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EL DEBATE ACERCA DE LA EXISTENCIA DE UNA FILOSOFÍA DE NUESTRA AMÉRICA Augusto Salazar Bondy Detengamos aquí esta apretada reseña y tratemos de formar una idea global de los elementos principales del debate estudiado y de los resultados más importantes a que conduce. Antes, sin embargo, conviene precisar el uso de algunos términos que van a permitirnos formular de modo más seguro las conclusiones de nuestra exposición. Los principales son: "Originalidad", que emplearemos con respecto a filosofías para significar el aporte de ideas y planteos nuevos, en mayor o menor grado, con respecto a las realizaciones anteriores, pero suficientemente discernibles como creaciones y no como repeticiones de contenidos doctrinarios. En este sentido, una filosofía original será identificable por construcciones conceptuales inéditas de valor reconocido. "Genuinidad" o "autenticidad", que emplearemos como sinónimos para significar un producto filosófico -al igual que un producto cultural cualquiera- que se da como propiamente tal y no como falseado, equivocado o desvirtuado. En este sentido decimos, v.gr., que la filosofía de Kant es genuina y que un discurso espiritista es seudo filosofía. "Peculiaridad", que emplearemos para referimos a la presencia de rasgos histórico-culturales diferenciales, que dan carácter distinto a un producto espiritual, en este caso filosófico; se trata de un tono, digamos, local o personal, que no implica innovaciones de contenido sustantivo. Dos personas, dos pueblos, dos clases o dos épocas tienen siempre peculiaridades que se reflejan en las respectivas filosofías. Aunque distintos, estos términos se dan interconectados. Su relación define, además, situaciones de dependencia e independencia conceptual y fáctica. Así, un pensamiento que no es genuino difícilmente puede tener originalidad, pero un pensamiento que no es original puede ser peculiar. De otro lado, la originalidad le asegura de algún modo a una filosofía no sólo su peculiaridad, que puede tenerla aunque domine en ella la imitación, sino su autenticidad. En general puede decirse, apelando al testimonio de la historia de las ideas, que el rasgo más frecuente en los productos ideológicos -rasgo obligado, quizá, si es cierto que el hombre resulta marcado siempre por la historia- es la peculiaridad. En cambio, no es frecuente ni fácil acceder a la genuinidad y a la originalidad del pensamiento. Aplicando estas distinciones al caso de la filosofía hispanoamericana puede decirse que en la polémica arriba reseñada se han formulado tesis y aducido pruebas tanto sobre la peculiaridad cuanto sobre la autenticidad y la originalidad de nuestro pensamiento. Dicho de otro modo, se ha discutido acerca de si hay una filosofía hispanoamericana peculiar o auténtica u original, o con dos o las tres de estas calidades sumadas. En cambio, ha quedado fuera de discusión, pues se concede por trivial y por carente de interés, la cuestión de la existencia de una filosofía hispanoamericana en el sentido de una determinación meramente espacio-temporal, esto es, como un pensamiento que se registra en los países de la América hispanoindia, sea cual fuere, por lo demás, su carácter. Lo importante y buscado no es la filosofía en Hispanoamérica sino la filosofía de Hispanoamérica. Tratemos de terminar ahora acuerdos y desacuerdos básicos en los diversos tipos de respuesta al problema de nuestra filosofía. a] Puede decirse, en primer lugar, que todos los exegetas y estudiosos de este pensamiento están de acuerdo en que, si es posible una filosofía hispanoamericana, peculiar, genuina y original, ésta no se ha logrado ni ha de lograrse proponiéndose temáticamente el cumplimiento de su carácter de hispanoamericana - o mexicana, peruana, chilena, cubana, etc.-, es decir, programando su

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Debate Salazar Bondy.

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  • EL DEBATE ACERCA DE LA EXISTENCIA DE UNA FILOSOFA DE NUESTRA AMRICA

    Augusto Salazar Bondy

    Detengamos aqu esta apretada resea y tratemos de formar una idea global de los elementos principales del debate estudiado y de los resultados ms importantes a que conduce. Antes, sin embargo, conviene precisar el uso de algunos trminos que van a permitirnos formular de modo ms seguro las conclusiones de nuestra exposicin. Los principales son:

    "Originalidad", que emplearemos con respecto a filosofas para significar el aporte de ideas y planteos nuevos, en mayor o menor grado, con respecto a las realizaciones anteriores, pero suficientemente discernibles como creaciones y no como repeticiones de contenidos doctrinarios. En este sentido, una filosofa original ser identificable por construcciones conceptuales inditas de valor reconocido.

    "Genuinidad" o "autenticidad", que emplearemos como sinnimos para significar un producto filosfico -al igual que un producto cultural cualquiera- que se da como propiamente tal y no como falseado, equivocado o desvirtuado. En este sentido decimos, v.gr., que la filosofa de Kant es genuina y que un discurso espiritista es seudo filosofa.

    "Peculiaridad", que emplearemos para referimos a la presencia de rasgos histrico-culturales diferenciales, que dan carcter distinto a un producto espiritual, en este caso filosfico; se trata de un tono, digamos, local o personal, que no implica innovaciones de contenido sustantivo. Dos personas, dos pueblos, dos clases o dos pocas tienen siempre peculiaridades que se reflejan en las respectivas filosofas.

    Aunque distintos, estos trminos se dan interconectados. Su relacin define, adems, situaciones de dependencia e independencia conceptual y fctica. As, un pensamiento que no es genuino difcilmente puede tener originalidad, pero un pensamiento que no es original puede ser peculiar. De otro lado, la originalidad le asegura de algn modo a una filosofa no slo su peculiaridad, que puede tenerla aunque domine en ella la imitacin, sino su autenticidad. En general puede decirse, apelando al testimonio de la historia de las ideas, que el rasgo ms frecuente en los productos ideolgicos -rasgo obligado, quiz, si es cierto que el hombre resulta marcado siempre por la historia- es la peculiaridad. En cambio, no es frecuente ni fcil acceder a la genuinidad y a la originalidad del pensamiento.

    Aplicando estas distinciones al caso de la filosofa hispanoamericana puede decirse que en la polmica arriba reseada se han formulado tesis y aducido pruebas tanto sobre la peculiaridad cuanto sobre la autenticidad y la originalidad de nuestro pensamiento. Dicho de otro modo, se ha discutido acerca de si hay una filosofa hispanoamericana peculiar o autntica u original, o con dos o las tres de estas calidades sumadas. En cambio, ha quedado fuera de discusin, pues se concede por trivial y por carente de inters, la cuestin de la existencia de una filosofa hispanoamericana en el sentido de una determinacin meramente espacio-temporal, esto es, como un pensamiento que se registra en los pases de la Amrica hispanoindia, sea cual fuere, por lo dems, su carcter. Lo importante y buscado no es la filosofa en Hispanoamrica sino la filosofa de Hispanoamrica.

    Tratemos de terminar ahora acuerdos y desacuerdos bsicos en los diversos tipos de respuesta al problema de nuestra filosofa.

    a] Puede decirse, en primer lugar, que todos los exegetas y estudiosos de este pensamiento estn de acuerdo en que, si es posible una filosofa hispanoamericana, peculiar, genuina y original, sta no se ha logrado ni ha de lograrse proponindose temticamente el cumplimiento de su carcter de hispanoamericana - o mexicana, peruana, chilena, cubana, etc.-, es decir, programando su

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    personalidad histrico-cultural propia. Ella no puede concebirse sino como el efecto de una reflexin autntica, de un pensar que sea filosofa simple y llanamente, pues lo hispanoamericano vendr por aadidura.

    b] De otro lado, hay acuerdo en que existe una filosofa peculiar en nuestra Amrica o peculiaridades en el modo de filosofar los hispanoamericanos, aunque estos rasgos diferenciales sean considerados en unos casos positivos y en otros negativos.

    c] y hay acuerdo tambin en que, sea como fuere esta filosofa, la seriedad de los estudios, el rigor tcnico, la mxima aproximacin a una disciplina formativa y metdica como la de la ciencia, no puede menos de beneficiar al quehacer filosfico de los hispanoamericanos.

    d] Finalmente, hay un acuerdo muy significativo en poner en la cuenta de una falta de comprensin de nuestras posibilidades o de un cierto complejo de inferioridad la situacin irregular o el malestar de nuestra filosofa.

    Quienes se inclinan por la afirmacin de una personalidad filosfica hispanoamericana atribuyen a una valoracin equivocada o a un sentimiento de inferioridad el que este pensar no se haya desenvuelto plenamente.

    Por otro lado, quienes hacen hincapi en la condicin universal de la filosofa piensan que los hispanoamericanos pueden lograr mucho decidindose al esfuerzo de la reflexin y no escuchando el canto de sirena de los que predican que para Hispanoamrica no estn hechas las altas formas del pensar terico, la teora pura con sus mximas exigencias de rigor

    Es significativo este acuerdo porque, pese a las diferencias de los planteos, refiere el problema de la filosofa hispanoamericana a factores que operan en el hombre de nuestra Amrica.

    e] No hay acuerdo, en cambio, sobre la existencia de una filosofa genuina y original en la Amrica hispanoindia. Unos afirman este hecho, otros lo niegan. Veamos ambos casos en lo que tienen de ms significativo.

    Los que piensan que s hay una filosofa hispanoamericana por lo menos genuina se apoyan generalmente en una interpretacin del pensar filosfico que asume como pensar autntico la recepcin y adaptacin de las doctrinas europeas, y resaltan la utilizacin de tal pensar de acuerdo a las necesidades de la vida histrica y a las inclinaciones de nuestra idiosincrasia. Muy pocos son los casos -pero los hay- en que se afirma la existencia de productos filosficos hispanoamericanos originales, equiparables a los europeos. Prospectivamente, este enfoque positivo propugna la reafirmacin de una lnea de reflexin sobre nuestra realidad que se considera ha dado buenos frutos en el pasado. En este caso, la filosofa original hispanoamericana se presenta en la forma de una filosofa sobre lo hispanoamericano.

    Quienes sostienen que no hay filosofa genuina ni original en Hispanoamrica concuerdan generalmente entre s, pese a algunas diferencias importantes, en la mirada optimista sobre el futuro de nuestro pensamiento. Domina en ellos la conviccin de que, si no ha habido filosofa genuina y original, ir a haberla, a corto o largo plazo, cumplidos ciertos requisitos. Encontramos aqu la idea fija del nacimiento inminente de la filosofa hispanoamericana, la cual, como ha sealado Francisco Mir Quesada hablando de la esencia prospectiva de nuestro filosofar, es por su parte un rasgo que define la filosofa de Hispanoamrica. En algunos casos se llega a pensar que ya se est logrando la filosofa genuina -generalmente de acuerdo al modelo occidental- y que luego vendr el pensar original y creador.

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    Las diferencias que se advierten entre los defensores de esta segunda posicin estriban principalmente en las razones que dan para explicar la no existencia de una filosofa genuina y original.

    i] Un primer caso es el de aquellos que acentan los factores de raza, espritu o genio nacional. La filosofa genuina, al modo europeo, no armoniza con nuestra mentalidad, ms inclinada al arte y la literatura. En la variante extrema, se niega la posibilidad de que haya en el futuro una tal filosofa en Hispanoamrica por razn de capacidad, salvo que se logre una transformacin de la mentalidad nacional o, si se mantiene nuestra vocacin espiritual, cuyos valores son generalmente exaltados por quienes defienden este enjuiciamiento, que se llegue a plasmar una nueva forma de filosofar adecuada a nuestra idiosincrasia.

    ii] Otro caso es el de aquellos que aducen la juventud histrico-cultural de nuestros pueblos. La filosofa es producto de madurez; cuando sta se logre en la Amrica hispanoindia, aparecer la filosofa que extraamos. En algn planteo se afirma la existencia de tal madurez, pero se piensa que operan an ciertos obstculos que impiden dar curso a nuestra energa creadora, tanto de filosofa como de otras formas de alta cultura. El complejo de inferioridad del hispanoamericano o su tendencia a la precipitacin en la tarea intelectual o, en fin, su sobre estimacin de la inspiracin personal, son ejemplo de estos impedimentos que entraban la obra reflexiva.

    iii] Un tercer diagnstico apela a los defectos de la formacin tradicional y de la educacin especial. No ha habido filosofa entre nosotros por falta de una adecuada orientacin educativa (carencia de estudios clsicos, mala enseanza de idiomas extranjeros, etc.). Cuando se supere nuestra defectuosa tradicin intelectual, se reforme la educacin y se implante un sistema de enseanza apropiado, veremos florecer productos espirituales nuevos, entre los cuales se contar una filosofa genuina y original.

    iv] Vinculada con la explicacin anterior -casi como una variante de ella, pero que debe ser bien destacada- est la tesis que atiende a las condiciones institucionales del cultivo de la filosofa. En nuestros pases los filsofos se han ocupado siempre de muchas otras cosas aparte del quehacer reflexivo. Adems, no han existido instituciones, especialmente universitarias, capaces de ofrecer a quien siente la vocacin filosfica las condiciones organizativas y materiales necesarias para dedicarse por entero a ella. Los filsofos hispanoamericanos no han tenido, pues, tiempo ni tranquilidad para entregarse de lleno al pensamiento. El cambio de estas condiciones, que habr de lograrse sobre todo por la modernizacin y la expansin de las carreras universitarias, proporcionar el remedio del mal.

    v] Otra tesis dice as: el filsofo hispanoamericano no ha podido realizar obra genuina y original porque no se ha orientado a su objeto terico propio. Se ha equivocado de tema o lo ha descuidado. El asunto que puede y debe llenar de contenido nuevo su reflexin es la realidad misma de Hispanoamrica, del conjunto de nuestra Amrica hispanoindia o de cada una de sus naciones. Haciendo filosofa de lo americano, en conjuncin con el estudio serio de su desenvolvimiento histrico, sobre todo en el campo de las ideas, podr alcanzar la entidad terica que hoy le falta. Como se sabe, sta es la tesis defendida y aplicada sobre todo por algunos profesores mexicanos, especficamente en relacin con su pas pero tambin respecto a toda nuestra Amrica.

    vi] Por ltimo, entre los planteos estudiados se delinea una explicacin -sustentada de modo explcito sobre todo por Maritegui- que tiene en cuenta como factor principal el estado de la sociedad hispanoamericana y ve en los elementos negativos de su proceso histrico dentro del cuadro mundial el obstculo fundamental para el nacimiento de una filosofa digna de tal nombre.

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    A qu conclusiones nos lleva el resumen anterior? Diremos, en primer lugar, que los acuerdos nos parecen bien cimentados: la filosofa no debe buscarse como americana para ser un producto genuino y creador; hay que hacer filosofa sin ms. Y hay que hacerla, por cierto, con rigor y seriedad, de acuerdo a las tcnicas ms depuradas y seguras, como lo pide hoy en especial el movimiento representado por la revista Crtica. Por otra parte, debemos declarar que tambin para nosotros existen incontestablemente rasgos peculiares que dan color local -como en otra escala lo dan personal- a nuestro pensamiento. Pero estas peculiaridades nos parecen ms bien negativas o superficiales cuando no meramente folklricas.

    Es quiz fcil colegir de lo anterior que, respecto a la alternativa entre existencia o inexistencia de una filosofa genuina y original de la Amrica hispanoindia, nos inclinamos por el segundo trmino. Sin negar que pueda existir en el futuro, creemos que no hay hasta hoy un pensamiento riguroso, autntico y capaz de nutrirse de su propia savia doctrinaria. No nos parece que se haya dado ninguna razn suficientemente valedera -no lo es siquiera el progreso, por lo dems tan limitado y mal recibido, en el filosofar estricto- para probar que, frente al pensamiento occidental que conocemos y que estamos acostumbrados a acoger, pueda ponerse, con igual carcter y rango, es decir, como instrumento eficaz de reflexin y como alimento doctrinario, ese producto endeble y remedado que elaboran nuestros filsofos. En sntesis, concedida la peculiaridad del filosofar hispanoamericano, no se ha establecido 1] que sea genuino y 2] que haya dado frutos originales.

    De otro lado, aceptada la negativa, no nos convencen las explicaciones que de ella se dan, por lo menos como Razones suficientes y fundamentales. Tienen que ver, a no dudarlo, con factores que intervienen en el fenmeno considerado e iluminan varios de sus aspectos. Pero no dan cuenta de l en su ncleo central y ms significativo desde el punto de vista de la evolucin cultural. As, por ejemplo, la explicacin por el genio de nuestra raza, por la aptitud y la vocacin artstico-literaria de nuestras gentes no resiste al hecho de que tampoco en estos sectores de la cultura hemos logrado una incontestable autenticidad y un repertorio bien definido de formas creadoras de impacto mundial.

    Las explicaciones por la juventud nacional y cultural olvidan el caso de otras naciones ms jvenes que las hispanoamericanas o tan jvenes como ellas -v.gr. Estados Unidos- que ya han logrado forjar un pensamiento propio. Y nada asegura que la afirmacin de nuestra madurez, como un logro hoy da, y la decisin de remover los obstculos que no permiten que ella opere, sean algo ms que un buen deseo de los intrpretes (o de los usufructuarios) de nuestra historia. En todo caso, sera posible objetar a esta explicacin un patente culturalismo, pues hace caso omiso del estado -obviamente negativo- de la sociedad hispanoamericana de hoy, francamente contradictorio con una supuesta madurez cultural.

    Hay tambin culturalismo en las explicaciones por el mtodo, la educacin y la organizacin universitaria. Cualquier experimento educativo divorciado del estado econmico-social est condenado al mismo fracaso que ha acompaado a los brotes espirituales aislados del contexto histrico. Lo cual se aplica sin recorte a la explicacin por el nivel de la Universidad y las instituciones afines, que no pueden ser reformadas sino como parte de un gran movimiento de cambio social. Por aadidura, la explicacin aludida comporta la idea, no probada, de que la filosofa florece slo en las universidades, confundiendo as peligrosamente a los filsofos creadores con los profesores de filosofa. Recurdese que figuras tan notables del pensamiento mundial como Descartes Spinoza. Leibniz, Locke, Hume, no fueron -y hasta no quisieron ser- profesores y tuvieron una vida tan ocupada y agitada por otros menesteres distintos y distantes de la reflexin pura como la de los pensadores hispanoamericanos cuya infecundidad se quiere justificar por esas razones.

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    La bsqueda de una filosofa genuina a travs del estudio de la historia y la situacin de nuestros pases, por una reflexin sobre la realidad de Amrica nos parece -aun superadas las no poco frecuentes confusiones con los estudios cientfico-sociales- insuficiente y no libre de peligros por cuanto no puede prescribirse ni reducirse a priori el campo de los temas y problemas de un pensar tan eminentemente libre y dinmico como la filosofa. Pero hay en ella un elemento muy positivo que debe quedar a salvo, a saber, la atencin puesta en los procesos y los conflictos de la historia que no pueden ser ajenos al filosofar que habr que desarrollar en el futuro, como no lo han sido en ninguna poca ni forma de la filosofa.

    Se ver ms clara la significacin y alcance de este elemento desenvolviendo lo positivo y superando lo limitado que hay en la ltima de las explicaciones que hemos reseado, aquella que aborda el problema de nuestra filosofa desde la perspectiva de la situacin social global de nuestros pases, tomados separadamente o en el conjunto de Hispanoamrica. Tal desenvolvimiento abre una nueva va de interpretacin del problema de la filosofa hispanoamericana y nos conduce al planteo que queremos formular.