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Una aclaración. Si bien "Germinal", un film de Claude Berri sobre la obra de E. Zola, fue el elegido por el equipo del Proyecto CI 680 y la Comisión de la Mujer de la UNSa. para el video-debate en conmemoración del cincuentenario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el tema fue los derechos humanos, de modo que no todas las exposiciones se centraron en el film. "Germinal" relata la vida de un pueblo de mineros del carbón en Francia a fines del siglo XIX y muestra con toda crudeza una sociedad profundamente injusta, en la que la riqueza de unos pocos se acrecienta sobre la base de la explotación de las familias de trabajadores, sometidas a graves violaciones de derechos humanos: trabajo insalubre e inhumano, mal pagado, sin ninguna cobertura social; trabajo forzado de niños y mujeres; pobreza extrema, enfermedad, hambre, miseria, violencia y sometimiento. Pensamos que la permanencia de muchas situaciones de vulneración de derechos humanos como las allí planteadas, no obstante las Declaraciones de las Naciones Unidas (de derechos uimversales, de derechos de los niños, de las mujeres, de los trabajadores, etc., etc.) obliga a la reflexión sobre las posibilidades ciertas de construir una sociedad donde la vigencia de los derechos humanos sea una realidad. El video-debate, cuyas exposiciones forman parte de este volumen, y el debate público posterior -que lamentablemente no pudo ser registrado-, respondió al interés de contribuir a esa reflexión que el tema demanda. DEFENDER LOS DERECHOS HUMANOS Si existe algún progreso moral de la humanidad, es en la legislación, en los organismos -nacionales e internacionales- de derechos humanos y en la conciencia cada vez más generalizada de que todos los seres humanos poseemos ciertos derechos cuyo respeto podemos exigir, donde podemos encontrar ese progreso. Debe admitirse, sin embargo, que esto no parece significar demasiado a la hora de relevar el comportamiento de individuos, pueblos y naciones. En efecto, en la antesala del tercer milenio de la era cristiana, no han desaparecido ni los horrores de la guerra, ni los crímenes contra la humanidad, ni las diversas formas del desprecio por la dignidad de las personas, ni las prácticas aberrantes en nombre de doctrinas religiosas o herencias culturales. El sinnúmero de violaciones de derechos perpetradas a diario que hoy muestra el planeta no va precisamente en la línea del avance teórico alcanzado y expresado en las diferentes convenciones y declaraciones de las Naciones Unidas. 11

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  • Una aclaración. Si bien "Germinal", un film de Claude Berri sobre la obra de E. Zola, fue el elegido por el equipo del Proyecto CI 680 y la Comisión de la Mujer de la UNSa. para el video-debate en conmemoración del cincuentenario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el tema fue los derechos humanos, de modo que no todas las exposiciones se centraron en el film.

    "Germinal" relata la vida de un pueblo de mineros del carbón en Francia a fines del siglo XIX y muestra con toda crudeza una sociedad profundamente injusta, en la que la riqueza de unos pocos se acrecienta sobre la base de la explotación de las familias de trabajadores, sometidas a graves violaciones de derechos humanos: trabajo insalubre e inhumano, mal pagado, sin ninguna cobertura social; trabajo forzado de niños y mujeres; pobreza extrema, enfermedad, hambre, miseria, violencia y sometimiento.

    Pensamos que la permanencia de muchas situaciones de vulneración de derechos humanos como las allí planteadas, no obstante las Declaraciones de las Naciones Unidas (de derechos uimversales, de derechos de los niños, de las mujeres, de los trabajadores, etc., etc.) obliga a la reflexión sobre las posibilidades ciertas de construir una sociedad donde la vigencia de los derechos humanos sea una realidad. El video-debate, cuyas exposiciones forman parte de este volumen, y el debate público posterior -que lamentablemente no pudo ser registrado-, respondió al interés de contribuir a esa reflexión que el tema demanda.

    DEFENDER LOS DERECHOS HUMANOS

    Si ex iste algún progreso moral de la humanidad, es en la legislación, en los organismos -nacionales e internacionales- de derechos humanos y en la conciencia cada vez más generalizada de que todos los seres humanos poseemos ciertos derechos cuyo respeto podemos exigir , donde podemos encontrar ese progreso.

    Debe admitirse, sin embargo, que esto no parece significar demasiado a la hora de relevar el comportamiento de individuos, pueblos y naciones. En efecto , en la antesala del te rcer milenio de la era cr ist iana, no han desaparecido ni los horrores de la guerra, ni los crímenes contra la humanidad, ni las diversas formas del desprecio por la dignidad de las personas, ni las prácticas aberrantes en nombre de doctrinas religiosas o herencias culturales.

    El sinnúmero de violaciones de derechos perpetradas a diario que hoy muestra el planeta no va precisamente en la línea del avance teórico alcanzado y expresado en las diferentes convenciones y declaraciones de las Naciones Unidas.

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    BeatrisTexto escrito a máquinaPalacios, María Julia (Comp.) Defender los derechos humanos.Salta. EUNSa. 1998.

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  • "... el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad...", decían las Naciones Unidas en su Declaración de 1948. Finalizando el siglo, esos actos de barbarie parecen haberse multiplicado: desaparición forzada de personas como método de "limpieza ideológica" por los gobiernos dictatoriales de los Estados americanos en la década del 70-80; genocidios -"limpieza étnica"- en diversos países del A f r i c a , del -Asia, de Europa central y de Centroamérica; exterminio de niñas en China como método de control demográfico. Sin olvidar los estragos del hambre, la miseria y la marginalidad que el capitalismo "salvaje" produce hasta en las naciones más poderosas por la fantást ica acumulación de la riqueza en unos pocos, y que ha dado lugar a una nueva categoría de desaparecidos: los excluidos sociales. Las políticas neoconservadoras, en el mundo globalizado, están borrando para todos las conquistas laborales y sociales del siglo X I X y con ello, restringiendo los espacios de ciudadanía de las personas e impidiendo el ejercicio de los derechos humanos.

    ¿Cuál progreso entonces?

    Hoy, cuando hemos aprendido que las personas tienen derechos inherentes a su condición de seres humanos, atentar contra los derechos de las personas resulta, por c ierto, más condenable que cuando esto se ignoraba. Sin embargo no puede desconocerse que la

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    normativa internacional al respecto representa un paso importante en el orden jurídico y en la conciencia moral.

    Recordemos tan sólo algunos hechos de la

    historia humana:

    • En la democracia ateniense, los ciudadanos no se escandalizaban por la existencia de esclavos; hoy, la mayor parte de la humanidad se escandaliza cuando se descubre el t rato esclavizante y , además, existen normas que lo condenan.

    u En la Roma pre crist iana el Coliseo se colmaba de personas dispuestas a divert irse con la muerte de otras; hoy esa "diversión" resulta inconcebible.

    § En el mundo feudal cristiano, la condición de siervo era admitida con toda naturalidad; hoy, las condiciones de servidumbre se denuncian como un atropello y hay normas que pueden aplicarse, que penan ese delito.

    u La modernidad declaró "universales" los derechos del hombre y del ciudadano, pero los movimientos del siglo X X se encargaron de mostrarnos cuan restringida era esa universalidad al haber quedado excluidos de ella los negros, los indígenas, las mujeres, lo cual supone una defección de los postulados de igualdad y libertad universal de la ilustración sobre los que se fundaron las declaraciones de derechos universales; hoy existen

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  • diversos documentos que reconocen esos derechos a negros, indígenas y mujeres.

    Las contradicciones de la sociedad humana respecto de esta cuestión son tan profundas que en ocasiones resultan inexplicables. Por ejemplo:

    • se ha logrado elaborar -al menos en los Estados democráticos- formas de protección jur ídica jamás alcanzadas y sin embargo se producen brutales violaciones, incluso por los propios Estados;

    • el nuevo orden internacional -la sociedad globalizada a nivel planetario- supone un alto grado de interrelación y comunicación entre pueblos, naciones y gobiernos, lo cual debería otorgar mayores garantías a los individuos y sin embargo no alcanza a brindarles la protección necesaria;

    • se han creado infinidad de organismos nacionales e internacionales para la defensa de los derechos humanos, pero la acóón de los Estados muestra grandes falencias al respecto. Muchos de ellos han incorporado en sus constituciones las Convenciones de las Naciones Unidas sobre derechos humanos pero no han sido capaces de implementar medidas que aseguren el "reconocimiento y aplicación universales y efectivos" de los derechos humanos como lo anhelaba la Caria de las Naciones Unidas;

    • se ha alcanzado un importante grado de concientización de los derechos, en especial de los

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    civiles y políticos, sobre los cuales la legislación ha avanzado bastante, pero no puede decirse lo mismo de otros derechos. En el caso de los derechos económicos, sociales y culturales, por ejemplo, se ha producido un gran retroceso: la desprotección en el trabajo y la salud, la alta discriminación en educación, son realidades de este f in de siglo que impiden profundamente el cumplimiento de una vida digna a millones de seres humanos. Por otra parte, a la demanda de organizaciones por el efectivo reconocimiento de nuevos derechos (derechos reproductivos, por ejemplo), se opone una fue r te resistencia -aun en países con importante tradición en el respeto de los derechos humanos- por motivos religiosos, económicos e ideológicos.

    A f ines del siglo X I X , el reconocimiento de derechos concebidos como propios de todos los seres humanos se reducía a los llamados derechos civiles y políticos. Con todas las limitaciones, tanto conceptuales como prácticas y a pesar de desconocimientos y violaciones de diversa índole por parte de individuos, pueblos y Estados, ese reconocimiento formal significó un enorme avance en relación con los siglos precedentes. Saber que como integrante de la sociedad humana tiene derecho a la vida, al honor, a la l ibertad, a la seguridad, a la libre expresión, al uso de su propiedad, a participar en la toma de decisiones; el derecho a que el Estado resguarde sus derechos, y el derecho a reclamar sanciones cada vez que sean

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  • violados, convierte a cada individuo en un ciudadano diferente.

    Desde entonces, los sucesivos documentos emitidos por las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos, constituyen avances tanto por la explicitación de las implicancias de los derechos reconocidos como por la extensión del reconocimiento a otros derechos.

    La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 reconoció los derechos civiles y políticos, conocidos hoy como de la I o generación: a la l ibertad, a la igualdad, a la dignidad, a la just ic ia , a la intimidad y privacidad, a no ser sometido a tratos crueles e inhumanos, y avanzó en el reconocimiento de los derechos llamados de la 2 a generación, económicos, sociales y culturales: al t rabajo, a la seguridad social, a la salud, a la educación, a la cultura, el a r te y la ciencia, a la asociación sindical, a la alimentación, a d is f rutar del tiempo libre.

    Avanzado el siglo X X comenzó a hablarse de derechos colectivos, derechos de los pueblos -de la 3 a generación- y a producir documentos reconociendo la validez universal de esos derechos: derecho a un orden internacional que garantice los derechos humanos; al desarrollo; a la libre determinación de los pueblos y a la libre disposición de sus riquezas y recursos naturales; derecho de las minorías étnicas, religiosas o lingüísticas a su cultura, su religión, su

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    lengua; de los inmigrantes a trabajar en otros países bajo condiciones dignas y justas ; al medio ambiente sano.

    Los movimientos de mujeres, además, reclaman hoy el reconocimiento de otros derechos humanos específicos. En la presente década, el reclamo es por el reconocimiento de los derechos reproductivos, los derechos de todo ser humano, varón o mujer, cualquiera fuera su condición social, sus creencias, su estado civil o su edad, al ejercicio libre y pleno de su sexualidad. Derecho que implica el reconocimiento de su capacidad para decidir libremente acerca de su sexualidad, de la procreación y de la planificación de su familia según sus cr iter ios y necesidades.

    La creación de organismos internacionales, regionales y nacionales, responsables de velar por el cumplimiento de lo reconocido por las convenciones, hecho que va asociado al desarrollo de la conciencia de los derechos humanos, también debe verse como otro avance. Por otra parte, existen positivos y notorios cambios -aunque sigan siendo insuficientes- en la legislación que los Estados dictaron en consonancia con los pactos, convenciones y declaraciones a los que adhirieron.

    Es a partir de la normativa existente -nacional e internacional- y de las instituciones garantes, que les es posible a las personas, a los pueblos y a los propios Estados, reclamar por el respeto de sus derechos.

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  • No se puede desconocer que la vigencia de los derechos humanos supone la existencia de condiciones objetivas -económicas, institucionales, sociales, normativas- que la hacen posible, de modo que, cuando esas condiciones no se dan o se dan de manera restringida, los derechos humanos se ven afectados. Muchas condiciones concretas de vida (pobreza extrema, marginación, discriminaciones de diversa índole) aun en los países desarrollados y con sistema democrático consolidado, constituyen impedimentos muy fuer tes para el ejercicio de los derechos humanos.

    No podemos desconocer tampoco que las políticas neoconservadoras en el mundo globalizado están borrando para todos -en niveles diferentes según el grado de desarrollo y de democratización alcanzado por cada país- las conquistas laborales y sociales y con ello, restringiendo el ejercicio de los derechos de las personas. Haydée Birgin, ref ir iéndose a la ciudadanía, 'señala algo que puede extenderse a todos los derechos: "...si la ciudadanía provee titularidades y derechos, éstos resultan efectivos cuando hay estructuras de poder que los respalden"!, y las estructuras de poder no parecen estar hoy demasiado interesadas en garantizar, para todos y cada uno de los habitantes de la t i e r r a , muchos de los derechos humanos.

    Sin embargo, es importante señalar que la vigencia de los derechos humanos depende de la acción

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    de todos y todas. Cuando las Naciones Unidas aprobaron la Declaración la presentaron como "ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades, y aseguren, por medidas progresivas de carácter nacional e internacional, su reconocimiento y aplicación universales y efectivos, tanto entre los pueblos de los Estados miembros como entre los de los territorios colocados bajo su jurisdicción".

    Varias cuestiones están contenidas en ese párrafo. En primer lugar, el hecho de concebir a los derechos humanos universales como "ideal común", esto es, entender que se t ra ta de una aspiración compartida, universal y , como se dice en otro momento del texto , "la aspiración más elevada del hombre". Lechner dice que se t r a ta de un "'horizonte de sentido' mediante el cual los individuos aislados pueden afirmarse a sí mismos como una comunidad de hombres libres e iguales..."z. El respeto por los derechos humanos es , pues, la condición sine qua non para la dignidad de la vida de los individuos y de las comunidades que integran.

    En segundo lugar, y en razón de lo afirmado, la idea de que los derechos humanos deben "inspirar" las acciones de los hombres y la consecuente necesidad de

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  • educar a las nuevas generaciones en el respeto por los derechos humanos como garantía de su permanencia. Los derechos humanos son el f ruto de una larga lucha de la humanidad por la dignidad, no se conquistan de una vez y para siempre, requieren de la persistente voluntad de respetarlos; deben conquistarse y defenderse cada día en todas las esferas de la vida.

    En tercer lugar, y en relación con esto último, la necesidad del esfuerzo individual y colectivo, la responsabilidad personal e institucional, de la sociedad civil y del Estado, para instaurar los derechos, para velar por ellos, para crear los mecanismos que los hagan efectivos.

    José Saramago decía, en oportunidad de su visita a Argentina en 1998, que para alcanzar el logro de ese objetivo, instaurar una sociedad más respetuosa de los derechos humanos, o, como lo expresa la Declaración, permitir "el advenimiento de un mundo en el que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias", hace fa l ta una "insurrección ética". Proponía entonces, elaborar una declaración de los deberes humanos, complementaria de la de los derechos, que hiciera cobrar conciencia de la obligación que en tanto miembros de la sociedad humana tenemos, de contribuir a un orden social en el que la vida humana sea verdaderamente digna.

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    Como lo expresa la Carta de las Naciones Unidas, la vigencia de los derechos humanos depende de "los pueblos y naciones", de "los individuos como las instituciones". Siendo responsabilidad de todos es , sin embargo, primordialmente de los Estados, que deben crean las condiciones de posibilidad de los derechos humanos: leyes e instituciones que garanticen un orden social justo, en paz, y un proceso de desarrollo humano equitativo.

    En este sentido está probada la estrecha relación existente entre sistemas democráticos y derechos humanos. Los sistemas democráticos han probado ser más aptos para el desarrollo de los derechos humanos y, a su vez, la vigencia de los derechos humanos garantiza una vida democrática. Por esta razón, cualquier proyecto de convivencia política democrática debe incluir un sistema de normas que permita garantizar los derechos humanos de todos sus integrantes y al mismo tiempo, promover su enseñanza como reaseguro del sistema.

    Los logros alcanzados en la conceptualización de los derechos humanos y en la normativa que los reconoce, deben ser defendidos por todos: por los gobiernos, por todas las instancias de poder, por todos los grupos sociales, por todos los individuos. Eso significa luchar por su vigencia efect iva con la convicción de que se t ra ta de una tarea inacabada.

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