del a iglesia catolica

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© Biblioteca Nacional de España . . ID0 CATOLI CA , AP-OSTOLI CA Y ROMANA ;

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    . .

    ID0 ~~ a~UlOO~--"" CATOLICA , AP-OSTOLICA Y- ROMANA;

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    Puede la Sociedad de la PnoPAGANDt. CATLICA imprimir la obra titulada "De la Iglesia Catlica, Apostlica , R onwna" por ser doctrina muy sana y de un m-rito extraordinario.

    Madrid 14 de Setiembre de 1846.

    El Censor,

    Juan Gonzalez.

    Sru. Dirtclores dt la Propaganda Cat6lica.

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    DE LA IGLESIA 1 5'7785

    CATOLICA, APOSTOLICA Y ROMANA;

    DICHA DE CONOCERLA y

    OBRA ESCRITA EN FRANCS POR M. L. B.

    Es 1':\tro.ovdil'l fll'iO que la rcl i;;io :'l crib:l~na ~1H pll.rf'C:f' oo tcne: r oho objeto sir,o b l~llcil!ad d~ h otrll ,,tda , forme t~lll\>i c" l as dC"l!d:u de u ta.

    MADRID: IMPRENTA DE LA PROPAGANDA CATLICA DE ESPAA 1

    A CARGO DE D. F. RODIIIGUEZ. Calle del Fomento, n1m. 7.

    18~6.

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    PRLOGO.

    La vida del hombre en este mundo no es mas que transitoria, por lo cual es una fatalidad para la criatura el tener tan-to apego los objetos que le lisongean, que brillan sus ojos con ciertos encan-tos, que le seducen, que le encantan momentneamente; objetos todos que no debieran ocupar su imaginacion mas tiempo que el necesario para verlos; pues cuanto mas se halla identificado con ellos, tanto mas sensible le ser el mo-mento de desecharlos.

    L a R eligion le p reserva de esta des-gracia; le hace conocer, que su mision no es nicamente la de vivir unos cortos

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    !1

    instantes en este mundo, donde todo lo que se le presenta rodeado de atractivos es una pura ilusion, una falsedad. La Re-Jigion eleva sus pensamientos la man-sion eterna, su verdadera patria; all ]e espera .el autor de sus dias y le recom-pensa de sus virtudes. Su vida mortal no es mas que un ci erto tiempo de prueba que le ha sido concedido para contraer mritos y para hacerse digno de la di-chosa eternidad que Dios ha reservado sus elegidos.

    Solo la Rcligion catlica, apostl ica, romana, es la que revela al hombre su destino y le f3.cil ita al mismo tiempo los medios y los socorros que le son necesa-l'ios para esperar. Esta religion es la so-la verdadera, porque es la sola que ense-a la verdad : es la sola santa, porque es la sola que forma los santos : y es la sola divina, porque es la sola creada por Dios.

    En vano los cismticos y los protes-tantes se arrogan los ttulos de cristianos y de evangl icos, pues no son ni lo uno ni lo otro. No son evanglicos, porque el E vangelio condena su cisma y sus errores, y no pueden abrir este sagrado

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    libro sin leer su sentencia: no son cris-tianos, porque no siguen la religion de Jesucristo, que es la religion catlica, apostlica, roma.na. Jesucristo no ha ftm-dado mas que una Iglesia y esta es la catlica, pues so! o esta tiene incoutesta-blemente las marcas y caracteres distin-tivos y disfruta de prerogativas su-blimes.

    Este pequeo trabajo que ofrecemos nuestros lectores, contiene las pruebas histricas, dogmticas y morales ele nues-tros asertos, recopilados de los autores mas acreditados, de los que hemos pro-curado cuanto nos ha sido posible con-servar los trminos propios. _

    No blasonamos de literatos, ni de s-bios, ll de eruditos; pero deseamos ha-cer partcipes nuestros hermanos del fi-uto de nuestra lectura, que es el que les presentamos. Ojal les sea tan agra-dable como til!

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    PARTE PRIMERA.

    DB L .t. IGLESl.t- C.t-'H~LIC.I , II.POSTLICA., llOI!Ii\NJl,

    LO QUE SE ENTIENDE PO!t IGI,ESIA.-DI FERENTF.S NOMBRES QUE SE HAN DADO JI. LA IGLESIA.

    La palabra J.qlr.sia (en latin Ecclesia) se deriva del griego y significa asamblea. La Sagrada Escritura, en muchos parages, designa con el nombre de Iglesia to-das las asambleas as sagradas como profanas. Da vid ( 1) llama Iglesia ( Ecr./esiam) la asamblea de los malos, diciendo que le inspira version y que no quie-re asistir ella: Abornzco la I,rlesia de los malos y no me sentar entre los impos (2). En el mismo sentido de asamblea en general debe tomarse la palabra ( Eccle-sia) Iglesit que se encuentra en estas palabras que el autor del libro de las artas de los Apstoles pone en boca del escribano de Efe so : Si teneis algun otro asunto que p1oponer, se podr arnglar en una asam-blea leg1'tima (3). Del mismo modo debe entendel'_se en

    (1) Pa. 25, ,., 5. (2) 00IVI R(:CLESIUf WALIONAN1'1U)I: !T CUM IMPJIS NOS Sl?.nP.liO, (3) S1 QUIO AUTCM ALT8RIU'8 rt.BI QV&RlTII1 1N J..BOlTIMA ~CCLBtU. POT.E:UT

    J.liiOLl'l.

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    -12-~~ verscuJo siguiente: Y dicho esto, disolvio la Mam-blea (!).

    Pero la costumbre de loo Apstoles y de sus disc pul os, ,_,uso de torios los siglos que les han precedido han adoptado este t rmino para ~ignificar la congre-gacion de los fieles,' s\1 asociacion religiosa. En es-te sentido debe toniarse en el captulo V de las actas de los Apstoles, donde d ic:e que el pronto castigo de Ananas y de S

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    -13-para participar de los augustos misterios de la reH-gion: un templo consagrado Dios bajo la invoca-cion de la Virgen Santsima ele cualquiera otro san-to; un edificio destinado la celehraeion Jc lns rlivi~ nos oficios y la predicacion de la do

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    -14 -puesta al alcance de todos, es la que nos dan nues-tros catecismos comunes en los que leemos, que la Iglesia es la congregacion de los fieles que P''ofosan una misma f y participan de unos mismos Sacramentos, ba-jo la direccion de los pustmes le,IJI'timos, cuyo gefe visi-ble es el Papa, sucesor de San Ped1o y JI icario deJe-sucristo en la tinTa.

    Esta Iglesia, .:uyos fiJndadores Izan sido los Apstoles y Jesucrto la piedra fundamental, ha existido en es-te rden durante el transcurso de los siglos desde que su divino autor la fund, y existir mientras el mundo sea mundo. Los Apstoles la h&n est

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    -15 -hombres; en ella sola reside la autoridad que solo ella ha recibido de Dios, para decidir en cuanto con-cierne la verdad. Se d la Iglesia el nombre de Rebaio de Jesucristo, l es su Pastor y la Pue1ta del redil. ( 1 ). Tambien el de Esposa de !esuc1isto: " Yo ,os he desposado, dice el Apstol los Corintios, con , un Esposo nico, Jesucristo, para presen1 aros l , como una virgen pura (2). Amad, dice adems , los de Efeso, vuestras esposas, como Jesucristo ,ama la Iglesia {3). Y hablando del Sacramento ,del matrimonio: " Este sacramento es sublime en ,Jesu

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    -16~ mano divina que la proteje contra los esfuerzos del mundo y del infierno; sus tJiunfos, en fin, en medio de tantos combates, nos hacen ver la protcccion acti-,.a y perseverante del Rey de la gloria siempre dis-puesto defendcria, confundit sus enemigo,s y hacerla triunfar. . Esta via plantada por la mano de Dos empieza

    i brotar races en la Judea y extiende sus fecundns vides todas las exlren,idadcs de la tierra. Ella cu-bre con su sombra las cumbres de las montaih1s, y sus pmpa:1os siempre verdes, coronan la cspide de los mas altos cedros; extiende sus rcnne,os de un mar ,; otro llevando por do qticra frutos de j nsticfa y de santidad. Los animales destructo ,es se l.anzan en vano desde ct fodo ele los bosques para d{'voar-la; el enemigo CJne desea sq prdida , hace esfnerzo.s intiles para abrir l muralla. .que la defiende; en va-no quiere anojarse sobre ella para anebatar sus fnt.-tos, asolarla y

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    -17-cendi sobre su cabeza, dndole conocer el A lt-6imo por su querido hijo y diciendo que le recibie-sen y escuchasen como lo que era. Escogi enton-C'es el Hijo de Dius un.corto nmero de discpulos; les instrua con su elocuencia, les daba ejemplo con sus acciones y les santificaba con su gntcia: los sa-cramentos que instituy, como manantiales abun-dantes, puros 6 inagotables de divina gtacia fueron al mismo tiempo los sagrados y visibles lazos que le unan ( los hombres que ~ l asoci su ministerio y fl sus trabajos.

    Para continuar la ejccucion de su grandiosa obra y para perpctuat el nuevo pueblo que quera formar, nombr sus mismos discpulos gefes de la nacion santa, y les d al mismo tiempo el poder de tras-mitir los demris no solamente la autoridad de que l les habia hecho depositarios , sino su mismo esp-ritu, do! cual les haba hecho a si mismo partcipes.

    Mas quines fueron los llamados dar cima { es-ta colosal empresa? Doce pobres pescadores ( 1 ), hom-bres ordinarios, sin instruccion, sin prestigio, sin consideracion en la sociedad, faltos, en una palabra, de cuanto pudiera hacerles ser oidos de los pueblos. Les di6 el nombre de Apstoles, es decir enviados, porque les confiri la mision de ir predicar po to das p:utes su Evangelio; hacindoles adems los prncipes de su pueblo y las columnas de su Iglesia Por este medio tan digno de atencion, nuestro di vi-~ Salvador, anunci al mundo que ejecutara su proyecto, sin ayuda ni auxilios oxttaos, de la mane-ra mas sencilla al parecer; llegando al sublime y ge-neoso objeto que se babia prop~testo apart.~ndosc de el aparentemente, para hacer brillar en aquella obra admirable el poder de Dios y no el de los hombres. Algun tiempo despues, dice S. Lucas (2) el Seor

    ( 1) L1tr'\l G. 12. (i) Luc. lO, l.

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    - 18- eligi otros setenta y dos discpulos que le precedie-

    sen de dos en dos por todas las poblaciones y lugares, por donde l mismo deba pasar: y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadorts son n.o-cos: rogad al cosechero que mande mas obreros. Id, yo os envio como 6 corderos en medio de lobos ; no llcveis ni saco, ni bolsa, ni zapatos, etc." Les di el poder de arrojar los demonios, y de curar las enfer-medades, testificando as con los milagrosos benefi-cios que distribuan en los cuerpos, los prodigios de un rdcn superior que pronto haban de repartir en las almas, no solamente en una parle de la Judea si no en toda la tierra.

    Pedro fue el gefe de esta sociedad santa, en re-compensa de su f, y el divino Stlvador le dijo: "Eres Pedt'O y sobre esta Piedra edificar mi Iglesia; y las puertas del infiemo no prevaleccr(ln contra olla; y te dar las llaves del reino de los ciclos : cuanto tu ata-res en la tit~rra, ser:\ tambieu atado' en el cielo; y cuanto desatares en la tierra, ser: igualmente desa-tado en el cielo (1). "

    Es preciso leer en el Evangelio las edificantes y admirahles instrucciones que J esucristo di6 sus Apstoles y discpulos. Roma y la Grecia habian producido los mas esclarecidos maestros de elocuen~ r.ia ; los hombres que parecan haber llegado al ma-yor grado de perfeccion eu la oratoria, no saban orar. Dios solo poda ensearnos el modo de dirigir-liOS l; era necesario, pnes, que l mismo lo hicie-se, como lo hizo dndonos dos veces la frmula para rezar lo que llamamos la O acion Dominical: la pri-mera en el sermon que dijo en el monte (2), y la otra llamando uno de sus discpulos (3).

    Cerno Jesus haba amado sus hijos en el mundo, ( 1) M:1th. Hi. 18 y 19, (2) Mnth f'l. 9.

    {:. ~ Lue. 11. 2.

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    - 19-les am hasta el fin de l; dice San Juan (1); y para darles una prueba de sn cariiio, instituy la E ucaris-ta la vspem de su muerte. Di t todos sus Apstoles y en ellos : todos sus.sucesores, el poder de reno-var continuamente este adorable misterio, dicindo-les; Haced

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    -20-el ejercicio de su mision; entonces recibieron la liber-tad de ponerla por obra con todo el fruto debido. Apstoles y discpulos, pastores y fieles, todos reci-bieron el Espritu Santo, aunque con diferencia tle dones; los unos para la santificacion coro un de la I~lesia, y los otros solamente para su propia santificacton.

    Puede decirse que desde el momento en que des-cendi el Espritu Santo, toda la Iglesia se concentr en el Cenculo; y solo pot algun objeto particulnr del espt'tu de Dios, nos hace notar la Escritura que to-dos los dtscpulos se reunieron entonces eu u11 mismo lugm;

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    -21-Los Apstoles salieron del Cenculo llenos de este

    divino espritu, y entonces se cumpli en ellos aque-lla promesa que les habia hecho el Hijo de Dios, de que el Espritu Sant.o que l les enviase, este espritu de verdad y sabidura no solo les instruira sino que les pondra en estado de instruir los dem1S hombres. En efecto, apenas empezaron 6 publicar las grandezas de Dios ( 1) y sus maravillas, cuando brill en ellos aquel esp1ittt de sMidu1ta y de inteligencia, aquel espbitu de ciencia y de piedad, aqtttl espritu del temor tle el Se-ior (2). Dotados al momento de la inteligencia y del cono1 nmero do los discpulos. En la segunda convirti otros cin

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    -22-Semejantes antorchas encendidas, esparramnclns por todas partes y llevadas de pueblo en pueblo, as iluminaban al mundo con la luz de la verdad y exten-dan el fuego del amor divino. Lle,aban por todns par-tes la antorcha de la f, cuyo divino resplandor ha-cia rpidos progresos: las conversiones se multipli-caban extraordinariamente. Por do quiera que reso-naban sus palabras In gra

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    -23-, gra y sencillez que les vala el aprecio y estima , cion de todo el pueblo." "El nC1mero de los ere-" yen tes se multiplicaba todos los dias." Sacaban los enfermos : las calles, y los

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    -24-siones que San Pedro bizo en la Judea, en la Siria, en el Ponto, en la Galatia, en la Bytinia y en Homa, capital entonces del imperio y del mundo? Quin po-dra seguir San Pablo en sus viages, cuando recor-ri tantas provincias diferentes, sin que nada retarda-se su marcha ni entioiase el ardor de su celo? Quin podra descuhrir los lmites hasta donde extendieron la f por medio de la preclicacion los dems Apstoles en todas las pa'tes del mundo, de San Juan en Asia; de San Andrs en el Epiro; de San Felipe E'll las dos Frigias y de Santo Tom:s en las ludias? Quin po-dra detallar la innumerable multitud de con\'ersiones q_uc hicieron los discipulos de los Apstoles, que con-tmuaron la obra de Dios, empezada por los mismos Apstoles? Desde el siglo III, dice Tertuliano, el mundo est lleno de cristianos: en todas partes se en-cuentran en abundancia, en las ciudades y on los cam:os, en el foro y en los ejrcitos; solo en los tem-plos paganos y en los teatros no se hallan.

    Mas qu puede haber tan digno de admiracion como los medios de qne Dios se ha servido para obrar estos prodigios? Los hombres para salir bien de sus empresas, necesitan buscar auxilios, valerse de medios y resortes llenos de accion y de fuerza en s mismos, pues como son dbiles, el xito est: en proporcion de los medios que emplean. No as Dios, que es Todopoderoso: todo su poder est en l mis-mo, no necesita de l auxilio de sus criaturas, y nun-cn resalta mas su poder que cuando con los inst.ru-mentos mas dbiles y por los medios menos : prop-sito en la apariencia para conseguir su objeto, eje-cuta las obras mas grandes y sublimes.

    Para el establecimiento de su Iglesia, Dios no emple, ni el poder de los reyes, ni las armas de los guerreros y conquistadores, ni la sabidura de los fi-lsofos, ni la sutileza de los bellos espritus, ni los cantos de los poetas, ni la elocuencia de los orado-

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    -25 -res. De uingun auxilio de estos tmo Dios necesidad para fundar su reino: si los reyes, los conquistado-res y los sabios del mundo deban entrar en el gre-mio de la Iglesia, no fui! sino despues de edificada pesar de ellos y d~ la oposicion qne la hicieron durante algun tiempo.

    ,Dios quiso, dice el apstol San Pablo (1), sal-" var por medio de la p1edicacion , todos los que

    ,creyesen en l. Los judos pedan milagros y los , gentiles buscaban la sabidura. En cuanto no-" sotros, predicamos Jesucristo crucificado, lo , cual es un esCjndalo para los judos y una lo-" cura para los gentilc~, no siendo sino la fuerza y , la sabidura de Dios para los llamados, sean ju-" dios gentiles. Porque lo que parece en Dios una , locura es mas sabio que todos los hombres, y lo , que parece debilidad es mas fuerte que la fuer.za , de todos los hombres." Precisamente por el escn-dalo de la cauz y por medio de la locura de su pre-diracion, estableci Dios su reino en la tierra, fund su Iglesia y la extendi por todo el mundo. Y as romo en otra ocasion, Dios, no emple sino el ruido do las trompetas para de rribar las murallas de la so-herbia Jeric y para poner su pueblo en posesion de aquella orgullosa ciudad, as ahora para conquis-tar el universo, para confundir la idolatJa y para establecer la Iglesia, solo se ha valido de la voz de sus Apstolcs y discpulos. Doce hombres pobres, ig-uoautes, vulgares, sin ciencia y sin crdito, se unie-ron para conquistar el mundo entero y lo consiguie-ron. Despreciados, odiados y perseguidos por todas partes, siempre salieron victoriosos.

    La sangro de los mrtires fu la semilla de los cris-tianos; cuanto mas perseguidos eran y mas perecan mas se multiplicaban. L.1s mismas prdidas que la

    (J) 1 Cor, lV. 21 yalguientet,

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    -26 -1$'\esia tenia de sus defensores, constituan sn fecnn thdad y sus riquezas. El hacha de los verdgos que durante tres siglos estuvo siempre sobre las cabezas de los cristianos, aument tan prodigio3amente el nmero de estos, que el mundo se admir de verse cristiano, y los perseguidores se hallaron sin saber como, suje tos al yugo del Evangelio. La Iglesia, sin armas, haba vencido

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    - 27 ~ El hacha y el cuchillo, los caballetes y las rueda!

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    -28-de mrtires. El bautismo podia tenerse entonces por el noYiciado del martirio y como un contrato por el que se comprometan sufrir todo gnero de tor-mentos.

    La Igle~ia continu de este modo por espacio de trescientos aos. Reinaron durante este largo pero-do, los Nerones, los Domicianos, los l\1;mos, los Dcios, los Valerianos. los Galienos, los DioclecianrJs y los Maximianos, mnstruos todos, que adornados con el nombre de emperadores, emplearon toda su autoridad y todo su poder en satisfacer la ciega rabia que les inspiraba el odio hcia Jesucristo. Hasta los prncipes mas justos como Trajano, y mas modera-dos, como Antonino, parccia que se despojaban de su carcter justo y humano, olvidndose si propios, cuando se trataba de perseguir los cristianos. Si hu-bo algunas t reguas en estas persecuciones, fn por-que Dios quiso conceder algunos momentos de des-canso su Iglesia, va m hacerla sentir su proteccion, y para dar conocer que podia, cuando queria, po-ner freno al furor de los hombres, y reprimir las pa-siones mas feroces. Estos momentos de reposo no du-raron mucho, y bien pronto volvi empezar la per-secuciou con mas furor, pudiendo decirse que los cristianos no hicieron sino marchar de persecucion en persecucion hasta que plugo Dios poner tnni-no tan horribles tormentus, nombrando gefe del im-perio Constantino que abraz el cristianismo y vol-,,i la Iglesia la tranquilidad y la calma.

    Pero esta calma y tranquilidad no fn completa; las tormentas que acabamos de referir sobrevinie-ron otras q1e hubieran hecho naufragar la nave de la Iglesia sino hubiese maueja.lo el timon el mismo Dios. Los paganos, ciertamente, dejaron de perse guir la Iglesia porque la mayor parte de ellos se convirtieron y los testantcs no se creyeron bastante fuertes para acometer semejante empresa. Pero

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    - 29-cuntos enemigos no tuvo en sus propios h ijo~? cuntos enemigos de su f en los hereges tUe la atacaron'? cuntos enemigos de su unidad en los cis-mticos que la dividiero1? cuntos enemigos de su santidad en los malos catl icos que la deshonraron? Enemigos todos t~nto mas peligrosos, porque se ocul-taba u en el setlo de la misma Iglesia que destrozaban tan desapiadadamente. Enemigos que afligan tanto mas la madre cuanto que eran sus hijo' y los ba-bia al imentado y criado. Enemigos hipcritas y arti-ficiosos que ocultaban de contnuo sus negros desig-nios bajo un velo respetable empleando el dolo y la seduccion, desenmascarndose medida que se creian fuertes y pasando rpidamente de la astucia la violencia.

    No hay poca en que la Iglesia no haya sido ata-cada por esta clase de enemigos: no hay verdad por constante que sea en la f que ellos no hayan trata-do de embrollar, ni prctica santa en la Iglesia que no hayan querido destruir. No hay opinion estrava-gante que no hayan aventurado~ sostenido con furor.

    ~o se h:l visto la unidad de Dios atacada por los Manicheos; la Trinidad de las personas en Dios, por ios Sabelianos; la divin idad del Verbo por Arrioyla y la del Espritu Santo por Macedonio? No hizo Nestorio de Jesucristo dos personas, para quitar la bienaventurada Vrgen Maria Ia:cualidad gloriosa de madre de Dios, al paso que Eutyches por un er-ror opuesto confundi en Jesucristo las dos natura-lezas? No conden Ario las oraciones par los di-funtos y las abstinencias prescritas por la Iglesia? Vigilancio, no combati el celib

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    ~ 30 ~ nio por los Basilidianos? Quin no ba visto t Lu-tero, Cahino y los dems innovadores del siglo diez y seis, bajo el pretcst.o de reformar la Iglesia entre-garla la guerra mas sangrienta y herirla mas cruel-tnentc arranetndola de su seno provincias y nacio-ucs enteras? No hemos tenido el sentimiento de ver co:1 nuestros propios ojos los revolu(ionarios, renovar todos los escnda!os, todos los horrores, to-dos los gneros de persecuciones de los siglos pasa-dos, y declar.ndose ellos mismos verdaderos ante-cristos hacer abiertamente la Iglesia la guerra mas sanguinaria, atroz insensata? :-lo parece que en aquellos dias de triste rccordacion, el infierno ente-ro se haba desencadenado horiblemente contra la Iglesia? Todo pareca conspirar su ruina, Sacer dotes corrompidos:y ambiciosos, religiosos apstata~, pueblos rebeldes, wincipes dominados por visione~ y mujeres, magistrados impos, corporaciones envi-diosas de las prerogativns del sacerdorio, hombres de todas clases que codiciaban ls bienes de la Igle-sia, gentes infames arrojadas de las ciudarles por sus crmenes, degradadas por la justicia, deudores in-sohentes, seres, en fin, lle~ans de Yicios feos y hedion-dos : h aqu los modernos enemigos de la Iglesia; h aqu los que la han metido en esos combates que tan tas li\grimas y sangre la han costadt>; h aqu los que h\ han hecho tan grandes heridas que aun no

    ~e han podido cicatrizar. Los combates que han dado :1 la Igksia los mas

    terribles golpes son aquellos que sus propios hijos le han buscado. La Iglesia no tiene enemigos mas encarnizados que los malos cristianos que la deshon-ran con sus depraYarlas costumbres; los rebeldes que violan abiertamentt! sus leyes; los hipcritas que cor-rompen su moral, profanan sus sacramentos y atraen sobre ellos la mofa y los ultragts tle los impos y de los incrdulos. La guerra que le hacen todos estos

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    - 81-enemigos '}\tC mantiene en su seno aflige tanto mas esta santa y tierna madre, cuanto que todos estos combates clandestinos son los precursores no sola-mente del cisma y de la herega, sino aun de esas densas tinieblas que abortan el desprecio tle t.oda re . ligion y el borror del atesmo.

    La Iglesia es la barca de Pedro bogando en el gol-fo del mundo, combatida sin cesar por furiosas tem:. pestades; la mano invisible y poderosa que la dirige la preserva del naufragio. Tal es sn situacion actual; sus combates no acabarn hasta el fin de los siglos. Pero Dios que as lo quiere, quiere tambien que siempre salga vencedora y l mismo prepara y ase-gura sus triunfos.

    DE LOS 'l'JUUNFOS DE LA IGLESIA .

    La lgle6ia ha salido triunfantt> en todos tiempos de sus enemigos y gozar de esta divina prerogativa hasta el fin del mundo. Ha trinnfado ele los judios y ele los paganos, ele los cismticos y de los hereges; y por ltimo, ha triunfado y triunfa aun de la perver-sidad ele los hijos rebeldes que abriga en su ' seno.

    Los judos empezaron sus ataques contra la Igle-sia persiguiendo los Apstoles y dispersando sus discpulos: _mas cuM fu el resu ltado de estas per-secuciones y dispersiones'? Si los Apstoles y los dis-cpulos sufrieron en la Judea, sus sufrimientos no sirvieron sino para hacer resaltar el bril_lo de su san-tidad y la sublimidad de su valor. Si les arrojaron de las ciudades y de las sinagogas, si les obligaron abandonar un pais y les hicieron pasar l otro, fue para llevar por todas partes la antorcha de la f, pa-ra encender el fuego de la caridad, fundar el reino de Jesucristo, extender, agradar y propaga r la Iglesia.

    ~reciso era que los Apstoles y discpulos pasasen

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    -32-por aquellas pruebas, para ciar conocet el admira-ble cambio que el Espritu Santo babia verifir.ado en su corazon. Sin llevarlos las sinagogas no h u-bieran podido descubrir que el Espritu que est en ellos le; da una sabidutia y una fuerza que tldda pue-de resisti rles: era necesario que les amenazran; que se esforzasen, aunque en vano, en impedirles predica

    el nombte de J esucristo, para que reconocisemos que 5u ley es la de obedecer ( Dios antes que ri los hombtes y que en nada ceen sino en l: era preciso, en fin , que les escarneciesen, que les maltratasen, que les azotasen,

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    -33-De qu han servido las pesccucioncs de los pa-

    ganos? Cundo ha estado la I gl~sia mas brillante s i-no mientras duraron estas yersccuciones! En qu poca tuvo mas acrecentamiento r ne en aruella en que estaba expuesta al hicno y al fuego de los in-fieles' El verse amenazados cont.nuamente hacia ii los cristianos mas activos, mas santos y mas desp ren-didos de las cosas mundanas; mas fervientes en la oracion y mas celosos de las buenas obras, cuida-ban mas de s mismos, no para librarse de las penas sino para S;lntificarso y ec!ific, de las lgrimas de un her mano, ele las caricias de una famil in entera, de los aparatos del suplic io y da los hqnores de la muerte, sacrifican {t Jesucristo su esposo, la vida, y de-Gean perderla mil veces antes que la vi~ginidad la f!

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    -84-Despojaban los cristianos de sus bienes te m po-

    !'.ales, pero en esto mas gana han que perdian; pues despreciando las riquezas de la tierra estimaban do-blemente Jos bienes del ciclo y las riquezas espiritua-les de la Iglesia. Hacian mori1 diariamente un n-mero considerable; pero la constancia y el valor de aquellos ge:1erosos m6rtires constituan el n:gocijo de la Igles1a, la confusion de sus enemigos y llena-ban todos los rorazones de la noble emulacion de imitarlos. Da esta manera aquellas mismas persecu-ciones multiplicaban la Iglesia y la hacian cada vez mas fecunda. La muerte de un cristiano era el anun-cio de la aparicion de otros ciento. "Los tribunales "ante que somos citados, dice Tertuliano, son una "liza en la que entnuuos para combatir: exponemos "la vida, pero peleamos por la verdad. La victoria "consiste en ganar el premio y este premio es la glo-"ria de a;radar l Dios y h1 recompensa de una vida "eterna; en la mue1tc e~tI nuestro triunfo. Conde-"nadnos, decia los paganos, atonnentadnos y des-"truidnos; vuestra impiedad sine de prueba nues-"tra pariene1a y por esto consiente Dios nuestros "padecimietos. D e qu sirve vuestra refinada y "brbara cruelcl .. d sino de atractivos para hacer en-" trar en la Iglesia mayor nmero de creyentes, y de "medios de multiplicamos? Nos reproducimos me-"dida que no~ estirpais y la sangre de los nr6rtires "se convier~e en semilla del cristianismo. Esto hace "que os perdonemos g ustosos e l mal que nos haceis, "que os agradezcamos las sentencias que lanzais con-"tra nosotros, pues condenarnos vosotros y absolver-" nos Dios, '!S todo 11110."

    Tales han sido los triunfos de la Iglesia sobre los judos y los p~ganos; su rencor, su rabia y todos sus esfuerzo> no ba11 pro

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    - 85-menos completas ni menos brilluntes. En vano se han

    atr~vitlo {t atacar la pureza d~ su f, la santidad de su morul, la sahiduria de sn disfiplina y el rden ad-mir.oblu de sus santas reglas; sn~ tiros tan multipli-cado, c..., m o furibundos, solo han servido vara hacer mas fuene imponente esta inmoble columna de la veodad.

    ,Qu ufecto han produc:ido los ataques dirigidos la Ig lesia por los herejes? AlarmMs infructuosas quu hall hecho los pastores m11s vigilantes. El pi. loto se duerme veces en la calmn. pero la tempes-tad le dtspierta y le hace uHos cuidacloso. Dganlo sino los sacudimientos del arriuni:Smo. Es verdad que muchos sucumbieron, que muchos obi~pos se deja ron engai1ar por una frmula de f capciosa presenta-da por los hetejes, cuya cizaa aun no babia u conoci-do." El mundo, dice San Gcrnimo, se asu~t de ver se "arriauo" sin pen~arlo siquirra. Mas con qu ce lo, con qu prontitud ooo se disip aquel nublado? El resplandor de la verdad luci, por ventura, algu-ua vez con mas brillo ni mas apacible que despues de desvanecidas aqnllas tinieblas? D galo el penlti-mo 1 ltimo concilio. Antes de la apariC':on de Lu tero, los pastores descansaban tranquilos, como SU midos en un profundo sueo, pero desde que trat6 de lanzarse al rebao, todos se dispertaron, y CO menzarou hablar, escribir, resistirse, defenderse, atacar y confundir aquel nuevo enemigo y : cuan-tos apareciesen des pues clt> l. 1. Vi6se jams la f de la Iglesia en mayor esplendor, sus santos ritos mas religiosamente observados, na& fr~cuentado el tribu~ nal de la penitencia, asistir los fieles con mas asidui-dad al santo sacrificio de la Misa, correr tan apre euradamente ofrecer sus respetos Jesucristo en e l augusto sacramento de nuestros altares, que des-pues de la aparicion de aquellos enemigos de la Pe-nitencia y de la Misa?

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    -86-De qu sirve, pues, la heregia, sino de hacer resal-

    tar mas la Terdnrl y de que esta se exp lique de un mvdo mas metdico y claro? Antes de la aparic>iou de Jos hereje3, se conoca la verdad , pero no si e m-pre q uiz con bastante claridad: se habla muchas veces sin dar i lo que se d ice 111111 precision y exac-titud rigurosas. Como entonces se posee el tesoro de la verdad pacficamen te se toma n menos precaucio-nes; se vela menos porque se estt en completa scgu ridad. Ptro al menor recelo de ver alterado

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    -37-Lunas con gran estruendo, tronchan algunos rbol~, arrastran alguna que otra choza, asolan las tierras por donde pasan y se disipan de repente, asi ~e Yen aparecer de cando en cuando algunas de esas doc-trinas y desaparecer casi- simubneamente despucs de una duracion mas mens efmera. A penas que-da un recuerdo de los nombres de aquellos que las han adoptado seguido. La Iglesia, por el contrario, como un gran rio, cuyo orgen es perptuo y puro, corre magestuosamente y no se ~gota jams: opone la ve rdad y la duracion ele su f los errores de loa innovadors; la santa antigiiedad de su trarlicion sus profanas prcticas modernas; las promesas do Jesucristo y la autoridad que de l ha recibido la vanidad de sus razonamientos: esta es la razon por la cual la Iglesia tiunfa por la verdad, y la verdad t riunfa por la Iglesia ; todo concurre, en fin, ase-gurar su xito y su gloria.

    -Tal ,ez cueste m:ts trabajo el persuadirse, que la Iglesia saque igual fruto de la perversidad de los hi-jos, ay! harto culpables quo tiene en su seno. Es-tos la afligen en extremo

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    -38-que impone son rem dius saludables que aplica oportunamente : las h idas tue en otras manos. que las suyas ea ita ti vas y maternales, serian incu-rables. La Iglesia acerra : sns hijos i1 los sacramen-tos, que son la< fu entes del Salvador de donde se saca la salnd de la vida: lima y ruega por ellos, porque sus ruegos y ~u llanto conservan los fuer-tes, sostienen los dbiles, ,:,:mm los enfermos y hasta res~tcitan los muertos. 1!:1 fuego de la caridad le asegura de este modo el mas grande y hermoso de todos los triunfos.

    Los revolucionMios de nuestros das han intenta do destruir la religion; primero en Francia, despues en las dems partes de Euopa donde pudieron pt!-netrar. El Sumo Pontfice Po VI muri en cauti-verio; su suceso tambien es1.uvo largo t iempo preso y sufri los mas odiosos ultrags; la sangre de los sacerdotes, obispos y cardenales se ha derramado. inconsideradamente, y en un tiempo en que se bla sonaba de mas moderacion, infinitos prelados han sido arrancados de sus sillas y rigurosamente inco-municados como si fuesen unos criminales. Se han emplearlo todo gnero de impiedades: injuias, sar-casmos, profanaciones, esc.ndalos, c:alumnias, libe-los, mentidas declamaciones, persecul:iones atroce~, nada se ha descuidado) han llegado hasta per,er-tir la juventud y corromper la infancia!. .. Cul ha sido el resultado de todos estos esfuerzos y de todas estas tentativas infernales? ya lo hemos visto; la ti rana ha sucumbido hajo el peso de sus propios ex~ cesos. Los altare3 derribados volvieron levantarse; la f se rean im en los corazon~s; la piedad de los verdaderos lie\es lleg ser mas fervieme, y sus costumbres se purificarou: los catlicos se disgusta-ron de los espectr:ulos y de todas las diversiones peligrosas prohibidas; su regu.laridad era el gran crmen que les imp~~a.Ql.n, 'f en. m.uchas partes han

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    -89-sido los mismos hijos, quienes ~e quera descarriar, los que ban conducido l sus padres por el camino de la f, y los que han encenclido en sus familias ln :mtocha de la religion, apag~da completamente hacia mucho tiempo. (.Puede haber algun t riunfo, puede ofecerse nuestros ojos una victoria mas completn, mas grande y mas digna de excitar nues-tra admimcion y nuestro econocimient.u"?

    Qu dicha, qu felicidad para nosutros, el per-tenecer esa sociedad santa, que nunca perecer, y la que todos los esfuerzos de sus enemigos inte-riores y exteriores no han logrado sino afirmarla y nnmentar los rayos de sus brillantes resplandores! Cunntns gracias no debemos tributar al Seor, que s in merecimiento alguno por nuest.ra parte, ha que-rido darnos i fu?. en el seno de esta Iglt>sia, siempre combatida, es verdad, pero siempre victorio~a, siem-pre J>rotegida y sostenida por ~u divino autor, siem-pre llena ele . los dones celestiales, que preparan y aseguran los hienes eternos, aquellos de sus hijos que dciles su vo~ saben aprovecharse de sus be-neficios 1

    DEL GOBIERNO DE LA IGLESIA.

    Sea cual fuere la denominacion que se d (, Iglesia y la clase de asoriacion con que se la compa-re, resultar siempre que contiene diferentes esta-dos y que los individuos que la componen cleben es-tar clasificados en muchas y distintas rdenes. Si se la quiere asemejar una soriedud constituida, un estado, fuerza ser que recunozca un poder supremo, y tenga autoridades y shditos. Se la quie re compa-rar un cuerpo; no portemos menos de reconocer en ella una cape1.a, un gefe superior; al llamarse escue-la de la f, es porque t iene maestros y discpulos, y

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    - 40 -cuando decimos el rebaf10 de los fieles, es porque su-ponemos que uo puede carece de un pastor que la conduzca. Es evidente que la Iglesia tiene supe-riores, maestros, inspecto1es, en una palabra, pa; to-res. Instruyen :1 los fie les sus pastores, esto es , la Iglesia enseJiarla ; los pastores estn encargados de instruir ! los fi eles, por cuya razon se les llama la Iglesia rue cnseia.

    El Evangelio nos dice que Jesucristo ha estableci-do en su Iglesia diferentes clases de pastores , que todos han recibido igual poder, puesto que ha e levado uno sobre el nivel de los de1rus. As es la verdad: pues ya hemos observado que San Pedro fue el pri-mero de los doce Apstoles y setenta y dos discpulos.

    Los sacerdotes, los curas y cuantos tienen : sn cargo las almas, han sucedido 6 los setenta y dos d iscpulos. Enviados por Dios, tienen la cualidad de pastores; su deber es predicar, instruir y gobernar el nmero de fieles que les ha sido confiado ; estos no son sino pastores de segundo rden y por lo tanto so-metidos la iospeccion y autoridad de los pastores superiores.

    Los obispos son los pastores de primer {udcn y los sucesores de los Apstoles: su poder no se limita solo al rebao, s ino que a lcanza i los pastores de segundo rden; debielldo cuidar de que estos cumplan fiel-mente sus deberes: pueden darles leyes, pedirles cuentas de su administtacion, y hasta castigarles en caso de negl igencia. Pero este poder no pueden ejer-

    ~erl e fuera de sn dicesis. Jesuctis to ha colocado i San Pedro la cabeza de

    los A post les; ha querido no solamente que sea el primero en dignidad sino que alcawe todos su juris-diecion, que gobierne, y vele sobre todos, que goce de su poder soberano y ele la facnlt'ld de mandar cuan-to sea necesario para la mayor un idad de laf y bien de la Iglesia. En una palabra, San Pedro debe ser el

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    -41 -ln .. ar-teniente de Jesucristo, su vicario y gobernar la Iglesia como lo h:.thic ra hecho el mismo Jesucristo si hubiera continuado al f1ente de ella de una maner~ visible.

    Es artculo de f que San Pedro ba recibido deJe-vucristo semejante pollcr; es una verdad consignada en e l Evangelio y atestiguada por la tradic:ion. Recor-demos las palabras que dice San Juan en su Evange-lio, al captulo 21. Jesucristo despu.:s de la resurrec-cion se apareci sus Apstoles en las orillas del mar de TibPriade y dijo San Pedro: ,Pedro, me amas~ este apstol contest: Se1i01, vos ~abeis que us amo.-Apncentad mis c(lrt/aos, le dijo entonces J esucristo. Volvi de nuevo preguntar San Pedro si le amaba, el cual di la misma respuesta; y J esucristo aiadi: Apacentad mi.< cordero.. A la tercera pregunta hecha de la misma manP.ra, e l apstol respondi con una santa inquetud: St1ior nnda ignomis, IJ(IS sabeis que os amo, A esta nueva protesta de amor Jesucristo res-pomli: .1pncentadmis ot:jns. H aqu , segun un au-tor respetable , lo que nuestro divino Salvador quiso

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    -42-Yuestros hermanos; es decir, que as como Dios le haba fortificado y puesto su f :ti abrigo de todos los peligros, San Pedro deba hacer lo mismo con los Ap6stoles.

    Como nuestro Seor no poda permanecer visi-blemente entre los hombres, nombr6 Sun Pedro su vicario , y deposit en l todo su pode1, para que gobernase la Iglesia. Pero us este santo como loa dems Ap6stolcs y Jos setenta y do~ discpulos, no deban vivir eternamente; por cuyt razon, Jesucris. to al conferirle sus podt!res, le di al mismo tiempo la facultad de trasmitirlos l sus 5uceso1es, { fin de que nunca careciese la Ig lesia de gefcs y pastores que la gobernasen y condujesen por el camino de la salvacion. L os sacerdotes, los curas y dems que tienen i ~u cargo la cura di' almas, son los suceso-res de los setenta y dos discpu los; los ohispos suce-den 6 los Apstoles y el Papa 6 San Pedro. Cada uno de estos disfruta de iguales facultades que sus antE'cesores, lo mismo que los prncipes de la tier-ra he1edan la autoridad de lns l,Ue les precedieron. E l sol>erano Pontfice tiene sobre las ovejas y los cor-deros, es decir, 'sobre los ohispos y los fieiPs, loa mismos derechos que tenia San !'edro sobre los fie-les y los Apstoles, est autorizado para gobernar la Iglesia, presentar la docttina ortodoxa; defenderla y sostenerla; para condenar y pt

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    -43-sido la primera de todas las iglesias. Nadie dud:o (dice el Legado del Papa en el concilio de Eplie&a) 6 mejor tlicho, todos los siglos han reconorido que el bienaventurado San P~dro, prncipe y gefe do los Apstoles, columna de la f y fundamento de la I~le aia catlica, ha recibido dz Nuestro Seor Jesucnsto las llaves del reino de lns cielos; que existe y exis-tir en la pe1sona le sus sucesmes para egercer el poder de juzgar. D e es.e modo se explica el Legado en el Concilio, sin qut' nadie le contradiga.

    San Atanasio, san lreneo, Tertuliano y san Ci priR-no, en una 1mlahnl, todos los Pad1es griegos y In ti-nos, han justificado con datos autnticos, la superio-ridad del Papa sobre toolos los obispos y la de la Iglesia romana sobre tonas las dem:is. En todas las poc11.s ha sirlo mirarlo el Papa como el padre comun de los c1istianos, el pastor de los pastores, el obispo de los obispos, la cahez;t visible de la Iglesia y el vicario de Jt!sucristo en la tierm.

    Henri1ue VIl!, rey cie Inglaterra, ae atrevi de-clararse gefe su'" emo de la Iglesia anglicana, cos~ que ningun prnr.ipe c1is riano anterio1 i l baha in-tentado. Constantino el Grande y los primero; em-peradore~ cristianos, jamis se consicleraron sino co-mo hijos y discpulos ele la Iglesia. Ellos saban qull' Jesucristo ha dicho que su rei11o no es de este mun; do, y en su consecuenr.i, los reyes de l tie rra en es-te sentido, no tienen dPrecho alguno de gobernar la Iglesia. SAban que no eran cristinnos sino trescien-tos aos d!'spues de fundada la Iglesia, y conocan por lo tanto que el mismo poder que la babia gober-nado hasta que ellos mismos fueron cristianos, debia gobernarla en lo sucesivo.

    Los reyes no son sino hijos de la Iglesia como los dems fieles, la deben oberlecer como ellos y tienen obligacion de protegerla y de emplear toda su auto ridad para sostenerla y hacer cumplir sus leyes.

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    - 44-

    DE L.\ VISIBILIUAO DE LA IGLESIA..

    La Iglesia tiene tres ventajas 6 prerogativas eaen-oeiales: 1.' la de visihle; 2. la de perptua indefec-tible j s. la J e infalible. Cada una de estas prcro-gativas merece particular consideracioo.

    La Iglesia tiene la ventaja de ser visible. En efec-to; la Iglesia no es una sociedad secreta: nada de secreto ni de clandestino hay en su enseanza, en su culto, ni en su gobierno. Sus dogmas encierran mis-terios, es verdad, pero es ncc:esario no interpretar mal la palabra misterio. Los paganos ~enian secretos de la religion que ilamaban misterios, no potque fuesen incomprensibles ni estuviesen fuera del alcance de la razon, sino porque esttn cubiertos y disfrazados bajo formas solo conocidas un n11nero reducido de adeptos iniciados. Tales son los misterios de Ceres, de Eleusis, etc. Nada hay semejante en la religion cristiana: los misterios que ensea la Iglesia, son ver-dades que Dios ha revelado 6 los hombres y cuyo co-nocimiento les es necesario para su salvacion eterna. Es cierto que la razon humam1 no puede penctrnr en la intel igencia de estos miste ,io~; pero no estln ocul tos, se enseiian pblicamente. Lejos de hacer de ellos un secreto, los Apstoles, fieles su mision, Jos predi-caron por toda la tierra y en todas partes han afitma-do la verdad de ellos, costa de su sangre. La Igle-sia en el da bace predicar estas verdades por medio de sus ministros, y enva misioneros por tildo el glo-bo para propagarlas. Adems de la instruccion que se da pblicamente en las asambleas de los fieles, l.na que todos sin esccpcion pueden concurrir, los .obispos l1acen imptimir en sus respec tivas dic.esis,

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    - 45-catecismos en donde se explican con precision y cla-ridad todos los misterios ele la reiigion; estos cate

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    - 4c3 sus miras se dirigen al cielo; sus verdaderos bienes son los ct>lcsti;tles; todos sus rsfuerzos tienden t edu car hijos para el cielu : por lo t;

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    -47-en la ;Iglesia, no se ha administrado jam6s loa adultos , sino des pues de estar suficil'ntemente ina-truidos en las verdades de la f; la Iglesia antes de administrarles este sacramento, exigin que hiciesen la profesion expresa de es tas vc ,dades, 1ecitando el sm-bolo. Hoy que se administra el sa

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    -48-Mtos exteriores y sensibles. Dios los prescri be y el hombre debe observades. "Si hubierais sido todo , espritu, dice San J mu1 Crisstomo, Dios no os , habra dado sino donee esprituales. " A esto pue

    d~ a iiadirse; y no hubiese exig ido de vo:lotros sino el cult

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    -49 -

    J:\E '"" DIDEFEC'I'llliLI 0.1 o I'ERPE'l'OIOA o DE LA . IGLESIA. ,.

    La verdadera Iglesia,deJesucristo es perptua indefectible y existir hasfa el fin del mundo. Los roftJtas,predigeron que el reino de Dios no tendra fin. El Dios 'del cielo, dice el profeta Daniel (1 ), "crear un mundo: que (nO SCI'I destruido Jams; es-"te reino no pasar pueblo algtino, reducir i

    "cP.niza~.l todos 1?5 dem:s ri1hrs'y subsisti r eterna-mente." El ngchG

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    -50-la Iglesia no carecer nunca de pastores y maestros. "El-mismo Jesucristo, dice el apstol san Pablo, ha "dotado su !glesia de A pstoleS,jj)rOfetas, predica-" dores del Evangel io, pastores y docto~es1 fin de . "que todos trabajen para la mayor edificacion \!el "cuerpo mstico de Jesuc.risto, hasta que ~odos llegue-" mos la unidad de una misma f, de un mismo co-"1oci1niento. del hijo de .Dios, al estado de uu' bom-" bre pe1fecto, y la edad y madurez necesaria se~ "gun la cual -Jesucristo debe estar en nosotros ( l ).

    En el momento de dejar sus Apstoles Jesucristo y de subir al cielo, les encarg formar su Iglesia d,i-

    . cindoles: "toda potestad me ha sido dada en el cie-" lo y en la t ierra; id, pues, ensead las naciones, "bautizudo1e(er el nombre del Padre, y del Hijo "y del Espiritn Santo y ensendoles observar ."cuanto yo os he prescrito. H aqu de qu modo es-" toy con vosotros todos los dias basta ~ fin de los si-" glos (2)." Estas palabras no necesitan comentarios; dan .. entnder bien claramente un prodigio que se-r ia increible sino le hubiese anunciad'o Aquel que es la verdad misma. Qu mas .dificil de creer efectiva-mente, que el que pueda existi1 una sociedad de hombres de duraeiQn fij a y que en la tierra baya a) ..

    . go inmutable ! Jesucrjsto al hacer esta admirable P!'omesa di igualmente su palabra este i.umutable ftindamento. " Toda potestad me Ita sido dada en el cielo !l la tierra;" marehad convencidos de la certe-za de cuant9 os, he dicho, donde hoy os enviq, y llevad con mi autorizacion el testimonio de ' mis ver .. darles, no perdereis el tiempo: enseareis, bautiza-reis y establecereis iglesias en todo el universo, Ninguna trama, ninguna opresion, ninguna persecu -cion podr ofendero.s; desafiad atrevidamente to-dos vuestros enemigos y decidles con el profeta:

    (1) Ephc

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    51 -" Teuecl vuestros conilibulos y ellos sern disuel-" to~; tratad denuestra perdicion, que nada realiza-,, reis, perque el Seor est.~ col nosotros (1 )." Fi-jemO$, sir embargo, la atencion en las palabras, coa vosotros, de la promesa de Jesucristo; es deci r, con vosotros ensefiando y bautizando. Los que deseen ser

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    -52 -ele prometer que no babl'ia sino Santos en su Igle-sia, Jesucristo predijo al contrario, "que habra es-" cndalos en su reino y que la cizaa crecera en su campo basta la siega ( 1 )." Esta parbolil es bien conocida y se podran citar otras muchas en las que Jesucristo nos advierte esto mismo. Recordemos tnn solo la de los .pescados de taclc.s clases co,rido. cr las edes con tal abundancia, (!\lll la barq\tilh. del .Salm-dor estaba casi sumcl:rida., mas sin impedirla pc-sat do todo, al arribar dichosamente la orilla. li aqu una de las maravillas de la duracipn de 1\\ lglc-3ia; que el gran nmero do los- que cargan esta bar-ca misteriosa, no la impido flotar en el proceloso mar de este mundo, ni el existi r t1s1ue i11 eternwn. Por esto, habr siempre cscndalos en el seno mis-mo do la fglesia; siendo una de sus principales obli-gaciones el cuidado de reprimirlo~: con respecto ti Jos errores ' y here,jias, su Ol

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    -58~ ha recibido de Jesucristo, otra que no fuese en un todo conforme aqMila. Dejara de existir desde el momento e u que la "verdad, que es su alma y su vi-da csnra de animarla. La Iglesia est garantida de esta desgracia, por la promesa que la ha hecho Jesu-c6sto de que subsistira hasta la consumacion de los siglos : la Jglesia, pues, -es infalible:

    Nosotros haemos profesion-d'e f~ de reconocer el Tlri,ilegio de la infalibilidad de la Iglesia al ~ecitar 'CI smbolo, cuando despues de haber dicho: Creo en el Espirit11 Santo, aadimos,, m la santa Iglesia Cat /ica. "Por tanto; dioo Dpssuet: nos obligamos i reco-" nocer una verdad inlalibleiy perptua en ' la Jgle-"sia universal, puesto que esta Iglesia en que creemos "dejara de ser Iglesia de Dios sino ensease la ver- dad que Dios le ha revelado. " Esta gran prroga-tiva nos ascgnra, que sus decisiones sou.otros tantos od'r,ulos {!el espritu de D ios, los que .debe some-terse todo otro espritu; de todo esto resulta una sa-tisfactoria tran

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    -54 -mo or~ec, es dccir, .de Dios; 'los hombres inflamados-de su Esp ritu, la han ensea-do verbalmente y de es.-te modo ha !legado hasta nosotros. Todos los arcbi. vos de la Iglesia conservando los monumentos y san-tos doctores de la Iglesia que nos ha trasmitido, fueron los: testigos en el tt'anscurso de los siglos.

    Provista la Iglesia de estos preceptos infalibles, nos enseiia las principales verdades de la salvacion, que estn consignadas n el smbolo; nos ensea las obras de salvacin, esto es, 6 practiar los mandamientos de Dios cuyos medios nos facilita con Jos preceptos que nos impone en virtud de la autoridad qote ha re-cibido de .Jesucristo. Ensea, en fin, los medios de salvacion, puesto que nos proporciona en los sacra-mentos y en la oracion las gracias que necesitamos y que Jesucristo nos compr con su muerte. Ensear sus hijos cuanto les es necesario para alcanzar la vida eterna, es lo que siempre .ha hecho y har hasta el fin del mundo. .

    De dnde dimana que la Jg.lesia goce el privile-gio de semejante perS:evcranc:ia en una misma f, en una mis~a doctrina y en uua misma e"!seitanza? De donde la proviene el privilegio, de que ninguna mu-tacion ni error, puedan jamts alterar las creencias que profesa y difunde; de dnde la dimana, pu('s, sino del resul~ado infalible de los orculos de Jesucristo y del cumplimiento de las promesas solmnea que ha hecho- 'su Iglesia de q.ue. seria et('l'llamente la depositaria fiel de la verdad? El Hijo de Dios al establecer su lglesm en .piedra firme, asegur que j,11ncls prevalece-ra contra. ella el poder 'del i1jiemo (1). En , vano los espritus del mal y de las tinieblas, que son las potes-tades del i:!fierno, _dirig.en todos sus esfuerzos qui-tarnos el precio3o tesoro de la verdad y co.nducirnos de-tinieblas. en tinieblas , los piofundos abismos en

    1 "

    (1) Matb. 14, 1&/

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    -55 -donde desearian vernos sepultados con ellos. Jams arrebatarn la verdad t la Iglesia, que siempre la guardar con cuidado, la defender con valor, y la pro. pagat con. celo, .. e;on caridad y con fruto. Cmo se habia de engaar la Iglesia, estando constantemente en ella el Espritu Santo, para gobernarla iluminar-la? Cmo ha de engaarse estando Jesucristo siem-pre en ella' para precaverla Y. preservarla de cualquier mudanza 6 trastorno? "Cuando el espt1itu de verdad que "yo.os etwiar, viniere, dice Jesucristo sus Ap6sto-" les ( 1 ), ,Z os ensear la v~rdad." Ya antes les habia prometido que este espiritu consolador .permancceria ctcrnammte con el~os (2). No fn solo t los .Apstoles, como diremos en otro lugar, quienes prometi Nues-tro Se

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    - ss-" pq.JJras no, pasart1t nunca." Y cmo, Seor, po-dian faltar vuestras palabras, siendo vos la ,er-dad misma?.

    "De estas promesas de Jesucristo, se deducen, "dice Bossuet, dos verdades que son dos dogmas cier-" tos de' nuestra f; la primera, que no se debe temer "que los scesore~ de los A-pstoles; mientras J csu-"

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    -67-vivo, la colmna y el apoyo de la verdad ( 1 ).-Cmo es posible que baga jams profcsion de creer de enseitnr el error? Preguntadle tambien, por qu :Je-sucristo al subir al cielo di su Iglesia Apsto-les y profetas, pastores y doctores, y os dir quepa-ra preservarnos de los es'collo's del e~r1 y-de las va-riac:ione3 incertidumbre de las opiniones bull'l'anas. Si qucre is 1iderits :>abet, la drac-ioTi de este mini& torio tan til, no os seabr mas trmino .que el lin del mundo, ni ot1o lmite que el complemento del nmero do los elegidos. Hasta In consnmacion de los siglos, por lo tanto1 debe existir la ''erdad constante-mente enseada en la' Iglesia y por la Iglesia, que con la profesion pblica de su f, sern un baluarte inexpugnable que nos preserve de todos los errores. Hasta entonces consilnar la Iglesia el precioso de-psito.de la Yerdad que le ha sido confiado. Y cmo no le habia de conservar no habindose separado nunca tic la marcha que se ha trazado, de permnuc. cer siempre fiel sus principios?

    Esta, ciertamente, es la marcha que se propuso seguir y ha seguido .siempre. Por medio de la s:bia

    . precaucion de oponer las creencias extraiias, las que ella ha profesado siempr~; con esta marcha, de-cimos, inviolablemente seguida ele no admiti r en ma-teria de f sino lo que ha credo y ensead(>, la Igle-sia ha puesto I buen recaudo el depsito de la f que siempre ha conservauo intac to. " Aun cuando "nuestros adversarios, dice el gran Dossuet, quisic-" ran mirar las co3as de untl manera mas humana, "se veran obligados : confesar, que la Iglesia Ca "tlica, lejos de querer hacerse soberaua de su f, "como ello~ han supuesto, ba hecho, por el contra "ro, cuanto ha podido por privarse ella misma de "todos los medios dt< innovar; y no solo se somete {\

    (l) Tlm, 3. 1;,

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    ").sagrada Escritura, sino, que fin de desterrar pa~ "ra sienpre las interp retl!iones arbitrarias que in-".volucran eJ verdade1o sentido de. la)i:,scritura r.ot1 " las iqe~s de los hoilne~ . ,, se ha ~o m prometido "entender en cuanto .atae la f y las costum--" !Jtes, sigui~!!!l,o la opinion de los Santos- PadreS, de ".la ql\e proJllet~ no apartarse nunca; y ,declara. en to-" dos sus concil ios y profesiones dej q1,1~ ha publi-

    ~~ .cado, que !19 redbe d.og.l}la alguno que no est "conforme en urr todo con la tradicion de todos los "siglqs presedentes." ... .' : -

    \

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    PARTE ~EGUNDA .

    DE LA AUTORIDAD DJ:: L.'i. JGLESt,(,

    Jesuctisto dib i SLt tglcsia en \a, persona de lo~ Apstoles y de sus sucesores, dos clases de autorida-des: la autorid1.d ele la enseanza v la autoridad de( gobierno. . ,..

    ;,La. 'auto l'idad de cnse~anza qne' J esucrsto hadaqa los Apstoles y sus sucesores, consiste en el dcre ' cbo y facultad que les ha concedido exclusivamente de explicaral resto de la Iglesia, la Escritura y la tradicion y. manifestatles las verdades r,cveladas.

    La autoridad del gobier no consiste en el pQder que ha dado Jesucristo los Apstoles y sus sucesores de interpretar la ley y hacerla observar, de.arreglar en sn Iglesia In forma del culto p(tblico, y de establ!lce~ un rgmen conforme al esprtu del :C::vt~ngeli.

    Qlle Jesucristo ha conferido su Iglesia estas dos autoridades, est suficientemente probado, por todo cuanto hemos diho acerca de los tres grandes privi-legios do la Iglesia y por los diferentes pasages de la Sagrada Escritura de que llevamos hecha mencion.

    ' ' .._

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    - GO-De todo esto t'esulta: 1. que Diosll; establecido en su Iglesia un tribunal sagrado, es decir, un cuerpo de jueces, para decidir soberauamente y sin apelacion las cuestiones que se susciten entre los cristianos en matei'as de doctrin;. 2.0 Que es~ .tribunal se compo-ne de los su~eso res de los Apstoles, es decir, del Pa-pa y de los obispos

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    - 61-asamblea de los fieles se someti l sin resistencia alguna. Este modo de decidir las disputas en puntos de doctrinas, se ha conservado y practicado en los si-glos subsiguientes. O bservamos que todas las here-jas que han aparecido en el mundo hasta nuestros dil.s han sido condenadas po1 San Pedro y por Jos Apstoles, esto es, ppr e) Pap!l, sucsor de San Pedro, y,por los obispos, suc_esorc~ de los Apbst

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    - G2-narla; luego esta autoridad es la del Papa y la de los obispos.

    Y a hemos hecho mcncion rlel testo de San Juan, captulo 21, en el que Jesucristo manda San Pe-dro d pasto sus corderos y ovejas, como si di-gramos, que gobernase espi1itualmente toda su Igle-sia, que es su rebaiio. San Pablo, hablaudo los an-cianos deL! a Iglesia de Epheso, les dice: "Cuidad de "vosotros y de tCldo el rebao del que el Espri-" tu Santo os hn nombrado obispos, para gobernar "la Iglesia de D ios que l mismo ha redimido con "su propia sangre."

    El mismo Apstol previene los Corintios ( l ), que l .y los Apstoles tienen la facultad de castigar se,era y rigurosamente li todos aquellos que les des-obedezcan. Este poder se extiende gobernar y dictar leyes que deben ser obedecidas y acatadas; luego si los Apstoles ten an esta facultad que ha-ban recibido de Dios, es preciso convenir en q_ue tenan tambien la de co'rregir y castigar l los 111 fractores de sus leyes y ordenanzas, y en que es-te poder les babia sido conferido igualmente . por Jesucristo.

    Asi vemos, que San Pablo egeria esta autoridad, como hombre que sabia bien de donde la haba reci-bido. Imposible es usar un tono de a\ltoridad mas ihrne y absoluto que el suyo cuando se dirigia las Iglesias que haba fundado, y conClcia que era nccc .. saria aquelh1sevridad. Ya les reprenda por los abu-sos que haban introducido en sus asambleas, al pa-so que les daba reglas : fin de que los evitasen en lo sucesivo: ya les amenazaba con el castigo en caso de hallar los cnl.rable$, pre,inndolcs que no len-cl_ria la menor consideracion y empleara el mayor r1gor c?n aquellos que lo mereciesen: ya cnlrgabn,

    ('1) ll,Con.IO.G,

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    -63-aunque ausente, un incestuoso al infierno, sinin-dose para pronunciar la sentencia de estas notables palabras. "Por mi, ausente en l!uerpo, mas presente "en espritu, he sentenciado como presente, pues . "vos y mi espritu estn unidos por la gracia de "nuestro Seor Jesucristo, al cul pabl.e de este ele-"lito, q ue.por e] poder del Seor, sea entregado "Satnn(ls, para: que mortifique su cuerpo y pueda "snharse su alma."

    Estas palabTas demuestran claramente, .que San Pablo, obrando de este modo y con tanta severidad, no lo hacia en l'irtud de algun poder {!Xtraordinario, sino usando de las facultad_cls comunes, que le eran

    consi~uientes romo gefe y pastor de aquella Iglesia las m1smas que debia trasmitir sus Su

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    V - 64-

    ~.E, W~ ,CARA~'l',EllllS .SE$AI.ES DE LA VEROADEIIA IGLESIA.

    Todo cuanto llevamos dicho en los anterires ar tcu los prueba suficientemette, que Je~ucti st

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    - 65-bla.sfemia; sospecharlo, un crmcn. Nada le es mas repugnante que la mentira, porque es la verdad mis-ma. No se puede sospechar que Jesucristo haya es-tablecido pueda establecer diferentes Iglesias, pues no podra hacerlo asi, sin que al mismo tiempo que mandase unos creer una cosa, no consintiese otros c reer lo contrariCI; lo cunl es un absurdo injurioso en sumo grado ; su divina Persona.

    El que no crea todo cuanto Nuestro Seor Jesucris-to ha ensearlo, no puede :legar al cielo: solo por me-dio de Jesucristo podemos acercarnos su Padre ( l ), y con la f nos acercamos l; sin ella es imposible agradarlc {2): Jesucristo no permite llamarse hijos de Dios sino aquellos que creen en l y que le miran corno su hijo. Los que rehusan 6 dudan dar crdito sus palabras, una sola que sea, le consideran capaz da engaarse (8 ); y por consiguiente, no creen que es Dios, pues Dios no pLtcdc engaarse ni engaiiarnos; no tienen f en J esucristo. y no pertenecep la Iglesia.

    H aqu, pues, lo que dice Je~ucristo de los que no pertenecen su Iglesia:" El que no escucha mi "Iglesia debe ser mirado como pagnno (4);" es decir. como aquellos que no tienen f

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    -66-au doctrina toda entera, y sern tratados como paga-nos; su sentencia est ya pronunciada y su reproba-cion ee cosa cierta. De todo lo cual se deduce, que nadie puede alcanzar su sahacion fuera de la verda-dera Iglesia de Jesucristo.

    Cul es esta verdadera Iglesia? Esto es lo impor-tantismG de saber. Cules son las seales porque &e In puede con.ocer? Esto es lo que hay necesidad de descubrir. Supuesto que fuera de su seno no se en-cuentra la salvacion, no podemos dudar que Nuestro Seor Jesucristo que nos ha amado hasta el extremo de derramar su sangre por nosotros, haya dejado de hacer todo Jo necesario para drnosla 1 conocer mas fcilmente. Hay ciertamente caracteres y seales que pertenecen nica y especialmente la verdadera Igle-sia y que sinen para distinguirla filcilmente de todas las dems que usurpan su nombre.

    Segun el smbolo atTeglado en el concilio ~eneral de Constantinopla, que no es sino una aplicacton del de Nicea, la Iglesia es wta, santa, catcilica y opost-lka. Por estos cuatro caracteres reunidos se recono-ce la verdadera Iglesia de Jesu~risto. La Iglesia ro-mana, esto es, la sociedad de los fieles que en las di-ferentes partes del mundo reconocen la silla de llo-ma por centro de la unidad catlica, y su obispo por gefe comun, es la sola que reune estos cuatro carac-teres. Con el exmei1 de cada uno de ellos en particu-lar, nos convenceremos completamente de lo que aca-bamos de decir, asi como de que estos distintivos peculiares exclusivamente de la verdadera Iglesia no se hallan en ninguna otra.

    DB LA UNIDAD DE LA IGL'ESIA.

    La unidad ,~ 1:1 I:;!.~n consiste en la profesion eKterior de uu . mi,n)r, fl-1 en h participacion de Jos

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    - 6'7 -mismos sacramentos, en la subordinacion unos m ismos pastores legtimos y en la unidad del gefe visible que la gobierna -en la t ierra.

    No ltalf mas que una ji, dice San Pablo ( 1 ), y no puede habet mas que un modo de profesarla. Jcsu cristo solo ha sacado del seno de su padre (2), todas las verdades que ha enseado los hombres, y no se encue11t1a en l, el si el no, dice el grande Apstol (3 ). Las mismas verdades que Jesucristo ense sus discpulos y sus Apsto les, las han predicado y en-seado estos por todo el un ive rso. Los apostlicos y 1os sucesores de Jos Apstoles, uos han tra~mitido Jo que aprendie ron de aquellos primeros maestros.

    Le f de la Iglesia no ha .recibido alteracion algu-na en el transcurso de los siglos pesar de los dife-rentes caminos que se ha visto precisada recorrer en el mundo, de la diferencia de min istros que la han administrado y de pueblos que la han recibido. La Iglesia j am:s ha admitido en su seno los que profesaban otra cualquie ra f que no fuese la suya. Si es cierto que ha dejado sus hi.Jos alguna liber-tad para disputar sobre puntos no resueltos aun com-pletamente, no asi con los artculos de su f acerea de los cuales no solamente no toleraba duda de nin-guna especie, sino que mandaba usar hasta el mismo lenguage. Por esto se reunieron tantos concil ios pa-r,a terminar por medio de una autoridad soberana y por decisiones infalibles, todas las disputas que div i-dian los fieles. Pot esto la Iglesia lanz allatemas y arroj de su seno tantos herejes; ya porque combatan la f con errores contrarios . la creencia generalmente recibida y enseada, 6 ya porque se resistian tenazmente :i admitir la autoridad infal ibl.e

    (n Eph, . &. (2) Joan. 1.18, (3) 11. Cor. ). 18.

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    -68-de sus decisiones sobre materias y puntos que tenan antes divididos sus hijos.

    Es evidente, por lo tanto, que los herejes no per-tenecen la unidad de la Iglesia, porrue violan su f y rehusan su profesion: uo per.encen la unidad de su cuerpo, porque ellos mismos se separan rom .. piendo los lazos que les unen cllu, 6 por el contra-rio, In Iglesia les separa t ellos usando de la autori-dad legtima que ha recibido del mismo Jesucristo.

    Tales son aquellos que sostienen con ligereza er-rores contrarios t las verdades de la f que profesa la Iglesia, 6 quo decide por una au toridad infalible. Un hombre semejante esl pcruerlidv, th"l' San Pablo ( 1 ); es como un edificio cuyos cimientos estuviesen mina-dos, que se desploma sobre s mi!lmo y no puede de-jar de sepultar entre sus ruinas cuantos viviesen en l. El pecado, aiiade el ap.Jstol, e.

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    69 un crmen el repetirlo, porque debe llevar el carcter de la unidad que forma entre los fieles. Por este Sa-cramento, los fieles muertlls y resucitados con Jesu-cristo no son sino tilla misma cosa en l; no hay diforeli-cia alguna entre cljudio y el genJ.il ( 1 ), entre el grtego y el brbaro; pues todos nparecen ante Jesucristo como criaturas nuevas (2). Lo que nace decir San Agus -tn," que no solamente lo que nos lava y purifica es ,una misma cosa, sino que somos lavarlos y purificados , para ser una misma cosa; habiendo sido bautizados ,no para ser muchos cuerpos, sino para formar uno ,solo."

    Para disponer y forma esta unidad del modo mas adecuado y divino, sustituy Jesucri3to la Eucarista y se distribuye los fieles. Parn dar conocer esta unidad, Jesucristo se oculta en la Eucarista con el signo de la union mas perfecta, bajo las apariencias del pan; pues de muchos granos molidos y amasados se form un solo cuerpo: y bajo las apariencias' del vino, que tambien de muchos granos de uva exprimi-dos se forma un solo licor. Para consumar esta uni-dad quiso Dios ocultarse bajo estas dos especies y que comie'semos el mismo pan, y bebisemos el mismo cJliz, para no ser todiJs sino un mismo cuerpo (3).

    Todos los dems sacramentos concurren la mis-ma un ion, cada uno segnn.la gracia particular que en-cierra. En cuanto los signos exteriores, son en cada Sacramento los mismos para todos los fieles. Las otras ceremonias de la Iglesia pueden ser diferentes y varias segun el tiempo y lugar; pero lo que cons-tituye la esencia dE;! Sacramento en todo y por todo, es el sacmmento mismo,

    Como por la participacion de los Sacramentos, to-dos de los mismos, pertenecemos la J glesa y la

    (1) 0A1.3,U. (2) GaL G. 15. (3) l. Cor, 1017,

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    -70 -unidad de su cnerpo, as mismo. priYndonos -exclu-yndonos ele esta parti cipaciou, la Iglesia arroja de-su seno los que merecen ser separados de ella. De este modo ha procedido ~iempre la Iglesia, desde el tiempo mismo de los Ap63toles, con aquellos quie-nes ha credo deber excomulgar: priva igualmente de-los vnculos as como de los auxilios de su comunion cuantos se v obligada castigar por haberse hecho indignos de comulgar con ella. Cualquiera que haya r ecibido este caEtigo por senlencia legtima, deja de pertenecer en aquel momento la Iglesia y su uni-dad. Antes de pronunciada la sentencia, el culpab le~ aun no condenado, no existe en el cuerpo de la Igle-sia sino como un miembro muerto; los lazos exterio r es le unen todava ella, semejante una rama se-ca que se sostiene aun en el rbol. La excomunion. rompe todos estos lazos.

    La obediencia los mismos pastores, es tan nece- sari'l como la f y los Sacramentos, para disfrutar de-la unidad de la Iglesia. La Iglesia, en efecto, es toda un mismo rebao, conducido por los mismos pasto es, de quienes Jesucristo, el ,qrande obispo de nuestras-almas (1), es el pastor soberano; para fo rmar y con-ducir su Iglesia, estableci Dios otros pastores. todos. sumisos l l como gefe y pastor invisible, y : los que comunica su potestad. Como todos estos obran y go-biernan en su nombre, es l mismo quien debe-mos acatar en Slt ministerio; l es qu ien escucha-mos, escuchndoles 1 ellos; desprecimdoles i ellos le despreciamos i l; nos rebelamos contra l desobede-cindoles ellos y separarnos de ellos es lo mi~mo que apartamos de l. Ha dado cada uno el g rado de autoridad correspondiente al puesto que ocupa y al ministerio que egerce; por esta razon le desobedece,. mos, rehusndoles la obediencia legtima que l mis-

    (1) 1. Peu. 2. 1>,

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    -71-mo ha prescrito: nos oponemos sus mandatos, resis-tindonos al poder que l mismo les ha comunicado.

    Para cimentar en algun modo esta unidad de la Iglesia, y para distinguirla mas claramente, Jesucristo despues de haber escogido 6 sus Apstoles para que fuesen despues de l los fundamentos de la Iglesia, y dcspues de honrarles igualmente con la dignidad del apostolado, con el poder de predicar el Evangelio, y en fin, con el carcter episcopal que les es comun, eli-gi Pedro por su gefe, para representarla cerca de ellos como su vica'rio y para ocupar visiblemente Sil puesto en la tierra despues de su ascension. Jesucris, to ha concedido Pedro una primaca no solamente honorfica ~in o j urisdicional en toda su Iglesia; ha querido tlue su silla fuese el centro de la unidad, y que la superioridad con que le investa pasase del prncipe de los Apstoles sus sucesores, fin de que como su Iglesia debia existir por todo~ los siglos, esta unidad de ella tuvieso la misma duracion. El ha

    ascgu~ado de este mod.o su Iglesia para siempre una misma cabeza visible que es el sucesor de San Pedro. Confiri Dios la primaca t Pedro, dice San Cipria-no, fin de que se reconociese la unidad de su Iglc .. sia y la unidad de la silla de su Iglesia.

    La Iglesia es una, dice el mismo San Cipriano, : pesar de que por su fecundidad y ac1ecentamiento, en-cicna en su seno una gran multitud de fieles. Del mis-mo modo, ciertamente que no hay sino una luz en el sol, 6 pesar de los infinitos rayos que despide; asi co-mo la multiplicidad de ramas de un rbol no obsta 1& unidad de su tronco; asi como corren separados diver-sos arroyos que tengan el mismo nacimiento, no les impide ser nico su orgen; del mismo modo la Igle-sia, aunque extiende por doquier la luz que recibe de Dios, no tiene pesar de todo mas que una luz y es la que difunde por todas partes; aunque por todas partes extiende sus ramas y lleva los frutos de su dichosa

    '

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    -72 -fecundidad, y aunque sus aguas saludables corren por todas partes en abundancia, nobay, sin embargo, di, vision alguna en su cuerpo: no tiene sino un solo ge-fe y todo la proviene de un mismo manantial; la Iglek sia, en conclusion, es la madre comun, que n: s ba He, vado en su seno, nos ha alimentado con sus pechos y nos ha animado con su espritu.

    De cuanto acabarnos de exponer resulta, que los fieles esttn unidos al cuerpo de la Iglesia por cua-tro lazos inseparables; la f, los sacramentos, la sub ordinacion los pastores legtimos, y la unidad del gefe visible; en el momento de desprenderse de cual-quiera de estos cuatro lazos dejan de pertenecer al cuerpo de la Iglesia. Todo esto coincide perfecta, mente con la idea que hemos dado acerca de la uni-dad de la Iglesia, cuando al empezar este artculo dijimos en qu consista esta unidad. Pero no est de-ms el que nos detengamos aun un momento en ma-tel"ia tan importante.

    Permtasenos desde luego recordar las palabras ya citadas de la carta de San Pablo los Ephesios. "Todos formais un solo cuerpo en Jesucristo, ha beis "recibido un mismo espritu y ha beis sido llamado~ " un mismo fin. No hay mas que un Seor, una f, "y un bautismo. No hay mas que un Dios, Padre "ele todos, que est sobre todos, que todos alean, "za su Prqvidencia y que reside en todas partes. " No tiene entre vosotros sino un mismo espritu; sin " que los diversos dones que habeis recibido ele Dios, "puedan impedir esta unidad, ni alterarla; porque " la g racia nos ha sido dada cada uno segun la vo-" !untad y el agrado ele J esucristo. El mismo, ha da "do su Iglesia, Apstoles , profetas predicadores "del Evangelio, pastores y doctores; fin de que to-" dos trabajen en la perfeccion de los Santos, en el "ejercicio ele su ministerio y en la edificacion del "cuerpo mstico de JeSt\C\"sto, hasta que lleguemos

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    -78-"todos la unidad de una misma f, de un mi~mo "conocimiento del hijo de Dios; al estado de hom-" bres perfectos y : la edad y madurez necesarias pa-"ra que Jesucristo se haga hombre como nosotros; " 6n de que no continuemos siendo nios quie-" nes se hace creer cuanto se quiere, ni personas ve-" lcidosas y poco seguras en la f6, que se dejan lle-" var por la coniente de todas lus opiniones huma-" u as, por la falacia de los hombres, 6 por la destre-" za con que artificiosamente tratan de inducirlos en "el error: practicando, empero la verdad del Evan-" gelio por la caridad, adelantamos en J esucristo "nuestro gefc y cabeza, de quien todo el cuerpo de "los fieles, cuyas partes estn u nielas p"r la f.! y la "caridad con una proporcion tan justa, recibe por "medio de los sacramentos, que son como los ner-" vi os y las venas de un cuerpo, d aumento que l " le comunica con una influencia proporcionada "cada uno de los miembros de este cuerpo mstico, "para que se forme de este modo y tome ejemplo "de la caridad que le proporciona su adquisicion y " pcrfeccion."

    Este pasagc del gran A r63tol da mejor conocer, que cuanto pudiera decirse, de qu modo se ha for-mado la Iglesia por medio ele los lazos de que lleva-mos hecha mencion: la unidad de la fe, la unidad do los medios de salvacion por los sacramentos; la go-rarquia de los poderes, la admirable economa de la Iglesia, cuyos ministros son como los ligamentos y los vasos que forman de todns sus partes un solo cuerpo, y unen este cuerpo n su gefe nico xpresi,o?

    En efecto; si Jesucristo ha enseiado una doctrina pam fijar nuestra f y arreglar nuestras costumbres; ~i ha ins tituido un nmero dete rminado de sacra-mentos, si ha establecido pastores y les ha revestic.'o

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    -74-de su autorid:td para gobernar !iU Iglesia; si ha dado, en fin, estos un gefe, in"estido por l, de la prima-ca de honor y jurisdiccion, nadie puecle dudar de cualquiera de estas institucienca sin desobedecer Jesucristo; y por consiguiente, sin perger la f que exige San Pablo. Estt mas que suficientemente pro-bado por la experiencia, que tocio el que pone en du-da uno solo de estos puntos, no tarda en caer en el error y en la hercga.

    Se dir, tal "ez, que la nnidad de que habla San Pablo, consiste principalmente en la caridad, en la paz, en la tolerancia mtua. San Pablo recomienda, ciertamente, la paz, la union y la concordia; pero ja-ms ha mandado tolerar los errores, ni rebelarse contra el 6rden establec:ido en la Iglesia; San Pablo ha ordenado todo lo contrario ( 1 ). Es un ahsurdo el

    (1) Se cnUc:nlc eomU~tl'llentl!!pOr 'J'OLIIIUNCI A engener-:ll,l~c:nldad frater-nal y la humanidAd 1ue debe roln~r cmtre lot bomhret,tobrc todo en lot c:rh .. t.ll\nos, cu:tlcuier:a quec:ala n cil)'' 6 tocldad que- pertenezcan. &trt TOI.t IUl(~ e' Cl ele.Jplritu mi$model criJtlauhn,o; nlngun:a otra rehgion m:andll oluen:~.r con m u rigor la p:u, el turrimiento mt1tuo 1 la earid:ad ur.iveuat. JeJurrttto b predle6 ' 105 ju Hos :&c-ercad e loJ nm:ulv.no1 r a m de los mttmM,entil 6 P'lnoad.!ndo!e. Elrobomo el tfM\plo Ordtn6 i sudi_eipu!os que tufll .ftn eon

    ~ltneb l:a pe:rsecueion f qu .. no htdtttn ellos otro canto eon pcfiOLa alruna. Lot Apscolu han rl:'pl!hdo eua mitroA docn- na, y los prime.-os crUtianot la h.an obfttW'adO ~1tgiosamente-; .AUI mhl.os tntrni.cos han admirador aplaudido au puleucla. Por medio de tre. aiglo de clula.ura, de resignscion, de c.arldd, r no I'Or b. fuena,han ''tneidoy subyugado ~ 'ueueguldMcs. Mas porquenman. ele oluerur rig:uroumente es la ronducca ll los s:utieularcs. no ~e (letluee que d~ba11 obserf.rln iglulmcnte lot ~;efet de lns s.ueied:ulc$, ni 101 J':tnortt, ni los mtJght.rAdot, ni los soberanos, ni lbllos caquollot, en nu. que ac hallen rCV"CilldoJ de lll nutorldad civil 6 eclcti!stlc:ll l.osuluci Hl~ y sus Jclegados, t\noon 1'0' de .. roc:l10 natural. pan m:mtcncr el 6rdflt1, IR lr3nquilidttd, l:t unlon,ll\ IH'Ill r b. &uboullnl\clon entre le>~ sbditos >:HA ICJ)!Irllr, repren(ler y CllSl1{1:ar ~ los que balo la cp:~. de reliaion tratan de l'erun1lu "' rdcn SQCll. Jcsucrbto cnc~~re6 4: IUI fiUtOrCf que vigil:t..s.en el rel)~f\0, atfjascn los lobos '/ lOS (1.&01 flrO(flal, mantuvltten b un ion en la f, yaepar:tiC11 l:(eiua flc suc;ampo. LOs Ap61tole e tonrorm:Aron con suJ rd(ln.tj, t"n Ylrtud de lu cuales ~ufrian coo ('Kiencta lu lnJuriaj penonsiE:S,Ios uhraj". la W'lolettda J los tormentos; ltnlan el maror

    culd~o en detenmUC"anr' IO!f falsot docloret. en t:cduirlosdt l:a socitcbd de to.lleles 1 en quitarlot toda espt de de comunl~ion rt'liiOf.a con t'll.nt, No han en.abt;Kto ninguna resta, ninauna mhima, ningun print'ipio. do lo cual ae puecta deduc:lr que lo ptinciptt, al haeerte cristianos. ae privaban dtl den. cho de reprimir 1 eut~cu los C!dlclo1101 quo perturl)a.ndo ha p:~~z de la J~~:lela trabajaban consis ultonternente en lit. dO'\unlon de la fOCiccbd c:ivil, F.stot dlrerNt. tetdebere-t n() son incomMiblct, romo te h:Lqucrido decir, puc.-slos vcrd:~dcros prlnclpe cristi;mos han sal)hlo eoclllarlot )cr(cct:~mcnte. El dnoo que m:.nl. tte~tan los enemigos de la ''erdaderll roll,c;lon (IC cmbr 1ll:tr todos eatos prlncl,hu, tllt :1 conocer que dec+den bs cutt.stlonu sin ent..nderlu y que Introducen cu IM diiCUI1onea el equlvoc~ y la menllu ~~~~r~ de&batrAr 1\1 guito.

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    -15-dr.cir que la tolerancia de las opiniones produce la ' unidad de creencia y que la tolerancia de los abusos produce la unidad de las prcticas. Puede reinar la caridad y la paz donde domina la independencia y la indocilidad? Puede existir la paz donde no hay rden? (.Qu Orden puede haber en medio de la con-fusion de los errores, la terquedad de las opiniones, de los caprichos del amor propio, de las pretensione!, del orgullo y de las pasiones desenf1enadas? ;.Puede reinar el brden en donde todos quieren mandar y ninguno obedecer? Qu concordia, qu armona puede haber entre gentes dominadas por el espritu de insubordinacion, absolutas en sus principios, que se atribuye el don de la infalibilidad, creyndose por lo tanto autorizados i pensar, vivir, creer y obrar su antojo y cada uno segun su gusto capricho? Ja-ms ha tenido la Iglesia,. enemigos mas terribles que sns hi.ios dscolos. :3e dice que los cismticos, des-pues de predicar la tolerancia siendo dbiles, la ob-servaron cuando fueron poderosos.

    Ett vano los protestantes han querido reducir la unidad de la f la profesion de ciertos dogmas que ellos han llamado .ft7ulam~ntal~s, como si fuese indi-ferente la salvacion el creer no creer los otros. Todo cuanto J esucristo ha dicho, es fundamental en el sentido de que no se puede rechazar un solo art-culo por indocilidad po1 capricho. El mismo nos h11. prevemdo, en el pasage de San Marcos que deja-mos citado, que todo el que no crea en el Evangc lio se condeuar:; luego el Evangalio es la doctrina de Jesucristo sin escepcion. Cuando dijo a sus Ap6s-toles', cumplid todll$/as cosas que os lz~ prescrito (1 ), uo hizo csccpcion alguna. Cuando San Pablo dice qne algunos han naufragado en la f, que ha des-caecido la f de otros etc., no quiere decir que hayan

    {1) )fath. 2!, 20,

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    -76-rechazado todos los artculos de f alguno de los artculos fundamentales; mira como herejes t Hime-neo y Fhiletcs que dicen haberse verificado ya la re surreccion ( 1 ),

    Los protestantes han recurrido 1 este sistema de ar-tculos fundamentales, porque han conocido que les era imposible establecer entre ellos unidad de ningu-na especie. El principio de donde han tomado la ba-se de su cisma, sabe, que la Santa Escritura es la sola regla de f, y que cualquiem tiene deecho de interpretarla { su modo pudiendo adoptar la doctri-na que le parezca, es un manantial de divisiones en lugar de ser nn centro de union comun. Los Lute-ranos, los Calvinistas, los Anglicanos y los Socinia-nos, que son las cuatro sectas p1incipales del protes-tantismo, no han podido nunca convenir en una mis-m'l f, ni formar reunidos una sola Iglesia. Lo mismo sucede entre los Griegos cismticos, los Jasabitas, los Nestorianos y los Armenios; todas estas sectas se detestan entre s, tanto como todas aborrecen la Igle-sia romana.

    Solamente la Iglesia romana, que entiendo por re gla de la f y de la interpretacion de la Sagrada Es-critura, la tradicion constante, universal y pcrpHua de todas las Iglesias particulares, puede mantener y mantiene entre sus miembros, la unidad de creencia, $igue la misma f, practica el mismo culto y observa las mismas leyes. No existe en todo el mundo un so-lo catlico, que deje de seguir y ratificarse en el sm-bolo y en los cuones del concilio Tridentino.

    Dichosos mil veces de pertenecer al cuerpo de la Iglesia; de habe1 nacido y haber Hido criados en la f catlica: tributemos gracias 6 Dios por este !>enE' licio, del cual disfrutamos por efecto de ~u pura bon-dad; supliqumosle nos haga este beneficio por en.

    (1} 11 Tlm.. 2,

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    - 77-tero concedindonos la gracia de que nos apro\eche-mos de l; pues no es suficiente el pertenecer la unidad de la Iglesia para salvarse, es preciso estar animado de su espritu y vivir de su vida cuyo prin-cipio es la caridad.

    DE LA SA"TIDA D llll LA ICLF.SIA.

    El segundo distintil'o 6 la segunda cualidad de la Jglesia, que sin-e para darla conocer, es la Sallti-dad. La Iglesia es santa porque tbn~ cuanto consti-tuye la santidad: 1.0 su gefc es santo. 2. su doctrina es santll: 3.0 sus leyes so" santas: 4 .0 sus sacramen-tos son santos: 5.0 sa culto es &~nto: 6. su espritu es santo: 7.0 madre santa, se declit.t nicamente san-tificar sus hijos: 8.0 todos sus miembros son santos llamado~ serlo: !). y ltimo, no ruede haber san tos fuera de esta socicdaci.

    J esucisto, gcfe de ia Jglesi:~ C'S el orgen de toda santidad. Cmo pollria ser l:t Tglesia el cuerpo de una cabeza hn sa::t, sin serlo ella misma? Jesucris-to ha sido el fnndz.dor d.: la Iglcsi:~, la ha instituido para santificar lo~ he Jores y no ha decado de su propsito; sentado : la dicst1a cl" w Padre, est sin embargo, con su Ig.esia y Ctitnru dn interrupcion, se-gun lo ha prometidc, hasta el in del mundo. Este di-l'ino gcfc no cesa de asist.ir su Iglesia, de velar por ella, de dirigilla y dCl dermmnr en ella abundante se-milla de santidad. Jesucristo, dice san Pablo, se S:l-crific por su Iglesia, fin de ~antificarla y formarla pura y sin mancha ( 1 ); habind.>la prometido estar con ella con~t antemente hasta In consumacion de los siglos (2). Seria, eiert.1mente, el rolmo de la impie-

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    -78-ua, el pensar que Jesucristo dejase de cumplir su propsito y su ofrecimiento; por todo lo cual, la Igle-sia es santa bajo este primer aspecto.

    La doctrina de la J~lesia es la misma de Jesucristo doctrina que ba recib1do de su Padre ( 1 ), que l mis-mo ba enseado il sus Apstoles, que ha comunicado por este medio su Iglesia y que esta trasmite ti todo el universo. Todo cuanto cree y ensea la Iglesia lo aprende de Jesucristo; seria creil>le que este cario-so Salvador revelase ensease algo que no fuera san-to? Luego la Iglesia es santa en su doctrina. Lo sen-sible es que esta doctrina sea tan menudo descono-cida r basta calumniat!a, por aquellos que nos juzgan segun nuestras costumbres, por desgracia, tan frecuen-temente en oposicion con ella. Instruymonos, pues, con solidez, en estas divina& mximas; los libros que las encierran estn en nuestras manos; no merezca-mos que nos reprendan por el descuido de instruirnos en aquello que mas nos in teresa aprender: leamos es-ta doctrina santa en el Evangelio, en Jos libros de los santos doctores, que dedicados proteger la verdad y ti conservar la santidad de las costumbres, han ilus-trado y edificado la Iglesia en todas las pocas; !e-mosla, por ltimo, en todos los monumentos de la religion.

    Qu necesitamos para ser santos, sino aneglar nuestra vida la santa doctriM que In Iglesia nos en-se ita? Todos los criatiunos que obren segun esta doc-trina sern santos, sea cual fuere la clase condiciou que pertenezcan. Santos en el trono en la humil-de choz;a; santos en el mundo en el retiro, santos en el celibato en el matrimonio. Les veremos despren-didos de los bienes pusageros de la tierra, no vivir sino para el eiclo, y alojados snceramente de las in-justicias y de la corrupcion, marchar por la smda de

    (.1) Jo~n. l. 11, ib\d, 7. 151

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    -79-la ju3ticia y de la santidad, sirvimdo el Dios a toda31lo-ms hasta el fin de su vida ( 1 ). Comparemos la doctri-na de la Iglesia, no ya con la impiedad del paganis-mo, ni con la doctrina carnal de los musulmanes, ni con las extravagantes opiniones de los fil6sofos, aun las mas sensatas en la apariencia, sino :on loti extra-vos de los herejes, con los erroros de los reformistas, y conoceremos sin trabajo, que la doctrina de la Igle-sia catlica, que tenemos la dicha de profesar, es una luz divina que destruye todas las ilusiones y disipa todas las tinieblas. "Juzgad, dice San Agustn en su admirable obra de la Ciudad de Dios, juzgad de la doctrina de la Iglesia, por lo que ensea en el p61-pito, cuando el pueblo acude en tropel aprender vivir santamente en la tierra, paa lograr la bienaven-turanza en el cielo. Qu es, lo que all ois, sino pu-blicar sus leyes, referir sus maravillas, alabar sus be-neficios y pedir sus gracias?" Si existen en su seno algunos falsos doctores que substituyen sus sueos la santidad de la doctrina de la Iglesia, ella les con-dena y les hace callar. Su doctrina pura incorrup-tible que resuena en todo el mbito de la tierra, aho-ga su voz que es la sentencia de su pro.pia condena-don. Si muchos de sus hijos se lanzan por otro cami-no, ella les atrae cuanto puede 6 esta santa doctrina. Sus costumbres no son la regla de su doctrina, pero sn doctrina, que es inmutable, condena 6 reforma sus costumbres.

    Las leyes de la Iglesia son santas, porque est:n en conformidad con su doctrina que lo es igualmen- te, y estn dictadas por el Esph1tu Santo que es el autor de toda santidad. Qu puede haber mas 5an-to, que lo que la Iglesia ha prescrito en sus conci. los, ya sus ministros en particular 6 ya en gene-ral todos sus hijos? (.Qu mas propsito para hacer mas agradable los fieles el culto de Dios, que

    ( 1) Lue. l.?$,

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    -so-la obligacion que les impone de consa~rar ciertos das ejercicios de piedad y de religion ? Qu mas efi-caz para infundirles el espritu de pnitencia y de piedad que el haber destinado cierto tiempo del ao la oracion, al ayuno, la mortificacion de los sentidos y las buenas obras ? Qu mas p-deroso para enfrenar las pasiones y atajar los des rdenes, que el deber que les ba impuesto de pu-rificarse en ciertas pocas por medio de la confesion sacramental y de renovar sus buenos propsitos y la promesa formal de vivir saulamente? Qu mas (,ti! para unir sus hijos J esucri:sto, para llenarlos de su espritu y de sus gracias, que invitarlos y casi obligarlos concurrir al sagrado banquete para ali-mentarse con el precioso cuerpo de nuestro divino Salvador? Qu mas santo, que lo que prescribe sus ministros para que puedan col-responder la san-tidad de su estado? Qu pureza en sns costumbres! Qu inocencia en toda su vida.! Qu desprendi-miento! Qu abncg>~cion Cle los negocios seglares y de las diversiones fr volus 1 Qu santidad en lo in-terior! Qu gra~edad, qu modestia en lo exterior! Es cierto que estos snntos preceptos pueden ser in-fringidos por algun hijo descaniado, pero no debe juzgarse de estas leyes por el escndalo de los que las violan , sino por h\ santidad de los que las aca-tan y observan fielm ente. La desobediencia de un mal hijo no prueba qnc sean malos los preceptos de un padte ''irtuoso.

    La Iglesia es ~>ant~t tambicn como depositaria de los siete sacratnentos instituidos por Jesucristo : es-tos santos sacramentos la santifican , segun el objeto de su divina instituc:ion. li acu