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Debates de laMemoria

Aportes de las organizaciones de víctimasa una política pública de memoria

2008-2010

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Alcaldesa Mayor (d) de Bogotá

Clara Eugenia López Obregón Secretaria Distrital de Gobierno

Mariela Barragán Beltrán

 Subsecretario de Asuntos para laConvivencia y Seguridad Ciudadana

Enrique Flórez Romero Representante en Colombia de la AgenciaCatalana de Cooperación al Desarrollo

Julián Artacho Valverde Director Centro del Bicentenario:Memoria, Paz y Reconciliación

Camilo González Posso

Coordinador Técnico:

Darío Colmenares Millán Equipo Centro del Bicentenario:Memoria, Paz y Reconciliación

Diego Luis Angulo MartínezJosé Darío AntequeraAlejandra Gaviria Serna

Carlos Eduardo Espitia CuecaJuan Carlos JiménezMarcela López RojasRoberto Romero Ospina

Eliana Torres Olarte

Diseño & Diagramación:

Jairo Arturo Rojas Ladino

Fotografías

Centro de Memoria,Casa de la Mujer,

Asfaddes,Codhes,Corporación Reiniciar.

ISBN: 978-958-8411-40-8

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ContenidoIntroducción

Clara Eugenia López Obregón, Alcaldesa (d) de Bogotá .........................7

Prólogo

Camilo González Posso........................................................13

Presentación

José Antequera Guzmán.......................................................21

1. Historias de organizaciones sociales y de víctimas

27 años luchando, resistiendo y persistiendo por verdad, justicia y memoria

Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Asfaddes)........... 29

Contra la impunidad y el olvido

Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice).......... 37

Experiencia de recuperación y preservación de la memoria delgenocidio contra la Unión Patriótica

Memoria Viva por Reiniciar ....................................................51Libertad sin sangre y fuego

Asociación Colombiana de Familiares de Miembros de la Fuerza Pública

Retenidos y Liberados por los Grupos Guerrilleros - Asfamipaz..............69

2. Propuestas sobre una Política Públicade Memoria para Bogotá

El olvido disfrazado de memoria

Asfaddes ..................................................................... 79

Memoria histórica: una propuesta de política públicapara el distrito, desde las víctimas de crímenes de Estado

Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado - Movice .......... 87

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¿Memoria para la política, o políticas para la memoria?

Desafíos para las políticas públicas de memoria

en el contexto colombiano - Corporación Reiniciar .......................... 101

Perspectiva acerca de una política pública de memoriapara Bogotá

Asfamipaz ....................................................................111

Resistir el olvido y construir memoria colectiva

Reflexiones de Codhes sobre la memoria y el desplazamiento forzado...... 119

Memoria histórica

Fundación País Libre ........................................................133

3. Perspectivas iniciales sobre laconstrucción de un centro de memoriaen Bogotá

Sobre la construcción del Centro de Memoria

Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos - Afaddes ...........149

 Aportes para la creación del Centro del Bicentenariode la memoria

Asfamipaz ...................................................................157

Un centro que se articule a una política públicade derechos humanos

Corporación Reiniciar  ........................................................163

 Apuntes para la construcción de un centro de memoria

H.I.J.O.S. Colombia..........................................................175

4. La memoria históricacon enfoque diferencial

Memoria Soy Yo: Memoria, Cuerpo, Territorio

Componente de Memoria Histórica,

Casa de la Mujer , Claudia Patricia González Pérez ..........................185

El papel de la memoria en la reconstrucción de los sujetos

colectivos. El caso de las comunidades negras en el pacíficoLibia Rosario Grueso Castelblanco .........................................201

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Introducción

Un centro de memoria, paz y reconciliación para Bogotá y para el país

Clara Eugenia López Obregón

 Alcaldesa (d) de Bogotá

En el plan de desarrollo de la Bogotá Positiva hemos incorporadoel objetivo de hacer de Bogotá la Ciudad de los Derechos y elprograma de construccin de paz y reconciliacin, dentro delcual vamos a construir lo que, en nuestra opinin, va a conver-tirse en uno de los monumentos más importantes de la ciudad:el Centro del Bicentenario: Memoria, Paz y Reconciliacin.

Esta obra busca rememorar los 200 años de la Independencia

y ser, a la vez, un homenaje a la memoria de todas las vctimasde la violencia que ha vivido el pas, especialmente desde el año1948. Lo importante de este Centro es que será un homenaje vi-viente, en el que se buscará reunir, de manera fsica y virtual, lamemoria del conicto, de cada uno de sus hitos dolorosos y desus vctimas. Tenemos como objetivo juntar all todos esos ele-mentos para que contribuyan a decir que no vamos a olvidar,que no vamos a repetir lo sucedido y para sentar unas races,desde la capital de nuestro pas, que sirvan de base para el pro-

ceso de reconciliacin que necesita nuestra sociedad.Este proyecto sigue el camino que han recorrido otras capi-tales, donde han homenajeado a sus vctimas a través de estossmbolos, tal y como el museo del Judasmo en Berln, el mu-seo del Apartheid en Johannesburgo o el museo de la Esma en

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8 Introduccin

Buenos Aires. Nuestra idea es contribuir, desde la celebracin

del bicentenario, a proyectar, a futuro, una nueva visin de lamemoria histrica.

Los antecedentes de esto todos los conocemos. Bogotá no haestado ausente de los problemas de violencia y de los conictosarmados más recientes; en ocasiones como protagonista, en oca-siones como ciudad receptora de personas desplazadas o rein-sertadas. Hoy en da llegan diariamente a la capital de la Repú-blica 52 familias huyendo de la violencia que existe en las regio-nes para recordarnos que Bogotá no está apartada del conicto.

A la fecha, hemos recibido en Bogotá a 600.000 desplazados des-de 1985, según las cifras de la Pastoral Social y en los registrosrealizados por Accin Social de la Presidencia de la Repúblicaguran 250.000 personas en situación de desplazamiento por laviolencia. Además, existen por lo menos 17.000 vctimas en Bo-gotá que reclaman reparacin dentro de la Ley 975 del 2003 oLey de Justicia y Paz y viven, en la capital, familiares de cerca de5.000 desaparecidos y 2.000 secuestrados.

La capital de la República está llamada, y es además nues-tro criterio como gobierno democrático y social, abanderar losesfuerzos por la paz y la reconciliacin de nuestro pas. Ese esuno de los objetivos fundantes en que se sustenta nuestro plande desarrollo, nuestro programa de gobierno, y en la Secretariade Gobierno de la Alcalda Mayor de Bogotá D.C. encontramosimperiosa la necesidad de dotar a Bogotá de este Centro de Me-moria, Paz y Reconciliacin.

El Bicentenario de la Independencia debe convertirse en la

ocasin para renovar esos esfuerzos de construccin de una so-ciedad en paz y con justicia social, con especial énfasis en incor-porar a las nuevas generaciones en este proyecto. Repito, paragarantizar una memoria viva y para garantizar la no repeticin;conmemorar el Bicentenario creando un centro de la memoriaque ayude a la reparacin simblica de las vctimas de más demedio siglo de violencia y conictos armados, se constituye enun espacio fsico y virtual de apoyo a la construccin de paz yreconciliacin.

En nuestro proyecto tenemos distintos elementos. Lo prime-ro es promover un monumento a las vctimas y también a lareconciliacin, realizar actividades conmemorativas del Bicen-tenario y garantizar un espacio de diálogo permanente de ex-hibicin de esa memoria, para que, a través de los colegios del

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9Debates de la MemoriaAportes de las organizaciones de víctimas a una política pública de memoria

Distrito, a través de los visitantes, tengamos siempre una activi-

dad que congregue y que no permita que jamás olvidemos eseholocausto que han vivido los colombianos. Tenemos en nues-tro proyecto un grupo muy amplio de asesores; un comité ase-sor, en el cual están representados vctimas de todo el espectropoltico. Quiero llamar la atencin sobre ese aspecto porque deno hacerlo, no estuviéramos hablando de reconciliacin.

Nosotros aspiramos a que nuestro Centro Bicentenario pue-da sobrepasar esa gran brecha entre “nosotros” y “ellos”, paraque todas las vctimas puedan reunirse y darse la mano por-que esa es la verdadera reconciliacin que queremos construira partir de nuestro centro. Por eso, uno de las caractersticasprincipales de nuestro proyecto es el nacimiento de un procesoparticipativo en el que se ha tratado de incluir a toda la socie-dad, especialmente y en primer lugar a las vctimas.

As mismo, buscamos realizar el deber de memoria del Es-tado, que es una manera de garantizar los derechos de las vc-timas y el derecho colectivo a la paz. Buscamos fundamentar

nuestro Centro en la restitucin de los derechos a una paz inte-gral, al diálogo, a la negociacin, a la verdad, a la justicia, a lareparacin integral, al desarrollo humano, a la no repeticin, ala democracia y a la reconciliacin.

A través de nuestro Centro buscamos, en un proceso partici-pativo y de diálogo, que se discutan y analicen las condicionespara la construccin de verdaderos criterios de paz en nuestropaís, ancadas en la memoria y la reconciliación. No obstante,haber mencionado como un ejemplo varios monumentos que

han sido construidos en otras ciudades, este centro tiene unascaractersticas distintas a los mencionamos porque se constru-ye en medio del conicto, buscando ser un instrumento paralograr la paz, y no en una situación de postconicto. Creo queen eso tenemos que aportar todos ¿Cmo convertir este centroen un instrumento real de la construccin de paz? Queremoshacer visibles en este Centro la memoria de todas y cada una delas vctimas, memorias colectivas, memorias vivas, memoriassociales y la memoria histrica; buscando construir la verdad

histrica sin antagonismo entre memoria - historia - verdad,eso es un reto que tenemos que resaltar siempre. Porque tal vezdesde que Montaña Cuéllar hablaba del ‘pas real’ y del ‘pasformal’, nos fuimos acostumbrando a que podamos separar los

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distintos tipos de verdad y a m me parece que si continuamos

por ese camino no vamos a llegar a la paz y a un verdaderoproceso de reconciliacin, en el que podamos contar, además,con la garanta de no repeticin. Tenemos que hacer una únicaverdad histrica, en la que la memoria, la historia y la verdadno se encuentren desligadas la una de la otra.

¿Cuáles son las caractersticas y funciones del Centro? Quesea un punto de encuentro para iniciativas de paz; para la pe-dagoga por el Derecho Internacional Humanitario; un centropara la promocin de una cultura de paz; una cultura de noviolencia activa; una cultura ciudadana por la verdad, la justiciay la reparacin; y el apoyo a la formulacin de propuestas y po-lticas de reparacin moral, simblica, psicolgica, colectiva yde colectivos. Y queremos, como medida de satisfaccin, cum-plir con la necesidad del reconocimiento público del carácterde vctima de las vctimas, de su dignidad, de su honor ante lacomunidad y ante el ofensor. Vamos a realizar ah actos con-memorativos que sirvan para visibilizar la historia, los hechos

violentos, las masacres, las desapariciones forzadas; y vamos aproveer el otorgamiento de condecoraciones y reconocimientospúblicos, tanto individuales como colectivos; vamos a construiresos monumentos públicos en perspectiva de reparacin y re-conciliacin; para contribuir a la reparacin de hechos que nun-ca deben volver a ocurrir, tales como el genocidio de la UninPatritica. La reparacin es una obligacin del Estado, y Bogotáes Estado, y es en este sentido que vamos a construir ese monu-mento de reparacin a la Unin Patritica, vamos a centrarnos

en la difusin púbica y completa de los relatos de las vctimassobre los hechos, las causas y demás elementos de su victimiza-cin y, desde luego, la difusin de las disculpas y aceptacionesde responsabilidad hecha por los victimarios y por el Estado.

Las actividades son muchas. Vamos a recopilar, a captar, areunir y procesar informacin, testimonios de vctimas, archi-vos fotográcos, videos, etc. Vamos a recibir tanto donacionescomo llevar un archivo de los elementos que tengan en sus ma-nos los familiares de las vctimas; vamos a documentar y a ar-

chivar, vamos a tener un archivo de las iniciativas de paz; todosestos archivos los vamos a depositar en el Archivo de Bogotá,según pautas y protocolos técnicos.

Vamos a llevar a cabo eventos de satisfaccin, reparacinsimblica. Va ser un punto de encuentro para iniciativas de or-

Introduccin

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11Debates de la MemoriaAportes de las organizaciones de víctimas a una política pública de memoria

ganizaciones sociales, de grupos de análisis, de universidades,

de colegios; vamos a realizar actividades de promocin de paz,seminarios, talleres y tendremos también un centro virtual; osea, que todo esto se va a poder extender masivamente a travésdel Internet y lo más importante es la pedagoga directa y enred de manera permanente.

El Centro del Bicentenario: Memoria, Paz y Reconciliacin,en su componente virtual, busca que se pueda acceder al Centrodesde cualquier parte del mundo. Entonces, complementandonuestra construccin fsica, va a ver este componente virtualque esperamos se convierta en un punto de encuentro, perotambién en un punto de apoyo a la investigacin sobre la histo-ria de la violencia en nuestro pas. El Centro debe articularse yse articulará con todas las iniciativas de signicación simbólicaen la ciudad orientada a nes semejantes de reparación, para lacelebracin también del Bicentenario, incluyendo las que pro-vengan de otras instancias administrativas o de la iniciativa pri-vada; y también buscamos organizarnos en red con los demás

centros de memoria que estamos seguros van a surgir en losdistintos entes territoriales del pas.En términos urbansticos buscamos gran visibilidad. Vamos

a posicionarnos como un cono arquitectnico de la ciudad queva estar ubicado sobre una de las principales avenidas de laciudad, la avenida El Dorado, en ese magníco Parque de la Re-conciliacin que está ubicado enseguida del Cementerio Cen-tral, antes del Parque Renacimiento, en ese predio va a estarubicado el Centro de Memoria, Paz y Reconciliacin. La idea es

que este Centro tenga un auditorio para por lo menos 300 per-sonas; allí va estar ubicada una ocina de atención a las vícti-mas y queremos que sea un homenaje viviente. Su proximidadcon el cementerio nos da un acceso al ocio de los marmolerosy queremos dentro de los elementos que van a hacer parte delpaisaje y de nuestra memoria de nuestro Centro Bicentenarioestandarizar una placa de mármol en la que cada persona pue-da, con su criterio, conmemorar a la vctima, o el holocausto, oel evento que piense y adquiera especial signicación; y todos

esos recordatorios lo vamos a enchapar en distintos lugares delCentro para que todos los que lo visiten dejen all su propiahuella y la de su ser querido.

Ese centro va a tener al frente una estacin de TransMilenioque baja por la calle 26, la cual estamos tratando que se llame

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“Centro Memoria”, con el objeto que este término y el concepto

que éste encierra empiece a ser parte del imaginario urbano.Finalmente, quiero recordarles que la persona que viene co-

ordinando la comisin asesora del proyecto del Centro es Ca-milo González Posso, quien además ha venido perlando tantosu concepción losóca y política, como su concepción material.Este proyecto, que ha sido un gran sueño, será pronto una reali-dad que, esperamos, ayude a fortalecer el camino hacia la cons-truccin de la paz y de un verdadero proceso de reconciliacin.

Introduccin

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Prólogo

 Debates de la memoria

Camilo González Posso1

Los debates sobre poltica pública de memoria que se incluyenen este libro tienen la virtud de recoger aportes de algunas delas organizaciones de vctimas de mayor iniciativa nacional enla última década. Con la aprobacin de la Ley 1448/06/2011se le dio un impulso sin precedentes a la formulacin de unapoltica sobre la memoria histrica en Colombia y si se repa-san aportes como los que hacen en esta publicacin, el Movice,Asfaddes, Reiniciar, H.I.J.O.S, Asfamipaz o Pas Libre, se llega

rápidamente a la conclusin de que mucho de lo reclamado porlas organizaciones de vctimas se está abriendo camino en labúsqueda de garantizar los derechos a la memoria histrica, laverdad y la reparacin integral. Los vacos en las polticas pue-den también identicarse desde las exigencias de estas organi-zaciones y su contraste con los desarrollos actuales.

El proceso participativo de construccin de una poltica dememoria en el Distrito Capital se enriqueci en particular porel acumulado de las organizaciones de vctimas, no solo con

documentacin de casos y testimonios o con sus espacios deconstrucción de memorias, sino con sus reexiones sobre las

1 Director del Centro del Bicentenario: Memoria, Paz y Reconciliación.

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14 Prlogo

cuestiones clave de la discusin nacional e internacional sobre

el sentido de la memoria histrica.Ese dialogo sobre la memoria en la poltica pública ha con-

tado con muchos interlocutores. Durante estos últimos años, sehan multiplicado también las contribuciones realizadas desdela academia, el periodismo y el arte. Una muestra de esas con-tribuciones ha sido acogida por el Centro de Memoria y Paz enlos tres libros publicados conjuntamente con el grupo de me-moria del Instituto de Paz de la Universidad Distrital, Ipazud,y en la compilacin de más de 40 ejercicios de periodismo enconstruccin de memoria, entregados por Medios para la Pazen el Concurso Nacional de Periodismo y Memoria. Las exposi-ciones en el MAMBO, en el Museo Nacional y en varias univer-sidades, se articularon con varias decenas de centros de estudiocon los cuales se propiciaron intercambios en lenguaje artstico.

Memoria sin conflicto armado internoDe manera reiterada las organizaciones de vctimas señala-

ron las implicaciones del desconocimiento de la existencia deun conicto armado interno en Colombia en la vulneración dederechos y en la negacin de la memoria y la verdad histrica.Durante la administracin de Álvaro Uribe Vélez, la polticasllamadas de Seguridad Democrática redenieron la caracteriza-cin de la situacin de violencias en Colombia y obligaron atodos los funcionarios a desechar términos como conicto ar-mado interno, crisis humanitaria, solucin poltica, diálogo ynegociación, partes o actores del conicto, combatientes y otros

propios del Derecho Internacional Humanitario para situacio-nes de conictos armados de carácter no internacional.En consistencia, con el cambio de lenguaje se promovi la

lectura de décadas de violencias y enfrentamientos armados enColombia como una historia de atentados terroristas o de nar-coterroristas en contra de la sociedad y del Estado. Desde esaperspectiva se denió el deber de memoria del Estado y se ledio estatus jurdico con la aprobacin de la Ley 975 de 2005 quedice en el Artculo 56:

“El Deber de Memoria: El conocimiento de la historia de las causas,desarrollos y consecuencias de la acción de los grupos armados al mar- gen de la ley deberá ser mantenido mediante procedimientos adecua-dos, en cumplimiento del deber a la preservación de la memoria histó-rica que corresponde al Estado.”

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15Debates de la MemoriaAportes de las organizaciones de víctimas a una política pública de memoria

Con el mismo criterio se orden a la Comisin Nacional de

Reparacin y Reconciliacin, CNRR, “presentar un informe pú-blico sobre las razones para el surgimiento y evolucin de losgrupos armados ilegales”.

Semejante concepcin del Deber de Memoria del Estado fuerechazada por negar el conicto, por invisibilizar la responsabi-lidad y el papel de los gobiernos y del Estado, y por ocultar lasacciones de agentes estatales en la vulneracin de Derechos Hu-manos y normas del DIH. El Movimiento de Vctimas de Crme-nes de Estado, que agrupa cerca de 200 organizaciones en todo elpas, destaca la responsabilidad estatal y el sentido de la memo-ria histrica en la reivindicacin de los derechos humanos:

“El Movice reivindica la recuperación de la memoria histórica comoderecho fundamental al esclarecimiento del terror de Estado, peroademás exhorta al gobierno distrital a que dicha política pública dela memoria no se asemeje a la recuperación de episodios inconexos,cometidos por agentes aislados o “manzanas podridas”, en el decir dealgunos, sino que sea ésta toda una política pública integral de recu- peración de memoria histórica. Una memoria que permita resignicar 

y dignicar la vida de los familiares, una memoria que incentive laorganización y la puesta en escena de sujetos políticos con perspectivade reivindicación de derechos humanos, actualizando los hechos del pasado y proyectando las luchas del presente y el futuro”. (Pág.90)

La Asociacin de Familiares de Detenidos Desaparecidos –ASFADDES – introduce el concepto de “verdad de la memoria”dirigida a esclarecer modalidades y responsabilidades:

“La verdad de la memoria debe contar de igual forma cuáles fueron los

hechos, qué estrategias represivas se usaron, cuáles fueron los respon-sables de las desapariciones, sus motivos, sus estrategias de horror. Ensuma, se debe identicar plenamente el papel del victimario, desde elque ordenó hasta el que ejecutó, como única forma para garantizar quela verdad no se sacrique por la legitimidad institucional.” (Pág. 154)

H.I.J.O.S Colombia dice:“Trabajamos por develar que en los discursos ociales sobre la versióndel pasado se omite caracterizar las relaciones de poder que determinanesa batalla, (por las memorias) y las responsabilidades en la participa-

ción en las vulneraciones, autoproclamándose como un tercero neutral;y de paso, omitir intencionalmente la caracterización del ser y del deber ser de las políticas de la memoria desde el Estado”. (Pág. 176)

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16 Prlogo

La Fundacin Pas Libre ampla el espectro de responsabi-

lidades, colocando en primer lugar a las guerrillas y relacionamemoria histrica con justicia y reparacin individual:

“La Fundación planteó el trabajo de reconstrucción de memoria his-tórica en una doble vía: la construcción de referentes sobre el delitoy la generación de conciencia colectiva, en perspectiva de lograr un proceso reparador en las víctimas”. (Pág. 142)

Todas son aproximaciones al Deber de Memoria que con-trastan con el enfoque restrictivo que promueve con la ley975/2005, o Ley de Justicia y Paz. En esa Ley hay un énfasis

 judicial y por ello se regula lo relativo a archivos privilegiandola custodia de los expedientes donde se consignan las versioneslibres y documentacin procesal de los casos postulados a losbenecios establecidos en 2005.

La memoria histórica en la Ley de Víctimasy Restitución de Tierras

Es notable el cambio de concepcin sobre el Deber de Me-moria y la Memoria Histrica y el lugar que les asigna la Ley1448/2011 conocida como Ley de Vctimas. En esta Ley, el Deberde Memoria se circunscribe a ofrecer reconocimiento y garantasy se descarta cualquier intento de someter los ejercicios de me-moria desde la sociedad civil o las víctimas a una verdad ocial.

Artículo 143. Del Deber De memoriA Del estADo.El deber de Memoria del Estado se traduce en propiciar las garantíasy condiciones necesarias para que la sociedad, a través de sus diferen-

tes expresiones tales como víctimas, academia, centros de pensamien-to, organizaciones sociales, organizaciones de víctimas y de derechoshumanos, así como los organismos del Estado que cuenten con com- petencia, autonomía y recursos, puedan avanzar en ejercicios de re-construcción de memoria como aporte a la realización del derecho a laverdad del que son titulares las víctimas y la sociedad en su conjunto.

Paágaf. En ningún caso las instituciones del Estado podrán im- pulsar o promover ejercicios orientados a la construcción de una his-toria o verdad ocial que niegue, vulnere o restrinja los principiosconstitucionales de pluralidad, participación y solidaridad, y los dere-chos de libertad de expresión y pensamiento. Se respetará también la prohibición de censura consagrada en la Carta Política.

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17Debates de la MemoriaAportes de las organizaciones de víctimas a una política pública de memoria

La Memoria Histórica se dene en la Ley 1448/2011 como

parte de la reparacin simblica (Artculo 146) y “como aportea la realizacin del derecho a la verdad del que son titulares lasvctimas y la sociedad en su conjunto”. Desde esa perspectiva,se establecen acciones de memoria histrica en una gama am-plia que incluye el archivo de hechos victimizantes, compilacinde testimonios orales, investigación sobre el conicto armado,y actividades participativas y formativas sobre temas relacio-nados con el conicto armado interno, con enfoque diferencial.

El objeto del Centro Nacional de Memoria Histrica es con-sistente con la denición que acoge la Ley: “ … reunir y recu-perar todo el material documental, testimonios orales y porcualquier otro medio relativos a las violaciones de que trata elartculo 3° de la presente Ley” (Artculo 147) Es decir, aportara la verdad de las graves violaciones a los derechos humanos yal derecho internacional humanitario cometidas en ocasin delconicto armado interno. Para efectos de reparación simbólica co-lectiva, esos ejercicios de memoria pueden ser anteriores a enero

de 1985 que es la fecha que acoge la Ley para circunscribir ladenición de víctima (Artículo 3).Un ejercicio enriquecedor será interrogar los enunciados so-

bre Memoria Histrica que trae la Ley 1448/2011 y las elabora-ciones que se han venido haciendo desde las organizaciones devctimas y la academia. Entre los muchos aspectos que se men-cionan en los textos compilados en este libro y en las memoriasde las mesas consultivas convocadas por el Centro de Memoria yPaz, hay que destacar aquellos que rescatan preguntas centrales:

¿Memoria histrica sobre las violaciones en ocasin del con-icto armado desde 1985 o sobre el sentido, causas, desarrollosy consecuencias de la violencia generalizada y sistemática yconictos armados desde mitad del siglo XX?

¿Memoria para la reparacin simblica y la verdad, o ademásmemoria para reconocer, dignicar y aportar a la democracia, laconstrucción de la paz y la solución política del conicto armado?

¿Memoria sobre hechos victimizantes, o memoria que con-tribuya a esclarecer la verdad de la violencia de sistema, las

responsabilidades del Estado y de todos los sectores polticos,econmicos y militares involucrados?¿Memoria histrica como subsidiaria del derecho a la verdad

o como derecho humano individual y colectivo de las vctimasy de la sociedad?

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18 Prlogo

¿Qué se quiere decir cuando se relacionan los ejercicios de

memoria con los derechos a la verdad, no impunidad, repara-cin integral, no repeticin, paz y reconciliacin?

Las formulaciones sobre la funcin social y poltica de la me-moria histrica que se incluyen en los aportes de las organiza-ciones de vctimas pueden ser referencia en la reformulacin delas preguntas y en la exploracin de nuevas dimensiones de laMemoria. Leamos algunos apartes.

Dice Reiniciar:“Dadas las consecuencias extendidas de las vulneraciones sistemáti-cas a los derechos humanos, no se trata de hacer memoria sobre hechosdel pasado ocurridos a “otros”, sino advertir cómo esta historia hamoldeado nuestro presente, ha denido el tipo de sociedad que somoshoy y la “legitimidad” de las instituciones y está inmersa en las posi-bilidades futuras de cambio democrático. Por lo mismo, en un contextocomo el colombiano, la reivindicación de la memoria debe amarrarsea la búsqueda de una solución a un conicto persistente” (Pág. 65)

En el texto de H.I.J.O.S Colombia encontramos también mu-

chos aportes a estas lecturas sobre las polticas de memoria y supapel en el presente. “La memoria, dicen, debe ser impulso ymotor de la construccin de una sociedad justa; sin justicia nohay democracia” y en un aparte que citamos en extenso:

“En medio del conicto que vivimos, las políticas de la memoria quese sustentan en la impunidad, sobre todo a nivel mediático, parten deuna desconexión de la memoria con el presente. Es decir, una desco-nexión del ejercicio de indagar el pasado con el ejercicio de cuestionar el presente; una desconexión del ejercicio de dar sentido a los recuer-dos colectivos, con la necesidad de aplicar justicia a los criminales delesa humanidad; una desconexión del ejercicio de construir recuerdoscomunes, con la generación de alternativas de paz con trasformacio-nes que partan de la comprensión y reconocimiento de las causas delconicto, impulsando la movilización social y la resistencia que han parido los Derechos Humanos y Sociales, en vez de criminalizarlos yestigmatizarlos”. (Pág. 177)

Pero las reexiones que nos aportan las organizaciones devctimas llegan a temas que han estado presentes en el periodo

de gestacin del Centro del Bicentenario de Memoria, Paz y Recon-ciliación en el Distrito Capital. Son todos asuntos importantesde la agenda de deniciones de la política pública de memoriaen Bogotá. ¿Cmo garantizar la autonoma de un centro en unaentidad territorial y su pluralidad? ¿Cuál debe ser la participa-

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19Debates de la MemoriaAportes de las organizaciones de víctimas a una política pública de memoria

cin de las vctimas en sus instancias de decisin? ¿Cmo pre-

servar la misin de un centro de memoria de la manipulacin,los vaivenes polticos, la corrupcin o el clientelismo? ¿Cuál esel lugar de las luchas por la paz en los ejercicios de memoria?¿Qué ubicacin hay que darle a las versiones y testimonios delos paramilitares o narcoparamilitares desmovilizados? ¿Quéaporte a la memoria y a la verdad histrica le cabe a las guerri-llas, a los militares y a los gobernantes?

A todas esas preguntas, los documentos incluidos en este li-bro le agregan cuestionamientos a concepciones implcitas en laorientacin inicial del Centro de Memoria en el Distrito y sobrelas cuales se tendra que volver una y otra vez. Como muestrade las dimensiones consideradas, leamos estas consideracionesde Asfaddes sobre la reconciliacin:

“Por lo anteriormente expuesto, consideramos que no se puede conso-lidar el proceso de creación de un centro de memoria sin que se cues-tionen conceptos que para nosotros son bandera de los victimarios,concretamente el de la reconciliación. En Colombia no están dadaslas condiciones para manejar este término, ya que la verdad no ha se

ha dado a conocer, la aplicación de la justicia es cada día más lejana,y las leyes que se están aplicando actualmente fueron concebidas yestán siendo aplicadas para beneciar y proteger a los responsablesde los crímenes de lesa humanidad. En cuanto a la reconstrucción dela memoria, esto implica la imposición de una historia ocial que solo pretende mostrar a los victimarios como héroes y a las víctimas comoculpables de su destino, invisibilizando sus luchas y sus justas reivin-dicaciones”. (Pág.151)

La reconciliacin forzada, como el perdn por la fuerza, soncuestionados en estas páginas. La invitacin que hacemos es aseguir adelante en este esfuerzo participativo de aportes desdelas organizaciones sociales a una poltica pública de memoriaspor la dignidad, la vida, la democracia, la paz y la vigencia delos Derechos Humanos.

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Presentación

 La construcción participativa de una política pública de memoria en Bogotá D.C.

José Antequera Guzmán1

Uno de los primeros actos que marcaron el inicio del proyectode construccin del Centro de Memoria, Paz y Reconciliacin,fue la instalacin de la Junta Asesora del mismo en el mes deagosto del año 2008. Este escenario, promovido y encabezadopor la Secretaria de Gobierno del momento, Dra. Clara LpezObregón, signicó la puntada de una línea de actuación quelogr mantenerse a lo largo del proceso, y que se constituye en

uno de los pilares que denen el carácter de este proyecto: laparticipacin.La Junta Asesora, que al principio estuvo conformada por

un grupo de notables pertenecientes a diferentes lugares ins-titucionales, académicos y polticos, fue declarada como esce-nario abierto desde su primera reunin. As, pudimos contarcon el aporte de estudiantes, lderes de base, investigadores einteresados. De igual forma, además de la agenda de monitoreoy acompañamiento al proceso de construccin del Centro, este

escenario se aliment prontamente con una agenda de temas

1 Asesor académico y de participación del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación. Gestor delas Mesas consultivas por la memoria.

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22 Presentacin

de discusin de carácter conceptual, terico, y poltico, hacia la

denición participativa de sus componentes, líneas de accióny criterios de funcionamiento, la cual fue desarrollada en las“Mesas consultivas por la memoria”. En las diferentes oportu-nidades convocadas, en su mayora en el Archivo de Bogotá, seabordaron temas como la memorializacin de acontecimientosde especial relevancia, como los hechos ocurridos alrededor delasesinato de Jorge Eliécer Gaitán; el manejo de archivos de or-ganizaciones sociales y de vctimas; la inclusin de la memoriahistrica en la educacin; la construccin y transmisin de lamemoria por medio de las artes, y por supuesto, los lineamien-tos demandados por las organizaciones de vctimas participan-tes de la Junta hacia una poltica pública de memoria para Bo-gotá D.C. Este libro es producto de dicho proceso.

La cuestin de las polticas públicas de la memoria es recienteen Colombia. Pases como Alemania, Argentina, Chile, han mar-cado referentes inuyentes en nuestro contexto, siendo de par-ticular interés el Memorial Democràtic en Cataluña, no slo por la

relacin de apoyo que mantuvimos con la Agencia Catalana deCooperacin al Desarrollo durante el proceso, sino por el intere-sante enfoque de poltica pública de memoria democrática.

En ese camino, uno de los principales retos a enfrentar hasido el que se reere a las complejas relaciones que existen en-tre las organizaciones sociales y de vctimas y las institucionesestatales. Si bien asistimos a un momento de oportunidadespolticas para el avance de iniciativas sobre memoria histricacon la administracin de la Bogotá Positiva, es claro que existe

una suma innumerable de traiciones e insatisfacciones de partede las instituciones para con las víctimas que diculta el ujode debates y favorece en ocasiones las interpretaciones negati-vas. As, como Centro de Memoria hemos tenido que demostrarpermanentemente una conducta de respeto por la autonomade las organizaciones, de reconocimiento de sus historias, devaloracin por sus recorridos y de conocimiento de sus dife-rencias, todo lo cual sumó para una relación de conanza sinla cual no habra sido posible este proceso de discusiones. Vale

decir, el haber mantenido una distancia con las polticas de or-den nacional y el fundamentar las iniciativas de memoria direc-tamente con base en el bloque de constitucionalidad, fue tam-bién determinante.

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23Debates de la MemoriaAportes de las organizaciones de víctimas a una política pública de memoria

El otro reto, por supuesto, tiene que ver con la conceptuali-

zacin del término “polticas públicas de la memoria”. Hemoshecho alusin a lo largo del proceso, para solicitar las propues-tas, a un conjunto de medidas de reconocimiento y transmi-sin de las experiencias vinculadas con las vulneraciones a losDerechos Humanos, enmarcadas en los principios y derechosa la verdad, la justicia y la reparacin, como fundamento dedignicación de las víctimas, pero con una clara perspectiva deinvolucramiento de la sociedad en su conjunto, por medio dela comprensin articulada de las mismas con la estructuracindel sistema social y poltico presente. No obstante, esta es unadenición inacabada que aún debe alimentarse mucho más.

Sobre las propuestas que se recogen en este texto podramosdestacar tres elementos importantes a tener en cuenta.

En primer lugar, acerca de los principios que se exigen enla formulacin e implementacin de las polticas públicas dela memoria. Ha sido común durante el proceso de discusionessobre este tema, la exigencia por una ubicacin clara del papel

del Estado como garante y apoyo de iniciativas dirigidas porlas vctimas y la sociedad, y el rechazo a la posibilidad de queéste dena lo que debe ser recordado o no. Allí se pone en jue-go también el cmo las leyes, al establecer cuestiones como eluniverso de victimas objeto de políticas de reparación, denenlos marcos de lo memorable, por medio de versiones que mar-can el sentido de la memoria. En correspondencia, la autonomade las organizaciones y agentes sociales, el rechazo al interésde apropiacin o cooptacin de sus prácticas y materiales de

visibilidad pública de la experiencia relativa a los derechos hu-manos, las resistencias y las alternativas, se eleva como princi-pio indiscutible. De la misma forma, la participacin en todo elproceso de las polticas públicas de la memoria, considerandocomo elemento importante la apertura a la participacin de losdiferentes sectores sociales sin que se ponga como condicin sucarácter como vctimas o afectados directamente por vulnera-ciones a los derechos humanos.

En segundo lugar, acerca del tipo de reconocimiento que se

exige como base para poder hablar de polticas públicas de lamemoria. Puede decirse que existe un amplio consenso acercade la necesidad de que las mismas partan del reconocimientodel sufrimiento y el dolor como experiencia enmarcada, tanto

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24 Presentacin

en experiencias vitales cercenadas donde se desarrollan las di-

mensiones familiares, afectivas, etc., como en las experienciaspolticas de resistencia y de construccin de alternativas. Si biense espera del Estado que no intervenga en la denición de lasversiones y sentidos sobre la historia, se exige al mismo tiem-po un reconocimiento de cuestiones tan indiscutibles como laresponsabilidad del mismo en la ejecucin de crmenes de lesahumanidad y polticas de exterminio, as como del carácter po-ltico de la vida de las vctimas y sus proyectos inconclusos. Re-dondeando, diramos, una demanda por polticas públicas dela memoria que favorezcan la comprensin de las estructurasy relaciones sociales en las que se han producido los actos debarbarie, acompaña indivisiblemente a la demanda por la dig-nicación de las víctimas como individuos.

En tercer término, acerca de los ámbitos que abarcan las po-lticas públicas de la memoria. No obstante los participantes eneste debate son organizaciones concentradas en la reivindica-cin de los Derechos Humanos, es claro que existe una com-

prensin de la memoria relacionada con otras dimensiones dela vida social, como la cultura. En ese sentido, y en la va del for-talecimiento de iniciativas para la no repeticin, se reclama unacomprensin de las polticas en un amplio catálogo de ámbitosde actuacin e intervencin, que incluyen no slo los centros dememoria, los museos y los archivos, sino de manera especial alespacio público, más allá de los monumentos y las marcas terri-toriales de recordacin, los medios de comunicacin, las artes,la educacin formal, e incluso a las redes virtuales.

Es mucho lo que falta por decir acerca de las polticas públi-cas de la memoria. El camino de las iniciativas en marcha comoel Centro de Memoria, Paz y Reconciliacin está en su etapainicial, pero ya convoca a muchos sectores con propuestas comolas que se pueden leer aqu, cargadas de compromiso y de va-lor. No obstante, es destacable también el que estas propuestasse hayan puesto en escena pública en el momento en que emer-gieron con mayor fuerza propuestas como las inscritas en la Ley1448 de 2011, llamada Ley de Victimas como el Centro Nacional

de Memoria Histrica, el Museo de la Memoria, as como lasiniciativas locales como la Casa de la Memoria de Medelln.Estamos seguros que los aportes aqu consignados serán de

gran utilidad e interés.

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1. Historias de organizacionessociales y de víctimas

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CENTRO DE MEMORIA.PAZ Y RECONCILIACIÓN

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27 años luchando, resistiendoy persistiendo por verdad,

 justicia y memoria1

Asociación de Familiares de DetenidosDesaparecidos (Asfaddes)

Somos tejedoras y tejedores de una lucha que la parió el amor por  nuestros seres queridos detenidos - desaparecidos

Y que se ha enriquecido al servicio de la defensade los derechos humanos de todos

La desaparicin forzada como práctica sistemática comienza a

aplicarse en Colombia en el marco de la Doctrina de la Seguri-dad Nacional, implementada a nales de la década de los se-tenta e incrementada en los ochenta como modalidad represivapara eliminar opositores polticos y lderes populares.

Entre marzo y septiembre de 1982, ocurri la desaparicinforzada de 13 personas en la ciudad de Bogotá, en su mayo-ra estudiantes de las universidades Nacional y Distrital. Comorespuesta, nace la Asociacin de Familiares de Detenidos Des-aparecidos, Asfaddes, fundamentada en la necesidad de aunar

esfuerzos en la búsqueda de los seres queridos detenidos des-

1. Texto elaborado por Asaddes. Entregado por su presidenta, Gloria Luz Gómez,al Centro de Memoria, Paz y Reconciliación el 15 de diciembre de 2009.

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30 27 años luchando, resistiendo y persistiendopor verdad, justicia y memoria (ASFADDES)

aparecidos y de encontrar respuestas en las diferentes instan-

cias judiciales sobre las circunstancias de tiempo, modo y lugaren que se sucedieron los hechos. ¿Quién se los haba llevado?¿Por qué? Pero, sobre todo, ¿dnde estaban? De igual forma,buscamos presionar a los organismos de justicia y control paraque los responsables fuesen judicializados y sancionados deacuerdo a la gravedad de este atroz delito.

El primer caso registrado de desaparicin forzada en Co-lombia y reconocido como modalidad represiva para eliminaropositores polticos al régimen, nos remonta al año 1977 con ladetencin desaparicin de Omaira Montoya Henao, bacterilo-ga con tres meses de embarazo y militante de izquierda.

Iniciamos las actividades de denuncia como asociacin, rea-lizando la primera Marcha de los Claveles Blancos el 4 de febre-ro de 1983, gritando consignas como “Que nos los devuelvanvivos, porque vivos se los llevaron” y “Juicio y castigo a losculpables”. Desde ese momento, se institucionaliz esta marchatodos los jueves al medioda por la carrera Séptima, portando

las fotos de los detenidos desaparecidos. Fuimos hostigadasperseguidas y agredidas por la fuerza pública, que nos arreba-taba las pancartas y fotos de los desaparecidos.

En estas marchas slo participábamos los familiares y losestudiantes, pues haba una insensibilidad total de la sociedady una negacin del Estado de esta práctica atroz. Cuando em-pezamos a denunciar los hechos ante las autoridades com-petentes, los funcionarios negaban que en Colombia hubiesedesaparecidos; ante el requerimiento nuestro, sarcásticamente

contestaban que los desaparecidos estaban de turismo, con laamante o novia, o simplemente estaban en el monte. “Aqu enColombia no hay desapariciones, eso es por allá en Argentina”,decan. 

Las marchas las tuvimos que suspender a raz de la imple-mentacin, nuevamente, del estado de sitio y de decretos, queimpidieron arengar nuestras consignas de exigencia, restrin-giéndonos la libre locomocin por las calles céntricas de Bogotá.

A la par de la denuncia callejera y de las cotidianas visitas a

las dependencias ociales, realizamos varias jornadas de bús-queda de los desaparecidos en los botaderos de cadáveres yfosas comunes de los cementerios municipales de propiedadde la iglesia catlica, en donde eran encontrados y reseñados

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311. Historias de organizaciones sociales y de vctimas

como NN. En estas jornadas, constatamos que los funcionarios

no tenan conocimiento de los mnimos mecanismos adecuadospara el levantamiento de los cuerpos, y mucho menos sobre lapráctica de pruebas que condujeran a la plena identicación;se limitaban, en algunos casos, a tomar las huellas dactilares,reseñarlos y después exponerlos a las inclemencias del climapor algunos das. En todo el procedimiento, estos funcionariosasuman en su mayora una actitud de insensibilidad frente a laangustia y necesidad de saber de los familiares.

Encontramos en los trabajadores (chulos) de las funerariasuna sensibilidad y un apoyo que no esperábamos, que se con-virti en informacin constante sobre caractersticas y vesti-menta de los cuerpos encontrados en las cabeceras municipales,y que de forma emprica cotejábamos con informacin de loscasos de desaparicin conocidos por Asfaddes. Asumimos latarea cotidiana de visitar las instalaciones del Instituto de Me-dicina Legal y recoger informacin de los cuerpos encontrados.

Slo hasta principios de la década de los noventa, a raz de

la visita del Equipo Argentino de Antropologa Forense por in-vitacin de Asfaddes, en un ciclo de talleres donde participarontambién funcionarios de Medicina Legal, se reexionó sobre lanecesidad de trabajar una cha para recoger la información, lacual se logró implementar. Se trata de la cha Pre-mortem, hoyFormato Único.

Otro de los recursos que intentamos alcanzar en la búsquedafue acceder a los medios de comunicacin, pero en pocos logra-mos ser escuchados y atendidos. En la mayora de los casos, ni

siquiera recogan ni divulgaban las denuncias; en otros, publi-caron informaciones falsas y ofensivas sobre los desaparecidos.Reconocemos que actualmente las entidades investigativas

han avanzado en la búsqueda y rastreo para encontrar a losdesaparecidos forzadamente. Sin embargo, es desalentador elresultado cuando se ha activado el  Mecanismo de Búsqueda Ur-

 gente, que no ha logrado rescatar con vida a los desaparecidos,como tampoco respuestas efectivas en los procesos judicialesque conduzcan a dar con el paradero de los desaparecidos y con

los responsables, en busca de una sancin ejemplar.Desde el surgimiento de Asfaddes, no menos de 9.000 des-apariciones forzadas están denunciadas ocialmente, siendoresponsables por accin u omisin, en su mayora, agentes esta-

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32 27 años luchando, resistiendo y persistiendopor verdad, justicia y memoria (ASFADDES)

tales y grupos de autodefensas o paramilitares que actúan con

la aquiescencia y tolerancia del Estado colombiano.Sin embargo, esta cifra no reeja la realidad. En la mayoría

de regiones donde hay un total control paramilitar por parte dequienes actualmente se hacen llamar Águilas Negras, la prácticade la desaparicin forzada se ha incrementado, generando mie-do, terror y zozobra en las comunidades y familias de las vcti-mas, que temen denunciar por la amenaza constante a ser ase-sinadas o desaparecidas. Aunque por las caractersticas de estecrimen aberrante no es posible tener un consolidado real, po-demos asegurar que, a la fecha, en Colombia hay más de 15.000personas desaparecidas forzadamente.

En el contexto de estigmatizacin, persecucin y señalamientoal movimiento de derechos humanos, Asfaddes también se havisto afectada de manera directa. Ha debido cerrar seis de susocinas seccionales (Urabá, Barranquilla, Ocaña, Barrancaber-meja, Ri Sucio y Cali), lo que no ha sido impedimento para quecontinúe con el reto y el compromiso de seguir asumiendo la

denuncia pública, la asesora y el acompañamiento a los fami-liares en casos de detencin desaparicin. Somos conscientes deque el silencio es cmplice de la impunidad, as que en ningunacircunstancia o presin alguna acallarán nuestras voces que exi-gen verdad, justicia y reparacin integral.

Como vctimas, no reconocemos la Ley de Justicia y Paz.Ésta no garantiza los derechos a la verdad real, la justicia pro-porcional y la reconstruccin de la memoria histrica, derechosque deben ser garantizados para que haya verdadera repara-

cin integral.Continuamos con nuestra posicin de no participar en es-pacios convocados por la Comisin Nacional de Reparacin yReconciliacin, CNRR, por ser ésta una instancia cuya composi-cin ha sido determinada unilateralmente por el Presidente dela República, desconociendo en la eleccin de sus integrantesla participacin de las vctimas y los sectores sociales afectadospor la reiterada violacin de los derechos humanos. Esta Co-misin viene utilizando el dolor de las vctimas, su situacin

precaria en lo econmico y el desconocimiento de sus derechos,para beneciar las políticas del gobierno de perdón, olvido yreconciliación, sacricando los derechos de las víctimas, so pre-texto de alcanzar paz.

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331. Historias de organizaciones sociales y de vctimas

Para los familiares, la base de la reconciliacin es haber cum-

plido con la verdad, la justicia, la reconstruccin de la memoria,la reparacin integral y la garanta de no repeticin. Se debeaceptar que, en los crmenes de lesa humanidad, quien producela ruptura es el victimario, y en el caso de las desaparicionesforzadas, el Estado colombiano, el cual debe reconocer pública-mente su responsabilidad por accin u omisin.

El gobierno ha dicho que se garantiza el derecho a la verdad,en la medida en que se contemplan investigaciones judicialesy condenas penales. A nuestro juicio, la fórmula denida para

este efecto no satisface el derecho de las vctimas y de la socie-dad a conocer la verdad real, pues no se agotan los procedi-mientos que promueven una investigacin seria que llegue alfondo de los hechos. Por otra parte, no se establecen mecanis-mos para el conocimiento público de lo sucedido, de la identi-dad de los responsables y de la magnitud de los daños causadosa las vctimas, ejemplo de lo cual son las versiones libres de losparamilitares.

El derecho a la verdad no slo tiene dimensiones individua-les para las vctimas y sus familiares, también tiene unas dimen-siones colectivas, pues la sociedad debe concebir una visin delas atrocidades que ocurrieron, para recuperar la dignidad yevitar la repeticin de estos hechos atroces. Como vctimas norenunciamos a conocer que pas con nuestros familiares, ¿dn-de están? ¿Qué hicieron con nuestros seres queridos? ¿Quiénesse los llevaron? Por eso, es indispensable conocer y asimilar laverdad para iniciar un proceso de recuperacin social.

El derecho a la justicia es irrenunciable y se debe garantizaren cualquier proceso de negociacin. Es necesario para estable-cer los juicios y sanciones ejemplarizantes proporcionales a lagravedad del delito, como única manera de erradicar la impu-nidad y dignicar a las víctimas. La justicia debe ser el cimientode la construccin de un verdadero proceso de paz que perdureen el tiempo.

La reparacin integral debe ser pública, haciendo explcitaslas causas, sentidos y nes de lo que ha venido sucediendo por

la grave y sistemática violacin a los derechos humanos y cr-menes de lesa humanidad. Los familiares de las vctimas exigi-mos que se rechace, se repudie y se proscriban estas prácticasinhumanas en nuestro pas.

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34 27 años luchando, resistiendo y persistiendopor verdad, justicia y memoria (ASFADDES)

La reparacin debe ir de la mano con la justicia, con la ju-

dicializacin de los crmenes de lesa humanidad, entendiendoesa judicializacin no como venganza, sino en el marco de laprevencin general; es decir, que se asuma y entienda que es-tas conductas no pueden ser consentidas socialmente y menosaun aceptar su repeticin. La reparacin integral slo puede seraceptada en los términos de la recuperacin de la memoria his-trica, como reconocimiento del derecho de los pueblos.

En cuanto a las exhumaciones que actualmente viene rea-lizando la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscala General dela Nacin, queremos expresar que no estamos de acuerdo conel procedimiento utilizado, pues no garantiza la búsqueda yhallazgo de los detenidos desaparecidos. Las exhumaciones seestán llevando a cabo en regiones donde no hay denuncias, nidocumentacin que garantice que se está realizando una bús-queda guiada por certezas sobre la persona a quién se está bus-cando y qué es lo que se espera encontrar.

En reiteradas oportunidades, hemos exigido que las fosas

comunes ubicadas en regiones donde no hay denuncias no sesigan exhumando, y que se garantice la cadena de custodia parapreservacin de la prueba, hasta tanto no se tenga la informa-cin completa y el contacto con los familiares de las vctimas. Loanterior para cotejar y garantizar la plena identicación de loscuerpos hallados.

Si bien es cierto que los familiares de los desaparecidos lu-chamos porque nos los devuelvan, solamente aceptaremos laentrega de sus cuerpos hasta tanto se garanticen los derechos

de las victimas a saber la verdad, la aplicacin de la justicia pro-porcional, la reconstruccin de la memoria y la garanta de norepeticin como única manera de erradicar la impunidad.

Como miembros de la Comisin de Búsqueda de PersonasDesaparecidas, creada mediante la ley 589 del 10 de julio de2000, ley que tipica la desaparición forzada como delito y quees un logro de la lucha de los familiares de los detenidos des-aparecidos por 12 largos años, exigimos al gobierno nacionalla inmediata asignacin de los recursos necesarios para la im-

plementacin y aplicacin de Plan de Búsqueda de PersonasDesaparecidas, herramienta única y fundamental que nos pue-de garantizar dar con el paradero de nuestros seres queridosdetenidos desaparecidos y por ende con los responsables.

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351. Historias de organizaciones sociales y de vctimas

Olvidar signica no existir para la historia. Es borrar el sufri-

miento, el dolor y los proyectos de tantas vctimas que genera-ron vida en sus luchas y protestas, en sus procesos reivindicati-vos, en sus acciones transformadoras.

Olvidar es guardar un silencio cobarde, consiente y permisivo, encu-brir los delitos cometidos y las causas estructurales que lo provocaron.

“Quedará algo más de nosotros que el gesto o la palabra, este deseocandente de derrotar la impunidad...”

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MOVICE

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Contra la impunidad y el olvido

Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes deEstado (Movice)2

El siguiente trabajo se inscribe en un proceso de recapitulacinde la historia del Movimiento Nacional de Vctimas de Crme-nes de Estado, Movice. Esta historia trasciende la reconstruccinlineal de los sucesos y se convierte en historia viva. Es preci-so aseverar que por historia se entiende aqu la narracin de laexistencia concreta de las víctimas de manera autobiográca,reconstructora del pasado desde un presente vivo con perspec-tiva de futuro, a raz del conocimiento de lo sucedido y de la re

signicación del pasado.Es una historia dinámica, sobre todo si se toman en cuentalas condiciones de reproduccin de los crmenes y el aumentoconsiderable de la impunidad. Por tanto, se pretende recogery dar un cuerpo narrativo coherente, ligado más a la idea degenealoga de los acontecimientos que hicieron posible la orga-nizacin de las vctimas de crmenes de Estado desde la décadade los noventa, con las discontinuidades, paradojas, derrotas yla consiguiente conguración de procesos de lucha. Por genea-

logía resulta pertinente la denición del losofo francés Michel

2. Texto entregado por el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado al Centro delBicentenario: Memoria, Paz y Reconciliación, por medio de la Comisión Intereclesial de Justiciay Paz. Diciembre de 2009.

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38 Contra la impunidad y el olvido(Movice)

Foucault, quien la explica como la posibilidad de “…despliegue

metahistórico de las signicaciones ideales y de los indenidos teleo-lógicos. Como la oposición a la búsqueda del origen. Buscar un talorigen, es intentar encontrar lo que estaba ya dado, lo aquello mismode una imagen absolutamente adecuada a sí; es tener por adventiciastoda las peripecias que han podido tener lugar, todas las trampas ytodos los disfraces”3.

En tal sentido, se busca establecer las condiciones de posibi-lidad que permitieron, y en la mayora de ocasiones obligaron,a pensar en la reivindicacin y organizacin de las vctimas entorno a las luchas de memoria y contra la impunidad en el con-texto de un pas cuyos crmenes están en vigencia. En tal sen-tido, se tocará lo atinente al surgimiento del Movice en el año2005, pero se remitirá al año 1995 con el nacimiento del Nunca

 Más, sin lo cual sera imposible entender o dimensionar la géne-sis del Movice hace cuatro años.

Por consiguiente, se indagará sobre las condiciones de con-texto que dieron forma al Nunca Más, sus inuencias con otros

procesos en Latinoamérica que inspiraron su creacin, sus parti-cularidades y las posibilidades de investigacin histrica media-das por un estado de represin, para luego dar un giro hacia lascondiciones sociopolticas que permitieron el surgimiento delMovice, ligadas a dinámicas organizativas que contrarrestan laslegislaciones, tolerancias y promociones de estructuras parami-litares, de la misma suerte que la difusin y naturalizacin de laimpunidad en la vida social de los colombianos y colombianas.

Proyecto Colombia Nunca MásMás que los escenarios de encuentro que permitieron el sur-gimiento del Proyecto Colombia Nunca Más, resulta apremiantecomprender las razones relativas al contexto histrico colom-biano que hicieron posible y apremiante la idea de avanzar enel tema de la reconstruccin de memoria histrica desde las vc-timas de crmenes de Estado.

La década de los noventa estuvo atravesada por discusionesen torno al cmo reconstruir la verdad histrica de las vcti-

mas a lo largo y ancho de Centro y Suramérica, tras la violacinmasiva y sistemática de los derechos humanos, lo que redund

3. www.nietzscheana.com.ar/oucault.htm

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391. Historias de organizaciones sociales y de vctimas

en la conformacin de comisiones de la verdad. Esta cuestin

fue transversal al derecho internacional en la idea de superarla impunidad y el sistemático olvido de los crmenes cometi-dos. Argentina, Chile, Bolivia, El Salvador y Guatemala habansido los ejemplos emblemáticos de las dictaduras militares másoprobiosas con niveles de represin y crueldad descomunales,por lo cual se vio la importancia de buscar formas de esclareci-miento de los sucesos.

Épocas marcadas por el terror de Estado tras la doctrinaanticomunista implementada por los Estados Unidos en La-tinoamérica, como estrategia poltico-militar que dej huellasimborrables en la humanidad entera. Colombia, sin embargo,present una caracterstica singular que la diferenci de otraslatitudes: se trataba de la implementacin de la “guerra sucia”como estrategia de terror de Estado, cuyo asidero mayor fue ladoctrina de Seguridad Nacional promovida, en principio, por elentonces presidente Julio César Turbay Ayala.

A partir de esta situacin, diversas organizaciones de dere-

chos humanos, sociales, sindicales, campesinas, comunitarias,eclesiales y culturales, se movilizaron a mediados de los noven-ta, con la perspectiva inicial de superar la impunidad y con lapretensin de castigo a los responsables de los crmenes come-tidos en la década inmediatamente anterior. Con la experienciaviva del exterminio y genocidio de todo un partido poltico (laUnin Patritica), se consolid el trabajo por equipos en las dis-tintas regiones, con miras a documentar la crisis humanitariadel pas, con el sigilo que demandaba un contexto adverso de

replicacin de los crmenes.“El Proyecto se inició, pues, en el contexto de una política intensiva de

  perpetración de crímenes de lesa humanidad. Ha tenido que afrontar enormes dicultades, muchas de ellas inherentes a dicha situación, comola eliminación, el exilio o la inmovilización de personas y organizacionesque se había creído que podrían hacer grandes aportes al proyecto; la per-secución a los mismos centros de almacenamiento de datos, como el alla-namiento a la sede de la Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz,donde funcionaba el Proyecto, el 13 de mayo de 1998, agresión perpetrada

 por la acción conjunta de la Fiscalía y de las Fuerzas Armadas; las di -

cultades de acceso a muchas regiones dominadas por el terror; el miedoy la parálisis de muchos testigos potenciales, entre otras dicultades”4.

4 Ver: www.colombianuncamas.org

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40 Contra la impunidad y el olvido(Movice)

Entonces, era necesario apreciar un curso diferencial con

otras latitudes latinoamericanas, que marcara la idea de pro-cesos de organizacin, investigacin y reivindicacin desde lasvctimas de crmenes de Estado en 1995. Por ende, imprescindi-ble ubicar el origen de este proyecto en un contexto de necesi-dad, marcado por discusiones sobre la pertinencia y aplicabili-dad de los modelos de comisiones de verdad.

Esta situación tomó forma al nal de la Campaña Colombia Derechos Humanos ya, en la que varias organizaciones socialesy de derechos humanos hicieron evidente ante la comunidadnacional e internacional las múltiples y graves violaciones a losderechos humanos, as como la impunidad implcita en las mis-mas, dilucidando la sistematicidad e implicacin del Estado enlos crmenes de lesa humanidad y la consiguiente deuda res-pecto a la verdad, la justicia y la reparacin integral.

La campaña mencionada permiti aunar esfuerzos colecti-vos en la consecucin de actividades para dar a conocer pro-cesos de lucha contra la impunidad que ya venan llevándose

a cabo. As mismo, se dio un proceso de acercamiento con lascomisiones de verdad de Centro y Suramérica, cuyo prece-dente inmediato fue el Seminario Internacional sobre Comisionesde Verdad, realizado en Bogotá el 8 y 9 de junio de 1994. Allse concluyó la clara inecacia de los mecanismos existentes enese momento para la superacin de la impunidad en el pas.Pese a que haba una apariencia de condiciones propicias parala creacin de una comisin de la verdad en Colombia, tambiénera cierto que el contexto imposibilitaba un proceso de justicia

transicional, fundamentalmente porque continuaba ocurriendola sistemática comisin de crmenes de Estado.“En contraste con los otros proyectos Nunca Más desarrollados en América Latina, el que se proponía para Colombia no estaría contex-tuado por un período post-dictatorial o de transición a un régimenconstitucional, o de una especie de postguerra civil, sino que debíadesarrollarse en el contexto de ejecución de políticas de terrorismo deEstado cuyo término no era previsible. La circunstancia especíca deque en Colombia la violación masiva y sistemática de los derechos fun-damentales del ser humano se ha dado en el ámbito de regímenes dedemocracia formal, nos ponía ya en una situación peculiar. Se creyóingenuamente que el gobierno de Samper, que se inició en agosto de1994, podría traer al menos un alivio en las políticas de terrorismo deEstado, pero, por el contrario, no sólo éstas se mantuvieron y fortalecie-

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411. Historias de organizaciones sociales y de vctimas

ron, sino que los procesos de búsqueda de solución política al conicto

armado sufrieron un receso total”.

5

En el transcurso de 1995, diez organizaciones sociales y dederechos humanos decidieron dar inicio a lo que hoy se conocecomo el Proyecto Colombia Nunca Más, al percatarse de que unacomisin de la verdad no lograra los resultados de superacin deimpunidad y castigo a los culpables, pues los crmenes seguansiendo perpetrados por el mismo Estado como táctica de repre-sin de la oposicin poltica y, por consiguiente, no se presenta-ban las garantías sucientes para pensar en instancias de ese tipo.

Como resultado de este período se dieron reexiones, a ve-ces contradictorias, a veces reveladoras, sobre memoria e im-punidad en los siguientes términos: 1) Se planteó la dicultaden el esfuerzo por registrar, documentar y sistematizar la in-formacin con tipologas de casos a corto plazo; y 2) se lleg ala conciencia sobre la numerosa comisin de crmenes de lesahumanidad en comparacin con otros pases, lo cual implic elcuestionamiento de referentes extendidos.

Homogenizar una metodologa de recoleccin de datos y laevaluación de la información, fueron unas de las dicultadespara lograr avanzar en el esclarecimiento de los hechos atroces,as como otros asuntos problemáticos:

“…el malestar de muchos investigadores y comunidades, al tenerseque ceñir a un trabajo investigativo discreto, mientras las víctimas re-claman acción, organización, denuncia, acompañamiento y formas dereparación, al menos para superar las secuelas psíquicas más trágicas.todo ello se ha convertido en fuente de numerosas tensiones”6.

En este sentido, se trat de impulsar una labor investigativaque desbordaba tiempos y plazos; el informe previsto fue diseña-do en entregas indenidas, no programables en el tiempo, conperspectiva de trabajo pausado y constante, en un contexto ries-

 goso y adverso.Es preciso decir, además, que los alcances del Proyecto bus-

caron trascender la idea de investigacin como mera reconstruc-ción de hechos, para dar consistencia, conabilidad, análisis ymovilizacin social en torno a la informacin sobre los crmenes

de lesa humanidad, involucrando a numerosas organizaciones

5 Ver: www.colombianuncamas.org

6. Ver: www.colombianuncamas.org

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42 Contra la impunidad y el olvido(Movice)

sociales, familiares de vctimas y organizaciones de derechos hu-

manos. Esto implic comprender la superacin de la impunidady el castigo a los culpables como problemas estructurales del Es-tado, a partir del carácter masivo y sistemático de estos crmenes.

De este proceso inicial surgi una conclusin contundente: lanecesidad de una organizacin poltica de las vctimas, origende la idea inicial del Movice. As, en 1996, luego de un año dearduas discusiones, 17 organizaciones sociales y de derechoshumanos comenzaron la labor de investigacin, creacin demetodologas y análisis de informacin sobre crmenes de Esta-do cometidos a lo largo y ancho del pas.

Las 17 organizaciones que dieron inicio alProyecto Colombia Nunca Más 

 – Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Colombia(Asfaddes)

 – Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo

 – Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz 

 – Fundación Comité de Solidaridad con los Presos Políticos (CSPP)

 – Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos (CPDH)

 – Comisión Interfranciscana de Justicia, Paz y Reverencia con la Creación

  – Corporación Sembrar 

 – Comité Regional de Derechos Humanos de Santander (Credhos) 

  – Fundación Reiniciar 

 – Colectivo de Derechos Humanos Semillas de Libertad (Codehsel)

  – Corporación Jurídica Libertad 

 – Comunidades Eclesiales de Base y Grupos Cristianos de Colombia(CEBS)

  – Humanidad Vigente Corporación Jurídica

  – Fundación Manuel Cepeda

 – Asociación Nacional de Usuarios Campesinos Unidad y Reconstrucción(ANUC-UR)

  – Asociación Nacional de Ayuda Solidaria (ANDAS)

 – Comunidad de los Misioneros Claretianos de Colombia

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431. Historias de organizaciones sociales y de vctimas

Movimiento Nacional de Víctimas

de Crímenes de EstadoUn antecedente vital que se dio a principios del presente siglofue el Seminario Taller sobre Impunidad, llevado a cabo en mayo de2000. Es relevante tomar en cuenta los objetivos del mismo, loscuales son dicientes respecto a las demandas de las vctimas decrmenes de Estado en el ámbito de sus prácticas organizativas:1. Racionalizar la experiencia de lo que ha sido la participacin

en los procesos de elaboracin de los criterios de verdad, justicia, reparacin y representacin de las vctimas a nivelde las instancias internacionales.

2. Determinar el grado de participacin de las vctimas enprocesos de retorno de las dictaduras militares a las demo-cracias formales, o en procesos de conicto armado internomediante la negociacin.

3. Establecer el grado de ecacia y la participación de las vícti-mas en los procesos adelantados por intervencin del Con-sejo de Seguridad de la ONU, en los casos de la ex Yugosla-

via y Ruanda.4. Racionalizar lo que ha sido la experiencia en los procesosadelantados en otros pases en relacin con quienes hancometido crmenes de lesa humanidad como parte de lapoltica de corresponsabilidad universal de los Estados enderechos humanos.

5. Denir las propuestas de las víctimas en materia de ver-dad, justicia, reparacin integral, representacin y reconci-liacin.

Ese mismo año, del 25 al 27 de noviembre, se realiz la Asam-blea Nacional de Vctimas, cuyo énfasis fue matizar las exigen-cias del Proyecto Colombia Nunca Más en torno a los crmenes delesa humanidad como crmenes de Estado.

En estos escenarios de encuentro, se insisti en la idea deavanzar en materia de verdad, justicia y reparacin integralpara las vctimas de crmenes de Estado en Colombia, bajo lalectura de procesos llevados a cabo en otras latitudes afectadaspor agelos similares.

El 2004 se constituy en un hito relevante en las luchas or-ganizativas de las vctimas en contra del olvido, la impunidad,la mentira y la muerte. Del 26 al 28 de agosto se realiz el en-cuentro Voces del Mundo por Colombia, en el mismo instante enque el ejecutivo tramaba la realizacin de un proyecto que diera

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44 Contra la impunidad y el olvido(Movice)

la amnista a grupos paramilitares, a partir de lo que se cono-

ci como las negociaciones de Santafé de Ralito. Se hablaba pordoquier de la desmovilizacin de las Autodefensas Unidas deColombia, AUC, en cabeza de Carlos Castaño Gil.

Sueño idlico para los victimarios. Pesadilla penumbrosapara las víctimas. Benecio para quienes han hecho un dañoirreversible a la humanidad. Golpe bajo para la dignidad de laspersonas que sufrieron el daño. Antilgica en resumen. Todoesto se concret con la idea inicial del proyecto de Ley 782, elcual entr en colisin abierta con la Corte Constitucional, envista de que daba calicación de delincuentes políticos a losparamilitares, as como probabilidades de concursar a cargospúblicos y amnista a quienes se acogieran a la Ley.

Con renamientos que cambiaron la forma, pero no su fondo,la propuesta del gobierno lleg a feliz término con la Ley 975,conocida como la Ley de Justicia y Paz, la cual ha sido calicadacomo una ley de impunidad por las organizaciones sociales, dederechos humanos y de vctimas.

En el centro mismo de estos acontecimientos, que marcaronuno de los mayores retrocesos en materia de crmenes de lesahumanidad del pas, surge el Movimiento Nacional de Vcti-mas de Crmenes de Estado, Movice, con el antecedente del IEncuentro Nacional de Vctimas de Crmenes de Lesa Humani-dad y Violaciones a los Derechos Humanos, llevado a cabo losdas 28 y 29 de mayo 2004. All participaron no menos de 1.000delegados, 230 organizaciones, 400 delegados regionales de 28departamentos y 7 delegados internacionales.

El 25 de junio de 2005 naci formalmente el Movimiento Na-cional de Vctimas de Crmenes de Estado, en el marco del II Encuentro Nacional de Víctimas de Crímenes de Lesa Humanidad,violaciones graves a los derechos humanos y genocidio, con la pre-sencia de 800 delegados y encuentros regionales en las ciudadesde Cartagena, Medelln, Cali, Popayán, Barrancabermeja, Buca-ramanga y Bogotá.

Es posible decir, entonces, que la propuesta de surgimientodel Movice implic la continuidad y consolidacin de un proceso

anterior. Esta iniciativa conform as un cuerpo de exigibilidad,organizacin y movilizacin de las vctimas de crmenes de Esta-do y organizaciones de vctimas que contiene, por lo menos, lossiguientes elementos:

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451. Historias de organizaciones sociales y de vctimas

◙ La reunin de organizaciones de sobrevivientes de estos

crmenes, familiares de vctimas, organizaciones sociales,polticas y jurdicas que han sido victimizadas, que luchanen contra de la impunidad buscando la verdad histrica,la justicia y la reparacin integral, as como organizacionesque apoyan y acompañan a las vctimas.

◙ La lucha por transformacin histrica de nuestro pas pormedio de la lucha frontal contra la impunidad de los crme-nes y las violaciones a los derechos humanos, perpetradospor el Estado por medio de sus estructuras militar y para-militar y por las demás expresiones del terrorismo estatal.

◙ El reconocimiento de que la única salida al actual conictointerno es el diálogo.

◙ La solidaridad con todas las luchas que buscan la vida condignidad de nuestro pueblo.

◙ La lucha por los derechos de las vctimas a la verdad hist-rica, la justicia y la reparacin integral.

◙ La exigencia para que se reconozca a las vctimas como su-

 jetos polticos y se den las garantas de no repeticin, paralo cual se requiere una verdadera democracia en la que segaranticen los derechos a la oposicin, a la organizacin yal disenso.

◙ El desvelamiento de las estrategias, mecanismos, métodosy técnicas desarrolladas por el Estado que pretenden la per-petuacin de la impunidad poltica.

◙ La lucha por el desmonte de todas las estructuras de laguerra, la desmilitarizacin de la vida civil y, en lo inme-

diato, la suscripcin de acuerdos humanitarios que dismi-nuyan el impacto del conicto armado contra la población.◙ La recuperacin de la memoria.◙ El ejercicio de acciones jurdicas.◙ La incidencia poltica.◙ La movilizacin, visibilizacin y crecimiento.◙ El trabajo de comunicaciones.◙ La cualicación del movimiento en cuanto a:

◘ Objetar y desobedecer la ley de impunidad y cualquier

otra disposicin legal o poltica que propicie el perdny el olvido.◘ Desarrollar propuestas de armación de la verdad, de

la justicia y de reparacin integral a través de propu-

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46 Contra la impunidad y el olvido(Movice)

estas extrajudiciales, en prácticas de memoria, de san-

cin moral y poltica.◘ En lo jurídico: solicitud al Presidente para que no rme

la ley, derecho de peticin al Fiscal y a los jueces es-peciales para que declare la excepcin de inconstitu-cionalidad de la ley, demanda de la ley ante la CorteConstitucional.

◘ Cualicación del movimiento: Preparación del primerdiplomado “Acciones y Estrategias integrales para lasuperacin de la impunidad”.

◘ Incidencia política: Reuniones con la FIDH, Confer-encia Episcopal, delegados de la CPI, Conciliation Re-sources, Embajada de Canadá, Fundacin Social, Insti-tuto de Justicia Transicional, OIDHACO. Elaboracinde documentos sobre la ley 975 de 2005, acuerdos hu-manitarios, planeacin de giras por Estados Unidos,Canadá y Europa.

◘ Comunicaciones: Elaboración de la estrategia de co-

municaciones nacional e Internacional.◘ Movilización, visibilización y crecimiento: plantón ani-versario por el asesinato de Manuel Cepeda; elaboracinde la agenda de movilizacin. Participacin en jornadasnacionales de movilizacin. Relacin con organizacio-nes sociales que aún no hacen parte del movimiento.

◘ Recuperación de la memoria: Galería de visibilizaciónde los victimarios, concurso para la eleccin del logodel movimiento.

Además de estos elementos, también puede aseverarse queel Movice, como organización, signicó y signica para las víc-timas una salida para recuperar su dignidad, para la recons-truccin de la verdad, logrando en adelante el enfrentamientoorganizado contra la impunidad y el olvido. Con palabras pro-pias del sacerdote jesuita y psiclogo de El Salvador, IgnacioMartn Bar, diremos que la organizacin de vctimas es el sen-tido mismo de la terapia en psicologa social en cuanto a los da-ños irreparables de los que han sido objeto, dado que compren-

den a partir de la misma que la situacin histrica en la que seencuentran obedece a una estructura social total, que ha hechoposible su condicin; por tanto, no puede pensarse únicamenteen reivindicaciones aisladas sino que tiene que darse una pers-pectiva poltica con incidencia nacional.

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471. Historias de organizaciones sociales y de vctimas

El II Encuentro permiti llegar a los mnimos vinculantes del

Movice, pero éstos se concretaron con las ocho estrategias parala verdad, la justicia, la reparacin integral, la memoria y las ga-rantas de no repeticin de los crmenes contra la humanidad,producto del III Encuentro Nacional de Vctimas de Crmenesde Estado, realizado en septiembre de 2006. Las estrategias queson hoy epicentro político aparecieron en la declaración nal:1. Estrategia jurdica que persiga a los máximos autores de los

crmenes y la responsabilidad de los agentes estatales.2. Estrategia para la verdad y la memoria histrica3. Estrategia para el acompañamiento solidario con las vcti-

mas: la Comisin de Ética4. Estrategia para la no repeticin: la prohibicin legal del

paramilitarismo.5. Estrategia para la reparacin: el catastro alternativo6. Estrategia de lucha contra la desaparicin forzada: la exhu-

macin de las fosas comunes y el derecho a enterrar.7. Estrategia de lucha contra el genocidio poltico: verdad, jus-

ticia y reparacin para las vctimas y los sobrevivientes dela Unin Patritica.8. Estrategia de organizacin: el fortalecimiento del movimien-

to de vctimas.Con la solidez lograda en los encuentros precedentes y la

posibilidad de plantear los debates necesarios en representa-cin de las vctimas de crmenes de Estado, en el 2007 las pla-taformas de derechos humanos e iniciativas de paz, entre ellasel Movice, fueron convocadas por el gobierno nacional para la

creacin de un Plan Nacional de Accin de Derechos Humanos.Sin embargo, esta interlocucin se suspendi prontamente alconsiderarse que “frente a la necesidad de un Plan de Accinen Derechos Humanos, se interpone la persistencia de una ac-titud violatoria de los Derechos Humanos del Estado colom-biano, agresiva frente a las organizaciones sociales y de estig-matizacin creciente, por lo cual no hay garantas hoy desde elgobierno para abordar este proceso”.

De esta manera, el Movice decidi publicar en el 2008 la pro-

puesta de Poltica Integral de Accin en Derechos Humanoscomo una propuesta desde las vctimas de crmenes de Estado,a raz de las discusiones dadas después del IV Encuentro Na-cional de Vctimas de Crmenes de Estado, los das 6,7 y 9, para“poner los cimientos necesarios que conduzcan a una solucin

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48 Contra la impunidad y el olvido(Movice)

efectiva en materia de violacin de derechos humanos en el pas

y pueda contrarrestar la poltica de guerra plasmada en la lla-mada Seguridad Democrática y todos sus impactos”.

Paralelamente, se convoc a la marcha del 6 de marzo de 2008con los mensajes: “La lucha de las víctimas es la lucha de toda la so-ciedad”. –“La existencia de mecanismos de represión, implementadoscomo lógica de “guerra sucia”, a través de las desapariciones forzadas,ejecuciones extrajudiciales, tortura, hostigamientos, genocidios, entreotros, a gran escala como en Colombia afecta al conjunto de la socie-dad”-. Estos mensajes tuvieron eco en la sociedad colombianay en diversidad de pases del mundo, realizándose la movili-zacin masiva en donde se hizo patente la vida, existencia e in-dignacin de las vctimas y de amplios sectores de la sociedadnacional e internacional. La misma, se desarroll en un contextoen el cual haba sido convocada una marcha para el 4 de febreroanterior por parte del gobierno en contra del secuestro y de lasFARC-EP, con un fuerte tinte de polarizacin.

La movilizacin del 6 de marzo permiti una visibilizacin sin

precedentes de las vctimas de crmenes de Estado en Colombia,captando la atencin de la comunidad nacional e internacional, eincluso de los medios masivos de comunicacin, quienes ante laimposibilidad de ocultar una movilizacin de esa envergadurala transmitieron en la amplitud de canales de televisin, radioy prensa. El Movice logr as fuertes simpatas de la sociedadcolombiana.

Desde el 2006 las estrategias del MOVICE se han consolida-do por medio del Comité Nacional de Impulso y los captulos

regionales; las Audiencias Ciudadanas por la Verdad; la pro-duccin de documentos valiosos sobre leyes de impunidad, losencuentros sobre situacin de la tierra y las salidas posibles ha-cia un catastro alternativo; el acompañamiento, presencia y de-nuncia de la Comisin Ética en regiones como Dabeiba, Sucre,Popayán y Guaymaral, por citar algunos de los avances.

De otro lado, pese al ocultamiento sistemático de los crme-nes de Estado cometidos por agentes del Estado y estructurasparamilitares, en el 2009 se desat el escándalo de las ejecucio-

nes extrajudiciales de jvenes del municipio de Soacha, que fue-ron presentados en otras regiones del pas como cados en com-bate, bajo la dinámica de “guerra sucia” que lleva el nombre

 falsos positivos.

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491. Historias de organizaciones sociales y de vctimas

Además de la estigmatizacin, criminalizacin y militariza-

ción de las urbes; la circulación generalizada de panetos inti-midatorios a nivel nacional, que auguraban la muerte de “jiba-ros” y “ladronzuelos”, entre los más descalicadores epítetos;se presentaron los asesinatos en estado de indefensin de por lomenos 1.122 personas en los ocho años del periodo presidencialde Álvaro Uribe Vélez. Ante ello, se realiz la  Jornada Nacionalen Rechazo de las Ejecuciones Extrajudiciales: Los falsos positivos soncrímenes de Estado, los das 5 y 6 de marzo del 2009, de dondesali una declaracin pública en cuanto a la exigencia de justi-ciabilidad de los derechos y condena pública de los crmenes.

Los avances gubernamentales en lo corrido de las dos déca-das que lleva el proceso del Movice, en materia de verdad, jus-ticia, reparacin integral y garantas de no repeticin, son hoyprácticamente nulos. Se adolece de una voluntad poltica delos sucesivos gobiernos en cuanto al reconocimiento de su res-ponsabilidad en los crmenes cometidos, con una degradacinmayor en lo correspondiente a los dos perodos presidenciales

de Álvaro Uribe Vélez. La impunidad es total, la mentira repro-ducida y orquestada por los medios masivos de comunicacin,la amnesia colectiva, entre otros, son el pan de cada da y lanaturalizacin del odio colectivo ha permitido una toleranciaabierta y justicación de los crímenes de Estado del presente. Ylo más grave: la defensa del modelo de sociedad capitalista ensu etapa neoliberal ha redundado en una crisis social y humani-taria sin precedentes en el pas.

De esta suerte, las vctimas de crmenes de Estado encuentran

hoy como única garanta real la capacidad de organizacin, lasestrategias de accin y la exigibilidad de los derechos a la ver-dad, justicia, reparacin integral, garantas de no repeticin y lamovilizacin en torno a la lucha en contra de la impunidad; lapresencia y solidaridad de la comunidad internacional, as comola documentacin exhaustiva que ha realizado y viene realizan-do el Proyecto Colombia Nunca Más en el transcurso de estos años.

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REINICIAR

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Experiencia de recuperación ypreservación de la memoria del

genocidio contra la Unión Patriótica7

Memoria Viva por Reiniciar

Con una extensa bandera de franjas amarilla y verde, coloridasores de papel, pancartas, música y teatro, cerca de mil familia-res, sobrevivientes y defensores de todo el pas, caminamos enoctubre de 2009 en la Marcha de las ores, para conmemorar porcuarto año consecutivo el Da Nacional por la Dignidad de lasVctimas del Genocidio contra la Unin Patritica (UP). Can-tándole al mundo “que orezca la memoria”, esta manifestacinpública tiende otro puente entre las reivindicaciones de las vc-

timas y los derechos a saber y recordar de la sociedad en suconjunto8.

7 El presente documento intenta ser una síntesis de la experiencia de la Corporación Reiniciaren relación con la recuperación de la memoria del genocidio contra el grupo político UniónPatriótica (UP). Su redacción está enmarcada en el proyecto del Centro del Bicentenario Me-

moria, Paz y Reconciliación, de la Secretaría de Gobierno de Bogotá , en el cual la CorporaciónReiniciar ha participado activamente con otros escritos y reexiones. Entregado en el mes dediciembre de 2009.

8 Nos reerimos a la marcha del día 16 de octubre de 2009, realizada en la ciudad de Bogotádesde el Planetario Distrital hasta la Plaza de Bolívar. Con esta caminata se clausuró la conme-moración anual el 11 de octubre, que en esta oportunidad tuvo dos momentos centrales: unencuentro de las coordinaciones regionales de todo el país (el 15 de octubre); y unas Jornadasde reexión sobre la Desaparición Forzada (el 16 de octubre), en la que participaron como pa-nelistas uncionarios estatales e invitados internacionales. En el apartado sobre los instrumen-tos de Memoria Viva describimos con más detalle el origen y sentido de esta conmemoración.

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52 Memoria Viva por Reiniciar Experiencia de Recuperacin yPreservacin de la Memoria del Genocidio contra la Unin Patritica

De la misma forma, el proyecto  Memoria Viva se teje como

una red que enlaza la experiencia de las vctimas, la reconstruc-cin histrica de los hechos, las consecuencias extendidas deldaño causado y la fuerza de estos relatos para la transforma-cin democrática que demanda con urgencia nuestro pas. Alinspirarse en la defensa de la vida y la esperanza, este ejerciciode memoria no se limita a la recoleccin de recuerdos traumá-ticos, ni a un estribillo del dolor. Por el contrario, evoca el pa-sado para comprender nuestro presente y proyectar un futuroen dignidad.

Tal enfoque, que hoy caracteriza al proyecto Memoria Viva,ha sido construido en un ejercicio reexivo que se cuestionapaso a paso. Por su carácter de proceso no acabado,  MemoriaViva es una experiencia fértil que ya rinde importantes frutos,pero que aún tiene mucho para cultivar.

Desde esta ptica, el presente documento ofrece una descrip-ción del proyecto con sus retos y resultados más signicativos.La exposicin inicia con un recuento del proceso seguido por

la Corporacin Reiniciar en la búsqueda de justicia por el ge-nocidio contra la UP, en cuyo contexto surge Memoria Viva. Enel segundo apartado hacemos un inventario de algunos meca-nismos diseñados y empleados en dicho proyecto. Por último,recogemos parte de los aprendizajes y los criterios orientadoresque hemos construido, con el ánimo de que puedan inspirarotras iniciativas similares y, por supuesto, para que sean teni-das en cuenta en el proyecto del Centro del Bicentenario Memo-ria, Paz y Reconciliación.

¿Cómo llegamos a Memoria Viva ?La experiencia de recuperacin y preservacin de la memoriaa la que nos referimos, nace en el marco de un amplio proceso,promovido por la Corporacin Reiniciar hace más de quinceaños, para la búsqueda de justicia por el genocidio contra la UP.Éste inicia recién entrada la década de los noventa con la pre-sentacin de una demanda internacional, pero pronto trascien-de el nivel estrictamente jurdico y se convierte en una estrate-

gia global que incluye la asistencia integral a las vctimas (legal,psicosocial, formacin y atencin humanitaria) y otras accionesde impacto ante la opinin pública e incidencia ante las autori-dades estatales para exigir el cumplimiento de sus obligaciones.

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531. Historias de organizaciones sociales y de vctimas

La presentacin del caso ante la Comisin Interamericana

de Derechos Humanos (CIDH)9, fue el impulso que permiti laarticulacin de las múltiples acciones que hoy en da desarrolla-mos. Una vez admitida la peticin, encauzamos los esfuerzos ala tarea de documentar ampliamente las violaciones cometidasen el marco del genocidio contra la UP en dos sentidos. Por unlado, debimos precisar la informacin contenida en el listadoinicial, a n de identicar plenamente a las víctimas y sus fa-miliares, concretar los hechos que constituyeron la violaciny el daño causado. Por otro, se hizo necesario dar a conocerampliamente esta iniciativa, buscando incluir otras vctimas yviolaciones sobre las cuales no contábamos con informacin almomento de presentar la demanda. A este n se destinaron losprimeros años, en una “labor de hormiga” que intent mapearregionalmente la conguración de la UP antes y después del ge-nocidio, determinando as las vctimas directas, sus familiaresy los sobrevivientes de la persecucin. Por las particularidadesdel exterminio y el temor fundado que inhiba a muchos fami-

liares de hablar sobre lo sucedido, la tarea de ubicar a las vcti-mas y generar la conanza necesaria para que se vincularan alproceso fue uno de los momentos más difciles, siendo de vitalimportancia el contacto directo en las regiones, las visitas infor-males y el apoyo en las redes polticas y sociales.

Otro impulso central fue el escenario para la búsqueda deuna solucin amistosa, propiciado en el marco del procedi-miento ante la CIDH10. Aunque no se llegó a un acuerdo deni-

9 En 1993, la Dirección Nacional de la UP tomó la decisión de acudir a instancias internacionalespara demandar la protección de los derechos conculcados, dada la absoluta desproteccióndel Estado colombiano, la sistematicidad de las agresiones y la inecacia de los procedimien-tos internos para hacer rente a la impunidad. En consecuencia, la Corporación Reiniciar -comoorganización apoderada para el eecto- presentó una petición ante la CIDH con un listadoinicial de 1.163 asesinatos, 123 desapariciones orzadas y 43 atentados; todos éstos perpetra-dos contra miembros y dirigentes de la UP en razón de su liación política. El caso (peticiónN° 11.227) ue admitido por la CIDH en marzo de 1997, reconociendo que la inormación ex-puesta en la demanda “[...] tiende a caracterizar una pauta de persecución política contra la Unión

Patriótica y su práctica, con el objetivo de exterminar el grupo, y la tolerancia de esa práctica por 

 parte del Estado de Colombia” . Actualmente la representación de las víctimas en el proceso la

ejercen de manera conjunta Reiniciar y la Comisión Colombiana de Juristas.10 En 1997, poco tiempo después de haber señalado la admisibilidad de la demanda, la CIDH con-

vocó a las partes a concertar una solución amistosa. En 1999 el gobierno del entonces Presiden-te Andrés Pastrana acepta la invitación y se constituyó así una comisión mixta con delegadosdel Estado y representantes de las víctimas, que elaboró una propuesta metodológica para laconcertación. En marzo del año 2000 las partes suscribieron el acuerdo que dio inició ormala la etapa de búsqueda de una solución amistosa, en el que se estableció la conormación de

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tivo entre el Gobierno y los peticionarios, en esta etapa conso-

lidamos los diferentes escenarios de actuacin en la búsquedade verdad, justicia y reparacin que caracterizan actualmentenuestro trabajo, cuya articulacin fue indispensable para darforma a la experiencia de recuperacin de la memoria.

Entre los más relevantes se encuentra la documentacin delas violaciones, realizada con sistematicidad, gracias a la con-formacin de equipos regionales11 con el acompañamientopermanente de la Corporacin Reiniciar. Su propsito ha sidorecopilar la información que permita identicar a las víctimas

y sus familiares, demostrar las violaciones que sufrieron y losdaños que le fueron causados; evidenciando que hacen partede una persecucin sistemática perpetrada con la complicidady tolerancia del Estado colombiano12. En este ámbito, las decla-raciones testimoniales rendidas libremente por las vctimas hansido fundamentales. Gracias a este trabajo hemos acopiado in-formacin sobre más de seis mil violaciones contra miembrosde la UP, entre las que se cuentan cerca de tres mil asesinatos.

Todos estos insumos documentales, además de ser valiososa nivel probatorio para las reclamaciones de justicia, han servi-do como sustento para la reconstruccin histrica de los hechos,y, por supuesto, son la principal fuente de la que se nutre Me-moria Viva. Una de las apuestas en este sentido ha sido la ela-boracin de historias regionales del genocidio contra la Unin

un grupo de trabajo encargado de impulsar esta etapa. Dicho grupo uncionó hasta el año

2006, cuando las organizaciones peticionarias decidimos suspender la concertación, debido alos continuos incumplimientos y agresiones durante la administración de Álvaro Uribe. Actual-mente el caso sigue su trámite en la CIDH, en una etapa de pruebas y alegaciones nales.

11 Durante la etapa de búsqueda de una solución amistosa se logró la conormación de equiposregionales en todo el país para la documentación de las violaciones desde el año 2006. Cadauno estuvo compuesto en promedio por cinco documentadores, víctimas y sobrevivientes delgenocidio contra la UP en su totalidad, que avanzaron con la instrucción de las organizacionespeticionarias. Aunque el uncionamiento de estos grupos ue uno de los aspectos concerta-dos con el gobierno colombiano, solamente el equipo para Bogotá y Cundinamarca contócon nanciación estatal. Los demás ueron auspiciados por la cooperación internacional.

12  Teniendo esto en mente, los equipos de documentación se han concentrado en identicar alas víctimas y acompañarlas en la búsqueda y recopilación de evidencias. Para ello han reali-

zado entrevistas y testimonios, han recogido documentos (tales como cédulas de ciudadanía,registros civiles de nacimiento, certicados médicos, otograías, credenciales, certicacionesde pertenencia al grupo político, entre otros), y han reunido cartas, peticiones, denuncias, co-municados y artículos de prensa. Además, han revisado uentes secundarias de inormacióndirectamente relacionadas con cada caso particular. Toda la documentación recaudada se or-ganiza en carpetas según municipios, grupos amiliares y por violaciones colectivas (como esel caso de las masacres) con el propósito de acilitar la identicación de pautas de persecución.

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551. Historias de organizaciones sociales y de vctimas

Patritica que permitan comprender cada uno de los hechos en

un contexto sociopoltico más amplio13.Un segundo eje articulador de nuestro trabajo ha sido la asis-

tencia integral a las vctimas, esto es, apoyo jurdico, psicosocialy humanitario. El acompañamiento jurdico incluye el litigiodel caso colectivo ante el Sistema Interamericano en represen-tacin de todas las vctimas, asesoras generales para la protec-cin de sus derechos y el litigio estratégico de algunas causaspenales, administrativas y disciplinarias en la jurisdiccin in-terna. La asistencia psicosocial se desarrolla a través de talle-res compartidos y consultas individuales, que buscan aliviar eldolor de cada vctima sin perder de vista el entramado social ylos hechos de violencia en los que se origina. Por último, la ayu-da humanitaria consta de una serie de medidas materiales paraamortiguar ciertos efectos de violaciones que, como el despla-zamiento forzado, alteran de forma dramática la subsistenciahabitual de las vctimas14. En el marco de esta asistencia tam-bién ha sido vital la preocupacin por la seguridad de los sobre-

vivientes y familiares, frente a lo cual la Corporacin Reiniciarha reclamado de las autoridades públicas la debida proteccinfrente a los hechos de persecucin y amenaza15.

El tercer eje ha sido la capacitacin a las vctimas y el acompa-ñamiento de su proceso organizativo. En materia de formacin,la realizacin de talleres fue un vehculo indispensable para acer-car a las vctimas a través de una metodologa participativa, ofre-cerles las herramientas conceptuales que les permitan apropiarse

13 Un resultado tangible de esta reconstrucción es la publicación de las historias del genocidiode la UP en el Urabá antioqueño y en los Departamentos del Valle, Meta y Tolima.

14 La Corporación Reiniciar ha agenciado ante el Ministerio del Interior y de Justicia la adjudicaciónde dierentes subsidios estatales para las víctimas del genocidio contra la UP, incluyendo ayudasmonetarias por situaciones de emergencia, aportes para la realización de proyectos producti-vos y algunos subsidios de vivienda. Aunque en su mayoría han sido erogaciones económicas,durante un período también se pudo contar con un programa de atención en salud.

15 En el marco del proceso para la búsqueda de una solución amistosa se expidió el Decreto 978del 2000, por medio del cual se creó el Programa Especial de Protección Integral a miembros

 y sobrevivientes de la Unión Patriótica y el Partido Comunista Colombiano. Ante una situación

de amenaza, el programa procede a realizar una valoración del riesgo, determina el nivel deprotección y asigna esquemas de seguridad o auxilios para transporte y comunicaciones, se-gún el caso. Aunque las medidas tomadas por el gobierno hasta el momento siguen siendoinsucientes, el espacio ha permitido denunciar la persistencia de los hostigamientos e insistiren la obligación estatal de protección y garantía. Y naturalmente, ha puesto de presente lanecesidad de incorporar una estrategia de protección que prevenga una revictimización deamiliares y sobrevivientes que se organizan para exigir justicia.

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56 Memoria Viva por Reiniciar Experiencia de Recuperacin yPreservacin de la Memoria del Genocidio contra la Unin Patritica

de la exigencia de sus derechos, as como construir propuestas

concretas desde la experiencia y necesidades de sus partcipes16.En relacin con la organizacin, se ha impulsado la conforma-cin de la Coordinacin Nacional de Vctimas y Familiares delGenocidio contra la Unin Patritica, que ya cuenta con quinceCoordinaciones Regionales en todo el pas y seis más en Bogotá,facilitando los recursos logsticos para su funcionamiento.

La experiencia de recuperacin de la memoria, promovidapor la Corporacin Reiniciar, no puede captarse sin tener pre-sente la forma en que cada mecanismo de este proceso se ar-ticula con otros para un ejercicio integral de verdad, justicia,reparacin y no repeticin.

Es justamente en este contexto que toma forma MemoriaViva. Inicia como un archivo documental de fotografas, obje-tos personales, poemas y otros vestigios que conservaban losfamiliares y sobrevivientes para recordar la vida de sus seresqueridos, en su mayora acopiados en los talleres y en los ejer-cicios de documentacin. Desde aqu surge un primer desafo:

recordar a cada una de las vctimas con un rostro, un nombre,una semblanza, unos ideales y una familia, y no como un nú-mero o un dato. A su lado, otros dos retos perlan el carácter deMemoria Viva: la necesidad de comprender cada uno de estosrelatos en el marco del genocidio y del entramado socio polticoque lo consinti, y la necesidad de transmitirlos a la sociedadpara que pueda cuestionar las descripciones ociales, develarlos hechos y recordar.

Los instrumentos del proyecto Memoria Viva  Memoria Viva se inspira en la demanda de familiares y sobrevi-vientes que tomaron la iniciativa de narrar las historias de vida yno slo la tragedia y la muerte. Haciendo eco de esta invitacin,diseñamos una serie de instrumentos para que la documentacinde las violaciones incluyera de forma explcita la indagacin porlos recuerdos sobre la vida de las vctimas, al tiempo que orienta-mos esfuerzos para recolectar el material audiovisual pertinente.

16 En cada región se realiza un ciclo de talleres que inicia con la sensibilización y continúa con tresgrandes bloques temáticos sobre los derechos a la verdad, la justicia y la reparación integral,complementados luego por otras sesiones de actualización en asuntos de interés para las vícti-mas. Desde el año de 1998 en adelante la Corporación Reiniciar ha realizado en promedio unatreintena anual de talleres de ormación, y otro tanto en talleres psicosociales desde el año 2003.

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571. Historias de organizaciones sociales y de vctimas

Con un profuso archivo documental de fotografas, videos,

grabaciones y recordatorios como primer producto de MemoriaViva, emprendimos el cometido de integrar cada una de estaselaboraciones subjetivas en la historia más amplia sobre el gru-po poltico y sobre el genocidio. Nos volcamos entonces hacia laiconografa propia del movimiento exterminado: los colores dela bandera, los cánticos, los lemas, las guras de liderazgo, etc.,como un camino para recuperar del olvido su propuesta polti-ca de una forma más sentida por los sobrevivientes y accesiblepara el público. De este modo, el objetivo múltiple de recordar alas vctimas, recordar al grupo poltico, hacer memoria sobre elgenocidio y las condiciones sociopolticas que lo permitieron, seconvirti en la sustancia que orienta los diferentes instrumentosde Memoria Viva.

Uno de los primeros insumos diseñados fue el recordatorio delas vctimas. En los ejercicios de documentacin, en las declara-ciones o en los talleres, se les ofreci a los familiares un formatovoluntario con preguntas orientadoras sobre la vida y preferen-

cias de su pariente, empezando con la fecha de su nacimiento ysiguiendo con una reseña biográca, hasta la fecha de su muer-te o desaparicin. El resultado es un extenso conjunto de textoscortos elaborados por los familiares, en los que se recuerda a lasvctimas como las personas de carne y hueso que fueron, con sen-timientos y problemas reales que no se agotan en la militanciapolítica. No se pretende beaticar a las víctimas, sino mostrar lahumanidad que la apologa al genocidio ha pretendido despojar-les. Se trata de una labor primordial, dadas las particularidades

de la persecucin contra la UP, en la que los discursos genocidashan intentado justicar la eliminación de los opositores políticosnombrándolos como extraños peligrosos y deshumanizándolos.

Otro instrumento importante ha sido la recopilacin testimo-nial de historias de vida. Mediante declaraciones rendidas demanera libre y espontánea y de grabaciones de audio y video,las vctimas contribuyeron a recuperar la memoria de la UP enlas regiones y a reunir la informacin necesaria para documen-tar cada caso concreto. De esta manera, se construyeron relatos

para rescatar la memoria individual, grupal y colectiva de losmilitantes victimizados y del grupo político como tal, identi-cando las caractersticas, logros, problemas, expectativas e ima-ginarios en cada regin y el aporte hecho por sus integrantes ylderes al surgimiento y desarrollo de la UP.

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La informacin recolectada en los recordatorios y en otras

fuentes testimoniales, así como los registros fotográcos, fueronla base en la produccin de un material audiovisual dirigido atransmitir el mensaje de la memoria a la sociedad. Uno de estoses la galería de aches conmemorativos, que cuenta con más deun centenar de aches dedicados a cada víctima, a partir de uncollage de fotos en su entorno familiar y social y una pequeñareseña biográca. De la galería también hacen parte algunos fo-tomurales grupales de miembros de la UP que fueron desapare-cidos y pendones con fotografas de las vctimas en su entorno.Este material se expone regularmente en diferentes lugares delpas y suele acompañar los eventos de la Corporacin y de laCoordinacin Nacional de Vctimas.

También han producido varios documentales temáticos ypublicaciones testimoniales que son circulados sin contrapres-tacin econmica, especialmente en centros educativos, organi-zaciones sociales y comunitarias17. En su realizacin se vinculantodos los insumos obtenidos de la reconstruccin histrica y de

la documentacin jurdica del caso, priorizando los relatos queresultan emblemáticos porque marcan un hito o son represen-tativos de la historia de la UP, más que por la posicin de susprotagonistas al interior del movimiento. Gracias a esto, se halogrado visibilizar a las vctimas poco conocidas y no slo a loslderes más recordados del movimiento.

Con el mismo n se trabaja actualmente en la producción deuna serie fotográca denominada “Memorias de ti”, en la que seretrata a las vctimas en su entorno, portando fotos o recuerdos

de su familiar asesinado o desaparecido, como un registro delejercicio mismo de recordar. La segunda serie en construccines una coleccin de la escenografa en la que vivieron y lucharonlas vctimas, que retrata los paisajes de su regin, sus casas, lasque fueron las sedes polticas, etc. Todo ello acude a la necesi-dad de que la sociedad colombiana comprenda los hechos delgenocidio no solamente desde la muerte, sino desde la vida que

17 Entre los más recientes se destaca la publicación testimonial Relatos de mujeres, y la produc-ción de los siguientes documentales: ¿Y por qué callar?  (sobre las masacres en el genocidiocontra la UP), Camino al Cielo (sobre el plan Retorno en el Urabá Antioqueño), El comienzo dela ausencia (primer año de la tortura y desaparición orzada de Guillermo Rivera Fúneque) y Lasmujeres de la UP (con entrevistas a mujeres militantes de la Unión Patriótica).

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591. Historias de organizaciones sociales y de vctimas

habría podido vivirse, y se sienta convocada a la reexión de

una historia que se le presenta cercana y real.Para la recuperacin de la memoria colectiva del grupo po-

ltico, el proyecto abraza varios mecanismos, entre los cuales seresaltan la conmemoracin anual de un Da Nacional por la Dig-nidad de las Vctimas del Genocidio contra la Unin Patritica,realizada cada 11 de octubre, fecha del asesinato de Jaime PardoLeal, primer candidato a la Presidencia de la República por laUP18. Desde el año 2005, la Corporacin Reiniciar y la Coordina-cin de Vctimas han organizado esta conmemoracin con doscomponentes: un espacio de reexión entre familiares y sobre-vivientes sobre temas de derechos humanos y una concurridamanifestacin pública (marcha, plantn, etc.). A su vez, MemoriaViva ha registrado la participacin en eventos de alto contenidosimblico como la marcha anual del Primero de Mayo, a la queacudimos con música, banqueros y pancartas alusivas al geno-cidio contra la UP.

El teatro ha sido otro valioso mecanismo en la reconstrucción

de la memoria colectiva. En un trabajo mancomunado con la Cor-poración Colombiana de Teatro se han conformado varios gruposde creación teatral de familiares y sobrevivientes del genocidiocontra la UP, articulando el apoyo psicosocial con la reconstruc-ción histórica. Si bien los primeros montajes fueron escenicacio-nes del dolor a modo de catarsis, los siguientes se han impregna-do de un tono más crítico y evitan caer en la desesperanza.

Recientemente se han pintado murales de la memoria endiferentes ciudades del pas por un grupo de artistas plásticos

en conjunto con las vctimas. El diseño y la elaboracin de cadamural son resultado de un taller previo con familiares y sobre-vivientes de la zona, en el que se comparten las perspectivas delo que debera plasmar la obra y colectivamente se propone elbosquejo, bajo la orientacin de los artistas.

Por último, hace parte de Memoria Viva el registro mismo delproceso. Conservar las memorias de la memoria ha sido funda-

18 Esta echa ue acogida por decisión de la Coordinación Nacional de Víctimas en su encuentroconstitutivo. En octubre de 2005 se presentó un proyecto de ley al Congreso de la Repúblicapara declarar ocialmente la conmemoración. Aunque el texto inicial ue avalado por másde veinte congresistas, el proyecto no ue aprobado en primer debate por reticencias de lossenadores de la Comisión Segunda. Actualmente la echa se sigue conmemorando en Bogotáy en otras ciudades del país, sin que medie declaratoria ocial.

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60 Memoria Viva por Reiniciar Experiencia de Recuperacin yPreservacin de la Memoria del Genocidio contra la Unin Patritica

mental para poder hacer una evaluacin permanente de la lu-

cha contra el olvido y para narrar la experiencia de las vctimasdesde otra perspectiva: como actores sociales y polticos y noúnicamente como vctimas pasivas.

Todos los instrumentos de Memoria Viva que aqu hemos re-señado, se caracterizan por una simbologa común que exalta lavida y que se vale de formas creativas. De manera consciente,hemos acudido a una estética cargada de colores vistosos, oresy música, en lugar del matiz lúgubre que suele emplearse enalgunos ejercicios de memoria. Con la misma nalidad, hemos

propuesto darle al natalicio la centralidad que comúnmente tie-ne la fecha del asesinato para los homenajes pstumos. El sen-tido es reivindicar la vida y la esperanza, evitando que la tareade recordar el genocidio quede reducida a una gala del sufri-miento. También esperamos contrarrestar la idea difundida queasimila la muerte a lo heroico, propia de una lgica guerreristaque valora más morir por la patria que hacer posible la vida.

En cuanto a la forma, las representaciones visuales y arts-

ticas han sido la va caracterstica del proyecto para trasmitir ala sociedad los contenidos de la memoria que reconstruimos.Con el teatro, la fotografa, la pintura y la música pretendemosque el conglomerado social se haga partcipe y se cuestione enqué medida los sucesos narrados le involucran, no como merosespectadores, sino como sujetos reexivos y deliberantes. A suvez, esta metodologa ha buscado más una toma de concienciasobre lo sucedido que un fuerte impacto emocional a partir delhorror, en muchos casos desmovilizador.

En relacin con los productos y su divulgacin, hemos to-mado medidas concretas para asegurar los materiales con losque trabajamos de usurpaciones o reproducciones malintencio-nadas. Una primera herramienta es la autorizacin previa que lesolicitamos a las vctimas para acopiar y emplear las fotografas,los recordatorios y demás material audiovisual recolectado. Estaautorizacin se otorga por escrito, en documento diferente delpoder para la representación legal, y tiene como nalidad exclu-siva la reconstruccin histrica y las iniciativas de memoria. Una

segunda medida ha sido el registro del nombre, las consignas,instrumentos y simbologa de Memoria Viva, efectuada desde -nales de 2008 ante la Superintendencia de Industria y Comercio.

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611. Historias de organizaciones sociales y de vctimas

Memoria viva para el mundo

¿Qué claridades, qué entenderes, qué riquezas habrían significado susvidas en el acumulado de la humanidad en el legado amasado por todos?

¿Qué hombres, qué mujeres perdimos?

¿En qué ciudades habitarían hoy?

¿Qué hijos tendrían?

¿Qué amores nunca se realizaron?

¿Quiénes serían hoy nuestros amigos?¿Quién nos explica?

¿Quién nos devuelve el canto rasgado en tan insondable silencio?

Gioconda Belli, Un Mundo sin Hitler.

Esta clase de preguntas le dieron a   Memoria Viva un primerempuje y su tono caracterstico. Dos circunstancias en particu-lar motivaron el interés del proyecto en las historias de vida

de las vctimas: primero, la demanda reiterada de familiares ysobrevivientes para que el ejercicio de memoria sobre el genoci-dio no fuera ajeno a los recuerdos, voces, rostros y nombres desus parientes. Y segundo, la necesidad de confrontar los relatoshegemnicos que han pretendido excusar la persecucin a laUnin Patritica desestimando la dignidad de sus militantes.Por esta última razn, cobra particular importancia preguntar-se quiénes fueron aquellos miles a los que les fue arrebatada laposibilidad de vivir, cuáles eran sus proyectos e ideales y por

qué fueron perseguidos.En un país en el que se ha intentado justicar la muerte delque piensa diferente como pauta caracterstica de la violenciapoltica, las semblanzas de las vctimas son mucho más que unacoleccin de recuerdos subjetivos. Por un lado, hacen posiblemostrar su cotidianidad para que el conglomerado social palpela cercana de los hechos y la semejanza que comparte con lasvctimas en tanto seres humanos, con necesidades, lazos fami-liares, virtudes y defectos. Estas descripciones ayudan a con-

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frontar la imagen cticia que crean los discursos genocidas para

deshumanizar o “satanizar” a quienes buscan aniquilar19.Por otro lado, al ubicar lo común también pretendemos re-

saltar la originalidad que le es propia a las vctimas, aquelloque las distingue y las hace únicas en su trayectoria social ypoltica. Retomando las palabras de Gioconda Belli, esas “rique-zas que habrían signicado sus vidas en el acumulado de lahumanidad, en el legado amasado por todos”. Cuando se tratade genocidios y otros crmenes de sistema, reconocer y nombraresta diferencia es una tarea necesaria para el esclarecimiento delos mviles que desencadenaron las violaciones a gran escala.As, al hacer memoria sobre el exterminio contra la UP, es pre-ciso referirse al pensamiento crítico y la liación a un proyectopoltico alternativo con posibilidades reales de poder, como lacaracterstica compartida de todas las vctimas y, a su vez, comola causa por la que fueron perseguidas20.

Por todo lo anterior, Memoria Viva ha procurado que el ejerci-cio de recordar reeje de forma armónica, tanto el perl cotidia-

no de las vctimas, como el itinerario poltico del movimiento yel rol de sus militantes y lderes, contrastando lo que las acercaal común del conglomerado social con lo que las hace excepcio-nales. En el centro de esta propuesta se advierte un llamado asubrayar la dignidad intrnseca de todo ser humano, en tantosemejante y diferente a su vez, como el mensaje que  MemoriaViva trasmite ampliamente al mundo.

Es quizá ésta la principal enseñanza del proceso: La reivin-dicacin de la memoria debe partir de las demandas de las vc-

timas, pero no agotarse en ellas. Siendo un proceso poltico, lamemoria funciona como puente entre éstas y la sociedad en suconjunto, impulsando la reexión sobre nuestra historia y latransformacin de nuestros destinos. La memoria, por tanto, no

19 No hay que olvidar las guras del salvaje, del extraño, del enemigo o del malvado, por ejemplo,que han sido poderosos instrumentos en la apología a la persecución genocida en Colombia,desde la conquista y colonización, hasta las más recientes prácticas de macartismo contra la

izquierda y la oposición política en general.20 Dado que una uerza política es mucho más que sus miembros individuales y sus representan-

tes en instancias del poder estatal, el genocidio contra la UP comprende tanto el exterminiode sus militantes, como la destrucción de redes y espacios sociales en los cuales su programapolítico tenía la posibilidad de desarrollarse. La memoria colectiva de este caso, por lo tanto,debe incluir la visión alternativa acerca de los cambios que requiere la sociedad colombiana,especialmente de cara al n negociado de la violencia.

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631. Historias de organizaciones sociales y de vctimas

es un relato estático de los hechos, es una realizacin constante

de relatos múltiples que se entrecruzan con una nalidad rei-vindicativa: la construccin de la democracia y la satisfaccinpara las vctimas y para la sociedad. Por lo mismo, no solamentedebe tener en cuenta los hechos reales, sino también aquellosrelatos que es preciso controvertir, la opinión ocial creadapara encubrir. En este sentido, si bien Memoria Viva tiene comomotivacin original la búsqueda de justicia en el genocidio con-tra la UP, el proceso deja otras importantes lecciones para sertenidas en cuenta en diferentes experiencias de recuperacin ypreservacin de la memoria. Es Memoria Viva para el mundo.

Entre los criterios orientadores que hemos construido y queconsideramos más pertinentes para la reexión a la que se nosconvoca con el proyecto del Centro del Bicentenario Memoria, Pazy Reconciliación, resaltamos, a modo de sntesis, los siguientescinco puntos:P, en relacin con la integralidad del proceso. Como se-

ñalamos anteriormente, el ejercicio de memoria surgi en el

marco de un escenario más amplio, impulsado por una de-manda jurdica y otras acciones para la satisfaccin de los de-rechos de las vctimas y sobrevivientes del genocidio contrala UP. Pero además de ser el punto de partida, ese escenariode exigibilidad ha sido el conducto que ha permitido pasarde una reconstruccin subjetiva de recuerdos a una visinmás objetiva y estructurada de la verdad histrica. Un crite-rio que hemos forjado en esta lgica es que la reconstrucciny preservacin de la memoria, para ser un proyecto genuino,

debe estar inmersa en otros ejercicios de verdad, justicia y re-paracin. De lo contrario, corre el riesgo de limitarse a merosmonumentos y otras huellas estáticas que poco aportan a latransformacin de la sociedad.

La integralidad no es solamente una condicin, tambiénes un  plus. En el trabajo que hemos realizado, se evidenciacmo pueden nutrirse mutuamente los ejercicios de memo-ria con la documentacin de las violaciones, la asistencia in-tegral y el acompañamiento organizativo. Por ejemplo, los

talleres de teatro han sido a su vez un espacio para evaluarel impacto sufrido y el daño a nivel emocional, claves paraindagar expectativas de reparacin y para el litigio propia-mente dicho. La documentacin de las violaciones y la re-construccin histrica han orientado las acciones de memo-

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64 Memoria Viva por Reiniciar Experiencia de Recuperacin yPreservacin de la Memoria del Genocidio contra la Unin Patritica

ria más allá de los recuerdos individuales, muchas veces car-

gados de autoculpa y permeados en alguna medida por lasmentiras ociales que justican la persecución. Los testimo-nios, fotos y recuerdos recopilados en el archivo de MemoriaViva han sido anexados a los procesos jurdicos para reforzarel nivel probatorio; y viceversa, el ejercicio de memoria hapotenciado la publicidad de los pronunciamientos judicialesreferidos al caso, incorporándolos como voces autorizadasen la elaboracin histrica. Finalmente, todos y cada uno deesfuerzos han sido posibles gracias al proceso organizativoque ha acompañado la Corporacin.

sgnd, en cuanto a la metodologa, hemos ensayado la cons-truccin de un estilo propio que responda a las necesidadesespecícas del caso y que se sirva de los mecanismos paten-tados por otras experiencias de memoria, pero sin duplicar-los, a la manera de un manual. En particular, el caso requiereuna metodologa de documentacin dirigida a evidenciar laintencin de exterminar al grupo poltico (y no slo cada una

de las violaciones individualmente consideradas), y de untipo especial de acompañamiento a vctimas y sobrevivien-tes que tenga en cuenta la persistencia de los hostigamientosen su contra. Para lograrlo, hemos acudido a dos herramien-tas principales: la interdisciplinariedad21 y la participacinprotagnica y activa de las vctimas22 en todas las etapas dela experiencia.

t, en relacin con el ejercicio de memoria propiamentedicho, es claro que no se agota en el mero hecho de recordar.

Es preciso preguntarse por los contenidos de la memoria ypor los contextos sociopolticos en los que tiene lugar, espe-cialmente cuando las vctimas no solamente se ven enfrenta-

21 Con un equipo que incluye proesionales en derecho, psicología, periodismo, diseño gráco,historia y otras ciencias sociales, hemos logrado articular la recuperación de la memoria conlas acciones jurídicas y políticas, analizando siempre las consecuencias psicosociales para lasvíctimas y el impacto en la opinión pública.

22 Al lado del diálogo de saberes, un segundo undamento del trabajo investigativo es la he-

rramienta de Investigación Acción Participativa. Con ésta, la intervención de las víctimas enel proceso no busca tanto develar la verdad exacta de lo acontecido a la UP en las distintasregiones, como su reconstrucción colectiva, a partir de las vivencias y conocimientos de cadauna de las personas partícipes del proceso, bien sean éstas sobrevivientes, amiliares, líderessociales o militantes políticos. De esta manera, la IAP se convierte en una propuesta metodo-lógica que involucra a la comunidad aectada o interesada en el conocimiento y solución desus propios problemas, a n de visibilizarlos y denir acciones adecuadas para solucionarlos.

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651. Historias de organizaciones sociales y de vctimas

das a un desconocimiento de los hechos, sino a una negacin

permanente o a una tergiversacin de lo ocurrido.Una de las circunstancias que más ha marcado la expe-

riencia de Memoria Viva, no es tanto el olvido de la persecu-cin contra la UP, sino un entorno simblico hostil en el quehan ganado mucho terreno los relatos que justican el geno-cidio. La excusa de la combinacin de las formas de lucha o laculpabilidad escueta de los narcotracantes en los asesinatos,son de las narraciones más tpicamente esgrimidas para ocul-tar la responsabilidad estatal, justicar los hechos y tergiver-sar su sentido histrico. Es más, no es exagerado hablar delos “mitos” ociales, tan intensamente difundidos y que hancalado incluso en las propias vctimas, sobre todo en aquellosfamiliares que no participaron de la militancia y que suelenvincularse al proceso con fuertes sentimientos de autoculpao que han interiorizado el estigma contra el movimiento UP.Por tanto, para recordar es preciso reconstruir la verdad his-trica y controvertir las otras narraciones que silencian, de-

forman o justican los hechos. Y como ya hemos anotado,esta reconstruccin debe abrazar las interpretaciones de lasvctimas, integrándolas a los análisis más amplios de lo ocu-rrido que aprovechen los insumos jurdicos e histricos.

ca, en relacin con el alcance de la experiencia de memo-ria, hemos optado por un enfoque que visibilice el daño a lademocracia, más que la naturaleza traumática del recuerdo;que en lugar de enviar un mensaje de horror con impacto enlos sentimientos, se preocupe por generar una reexión so-

bre las condiciones histricas que dieron lugar a la barbarie.As, como lazo conector, la memoria debe partir del puntode vista de las vctimas, lograr una trascendencia para luegoser comprendido como un problema de incumbencia social.Dadas las consecuencias extendidas de las vulneracionessistemáticas a los derechos humanos, no se trata de hacermemoria sobre hechos del pasado ocurridos a “otros”, sinoadvertir cmo esta historia ha moldeado nuestro presente,ha denido el tipo de sociedad que somos hoy y la “legitimi-

dad” de las instituciones y está inmersa en las posibilidadesfuturas de cambio democrático. Por lo mismo, en un con-texto como el colombiano, la reivindicacin de la memoriadebe amarrarse a la búsqueda de una solución a un conictopersistente.

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66 Memoria Viva por Reiniciar Experiencia de Recuperacin yPreservacin de la Memoria del Genocidio contra la Unin Patritica

Y n qn ga, la experiencia de la Corporacin Reiniciar

ha prestado especial atencin a las condiciones mnimas quedeben garantizarse para que un proceso descrito no generemayores riesgos o daños a sus partcipes. Máxime tratándo-se de la realidad colombiana, que dista de ser escenario depostconicto, en la que siguen siendo frecuentes los hosti-gamientos y otros actos de violencia contra sobrevivientesy familiares, y en la que se obstaculiza el dinamismo de lasvctimas para la exigencia de sus derechos. Esto ha hecho ne-cesario adoptar medidas dirigidas a proteger la vida e inte-gridad de los declarantes, así como a reconstruir la conanzaperdida y a generar lazos de solidaridad entre las vctimas,sus familias y los sobrevivientes.

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REINICIAR

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 ASFAMIPAZ

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Libertad sin sangre y fuego 

Asociación Colombiana de Familiares de Miembrosde la Fuerza Pública Retenidos y Liberados por los

Grupos Guerrilleros - Asfamipaz23

La Asociacin Colombiana de Familiares de Miembros de laFuerza Pública Retenidos y Liberados por Grupos Guerrilleros,

 Asfamipaz, nace a la vida jurídica, según consta en el certicadode la Cámara de Comercio, el da 19 de febrero de 1999, consu respectiva junta directiva compuesta por una representantelegal, quien se desempeña como presidenta de la organizacin;un secretario, una vicepresidenta, una tesorera y el scal, quienes nombrado por la Asamblea General. Esta Asamblea General

está compuesta por todos sus asociados (madres, padres de fa-milia y demás familiares, tanto de policas y soldados liberados,como de policas y soldados no liberados).

 Asfamipaz inicia con un número de 171 asociados, pero conel incremento de los ataques guerrilleros a diferentes basesmilitares y policiales en nuestro territorio nacional, la cifra as-cendi a 425.

23  Texto entregado y suscrito por la Presidenta de Asamipaz, Marleny Orjuela Manjarrés al Centrodel Bicentenario: Memoria, Paz y Reconciliación. Diciembre de 2009.

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70 Libertad sin sangre y fuego ASFAMIPAZ

Antecedentes e historia de Asfamipaz

A partir del año 1998, el conicto social y armado en Colombiase intensicó. Muchos jóvenes encontraron en la prestación delservicio militar una alternativa a la crisis de desempleo, a lavez que encontraban una manera de servir a la patria creyendoque de esta forma se acabara a la guerrilla y se lograra la tananhelada paz. Algunos de ellos contaron con la aprobacin yconsentimiento de sus padres, otros no, pues en un pas queha vivido sumido en una cruenta guerra por más de cincuentaaños, ingresar al Ejército o a la Polica es riesgoso e implica en-trar a hacer parte del conicto armado.

En ese momento, las guerrillas de las Farc y del ELN intensi-caron su accionar, dándose las tomas de Patascoy (1997); Mitú,Miraores, La Uribe y Pavarandó (1998); Puerto Rico y Aranda(1999), y otras más en Norte de Santander (2000), dejando se-cuestrados o retenidos a no menos de 400 soldados y policas.

Y cuando la guerra toca a la puerta y se empieza a construirconciencia de la soledad en la que se encuentran las vctimas,

paralelamente se va construyendo el espritu solidario de launidad y del accionar poltico para mantener viva la luz de laesperanza y conar en que estos hijos, esposos, familiares y ami-gos volverán al seno de sus hogares. Se aprende con este dolortambién a reconocer otros dolores, como el de las madres dedetenidos desaparecidos, el del desarraigo o desplazamiento, elde los familiares de asesinados y masacrados, el de familiaresde sindicalistas asesinados, torturados o mutilados, el de los fa-miliares de civiles secuestrados. Porque detrás de cada vctima

hay una madre, un familiar esperando que su caso no quedeimpune y que no se repita con otros ciudadanos y ciudadanas.Es as como en este largo caminar nace Asfamipaz, la aso-

ciacin que reúne a las madres y familiares de soldados y po-licas en poder de grupos guerrilleros. Hasta hoy, en medio detantas dicultades económicas y de inexperiencia política se halogrado realizar múltiples acciones y mantenerlas en el tiempo;acciones que pasan por el lobby internacional, gubernamental ycameral, hasta de solidaridad y hermandad y acciones de hecho

de corte pacíco.Asfamipaz ha encontrado eco en la comunidad internacional

y ha recibido el abrazo y acogida de gobiernos y pueblos herma-nos. Sin embargo, también se ha encontrado con la indiferenciadel gobierno colombiano y de los empresarios, experiencia que

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711. Historias de organizaciones sociales y de vctimas

ha llevado a que se concluya lo siguiente: En este pas existen

también vctimas de primera, segunda y tercera categora. Muydolorosamente se ha aprendido que muchos de los jvenes sefueron a la guerra, convencidos de contar con el respaldo dela institucin gubernamental. Hoy las familias se han quedadosolas, en una orfandad institucional.

Asimismo, se han tenido dicultades con organizaciones dederechos humanos nacionales, porque al ser familiares de solda-dos y policas se genera cierto nivel de prevencin en estas ins-tituciones. De estas diferencias se ha aprendido y es importantehacerlo. Un ejemplo de superacin de diferencias es la relacincon Asfaddes, la Asociacin de Familiares de Detenidos Des-aparecidos, con quienes se ha mantenido lazos solidarios, comoen el caso de las vigilias que se hicieron durante varias semanaspara que el Congreso de la República aprobara el proyecto quetipica la desaparición forzada de personas como delito.

En todo este tortuoso camino, muchos padres, hijos y ma-dres han muerto esperando el regreso de los suyos; otros han

enloquecido y varios de los jvenes prisioneros han encontradola muerte tratando de encontrar la libertad, fugándose de sucautiverio. Se han realizado vigilias, ocupaciones del Congresoy de Iglesias, de sitios histricos; audiencias públicas, marchas,conversatorios. Hoy se mantiene viva la esperanza de ver libresa estos hijos y familiares con el Plantn Libertario, realizadodesde el 22 de Junio de 2003, todos los martes de 10:30 de lamañana hasta medioda, en la Plaza de Bolvar.

Asfamipaz también asiste a foros en todo el pas sobre el

Acuerdo Humanitario, a lanzamientos de libros que hacen refe-rencia al mismo tema. Con el mismo compromiso, se han hechoviajes a las selvas de Colombia para hablar con comandantesde las organizaciones al margen de la ley, pidiendo liberaciny pruebas de supervivencia de los seres queridos. Se ha parti-cipado en diferentes reuniones con presidentes de otros pases,cancilleres, diputados y congresistas, y con distintas personali-dades de la comunidad internacional.

En toda esta extenuante labor de 11 años, se ha tenido un

gran logro y es el acuerdo humanitario rmado por el gobiernoy la guerrilla en 2001, permitiendo la libertad de 359 soldados ypolicas. También, en enero de 2009, se logr la liberacin uni-lateral por parte de las Farc de tres policas y un soldado. Esaconstancia y perseverancia han logrado la libertad al da de hoy

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72 Libertad sin sangre y fuego ASFAMIPAZ

de 415 soldados y policas que se encontraban en poder de las

Farc, y de todos los soldados y policas retenidos por el ELN.Sin embargo, aún continúan ociales, subociales, patrullerosy agentes del ejército y la polica secuestrados, algunos de loscuales llevan en cautiverio en las selvas de Colombia entre diezy doce años, al tiempo que aproximadamente 350 policas y sol-dados se encuentran desaparecidos.

Sin embargo, quienes fueron liberados en 2001, no han te-nido el apoyo necesario por parte del Estado para superar lasgraves situaciones psicolgicas, psiquiátricas y médicas quedeben enfrentar, especialmente aquellos que salieron de lasfuerzas militares. Existen unos pocos estudiando en diferentesuniversidades o institutos, pero lo logran gracias al esfuerzosde sus familias y con un poco de ayuda de becas de estudio con-seguidas por Asfamipaz. De igual forma, hay un gran olvidocon la mayora de los hijos de los policas y soldados que aúnse encuentran en cautiverio, a quienes también Asfamipaz havenido aportando en este último año a través también de becas

de estudio y ayudas educativas (uniformes y útiles escolares).Misión de AsfamipazEs todo este caminar, la plataforma poltica se ha fundamentadoen:1. Buscar caminos que conduzcan a obtener la libertad de hi-

  jos y familiares por todos los medios a nuestro alcance, através de un Acuerdo Humanitario. Nunca se aceptará elrescate a sangre y fuego.

2. A través del ejercicio poltico, garantizar que el Estado secomprometa a dar ayudas psicolgicas, as como a prestarservicios de salud, educacin y oportunidad laboral a los

 jvenes que han obtenido la libertad, y al cumplimiento delos derechos que le corresponden a cada uno de los secues-trados y de las familias de quienes aún están en cautiverio.

3. Defender el derecho a la objecin de conciencia, que es elderecho a la no prestacin del servicio militar obligatorioen un pas en guerra, donde ninguna de las fuerzas enfren-

tadas logrará derrotar militarmente a su adversario. Que-remos hijos para la vida, nunca para la muerte. En cambio,se propone que esa prestacin sea un servicio social paraaprender a vivir en comunidad, con sentimiento de naciny dignidad.

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731. Historias de organizaciones sociales y de vctimas

4. Defender el derecho a la verdad, a la justicia y a la repa-

ración Integral de todas las víctimas del conicto social yarmado colombiano.

5. Emprender y participar en acciones de solidaridad con todaslas personas que igualmente sufren el dolor de la guerra.

6. Asfamipaz ha propugnado por la salida política del conicto.Por ello se ha mantenido junto a diversas organizaciones so-ciales y de vctimas perseverando en este objetivo.

7. La comunidad internacional puede asumir un papel muyimportante en la medida en que se le convoque como facili-tadora y veedora de los procesos de diálogo y negociacin.

8. Asfamipaz concibe que la paz se obtendrá con voluntad po-lítica de las partes, con la inclusión de otros sectores sociales,campesinos, indígenas, sindicales, de mujeres, de víctimas,en la construcción de la agenda, que no es otra cosa que la re-construcción de un nuevo país desde todas las personas quevivimos en Colombia.

Objetivos generales:1. Garantizar el funcionamiento, movilizacin y accionar pol-

tico de Asfamipaz que la conduzcan a su visibilizacin paraallanar con más herramientas caminos hacia la libertad detodos nuestros hijos y familiares secuestrados o retenidos,as como apoyar a los liberados que voluntariamente y conresponsabilidad deseen caminos de empleo estudio.

2. Fortalecer la labor de cabildeo poltico con gobiernos, Esta-do colombiano, organismos humanitarios, a nivel nacional

e internacional.3. Fortalecimiento organizativo interno de Asfamipaz encuanto a cohesin y atencin a las familias.

4. Fortalecer labores de cabildeo internacional con gobiernos,comunidad internacional, organizaciones de derechos hu-manos y todas las organizaciones a nivel nacional e inter-nacional que puedan aportar al trabajo para el logro de lalibertad de secuestrados, as como llevar a cabo labores demanera civilizada y pacíca que conduzcan a la búsqueda

de la paz en nuestro pas.5. Lograr el apoyo psicolgico de manera colectiva e indivi-dual a nuestros asociados.

6. Elaboracin de plegables que hagan referencia a la historiade Asfamipaz, sus objetivos y propsitos, para que de esa

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74 Libertad sin sangre y fuego ASFAMIPAZ

manera muchas organizaciones, instituciones, universida-

des y demás interesados puedan conocer acerca de nuestraorganizacin y de nuestra dura lucha libertaria.

Objetivos específicos:a. Fortalecimiento a nivel nacional e internacional de la

organizacin. El fortalecimiento interno de Asfamipaz (cohesin y atencin a las familias), as como el buenfuncionamiento y operatividad de la organizacin ,para poder obtener la libertad de hijos y familiares se-cuestrados (Acuerdo Humanitario).

b. Poder llevar a cabo la labor de cabildeo poltico con go-biernos a nivel nacional e internacional, Estado colom-biano, organismos humanitarios y guerrilla.

c. Lograr prestar apoyo a los soldados y policas libera-dos, que de manera voluntaria y responsable se com-prometan a sacar adelante sus estudios, para as lograrayudas en empleo. Apoyarlos de igual forma para que

les sean respetados y cumplidos los derechos que aellos correspondan; seguimientos psicolgicos y becasde estudio y auxilios educativos a los hijos de los poli-cas y soldados que aún continúan en cautiverio.

d. Elaboracin y realizacin de campañas publicitariasencaminadas a sensibilizar a los colombianos frente ala grave situacin que viven nuestros hijos y familiaresen las selvas de Colombia, al igual que la de todos lossecuestrados.

e. Acompañar de manera solidaria y activa a otras organi-zaciones sociales y pacícas que trabajan por la paz deColombia y el respeto a los derechos humanos.

f. Poder contribuir a una buena calidad de vida de lasmadres, padres, hermanos y hermanas de los policasy soldados que aún continúan en cautiverio con ayudasen servicios médicos para quienes no tienen ningunaaliación al sistema de salud, y a un oportuno apoyopsicolgico a nuestros asociados.

Este trabajo va más allá y se extiende a lograr el cumplimientode los derechos de los policas y soldados liberados por parte decada una de sus instituciones, a buscar apoyos para becas de es-tudio tanto para los liberados como para los hijos de los policasy soldados que aún continúan en cautiverio, a buscar apoyos

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751. Historias de organizaciones sociales y de vctimas

médicos para aquellas madres, padres, y hermanos de quienes

aún continúan en cautiverio, a conseguir ayudas psicolgicasadecuadas, y a continuar al lado de otras organizaciones socia-les por la paz de Colombia, donde podamos lograr que este seaun pas incluyente, donde hombres y mujeres podamos vivirdignamente.

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2. Propuestas sobre una PolíticaPública de Memoria paraBogotá

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 ASFADDES

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El olvido disfrazado de memoria1

Asfaddes

En septiembre de 2009 se present el segundo de los casos em-

blemáticos del Grupo de Memoria Histrica de la Comisin Na-cional de Reparacin y Reconciliacin. En esta vez oportunidad,sobre un pueblo remoto incrustado en los Montes de Mara, ElSalado, en el departamento de Bolvar. En febrero de 2000, másde 450 paramilitares, en complicidad con el Ejército, asesinarona 66 personas, haciendo uso de toda la maquinaria de terrorconcebida para acabar con cualquier expresin de organizacinsocial y resistencia.

Este pueblo olvidado por el Estado, slo hasta hoy ha sido

escogido por los académicos y expertos de la memoria para serinvestigado. Ellos, los mismos que construyeron entre teoras yunos cuantos relatos la historia de Trujillo, Valle, a los que se lesolvida que las vctimas son sujetos de derechos que tienen vozy que pueden contar ellos su historia, creen que contratandoexpertos historiadores para contar casos “emblemáticos”, vana poder reconstruir el horror vivido en nuestro pas. No entien-den que están dejando en la trastienda del olvido los casos quepara ellos no son llamativos. Y como si fuera poco, estos per-

sonajes “expertos” contrataron a una diseñadora muy famosa

1   Texto entregado por ASFADDES al Centro del Bicentenario: Memoria, Paz y Reconciliación;expuesto en la sesión de las Mesas Consultivas por la Memoria, llevada a cabo en octubre de2009 a propósito de la conmemoración del 11 de octubre, Día Distrital por la Memoria.

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80 ASFADDES:“el olvido disfrazado de memoria”

para realizar y publicitar una manilla de la “reconciliacin”,

buscando el olvido del horror vivido por cientos de familias deeste pedacito de suelo colombiano. Es tanto el cinismo, la igno-minia y la degradación, que empresas que han sido artíces delhorror respaldaron econmicamente esta campaña.

Frente a estas situaciones que dan un sentido particular a lamemoria, debemos armar nuestra concepción. La memoria es,ante todo, una accin viva de continua lucha, de resistencia ydignidad de las vctimas, en donde el pasado y el presente seunen para dejar huella en el futuro de los ausentes. Esa es lamemoria, poder hacer presente el pasado para no olvidar a losenemigos de la vida, aquellos que le negaron a nuestros seresqueridos la posibilidad de alcanzar sus metas, de cumplir susproyectos de transformacin de la injusticia por la justicia. Enn, la memoria es la vida a cambio de la muerte.

Denitivamente, para los familiares de detenidos desapare-cidos, la reconstruccin de la memoria histrica es el centro denuestra lucha; con ella podremos dignicarlos y reconocerlos

en toda su dimensin. Ese debe ser un compromiso y un impe-rativo no solamente de las familias vctimas, sino también detoda la sociedad colombiana, porque la memoria también esgaranta de no repeticin.

El olvido disfrazado de memoria oreconstrucción real de la memoria histórica

“La historia nunca ha sido universal; ha sido como mucho, una

 historia de los vencedores y siempre ha estado ausente una partede la verdad, la de los vencidos, la de los que desaparecieron y no

dejaron rastro”.

Walter Benjamin

Teniendo en cuenta que el tema a tratar es la creacin de es-trategias para crear polticas públicas sobre la memoria, desa-rrollaremos la forma como durante todo este tiempo, desde eldolor, el amor y el da a da, ha reconstruido la memoria de los

desaparecidos y de la resistencia de las vctimas.En primer lugar, armamos que las políticas públicas en ma-

teria de memoria deben reconocer, valorar y, sobretodo, pro-yectar la labor de reconstruccin de la misma que desde la resis-tencia han creado las vctimas durante años. Ese es el punto de

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812. Propuestas sobre una Poltica Pública de Memoria para Bogotá, D.C.

partida. No se puede pretender contar la historia de horror que

durante décadas ha sufrido el pas, a través de una sola mirada,una sola versin.

Además, no es posible reconstruir la memoria cuando estánpresentes las mismas condiciones que permitieron e hicieronque nuestros familiares fueran desaparecidos; cuando desde elgobierno no se reconoce a las vctimas de agentes del Estado;cuando se mantiene una poltica sistemática de generar terrore impunidad, de señalar al que denuncia y de hostigar al quese organiza para reclamar sus derechos. Pero lo más grave, lacontinuidad de las desapariciones.

Bajo estas circunstancias, cuestionamos la posibilidad de queen el pas puedan existir polticas públicas de la memoria y lapretensin de disfrazar el olvido de memoria. Sin embargo, de-bemos reconocer los pequeños avances que desde la Alcaldade Bogotá se vienen haciendo por construir con las vctimas unaforma incluyente de mantener viva la historia de todos. Faltamucho, es cierto, pero el hecho de poder compartir nuestra his-

toria y nuestros puntos de vista, es una muestra de que slodesde la resistencia y la dignidad las vctimas podemos lograrel derecho de ser escuchadas.

En cualquier caso, reiteramos, las polticas públicas de re-construccin de la memoria deben partir desde las vctimas y suentorno social. No se puede pretender contar una historia glo-bal excluyente, basada en grandes personalidades y en pocosmomentos retomados en almanaques como festividades, escri-tos en grandes volúmenes escondidos en bibliotecas, para que

luego sean memorizados por estudiantes en escuelas, colegiosy universidades.Por el contrario, para reconstruir los hechos de horror que

han sucedido durante la segunda mitad del siglo pasado y loque va corrido de este, es necesario que las comunidades seanescuchadas y apoyadas, para que desde all se empiecen a ges-tar estrategias para contar las historias. Es en el ambiente dondelas vctimas desarrollaron sus procesos, donde se encuentranlos relatos de quienes conocieron a las personas desaparecidas;

es en esos lugares donde se reconoce la labor que cada uno lle-vaba a cabo y que en muchos casos se convierte en la razn porla cual fue vctima.

En el barrio, el colegio, la localidad, la vereda, el pueblo, la igle-sia, la universidad, la plaza, los desaparecidos dejan de ser una

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82 ASFADDES:“el olvido disfrazado de memoria”

cifra y se convierten en seres sociales que desempeñaron una la-

bor. Las nuevas generaciones tienen el derecho y el imperativo desaber quiénes fueron esas personas que lucharon por el entorno.

Los primeros aportes de una verdadera poltica pública dememoria deben crear una geografía de la memoria, cuyo n esrecoger y simbolizar espacios locales, donde los desaparecidoshicieron presencia viva. Polideportivos, salones comunales, res-taurantes comunitarios, nombres de colegios, murales, cátedrasuniversitarias y todos los espacios donde converge la ciudada-na, son potencia de memoria.

En esta geografa se podra reconocer espacios donde habi-taron y realizaron su labor social personajes como Edilbrando

 Joya Gmez, Gustavo Campos Guevara, Rafael Useche, PedroPablo Silva, Rodolfo Espitia, los hermanos Acosta Rojas, loshermanos Sanjuán Arévalo, Orlando Garca Villamizar, Her-nando Ospina Rincn, Antonio Medina, Patricia Rivera y susdos pequeñas hijas, Eliana y Catherine; Luz Estela Castañeda,Fernando Arias, Bertha Lucia Martnez, Eduardo Loffner, Ali-

rio de Jesús Pedraza, Leonardo Gmez, Antonio Hernández,Lus Antonio Arismendi y tantos que no alcanzara ni el da nila noche para terminar de nombrar.

De esta manera, lo que se debe garantizar es que la memoriase convierta en un verdadero derecho de los pueblos y de lasvctimas. La reconstruccin de la memoria, desde lo local, va apermitir que sea un proceso de memoria viva desde la digni-dad de los pueblos, donde no slo se plasmen los hechos comosimples recuerdos en el horizonte, sino que, por el contrario, sea

una constante presencia, un imperativo de no repeticin.

La memoria como pilar de los derechosfundamentales de las víctimasReconstruyendo desde lo local, la memoria se puede llegar aconstruir la historia de un pas desangrado en los últimos años.Por eso, verdaderos procesos de polticas públicas para la re-construccin de la memoria no pueden dejar de lado la garantade los derechos fundamentales de las vctimas, a saber la verdad

real y a exigir justicia proporcional a la gravedad de los delitos.Así, se debe identicar plenamente el papel del victimario en

el ámbito de las responsabilidades, desde el que orden hasta elque ejecut. Esta es la única forma para garantizar que esta ver-

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832. Propuestas sobre una Poltica Pública de Memoria para Bogotá, D.C.

dad no sea institucional, para que una vez más no se interponga

la verdad de los victimarios sobre la versin de las vctimas.También es necesario incluir las luchas incesantes de los fa-

miliares de las vctimas, de nuestros procesos de resistencia. Sedebe reconstruir el papel de nosotros y nosotras como sujetospolticos que nos hemos negado a guardar un silencio impune;que desde la resistencia civil y pacíca hemos buscado la garan-ta de nuestros derechos, enfrentándonos constantemente a unEstado indiferente que se niega a reconocer sus crmenes.

Para realizar este proceso, es necesario reconocer las causasestructurales de orden poltico, social y econmico que han lle-vado a que este conicto tenga las dimensiones actuales. Y paracontar toda su historia, es tarea urgente reunir todas las herra-mientas posibles que permitan que no continúe su silencio.

Es imperante una total subversin cultural, que cuente a tra-vés de todos los lenguajes posibles lo que en este territorio hasucedido. Desde la teora hasta la educacin popular, pasandopor el arte, la fotografa y los medios de comunicacin alterna-

tivos, se debe lograr una relacin estrecha para relatar la infa-mia que ha dejado la alianza perversa entre clase gobernante,militares y terratenientes. En este proceso, los estamentos delEstado verdaderamente demcratas deberán propiciar, comoestá sucediendo con la Alcalda de Bogotá, la construccin delugares y espacios verdaderamente públicos de orden nacional,regional y local donde quede reejada la expresión del país enel que nos toco vivir.

Un posible primer paso para empezar a contar la historia

desde la verdad real, es la construccin de un museo de la infa-mia que recoja entre imágenes, vdeos, archivos de audio, tex-tos, pinturas y otros elementos posibles, temas fundamentalesen estas últimas décadas como son los pactos entre polticos,maosos y paramilitares, las estrategias de guerra sucia, la eje-cucin de planes homicidas dirigidos por agentes del Estado, lananciación por parte de multinacionales a grupos paramilita-res, que apenas los medios han empezado a sacar a la luz públi-ca y que cada da se olvidan entre realities y cortinas de humo,

dirigidas desde el Gobierno y sus jefes de prensa.El saber la verdad es la primera garanta para derrotar la im-punidad y aplicar justicia proporcional. Por ello, es clave volvera recordar que la memoria no es un simple recuerdo en el ho-rizonte; al contrario, es un acto vivo de dignidad. La memoria

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84 ASFADDES:“el olvido disfrazado de memoria”

no es un acto de solidaridad, no es un deber del Estado: es un

derecho civil de las vctimas pero sobre todo de los pueblos.Para terminar, y con el interés de propiciar un debate, de-

 jamos un aparte de un texto escrito por la periodista argentinaLila Pastoriza. Dice:

“Nosotros entendemos que el deber de memoria no existe.No es otra cosa que un postulado moral que, entre otras consecuen-cias, ha llevado a la creación de un dilema falso y engañoso – ¿Es preciso olvidar o es preciso recordar?– cuyas respuestas armativas auno u otro extremo paralizan cualquier decisión y acción. Pero lo más

 grave es que se plantea como una decisión estrictamente individualque, por consiguiente, exime a la administración estatal de cualquier responsabilidad… De ahí que sostengamos que el deber de memorianunca puede fundamentar una política pública. Y, en cambio, que elconocimiento de los esfuerzos para alcanzar relaciones sociales equi-tativas y democráticas, de los valores éticos que han animado esas lu-chas, de las experiencias y proyectos de quienes las protagonizaron,del terror de Estado en contra de ellos, que el conocimiento de todo elloconstituye un derecho civil, que eso sí funda y basa la responsabilidadde la administración pública, porque es ella quien debe garantizar a

los ciudadanos el ejercicio de ese derecho, poniendo los medios que posibiliten hacerlo”.

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REINICIAR

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MOVICE

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Memoria histórica: una propuesta depolítica pública para el distrito, desdelas víctimas de crímenes de Estado2

Movimiento Nacional de Víctimas deCrímenes de Estado - Movice

“La memoria de los perseguidos y asesinados, La memoria de los crímenes, la memoria de las luchas y contextos

dentro de los cuales se produjeron tantas injusticias y sufrimientos, esun llamado a la sociedad, es una toma de conciencia, de lo que NUNCA

 MÁS debe tolerarse”

Colombia Nunca Más

1. Introducción

Para hacer un acercamiento a una poltica pública de la recupe-racin de la memoria histrica en Bogotá, y una construccinsocial de la verdad de los crmenes de Estado cometidos en elpasado y el presente que permita la superacin de la impunidady conduzca a un proceso de satisfaccin de los derechos a la ver-dad, justicia y reparacin integral de las vctimas, es necesarioreexionar sobre las dinámicas que subyacen al ocultamiento delos hechos crueles de muerte y exterminio –desapariciones forza-das, tortura, ejecuciones extrajudiciales, detenciones arbitrarias,

amenazas, hostigamientos– que han sucedido en los más de 40

2  Texto entregado por el MOVICE, expuesto en la sesión de las Mesas Consultivas por la Memoriallevada a cabo en octubre de 2009 a propósito de la conmemoración del 11 de octubre, DíaDistrital por la Memoria.

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años de conicto armado en Colombia en contra de campesinos,

indgenas, sindicalistas, profesores, estudiantes, periodistas, mi-litantes, dirigentes polticos y lderes cvicos; de colombianos ycolombianas que se han opuesto al proyecto de pas de las cla-ses dirigentes y que normalmente involucran al Estado como suresponsable. Dicho acercamiento es urgente, toda vez que estoscrmenes de Estado han tenido una particular agudizacin enlos dos perodos presidenciales de Álvaro Uribe Vélez, apoyadoen su doctrina de “Seguridad Democrática” y su “lucha contrael terrorismo”, cuya consecuencia ha sido el deterioro del tejidosocial y la cimentacin de la crisis humanitaria actual.

Pero, ¿por qué se han ocultado estos crmenes con el mantodel olvido y la coraza de la impunidad? ¿Qué mecanismos hanforjado una poltica del olvido como la única garanta de no repe-ticin cuando ésta debera ser una poltica de la memoria? El Mo-vimiento Nacional de Vctimas de Crmenes de Estado, Movice,ha hecho evidente que estos crmenes son parte de una polticade Estado que históricamente ha coadyuvado, prohijado y nan-

ciado dinámicas de “guerra sucia”, bajo las gura de estructurasparamilitares y la participacin de agentes del Estado en diversasmasacres, asesinatos selectivos, genocidios polticos, ejecucionesextrajudiciales, tortura, entre otros, para defender un modelo desociedad basado en la exclusin, el despojo y la injusticia social.

Borrn y cuenta nueva o el recuerdo instrumental de nuestrosmuertos, ha sido y sigue siendo la invitacin, como si el recuerdode estos crímenes emergiera del “injusticado delirio” de unoscuantos “rencorosos”, y el olvido fuera virtud suprema, a sabien-

das de que la verdad histrica es otra, y de que cuando no seconoce, se repite. As mismo, por añadidura, el olvido carcomede dolor fsico y espiritual a familias enteras ante el daño irre-parable, además de los destrozos materiales, sociales, polticos ypsicolgicos a los que han sido sometidas. En tal sentido, las vc-timas de crmenes de Estado nos resistimos al olvido, a la paz yreconciliacin que no estén atravesados por un auténtico procesode verdad, justicia y reparacin integral.

Para tal efecto, se requiere una voluntad poltica decidida por

parte de los gobiernos nacional y distrital, a partir del compro-miso de recuperar la memoria histrica del pas, lo que implicasu reconocimiento público y su responsabilidad en los crmenesque los involucran. Es necesario advertir que el Estado ha utili-zado una estrategia sistemática de mentira y olvido, en conni-

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vencia con los medios de comunicación, que justican los críme-

nes cometidos, logrando mantener una legitimidad y respetabi-lidad en el ámbito de la sociedad civil responsabilizando a lasvctimas de la agresin a la que fueron sometidas (se recuerdanlas alusiones del expresidente Uribe frente a la Unin Patritica,en donde declaraba que este partido poltico fue responsable delgenocidio sufrido, por combinar las formas de lucha).

Una poltica pública de la memoria para la ciudad de Bogotádebe auscultar las raíces de este conicto histórico, lograndoidenticar y reconocer las características de los crímenes de lesa

humanidad. Esto es su carácter inhumano, la contraposicin delas vctimas y sus proyectos de vida y pas, as como su condi-cin de poblacin civil frente a los criminales o responsables,trátese éstos de agentes del Estado o particulares (paramilitares,sicarios, terratenientes, empresarios, polticos, entre otros); losmviles, sean de tipo social, poltico, étnico, religioso o cultural,y las situaciones histricas que conllevaron a la comisin de di-chos crmenes3.

“El reconocimiento social de los crimines estatales y sus víctimas ata-ñe directamente a la posibilidad de señalar e identicar públicamente alos autores de los crímenes. Salvo esfuerzos puntuales, durante muchotiempo las acusaciones que han sido hechas en este campo son genéri-cas, sin nombres propios y sin pruebas que documenten las denuncias.Se requiere pasar a la identicación individual de los responsables dealto nivel, y a la realización de acciones que impliquen sanciones mo-rales y políticas de los autores intelectuales y materiales de los críme-nes de Estado”4.

¿A quién benecia la amnesia colectiva? ¿Cómo son las mo-dalidades de olvido implementadas por el Estado colombiano?¿Qué benecio trae al Estado y cuáles son las consecuencias parala sociedad colombiana en general? ¿Cuál es el papel de los me-dios de comunicacin, las estructuras jurdicas del Estado y losgobiernos nacional, distrital y local? Estos son interrogantes quesaltan a la vista, tras una indagacin más compleja que pretendecomprender las causas del terror de Estado desde una ética po-

3 Ver: La estrategia de la memoria, proyecto Colombia Nunca Más.

4 Ver: Desaíos actuales en la construcción social de la verdad y la memoria históricas , FundaciónManuel Cepeda Vargas.

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ltica, y no propiamente en el lugar de la instrumentalizacin de

la memoria para efectos de mostrar resultados.En este sentido, es vital hacer evidente que la memoria hist-

rica trasciende los postulados de la mera reparacin simblica,en la que quedara resarcido el derecho de las vctimas a cono-cer la verdad y, por tanto, la sociedad debera sentirse satisfe-cha por la enunciacin de los episodios oprobiosos de los quefueron objeto. Se trata más bien de avanzar integralmente enla construccin de los hechos que vulneraron gravemente losderechos humanos, con la ptica de poder avanzar en una re-paracin integral ética, como resistencia al olvido y la opresin.

Entendemos por reparacin integral, el ejercicio de las dimen-siones de satisfaccin, indemnizacin, restitucin, rehabilitacinpara las personas y colectivos victimizados. Pero, adicionalmen-te, para que estas medidas sean sostenibles y evitar nuevos he-chos violentos que atenten contra los Derechos Humanos de lapoblacin, es necesario contemplar las garantas de no repeti-cin, las cuales se expresan en medidas de reparacin poltica.

Lo anterior permitira la adopcin de cambios estructurales,con miras a evitar la repeticin de estos crmenes y la construc-cin de un modelo de Estado y sociedad basado en la equidady la justicia social, partiendo del reconocimiento de los dañosocasionados a las vctimas por las violaciones sistemáticas alos Derechos Humanos, pero también del reconocimiento de laafectacin de estos hechos al conjunto de la sociedad5.

El Movice reivindica la recuperacin de la memoria histri-ca como derecho fundamental al esclarecimiento del terror de

Estado, pero además exhorta al gobierno distrital a que dichapoltica pública de la memoria no se asemeje a la recuperacinde episodios inconexos, cometidos por agentes aislados o “man-zanas podridas”, en el decir de algunos, sino que sea ésta todauna poltica pública integral de recuperacin de memoria hist-rica. Una memoria que permita resignicar y dignicar la vidade los familiares, una memoria que incentive la organizacin yla puesta en escena de sujetos polticos con perspectiva de rei-vindicacin de derechos humanos, actualizando los hechos del

pasado y proyectando las luchas del presente y el futuro.

5 Ver: Presupuestos de la Reparación Integral: las víctimas como parte indispensable del diálogo, el Esta-

do como garante y responsable del derecho, Grupo de Trabajo Pro Reparación Integral . Bogotá, 2007

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2. Crímenes de Estado y su sistematicidad

La grave situacin humanitaria por la que atraviesa el pas es devieja data y se sumerge en contornos poco crebles e inverosmi-les al son de las estadsticas. Según el Proyecto Colombia Nunca

 Más (La estrategia de la memoria), desde 1966 hasta junio de2006, agentes del Estado o fuerzas paramilitares han cometidopor lo menos 40.000 asesinatos, 7.000 desapariciones forzadas,25.000 torturas y han provocado el desplazamiento forzado demiles de familias, individuos y organizaciones sociales.

Otras organizaciones defensoras de derechos humanos ybancos de datos han dado a conocer que, en el perodo compren-dido entre 1965 y 2009, se gener el desplazamiento forzado demás de cuatro millones de personas, más de diez mil ejecucionesextrajudiciales6, cinco mil asesinatos de personas en el genocidiode la UP y el PCC, la desaparicin más de diez mil personas en-terradas en fosas comunes, la usurpacin de más de 5,5 millonesde hectáreas de tierras a comunidades enteras, hoy en manos deparamilitares, terratenientes y narcotracantes; y la cerca des-

aparicin de aproximadamente 33 pueblos indgenas

7

.En el documento Política Integral de Acción en Derechos Huma-nos: Una apuesta desde las Víctimas de Crímenes de Estado, el Mo-vice document el asesinato o desaparicin forzada por fuerade combate de por lo menos 3.040 personas a manos de gruposparamilitares, pese al proceso de negociacin y aplicacin de unmarco jurídico que los benecia con penas mínimas, que va endetrimento de los derechos de las vctimas a la verdad, justiciay reparacin integral8.

El no reconocimiento de que la existencia de un conicto po-ltico, social y armado, estimula la inaplicacin del DIH y delprincipio de distincin en particular, ha generado un subre-gistro de 1.400 personas que han sido vctimas de ejecucionesextrajudiciales, presentadas como “falsos positivos” de guerra,según lo indica un incremento considerable del 65,51% en laparticipacin de la fuerza pública en relacin con las vulnera-

6 Ver: Inorme de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Situa-

ción de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario en Colombia, del 1 de enero al 31

de diciembre de 2008.

7 Inormación extraída del texto Lineamientos para una política pública garantista de los derechos

de las víctimas de la Mesa Nacional de Víctimas.

8 Cira tomada de Comisión Colombiana de Juristas en el año 2009.

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ciones a los derechos humanos, ocurridas entre 1997 y media-

dos de 20029.Las violaciones a la vida, libertad e integridad de los sindi-

calistas alcanzan la cifra de 2.402. El asesinato de más de 430sindicalistas en los gobiernos de Álvaro Uribe Vélez, corroboraque no existi un cambio estructural en la violencia antisindical.

Se le agrega la continuacin del desplazamiento forzado,que arroja la cifra de 1.750.000 personas más desplazadas, parauna cifra promedio de 4 millones de desplazados internos. Laimpunidad ha favorecido a sus perpetradores, mientras se le-galizan millones de hectáreas usurpadas por las estructuras pa-ramilitares y se incumplen los fallos de la Corte Constitucionalpor parte de las entidades responsables de atender a la pobla-cin desplazada, lo que ha mantenido y profundizado el estadode cosas inconstitucional.

La preocupante violencia poltica contra pueblos indgenas,que ha afectado a más de 1.600 miembros de sus comunidades;las condiciones de exclusin y marginamiento en que se encuen-

tran, el incumplimiento constante de los acuerdos suscritos, lainstalacin de bases militares dentro de sus territorios, vulneransu autonoma. Adicionalmente, el gobierno Uribe no respald laDeclaracin de Derechos de Pueblos Indgenas del Mundo.

Los señalamientos, la descalicación y estigmatización delalto gobierno contra organizaciones sociales y defensoras dederechos humanos, y contra la oposicin o disidencia polticaen general, han generado un ambiente hostil para el ejercicio delas libertades y derechos fundamentales.

Ha habido ausencia de investigacin y sancin a los respon-sables de graves violaciones a los derechos humanos y crmenesde lesa humanidad e impunidad en el proceso de negociacincon los grupos paramilitares, quienes han sido favorecidos conmedidas econmicas y judiciales. Al mismo tiempo, se ha brin-dado un tratamiento en extremo generoso con los victimarios,mientras a sus vctimas se les estigmatiza, se les persigue y seles desconocen sus derechos a la verdad, la justicia y la repa-racin integral. Tampoco se han tomado medidas serias para

garantizar la no repeticin de esta tragedia.

9 Inorme del Observatorio de los Derechos Humanos Coordinación Colombia-Europa. 2008.

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Las estructuras paramilitares no han sido desmontadas. En

cambio, presenciamos la reingeniera, reestructuracin y rearmede estos grupos, as como la profundizacin del control poltico,econmico y social, as como la continuidad de la sistemáticacomisin de crmenes y violaciones a los derechos humanos.

La paramilitarizacin de la sociedad y de las institucionesdel Estado y la permanencia de los vnculos histricos entreagentes del Estado y paramilitares a muy alto nivel, se conr-ma con el elevado número de importantes servidores del Esta-do comprometidos con las estructuras paramilitares que estánsiendo investigados, 90% de los cuales pertenecen a los partidosy movimientos de la coalicin de gobierno.

Adicionalmente, se ha promulgado una legislacin contrariaa los derechos de las comunidades: Ley de Aguas, Estatuto deDesarrollo Rural, Ley para el Saneamiento de la Propiedad In-mueble, entre otros.

La negociacin de los Tratados de Libre Comercio, TLC, haestado encaminada a dejar en mayor desproteccin a sectores

agrcolas e industriales, y condenará a cultivadores y pequeñosempresarios a quiebras seguras, afectando al sector agro y, porende, a la seguridad alimentaria.

La implementacin del Plan Colombia, bajo el argumento dela lucha contra el narcotráco y el terrorismo, ha servido paraencaminar la intervencin extranjera, estigmatizar y perseguira comunidades enteras y criminalizar al campesino cultivador.Las fumigaciones, por su parte, han generado impactos nega-tivos para el medio ambiente y la salud humana, mientras el

narcotráco no se debilita, sino que se fortalece.A la institucionalizacin de la guerra y el incumplimiento delEstado en sus obligaciones de garantizar los derechos humanosde todas las personas, en particular la vida e integridad perso-nal y libertad individual, se suma la falta de voluntad para bus-car alternativas ciertas con la perspectiva de lograr la liberacinde las personas privadas de la libertad en razón del conictopoltico, social y armado, a través de un acuerdo humanitario.

En este contexto de violencia exacerbada, se han generado

impactos en la salud mental de personas, familias y comunida-des en la sociedad en general. Ha sido ésta la que ha sufrido unaprogresiva legitimación y justicación del uso de la violencia yel poder autoritario, por encima de las prácticas deliberativasy democráticas, refrendando en el colectivo imaginarios que

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94 Memoria histrica: una propuesta de poltica públicapara el distrito, desde las vctimas de crmenes de Estado

acentúan la intolerancia, el individualismo y la estigmatiza-

cin.10

3. ¿Por qué una política pública de la memoria?En Colombia, los crmenes de lesa humanidad han sido un ins-trumento para silenciar, disminuir y reprimir a la oposicinpoltica, implicando a sectores de la sociedad civil. Ejecucio-nes extrajudiciales, tortura, desapariciones forzadas, detencio-nes arbitrarias, amenazas y hostigamientos se han interpuestocomo parte de la guerra sucia, sin que la sociedad civil conozca,comprenda y partcipe en procesos de recuperacin de memo-ria histrica y pueda incidir activamente en la superacin dela impunidad y las demandas de verdad, justicia y reparacinintegral.

No obstante, debe precisarse que, aunque las vctimas deestos crmenes son las directamente afectadas, es la sociedaden su conjunto la que ve socavada su vida ciudadana, pues setrata de crmenes en contra de la humanidad que resquebrajan

el tejido social, impiden el desarrollo de los derechos humanosy naturalizan lo que debe ser rechazado.Una poltica pública de recuperacin de la memoria histri-

ca para el Distrito Capital es vital como derecho fundamental,pues se trata del derecho legtimo al conocimiento de los tratoscrueles y degradantes en contra de la humanidad, única garan-ta de que los mismos no vuelvan a repetirse, además que resul-ta necesaria como forma de generar ciudadanos y ciudadanasconscientes de las problemáticas y activos en la exigibilidad de

este derecho.Una poltica de esta ndole implica una voluntad polticairrestricta del Estado colombiano en reconocer su papel en estoscrmenes, as como su voluntad de avanzar en materia de ver-dad, justicia y reparacin integral a las vctimas. De la mismamanera, el gobierno distrital deberá avanzar desde una volun-tad de poltica integral que vaya más allá de la mera nomina-cin en el Plan de Desarrollo Distrital, en la perspectiva de unamemoria que conduzca a procesos reales de participacin de las

vctimas de crmenes de Estado.

10 Corporación AVRE. Acompañamiento psicosocial a víctimas del conficto armado.

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“El proceso de esclarecimiento es en sí mismo un proceso de democra-

tización de la sociedad y una oportunidad para que las fuerzas socialesque han sido excluidas, perseguidas y estigmatizadas puedan partici- par de la vida pública”11 

4. Componentes

Responsabilidad del Distrito en los crímenes

El Distrito Capital debe reconocer la existencia del paramilita-rismo en la ciudad y los crmenes por parte de estas estructu-ras en contra de jvenes, lderes populares, comunidad LGBT,en tolerancia con la Polica Metropolitana y batallones urba-nos, que han permitido ejecuciones extrajudiciales, conocidascomo “falsos positivos”, hasta asesinatos selectivos, llamados“limpieza social; amenazas, hostigamientos y persecucin enlas universidades públicas, entre otros. Crmenes ligados a lareingeniera y apropiacin territorial del paramilitarismo en la

ciudad, tanto en las periferias populares, como en lugares cén-tricos como Corabastos, San Andresitos y Unilago12.Por tanto, será necesario avanzar en materia jurdica desde

el Concejo de Bogotá y la administracin distrital, de maneraque se generen decretos reglamentarios y acuerdos, donde seestipule la prohibicin del paramilitarismo, la derogacin ysuspensin de medidas normativas conducentes a la militariza-cin, criminalizacin y señalamiento de lderes cvicos y barria-les en sectores vulnerables. De esta suerte, se ha de implemen-

tar la puesta en marcha de una poltica de seguridad integral,que erradique redes criminales y promueva marcos jurdicostendientes a raticar a la ciudad como una urbe de derechoshumanos, ampliando la apropiacin territorial, cultural y pol-tica de los ciudadanos y ciudadanas en las distintas localidadesde la ciudad, y que sustente la creacin de recordaciones o mo-numentos en los sitios y comunidades donde se han cometidoscrmenes de Estado.

11 Ver: Desaíos actuales en la construcción social de la verdad y la memoria históricas , FundaciónManuel Cepeda Vargas

12 Ver: Grupo de Refexión sobre Políticas Públicas de la Secretaría de Gobierno.

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96 Memoria histrica: una propuesta de poltica públicapara el distrito, desde las vctimas de crmenes de Estado

De ah que resulte necesaria la creacin de una instancia gu-

bernamental adscrita a la Secretara de Gobierno, que permitalas disposiciones administrativas para facilitar la participacinactiva e integral de las vctimas de crmenes de Estado, as comola difusin de los resultados que arroje ésta, a través del CanalCapital y emisoras del Estado, como las páginas web ocialesdel Distrito, incentivando aportes relevantes para el esclareci-miento histrico en la ciudad y visibilizando los procesos parti-cipativos de las vctimas.

También se deberá permitir la difusin en los medios de co-municacin de crmenes cometidos en los distintos sectores dela ciudad, hayan sido éstos perpetrados por agentes del Estado,como por grupos paramilitares.

En la misma lnea, se nombrarán las calles, parques, foros pea-tonales y lugares emblemáticos de la ciudad en donde se dieroncrmenes de Estado, con los nombres de las vctimas que fueronasesinadas, dándole preeminencia a las localidades y barrios másafectados, especialmente los sectores periféricos de la ciudad.

Se deberá avanzar en materia de memoria histrica, buscan-do salidas jurdicas y administrativas para la restitucin de lastierras entregadas por paramilitares en otras regiones del pas,de donde fueron despojadas familias enteras, de manera quepuedan retornar a sus territorios. El gobierno distrital deberáfacilitar todas las disposiciones jurdicas que se requieran, ascomo los recursos nancieros necesarios para permitir, comogobierno intermediario, la restitucin de los predios devueltos.

Se hará indagacin histrica con la perspectiva de recupe-

racin de memoria histrica, facilitando los medios necesariospara la difusin de crmenes de Estado, buscando reconstruirepisodios de esta ndole en la ciudad. Esta indagacin deberáremontarse a 1948, desde el asesinato de del lder Jorge EliecerGaitán y el desencadenamiento de “La Violencia” en la ciudady el país, por los impactos de este período en la reconguraciónurbana de Bogotá, hasta la fecha, procurando reconstruir loshechos desde los actores perpetradores, mviles y vctimas, ascomo el contexto en el que se desencadenaron estos crmenes.

Se tomará en cuenta la violacin de los derechos humanos ensu totalidad, incluyendo el desplazamiento forzado, fenmenoque desde la época conocida como “La Violencia”, conformgran parte de los sectores sur orientales y sur occidentales de laciudad, as como otros sectores populares de la ciudad.

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972. Propuestas sobre una Poltica Pública de Memoria para Bogotá, D.C.

Se creará el parque-monumento a las vctimas de crmenes

de Estado, el cual estará ubicado en el parque Simn Bolvar deBogotá, en un área de un kilmetro cuadrado. Igualmente, seconstruirá una casa-museo de la memoria en cada capital de de-partamento. Esto será pactado con el Estado y todos sus gastosprocederán del presupuesto nacional. El diseño y contratacinserá encabezado por el Movice y las organizaciones de dere-chos humanos. Habrá un espacio exclusivo para los documen-tos, productos audiovisuales, cartas, fotos, entre otros, de usoexclusivo del Movice.

As mismo, se impulsará la realizacin de cátedras sobre me-moria histrica en los distintos colegios públicos y privados dela ciudad, siendo esta cátedra parte de los respectivos currcu-los, de suerte que la Secretara de Educacin implemente comoobligatorio un contenido especíco en memoria histórica. Estacátedra se instaurará también en las universidades públicas yprivadas de la ciudad. También se realizarán foros y debatespúblicos, promovidos desde el distrito con el Movice y las or-

ganizaciones de derechos humanos, abiertos a la ciudadana engeneral, que permitan avanzar en materia de poltica pública dela memoria y sean escenarios permanentes de veedura ciuda-dana respecto a la ejecucin de la poltica.

Se otorgará a las vctimas organizadas de crmenes de Estadoun programa de una hora diaria en el Canal Capital, as comoprogramas de radio destinados a difundir contenidos sobre laciudad, para su uso exclusivo y con la nalidad de promover,difundir y defender los derechos humanos en Colombia.

Garantía de participación y seguimiento de las víctimasa la política pública de la memoria

Se debe garantizar, promover y fortalecer las organizacionesde vctimas y su participacin activa, con autodeterminaciny autonoma en el diseño, implementacin y seguimiento a la

 política pública integral para la recuperación de la memoria históri-ca de las víctimas. Se garantizará la promocin de proyectos y

programas que permitan el desarrollo de sus actividades en ladefensa y reivindicacin de sus derechos, a través de la creacinde un sistema de vigilancia y proteccin. Todo lo cual debe ma-terializarse en la implementacin de la poltica en los planes de

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98 Memoria histrica: una propuesta de poltica públicapara el distrito, desde las vctimas de crmenes de Estado

desarrollo local y distrital, as como en los fondos de desarrollo

de los mismos.El Movice exhorta a la consecucin de los planteamientos

aqu desglosados, con la claridad de que el derecho de las vcti-mas y la sociedad en general a conocer la verdad sobre los cr-menes de Estado es un derecho fundamental, prestando énfasisen que cualquier avance en esta materia debe implicar a las vc-timas para una garanta de participacin real de ellas, as comosu carácter de integralidad, que no puede reducirse a la aplica-cin instrumental de decisiones asistencialistas o subsidiariasincapaces de generar avances importantes en la superacin realde la amnesia e impunidad histricas.

Otro aspecto concierne a la preocupacin que nos causa laidea de que una poltica en esta materia caiga en letra muerta,como ha sucedido con otras, ejemplo la Ley 375 de juventud,ampliamente denunciada por su inaplicabilidad y defectos téc-nicos y administrativos. Por tanto, hacemos expresa la peticinde que se acaten las disposiciones aqu presentes con miras a un

ptimo, participativo y dialgico proceso de poltica pública dela memoria, que permita una autentica superacin de la impuni-dad y un proceso real de verdad, justicia y reparacin integral.

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 ASFADDES

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REINICIAR

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¿Memoria para la política, o políticaspara la memoria?

Desafíos para las políticas públicas de memoria en elcontexto colombiano13 - Corporación Reiniciar

El Centro de Memoria, Paz y Reconciliacin de la SecretaraDistrital del Gobierno nos convoca a participar en la mesa con-sultiva, titulada sugestivamente como “Polticas de la Memoria,Democracia y Derechos de las Vctimas”. En concreto, se nos su-giere un intercambio sobre las condiciones para delinear y desa-rrollar polticas públicas de la memoria a nivel de las entidadesterritoriales, teniendo como referencia el proyecto que adelantael Distrito Capital.

Dado el énfasis de trabajo de nuestra organizacin, la Cor-poracin Reinicar14, no pretendemos plantear aqu un catálogo

13  Texto entregado por la Corporación Reiniciar al Centro del Bicentenario: Memoria, Paz y Recon-ciliación, expuesto en la sesión de las Mesas Consultivas por la Memoria llevada a cabo en octu-bre de 2009 a propósito de la conmemoración del 11 de octubre, Día Distrital por la Memoria.

14 La Corporación Reiniciar es una organización no gubernamental creada en 1993 con el pro-pósito de promover, deender y exigir los derechos humanos en Colombia. Desde sus iniciosha dedicado el grueso de sus esuerzos a la búsqueda de justicia por el genocidio cometidocontra el movimiento político Unión Patriótica, oreciendo a las víctimas y sobrevivientes de

este exterminio un acompañamiento integral que incluye apoyo jurídico, psicosocial, orma-ción y atención humanitaria. El litigio de este caso ante el Sistema Interamericano de Dere-chos Humanos ha sido la principal estrategia en la búsqueda de justicia, dada su constatadadenegación en las instancias nacionales. En ese marco se ha adelantado un proceso de do-cumentación de las violaciones, encaminado a evidenciar la pauta de persecución contra losintegrantes del movimiento y a evaluar el daño causado. Simultáneamente, la CorporaciónReiniciar ha impulsado la conormación de la Coordinación Nacional de Víctimas y Familiares

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102 ¿Memoria para la poltica, o polticas para la memoria?Desafos para las polticas públicas de memoria en el contexto colombiano

de medidas, ni una gua para su formulacin e implementacin.

Modestamente, esperamos contribuir al debate con algunas re-exiones que provoca la convocatoria.

Nos referiremos en particular a la polémica generada frenteal Centro Bicentenario, por ser éste un ejercicio  parcial de me-moria que, pese a ser impulsado por una entidad estatal, dis-crepa en varios aspectos de la agenda del gobierno nacional enla materia. En el mismo sentido, es de nuestro interés la discu-sin que suscita el uso de mecanismos tpicos de la denomina-da “justicia transicional”, en el contexto de un conicto armado

todava candente.Ambas controversias están inevitablemente asociadas a la

preocupacin sobre los usos y abusos de la memoria, que acon-seja tomar prevenciones para que en el cumplimiento del deberde recordar que le compete al Estado, no se generen totalizacio-nes de la verdad. Es decir, para evitar que una poltica públicade la memoria sea manipulada hacia la imposicin de un relatoocial. Con este afán, también indagamos vías para armonizar

la participacin de las organizaciones de la sociedad civil entodas las fases de la poltica pública, sin menguar su autonomay sin instrumentalizarlas.

Tales cuestionamientos han sido expresados de forma recu-rrente por sectores de vctimas y de derechos humanos en losdebates para la proyeccin del Centro Bicentenario. Por eso,aplaudimos que en esta oportunidad hayan sido explcitamenteincluidos por los organizadores preguntas orientadoras de lasmesas consultivas, y esperamos que esta actitud reexiva siga

caracterizando el resto del proceso mediante la celebracin deconsultas y evaluaciones peridicas.En lo que sigue, intentaremos sintetizar las polémicas que

hemos enunciado. A su turno, exploramos una serie de linea-mientos para afrontar de la mejor manera posible los desafosque presenta el contexto y aprovechar al máximo las ventajasque ofrece. En ambos casos, es el enfoque de derechos humanoslo que dirige nuestra reexión y, sin lugar a dudas, la directrizprincipal a la debe ceñirse la poltica pública de la memoria.

del Genocidio contra la Unión Patriótica, que ya cuenta con quince Coordinaciones Regionalesen todo el país y seis más en Bogotá. Todas estas acciones son las que han nutrido el procesode recuperación de la memoria que sustenta la presente reexión.

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1032. Propuestas sobre una Poltica Pública de Memoria para Bogotá, D.C.

Primera reflexión:

Los usos políticos de la memoria“La memoria es un instrumento maravilloso,

 pero falaz”

 PRIMO LEVI, Los hundidos y los salvados

Antes de plantear los desafos y las potencialidades del actualescenario para una poltica pública distrital de la memoria, espreciso subrayar el punto de partida desde el cual nos aproxima-mos al debate. La concepcin sobre la memoria que aqu aborda-mos, supone, por un lado, un núcleo axiomático que no está endiscusin: que la memoria es un derecho humano a ser respeta-do y garantizado por el Estado en su deber de recordar; es unaexigencia que no pretendemos relativizar. También asumimosque su plena realizacin es un objetivo prioritario en el contextocolombiano, y por tanto implica un conjunto de acciones estra-tégicas y la destinacin de los recursos econmicos pertinentes.Es decir, requiere del diseño y la implementacin de una poltica

pública, y no de respuestas esporádicas o inconexas. Por último,sostenemos que dicha poltica debe basarse en un enfoque dederechos humanos como rasero ético, al tiempo que debe poten-ciar la participacin de las personas a las que va dirigida.

Sobre estos aspectos, existe una suerte de consenso enColombia, reconocido en copiosos referentes normativos y enlos desarrollos jurisprudenciales que arman los derechos delas vctimas. Sin embargo, las múltiples iniciativas de memo-ria, impulsadas en la actualidad, presentan diferencias signi-

cativas, aun cuando proclamen ampararse en los mismos es-tándares. Algunas, incluso, observan una singular falta de co-herencia entre el marco normativo y los programas formuladosen su nombre.

Esa relativa maleabilidad de las polticas contra el olvidotiene que ver con la ndole misma de la memoria como relatosocial. En este sentido, y partiendo de un reconocimiento –almenos nominal- del derecho a la memoria, el debate crucialno es tanto la disyuntiva entre recordar o no recordar, sino el

asunto más complejo de cmo construimos la memoria: ¿cmoabordamos la necesidad de entender lo ocurrido, desentrañar elestado de cosas que lo posibilit y detectar sus modos de per-duracin en el presente? ¿Cuáles representaciones se deben ele-gir? ¿Cmo trasmitirlas?

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104 ¿Memoria para la poltica, o polticas para la memoria?Desafos para las polticas públicas de memoria en el contexto colombiano

Se trata de un ejercicio espinoso que no se reduce a mirar atrás,

pues la sustancia de lo que recordamos no brota automáticamen-te de las bases de datos, de los documento o los testimonios delas vctimas. Su elaboracin y posicionamiento público son resul-tado de un proceso que con interpretaciones y juicios va y vie-ne hacia el pasado, rehaciéndolo. Como bien señalan AlejandraOberti y Roberto Pittaluga, “toda memoria es una construccinde memoria: qué se recuerda, qué se olvida y qué sentidos se leotorgan a los recuerdos no es algo que esté implcito en el cursode los acontecimientos, sino que obedece a una seleccin con im-plicancias éticas y polticas”15. Conlleva, ante todo, elegir haciadnde dirigimos la mirada y con qué propsitos.

En términos de José Antequera, esta eleccin nunca es ajenaa la disputa entre horizontes de sentido y las relaciones socia-les en las que se sustentan; as, “las preguntas sobre qué, cmoy para qué recordamos u olvidamos por exceso o por defecto,relativas a los acontecimientos de vulneracin a los derechoshumanos, dependen de la relacin confrontativa entre actores

sociales, que se mueve en un margen donde, en uso de la me-moria, es posible también el abuso, pudiendo ser las estrategiaso los usos de carácter más o menos explcitos”16. En este senti-do, si somos consientes de la “intencionalidad”17 de la memoriaen funcin del presente, es preciso reconocer que también so-porta el riesgo del abuso y la instrumentalizacin: La tergiver-sación del pasado, la repetición supercial que lo hace estéril,la narracin de los sucedido como una serie de horrores inco-nexos, su petricación en museos silenciosos o emplearlo para

aliviar conciencias y como ejercicio nostálgico y paralizante, en-

15 Alejandra Oberti - Roberto Pittaluga, “¿Qué memorias para qué políticas?”, en El Rodaballo -Revista de política y cultura, Nº13, Buenos Aires, invierno 2001, www.memoriaabierta.org.ar.

16 José Darío Antequera Guzmán, “Políticas públicas de la memoria: Propuestas desde la perspectiva

reivindicativa”, Ponencia presentada en LASA Congress 2009, Río de Janeiro.

17 Sobre la intencionalidad de la memoria, Lila Pastoriza anota “¿Qué es la memoria? ¿Un retornoal pasado que a través de bases de datos y redes de archivos se aproxime a la “memoria verda-dera”? ¿O una elección, jamás neutral o aséptica, que se reapropia críticamente de lo aconte-cido? La pregunta por la “inocencia” o intencionalidad de la memoria directamente vinculada

con su modo de operar sobre el pasado y sus usos hacia el presente y uturo aparece comocuestión clave a la hora de interrogarse sobre las políticas públicas de memoria”. Y continúa:“Asumiendo el riesgo de simplicar demasiado, resulta bastante obvio que recuerdos y olvidosserán al menos dispares, entre quienes privilegien el reclamo de orden y seguridad y aquellosque demanden una sociedad justa y solidaria”. Lila Pastoriza, “La memoria como política pú-blica: los ejes de la discusión”, en: Marcelo Brodsky, Memoria en construcción: el debate sobre la

ESMA, Buenos Aires: la marca editora, 2005.

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1052. Propuestas sobre una Poltica Pública de Memoria para Bogotá, D.C.

tre otras, son estrategias usuales que orientan la experiencia de

la memoria hacia una suerte de olvido colectivo.Al referirnos a las polticas públicas de la memoria, no pode-

mos pasar por alto el rol fundamental que tienen las institucio-nes estatales como productoras de discursos y referentes sobreel pasado con carácter hegemnico. Esta preeminencia estatal ylos peligros constatados de su manipulacin sistemática18, obli-gan a establecer criterios y diseñar estrategias para evitar quela formulacin e implementacin de polticas desde el Estadotrastoque la reivindicacin del derecho a la memoria hacia unaimposición ocial de relatos viciados.

A juicio de Antequera, la intencionalidad poltica de la me-moria y las batallas por la denición de su sentido, no puedenegar la obligatoriedad de ciertos criterios de correccin, “deprincipios, que permitan que el margen de maniobra que per-mite toda regulacin jurdica no termine deviniendo en Polticade Olvido”19. Es decir, la ndole de la memoria como construc-ción social no signica que el amplio espectro de dilemas sobre

cmo y para qué se recuerda quede a la deriva.En nuestra opinin, este margen estará limitado, primero,por el núcleo axiomático del derecho a la memoria y su voca-cin para la no repeticin de las graves violaciones a los dere-chos humanos. En segundo lugar, y relacionado con lo anterior,se requiere de una poltica integral que dirija la memoria en posde la justicia y no como un sustituto de ella20, y que oriente la

18 Organizaciones de víctimas y de derechos humanos han denunciado el abuso del estableci-miento colombiano en las narraciones sobre el pasado: “La imposición de una historia ocial-estatal que desconoce la voz de las víctimas y que ha sido construida para eectos del mante-nimiento del poder, ha utilizado como medios la manipulación y tergiversación de la historia,la diusión de la misma a través de hechos cronológicos e inconexos y la promoción del olvidorente a los crímenes atroces. Desde estos reerentes históricos, la sociedad construye imagi-narios y representaciones sociales que orientan su orma de pensar y actuar rente a la reali-dad”. Grupo de Trabajo Pro Reparación Integral, Dimensión Política de la reparación Colectiva,Cuaderno de reexión sobre reparación integral, Bogotá, octubre de 2008.

19 José Darío Antequera Guzmán, op. Cit.

20 En ese sentido anota Antequera: “Inmersos en un marco de poder del cómo se construye lahistoria, la lucha contra el olvido es también una lucha que recae sobre ciertas ormas de ela-

boración de la memoria colectiva, lo cual nos conduce a la búsqueda de criterios que regulenla política de la memoria que se ejerce desde el Estado por su papel en la denición de la histo-ria ocial, las responsabilidades penales y la garantía de los derechos humanos. Vale entoncesdecir, la lucha contra el olvido es inseparable de la lucha por la justicia, puesto que la mismaestá basada, indeectiblemente, como primera medida, en el reconocimiento de lo ocurridocon carácter de autoridad”. José Antequera Guzmán, “Contribuciones hacia la reivindicaciónsocial de un derecho a la memoria”, mimeo, 2008.

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106 ¿Memoria para la poltica, o polticas para la memoria?Desafos para las polticas públicas de memoria en el contexto colombiano

construccin de recuerdos comunes hacia la reparacin efectiva

de las vctimas. Como tercer presupuesto, los criterios polti-cos deben preguntarse por la realidad actual, los peligros delpresente y la necesidad de construir sociedades sobre valoresdemocráticos. De esta forma, una poltica pública de memoriaen Colombia debe arrancar desde una lectura de nuestra época,que ponga en el centro la búsqueda de la paz, la justicia social yla superacin de la impunidad.

Por último, al lado de estos criterios, el rol del Estado debelimitarse a la generacin de escenarios para la construccin co-lectiva de la memoria, con amplia participacin de diferentessectores sociales y con el papel protagnico de las vctimas. Enningún caso hacia la imposicin de una memoria pública ya pre-fabricada. La participacin real y autnoma de las organizacio-nes sociales, no en términos de meras avaladoras21, es uno de loscaminos para que la fuerte presencia del Estado en el impulso alas polticas públicas de la memoria, en lugar de generar discur-sos hegemnicos, funcione como una palanca que contribuya a la

apropiacin crtica de una etapa crucial de nuestra historia.Segunda reflexión:Retos de una política pública deMemoria en un contexto no transicionalLos anteriores riesgos de abuso de la memora se intensicansin duda cuando, como sucede hoy en el caso colombiano, nonos encontramos frente a una transformacin radical del ordensocial y político hacia la superación del conicto armado y, pese

a ello, observamos la utilizacin de diferentes mecanismos tran-sicionales. Más aún, teniendo en mente las dicultades que su-pone una poltica pública de la memoria cuando el principal en-cargado de sacar adelante dicha poltica, el Gobierno nacional,es al mismo tiempo uno de los actores del conicto, y cuando elcontexto de violencia impide a las vctimas ejercer sus derechos

21 Las iniciativas de seguimiento y evaluación de las políticas públicas han estado centradas enla acción gubernamental. En Colombia, tradicionalmente se ha considerado que es el gober-nante a quien corresponde, en un proceso esencialmente técnico, diseñar, ejecutar y evaluarlas políticas públicas. Esto ha provocado que, en materia de planeación y desarrollo regionaly local, las ciudadanas y los ciudadanos, tanto como las organizaciones, sólo sean invitados aeventos ormales de validación.

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ciudadanos básicos y mengua la participacin reivindicativa de

otros sectores sociales.En ese sentido, la narracin de lo sucedido en nuestro pas es

una brasa ardiente por ser una historia tan prxima, cuyos pro-tagonistas participan del debate actual; por haber implicado atoda una sociedad que aún está inmersa en el conicto y apenasse asoma a comprender lo ocurrido; y, fundamentalmente, porla naturaleza de los hechos: la ejecución planicada de gravescrmenes contra amplios sectores de la poblacin, a manos delEstado o bajo su tolerancia y aquiescencia.

Pese a ello, la reconstruccin de la memoria no da espera. Losimperativos éticos y jurdicos en los que se basa la obligacinestatal de recordar tampoco dan lugar a vacilaciones sobre laprioridad que debe tener en la agenda pública de una sociedadque ha sido azotada por violaciones masivas y sistemáticas a losderechos humanos. De modo que no es una tarea que pueda se-guir posponiéndose hasta un eventual escenario de transicin.

Adicionalmente, los esfuerzos de varios sectores sociales en

la búsqueda de justicia, han puesto en el debate público la obli-gatoriedad de los derechos de las vctimas, con especial fuerzadurante las últimas décadas. Gracias es esto, existe una crecien-te conciencia sobre la necesidad de preservar archivos y docu-mentos, una relativa mayor receptividad en el ámbito ocial ainiciativas de los organismos de derechos humanos para pre-servar la memoria y mayor disposicin y apertura por parte delos familiares de las vctimas para re-pensar sus experiencias.

Nos encontramos entonces frente a un contexto, por un lado

hostil, dada la persistencia del conicto, pero con un enormepotencial en términos de la organizacin social y la articulacinde las reivindicaciones de las vctimas. El punto es concebirlas polticas públicas de la memoria desde la perspectiva de laconstruccin de la democracia, en todo tiempo y en funcin delas necesidades del presente para la superación de un conictoarmado todava vivo; no en miras a pretendidas y forzadas re-conciliaciones que supongan cuentas saldadas sobre el pasado.A su turno, la poltica pública de memoria debe ser implemen-

tada de la mano de otras medidas de prevencin y proteccin,que garanticen la participacin de las vctimas y de la ciudada-na en la construccin de una memoria colectiva, sin que debanafrontar nuevos riesgos de victimizacin o silenciamiento.

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108 ¿Memoria para la poltica, o polticas para la memoria?Desafos para las polticas públicas de memoria en el contexto colombiano

Tercera reflexión:

¿políticas parciales de memoria?Al analizar las actuales iniciativas estatales de memoria, nosencontramos en un escenario variopinto: la cruzada del olvidoemprendida por el alto gobierno para tergiversar la naturalezadel conicto, como un ataque de bandas criminales contra lapoblación laboriosa de Colombia; la escenicación amarillistadel horror como hechos inconexos de violencia a la que acu-den algunos organismos ociales de protección de los derechoshumanos, y la descontextualizacin sensiblera que ha carac-terizado las medidas de la Comisin Nacional de Reparaciny Reconciliacin, entre otras, coexisten con otras estrategiasociales mejor encauzadas. Con todo, si se trata de hacer unbalance generalizado de estas polticas, el panorama es bastan-te adverso a los nes de la justicia, la paz y la democracia en elpas. Esto explica la prevencin de varias organizaciones de de-rechos humanos que desconfan de toda accin proveniente delEstado colombiano en materia de memoria, incluso de aquellas

que se apartan del patrn.En nuestra opinin, si bien nos referimos conceptualmenteal Estado como un todo en materia de responsabilidad de de-rechos humanos, no podemos obviar que su funcionamiento yoperatividad está inmerso en múltiples tensiones, propias delejercicio poltico, de la descentralizacin y de la autonoma delos poderes públicos. Es un hecho que hay diferencias signi-cativas entre la apuesta del gobierno nacional en la negociacincon los paramilitares, y el rol asumido por las altas cortes en

la revisin de los instrumentos legales y de los procedimientos judiciales surtidos para el efecto.Por lo mismo, no ofrece ninguna ventaja negar la posibili-

dad de algunas “bisagras” en la accin estatal, o la existencia deprogramas ociales que se tomen en serio los derechos de lasvctimas. Es el caso de las propuestas de gobiernos territorialesque muestran una mayor apertura frente a la activa presenciacultural, poltica y jurdica de las organizaciones de vctimas yde derechos humanos para preservar, transmitir y ampliar la

memoria sobre el pasado doloroso de la sociedad colombiana.En lugar de impugnar esas iniciativas parciales, la Corpo-racin Reiniciar confa en que aperturas como la que ofrece elCentro del Bicentenario de la Secretara Distrital de Bogotá, sir-

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van como impulso y modelo de un diálogo genuino entre el

Estado y la sociedad civil. A su turno, invitamos a orientar losesfuerzos crticos hacia el conjunto de medidas estatales parasupervisar, cuestionar y develar aquellas que pretenden hacerde la memoria un instrumento poltico para el olvido.

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 ASFAMIPAZ

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Perspectiva acerca de una políticapública de memoria para Bogotá22

Asfamipaz

“Que la memoria no permita queel olvido sea un adepto más de

 la impunidad y de la injusticia”Una poltica pública de memoria debe ser garantista, que logreproteger este derecho y as mismo promover su ejercicio. A lapar, debe propiciar el debate social, poltico y cultural que llevea la construccin de una poltica pública, además de permitir elacceso de la ciudadana a la elaboracin de la memoria pública.

El dolor y el sufrimiento son para la memoria experienciasque han dejado huellas imborrables, causadas por el conicto

social y armado colombiano. Ha dejado rastros imborrables enuna gran cantidad de personas, entre ellas quienes han sido vc-timas del actuar del propio Estado colombiano.

Desde Asfamipaz, valoramos el interés que tiene la Secretarade Gobierno de la Alcalda Mayor de Bogotá con la creacin delCentro del Bicentenario: Memoria, Paz y Reconciliacin, pararecuperar la voz de todas las vctimas, buscando garantizar labúsqueda de verdad, justicia y reparacin integral, y obtenerel reconocimiento a la labor de cada una de las organizaciones.

Aún en medio de la situacin actual, es posible la creacin no

22  Texto entregado por el Asamipaz, expuesto en la sesión de las Mesas Consultivas por la Me-moria por Marleny Orjuela Manjarrés, en octubre de 2009 a propósito de la conmemoracióndel 11 de octubre, Día Distrital por la Memoria.

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112 Perspectiva acerca de una poltica públicade memoria para Bogotá

solamente del Centro de Memoria, sino la creacin de polticas

públicas de la memoria que garanticen su funcionamiento, for-talecimiento y permanencia, para que futuras generaciones ten-gan una poltica pública para el conocimiento de la verdaderahistoria colombiana y un centro de memoria que no permita larepeticin de ninguna clase de crmenes y vejámenes que borrennuestros sueños y sepulten nuestra memoria.

El Centro del Bicentenario: Memoria, Paz y Reconciliacindebe permitir que se siga conociendo la magnitud de los crme-nes de Estado en Colombia, al igual que la crisis humanitaria delas víctimas del conicto social y armado colombiano. Se debelograr que, a través del Congreso de la República, se instaure unaley que permita la creacin de una cátedra tanto en colegios comoen universidades sobre la memoria y la promocin de los dere-chos humanos; una cátedra que contribuya al crecimiento ético,poltico, moral y, por sobre todo, humano, que permita que todosy todas se apropien del dolor, y as conseguir un pas verdade-ramente solidario, donde no se repitan crmenes de lesa huma-

nidad y vejámenes que destruyan la dignidad del ser humano.Teniendo en cuenta que el derecho a la memoria y la promo-cin y defensa de los derechos humanos tienen como valoresprincipales la exaltacin de la verdad, la dignidad y la justicia,se debe lograr responder a través de las polticas públicas de lamemoria con el rechazo a la violacin a los derechos humanosy al derecho internacional humanitario, y se debe contribuir a lacreacin de una normatividad que avale de manera efectiva losderechos de las vctimas, tanto de crmenes de Estado como de

las víctimas del conicto social y armado colombiano.De igual manera, con una poltica pública de la memoria sedeben continuar rompiendo los silencios, las cadenas, los mie-dos, para as lograr dar mayor fortalecimiento a organizacionesy movimientos sociales que propugnan por los derechos huma-nos y el DIH, y por la defensa de los mismos, negándonos a laimpunidad y resistiendo contra todas las formas de violencia,sin importar su origen.

Una poltica pública de memoria debe ser una obligacin del

Estado, para que ratique no sólo la dignicación de las vícti-mas, sino además para que dé a éstas el reconocimiento de susluchas para visibilizar su propio dolor y el sufrimiento causadopor los victimarios. Esto también permite que la sociedad nosiga admitiendo la repeticin de los hechos.

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Que la poltica pública legitime el reconocimiento de la ac-

tual generacin y las siguientes, en una sociedad que necesitacerrar sus heridas y deje de ver los crmenes del pasado comouna amenaza. Se necesitara un resarcimiento de los daños y su-frimientos padecidos, comprendiendo todos los componentesen materia de los derechos de las vctimas, y tomando altamenteen cuenta los principios y directrices básicos sobre el derechosde las víctimas de violaciones maniestas de las normas interna-cionales de derechos humanos y de violaciones graves al DIH.

Las vctimas tenemos y debemos apropiarnos de nuestropasado. Porque recuperar la memoria histrica, como base dela ciudadana democrática, es un deber de justicia histrica,pues arma la calidad de la democracia y es una inversión defuturo. No debemos olvidar que la identidad se construye enbuena medida con el material de la memoria23.

Ahora bien. No aceptamos que con una poltica pública dela memoria se nos compadezca. Lo que buscamos es justiciaque conlleve a profundizar sobre los verdaderos signicados

de democracia, poltica, violencia e impunidad.Con la creacin del Centro Bicentenario: Memoria, Paz y Re-conciliacin, y la participacin de organizaciones y movimien-tos sociales que hemos luchado por la recuperacin de los espa-cios de memoria, es importante que se responda a la necesidadde unirnos para la gestin de un interés común, en cuanto ma-niesta el carácter de interés general de toda la sociedad colom-biana. Quienes estamos comprometidos con la defensa de losderechos humanos, tenemos el reto de alcanzar mayor ecacia

en las acciones emprendidas por su vigencia; de lo contrario,la alocucin de los derechos puede terminar generando gravesfrustraciones polticas.

La exigibilidad de los derechos fundamentales debe incluiruna orientacin diferencial para la cimentacin y aplicacin depolticas públicas, as como la existencia de garantas y meca-nismos previstos hacia la efectividad y concrecin de los dere-chos fundamentales e integrales de las vctimas.

Las vctimas debemos y tenemos que ser capaces de con-

templar ese pasado olvidado por algunos, especialmente poraquellos que pretenden desde su poder, sea poltico o militar,

23 Molinero, Carmen. Memoria y Democracia – El País, Madrid, 07 Noviembre 2004.

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114 Perspectiva acerca de una poltica públicade memoria para Bogotá

que en la sociedad se instale el olvido como la mejor manera de

dejar en la impunidad todos los daños causados a las vctimas.Debemos mirar atentamente la situacin de nuestro presentepara darnos cuenta de lo que está en riesgo, la posibilidad decaer en la impunidad o de ser excluidos, y se borre nuestra his-toria, a la vez que toda clase de crmenes y vejámenes se siganrepitiendo. Porque a medida que se va conociendo la verdad, esmás apremiante la necesidad de hacer y reclamar justicia antelos victimarios, quienes preeren el silencio y el olvido.

Lograr que a las vctimas y familiares se les garantice el de-recho a la reparacin integral, es un derecho y un deber éticoque se debe lograr desde una poltica pública creada desde delCentro Bicentenario de Memoria, Paz y Reconciliacin.

Sin dejar de mirarnos desde una categora de sujetos socia-les, que abarca los aspectos más variados de la vida social (sim-blicos, familiares, materiales, individuales o colectivos). Taldiversidad y pluralismo dene la multiplicidad de las accionesque por ende dan origen a nuevas acciones diferenciadas, pero

todas encaminadas a una misma exigencia: verdad, justicia yreparacin integral para las vctimas.Una memoria que construye y habita los museos, los nom-

bres de las calles, los himnos, las fechas conmemorativas, cons-tituye una suerte de “gestin de la saga identitaria”. Una me-moria edicante del mundo público y de la tradición: “Por ellase realiza el misterio a través del cual los individuos son adaptados einiciados en la comunidad. Este misterio se lleva a cabo por la historiade la comunidad y su tema central son las grandes obras y los grandes

 propósitos de los grandes predecesores. De ellos provienen los hombresnuevos, que se prueban a sí mismos al volverse partícipes de esa his-toria no acabada”24.

Los sueños e ilusiones de los que ya no están encarnan elcompromiso ético con las pasadas generaciones. Por eso la im-portancia de la imagen que transforma lo perdido, para quela desesperanza no se apodere de la exigencia de los derechosfundamentales de las vctimas y el sufrimiento lleve a la digni-cación de nuestro pasado. Que el dolor de toda pérdida sea

comprendido, que se empalice con todas las familias de las vc-timas, que pretenda que haya justicia, paz y entendimiento, que

24 Lippman, 1955, p.105.

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1152. Propuestas sobre una Poltica Pública de Memoria para Bogotá, D.C.

nos solidaricemos con todas las personas y organizaciones que

hayan sido vctimas de todos los crmenes de lesa humanidady todas las violaciones a los derechos humanos y al DerechoInternacional Humanitario.

Restablecer la conanza y la apuesta por lo colectivo entre lasorganizaciones y movimientos de vctimas debe obtener la ca-pacidad de nuestras luchas para obtener mayor capacidad paraactuar solidariamente en la búsqueda de nuestros objetivos.

Desde el recuerdo de los horrores del pasado, tanto indivi-dual como colectivamente, debemos seguir instaurando nues-tra conciencia humanitaria, visibilizando, inclusive, la partici-pacin y la responsabilidad de la sociedad por su silencio. Nopodemos seguir siendo tolerantes con el crimen.

Que la elaboracin de una poltica pública de memoria noslleve a hechos sociales con trascendencia histrica, reviviendoel trasegar de nuestros muertos. Esa historia es la que aporta elmpetu para buscar una sociedad igualitaria, ecuánime, justa,solidaria e incluyente.

Una política pública de memoria no permite la justicaciónde ninguna conducta violenta, que pretenda argumentarse sli-damente y tener bases para poder excusarse y seguir actuandoimpunemente.

Un centro de memoria debe ser un espacio de diálogo entorno a las experiencias, situaciones y testimonios de las vc-timas. Entre sus objetivos debe estar la dignicación de ellasy establecer el verdadero papel de la memoria histrica en elterreno de los derechos humanos, la vida poltica y ciudadana,

as como también generar una agenda constante con el interésde una transformacin y emancipacin de los derechos funda-mentales de las vctimas.

No debemos ni podemos olvidar la relevancia de la historiaen nuestras vidas. Si encontramos o damos una explicacin almargen de ella, entonces la comprensin sobre la realidad que-dará siempre mutilada. As mismo, la historia permite visibili-zar lo que las vctimas desde el pasado reclaman hoy; nos per-mite conocer la magnitud de la represin y de la violacin de los

derechos fundamentales, y reconocer moralmente a las vctimas.La poltica pública de memoria no debe ni puede permitirdesde el ámbito público la manipulacin de la historia. Por elcontrario, desde ah se debe conseguir visualizar la exigencia

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116 Perspectiva acerca de una poltica públicade memoria para Bogotá

de los derechos fundamentales de las vctimas y la exigencia al

respeto del Derecho Internacional Humanitario.Que se multipliquen las iniciativas para seguir recuperando

la memoria de las vctimas que por pensar distinto a la polticacomún en Colombia han sufrido tanta exclusin, represin yodio. Que la venganza cambie para que podamos seguir cons-truyendo un pas donde podamos encontrar una paz incluyen-te, donde todas y todos podamos vivir dignamente.

Que el intercambio y la reexión acerca de una política pú-blica de memoria como patrimonio colectivo y la puesta en co-mún de experiencias con el Centro Bicentenario de Memoria,Paz y Reconciliacin, constituyan dignos aportes a tan impor-tantes objetivos.

Con base en estas reexiones, desde Asfamipaz planteamoslas siguientes preguntas:1. ¿De qué manera el conjunto de organizaciones que veni-

mos trabajando en la creacin del Centro Bicentenario deMemoria, Paz y Reconciliacin podremos garantizar en el

futuro que este lugar no se convierta en tan solo un museoy que deje de ser un ente autnomo e independiente quegarantice el verdadero sentido de su creacin?

2. ¿Cmo ven a Asfamipaz las organizaciones de vctimas decrmenes de Estado y todas las organizaciones que han es-tado cerca de nuestra labor humanitaria y que también for-man parte de esta lucha por la reivindicacin de nuestrosderechos y la dignicación de las víctimas, dentro de esteproceso?

3. ¿Será posible que con las polticas públicas de la memorialogremos el cumplimiento de las obligaciones estatales ypúblicas con las vctimas?

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 ASFAMIPAZ

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CODHES

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Resistir el olvido y construirmemoria colectiva

Reflexiones de Codhes sobre la memoria

y el desplazamiento forzado3

PresentaciónCada persona desplazada en Colombia tiene una historia devida que se relaciona con delitos de lesa humanidad, crmenesde guerra, infracciones al derecho internacional humanitario oviolaciones a los derechos humanos, lo que signica que la vozde estos sobrevivientes debe considerase como un testimonioválido para construir la verdad, promover la justicia, asegurarla reparacin integral de las vctimas y contribuir a que la tra-

gedia no se repita.Estas historias individuales conuyen en una memoria co-lectiva que en forma de relato reproduce en el tiempo los he-chos, los nombres de las vctimas, los lugares y las circunstan-cias en que se produjeron las acciones armadas que provocaronel destierro y el desarraigo, lo que se constituye en una formade resistencia frente a la verdad de los victimarios y una opcinsocial para enfrentar la impunidad frecuente en las instanciasdel Estado.

3  Texto entregado por CODHES, al Centro del Bicentenario: Memoria, Paz y Reconciliación, en elmes de enero de 2009.

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120 Resistir el olvido y construir memoria colectivaReexiones de Codhes sobre la memoria y el desplazamiento forzado

Preservar esas memorias, aquellas que permanecen insta-

ladas en el recuerdo de cada persona y las otras, las que con-servan los grupos sociales afectados por la guerra y que hacenparte de historias que en ocasiones permanecen ocultas, es undeber urgente de las organizaciones de derechos humanos y delas propias asociaciones de las vctimas, pero también una obli-gacin que compromete al conjunto de la sociedad civil.

Este documento de CODHES, destinado al proyecto de Cen-tro de la Memoria que promueve la Secretara Distrital de Go-bierno, intenta una mirada a las vctimas de desplazamientoforzado como sujetas de derechos, en las circunstancias presen-tes en las que tiende a prolongarse el conicto armado internopero también proyectando un eventual escenario de postcon-icto. Esta mirada se entiende como identidad de las víctimasde desplazamiento, para saber cuántos y quiénes son, de dn-de salieron, en dnde se encuentran, por qué fueron forzadas asalir, a quienes se atribuye la responsabilidad de su situacin,cuáles son sus características sociales, económicas y demográ-

cas antes y después del desplazamiento.A partir de esta mirada, se busca que el Estado, la sociedady la comunidad internacional comprendan el rol de las vcti-mas de desplazamiento como seres humanos visibles, sujetosde derechos, que tienen una historia que contar y un olvido queevitar y que pueden y deben participar como constructores deuna verdad social que contrarreste la palabra dominante de losvictimarios.

Víctimas de desplazamientoLas personas desplazadas4 hacen parte del universo de vctimas.En forma genérica se habla de víctimas del conicto armado, peroen términos jurdicos una vctima es la consecuencia de un delito,que adquiere otra dimensión cuando está asociado a conictos

4 La Ley 387 de 1997 en su artículo 1, establece “El desplazado es toda persona que se ha visto

orzada a migrar dentro de un territorio nacional abandonando su localidad de residencia oactividades económicas habituales porque su vida, su integridad ísica, su seguridad o liber-tad personales han sido vulneradas o se encuentran directamente amenazadas, con ocasiónde cualquiera de las siguientes situaciones: Conicto armado interno, disturbios y tensionesinteriores, violencia generalizada, violaciones masivas de derechos humanos, inracciones alDerecho Internacional Humanitario u otras circunstancias emanadas de las situaciones ante-riores que puedan alterara o alteren drásticamente el orden publico.”

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armados en los que las partes enfrentadas niegan y no aplican las

normas humanitarias.En el caso del desplazamiento forzado, tipicado en el Có-

digo de Procedimiento Penal colombiano como delito5, prohi-bido en el Protocolo II Adicional a los Convenios de Ginebra6,integrado a la legislacin interna mediante la Ley 171 de 1994e incorporado en el bloque de constitucionalidad, las personasobligadas a huir constituyen el mayor porcentaje del universode vctimas que ha generado la guerra irregular en Colombiadesde comienzos de los años 60.

Las personas desplazadas son vctimas indirectas de hechosdelictivos atribuidos a todas las partes enfrentadas en el con-icto armado interno: ejecuciones individuales o colectivas,amenazas, hostigamientos, ataques con armas de efectos indis-criminados (minas, cilindros bomba, bombardeos y ametralla-mientos aéreos), detenciones arbitrarias, secuestros y toma derehenes, torturas, connamiento y otras formas de violación dederechos civiles y polticos que subyacen a la degradacin de

la guerra.En forma deliberada y sistemática, los actores de la guerrase niegan a distinguir entre combatientes y civiles, no limitanel uso de armas y promueven una idea perversa de reciproci-dad según la cual se “justicarían” los abusos propios porqueel enemigo hace lo mismo o es peor en sus formas y métodosde combate.

5 El artículo 159 del Código Penal Colombiano señala: “Deportación, expulsión, traslado o des-plazamiento orzado de población civil. El que, con ocasión y en desarrollo de conicto arma-do y sin que medie justicación militar, deporte, expulse, traslade o desplace orzadamente desu sitio de asentamiento a la población civil, incurrirá en prisión de diez (10) a veinte (20) años,multa de mil (1.000) a dos mil (2000) salarios mínimos legales mensuales vigentes, e inhabilita-ción para el ejercicio de derechos y unciones públicas de diez (10) a veinte (20) años.” De otrolado el artículo 180 indica: “Desplazamiento orzado. El que de manera arbitraria, mediante vio-lencia u otros actos coactivos dirigidos contra un sector de la población, ocasione que uno ovarios de sus miembros cambie el lugar de su residencia, incurrirá en prisión de seis (6) a doce(12), 0multa de seiscientos (600) a mil quinientos (1500) salarios mínimos legales mensualesvigentes y en interdicción de derechos y unciones públicas de seis (6) a doce (12) años. Nose entenderá por desplazamiento orzado, el movimiento de población que realice la uerza

publica cuando tenga por objeto la seguridad de la población, o en desarrollo de imperiosasrazones militares, de acuerdo con el derecho internacional.”

6 El Artículo 17 del Protocolo II Adicional subraya: “No se podrá ordenar el desplazamiento dela población civil por razones relacionadas con el conicto, a no ser que así lo exijan la segu-ridad de las personas civiles o razones militares imperiosas. Si tal desplazamiento tuviera queeectuarse, se tomarán todas las medidas posibles para que la población civil sea acogida encondiciones satisactorias de alojamiento, salubridad, higiene, seguridad y alimentación.”

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La consecuencia de estas prácticas es el desplazamiento

forzado de cuatro millones de colombianos durante el últimocuarto de siglo, especialmente pobladores rurales (campesinos,colonos, indgenas y afro descendientes) que enfrentan el des-tierro y el desarraigo en condiciones crticas y casi siempre endeprimidos espacios urbanos.

Las acciones armadas, la intimidacin, las amenazas, las fu-migaciones y las masacres son algunas de las razones que llevana miles de familias a dejar sus tierras para encontrar seguridaden otras regiones. Pero en las ciudades no hay tal seguridad. Sibien consiguen huir de las presiones de grupos armados, en lasurbes, las personas en situacin de desplazamiento se enfren-tan con la indiferencia de los ciudadanos y la falta de protec-cin por parte del Estado. En este sentido, quienes llegan a zo-nas urbanas huyendo de la violencia no slo padecen el delitodel desplazamiento sino que además tienen que asumir otrosproblemas. Junto con el abandono estatal llega la pobreza, lamendicidad y el hambre; as como también, la intimidacin, las

amenazas y, en ocasiones, nuevos desplazamientos forzados.El desplazamiento no es un fenómeno exclusivo del conictoarmado sino que debe asociarse también a la falta de satisfac-cin de los derechos fundamentales de personas vulnerables.En las ciudades, dicha vulnerabilidad se acentúa en la medidaen que, para las administraciones locales no slo es difcil resol-ver los problemas sociales que llevan al incumplimiento de losderechos de sus propios habitantes, sino que además reciben amiles de personas que requieren atencin urgente. Una ciudad

que no puede lidiar con sus propios problemas sociales, dif-cilmente resulta apta para atender las necesidades de personasvulnerables que provienen de otras regiones.

La costumbre y el olvido son los mayores enemigos de laspersonas vulnerables, pues siempre van de la mano de la indi-ferencia y la desatencin. La pobreza es común en la mayora deciudades colombianas y es más fácil asociar a una familia des-plazada con una familia pobre y as hacer invisible el problema.La crisis humanitaria que trae el desplazamiento forzado ter-

mina por exponer dos problemas fundamentales que le atañentanto al Estado colombiano como a la sociedad colombiana: 1) elEstado colombiano no puede satisfacer los derechos de las per-sonas vulnerables por su inoperante capacidad de respuesta.

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2) La sociedad colombiana acepta y está acostumbrada a esta

circunstancia.Los problemas sociales no son lo sucientemente atendi-

dos y el habitante común de una urbe termina por habituarse aesta situacin a tal punto que es frecuente ver a un ciudadanoapoyar un triunfo del gobierno nacional en cuanto a la guerracontra grupos armados ilegales, mientras en la cotidianidad ob-serva el fracaso social representado en una familia desplazadaque le pide ayuda. Muchas veces, el último cuadro le resultaindiferente.

Es claro que no será posible presionar un cambio en la capa-cidad de las administraciones locales para satisfacer los dere-chos de las personas vulnerables si primero no se motiva en elciudadano la necesidad de superar la indiferencia, enfrentarseal olvido y reclamar los derechos de quienes conviven en suregin. Para tal efecto, es necesaria la construccin de una me-moria colectiva, esto es, que el imperativo del colectivo es hacervisible la crisis humanitaria que da a da afecta a sus ciudades

y exigir una respuesta inmediata al respecto.Víctimas invisiblesEl desplazamiento forzado es un delito y las personas en situa-cin de desplazamiento no son pobres o indigentes, estas ca-ractersticas son consecuencias de una desatencin. Las familiasque viven en la pobreza o la miseria son vctimas de una pol-tica econmica excluyente que no es capaz de ofrecer igualdadde oportunidades para todas las personas. Sin embargo, en el

caso del desplazamiento forzado, la miseria viene después.Una de las principales causas de invisibilizacin del proble-ma del desplazamiento forzado en las ciudades y de su falta decomprensin por parte de la sociedad, es la confusin que nopermite diferenciar entre una persona pobre y una en situacinde desplazamiento. Ambas merecen una atencin especial porparte del Estado pero a una de ellas, a parte del no cumplimien-to de sus derechos, le han cometido un delito que debe ser obje-to de un proceso de verdad, justicia y reparacin.

Cada familia en situacin de desplazamiento en una ciudaddebe recibir atencin humanitaria, prrrogas, la inclusin enproyectos productivos, estabilizacin socioeconmica, entreotras garantas que permitan la satisfaccin de sus derechos.Paradjicamente, según el último informe de la Personera de-

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legada para Derechos Humanos en Bogotá, los aspectos men-

cionados son, precisamente, los que más desatencin presen-tan en la capital colombiana. Esta falta de garantas es la causafundamental de la confusin entre desplazamiento y miseria,pues si una persona vulnerable por haber sido desplazada lle-ga a una ciudad hostil que no le presta una atencin especial,fácilmente se encuentra a s misma en la pobreza. Una vez en lapobreza, los otros elementos del proceso de reparacin quedanexcluidos. Sin unas garantas fundamentales de subsistencia¿cmo se va a presionar una investigacin judicial? ¿Cmo seva a buscar la verdad?

La inoperancia en las polticas sociales para atender a pobla-ciones vulnerables termina por generar conictos entre ellas. Undesplazado ya no slo debe luchar por encontrar un espacio endnde sobrevivir en una ciudad, sino que además debe enfren-tarse a la perspectiva de las personas pobres que ven en ellos unacompetencia. El Estado no cumple a cabalidad con las necesida-des de ninguna de las dos poblaciones y esta circunstancia las

lleva a enfrentase entre s para conseguir la satisfaccin de susderechos.Aparte de la confusin entre pobreza y desplazamiento,

existe otro aspecto que hace invisibles a las vctimas del despla-zamiento forzado. Los habitantes de una ciudad como Bogotámuchas veces escogen ignorar el problema para no reconocersu responsabilidad en el fenmeno. El supuesto detrás de estaactitud consiste en armar que la administración distrital es laque debe encargarse de la situacin y en la medida en que no

lo haga, debe ser juzgarla por su negligencia. Para sostener estapostura es necesaria una visin sesgada de la situacin.El desplazamiento forzado no surge en Bogotá. Hace parte

de un problema estructural, es decir, de la manera en que elgobierno nacional lleva a cabo una política que resulta insu-ciente a la hora de proteger a la poblacin vulnerable. La segu-ridad democrática no cuenta con los elementos para conducirconjuntamente un ataque a los grupos armados ilegales y unaprotección a las personas que habitan en las zonas de conicto.

Los desplazados que llegan a la capital, lo hacen al no encontrarotra opcin de proteccin.Para la administracin distrital resulta abrumadora la can-

tidad de personas que exigen atencin y es imposible unarespuesta integral. Cuando la Alcalda Mayor de Bogotá, por

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ejemplo, decide tomar medidas frente a los desplazados y hacer

visible el problema, termina siendo atacada por su respuestainsuciente e incluso pos sus mismas políticas sociales. Los des-plazados exigen que la capital, al ser el centro de la institucio-nalidad del pas, pueda resolver la crisis, pero la administracinno cuenta con los recursos sucientes para encargarse de unproblema de proporciones nacionales.

De este modo, muchos ciudadanos calican negativamenteal gobierno local y se niegan a admitir que su apoyo incondicio-nal a la poltica de seguridad democrática hace parte del pro-blema, pues ante la necesidad de ver una mejora general en lalucha contra los grupos armados ilegales, escogen ser ciegos conrespecto a la realidad cotidiana de su ciudad, realidad que lesmuestra desplazamiento y pobreza en la mayora de sectores desu capital.

Contar personas no es contar historias de vidaSegún un informe de la Personera de Bogotá en la revista institu-

cional de diciembre de 2008, en los primeros once meses del año2008 se recibieron 14.783 declaraciones de personas y hogaresdesarraigados por causas relacionadas al conicto armado inter-no. Lo anterior representa un incremento de dos mil declaracio-nes más que en el año 2007.

Las declaraciones recibidas corresponden a la recepcin de52.165 personas, de las cuales 13.372 son niños y 12.883 niñas;14.391 mujeres y 11.519 hombres.

Usualmente el debate en torno al desplazamiento forzado

en Colombia se presenta en funcin de una cifra. Mientras quefuentes ociales presentan cierto tipo de incrementos o dismi-nuciones, las organizaciones no gubernamentales esgrimen nú-meros diferentes, recogidos a partir de métodos distintos. Estedebate desva la atencin del problema fundamental, el hechode que en los primeros once meses del año pasado más de cin-cuenta mil personas hayan llegado a la capital del pas por cau-sas relacionadas con el conicto armado es alarmante, y si hu-bieran sido diez mil también lo sera.

¿Qué hay detrás de cada una de las familias que arriban ala capital y se toman el trabajo de hacer la denuncia frente ala Personera? Si bien la cifra busca llamar la atencin sobre lagravedad del problema, parece que una reexión traída desdela simpata de cada ser humano resulta más necesaria. Cons-

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truir la memoria colectiva inicia por entender que cada número

representa una pérdida, una pérdida que debe ser recordada,reiterada, grabada en la historia de una nacin. La lucha contrael olvido es más efectiva cuando un hombre o una mujer consi-gue identicarse con la situación de otro hombre y otra mujer,cuando es posible imaginar qué sera de uno si le fuera arreba-tado lo que más ama y fuera arrojado a un lugar desconocido enel que el resto de personas con las que se tiene contacto despre-cian y desconfan. Las memorias del desarraigo se construyensi se evita la indiferencia de quienes reciben el dolor de otro ylo desechan.

Invitar a una reexión con respecto al desplazamiento for-zado en Colombia, es invitar también a una reexión acerca denuestra funcin en la manifestacin del problema. Una ciudades un colectivo de personas diferentes pero que pueden simpa-tizar. Dirigir la simpata hacia las personas vulnerables no escuestin solamente de entender una cifra, sino de ponerse en ellugar de otro y reconocer que su humanidad es tan importante

como la de uno, que detrás de cada número que se agrega a lacifra de desplazados que arriban a la ciudad hay una historiatan importante como la de uno.

Memoria para superar la impunidadBerln se caracteriza por ser una ciudad en la que cada esquinapuede asaltar a un visitante con una placa conmemorativa deuna vctima que, en el lugar donde se está leyendo, sufri enmedio de la primera o la segunda guerra mundial. Los restos

del muro de Berln todava se erigen en algunos puntos de laciudad con el orgullo de la memoria y sin el sesgo de la ver-güenza. La independencia del Perú se recuerda en Lima conun monumento gigantesco al libertador San Martin, y en en laHabana, el tanque de guerra con el que Fidel Castro combatia los invasores en Playa Girn, en abril de 1961, reposa en elcentro de la ciudad. En Bogotá, la estatua de Simn Bolvar sepierde peridicamente entre manifestantes de las vctimas deldesplazamiento forzado que exigen sus derechos a un receptor

que parece sordo y mudo.No es un cuadro comparativo que busca una sensibilizacin através de lugares comunes. En Colombia olvidamos con la velo-cidad asombrosa del cansancio. Una cotidianidad llena de tantodolor y violencia arroja como resultado unos ciudadanos can-

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sados, resignados y con ganas de olvidar. Cuando una vctima

quiere sacudirnos para conseguir justicia y verdad, muchas ve-ces preferimos la impunidad: es más cmoda, menos dolorosa.

La memoria es una responsabilidad incmoda. Una respon-sabilidad que es nuestro deber asumir y empuñar. No hay nadamás fácil que borrar para sentirse mejor, mirar hacia adelante yarmar con seguridad que en Colombia todo está cambiando,que los errores están en el pasado. Pero ésta tendencia nos llevaincluso a ser ciegos en el presente, a eludir a la fuerza la crisishumanitaria del pas y, lo más grave, a permitir la impunidad.S, la memoria es una responsabilidad incmoda, pero es nece-sario construirla en cada momento en cada ciudad. Una vcti-ma encontrará respuestas en la medida en que la sociedad civilesté interesada y lista para escuchar. Una justicia inoperante esresponsabilidad de los ciudadanos, un proceso de desmoviliza-ción es insuciente en la medida en que la sociedad civil no re-clame la verdad con interés comprometido. La Ley de Justicia yPaz no será efectiva si no hay una obligacin por parte de la so-

ciedad civil de exigir la verdad y la reparacin de las vctimas.Un monumento a Bolvar será slo bronce sordo y mudo si lasociedad civil no comprende que la construccin de una nacinse hace a partir de la batalla contra el olvido de los excluidos ylas víctimas. El conicto armado interno en Colombia se superaempezando por la construccin de la memoria.

Verdad, justicia y reparación para lasvíctimas del desplazamiento forzado

El deseo de construir memoria para superar la impunidad de-bería estar reejado en una ley como es la Ley de Justicia y Paz.Pero el énfasis de esta iniciativa legislativa parece estar limita-do a la facilitacin de procesos de desmovilizacin para conse-guir la reconciliacin nacional. Lo más visible son las ventajaspara los victimarios y no las garantas para las vctimas. En estadesigualdad es imposible plantear un escenario para la recon-ciliacin.

Las vctimas del desplazamiento forzado merecen una aten-

cin mucho más amplia y efectiva. La preeminencia de los de-rechos de la sociedad civil es fundamental en tanto que son másvulnerables que un grupo armado. En este sentido, un procesode reconciliacin debe cumplir claramente con la verdad y difu-sin de los hechos que afectaron a una persona o a un grupo de

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personas. Los victimarios deben estar comprometidos con ofre-

cer un testimonio público de sus acciones que no omita nada. Enlas audiencias públicas a lderes de grupos paramilitares no hasido clara la aceptacin del delito de desplazamiento forzado. Dehecho no hace parte del discurso en las audiencias pues la opi-nin pública no parece entender la crisis humanitaria que causa.

Los procesos judiciales contra los victimarios deben ser in-mediatos con respecto a los testimonios. La aplicacin de Leyde Justicia y Paz se ha visto afectada por imprecisiones en lasversiones libres de los lderes paramilitares y en las ayudas queson otorgadas a estos. Con respecto a los crmenes de lesa hu-manidad no se ha llevado a cabo con rigor la pérdida de los be-necios y, nalmente, muchos de los perpetradores de delitoscontra las personas desplazadas no reciben penas. Las victimasno observan con claridad cmo los delitos que fueron cometi-dos contra ellas son castigados.

En cuanto a la reparacin, la situacin es todava más con-fusa. La destinacin de los recursos a las personas afectadas

y su distribucin no parecen justos. Tampoco es claro el tipode reparacin que merece cada poblacin. Por ejemplo, anteel riesgo que signica para la vida un retorno a su lugar deorigen, una familia desplazada no puede aceptar como repara-cin la orden de volver a sus tierras bajo la supuesta garantade seguridad. Mucho menos, es transparente la informacinpara las vctimas acerca de la cantidad de personas que hasta almomento han sido reparadas material o psicolgicamente y lamanera en que esto se ha llevado a cabo. A parte de los proble-

mas de aplicacin de la ley existen los problemas de desinterésen la opinin pública. Frente a un proceso de desmovilizacin,el énfasis debera estar en la situacin de las vctimas y la res-ponsabilidad de los victimarios y no en las artimañas de losvictimarios para cobijarse bajo la ley y la ausencia de atencina las vctimas. Con el paso del tiempo, la sociedad civil, de nue-vo, escoge olvidar que se debe ejecutar un proceso de repara-cin, y que las vctimas no reciben el apoyo ni la atencin quese requiere para presionar acciones contundentes a su favor.

Nadie va a querer reconciliarse en este panorama tan desigual.

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La Corte Constitucional

y el rescate de la memoriaAl observar la falta de atencin de los gobiernos de turno, laCorte Constitucional colombiana decidi declarar un estado decosas inconstitucional con respecto al desplazamiento forzado.En este sentido pronuncia una sentencia (T-025 de 2004) queobliga al gobierno nacional a tomar medidas urgentes frente ala crisis y a arrojar resultados que indiquen que se está traba-

 jando por el goce efectivo de los derechos de las personas ensituacin de desplazamiento. A partir de la promulgacin de lasentencia, la Corte ha formulado diferentes autos que buscanla precisin en la satisfaccin de los derechos en relacin condiferentes comunidades vulnerables y diferentes situacionesespecícas en cuanto al desplazamiento forzado.

Con respecto al problema del desplazamiento forzado, unaperspectiva desde los derechos fundamentales consagrados enla constitucin de 1991 es necesaria. A partir de la sentenciaT-025 la Corte Constitucional colombiana enva un mensaje al

gobierno nacional y a la opinin pública que les indica lo im-perativo que resulta el compromiso con las comunidades másvulnerables como son las personas en situacin de desplaza-miento. La iniciativa de la Corte Constitucional es un llamadoa la necesidad de tener presentes a las vctimas por encima decoyunturas polticas y econmicas, es un llamado a rescatar lamemoria de las personas que hacen parte de la historia de Co-lombia y que sistemáticamente han sido dejadas de lado.

El rescate de la memoria es un proceso que parte de los prin-

cipios de la constitucin colombiana. Los derechos fundamen-tales son la base para saber si una comunidad es vulnerable ono. La satisfaccin de estos derechos es la medida para evaluarla capacidad de respuesta estatal y la situacin real de una po-blacin. Respaldar las acciones que propendan por un cum-plimiento de los derechos fundamentales implica ser crticofrente a las medidas de un gobierno que no pueda garantizardichos derechos. Según esto, la veedura de la sociedad civil sevuelve crucial al momento de evaluar a un gobierno. En el caso

concreto de Colombia, en donde el conicto armado pone enriesgo la proteccin de los derechos de diferentes sectores de lapoblacin, la exigencia en cuanto a nuestra memoria colectivaes que all donde se vulneren derechos fundamentales debe-mos estar todos resaltando el hecho y presionando su solucin.

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130 Resistir el olvido y construir memoria colectivaReexiones de Codhes sobre la memoria y el desplazamiento forzado

No olvidar, para no repetir

El delito del desplazamiento forzado hace parte de la realidadnacional y es una crisis que involucra a todos los colombianos.Si no reconocemos nuestra responsabilidad en el hecho de di-mensionar sucientemente la situación de las víctimas del des-plazamiento forzado y actuar con respecto a ella, estaremoscontribuyendo al olvido y con él a la injusticia y la impunidad.

El compromiso de los habitantes de una ciudad capital o decualquier casco urbano de Colombia es superar la indiferencia,reconocer a las vctimas como iguales en derechos que debentener las mismas garantas que uno y reclamar la visibilizacinde cada problema social con sus caractersticas particulares. Enel caso del desplazamiento forzado, la verdad, la justicia y lareparacin son elementos indispensables en el goce efectivo delos derechos de las vctimas.

El interés de la sociedad civil es el vehculo más importanteen la superacin de la crisis, un interés que se resiste al olvidode las vctimas y que se esfuerza por la preservacin de una

memoria colectiva. Con la memoria se hace del dolor y la injus-ticia pasados un camino para construir un presente que luchapor la satisfaccin de los derechos de todos, especialmente losmás vulnerables; con la memoria es posible resistir a la conde-na de repetir una y otra vez los errores que la negligencia y laindiferencia han trado. Con la memoria quizá dejemos de servctimas de la indolencia para pasar a comprender y defender alas vctimas del desplazamiento forzado.

 

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REINICIAR

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Memoria histórica

Fundación País Libre7

Del rapto al secuestroEl hecho del rapto en Colombia se reseña por primera vez en1917 con el secuestro de un telegrasta en Mariquita, con laintencin de hacerse a la correspondencia que éste tena a sucargo. En la década de los años 20 tuvo lugar también, esta vezen Bogotá, el rapto de varias doncellas en algunas calles y sitiospúblicos para ser utilizadas en la prostitucin y servidumbre.

En 1933 fue plagiada la niña Elisa Eder de 3 años de edad,hija del famoso industrial Harold Eder, quien pag un rescate de

$50.000, hecho que nos indica los nes económicos que comenzóa tener a tener esa práctica delictiva. Años después, en 1965 elpadre de Elisa también fue retenido y asesinado en cautiverio.

Cabe anotar que en Colombia se empieza a hablar de secues-tro como tal, con la toma de la Embajada de República Domini-cana en 1980 por parte del Movimiento 19 de abril, M-19, hoyreintegrado a la vida civil tras un proceso de paz. Este hechogener la preocupacin de varios gobiernos y la publicidad delgrupo que lo perpetrara. As mismo, la formalidad de la nego-

7  Texto entregado por la Fundación País Libre en diciembre de 2008, a propósito del Seminariode reexión sobre la construcción del Centro del Bicentenario: Memoria, Paz y Reconciliaciónrealizado el 30 de septiembre de 2008.

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134 Memoria histrica

ciacin entre el Gobierno y el grupo secuestrador convirti al se-

cuestro en una estructura ecaz para la obtención de benecios.Desde entonces ha podido verse al secuestro como una or-

ganizacin de empresa rentable. Sin embargo, más allá, debeverse como el origen de conictos y dolores individuales y co-lectivos que se extienden más allá del hecho inmediato de laretencin fsica de una persona.

Los padecimientos de quien se encuentra en la condicin desecuestrado, as como aquellos que experimentan sus familia-res, personas allegadas y entidades o instituciones a las cualesse encuentran ligados, tanto en términos de dinero y accioneslogsticas, como en los aspectos fsico y emocional, trasciendenel lapso de retencin y por ello, no se resuelven con la liberacinde la persona secuestrada. Sera pertinente en este punto repa-sar la condicin de los heroicos y aún románticos raptos de laantigüedad, ya histricos o mitolgicos, para comprender quesi el secuestro ha tenido siempre un lugar en la psiquis indivi-dual y en las estructuras sociales, es ésta una accin que inde-

pendiente de los propsitos de quienes la llevan a cabo, tienela ineludible capacidad de tensionar los elementos de cohesinsocial, as como de des-acomodar la estructura de un individuoy aún de des-integrarla, de tal manera que al término de su re-tencin, dicho individuo no va a ser aquel mismo que engrana-ba con uidez en las dinámicas colectivas de su entorno que lefuera tan familiar antes de ser separado forzosamente de él.

El secuestro cubre condiciones recnditas del individuo y dela sociedad, más allá de sus aspectos evidentes, aquellos que

se observan con una mirada inmediata, tales como los de ndo-le poltico, econmico, policial, nacional o internacional o jur-dico. El equilibrio psquico tanto individual como colectivo secompromete, al igual que se ha comprometido a lo largo de lahistoria con las guerras, las catástrofes naturales, las pestes ycualquier hecho que lesione el bienestar de un individuo, demuchos de ellos y del grupo social al cual pertenecen e igual-mente de las sociedades cercanas.

En tal sentido y en el entorno y momento histrico particu-

lares de la sociedad colombiana, ha de ser la memoria o el no-olvido, una de las piedras angulares para evitar la dislocacinde los individuos y de la colectividad, y as mismo, para re-integrar lo que se ha dislocado.

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1352. Propuestas sobre una Poltica Pública de Memoria para Bogotá, D.C.

La memoria y el poder de la memoria

El primer estudio cientíco sobre el olvido fue realizado por elpsiclogo alemán Hermann Ebbinghaus tratando de establecercuánta informacin se olvida a lo largo del tiempo y con quéceleridad se pierde la mayora del conocimiento. De acuerdocon sus análisis este autor plantea que se olvida con prontitudluego de haber vivido, mientras que el recuerdo del conoci-miento que permanece se conserva por mucho tiempo y decre-ce de manera lenta.

La memoria as implica un asunto tanto psicolgico comocultural, en tanto que recordar y no olvidar son funciones igual-mente naturales a las de aprender, indagar o curiosear. A la vez,el fenmeno de la memoria es cultural en el sentido de que lahistoria en las sociedades determina, casi como cdigos, lo quees digno de recordarse, aquello que es preferible olvidar, y tam-bién lo que no se olvida por el efecto natural o por la decisin oel impulso de no hacerlo.

La memoria presenta dos facetas generales. Una se reere a

la facultad para conservar informacin de manera acumulativa,en otras palabras, como la almacenada en los computadores através del disco duro. De forma similar funciona el cerebro hu-mano, aunque se diferencia porque este no almacena de formaindiscriminada sino que tiende a eliminar la informacin me-nos grata, menos útil o que se ha tomado a la ligera. La segundafaceta estara dada por el discernimiento que se tiene y la capa-cidad para organizar la informacin, los recuerdos y establecerla conexin entre las causas y los efectos de manera compleja,

relativa y dialéctica, más allá de la asociacin lineal.Con estos dos aspectos enunciados y dada la capacidad deanálisis de la memoria humana, este concepto se aplica no so-lamente al mecanismo de la sinapsis cerebral con el que operala memoria, sino a la condicin psicolgica y sociolgica de lamisma; es decir a lo histrico y cultural.

De esta manera, se alude a la memoria con referencia a losrecursos que procuran el no-olvido y el análisis de los hechossucedidos que se registran en los libros, los documentos, el cine,

la tradición oral o la enseñanza de los ocios transmitidos gene-racionalmente.Isaiah Berln, uno de los principales pensadores liberales del

siglo XX, dijo con respecto a dicha época:

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“Recuerdo el siglo XX como el más terrible de la historia occidental y

en tal sentido, tal vez el siglo que sería preferible olvidar o así mismo,el que debería no olvidarse para evitar en el futuro similares catás-trofes; muchas sociedades han olvidado por años lo vergonzante, loque ha dolido profundamente o lo que consideraron irrelevante, peroal cabo del tiempo esos mismos hechos fueron signicativos para unanueva era de tales colectividades”

En el mismo sentido Eric Hobsbawn, se rerió a la pasada cen-turia como “La edad de los extremos” proponiendo una memoriaque podramos asumir como apreciacin serena de un acontecerque deberá ser ilustrativo y aleccionador para el futuro.

El siglo XX dio así un lugar a la memoria más amplio que elque cubre la historiografa, pues encontr valor social, psicol-gico y re-constructivo a la misma. No obstante, este proceso noimplic slo el recuento de los dolorosos hechos ocurridos, sinotambién la organización del recuerdo de los hechos y su clasi-cacin para el análisis como base para el entendimiento de lascausas y el pre-supuesto del futuro.

Los propósitosLa memoria es inherente a la condicin humana, es decir, laaplicacin organizada de la memoria tiene sentido histrico ypara el objetivo que concierne al centro de memoria, dicha or-ganizacin será la que ayude a comprender la causacin la con-dición de quienes han sido víctimas del conicto.

El gran historiador –acaso debiera decirse más ampliamente,el gran pensador- es el hombre que se pregunta el por qué de las

cosas nuevas o en contextos nuevos. Aún cuando no se preten-da que cada individuo de la sociedad actúe como un pensadorprofundo, sí es necesaria la reexión sobre los hechos, puestoque aquellos acontecimientos sobre los que no se ejerce ningúnanálisis ni ningún intento de comprensin y que por lo tantono inducen a la reexión, se diluyen en lo efímero de la anéc-dota. Este fenmeno se da desafortunadamente en el ambientecolombiano, por cuanto las más duras crisis y los más dolorososepisodios no perduran más de unos minutos tras la presentacin

noticiosa. Nadie, por supuesto, atiende con juicio y dedica sureexión a una anécdota pasajera, si no encuentra en ella algode trascendencia, que la haga vigente y causal de otros hechos yque as la ponga en un lugar más relevante que aquel donde sesitúan los anecdotarios.

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Existen quizá numerosas cuestiones resueltas o al menos,

convencionalmente denidas, pero las más recientes, aún notienen claricación. El fenómeno del secuestro en Colombia eshistricamente reciente, pues como se reseñ al inicio del pre-sente documento, el primer registro de un rapto en el pas datade 1917 y el hecho que consolid el secuestro como una empre-sa rentable –en dinero o en concesiones-, fue la toma de la Em-bajada de la República Dominicana en la década de los setenta.Por ello, es comprensible que el tema sea confuso, y si no sedilucida tampoco podremos comprender las condiciones ps-quicas y de desarraigo de quienes están secuestrados y menosaún, de quiénes han regresado del cautiverio, en un aparenteepílogo que anuncia un nal feliz.

Tal falta de entendimiento, sobre hechos, cifras, rescates yestadsticas lleva a los individuos a disociarse de la sociedad ya considerar los casos de los secuestrados como asunto concer-niente tan slo a los directamente afectados, a las autoridadespoliciales, a los asuntos gubernamentales, a sus familias y em-

presas, desconociendo las consecuencias sociales del hecho.Las anteriores consideraciones llevan a una idea sobre lospropsitos básicos que debe cumplir el centro de memoria, quepodemos resumir, como propuesta, de la siguiente manera:1. Ofrecer un espacio fsico y psicolgico donde se aloje el no-

olvido y donde quienes han sido secuestrados encuentrenla mirada y la atencin de los demás quienes puedan co-nozcan acerca de aquellas personas que van al olvido desdeel momento mismo de su retencin y que luego, al regresar

a la vida, suelen encontrar de nuevo el olvido, quizá másque durante su retencin.2. Ofrecer informacin sobre el tema tratado, tanto la docu-

mentacin básica para quienes no conocen sobre ésta mate-ria, como documentacin más copiosa y elaborada para laspersonas estudiosas del fenmeno.

3. Procurar que desde la información se llegue a la toma de con-ciencia. La información se mantendrá a disposición de quie-nes la requieran, en tanto que la toma de conciencia sería un

logro magníco que permitiría la participación de la sociedaden uno de los conictos que a todos atañen y que por lo tantono debe ser ignorado.

4. Mostrar dentro del pas y fuera del mismo, qué tan doloro-sos son el secuestro como la fase post-secuestro, qué tanto

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se debe trabajar para re-hacer a un individuo dentro de la

sociedad, qué tan apabullante puede ser el olvido y en con-traposicin, qué tan constructora es la memoria; as mismo,cmo Colombia es un engranaje del mundo, en la misma for-ma como los individuos son parte de la sociedad y con dichollamado convocar la atencin internacional y su solidaridad

5. Manifestarse con respecto a los hechos de vulneracin delos derechos humanos, como lo han hecho las naciones quetuvieron regmenes totalitarios, aquellas que se vieron mal-tratadas por la poltica nazi y como lo han hecho diferentessociedades cuando deciden hacer una exclamacin de for-taleza y apoyo a quienes de alguna forma han sido lesiona-dos en sus derechos fundamentales.

Memoria históricaPropone José Mara Pedreño en la revista Pueblos en su edicindel 15 de julio de 2004, que la memoria histrica debe ser anali-zada desde todos los aspectos: ideolgico, econmico, cultural,

poltico y social, lo cual nos permite dimensionar y comprenderun suceso y de esta manera, no olvidarlo sino recuperarlo parano vivir bajo la condena de volver a repetirlo.

La frase, “el pueblo que no conoce su historia está condena-do a repetirla” evoca realmente lo que es la memoria histrica.No obstante, debemos matizarla añadiendo que “el pueblo queno conoce su historia no comprende su presente y, por lo tanto,no lo domina, por lo que son otros los que lo hacen por él”.

En este contexto cabe destacar que la memoria histrica es

algo más que la búsqueda de un familiar desaparecido, el lo-gro de una pensin para un ex preso poltico, la publicacinde un libro, la excavacin arqueolgica de una fosa común. Estambién el proceso de todos estos elementos juntos lo que nospermiten dimensionar un proceso socio cultural que nace en lasociedad civil.

Desde el punto de vista de los derechos humanos, la recupe-racin de la memoria histrica debe trabajar por reparar la re-presin, el silencio y la falta de reconocimiento que padecieron

las victimas afectadas en una guerra o dictadura.La recuperacin de la memoria histrica, al atender estosaspectos, entra de lleno en la recuperacin de la dignidad detodas estas personas y, por tanto, en la recuperacin de nuestradignidad como pueblo.

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Sin embargo, la atencin exclusiva a los aspectos humanos

no nos da la verdadera dimensin de la recuperacin de la me-moria histrica. Si no avanzamos más, nos quedamos en unaprimera fase que slo atiende reivindicaciones individuales ode colectivos aislados.

A este aspecto, es importante sumar el aspecto cultural den-tro del cual se deben contextualizar los hechos. Para ello tene-mos que acudir a los libros y publicaciones, los documentales,las exposiciones, los seminarios, charlas y debates.

Los aspectos humanos y los culturales son piezas funda-mentales para empezar a armar el rompecabezas de la memo-ria histrica. El problema comienza cuando la investigacinhistrica determina que el tema tratado es, también, profunda-mente poltico.

Quizás la parte más compleja es la que se reere a los aspectospolíticos de la memoria. La implicación institucional es clara puessin ella ha sido prácticamente imposible realizar alguna labor derecuperación de la memoria histórica.

Slo desde las instituciones se puede legislar y librar los re-cursos necesarios para llevar a cabo la tarea propuesta. Es ascomo comenzamos a hablar, de forma inmediata, de “derechoshumanos” y “lucha contra la impunidad”.

Son los tribunales de justicia los que deben investigar losasesinatos, aplicando la legislacin y convenios internacionalesque el Estado tenga en ese momento.

A estos aspectos le adicionamos los cambios producidos enlos dos últimos siglos, en cuanto a las técnicas de conservacin,

reproduccin y transmisin que multiplicaron el volumen y lanaturaleza misma de los documentos producidos por una socie-dad susceptibles de ser nuevamente utilizados por las genera-ciones venideras; después del texto (la imprenta y actualmentela computadora), la imagen (primero ja luego animada) y elsonido, primero separados y luego reunidos (cine sonoro), quees posible transmitir a largas distancias (televisin), y ahora con-tamos con el multimedia, que asocia texto, imagen y sonido, dis-ponible para todos, y apto para todos los usos, reales y virtuales.

Memoria desde la vertiente culturalSegún Andreas Huyssen, en “Present Pasts: Media, Politics, Am-nesia”, el discurso de la memoria como un fenmeno modernose ubica en los procesos de descolonizacin y en los movimien-

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tos sociales de la década de 1960, pero aún más en el creciente

debate sobre el Holocausto que se dio en la década de 1980 araz de eventos mediáticos y los aniversarios de eventos clavesen el surgimiento del Tercer Reich.

En la década de 1990, los genocidios en Ruanda, Bosnia yKosovo contribuyeron a extender el discurso de la memoria so-bre el Holocausto más allá de su punto de referencia original.

En Europa y en Estados Unidos, la memoria ha desarrolla-do dimensiones comerciales evidentes en el amplio desarrollode la industria de la nostalgia, la construccin de museos, y loque Huyssen llama la “automuseizacin”, es decir la obsesinpopular por las videograbadoras, las memorias de vida, y laliteratura confesional (hoy cada vez más tecnologizada a travésde los blogs y de espacios cibernéticos.

Al lado de la comercializacin de la memoria, vemos cadada más el uso poltico de la memoria, “desde la movilizacinde pasados mticos para apoyar polticas chauvinistas o funda-mentalistas (por ejemplo, en Serbia postcomunista y en el po-

pulismo hindú en la India) hasta intentos en ciernes, en Argen-tina y Chile, de crear esferas públicas de memoria ‘real’ paracontrarrestar las polticas del olvido perseguidas por regmenespostdictatoriales a través de la ‘reconciliacin’ o amnistas ge-nerales y en un silenciamiento represivo”.

Uno de los aspectos interesantes en los últimos tiempos hasido el nuevo interés por lo que podramos llamar la monumen-talidad, es decir el uso cultural y poltico de los monumentos.

Igualmente, la creacin de “sitios de la memoria” cuya

responsabilidad moral es entendida como la de garantizar laconmemoracin de un hecho relevante y que el pueblo jamásdebe olvidar.

¿Cómo construir memoria en un paísen conflicto?La Fundacin Pas Libre es consciente de la necesidad de hacerun trabajo participativo en la generacin de referentes comunesfrente a los delitos, donde participen todos los niveles de la so-

ciedad colombiana.Experiencias de otros pases que han sufrido violaciones alos derechos humanos durante largos perodos, como Chile,Argentina, Nicaragua, entre muchos otros, y en los que se haninstaurado comisiones de verdad, han mostrado que una recon-

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ciliacin real se da cuando todos los sectores de la sociedad se

involucran y construyen una conciencia real del por qué y elpara qué de la reconstruccin de la memoria y el reconocimien-to a las vctimas.

Colombia es un pas, que a diferencia de las naciones men-cionadas anteriormente, aún se encuentra en conicto, por loque es evidente y necesario que procesos como el que se estádando de búsqueda de la verdad, la justicia y la reparacin paralas vctimas y para el pas, tenga un componente diferente, puesno sólo se hace con el n de reparar de marcar un precedente de

la no repeticin, sino que a su vez representa una oportunidadpara educar, construir y prevenir los crmenes de lesa humani-dad que han cometido en el pas hacia el futuro.

Esta es una oportunidad única y una puerta abierta para dar-le cabida al debate sobre las víctimas invisibles del conicto,que durante muchos años y debido al constante olvido volun-tario e involuntario, no han podido hablar ni ser reconocidas,dejando que muchos de los atropellos y delitos cometidos que-

den impunes.De igual forma, existen muchos retos frente a la reconstruc-cin de una verdadera memoria histrica, pues problemas comoel miedo que enfrentan las vctimas por la presencia de gruposarmados ilegales en sus zonas, el desconocimiento del signi-cado y la importancia que tiene para el pas este proceso, y lafalta de informacin por parte de las vctimas de los derechosvulnerados y los benecios que les brinda la ley, complican aúnmás el panorama.

Sin embargo cada da más organizaciones han resaltado laimportancia del trabajo encaminado a generar una memoria queesté construida a partir de las voces de las vctimas. Al igual quevemos publicaciones y obras que reejan el interés por mostraruna realidad de manera simblica, es comienzo para un largocamino en el que todas la organizaciones deben engranar mejorlos esfuerzos para que cada una de las actividades tengan ma-yor impacto e importancia.

Fundación País Libre en la construcciónde memoria históricaDesde el nacimiento de la Fundacin Pas Libre, y de una mane-ra casi inconsciente, la construccin de referentes de memoriahistrica estuvo presente; la realizacin de marchas como una

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142 Memoria histrica

manera de visibilizar la problemática del secuestro en Colom-

bia abri la puerta para presentar la gravedad de este delito.Con el paso del tiempo y con la experiencia adquirida por

la fundacin en la atencin a vctimas de secuestro, se vio lanecesidad de hacer visibles las historias. Cada uno de estos re-latos y testimonios generaron un referente de memoria frenteal secuestro al tiempo que construyeron una conciencia gene-ralizada sobre los daños causados a las vctimas de este delito.

Por otro lado, se vio el efecto reparador de la memoria his-trica, que desde el reconocimiento público de las vctimas, yel no olvido de cada uno de estos nombres, les ha dado valor alas familias para continuar con la búsqueda de la verdad y la noimpunidad de los crmenes.

As, la Fundacin plante el trabajo de reconstruccin dememoria histrica en una doble va – la construccin de refe-rentes sobre el delito y la generacin de conciencia colectiva,en perspectiva de lograr un proceso reparador en las vctimas.

Construcción de referentes sobre el delitoy generación de conciencia colectivaUna parte fundamental para construir referentes de memoriaes el reconocimiento de las personas afectadas y de la magnitudde los delitos. Los registros de las vctimas y las actualizacionesde las bases de datos de las personas que han sido afectadas porla violencia, son una pieza fundamental en la construccin dememoria, que debe partir de las múltiples historias y el recono-cimiento público de cada una de las vctimas.

Sin embargo, la conciencia colectiva no slo se trata de hablarde cifras y de su aumento o su disminucin como en ocasioneses tomado por los medios de comunicacin, el Estado y la socie-dad civil, quienes han dejando de lado la tragedia humana queviven los que aún siguen en cautiverio o han sido secuestrados odesaparecidos olvidan el dolor de las miles de familias vctimasde este delito. Se trata también de dignicar a los afectados mos-trando rostros reales, historias y familias detrás de cada número,invitando a la solidaridad del pueblo colombiano y promovien-

do respuestas concretas para las vctimas de estos delitos.

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Memoria como parte de un proceso

reparador en las víctimasEl sentimiento común entre las víctimas del conicto es la sole-dad que tienen que afrontar para llevar el dolor de la violacina sus derechos, es ver como en los diferentes medios de comu-nicacin le dan prelacin a otros temas de interés nacional y noa los nombres de cada una de las personas de sus seres queri-dos. Es sentir que su caso está perdido entre miles de personasy situaciones; no encontrar el apoyo para validar su llanto. Laparticipacin de las vctimas en la construccin de memoria,logra generar un alivio en la medida que su historia de algunamanera está siendo contada. Que el dolor que lleva es impor-tante para la sociedad y que no se encuentra sola, sino que haceparte de un proceso inmenso de reconciliacin en el que su tes-timonio es fundamental para que otros no vivan lo que ellosvivieron. De alguna manera la sociedad se reivindica oyendolas historias y solidarizándose con el dolor del otro.

Cada una de las acciones que realiza la Fundacin Pas Libre

en cuanto a la memoria histrica apunta a estas dos formas detrabajo. En primer lugar parte de la reparacin para la vctimabrindándole y abriendo escenarios para la divulgacin de sushistorias y testimonios, por otro lado intenta dignicar a las víc-timas que no tienen la oportunidad de contar sus historias, pormedio del reconocimiento de su situacin.

De igual manera por medio de la investigacin y la mismaindividualidad de la memoria se busca contar, educar, y preve-nir los delitos. Se busca que por diferentes medios de comuni-

cacin y piezas comunicativas se muestre la realidad de lo ab-surdo de la guerra y sus consecuencias, dejando claro el deseode no repeticin.

Experiencias de memoria históricade la Fundación País Libre◘ SecuestradosporelELN,reconstrucciónde memoriahis-

tóricadesdelasvocesdelasvíctimas:Durante el 2007 la Fundacin Pas libre adelant un proyecto

dirigido a las vctimas de los secuestros del ELN, que tena comoobjetivo preparar el ambiente de cara a los acercamientos entreel Gobierno y el ELN, a través de la reconstruccin de memoria

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histrica y la reparacin social, con miras a fomentar la partici-

pacin de la sociedad civil en el curso de las negociaciones, quepara la época se estaban realizando.

El proyecto cont con cuatro productos que se consolidaroncomo un aporte a la reconstruccin de una memoria histrica:1. Bitácora de acontecimientos “¿Y de los secuestrados del

ELN qué?”: En este documento se recogieron los nombres,fechas, lugares y situacin del secuestro de las personas se-cuestradas entre 2000 y 2007 a partir de una mesa de de-puracin de bases de datos en la que participaron el DAS,la Polica Nacional, Fondelibertad, la Fiscala General de laNacin, entre otras.

2. Video documental “el Secuestro y el ELN”: Hace un reco-rrido por la historia de los secuestros más conocidos delde este grupo y muestra con testimonios la crueldad delsecuestro.

3. Grupo de victimas del ELN - AVES: A partir de un grupode vctimas de secuestro del ELN se construy una serie de

documentos con el n de exigir el reconocimiento del dañocausado de cara a las posibles negociaciones que se fuerana realizar en la época.

4. Produccin de un multimedia que muestra testimonios yuna mirada del secuestro del ELN desde la prensa.

◘ Centrodedocumentación:La Fundacin Pas Libre, desde su inicio ha hecho una valio-

sa labor de recopilacin de prensa nacional sobre el tema del se-cuestro. Actualmente, cuenta con un centro de documentacin

donde se tienen tomos de artculos de prensa desde 1991 has-ta la actualidad sobre temas de secuestro extorsión y conicto.Parte del llamado que hace la Fundacin es la importancia de ladocumentacin en los procesos de reconstruccin de memoria,este tipo de archivos reejan la necesidad de documentar noslo los casos particulares sino también los contextos.◘ ProgramasdeRadio:

La Fundacin en la actualidad tiene un convenio con AbreTu Corazn para emitir sus programas de radio que buscan,

por medio de testimonios, sensibilizar y educar a los oyentessobre el tema del secuestro, desaparicin, y extorsin. De estamanera se reivindican las historias de las personas que ya hansido vctimas y a partir de ellas, sensibilizar, educar y prevenirestos delitos.

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1452. Propuestas sobre una Poltica Pública de Memoria para Bogotá, D.C.

◘ JornadasdeSolidaridad

Desde el 2005, la Fundacin organiza todos los 7 de diciem-bre La Jornada por la Solidaridad, por la Vida y la Libertad, quese ha caracterizado por ser un evento de especial recordacinentre las víctimas. En este acto se busca dignicar por medio deun ritual ecuménico la memoria de todas las personas secues-tradas y desaparecidas. Esta reunin de carácter simblico y es-piritual busca generar conciencia y solidaridad con las vctimasde este delito.

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3. Perspectivas iniciales sobrela construcción de un centrode memoria en Bogotá

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 ASFADDES

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Sobre la construcción delCentro de Memoria

Asociación de Familiares de DetenidosDesaparecidos - Afaddes1

La Asociacin de Familiares de Detenidos – Desaparecidos, As-faddes, ha concebido desde sus inicios a la memoria como pilarfundamental en el reconocimiento de los derechos de las vcti-mas a verdad, justicia y la reparacin integral.

En cada una de nuestras acciones y actividades cotidianasque realizamos en la asociacin, ha sido un ritual el mantenersiempre presentes a los ausentes, recordar sus nombres y vol-ver sus rostros Este ejercicio cotidiano de amor nos ha permi-tido a los familiares asociados en ASFADDES unirnos no slo

por la identidad en el dolor sino también por la necesidad degenerar procesos de reconstruccin de la memoria de nuestrosdesaparecidos, sus historias de vida, sus sueños y sus proyectosde vida digna. Las familias nos hemos convertido en herederasde esos sueños, de esas historias y de esos sus proyectos tan im-portantes de transformacin, por ver una Colombia con justiciasocial, vida digna y paz duradera.

Desde el ejercicio cotidiano de contar la historia vivencial delo ocurrido en cada uno de los casos, durante 26 años de salir

a la calle a gritar sus nombres con el dolor ahogado en la gar-

1  Texto entregado por ASFADDES, a propósito del Seminario de reexión sobre la construccióndel Centro del Bicentenario: Memoria, Paz y Reconciliación realizado el 30 de septiembre de2008.

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150 Sobre la construccin del Centro de MemoriaAsociacin de Familiares de Detenidos Desaparecidos

ganta y mostrando sus rostros, es como hemos ido rompiendo

el muro de la indiferencia, el miedo y el silencio, y haciendomemoria histrica frente a una sociedad que hoy avanza, afor-tunadamente, en el interés por saber qué ha sucedido, por quéha sucedido y quiénes han causado tanto dolor.

Auditorios, plazas, calles, parques, colegios, universidades einstituciones en todo el pas y en diferentes partes del mundo,han visto la galera con sus rostros, sus nombres, y han escucha-do una y mil veces cada una de nuestras historias, de dolor perotambién de lucha, resistencia y persistencia contra el olvido, con-tra la impunidad y por el derecho a saber qué pas con nuestrosseres queridos detenidos – desaparecidos ¿Donde Están?

Desde nuestra experiencia de reconstruccin de la memoriahistrica hemos resistido para mantenernos a pesar de todos losintentos fallidos por desestabilizarnos y acabarnos a través delhostigamiento, la amenaza, el señalamiento, la estigmatizaciny revictimizacin, por parte de los enemigos de la vida y delos derechos humanos, donde han sido años y años, caminando

  juntas, por lograr el reconocimiento y aplicacin al derecho asaber la verdad real, la aplicacin de la justicia proporcional y lareconstruccin de la memoria, para que sea una realidad la re-paracin integral para las vctimas de la desaparicin forzada.

Por ello, la propuesta de la creacin del Centro de Memoriaque viene impulsando la Secretara Distrital de Gobierno, en elmarco de la conmemoracin del bicentenario del Grito de In-dependencia, acogida por organizaciones no gubernamentales,nos permite a los familiares de los desaparecidos congregados

en Asfaddes entregar a la sociedad un gran acumulado de co-nocimientos en la lucha por la memoria como legado contra laimpunidad, para que las futuras generaciones se enteren de loocurrido y sus responsables y puedan no olvidar que los fami-liares convertimos el amor en lucha constante contra el olvido.

Como organizacin de vctimas con más de 26 años de ex-periencia y con el n de que esta propuesta recoja el sentir ypensar de lo que los familiares, les entregamos algunas ideasque creemos pueden aportar en la consolidacin de lo que debe

ser este centro.

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1513. Perspectivas iniciales sobre la construccin de un centro de memoria en Bogotá

Centro del Bicentenario:

Memoria, Paz y ReconciliaciónDesde los inicios de nuestra lucha hemos sido vctimas de dis-tintos mecanismos de utilizacin por parte del Estado, los me-dios de comunicacin, personajes públicos, entre otros, que hanpretendido desvirtuar nuestra experiencia, desconocer a nues-tros desaparecidos y jugar con conceptos que lo único que bus-can es el debilitamiento de nuestra organizacin en particular yde las organizaciones de vctimas en general.

La reconciliacin y la reparacin deformadas son las ban-deras de los victimarios, quienes han querido engañar con fal-sas propuestas, desconociendo que la verdad y la justicia sonderechos indispensables para que sea posible en un futuro lareconciliacin. Para las vctimas, el que derechos no se hayancumplido mientras continúan las violaciones a los derechos hu-manos demuestra una intensin de dejar en el olvido y la impu-nidad todos los crmenes, debilitando además la organizaciny la resistencia de las vctimas, por lograr el reconocimiento de

sus derechos.Por lo anteriormente expuesto consideramos que no se pue-de consolidar el proceso de creacin de un centro de memoriasin que se cuestionen conceptos que para nosotros son banderade los victimarios, concretamente el de la reconciliacin. En Co-lombia no están dadas las condiciones para manejar este térmi-no ya que la verdad no ha se ha dado a conocer, la aplicacin dela justicia es cada da más lejana, y las leyes que se están apli-cando actualmente fueron concebidas y están siendo aplicadas

para beneciar y proteger a los responsables de los crímenes delesa humanidad. En cuanto a la reconstruccin de la memoria,esto implica la imposición de una historia ocial que solo pre-tende mostrar a los victimarios como héroes y a las vctimascomo culpables de su destino, invisibilizando sus luchas y sus

 justas reivindicaciones.Es necesario entonces convocar a las organizaciones que ha-

cemos parte de la propuesta y proponer un nombre que rei-vindique a las vctimas y sus luchas, sus logros, y que también

motive a la sociedad bogotana a no olvidar lo ocurrido, des-de una perspectiva crtica con el modelo de consolidacin delos objetivos de los responsables. Creemos que por ahora nose debe asumir este término de reconciliacin, ya que nuestro

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152 Sobre la construccin del Centro de MemoriaAsociacin de Familiares de Detenidos Desaparecidos

sentir es que estamos convencidas que estos no son tiempos de

reconciliacin, sino de verdad, justicia y memoria histrica.Esto no quiere decir que debamos sacricar los anhelos de

paz duradera y continua, anhelos que van más allá de la simpleconcepcin de la ausencia de guerra. Por el contrario, precisa-mente la paz requiere de la terminacin de todas las formas y es-tructuras de violencia armada, social y poltica que han llevadoa mantener por ya casi 60 años un conicto que ha dejado milesy miles de vctimas, pero sobre todo de justicia, y no de engaños.

Sobre las organizaciones que deben hacer parte delproceso de construcción del centro de memoriaLa crisis humanitaria, la degradación del conicto armado y lapolarizacin en la que se encuentra el pas, ha ocasionado quela lucha por los derechos humanos crezca de forma precipitada,permitiendo el surgimiento de organizaciones y grupos que, ar-gumentando la defensa de los mismos, pretenden desvirtuar,desconocer y revictimizar a organizaciones que buscamos re-

clamar el reconocimiento de nuestros derechos como vctimas,los cuales son esenciales para superar esta atroz situacin quevivimos en Colombia.

Este tipo de organizaciones se identican con intereses go-biernistas y sus acciones mediáticas causando daño y generan-do odio, rabia e indiferencia en una sociedad manipulada porlos medios de comunicacin.

“la participación desde la pluralidad en la memoria y en la verdad es fundamental para que sea una experiencia colectiva de signo positivo,

que acepte el conicto que es inevitable a la reconstrucción de hitos o procesos que han signicado daño y muerte pero que le den un lugar  privilegiado a la verdad o verdades de las víctimas a su reconstrucciónde los hechos y a la dignicación de la memoria de los familiares asesi-nados, desaparecidos, secuestrados, desplazados, amenazados y objetode múltiples formas de victimización”.

Así, como lo armó la Dra. Clara López, el Centro de Me-moria se debe concebir desde el pluralismo y la verdad, peroevitando caer en la ligereza y la simplicidad que abren espacio

al desconocimiento de la dignidad y el respeto del otro, promo-viendo situaciones incomodas para las vctimas desde organi-zaciones que no buscan la garanta de sus derechos pero aludena los temas de la memoria. La experiencia de diferentes espa-cios donde se ha querido sentar en la misma en la misma mesa

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a las vctimas con los victimarios, ignorando el altsimo impacto

negativo que provocara esta situacin mientras no haya justi-cia, es parte de lo que debe evitarse.

Funciones del Centro de MemoriaLa memoria para nosotros ha sido el pilar fundamental de nues-tra lucha. Hemos heredado los proyectos de cambio de nuestrosseres queridos quienes fueron arrebatados del seno de nuestrasfamilias por la única razn de pensar y luchar contra un pasintolerante y represivo en el cual se desaparece, se tortura y seasesina a sus mejores hombres y mujeres.

Desde el dolor convertido en amor por ellos, los que no es-tán, hemos proyectado el trabajo constante por lograr verdadreal, justicia proporcional y reparacin integral, para que don-de quiera que estén “buscándose” o “buscándonos” tengan lacerteza de que sus sueños persisten a pesar del horror y per-sistan as en nuestra lucha como familiares que resistimos ennuestro empeño de no callar en un pas que nos ha condenado

al olvido total.Por esta razn este espacio del centro de memoria debe seruna réplica de esta lucha de resistencia y persistencia por losque no están, desde allí deben entonces claricarse sus funcio-nes del centro de memoria.

La verdad de la memoria

“La historia nunca ha sido universal; ha sido como mucho, una historiade los vencedores y siempre ha estado ausente una parte de la verdad,

 la de los vencidos, la de los que desaparecieron y no dejaron rastro”Walter Benjamin

Es en los relatos de las vctimas donde se reconoce quién erarealmente la persona que desaparecieron, asesinaron y tortura-ron, qué papel desempeñaba como ser humano, como padre omadre, como hij@, como herman@, cmo era fsicamente, cuálera su rostro, para que as no se le permita al desaparecedorlograr su objetivo de esconder y eliminar todo rastro fsico y

social de la persona. Por eso, a través de esos relatos, un centrode memoria debe rescatar para el público la imagen de Leonar-do, Eduardo, Cesar, Tarcisio, Ángel, Claudia, Martha, CarlosAndrés, Edilberto, Fernando, Juan, Pedro y todos los desapa-recidos. Pero también se debe contar la verdad de sus sueños,

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154 Sobre la construccin del Centro de MemoriaAsociacin de Familiares de Detenidos Desaparecidos

sus anhelos, utopas y proyectos transformadores por los cuales

fueron desaparecidos.De ese otro pas se tienen que enterar las personas que pa-

sen por el centro, para que desde all se creen sujetos que seancapaces de contemplar el pasado olvidado y de contemplar enel presente lo que está en riesgo de ser excluido, es decir, el pre-sente en todas sus dimensiones. De esta forma se logrará quelas personas que entren a este lugar salgan siendo portavocesde la verdad, que nos permita construir y reconstruir.

La verdad de la memoria debe contar de igual forma cuálesfueron los hechos, qué estrategias represivas se usaron, cuálesfueron los responsables de las desapariciones, sus motivos, susestrategias de horror. En suma, se debe identicar plenamenteel papel del victimario, desde el que orden hasta el que eje-cut, como única forma para garantizar que la verdad no sesacrique por la legitimidad institucional. Así mismo, se deberelatar la verdad real de las luchas incesantes de los familiaresvctimas, de nuestros procesos de resistencia; se debe recons-

truir el papel de nosotr@s como sujetos polticos que nos hemosnegado a guardar un silencio impune y que por el contrariodesde la resistencia civil y pacíca, hemos buscado la garan-ta de nuestros derechos, enfrentándonos constantemente a unEstado indiferente que se niega a reconocer sus crmenes y quedesde el gobierno central ha señalado, estigmatizado y re-victi-mizando a las vctimas. La verdad que debe manifestar el cen-tro de la memoria va a permitir que se reconstruya un pasadoincluyente donde estén todas las víctimas sin estraticación al-

guna, evitando generar la indiferencia frente a algunas de ellas,como ocurre hoy con los modelos que estratican y excluyen.Ese debe ser el gran reto del centro: vencer la indiferencia co-lectiva y la estraticación, en nivel de importancia y derechos,de las vctimas.

El centro de memoria debe ser un aporte aderrotar la impunidad

“Quedará de nosotr@s algo más que el gesto o la palabra,

este deseo candente de derrotar la impunidad”

Colombia clama, de una vez por todas, justicia, y este centro dememoria debe ser un espacio para identicar plenamente loscrmenes que se han cometido y los verdaderos responsables de

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estos crmenes. El conocimiento por parte de la sociedad civil

en general de esa parte de la historia, debe garantizar que losciudadanos empiecen a salir de la indiferencia colectiva y ahon-den en las exigencias que hemos hecho, fundadas en el impera-tivo de castigos ejemplarizantes a los culpables.

Por supuesto, no será el centro de memoria el que garantice laderrota de la impunidad, pero s debe catapultar las luchas de lasvctimas que claman justicia para que no nos encontremos sol@sy que por el contrario seamos cada vez más los que exijamos.

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 ASFAMIPAZ

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Aportes para la creación del Centrodel Bicentenario de la memoria

Asfamipaz2

La base que debe tener el Centro del Bicentenario, Memoria, Paz

y Reconciliacin debe ser slida, precisa y polticamente trans-parente, de cara al pas y al mundo, de tal manera que procurerecoger todos los archivos, testimonios, documentos, situacio-nes del pasado y del presente de las vctimas: libros, documen-tales, videos, fotos, todo lo que da a da logre reducir todo elvaco que ha dejado a lo largo y ancho de Colombia tanto elconicto, como las atrocidades producidas por los crímenes delEstado colombiano. En el Centro de Memoria debemos, entretodos, mostrar la verdad de los hechos para que diariamente

nos llenemos de argumento humanos, culturales y polticos ypodamos desenmascarar a quienes dicen luchar por el pueblo odefenderlo, pero que al nal son quienes se apropian de la vidaajena terminando con ella, desapareciendo personas, apropián-dose de espacios para poder acallar las voces de exigencia quereclaman por la dignidad y el respeto a los derechos humanos,y que son las voces de la vida.

Sin democracia, sin inclusin, sin paz, sin verdad, sin justi-cia, sin reparacin integral, no habrá espacio para la vida, para

la reconciliacin, para la dignidad humana y para el respeto a

2   Texto entregado por ASFAMIPAZ, expuesto por Marleny Orjuela Manjarrés a propósito delSeminario de reexión sobre la construcción del Centro del Bicentenario: Memoria, Paz yReconciliación realizado el 30 de septiembre de 2008.

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158 Aportes para la creacin del Centrodel Bicentenario de la memoria

nuestros derechos. Con el trabajo diario de la memoria, por la

memoria y con la memoria, iremos encontrando espacios paraconstruir el pas que todos queremos, y as uno de los objetivosprincipales se cumpla: La no repeticin.

Sin embargo debemos tener en cuenta que el hecho de te-ner grandes archivos, fotos, videos, documentales, testimoniosde las víctimas, no será suciente para la recuperación de lamemoria histrica. Debemos tener claro que todo éste dolorosopasado ha tenido y sigue teniendo incidencia en el presente apartir de las formas en que podemos reconocerlo de manerasdeterminadas; desde los monumentos, las instituciones educa-tivas, parques, entre otros.

La memoria debe siempre ir encaminada a reconocer a lasvctimas, a la negacin del olvido, porque el olvido se vuelvede una u otra forma una estrategia de la represin. La memoriadebe ser parte de un pueblo, no slo para reconocernos en loque hemos sido, sino en lo que somos y hacemos del presente yen las construcciones que tod@s podamos hacer para el futuro,

construyendo con anhelos de justicia y desprecio por la vengan-za, porque venganza es repeticin.En ese sentido, debemos resaltar la memoria oral por el ca-

rácter subjetivo que posee, porque llena de fuerza, sentimientoy humanidad a partir de la experiencia vivida, y a pesar de lahuella dolorosa y marcada que va quedando en las vctimas.

Por ello, no debemos desligar el Centro de Memoria conotras entidades no gubernamentales o de otro carácter distintoal de organizaciones de vctimas, tanto a nivel nacional como

internacional, porque ese vnculo permite que adquiramos,informacin, conocimiento, documentacin, apoyo y fortaleci-miento del trabajo por la memoria. As mismo se hace necesariocontinuar cada mes, a más tardar, con seminarios, procesos dedebate y discusin acerca de la creacin de éste Centro de Me-moria, para obtener total claridad sobre su manejo, funciona-miento y sostenibilidad del mismo.

El Centro de Memoria debe propender porque todos los he-chos del pasado y del presente que han ocurrido con las vcti-

mas, salgan a la luz para que las nuevas generaciones puedanevitar que vuelvan a ocurrir, dándoles a conocer la verdad de losucedido; en ello se fundamenta su legitimidad.

La memoria debe ser abierta a la vida, a la dignidad y a lareconstruccin de un pasado que no puede tener como base las

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ansias y el deseo de venganza, sino un pasado reconstruido so-

bre la justicia. No podemos permitir que sea la impunidad la co-lumna vertebral de una mal llamada “democracia” construidasobre el olvido de las vctimas.

Vale decir, no debemos olvidar que estamos construyendomemoria en un país donde el conicto armado sigue vigentey caminamos sobre la poca signicación que aquí se le da a lavida, sobre el desconocimiento del derecho de los otros, la vul-neracin de su dignidad y el olvido de los derechos ajenos.

El centro de memoria debe ser hecho sin atisbos de egos-mos ni prevenciones, pensando en el daño causado tanto porlos crmenes de estado, como por los crmenes cometidos porlas guerrillas colombianas que tanto daño han causado a la po-blacin civil.

Como propuesta, planteamos que éste cree un peridico deopinión acerca de sus logros y dicultades, con columnas queenseñen sobre el sentido y el contenido de la memoria y quepueda dar cabida a un gran número de ciudadan@s del común,

estudiantes, artistas, profesionales de toda ndole, inclusivevctimas, para que puedan plasmar all las vivencias que hanencarnado en su ser la razn humana y poltica que l@s hanllevado a la búsqueda de la verdad, la justicia y la reparacinintegral. Un periódico donde la gente conozca el signicado dela exigencia del respeto a los derechos humanos, el contenidode éstos y el conocimiento pertinente del DIH.

El centro de memoria debe ser un espacio donde se puedaconstruir democracia, donde la memoria sea un instrumento

contra la impunidad, y sea tratada desde los diferentes puntosde vista, es decir teniendo en cuenta lo humano, lo poltico, locultural, entre otros.

Se debe dar sentido real al tema investigativo por aquell@asque aún continúan desaparecidos; que exista un área o depar-tamento jurdico, donde las vctimas no se dejen vencer por elmiedo a perseverar en la búsqueda de la verdad sobre qué pascon la humanidad de los seres que han sido desaparecidos poraquellos que odian a quienes no piensan como iguales y que no

permiten espacios a aquell@s personas que piensan diferente.Es necesario pensar en el reto de cmo lograr que la verdadredunde en justicia contra los responsables. ¿Puede apoyarsela creacin de una comisin de la verdad desde el centro dememoria?

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160 Aportes para la creacin del Centrodel Bicentenario de la memoria

Cada vctima en s misma es ejemplo de grandeza y digni-

dad, cada vctima es memoria, es memoria viva para no per-mitirnos el olvido ni la repeticin de los hechos. No es posibleolvidar a nuestros muertos que un da nos enseñaron el corajedel hablar, del hacer, de sus rechazos a las injusticias cometi-das contra la humanidad, el coraje de hacer poltica distinta, depensar diferente y el coraje de buscar justicia digna para tod@s.

Desde la memoria construimos pas, desde la memoria“ell@s” nos dejaron lecciones de amor a la vida, a la justicia, alhumanismo, a reconocernos como sujetos no solamente huma-nos, sino a reconocernos como sujetos polticos, porque eso nosenseñ su inconformismo desde su propia dignidad.

¿Cmo hablar desde el Centro de Memoria de reconciliacin,si en Colombia ni siquiera la Constitucin Poltica colombianade 1991, ha sido fuente inspiradora de reconciliacin? La me-moria debe dar sentido a éste producto de esfuerzos logradosde un acuerdo de paz con la guerrilla del M- 19, entre otros.¿Cmo lograr de la misma manera que el Centro de Memoria

resignique o dé contenido y sentido propio a los hechos vivi-dos del 9 de Abril de 1948?No olvidemos a nuestros muertos, porque el muerto tuyo es

tu sangre y la sangre de nuestros muertos es Colombia.

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REINICIAR

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REINICIAR

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Un centro que se articule a unapolítica pública de derechos humanos8

Corporación Reiniciar

 Ese hombre, o mujer, está embarazado de mucha gente.

 La gente se le sale por los poros.

 Así lo muestran, en figuras de barro, los indios hopis, de Nuevo Méjico:el narrador, el que cuenta la memoria colectiva está todo brotado de

 personitas.

(  Eduardo Galeano – El Libro de los Abrazos)

1. PresentaciónCon ocasin del primer seminario convocado el pasado 30 de

Septiembre, la Corporacin Reiniciar y la Coordinacin Nacio-nal de Vctimas y Familiares del Genocidio contra la Unin Pa-tritica, expusimos algunas consideraciones preliminares so-bre el carácter y contenido del Centro Bicentenario: Memoria,Paz y Reconciliacin, propuesto por el gobierno distrital, enel marco de la conmemoracin del Grito del Bicentenario dela Independencia y del diseño de una poltica pública local dederechos humanos.

Tuvimos luego la oportunidad de ser acompañados por el

Centro en los eventos conmemorativos del Da Nacional por la

8  Texto entregado por la Corporación Reiniciar, a propósito del Seminario de reexión sobre laconstrucción del Centro del Bicentenario: Memoria, Paz y Reconciliación realizado el 30 deseptiembre de 2008.

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164 Un centro que se articule a unapoltica pública de derechos humanos

Dignidad de las Vctimas del Genocidio contra la Unin Patri-

tica (11 de octubre) y de reexionar acerca de la importancia dela memoria y de la manera de integrarla al conjunto de medidasreparatorias a las que aspiran diferentes grupos de vctimas enel pas.

La jornada evidenci además que la memoria puede y debeexpresarse a través de las múltiples expresiones culturales y ar-tsticas de que gozamos cotidianamente, as como en las diversasacciones de exigibilidad de los derechos.

Estas consideraciones, junto con el acumulado de propues-tas recaudadas desde el año 2000 con las vctimas del genocidiode la Unin Patritica9, enriquecen el proyecto de “MemoriaViva” de la Corporacin Reiniciar, al cual nos referiremos eneste documento, como antesala de las consideraciones referidasa la propuesta respecto del Centro Bicentenario: Memoria, Pazy Reconciliacin.

2. La memoria como derecho

La memoria se convierte en un derecho humano

10

realizablea través de los derechos (inalienables e imprescriptibles) a laverdad y a saber, los cuales imponen al Estado el consecuentedeber de recordar (deber de memoria), contribuyendo a evitarque en el futuro las violaciones vuelvan a ocurrir. La memoriatiene entonces dos dimensiones, una individual y otra colectiva.

Como derecho individual, la memoria parte del entorno per-sonal, familiar y social de las vctimas para reconstruir no slolos acontecimientos dolorosos (las violaciones) sino para con-

memorar a la vctima directa en su individualidad, es decir ensus quehaceres, sueños, temores y certezas. De esta manera, lamemoria retrotrae a “la persona” en su condicin de hijo/hija,padre/madre, cnyuge, amigo/amiga, lder, etc.

9 La Corporación Reinicar ha realizado talleres, encuentros y actividades de documentación decasos, con sobrevivientes y amiliares de víctimas del genocidio contra la Unión Patriótica delas regiones de Antioquia, Arauca, Atlántico, Bogotá, Bolívar, Caquetá, Cauca, Cesar, Córdoba,Cundinamarca, Eje Caetero, Guaviare, Magdalena Medio, Meta, Nariño, Norte de Santander,

Santander, Sucre, Tolima, Urabá y Valle. También ha realizado encuentros con las víctimas reu-giadas en Europa. Entre los talleres realizados, destacamos los reeridos al derecho a la repara-ción, que concluyeron con un conjunto de propuestas regionales y nacionales de reparación,en los ámbitos individual, amiliar y colectivo.

10 Se reere al derecho a saber, denido en los Principios 1 – 4 del “Conjunto de principios para la

 protección y la promoción de los derechos humanos mediante la lucha contra la impunidad” .Organización de las Naciones Unidas. Doc.E/CN.4/Sub.2/1997/20/Rev.1.

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1653. Perspectivas iniciales sobre la construccin de un centro de memoria en Bogotá

Recordamos de esta manera al ser humano vivo, integral, en

todas sus potencialidades con el n de rearmar lo absurdo einjusto de la victimizacin. Esta dimensin privada de la me-moria permite además la comprensin del impacto de las vio-laciones en el entorno familiar y social inmediato, como pasoinicial para la valoracin del daño y la determinacin de las me-didas de reparacin correspondientes.

Como derecho colectivo (de la sociedad y de la humanidaden su conjunto), la memoria supera los lmites circunstancialesde lo sucedido e ingresa al “estatuto jurdico de la ciudadanademocrática”11, puesto que éstos son el producto de conictosde carácter público que comprometen, por accin u omisin, laresponsabilidad del Estado. Desde esta dimensin, la memoriatrasciende a la historia, no como una carga moral indeseable,sino como una oportunidad para el reconocimiento y el cambio.

Esta dimensin pública de la memoria también contribuyeal reconocimiento de los daños que las violaciones causaron alentramado social y, particularmente, a la institucionalidad de-

mocrática, al ejercicio de la ciudadana y al goce de los demásderechos. De esta manera, la memoria contribuye al diseño, im-plementacin y consolidacin de las denominadas “garantasde no repeticin” que requiere la sociedad afectada.

Al respecto es importante mencionar lo consignado en laexposicin de motivos de la Ley por la que se reconocen de-rechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieronpersecucin o violencia durante la Guerra Civil y la Dictaduraen España:

“No es tarea del legislador implantar una determinada memoria colec-tiva (...) pero sí es deber reparar a las víctimas, consagrar y proteger conel máximo vigor normativo, el derecho a la memoria personal y familiar como plena expresión de la ciudadanía democrática, fomentar los va-lores constitucionales y promover el conocimiento y la reexión sobrenuestro pasado, para evitar que se repitan situaciones de intolerancia yviolaciones de derechos humanos como las entonces vividas.”12

11 Ley por la que se reconocen derechos y se establecen medidas a avor de quienes padecieron perse-

cución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura (en España). En: Boletín Ocial de las Cor-tes Generales - Congreso de los Diputados, No. 99-24, VII Legislatura. Madrid, 7 de Noviembrede 2007, Exposición de Motivos.

12 Ibid.

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166 Un centro que se articule a unapoltica pública de derechos humanos

De esta manera, la memoria, adquiere un contenido ético y

poltico en tanto reivindica el ejercicio de derechos y valores n-timamente ligados a la dignidad humana. En ese sentido, la re-cuperacin de memoria adquiere la connotacin de proceso quepermite la realizacin de las dos dimensiones de la memoria.

En el ámbito individual, este proceso posibilita, además, ladocumentación del caso particular, con nes de exigibilidad y

  justiciabilidad. En lo colectivo, motiva la organizacin de lasvctimas en pos de de una sociedad en la que prime “el recono-cimiento de la dignidad intrnseca y de los derechos iguales einalienables de todos los miembros de la familia humana”13 

3. Memoria Viva en el Caso del Genocidio contrala Unión Patriótica

3.1. Proceso de recuperación de la memoria histórica,política y social del genocidio de la Unión Patriótica

El proceso de recuperacin de la memoria histrica, poltica ysocial del genocidio del movimiento poltico Unin Patritica,se sustenta en la participacin directa de las vctimas (sobrevi-vientes y familiares) en las distintas etapas y actividades delmismo: sensibilizacin, formacin, documentacin, difusin yorganizacin. Todas estas etapas se abordan desde un enfoqueinterdisciplinario que permite la articulacin de los diversosconocimientos y experiencias tanto del equipo de trabajo de laCorporacin Reiniciar como de las vctimas.

Simultáneamente, la interdisciplinariedad contribuye a lacualicación del acompañamiento integral que se ofrece a lasvctimas en los ámbitos jurdico, psicosocial, humanitario, orga-nizativo y de formacin en derechos.

El proceso considera y destaca también las particularidadesregionales, culturales, étnicas y de género, as como el papelque cada vctima jugaba dentro del grupo poltico exterminado.

Se propicia as un diálogo de saberes que establece una rela-cin entre iguales (vctimas y defensores) para facilitar el auto

- reconocimiento necesario para el ejercicio y la exigibilidad de

13 Declaración Universal de los Derechos Humanos, primer inciso del Preámbulo.

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1673. Perspectivas iniciales sobre la construccin de un centro de memoria en Bogotá

los derechos. Las vctimas se ven a s mismas como personas

portadoras de derechos.No se trata entonces del simple acopio de informacin de

“hechos pasados”, “ocurridos a otros” sino de colocar en el cen-tro del proceso a la vctima, a quien recuerda, a quien sigue convida, a quien debe proyectarse en el futuro, es decir al sobrevi-viente del exterminio y a la familia de la vctima directa.

De esta manera se propicia un proceso recuperador de me-moria que resulte coherente con los derechos de las vctimas ala verdad, la justicia y a la reparacin integral y, por supuesto,con las necesidades de una sociedad que requiere superar lasatrocidades.

A la par, la memoria se constituye en herramienta contrala impunidad, entendida esta como: “la falta en su conjunto deinvestigación, persecución, captura, enjuiciamiento y condena de losresponsables de las violaciones de derechos humanos...” 14

En sntesis,“La recuperación del pasado, pensado como construcción de futuro se

ha convertido en una nueva dimensión contra el olvido”

15

.3.2. Algunos instrumentos del proceso

El testimonio de las vctimas y sus familias constituye una fuen-te fundamental para la reconstruccin de la memoria colectivadel caso de la Unin Patritica, en tanto “permite acercarse a lamemoria de los protagonistas a los que sólo se puede llegar medianteel encuentro directo con ellos [para lograr] un encuentro vivo con la

historia”16

.De esta manera, se construyen y reconstruyen historias devida dirigidas a rescatar la memoria individual y colectiva delos militantes victimizados y del grupo poltico como tal, con-tribuyendo a la superacin del olvido como aliado fundamentalde la impunidad.

Testimonios e historias contribuyen además a la valoracinde circunstancias determinantes de responsabilidad estatal (ac-

14 CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS, Sentencia del 27 de julio de 1988 – CasoVelásquez Rodríguez contra Honduras, párrao 166.

15 CASTRO Bueno, Fabio. Historia Oral: Historias de vida e historias barriales. Colectivo de HistoriaOral y otras. Asociación Pedagógica por el Trabajo Social. Bogotá, abril de 2004., p. 75.

16 Ibid, p. 90

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168 Un centro que se articule a unapoltica pública de derechos humanos

cin, omisin) en los hechos ocurridos as como a la valoracin

de los distintos efectos producidos por las violaciones (indivi-duales, familiares, comunitarios, sociales, econmicos, psicoso-ciales, polticos, entre otros).

Se acopian además fotografas, notas de prensa, publicacio-nes, certicaciones, videos, piezas procesales, peticiones y otrosdocumentos con alcance legal (p.ej. peticiones de proteccin,quejas, denuncias), para ser consignados en la respectiva car-peta de vctima.

Para destacar la memoria de las vctimas asesinadas y des-aparecidas, las familias consignan en la cha “Recordatorio deVctima”, los aspectos que quieren destacar del familiar ausente(asesinado o desaparecido).

El taller constituye el instrumento metodolgico fundamen-tal para la reconstruccin de la memoria histrica, poltica y so-cial del genocidio de la Unin Patritica, en tanto reúne un con-

 junto de herramientas que permiten integrar lo individual conlo grupal, la disertacin con lo lúdico y la memoria con la pros-

peccin, constituyendo as un espacio facilitador de lenguajes.

17

Esta caracterstica posibilita la creacin de relaciones hori-zontales entre los talleristas y el grupo, motivando as el debatedemocrático de los sucesos y las propuestas.

El taller obliga a la interaccin, al trabajo colectivo y al inter-cambio de ideas, con lo cual se fortalece la autonoma personaly se motiva la valoracin de las diferencias, la racionalizacindel debate y la argumentacin de las opiniones.

Surge as una relacin estrecha entre el equipo interdiscipli-

nario y las vctimas y familiares, mediada por el conocimiento(epistemolgico y vivencial) y la sensibilidad (defensa de losderechos y condición de víctimas), con nes de reconstruir lamemoria y de impulsar el caso de la Unin Patritica ante elSistema Interamericano de Derechos Humanos.

Los resultados de este proceso se expresan también en di-versos rdenes: cognitivos (conocimiento de los derechos), po-lticos (exigibilidad, justiciabilidad), éticos (memoria para la no

17 Según expresión que da título al trabajo de los proesores Carlos Guevara y Borys Bustamen-te, adscritos al Proyecto Curricular de Pedagogía de la Universidad Distrital Francisco José deCaldas. Al respecto ver: GUEVARA, Carlos y BUSTAMANTE, Borys. El taller como acilitador delenguajes. En: “Notas al margen”. Cuadernillos de Diusión Pedagógica. Bogotá, Departamentode Publicaciones UDFJC, 2004.

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repeticin de las violaciones), estéticos (lo simblico) y metodo-

lgicos (documentacin del Caso de la Unin Patritica a partirde lo regional).

3.3. Memoria Viva

Tales resultados se expresan a través Memoria Viva, proyecto quela Corporación Reiniciar implementa para expresar la memoriaindividual y colectiva de las víctimas y de sus causas. MemoriaViva se constituye a partir de las víctimas, con ellas y para ellas, amanera de un legado a la sociedad que surge con el n de trans-formar su dolor en esperanza para contribuir a la construcción deuna sociedad fundada en los derechos y no en la injusticia ni enla arbitrariedad.

Memoria Viva está conformada por un conjunto de docu-mentos que resumen la historia personal, social y poltica delas vctimas, incluyendo los relacionados con los hechos viola-torios de sus derechos. También hacen parte de Memoria Viva,

el conjunto de archivos que resumen el proceso de acompaña-miento integral a las víctimas con el n de hacer exigibles desus derechos.

De Memoria Viva hacen parte las carpetas de cada una delas vctimas, sus fotografas y objetos personales representati-vos, material audiovisual, publicaciones y demás documentosilustrativos de su actividad. Varias de las fotografas han sido in-tervenidas (diseñadas) y reproducidas en formato grande paraintegrar una muestra (galera) que ha sido expuesta en varios

escenarios del país y del exterior, con nes de difundir la me-moria individual y colectiva de las vctimas y del grupo polticoexterminado.

Además, Memoria Viva está levantando la cartografa de losconos en homenaje a las vctimas de la Unin Patritica, talescomo escuelas, plazas, parques, bibliotecas, monumentos, ca-lles, entre otras.

También hace parte de Memoria Viva, el Da Nacional por laDignidad de las Vctimas y Familiares del Genocidio contra la

Unin Patritica, conmemorado cada 11 de octubre, a partir dela decisin adoptada por la Coordinacin Nacional del Vctimasy Familiares del Genocidio de la Unin Patritica, as como elproyecto de ley que pretenda declarar tal fecha como una medi-da simblica de reparacin a las vctimas de la Unin Patritica.

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170 Un centro que se articule a unapoltica pública de derechos humanos

También integran Memoria Viva las publicaciones, videos y

demás documentos que consignan las historias regionales de laUnin Patritica, as como el material audiovisual que consig-na el conjunto de talleres, foros, paneles y actividades públicasrealizadas.

Las actividades artsticas como el teatro, la danza y las com-parsas, generadas a partir de una alianza institucional con laCorporacin Colombiana de Teatro, bajo la direccin de la dra-maturga Patricia Ariza, enriquecen y vitalizan el proyecto.

Los documentos y archivos que nutren a Memoria Viva,son cedidos expresamente por las víctimas con nes de custo-dia, preservacin y difusin. Memoria Viva se está registrandocomo marca ante la autoridad nacional competente, a pesar queel ánimo de lucro es ajeno a sus propsitos. Se trata slo de pro-teger la iniciativa surgida del proceso adelantado por la Corpo-racin Reiniciar y las vctimas que acompaña.

4. Centro del Bicentenario:Memoria, Paz y Reconciliación

Con el n de contribuir a la denición de aspectos fundamenta-les del Centro del Bicentenario: Memoria, Paz y Reconciliacin,aprobado por el gobierno de la ciudad, la Corporacin Reiniciarpresenta las siguientes consideraciones:1. Como lo sugiere el documento que lo convoca, conformar en

el marco de los eventos conmemorativos del Bicentenario dela Independencia, un centro para la memoria, es un mensajede urgencia que se enva a la sociedad colombiana respecto

de los presupuestos requeridos para construir la paz y la de-mocracia slidas que desde entonces estamos buscando.2. La paz y democracia, como lo hemos aprendido a través de

estos doscientos años de historia, requieren de la plena vi-gencia de los derechos y garantas sociales, entre ellas la jus-ticia, con el n de superar la impunidad de los crímenes y deevitar de esta forma, su perpetua repeticin.

3. Sólo de esta manera, el país podrá, por n, iniciar un procesohacia la reconciliación, que no signica otra cosa que restituir-

nos en dignidad y en derechos luego del conocimiento plenode lo qué pasó (incluyendo la determinación de responsabili-dades), con el n de resolver, en medio de las diferencias, losgrandes problemas a los que nos reta el milenio y la desigual-dad social.

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1713. Perspectivas iniciales sobre la construccin de un centro de memoria en Bogotá

4. La paz y la reconciliacin implican entonces, para las vcti-

mas y la sociedad, verdad, justicia y reparacin, y, para elEstado, el cumplimiento del deber de memoria al que inter-nacionalmente está obligado.

5. Construir entonces un Centro de Memoria, Paz y Reconci-liación en medio del conicto armado que persiste, imponeretos y tareas adicionales a desarrollar, entre ellas, las de evi-denciar la responsabilidad estatal en los crmenes ocurridos,bien sea por accin, omisin, tolerancia o aquiescencia de susagentes, o por la impunidad en que se hallan.

6. Compartimos entonces la concepcin del Centro, como unespacio para la preservacin de la memoria y la recuperacinde la verdad histrica construido a partir de la participacinde las vctimas, con todas sus connotaciones, diferencias eidentidades. Tales consideraciones permiten un reconoci-miento propicio para el accionar conjunto, de ellas entre s yde éstas con el Gobierno Distrital.

7. Compartimos el conjunto de iniciativas generales propues-

tas, a las cuales podemos contribuir de manera concreta.Respecto de tales propuestas, slo queremos dejar en consi-deracin la necesidad de buscar la articulacin del Centro aotras iniciativas distritales como la conmemoracin del DaDistrital de la Memoria (11 de octubre) y la construccin delParque Distrital de la Memoria.

8. También resulta importante, articular los propsitos delCentro a la comunidad estudiantil, coordinando jornadas es-peciales de memoria, que podran plantearse en el marco del

Da Distrital de la memoria (11 de Octubre).9. El Centro puede proponer e implementar una cátedra quepermita la reexión en torno a los factores que propiciaronlas violaciones, a las consecuencias de las mismas y a las me-didas que evitaran su repeticin.

10. También debe evitar el deterioro fsico de la iconografa pú-blica que rinde tributo a las vctimas, preservándola funda-mentalmente del olvido y de la banalizacin. Nos referimospor ejemplo a los colegios distritales nominados en home-

naje a las vctimas: IED Leonardo Posada, IED Carlos Piza-rro Leongmez, IED Orlando Higuita, IED Eduardo UmañaMendoza, entre otras.

11. Los currculos, libros de texto y los medios de comunicacin,deben ser instrumentos fundamentales para la pedagoga

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172 Un centro que se articule a unapoltica pública de derechos humanos

social de la memoria y la verdad. El Gobierno de la ciudad

puede contribuir, por esta va a la formacin de una éticaciudadana pro-vctima.

12. La Universidad y la academia deben jugar un papel impor-tante en el Centro, que debe disponer sus archivos para la in-vestigación histórica y para la reexión crítica y propositivaentorno a la problemática consignada en los archivos.

13. A la par, el Centro debe disponer de mecanismos que mo-tiven ese quehacer investigativo con el n de valorar, entreotras cosas, los impactos de la violencia poltica en la vidadistrital que, de alguna forma constituye una muestra de losimpactos recibidos por el conjunto de la Nacin.

14. El Centro debe facilitar a la sociedad en su conjunto, el cono-cimiento de los hechos y circunstancias constitutivas de loscrmenes denunciados, para lo cual debe no slo preservarlos archivos sino difundirlos de manera adecuada, a travésde los medios masivos de comunicacin, previo diseño deuna pedagoga social.

15. Las actividades de difusin propician a la vez la vinculacinde otros sectores sociales al Centro: artistas, comunicadoressociales, lderes sociales, etc.

16. De manera especial, recalcamos la importancia del rol centralque en el Centro pueden jugar las vctimas y las organizacio-nes sociales y de derechos humanos que las acompañan, loque implica el despliegue de una poltica sostenida de parti-cipacin y concertacin en torno a sus principales proyectos.

En resumen, la Corporacin Reiniciar considera que el Cen-

tro del Bicentenario: Memoria, Paz y Reconciliacin debe con-vertirse en uno de los instrumentos para una poltica pública dederechos humanos del Distrito Capital, que considere las parti-cularidades de las vctimas, que las incluya en los procesos y enla toma de las decisiones fundamentales y que se nutra de susiniciativas y propuestas.

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CENTRO DE MEMORIA.PAZ Y RECONCILIACIÓN

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CENTRO DE MEMORIA.PAZ Y RECONCILIACIÓN

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Apuntes para la construcciónde un centro de memoria18

H.I.J.O.S. Colombia

Quisiéramos plantear desde un principio nuestro saludo a este

espacio de encuentro y de debate, y al hecho de exista un interéspor la inclusin de la memoria en la agenda del Distrito. Aúnmás, el que se plantee dicha voluntad, particularmente en tornoa un centro de memoria, nos parece acertado en tanto que eneste tipo de instrumentos se expresan avances en la concepcinde las medidas para la preservacin de lo que debe ser conside-rado como patrimonio de los pueblos.

En primer lugar, expresaremos como movimiento la perspec-tiva de trabajo por la memoria que venimos impulsando con al-

gunas particularidades. A partir de all, mencionaremos algunosfundamentos que concebimos como necesarios de un centro dememoria que garantice, sobre todo, su construccin democrática.

Punto de partida: ¿Quiénes somos?Hijos e Hijas por la Memoria y contra la Impunidad es unaorganizacin social y poltica principalmente conformada por

  jvenes, que realizamos una apuesta generacional por la me-moria, como dignicación de las luchas sociales por la transfor-

macin de Colombia, como impulso a la justicia en un contexto

18   Texto entregado y expuesto por Pavel Santodomingo, integrante del movimiento H.I.J.O.S.Colombia en el Seminario de reexión sobre el Centro del Bicentenario: Memoria, Paz y Re-conciliación realizado el 30 de septiembre de 2008.

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176 Apuntes para la construccinde un centro de memoria

de impunidad judicial y poltica frente a los crmenes de lesa

humanidad que sustentan relaciones dominacin en nuestra so-ciedad, y como sustento para la comprensin del pas presente,y del que queremos en el futuro.

Conservamos como parte de nuestros planteamientos, algu-nas tesis en permanente construccin que son relevantes en esteseminario.1. La primera de ellas tiene que ver con la concepcin que

hacemos sobre la memoria, la cual consideramos como uncampo de batalla, es decir, como un escenario donde se de-bate la construccin de sentido sobre el presente y por lotanto sobre el pasado. Por esta razn, la memoria debe sercomprendida como un problema de la sociedad en su con-

 junto, debe ser un asunto de todos y todas, el cual adquieresentido en la medida en que no se concibe solamente comouna obligacin o un derecho de quienes no pueden olvidar(las vctimas), sino como una necesidad y un derecho deuna sociedad, la cual solo puede ser democrática si reco-

noce los fundamentos de luchas sociales y consecuencias -sufrimientos en su presente y pasado. En este sentido, estono implica rebajar a la vctima, ni su posicin ética ni su po-tencialidad testimonial, sino que al contrario, pretende quese eleve y ample su identidad como parte de una sociedadque les debe reconocer su papel poltico y transformador.

2. Al desarrollar el debate sobre nuestra concepcin de la me-moria, comprendemos que no hay slo una memoria, (asse quiera mostrar desde el régimen), al contrario, existen

muchas polticas de memoria en la sociedad, las cuales es-tán en juego y batalla. No obstante, trabajamos por develarque en los discursos ociales sobre la versión del pasado,se omite caracterizar las relaciones de poder que determi-nan esa batalla, y las responsabilidades en la participacinen las vulneraciones, auto-proclamándose como un terceroneutral; y de paso, omitir intencionalmente la caracteriza-cin del ser y del deber ser de las polticas de la memoriadesde el Estado.

3. Para explicar nuestra propuesta de mirada, queremoscompartir una frase que sintetiza nuestra perspectiva: “Lamemoria es del presente”: As, para nosotros y nosotras, lamemoria no cierra capítulos, no instaura un post-conictoque no existe, ni conlleva a una reconciliacin forzada all

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1773. Perspectivas iniciales sobre la construccin de un centro de memoria en Bogotá

donde no existen cambios estructurales. De no existir estos

cambios, la misma condicin fraudulenta, termina nueva-mente alimentando la continuidad del conicto. La memo-ria debe ser impulso y motor de la construccin de una so-ciedad justa; sin justicia no hay democracia. Deben ponersede presente los debates que han sido silenciados, entre loscuales este, el de la justicia, es uno de ellos.

4. Estas necesarias concepciones exigen una profundizacinde lo que se llama “El Deber de memoria del Estado”; recogidoen los principios internacionales de los derechos de las vc-timas, el cual debe tener como funcin, la preservacin deaquellos soportes o verdades que posibilitan la lucha con-tra la justicación de los crímenes de lesa humanidad y lasvulneraciones a los derechos humanos, as como tambiéndeben garantizar la oposicin a la impunidad judicial y po-ltica reinante en este pas. Como lo plantea Manuel ReyesMate, “la fuerza de la memoria consiste en abrir expedientes quela historia o el derecho han dado por cerrados. Y si hubo una in-

 justicia pasada, y no ha sido saldada, la memoria proclama la vi- gencia de esa injusticia”. Por esa razn, la memoria cuestionael presente construido sobre el olvido, y recuerda que “lo

 fundamental en la justicia es la injusticia cometida contra alguiende carne y hueso” a quien la sociedad debe identicar, reco-nocer, validar como ser humano, y como legado de defensaa la dignidad y sentido de humanidad.

5. En medio del conicto que vivimos hoy, las políticas de lamemoria que se sustentan en la impunidad, sobre todo a

nivel mediático, parten de una desconexin de la memoriacon el presente. Es decir, una desconexin del ejercicio deindagar el pasado con el ejercicio de cuestionar el presente;una desconexin del ejercicio de dar sentido a los recuerdoscolectivos, con la necesidad de aplicar justicia a los crimi-nales de lesa humanidad; una desconexin del ejercicio deconstruir recuerdos comunes, con la generacin de alterna-tivas de paz con trasformaciones que partan de la compren-sión y reconocimiento de las causas del conicto, impulsan-

do la movilizacin social y la resistencia que han parido losderechos humanos y sociales, en vez de criminalizarlos yestigmatizarlos.

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178 Apuntes para la construccinde un centro de memoria

Fundamentos necesarios para pensar un centro

de memoriaDesde la perspectiva que planteamos, nos parece importanteque la propuesta de un centro de memoria se desarrolle sobrela base de unos determinados fundamentos:1. Impulso a la justicia y a la reparacin integral: Como lo

mencionamos, recalcamos la necesidad de que la visibi-lidad de las vulneraciones a los derechos humanos, noconciba la paz como una contradiccin de la justicia, sinocomo su resultado. As, la preservacin y recuperacinde la memoria debe trascender su signicación simbólica,para ubicarse en el terreno de los avances serios hacia la ju-dicializacin de perpetradores de las mismas, pasando porel conocimiento de la verdad (es decir quienes han nan-ciado y ordenado tanta barbarie) y la reparacin integralpara las vctimas, incluyendo las medidas de satisfaccin yno repeticin.El Centro de Memoria debe tener una clara y explcita co-

nexin con un mecanismo de seguimiento a los procesos ju-diciales. De igual forma, deben incluirse dentro de los even-tos, acontecimientos y procesos conmemorativos, las batallas

 jurdicas ante el sistema judicial colombiano, la impunidadreinante, y los esfuerzos por lograr justicia en organismosinternacionales como el sistema interamericano de derechoshumanos.

2. Autonoma: Una propuesta de un centro de memoria a niveldistrital debe partir de un respeto total por la autonoma de

las vctimas, sus organizaciones y demás impulsores, sobrela idea de que ningún gobierno puede construir memoria,solo facilitar que esta se desarrolle. En nuestro lanzamiento,el 8 de Julio, Alfredo Molano nos deca con justa razn, “nopodemos delegar la memoria, no podemos decir que nos ha-gan la memoria”. Por lo tanto esta autonoma es clave. Esimportante que el centro de memoria, y las actividades dedifusin y promocin del mismo, mantengan la certeza deque existen diferencias entre las vctimas en Colombia, ge-

neradas en un proceso de lucha por sus derechos que impli-ca posiciones y adhesiones polticas divergentes y diversas,pero también en las caractersticas y causas de las vulnera-ciones infringidas.

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1793. Perspectivas iniciales sobre la construccin de un centro de memoria en Bogotá

3. Memoria viva: La memoria que ha de promoverse desde

un centro de memoria debe contar con la participacin delas vctimas sin perder de vista a la sociedad como parte ysujeto del derecho a la memoria. Desde all, la idea de unamemoria viva combina la necesidad de una pedagoga so-cial, del uso de las nuevas tecnologas, de la elaboracin deestrategias creativas y la ruptura clara de los esquemas derepresentacin tradicionales de la muerte y el sufrimiento,incluso para ver también la vida, una memoria que apuntehacia una dignicación de las víctimas y sus historias, pero

también, hacia la creacin de un escenario convocante parala sociedad en general. Vale decir, dicho fundamento in-cluye que no se dejen de considerar las vulneraciones a losderechos humanos existentes y ascendentes hoy ocurridosen el marco de “la Seguridad Democrática”.

4. Valoracin de los procesos sociales: Consideramos la nece-sidad de que un centro de memoria pueda sensibilizar a lasociedad acerca de la existencia de procesos sociales que son

legado de resistencia ante la opresin, y que han contribui-do a la existencia de derechos para los trabajadores, los cam-pesinos, los pueblos indgenas y afrocolombianos, LGTB, j-venes, estudiantes, y demás sectores sociales, aún cuando sunivel de garanta actual se encuentre en retroceso crtico queno fue producto del devenir “natural” de la historia, sinode la campaña de exterminio de la oposicin y de cualquierapuesta a la transformacin de las injusticias sociales que seha ejecutado en Colombia.

5. Articulacin: En la actualidad existe un número indeter-minado de instrumentos conmemorativos en el distrito ca-pital, como monumentos, placas, lugares emblemáticos, olugares de memoria. El centro de memoria debe tener lacapacidad de articularlos para impulsarlos, promocionar-los y visibilizarlos. De la misma manera, es importante quela construccin del implique una búsqueda de saneamientode situaciones que menoscaban la dignidad de las vctimas,como el daño permanente de monumentos a vctimas o lu-

chadores sociales en Bogotá.6. Participacin: Un elemento fundamental que permite laexistencia de un centro de memoria que no implique ma-nipulación, negación, justicación o banalización de lo quehemos vivido, es que se fundamente en la participacin

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180 Apuntes para la construccinde un centro de memoria

verdaderamente incluyente de todas y todos, que posibili-

te que haya lugar a las representaciones elaboradas por laspropias vctimas y organizaciones de derechos humanossobre el pasado y el presente. As, es necesario que se revise

  jurdicamente el status de los materiales de memoria quepodran ser aportados al centro, de suerte que exista clari-dad sobre la existencia de un derecho de uso que limite elabuso o tergiversacin y que cuente con la consulta de sustitulares para su ejercicio.

7. En cuanto a su funcionamiento, el centro debe priorizar laparticipacin de expresiones sociales fundamentalmente,sobre el criterio de abrir el espacio a los que nunca han teni-do voz, es decir, de las organizaciones sociales, de las orga-nizaciones victimas, de las que acompañan victimas, de or-ganizaciones de derechos humanos, y de todo aquel que haemprendido el proceso de recuperacin de la memoria, deprocesos territoriales que mantienen viva su memoria etc,además, claro está, de una participacin de las instituciones

distritales, todo estos actores articulados en una mesa y/oconsejo directivo, que se encargue de denir los horizontestanto administrativos (internos) como su relacin institu-cional con el estado y los otros actores de la sociedad.La participacin redunda también en que exista espacio parala academia y otros sectores de la sociedad, para lo cual sehace necesario denir determinados mecanismos de priori-zacin. De esta manera nos parece fundamental que el cen-tro de memoria se construya con un carácter jurdico que le

permita cierta autonoma frente a la administracin distritaly al gobierno nacional, previendo la necesidad de que no seconvierta en instrumento legitimador del poder o de su posi-ción en el conicto; en tal caso, sucumbiría en su intento.Esta es la invitación, a dignicar lo que fuimos y lo que so-mos, un pueblo de incansables luchas sociales y polticas a locual seguimos apostando y contribuyendo decididamente.

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CENTRO DE MEMORIA.PAZ Y RECONCILIACIÓN

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CENTRO DE MEMORIA.PAZ Y RECONCILIACIÓN

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4. La memoria históricacon enfoque diferencial

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CASA DE LA MUJER

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Memoria Soy Yo:Memoria, Cuerpo, Territorio

Componente de Memoria Histórica,Casa de la Mujer

Claudia Patricia González Pérez

IntroducciónLa Casa de la Mujer en Colombia es una organizacin feministaque desde hace 30 años ha centrado su quehacer en accionespolíticas y formativas con el n de fortalecer en las mujeres su

autonoma, autoestima y capacidad para exigir sus derechos.A través de los diversos procesos que desarrolla busca elevarel nivel de conciencia de las mujeres en relacin con los facto-res sociales, econmicos, polticos y culturales que limitan susposibilidades de autodeterminacin, as como de aquellos quepropician su inclusin y participacin en espacios en donde setoman decisiones que afectan sus vidas, las de sus familias ycomunidades en distintos departamentos del pas.

Durante los tres últimos años la Casa ha desarrollado su

componente de memoria histrica en el marco del proyecto“Estrategia nacional de lucha por una vida libre de violencias paralas mujeres en medio del conicto armado en Colombia”, iniciativaque fue nanciada por el gobierno de Holanda a través del Mi-nisterio de Relaciones Exteriores y ejecutada en Colombia por

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186 Memoria Soy Yo: Memoria, Cuerpo, TerritorioComponente de Memoria Histrica, Casa de la Mujer

la Casa de la Mujer desde el 2008 hasta diciembre de 2011. El

componente se desarroll a partir del diseño, realizacin y sis-tematizacin de 17 talleres “Memoria Soy Yo”, y “Fotografa yMemoria Histrica”, en alianza con organizaciones en los de-partamentos de Cauca, Antioquia, Bolvar, Putumayo, Choc,Caldas, y las ciudades de Bogotá y Medelln; en poblacionescuyo contexto se caracteriza por ser territorios en disputa entrelos diferentes actores armados.

Las violaciones a los DDHH de las mujeres se tratan comofenmenos aislados, desarticulados y localizados en el pasa-do. Poco se exponen las situaciones estructurales de violencia,opresin, subordinacin y discriminacin naturalizadas, per-manentes y sistemáticas de las que son vctimas las mujeres enColombia, agravadas además por el conicto armado que viveel país desde hace más de 60 años. Y poco se reexiona sobre elcarácter público de estos incidentes como manifestaciones del“continuum de violencias” que recae y que ha tenido impactosmuy profundos sobre la subjetividad e identidad de las mujeres.

Es por esto que el ejercicio de hacer historia desde y entremujeres es un compromiso del feminismo, no solo en la laborde nombrar, reconocer y hacer visible a las mujeres como suje-tos polticos en todos los ámbitos de la sociedad, sino tambiénpara contribuir a la creacin de narrativas para la transforma-cin del sin sentido y vergüenza que es la guerra como una delas marcas y consecuencia más evidente de la cultura patriarcal.

La memoria histrica es entendida desde la Casa como elesfuerzo consciente de una colectividad por interpretar hechos

pasados y presentes que marcan sus historias de olvido, sub-ordinacin, opresin, discriminacin y violencias, para su norepeticin y transformacin. Es entendida también como unaherramienta que contribuye a la exigibilidad de derechos a laverdad, la justicia y la reparacin para las mujeres.

La Casa considera que existen condiciones previas en unasociedad para los procesos de elaboracin de memoria histricade las mujeres. Por ejemplo, el hecho básico que no persista ladisputa entre actores armados en los territorios; que el siste-

ma y aplicación de justicia sea maniesto en el reconocimientode las responsabilidades de los actores incluida la del Estado;que haya una disposicin del gobierno y de la sociedad en ge-neral para el cumplimiento de los derechos humanos y civilesfundamentales de las vctimas directas e indirectas, (incluido el

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1874. La memoria histrica con enfoque diferencial

reconocimiento del derecho a la memoria). Una muestra de lo

anterior sera que los distintos programas de atencin a mujeresrespondieran ecaz y ecientemente y con la voluntad políticacorrespondiente a las necesidades de la poblacin, cuestin queen Colombia difcilmente ocurre.

Sin embargo la Casa ha considerado imprescindible avanzarlas reexiones en esta materia, desde y entre mujeres a partirdel feminismo, como un motivo más para prepararse y propo-ner reexiones públicas correspondientes acerca de la injusticiahistrica acaecida sobre los cuerpos de las mujeres, y a la vezofrecer herramientas técnicas para contribuir a la búsqueda yelaboracin de verdades histricas que incorporen y correspon-dan a las realidades de las mujeres en el pas.

Memoria HistóricaLa pregunta sobre la necesidad o pertinencia de adelantar inicia-tivas de memoria histórica en contextos de conicto es compleja

y la Casa espera contribuir a los debates nacionales que se re-quieran a este respecto. Sin embargo es ineludible precisar que,concerniente al tema de las violencias contra las mujeres, el con-texto de conicto armado es una parte —si se quiere, una mani-festación exacerbada— del continuum de violencias ocurridasen y sobre la vida de mujeres vctimas histricas de la culturapatriarcal; es decir, de un modo particular de relacionarse y ha-cer uso del poder. As que el contexto de las violencias contra lamujer no se reduce al ámbito del conicto armado; se exacerban

s, pero además, éste abarca los entornos de la vida en sociedad,ámbito familiar, laboral, poltico, cultural y, sexual, entre otros.La labor ética y política de identicar el lugar y el sujeto del

testimonio en un contexto de conicto armado, supone hacerloen medio de una emergencia humanitaria y con el agravante deque es peligroso para las vctimas. Aun no hay garantas pararealizar indagaciones, solicitar abiertamente un testimonio ybuscar la comprobacin de los hechos con la verdad. Sin embar-go, la pregunta por la responsabilidad que como ciudadanas o

ciudadanos nos corresponde sobre qué historias y de qué ma-nera se ocializan, trasciende la existencia del conicto y se im-pone como un ejercicio poltico obligatorio por la disputa de lamemoria-narrativa para las vctimas y la sociedad, y por la pro-teccin, defensa y garanta de los derechos humanos en el pas.

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188 Memoria Soy Yo: Memoria, Cuerpo, TerritorioComponente de Memoria Histrica, Casa de la Mujer

A propsito del contexto colombiano, académicos han anali-

zado crticamente el contexto institucional colombiano en el quese desarrollan las iniciativas ociales de memoria histórica (Ley975 de 2005), los procesos de justicia transicional, y el cumpli-miento efectivo de derechos a la memoria, la verdad, la justicia,la reparacin, y la no repeticin de hechos victimizantes. Estosacadémicos han observado la necesidad de realizar precisionesconceptuales, enriqueciendo la reexión y profundizando enlos alcances y lmites del trabajo a este respecto1.

El desafo conceptual de la memoria histrica para las mu- jeres, aún más el reto de observar el tema urgente por una vidalibre de violencias para mujeres en Colombia, fue resuelto conla propuesta Memoria Soy Yo, que tiene como fundamento larelacin entre la memoria, el cuerpo y el territorio como los ejesindispensables para la reexión y elaboración de la memoriahistrica de las mujeres en Colombia.

Las primeras referencias al concepto de memoria histricaresultan de los hechos ocurridos en los campos de concentra-

cin de Auschwitz, como hito histrico de la humanidad du-rante la segunda guerra mundial. Los juicios de Núremberg,los enjuiciamientos universales y el nuevo paradigma de pen-samiento originado por las reexiones de los cientícos socialesque se denominaron escuela de Frankfort, constituyen en buenaparte los pilares principales de este concepto, que especialmen-te promueve las preguntas sobre la responsabilidad ética de losseres humanos, de la humanidad con respecto a hechos de gra-ves violaciones a los DDHH.

1 Catalina Uprimny en su artículo Saberse algo de Memoria en el Proceso transicionalcolombiano, disponible enhttp://www.scielo.unal.edu.co/scielo.php?pid=S1692-81562010000200009&script=sci_arttext observa algunas dierencias entre los conceptosde memoria social, memoria colectiva, memoria histórica, memoria común, memoriapsicológica, memoria historiográca, memoria jurídica-verdad judicial, y verdad histó-rica. De igual orma realiza un análisis y un conjunto de precisiones sobre el contextoque propone la ley 975 de 2005 sobre memoria histórica para el país. También, RodrigoUprimny y Maria Paula Safon, desarrollan Un análisis sobre los derechos a la verdad, la

 justicia y reparación en Colombia. Rodrigo Uprimny & María Paula Safon, ¿Justicia tran-sicional sin transición? Verdad, Justicia y Reparación para Colombia , 3 (Rodrigo Uprimny,Catalina Botero, Esteban Restrepo & María Paula Safon, Centro de Estudios de Derecho,Justicia y Sociedad, DeJusticia 2006. Y Camila de Gamboa, Camila de Gamboa. El Deberde Recordar un Pasado Problemático. En Estudios Socio Juridicos. Bogotá, No. 7 pags:303 – 328 Agosto de 2005 disponible en http://www.urosario.edu.co/urosario_les/6/ 6151764-c86d-4c87-a78-6544554db2a.pd 

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Asimismo, Elizabeth Jelin es precisa en anotar el carácter di-

námico, poltico y cultural; simblico y personal; histrico y so-cial de la memoria. En su libro Los Trabajos de la Memoria, anota:

“El trabajo (sobre la memoria) como rasgo distintivo de la acción hu-mana pone a la persona y a la sociedad en un lugar activo y producti-vo. Uno es agente de transformación, y en el proceso se transforma así mismo y al mundo. La actividad agrega valor. Referirse entonces aque la memoria implica trabajo es incorporarla al quehacer que generay transforma el mundo social.” (Jelin: 2001, p 14)

Entre las caractersticas de la memoria histrica se cuenta lade “contribuir a la necesidad humana de encontrar sentido a losacontecimientos y sufrimientos que nos toca vivir, son prácticasde rememoracin, rituales de homenaje e iniciativas polticasque impulsen un “nunca más” a las afrentas a la dignidad hu-mana”. (Jelin: 2001, p 12).

La memoria histrica en su funcin y aspiracin de relacio-narse con hechos del pasado y su legado, en el marco de guerrasy situaciones atroces difciles de comprender para la humani-

dad, en distintos pases alrededor del mundo, ha incluido ma-nifestaciones como:◘ Conformación de comisiones para la paz y la verdad que

han resultado en la elaboracin de informes de hechos ocu-rridos. Especialmente la memoria histrica se ha relacionadocon procesos de búsqueda de la verdad y el esclarecimientode hechos y autores que han resultado en los informes “nun-ca más” de crmenes cometidos en el marco de las guerras yel desarrollo y construccin de verdades históricas.

◘ Creación de archivos del terror. Documentación y relatos,testimonios y narraciones.◘ Creación de museos para la memoria.◘ Juicios de la verdad para esclarecer hechos y autores de

desapariciones forzosas, esclarecimiento de identidades,cuerpos, secuestrados.

◘ Procesamiento por crímenes de lesa humanidad.◘ Reconocimientos ociales de los delitos cometidos.◘ Reconocimientos ociales de quienes tienen derecho a re-

paraciones.◘ Noticias sobre operaciones militares regionales.◘ Denuncias sobre los silencios institucionales.

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◘ Iniciativas de ONGs de DDHH ligando principios funda-

cionales de la democracia y demandas por saldar cuentascon el pasado.

◘ Traducción en acciones y expresiones públicas como la crea-cin artstica en el cine, en la narrativa, en las artes plásticas,en el teatro, la danza o la música, las movilizaciones, comoejemplo, las 13 mujeres, las madres de la plaza de mayo, mujeresde negro, la Ruta Pacíca.

◘ La denominada Escuela de Frankfurt, grupo de pensadores,intelectuales y académicos que transform el paradigma enel modo de concebir el mundo social es memoria histrica2.

Estos procesos e iniciativas tienen su marco en el principioNo. 2 del conjunto de principios para la proteccin y promocinde los Derechos Humanos mediante la lucha contra la impuni-dad que establece que:

“El conocimiento por un pueblo, de la historia de su opresión, forma parte de su patrimonio, y por ello, se debe conservar adoptando me-didas adecuadas en aras del deber de recordar que incumbe al Estado.Esas medidas tienen por objeto preservar del olvido de la memoriacolectiva, entre otras cosas para evitar que surjan tesis revisionistas ynegacionistas” (Asamblea General ONU: 1988).

Además, precisa Jelin:“Cuando el Estado no desarrolla canales institucionalizados ociales

y legítimos que reconocen abiertamente los acontecimientos de violen-cia de Estado y represión pasados, la lucha sobre la verdad y sobre lasmemorias apropiadas se desarrolla en la arena societal. En ese escena-rio, hay voces cuya legitimidad es pocas veces cuestionada: el discursode las víctimas directas y sus parientes más cercanos. En ausenciade parámetros de legitimación sociopolítica basados en criterios éticos generales (la legitimidad del Estado de Derecho) y de la traducción otraslado de la memoria a la justicia institucional, hay disputas per-manentes acerca de quién puede promover o reclamar qué. Acerca dequién puede hablar y en nombre de quién”. (Jelin: 2001, p 61)

En este sentido, para la Casa, es claro que el tiempo y ordende la memoria se dinamiza en el presente y para el futuro; esdecir, la riqueza de la multiplicidad de los sentidos que tiene la

labor, el ocio sobre la memoria y sobre la memoria histórica,

2 La Escuela de Frankurt se denominó al grupo de cientistas sociales reunidos para dar explica-ción y proundizar en el conocimiento de la naturaleza humana y social tras las atrocidades dela segunda guerra mundial.

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se renueva en la posibilidad de interpretacin que hacemos de

los acontecimientos que sucedieron y suceden en nuestra viday entorno, y que se realiza a partir de los recursos que tenemos,principalmente cada mujer y su historia. Las marcas del pasa-do, los cuerpos, son a la vez recuerdo, promesa y anhelo, y suatencin e interés en los modos en que se reconozca se consti-tuyen en buena parte de los motivos de accin, movilizacin ytransformacin colectiva de las realidades.

Memoria Soy Yo: memoria, cuerpo, territorioDado que toda memoria puede interpretarse como parcial, re-construir las dimensiones de la memoria es la propuesta de re-exionar sobre cómo se crea un relato, dónde y en qué modosubican las mujeres sus vivencias, sus angustias, sus dolores, susalegras, gustos, aprendizajes en el cuerpo, y como están o norelacionadas con hechos, o con lugares geográcos. En esa pre-gunta se dota esa memoria parcial de un carácter colectivo. Nose trata en un principio de reconstruir la nocin de cuerpo, o la

geografa, o pensar que los relatos nos hablan exclusivamen-te de ellas, de cada una. Se trata de ver qué observamos sobrecmo es construido un relato, cmo es construido un cuerpo, ycmo una geografa, un territorio, que en principio puede nocorresponder con lo que es su cuerpo, su historia o su geografa.

Para la Casa de la Mujer la relacin entre la memoria de lasmujeres y sus cuerpos está en que la memoria es el cuerpo de lasmujeres, y esto quiere decir que, tanto los comportamientos —prácticas habituales cotidianas— como la forma en que creamos

los sentidos sobre el cuerpo, expresan el modo en que, hasta lafecha, lo hemos interpretado o no interpretado; es decir, la for-ma que hasta nuestros das hemos hecho conciencia-memoriade éste. También es importante aclarar lo que para la Casa dela Mujer no es esa relacin memoria–cuerpo. La memoria nohabita el cuerpo, ni el cuerpo habita en la memoria; tampoco elcuerpo se hace memoria. El cuerpo “es” memoria en la medidaque se reconoce como constituido y construido socialmente enel discurso y en el hábito, en las prácticas del cuerpo, aquellas

inscritas y las incorporadas.3

3 El concepto de prácticas inscritas se reere a aquellas que requieren de la voluntad e intenciónpara realizarlas, por ejemplo, el alabeto y la acción de leer; que además son las que dan cuentade la historia ocial. Prácticas incorporadas se reeren a aquellas que son adquiridas de tal

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En este sentido el feminismo ha logrado importantes aportes.

 Judith Butler observa:“Al declarar que “la mujer no nace, se hace”, Simone De Beauvoir se apropia de esta doctrina, la de los actos constitutivos, inscrita enla tradición fenomenológica, y la reinterpretativa. En este sentido, el género no es, de ninguna manera, una identidad estable; tampoco esel locus operativo de donde procederían los diferentes actos; más bien,es una identidad débilmente constituida en el tiempo: una identidadinstituida por una repetición estilizada de actos. Más aún, el género,al ser instituido por la estilización del cuerpo, debe ser entendido como

la manera mundana en que los gestos corporales, los movimientos ylas normas de todo tipo constituyen la ilusión de un yo generalizado permanentemente. […]…El género no está pasivamente inscrito sobreel cuerpo, y tampoco está determinado por la naturaleza, el lenguaje,lo simbólico o la apabullante historia del patriarcado. El género es loque uno asume, invariablemente, bajo coacción, a diario e incesante-mente, con ansiedad y placer…” (Butler:p 297 y 314).

Es claro entonces que la memoria no slo es recuerdo ni sereere únicamente al pasado, sino que se encuentra en el pa-

sado, en el presente y en el futuro. En el pasado, en los hechosocurridos, experiencias y enseñanzas que han marcado la his-toria de cada una; en el presente, en el modo en que se apro-pia y da sentido a las vivencias, la interpretacin de la historiade acuerdo con los conocimientos adquiridos por habitar unterritorio, por estudios no formales, formales y profesionales;adquiridos por experiencias con otras mujeres. Y futuro, espe-cialmente la memoria se encuentra en las expectativas: en losestereotipos vigentes en nuestros discursos, las contradicciones

entre el ser y no ser; en la identicación de nuestras fantasías;en las representaciones o creencias sobre el futuro respecto a loque queremos ser, en la capacidad de planear el futuro desdeel ser mujer; las creencias sobre el futuro que se reere a los de-seos materiales, anhelos y las ideas de felicidad que se elaboranen la sociedad.

Por otra parte la relacin entre el cuerpo de las mujeres y elterritorio, desde el feminismo, insiste en observar dos dimen-siones del territorio para las mujeres, el cuerpo como primer

manera que no requieren de una reexión explicita para su expresión. Por ejemplo, los gestos,el saludo, las posturas, muchos de los hábitos, y se caracterizan por su inormalidad. Más sobreeste aspecto en: Paul Connerton, How Societies Remember, Cambridge University Press, 2007,“Bodily Practices”, p. 91-104.

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territorio y la dimensión del territorio como espacio geográco.

E interesa principalmente para el caso colombiano abordar eltema desde las violencias, y la consideracin según la cual hayuna relacin directa entre las violencias contra los cuerpos delas mujeres y sobre los territorios.

La reexión sobre la relación entre el cuerpo y territorio, ensu primera dimensin, observa las maneras en que las mujeresviven y representan su cuerpo, cmo lo reconocen, apropiany lo interpretan, o no lo hacen, cmo experimentan sus afec-tos, emociones, cmo son y están en el mundo respecto a ellasmismas y la vivencia en sus relaciones. En esta dimensin seobservan las reexiones principalmente sobre la autonomía, ylas contribuciones para las mujeres respecto a la capacidad detomar decisiones propias; resistir la centralidad de otros en supropia vida, antes que a ella misma; desarrollar la autoestima;la independencia econmica; la libertad del cuerpo as comorealizar las crticas respecto del control culturalmente naturali-zado que se ejerce sobre ellas.

La dimensión geográca del territorio para las mujeres se ob-serva a partir del análisis de los modos en que como mujer seapropia del territorio; del modo en que lo ocupa, lo usa, segúnun modelo económico, según su signicado, su forma y conteni-do, en general el modo en que como mujer establece las relacio-nes de orden econmico, poltico, cultural, ambiental y afectivoque ordenadas conguran lo que es el territorio para ellas.4

Buena parte de la memoria de mujeres que reconocemos serelaciona con el dolor, el miedo y respeto por su integridad f-

sica y moral. Está relacionada con experiencias traumáticas quetrascienden a todos los escenarios del inconsciente profundoque debemos empezar a entender como colectivo. Se reere al

4 John Jairo Rincón García, Coordinador Nacional Agrario, Taller de Tierras y Territorios, julio16, 17,18 de 2009. Para el Coordinador Nacional Agrario territorio se reere al conjuntode relaciones de propiedad: privada o privada colectiva; tenencia: ocupante, parcele-ro, adjudicatario de reorma agraria; Uso: Agricultura, ganadería, conservación, vivienda;

servidumbre: permitir que otros la usen, no todos la usan en lo mismo porque su cultura,sus valores son dierentes. O porque el modelo económico también lo es. Ej: campesino,indígena, aro colombiano; signifcados: no es el mismo para todos, para unos es vida,para otros mercancía; contenidos y ormas: lo que se ocupa el espacio no es lo mismo:casas, carreteras, pueblos, nombres, sitios, pequeña propiedad, caseríos, corregimientos,arquitectura, cultivos, paisaje. Las relaciones sociales de orden económico, político, cultu-ral, ambiental, aectivo ordenadas en un espacio especíco conguran el territorio.

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da de hoy, a cuerpos-mujeres que tienen a lo largo de su vida

historias de violencias, que además —en muchos casos— sonheredadas. Estas agresiones fsicas repercuten en la memoria detodas y trasciende a las relaciones afectivas. Mujeres con culpay vergüenza; cansadas, enfermas, violentadas, oprimidas, su-bordinadas, desarraigadas y discriminadas histricamente; quehabitan territorios que continúan siendo explotados, zaquea-dos. En estos territorios sus habitantes se convirtieron en vcti-mas de los delitos de despojo y abandono por parte de actoresarmados legales e ilegales para satisfacer intereses econmicosde gran envergadura; intereses militares-estratégicos y polti-cos. Allí el dominio sobre los territorios trasciende lo especíca-mente espacial para continuar con el dominio sobre los cuerposde las mujeres.

Calcular y hacer visibles los impactos de las violencias psico-lgicas, fsicas, sexuales y econmicas, histricamente padeci-das por las mujeres en los ámbitos públicos y privados, requierede un trabajo en múltiples sentidos. Uno de éstos es el de la me-

moria histrica. Indagar por este propsito poltico y colectivoy por los recursos, como mujeres, disponibles para elaborarlaes un requisito inicial. Generar narrativas; verdades histricas;visionar las transformaciones y los modos para agenciar loscambios en los ámbitos privados y públicos, requiere antes quenada reconocerse como portadora de memoria, todo su cuerpoy desde su territorio, gestoras de la memoria histrica de lasmujeres en Colombia y, desde ah, construir los escenarios, ge-nerar las reexiones y estrategias que permitan avanzar en la

identicación de las historias colectivas que se quieren contar;los duelos que no se han realizado y los lenguajes para hacerlo.

ConclusionesEl ejercicio de reexionar sobre la historia elaborada es precisa-mente el ejercicio que la Casa considera hacer memoria, comola accin de obtener más conciencia sobre la propia historia yde esta manera sobre la historia de las mujeres. Y parte de laconsideracin fundamental de que la memoria no está en los

hechos, sino que se encuentra y vive en cada una a partir de lacreacin de sentido que se realice sobre su historia. MemoriaSoy Yo es un ejercicio de creacin, de construccin sobre la vidade cada una para ganar conciencia y conocimiento sobre el pro-pio ser, sobre la construccin de la subjetividad. Es avanzar en

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1954. La memoria histrica con enfoque diferencial

la consecucin de herramientas de autoconocimiento para las

mujeres, y cada vez más proponer al ser humano como testimo-nio, no slo para ofrecer, poder narrar o contar un testimoniosino, desde el ser nosotros y nosotras el testimonio. Activar elsentido poltico que en este tiempo representa tener la vida ypor un proyecto nacional frente a las situaciones cotidianas delas mujeres del pas.

La creacin compartida de la memoria entre, de y desde mu- jeres es un hacer antiguo. Es incluso anterior a la creacin y reco-nocimiento legal que desde los sistemas internacionales y nacio-nales se hace a los derechos que como seres humanos poseemosa la memoria, a la verdad, la justicia, reparacin y garantas deno repeticin de hechos atroces expuestos en las cartas interna-cionales para la defensa y proteccin de los DDHH y el DIH.A la memoria, y en este caso a la memoria histrica, colectiva,no la ubicamos en el marco del cumplimiento del “Estado deDerecho” como tampoco la limitamos a la funcin de transfor-macin de las “polticas públicas”. Para la Casa, es sobre todo,

una necesidad, si se quiere poltica, de poder hacer, de crear, dedar sentido y de buscar las herramientas para transformar lashistorias de violencias y, modos de relacionarnos con el poderque obedecen a unas lgicas particulares de relacionarse con laautoridad de y entre los seres humanos. Hemos recurrido a lapregunta sobre la memoria histrica de las mujeres porque enese volver a mirarnos esperamos aportar para replantear los mo-dos en que estamos interpretando nuestra propia historia y as eltránsito por nuestras vidas. La propuesta incluye la pretensin

de obras majestuosas que honren la memoria de mujeres vcti-mas de violencias en Colombia, pero también somos conscientesde la consistencia que este proceso requiere para que efectiva-mente la sociedad asimile el impacto de estas violencias sobrela vida pública, colectiva y su deseo y deber de transformarlas.

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Asamblea General de la ONU, Conjunto de Principios para la Pro-tección de Todas las Personas Sometidas a Cualquier Forma de

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CENTRO DE MEMORIA.PAZ Y RECONCILIACIÓN

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COMUNIDADES AFRO

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201

El papel de la memoria en lareconstrucción de los sujetos

colectivos. El caso de lascomunidades negras en el pacífico

Libia Rosario Grueso Castelblanco5

No podramos hablar de identidad sin abordar el pasado queestá en el presente a través de la memoria individual y colectiva.Para la mayor parte de las culturas afrodescendientes en Colom-bia, la memoria, que ha sido mantenida por la tradicin oral, esel fundamento de su identidad, la base en la reconstruccin delos valores y prácticas culturales que los diferencia del conjuntode la sociedad, pero también ha sido el nexo entre el pasado, de

múltiples huellas de africana, como lo llamara Nina de Fried-man, y el presente de una colectividad marcada por la exclusiny la brecha dejada por la esclavizacin. El ser conscientes de laposicin que hoy ocupa el 10% de la poblacin colombiana iden-ticada como afrocolombiana, palenquera y raizal, es posible sise explica desde la memoria histrica, no solo de la misma po-blacin sino del conjunto del pueblo colombiano; los procesosde esclavizacin condujeron a procesos de subordinacin que

5 Politóloga y trabajadora social, activista por los derechos de las comunidades negras en el Pa-cico Sur, investigadora y proesional vinculada a procesos de trabajo en derechos humanos,cultura y territorio. Integrante del Comité Asesor en temas ambientales y culturales del Procesode Comunidades Negras. Tomado de Diplomado comunidades afrocolombianas y memoria

histórica en el marco de justicia y paz . Indepaz, GTZ, Embajada de Alemania. Bogotá, 2010.

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202 El papel de la memoria en la reconstruccin de los sujetos colectivos.El caso de las comunidades negras en el pacíco

llevaron a inequidades sociales que aún persisten en detrimento

del bienestar colectivo de las comunidades negras.A este devenir histrico se suman ahora los procesos de des-

territorializacin y afectaciones a la integridad fsica y mentalde las comunidades, víctimas del conicto social y armado queafecta al pas y de manera desproporcionada a esta poblacinvulnerable por su situacin de exclusin (Auto 005 de 2009,Corte Constitucional).

La memoria se convierte, en este largo proceso, en una prue-ba misma de los hechos y las condiciones en que la comunidadnegra se ha constituido como actor social cuyas prácticas y de-mandas han permitido, a su vez, su reconocimiento como sujetocolectivo de derechos especiales.

Pero también es necesario tomar en cuenta que la memoriacolectiva está estrechamente relacionada con quienes ostentanel derecho al registro de la memoria ocial. En este marco exis-ten las memorias subordinadas sin otro instrumento que suspropios medios y recursos para mantener viva la memoria.

“Por otro lado, la relación entre clase social y memoria se enfrenta aalgunas tendencias dominantes en los estudios de la memoria, que handesvirtuado cualquier emplazamiento que esté asociado o subordinadoa determinismos históricos, como los impuestos desde discursos comola nación, la nacionalidad y la misma clase social” 6

Como memoria colectiva subordinada, la construccin delos hechos y circunstancias decisivas en la construccin de laidentidad e integridad cultural de la comunidad negra, estásustentada en dos vehculos: la tradicin oral, a través de la

cual se re – crean las bases de su identidad y visin cultural, yla construccin de los discursos de auto representacin social ypoltica, en los que sustenta la demanda de sus derechos comoactor social y poltico. Y es sobre estos dos mecanismos que acontinuacin exponemos algunos elementos representativos dela memoria colectiva de la comunidad negra y a su vez, parte delas bases de la construccin de una propuesta cultural que bus-ca su pervivencia a partir de un ejercicio de derechos sociales,econmicos, polticos y culturales.

6 SERNA, Dimas Adrián, 2009, Compilador, “Remembranza, contradicción y ciudad. Apuestasmetodológicas para indagar las memorias de los conictos y las violencias urbanas”, en “Me-morias en Crisoles, propuestas teóricas, metodológicas y estratégicas para los estudios de lamemoria”, pág.61.

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2034. La memoria histrica con enfoque diferencial

La configuración del movimiento social de

comunidades negras desde la memoria colectivaEl surgimiento de un nuevo sector en el movimiento social decomunidades negras, que se organiza y lucha en torno a de-rechos étnicos, culturales y territoriales, as como los reconoci-mientos como grupo étnico que se dan a este sector de la pobla-cin a partir de la Asamblea Nacional Constituyente, plante,

 junto a las demandas sociales plasmadas en la Constitucin del91, nuevos retos a los ejercicios democráticos del pas. Pero másallá del hecho coyuntural de la Constituyente, del posterior de-sarrollo que se intenta dar a estos derechos por parte de estasexpresiones organizativas, muestra ante todo los conictos deintereses que dicho reconocimiento implica y pone en evidencialas contradicciones del Estado colombiano para asumir su auto-denición como nación multiétnica y pluricultural.

Si bien es cierto que el reconocimiento mismo de derechosa sectores de la poblacin, en el conjunto de la sociedad, hadesencadenado debates y tensiones que se han manifestado en

sociedades jurdicamente mucho más complejas que la nues-tra, existe una serie de situaciones y condiciones, que en el casoparticular de los negros en Colombia, diculta dicho reconoci-miento. Más que una problemática jurdica e incluso ideolgica,los impedimentos radican en las distancias existentes entre elpas formal y el pas real; situacin evidente, en toda su dimen-sin, con el reconocimiento general de la situacin de guerrainterna apenas nueve años después de concluidas las sesionesde la Asamblea Nacional Constituyente, cuando amplios secto-

res de la sociedad colombiana creyeron tener condiciones, tan-to subjetivas como objetivas, para la construccin de un nuevopas basado en ejercicios democráticos.

Un nuevo proyecto políticoDesde la regin surge una nueva propuesta en la coyuntura del91 con la ANC, y con ella la dimensin de Regin, Cultura yTerritorio – Regin de grupos étnicos. Se crea por primera vezuna interlocucin desde la regin, desde los grupos étnicos de

negros e indgenas, a través de sus expresiones organizativasétnico – territoriales con el resto de la sociedad colombiana.La reivindicacin del derecho a la diferencia, y el derecho

al territorio, marca una pauta dentro del movimiento social de

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204 El papel de la memoria en la reconstruccin de los sujetos colectivos.El caso de las comunidades negras en el pacíco

la comunidad negra, pero signica también una ruptura con el

planteamiento anterior:◘ No basta la igualdad ciudadana: el derecho a ser negro

como expresin cultural, como práctica, como proyecto devida (Derecho a Ser)

◘ Propuesta que confronta el modelo económico (Derecho aperspectiva propia de futuro)

◘ Propuesta que confronta el poder político – económico (De-recho al territorio) espacio para Ser en un contexto geopol-tico como el del Pacico colombiano.

Un Proyecto en lo poltico basado en valores y prácticas cul-turales, proyecto conceptualmente radical que en su prácticapoltica combina procesos de resistencia cultural, demanda dederechos y concertacin con el Estado. Se genera as entre los sec-tores organizados de la comunidad negra, una cultura polticaque algunos podrían calicar como democracia directa, con laparticipacin, la movilizacin y la interlocucin directa con el Es-tado alrededor del nueva constitucin, Artculo Transitorio. 55 y

la Ley 70/93.El reconocimiento del territorio y la reivindicacin del Terri-torio – Regin como territorio de grupos étnicos negros e indge-nas, agudiza la disputa por el territorio. La ley 70 en particular,acelera esta disputa. La contradiccin central se da entre el Paci-co, como área estratégica en la apertura económica vs territorioRegin de Grupos étnicos con su propia visin de futuro.

Las representaciones, interpretaciones desde

la memoria colectiva que orientan la accionComo sostiene Daniel Mato, “[podemos pensar las representa-ciones sociales como las palabras o imágenes clave dentro delos discursos de los actores sociales […]… discursos históricos,sociales, econmicos; discursos que responden a construccionestambién simblicas de memorias propias o memorias otras queconguran representaciones de un uno y de otro u otros. Deeste modo las representaciones orientan y otorgan sentido a lasprácticas sociales que tanto actores sociales como instituciona-

les desarrollan en relacin con ellas – las prácticas sociales- y

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son modicadas a través de tales prácticas” (Mato, 2001: 133)7.

El mismo autor anota que lo más importante es cmo se con-guran estas representaciones y el papel que juegan en la for-mulacin de programas de accin (agendas) de ciertos actoressociales y hacen posible el establecimiento de ciertas relacionestransnacionales y a su vez resultan modicadas por su propiodesarrollo (2001: 133).

Considerando éstas como premisas válidas para el caso delos procesos organizativos de comunidades negras en Colom-bia y de acuerdo con el recuento que en la primera parte de estedocumento se ha hecho sobre el surgimiento y conguraciónde un sector del movimiento social afrocolombiano, se puedeconcluir que la propuesta poltico-cultural de la comunidad ne-gra organizada, en el caso referenciado, responde a una cons-truccin histrica y poltica, desde un sentido común, en tornoa la identidad como pueblos negros, a partir de sus prácticasculturales y el reclamo de esta identidad como derechos de lospueblos afrodescendientes, cuya mayor expresin se dio en el

territorio-región del Pacíco colombiano.Esta propuesta de sociedad tiene como base la conservacinde los hábitats naturales como espacios vitales en la recreacincultural y construccin de opciones de futuro, basados en sucosmovisin. Este proyecto poltico-organizativo, sin embargo,atraviesa por una grave crisis por sus contradicciones con losintereses econmicos y polticos que se vienen imponiendo so-bre la regin, incluyendo los intereses del gobierno y algunosactores representativos del Estado nacional. La comunidad ne-

gra organizada en torno a este proyecto de derechos culturalesy territoriales, constituye el sector poblacional con mayor nú-mero de personas desplazadas por el conicto armado y con unnúmero signicativo de líderes asesinados.

Han hecho parte importante de este conicto, las represen-taciones políticas en torno a las que los actores del conicto ar-mado –paramilitares, guerrillas y fuerzas armadas del Estado-sustentan sus acciones de avasallamiento a las propuestas pro-venientes de líderes y organizaciones que deenden intereses

7 Mato, Daniel (2001) “Producción transnacional de representaciones sociales y transormacio-nes sociales en tiempos de globalización”. En Daniel Mato (comp.), Estudios latinoamericanossobre cultura y transormaciones sociales en tiempos de globalización. Buenos Aires: ConsejoLatinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO, págs. 127- 159.

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206 El papel de la memoria en la reconstruccin de los sujetos colectivos.El caso de las comunidades negras en el pacíco

colectivos alrededor de su territorio y la identidad cultural del

Pacíco Sur colombiano.El tema de las representaciones en tiempos de globalizacin,

adquiere relevancia en el contexto del conicto armado que atra-viesa Colombia y en la disputa por los territorios. Estas catego-ras analticas son útiles al estudiar cmo las representacioneshistóricamente construidas por la comunidad negra del Pacícose contrastan con las representaciones que desde el gobierno,los grupos econmicos y los grupos armados se construyen enla actual coyuntura, como justicación a sus políticas y medidas

que confrontan los derechos de las comunidades negras.Las distintas representaciones del movimiento social de co-

munidades negras están asociadas a los intereses y conictospor el territorio que éstas han posedo tradicionalmente. Paralos actores armados de la extrema izquierda, la comunidad ne-gra es parte de la gran masa campesina sin tierra y sin mecanis-mos de generacin de ingresos. Estos sectores se han negadoa reconocer en la comunidad negra un grupo poblacional con

diferencias culturales signicativas que trascienden el mundode las relaciones econmicas. Las categoras culturales no hanhecho parte de los esquemas de análisis y valoracin poltica dedichas organizaciones. Esta representacin aduce la necesidadde “mayores ingresos” y, por ende, termina legitimando gran-des inversiones cultural y ambientalmente insostenibles, y caeen los esquemas de sectores de la economa formal e institucio-nal de considerar la “pobreza” como una situacin crtica de lacomunidad negra, asociada a la carencia de empleo o medios

para la producción. De hecho, la comunidad negra del Pacícoha sido indiferente al discurso y a las propuestas de moviliza-cin de la llamada izquierda tradicional.

Los actores asociados a los intereses de las economas ex-tractivas que se imponen sobre la región del Pacíco, como laindustria de la pesca, la extraccin maderera y la explotacinminera del oro, histricamente han establecido con la comuni-dad negra una relacin de sobre-explotacin, mediante relacio-nes y mecanismos de vinculacin de la mano de obra, sin que

medien relaciones obrero-patronales, con esquemas de explo-tación que recrean formas semiesclavistas, mediante guras deproduccin a destajo, merced a las cuales la poblacin negra ex-trae la materia prima (pescado, oro o madera) asumiendo todoslos riesgos y recibiendo como paga los precios impuestos por el

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2074. La memoria histrica con enfoque diferencial

acopiador intermediario. En algunas ocasiones. Incluso, el pro-

ducto es cambiado por los alimentos básicos que son vendidosa precios altos. Este sistema semiesclavista es sustentado porlos intereses de la economa extractiva, en una representacinde comunidad negra como pueblos no formados ni calicadosen ocios y funciones propias de la relación laboral de patrón-asalariado, y una representacin abiertamente racista de sub-valoracin de los conocimientos y las artes que demuestran lostrabajadores negros en el desarrollo de actividades extractivasque requieren una gran destreza y conocimiento del medio.

Los gobiernos y las entidades del Estado nacional han invisi-bilizado a la comunidad negra como poblacin diferenciada delresto del pas. Ésta ha sido representada bajo esquemas racistascomo poblacin marginal y de pocas aspiraciones, por la totalignorancia y desconocimiento del contexto, tanto social comocultural de esta comunidad.

Se le han atribuido estas valoraciones por su relacin particu-lar con el entorno y por sus ritmos de vida asociados a los ritmos

naturales, su sentido, no de propiedad sino de uso colectivo delespacio y los recursos naturales de acuerdo a sus conocimientos.Estas representaciones sobre la comunidad negra son las quehan justicado la total violación de sus derechos culturales, eco-nmicos y sociales, al ser sometida a esquemas de desarrollo queno toman en cuenta su visin y contexto sociocultural.

Es frente a estas representaciones que las comunidades ne-gras contraponen una auto-representacin, sobre la cual sus-tentan sus derechos, que las posiciona en una situacin de tensa

contradiccin con las visiones de desarrollo, con las relacionesde la economa extractiva, y con los intereses externos sobre elterritorio. En este sentido, la situacin más crtica fue alcanza-da durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez a tal punto quela Honorable Corte Constitucional reconoci “un estado de co-sas inconstitucional”, en la Sentencia T-025 de 2004 frente a lasituacin de la poblacin desplazada, para cuyo tratamiento yatencin orden en el Auto 005 de 2009, un tratamiento diferen-cial, resaltando el impacto desproporcionado que el conicto ha

tenido sobre la poblacin afrocolombiana dada la continuidadde dicho estado de cosas inconstitucional cinco años después deemitida la sentencia.

Sin embargo y a pesar de la exclusin y subordinacin his-trica de las que han sido objeto, las comunidades negras han

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208 El papel de la memoria en la reconstruccin de los sujetos colectivos.El caso de las comunidades negras en el pacíco

proyectado, desde su re–existencia, una propuestas de sociedad

alternativa basada en su cosmovisin.A manera de paréntesis, y retomando a Mato (2001) para va-

lorar la construccin de una propuesta poltica, en un contextode conicto, basada en representaciones sociales especícas, in-teresa puntualizar las reexiones del autor donde plantea que“dichas representaciones dependen de las peculiaridades de la expe-riencia social de los actores y que a su vez estas experiencias dependende las representaciones que moldean la forma de interpretar y simbo-lizar las interacciones con otros actores sociales” (2001: 134), paraconcluir que lo único signicativo que se puede estudiar sonprocesos o dinámicas y no objetos o resultados.

Se denota así, la compleja relación de representaciones basadasen la concepción del desarrollo e identidad y prácticas culturalesde la comunidad negra y los avances y limitaciones que alcanzadicha representación en el marco del conicto armado, de acuer-do con el papel y el impacto que los actores del conicto ejercensobre los territorios colectivos de las comunidades negras y sus

procesos organizativos. Una mirada sobre estos escenarios y re-laciones, da cuenta de la dimensión simbólica de un proyecto ba-sado en la alegría y la libertad, pilar del pensamiento y propuestapolítica de sectores importantes del movimiento social afro comolo ha planteada el Proceso de Comunidades Negras PCN.

En este contexto, es necesario resaltar que no siempre las re-laciones entre actores locales, en la produccin de representacio-nes sociales políticamente signicativas, contribuyen de mane-ra positiva al reconocimiento de los derechos de la comunidad

negra en Colombia. Por ejemplo, las relaciones forzadamenteestablecidas por los actores armados vinculados al conicto,han limitado signicativamente el avance del proyecto políticoorganizativo de la comunidad negra en torno a sus derechos.

Sobre esta experiencia, la representacin que tiene la comu-nidad negra sobre el conicto, está mediada por la memoriahistrica del colectivo, en la que no solo se recrea su devenirhistrico como esclavizado y excluido sino también de sus rela-ciones de solidaridad con otros sectores de poblacin en simi-

lares circunstancias, como los pueblos indgenas, devenir quele permite construir relaciones y alianzas frente a la situacinde conicto y la búsqueda de alternativas. De esta manera, lamemoria juega también un papel importante en la construccinde las agendas y las alianzas:

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“La paz no debe reducirse a la finalización de la confrontación armada, es decir, a un asunto meramente militar. El fin del conflicto armado debe abrir nuevos caminos a la democracia, la justicia social y la superación de la impunidad.

 La resistencia a la guerra es un proyecto de esperanza para la sociedad colombiana que contribuye desde lo local a la construcción de la paz y a la defensa de los derechosde todos y todas. La insurgencia, el paramilitarismo y el  Estado y sus Fuerzas Armadas deben respetar la decisiónde las comunidades indígenas, negras, gitanas y raizalesde mantenerse al margen de la confrontación, respetar su autonomía, territorios y autoridades.

 Esta resistencia a la guerra se ha extendido a sectores del campesinado, pobladores urbanos, movimientos de jóvenes y de mujeres, lo que expresa la voluntad colectiva contra la guerra y a favor de la paz.”

Congreso Nacional de Paz y País, 2002

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