? ¿Mí qué?

Sacudí la cabeza, la rabia apareciendo de la nada y subiendo lentamente desde mi

pecho, hacia el resto del cuerpo.

Mi respiración se volvió agitada.

Algo... necesitaba romper algo...

Me gire... lo más cercano era el estante con las novelas que habíamos leído juntos.

Levante mi mano y comencé a tirar los libros de su lugar. De algunos salieron

volando páginas viejas y amarillentas.

Patee el estante, y este tembló... los libros volaban en todas las direcciones.

No tenía idea de por qué me desquitaba con esto...

Salí del internado... de una vida llena de mentiras, solo para encontrarme con más

de ellas en el exterior.

Vi me miraba con miedo en sus ojos... En vez de alejarse de mí, se acercó como si

yo fuese un animal herido y salvaje.

Me di cuenta de que ella era lo único constante en mi vida... Solo podía confiar en

Violeta.

La rabia dio paso a otro sentimiento. Algo más fuerte pero menos agresivo... ya no

quería destruir nada... yo solo quería... yo quería...

Tome su rostro entre mis manos y junte mis labios con los suyos.

Ella se quedó paralizada.

Me empuje hacia atrás cuando no me correspondió... el rojo de la vergüenza

cubriendo mi cara...

Sus ojos reflejaban sorpresa... y algo más, un brillo con el que nunca creí verla.

El miedo se había ido de su mirada.

Violeta avanzo a mí, enredo sus brazos tímidamente en mi cuello y me beso.

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131 30 Mayo 2013

La sorpresa duro solo los segundos que tarde en enredar mis brazos en su cintura.

Su boca era suave y tierna... era frágil y fuerte al mismo tiempo.

Era como si todo lo malo del mundo siguiera ahí, pero como si no nos pudiera

tocar directamente, estábamos encerrados en una burbuja en la que nadie además

de nosotros podía estar.

Nos separamos solo lo suficiente como para poder vernos a los ojos.

Coloque su frente contra la mía y sonreí.

Gracias murmure.

¿Por qué? dijo sonriendo.

Por estar conmigo... soy un maldito desastre cuando no estás. Pero cuando estás

conmigo es como si todo tuviera sentido y una razón para ser o estar donde todo

está explique.

Eso suena como un trabalenguas, Dorian bromeo.

Sonreí de nuevo.

Hay que limpiar este lugar dijo y se separó de mí.

Por fortuna ninguno de los eruditos que estaban en la biblioteca vino a ver que

sucedía.

Levantamos los libros y los colocamos en el estante con mucho cuidado.

Tome su mano y no el retiro... si no que enredo sus dedos con los míos... aun

sonriendo.

La acompañe hasta su habitación.

Yo... tartamudee.

No importa dijo y negó con la cabeza.

Si, si importa. No debí haberme puesto así... yo.

Se trata de tu madre, Dorian. Sé que esto te duele, también a mí me lastima, pero

procuro pensar en otras cosas. Y te pido que por el bien de ella no trates de

buscarla, ella prometió que te diría todo cuando se sienta lista ¿Si? ¿Puedes

prometer eso? preguntó.

Asentí lentamente.

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132 30 Mayo 2013

Lo prometo.

Violeta volvió a sonreír.

Puse mis manos sobre su cuello y la acerque a mí con cuidado.

Esta vez, ambos respondimos el beso sin titubear.

Te quiero, Vi murmure.

Te quiero, Dorian respondió.

La puerta del dormitorio se abrió y en la entrada apareció la pelirroja

fulminándome con la mirada.

Solo me miro como si pudiese apuñalarme y entro de nuevo.

Eso fue extraño dije.

No importa Violeta parecía preocupada.

Deje que entrara y me despedí de ella sonriendo como un estúpido.

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133 30 Mayo 2013

CAPITULO 19

London no me hablo, ni siquiera me miro cuando entre en la habitación.

No me moleste en hablarle... ni mirarla tampoco.

Había una sonrisa en mi rostro que no iba a desaparecer con nada, ni siquiera con

su desdeñosa personalidad.

Me fui a dormir con los nervios a flor de piel.

Un movimientos sobre mi hombro me hizo girarme y darle la espalda a aquello

que me estaba fastidiando.

Despierta canturreo una voz.

Quejándome me di la vuelta de nuevo.

¡Despierta! ¡Violeta! ¡Nos están atacando! gritaron.

¿Que...?

Algo frio se coló por las mantas y por mi ropa de noche.

¿Qué demonios? me queje.

Me senté sobre la cama rápidamente.

London tenía una jarra de vidrio vacía en su mano.

Genial dijo Ya despertaste, es hora de irnos.

Me sentía desubicada. Ella me había...

¿Por qué me mojaste? pregunte molesta.

Se encogió de hombros.

No querías despertar.

Eso no es válido. Además aun no sale el sol, no es hora de despertar espete.

Le dedique una mirada enfadada y me recosté de nuevo sobre la cama mojada.

Era verdad, el sol aun no aparecía.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

134 30 Mayo 2013

Un tirón fuerte sobre mi cabeza me hizo salir de la cama y caer en el suelo frio.

London había jalado mi cabello para que me levantara.

Me puse de pie.

¡¿Qué te pasa?! ¡¿Estás loca?! grite.

¿Estas despierta ahora? preguntó.

¿Qué crees que haces? grite mirándola.

Se encogió de hombros.

Ya te lo dije, nos están atacando.

¿Que? ¿Quien? ¿Por qué? ¿Y tú porque estas tan tranquila? espete.

Relájate, nadie nos ataca, pero debes estar preparada para todo. Ese chico no te

podrá proteger siempre, y además solo te distrae, entiende que aquí no hay espacio

para esas cosas.

Fruncí el ceño.

No se dé que me hablas. dije y le di la espalda.

No alcance a dar ni un solo paso. London tiro fuerte de mi cabello y me lanzo

contra la puerta.

Defiéndeteexigió.

No voy a golpearte.replique.

Estaba tomando todo mi autocontrol el no lanzarme sobre ella y golpearla. Mis

puños temblaban, mis ojos amenazaban con dejar caer lágrimas y mi garganta

estaba hecha un nudo. Cuando las institutrices me golpeaban sabía que no podía

hacer nada para defenderme, porque no sabía cómo y además ellas tenían las

reglas que yo debía respetar... pero ahora.

Ahora no. Yo no quería ser la víctima ni parecer débil nunca más.

Déjame tranquila dije pero la voz se me rompió.

¿Vas a llorar? se burló.

Me obligue a tragar el nudo de mi garganta y negué con la cabeza.

London hizo su puño hacia atrás, pero me encogí justo antes de que se estrellara

con mi cara y su golpe le dio a la puerta.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

135 30 Mayo 2013

Ella quito su puño de la madera ahora astillada y gritó. Me miro con enfado, como

si quisiera matarme.

¿Solo harás eso? ¿Solo vas evadirme? espetó.

Asentí lentamente.

London lanzo una patada hacia mi estómago, una que no pude evitar.

Caí de una manera poco agraciada sobre la tierra en la entrada al departamento.

Había atravesado la frágil puerta de madera.

Me puse en el suelo con las manos y las rodillas sosteniendo mi peso. No podía

hacer llegar oxígeno a mis pulmones, la patada de London me había sofocado.

Ella se acercó y deposito otro golpe en mi cara con su pie.

¡Ciega! ¡Me había quedado ciega!

Me tomo solo unos segundos superar eso y darme cuenta de que no estaba ciega, si

no que la sangre estaba entrando a mis ojos.

Ahora estaba herida.

Sentí que tiraban de mi cabello y me arrastraban lejos. No sabía a donde, y no

podía abrir los ojos para ver a donde me llevaban.

London me lanzo hacia adelante. Mis rodillas y codos se rasparon contra algo...

algo duro ¿Estaba sobre las rocas? ¿Cómo me había traído arrastrando hasta aquí?

Abrí los ojos y pude ver al frente. Las personas aglomerándose en torno a mí. Ellos

solo estaban observando como London me golpeaba una y otra vez con sus puños

y sus piernas y como yo reimprimía los gritos de dolor.

No le daría la satisfacción de escucharme gritar ni de llorar.

Me levante lentamente del suelo.

Si no te vas a defender, es mejor que te quedes donde estas espetó.

Negué de nuevo con la cabeza y ella me pateo en la cara. Saboree la sangre en el

interior de mi boca. Me incorpore de nuevo.

Ella hizo su puño hacia atrás. Otro golpe de esos y acabaría en el hospital. De

seguro Derek me echaría de la resistencia por ser débil, por no poder defenderme.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

136 30 Mayo 2013

Cerré los ojos esperando lo que venía. Pasaron unos segundos y no ocurrió nada,

fue cuando los abrí.

Frente a mi estaba alguien. Un chico, su piel caoba y su cabello negro.

Sonreí al ver que estaba deteniendo el puño de London a unos centímetros de su

cara.

¿Qué demonios? preguntó la chica ¡Lárgate de aquí, Garrett!

El medio sonrió y lanzo la mano de London hacia atrás, la chica retrocedió unos

pasos.

¡Beatriz te pidió que cuidaras de ella! gritó el chico ¡No que la dejaras medio

muerta!

¡Tú no sabes nada! espetó London Ella se está dejando llevar por cosas sin

sentido, necesita una lección.

¿Y quién dice eso? ¿Derek? ¿O tú?

London abrió tanto los ojos que parecía que saldrían de sus cuencas.

No debiste haber dicho eso.

¿Por qué no? ¿Eh? ¿Te molestan los comentarios sobre Derek? ¿A que si?

¡Siempre te han molestado! Ahora, deja en paz a la chica. Me la llevare de aquí, y si

te doy la espalda y planeas atacarme, te juro que no me voy a detener. amenazó

Garrett.

Yo ya estaba tirada sobre el suelo, mis piernas ya no me quisieron sostener.

Garrett fulmino a London con la mirada y le dio la espalda. Después me miro

como si fuera un animal herido y me levanto en brazos.

¿Estás bien? preguntó.

Negué con la cabeza.

¿Por qué lo haces? reclamó London Antes tu y yo éramos amigos. ¿Por qué me

retas ahora? ¡Nunca lo hiciste!

Garrett se giró.

No fui yo quien cambio. Tú decidiste que así fuera espetó.

¿Es por ella? ¿O es por el nuevo, el idiota? su voz sonó dolida.

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137 30 Mayo 2013

No te importa si es por ella o por él. En tal caso, ambos valoran más mi amistad

que tú. replicó Garrett.

No tienes derecho... la voz de London se rompió.

¿Que no tengo derecho? él enarco una ceja negra. ¡Tú me quitaste el derecho!

London se ahogó con su respiración y no respondió.

Garrett avanzo con paso rápido, alejándose de ella y de la multitud.

Pude ver que las chicas que trabajaban conmigo en el invernadero vieron todo el

show y no me ayudaron. Mei no estaba ahí, pero no estaba segura de si ella

hubiera intervenido.

Gracias murmure.

No fue por ti dijo y bajo la mirada.

¿Por Dorian? pregunte.

Garrett negó con la cabeza.

No fue por él frunció el ceño En parte si lo fue... Si London te hacía daño de

verdad, él no se detendría y podría haberla lastimado, Dorian se vengaría con

London si algo grave te pasara explicó Y no quiero que le pase nada malo a

pesar de todo.

¿A pesar de todo? pregunte.

Él sonrió.

Haces demasiadas preguntas.

Lo siento.

Negó de nuevo.

No te preocupes. Hay una historia, solo que no quiero hablar de eso.

Bueno... murmure frunciendo el ceño Dorian no sería capaz de golpear a una

mujer.

Garrett sonrió de nuevo con esa sonrisa lobuna.

No sabes de lo que son capaces las personas para proteger a quienes aman.

No le respondí. Tenía razón, yo no sabía de lo que era capaz nadie. Hasta hace una

hora, me resultaba imposible que London me diera la paliza de mi vida.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

138 30 Mayo 2013

El chico me llevo a lo que parecía un pequeño taller. Había herramientas y piezas

tiradas por todas partes, las paredes que algún día fueron blancas estaban

salpicadas de aceite...

Me llevo a la parte de atrás y me dejo recostada sobre una cama que no estaba

hecha.

No puedo dejarte sola, te ves muy mal. dijo.

¿Puedes decirle a Beatriz? pregunte.

Ella está ocupada ahora... tenía una cita con Derek se rasco la cabeza.

¿Y Mei?

Ella no saldrá del invernadero por esto, me dirá que deje que te las arregles sola.

Es más, se enfadara porque te ayude. explicó.

¿Dabria? me mordí el labio.

Garrett me miró fijamente con sus ojos como la noche.

¿Dabria? preguntó.

Sí, es la encargada de la cocina.

Sé quién es, llevo más tiempo aquí que tú. Solo que es extraño que la quieras a

ella.

¿Por qué?

Se encogió de hombros.

No lo sé, ella normalmente evita a las personas de nuestra edad.

Yo sabía por qué lo hacía, pero había prometido guardar un secreto.

¿Puedes pedirle que venga? Explícale como estuvieron las cosas. Por favor.

suplique.

Ahora había mareos, náuseas y dolor por todas partes, además de que estaba

segura de que mi cara estaba llena de sangre seca y golpes inflamados. Tal vez

también estaba sucia.

Bien dijo ¿Sabes algo? London tenia razón, debes aprender a cuidarte y

protegerte por ti misma y no esperar que los demás actúen... Es solo, que no

siempre habrá alguien para ayudarte. No estaré yo, tampoco Beatriz, ni Dorian...

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

139 30 Mayo 2013

Solo te tendrás a ti misma siempre y eso es lo que debes aprender, por eso te

golpeo frente a los demás, para que sintieras que nadie te ayudaría. Y si yo no

hubiera intervenido... tal vez aprenderías la lección.

Aun con tu ayuda la aprendí, no soy una persona estúpida. Gracias por todo

Garrett, en serio.

Él sonrió y bajo la mirada.

¿Ves? A eso me refiero, también debes fortalecer tu carácter. Eres demasiado

noble, amable de más.

No sé si eso es un cumplido o algo por lo que deba preocuparme...

Ninguna de las dos, solo que es algo que solo debes usar con pocas personas.

Como yo lo veo, tienes dos opciones. La primera es hacerte tan fuerte que los

demás tengan que salir de tu camino por miedo. Y la segunda es que entrenes lo

suficiente como para saber defenderte y por lo demás te dediques a parecer

invisible, pasar desapercibida, tanto que no noten tu presencia. explicó.

Me gusta más la segunda admití.

Sí, pero te servirá más la primera.

¿No tengo elección?

Si, la tienes. Y si necesitas ayuda para entrenar, pídesela a Mildred, ella es buena

en estas cosas. Hablaremos con Beth después, necesitaras otro lugar para dormir.

dijo y salió del lugar.

Me dejo sola con mis pensamientos. Estaba aturdida, cansada, adolorida...

No pude ponerme de pie, así que solo deje caer la cabeza hacia atrás y me perdí en

mis pensamientos.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

140 30 Mayo 2013

CAPITULO 20

No pude dormir, así que me levante y camine por todo el campo. Las cosechas

estaban a punto de levantarse y el campo se veía hermoso, todo de color verde,

cuando el sol apareció y los trabajadores empezaron a llegar, me retire hacia el

departamento de nuevo.

Tal vez era yo, o ellos, no lo sé, pero parecía que todos cuchicheaban cuando yo

pasaba, solo me miraban y murmuraban, y si les devolvía la mirada, simplemente

me evadían.

Eso era extraño.

Corrí hasta el departamento solo para ignorarlos.

Al entrar al taller escuche voces dentro de la recamara ¿Que rayos?

Este lugar estaba solo normalmente.

Abrí la puerta lentamente.

Adentro estaba Garrett cruzado de brazos recargado sobre la pared, una mujer que

parecía agradable, esa mujer limpiaba la cara de...

¿Violeta? ¿Qué paso? pregunte y me acerque a ella.

Vi trato de sonreír, pero su sonrisa se esfumo con una mueca de dolor.

Hola murmuró Estoy bien.

La mujer se hizo a un lado.

Fruncí el ceño. Me incline la mire de frente. Tome su barbilla con mi mano y la

obligue a mirarme.

¿Qué te paso? exigí saber.

Nada, me caí.

Garrett reprimió una risa.

Sí, claro. ¿Quién te golpeo? ¿Las rocas? ironice.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

141 30 Mayo 2013

No frunció el ceño De verdad ya estoy bien, se ve peor de lo que es.

Negué con la cabeza.

Ella necesitara un nuevo lugar para dormir dijo Garrett.

¡Ahora todo encajaba!

¿Fue la pelirroja? casi grite.

Violeta se mordió el labio y asintió.

Hija de...

La mujer carraspeo para interrumpirme.

Le fruncí el ceño.

¿Quién es ella? pregunte.

Me puse de pie y la mire fijamente.

Ella ahogo una respiración... fue tan imperceptible que casi pude habérmelo

imaginado.

Vi se puso de pie, llevándose una mano hacia sus costillas mallugadas.

Ella es Dabria, me está ayudando... amm... trabaje con ella en la cocina y...

Bien interrumpí Solo quería saber su nombre. Ya entendí. ¿Ustedes permitieron

que la pelirroja hiciera esto? dije señalando a Violeta.

Garrett suspiró profundamente y me explicó como la bruja había despertado a

Violeta de una manera poco "natural" y como la había arrastrado y golpeado por

toda la zona de departamentos.

Y él me defendió dijo Vi señalando a Garrett Y Dabria me ayuda con las

heridas.

Está bien acepte.

La pelirroja debía pagar por esto... no podía golpearla, pero algo se me ocurriría.

Gracias les dije a ambos.

No importa respondió Garrett.

La mujer no hablo, solo se retiró a una esquina, como tratando de pasar

desapercibida.

¿Dabria? pregunte.

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142 30 Mayo 2013

Ella saltó en el sitio donde estaba, como si le causara sorpresa que la llamara por su

nombre.

Asintió en mi dirección.

Me acerque lentamente. Era muy raro que reaccionara así.

Sus manos estaban temblando ¿Por qué lo hacían?

Él tome de las manos para que dejara de moverlas, la mire a los ojos...

Gracias dije y sonreí.

Ella sonrió de vuelta. Había lágrimas en sus ojos.

Dabria debe terminar de curar a Violeta... y no necesariamente de la cara dijo

Garrett.

Fruncí el ceño sin comprender.

Mi amigo puso los ojos en blanco.

Ella tiene que desnudarse, genio bromeó.

Sentí la sangre subir hasta mi cuello y cara.

Ah... yo... estaré afuera dije y salí.

Al cerrarse la puerta detrás de nosotros enfrente al hermano de Maica.

¿Y? pregunte.

¿Y qué?

¿Por qué dejaste que la golpearan?

Cuando me di cuenta de lo que pasaba, ya estaba lastimada respondió.

Aja murmure.

No me crees.

Me senté sobre el banquillo y pase las manos por mi cabeza.

No es eso... solo que me resulta difícil el pensar en esto. Ella es demasiado frágil

como para sobrevivir aquí explique Tal vez, solo quizá debamos irnos.

¿Si? ¿Y a dónde? me reto.

Negué con la cabeza.

Antes de irte, piensa las cosas, no debes tomar decisiones precipitadas... Casi

siempre lo haces y por eso te metes en problemas. No hay nada de otro lado, solo

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

143 30 Mayo 2013

campo y tierras inexploradas, la naturaleza cobro factura de todo. Hemos ido más

allá de la playa y están los internados y esa forma de gobierno opresor, por el

desierto también llegaras ahí. Pero si vas hacia otra parte, después de esta

resistencia... ya no hay nada. Solo bosques y más ambientes que están

completamente fuera de tu imaginación, no tienes idea de lo que las guerras le

hicieron al mundo, la mayor parte de lo que has leído... está completamente

destruido, es una vista horrible. Y si crees que tu novia no puede sobrevivir aquí,

deberías intentar allá afuera, comparado con eso, aquí es un paraíso finalizó.

Fruncí el ceño. Esto estaba peor.

¿Y qué propones?

Ayúdala a entrenar, a hacerse más fuerte. Aunque a decir verdad... a ti también te

hace falta dijo.

¿Disculpa? espete.

Te inmovilice con un arma de baja potencia ¿Eso que te dice?

Que dolió, y mucho.

Garrett reprimió una risa.

Mildred suspiró.

¿Que?

Ella es buena en estas cosas, es quien ayuda a entrenar a los recién llegados, ella

puede ayudar a Violeta si se lo piden, además es muy paciente y es buena persona.

Sí, claro. Igual que la pelirroja.

El frunció el ceño, su humor se fue.

Nunca dije que London fuera paciente ni buena persona. Si tu novia le pidió que

la entrenara es porque no sabía de lo que ella era capaz.

¿Ahora es culpa de Violeta? espete.

Garrett negó con la cabeza.

No lo entiendes ¿Verdad?

¿Entender qué?

La puerta de la habitación se abrió tan rápido que no le dio tiempo de responder.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

144 30 Mayo 2013

Era Dabria. La mujer evadió mi mirada.

Ella se pondrá mejor, necesita descansar. Por ahora será mejor no moverla de

lugar... Hablare con Beatriz para que le asignen otro lugar... se estaba trabando.

Está bien, Dabria. Gracias. dijo Garrett.

Le sonreí de nuevo a la mujer y ella se fue.

Entramos en la habitación. Violeta estaba recostada sobre mi cama con su cara

hinchada, por lo menos ya no tenía sangre, su labio estaba inflamado, al igual que

su ojo derecho y había marcas purpura formándose en su cuello, brazos y cara.

En resumidas cuentas, le habían dado una paliza.

Hola de nuevo saludó ella.

¿Estas mejor? pregunte.

Asintió.

Garrett suspiro, se sentó en su cama y me hizo una señal para que también me

sentara. Lo hice, al lado de Violeta.

Hay algo que deben saber. sentenció.

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145 30 Mayo 2013

CAPITULO 21

Garrett suspiro de nuevo y nos miró a ambos.

¿Cuántos niños pequeños han visto desde que llegaron? preguntó.

Ninguno respondí. Era algo que ya había notado.

En el internado, cuando llevaban a las niñas pequeñas, yo era la primera en notar

que estaba ahí, me agradaba hablar con ellas y contarles historias para dormir.

Y aquí, en la resistencia... no había nadie, la menor que conocía era una de las

chicas del invernadero, con tan solo catorce años. Su nombre era Isabel.

Garrett asintió.

Eso es porque la mayoría de las personas aquí no pueden tener hijos. Los que

llegan son personas que echan de los internados porque son estériles, o porque sus

genes no están sanos como para engendrar... en pocas palabras, sus hijos serán

deformes... Es algo horrible ver nacer a alguien así, en la mayoría de las veces, la

madre muere y el bebé es algo que solo pocas personas se atreven a cuidar. En

ocasiones escapan de las islas de las personas casadas, pero ellos ya no son tan

jóvenes como para tener hijos y en la mayoría de las veces, solo llega uno de ellos,

ya sea el hombre o la mujer. A lo que quiero llegar es que las personas en este lugar

no están sanas, no pueden tener hijos, o en su defecto engendraran algún deforme.

Con ustedes no ocurre eso, son personas sanas, sus genes son puros. Por eso

London es como es contigo... por eso algunas personas mantienen su distancia con

ustedes. En sus genes esta lo que ellos más desean: Un nuevo mundo. Tal vez en

ustedes este la cura, quien sabe agregó encogiéndose de hombros.

Pero Isabel tiene solo catorce... replique.

El asintió.

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146 30 Mayo 2013

En ocasiones, en los internados se dan cuenta de que los genes no son puros

mucho antes... quizá durante la edad en que dejan de ser niñas...y bueno, las echan

de ahí, y ellas o ellos vienen a parar aquí explicó.

Dorian tenía el ceño fruncido.

Tu naciste aquí... al igual que Maica y Beatriz dijo lo que estaba pensando.

Mire a Garrett buscando respuestas.

El chico exhibió su sonrisa lobuna.

Tanto Beatriz, mi hermano como yo... nuestros genes son puros. Es muy extraño

que se dé el caso se encogió de hombros Pero sucedió... Al parecer, nuestros

abuelos escaparon de la isla de las personas casadas, ambos llegaron aquí y

bueno... supongo que fueron felices y bla, bla, bla. Tuvieron una descendencia de

personas puras.

Mi mente estaba trabajando, absorbiendo cada palabra. Atando cabos sueltos.

Toda la historia era horrible ¿Que tus hijos fuesen abominaciones? ¿Después de

tanto tiempo de esperarlos? No pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas.

Pobres personas...

¿Y qué pasa...? pregunte con voz rota ¿Qué pasa con esos niños? ¿Dónde

están?

Se encogió de hombros. Parecía indiferente al respecto, pero algo en sus ojos me

indico que no era así.

Derek decidió que se les otorgara un lugar solo para ellos. Pueden trabajar, al

igual que nosotros, pero no son agradables a la vista... Algunos, cuando fueron

mayores... recurrieron al suicidio, y eso fue porque no toleraban el trato que los

"normales" les daban. Así que fueron llevados a otra parte. No es muy lejos de

aquí, solo lo suficiente para que no se mezclen con los demás.

Asentí, aunque en realidad no comprendía como alguien podría ser tan cruel como

para exiliar a quien más los necesitaba.

Y luego recordé... lo que Beth me había dicho de los sueros.

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147 30 Mayo 2013

Beatriz me había explicado algo... de un suero para el control de la población

dije.

El asintió.

Lo hay. Lo ponen en la comida y esas cosas, es para evitar la reproducción y

bueno... para que no, es complicado...

Para que no existan adefesios entre ellos completó Dorian.

El chico asintió de nuevo.

Y procedí a decirles, a explicarle que eso no funcionaba en mí. Claro que omití lo

de mi periodo, pero les conté lo de la institutriz y como su "medicina" no me había

hecho efecto, o que lo rompí... no sé cómo.

Garrett frunció tanto el ceño que sus cejas casi se juntan.

Escúchame pidió Es muy importante que ni Derek ni Valentina se enteren de

esto... es más, ni siquiera Mei. ¿Cuantas personas lo saben hasta ahora?

Garrett parecía asustado.

Ustedes, Dabria y Beth.

Bien, esto no debe salir de nosotros. Deja que Beth se encargue.

¿Por qué? ¿Qué tiene de malo? pregunte un tanto histérica.

Garrett resopló.

Como dije antes, puede que la cura este en ustedes... y a ellos no les importara

experimentar contigo todo lo posible.

Mire a Dorian con horror en mi mirada.

El hizo una señal con la cabeza, como diciendo "no te preocupes".

¿Qué más hay que saber? preguntó Dorian.

¿Por qué London me odia? indague.

Garrett miro hacia la ventana. Sentado sobre la cama, con sus manos cruzadas

sobre sus rodillas... parecía una estatua de ónix.

Éramos amigos. Desde pequeños. Ella llego aquí cuando tenía nueve años, y

fuimos amigos. Estábamos solos y juntamos esas soledades. Hasta que le

explicaron esto, lo que acabo de decirles. London se enteró de que sus genes eran

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148 30 Mayo 2013

malos, no podría tener hijos. A mí eso ni siquiera me importaba, pero rompió algo

dentro de ella, y nunca volvió a ser la misma. Primero dejo de acudir a nuestras

citas, me evitaba y al fin dejo de hablarme. Y después empezó a andar con el grupo

de Derek y Valentina. Ellos se encargaron de entrenarla. Y eso fue todo. Por eso te

odia, no puede creer que alguien tan débil pueda hacer algo que ella no.

Violeta es fuerte de maneras diferentes, de formas que no conocen. me defendió

Dorian.

Yo quería evitar que las lágrimas salieran, pero no pasó nada. Mi cara estaba

bañada en llanto y no podía deshacerme de ese sentimiento de culpabilidad.

Pobres personas, pobre London. No se merecían nada de esto... todo era culpa de

la guerra y de generaciones anteriores.

Y yo simplemente estaba aquí, como una tonta, llorando y con la respiración

atorándose en mi garganta, como si estuviese ahogándome. Sufriendo por algo que

no tenía que ver conmigo.

Tanto Dorian como Garrett me miraron espantados, como si no supieran que hacer

cuando una mujer llora.

Tampoco esperaba que hicieran nada, sin embargo, estaba mal que solo me

miraran, eso hacía que el llanto saliera más rápido.

Garrett negó con la cabeza y salió de la habitación.

Dorian se acurruco a mi lado y no supe en qué momento fue que me quede

dormida.

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149 30 Mayo 2013

CAPITULO 22

La respiración de Vi se volvió regular después de unos minutos de haberse

quedado dormida.

Se veía frágil, indefensa, desprotegida...

Garrett no debió contarle nada, esa información era algo demasiado fuerte para

alguien que cree que todo el mundo es bueno.

Pero no podía sacarla de aquí... esto era todo lo que teníamos ahora. Nada más.

Me quede ahí, sosteniéndola y sintiendo como se estremecía ¿Estaba teniendo

alguna pesadilla? Sin embargo, no podía protegerla de los peligros externos,

mucho menos de los internos. Por qué las pesadillas eran los demonios con los que

cada ser debía cargar... y yo no podía protegerla de ellos, debía enfrentarlos sola.

Violeta se estremeció una última vez y abrió los ojos. Su ojo izquierdo estaba

hinchado por haber llorado y el derecho por un golpe. Parecía estar muy dispersa,

mirando a todas partes para saber dónde se encontraba. Su mirada se llenó de

reconocimiento cuando me miro.

Ah murmuró No fue un sueño.

Negué con la cabeza.

No, lo siento.

No fue tu culpa…dijo.

Si, lo fue. No debí dejar que escucharas todo eso…

Dorian, debes comprender que no puedes protegerme de todas las cosas.

Pase las manos por mi cabello.

Bien, digamos que lo comprendo ¿Qué piensas hacer?

Pedirle a Mildred que me ayude.

Puse los ojos en blanco.

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Si, seguro te darán más palizas refunfuñé.

Gracias por el voto de confianza ironizó.

Sonreí. No dejaría que le ganara en esto.

Me levante de la cama.

Ven, levántate dije Necesitas un baño urgentemente.

Fingió una mirada de indignación, pero tomo mis manos, y con una mueca de

dolor se levantó de la cama.

¿Apesto? preguntó.

No dije haciendo hincapié en la "p" Pero te ayudara a relajarte.

Ella asintió.

Bueno, el baño está ahí dije señalando una puerta Iré a conseguirte algo de

ropa con Beth o la mujer extraña. Yo... bueno, ya me voy.

Está bien, gracias respondió.

Me di la vuelta y me dirigí a la puerta.

¿Dorian? me llamó.

¿Sí? dije girándome para verla.

Su nombre es Dabria, no la llames mujer extraña.

Sonreí.

De acuerdo.

Salí del lugar, dejando a Violeta sola.

Camine directo al sanatorio, justo donde Beatriz se encontraba la mayoría de las

veces.

Y Beth no estaba, pero había varias mujeres que se dedicaban a cuidar enfermos...

ellas estaban apartando algunas cajas y hombres las subían a camiones para

llevarlas a un lugar más allá del bosque ¿Qué lugar era?

¿Que buscas? preguntaron a mi espalda.

No conocía a la mujer.

A Beth respondí hoscamente. Ella no me agrado.

No está, vete. Tú no puedes estar aquí espetó.

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151 30 Mayo 2013

Hasta ese momento no me había dado cuenta de que todos llevaban puestos

guantes y cubre bocas.

Fruncí el ceño y me fui de ahí. Nunca me agradaron los hospitales. Incluso en el

internado, escondía mis heridas de Maica para que no me obligara a ir al sanatorio

a que me curaran.

No sabía lo que era, tal vez la combinación de los olores, o quizá me imaginaba las

enfermedades flotando por todas partes. Me estremecí.

Las personas se comportaban muy extraño en el hospital...

Llegue hasta la cocina, si no encontré a Beatriz en el sanatorio, podía acudir a la

mujer extraña.

El lugar era un desastre, sartenes, cuchillos, personas hablando... una mezcla de

olores deliciosos. Nada que ver con el hospital.

Pasee mis ojos por todo el lugar, esperando encontrar a Dabria, me estaba

desesperando... una persona choco conmigo, le fruncí el ceño, gire...

Y la divise. Ella se veía... completa. Parecía que le gustaba todo ese ruido y la

mezcolanza de olores. Había una sonrisa en su rostro que la hacía parecer más

joven, las arrugas en sus ojos se enarcaban con la sonrisa, y su semblante cansado y

derrotado se había ido.

Me acerque por la espalda.

Hola dije.

La mujer lanzo un plato con verduras que tenía en las manos a causa de la

impresión.

Atrape el recipiente antes de que cayera al suelo y se lo devolví.

Ella me vio. La mirada cansada y derrotada volvió, su sonrisa se había ido.

Hola dije de nuevo.

Hola respondió.

¿Puedo pedirte algo? estaba gritando por encima del ruido.

Ella asintió en respuesta. Le dio instrucciones a alguien para que se encargara de

las cosas en la cocina y me pidió que la siguiera.

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152 30 Mayo 2013

Siguió caminando una vez fuera del lugar y yo solo le pisaba los talones...

Se detuvo en la orilla del barranco, donde estaba tan alto que podías ver toda la

resistencia, y si te dabas la vuelta verías la playa con el sol en su máximo

esplendor.

Dabria se sentó sobre el suelo, se abrazó las piernas y miro hacia la playa.

El viento que soplaba estaba salado y caliente, pero no de una forma asfixiante.

Algún día traería a Violeta a este lugar, le encantaría...

Solo quería preguntarte algo dije Mas bien pedirte ropa para Vi.

Ella me miro y asintió.

Se la llevare repuso.

Aunque dijo eso... ninguno de los dos hizo nada por irse...

Me recargue en un árbol y mire al mar, con el viento revolviéndome el cabello.

Yo sabía que mis ojos adquirían un azul más claro cuando el sol se reflejaba en

ellos, que mi cabello adquiría una tonalidad entre negro y castaño...

El lugar era perfecto. Si, algún día la traería, debía hacer algo como un picnic...

pedirle ayuda a Dabria de nuevo.

Fue cuando repare de nuevo en la mujer. Ella me veía sin pestañear, la

profundidad de su mirada me estaba haciendo sentir incomodo, así que carraspee.

Ella sonrió, cerró los ojos y negó con la cabeza.

¿Por qué siempre me miraba así? Era muy difícil de ignorar... ¡Con un demonio!

¿Difícil? Más bien imposible.

Conocía el tipo de mirada que las personas me daban. Valentina y Derek como si

fuese una herramienta. Garrett con una pizca de aprecio. London con odio. Maica

con una mezcla de frustración y cariño. Violeta... sin evitarlo sonreí, me gustaba

pensar en los ojos de Vi.

Dabria suspiro profundo.

Eres igual a él. murmuró mirando al horizonte. Había cierto tono de nostalgia en

su voz.

¿A quién? pregunte con humor.

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153 30 Mayo 2013

A Alexander respondió.

¿Qué le pasaba? ¿Por qué me comparaba con alguien que no conocía?

Fruncí el ceño.

¿Y quién es él? indague.

Ella abrió los ojos y me miro.

Tu padre.

¿Mí qué?

Contuve la reparación.

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154 30 Mayo 2013

CAPITULO 23

Deje que el agua se llevara los residuos de tierra y sangre de mi cabello y recordé...

Cuando Dabria estuvo aquí, cuidando de mí. ¿Así se sentiría tener una madre?

Bueno, lo más cercano que tuve a una fue Beth, pero ella parecía más una hermana

mayor que una mamá.

Y Dabria cuido bien de mí, tanto física como emocionalmente. Porque yo seguía

creyendo que era mi culpa lo que London me hizo, y ella dijo que no, que yo estaba

bien... que tal vez la chica tenía problemas. Y vaya que la tenía.

Cuando me dijo que Dorian era igual a su padre, su mismo cabello y todo lo

demás, que hasta su personalidad era parecida, que lo único que tenia de ella eran

sus ojos.

Suspire, envolviéndome en una toalla asome la cabeza por la puerta del baño.

Afuera no había nadie.

¿Hola? grite. Fruncí el ceño ¿Dónde estaba Dorian? ¿Con que se supone que me

vestiría ahora? ¡No podía salir envuelta en la toalla!

Salí del baño aun envuelta. Estaba sola. Había un espejo... mordí mi labio ¿Cómo

estarían los moretones?

Me pare frente al espejo y tome una respiración profunda antes de abrir la toalla y

ver mi cuerpo mallugado.

Ahí estaban, sobre las costillas, en las piernas y brazos, sobre mi cara. También

había raspones, muchos de ellos, en especial en mis rodillas.

La puerta de entrada se abrió.

Me envolví en la toalla de nuevo, pero no fui lo suficientemente rápida.

Garrett estaba de pie en la entrada. Sus ojos estaban abiertos de par en par.

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155 30 Mayo 2013

No pude evitarlo y grite, y después el gritó y luego yo grite de nuevo. Por un

instante nuestros gritos se cruzaron.

Cerré la boca y me lance a un lado de la cama, cubriendo mi cuerpo con la base y

con la toalla.

¡¿Qué haces?! gritó totalmente histérico.

¡Solo tome un baño! respondí...

Garrett cerró los ojos y me dio la espalda.

¿Por qué estabas desnuda? preguntó un poco más tranquilo.

Es que estaba dormida, y luego desperté y apestaba y después Dorian dijo que me

buscaría ropa que mientras tomara un baño, pero él se fue y no ha regresado...y

luego tu entraste sin tocar y.... Hable arrastrando las palabras.

¡Porque es mi habitación! gritó Por eso entre sin tocar.

Lo lamento dije.

¿Porque te mirabas? Eso es raro. murmuró.

Sentí la sangre subir a mi cara... ahora mi cara estaba de un color escarlata.

¿Es una de esas cosas de mujeres que no necesito saber? preguntó.

¿Que?... No, no... No era nada raro, yo solo miraba mis heridas...

Garrett froto su cara con ambas manos.

Iré a buscar a Beth... mientras... quédate aquí dijo y salió de la habitación.

En medio de un quejido me deje caer en la cama.

¿Dónde rayos se había metido Dorian? Era su culpa el que Garrett y yo pasáramos

por algo tan vergonzoso.

Espere sentada en la cama y envuelta en la toalla a que algo pasara. No sé, tal vez

que viniera Beth, o Dabria... pero no Garrett, mucho menos Dorian, estaba algo

molesta con él por haberme dejado así, sin nada. ¿Que podría ser tan importante

como para distraerlo? Una cosa, tenía que hacer una sola cosa y se distrajo.

En ocasiones, le pedía algo a través del muro, y bueno... casi siempre lo olvidaba.

Había tomado la costumbre de apuntar las cosas en sus manos y brazos y así poder

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156 30 Mayo 2013

ayudarme... Debí sugerirle que lo hiciera justo antes de que abandonara la

habitación.

Había dolor en cada parte de mi cuerpo, necesitaba dormir, pero no lo haría

estando así, completamente desnuda.

La puerta de entrada se abrió y me cubrí con la cama de nuevo.

Esta vez fue Beatriz quien atravesó la puerta. Me puse de pie y le regale una

sonrisa.

En sus brazos llevaba ropa, y al parecer Garrett le había dicho que no me veía muy

bien, porque también traía ungüentos y medicinas para el dolor.

Ella se tuvo que ir rápido, ya que tenía "asuntos que atender en el hospital" lo dijo

con un aire siniestro y sospechoso, pregunte que eran esos asuntos y si necesitaba

ayuda, pero no quiso decirme nada. Quisiera no darle importancia... pero quería

saber.

Me cambie y tome las medicinas, después salí del departamento, afuera, en su

taller, estaba Garrett.

Parecía demasiado concentrado en algo, un plano extendido sobre su pequeña

mesa de trabajo. Estire el cuello para saber que era. El, al percatarse de mi gesto

curioso, cubrió el plano con ambos brazos.

¿Puedo ayudarte el algo? preguntó hoscamente.

No, nada. Gracias por ir a buscar a Beth.

Se encogió de hombros.

Como sea... solo ya no te pasees desnuda por la habitación.

Me ruborice al instante.

No estaba paseando.

Te estabas mirando en el espejo, eso es aún más extraño.

¿Nunca habías visto a una chica desnuda? pregunte.

Pareció atragantarse con su saliva.

¿Qué clase de pregunta es esa? replicó.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

157 30 Mayo 2013

Pensé que estaba enfadado, pero en sus ojos brillo algo y apareció la sonrisa lobuna

en su rostro.

No preguntes cosas de las que no quieras saber la respuesta dijo.

No supe si se refería a lo de las chicas desnudas o al plano que cubría con ambas

manos.

Como sea.... iré a dar un paseo. Gracias por todo me despedí.

¿Violeta? me llamó.

Gire para verlo a los ojos, estaba justo donde antes.

Dorian está en el acantilado. Si le preguntas a cualquiera, te dirán como llegar.

dijo y siguió con su trabajo.

¿Y el cómo sabía que iría a buscar a Dorian?

Sacudí la cabeza y salí del apartamento. Baje la zona de descanso y pase por las

minas... no había ni un alma a la cual preguntarle por el acantilado.

Vi algo, una sombra, corría hacia los invernaderos. La seguí para preguntar por el

lugar, pero iba demasiado rápido, ajuste mi ritmo al de ella, porque estaba segura

de que era mujer y pronto estuve a su espalda.

Espera pedí.

La niña se estremeció y corrió, alejándose de mí. No la seguí, un pensamiento me

asalto, más bien un recuerdo.

¿Cuántos niños han visto desde que llegaron? preguntó Garrett.

Es por que todos son deformes, viven en otro lugar lo suficientemente apartado de este...

Volví a la realidad... esa niña era una de ellos, una bebe nacida después de los

bombardeos, una deforme. Nadie sabía cuánto odie esa palabra, tanto que incluso

mi mente se negaba a pensarla y mis labios a pronunciarla. Con un sabor amargo

en la boca corrí en dirección contraria.

Se me daba bien correr, me ayudaba a pensar, y no es por presumir, pero lo hacía

realmente rápido y sin cansarme.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

158 30 Mayo 2013

Me encontré con Isabel, la chica de catorce años que trabajaba con Mei en el

invernadero. Ella me ayudo, dándome instrucciones de cómo llegar al acantilado.

¿Isabel? dije antes de irme.

¿Si?

Vi una niña... ella... ella corrió hacia la playa, estoy segura de que iba hacia allá...

mi pregunta es, bueno, nosotros estamos dentro de la fortaleza. ¿Dónde están las

personas que nacieron dentro de este lugar? pregunte.

Los colores huyeron de la cara de Isabel.

Yo, lo siento, tenemos prohibido hablar de eso. parecía asustada.

¿Que? ¿Por qué? ¿Quién se los prohibió?

Derek fue quien lo hizo.

La respuesta no venía de la chica, quien se había quedado estática. Gire sobre mis

talones y vi a Valentina detrás de mí.

Me recorrió con la mirada, tan íntimo que me sentí desnuda.

No deberías hacer ese tipo de preguntas espetó.

Que lastima que no puedas controlar lo que digo respondí.

Ella intimidaba, todo su ser te obligaba a querer correr en dirección contraria.

Valentina no era una mujer completa, lo supe en cuanto la vi, no podía tener hijos...

ella se había convertido en un soldado.

Podría cortarte la lengua.

Me gustaría ver que lo intentaras.

Pensé que se enfadaría, pero en vez de eso... una sonrisa cruzo sus labios y negó

lentamente con la cabeza.

Cuídalo bien dijo y se fue.

Eso fue extraño ¿Cuidar bien? ¿A quién?

Corrí en la dirección que Isabel me había indicado y pronto divise el lugar. Estaba

muy inclinado, el pasto verde y un árbol en la cúspide, y hacia abajo estaba el

acantilado.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

159 30 Mayo 2013

Dorian estaba recargado sobre el árbol, pero no estaba solo, junto a él se

encontraba Dabria.

El parecía estar en una especie de trance, mientras que ella ya no lucia tan triste a

pesar de que había lágrimas en su cara y ojos.

Me quede estática, simplemente observando la escena. No los interrumpiría, era

una tarde y un lugar solo para ellos. De pronto surgió un vacío en mi pecho... uno

que se había esfumado hace mucho tiempo, cuando conocí a Dorian, habíamos

pasado por tanto que ya hasta me había olvidado de ese hueco interior. Y ahora

amenazaba con consumirme desde dentro. Estaba sola, justo como cuando llegue

al internado. Las lágrimas acudieron a mis ojos y las deje resbalar por mis mejillas.

Sin hacer ruido alguno les di la espalda y baje la colina.

Me detuve en seco al llegar abajo, fue cuando me di cuenta de que no tenía a

donde ir. Yo iba a donde Dorian estaba y viceversa... y ahora él estaba ocupado con

su madre y yo estaba sola, y sin un lugar al cual acudir. La opresión en el pecho

creció tanto que incluso considere ir a visitar a London, solo para no estar así. Sola.

¡Violeta! gritó su voz. Aquella que reconocería en cualquier parte.

Sentí que las piezas dentro de mí encajaban de nuevo. ¿Tan simple como eso? ¿Solo

escucharlo decir mi nombre? Era simple, él lo pronunciaba de una manera tan dulce

que lo hacía parecer música.

Fue cuando me volví.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

160 30 Mayo 2013

CAPITULO 24

Ella había estado llorando, trato de ocultarlo y quiso sonreír, pero no le salió

demasiado bien.

Mire hacia Dabria y después a Violeta. ¡Esto no podía ser mejor! ¡Las dos! ¡Ambas!

Las mujeres que eran parten de mi vida.

Corrí hacia Vi y la mire a los ojos.

¡Esto es perfecto! exclame con una sonrisa.

¿Hablaste con ella? preguntó con voz rota.

Si, ella estaba a punto de decirme algo... algo sobre mi padre explique Quiero

que vengas, quiero que también lo escuches... Quiero que estés conmigo.

Sus ojos se abrieron con sorpresa, después sonrió, se acomodó un mechón de

cabello detrás de la oreja y me siguió hacia la cima de la colina, donde mi madre

nos esperaba.

Violeta y Dabria se abrazaron. Eso hizo que una chispa en mi interior danzara al

compás de mis emociones.

Ellas comenzaron a hablar de algo.

Dabria me dijo que me parecía a Alexander mi padre. Ellos se conocieron a los

diecisiete años, a punto de cumplir dieciocho. Vivian dentro de los muros. Y se

enamoraron. Ella dijo que él era feliz, sarcástico, amable y a veces agresivo y

rencoroso. Sentí como si me estuviese describiendo a mí.

Ellos se casaron y Vivian en la isla de las parejas casadas. Cuando me tuvieron les

fui arrebatado, ella solo pudo entregarme el zafiro que ahora era de Violeta, eso fue

lo que la ayudo a encontrarme. A mí me llevaron hacia un lugar donde tienen a los

recién nacidos para alimentarlos y ver que estén en buenas condiciones, ese es el

primer filtro. Dabria estaba desesperada, así que mi padre, Alexander, como tenía

amistad con uno de los gobernantes, le pidió que no me llevaran que me dejaran

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con ellos o que por lo menos les permitieran tener comunicación conmigo. El

amigo de papá se negó, excusándose detrás de las reglas, que si las rompía por una

persona entonces debía romperlas por todos y así todo se saldría de orden. Según

mi madre, el gobernante antes no era así, el y papá se habían hecho muy buenos

amigos dentro del internado, así que Alexander no esperaba una respuesta así de

él, parecía que había absorbido la personalidad de su suegro. La hija del

gobernante anterior, desposo a Gideon, el amigo de papá y por eso él se convirtió

en quien era.

Ante la negativa, mi padre le dijo a Dabria que haría lo posible por recuperarme,

pero que si no lo lograba, necesitaban un plan B. En este plan, ella escapaba y se

internaba en lo que el explico, se llamaba "La Fortaleza". Obviamente, Alexander

fallo. Gideon lo traiciono y reforzó la seguridad en los muros, a mi padre lo

atraparon y Dabria nunca más supo de él, y tampoco de mí. Hasta ahora.

Ella escapo, tal y como mi padre la había instruido, pero cuando corría por el

desierto, una bala la alcanzo, justo en el estómago. Localizo la fortaleza justo a

tiempo, ya que la encontraron y curaron. Después, al pasar ciertas pruebas la

dejaron quedarse y aquí había pasado sus años, esperando por algo... esperando

por mí.

La herida de bala la dejo incapacitada para tener más hijos, así que solo espero y

espero, ella quería demostrarle a papá, a Alexander que su sacrificio no había sido

en vano, que viviría el resto de sus días libre, y en paz.

Una mano se movió frente a mi cara y me hizo volver a la realidad.

Violeta estaba sonriendo, justo frente a mí.

Tu madre iba a contarnos una historia dijo.

Mi madre. Me gustaba como sonaba eso.

¿Es real o fantasía? pregunte.

Ustedes me lo dirán respondió picaronamente.

Dabria tomo un largo respiro y hablo:

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"Hace muchos años, habían cuatro amigos. Ellos habían nacido aquí, en la

Resistencia. Gideon, Alexander, Derek y Maica. Eran muy unidos, Derek y Maica

iban juntos a todas partes, lo mismo con Alexander y Gideon. Nunca había una

travesura que no llevara su nombre. Gideon era débil, pero inteligente, astuto

como una serpiente. Alexander, fuerte, ágil, sarcástico y hasta cierto punto grosero,

pero era ingenioso y siempre tenía un plan para salir de las situaciones más

complicadas, veía el mundo como un rompecabezas que había que armar. Derek,

fuerte, frio, no demostraba sus emociones a no ser que confiara demasiado en una

persona. Se dejaba llevar por una sola idea, de mente cerrada. Maica, él era

agradable, siempre sonriente y bromista, él era el más fuerte y ágil de todos, un

soldado, entrenado para matar, pero él no quería serlo, su sensibilidad se lo

impedía.

El líder de la fortaleza en ese tiempo era el padre de Derek. El veía las habilidades

de los cuatro chicos y a todos y cada uno de ellos los entreno personalmente. Se dio

cuenta de que Gideon era inteligente, pero traicionero. Alexander era un estratega,

pero le faltaba prudencia. Derek era fuerte y no se dejaba guiar por sus emociones,

pero no conocía la compasión. Y Maica. Maica era el soldado perfecto, obedecía

órdenes, pero cuando no sabía por qué le ordenaban las cosas o por que debía

matar inocentes, él no lo hacía. Sabia tomar decisiones, podía sacar lo mejor de sus

tres amigos y las personas lo querían. Por eso quiso que cuando el muriera, Maica

tomara el mando de la fortaleza.

El tiempo de su muerte llego, he hizo el anuncio del nuevo líder. Los chicos habían

planeado algo en secreto, algo que solo compartieron con pocas personas. Beatriz,

la hermana de Derek, Valentina y Nico el hermano de Gideon. Maica no acepto el

liderazgo, así que Derek se quedó con él. Era lo que todos esperaban ya que el

anterior era su padre. Derek no pudo evitar sentir celos hacia Maica.

Los tres amigos, Nico y Beatriz partieron. Ellos irían al interior de las murallas para

provocar un caos desde dentro, y Derek se encargaría de organizar las cosas para

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atacarlos desde fuera. Ojala hubiera sido tan fácil. Los rencores corrompen las

amistades, incluso una de tantos años.

Derek se quedó a cosechar odio y rencor.

Gideon supo que sería elegido como la pareja de la hija del gobernante supremo

así que se dejó corromper por el poder.

Alexander se enamoró de la chica que seleccionaron para él, y así de sencillo dio

por terminada su misión. Su imprudencia le costó caro años más tarde.

Y Maica, el alma noble de Maica se dedicó a hacer amigos, el simplemente se

encariño con las personas de dentro.

Y así, los cuatro amigos quedaron separados por la naturaleza humana.

Derek estaba en el poder en la fortaleza.

Gideon gobernaba dentro de los muros.

Alexander decidió vivir una vida tranquila y murió en su intento de conservarla.

Y Maica, el inocente de Maica. Tenía un hermano, justo antes de irse, se enteró de

que su madre estaba embarazada. Ella murió durante el parto y su padre se

suicidó.

¿Ya decidieron si es verdad o fantasía?" finalizó.

¡Por Dios! Creo que ni siquiera parpadee.

A mi padre lo traicionaron. Derek, Gideon... todos excepto Maica. Eso significaba

que... por eso Maica siempre me cuido, siempre estuvo al tanto de mí. Sentí un

nudo en la garganta, Garrett tenía que saber esto.

Mi madre nos dio unos minutos de silencio antes de retirarse y dejarnos solos.

¿Cómo fue? preguntó Vi ¿Cómo reaccionaste cuando te lo dijo?

Sonreí para mí mismo.

Fue... no lo sé, sentí que podía volar, pero que al mismo tiempo me derribarían. Y

bueno, decidí abrazarla y ella me abrazo de vuelta, así que después de lo que

pareció mucho tiempo, ella me conto como había conocido a mi padre y bueno... el

resto de la historia ya lo conoces. explique.

Violeta recargo su cabeza en mi hombro y miro el atardecer.

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Me alegra que la tengas.

Deberíamos buscar a tus padres, Vi sugerí.

Una sombra paso por sus ojos.

¿Y que si están muertos? preguntó No podría soportar algo así, Dorian. Me

gustan las cosas como están.

Asentí sin comprender realmente ¿Como ella podría preferir estar así a saber la

verdad? No insistí y deje que el silencio llenara todo.

Ahora más que nunca sentía que debía hacer algo para acabar con todo esto. Con

las traiciones entre amigos, con las sociedades divididas, con las madres sufriendo

por sus hijos... ¿Pero qué? ¿Yo que podía hacer? Yo era nadie dentro de la nada.

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165 30 Mayo 2013

CAPITULO 25

Me lleno de tranquilidad el estar en ese momento, no sé cómo se supone que debía

reaccionar ante lo que escuche de Dabria. De ellos solo conocí a... solo a Derek y a

Maica. Punto. Aunque nunca me familiarice tanto con ninguno como para

sentirme atraída de un modo personal hacia la historia.

Era horrible, pero todo lo que había escuchado desde que llegue aquí lo era.

¿Dorian? dije.

¿Que?

¿Extrañas a Maica? Bueno... solo digo que es curioso, él fue amigo de tu padre y

quizá por eso te cuido... ¿Sabes? Cuando estaba en el internado, después de

despedirme de ti. Las institutrices me llevaban hacia el sótano para inyectar esa

cosa en mi cuello, pero corrí para escapar de ellas y ahí me estrelle con alguien, esa

persona me sonrió y me ayudo a que las institutrices no me golpearan, el me salvo

en ese momento... no del suero, pero si de una paliza. Era Maica. Y cuando volví a

verlo, en el acantilado el día de las bodas...

También nos ayudó completó Lo sacare de los muros. Juro que lo hare. Él se

merece otra clase de vida... quizá volver aquí y tener familia...

Ya deja de soñar con cosas así dije No encontraremos a mis padres... y tal vez si

podamos traer a Maica... pero...

¿Pero? preguntó.

¿Que debía decirle? ¿Qué tal vez Maica estaba muerto?

Nada respondí. Deje que mi cabeza reposara sobre su hombro.

Me estaba quedando dormida cuando el horrible sonido nos hizo ponernos de pie

de un golpe.

¿Que fue eso? pregunte estúpidamente.

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Ya conocía el sonido. En las bodas había sonado algo igual, justo antes de que las

personas quedaran regadas por el suelo, todos muertos.

Nos estaban atacando.

Dorian me miro con pánico en sus ojos. Supe lo que estaba pensando: Dabria.

La acababa de recuperar y ahora tenía miedo de perderla.

Asentí.

Ambos corrimos colina abajo, él era más rápido, pero no me costaba trabajo

seguirle el ritmo.

Estábamos atravesando las minas cuando Dorian hizo que me frenara y me

ocultara detrás de unas rocas. Me indico con un gesto de la mano que guardara

silencio.

Mire por encima de nuestro escondite hacia donde él estaba mirando.

Personas con cascos y uniformes verdes, llevaban armas en sus manos y se hacían

señales para avanzar. No solo era un ataque, era una invasión ¿Qué querían?

Tome a Dorian de la mano y le pedí en susurros que me siguiera hacia abajo, hacia

el bosque. Justo hacia donde había corrido la niña esta misma tarde.

El sol ya se estaba poniendo y estaba a la espalda de los soldados. Ellos no nos

podían ver, sus sombras estaban expuestas y alargadas y las nuestras ocultas entre

las rocas.

Tan silenciosos como pudimos salimos de las minas y corrimos en dirección al

bosque.

Sube a un árbol y quédate ahí pidió Dorian. Iré a buscarla...

Voy contigo.

No dijo tajante Quédate aquí y ponte a salvo.

No me quedare mientras estas allá corriendo peligro.

Se rasco la cabeza con frustración.

Ni siquiera sabes cómo sostener un arma, mucho menos serás capaz de disparar

contra alguien. Además, me será más fácil avanzar sin... se interrumpió.

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167 30 Mayo 2013

Anda, dilo lo alenté con sarcasmo Sera más fácil avanzar sin una carga como

yo.

No se trata de eso.

Bien, pues entonces tu quédate aquí. Yo iré a buscarla, es más fácil que yo pase

desapercibida.

Me tomo por lo hombros y me puso contra un árbol grande.

Sube ordenó.

No dije tajante.

Dorian revolvió sus manos como un signo de frustración, después froto su cara y

su cabello.

Bien, pero harás lo que te diga.

No, si es alguna estupidez como "tratar de ponerme a salvo" No lo hare.

Por primera vez desde que nos habíamos visto, me miro con enfado, como si lo

exasperara a tal punto de querer dejarme sola en medio de esos soldados.

Una vez escuche una frase que decía: “Si nunca tuviste ganas de matarla, entonces

nunca has estado enamorado." ¿Porque estaba pensando algo tan bobo en un

momento como este? Negué con la cabeza y lo seguí.

Bajamos por el bosque y seguimos el rio, salimos al lago y de ahí pasaríamos a los

departamentos, en el de Garrett había armas, según Dorian.

Ambos corrimos una vez que estuvimos en el área de departamentos... pero no

hubo oportunidad de entrar a ninguno. Al parecer fue el primer lugar que lograron

invadir. Había soldados por todas partes.

Dorian maldijo y ambos salimos de ahí... bajando hacia el invernadero. Dentro de

estos también había soldados. Mei estaba dentro... y las chicas también. Mildred,

Isabel, Astrid...

Los invasores estaban sacando los cultivos y los aplastaban. Su propósito no era

matar a todos, de lo contrario ellas ya estarían muertas...

¡No! ¡Por favor no! suplicaba Mei. Pero parecía que nadie la escuchaba.

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168 30 Mayo 2013

La diminuta mujer sacudió el hombro de uno de los soldados y este la empujo

contra el suelo y disparó su arma contra ella.

Iba a gritar, pero Dorian puso su mano sobre mi boca. La habían matado, Mei

estaba muerta, así sin más.

Deje que las lágrimas resbalaran por mis mejillas.

Ellos apuntaron las armas hacia mis compañeras de trabajo. Dorian me soltó y me

pidió de nuevo que guardara silencio.

Él se acercó sigilosamente hacia el invernadero. Busque un punto más alto, donde

podría ver dentro con facilidad. Tres, había tres soldados y no había rastro de

ningún otro estando cerca.

Dorian salió de su escondite y se acercó rápidamente y en silencio hacia el primer

guardia, este era muy pequeño. Dorian cerró los ojos y trago saliva. Rápido como

un zorro puso sus manos en la cara del hombre, una debajo del casco, sobre su

boca y la otra al otro lado del cuello, fue tan rápido y tan atemorizante como todo

termino con un "crack" del cuello del hombre. Ahora solo había dos soldados más.

Dorian dejo caer el cadáver y tomo una de las herramientas que usábamos en el

invernadero, una pala. La apretaba tan fuerte que vi sus nudillos blancos... Y

golpeo en la espalda al guardia más cercano. El hombre se quejó y el otro giro para

ver qué pasaba. Pero Mildred fue más rápida, tomo un pico entre sus manos y lo

enterró en la espalda del hombre. Quien ni siquiera tuvo oportunidad de gritar.

El guardia al que golpearon en la espalda se quejó y removió tratando de

levantarse, no pudo hacerlo. Mildred tomo el pico y lo enterró una y otra vez en la

espalda y la cabeza del sujeto. La chica estaba llena de sangre, su cara, sus manos,

su ropa. Dorian tuvo que arrebatarle el pico para que dejara de golpear al guardia.

Fue cuando me di cuenta de que ella parecía fuera de sí, como si desquitara su

dolor por la muerte de Mei contra aquel hombre.

La mujer diminuta estaba sobre la tierra, arriba de las plantas que ella misma había

sembrado y esperado verlas nacer con tanto entusiasmo... Ahora yacía muerta

sobre ellas.

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Sin que nadie me lo impidiera, grite. Isabel y Astrid le hicieron coro a mis sollozos.

Dorian les dio instrucciones, debían ir a los lugares alejados de la playa, lo más que

pudieran, el bosque era lo más prudente.

Las chicas asintieron y Mildred se encargó de sacarlas de ahí.

Salí del invernadero jurándome que nunca volvería a entrar.

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CAPITULO 26

Tenía que estar mirando hacia atrás en repetidas ocasiones, solo para asegurarme

de que Violeta me seguía. Ella parecía un zombi, fuera de sí, reaccionando ante

cada sonido y alteración.

Debía ponerla a salvo y dirigirme a la cocina a sacar a mi madre de ahí.

Nos internamos en el bosque.

Vi pedí Por favor escúchame. Quiero que te quedes aquí, ya viste lo que

sucedió con Mei. No estás hecha para esto, por favor quédate aquí, sube a un árbol

y ponte a salvo.

Violeta abrió los ojos y me miró fijamente. Por primera vez sus ojos resultaron

fríos, su mirada gélida. Ella comprendía todo, pude saberlo.

Sus ojos violetas parecían un amanecer congelado.

Deja de tratarme como a una lisiada espetó.

Asentí lentamente y me acerque a ella. La abrace lentamente y fue cuando pude

respirar. Ella estaba bien, ilesa. Al menos físicamente, porque sus emociones

estaban hechas pedazos.

Un ruido entre las ramas nos hizo romper el abrazo. Había alguien cerca.

Apreté el arma que le quite a los sujetos del invernadero entre las manos, las otras

dos se las había dejado a las chicas.

Lo que estaba entre los arbustos salió. No era un soldado, tampoco un habitante de

la fortaleza. Era una niña. Una niña pequeña.

Violeta me obligo a bajar las manos con mi arma y se adelantó. Se inclinó para

quedar a la altura de la niña, la giro y ambos pudimos ver su rostro.

Reprimí un jadeo y Violeta permaneció imperturbable.

Su cabello era rubio y largo, aunque maltratado y sucio. Sus ojos grandes y azules

y su nariz respingada... eso era todo. A partir de donde se supone debía estar su

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labio superior, parecía que había una cortada grande, la mitad de su cara era una

especie de hueco sin serlo realmente. No había labios, solo una línea desdibujada

que estaba fuertemente apretada para no gritar. Ella era una deforme.

Además de su cara, pude ver sus manos... una era más pequeña que la otra y con

sus orejas pasaba lo mismo.

Soy Violeta dijo Vi aun agachada.

Avance hacia ellas y la niña retrocedió.

Quédate donde estas me ordenó Violeta.

Hola le dijo a la niña.

Hola respondió ella tímidamente. Sus labios se abrieron de un modo extraño.

¿Cómo te llamas? preguntó.

Melanie respondió en un susurro.

Es un hermoso nombre dijo Vi.

La niña asintió.

¿Te estabas escondiendo?

Asintió de nuevo.

¿De los soldados?

De todos.

¿Quiénes son todos?

Las personas de la Resistencia, los soldados...Valentina.

Ante la mención de Valentina me puse alerta. Ella me había mentido. A mí.

Ven con nosotros ofreció Vi.

Tenía razón, no podíamos dejar a la niña sola ahí. Simplemente no. Ahora había

otra persona para poner a salvo.

La niña le señalo a Violeta su pierna. Ella la reviso, había una cortada grande.

¿Qué te paso? exclamó Vi un tanto exaltada.

Me caí de un árbol acepto la pequeña mientras hacia un intento por morder su

labio. Reprimí un estremecimiento.

Violeta me miro y comprendí.

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Me incline sobre el suelo hasta quedar en cuclillas. La niña subió a mi espalda y

apretó sus bracitos en torno a mi cuello.

Sostuve el arma en alto y avanzamos por el bosque.

La niña apretaba más los brazos en mi cuello, llego un punto en el que tuve que

pedirle que hiciera el agarre más flojo, ella se estremeció ante el tono de mi voz.

¿A dónde vamos? preguntó por fin.

A la cocina. respondí.

¡No ahí no! gritó.

¿Por qué no? preguntó Vi.

Yo fui incapaz de articular palabra. ¿De dónde venía ese pánico que subió

lentamente por mi pecho? Tenía que encontrar a mi madre. Ahora.

En lo que menos pensé, la niña ya estaba en brazos de Violeta.

Ve me dijo mirándome a los ojos.

¿Estarás bien?

Vi asintió.

Nos ocultaremos en el bosque.

La mire. No podía, realmente me dolía dejarla sola con algo así.

Deje el arma en el suelo y tome el rostro de Vi entre mis manos. No hicieron falta

palabras, con un beso le prometí que regresaría y ella que estaría bien.

Tome de nuevo el arma y corrí en dirección a la cocina, dejando a Violeta atrás, ya

no era ella sola, ahora tenía una carga muy pesada que llevar.

¿Porque la niña había estado tan alterada cuando mencione la cocina? ¿Que había

visto? ¿Qué pasaba?

Deje de hacer telarañas en mi mente y corrí como si me persiguiera el mismo

demonio.

El lugar estaba atestado de guardias, todos armados y uniformados. Tuve que

ocultarme entre los árboles y en otros lugares para poder pasar desapercibido,

siempre con el arma apretada entre mis manos.

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173 30 Mayo 2013

Violeta estaba bien. Ahora solo debía encontrar a Dabria... dando la vuelta por la

parte de atrás de la cocina, siguiendo el pequeño sendero y llegando a la entrada

principal. Mis piernas se movían por inercia, los brazos cansados por el arma,

sentía el sudor correr por mi cuello, y en mi mente solo se repetía una imagen: Mei

muerta en el invernadero... ¿Y si Dabria...?

Deseche la idea con un movimiento de cabeza.

Me oculte detrás de una pared. Contaría hasta cinco y entonces entraría...

Suelta el arma murmuraron en mi oído.

Sentí como algo me pinchaba en la espalda. ¡Demonios! ¿Así de fácil? ¿Me

matarían y ya?

Gire lentamente solo para encontrarme de frente con la pelirroja.

Ella sonrió petulante y me indico con un gesto que mantuviera la boca cerrada.

Asentí lentamente y levante mi arma.

London se pasó al frente, conto hasta tres y corrió hacia la puerta de la cocina.

¡Estúpida!.

Corrí detrás de ella.

Me detuve en seco en la entrada, dentro estaban personas de la resistencia,

amontonados unos con otros y soldados armados apuntándoles directamente y

gritando ordenes, cosas como: "Muévanse rápido".

London me hizo señas de que la siguiera, escondimos las armas y volvimos sobre

nuestros pasos.

¿Qué demonios? ¿Los dejaras ahí? ¿Así sin más? susurre enfadado.

Ella se limitó a sonreír petulante.

¿Acaso eres imbécil? espetó Los vamos a ayudar, limítate a obedecerme,

debemos hacer tiempo... el sonido de varios disparos la interrumpió.

Quise correr hacia el sonido ¿Y si uno de los muertos era Dabria? ¿Que se supone

que haría yo? ¡La acababa de recuperar!

London me tomo de la ropa y me hizo señas para que caminara rápido.

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La seguí sin muchas ganas, la cabeza me daba vueltas y estaba alerta a cualquier

sonido. Tenía el arma apretada entre mis manos.

La chica se detuvo y comenzó a trepar por un lado del edificio. Ahí había escaleras

para salir del lugar en caso de una emergencia.

London saltó ágilmente y continúo su camino.

Guarde el arma y tome impulso para atrapar la barandilla de la que ella se había

columpiado antes y comencé a trepar por las escaleras, siguiéndola de cerca.

Al fin llegamos al techo y ahí había una especie de hueco. La cocina era una especie

de bodega gigante.

La pelirroja entro por el hueco sin hacer ruido.

Evite poner los ojos en blanco y la seguí. ¿Por qué no me decía nada? ¿Porque tenía

que ser tan misteriosa? Solo el hecho de que Garrett me había pedido que no me

vengara estaba evitando que metiera una bala en su cabeza por lo que le hizo a

Violeta.

Aterrice sobre una viga. London se balanceaba sobre la misma para llegar al otro

lado del lugar.

Otro disparo. Baje la vista y vi e cuerpo de un hombre caer al suelo. Nadie grito,

había tanto silencio que se podría escuchar un alfiler al caer.

Los soldados volvieron a gritar órdenes y mis pies reanudaron la marcha, más por

instinto que por conciencia.

London y yo llegamos al otro lado. Y pude ver por qué quería exactamente ese

sitio.

Era una especie de elevador para transportar la comida, todo hecho de metal y la

viga nos había llevado directamente ahí. Y desde las alturas podíamos ver a todos

en el lugar.

Empecé a contar. Había por lo menos cuarenta guardias a la vista.

Así se lo hice saber a la pelirroja por medio de señales, ella asintió y se colocó en

posición de franco tirador, cubriendo su cuerpo con el metal del elevador.

Hice lo mismo.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

175 30 Mayo 2013

¿Cuantas balas tienes? susurró.

Negué con la cabeza.

No lo sé.

Ella asintió y empezó a contar con los dedos... uno, dos, y... ¡Bum! El primer tiro lo

hizo ella. Y un guardia cayó al suelo, le había dado en la nuca. ¡Que puntería!

Me concentre y solté el siguiente tiro.

Los soldados miraban por todas partes sin saber de donde habían venido los

disparos.

Y seguimos así, hasta que cinco guardias cayeron al suelo. Fue cuando la melena

pelirroja de London se asomó por la parte superior del elevador cuando notaron

nuestro escondite y abrieron fuego.

Los disparos resonaron contra el metal, amenazando con hacer reventar mis oídos.

La pelirroja tenía cubiertos los suyos con ambas manos. El arma estaba tirada a sus

pies. La tome y revise, ya no tenía balas.

Ella tenía los ojos cerrados. Parecía estar en estado de shock. ¿En serio? ¿Justo

ahora? ¡No era posible! ¿Por qué no me toco Valentina en vez de ella?

Negué con la cabeza y la sacudí por los hombros.

Mírame exigí.

Ella levanto la vista y sus ojos aterrorizados se cruzaron con los míos.

Vamos a salir de esto dije Toma mi arma y cruza lo que resta de la viga hacia el

otro lado de la cocina, ahí subirás por el hueco y pedirás ayuda ¿Entiendes?

Se limitó a asentir.

¿Y tú? preguntó mirando el arma que le ofrecía.

Estaré bien. Lo único que tienes que esperar para correr es que el elevador

empiece a bajar. Voy a ir abajo para darte tiempo de escapar ¿Si?

Te mataran, ellos no negocian, ellos asesinan murmuró.

No me importa. Aún hay alguien allá abajo a quien quiero con vida, y todo

depende de que tu salgas de aquí y pidas ayuda ¿Entiendes?

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

176 30 Mayo 2013

Asintió de nuevo y tomo el arma que le ofrecí.

Ella salió sigilosamente del ascensor cuando dejaron de disparar.

Pulse el único botón que había y este comenzó a descender.

London corrió lo más rápido que pudo, y lo único que vi fue la cabellera pelirroja

perdiéndose entre las sombras del tejado.

¡Si! ¡Logró salir!

Trague saliva cuando el ascensor se detuvo, las puerta se abrieron y los soldados

llegaron hasta donde estaba. Todos con sus armas en alto. Y bueno... yo no tenía

nada con que defenderme.

Levante las manos y lentamente salí del elevador.

Dos de los soldados intercambiaron una mirada.

¿Dónde está la chica? exigieron saber.

Sonreí petulante.

Recorrí con la mirada todo el lugar. Ahí estaba Dabria, cuidando de los demás,

tratando de tranquilizar a las chicas que trabajan con ella en la cocina.

El soldado me golpeo con su arma en el estómago dejándome sofocado.

¡¿Dónde está la chica?! gritó.

Sonreí de nuevo.

Soy un hombre ¿Acaso estas ciego? espete.

Otro golpe, ahora en la cara.

¡No juegues! dijo y apunto su arma a mi cabeza.

Mírate escupí a sus pies ¿Quién querría jugar contigo? Para eso hace falta que

ambas partes estén al mismo nivel de inteligencia.

Me puse de pie lentamente. Quise reírme a carcajadas ante el semblante

confundido de los dos soldados que me tenían. Ninguno llevaba casco.

Así que anda dije Ve a la biblioteca y luego vuelves a tratar de discutir

conmigo respondí petulante.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

177 30 Mayo 2013

Hice un ademan con las manos de correrlos de ahí y solo por eso me gane otro

golpe en la cabeza. De acuerdo, eso sí dolió y mucho. Me dejo mareado y contra el

suelo, no podía poner en orden mis ideas ni enfocar la vista.

Sentí como me arrastraban hacia algún lugar.

La oscuridad me reclamaba en segundos y luego volvía por mí. Cuando por fin

pude incorporarme la cabeza me palpito de una manera horrible, toque la zona

afectada y vi mi mano empapada en sangre ¡Malditos!

Mire a mi alrededor, solo personas asustadas observándome y... Los brazos de

Dabria me envolvieron antes de darme tiempo de pensar en otra cosa. Respondí su

abrazo y sentí que todo estaba bien. Respire profundo y me aparte.

Ella me miro a los ojos, en los suyos había lágrimas. El ver su ropa me hizo saber

que el lugar donde había estado inconsciente era sobre su regazo que ahora estaba

lleno de sangre seca.

¡Mira! gritó alguien El genio despertó...

Antes de que pudieran llegar a donde estaba se escucharon disparos, de arriba de

la entrada... venían de todas partes. Me lance sobre mi madre para evitar que las

balas llegaran a ella.

Cubrí a Dabria con mi cuerpo hasta que los sonidos de gritos, disparos y quejidos

se desvanecieron.

¿Que había pasado?

Mire a mí alrededor. Los soldados estaban muertos. Los hombres de Derek estaban

entrando, todos ayudaban a aquellos que no podían ponerse en pie y disparaban a

los invasores sin piedad, no les daban tiempo de hablar.

Por primera vez me alegre de ver el rostro de Derek. Valentina dirigía a algunos de

los hombres hacia otra parte. Estaban purgando la resistencia.

Un pequeño grito de dolor me hizo girarme hacia donde estaba Dabria.

De su pierna salía sangre sin parar...

¿Que...? no termine la pregunta. Me saque la camiseta e hice presión sobre la

herida.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

178 30 Mayo 2013

Una bala la había alcanzado.

Estoy bien dijo entrecortadamente.

Solo me limite a asentir.

La camiseta pronto de empapo de sangre... ¿Que debía hacer?

¿Qué hago? pregunte.

Esperare por ayuda ¿Dónde está Violeta? preguntó.

Sentí de nuevo ese peso familiar sobre mis hombros ¡Yo la había dejado sola! ¡En

medio de todo esto! Bueno, no sola, la deje con una carga...

Yo... tartamudee.

Ahora más que nunca deseaba que alguien se llevara a mi madre a otro lugar.

¿Dorian? preguntaron a mi espalda.

Gire lentamente sin dejar de hacer presión sobre la herida.

Nunca, desde que la conocí me había sentido tan agradecido de ver a Beatriz.

Le explique todo rápidamente.

¿Y la dejaste sola? me reclamó.

Asentí lentamente. Si algo le pasaba a Vi yo sería el único culpable.

Vete ordenó Y no vuelvas sin ella. Yo me hare cargo de Dabria.

No necesite nada más que eso. Le arrebate el arma a uno de los soldados muertos y

corrí lo más rápido que había corrido nunca.

Violeta estaba viva. Yo lo sabía.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

179 30 Mayo 2013

CAPITULO 27

Los sonidos del bosque me estaban poniendo cada vez más nerviosa. Había

cargado a Melanie la mayor parte del camino, pero ahora estaba cansada así que

ambas caminábamos, procurando ir despacio para que su pierna no se lastimara

más de lo que ya estaba.

Melanie me había dicho que tan solo unos metros más y llegaríamos al lugar

donde ella vivía... con otras personas igual a ella. Deformes, los llamarían dentro de

la resistencia.

Nos ocultábamos ante cualquier movimiento o sonido.

Ya estaba cansada y preocupada ¿Cómo estaba Dorian? ¿Y Dabria?

Sacudí la cabeza y me deshice de esos pensamientos. Ellos estaban bien. Ahora

debía preocuparme por lo que me estaba pasando. Debía llevar a Melanie a su

casa, donde alguien la esperaba y pudiera ponerla a salvo.

Había una muralla, parecía estar destruida, solo pedazos de roca apilados junto a

lo que antes había sido un muro. Enredaderas y arboles cubriendo el espacio,

formaban una pequeña cueva, en resumidas cuentas: El escondite perfecto.

Apresure a Melanie, solo faltaban unos pocos metros y podríamos ocultarnos hasta

que todo pasara.

El bosque se había reducido a lo que parecía un sendero enorme rodeado de

árboles gigantes... no quería adentrarme en aquel tétrico lugar y terminar perdida,

así que esa era la mejor opción.

La niña tropezó y se quejó.

Me acerque hacia ella para que callara, sus sollozos, aunque eran casi inaudibles,

provocaban ruido en un lugar tan silencioso... incluso los pájaros habían dejado de

cantar.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

180 30 Mayo 2013

Un ruido me hizo girar rápidamente al sendero... la única salida posible.

Melanie me miro, sus ojos desorbitados por el pánico.

Le hice señas de que subiera a mi espalda y lo hizo rápidamente. Y así, unidas nos

adentramos en el bosque, porque ahora que lo pensaba, el escondite resultaba

demasiado obvio.

Corrí tan rápido como me lo permitía mi pésima condición, debía agradecerle a

London luego por obligarme a correr por las mañanas, porque gracias a eso, ahora

es que podía emprender la marcha con peso extra sobre mí.

Los sonidos se escucharon por todo el lugar; eran voces y pisadas.

¿Se habían metido al bosque?

Me detuve en seco... si nos alcanzaban ¿Que nos harían? ¿Acabarían con nosotras

como lo hicieron con Mei? ¿O algo peor?

Había leído historias sobre lo que los "hombres malos" hacían a las mujeres

durante las guerras... y yo estaba sola, aquí con una niña.

Respire profundo para evitar que el pánico hiciera su trabajo. Yo realmente podría

con esto. No me importaba lo que me pasara, siempre y cuando Melanie pudiera

estar a salvo.

La deje sobre el suelo y mire hacia arriba.

Un árbol realmente grande. Podríamos treparlo y esperar, ese no era un escondite

tan obvio.

Le hice señas de que lo que debíamos hacer, ella entendió rápidamente.

Sus ojos se oscurecieron y empezó a negar con la cabeza cuando comprendió. Yo

no podría subir, simplemente le daría un empujón para que ella lo hiciera, para

que alcanzara las primeras ramas. Melanie solo debía esforzarse para trepar lo más

rápido posible.

Estaba dispuesta a esperar que ella reaccionara, pero los soldados no me dieron

tiempo. Las voces se estaban acercando.

La cargue y empecé a empujarla para que subiera.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

181 30 Mayo 2013

Aunque seguía llorando, y la herida en su pierna sangro un poco más, no se

detuvo, escalo hasta alcanzar la primera rama. Me detuve solo unos segundos para

verla perderse entre el denso follaje.

Mire a mí alrededor y salte a ocultarme entre las enredaderas antes de que alguien

me viera.

Cuatro personas, todas armadas y con cascos estaban buscando en el bosque.

No hay nada se quejó una voz de mujer.

¿Estás seguro de que las viste por aquí? preguntó un hombre.

Si, completamente otro hombre.

Trague saliva y me tranquilice, esperando que Melanie ya estuviera lo

suficientemente alto como para saltar de árbol en árbol sin lastimarse.

Yo creo que... comenzó el cuarto sujeto ¡Allá! exclamó de pronto ¡Arriba!

Sin pensar mire al árbol. Se veía parte de la ropa de la niña.

No me di tiempo de sopesar mis opciones cuando el sujeto que la vio apunto su

arma hacia arriba.

Salí de mi escondite y le empuje con todo mi peso, provocando que la bala diera en

otra dirección.

¡Demonios! se quejó.

Alguien me sostuvo por la cintura para alejarme del hombre. Me lanzó hacia atrás

y alguien me atrapo, dejando mis manos inmovilizadas sobre mi espalda.

Mire al árbol de nuevo, Melanie ya no estaba a la vista.

¡Estúpida! bramó el hombre al que había derribado, quien ahora estaba de pie.

Levanto el brazo e impacto su mano abierta contra mi cara.

Mis ojos se nublaron y había una especie de zumbido en mis oídos.

El soldado repitió el movimiento, cuando estaba por hacerlo la tercera vez alguien

detuvo su brazo en el aire.

Es ella dijo una mujer.

El hombre me recorrió con la mirada, o al menos eso parecía. No podía ver los

rostros ni los ojos de nadie.

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182 30 Mayo 2013

La que lo detuvo se quitó el casco y fue cuando la vi. Trabajaba en el internado, ella

me había golpeado...

Dennis era su nombre.

Me removí lo más que pude y solo por eso me gane otro golpe en la cara. Ahora no

me tome la molestia de sentirme mal, no aparte la mirada de la institutriz.

Hay que llevarla de vuelta. No hay nada más que hacer aquí ordenó.

¡Vámonos! gritó y los demás emprendieron la marcha.

No, ahora no. No dejaría que me arrastraran a nada. No sería la persona débil.

Nunca más. Antes muerta que llegar a eso.

Respire profundo.

Apoye mi peso contra el que me tenía atrapada y lo estrelle de espaldas con un

árbol.

Algo crujió y cuando lo vi... ya no se levantó más. No llevaba puesto su protección

sobre la cabeza.

Los demás se giraron. Solo tres personas más.

Corrí para alejarme del árbol de Melanie, pero no pude llegar muy lejos. Uno de

ellos me detuvo.

¡Suéltame! grite mientras me removía.

El hombre soltó su arma para poder atraparme bajo sus brazos.

No me hagas lastimarte, niña espetó en mi oído.

A pesar de la amenaza y la saña con la que la pronuncio no deje de moverme.

Juro por Dios que meteré una bala en tu cerebro agregó.

Para mi sorpresa, una carcajada un tanto histérica se escapó de mi garganta.

¿Matarme? ¿En serio vas a amenazarme con eso? reí un poco más ¡Ustedes me

quieren viva! grite.

Dennis les hizo señas a los demás de que no se acercaran.

¿Por qué crees eso? su voz cauta.

Reí de nuevo.

El hombre me tenía sujeta por las manos otra vez.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

183 30 Mayo 2013

¡No soy estúpida! brame Han tenido más de una oportunidad para acabar

conmigo, para ver mis ojos cerrarse para siempre, pero no lo han hecho ¿Por qué?

¿Eh? ¡Habla, maldita sea! grite.

Los ojos de la mujer se vieron sorprendidos por unos segundos.

Es increíble lo que un tiempo con los salvajes puede hacerle a una persona

murmuró uno de los hombres.

Dennis negó con la cabeza.

No ha sido su tiempo con los salvajes. Ella siempre ha sido así, los sueros nunca le

han hecho efecto... hay algo diferente con ella explicó Ven con nosotros y

prometo darte todas las respuestas ofreció extendiendo su mano hacia mí.

Mire a la oferta que me ofrecía sobre su palma, después a sus ojos.

Cuando el soldado me vio dudar me soltó.

Gire rápidamente y golpe su nariz con mi codo. Algo crujió y el hombre se llevó

ambas manos a la cara.

¡Hija de perra! exclamó.

¡Gracias a London por mostrarme ese movimiento! Pero era lo único que sabía

hacer.

El sujeto siguió gimiendo de dolor cuando los otros dos se me acercaron...

Antes muerta que ir con ustedes replique.

Dennis levanto su arma.

Es una pena murmuró y me apunto justo en la frente.

Cerré los ojos y deje que la canción que cantaba Beth para mi acudiera a mi cabeza

y se llevara todos los miedos...

Una verdadera pena dijo una voz de hombre, una que yo conocía.

Abrí los ojos.

Dorian le apuntaba a la mujer a la cabeza. Y el otro soldado apuntaba a Dorian.

No me quieres muerta negocie.

Una cosa era que me asesinaran a mí, pero una muy diferente era ponerlo en

peligro a él. No dejaría que le arrebataran lo que había conseguido... no ahora.

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184 30 Mayo 2013

El arma del hombre que apuntaba a Dorian hizo un sonido. Faltaba poco para que

disparara.

Un grito me hizo volverme a mirar a la derecha.

Un soldado tenía a Melanie entre sus brazos. Ahora también le apuntaban a la

niña que hacia lo posible por zafarse de los brazos del hombre.

Cerré los ojos y respire profundo mientras volvía a abrirlos.

Iré contigo dije.

Ocurrieron tres cosas:

Dorian me miro con incredulidad.

Dennis sonrió.

Un disparo sonó.

La sangre de la institutriz salpico parte de mi rostro.

Dorian se movió rápido e impacto su arma contra la cara del hombre que lo

amenazaba. Se escuchó un sonido sordo hueco cuando su nariz se clavó en su

cerebro. No se movió más.

Ahora solo quedaban el que amenazaba a la niña y el de la nariz rota.

Dorian asintió y se encargó de dejar inconsciente al de la nariz.

El otro hombre parecía asustado, apretó su arma contra la sien de la niña.

Levante las manos para que supiera que no estaba armada.

Mírame, me quieren a mi dije Llévame contigo al internado, será un

intercambio justo, dejas que la niña se quede con el ofrecí señalando a Dorian Y

yo me voy contigo.

El hombre sopeso la situación, lo pensó durante unos segundos que se me hicieron

eternos. Al final asintió.

Soltó a Melanie poco a poco, mientras yo me acercaba.

El hombre me hizo señas para que me detuviera y atrapo de nuevo a la niña.

Reprimí un jadeo.

Suelta tu arma le gruñó a Dorian.

El chico no cedió, apretó con sus manos su única esperanza.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

185 30 Mayo 2013

Has lo que dice pedí.

Me miro y vi una sombra pasar por sus ojos color zafiro. Dejo el arma sobre el

suelo.

Voy a buscarte prometió Dorian Y a encontrarte a donde quiera que te lleven.

No quería llorar, no lo haría. Eso solo mostraría mi debilidad. No le respondí por

miedo a que mi voz no saliera bien. Así que solo asentí.

El soldado lanzó a Melanie hacia Dorian y me tomo por el brazo.

Las voces llegaron de todas partes. El hombre palideció cuando se dio cuenta de

que no eran los demás soldados.

Estaba rodeado por rebeldes.

Suelta a la chica dijeron a mi espalda.

El hombre me dejo ir.

Valentina tenía el cañón de su pistola contra la cabeza del soldado.

Piedad dijo poniendo su cara contra el suelo Piedad pidió de nuevo.

Con los rebeldes, de los cuales no me sabía el nombre de la mayoría, habían

llegado London, Valentina, Derek y Garrett.

Derek hizo una inclinación de cabeza y Valentina disparo.

¡No! grite.

Me habría lanzado contra ella de no ser porque Dorian me sostuvo contra él.

Cuando estuve en sus brazos fue cuando me permití llorar.

¡Piedad! grite en dirección a Derek ¿Esas palabras significan algo para ti?

espete.

El hombre me miro con sorpresa, como si le sorprendiera mi carácter.

Los de su especie no merecen tal cosa escupió Valentina.

¿Especie? replique ¡Todos somos humanos! Está en la naturaleza el perdonar...

La naturaleza se rige por la ley del más fuerte respondió tajante.

Ahogue un sollozo y me separe de Dorian.

Sus ojos parecían perdidos. El no tomaría partido en esta discusión. Estaba de

acuerdo con ellos.

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186 30 Mayo 2013

Lo fulmine con la mirada y me aparte lo suficiente como para ignorarlo.

Fulmine al resto de los presentes con la mirada y retrocedí hasta encontrarme de

espaldas con un árbol.

Dicen estar en busca de justicia y libertad dije en voz alta Pero no son

diferentes de ellos apunte al cadáver del hombre.

Para mi sorpresa, la mayoría bajo la mirada.

Garrett me miraba como si fuese un animal asustado.

Valentina con superioridad y una media sonrisa.

En los ojos de London había una lucha interna.

Y en los de Dorian una disculpa silenciosa.

Me dirigí en concreto a Derek.

No eres diferente de ellos dije en su cara.

No comprendes gruñó.

Iba a responderle, pero una voz aguda y chillona me interrumpió.

¡Papá! exclamó Melanie y se lanzó a los brazos del líder de la resistencia.

Derek la atrapó en un abrazo protector y murmuró palabras para tranquilizarla.

Aguante la respiración y hui de ahí lo más rápido que me permitieron las piernas.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

187 30 Mayo 2013

CAPITULO 28

Estuve oculto entre los arboles el tiempo suficiente para escuchar que Violeta era

diferente, que los sueros no hacían efecto en ella ¿Que sueros? ¿Por qué querían

llevársela? ¿Porque ella quería irse?

Después, su enfrentamiento con Derek, y yo no la apoye, no podía. Mis ideales

estaban con ellos, pero mi corazón con Violeta.

Negué con la cabeza.

¡Y lo de la niña! Violeta la protegió con su vida y la pequeña resulto ser hija de

Derek.

Todos volvimos a la resistencia.

No vi a Violeta durante la cena, ni tampoco en la reunión a la que citaron Derek y

Beatriz para hablar de lo ocurrido, contar las bajas y ayudar en los lugares donde

había cadáveres.

Volví a mi habitación a la mañana siguiente, cuando terminamos de limpiar los

lugares dentro de la resistencia.

Todos estaban callados, levantando a sus muertos y llevándolos a la fosa común.

Nadie lloraba, era como si estuvieran acostumbrados a eso; a la muerte.

Me estremecí. Sentía la ropa cubierta de cenizas de muerto.

Quemamos a los muertos para impedir que se esparciera alguna enfermedad.

Nadie se quejó era como si... no sé, ninguno mereciera un trato especial.

Deje que el agua de la regadera se llevara toda aquella suciedad... aunque como me

sentía por dentro... parecía roto, no solo por las muertes que llevaba sobre mi

conciencia, si no por haberle dado la espalda a Violeta.

Tres días pasaron de la matanza y no la había visto para nada.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

188 30 Mayo 2013

Pregunte a Mildred por ella, pero tampoco la había visto.

Solo me estaba preocupando.

Mi madre había sido atendida, su pierna ahora estaba bien y podría volver a

trabajar en la cocina en cuanto quisiera.

El hospital estaba lleno de personas heridas y Beatriz más ocupada que nunca se

hacía cargo de todo eso.

Derek me había citado en la biblioteca para hablar. No tenía idea de que.

Cerré la llave de la regadera y salí del baño.

Me cambie rápido en la habitación y me apresure a salir.

Garrett y yo llegamos al mismo tiempo a la biblioteca. Nos saludamos con un

asentimiento de cabeza y entramos al lugar.

Por primera vez, al entrar en la biblioteca, los libros no llamaron mi atención. No,

toda ella fue dirigida la chica de ojos tristes que estaba recargada sobre uno de los

estantes, apartada del grupo. Un grupo conformado por Derek y su gente.

Busque la mirada de Violeta, pero ella me evadió y dirigió sus ojos a otra parte.

Un nudo se instaló en mi garganta.

Ya están todos dijo Valentina a Derek.

El líder de la resistencia asintió.

Deben preguntarse por qué los reuní aquí comenzó a decir en voz alta Durante

el ataque pude ver cuántos de ustedes valen la pena. Algo se está construyendo

dentro de los muros, algo grande, estoy seguro de que quieren acabar con nosotros

de una vez por todas respiró profundo.

Fruncí el ceño ¿Por qué nos decía esto? ¿Valer la pena? ¡Por Dios! Yo siempre había

valido la pena.

Derek continuó.

Quiero que se unan a mí, a nosotros dijo y señalo a su pequeño grupo de

personas Seremos más, solo necesito soldados que sepan trabajar, aquellos que

tengan la sangre fría y sepan tomar decisiones.

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189 30 Mayo 2013

Bien. Ahora lo sabía, sabia porque estaba aquí... pero ¿Unirme a él? ¿A su patético

ejercito? Sí, todos ellos eran buenos, y me constaba. Sin embargo ¿Formar parte de

eso? ¿Quién más aceptaría?

Derek estaba esperando una respuesta, no se removió inquieto, no parecía

nervioso. Sabía que ganaría por lo menos algunas nuevas adquisiciones.

Garrett me miro y asintió. Ambos nos unimos al grupo del líder de la resistencia.

Aunque ni en sus más profundos sueños iba a llamarlo jefe.

Valentina me dio un codazo amigable y sonrió. Le fruncí el ceño, ella me había

mentido.

Mildred se limitó a encogerse de hombros y salir de la biblioteca.

Violeta miro la parte por la que salió la chica y se mordió el labio.

Quise llamarla, pero alguien se me adelantó.

Violeta llamó la voz profunda de Derek Melanie me conto todo lo que hiciste

para mantenerla a salvo. Yo que pensaba que eras débil, la ayudaste a pesar de

todo, a pesar de ti misma. Ven con nosotros ofreció.

Ella lo miro fijamente, con esa mirada con la que sentías que estaba leyendo tu

alma.

No murmuró No quiero estar contigo y con tus personas deformó la palabra

Que no saben tener compasión, no hay ni una pisca de piedad entre tu patético

ejército.

Si Derek se sintió enfadado por su comentario, no lo demostró.

Aun si no aceptas, tendrás mi eterno agradecimiento por salvar a mi hija.

Al parecer, ella no se esperaba esa respuesta, ya que solo dio muestras de haberlo

escuchado con un asentimiento de cabeza.

La puerta de la biblioteca se abrió, entro Beatriz junto con tres mujeres que

trabajaban con ella en el hospital.

¿Ni siquiera te tomaste la molestia de invitarme? inquirió a Derek.

El hombre por fin dio muestras de tener sentimientos.

No era de tu incumbencia.

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190 30 Mayo 2013

Cualquier cosa que suceda en este lugar es de mi incumbencia. replicó.

Derek apretó la mandíbula.

Además apuntó Beth Personas a las que quieres reclutar ya forman parte del

grupo de apoyo dentro de la resistencia ¿O es que acaso planeas llevarte a todos?

¿Quién ayudara a lo que hay del otro lado del bosque? ¿Quién trabajara para todo

lo demás si solo reclutas? ¿O es que acaso ya olvidaste el último ataque? ¡Acabaste

con la mitad de tu ejército solo por un capricho! No era necesario atacar el día de

las bodas, justo cuando hay más seguridad.

Llévate a tus niñatos y déjanos en paz fue la única respuesta de Derek.

Beatriz paseo la mirada por la habitación. Varias personas que aún no se unían a

Derek fueron hacia ella. Violeta entre ellas.

Todos caminaron hacia la salida.

A propósito señaló Derek en voz alta Melanie mencionó algo... algo sobre

sueros que no hacen efecto, sobre una persona que es diferente al resto. Algo sobre

una chica a la que le ofrecieron una oferta que era difícil rechazar. dijo y miro a

Violeta. Esta le regreso la mirada, sin miedo. Te estaré vigilando finalizó el líder

del lugar.

No esperaba menos de alguien como tú espetó Vi.

Beatriz la tomo del codo y la apuro a salir.

Pronto solo estuvimos el bando de Derek en el lugar.

Lo demás fue más tranquilo, la tarde transcurrió entre presentaciones y

narraciones del ataque.

Thomas, el gigante al que llame Hodor era un integrante del ejército de Derek.

Para mi sorpresa, el hombre no estaba enfadado, si no me que me saludo con una

palmada en la espalda. Cabe recalcar que el golpe me dejo sin aliento.

Garrett se mantuvo al margen de todo, al parecer se había arrepentido de su

decisión. Pasadas unas horas, mi amigo se separó del grupo y salió del lugar.

Me dispuse a seguirlo y abandonar ese sitio que ahora sentía ajeno...

Una mano se posó en mi hombro para detenerme.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

191 30 Mayo 2013

¿Puedo hablar contigo? preguntó Derek.

Asentí en respuesta.

El comenzó a caminar y lo seguí. Se detuvo entre unos estantes, un lugar que

ofrecía privacidad.

Cuando me dio la cara, una sonrisa nostálgica cruzó sus labios.

Te pareces mucho a tu padre dijo.

Estreche los ojos contra él.

Si. Ya me lo han dicho. A propósito, gracias por hablarme de él. espete.

Él ahogo una risa.

No lamento nada de lo que he hecho hasta ahora, Dorian no me gusto la forma

en la que pronuncio mi nombre, como si yo fuera su mascota Tu padre eligió su

camino el...

Si, conozco la historia interrumpí.

Derek frunció el ceño.

Encontré a mi madre ¿A que no te esperabas eso? apunte.

Me alegra que lo hicieras...Dabria es una mujer extraordinariadijo con

sinceridad.

Lo sé.

Se quedó mirando una de las ventanas, hacia la noche que parecía tragárselo todo.

¿No piensas en ello seguido? Nunca voy a olvidar la primera vez que mate a un

hombre, ni tampoco las muertes que le siguieron murmuró.

Baje la mirada al suelo.

Procuro no pensar en eso. Es más fácil imaginar que otra persona lo hizo. A veces

ayuda añadí encogiéndome de hombros.

Derek soltó una seca carcajada.

Tienes la sangre tan fría como un lagarto. Igual que Alexander. dijo. Hizo un

ademan para decirme que ya me podía retirar.

Camine despacio hacia las puertas a pesar de que lo que más quería hacer era

correr hacia Violeta.

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192 30 Mayo 2013

¿Dorian? me llamó de nuevo.

Solo me detuve para escucharlo, ni siquiera me gire.

Me alegra que nos eligieras dijo.

Salí del lugar sin mirar atrás... Esa simple frase me lastimo mucho más de lo que

quería admitir.

"Me alegra que nos eligieras por encima de ella". Así debería sonar la frase

completa.

Afuera del lugar estaban London y Garrett discutiendo. Había lágrimas en los ojos

de la chica.

Fingí que no los había visto y corrí hacia el departamento.

Durante la carrera me encontré con personas que me miraban como si fuese una

pieza dentro de un juego de ajedrez.

Evite el área de la cocina, lo que menos quería hacer ahora era asustar a Dabria

diciéndole que me había enlistado al grupo de Derek.

Sacudí la cabeza deshaciéndome de todas las cosas y problemas que querían

acabar conmigo.

Un relámpago centello en el cielo. Abrí los brazos y puse la cara contra el viento

que comenzó a solar un poco más frio, húmedo.

Reanude la marcha y fue cuando vi a la delgada figura que caminaba ocultándose

entre las sombras.

No lo pensé y corrí hasta cerrarle el paso.

Violeta me miro con reproche y dolor. No dijo nada, simplemente me rodeo.

La detuve del brazo.

Espera por favor. pedí.

Se soltó de mi agarre y me miro de frente.

¿Qué es lo que quieres? Pensé que todo había quedado claro ya. Déjame

tranquila. trataba de aparentar frialdad. Cosa que no le salía muy bien.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

193 30 Mayo 2013

¡No he sabido nada de ti en toda la maldita semana! estalle Y luego apareces

en la reunión y no me diriges ni una sola palabra. ¿Tienes idea de cómo me sentía?

No podía dejar de imaginar todos los escenarios en los que tu acabas mal. grite.

¡Me traicionaste! ¡Me dejaste sola! Tú hiciste tu elección, ahora vive con ella y

déjame a mi hacer las mías. replicó.

No lo hice, nunca te dejaría sola casi estaba suplicando Debes entender las

cosas. Podemos hacer algo... algo más que solo quedarnos sentados a observar.

Ahora es el momento de actuar y sin quedarnos al margen explique lo mejor que

pude Violeta, por favor, comprende...

Lo entiendo. Comprendo todo perfectamente, por eso es tan decepcionante sus

ojos se llenaron de lágrimas Vete Dorian, aléjate y déjame sola. Ya no nos

debemos nada, estamos a mano, ve por tu cuenta y yo iré por la mía.

Las lágrimas de Vi comenzaron a derramarse por su cara. Reprimí el impulso de

limpiarlas con la mano.

Me trague el nudo que se formó en mi garganta, aun así, fui incapaz de articular

palabra. Una sensación de vacío se había instalado en mi pecho. Nunca me había

sentido tan solo.

Por favor... pedí en un susurro. Mis palabras quedaron borradas por el sonido

de la lluvia que había comenzado a caer.

Ella negó con la cabeza y se alejó de mí.

Me dejo solo, mas solo de lo que nunca había estado. La lluvia me golpeaba como

si también quisiera acabar conmigo por fuera, ya que por dentro estaba hecho

pedazos.

No supe cuánto tiempo me quede contemplando el lugar por el que ella

desapareció.

Camine hacia mi departamento con pasos lentos y apagados. Las lágrimas

perdiéndose con el agua de la lluvia...

Garrett y yo llegamos al departamento casi al mismo tiempo. Y vi en sus facciones

solo el reflejo de las mías. El semblante de un hombre derrotado.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

194 30 Mayo 2013

Nos cambiamos con ropa seca y fue cuando nos dimos cuenta de que ninguno

podría conciliar el sueño.

Había pasado casi tres días sin dormir... desde el ataque y ahora el cansancio se

había ido y sido reemplazado por un dolor inimaginable.

¿Qué paso? preguntó Garrett interrumpiendo el canto de la lluvia.

Negué con la cabeza y pase las manos por mi cabello mojado.

No quiero hablar de eso dije ¿Que paso contigo? pregunte.

Se encogió de hombros y chasqueo la lengua.

London está loca. Primero me dice que quiere hablar conmigo, y cuando lo

hacemos simplemente me felicita por mi decisión ¿Puedes creerlo? Una frívola y

estúpida felicitación. Fue cuando estalle y grite todo lo que había callado durante

mucho tiempo, y ella empezó a llorar ¡A llorar! ¡Tenía más de cinco años sin verla

llorar! suspiró profundo Ella no me dio ninguna explicación, solo se fue y ya.

No supe que decirle, se veía realmente frustrado.

Cuando supo la verdad, que no podría tener hijos continuó Garrett Derek la

acogió entre los suyos, la entreno personalmente, es algo así como si hija mayor. Se

encargó de hacerla un soldado perfecto, igual a Valentina. Mi relación con London

no volvió a ser la misma. suspiró de nuevo y me miro a los ojos Ahora que eres

parte del grupo de ese soquete, solo puedo darte un maldito consejo: No dejes que

te alejen de la chica, Violeta es una buena persona y no deberías dejar que te

alejaran de ella como hicieron con London y conmigo dijo.

Reprimí una carcajada seca y gutural.

Violeta terminó conmigo respondí Ella dijo que la había dejado sola y que le di

la espalda... cerré los ojos para poder soportar mejor todo Así que me dijo que

fuera por mi propio camino.

Garrett se levantó de la cama y me dio unas palmadas en la espalda.

Lo lamento murmuró.

Asentí para agradecerle.

Respire profundo. Quería cambiar de tema, algo de lo que no me doliera hablar.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

195 30 Mayo 2013

¿Qué hay con la hija de Derek? pregunte.

Mi amigo se puso de pie y se recostó en su cama de nuevo.

¿Melanie? Es una niña... peculiar. Siempre tiene palabras amables o algún gesto

de cariño hacia las personas que quiere. Derek... él estaba con una chica de aquí, de

la resistencia. Lucy, ella formaba parte del ejército. Un día tuvieron un bebe, ella

murió durante el parto. Y el producto fue una bebe deforme. Derek pasó mucho

tiempo sin querer ver a la niña, así que... bueno... Mando llamar a Beth, ella estaba

infiltrada en el internado en aquel momento, así que pudo salir dos años después.

Cuando llego aquí se hizo cargo de la situación, tanto así que Derek ya soporta

pasar tiempo con la niña. se encogió de hombros Es todo lo que se. Ella vive con

los deformes, al otro lado del bosque.

Fruncí el ceño.

Ahora Derek no parecía tan mal tipo.

Seguimos hablando de cosas sin sentido hasta que por fin comencé a quedarme

dormido.

Sera mejor que descanses dijo Garrett en pleno bostezo Mañana comenzaran

los entrenamientos y planes con el grupo y créeme cuando te digo que lo que te

enseño mi hermano no fue doloroso en comparación con lo que viene. se dio la

vuelta en la cama y pronto escuche sus ronquidos.

Me quede mirando al techo un momento que pareció eterno. Y una imagen, una

que creí que ya había olvidado acudió a mi mente.

No era algo casual, eran dos chicos conociéndose a través de un muro. Y con el

recuerdo de un repiqueteo de una risa que parecía campanillas fue cuando me

quede dormido.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

196 30 Mayo 2013

CAPITULO 29

Beatriz me había conseguido una habitación para mi sola, estaba cerca del bosque,

justo donde habitaban las personas que no eran bien recibidas en la resistencia.

Melanie pasaba mucho tiempo conmigo.

Ahí fue donde pase la semana ocultándome de todos. Mientras en la resistencia se

levantaban y quemaban cadáveres, yo estaba aquí, oculta.

Hasta que Derek me mandó llamar, y me vi obligada a asistir a su reunión de

pacotilla.

El sonido de alguien golpeando la puerta me hizo levantarme.

No había dejado de llover en toda la noche, y ahora por la mañana la lluvia seguía

golpeando las ventanas.

Hola salude a Beth.

La deje entrar en mis humildes aposentos.

Ella miro en todas partes, no me sentí incomoda, no es como si estuviese

invadiendo mi privacidad, yo no tenía muchas cosas. Lo más importante que

llevaba estaba sobre una mesita de noche: el zafiro de Dorian.

Me preguntó cómo estaba y le conté todo lo que había pasado, como había dado

por terminada nuestra relación.

Beatriz me miro con cariño y me dejo desahogarme sobre su hombro.

Una vez que me calme, ella habló.

¿Te gustaría ayudar en el hospital? ofreció.

Mordí mi labio ¿Que sabía yo de hospitales? Nada, a excepción de libros, yo no

sabía hacer otra cosa. Y no volvería a trabajar en los invernaderos, no después de lo

de Mei.

Si... pero no sé nada de hospitales.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

197 30 Mayo 2013

No te preocupes, no hay mucho que saber. Parece que Melanie se encariño rápido

contigo... yo quisiera presentarte a alguien.

Asentí lentamente.

Voy a cambiarme y te sigo.

Beatriz sonrió.

Cuando estuve lista me llevo hacia el otro lado del bosque, aunque, a decir verdad

mi nueva residencia no estaba muy lejos de ahí.

Al lugar al que vamos... las personas sanas no son muy bien recibidas aquí. Así

que haremos lo posible por que te acepten. Ellos pueden ser groseros al principio,

pero luego se acostumbraran a ti dijo Beth.

Terminamos de cruzar el lugar y fue cuando lo vi: Seguía siendo bosque, solo que

también había casas. Grandes, medianas y pequeñas casas de árbol, todas entre las

ramas, ocultándose. Había lamparillas colocadas en ciertos lugares para evitar a la

oscuridad, y antorchas encendidas abajo, en el suelo. Ascensores hechos de madera

para poder subir a los árboles, puentes, escaleras... todo diseñado para moverse

casi tocando el cielo. Y agua, si aguzaba bien el oído podía escuchar el rio correr un

poco más lejos.

Este era el hogar de Melanie.

Beatriz se dirigió a uno de los ascensores, donde me hizo señales para que subiera

con ella. Comenzamos a ascender hacia uno de los arboles más grandes, donde

estaba una de las casas más llamativas de todas.

Sabía que seguía lloviendo por el sonido del agua, pero eran muy pocas gotas las

que llegaban a nosotros.

Beth entro al lugar y la seguí.

Todo hecho de madera, una linda casa con ventanas, puerta... ascensor, agua.

Incluso había baño y cocina.

Era fantástico como había hecho todo esto, como habían construido un nuevo

hogar.

Violeta me llamó Beatriz Él es Abel.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

198 30 Mayo 2013

Mire al hombre, no desvié la mirada, no quería parecer grosera. Aunque tampoco

me incomodaba su apariencia.

Su cabeza era más grande que una común, sus ojos uno más pequeño que el otro y

cojeaba ligeramente de la pierna derecha. También sus brazos, al igual que los de

Melanie, uno era más pequeño que el resto de su cuerpo.

Extendió la mano buena, que era la izquierda, para que yo la estrechara. Lo hice y

sonreí.

Un placer, linda dijo con voz firme.

Nadie se esperaría que ese hombre tuviese una voz tan varonil.

Así que me miras fijamente ¿Eh? dijo y sonrió Eres la primera que lo hace al

conocerme.

Es grosero no mirar a las personas a los ojos cuando hablan. respondí. Además,

no tengo por qué desviar la mirada, señor.

El hombre soltó una ligera carcajada y nos invitó a sentarnos con un ademan de la

mano.

Violeta será su contacto con el exterior cuando yo este ocupada. Además, Melanie

se ha encariñado con ella.

Las facciones de Abel reflejaron sorpresa.

Vaya. Es extraño que a ella le guste alguien... Aunque viendo el carácter que tiene

la chica, no debería sorprenderme dijo Y llámame Abel, no soy ningún señor.

gruñó.

Claro respondí.

El ambiente estaba sofocado. Si en la resistencia hacía calor... aquí la humedad

acumulada no permitía tomar una respiración profunda.

He tenido mucho trabajo en el hospital después de la infiltración de las personas

de los muros... yo no sé qué hare con tanto trabajo. Así que quien se encargara de

traer las medicinas y la comida hasta ustedes será Violeta. Y antes de que digas

algo mas añadió Beth al ver que Abel abría la boca Confío plenamente en ella, y

tú también deberías hacerlo.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

199 30 Mayo 2013

El hombre negó con la cabeza.

Veamos que opinan los demás. dijo y se puso de pie.

Caminamos por las casas del árbol, entre los puentes y ascensores. Todo era

fantástico, me sentía como un ave en pleno vuelo.

Más rápido de lo que me gustaría, llegamos a lo que era un pequeño balcón. De ahí

se podía ver el centro del lugar. Las personas charlaban entre ellas en lo que

parecía un hueco. Ahí no había puentes no casas, solo el suelo del bosque.

Beth, Abel y yo podíamos verlos a todos y ellos a nosotros.

¡Atención todos! gritó el hombre ¡Ella suplirá a Beatriz!

Beth le regalo una mirada enfadada cuando todos comenzaron a hacer comentarios

negativos. Abel simplemente se encogió de hombros.

Le tomo a mi amiga como quince minutos el acallar a todos. Después les explico la

situación y poco a poco fueron asimilando y aceptando todo. Yo no sería su

reemplazo, simplemente su apoyo.

Bajamos del lugar y nos mezclamos entre ellos.

Había de todo, pero lo que abundaba eran las personas sin el labio superior,

iguales a Melanie.

Había un hombre, que me recordó a un ciclope, no tenía ojos, simplemente un

hueco sobre la frente, se guiaba por el lugar con la mano apoyada sobre el hombro

de una persona sin labio.

Desvié la vista y me encontré con Abel, mirándome fijamente.

¿Acaso esto te incomoda? me preguntó.

¿Acaso importa? replique.

Medio sonrió.

Chica astuta. Me agradas, no lo eches a perder. dicho eso desapareció entre la

multitud.

Lo demás transcurrió entre presentaciones. Las personas querían conocerme y solo

me comporte amable con ellos, aunque no era tarea difícil. La vida había tratado

mal a la mayoría y sin embargo ahí estaban, dándome la bienvenida.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

200 30 Mayo 2013

Haría todo lo posible, y hasta lo imposible porque ellos estuvieran bien.

Una mano se enredó con la mía. Baje la vista solo para encontrarme con Melanie,

que me sonreía de hito en hito.

Pase con ella el resto de la velada.

Cuando todo acabo, Melanie me acompaño a mi recamara "Sin mi te perderás"

dijo. Y no la contradije, eso la ayudaba a sentirse útil.

Se acurruco en mi cama cuando llegamos y pronto nos quedamos dormidas.

Aunque estaba tan cansada no pude evitar preguntármelo ¿Que estaría haciendo

Dorian?

Entre ayudar a las personas de las casas del árbol, los entrenamientos con Mildred

y pasar tiempo con Dabria y Melanie, casi no había tiempo para mí, ni para pensar

en Dorian. Eso estaba bien.

Habían pasado dos semanas y no sentía mejoría con los entrenamientos. Si mucho

me hacía más resistente a la hora de correr. Melanie siempre estaba conmigo, nos

acompañaba y a Mildred no parecía molestarle. Pasados los días, también se

unieron a nosotros Isabel y Astrid.

Ayudaba a Dabria en la cocina cuando tenía tiempo y además la obligaba a ir al

hospital para que pudiera cambiar los vendajes de su pierna.

Las personas en las casas de árbol eran fantásticas, tenían todo tipo de historias

que compartir conmigo, y se ayudaban unos a otros. Sin embargo, evitaban a toda

costa el ir a la fortaleza.

Quienes me ayudaban a transportar alimentos y medicinas eras solo unos

seleccionados, quienes cubrían sus caras con pasamontañas.

No me gustaba que lo hicieran, pero era su decisión.

Era el primer día desde lo de Dorian que el sol volvía a salir. La lluvia apenas se

detuvo. Si seguía lloviendo habría comenzado a construir un arca.

Amarre mi cabello y me apresure a llevar las cosas a las casas del árbol, para

después ir a entrenar con Mildred.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

201 30 Mayo 2013

Corrí lo más rápido que pude, puesto que ya iba tarde y la chica se molestaría.

Llegue a donde estaba y vi que discutía algo con London.

Fruncí el ceño ¿Que hacia ella aquí?

Mildred se giró y me regalo una sonrisa triste. London me fulmino con la mirada y

se fue.

¿Qué paso? pregunte.

La chica se dejó caer al suelo y escondió la cara entre las manos.

Vino a advertirme dijo después de un momento de silencio.

¿A advertirte? ¿Qué cosa?

Mildred levanto a vista.

Que me mantuviera alejada de Garrett.

¿Qué ella que? Fruncí el ceño.

El... ¿te gusta? pregunte.

No lo sé, suena estúpido, lo sé. Pero estas cosas siempre lo son. Yo... siempre he

sentido algo por él, y es más que obvio que él siente lo mismo pero hacia London.

Y luego, el otro día simplemente me beso y se fue ¿Puedes creerlo? negó con la

cabeza Se fue sin darme una respuesta. Y al parecer la consentida de Derek se

enteró, por que vino a amenazarme ¡A mí! ¡Cuando él fue quien me beso!

escondió de nuevo la cara entre las manos.

Solo me acerque a ella y la abrace.

Es estúpido murmuró.

¿Garrett? pregunte.

No... Bueno, el también. Pero todo esto es estúpido y ridículo.

No, los sentimientos no son estúpidos ni ridículos. Son lo que nos hacen ser lo

que somos.

¿Y Dorian? ¿Qué me dices de él? ¿No crees que lo que sientes es horrible?

Negué con la cabeza.

Como me siento respecto a él es maravilloso. Pero el daño que me causan sus

decisiones es espantoso dije.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

202 30 Mayo 2013

Ella me miro a los ojos.

Hablas como una mujer murmuró.

Soy una mujer.

Mildred negó con la cabeza.

No, Violeta. Somos niñas jugando suspiró profundo Y por el momento, ellos

tienen el control de todo.

No pude responderle, se veía realmente triste.

Dimos por terminada la sesión sin haber entrenado si quiera.

Volví a las casas de árbol y me encontré a Melanie. La invite a comer conmigo a mi

recamara.

Acabamos de comer y nos sentamos en la orilla de un puente.

Mire hacia la nada, dejando que mis pensamientos fueran uno tras otro. La razón

por la que me mantenía ocupada, ahora inundaba toda mi mente.

¿Lo extrañas? preguntó la niña.

Me costó unos segundos comprender que esta pregunta era una conversación que

había llevado a cabo ella sola, con unas respuestas cortantes por mi parte.

¿Que?

Lo extrañas, al niño de ojos azules dijo.

Si, un poco acepte.

¿Y por qué no vas con él? preguntó inocentemente.

Porque es complicado.

Frunció el ceño.

No lo es. Si lo extrañas ve, y si no lo haces solo déjalo ir su puso de pie y caminó

lejos de mí.

Recuerdo que me dijo que tenía siete años ¡Siete años y ya era capaz de darme un

sermón!

Sonreí y negué con la cabeza.

No iría a buscar a Dorian. Él tenía que saber que todas las decisiones tienen sus

consecuencias. La suya era esta.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

203 30 Mayo 2013

Entre a mi habitación y abrí un libro cualquiera.

Me costó mucho trabajo perderme entre las paginas...Hasta que alguien llamo a la

puerta.

Pase murmure esperando ver a alguna de las chicas.

Pero no, era Abel.

Me puse de pie rápidamente y lo invite a sentarse.

Has hecho muchas cosas por nosotros, Violeta dijo después de un silencio un

tanto incomodo Y no podre agradecerte lo suficiente.

No necesitas agradecer replique.

Si, necesito hacerlo. Todas estas personas se derrumbarían si la ayuda dejara de

llegarnos. No tienes por qué hacer nada de esto, sin embargo lo haces.

Sí, tengo que hacerlo, yo vivo aquí y si no nos ayudamos entre nosotros nadie

más lo hará.

Ese es el punto, linda. Tú no eres una de nosotros y aun así nos apoyas.

Porque quiero hacerlo exclame.

Él sonrió.

Gracias. Todos nosotros hemos llegado a apreciarte de verdad.

Sonreí para él.

No importa. No quiero que agradezcan nada.

¿Sabes? Tengo miedo respiró profundo Algún día ellos van a volver, los de

dentro de los muros, y no habrá nadie que pueda detenerlos de llegar hasta aquí. Y

a excepción de unos cuantos picos y palas no tendremos con que defendernos.

Algún día no muy lejano querrán exterminarnos por completo. Y lo que más rabia

me da es no poder hacer nada para defender a mi gente. finalizó en un susurro.

Abel me sonrió tristemente, se puso de pie y se fue.

Tenía razón. Pero ¿Por qué me lo decía a mí? Tal vez solo querría desahogarse con

alguna persona.

El solo quería proteger a las personas... a sus seres queridos ¿Era muy diferente de

lo que yo quería?

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

204 30 Mayo 2013

Me puse de pie y corrí alejándome de mi habitación, de las casas de árbol. De todo.

Mis pies sabían hacia donde me dirigía, incluso antes de haberlo pensado

realmente.

Yo había visto diseños de armas, yo sabía dónde había herramientas para

defenderse. Y no tenía el acceso restringido a este lugar.

Me detuve en seco cuando estuve frente a la puerta del taller de Garrett.

Entre muy despacio para evitar que la puerta rechinara.

Adentro no había nadie. Las camas estaban hechas y una capa de polvo se adhería

a la superficie de los muebles ¿Cuánto tiempo tenían fuera de aquí?

Lo único que parecía tener uso diario era el pequeño taller.

Mire en todas partes, debían estar en algún lugar.

Comencé a desesperarme y a lanzar algunas de las mantas blancas que cubrían

objetos, la mayoría de ellos eran aceitosos y desconocidos para mí.

Levante una de las ultimas y los vi. Baúles, viejos baúles amontonados, unos arriba

de otros.

Abrí uno de ellos y encontré lo que buscaba. Deje que la sonrisa se extendiera por

mis labios.

Cerré el baúl y jale una de las agarraderas de los lados para sacarlo de ese lugar.

Solo debía llevarlo hasta el bosque y ahí le pediría ayuda a algún habitante de las

casas del árbol.

El baúl, mas su contenido resulto ser realmente pesado. A pesar de todos mis

esfuerzos solo pude hacerlo avanzar un par de metros.

Ya habían pasado como diez minutos, y por mucha fuerza que imprimía, no

lograba hacerlo avanzar demasiado. Empecé a sudar y a respirar agitada. Mis

brazos y piernas temblaban por el esfuerzo.

Algo me dice que no buscas a Dorian dijo una voz a mi espalda.

Gire rápidamente solo para encontrarme con Garrett.

¿Por qué siempre te encuentro haciendo cosas extrañas? preguntó con humor.

Estreche mis ojos contra él y seguí empujando el baúl.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

205 30 Mayo 2013

El chico se hizo a un lado y se desparramo sobre una de las sillas, sus manos sobre

su cabeza. Era la viva imagen de la despreocupación.

Trate de ignorarlo y seguí empujando la pesada carga. Coloque un pie en una mala

posición y resbale sobre el suelo. Mi barbilla golpeo la orilla del cofre.

No me queje por puro orgullo, ya que Garrett resoplo una carcajada.

Eso parece muy pesado para ti murmuró.

No te importa espete.

Volvió a sonreír y comenzó a silbar una horrible melodía.

Vas a tener que llevarlo por los escalones y después arrastrarlo hasta quien sabe

dónde. No parece una tarea muy agradable se burló Tal vez sea el amanecer del

tercer día cuando llegues a tu destino.

Lo fulmine con la mirada y seguí empujando. ¿Por qué tenía que pesar tanto?

Resbale de nuevo, pero esta vez apoye la mano contra algo. Parecía estar muy

afilado ya que sentí como se abrió paso por la palma de la mano derecha.

Ahora si me queje en voz alta. Lo ameritaba.

Garrett abandono su comodidad rápidamente y envolvió mi mano con un pedazo

de tela.

¿A dónde llevas eso? preguntó señalando el baúl.

¿Por qué iba a mentirle?

Al otro lado del bosque.

¿Con los deformes? preguntó frunciendo el ceño.

¡No los llames así! exigí.

Sus ojos se abrieron con supresa.

De acuerdo, no los llamare así dijo.

Levanto las manos en señal de rendición y acto seguido, levanto el cofre y lo coloco

sobre sus hombros.

Te sigo hizo un gesto hacia la salida.

Abrí la puerta y salimos ambos.

Él se quejaba de vez en cuando de lo mucho que pesaba.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

206 30 Mayo 2013

Gracias murmure.

Dímelo hasta que lleguemos se quejó.

¿Por qué me ayudas?

Por qué ibas a hacerte daño.

¿Y por qué te importa eso? pregunte y me mordí el labio.

A mí no me importa. A Dorian si, y él es mi amigo.

Pues él y yo no somos nada. Además, Mildred también es mi amiga, y tú la

lastimaste dije sin pensar.

Garrett se detuvo en seco y bajo el cofre al suelo. Ya estábamos en el interior del

bosque.

¿Qué sabes de Mildred? preguntó.

Que la besaste.

¿Te dijo porque lo hice? indago y enarco una ceja negra.

Ella te quiere. Y tú quieres a London y luego tu besas a Mildred ¡Estás jugando

con ella! espete.

Garrett hecho la cabeza hacia atrás y ahogo un grito.

Es complicado.

Pídele disculpas dije.

Casi le arranque una sonrisa.

¿Quién demonios se disculpa por besar a alguien?

Tú lo harás.

Bien, me disculpare con Mildred si tu perdonas a Dorian.

¡Es muy diferente! exclame.

¿Por qué? Tú también lo besaste sonrió de lado. Se inclinó y cargo de nuevo el

baúl sobre sus hombros.

Reemprendimos la marcha.

Él no me ha buscado dije.

Si lo ha hecho replicó.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

207 30 Mayo 2013

¿Y tú qué sabes?

Pues no es algo que me guste presumir, pero comparto habitación con él. Así que

sé que no llega a dormir por estarte buscando. Beatriz no le quiere decir donde

estas, Dabria tiene que obligarlo a comer. Parece un muerto.

Quería alegar que no me importaba, pero no era cierto. Me dolía saber el estado en

el que se encontraba Dorian.

¿Y qué hay de las amenazas de London hacia Mildred? respingue.

El me miro con sorpresa. Fue cuando supe que no sabía nada de eso, así que se lo

conté.

Garrett negó con la cabeza.

London está loca suspiró Gracias por decirme, hablare con ambas.

Asentí y le sonreí.

Dejamos el baúl en el ascensor de la casa de Abel y dejamos que el solo lo

descubriera por la mañana.

Me quede en mi habitación.

Gracias dije de nuevo.

No importa respondió mientras se masajeaba el cuello.

Le di la espalda y abrí la puerta.

¿Violeta? me llamó Es en serio. Búscalo, parece que va a tener un ataque en

cualquier momento.

Asentí y Garrett se fue.

Buscaría a Dorian otro día. Tal vez.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

208 30 Mayo 2013

CAPITULO 30

Despierta susurró alguien.

Me removí en la cama. Alguien me golpeo en la espalda, un golpe seco.

Abrí un solo ojo y vi a Garrett.

No había conciliado el sueño durante unos días por estar buscando a Violeta.

Además de que había ido a practicar con el grupo de Derek y bueno... aprendía

muchas cosas. Cuando no entrenábamos, planeábamos y así sucesivamente.

Ya ni siquiera tenía tiempo para ir a pescar.

Y mi poco tiempo libre lo pasaba buscando a Vi.

Mi amigo me sonrió de oreja a oreja.

¿Qué demonios quieres? pregunte.

Que te levantes respondió. Se veía feliz este día.

Y considerando sus últimos estados de ánimo. Bueno, el que estuviera feliz era

algo extraño.

Me gire de nuevo en la cama y cerré los ojos. Ignorándolo por completo.

Solo por eso me gane otro golpe en la espalda.

Dile a Derek que no estoy disponible murmure y puse la almohada sobre mi

cabeza.

Derek no te está buscando respondió confuso.

Entonces díselo a Valentina. Anda, ve, estaré aquí cuando regreses replique.

Garrett bufó.

¡Nadie te mando llamar! exclamó Quiero que veas algo. Es importante.

Su repentino entusiasmo fue lo que me hizo abrir los ojos e incorporarme.

¿Qué pasa? pregunte mientras reprimía un bostezo.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

209 30 Mayo 2013

Quiero que te cambies y me acompañes. dicho eso salió de la habitación.

Mire con el ceño fruncido el lugar por el que se había ido.

Me puse el pantalón y la camiseta del día anterior, metí los pies en los zapatos y

me encontré con él afuera.

Hablamos sobre estupideces mientras caminábamos hacia la biblioteca.

¿No podía esperar? pregunte.

No, no podía. respondió tajante.

Cuando te portas así de misterioso te pareces a Maica dije.

Garrett puso los ojos en blanco.

No hay nada de misterioso en esto, simplemente estas muy dormido.

Como sea.

Entramos a la biblioteca y el siguió caminando, ignorando por completo los

estantes repletos de libros.

Garrett bajo las escaleras que nos llevaban al sótano del lugar. Cabe recalcar que yo

nunca las había bajado. Nunca... creo que hasta estaba prohibido.

Abajo estaba muy oscuro. Me quede en la entrada y mi amigo se movió por todo el

lugar hasta que dio con el interruptor de la luz.

Las lámparas parpadeantes me mostraron una gran sala, con paredes de ladrillos

desgastados y computadoras, nueve de ellas, solo que no eran como las que

estaban arriba, en la biblioteca. No, estas parecían más... ¿Modernas? ¡Pero cómo

demonios saberlo! Yo no sabía nada de computadoras. Punto.

Garrett se dejó caer en una silla giratoria y me miro sonriendo.

¿Qué te parece? exclamó extendiendo los brazos.

¿Qué es todo esto? pregunte.

¿Solo para mostrármelo me había despertado? ¿Sabiendo lo que se aproximaba?

¿Aun con el conocimiento de que yo necesitaba descansar para buscar a Vi antes de

irme?

Estreche mis ojos hacia él y cruce los brazos sobre mi pecho.

Esto mi querido amigo dijo con sarcasmo Es el futuro.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

210 30 Mayo 2013

Se giró y encendió una de las pantallas, después pulso no sé qué teclas y los demás

equipos se encendieron también. Uno mostraba planos de una construcción. En el

segundo se veían diseños de armas... como las que Garrett hacía. En la tercera

aparecían caras, muchas caras, todas con información a los lados. Y las otras

mostraban un montón de simbolitos de color blanco de los que yo no entendía ni

una maldita palabra.

Fruncí el ceño hacia él.

Garrett hizo señas para que me acercara. Me senté en la silla giratoria que estaba a

su lado.

Enarque una ceja a modo de pregunta. No tenía ganas de hablar, necesitaba dormir

y la cabeza había comenzado a dolerme.

Aquí dijo y señalo uno de los simbolitos de la computadora Aparecen los datos

que quiero que veas... y se puso a darme explicaciones sobre un tal software y

hardware. Sobre memorias RAM y ROM. Y sobre micro controladores y esas cosas.

Estaba de más decir que no entendí ni mierda de lo que hablaba.

Lo mire con la boca abierta.

Y eso no es todo continuó La mejor parte es que...

Para, para, para interrumpí.

¿Que? ¿Por qué?

¿Porque necesito saber todo esto? pregunte.

Se encogió de hombros.

Por la misión que cumpliremos dentro de poco explicó como si fuera lo más

obvio del planeta. ¿Qué te parece? preguntó con ojos brillantes.

¿Qué, que me parece? exclame frotándome la nuca ¡No entendí ni mierda de lo

que dijiste!

Garrett murmuró algunas maldiciones y luego me miro.

Ignorante dijo estrechando sus ojos oscuros contra mí.

Bufe.

Lo dice el chico que no sabe quién fue Shakespeare. me burle.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

211 30 Mayo 2013

El medio sonrió.

Te lo explicare del modo sencillo dijo Todo esto es la información que tenemos

de dentro de los muros. Ahí apuntó a uno de los monitores Están las personas

que trabajan en los internados, en el otro están los planos de dichos lugares y en las

demás están las claves de acceso a las cámaras y al control tecnológico que tienen

dentro del lugar. Pero es todo lo que tenemos, no hay información sobre la isla de

las personas casadas, tampoco de los criaderos, a donde los envían cuando los

separan de sus padres. Y bueno, ni hablar de las casas de los gobernantes explicó

con el ceño fruncido.

Bien. Pero para eso vas a estar tu ¿No? ¿Podrás hacerlo? cuestioné preocupado.

Garrett sonrió petulante.

Ya te dije que no hay nada que yo no pueda hacer se burló.

Eres un gran idiota.

Ambos reímos. Era la primera vez que me sentía así de ligero desde lo de Violeta.

Habían pasado unas semanas sin saber de ella y sentía que eran años. No había

ningún momento del día en el que no pensara en ella, ni en cómo me miro la

última vez que hablamos.

Debía encontrarla y aclarar las cosas, ya que la última vez ni siquiera fui capaz de

hablar.

Suspire profundo.

Mire a mi amigo, todo rastro de humor se fue de sus facciones.

Tengo algo que decirte se aclaró la garganta Encontré a Violeta.

¿Donde? ¿Dónde está? ¡Dime ya! no me di cuenta de que me había puesto de

pie.

Siéntate y relájate, o no te diré nada.

¡Tengo que hablar con ella! grite.

¡Ya se! Solo tranquilízate.

A regañadientes volví a sentarme.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

212 30 Mayo 2013

Se dónde se está quedando. Pero por lo que hablamos... no quiere que tú sepas

donde está. No pienso respetar su decisión agregó antes de que lo interrumpiera

Ve y come algo porque te hace falta. Después iras a darte un baño porque

realmente apestas, te afeitaras, pediremos a Dabria que te corte el cabello y vas a

ponerte ropa limpia, no la misma de toda la semana y juro por Dios que si no

arreglas las cosas voy a patear tu trasero tan fuerte que no podrás volver a sentarte.

No supe en que momento fue que empecé a asentir a todo lo que Garrett decía y a

frotarme la barba creciente sobre la cara.

Salimos del cuarto de computadoras y después fuimos a desayunar algo, comí sin

saber lo que ingería. Mi madre se mostró contenta al verme tan entusiasmado.

Mi amigo se mostró realmente lento a la hora de comer, no supe si lo hacía por

fastidiarme o si siempre había comido así.

Convencí a Dabria de que fuera al departamento a cortar mi cabello.

Obviamente la llevaría en brazos ya que su pierna seguía doliendo.

Llegamos al departamento y puso manos a la obra.

Garrett se ofreció a llevar a mi madre de nuevo a su área de trabajo y me dejaron

solo para que me bañara.

Mire mi rostro en el espejo del baño. Parecía la viva imagen de la desesperación.

Los ojos vidriosos y con ojeras muy marcadas debajo de ellos. La barba creciente

hacia resaltar más la palidez de mi cara. Por lo menos ya tenía el cabello corto.

Entre a la regadera, me lave y afeite dejando que el agua caliente calmara un poco

mis nervios. Que la mayor parte de mi frustración se fuera junto con el agua sucia.

Salí y me cambie con ropa limpia, tal y como se lo prometí a Garrett.

Ahora solo me quedaba esperar que el regresara.

Me senté sobre la cama y me cubrí la cara con las manos. Respire una y otra vez.

Me agrada mas así dijo una voz en la puerta.

Pegue un brinco en cuanto divise a Garrett.

Para mi fortuna no me hizo esperar más, y me dio las señales exactas de cómo

llegar a la nueva residencia de Violeta.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

213 30 Mayo 2013

Corrí lo más rápido que pude, luego considere que llegaría sudado y apestoso con

ella, así que mantuve un ritmo normal. Con la ansiedad carcomiéndome a cada

paso.

Pase y repase el discurso que quería darle, por qué debía perdonarme. Yo era una

persona responsable que luchaba por mis intereses. Que haría cualquier cosa en el

mundo para protegerla y que gracias a ella podía considerarme un ser humano

completo y no un viejo juguete roto.

Entre al bosque y unos metros más adelante vi el pequeño lugar. Una especie de

cabaña vieja.

Me detuve en el umbral y respire profundo. Levante la mano para tocar, pero la

puerta se abrió.

Una chica de piel color ceniza, cabello negro y rizado y ojos violetas como un

amanecer nublado me recibió.

El discurso se borró de mi mente.

Ella medio sonrió.

Tome su cara entre mis manos y la bese. La bese como si no hubiese un mañana.

Violeta respondió al beso. Paso sus brazos por mi cuello y enredo sus dedos en mi

cabello.

Pase mis brazos por su cintura y la acerque más a mí. No supe donde terminaba

ella ni donde comenzaba yo.

Entre en la habitación y cerré la puerta detrás de mí.

Ella me guiaba y yo solo obedecía.

Al principio los besos fueron suaves, pero uno tras otro fueron subiendo de

intensidad.

Sin separarnos llegamos a su cama, en medio de risas y tropezones.

Y al contemplar su desnudes sentí que el cielo se abría solo para mí.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

214 30 Mayo 2013

Aspire el olor de su cabello mientras ella tarareaba recargada sobre mi pecho.

Me sentía completo al tenerla entre mis brazos. Por fin todas las piezas encajaron

en su lugar.

¿Vi? pregunte para saber que estaba despierta.

¿Mmm? respondió.

Sonreí contra su cabello.

Te amo dije sintiendo que flotaba sobre la nube más alta.

Violeta levanto la cabeza para verme fijamente. Sus ojos brillando intensamente en

la oscuridad de la habitación. Una sonrisa realmente feliz se extendió por su rostro.

Pensé que nunca lo dirías.

¿Y? presione.

Ella hizo su sonrisa más amplia.

También te amo.

Se estiró y rozo sus labios con los míos.

No quería moverme. No quería irme. Ni siquiera quería pensar en nada. Era el

momento perfecto con la persona ideal. Yo la amaba y al fin se lo dije, por fin

aquellas palabras salieron sin interrupciones.

Aquella niña a la que conocí a través del muro, de la que quede enamorado desde

las primeras palabras que cruzamos. Desde la primera vez que escuche su risa.

Ahora estaba segura entre mis brazos.

Violeta paso las manos por mi espalda, sintiendo las viejas cicatrices que la

marcaban en mayor parte.

¿Te dolió mucho? preguntó.

¿Los azotes?

Asintió contra mi pecho.

Si. Dolieron mucho, pero cada uno me lo había ganado por desobedecer las

reglas, por llegar tarde al internado, por querer cruzar el muro... La mayoría fueron

castigos ridículos para mostrarme disciplina, para hacerme entender que no debía

romper sus reglas. Aunque la única que estaba interesado en romper era aquella

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

215 30 Mayo 2013

que me separaba de ti. Cada azote dolió demasiado, sí, pero cada uno de ellos valió

la pena si podía pasar tiempo contigo. deje que las palabras fluyeran.

Violeta se incorporó de nuevo y me beso. Un beso lento y suave.

Cuando se retiró, pude ver sus ojos vidriosos y las lágrimas bañando sus mejillas.

Has sido tú dijo Siempre fuiste tú.

Fue todo lo que necesite saber. La acerque más a mí, sintiendo que podía irse en

cualquier momento.

Pasamos mucho tiempo recordando cosas de los internados, de las conversaciones

a través del muro...

Hasta que la respiración de Violeta se volvió uniforme.

No supe en que momento fue que me deje llevar por el cansancio y me quede

dormido.

Mis ojos se abrieron con los primeros rayos del sol.

Violeta aun dormía. Su semblante estaba relajado y feliz.

Salí de la cama con mucho cuidado de no despertarla. Me cambie con la ropa del

día anterior, busque lápiz y papel para escribir algo. Deje la nota sobre la mesita de

noche y la mire.

Sentí un nudo en la garganta.

Te amo susurre mientras depositaba un beso en su frente.

Ella sonrió, murmuró algo y se dio la vuelta en la cama.

Salí de la habitación sin mirar atrás.

Llegue al departamento.

Garrett no pregunto nada al verme entrar, se limitó a sonreír y a burlarse de mí.

No le preste atención en casi nada.

Empaque las cosas que necesitaba y ambos salimos a encontrarnos con el grupo de

Derek en la biblioteca. El deber aguardaba.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

216 30 Mayo 2013

Nos dieron las armas y las provisiones que necesitaríamos, además de la ropa que

usaríamos para infiltrarnos en el internado.

Valentina iba a dirigir la operación hasta las puertas del lugar, nos ayudaría a

entrar, y los demás nos haríamos cargo de la situación.

Respire profundo, y antes de atravesar la puerta hacia el desierto, mire en

dirección al bosque, esperando que Violeta apareciera y se despidiera deseándome

suerte...

¿Por qué te vas así sin despedirte? preguntó Garrett.

Porque si la miro una vez más, ya no tendré el valor para marcharme.

Baje la mirada al suelo y empecé a caminar junto con el grupo que llevaría a cabo la

siguiente misión.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

217 30 Mayo 2013

CAPITULO 31

Me estire y tome una respiración profunda. Mis brazos tocando el otro extremo de

la cama... que estaba frio.

Abrí los ojos y me incorpore rápidamente. ¿Dónde estaba Dorian?

Por el frio de la cama parecía que se había ido hace horas.

Me levante lentamente y me cambie con la ropa del día anterior. Mire por toda la

habitación, de seguro estaba jugando a algo... o no sé, cualquier cosa.

Un pequeño papel descansaba sobre la mesita de noche, lo tome y desdoble.

Prometo que volveré. Perdóname.

Mire por todas partes el papel, únicamente estaban esas cuatro palabras.

¿Volver? ¿A dónde había ido? ¿Perdonarlo? ¿Por qué? ¡Acabábamos de pasar por

algo perfecto y me pedía perdón!

Fruncí el ceño, volví a doblar la nota y la metí en el bolsillo de mi pantalón.

Sin poder soportarlo más salí de la habitación ¿Por qué dejarme una nota?

Cualquier cosa por la que debiera disculparse podía decírmela en persona ¿O no?

Negué con la cabeza y corrí lo más rápido que pude.

Beatriz estaba en el hospital, de seguro ella tenía respuestas.

El lugar que hasta hace una semana estaba lleno de personas ahora ya casi no tenía

a nadie.

Algunos murieron, otros volvieron a sus labores.

Beth estaba inyectando algo en el brazo de un hombre.

Hola salude tímidamente cuando ella se alejó del enfermo.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

218 30 Mayo 2013

Beatriz se llevó una mano al corazón y pego un brinco; la había asustado, era como

si no esperar a ver a nadie ahí.

Sonrió con un poco de diversión.

¡Me asustaste! exclamó ¿Que pasa cariño? ¿Por qué no fuiste a despedir a los

demás? A estas alturas pensé que aun estarías en la salida al desierto...

¿Despedir? ¿A quién? ¿Por qué...?

Las facciones de Beatriz se llenaron de comprensión.

Él no te lo dijo. no sonó como pregunta.

¿Decirme que? exigí.

¿Evan? llamó Beth. Un chico de ojos negros que trabajaba con ella en el hospital

se acercó. ¿Puedes hacerte cargo?

El chico asintió y Beatriz me empujo por la espalda para que la acompañara.

¿Por qué tanto misterio? pregunte.

Al fin me soltó y dejo que me sentara en una de las camillas. Me miro como si

estuviese midiendo mi estado de ánimo.

Ellos partieron esta mañana.

¿Ellos? ¿Quiénes? indague.

Mi mente sabía a lo que se refería. Una parte de ella gritaba la respuesta, pero yo

no quería escucharla porque otra parte, la menos sensata me convenció de que

saliendo del hospital me encontraría con Dorian y entonces todo habría sido

producto de la paranoia y el miedo infundado de mi imaginación.

El grupo de Derek dijo Beth al fin Estuvieron planeando esto durante mucho

tiempo. Thomas, Valentina, London, Garrett... Dorian. Todos ellos tomaron parte

en la planeación, nos pidieron apoyo en lo que a medicamentos se refería, pero

solo eso. Exigí saber lo que harían, solo para saber que no era una perdida más,

pero todo parecía estar muy bien planeado, no era ninguna estupidez ni nada que

se le pareciera a los anteriores intentos de tomar el control. Supe que Dorian y

Garrett estuvieron inmiscuidos por la forma en que las cosas estaban planeadas. Y

bueno, partieron hoy. Se infiltraran en los internados. Thomas y Valentina solo los

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

219 30 Mayo 2013

llevaron hasta las puertas; después todo será por su parte. La misión de Dorian es

sacar a Maica y Malcolm del lugar y la de London y Garrett es dar el golpe desde

dentro de los muros; ellos utilizaran las computadoras para esto y... ¿Estás bien?

Se interrumpió Beth.

No me di cuenta cuando había comenzado a hiperventilar hasta que sentí las

lágrimas empañando mi visión.

¿Se fue? pregunte en un susurro.

Creí que ya lo sabías. Me sorprende que no te lo dijera.

Negué con la cabeza.

Hasta anoche no había hablado con él dije con voz entrecortada.

Beth se atravesó en mi campo visual y puso sus manos sobre mis hombros.

Violeta... escúchame pidió Respira ¿Me estas escuchando?

Asentí lentamente.

Bien. Quiero que me mires a los ojos y que me digas que todo está bien.

Espere unos segundos. Escuchando la respiración de Beatriz y dejando que la mía

se acompasara a su suave espiración. Los oídos me silbaban y una punzada se

quedó instalada en mis sienes.

¿Dorian se había ido? ¿Sin decirme nada? ¿Y lo que pasó anoche? ¿Que con eso?

¿Simplemente había estado jugando conmigo?

Limpie las lágrimas y mire a Beth.

Estoy bien susurre.

Ella trato de sonreír para mí.

De acuerdo dijo El estará bien. Todos los estarán, te lo prometo.

Asentí y me puse de pie.

Ella se adelantó rápidamente para impedírmelo.

Respire de nuevo y la mire a los ojos.

Ya se lo había dicho a Dorian, y ahora te lo digo a ti. Si dejaran de tratarme como

si pudiera romperme en cualquier momento quizá deje de creer que en realidad

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220 30 Mayo 2013

puede pasar. Soy lo suficientemente fuerte como para soportar esto, creo que ya lo

he demostrado.

Si Beth se sintió sorprendida por mi pequeño discurso no lo demostró. Asintió

lentamente, dándome el permiso para irme.

Pase la puerta del hospital y corrí, corrí lo más rápido que pude sin saber a dónde

me dirigía.

La lluvia que había comenzado a caer estaba golpeando mi cara, confundiendo las

gotas caídas del cielo con lágrimas.

Antes de que mi mente supiera a donde me dirigía, mis pies tocaron la arena de la

playa.

Las gotas de agua provocando ondas sobre el mar; El mar que parecía estar

enfadado y triste al mismo tiempo. El cielo de un color gris y las olas golpeándose

unas con otras.

Me hice un ovillo sobre la arena mojada y me deje llevar. Ahí me habían

encontrado cuando llegue a la resistencia. London fue quien me llevo dentro del

lugar, ella, otra persona y un tal Thomas.

Deje que las lágrimas escaparan. Aquí no había nadie que me viera llorar.

No era exagerada mi reacción, como me lo sugería mi subconsciente. Me sentía

traicionada y sola, profundamente sola. Ese vacío que solo se iba cuando Dorian

estaba conmigo... el no solo había traicionado mi confianza; ahora se había llevado

una gran parte de mí. Me entregue a él en todos los sentidos y ahora me había

dejado sola de nuevo.

Sola con mis pensamientos, mis sentimientos y... sola con la soledad. No había

nada más. Solo ella y yo siempre.

Cuando llegue al internado fue Beth quien me recibió y con ella me sentía bien,

cómoda. Odiaba el modo en el que me miraban las demás, como si yo fuese una

especie de experimento, pero con Beatriz no fue así, ella me veía como la pequeña

que era.

Y luego se fue y la soledad hizo su aparición de nuevo.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

221 30 Mayo 2013

Fue cuando fui a buscar libros al muro, el día que conocí a Dorian... ese magnífico

día el vacío en mi pecho desapareció. Así, simplemente se fue, era como si nunca

hubiese estado ahí. Y todos los días acudía a nuestras citas solo como recordatorio

de que no me encontraba tan sola en el mundo, de que había alguien que me

necesitaba tanto como yo a él.

Pero me equivoque. Dorian no me necesitaba. Fui un modo de entretenimiento

para él cuando hablábamos a través del muro y luego solo fui una carga que debía

llevar sobre sus hombros... Y ahora que obtuvo todo lo que quería... el

simplemente me dejaba de nuevo.

Un sollozo se escapó de mi garganta. Y grite, le grite a la nada, a la lluvia, al mar a

todo aquello que estaba pero realmente no estaba. Aquello que podía ver, sentir y

escuchar, pero se sentía distante y solo...

¿Por qué no decírmelo? No es como si pudiera detenerlo de marchar a su misión...

podría haber ido a despedirlo en la salida y decirle con cuanto ahínco esperaría su

regreso.

Pero no, ni siquiera me dio la oportunidad de despedirme. No me hizo partícipe de

sus planes ni de sus sentimientos. Simplemente llego y se llevó aquello que quería.

Reprimí otro grito... la lluvia estaba cesando y unos rayos de sol se filtraron entre

las nubes.

Ya no lloraría. No más.

Les demostraría que podía ser una mujer fuerte y valiente; que no necesitaba que

me protegieran y al igual que el sol... brillaría aunque estuviese en medio de una

tormenta. Nadie se burlaría de mí, nadie nunca volvería a ocultarme la verdad

sobre nada.

La verdad que desde pequeña me había sido negada.

Ninguna persona volvería a utilizarme de alguna manera.

Me puse de pie y camine de vuelta a la fortaleza dejando el sol a mi espalda.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

222 30 Mayo 2013

Los días pasaban unos tras otros... veía el sol salir y ocultarse en el cielo.

Melanie, Dabria, Mildred y Beatriz pasaban mucho tiempo conmigo, como si

temieran que al dejarme sola cometiera alguna estupidez.

No lo haría, aunque me sintiera rota no haría nada para acabar con esa sensación.

Porque cuando me sentía asustada y triste... solo me hacía falta pensar en el vacío

de mi pecho para sentirme fuerte de nuevo. Esa sensación que me ayudaba a

recordar que nada era para siempre y que yo tenía que cuidarme sola.

Y entonces ¿Qué crees que pase? preguntó Dabria.

Fruncí el ceño a las verduras que estaba picando.

¿Qué? pregunte.

Ella sonrió con melancolía.

Que crees que va a suceder cuando ellos regresen dijo esto como alguien que lo

dice por varias veces.

No lo sé resople y me encogí de hombros Creo que... espero que lleguen bien

fue todo lo que pude decir.

Dabria tomo mis manos y me arrastro con ella hacia el lugar de descanso en la

cocina. Cojeaba ligeramente; eso era todo el residuo de la bala que había alcanzado

su pierna.

Nos sentamos en una banca de madera y mire hacia la pared.

Ella no había soltado mis manos, que ahora descansaban junto con las suyas sobre

mi regazo.

¿Cuándo dejaras de comportarte así? preguntó con un tono maternal Parece

que no estas viva, tus ojos no brillan como antes. ¿Hace cuánto que no duermes?

Negué con la cabeza.

No lo sé.

Dabria puso su mano sobre mi cara para obligarme a mirarle.

Han pasado ocho días dijo.

Suspire, haciendo un movimiento exagerado con mis hombros.

Lo sé. Es solo que me siento... rota. dije al fin.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

223 30 Mayo 2013

¿Por qué?

Y luego me rompí.

Había logrado no llorar durante ocho largos días junto con sus largas noches de no

poder conciliar el sueño.

Ni siquiera Beatriz había logrado sacarme la verdad de por qué me sentía muerta.

Pero había algo diferente en Dabria... en el modo en que ella me miraba, como si

fuera una madre preocupada por su hija.

Le conté absolutamente todo, en medio de lágrimas y sollozos.

Cuando termine de hablar, ella apretó mis manos con delicadeza y me regalo una

sonrisa y una mirada preocupada.

Él te ama dijo por fin.

No puedes hablar en su lugar. replique.

Ella suspiro.

Come algo, tomate el día. Ve a dormir que te hace falta pidió. Sus ojos azules

casi suplicándome.

Asentí sin hablar y salí de la cocina.

Llegue a mi habitación sin darme cuenta de donde pisaba o por donde pasaba;

algunos se volvían a mirarme yo solo los ignoraba.

Hola dijo una persona.

Ahogue un grito y me lleve una mano al corazón.

Me asustaste dije en tono acusador.

No me había dado cuenta de que había alguien dentro de la habitación. No es

como si pusiera mucha atención a nada estos últimos días. Un hombre estaba en

un sillón junto a la ventana.

Era el lugar donde me sentaba a sentir lástima por mí misma.

Abel se disculpó con una sonrisa.

¿Cómo entraste? pregunte.

Melanie respondió.

Ese simple nombre explicaba muchas cosas.

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224 30 Mayo 2013

Sonreí sin poder evitarlo. Ella pasaba mucho tiempo conmigo, incluso ya

dormíamos donde mismo. Melanie tenía todo el derecho del mundo de entrar en la

habitación cuando quisiera.

Está bien dije y me senté a su lado.

No parece que estés muy bien dijo después de un momento de silencio. Estaba

jugueteando con su bastón, pasándolo de una mano a otra.

Solo estoy cansada me excuse.

Abel negó con la cabeza. Era obvio que algo más me ocurría.

No tienes que decirme, pero quiero que sepas que me preocupo por mi gente, y

hay más de uno preocupado por ti, por la manera en que actúas... y bueno. Has

hecho muchas cosas por nosotros... ni siquiera había tenido la oportunidad de

agradecerte por las armas dijo.

No hay nada que agradecer. Tienen derecho a esas cosas replique.

Gracias Violeta. Gracias por todo. Si necesitas algo no dudes en decirnos.

Lo pensare. Muchas gracias.

Abel se puso de pie apoyándose en su bastón. Se volvió y puso una mano contra

mi mejilla. No me aparte de su toque a pesar de que su movimiento fue brusco y

rápido.

Nunca había visto a nadie con los mismos ojos que tu dijo mirándome

fijamente No es un color muy común. dijo y salió de la habitación.

Fruncí el ceño ¿Que rayos había sido eso? Negué con la cabeza, quizá Abel ya no

hilaba lo que decía.

Me recosté en la cama y cerré los ojos solo unos segundos...El dolor de cabeza se

estaba amortiguando.

Dabria tenía razón ¿Cuánto tiempo llevaba sin dormir? Pero solo en eso la tenía.

Mi estómago comenzó a gruñir, a pesar de que le prometí a Dabria que comería

algo... simplemente no pude hacerlo. Solo no tenía hambre.

Alguien azoto la puerta de entrada, provocando que saltara de mi cama y

alcanzara el cuchillo sobre la mesa de noche.

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225 30 Mayo 2013

Baje mi pequeña arma cuando vi a Beatriz.

Ven conmigo ordenó.

Deje el cuchillo sobre la mesa de nuevo y la seguí.

Lamento haber tenido que llamarte a ti, pero no se me ocurrió nadie más.

¿Qué está pasando? pregunte un tanto asustada.

Beth negó con la cabeza y siguió caminando hasta el hospital.

Había gritos, horribles sonidos de dolor y agonía.

¿Qué pasa? dije deteniéndome en la entrada.

Por favor no hagas preguntas. Solo necesito que me ayudes con esto.

Asentí lentamente y me trague la bilis que se había formado en mi garganta.

Adentro del lugar Evan corría de un lugar a otro con vendas y agua de color rojo....

Derek estaba recargado sobre una de las paredes con los brazos cruzados y la

mandíbula tensa.

Había un hombre en una de las camillas, uno que no había visto nunca dentro de

la fortaleza. Llevaba puesto un extraño uniforme de color verde opaco... Era uno

de los soldados de los internados.

¿Qué es esto? susurre.

Su cara estaba bañada en sangre y sudor. Sus ojos solo dos rendijas y su pierna...

Aparte la mirada cuando vi su pierna. Los dedos de los pies de color negro y la

sangre aglomerada en la parte debajo de la rodilla. Su pierna estaba podrida,

echada a perder.

¿Cuánto tiempo perdieron para atenderlo? ¿Cuánto paso para que se infectara de

ese modo?

Violeta, ven aquí pidió Beth.

Me acerque a ella evitando mirar al hombre.

Tendremos que amputarle la pierna si queremos que viva dijo un hombre que

estaba en el hospital.

Debe haber otra manera... replicó Beth. El hombre no respondió ¿Nick?

preguntó mi amiga.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

226 30 Mayo 2013

El hombre negó con la cabeza.

Lo siento, Beatriz. ¿Hace cuánto que lo capturaron y por qué no se nos informó?

le espetó Nick a Derek ¡Ni las más horribles torturas iban a hacer que dijera cosas

que no sabía! explotó el hombre que parecía ser el doctor.

¿Lo habían capturado? Eso explicaba el uniforme, pero... ¿Torturarlo?

Mire los dedos de una de sus manos... todos torcidos en una forma tan... reprimí

un estremecimiento.

Hay que tomar medidas drásticas en estos tiempos se limitó a responder Derek

con voz fría.

Beatriz lo fulmino con la mirada.

Lárgate de aquí lo corrió mi amiga.

Seguí a Derek con la vista hasta que se perdió en la salida del lugar.

Una de las manos del hombre parecía estar intacta. Beth la tomo entre las suyas y

susurro cosas para calmarlo. Pequeñas mentiras para que el confiara en ellos.

Cosas como: Vas a estar bien.

¿Quién en su estado podría creérselo?

Pero las facciones del hombre fueron relajándose conforme Beth le hablaba. La

ropa de mi amiga estaba llena de sangre al igual que su cabello, y al parecer ella no

se había percatado de esto.

Me pidió que me acercara y sostuviera la mano del hombre. Lo hice, su piel estaba

muy fría.

Estarás bien dije Lo prometo.

El herido abrió uno de sus ojos al percatarse del cambio en la voz de su anestesia

humana.

Soy Violeta sentí la necesidad de presentarme. El asintió, con un movimiento

casi imperceptible Y voy a estar aquí para ayudarte susurre ¿Cuál es tu

nombre? ¿Puedes hablar? ¿Decírmelo?

E- e-e cacareó Est-t-tebn.

¿Esteban? dije. Me dio un apretón de mano Es un hermoso nombre.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

227 30 Mayo 2013

El doctor ya tenía todo preparado, incluso había una especie de artefacto medico

alrededor de la pierna de Esteban.

Beth me regalo una mirada angustiada he inyecto algo en el brazo del paciente.

Evan seguía recogiendo los trapos sucios y el agua roja. También le ayudaba a

Beth, quien tenía las manos temblorosas a desinfectar los implementos.

Y Nick... soltó la navaja por debajo de la rodilla.

Esteban comenzó a gritar desesperadamente. Había dolor tortuoso en sus

facciones. Sangre brotaba a borbotones del muñón donde antes había estado su

pierna.

Gire la cabeza para mirar a otra parte.

¿Dorian sabia esto? ¿Las cosas que ellos les hacían a los de los muros? Aquí estaba

el, un hombre que parecía inocente. Siendo torturado y ahora curado para llevarlo

de nuevo a sus torturas.

La mano de Esteban me dio otro apretón.

Me acerque a su boca para escuchar aquello que balbuceaba.

Mátame susurró y se desmayó.

Solté su mano y salí corriendo del hospital. Justo en la puerta no pude soportar

más las náuseas y vomite, deje que todo saliera sobre el suelo.

Las lágrimas cayendo lentamente por mis mejillas.

Una carcajada seca me hizo volverme y mirar a una mujer con el cabello muy

corto, rubio y ojos fríos como un iceberg. Valentina.

La fulmine con la mirada.

No te pareces en nada a Dorian escupió Tu ni siquiera soportas una pequeña

dosis de tortura. Ahora sé que la paliza que te dio London estaba bien merecida...

Eres un asco dije interrumpiéndola Todos ustedes lo son y están llenándolo a él

con su basura sobre libertad, cuando en realidad no son diferentes de ellos.

Ustedes creen que hacen lo correcto, asesinando, mutilando... torturando. Los que

son como ustedes siempre tienen su lección, y espero estar ahí en primera fila

cuando la recibas espete.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

228 30 Mayo 2013

Los ojos de Valentina brillaron con un no sé qué.

¿Lo sientes no es cierto? Todo ese odio y resentimiento hacia nosotros por hacer

esto. Estas madurando, esto te está haciendo más fuerte. Comprende que la vida y

las personas deben tratarnos mal para poder encontrar fortaleza. Cuando todos tus

amigos te dejen sola lo comprenderás.

¿A ti quien te lo hizo? ¿Cuánto daño y traiciones has recibido para ser así?

pregunte.

No me había dado cuenta de que yo seguía en el suelo con las manos y rodillas

apoyadas para no caerme.

Ella estaba en cuclillas para poder verme a los ojos.

No te interesa dijo con voz amarga.

Y te equivocas dije antes de que ella se fuera No hay odio ni resentimiento. Lo

único que siento por ustedes es lástima.

Sus ojos brillaron con sorpresa y apretó los puños.

¿Me golpearas? dije Adelante, hazlo, pero sabes que tengo razón.

Se dio la vuelta y se fue.

Me puse de pie, sacudí mis manos en el pantalón y me fui a mi habitación.

Volvería al hospital cuando no hubiera tanta vigilancia, porque podía sentir desde

las sombras a la gente de Derek observándome, cuidando de que nadie hiciera

nada en el hospital.

Tome un baño para quitarme la suciedad y me cambie con ropa limpia, la más

discreta que tenía.

La noche había caído sobre el lugar. Salí de mi habitación, dirigiéndome al

hospital.

Melanie se había quedado dormida sobre mi cama, me tuve que mover con mucho

cuidado para no despertarla.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

229 30 Mayo 2013

Entre al lugar y fui a donde estaban los medicamentos. Ahí, en una silla y

reposando la cabeza sobre un escritorio estaba Nick. Sus hombros subiendo y

bajando lentamente. Estaba dormido.

Fui al estante y tome aquel liquido de color ámbar... ese medicamento que te

ayudaba a dormir para siempre.

Lo lleve a donde Esteban reposaba.

No mire a ninguna parte. Llene la jeringa con el líquido y...

¿Una visita nocturna? preguntó un hombre. Estaba sentado a un lado de la

camilla de Esteban, sus brazos cruzados sobre el pecho. Una sombra de barba se

asomaba en su cara. Thomas, si mal no recordaba.

Algo así respondí.

Lo mataras dijo.

Yo no lo llamaría así. Está sufriendo.

Thomas sonrió.

No perteneces a este lugar, pero tampoco eres sumisa como para pertenecer

dentro de los muros. ¿Cuál es tu lugar, niña? dijo con voz cansada.

No tienes idea de cuantas veces me he hecho esa pregunta.

Me miro con sorpresa y asintió.

¿Vas a tratar de detenerme? pregunte.

Negó con la cabeza.

No, solo voy a sentarme aquí y a fingir que duermo y por la mañana me

despertare con la sorpresa de que el prisionero estaba muerto.

Gracias murmure.

Thomas negó con la cabeza y se recargo sobre el respaldo del asiento.

Puse la jeringa contra el brazo de Esteban y presione el embolo para que el líquido

entrara en sus venas.

Abrió los ojos y me miro con agradecimiento.

Ya no habrá más dolor dije Prometí que estarías bien ¿No es cierto?

El asintió.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

230 30 Mayo 2013

Cante para Esteban la canción que Beatriz me cantaba... hasta que se quedó

dormido para siempre.

Sentí las lágrimas resbalar por mis mejillas sin poder controlarlas. Escondí la cara

entre las manos y rompí a llorar.

Había llorado mucho desde mi llegada aquí. Siempre lloraba a pesar de que no

quería hacerlo.

Alguien me dio palmaditas en la espalda.

Supe que era Thomas, de seguro él era de esos hombres que no sabía cómo

reaccionar cuando una mujer llora.

Limpie mi cara y le di las gracias.

No hay problema y... gracias murmuró y fingió que dormía de nuevo.

No supe a qué se refería, pero tampoco le pregunte.

Entre a mi habitación y me acurruque en la cama sin que el sueño acudiera. Me

quede mirando la ventana por la que se filtraban los rayos de plata de la luna.

Melanie estaba dormida a mi lado, su pecho subiendo y bajando con un rítmico

movimiento. Desearía poder conciliar así el sueño. Desearía poder ser así de

pequeña otra vez. Deseaba muchas cosas que no podrían ser.

En algún momento entre la madrugada y el amanecer me quede dormida.

¿Violeta? preguntó una vocecita.

¿Humm? murmure.

Violeta gritó y me empujo por los hombros.

Me gire en la cama y atrape a Melanie bajo mi peso. Ella rompió a reír en

carcajadas que sonaban como campanillas.

¿Tan temprano me molestas? pregunte y le hice cosquillas en el estómago.

Ella seguía riendo y retorciéndose bajo mis dedos.

¡Basta! gritó ¡Por favor basta! ¡Me rindo!

Me hice a un lado y apague mi risa suspirando profundamente.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

231 30 Mayo 2013

Vayamos a desayunar dijo la pequeña.

Tomare un baño primero.

Te espero en la cocina dijo y salió de la habitación.

Tome una ducha rápida y me cambie a la misma velocidad.

La puerta de mi habitación se abrió de golpe y Melanie entro.

¿Qué pasa? pregunte Creí que estabas desayunando...

Volvieron dijo.

La respiración se atoro en mi garganta.

Estaban de vuelta.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

232 30 Mayo 2013

CAPITULO 32

Mal cruzamos la puerta y sentí la característica palmada de Thomas en la espalda.

Le sonreí sin muchas ganas.

¿No vinieron a despedirte? preguntó.

Mi madre lo hizo murmure.

¿Y la chica?... ¿Cuál es su nombre?

Violeta suspire. Su nombre... ella... todo. Debí haberle dicho. Aunque tampoco

fue que habláramos mucho durante algún tiempo ni tampoco la última noche

juntos.

Sonreí para mis adentros... pero luego me asalto el pensamiento de que la había

dejado sola y me sentí aplastado de nuevo.

Llegamos a donde estaban las motocicletas y cada quien subió a una. Parte del

entrenamiento había sido como enseñarme a usarlas.

Garrett iba a mi lado, cubriendo su cara con una camiseta. Parecía un hombre del

desierto.

Hice lo mismo para evitar que la arena llegara a mis ojos y acelere la marcha.

Valentina no me había dirigido la palabra, aunque tampoco era que yo se lo

permitiera mucho.

En un tiempo record llegamos a donde colindaban las murallas, donde me citaba

con Violeta cada noche y acudía cada mañana.

Saque la ropa de instructor de mi mochila. Una camiseta gris y un pantalón negro.

Garrett se cambió de la misma manera que yo y London se puso el vestido gris.

Durante un momento la chica quedo solo en sostén y Garrett desvió la vista

sintiéndose avergonzado.

Me acerque a él sigilosamente.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

233 30 Mayo 2013

¡Oh! susurre Pero si yo soy experto en mujeres me burle.

Me fulmino con la mirada al darse cuenta de porque me burlaba y me dio un golpe

en la cabeza.

Reí sin poder evitarlo.

Mira quién habla murmuró ¡Oh! ¡Violeta! ¿Crees que aún me ame? ¡Oh! ¡Si

Dios existiera sentiría lastima de un alma tan desdichada como la mía!

Ahora era su turno para reír y el mío para golpearlo.

¿Ya acabaron de jugar? inquirió Valentina.

Ambos nos erguimos y nos agrupamos con los demás.

Ya saben los planes dijo la mujer Dorian, tienes máximo ocho días para sacar

de ahí a Malcolm y Maica, las motocicletas se quedaran aquí y podrán salir y

volver a la fortaleza. London, ya sabes, no pierdas el contacto con Garrett, él te

ayudara a echar abajo los sistemas del lugar y hará lo mismo con el lado de los

hombres. La señal para que nosotros entremos será una bengala roja que tendrán

entre sus pertenencias.

Por el momento los internados son todo a lo que podemos aspirar. Después

vendrán los criaderos y la tierra de las personas casadas. ¿Alguna duda?

preguntó.

¿Alguna vez te cansas de ser tan mandona? inquirió London y se ganó una

mirada fulminante a la que respondió con un encogimiento de hombros.

Nos separamos. Thomas nos deseó suerte y subió a su motocicleta. Valentina

simplemente nos dio un asentimiento de cabeza y se distrajo hablando con Garrett

sobre no sé qué cosas de máquinas.

Una mano se posó en mi hombro. Era London.

Se veía extraña con ese vestido gris y la mascada del mismo color que le ocultaba el

cabello.

¿Puedo pedirte un favor? preguntó.

Asentí sin muchas ganas.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

234 30 Mayo 2013

No le digas a nadie que fui cobarde. Ya sabes, cuando estaba asustada en el

ascensor de la cocina... yo, no sé qué me paso.

No pensaba decírselo a nadie. Además, es normal sentir miedo. Yo estoy aterrado

todo el tiempo.

¿Cómo haces para controlarlo? preguntó frunciendo el ceño.

Aun no lo controlo. respondí.

London asintió y le di la espalda.

¿Dorian? me llamó.

¿Sí? dije sin volverme.

Cuida bien de Garrett pidió.

Esos ya son dos favoresbromee. Ella resoplo una carcajada Además, él sabe

cuidarse bien solo. Lo ha hecho siempre.

Valentina y Thomas se fueron, dejándonos solos con tres motocicletas a las que

echamos una manta encima para ocultarlas. Una para Maica, otra para Malcolm y

otra para mí.

London se acercó y deposito un beso en la mejilla de Garrett, quien se tensó ante el

toque.

Buena suerte nos deseó a ambos y entro por el hueco en la muralla.

Garrett negó con la cabeza.

Las mujeres están locas dijo.

No sé si te has dado cuenta respondí Pero todo el mundo está loco.

Chasqueó la lengua.

De seguro la mayoría son mujeres.

Reí y lo patee en el trasero para que se apresurara a cruzar el muro.

Gaste una última mirada hacia el desierto y respire profundo.

La primera y última vez que había pasado por el hueco fue cuando estaba

escapando y Maica me dio tiempo para irme. Ahora me parecía más estrecho y no

pude evitar preguntarme si fue porque yo había echo musculo o el agujero se había

encogido.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

235 30 Mayo 2013

Garrett tiro de mi mano y me ayudo a ponerme de pie. Mi amigo soltó un silbido

por lo bajo.

Nunca me imaginé que fuera así.

¿Así como? indague. ¿Tenebroso? ¿Tétrico? ¿Lúgubre? ¿Siniestro? ¿Quieres

que continúe? Porque tengo un gran, gran repertorio de palabras.

Grande dijo al fin.

Es más pequeño una vez que te acostumbras a él. Espera que veas las estatuas de

gárgolas que hay adentro, entonces si querrás alguna de las palabras que te ofrecí.

Mire hacia el lugar. Las torres se alzaban aun por encima de los árboles del bosque

y a nuestra espalda solo estaba el muro cubierto por enredaderas y árboles. Los

cristales eran tan opacos que casi no permitían la entrada del sol.

Era muy extraño como en los libros antiguos podía leer de como había diferentes

ecosistemas en distintos lugares del mundo, y aquí en un futuro donde la tierra

había sido destruida en su mayoría... bueno, simplemente cada cosa crecía donde

quería, porque dentro de los muros había bosque y fuera de estos desierto y mar.

Sacudí la cabeza y mire de nuevo la forma imponente del internado, con las

puertas grandes de madera gastada y los vitrales rotos de la entrada.

Garrett empezó a caminar y lo seguí.

El primer paso era entrar a su sala de computadoras para registrarnos en su

sistema bajo nombres y datos falsos.

Lo guie hacia donde estaba el lugar, ya que yo era mejor en los mapas y

seguimientos que él.

El lugar no estaba muy vigilado, aunque tampoco era como si lo necesitaran ya que

todos los estudiantes de los internados eran sumisos y no les llamaba la atención

nada de esto. Ni siquiera les molestaba el hecho de ser monitoreados por cámaras

las veinticuatro horas del día.

Garrett saco un aparato de color azul de su mochila y lo conecto a una de las

computadoras, después lo desconecto y sonrió ampliamente.

A partir de ahora somos instructores oficiales de este horripilante lugar dijo.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

236 30 Mayo 2013

Horripilante murmure Estaba por ofrecerte esa palabra.

Puso los ojos en blanco y nos encaminamos a lo que marco como nuestra

habitación.

Dentro del lugar las paredes estaban desnudas, tal y como las recordaba, sin

cuadros y una que otra ventana atravesándose en nuestro camino.

La habitación era igual, solo que el suelo de madera rechinaba y las paredes eran

grises y no de roca sólida. Y había dos camas con sabanas de color gris.

¿Qué te parece? exclame Combinamos con el lugar.

Voy a desentonar completamente dijo mirando su piel.

Míralo de este modo. Ahora cada vez que alguien piense en nosotros nos

compararan con el día y la noche. Aunque claro, yo seré el día dije y me tire sobre

una de las camas, poniendo los brazos sobre mi cabeza.

¿Por el color? preguntó.

Nah sonreí Porque soy tan radiante y bonito como el sol.

Garrett puso los ojos en blanco.

Eres un idiota.

Sigue esforzándote por encontrar una grosería que de verdad me duela.

Mi amigo chasqueó la lengua.

¿Ególatra? ¿Imbécil? ofreció.

Continua, zángano.

Que te parece...

El sonido de la puerta lo interrumpió. Ambos nos miramos y tensamos.

¿Quién? pregunte.

No hubo respuesta.

Garrett abrió la puerta y entro un hombre alto, de cabello castaño y ojos de color

gris-verde. Su nariz grande y ganchuda.

¿Son los refuerzos? preguntó elevando una ceja No parecen... mucho.

Entro en la habitación sin permiso y cerró la puerta detrás de él.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

237 30 Mayo 2013

Recibí un mensaje de Derek. Él dijo que enviaría a dos de sus mejores hombres,

no creí que fueran niños.

Resople.

Somos lo suficientemente mayores como para fingir que cuidamos niños en los

internados. A propósito, es un verdadero placer, mi nombre en Nathan y este de

aquí es mi amigo Jared.

El hombre hizo una mueca.

Peter dijo y asintió en nuestra dirección.

Garrett y yo intercambiamos una mirada.

Ese no es tu verdadero nombre lo acuse.

No, no lo es Garrett me siguió el juego Si mal no recuerdo, tu rostro en nuestra

base de datos exhibía el nombre de Connor.

El abrió los ojos con sorpresa.

¿Se grabaron todo eso?

Mi amigo aquí presente dije Tiene una excelente memoria. Yo solo soy los

puños y los malos modales.

Connor pareció relajado y nos dejó ver su sonrisa amigable.

Bien. Los dejare solos, ustedes saben lo que deben hacer y no llamen demasiado

la atención.

Si señor dije antes de que el cerrara la puerta.

Esa noche no pude conciliar el sueño. Cada vez que trataba de dormir acudía a mi

mente la imagen de Violeta. Pero no era aquella dulce chica de los muros, no. Era

la mujer fuerte y valiente en la que se estaba transformando... ella estaba

madurando, y yo seguía siendo el viejo juguete roto.

Pasaron seis días en los que lo único que hacíamos era enseñar a mocosos como

leer y escribir.

A mí no me parecía tan malo, pero Garrett estaba perdiendo la paciencia a rápidos

caudales, al parecer esta no era una de sus muchas cualidades.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

238 30 Mayo 2013

Él me decía cada noche que llegábamos al dormitorio que teníamos que averiguar

dónde estaban Maica y Malcolm.

Ese día mi amigo no quiso ir a dar clases conmigo, decía que solo era una pérdida

de tiempo considerando lo mucho que debíamos hacer.

Ayude a los pequeños y a la hora de la comida me senté con un grupo de

instructores.

¡Vaya! exclamó uno Desde que llegaste no te había visto separarte del que

llego junto contigo. Creí que eran pareja o algo así se burló.

Mi mente trabajo en mil respuestas sarcásticas que iniciarían una pelea, pero me

mordí la lengua para evitar que salieran.

Los presentes en la mesa rieron por su chiste y el inflo el pecho sintiéndose

orgulloso.

Hubo algo en su forma de actuar que me recordó al mandril, el chico con el que

obligarían a Violeta a casarse, no era que se parecieran físicamente ya que el

mandril era pelirrojo, gordo y feo y este sujeto seguía siendo feo, pero su cabello

era negro y su cuerpo fuerte, como el de un soldado.

Somos amigos dije al fin.

Sí, claro.

¿Tú y tu amigo son el reemplazo de Maica y Malcolm? preguntó un chico como

de mi edad que también estaba iniciando como instructor.

Todos en la mesa le regalaron una mirada de "cállate".

¿De quiénes? pregunte.

Ya sabes dijo bajando la voz. Estaba sentado junto a mí. Los traidores. Los

juzgaran por ayudar a escapar a uno de los chicos y están encerrados en las

mazmorras.

Vaya dije mientras me tragaba la bilis Que extraño, no había escuchado hablar

de ellos.

El negó con la cabeza.

Es que está prohibido hablar de eso murmuró.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

239 30 Mayo 2013

Algo en mi gritaba por agradecerle al chico por la información pero sabía que

estaba mal.

¿Ahora vas a engañar a tu amiguito con él? preguntó el hombre que me recordó

al mandril.

Resople y me puse de pie dejando la bandeja en la mesa.

Si tanto te preocupa quien está interesado o no en Jared, porque no vas y le

preguntas tú mismo si quiere tener una cita contigo, estoy seguro de que se sentirá

encantado si le llevas flores dije sintiéndome harto de sus comentarios.

El rostro del hombre paso por todos los colores posibles y los demás en la mesa

rieron, incluso el chico que me había dado información.

¿Cómo te llamas? le pregunte.

Julián respondió.

Soy Nathan me sentí mal por no poderle decir mi verdadero nombre, pero no

podía.

Me apresure a la habitación, esperando encontrar a Garrett ahí, pero no estaba.

Comencé a caminar por todo el lugar, sintiendo los nervios a flor de piel.

Debía ir a sacar a Maica y Malcolm de los calabozos y llevarlos conmigo a la

fortaleza, y dejar que Garrett y London hicieran su trabajo.

Me volví rápidamente cuando la puerta rechino.

Mi amigo estaba entrando y llevaba un semblante entre sorpresa e ilusión.

¿Qué paso? pregunte cerrando la puerta.

Fui a buscar información para saber dónde encontrar a mi hermano y a

Malcolm... pero tropecé con algo fascinante dijo.

Nos sentamos en la cama y hablo:

Ellos han hecho exploraciones. De todo alrededor de los muros, evitando la

fortaleza y... ¡Encontraron más tierras! ¡Lugares habitables! exclamó sin poder

contenerse Es como esa historia bíblica que me contaste en la que flotan en un

arca y envían una paloma para que encuentre tierra y esta llega con una ramita de

olivo. ¿No lo comprendes? ¡Es lo mismo! Eso significaba esperanza y ahora la hay.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

240 30 Mayo 2013

No tenemos que vivir aquí o en la fortaleza, existe más mundo habitable para

nosotros, para los que queramos huir de todo. Puedes venir y Violeta también.

Garrett sonaba muy emocionado.

¿Qué fue lo que viste? pegunte cautelosamente.

Tierra. Mundo vivo dijo lentamente, como si midiera cada palabra Ellos han

hecho recorridos e investigaciones sobre esto... de hecho planean quitarnos nuestra

fortaleza y quedarse con ella también al igual que con las tierras que han

explorado. Ahora tendremos que adelantar el ataque. Es nuestra única esperanza,

debes sacar a mi hermano de aquí y llevar toda esta información a la fortaleza

dijo.

Asentí lentamente. Mi mente trabajando a cien por hora para poder captar cada

palabra que salía de sus labios.

¡Podíamos ser libres! ¡Sin someternos a un régimen u otro! ¡Libres de verdad!

Me puse de pie y ahogue un grito de alegría.

¿Libres? pregunte.

El asintió.

Si, de verdad.

Ambos reímos. Pase las manos por mi cabello un sin fin de veces. Nada parecía

real, todo esto amenazaba con hacerme estallar de alegría.

Podría vivir con Violeta en un lugar donde fuéramos libres y felices, sin tener que

someternos a nadie más nunca. No más guerras, no más castigos y no más

sufrimiento.

Un golpe en la puerta nos hizo callar.

¿Connor dijo que vendría? pregunte frunciendo el ceño.

Negó con la cabeza y se acercó a la puerta levantando un viejo jarrón con agua

para estrellarlo en la cabeza de quien estuviera espiando.

Abrió la puerta rápidamente y un rostro pálido apareció ahí.

¡Espera! grite y le quite el jarrón a Garrett.

Tome al espía por la camiseta y lo obligue a entrar al cuarto.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

241 30 Mayo 2013

¿Qué demonios estás haciendo? inquirí.

No son de aquí dijo Julián en medio de sonrisas U-u--ustedes son d-d-de f-f-

fuera de los m-m-muros tartamudeó.

¿Y que si lo somos? preguntó Garrett.

Se dónde está Maica y también Malcolm dijo. Ofreciendo una ofrenda de paz.

Intercambie una mirada con Garrett y este se encogió de hombros.

¿Qué quieres a cambio? pregunte.

Me miro a los ojos.

Quiero que me lleven con ustedes, yo ya no quiero seguir aquí.

¿Qué te hace pensar que allá afuera es diferente? dije.

No puede ser peor que aquí respondió amargamente.

En eso no está equivocado comentó Garrett.

Mañana dije Mañana nos ayudaras a sacar información sobre los criaderos y la

isla de las personas casadas. Después de mañana nos ayudaras a sacar a Maica y

Malcolm de sus celdas y nos iremos de aquí.

El chico asintió a todo lo que dije sin darse tiempo de pensar las cosas.

Si una palabra de esto sale de tu boca te juro que te arrancaré la lengua antes de

que nos maten amenazó Garrett.

Julián asintió de nuevo.

Díganme sus verdaderos nombres pidió. Sé que entre ustedes se llaman de otra

forma.

Garrett me miro y me encogí de hombros.

Soy Dorian dije Y ese saco de huesos amenazante de ahí se llama Garrett.

Las facciones del chico se llenaron de sorpresa.

Son los hermanos de Maica dijo.

Ahogue una respiración.

¿Cómo lo sabes? susurró mi amigo.

Julián sonrió amablemente.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

242 30 Mayo 2013

Es mi amigo, soy el encargado de llevarles la comida. Por eso se dónde están, por

eso se de ustedes. Sé que ahora no confían en mí, pero solo quiero salir de este

lugar.

Asentí lentamente.

Pasare a buscarte mañana. Por ahora no abras la boca. dije.

Julián abandono la habitación. No parecía mucho; era de una estatura media y con

un cabello castaño muy corto, de piel pálida y ojos color bronce.

¿Confías en él? preguntó Garrett.

Es todo lo que tenemos por ahora.

Mi amigo asintió.

Me tire en la cama y cubrí mi cara con las manos.

Así que somos los hermanos de Maica murmure.

Garrett suspiró.

Supongo que si ya compartimos madre... el hermano no importa mucho

respondió.

Me senté y lo mire fijamente mientras enarcaba una ceja.

Él sonrió.

Dabria hablo conmigo. Ella dijo que yo no tenía por qué estar tan solo y me pidió

que la tratara como si fuese mi madre... Por supuesto que acepte, aunque no sabía

cómo decírtelo.

Seguí mirándolo, su sonrisa estaba desapareciendo mientras evaluaba mi reacción.

Al fin también sonreí.

Entonces eso nos convierte en hermanos respondí.

No esperas que te bese ni nada por el estilo. ¿Verdad? bromeó.

Me lance contra el haciendo que cayera de espaldas contra la cama mientras yo

revolvía su cabello.

Garrett salió de debajo y sostuvo mi cara contra la cama.

Me rindo balbucee.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

243 30 Mayo 2013

Se tiro en el suelo y me dejo libre. Ambos reímos y hablamos sobre más cosas e

incluso nos atrevimos a imaginar una vida lejos de todo, yo con Violeta y el con...

bueno, con nosotros y Maica.

Durante esa noche que pareció demasiado corta, ninguno pudo conciliar el sueño,

simplemente asistimos a la hora de la cena para que nadie sospechara nada y luego

volvimos a la habitación.

Hablamos y planeamos durante mucho tiempo, repasando los mapas que

habíamos llevado y la información sobre las personas que trabajaban dentro del

internado.

Garrett había recibido una carta a través del hueco del muro. Era de London, ella

ya estaba establecida y había hecho contacto con las otras mujeres que también

estaban infiltradas, eran tres y sumándose a nosotros solo éramos seis y bueno... yo

me iría y dejaría todo en manos de Garrett y de Connor, eso era todo. Cuando ellos

echaran los sistemas de protección abajo nosotros atacaríamos.

Los gobernantes nunca se esperarían un ataque interno. Y ahora que conocimos a

Julián... eso me dio una chispa de esperanza, ya que había personas desesperadas

dentro del lugar por salir de ahí, tanto como para cometer traición.

Los rayos del sol se filtraron por la ventana y ambos nos dirigimos a nuestros

labores; enseñando a los mocosos a leer y escribir ¿Qué pasaría con ellos cuando

estallara la guerra? ¿Cómo podríamos protegerlos? Porque no era simplemente

como si pudiéramos ponerlos sobre aviso ya que nos delataríamos... tenían solo de

seis a ocho años...

No podía deshacerme de esos pensamientos ya que yo fui uno de esos niños y

sentía que Maica jamás me hubiera dejado solo como para morir ahí. Pero por

ahora no podía ayudarlos, lo más que podía hacer era pedirle a Garrett que los

resguardara en los calabozos durante el ataque. Y si él no podía hacerlo yo me

encargaría, haría lo posible por estar dentro antes de que todo se volviera un caos.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

244 30 Mayo 2013

Nos encontramos con Julián antes de que anocheciera y nos llevó al cuarto de

computadoras donde rápidamente encendió uno de los monitores y luego metió el

aparato de color azul de Garrett en la máquina y una franja de color verde apareció

en la pantalla con el título de "Transfiriendo información".

Los tres nos miramos, según la computadora esto tardaría quince minutos.

Suspire y me pase las manos por el cabello, estaba realmente cansado ya que no

había dormido en toda la noche y tampoco había comido muy bien.

Garrett estaba en la misma situación.

¿Y bien? preguntó Julián mientras recargaba su cabeza en el respaldo de la silla.

¿Qué? respondí.

El suspiró.

¿Me llevaran con ustedes?

Dije que lo haría ¿No es cierto? murmure.

¿Cómo sé que cumplirán su palabra? dijo mirándonos a ambos.

Por qué me ayudaras a sacar a Maica y Malcolm de las mazmorras. Garrett ya no

puede involucrarse más ya que sospecharan de él. Y nadie puede darse cuenta de

que ellos faltan hasta que estemos muy lejos de aquí. Sera Garrett quien de la

alarma unas horas después de que salgamos. explique.

Los ojos de Julián se agrandaron.

¿Cuándo planearon todo?

Anoche respondió Garrett.

El chico sonrió.

Genial.

Negué con la cabeza.

Tienes que estar o muy loco o muy desesperado para ayudarnos con esto

comente.

Me inclino más por tu segunda opción dijo Estoy desesperado.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

245 30 Mayo 2013

Julián se puso de pie y saco tres vasos y una botella con un líquido transparente

dentro. Vacío el contenido de esa cosa en los tres vasos y nos dio uno a cada uno.

Por la libertad dijo levantando su vaso.

Garrett estrello el suyo con el de Julián.

Por la esperanza dijo mi amigo.

Golpee mi vaso con el de ellos.

Por este maldito mundo tan loco brindé.

Los tres nos empinamos la bebida. Esa cosa calo en mi garganta y me hizo toser,

mientras la sentía arder en mis fosas nasales.

Era más que evidente que no era la primera vez que Julián y Garrett bebían esta

cosa ya que no tuvieron una reacción amarga como la mía.

Al mirar la hora me di cuenta de que ya era el día siguiente.

La computadora emitió un sonido, avisándonos de que la transferencia de

información estaba completa.

Garrett tomo su aparato y los tres salimos del lugar. Julián se despidió de nosotros

y nos dijo el lugar en el que nos encontraríamos por la mañana de ese mismo día.

Llegando a la habitación me deje caer en la cama y en contra de mi voluntad me

quede dormido.

Sentí frio, así que pensé que la ventana se había quedado abierta. Me levante de la

cama para cerrarla, y luego caí en la cuenta del lugar donde me encontraba.

Fruncí el ceño.

Si, la ventana estaba abierta, pero por un segundo desee despertar y encontrarme

en la Resistencia.

¿No puedes dormir? preguntó Garrett. Había ojeras bajo sus ojos.

Negué con la cabeza y mire por la ventana, el aire removiendo mi cabello,

curiosamente se me quitaron las ganas de cerrarla.

Son demasiadas cosas acepté.

Garrett suspiró.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

246 30 Mayo 2013

Lo sé, lo único que nos queda es esperar que Julián haga muy bien su papel

mañana y sacar a mi hermano de ahí se pasó las manos por el cabello Los

llevaras de regreso y nos volveremos a ver cuándo sea el ataque y...

Y entonces viviremos en las tierras inexploradas complete su frase.

Me regalo una sonrisa.

Hasta mañana entonces dijo y se dio la vuelta en la cama.

Suspire y me quede observando afuera; escuchando como el bosque despertaba,

las aves elevando el vuelo y cantando. Las hojas de los arboles adquiriendo un

verde claro conforme el sol estaba saliendo. El amanecer exhibía un color violáceo

que me hizo recordar unos ojos que la última vez que me miraron fue con amor

sincero.

Sacudí la cabeza y volví al interior de la habitación.

Deje que Garrett durmiera un poco más y me aliste para iniciar el día.

Metiendo en mí mochila agua, comida y ropa para el viaje. Le había dicho a Julián

que empacara lo mismo. Con esas raciones debía ser suficiente como para que los

cuatro llegáramos a la Resistencia.

Garrett despertó y se alisto con la ropa de instructor. Se sentó en la cama y me

miro. Extendió su aparato azul hacia mí.

En este disco está toda la información que necesitan sobre la isla de las personas

casadas, los criaderos y las casas de los gobernantes. Además de las exploraciones

que se han hecho, entrégaselo a Mildred, ella sabrá que hacer. Tienes hasta el

mediodía para sacar a Malcolm y Maica y salir de aquí. Hasta que el sol este en su

punto más alto daré la alarma y espero que estén lejos. Esperen tres días por la

bengala roja y entonces ataquen. Háganlo rápido, voy a hacer lo mejor que pueda.

explicó. Sus ojos se veían perdidos en alguna parte.

Le ofrecí la mano.

Buena suerte, hermano dije.

Garrett se puso de pie y rápidamente me envolvió en un abrazo, dando palmadas

en mi espalda.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

247 30 Mayo 2013

Nosotros creamos nuestra suerte respondió.

Asentí lentamente, me colgué la mochila en la espalda y salí de la habitación.

Julián me esperaba al pie de las escaleras, su rostro estaba pálido y sus uñas

estaban mordidas hasta la mitad... una masa de dedos sangrantes. El chico era la

viva imagen del nerviosismo.

Le di una palmada en la espalda.

Relájate susurré Todo saldrá bien.

Tragó saliva y asintió.

V-voy a v-vigilar tartamudeó.

¿Solo haces eso cuando estas nervioso? pregunte para distraerlo mientras

avanzábamos sigilosamente hacia los calabozos.

Estaba esperando la señal de Garrett, la distracción que el crearía para poner

manos a la obra.

¿Tartamudear? preguntó.

Asentí.

A veces también ocurre cuando estoy emocionado murmuró un poco

avergonzado.

Yo solía golpear cosas... o personas confesé.

Me miro y sus ojos se ampliaron con sorpresa.

¿En serio?

Asentí lentamente y sonreí.

Tuvieron que sacarme de los dormitorios comunitarios y darme una habitación

para mí solo porque siempre estaba peleando.

Tú eres el chico al que Maica ayudo a escapar dijo Y ahora volviste a entrar.

Sé que no parece tener mucho sentido respondí Pero haría lo que fuera por

Maica.

El chico asintió, como si comprendiera mi comentario.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

248 30 Mayo 2013

Una alarma sonó por todo el lugar, provocando que mis oídos silbaran y mi cabeza

palpitara. Agua comenzó a salir de los aspersores sobre el techo: Era la señal de

Garrett.

Casi chocamos con varios instructores en la carrera hacia las mazmorras.

Los estudiantes comenzaron a salir de sus salones y a reír y gritar debajo de los

aspersores. No pensé que reaccionarían así.

Mientras corríamos mantuve la vista en el suelo, ocultando mi rostro ya que un

desastre así podía provocar que el Albino dejara sus obligaciones unos momentos

y acudiera a ver lo que ocurría, y si me reconocía todo habría terminado antes de

comenzar.

Julián me hizo señas no muy discretas de que el lugar era seguro ¿Que maldito

concepto tenia este chico de discreción?

Puse los ojos en blanco y baje las escaleras. Mire hacia atrás y al ver que no me

seguía tuve que volver por él y tomarlo de la camiseta para que me siguiera al

lugar.

Se veía pálido y más nervioso que antes.

¿Estás seguro de esto? pregunte Aun puedes arrepentirte.

Q-quiero salir de aquí se limitó a responder.

Asentí y le hice señas para que me siguiera. El lugar al que habíamos llegado

estaba algo oscuro, solo unas luces parpadeantes sobre el techo nos dieron la

bienvenida. Y para mi gran sorpresa estaba vacío, los prisioneros no tenían

vigilancia. ¿En qué condiciones estarían como para que el Albino confiara en que

no escaparían?

Sacudí la cabeza para deshacerme de esos pensamientos.

Julián jadeo y mire hacia atrás para ver qué pasaba. Se había caído.

Volví sobre mis pasos y lo ayude a ponerse de pie.

¡Concéntrate! pedí. Lo último que necesitaba era cargar con un torpe nervioso.

Asintió y tragó saliva.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

249 30 Mayo 2013

El pasillo giraba a la izquierda y más luces parpadeantes nos recibían. Me recordó

el barco que describían en el libro de Aire Delgado; por las luces y los pasillos

tenebrosos, además de las puertas a los lados que podrían pasar por camarotes.

Pero no, eran celdas de tortura. Yo lo sabía.

Me gire hacia Julián y pregunte sonde estaban mis amigos.

Tercera y quinta puerta de la derecha susurró.

Quédate aquí y vigila ordené en voz baja.

Se irguió y miro a todas partes.

Una característica que me parecía interesante de este lugar era que las puertas solo

podían abrirse desde afuera... pero cualquiera podía abrirlas. Así de tanto

confiaban en sus patéticos sistemas de seguridad.

Sabía que Garrett se estaba haciendo cargo del sistema ahora, así que levante el

dedo medio y señale una cámara en el pasillo. Pude imaginarlo sonriendo y

negando con la cabeza.

Abrí la primera puerta que Julián había señalado. Adentro, hecho un ovillo,

temblando y con su cuerpo empapado estaba un hombre.

Me acerque lentamente y lo gire. Tenía marcas en las muñecas de cadenas y su cara

estaba hinchada por los golpes. Malcolm.

¡Hey! dije moviendo su brazo.

El hombre se quejó y giro de nuevo a su rincón.

Más te vale mover tu trasero mojado del suelo antes de que lo patee amenacé.

Abrió los ojos y me miro.

¿Dorian? susurró. ¿Estoy muerto?

¿Podrías imaginarte una visión más bonita que esta? Y no, no estás muerto,

además ni los ángeles se compararían conmigo bromeé

Se sentó sobre el suelo y entonces pude ver por qué estaba hecho un ovillo.

Había una herida con mal aspecto en su estómago, de esta ya no salía sangre...

pero se veía asqueroso.

Te estas pudriendo dije sin pensar.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

250 30 Mayo 2013

Es un alivio saberlo murmuró y se llevó la mano a la herida.

Esto iba a complicar las cosas, pero aun así debía sacarlo de ahí.

Ven lo anime Te ayudare a levantarte.

Me incline lo suficiente como para que pasara un brazo por mi cuello y así soportar

la mayor parte de su peso.

Los retrasare dijo y se tiro en el suelo de nuevo Ve y saca a Maica; Yo no poder

seguirles el paso.

¿Recuerdas aquel día que me retaste y el premio sería un pastel de chocolate?

Malcolm asintió Bien, hice lo que me pediste. Fui y baje los pantalones del

instructor frente a todos. Me gane un castigo por eso y cuando me estaba

recuperando de las heridas en la espalda tú me pediste perdón y dijiste que nunca

habrías creído que en realidad lo haría y luego te pedí ese pastel de chocolate.

No entiendo... murmuró.

Aun no termino replique Ya deberías saber qué tan obstinado puedo ser, y que

cuando digo que hare algo es porque realmente cumpliré. Así que ayúdame a

arrastrarte fuera de este lugar, porque no nos iremos sin ti.

Malcolm sonrió y se apoyó de nuevo en mí.

Lo lleve a donde estaba Julián quien rápidamente saco una camiseta de su mochila

y se puso a hacer una especie de vendaje sobre la herida de Malcolm.

Sonreí ligeramente. Julián no era tan inútil después de todo.

Tome una respiración profunda y abrí la otra celda.

Maica estaba sentado frente a la puerta, la luz del pasillo baño su rostro. Sus ojos

mirando al suelo y sus hombros caídos. ¿A quién quería engañar en esa posición?

Él estaba esperando que se le acercaran solo para atacar.

Carraspee ligeramente y levantó la vista.

Ese incomodo momento en el que tu estudiante favorito te rescata de prisión

dije.

Una sonrisa se extendió por sus labios.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

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¿Dorian? preguntó como si todo fuese producto de su imaginación. Luego negó

con la cabeza No te saque para que te volvieras a meter. Es peligroso.

Y yo no acepte que me sacaras para luego no poder volver por ti replique y me

cruce de brazos Ahora ponte de pie, debemos darnos prisa. La distracción de

Garrett solo durara unos minutos más.

¿Garrett? inquirió.

¿Eso es todo lo que harás? ¿Preguntar nombres? Porque tengo una lista

muuuuuy larga dije.

Puso los ojos en blanco y se levantó del suelo con torpeza. A diferencia de

Malcolm, el parecía estar en condiciones de escapar.

¿Te atacaron con la manguera del mal? pregunte y fruncí el ceño.

¿Manguera del mal? se burló y revolvió mi cabello No sé por qué me

sorprende que estén aquí. Garrett.... hace años...

Es mi amigo dije.

Maica me miro.

Me alegra que lo sean.

Ambos nos unimos a los otros dos. Saque ropa seca de mi mochila y se la ofrecí a

Maica para que se cambiara.

Ahora ya secos y con ropa limpia no tenían tan mal aspecto... eso sin mencionar la

herida de Malcolm que había comenzado a sangrar por encima del vendaje.

Por un momento... murmuró Maica Creí que estaba muerto y que eras

Alexander.

Lo mire. Sus ojos brillaron con el recuerdo de una época diferente, una etapa en la

que cuatro amigos se divertían a costa de todo.

Tendré que hablar contigo cuando salgamos de aquí fue todo lo que pude

responder.

Maica se colgó al herido; soportando la mayor parte de su peso.

Gracias al cielo que Malcolm no era un hombre muy grande. Más bien delgado y

una estatura promedio, con su cabello corto y negro.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

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El hombre se quejó cuando lo movieron, pero arrastro los pies hacia la salida.

Me coloque al frente y Julián cerrando la marcha.

No había nadie en el pasillo y les hice señas para que me siguieran.

¿Dónde rayos estaba la seguridad? ¿Qué clase de distracción había creado Garrett?

Seguimos corriendo hasta llegar a las escaleras donde subimos cautelosamente...

El internado seguía siendo un alboroto, con los aspersores tirando agua, pero las

alarmas se habían callado.

Nos apresuramos a la salida; no quite la vista de la puerta de madera... llamaría

demasiado la atención el salir por ahí.

Pero según lo planeado usaríamos una de las ventanas que daban al bosque y de

ahí directo a la muralla por donde podríamos salir a las motocicletas y...

Negué con la cabeza, no debía adelantarme a los hechos, solamente tenía que

pensar en el momento.

Nos escurrimos entre los estudiantes y algunos instructores.

Al fin llegamos a la ventana. Primero salió Maica y entre Julián y yo ayudamos a

Malcolm para que el ex- cocinero lo atrapara del otro lado. Luego salto el chico

nervioso y al final yo. No desperdicie ni una mirada más en el internado. Volvería,

pero cuando fuese el ataque y entonces sacaría a los niños de aquí, esa sería mi

prioridad, no tenían por qué morir más inocentes.

¡Dorian! me llamó Maica entre dientes.

Asentí y corrí detrás de ellos. Me sentí aliviado de que ahora Maica se hiciera cargo

del escape, no era por el hecho de desplazar la responsabilidad, si no que él era

mejor en estas cosas que yo.

Julián sostenía a Malcolm cuando llegamos al muro.

De nuevo fue primero Maica.

Escuche como pasos se acercaban detrás de nosotros.

Déjenme dijo Malcolm mientras se ponía de pie Voy a distraerlos.

Claro que no repliqué y lo obligue a darse la vuelta Tu y Julián saldrán por ese

agujero e irán directo a la Resistencia.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

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Malcolm sonrió.

Maica siempre dijo que eras igual que tu padre, no lo conocí, pero debió haber

sido un gran sujeto habló con voz débil Estoy mal. Puedo sentir como se me va

la vida, y quiero que mi muerte valga la pena... que signifique algo. No quiero

morir atado a una cama de hospital en la Resistencia. Déjame ir pidió.

Julián me miro.

Vete le dije y señalé el hueco.

El chico obedeció y rápidamente vi como sus pies se perdían del otro lado del

muro.

No puedo... comencé a decir.

Eso es nuevo bromeó Tu nunca te quedas sin palabras.

Trate de sonreír, pero salió patético. Negué con la cabeza.

No me pidas que haga esto suspiré Yo... yo...

Vete.

Los pasos se escuchaban cada vez más cercanos...

Tendrán armas y no se van a detener, nos mataran y luego irán por Maica y el

chico ¿Es lo que quieres? ¡Vete!.

Cerré los ojos con fuerza para reprimir las lágrimas y luego los abrí de nuevo.

Fuiste un gran amigo. fue todo lo que pude decir.

Cuando llegue a este lugar... conocí a un hombre, un anciano. El solía decir que

cuando morimos nos convertimos en estrellas para poder vigilar a quienes

amamos. Ahora vete y vive con eso, Dorian.

Lo abrace y me despedí de él.

Gracias dije y me arrastre por el hueco.

Alguien tiro de mis brazos hacia afuera y deje que lo hicieran.

Julián tomo mi mochila y la subió a una de las motocicletas.

¿Y Malcolm? preguntó Maica.

Negué con la cabeza.

El no quiso... no terminé la frase.

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Siempre pensó que el sacrificio sería una muerte gloriosa.

Sorbí por la nariz.

Y tiene razón. respondí. Tenía, me obligue a pensar.

Hay que respetar su decisión... Maica revolvió mi cabello y me indico que

subiera a la motocicleta.

Tres cosas ocurrieron:

Uno. Se escuchó la alarma sonar de nuevo.

Dos. Detonaciones del otro lado del muro.

Tres. Me di cuenta de que el sol estaba en su punto más alto.

Garrett había dado la alarma.

Cada quien subió a una motocicleta diferente y anduvimos por el desierto en

silencio. Respetando la memoria de aquel amigo caído.

Llegamos al lugar con las cabezas bajas.

Me habían ordenado sacar a dos hombres del lugar y lo hice... solo que no todo fue

muy bien.

Apenas habíamos cruzado la puerta hacia la Resistencia cuando los ojos de Maica

brillaron y una mujer gritó su nombre.

Beatriz bajo corriendo la colina y se lanzó a los brazos de mi mentor.

Y luego ellos se besaron y empezaron a decirse cosas cursis.

Sonreí para mí y camine alejándome del grupo.

Fue cuando la vi, al pie del camino. Violeta me miraba, en sus ojos había una

especie de lucha interna. Vi cruzar por ellos el alivio de saberme a salvo, el enojo

por haberla dejado sola, la tristeza de la situación, la felicidad, y de nuevo enojo.

Le regale una sonrisa. Todo el cansancio se esfumo en cuanto la mire, ya no me

sentía fatigado.

Esperaba una bienvenida como la de Maica y Beatriz, un beso que me dijera que

todo estaría bien. Pero cuando ella estuvo cerca no fue un beso lo que me recibió.

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Fue un golpe fuerte, en la mandíbula. Su puño se estrelló en mi cara.

Me lleve la mano a la zona adolorida.

¿Qué rayos te...? no terminé la pregunta.

¡¿Volveré?! ¿Eso es todo lo que tenías que decirme? ¿Después de todo por lo que

pasamos y simplemente dejas una nota? ¡Una maldita nota! gritó.

Violeta me arrebató la mochila que cargaba sobre mi espalda y empezó a

golpearme con ella.

¡Tu! ¡Inconsciente! ¡Tu...! ¡Pedazo de asno! me insultó una y otra vez sin dejar de

golpearme.

Basta dije.

Violeta no hizo caso.

Basta repetí, tome la mochila y la arroje al suelo.

No la culpaba por comportarse así, debió haber pasado horas, días horribles de

angustia para desquitarse de esta manera... era el hecho de que estábamos ganando

público lo que me molestaba.

La cargue sobre mi hombro y nos alejamos del grupo mientras Violeta pataleaba y

me gritaba improperios.

Cuando sentí que estuvimos lo suficientemente alejados del grupo la deje en el

suelo.

Ella se sacudió la ropa y me fulmino con la mirada. Alzo un dedo amenazante y

me apunto a la cara.

¡Tu...! se interrumpió y bajo el dedo. Después me dio la espalda y anduvo a

paso rápido.

¡Espera! pedí y la alcance. Violeta se giró para verme.

¿Para qué? ¿Eh? ¿Para qué quieres que espere? ¿Para qué te lleves todo lo que me

queda y luego dejarme sola? ¿Eso es lo que quieres? ¡Pues bien! ¡Llévatelo y

déjame en paz! gritó.

Me dio la espalda y se fue.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

256 30 Mayo 2013

No pude hablar, las palabras se quedaron en mi garganta.

¡Siempre tratando de protegerla de todo y quien más la lastimo fui yo!

¡Idiota! ¡Imbécil! ¡Estúpido!.

Ahogue un grito y la seguí, cualquier cosa con tal de ser perdonado.

Camine detrás de ella hasta que llego y entro en su pequeña cabaña. Y luego cerró

la puerta en mi cara.

Me senté sobre el suelo y me recargue en la pared. Aquí me quedaría hasta que ella

saliera, porque tendría que hacerlo algún día ¿O no?

Los sonidos del bosque solo estaban haciendo que sintiera sueño... mis parpados se

caían de cansancio, pero aun así no me iría.

Deje que mi cabeza descansara sobre la pared y me quede dormido.

¿Dorian? preguntó una voz masculina. ¡Dorian!

El dueño de la voz movió mi hombro para que despertara.

¿Humm? respondí.

¿Ya estas despierto?

¿Qué quieres...? abrí los ojos e interrumpí la frase.

Pensé que quien me despertaba era Garrett, pero los recuerdos acudieron a mi

mente de forma rápida.

La infiltración en los internados.

La huida del calabozo.

La muerte de Malcolm.

La llegada a la Resistencia.

Los ojos color bronce de Julián me observaban fijamente. Me había olvidado por

completo de él.

¿Qué pasa? pregunté sintiéndome más despierto.

Tenemos que entregar la información murmuró.

Era verdad, el disco azul que me había dado Garrett aún estaba en mi mochila, la

cual estaba en las manos de Julián.

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257 30 Mayo 2013

¿De dónde sacaste mis cosas? interrogué.

Se encogió de hombros y medio sonrió.

Cuando la chica bonita vino a golpearte la dejaste caer al suelo y la levante

explicó.

Fruncí el ceño en su dirección.

Se llama Violeta refunfuñé ¡Y estoy enamorado de ella! grité en dirección a la

puerta.

Julián dio un respingo porque el grito lo tomo por sorpresa.

¡Vete! gruñó Violeta desde dentro.

Puse los ojos en blanco y me levante. Si quería que ella me perdonara debía hacer

algo más que solo quedarme del otro lado de la puerta.

Saque el disco y se lo di a Julián.

Ve y busca a Mildred, ella sabrá qué hacer con la información. Es la encargada de

dirigir los invernaderos. No se lo des a nadie más. Si preguntas las personas te

dirán como llegar al lugar expliqué.

No quise pensar en Mei... antes ella era la encargada de los cultivos, pero...Mildred

resulto ser la más capacitada para hacerse cargo del trabajo, en este lugar no había

tiempo para llorar las perdidas.

¡¿Yo s-solo?! exclamó tartamudeando.

Si, tu solo. Ya es tiempo de que aprendas.

¿Tú que harás? preguntó cruzando los brazos.

Mire hacia la puerta.

Algo mucho más importante.

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CAPITULO 33

Deje que el enojo cediera y lo golpee. Yo no quería hacerlo, hasta había planeado

que ignorarlo iba a ser peor para él que el hecho de verme enfadada.

Frote mi cara sintiéndome frustrada.

No le abriría la puerta. Punto. Se lo merecía.

Ya no escuchaba las voces desde afuera, de seguro ya se había ido, pero ¿Quién era

ese nuevo chico? Su piel era tan pálida como para saber que vivía en el Internado.

No había muchas cosas que hacer en mi departamento y estaba harta de pasarme

la vida encerrada en él. Solo que no quería salir y encontrarme con Dorian en la

Resistencia.

Menudo bruto. Pude ver en sus ojos como esperaba un recibimiento como el de

Maica y Beatriz que a decir verdad me tomo por sorpresa, ya que nadie sabía que

había algo entre ellos.

Beth no me había dicho absolutamente nada... aunque pensándolo bien, yo no

sabía muchas cosas sobre ella.

Asome la cabeza por la ventana solo para ver que Dorian ya no estaba.

Salí rápido por la puerta y me dirigí a las casas de árbol. Necesitaba hacer algo, lo

que fuera.

Ayude a Abel con algunas cosas para las personas que se ocultaban en el bosque.

También hice algunos favores para los habitantes y por ultimo me encontré con

Melanie.

La niña me había dicho que Dorian había vuelto de su encrucijada y luego me vio

reaccionar de esa manera tan poco madura. Al parecer no le importaba ya que me

sonrió y corrió hasta donde estaba para tomarme de la mano y llevarme con ella.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

259 30 Mayo 2013

¡Tienes que ver esto! exclamó.

Si, lo veré. Pero ve más despacio, vamos a caernos.

¡No! respondió ¡Pasara rápido!

Y con esa afirmación fue que adapte mi paso al suyo.

Llegamos a un lugar donde tuvimos que escalar a uno de los arboles más grandes.

Seguí a Melanie en todo momento, tanto para evitar que se callera como para

perderme.

Cuando llegamos a la copa de los arboles pude ver que la mayor parte de los

habitantes de las casas de árbol también habían subido.

¿Qué está pasando? pregunté.

Ella sonrió.

Algo maravilloso. Solo pasa esta fecha, y no sé porque añadió encogiéndose de

hombros.

Luego el sol se ocultó dejándonos en las sombras. Solo hubo oscuridad por unos

minutos... y después pequeñas luces comenzaron a encenderse por todas las copas

de los arboles; era hermoso, fantástico, asombroso.

La mayor parte del bosque estaba siendo iluminada por luciérnagas, por esos

diminutos animales que nos prestaban su luz. Ellas se combinaban con la luz de la

luna y nos dejaban ver una de las muchas maravillas que la naturaleza podía

regalarnos.

Reí sin poder evitarlo. Pero luego me asalto un pensamiento; la idea de que me

gustaría compartir esto con Dorian y ver como las luces se reflejaban en el azul

zafiro de sus ojos.

Negué con la cabeza y mire a Melanie. La niña parecía absorta en el espectáculo.

No quise sacarla de su Nirvana y baje del árbol yo sola para dirigirme a mi

habitación.

No me encontré con muchas personas en el camino, y a las que vi simplemente las

salude y me aleje rápido. No tenía ganas de muchas cosas.

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260 30 Mayo 2013

La cabeza me palpitaba y había un hueco permanente en mi pecho que ya no podía

ignorar. Me tire sobre la cama y llore hasta quedarme dormida.

Algo estaba raspando la puerta. El sonido se llevó mis preciosos momentos de

sueño.

Abrí los ojos y me senté en la cama. ¿Ahora qué pasaba?

Había dejado la puerta abierta para que Mel pudiera llegar a dormir, pero a juzgar

por la posición del sol y por lo frio de su lado de la cama, la niña no había llegado a

dormir.

¿Quién está ahí? pregunté en dirección a la puerta.

Cuando nadie respondió me levante de la cama lentamente y me acerque al lugar

del ruido.

Por debajo de la puerta habían deslizado un sobre. Fruncí el ceño. Eso era extraño.

Mire por la ventana y sonreí. Dorian estaba loco.

Salí rápidamente para encontrarme con flores, cientos de ellas cubriendo la entrada

a mi casa. Estaban en el porche, en las ventanas en la puerta... por todas partes.

¡De seguro había vaciado el campo completo!

Sabía que esto había sido hecho por él y por nadie más, porque quería ser

disculpado... pero necesitaba algo mucho más que esto solo para hacerme sentir

bien. Fue entonces cuando tome el sobre, lo abrí y me senté en la cama para leerlo.

Violeta:

Mi querida Violeta.

Vi, Vi, Violeta... ¿Habías escuchado algo más bonito que tu nombre? Yo no, y si lo he

escuchado no puedo recordarlo.

Ya sabrás que solo soy un ser que es pésimo para la poesía, aunque si miras por la ventana

te encontraras con la sorpresa de lo que un hombre desesperado es capaz de hacer por amor.

Siempre procurando protegerte y cuidarte de las personas, de lo externo que puede

lastimarte tan fácilmente porque pareces tan frágil como una flor. Y sin darme cuenta... el

único idiota que te ha dañado tanto es aquel que intentaba resguardarte. Es aquel que

merece el peor de los castigos y se lo estás dando con tu silencio.

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261 30 Mayo 2013

Ese pobre infeliz que ahora no encuentra una razón para hacer las cosas, porque aunque te

cueste creerlo, tú eres esa razón. Lo único que él cree que vale la pena, aquello que lo

mantiene atado a este mundo y a su propia existencia.

Y sin ti... sin ti ¡Me aterra pensar en eso! ¿Te has preguntado qué haría esa persona sin ti?

Yo sí, y tengo miedo de la respuesta.

Antes de ti estaba vacío porque antes de ti no sabía que es el amor.

Y no puedo imaginar una vida sin ti en ella, la idea simplemente me hace sentir destrozado.

Y Violeta... No te pido que aceptes a este loco sin remedio, porque de seguro en cuanto

termines de leer esto él estará haciendo alguna locura o por lo menos pensando en una. Sé

que tratar conmigo no es ni será fácil porque... ¡Por Dios! ¡Soy un maldito desastre! Pero

no puedo si no estás ahí, porque simple y sencillamente tú eres mi razón para seguir.

Si acaso me atrevo a soñar con un mundo mejor es porque te imagino ahí conmigo. Y

pueden ofrecerme todos los nuevos mundos que quieran, pero si no estás tú, simplemente

los rechazaría porque el estar sin tu presencia solo puedo compararlo con algo tan horrible

como el infierno.

No quiero vivir en un mundo en el que no estás conmigo ni yo contigo.

Quiero que sepas que soy tuyo, te pertenezco completamente sin importar tu decisión...

Quiero que seas feliz. ¿Es tan difícil de comprender? Solo quiero tu felicidad; y cada una de

las decisiones que he tomado solo ha servido para hacerte infeliz...

Me despediré ahora, porque es imposible que ponga exactamente todos mis pensamientos

en esta carta. Quizá un libro podría ser suficiente...

Con todo el amor que poseo.

Dorian.

Apreté la carta entre mis manos.

¿Qué hacer? ¿Disculparlo simplemente? ¿Correr a sus brazos?

Estaba enfadada, furiosa. Pero era verdad que yo tampoco podía imaginarme un

mundo sin Dorian en él.

Deje la carta sobre la cama y me apresure hacia la salida.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

262 30 Mayo 2013

Limpie las lágrimas con una mano. Mi visión quedo obstruida por una fracción de

segundo y sentí que choque con alguien.

Mire a la persona y trague saliva. ¿Qué hacia el en mi casa?

Lo mataste acusó Derek con voz tan fría que me heló la sangre.

¿Qué? pregunté y retrocedí.

El avanzó el mismo paso que yo había desandado.

Lo has matado.

No sé de qué me estás hablando.

Era el último soldado. Lo último que teníamos para sacar información y tú lo

asesinaste.

Estaba hablando de Esteban, el hombre torturado.

El sufría dije.

Derek sonrió con sed de sangre y me miro.

Debiste haberlo negado comentó.

Solo entonces me di cuenta de mi error. Él no tenía la certeza de que yo lo había

hecho y ahora se lo confirme.

Trague saliva sintiéndome asustada.

El ya no tenía nada expliqué Su dolor no te haría sentir mejor, y Esteban... el

solo estaba sufriendo, no tenía información que darte, porque si la tuviera las

torturas habrían sacado la verdad...

¡Tú no sabes nada! gritó interrumpiéndome.

Retrocedí otro paso y el avanzó hacia mí.

¡No sabes a cuantos de nosotros se han llevado para hacer lo mismo! Ellos han

tomado más de nosotros que nosotros de ellos. Son tiempos de guerra y si no

puedes comprenderlo es mejor que tomes tus cosas y te largues de aquí espetó.

¿Irme? ¿Yo? ¿A dónde? Negué con la cabeza.

Malcolm Derek negó Han matado a tantos de mis amigos... de mi familia que

ya ni siquiera me da pena acabar con sus vidas.

Yo... no termine la frase.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

263 30 Mayo 2013

Derek me golpeo tan fuerte en la cara que me hizo caer al suelo.

Saboree la sangre en mi boca y sacudí la cabeza para lidiar con el aturdimiento.

¡¿Crees que haces lo correcto?! preguntó.

Asentí lentamente.

Derek atrapo mi cabello en su mano y tiro de el para que me levantara.

Habrá que mostrarte disciplina gruñó y me golpeo de nuevo en la cara.

Caí sobre el suelo una segunda vez. Él se acercó, pero no me levanto de nuevo, si

no que tomo impulso y estrello una patada justo en mi estómago, provocando que

el aire abandonara mis pulmones. Me levanto lentamente y estrelló mi espalda

contra la pared, haciendo que soltara un quejido. Puso su mano alrededor de mi

cuello. Sentí como el aire se cortaba de tajo. Empecé a hacer ruidos extraños por la

falta de oxígeno.

Derek hizo su pierna de nuevo hacia atrás para patearme.

¡Basta! gimió una voz detrás de él ¡Por favor basta! ¡Papá! No le hagas daño

pidió Melanie.

La niña tenía los ojos bañados en lágrimas.

¡Vete! rugió Derek.

El hombre estaba tan fuera de sus casillas que sentí pánico de lo que pudiera

hacerle a Melanie si no obedecía.

Mel balbucee Vete.

Ella me miro.

Por favor pedí entre jadeos. Sangre salió de mi boca.

La niña corrió y cruzo la puerta rápidamente para perderse fuera del

departamento.

Una sabia decisión dijo Derek y me pateo de nuevo. ¿Con que mano lo hiciste?

¿Eh? preguntó y me lanzó de nuevo contra el suelo. El golpe de la caída me dolió,

pero por lo menos ya podía respirar.

No pude evitar quejarme. ¿Cuánto tiempo llevaba esto? ¿Minutos? ¿Horas? ¿Días?

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

264 30 Mayo 2013

Había mucho dolor en todas partes. Fue entonces cuando piso mi mano derecha

tan fuerte que pude escuchar como algo crujía dentro de ella. Grite de nuevo.

Me golpeo en la cara de nuevo; hizo su mano hacia atrás para hacerlo otra vez,

pero esta quedo suspendida en el aire.

Alguien lo tomo por los hombros y lo alejo de mí.

No podía ver muy bien las cosas, pero había cuatro personas más en mi habitación.

¡Violeta! exclamó alguien.

Abrí los ojos lentamente. Ahí estaba Beth, junto con Maica y Dorian. Melanie se

ocultaba detrás de Beatriz, la niña había ido por ayuda.

Dorian se lanzó contra Derek, pero Maica le impidió avanzar y lo empujo en otra

dirección.

¡Déjalo! gritó Maica Ve con Violeta.

Al parecer no pudo haberle dicho nada mejor, ya que las facciones de Dorian

pasaron de furia a terror en solo unos segundos.

Maica se dedicó a sacar a Derek del lugar.

Melanie lloraba a más no poder, trate de sonreírle, pero creo que no salió muy bien

ya que lloro aún más fuerte.

Dorian me alzo en brazos y fue entonces cuando me deje llevar por la oscuridad.

Abrí los ojos... escuchaba voces lejanas. Tenía esa sensación como cuando estas

debajo del agua y las personas hablan, pero no puedes escuchar bien porque la

presión en tus oídos lo impide.

Sabía que estaba en los brazos de Dorian, pero solo eso...

Me deje llevar por la oscuridad de nuevo.

Había dolor. Mucho dolor. Ni siquiera recuerdo algo tan doloroso como esto. ¿Así

era estar muerta? No, la muerte debía ser tranquila, pacífica y conciliadora. No

dolorosa y terrorífica.

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265 30 Mayo 2013

Trate de llevarme la mano a la cara, pero un dolor punzante me recorrió todo el

brazo.

Sollocé sin poder evitarlo.

Shhh dijo una voz Tranquila, ya todo está bien.

Abrí los ojos y me encontré con una mirada preocupada. Unos ojos perfectamente

azules me observaban.

Me lleve la mano izquierda a la cara para frotarla, no podía mover la derecha por

alguna razón... Mire mis dedos, los de aquella mano que Derek había pisado con

tanta saña y ahogue la respiración.

¿Cuánto tiempo he estado dormida? pregunté. De todas las dudas que

inundaron mi mente esa fue la que decidí hacer saber primero.

Unos minutos. respondió Dorian.

Pude ver como reprimía sus sentimientos.

Estoy bien susurré a pesar de que no era cierto.

Incluso el hablar, es más, el parpadear me estaba constando trabajo.

Dorian resopló una risa seca, fría.

¿Que estas bien? inquirió Ese maldito casi te mata y tu vienes a decirme que

estas bien.

Baje la mirada hacia mi mano derecha de nuevo. Estaba inflamada y adquiriendo

un extraño color purpura.

Beatriz primero atendió tus costillas ¿Tienes idea de cómo te dejo realmente? Y

ahora que estas despierta tendrás que ver como limpiara y cosera las heridas de tu

cara y Nick va a acomodar tus dedos esperando no hacerte daño... Ahora dime

¿Que tan bien estas?

No pude siquiera mirarlo.

¿Qué paso con Derek? pregunté.

¿Te preocupa? escupió las palabras.

Solo quiero saberlo me defendí.

No lo he visto. Maica se lo llevo a otra parte gruñó.

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266 30 Mayo 2013

No debes culparte dije por fin.

Dorian se llevó las manos a la cara y luego las arrastro por su cabello.

¿Y por qué no? ¡Cada vez que te dejo sola sucede algo así! se exaltó.

Pero no es tu culpa... yo soy débil. me mordí el labio.

¡Despertó! anunció el chico que trabajaba en el hospital. Evan era su nombre.

Rápidamente Beth y el doctor Nick se acercaron a mi camilla.

Dorian ya no respondió.

Violeta dijo el médico Tengo que terminar de curarte y quiero que tú seas

quien decida... los anestésicos que tenemos en el hospital son pocos y los

guardamos para emergencias... pero si tú quieres podemos usarlos en ti.

No me apresuré a decir Pueden hacerlo así... no es necesario que desperdicien

nada.

Dorian me regalo una mirada de incredulidad.

Respire profundamente cuando Nick tomo mi mano entre las suyas para acomodar

mis dedos.

Yo sabía que eso dolería, pero nunca me imaginé que fuese algo tan horrible.

Respire agitadamente y arquee la espalda cuando Nick hizo que uno de mis dedos

volviera a su lugar.

Dorian sujeto mi otra mano con fuerza cuando comencé a gritar por el dolor. El me

susurraba cosas para hacerme saber que todo terminaría rápido.

Y como un regalo del cielo; la inconsciencia me llevo de nuevo.

Abrí los ojos como por milésima ocasión.

Ya no había tanto dolor... excepto cuando me movía. O cuando inflaba el pecho

para respirar.

Sabia sin necesidad de verme en un espejo que mi cara tenia gasas, mi tórax

vendas y mi mano... la eleve para tenerla ante mis ojos; estaba envuelta en un

vendaje y la punta de los dedos que era lo que alcanzaba a ver ya tenía un color

normal y no el purpura enfermo de antes.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

267 30 Mayo 2013

Suspire de alivio al percatarme de que no estaba tan mal, pero el movimiento del

pecho me obligo a hacer una mueca de dolor.

A un lado de la camilla, sobre una silla estaba dormido Dorian.

A pesar de estar en sueños su semblante no estaba relajado... parecía tener

pesadillas.

No se ha separado de ti dijo una voz masculina.

Ahí estaba Evan, el chico que trabajaba en el hospital.

No esperaba que lo hiciera dije ¿Cómo están los demás?

Se encogió de hombros.

Nick y Beth estaban preocupados, pero al ver que no paso de unas cuantas

fracturas se relajaron y al atenderte pues bueno, te pondrás mejor. Y Dorian...

bueno, el amenazó con ir a cortar la cabeza de Derek.

Di un respingo. Él no podía hacer eso ¿Verdad?

−Gracias por todo− susurré.

Evan negó con la cabeza.

−No importa. Ese es mi trabajo… mi pequeña aportación a todo este lugar.

Sonreí para él... aunque el movimiento de mi cara me hizo sentir más dolor.

Dorian se removió y abrió los ojos.

−Hola− murmuró con voz pastosa.

Evan nos dedicó un asentimiento de cabeza y se fue.

−Te ves horrible− le dije a Dorian.

Frunció el ceño.

−No la he pasado muy bien últimamente− respondió con amargura.

− ¿Qué fue lo que paso cuando te fuiste?− pregunté.

Dorian se llevó las manos a la cara y rompió a llorar.

Me quede sorprendida por eso… ¿Por qué lloraba? ¿Qué pudo haber sido tan

horrible? Además de mi paliza, claro.

Acaricie su cabello hasta que se calmó un poco y pudo mirarme.

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268 30 Mayo 2013

Sus ojos pedían disculpas, además de apoyo y por primera vez me di cuenta de

algo esencial.

Del por qué el destino había decidido juntarnos aquel día a través de los muros:

Dorian era una persona rota. Incompleta. Un ser humano que se sentía fuera de

tono en todo; igual que yo.

Tome su barbilla y lo obligue a mirarme fijamente.

−Quiero que me cuentes todo− dije midiendo las palabras− Sin omitir nada. Ya no

tienes que tratar de protegerme de las cosas. No eres el filtro para que la

información llegue a mí.

Asintió lentamente, se tragó el nudo de su garganta y hablo.

Me conto absolutamente todo:

Los planes con el grupo de Derek. La infiltración en los internados. De cómo estaba

preocupado por los niños del lugar. De Julián, su nuevo amigo.

Mi corazón salto de alegría cuando me hablo de los lugares habitables fuera de la

Resistencia y de los Internados. Eran sitios libres donde podíamos vivir

tranquilamente el resto de nuestras vidas.

Sentí un nudo en el estómago cuando me dijo lo que le sucedió a Malcolm. Como

el hombre se quedó atrás para no retrasarlos más.

No lo conocí. Pero Dorian se trabo varias veces cuando me hablo sobre el… que…

que sentí como si la perdida fuera algo personal.

¿Qué puedes decirle a una persona que pierde un ser querido? ¿Cómo consuelas a

alguien cuyo amigo está muerto?

Me sentí una completa inútil de solo poder darle unas cuantas palmadas en la

espalda.

Al fin, Dorian respiro profundo y me miro.

−Tu turno− dijo.

Trague saliva y le narre muchas de las cosas que me sucedieron.

Como ayude a Esteban a morir. El enfrentamiento con Valentina. El bosque con las

luciérnagas… No había hecho mucho, a decir verdad.

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Por supuesto que omití la parte en la que desperté sola y llore en la playa. El no

merecía saberlo.

Dorian cerro los ojos y recargo la cabeza en el respaldo de su silla.

−Lo deje a morir. Era mi amigo y lo deje− susurró.

−Le hiciste un favor…

Negó con la cabeza.

−No− resopló una carcajada− Yo tenía miedo. Estaba aterrado de que los Guardias

llegaran y nos mataran a todos. Estaba asustado de que descubrieran a Garrett y la

operación se viniera abajo. Aun me tiene nervioso esa parte.

−Creo que entiendo…

−No, no entiendes− dijo interrumpiéndome− Todo eso me asusta, me tiene

aterrado. Pero cuando llegue y te encontré ahí sobre el suelo, bañada en sangre…

ese ha sido el peor sentimiento que he experimentado… yo… incluso pensé que

estabas muerta, pero sonreíste… te veías realmente mal, y aun así trataste de

sonreír para Melanie…

Mire mis manos sobre la cama para no verlo a los ojos.

−Ven aquí− dije después de un momento.

El levanto la cabeza con un semblante aturdido en su rostro, como si le

sorprendiera mi proposición.

Me ayudó a hacerme a un lado con mucho cuidado. Trate de no quejarme, pero no

pude hacer más que reprimir jadeos.

Dorian se recostó a mi lado y apoye la cabeza sobre su pecho.

−Lamento que tengas que pasar por todo esto− dijo.

−Y yo lamento que no puedas ver que no me importa.

Resopló una carcajada contra mi cabello.

Me estaba quedando dormida cuando se escucharon pasos.

Sentí que Dorian tenso su agarre sobre mí, como si el visitante fuera un enemigo o

alguien tratando de hacerme daño.

Nick, el médico de la Resistencia carraspeó para atraer nuestra atención.

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Lo salude con una sonrisa y Dorian bajo de la camilla donde estábamos abrazados.

−Violeta− dijo Nick con voz muy seria− Necesito hablar contigo.

Asentí lentamente y me senté sobre la camilla. Me dolían las costillas, los dedos…

¡Qué va! Me dolía hasta el cabello.

−A solas− agregó mirando a Dorian.

El aludido sonrió cínicamente.

−Si crees que la volveré a dejar sola estas muy equivocado− replicó.

−No tengo problema en que escuche− dije rápidamente.

Dorian miro al médico y enarcó una ceja para retarlo a contradecirlo.

Nick negó con la cabeza.

−Bien. Como quieras− dijo.

El chico de los ojos azules cruzo los brazos sobre el pecho con aire triunfante.

El medico tomó una respiración profunda y se sentó.

−Beatriz me comentó algo, sobre que los sueros de control de población no

funcionan contigo. También me hablo que los de dentro de los muros quisieron

hacer pruebas contigo, pero que sus sueros tampoco surtieron efecto. Me

preguntaba por qué… Espero que no te moleste, pero te tome una muestra de

sangre mientras estabas dormida.

− ¿Cómo no va a molestarle?− interrumpió Dorian.

− ¡Basta!− le pedí antes de que agregara algo más− Quiero escuchar lo que tiene

que decir, y si no te vas a comportar será mejor que te vayas− dije.

Me miró con incredulidad, pero refunfuñando se quedó callado.

Mire a Nick para que siguiera con su explicación.

−Los Sueros… estos funcionan con todas las personas… incluso con aquellos que

no están dañados genéticamente. Pero tú no pareces entrar en ninguna de las dos

categorías. No eres una deforme, eso está claro, pero tampoco eres pura

genéticamente. Tu sangre… todo en ti parece algo fuera de lugar. Trate de hacer

funcionar tus muestras con otros Sueros, pero no ocurrió nada, al principio quiere

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haber un cambio, pero tus genes lo rechazan y continúan como siempre.− explicó

Nick.

Fruncí el ceño.

−No comprendo…

El medico medio sonrió.

−Puede que en tu sangre encontremos la cura para aquello que nos ha estado

atormentando por generaciones.

Abrí los ojos de par en par.

Garrett me había dicho que no mencionara nada de esto a nadie, ya que ellos

querrían aprovecharse de que yo era una persona sana y me sacarían hasta la

última gota de sangre, experimentarían conmigo…

Mire a Dorian.

− ¿Qué hay con él?− pregunté− Dorian también viene de dentro de los muros.

Quizá en sus genes…

−Tal vez− concordó Nick mirando al aludido.

Dorian negó con la cabeza rápidamente.

−No te dejare meter agujas en mis brazos.

−Es una posible cura− repliqué.

−Posible, una muy remota posibilidad− alegó.

−Violeta− me llamó Nick. Ignorando por completo nuestra discusión− Si tú

quieres, solo si aceptas, me gustaría hacer más pruebas y saber por qué eres

diferente, no sé, tal vez hasta probar alguna cura… Evan y yo podemos

desarrollarla…

−No− dijo Dorian tajante.

Le fruncí el ceño.

− ¿Disculpa?− dije con sarcasmo− Si mal no recuerdo es mi sangre y mi decisión y

si yo quiero ayudar a estas personas solo depende de mí.

−Pero…

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−Pero nada. Tú has tomado decisiones por el bien de los demás que me han

lastimado. Ahora yo tomare las mías.

Sus ojos se tornaron fríos y sus facciones no me dijeron nada.

−Bien− gruñó y salió del hospital.

−Hazlo− le respondí a Nick− Hagan lo que sea necesario para tener la cura.

El doctor no podía ocultar su emoción, sus ojos brillaron y una radiante sonrisa

ilumino su rostro.

Era una pequeña gota de esperanza en medio de la tempestad.

Solo había guerra por todas partes, familias destruidas, muertes, personas

deformes, odio… si estaba en mis manos el acabar con esto entonces lo haría.

−En cuanto te sientas mejor empezaremos.

Y con esas palabras me dejo sola en el lugar.

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CAPITULO 34

¡Me lleva el diablo!

Habían pasado tres días desde la discusión con Violeta, aquella estúpida pelea en

la que decidió sacarme de sus planes.

Mi lista de preocupaciones estaba aumentando.

1.- Violeta me sacaba así como así.

2.- Garrett no había dado la señal. Se suponía que solo tenía tres días desde nuestra

partida para darla, pero no lo hizo. Me preocupaba lo que pudo haberle pasado a

mi amigo.

3.- Maica estaba demasiado ocupado pasando tiempo con Beatriz como para ver

que las cosas en la Resistencia se estaban saliendo de control.

4.- Valentina me acosaba con preguntas sobre la misión. Preguntas a las que

respondía con evasivas.

5.- Julián y Mildred establecieron una especie de “amistad” en la que por supuesto

que yo no estaba contenido. Incluso me dejaron fuera de la manipulación de la

información que sacamos de los Internados.

6.- No tenía noticias de Derek, ya que nadie me decía dónde estaba y eso me sacaba

de quicio. Él debía pagar por lo que le hizo a Vi.

En fin. Me sentía asfixiado.

Y no podía hablar ni con Maica o incluso Julián sobre mis preocupaciones con

respecto a Garrett y la misión ya que ninguno estaba para mí ahora. Cada quien

iba de aquí para allá con su respectiva pareja.

Y luego estaba yo. Sin Violeta.

No se lo diría, pero estaba molesto con ella por haberme sacado así como así.

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Pero tenía razón. Yo había tomado mis decisiones y debía respetar las de ella por

muy locas que fueran.

Estaba dispuesta a que la secaran con tal de ayudar a los demás.

Por lo menos yo no quería morir por la causa. Yo quería vivir para ofrecerle un

mundo mejor. Eso era todo.

Ahogue un grito y corrí lo más rápido que pude hacia la cocina. Necesitaba hablar

con Dabria sobre todo. Porque incluso necesitaba decirle a mi madre como me

sentía sobre la muerte de Malcolm, sobre los niños a los que enseñe a leer, el como

no podía dejarlos morir o salir lastimados en medio de la guerra que se armaría

cuando los rebeldes atacáramos dentro de los muros.

Al tercer día todos estábamos listos para atacar. Valentina armo todo ya que Derek

no se había tomado la molestia de aparecer.

Estábamos más que preparados para dar el gran golpe. Solo que la señal nunca

llego y yo fui el único que se preocupó por Garrett. Para los demás fue solo otro

intento fallido.

La simple idea de imaginar que algo malo le hubiese ocurrido me hacía sentir

enfermo. Por qué se había vuelto importante para mí, no solo era mi amigo, era mi

hermano.

Entre en la cocina ignorando todos los sonidos, gritos y peticiones.

Mi madre estaba preparando no sé qué cuando llegue.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Dabria cuando me vio.

− ¿Cómo esta Violeta?− fue lo primero que preguntó.

Me encogí de hombros, tome una manzana y jugueteé con ella.

−No lo sé. No quiere hablar conmigo.

Mi madre dejo de hacer lo que hacía y me miro.

Yo no levanté la vista, simplemente seguí jugando con la fruta.

−No se perdona tan fácil lo que le hiciste. La dejaste sola sin ninguna explicación.

Refunfuñé para mis adentros.

−Mírame− pidió Dabria.

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Seguí con la vista fija en mi juguete.

−Dorian ya basta− me reprendió arrebatándome la manzana.

La mire muy a fuerzas y gruñí algo.

Dabria me pidió que la siguiera a la parte de atrás, donde guardaban la comida.

Ahí no había tanto ruido.

− ¿Ahora qué?− pregunté girándome para verla.

Mi madre no me dio tiempo de responder y me atrapo en un abrazo.

−Está bien sentirse asustado− susurró− Nadie puede ser fuerte todo el tiempo.

−No se trata de eso…− respondí sin dejar de abrazarla− Solo que hago las cosas

para que ella este a salvo… para que pueda sentir que pertenece a un lugar, que

pertenece a donde ella quiera. Pero cada decisión que he tomado solo parece

alejarla de mí.

Dabria me alejo lo suficiente como para mirarme a los ojos.

−Ve y díselo, usa esas palabras. Violeta entenderá.

Me encogí de hombros y reí con cinismo.

−No tiene tiempo para mi ¿No te parece bobo? Ella está haciéndose esas pruebas

en el hospital o si no va y practica como usar las armas con Mildred y si no está

haciendo eso está ayudando a alguno de los deformes…

Mi madre murmuró algo entre dientes y luego sonrió.

−Una vez, Alexander hizo algo estúpido. Realmente estúpido. Yo estaba muy

enfadada con él, no creo haber estado así de enojada en toda mi vida; ni siquiera lo

deje entrar a casa a dormir.

Fruncí el ceño.

− ¿Qué hizo para que te enfadaras?− pregunté.

Ella respiró profundo.

−Fue el día que le dije que estaba embarazada. Yo esperaba una reacción alegre y

efusiva, pero los colores huyeron de su rostro y me dejo. Salió de la isla a un lugar

que yo no conocía. Me dejo sola. Cuando regreso me explicó que había venido

aquí, a la Resistencia, estaba buscando apoyo de Derek para cuando llegara el

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momento de tu nacimiento. También había ido a hablar con Gideon. El Gobernante

le negó su apoyo, pero Derek le dijo que él estaría esperando para sacarnos de

aquí, solo que su ayuda nunca llego. En fin− dijo secándose las lágrimas− El punto

es que mi enfado no fue por el hecho de que el partiera. Fue porque lo hizo sin

darme explicaciones, sin decirme porque lo hacía, no fue completamente sincero

conmigo desde el inicio. Y no lo era porque temía que la verdad me lastimara.

Ahora tú debes dejar de pensar así. Violeta es una chica fuerte y decidida. Ella

sabrá qué y cómo hacer las cosas, lo más que tú puedes hacer es apoyarla ¿De

acuerdo?− preguntó.

Asentí lentamente.

− ¿Qué hizo Alexander para que lo perdonaras?− pregunté.

Mamá sonrió, sus ojos se perdieron en recuerdos y lágrimas se deslizaron por sus

mejillas.

−“Puedo cometer mil locuras, mil errores. Pero de lo único que puedes estar

segura es que te amo. Te amo como nunca imagine que podría amar a alguien, y

que cada segundo sin ti me está llevando a la muerte”− recitó Dabria− Poesía.

Bufé y puse los ojos en blanco.

−Soy pésimo para la poesía.

−Debes intentarlo.

Frote mi cara con las manos y resoplé.

−Bien. Iré a buscarla− gruñí.

Mi madre sonrió y me dio una palmadita en la espalda para animarme.

Salí de la cocina a paso rápido y fui donde Violeta debería estar a estas horas. ¿No

era muy acosador el tener sus horarios medidos?

Sacudí la cabeza y empecé a repasar todos aquellos poemas sobre los que había

leído, pero ninguno quedaba con la situación.

Antes de que me diera cuanta, ya estaba a punto de llegar a la playa.

¿Qué le diría? ¿Qué soy un estúpido sin remedio? Eso ella ya lo sabía.

Suspiré profundo y baje a la playa.

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Me quede mirando la escena desde una distancia segura.

Violeta y Mildred tenían un arma cada una, eran de las que Garrett fabricaba.

Frente a ellas estaban puntos a los que debían darle. Violeta fallaba algunos, no

tantos como creí que lo haría, pero lo hacía.

Y Mildred… ¡Por todos los santos libros! ¡Esa mujer era letal! No fallo ningún

tiro… ni uno solo.

Unos pasos delante de mí, Julián observaba la escena con una sonrisa en su rostro.

Miraba a Mildred con ojos radiantes, como un prisionero que mira por primera vez

el sol.

Carraspeé ligeramente y él me miro. Julián me indico con un movimiento de

cabeza que los acompañara, que me uniera.

Violeta dejo de hacer lo que hacía cuando se dio cuenta de que yo estaba ahí. Tanto

ella como Mildred dejaron sus armas a un lado y se unieron a nosotros.

− ¿Puedo hablar contigo?− le pregunté a Vi mientras me frotaba la nuca un tanto

incómodo.

En ese momento Mildred le susurró algo a Julián y ambos rompieron a reír.

− ¿Cuál es su maldito problema?− inquirí molesto.

−Estamos apostando− respondió Mildred cruzándose de brazos− Desde que están

aquí no hacen más que pelear y pelear y luego reconciliarse y después volver a

pelear. Yo creo que se reconciliaran y luego volverán a pelear en menos de tres

días. Julián cree que ya no lo harán jamás.

− ¿Y a ustedes que les importa?− pregunté y apreté los puños− Que yo sepa solo es

problema de nosotros.

−Amargado.− replicó Mildred.

Avancé un paso hacia ella.

−Entrometida.

−Histérico.

−Chismosa.

−Prepotente, agresivo, egoísta.

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Fruncí el ceño ¿Egoísta? ¿Yo?

En todo lo demás tenía razón, pero yo no era ningún egoísta.

Mire a Julián. No había duda de que estaban juntos ahora. Y Garrett preocupado

por ella, por sus sentimientos.

−Zorra− dije con frialdad.

Sus ojos se ampliaron por la sorpresa de mi respuesta.

− ¿Nos quedamos sin insultos?− pregunté en burla.

No me había dado cuenta de que estábamos a tan solo un paso de distancia hasta

que Violeta se metió entre nosotros y poniendo las manos en mi pecho me empujo

para alejarme de su amiga.

Julián tomo a Mildred del brazo y la arrastró con él para alejarla de nosotros.

−Si lo que quieres es que te disculpe no estás muy bien encaminado− dijo Vi.

−Ella comenzó− me defendí.

−No me interesa. Estábamos bien hasta que llegaste− respondió. Supe que se

arrepintió de sus palabras al momento de pronunciarlas porque la duda y el

remordimiento pasaron por sus facciones. Ella era muy fácil de leer.

− ¡Vaya! ¡Gracias! ¿Sabes? No sé por qué me tomo la maldita molestia de seguir

con esto. Entiendo que te deje sola y lo lamento, ya no es como decirte que me

siento como la peor escoria del mundo por eso, pero tú… tú eres cruel conmigo y

ni siquiera parece importarte. Me sacas tan fácilmente de tu vida y de tus planes

que en realidad parece que no te importa. No te importo yo, no te importa lo

nuestro.− exclamé.

− ¿Es lo mejor que tienes?− gritó Mildred desde la distancia.

Tome una respiración profunda. Iba contra mis principios el golpear mujeres, pero

podía hacer dos excepciones, una con la pelirroja y otra con la entrometida.

− ¿Por qué no te largas a un lugar donde no te puedas meter en las vidas de los

demás? ¿Acaso la tuya te es demasiado aburrida?− grité un tanto histérico.

− ¡Basta! ¡Ya basta! ¡Los dos!− exclamó Violeta− Mildred, por favor vete. Necesito

hablar con él.

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La chica morena no parecía dispuesta a hacer caso, pero Julián la arrastro con el

hasta que los perdimos de vista.

−Maldita loca− susurré.

Vi enarcó una ceja.

− No me voy a disculpar− agregué− Ya estoy cansado de pedirle disculpas a todo

el mundo. Ya estoy cansado de no hacer lo que quiero o debo hacer. Ya estoy harto

de sacrificar aquello en lo que creo por lo que quiero. Estoy simplemente a punto

de volar en mil pedazos.

− ¿Terminaste?− preguntó.

−Nunca voy a terminar de quejarme. Nunca. Simplemente voy a encontrar otra

cosa cuando haya superado esto… es parte de mi ir en contra de la corriente y no

lamento ser así… simplemente es como soy y ya. No hay nada más que esto.

−Nunca te pedí que cambiaras. Tampoco que te disculparas. Ni mucho menos que

sacrificaras todo de ti. Lo único que yo pido es que me hagas participe de tus

planes y proyectos, que me incluyas en ellos y me dejes formar parte de tu vida.

Eso es todo. No puedes intentar cambiar al mundo tu solo y yo no quiero vivir en

un lugar en el que no puedo ganarme un sitio. ¿Es tan difícil de entender?

Baje la mirada al suelo.

−No sabía qué era eso…

−No, porque nunca me lo preguntaste. Simplemente lo diste por hecho.

Abrí la boca para hablar pero Vi puso un dedo sobre mis labios para callarme.

−No de disculpes, no quiero que lo hagas.

Asentí lentamente y la mire a los ojos.

Ella me observaba con los suyos que estaban adquiriendo un violeta oscuro.

Sonó una explosión, no era como si nos atacaran, eran como fuegos artificiales. No

me importaba, nada de lo que sucediera me haría apartar los ojos de Vi.

Ella si se giró y sus facciones reflejaron sorpresa.

Mire para saber qué estaba pasando y ocurrió: Tres bengalas rojas inundaban el

cielo. Era la señal de Garrett.

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Mi corazón empezó a palpitar demasiado rápido, todas las ideas queriendo formar

un plan sensato en mi cabeza.

Me di cuenta de que alrededor todos aquellos de la Resistencia que podían pelear

se amontonaban en la salida hacia el desierto.

La guerra estaba comenzando.

Mire a Violeta.

−Ve− dijo decidida.

Asentí y le di la espalda sintiendo que algo se rompía en mi interior. No quería

dejarla sola de nuevo y mucho menos sin arreglar las cosas.

− ¡Dorian!− me llamó.

Gire justo a tiempo para atraparla entre mis brazos.

Vi enredo sus brazos en mi cuello y junto sus labios con los míos. Correspondí al

beso dejando todas mis esperanzas en él.

Ella se liberó y me miro a los ojos.

−Te perdono− murmuró.

Sonreí ligeramente.

− ¿Lo haces porque puede que muera?− pregunté.

−No− negó con la cabeza− Lo hago porque te amo.

La bese de nuevo y ella correspondió.

−También te amo. Por favor busca un lugar seguro, si nosotros fallamos ellos

vendrán aquí y mataran a todos. Lleva a todos los que se quedaron en la

Resistencia con los habitantes del bosque…

−Deja de decirme que hacer− replicó y me beso de nuevo− Vamos a estar bien.

Todos nosotros.

Asentí de nuevo y me aleje de ella sintiendo que mi alma se partía en pedazos.

Me encontré con Valentina en la salida al desierto. No intercambiamos palabras,

ella solo me dio un arma y un asentimiento de cabeza. Hacia lo mismo con las

demás personas.

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281 30 Mayo 2013

Julián, Thomas y Maica ya estaban ahí. Me uní a ellos y recorrí con la mirada a

todos los presentes pensando en que tal vez esta sería la última vez que vería esos

rostros.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

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CAPITULO 35

No podía dejar las cosas así… definitivamente no podía.

Ellos pelearían por libertad, por algo más, por una vida nueva y mejorada.

Mirando como Dorian se alejaba sentí la furia subir por mi pecho.

Estaba mal que solo fueran unos pocos. Estaba realmente mal que la mayor parte

de los habitantes se quedaran en la Resistencia. Todos sabían pelear, todos podían

usar un arma y sin embrago se quedaban a seguir con sus actividades como si

nada sucediera.

Si querían lograr un cambio no podían quedarse sentados esperando que los

demás les resolvieran la vida.

Corrí hasta donde sabía que se refugiarían las mujeres, los ancianos y algunas otras

personas. Hombres cobardes que podían vivir reprimidos por que tenían miedo de

morir.

Mis deducciones fueron correctas. Había una fila de personas dispuestas a entrar

en la cocina, todos cargando cosas, como si eso fuese lo más preciado que tenían.

Dabria era quien los estaba organizando, cuidando que nadie entrara en pánico.

− ¡Espera!− dije.

Ella se giró y me miro.

−Gracias al cielo que estas aquí. Entra.

−No− repliqué− Aquí será el primer lugar donde nos buscaran. Envía a todos al

bosque, hacia las casas del árbol. Los habitantes les darán la bienvenida, déjame

hablar con Abel, tu solo envíalos hacia allá. Y no te retrases, también quiero verte

ahí− dije.

No espere una respuesta y corrí buscando a Mildred, Isabel, Astrid, Beth….

Cualquiera que pudiera ayudarme.

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Las encontré y les dije lo mismo que a Dabria, debían enviar a las personas hacia el

bosque.

Hable con Abel, quien a regañadientes aceptó.

Las personas llegaban al lugar en grupo y mirando a los deformes como si fuese

contagioso su mal.

Me trepe en uno de los árboles y subí hacia la plataforma desde donde podía

verlos a todos.

Se notaba la diferencia. A pesar de pertenecer al mismo bando se repelían entre

ellos, una línea invisible dividía a los deformes de los habitantes de la Resistencia.

Beatriz llegó hasta donde yo estaba.

−Están todos aquí− dijo− No queda ni un alma del otro lado.

Asentí.

−Hay muchas personas aquí que pueden pelear y dejaran morir a sus amigos,

hermanos… a su familia.

−Es complicado. Tienen miedo.

− ¿Y no tienen miedo de vivir oprimidos?− casi grité.

−Mi gente no peleara. Ni siquiera aquellos que estén capacitados para hacerlo. Nos

defenderemos si vienen, pero no iremos a buscarlos− dijo Abel.

− ¿Esto es todo? ¡Su familia está muriendo allá! – grité.

− ¿Tienes una mejor idea que esta?− inquirió molesto.

−Si− respondí− Pueden ir a pelear. Dejar de comportarse como un montón de

cobardes e ir y pelear por la libertad. Por un mundo mejor.

No me di cuenta de que ya tenía audiencia. Todas las personas me miraban.

Entre los rostros reconocí a Melanie, Astrid, Mildred, Evan, Nick, Isabel… muchas

personas que yo sabía que podían pelear.

−Hay algo mejor ahí afuera− grité para que todos me escucharan bien. Me trepe

sobre el barandal de madera para poder verlos mejor− Un mundo que tiene mucho

que ofrecernos. Existe algo más que solo esto y no lo vamos a disfrutar por

estarnos comportando como un montón de ratas cobardes y pestilentes.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

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− ¡No hay armas! – gritó alguien entre la multitud.

− ¿Qué no tienen armas dices? ¡Sé dónde encontrarlas! Si te entrego una

¿Pelearas?− lo reté.

Nadie respondió.

Saque una navaja del bolsillo de mi pantalón he hice una cortada profunda en mi

mano izquierda.

− ¡Esta sangre!− exclamé mientras el líquido rojo corría por mi brazo− Contiene la

clave para una cura. Yo estaba dispuesta a dárselas, a encontrar la cura… a morir

por ustedes. Pero ahora no daré nada, ni una gota más. Puede que no los cure de

sus deformidades, pero puede hacer algo por aquellas personas que están dañadas,

puede hacer que sean fértiles de nuevo.− muchas mujeres se llevaron las manos al

vientre− Puede crear un nuevo mundo de personas sanas. No estoy dispuesta a ser

su maldito conejillo de indias sin que ustedes hagan algo por ganárselo. Nos

atrincheramos aquí simplemente esperando la muerte mientras nuestros amigos y

seres amados mueren allá afuera− deje que las palabras flotaran en el ambiente.

Nadie hablaba, no había ni un murmullo.

Los primeros en ponerse de pie fueron los deformes. Aquellos que caminaban con

ayuda de bastones, aquellos que tenían labios similares a los de Mel, y otros tantos

que no veían bien.

Mildred miraba a todas partes, viendo como aquellos que eran tratados como

inútiles eran los más dispuestos a pelear.

Personas de la Resistencia también se pusieron de pie.

Estaba respirando agitadamente después de mi discurso.

Gire y me encontré con las miradas de sorpresa de Dabria, Abel y Beth.

− ¿Qué?− pregunté.

−Nada− dijeron los tres al unísono.

Dabria rompió un pedazo de su vestido y envolvió mi palma sangrante en la tela.

− ¿Sabes?− dijo Abel− Habría surtido efecto sin todo el drama de la sangre.

Sonreí ligeramente.

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−Supongo que si− dije encogiéndome de hombros.

−Debemos organizar a todos− habló Beth− Darles armas, aquellos que no puedan

pelear se quedaran en las casas del árbol.

−Tú y Dabria deben quedarse− añadí rápidamente− Ellos van a necesitar quienes

se hagan cargo. Creo que ustedes pueden.

Beth asintió.

−Te he subestimado por tanto tiempo… ¿Qué vas a hacer tú?

−Voy a pelear. Necesitaran un líder.

−Yo iré contigo. Beatriz puede hacerse cargo de mi gente.− dijo Abel.

−Bien− acepté.

Las personas ya estaban organizadas.

Aquellos que no podían pelear se quedaban en las casas de árbol.

Los que si podían tomamos armas de la habitación de Garrett y del punto de

reuniones del grupo de Derek.

El líder de la Resistencia no se tomó la molestia de aparecer.

Me sentí realmente aliviada de que Dabria aceptara quedarse.

Mildred y yo lideramos la marcha, todos esperando nuestras instrucciones.

Beth nos dijo donde había furgones y nos dijo quienes sabían y podían conducirlos.

Las personas fueron fáciles de organizar.

Abel se trepo en uno de ellos para conducir.

− ¿Qué estás haciendo?− pregunté.

− ¿Crees que porque estoy así no poder hacerlo? No me subestimes, linda.− dijo

señalando su cojera.

Negué con la cabeza.

−Violeta− dijo Beth− Quiero hablar contigo.

Nos apartamos del grupo y me abrazo.

−Regresen con bien. Tú, las chicas… Dorian. Si ves a Maica por favor pídele que se

cuide, que vuelva.− se tragó las lágrimas.

−Lo hare− dije tratando de no llorar.

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−Recuérdale que tiene dos razones para regresar con bien− dijo y se llevó la mano

derecha a su estómago.

Abrí los ojos con sorpresa. Sentí la sonrisa extenderse por mi rostro y la alegría y

efusividad me empujaron a abrazarla.

− ¡Por Dios!− grité− Muchas felicidades Beth… no puedo creerlo.

−Sé que parece bobo en una situación como esta…

−No es bobo. Es esperanza− respondí y Beth me dejo ir.

Subimos a la furgoneta y nos despedimos de aquellos que esperarían nuestra

llegada con ansias.

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CAPITULO 36

Las furgonetas dejaban estelas de polvo al pasar a toda velocidad por el desierto.

Miraba por la ventana pensativo en todo momento. Parecía como si todos mis

miedos hubieran decidido aparecer justo en este momento.

− ¿Dorian?− me llamó alguien.

Reconocería la voz de Maica en cualquier parte. Había crecido con él.

− ¿Qué pasa? ¿Ya llegamos?− pregunté mirando a todas partes.

−No, falta poco para eso. Solo quería hablar un poco, estoy algo nervioso.

−Sabes que nunca he sido muy bueno para hablar ni calmar personas.

Sonrió ligeramente.

−Lo sé, solo distráeme. ¿Cómo conociste a Garrett? ¿Crees que este bien? ¿Cómo

llegaron a llevarse tan bien? Hable con Beatriz y Dabria en la Resistencia. Ellas

dices que ustedes se comportan como hermanos.

−Me gusta pensar en el como tal. Como mi hermano, al inicio no me agradaba

mucho, pero resulto que nos llevábamos bien, incluso podemos burlarnos el uno

del otro sin esperar repercusiones. Espero con todas mis fuerzas que este bien.

Que se allá atrasado en la alarma por un motivo muy estúpido.

−También espero eso.

−Así que… ¿Tu y Beth?− dije después de un momento de silencio.

−Ha sido desde antes de lo que te imaginas. Estamos juntos incluso desde antes de

infiltrarnos en los internados. Fue cosa de crecer juntos y todo eso.

−Vaya− murmuré.

−Ella… Beth… me mata tener que dejarla con las cosas como están− resopló.

− ¿Las cosas como están?− pregunté ante su tono melancólico.

−Está embarazada− respondió.

Sentí mis ojos agrandarse por la sorpresa.

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¡Demonios! ¡No perdieron el tiempo!

No sabía que decirle, lo último que quería hacer era encontrarme preguntando que

como sucedió.

− ¿Y por qué estás aquí? ¿A qué demonios vienes? Debiste quedarte en la

Resistencia.

−Por qué debo protegerte a ti, y a Garrett. A mis hermanos. Ya lo abandone una

vez y no quiero hacerlo de nuevo. Además, si perdemos aquí, ellos irán a la

Resistencia y acabaran con todo…

Asentí ligeramente. Maica tenía razón.

−Vaya, pues…. Felicidades.

Rio como si estuviera extraviado en sus recuerdos.

Mire por la ventana. Las furgonetas se estaban deteniendo.

Los muros estaban frente a nosotros.

Valentina dirigía a sus hombres hacia las murallas y estos comenzaron a colocar los

explosivos en torno a la gran pared de piedra.

Pronto se escuchó la explosión. Mis compañeros y yo nos cubrimos con las

furgonetas y cuando el humo quedó disperso pudimos ver el interior de los muros.

Los jardines y el bosque. Además de las torres siniestras que se alzaban hacia el

cielo. Y por si fuera poco, el cielo amenazaba con una tormenta.

Bufé y coloque mi arma en posición de ataque.

Todos hicieron lo mismo y entramos.

London estaba en los jardines, algunas personas se le unieron, le dieron un arma y

avanzaron al interior, donde ya se escuchaba la alarma de ataque.

Por el semblante de tranquilidad y furia asesina de la pelirroja supe que Garrett

estaba bien, ya que si algo le sucedía a mi amigo ella estaría destrozada.

Connor estaba en la entrada del internado de los hombres esperando por un arma.

Valentina cumplió su deseo y se la dio.

En cuanto el hombre me vio sonrió.

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−Tu amigo está bien. Está en el cuarto de máquinas echando abajo todos los

sistemas, en cuanto lo haga podremos entrar al área de los gobernantes y a los

criaderos. Dejaremos la isla de las personas casadas para el último.

Asentí lentamente.

−Gracias− susurré y corrí en dirección contraria al cuarto de máquinas.

− ¿A dónde vas?− gritó Valentina.

−Tengo algo importante que hacer− respondí sin dejar de correr.

Maica me sostuvo de la camiseta y me hizo volver.

− ¿Qué estás haciendo? ¡Vamos a atacar en grupo!− gritó.

− ¿Y los niños?− inquirí− Hay personas inocentes ahí dentro. Niños sanos para ser

más exactos. Voy a llevarlos a las mazmorras hasta que pase el ataque− dije.

−No son parte del plan− espetó Valentina.

−Tu harías lo mismo por mí− le dije a Maica.

−Iré contigo− dijo de pronto Valentina.

− ¿Qué?− preguntamos Maica y yo al unísono.

−Lo que escuchaste. Tengo un asunto pendiente que no les incumbe.− escupió la

mujer.

−Yo creo que…− empezó Maica.

−No – interrumpí− Ve con ellos, necesitaran a alguien que los guie aquí dentro.

Nos veremos cuando todo esto haya acabado, lo prometo.

−Ten cuidado− dijo y se fue con los demás.

Valentina y yo corrimos en silencio hacia el aula donde debían estar los niños. Eran

bastantes pasillos y puertas.

Tantas que cuando llegamos a los últimos rincones del internado ya no tenía

esperanzas de encontrarlos. Tal vez los gobernantes los habían tomado como

rehenes.

Sacudí la cabeza, no estaba bien el formarme telarañas.

Llegamos a la última puerta, donde se escuchaban murmullos del otro lado.

Valentina levantó su arma.

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− ¿Qué te pasa?− susurré− Son niños ¿Cómo crees que se sentirán si entras

amenazándolos?

Ella puso los ojos en blanco y con un ademan de la mano me dijo que fuera

adelante.

Abrí la puerta lentamente y vi a un grupo de niños, no eran todos pero era algo.

Sus edades iban de seis a diez años.

Suspiré con alivio al ver que estaban bien. Rápidamente les dije quién era y a

donde los llevaría para que estuvieran a salvo.

Todos se formaron en una fila que yo encabezaba y Valentina cerraba.

Anduvimos hasta las mazmorras con sigilo, hasta que el último de los niños estuvo

en el lugar.

No era un sitio del que tuviera muy buenos recuerdos, pero por lo menos estarían

a salvo ahí.

Seguimos buscando y nos encontramos con otro grupo de chicos, pero estos eran

mayores, iban de once a diecisiete años. También les di explicaciones sin hacerlos

entrar en pánico.

Se escuchaban detonaciones y pasos por todas partes cuando guiamos al segundo

grupo hacia los calabozos.

−El Instructor en jefe nos trajo aquí− dijo uno de los chicos− Él nos dijo que

debíamos pelear para defendernos.

−No tienen que hacerlo− respondí sin dejar de avanzar− Ustedes deben protegerse,

eso es todo. Cuando esto allá acabado vendré por ustedes.

El chico se mordió el labio.

−Es que no lo entiendes. El Gobernante Gideon Jordán estaba de visita. Y el

Instructor en jefe lo está protegiendo, dijo que lo llevaría de nuevo a un lugar

seguro.

Le fruncí el ceño al chico.

− ¿Por qué tienes esta información?

Miro al suelo.

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−Dijo que yo debía proteger y pelear por mis compañeros porque soy el mayor y

luego nos dejó donde ustedes nos encontraron.

Asentí lentamente.

Valentina rechinó los dientes a mi lado.

− ¿Dónde?− preguntó apretando los dientes− ¿A dónde se lo llevo? ¡¿Dónde

están?!− gritó.

El chico se quedó en una pieza y no respondió.

−Déjalo en paz− repliqué y la alejé− Debemos llevarlos.

Ella refunfuñó y reanudó la marcha.

Les indique a los chicos que la siguieran.

La fila se perdió en los escalones que descendían al calabozo y pronto los chicos se

unieron a los más pequeños.

Ahora debía ir al lado de las mujeres y ayudar a ellas a ponerse a salvo.

Salí de una de las celdas y vi como alguien corría dando la vuelta en uno de los

pasillos. Valentina corrió tras él y yo los seguí.

− ¡Vaya, vaya!− exclamó la mujer− Me encanta cuando el destino acomoda las

cosas.

Mire al hombre que había huido.

Era sumamente parecido a Valentina y a alguien más que no lograba recordar.

−Vale− dijo el hombre y trato de sonreír.

−No me llames así− espetó la chica.

−Hermanita…− murmuró él.

−NO ME LLAMES ASI− gritó.− No somos hermanos, nosotros ya no somos nada,

ustedes me abandonaron.

−Es el Gobernante− dije más para mí que para ellos.

Ahí estaba el parecido con el Mandril, aquel que iba a ser el esposo de Vi. Aunque

también tenía los ojos fríos de Valentina.

Era Gideon, uno de los tres amigos de mi padre, uno que lo traiciono.

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Lo mire con rencor. Ahora no tenía tiempo para venganzas, debía salir y poner a

salvo a las chicas.

−Alexander…− susurró el hombre con sorpresa.

−No− dije con frialdad− Dorian. No soy Alexander.

El sacudió la cabeza y medio sonrió.

−Eres igual a tu padre. Él era un soldado, era mi mejor amigo el….

−No te atrevas a llamarlo amigo− respondí− Lo traicionaste, tal vez no lo mataste

directamente, pero por ti es que murió.

−No entiendes.

−Comprendo más de lo que te imaginas.

−Solo eres un niño inmaduro− replicó.

−Y tu un viejo absurdo y decrepito− grité

Soltó una carcajada histérica cuando Valentina levantó su arma y le apunto a la

cabeza.

−Escape de los invasores de afuera y Nico se quedó atrás para darme tiempo de

huir… y ahora− se interrumpió con otra risa− Esto sí que es ironía.

Valentina cargó el arma, un sonido como “clic” hizo que Gideon se callara.

El hombre me miro a los ojos y sonrió.

−Naciste para ser un soldado− gruñó y Valentina disparó.

El cuerpo del hombre cayó al suelo, un charco de sangre formándose debajo de él.

La mujer corrió por el pasillo para ir en busca del Instructor en jefe, o Nico… o el

hermano de ellos dos. O como yo lo conocía: El maldito Albino.

Corrí detrás de ella solo para asegurarme de que estaría bien.

Di la vuelta por donde ella había ido y corrí lo más rápido que pude, temiendo que

hiciera alguna estupidez.

Me frene en seco cuando vi al Instructor en jefe contra el suelo, la mujer

golpeándolo con la culata del arma.

Mire la escena y ate todos los cabos sueltos.

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El albino, Valentina, el gobernante Jordán o Gideon, el viejo amigo de papá, como

quisieran llamarlo. Ellos tres eran hermanos.

Valentina golpeo al albino en las costillas y le apunto con su arma.

¡Imbécil! ¡Maldito! gritó ¡¿COMO PUDISTE?! ¡Eras mi hermano! ¡Mi gemelo!

ella deformó tanto la palabra que batallé para entenderla.

Seguía pateando a su hermano.

Y después de todo lo que hice por ti... tú simplemente me dejaste, me

abandonaste en la Resistencia. Me dijiste que estaba incompleta, que ni siquiera

valdría la pena el tenerme de aliada, que nunca saldría de la mierda en la que me

había tocado nacer...

No...noo balbuceó el albino con la boca llena de sangre.

¿Qué no? ¿Dices que miento? ¡Recuerdo cada maldita palabra que salió de tu

boca en aquel entonces! ¡Tú! De todos ellos, tú que eras mi hermano, mi sangre,

terminabas mis frases y yo las tuyas, hasta inventamos un lenguaje secreto para

que Gideon no lo entendiera. TU, pedazo de mierda. Me dejaste...SOLA Valentina

empezó a llorar.

Ella golpeo de nuevo al albino y puso el arma sobre su cabeza.

Un Bum solo eso fue necesario para que los sesos del albino quedaran esparcidos

por el pasillo del internado.

Valentina me miro. Ella lo mato, había matado a su hermano, a su gemelo. Sus ojos

estaban llenos de lágrimas y su cara y ropa salpicadas en sangre.

Levantó el arma y la metió en su boca.

¡NO! grité, pero fue demasiado tarde.

Pude ver como la bala salía por el otro lado de su cabeza. Ya no había Valentina,

no había albino, no había Gideon. El linaje Jordán se acababa aquí.

Tomé el arma de su mano muerta y la guardé en mi bota, la registre para sacar más

balas y me fui de ahí.

Tal vez Derek tenía razón y mi sangre era tan fría como la de un lagarto, o quizá

era la adrenalina del momento, pero no sentí pena por ninguno de ellos. Hasta

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ahora, las vidas que se habían cobrado no me hicieron sentir nada, absolutamente

nada.

"Naciste para ser un soldado" Las palabras de Gideon aun resonaban en mi mente.

Quería deshacerme de ellas, no eran un cumplido, eran ponzoña diseñada para

corroerme desde dentro.

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CAPITULO 37

Llegamos a los muros. Fue realmente extraño el encontrar todo derrumbado.

Aquel en el que compartía libros con Dorian.

Corrí hacia al territorio femenino. Mildred, Isabel y Astrid me seguían. También

Abel y Evan venían con nosotras, además de otras personas de la Resistencia a

quienes no conocía. Algunos de los deformes seguían a su líder.

Otros habitantes se fueron hacia el territorio masculino.

Yo sabía que a Dorian le preocupaban los niños a quienes daba clases mientras

estuvo infiltrado. El iría a por ellos, a ponerlos a salvo.

Pero ¿Quién se encargaría de las niñas?

Le hable a Mildred de mis preocupaciones en la furgoneta. Ella estuvo de acuerdo

al igual que Abel en que nuestra prioridad no era matar a nadie, si no cuidar de

aquellos que no podían defenderse.

Corrí lo más rápido que me permitieron las piernas, sabia sin la necesidad de

girarme que los demás me seguían.

Alguien me tomo de los hombros y me tiro hacia atrás mientras una bala se

estrellaba en el árbol detrás de mí.

Fue Abel quien me saco del camino, él y Mildred disparaban contra quienes me

habían apuntado.

Me había olvidado por completo de que ellos también tendrían armas ¿En qué

cabeza cabía?

Evan apunto a quienes nos disparaban y al parecer acertó, ya que una voz maldijo

en voz alta y ya no hubo más disparos.

− ¡Hey tú!− dijo Abel mientras chasqueaba los dedos frente a mis ojos− No te

vayas, preciosa. Mildred, vamos a cubrirte y a hacer que llegues al techo,

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necesitamos quien nos cubra a esa distancia. Vamos a entrar a ese maldito lugar y

llevaremos a las niñas hacia las furgonetas que están aquí afuera, mi gente se

encargara de llevarlas a la Resistencia ¿De acuerdo?

Todos asentimos.

Abel y Evan fueron al frente. Por mi parte iba en la parte de atrás del pequeño

grupo junto con Mildred.

Miraba hacia todas partes en busca de algún rostro familiar, no me importaba el de

quien fuera. Si era Maica, Julián o Garrett, cualquiera que pudiese darme noticas

de Dorian.

Los disparos inundaban todo el lugar, los internados que alguna vez habían sido

completamente silenciosos ahora estaban llenos de gritos de terror y de dolor.

Seguía mirando en todas direcciones cuando la vi, la cabellera pelirroja.

London estaba teniendo problemas con su arma; o bien estaba atascada o no tenía

balas. La chica se ocultaba entre algunos escombros del muro que habían

explotado para protegerse de las balas que dirigían hacia ella.

Los guardias disparaban desde las ventanas del tétrico lugar.

Apunte mi arma hacia los lugares de los que venían las detonaciones y dispare.

Me gustaría decir que el arma se sentía familiar en mis manos, pero no era así, se

sentía demasiado grande y peligrosa.

Mildred vio lo que yo trataba de hacer y se los indico a los demás. Pronto todos

disparábamos hacia las ventanas para darle tiempo a London de salir de su

escondite.

¿Por qué no se movía rápido?

Me costó un poco de trabajo darme cuenta de que ella estaba dirigiendo a un

pequeño grupo de chicas del internado hacia afuera, hacia las furgonetas.

Evan y un grupo de personas de la Resistencia fueron corriendo hacia ellas para

ayudarlas a llegar a su meta mientras nosotros cubríamos con disparos las

ventanas y la entrada del internado.

Las niñas y London se perdieron del otro lado de lo que aún quedaba del muro.

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Me permití un suspiro de alivio cuando después de unos momentos de disparos

Evan nos hizo la señal de seguridad.

El y London volvieron a donde estábamos y pronto los disparos de dentro cesaron.

− ¡No tengo balas!− gritó la pelirroja por encima del ruido.

Abel le lanzó una pequeña cajita con estas dentro.

La chica cargo su arma rápidamente y todos avanzamos sigilosamente hacia el

internado.

− ¿Las demás niñas?− pregunté.

−Aún están dentro. Las dividí en cinco grupos, se supone que Connor sacaría dos

de ellos pero no han salido.

Asentí lentamente.

− ¿Sabes dónde están los demás?− preguntó una persona de la Resistencia.

−Tengo a los otros dos grupos en el despacho de la institutriz mayor, el camino ya

está despejado− aseguró.

La mire con la interrogante en mis ojos. Me importaba un cuerno que ella me

hubiera golpeado antes, el modo en el que me trataba y todo eso. Ahora nos unía

un objetivo en común.

− ¿Dorian?− pregunté-.

Negó con la cabeza.

−No lo sé, no lo he visto… tampoco me he encontrado con Garrett− frunció en

ceño.

Puse mi mano en su brazo, a lo que ella respondió con una cara de sorpresa.

−Estarán bien− aseguré.

Ella asintió.

Anduvimos cubriéndonos hasta llegar a la entrada del internado. El sonido de la

alarma sonó por todo el lugar.

− ¡Están alertando a los demás Guardias!− gritó London.

− ¡Centrémonos en esto!− respondió Abel por encima del horrible sonido−

Después lo demás.

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Todos estuvimos de acuerdo y corrimos lo más rápido que nos fue posible hacia el

despacho de la Institutriz mayor.

Me detuve en seco cuando atravesamos la entrada al internado y vi los cuerpos

regados por todo el suelo. En las escaleras, por las ventanas, en la puerta, estaban

en todas partes. ¿Con cuantas de esas vidas había acabado yo?

Sentí la bilis subir por mi garganta para luego provocarme las arcadas. El olor a

sangre y pólvora flotaba por todo el lugar.

Mildred me dio unas palmadas en la espalda cuando acabe de vomitar para

infundirme valor.

Yo era la más mala de las personas, cuando al percatarme de que ninguno de los

rostros muertos era Dorian me embargo la sensación de tranquilidad.

Sacamos a las niñas del lugar donde estaban, sus rostros estaban bañados en

lágrimas y sus ojos reflejaban todo el temor del mundo.

Nos tomó más tiempo del que teníamos el tranquilizarlas. London, Evan y otros

habitantes de la Resistencia se encargaron de llevarlas hasta las furgonetas

mientras Abel, más personas y yo cubríamos a Mildred y a otros franco tiradores

para que llegaran hasta el techo y así tener cubierto todo.

− ¡Tenemos que encontrar a Connor y a los otros grupo de niñas!− dijo London

cuando volvió.

Fue Evan quien se encargó de llevar a los demás hacia la Resistencia.

Por costumbre o por una mala jugada de mi mente me puse a contar a las personas

que estaban con nosotros, solo quedábamos quince. No supe cuántos habían caído

atrás, o cuantos volvieron en las furgonetas. Aunque, a decir verdad, tampoco me

moleste en contarlos cuando salimos de la Resistencia.

− ¿Cuántos de ustedes son?− pregunté London.

−Nos dividimos en dos grupos al llegar. – respondí− No sé cuántos exactamente,

todo fue muy rápido…

−Han muerto diecisiete− respondió Abel con la mandíbula tensa.

Solo pude bajar la mirada al suelo.

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299 30 Mayo 2013

Todas esas personas podían estar a salvo en la Resistencia, pero yo les había

pedido que vinieran, que hicieran esto. Estaban muertos por mi culpa.

Me trague las lágrimas y el nudo en mi garganta y seguí andando.

Mildred y los otros llegaron al techo y empezaron a disparar los uniformados.

Abel, un grupo de cinco personas y yo salimos de nuevo a buscar a Connor, ya que

después de buscar por todo el lugar no dimos con él ni con su grupo de chicas.

− ¡Al suelo!− gritó alguien, seguido de detonaciones.

Lo siguiente que supe fue que mi cara estaba contra el suelo. La tierra húmeda

entrando en mi boca.

¿Qué había pasado?

Me sentía pesada y mi cabeza estaba nublada y adolorida. Me lleve la mano a la

frente solo para descubrir que estaba sangrando.

Había un peso muerto sobre mí; me apoye en las manos con todas mis fuerzas y

reprimiendo un grito empuje a aquello que me mantenía contra el suelo.

−No− susurré sintiendo a las lágrimas resbalar por mi cara− Tú no…

Él me había cubierto con su cuerpo para evitar que las balas me alcanzaran. Estaba

mal herido y había puntos sobre su pecho de donde salía sangre sin parar.

Se escucharon pasos sobre la tierra… más Guardias se acercaban ¿Dónde había

quedado mi arma?

No estaba la mía, pero estaba la de Abel a tan solo unos metros.

Me levanté y corrí a por ella, la coloque entre mis manos de una forma segura y

apunté a quienes ahora me amenazaban.

Por primera vez desde que entrenaba con ellas, sentí que esa herramienta para

matar había sido hecha especialmente para mí.

Dispare contra el Guardia que paso sobre el cuerpo de Abel sin importarle nada.

Solo eran tres de ellos.

Los otros dos se acercaron y apuntaron sus armas a mi cabeza.

− ¡Espera!− dijo uno y detuvo el arma de su compañero− ¡Es ella! ¡La chica de las

fotos! ¡Las quieren viva!− explicó.

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300 30 Mayo 2013

Tanto el Guardia como yo lo miraos con sorpresa.

Me hice un ovillo en el suelo cuando dos detonaciones más se escucharon.

Los Guardias cayeron al suelo. No pude hacer más que mirar hacia el techo, donde

Mildred me dedico una inclinación de cabeza.

Ella los había matado, me había salvado.

Me medio arrastre hasta donde estaba Abel y coloqué su cabeza sobre mi regazo.

Vi que aún estaba vivo, sus ojos brillaban con la última chispa de vida en ellos.

Sangre salió de su boca cuando trato de hablar.

−Shhh− traté de callarlo.

−T-t-tienes que irt-te− dijo entre jadeos.

−No voy a dejarte− respondí mientras mi voz se rompía.

−Tienes razón, no te vayas, no quiero morir solo…

−No vas a morir.

−Preciosa− dijo entre respiraciones agitadas− Nos diste algo más importante que

una cura.

−No digas esas cosas…− sorbí por la nariz− Vas a estar bien.

−Nos trajiste esperanza− dijo en un susurro y sus ojos se cerraron.

Grité, no sabía específicamente a que o a quien, solo sentí la necesidad de gritar y

sacar ese horrendo sentimiento de mi pecho.

Deje a Abel ahí, solo concediéndole aquello que pidió: No morir solo.

Corrí por todo el jardín hasta ocultarme en una de las paredes laterales del

internado.

Aquí estaba bien, yo sola en medio de muerte y sufrimiento.

¿Dónde se había metido London?

Me di cuenta de que mi ropa estaba llena de sangre y lodo. Limpie las lágrimas de

mi cara con un movimiento brusco y me adentre más en el bosque, buscando a los

grupos de niñas que faltaban.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

301 30 Mayo 2013

No las encontraba por ninguna parte. Eleve una petición silenciosa a quien quiera

que escuchara para que London las encontrara y las llevara a salvo hasta la

Resistencia.

− ¡Ayúdenme!− gritó alguien desde dentro del lugar− ¡Por favor! ¡No! ¡No!

Asome la cabeza lentamente por la ventana y mire dentro. Era una niña pequeña la

que pedía ayuda, no podía tener más de siete años. Me recordó a Melanie.

Alguien tiraba de su cabello y la arrastraba hacia el despacho tétrico de la

Institutriz mayor.

¿La matarían?

Sacudí la cabeza dejando las preguntas para luego y corrí hacia ese lugar.

Tuve cuidado de no pisar cadáveres, de no ver la sangre y de controlas mi

respiración. Ya que estaba completamente segura de que si ponía demasiada

atención a aquello, pronto me dejaría romper ya caer el suelo completamente

inservible. Y no debía pasar eso, yo debía ser fuerte y valiente, por mí, por Dorian,

por todas estas personas. Por esa niña que gritaba por ayuda.

Me detuve en la entrada del lugar, con mi espalda contra la pared. Quien quiera

que estuviese ahí dentro estaba armado.

Tome una respiración profunda, apunte con el arma al frente, empuje la puerta y

entre.

Todo estaba excesivamente silencioso.

Lo único que interrumpía el silencio en aquel lugar eran las lejanas detonaciones y

el sonido de mi corazón en los oídos. Este palpitaba tan fuerte contra mis costillas

que creí que las rompería.

Las estatuas tétricas, viejas y rotas estaban esparcidas por todo el lugar. La gran

ventana detrás del escritorio que daba al bosque también estaba completamente

rota y el lugar volteado al revés, muchos papeles esparcidos por todo el suelo.

Una siniestra risa me hizo mirar hacia atrás.

− ¡Vaya, vaya!− exclamó una voz que me hizo sentir frio hasta la medula− ¡Estaba

tratando de atraer a cualquiera, pero mira lo que tenemos aquí! ¡El premio mayor!

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302 30 Mayo 2013

Me forcé en tragar el nudo de mi garganta. Era una trampa, era una maldita

trampa y yo, estúpidamente había caído en ella.

Detrás de mí, con un arma apuntando a la cabeza de la niña de antes, que no

paraba de llorar, estaba la institutriz mayor.

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303 30 Mayo 2013

CAPITULO 38

Me estaba volviendo loco el sonido de los disparos. Para cuando llegue al territorio

femenino me había dado cuenta de tres cosas:

Una; había más furgonetas.

Dos; Una de las francotiradoras era Mildred ¿Qué demonios hacia ella aquí?

Tres; London estaba subiendo la última carga de niñas a las camionetas restantes

para que Connor las llevara hasta la Resistencia.

− ¡Dorian!− gritó la pelirroja cuando me vio.

En cuanto terminó de cargar a las niñas y la furgoneta se fue, dejando estelas de

arena a su espalda, corrió hacia donde yo estaba.

− ¿Garrett?− preguntó.

Negué con la cabeza, siendo incapaz de responderle. No había visto a mi amigo y

eso realmente me hacía sentir perturbado.

Ella bajo la mirada.

−Estará bien− dije más para mí que para ella.

London soltó una risilla.

−Es curioso, porque Violeta me dijo exactamente lo mismo.

Eso sí me tomo por sorpresa. Tome a London por los hombros.

− ¿Violeta? ¿Está aquí? ¿Dónde?

Los ojos verdes de la pelirroja se ampliaron con sorpresa.

− ¿No lo sabias? Esta aquí, llego con el grupo de Abel, al perecer no se quedaron

sin hacer nada.− explicó y se zafo de mi agarre.

− ¿Dónde está?− sentía la desesperación subir por mi pecho.

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304 30 Mayo 2013

−No lo sé, nos separamos para buscar a los últimos dos grupos de niñas.

Asentí lentamente, sintiendo esa horrible sensación de pánico instalarse en todas

partes.

− ¡Dorian!− gritó una voz a mi espalda.

No necesite mirar atrás para saber de quien se trataba.

Los ojos de London brillaron a punto de derramar lágrimas. La pelirroja corrió

hacia el lugar de donde provenía la voz

Gire, solo para encontrarme con Maica sosteniendo la mayor parte del peso de su

hermano sobre él. Garrett estaba pálido y había golpes por toda su cara, no quería

ni imaginarme como estaba el resto de su cuerpo.

Corrí hasta donde estaban y ayude a Maica a dejarlo sobre el suelo.

− ¿Qué demonios paso?− quise saber− Connor dijo que estabas bien, que te habías

metido al cuarto de máquinas.

−Dame un segundo mamá− ironizo Garrett− Estoy tratando de respirar.

−Garrett estaba en el cuarto de máquinas, echando abajo todos los sistemas, eso es

correcto, pero cuando Connor te dijo que estaba bien, solo se refería a que estaba

vivo.− explicó Maica.

−Iba a dar la alarma antes, cuando quedamos de darla, justo tres días después de

que ustedes se fueron, pero el maldito Instructor en jefe me descubrió y me encerró

en los calabozos ¿Recuerdas cuando me contaste sobre la sala de torturas y la

manguera del mal?− preguntó y no espero una respuesta− Bueno, pues tuve el

placer de conocerla, y no fue muy agradable ¿Cómo llamas al sujeto? ¿El maldito

Albino?− sacudió la cabeza para centrarse− Como sea. Me descubrió y ahí fue

donde estuve como por una semana, o no recuerdo cuanto tiempo fue, el punto es

que Connor me descubrió y me ayudo a salir, lo primero que hice fue enviar un

mensaje al territorio femenino, y fue London quien dio la alarma, fue ella quien

lanzo las bengalas.

Asentí. Había absorbido toda la información.

− ¿Y Valentina?− preguntó Maica.

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305 30 Mayo 2013

Negué con la cabeza.

−Se encontró con sus hermanos− murmuré.

Al parecer, los tres sabían de ello, ya que bajaron la mirada al suelo sin pedir

respuestas.

London se inclinó al lado de Garrett y antes de que nadie pudiera reaccionar le dio

un puñetazo fuerte en la cara.

− ¿Crees que me la he pasado muy bien?− gritó la pelirroja− ¡Estaba muerta de la

angustia!

−Lamento no haberte dicho− explotó mi amigo− Estaba muy ocupado siendo

torturado.

London puso sus manos en las mejillas de Garrett y lo beso. Ella estaba llorando. Y

mi amigo pareció sorprendido solo los segundos que tardo en corresponderle.

El hermano de Garrett y yo intercambiamos una mirada de incomodidad.

Maica carraspeó cuando sintió que el momento se estaba alargando.

Ambos se separaron sin mostrar signos de vergüenza.

− ¿Y ahora qué?− preguntó Garrett.

−Tenemos que reagruparnos y asegurar el lugar− dijo Maica− No tardaran mucho

en llegar los demás Guardias.

−Yo no− dije− Voy a buscar a Violeta. Lo lamento, pero tengo que…

−Nadie te culpa− respondió London y miro al suelo− Podemos trabajar bien sin

ti− se apresuró a agregar.

Negué con la cabeza.

− ¿Necesitas apoyo?− me ofreció Garrett.

−Ni siquiera puedes moverte. Estas hecho papilla− repliqué.

Hizo una mueca de dolor al intentar levantarse. Eso solo logro corroborar mi

comentario.

Les di la espalda solo unos segundos… y no supe que fue lo que sucedió.

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306 30 Mayo 2013

Fui apartado tan fuerte del lugar donde estaba, que mi espalda se estrelló de lleno

contra un árbol. Durante la caída perdí mi arma y solo unos preciosos segundos en

darme cuenta de que mi cara estaba contra las rocas del suelo.

Había un extraño zumbido en mis oídos. Mi cabeza parecía procesar todo muy

lentamente. ¿Qué rayos había pasado?

Me puse de pie y trastabille tan solo unos pasos, para luego encontrar de nuevo mi

camino al suelo.

Mire a mi alrededor; London se estaba poniendo de pie, se veía tan aturdida como

yo. Y no lograba encontrar a los hermanos por ninguna parte.

Me lleve una mano al a cabeza, al lugar donde punzaba de una manera horrible,

solo para darme cuenta de que había sangre ¿Qué podía provocar un impacto

como ese?

La respuesta viajo tan rápido como termine de procesar la pregunta: Una

explosión. Nos habían lanzado una granada ¡Esos malditos!

Pero… ¿Dónde demonios estaban? ¿Dónde se ocultaban?

Pasos se escucharon muy cerca. Me basto ver a London buscando su arma, solo

para darme cuenta de que no tendríamos oportunidad si los agresores eran más de

cinco.

¿Dónde estaba Maica? ¿Y Garrett?

Alguien abrió fuego, más por instinto que por pensamiento me lance sobre London

para protegerla de los ataques.

Las detonaciones venían de todas partes; de arriba, de los lados…

La pelirroja se encogía más y más ante cada sonido, como si quisiera hacerse

pequeñita y desaparecer de ese lugar.

No la culpaba por ello. No la culpaba por tener miedo, después de todo yo estaba

aterrorizado.

Los disparos cesaron y tardamos unos segundos en darnos cuenta de que los

Guardias jamás llegaron hasta donde estábamos, si no que los francotiradores

acabaron con ellos en poco tiempo.

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307 30 Mayo 2013

Ayude a London a ponerse de pie…y fue cuando los vi. No podía procesar de una

manera rápida las imágenes, pero al parecer la pelirroja si, ya que corrió hacia

donde estaba el montón de rocas.

Cuando conocí a Maica, yo tenía seis años de edad. Era un bebe llorón y miedoso,

que se ocultaba tras una capa de soledad e insolencia.

Maica pudo ver por debajo de todas esas capas y me ayudo a salir adelante. No

recuerdo ni una parte de mi infancia donde el no estuviera presente, siempre

sacándome adelante con sus charlas, los entrenamientos, o incluso cuando

robábamos comida de la cocina.

Aprendió a lidiar conmigo como si tuviera que hacerlo. Mucho tiempo después

comprendí que lo hacía porque en mi veía reflejado a su hermano menor, quien se

convertiría en mi mejor amigo.

A Maica lo esperaban en casa, lo esperaba Beatriz, lo esperaba un pequeño bebe

creciendo en el interior de ella. Lo esperaban las personas.

Todos esperábamos a Maica.

Sacudí la cabeza para salir del trance y corrí detrás de London.

Ambos comenzamos a quitar las rocas de encima de los cuerpos. Ellos están bien,

ellos están bien. Me obligue a repetir, mientras quitaba roca tras roca.

Lo primero que vi fue la cabeza afeitada de a quien muchos años llame mi mentor.

Me apresure a quitar las piedras más rápido. Mi mente captaba destellos de

aquello que había ocurrido.

Nos lanzaron granadas provocando explosiones, London y yo fuimos lanzados en

diferentes direcciones, pero Garrett no podía moverse ya que estaba muy

lastimado y Maica lo cubrió con su cuerpo para evitar que sufriera más daños.

Él se sacrificó por su hermano.

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308 30 Mayo 2013

Garrett había detestado a Maica durante mucho tiempo, porque se sentía

abandonado por él, mi amigo solía decirme que para su hermano era más

importante cualquier otra cosa que él. Y esto le demostraba lo contrario.

Con un grito ahogado, tanto la pelirroja como yo removimos con cuidado a Maica

de encima de Garrett.

El cuerpo del primero estaba cubierto de polvo y de sangre.

Me obligue a tragar la bilis que se formó en mi garganta, ya que un hilillo de

sangre le corría por la barbilla, sangre que brotaba de su boca.

Garrett estaba tosiendo y jadeando cuando lo sacamos de él hueco que el cuerpo de

Maica había creado para resguardarlo.

Garrett nos miró con la interrogante flotando en sus oscuros ojos.

No pude responderle.

Lo único que podía hacer era negar con la cabeza y escuchar los sollozos de

London que estaba a un lado, con la cabeza de Maica recargada sobre su regazo

para ayudarlo a respirar. Ya que, por encima de todo, el pecho de mi mentor

seguía subiendo y bajando. Aún estaba vivo.

Ayude a Garrett a salir de ese horrible hueco y a acercarse a su hermano. A

nuestro hermano.

Ambos podíamos ver a Maica, como luchaba por respirar y como la sangre

abandonaba su cuerpo.

La esperanza me decía que todo estaría bien, aquel sentimiento que llevaba la voz

de Violeta con él.

Pero la razón me decía que sus órganos estaban reventados, que tenía más de una

contusión y huesos rotos. Que nada estaría bien.

Me pase las manos por el cabello, deseando tirar del de una manera desesperada.

¿Qué podía hacer?

− ¿M-Maica?− preguntó Garrett y su voz se rompió.

No me di cuenta de que los tres estábamos llorando. Podía sentir las lágrimas

resbalar por mi cara y caer por mi barbilla.

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− ¿E-están b-bien?− preguntó Maica entre jadeos.

−Sí, los tres bien− respondió London, ya que ni Garrett ni yo podíamos encontrar

nuestra voz.

−Voy a morir− susurró y sonrió. Su boca estaba llena de sangre− Es curioso,

muchas veces desee estar muerto. Pero ahora yo deseaba estar vivo, quería volver

a casa y…− una tos lo interrumpió− Quería esta con Beth… con ustedes… con mi

hijo…

−Vamos a estar bien− dijo London y le limpio la sangre de la boca− Todos

nosotros.

−Yo cuidare de Beth− dije mientras me limpiaba las lágrimas− Y prometo cuidar

de tu hijo tan bien como tú lo hiciste conmigo.

Maica asintió débilmente.

Garrett no dejaba de llorar, ni siquiera podía hablar, los sollozos se escapaban de

su garganta.

Maica estiro su mano para alcanzar la de su hermano. Garrett la tomo y la apretó.

− ¿Por qué?− logró preguntar el hermano menor− ¿Por qué yo? Si tenías tantas

cosas por las cuales vivir… ¿Por qué morir por mí?

El hermano mayor sonrió ligeramente.

− ¿Y por qué no?− susurró. Tuvimos que acercarnos para escucharlo− Lamento

haberte dejado solo, sobre todo después de lo de nuestros padres. Siento haberme

ido… Solo quería que vivieras en un mundo mejor… y yo quería dártelo.

Garrett asintió. Completamente comprensivo.

Maica busco mi mano con la suya, yo la tome y le di un ligero apretón.

−Son hermanos− murmuró− No dejen que nada les haga sentir lo contrario. Los

unen lazos más fuertes que una simple amistad… somos hermanos… Alexander

solía decirlo… que éramos hermanos… no dejen que eso se pierda, porque durante

toda la vida, lo que siempre van a tener, será el uno al otro.

Terminó de hablar en un suspiro, echo la cabeza hacia atrás mientras el brillo se iba

de sus ojos para siempre.

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Me lleve las manos a la cara y rompí a llorar. Las lágrimas silenciosas escapando

de mis ojos.

London abrazo a Garrett y este lloro, grito, renegó contra ella, contra el cielo…

contra todo.

Y así, de la nada rompió a llover.

Incluso el cielo sabía que en la tierra se había llevado a cabo una gran pérdida.

Una vez leí que la lluvia significaba nueva vida, que las lluvias traían con ellas

esperanza de que las cosas mejorarían. La lluvia se llevaba con ellas las cosas malas

e inservibles y traía vida con ella.

Esta lluvia no era así. Lo único que arrastraba a su paso era sangre, dolor, guerra.

Lo único que se llevaba era vida, no la traía, la arrastraba con ella hacia otro lugar.

Por primera vez en la vida sentí que nada tendría remedio, que las cosas no

mejorarían, que estaba más perdido que nunca…

No sabía cuánto tiempo había pasado desde lo de Maica, desde que Garrett le

había cerrado los ojos, desde que exhalo su último aliento.

Yo solo podía estar ahí, de rodillas sobre la fría tierra, recibiendo los aguijonazos

de agua helada de la lluvia.

− ¡Dorian!− gritó alguien.

No sabía dónde ubicar la voz. No cabía en ninguna parte de mi mente.

Varias personas corrían hasta donde estábamos. Ni siquiera me puse a pensar si

eran amigos o enemigos.

− ¿Qué rayos…?− Julián se detuvo de hacer la pregunta cuando vio el cuerpo de

Maica.

Los ojos del chico se llenaron de lágrimas. Me había olvidado por completo de él.

Su boca se abría y cerraba con palabras que no podía pronunciar.

Mildred llego hasta donde estábamos y por lo menos tuvo la decencia de guardar

silencio por lo menos una vez.

− ¿Y Violeta?− preguntó la chica después de un momento.

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Esas simples palabras lograron traerme de vuelta a la realidad.

¿Dónde estaba Violeta?

Me puse de pie rápidamente y busque un arma por todas partes, cuando la ubique

me la colgué… y me di cuenta de que no sabía a donde ir.

Thomas se acercó a nosotros y cubrió a Maica con su chaqueta.

−Informes− pidió como todo buen soldado.

−El lugar está despejado− explicó London− Las niñas a salvo en la Resistencia.

Debemos despejar por completo el lugar y también llevarnos de aquí a los niños.

Thomas asintió.

−Es hora de irnos− ordenó y empezó a andar al territorio masculino.

− ¿Has visto a Violeta?− pregunté.

−Encontramos el cadáver de Abel a unos metros de aquí. Mis hombres informan

que la última vez que la vieron estaba entrando al Internado. Nadie la vio salir.

Debemos irnos, acabar con esta misión. De seguro tu chica ya volvió− dijo Thomas

y trato de tomarme del brazo para obligarme a ir con él.

Me zafé de su agarre.

−Ella no se iría de aquí sin antes cerciorarse de que estamos a salvo. Iré a buscarla.

Thomas sabía que yo tenía razón, motivo por el cual no discutió.

−Voy contigo− dijo Garrett mientras trataba de ponerse de pie.

−En tu condición solo vas a estorbar− gruñí.

London lo ayudo a estar en pie.

−Ve a la furgoneta. Los demás vamos a ayudar a los niños a salir de aquí, y si para

entonces Dorian no está contigo, iremos a buscarlos a ambos− dijo London.

Todos estuvimos de acuerdo. Corrí alejándome de ellos en dirección al Internado.

Ella está bien. Violeta está bien. Me obligue a repetir esta oración hasta llegar a la

puerta del lugar.

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CAPITULO 39

La Institutriz hizo más firme su agarre sobre la niña.

− ¿Asustada?− me preguntó.

−No− respondí secamente.

Habíamos empezado a andar en círculos, mientras yo le apuntaba a ella y la bruja a

la pequeña.

Quería decirle a la niña que todo estaría bien, que la sacaría de esto, pero con esa

mujer ahí, no podía prometer muchas cosas.

−Déjala ir− pedí.

La mujer gruñó una risa.

−No, ella es mi boleto de salida. Voy a largarme de aquí, y estaré a salvo en la zona

de los Gobernantes. Ellos me darán protección a cambio de información− espetó,

¿Información? ¿Gobernantes? ¿Boleto de salida?

− ¿Qué harás con ella cuando acabe con esto?− pregunté.

−Eres lista− replicó− ¿No lo dedujiste ya?

Rechine los dientes. Iba a matar a la niña cuando ya no le sirviera.

Las cosas encajaron en mi mente muy rápido. Ellos me querían viva y estaba

segura de que era por mi sangre, por la cura.

−Te propongo un trato− dije− Dejas ir a la niña y yo iré contigo. Estoy segura de

que esa información que planeas canjear por tu seguridad es la cura, una cura a la

que solo pueden tener acceso a través de mi sangre. Piénsalo bien.

La Institutriz frunció tanto el ceño que sus cejas casi se juntan.

−La mocosa pedirá ayuda− gruñó y le quito el seguro al arma.

Un horrible sonido lleno todo el lugar. Era una explosión. La mujer se distrajo solo

unos segundos que yo aproveche.

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Me lance contra ella, aventando a la niña a un lado. La Institutriz lucho contra mí,

pero la tome de los brazos y los aplaste con mi peso.

Su arma cayó a unos cuantos metros de donde estábamos, al igual que la mía.

Me dio un rodillazo en las costillas y logro separarme de ella tan solo unos

centímetros que aprovecho para que quedáramos separadas.

La mujer se inclinó y saco algo de su bota.

Retrocedí rápidamente al darme cuenta de que sostenía un cuchillo en su mano.

Corrí hacia donde estaba la pequeña, para interponerme entre ella y la psicótica

mujer.

− ¿Creíste que podrías tu sola contra mí?− preguntó.

Mi respiración estaba agitada. Las costillas donde me golpeo dolían, pero no deje

que notara mi cansancio.

La mujer avanzó hacia donde estaba su arma lentamente.

Anduvimos en círculos de nuevo, procurando también llegar hacia la puerta.

A ella aun le quedaba bastante para llegar a su objetivo, pero yo tenía la puerta

detrás de mí.

Le di la espalda solo los segundos en los que me cerciore de que la niña estaba

bien.

− ¿No me preguntaras por tus padres?− se burló la institutriz− ¿Si se dónde están?

−No lo sabes− gruñí.

−Se más de ti de lo que te puedas imaginar− refunfuñó.

−Se a lo que quieres jugar, no va a funcionar− dije.

−Oh, querida. Si tan solo supieras mentir. Sé que ya funciono.

Apreté la mandíbula. Esta maldita me conocía bien. Yo quería información de mis

padres, saber si alguien se preocupaba por mí, si alguna vez tuve una familia en la

que encajaba perfectamente.

−Corre− le ordené a la pequeña.

Ella asintió y desapareció por la puerta.

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314 30 Mayo 2013

No me di cuenta de lo que sucedió, hasta que la mujer estuvo sobre mí,

inmovilizando mi cuerpo con el suyo, y presionando el cuchillo contra mi

garganta.

−Si no fueras tan valiosa, te rebanaría aquí mismo− dijo con desprecio.

Solté un grito de frustración y me removí bajo su agarre.

La Institutriz me tomo del cabello y me obligo a levantarme.

− ¿Quieres saber la verdad?− exclamó.

Tiró de mi cabeza hacia atrás y presiono el cuchillo contra mi garganta.

−No me mataras− dije.

−Puedo hacer lo que yo quiera contigo− replicó.

−Que lastima− dijo una voz desde la puerta− Porque te hare exactamente lo

mismo.− el chico de ojos azules le apuntaba con su arma a la arpía.

Una sensación de calidez se instaló en mi pecho.

− ¡Dorian!− grité.

La mujer gruñó en mi oído.

− ¿No quieren saber por qué es tan valiosa?− inquirió.− ¿Por dónde comenzar? ¡Ah

sí!− exclamó he hizo su agarre más firme− Tu eres mía. No tienes padres, no existe

una familia para ti. Y eso es porque yo te cree. Fuiste fabricada en un maldito

laboratorio. Cincuenta fueron los intentos, cincuenta fecundaciones in vitro y solo

una de ellas sobrevivió. Tu− dijo y sonrió− Así que soy lo más cercano a una

madre que tienes.

Metí una mano entre el cuchillo y mi garganta, provocando que el filo se abriera

paso en mi palma.

Hundí mis dientes en la mano de la mujer, provocando que soltara su arma.

Ella retrocedió unos pasos y yo me deje caer al suelo.

“Yo te cree” “Tu eres mía”

Por eso no encajaba en ningún lugar, por eso las personas a mi alrededor no me

aceptaban. Por eso mi sangre era al cura.

Yo fui creada especialmente para eso, yo soy un experimento.

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Sentía la respiración atorada en mi garganta, mi corazón palpitar fuerte contra mi

pecho, las lágrimas caer de mis ojos.

Yo era un experimento. Mi existencia no valía. Ni siquiera debería estar aquí. No

tenía un alma, tampoco un destino ni nada.

Yo no tenía derecho a reclamar nada de la vida para mí, porque yo era un

experimento.

Por eso a Abel le resultaba tan extraño el color de mis ojos. Por eso ninguna

persona tenía los ojos así. Yo era un experimento.

−Violeta…− me llamó Dorian.

No me había dado cuenta de que él seguía del otro lado la habitación, aun

procesando la información.

−Tú no eres de nadie− dijo mientras me miraba− Te lo dije hace tiempo y lo

sostengo. Eres dueña de ti misma, ya deberías saberlo.

−Yo…− no sabía que decir.

−Tus palabras no van a ayudarle− espetó la mujer.

Dorian la ignoro.

−Mírame− pidió− Mírame y dime que no crees en mis palabras.

No podía hacer eso. Por muy contradictorio que fuera, yo sabía que ambos tenían

razón.

No pude mirarlo, solo pude enfocar la vista en aquella lluvia que entraba al

despacho a través de la ventana rota.

Me puse de pie trastabillando para caminar directo a Dorian.

El aún le apuntaba a la mujer y no la perdía de vista.

Me limpie las lágrimas y lo mire fijamente. Yo podía con esto, de verdad podía.

La primera detonación me tomo por sorpresa. La Institutriz se llevó la mano al

pecho, justo donde London le había disparado.

La chica estaba al otro lado de la ventana, aun le apuntaba a la mujer.

No sé cómo, tal vez fue con sus últimas fuerzas, pero la Institutriz tomo el arma del

suelo y disparó.

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316 30 Mayo 2013

Avancé tres pasos más hacia Dorian cuando algo me detuvo.

Había dolor, mucho dolor y la tibieza de la sangre que se escapaba de mi pecho.

Caí al suelo, esperando ver solo oscuridad, pero lo que se atravesó en mi campo

visual fueron unos hermosos ojos del color del zafiro.

−Si no es mía… no será de nadie más− fue lo último que escuche de aquella mujer.

No podía respirar, algo estaba obstruyendo mi respiración.

La muerte no debería ser dolorosa. Al contrario, si se trata del descanso eterno

debería ser tranquila y apacible, cubrirnos con su delicado manto y llevarnos lejos.

Debería ser cuidadosa y amorosa, al igual que una madre.

Debería llegar con una sonrisa en vez de tristeza.

Y no debería ser tan dolorosa.

El dolor se hacía más y más grande. Hasta que como un acto de misericordia la

oscuridad me llevo con ella.

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317 30 Mayo 2013

CAPITULO 40

Siempre sabía que responder. Y si no venía con palabras lo hacían las acciones.

Solo que ahora… ahora no había nada.

Violeta cayó al suelo, con un charco de sangre formándose debajo de ella. Fueron

dos disparos los que la mujer gasto…

Corrí hacia donde estaba Vi, tratando de detener el sangrado con mis manos.

Salía sangre de su pecho y de su hombro… ¿Qué podía hacer?

London llego a donde estábamos y me aparto de un manotazo mientras rompía un

pedazo de su vestido y hacia presión sobre una de las heridas de Vi, aquella que

lucía más horrible.

Lo demás sucedió solo en trazos. Las personas de la Resistencia entrando al lugar.

Evan tomando a Violeta en brazos y subiéndola a una camilla.

Ver como transportaban a los heridos al hospital de los internados en vez de

llevarlos a la Resistencia.

Ella no. Por favor. Ella no.

A cualquier ser allá arriba que quisiera escucharme: Por favor, Violeta no.

Ya se habían llevado a Maica… yo no podía soportar lo de Vi. Cualquiera menos

ella.

Tal vez… solo tal vez si Violeta moría, solo sería como un recordatorio de que el

mundo no tiene una cura, de que las personas nunca estarán bien unas con otras,

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318 30 Mayo 2013

de que siempre habrá un motivo para luchar entre ellos. Si Violeta se iba, solo sería

como recordatorio de que el mundo nunca iba a estar bien.

No supe en que momento fue que Julián vino por mí, para llevarme a un lugar

donde curarían mis heridas y me obligarían a comer.

No dormía, no podía procesar nada. Incluso trajeron a Dabria, para que me

obligara a volver a la Resistencia. Por supuesto que yo me negué.

Si Violeta no iba, entonces tampoco yo.

Después del aturdimiento llego la ira.

Empecé a querer entrar en la sala en la que la estaban operando, en la que

luchaban por salvar su vida, yo quería estar ahí.

Sentí que inyectaron una cosa en mi cuello, las fuerzas me abandonaron y no pude

hacer nada más que caer en un profundo sueño.

Un mes. Había pasado un mes desde el ataque a los internados. Desde lo de Maica,

desde lo de Violeta.

Fue Garrett el encargado de darle la noticia a Beatriz. Yo no quería ver su reacción.

Mildred y Thomas fueron los que dirigieron el resto de los rebeldes hacia la isla de

los Gobernantes y de las personas casadas. Curiosamente, habían utilizado su

mayor cantidad de Guardias en el ataque a los internados, así que ellos estaban

indefensos.

Los otros tres Gobernantes se enteraron de que Gideon estaba muerto, así que se

rindieron ante nosotros, abriendo sus puertas para todos.

Thomas se encargó de hacerle saber a todos que quien quisiera irse era libre de

hacerlo, después de eso, se les repartieron mapas a las personas, mapas con la

información necesaria para llegar a otros lugares habitables.

Cuando entraron a los criaderos, dejaron a cada niño con sus padres, quienes los

recibieron con los brazos abiertos.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

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Nick se encargó de hacer una cura con la información que ya tenía y la sangre de

Violeta. Esta vacuna se les dio a las personas de la Resistencia.

London fue quien se ofreció como sujeto de prueba y funciono en ella, así que se

procedió a hacerlo con las demás.

Los deformes convivían de una buena manera con las demás personas.

Derek no había regresado. El seguía vivo, y no se molestó en volver a la

Resistencia, ni tampoco en pelear por nada. De los cuatro amigos él era el único

que quedaba vivo y decidió marcharse. Solo se lo dijo a Beth, pidiéndole que

cuidara de su hija.

Ni Melanie ni yo nos habíamos separado del cuarto donde habían metido a Vi.

Ella había sido sometida a dos cirugías, en las que sacaron las balas, por fortuna

ninguna dio en su corazón.

Violeta tenía fracturada la clavícula porque una de las balas dio ahí, y la otra la

atravesó. Ella había perdido mucha sangre. Resulto que todos querían donarle por

agradecimiento, al parecer Vi había hecho muchas cosas por todo el mundo.

Quien resulto compatible, después de haber tenido puesta su vacuna y después de

todas las pruebas correspondientes, fue London.

La chica ni siquiera espero que le pidieran que donara, sino que lo hizo por

voluntad propia.

London y Garrett estaban juntos ahora, al igual que Mildred y Julián.

Thomas estaba a cargo de la Resistencia, y ayudaba en todo lo que podía. También

estaba encargado de las personas que se iban a explorar el mundo, en busca de las

tierras habitables.

Todos estaban bien. Incluso Beth, a quien le resultaba difícil comportarse alegre

como los demás, pero tenía que salir adelante por el pequeño Maica que estaba

creciendo en su interior.

Me pase las manos por el cabellos y suspiré.

− ¿Estas bien?− me preguntó Melanie, quien estaba sentada a mi lado.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

320 30 Mayo 2013

−Supongo que si− respondí.

−No pareces estar bien ¿Hace cuánto que no comes?− me reprendió.

− ¿Se supone que tienes siete años?− pregunté.

−Casi ocho− respondió.

−Entonces no tienes edad para regañarme.

−Tal vez la edad física no− replicó− Pero si la mental.

Abrí la boca para responder, pero una carcajada me interrumpió.

−Por una vez mantén la boca cerrada− me dijo Garrett.

Él se apoyaba en un par de muletas mientras se acercaba a nosotros. Su pierna

estaba rota, además de unas cuantas costillas mallugadas, pero por lo demás estaba

bien.

− ¿Te importaría dejarnos solos?− le pidió a Melanie.

La niña asintió, deposito un rápido beso en mi mejilla y se alejó dando saltitos por

el pasillo.

− ¿Dorian?− me llamó Nick desde la puerta de la recamara de Vi.

− ¿Si?− me puse de pie rápidamente.

−Puedes pasar a hacer la visita diaria, pero que sea rápido− dijo y salió del lugar.

No se habían tomado la molestia de trasladar a Vi a la Resistencia, ella y otras

personas heridas de gravedad estaban siendo atendidas en el hospital de los

internados.

Así, que ese había sido mi hogar el último mes.

Garrett y yo entramos a la habitación.

Violeta estaba sobre una camilla, su brazo y pecho estaban envueltos en vendajes y

en su boca había una de esas cosas para el oxígeno.

Su postura no había cambiado desde ayer. Sus ojos seguían estando cerrados.

Me senté en la orilla de la cama y la mire. Solo eso hacia cuando venía a visitarla:

Mirarla.

A veces le leía en voz alta.

− ¿Cuándo despertara?− preguntó Garrett.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

321 30 Mayo 2013

−No lo sé− respondí secamente.

− ¿Por qué no vuelves a la Resistencia? Ese es tu hogar ahora. Cuando Violeta

despierte te llamaran.

−No quiero dejarla sola. No quiero que despierte y se encuentre sola.

−Entiendo eso− dijo y se acomodó las muletas− Es solo que estamos preocupados

por ti. Todos nosotros.

Me pase las manos por el cabello.

−Sé que le prometí a Maica que me haría cargo de Beth y su bebe, pero…

−Olvídate de eso, olvida todo por un momento− me interrumpió− ¿Qué pasara si

ella no despierta? ¿Te quedaras aquí para siempre? Necesitas recuperar tu vida.

Lo fulmine con la mirada, pero no se retractó de sus palabras.

−Despertara− fue todo lo que pude responder.

−Nick dijo que las posibilidades eran de 40- 60. Hay más probabilidad de que

muera a que despierte− dijo Garrett con tristeza.

− ¿Ah sí?− repliqué− Pues le apuesto al cuarenta.

Mi amigo negó con la cabeza.

−No tiene caso discutir contigo.

−Si ya lo sabias ¿Entonces para que vienes?

−Porque estoy preocupado por ti− respondió.

Suspiré profundo y me puse de pie.

−Gracias, pero estaré bien.

−Te estaremos esperando en casa para cuando decidas regresar.

Envolví a Garrett en un abrazo al que correspondió.

−Te veré pronto, Zángano− dije.

−Te esperaremos, Simio− respondió.

Hace unos días me había dicho que ya me tenía un apodo, y a decir verdad, me

gustaba.

−Me estaba empezando a preguntar cuando se declararían su amor mutuo−

murmuró una voz.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

322 30 Mayo 2013

Sentí la respiración atorarse en mi garganta.

Deshicimos el abrazo y miramos a la camilla, solo para ver como Violeta extendía

su brazo y se quitaba la cosa del oxígeno de la cara.

No supe cómo reaccionar. ¿Y si la tocaba y echaba a perder algo? ¿Si desviaba la

vista y ella volvía a dormir? ¿Y si…?

− ¡NICK!− gritó Garrett y salió tan a prisa del lugar que olvido sus muletas.

No podía dejar de mirar a Violeta, sus ojos observándome fijamente.

−Si− dijo con voz ronca− Es real.

− ¿Cuánto…? ¿Cuánto tiempo llevabas escuchando?− pregunté.

Me estaba constando mucho trabajo procesar todo.

Estaba despierta. Estaba viva.

Había sido el mes más largo de mi vida.

−Desde el inicio. ¿Sesenta- Cuarenta?− se burló− Ya deberían saber que siempre

rompo las posibilidades.

Al fin mi cerebro capto las cosas ¡Viva! ¡Estaba viva!

Sacudí la cabeza y antes de poder procesar las cosas, mis labios ya estaban sobre

los suyos. Mis manos a cada lado de su cara.

Me retire solo para que ambos pudiéramos respirar.

−A un lado, Dorian− me pidió Nick.

Como no lo hice caso, Garrett tuvo que sacarme a rastras del lugar.

Alcancé a ver como Nick revisaba los ojos de Violeta con esa lamparita que

cargaban los médicos del lugar.

Ella estaba bien. Violeta respiraba, al igual que yo.

Reí, reí tanto que pronto no pude parar. Era tanta la risa que aun cuando llegaron

los demás, no podía parar.

Aun cuando Nick salió y nos dio la noticia de que ella estaría mejor, que su

recuperación seria lenta pero segura, que sería trasladada a la Resistencia.

Aun después de todo eso, no pude parar de reír.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

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EPILOGO:

Me trasladaron al hospital de la Resistencia una semana después de despertar.

Dorian no se separó de mí para nada. Me pregunte qué tan mal la había pasado.

La carne se adhería al hueso, y un chico que en un tiempo fue musculoso, ahora

parecía un saco de huesos.

Todo era por mí.

Había estado mucho tiempo en el hospital.

No le diría, pero podía escuchar mientras me leía. Cuando yo aún no podía

despertar, cuando mi cuerpo no me obedecía, esa era la peor sensación del mundo.

A diario ansiaba aquellas pocas horas que dejaban a Dorian estar a mi lado.

Había tenido tiempo de sobra para pensar las cosas.

Yo era un experimento. Sí, eso es lo que era y debía aprender a vivir con eso. Pero

no me faltaba un hogar. Por primera vez sentí las piezas encajar perfectamente

unas con otras.

Yo estaba aquí y ahora y si se me permitió vivir después de todo lo ocurrido fue

porque realmente me lo merecía, realmente me había ganado un sitio.

Dabria me lo había dicho hace mucho tiempo, pero no le preste atención:

“Tu hogar esta donde los que te aman te esperan” sabias palabras de la madre de

Dorian.

Y ahora había personas que me querían y apreciaban. Personas que esperaban por

mí, porque había sabido cómo ganarme un lugar en el corazón de cada uno.

Porque incluso London me traía flores al hospital de la Resistencia y se sentaba a

charlar conmigo sobre cosas sin sentido.

La chica tenía un brillo en su mirada con el que nunca la había imaginado.

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Angélica Roció Hernández Pérez Del otro lado del muro

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Me levante de la camilla con mucho cuidado.

Hoy era el día en el que me dejarían volver a mi habitación, hoy estaba

oficialmente dada de alta, aunque mi brazo tuviera que descansar en un cabestrillo

durante mucho tiempo más.

Hoy también era un día especial porque hoy sería la caída de los muros. Era algo

simbólico, ya que había paz por todas partes, pero las personas pidieron que así

fuera, no más fronteras, no más divisiones y no más guerras. Iban a derrumbar

hasta el último ladrillo.

Yo quería quedarme a este evento y después irme. Ver el mundo, explorar cada

rincón y así poder ver como el mundo al igual que nosotros se recuperaba

lentamente.

Salí del hospital. El aire fresco me rozó la cara, haciéndome sentir libre.

Afuera me esperaba Dorian. Sus ojos brillaron u una sonrisa radiante ilumino su

rostro cuando se acercó a besarme.

Entrelace mis dedos con los suyos y juntos anduvimos hacia la orilla de la playa,

donde se vería todo el espectáculo de la caída de los muros.

−Voy a irme− dije sin esperar una respuesta continúe− Saldré mañana con el grupo

de Mildred. Iremos a explorar otros lugares.

Dorian frunció el ceño.

Yo sabía que el tenia cosas que hacer en la Resistencia. Sabía que debía cuidar de

Beth y de su bebe, sabía que él no podía irse porque aún quedaban cosas por hacer

en estos territorios.

−Si me hubieras dicho antes habría tenido tiempo de empacar, ahora no sabré que

llevar conmigo− se quejó.

− ¿Vendrás?− pregunté emocionada.

− ¿Y por qué no iba a hacerlo? Tú vas, y yo te sigo ¿No ha sido siempre así?

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No podía ocultar mi emoción ni mi sonrisa. Si pudiera me lanzaría ahora mismo a

sus brazos y lo atraparía en un abrazo interminable, pero el cabestrillo me lo

impedía, así que solo sonreí para él.

−Pero… Beth… tus responsabilidades…tu madre…− tartamudeé.

−Me parece que tanto Garrett como London se pelean por atender a Beth, tanto

que la pobre trata de escapar de ellos. El pobre de Thomas ha estado secretamente

enamorado de Dabria desde que la conoció. Y ahora hará lo posible por ganársela,

esperemos que con el tiempo pueda. Aunque también tendrá que convencerme a

mí…

−Creo que es excelente. Ambos se merecen ser felices.− dije.

−Todos nos merecemos ser felices− respondió.

No pude estar más de acuerdo con él.

Lo mire sin poder dar crédito a lo que ahora sucedía.

Como hace algunos años tuve miedo de él, cuando escuche su voz del otro lado del

muro.

Como me sentí libre la primera vez que pude oír su risa.

Como me sentía completa y feliz cada vez que me encontraba con él.

Eran tantas cosas.

Y nunca iba a olvidar la primera vez que tuve el placer de ver esos hermosos ojos

del color del zafiro. Como resaltaban con su cabello negro y su horrible traje de

pingüino.

Dorian era mío, y yo era suya.

Ese pensamiento me lleno de paz y amor.

Juntos avanzamos hasta la orilla de la playa, donde estaban Garrett y London,

Julián y Mildred y varias parejas más.

Dorian se sentó sobre la arena y tiro de mí en un abrazo. Ambos mirando al frente,

donde se alcanzaban a distinguir los muros de los internados.

− ¿Vi?− susurró en mi oído.

− ¿Si?− murmuré.

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− ¿Te casas conmigo?− preguntó.

Sentí que mi corazón se detuvo.

¿Qué? ¿Escuche mal? ¿Casarme con él?

− ¿Qué?− respingué.

−Ya me escuchaste. Quiero que te cases conmigo.

−Todo esto comenzó por una ridícula boda− bromeé− Además aun somos muy

jóvenes.

Dorian se encogió de hombros.

−No dije que fuera ahora. Puede ser mañana, o dentro de algunos años, mientras

prometas que estaremos juntos siempre.

No respondí a eso. ¿Qué se supone que debía decirle?

− ¿Tu silencio significa que no?− preguntó con voz dolida.

−No. Mi silencio significa que siempre voy a estar contigo y que eso puedo

prometerlo. Y que me casare contigo, pero cuando considere que será lo mejor−

respondí.

−Puedo vivir con eso− dijo.

Ambos miramos al frente, justo a tiempo para ver los muros caer.

Fin.

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