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Draft version for this Conference use only. Do not quote without author’s permission. De la multifuncionalidad a la especialización, la irrelevancia y la reinvención: los montes de Galicia durante la transición socio-ecológica (1960-2012). David Soto Fernández (Universidad Pablo de Olavide, Sevilla) ([email protected]) _____________________________________________________________________________ Abstract: La mayoría de los trabajos que han analizado el proceso de transición socio-ecológica en los bosques se han centrado en los aspectos energéticos de mismo y especialmente en la sustitución de la leña por combustibles fósiles y los cambios de los bosques productores de leña a los bosques productores de madera. Sin embargo es bien conocido por la investigación en Historia Agraria el papel multifuncional de los espacios no cultivados (de ahí que sea más ajustado el término montes que el término bosques) para las economías campesinas. En muchos lugares los bosques no jugaban un papel de simple proveedor de uno o varios recursos, sino que eran esenciales para el mantenimiento del bien fondo tierra o dicho de otro modo, para la reproducción de las condiciones físicas de los agroecosistemas. El caso de Galicia, con dos tercios del territorio de montes, constituye un buen observatorio para observar la complejidad de los cambios derivados del proceso de transición socio-ecológica. En el contexto del proceso de industrialización de la agricultura desde la década de los sesenta del siglo XX analizaremos el desarrollo de la especialización ganadera y la forestal, atendiendo a la diversidad de formas de propiedad (propiedad privada y propiedad comunal). _____________________________________________________________________________

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De la multifuncionalidad a la especialización, la irrelevancia y la

reinvención:

los montes de Galicia durante la transición socio-ecológica (1960-2012).

David Soto Fernández

(Universidad Pablo de Olavide, Sevilla) ([email protected])

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Abstract: La mayoría de los trabajos que han analizado el proceso de transición socio-ecológica en los bosques se han centrado en los aspectos energéticos de mismo y especialmente en la sustitución de la leña por combustibles fósiles y los cambios de los bosques productores de leña a los bosques productores de madera. Sin embargo es bien conocido por la investigación en Historia Agraria el papel multifuncional de los espacios no cultivados (de ahí que sea más ajustado el término montes que el término bosques) para las economías campesinas. En muchos lugares los bosques no jugaban un papel de simple proveedor de uno o varios recursos, sino que eran esenciales para el mantenimiento del bien fondo tierra o dicho de otro modo, para la reproducción de las condiciones físicas de los agroecosistemas. El caso de Galicia, con dos tercios del territorio de montes, constituye un buen observatorio para observar la complejidad de los cambios derivados del proceso de transición socio-ecológica. En el contexto del proceso de industrialización de la agricultura desde la década de los sesenta del siglo XX analizaremos el desarrollo de la especialización ganadera y la forestal, atendiendo a la diversidad de formas de propiedad (propiedad privada y propiedad comunal).

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1. Introducción

La noción de transición Socio-Ecológica o Socio-Metabólica juega un papel central en el marco teórico-metodológico del Metabolismo Social. Fue introducida (Fischer-Kowalski & Haberl, 2007) para analizar los cambios materiales acontecidos durante el paso del régimen metabólico propio de la caza recolección, sistema incontrolado de la energía solar, a las sociedades agrarias, sistema controlado de la energía solar, y de esta a las sociedades industriales, sistema energético basado en energías no renovables. Un buen número de trabajos realizados tanto a escala global (Krausmann et al, 2009, Krausmann, 2011, González de Molina y Toledo, 2014), como a escala de Estado Nación (Krausmann et al., 2011; Singh et al., 2012, Gierlinger et al., 2012; Infante et al., 2015) han sintetizado los principales elementos definitorios de la segunda de estas transiciones en lo que respecta al consumo de materiales. Todos estos casos de estudio muestran, aunque con diferentes cronologías, un incremento considerable de la extracción y consumo de materiales tanto en términos absolutos como per cápita. Al mismo tiempo se ha descrito una segunda característica del proceso de transición de carácter cualitativo. El crecimiento del consumo de materiales ha sido posible gracias al crecimiento del consumo de materiales abióticos que han desplazado a la biomasa como principal fuente de energía y materiales en las sociedades industriales.

Pero esta pérdida de importancia cualitativa de la biomasa respecto al consumo de abióticos ha hecho que se le preste bastante menos atención a los cambios en la extracción y consumo de biomasa, a pesar de que los cambios en los agroecosistemas han sido considerables (González de Molina, 2010). En realidad, aunque el consumo de biomasa per cápita ha disminuido (un 14% en el mundo entre 1900 y 2008), el consumo ha crecido en términos absolutos incrementando la presión sobre los agroecosistemas (Krausmann et al, 2009). Por tanto, más que de una sustitución sería más ajustado hablar de una adición de nuevos tipos de materiales al consumo. Los trabajos que analizan de manera específica la evolución de los flujos de biomasa (Greslova et al, 2015, Soto et al, 2013) muestran además que se han producido cambios significativos en la composición interna de los mismos. Es verdad que se ha producido una transición muy clara en el ámbito de la energía, sustentada en la sustitución de la leña por combustibles fósiles, pero esto ha implicado una sustitución parcial de la biomasa y no total. La biomasa ha pasado de ser la fuente mayoritaria de energía y materiales a especializarse en dos funciones esenciales: proveedor de materias primas para la industria y proveedor de alimentos. En lo que se refiere a la alimentación humana el caso español muestra que uno de los principales factores del cambio ha sido la ganaderización del metabolismo por cambios en la dieta (carne y leche) a partir de la década de los sesenta. Este incremento de la ganadería ha sido posible por el crecimiento del consumo de piensos industriales generados tanto en la propia superficie cultivada española (cereales grano destinados a la alimentación ganadera a costa de los pastos), como en una creciente dependencia de la importación de alimentos para el ganado del exterior (Soto et al, 2013).

Para el caso de los bosques el principal cambio que se ha descrito durante el proceso de industrialización ha sido la sustitución de la leña como principal fuente de energía por fuentes de energía fósil (Wrigley, 2010), en un proceso que ha sido conceptualizado como la llegada de los “subterranean forests” de carbón, sin el cual difícilmente puede comprenderse la revolución industrial (Sieferle, 2001). Pero, y a mayores de que la cronología de este proceso es muy variable y en el caso de late joiners como España puede retrasarse hasta los años sesenta del siglo XX, también se ha indicado que esta historia de sustitución de fuentes de energía no agota el papel de los bosques durante la transición. En este sentido, tanto para Inglaterra, cuna de la industrialización (Iriarte & Ayuda, 2012), como para un país periférico como España (Iriarte & Ayuda, 2008; Iriarte, 2013), se ha demostrado que el consumo de madera ha crecido mucho

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durante el proceso de industrialización, gracias especialmente a la demanda de determinados subproductos (como la pasta de papel). También se ha señalado que la provisión de leña no se puede limitar, en los países mediterráneos, a la disponibilidad de los bosques, por la menor importancia del bosque con alta densidad forestal. En países como España una parte muy importante de las necesidades de energía se cubrían con leña procedente de cultivos leñosos como el olivar y el viñedo, que en algunas regiones podían suponer la mayoría de las disponibilidades (Infante et al, 2014).

El objetivo de este trabajo es profundizar un poco más en el sentido de los cambios en los bosques durante la Transición Socio-Ecológica. Para ello nos centraremos más en el lado de la apropiación (oferta) que en el del consumo (demanda). La razón principal es que en muchos sistemas agrarios orgánicos los bosques no son exclusivamente proveedores de energía (leña) y materias primas (madera), sino que tienen conexiones productivas muy estrechas con otros elementos de los agroecosistemas como los cultivos. Este carácter multifuncional, que queda mucho mejor expresado por el término montes que por el de bosques, se traduce por ejemplo en la provisión de alimentos tanto por recolección como por cultivo (como en el caso de las rozas), pero no solo. Una función mayor de los montes en sistemas agrarios orgánicos es la alimentación del ganado, pero también la transferencia de nutrientes entre los espacios cultivados y no cultivados de manera directa (abono verde) o indirecta a través del propio ganado (tanto por la alimentación como a través del matorral utilizado como cama de ganado). Pero estas funciones relacionadas, no con el consumo directo de la sociedad, sino con la reproducción de los agroecosistemas se van a ver profundamente erosionadas durante el proceso de Transición Socio-Ecológica. Esto sucede porque el incremento del consumo de materiales abióticos no sólo se produce en el conjunto del metabolismo social sino también dentro del sector agrario. Este es el sentido del incremento de los inputs industriales (y de los flujos de comercio de biomasa como los piensos industriales), que van a relegar a la marginalidad a los reempleos agrarios (Guzmán y González de Molina, 2015). Nuestra hipótesis es que estos cambios son esenciales para entender los cambios más importantes en la dirección de los flujos de biomasa en los montes (de la leña como fuente de energía a la madera como materia prima) y que por tanto es útil analizar los cambios operados en los montes durante la transición, no por separado sino en relación con el conjunto de cambios en los agroecosistemas.

El caso de estudio elegido, Galicia, es especialmente adecuado por la relevancia de los montes, tanto en el sistema agrario orgánico como en la actualidad (dos tercios del total de la superficie de la región). El papel de los montes en el sistema agrario orgánico ha sido profusamente analizado por la historiografía (Bouhier, 2001; Balboa, 1990; Grupo dos Comúns, 2006; Soto Fernández, 2006). Asimismo la función actual de los montes gallegos como proveedores de madera es especialmente importante en el contexto español ya que más de la mitad de la extracción de madera del Estado procede de Galicia. En el último año para el que disponemos de datos estadísticos definitivos, 2011, la superficie forestal de Galicia suponía el 7,4% del total español y la arbolada el 7,9% mientras que las cortas de madera eran el 55%. Esta diferencia se explica tanto por razones ambientales (presencia de un bosque mucho más denso por el clima atlántico frente al bosque mediterráneo mayoritario en el conjunto del territorio), como históricas (políticas de impulso de la repoblación forestal, especialmente durante la dictadura). Resulta por lo tanto esencial analizar las razones de esta especialización maderera de Galicia para entender más adecuadamente las dimensiones de los cambios en los bosques españoles durante la transición. El periodo elegido, 1960-2012, se justifica tanto por la disponibilidad de fuentes como por el carácter tardío de la industrialización de la agricultura en Galicia y en España (Soto Fernández, 2006).

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2. El papel del monte en el sistema agrario orgánico en Galicia

El caso de estudio desarrollado en este trabajo presenta características inusuales en el contexto español. Galicia, la región noroeste del país no se corresponde con las características reconocibles para la mayor parte del país. Región de clima atlántico, agricultura de pequeña explotación campesina, mixed farming de muy elevada productividad de la tierra en relación al conjunto de España y con una creciente especialización ganadera durante los siglos XIX y XX, muestra entre sus características específicas una importancia notable de los montes, una parte considerable bajo regímenes de propiedad comunal hasta la actualidad. La importancia cuantitativa de la superficie forestal en Galicia ha hecho que la investigación le haya prestado una atención primordial desde ámbitos disciplinares y temáticos muy diversos. El monte en Galicia ha recibido estudios desde la Geografía (Bouhier, 2001), la Historia (Balboa, 1990; Rico 1995; Soto Fernández, 2006, Freire, 2011), la Economía (Fernández Leiceaga, 1990; Domínguez & Soto, 2013; Caballero, 2014), la Sociología (Lage, 2003) o la Ciencia Forestal (Marey et al, 2007; Marey & Rodríguez, 2009; Corbelle et al, 2012). Se han desarrollado también varios proyectos de carácter interdisciplinar donde la Historia ha jugado un papel central (Grupo dos Comúns, 2006; Cabana et al, 2012). Pero buena parte de nuestro conocimiento en perspectiva histórica aunque profundo es más cualitativo que cuantitativo (y nuestro escaso conocimiento cuantitativo más económico que físico) y concentrado en algunos aspectos específicos de la historia de los montes gallegos.

Con muy escasas excepciones (Marey et al, 2007) la atención prioritaria de la investigación se ha centrado en una parte muy concreta de los bosques gallegos, la gestionada mediante la figura de propiedad comunal conocida con el nombre de Montes Veciñais en Man Común (Grupo dos Comúns, 2006), prestándole menos atención a la propiedad individual. Esta atención preferente de la investigación se explica por la enorme relevancia histórica de los comunales, dominantes en Galicia desde la edad moderna (Saavedra, 1995; Rey Castelao, 1995), por la conflictiva historia sufrida por los mismos a lo largo de la edad contemporánea, que abarca desde la desposesión de la propiedad a la recuperación de la misma por las comunidades rurales entre finales de los sesenta y la década de los setenta (Balboa, 1990, Rico, 1995; Grupo dos Comúns, 2004), y por la relevancia que tienen aún en la actualidad para el desarrollo rural por su dimensión media y la población a la que afectan (Grupo dos Comúns, 2006). Sin embargo, y aunque la relevancia de los comunales en Galicia es incuestionable, es preciso conocer lo que sucede en el conjunto de la superficie forestal para una adecuada comprensión de papel de los bosques en los flujos de biomasa. En la actualidad, y pese al proceso de devolución de la propiedad, los comunales ocupan hoy cerca de 680.000 hectáreas, por debajo del 40% de la superficie de los montes. Por ello tiene interés conocer lo sucedido en el conjunto de los bosques y no solo en los comunales. En este sentido conviene recordar que si bien el total repoblado por las distintas administraciones forestales públicas (mayoritariamente sobre consorcios en los montes comunales) alcanzaba en 1984 las 427.000 hectáreas, mientras que la superficie total arbolada en el primer inventario forestal en 1974 ascendía a las 1.100.000 hectáreas y en el segundo en 1987 superaba el millón. Los cambios en los bosques gallegos van bastante más allá de las políticas forestales del Estado y de los montes comunales (Soto Fernández, 2006; Díaz Geadá, 2013).

El papel del monte en Galicia hasta la industrialización de la agricultura no se puede entender de manera separada del funcionamiento de los cultivos y del mantenimiento de la ganadería. La combinación de elevadas densidades de población con una reducida superficie cultivada solo es compatible con una elevada productividad de la tierra, ya importante en el Antiguo Régimen y en crecimiento durante el siglo XIX y hasta la Guerra Civil (Pérez García, 1983; Soto Fernández, 2006). Pero esta elevada productividad de la tierra, comparable a las agriculturas europeas más intensivas (Domínguez & Soto, 2013; Corbacho et al, 2014), no se podía mantener sin estrategias adecuadas de la reposición de la fertilidad. Para ello las densidades ganaderas eran también más

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elevadas que en el conjunto de España, centradas en el vacuno de aptitud mixta (trabajo, carne y leche) que tenía además una marcada orientación comercial, primero en la segunda mitad del siglo XIX hacia el mercado inglés y posteriormente hacia el mercado interior. En este contexto el monte ejercía una multiplicidad de funciones que iban más allá del papel de proporcionar leña y madera. La gran extensión de monte permitía la práctica del cultivo itinerante mediante rozas, especialmente importante en el interior, práctica que en todo caso ya estaba en regresión a la altura de 1936 (Bouhier, 2001). Pero sin duda el principal papel del monte en Galicia estaba vinculado a la reposición de la fertilidad a partir, tanto de la alimentación del ganado a través de los pastos, como de la explotación del matorral, fundamentalmente tojo (ulex europeus), de tal manera que el monte constituye en afortunada expresión de Abel Bouhier (2001) el soporte del sistema agrario. El matorral se aplicaba tanto como abono verde en algunos cultivos, especialmente el viñedo, como formando parte de la cama de ganado. En otro lugar hemos sostenido que el papel del monte como aporte de fertilizante es tan decisivo que no sólo debe ser considerado como soporte sino como motor de la intensificación del sistema agrario (Soto Fernández, 2006). De hecho, al igual que se constata una intensificación de las rotaciones de cultivo también se constata a lo largo del siglo XIX una intensificación en la explotación del tojo, paralelamente a la individualización de parte de los montes comunales en manos campesinas (Fernández Prieto & Soto, 2010).1 En términos económicos, los resultados de este modelo de agricultura intensiva en el uso de la tierra también son muy elevados en productividad del trabajo, con tasas muy elevadas respecto a la media española antes de la Guerra Civil (Soto Fernández, 2006).

3. Cambios en los flujos de biomasa durante el proceso de industrialización, 1960-2012

Aunque el modelo descrito para la agricultura orgánica gallega entra en crisis en las primeras décadas de la dictadura franquista, por efecto de las políticas agrarias autárquicas, el cambio más sustancial tiene lugar durante el proceso de industrialización, que en la agricultura de Galicia se produce durante las décadas de los sesenta y setenta del siglo XX (Soto Fernández, 2006). Es importante tener en cuenta, por tanto, que la imagen que nos ofrecen las estadísticas de los cincuenta y sesenta, incluyendo el Censo Agrario de 1962, no es la de los últimos momentos de una agricultura orgánica en su momento de esplendor, sino la de una agricultura en crisis y en declive productivo, económico y demográfico. A pesar de este matiz, el análisis de la evolución de los flujos de biomasa desde 1960 resulta muy revelador de los cambios en la funcionalidad productiva de los montes. Hemos aplicado las metodologías usuales en los trabajos que reconstruyen los flujos de biomasa (Krausmann et al, 2009; Guzmán et al, 2014; Grešlová et al, 2015; Guzmán y González de Molina, 2015; Soto et al, 2013). Se han considerado todos los flujos de biomasa vegetal apropiados por la sociedad, tanto si son reusados en los agroecosistemas como si son utilizados directamente por la sociedad. El concepto principal utilizado en este trabajo es el de Extracción Doméstica (ED) de biomasa vegetal, usual en los trabajos que emplean las metodologías del Economy Wide-Material Flow Accounting, EW-MFA (Eurostat, 2015). Este concepto puede a su vez descomponerse en dos categorías diferenciadas (Guzmán y González de Molina, 2015; Soto et al, 2013): la Biomasa Reutilizada y la Biomasa Socializada Vegetal. La Biomasa Reutilizada se define como la biomasa que recircula en los agroecosistemas mediante el trabajo humano intencional. La Biomasa Socializada Vegetal se

1 Aunque el tojo es la principal planta, como leguminosa fijadora de nitrógeno, otros muchos arbustos y plantas conforman el estrume o molido, que es como se denomina el material vegetal que se recoge para hacer la cama del ganado: retamas, helechos, brezos, entre otros, según las condiciones ambientales de las diferentes regiones atlánticas.

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define como la biomasa vegetal que es directamente apropiada por la sociedad como alimento o como materia prima o combustible. 2

Los principales resultados de la reconstrucción de los flujos de biomasa se recogen en el gráfico 1. Como en los otros casos analizados con esta metodología, los cambios más importantes en los flujos de biomasa durante la industrialización están menos relacionados con el crecimiento de la extracción doméstica que con cambios cualitativos en la composición de la misma (Soto et al, 2013). El cambio más destacable, en relación con los cambios en la funcionalidad de los montes, es la considerable reducción de la biomasa reutilizada en favor de la biomasa socializada. La biomasa reutilizada ha pasado de suponer más del 80% del total de la Extracción Doméstica a comienzos de los sesenta a suponer apenas un 40% en la actualidad. Esto significa que, durante el proceso de industrialización, se ha pasado de un modelo de agricultura dependiente del propio territorio para su reproducción a un modelo totalmente desvinculado del mismo. En otros términos, este proceso muestra el paso de un modelo de agricultura en el que la mayoría de los flujos de biomasa tenían la función de asegurar la reproducción del bien fondo tierra (o agroecosistema) a otro en el que la lógica es maximizar la cantidad de flujos de biomasa hacia la sociedad. Pero este proceso tiene consecuencias en la dependencia del exterior, tanto de inputs industriales como de biomasa.

En el caso de Galicia el papel del monte en el sistema agrario orgánico no se limitaba en absoluto a la provisión de leña y madera, sino que, como se desprende de las cifras, su principal función era la alimentación del ganado a través de los pastos y la reposición de la fertilidad mediante el manejo del matorral. La práctica desaparición de la biomasa destinada a cama de ganado (matorral) está vinculada al incremento del consumo de fertilizantes químicos y al final definitivo del modelo de intensificación agrario predominante en Galicia entre el siglo XVIII y la guerra civil. Este modelo se sustentaba en la integración productiva y económica entre cultivos, superficie no cultivada y bovino de aptitud mixta. La desaparición del uso del matorral se relaciona también con la sustitución del sistema de estabulación del ganado en cuadras, implantado a mediados del siglo XIX (Fernández Prieto & Soto Fernández, 2010), por los establos modernos. El modelo de industrialización que nuestros datos describen ha permitido una reducción considerable del territorio dedicado a la reproducción del sistema, pero a costa de la desarticulación productiva entre los distintos componentes del territorio, del uso creciente de inputs industriales y de la pérdida de posiciones en productividad del trabajo y renta con respecto a la media española y al conjunto de Europa (López Iglesias, 1996; Soto Fernández, 2006).

Gráfico 1

2 Una descripción en detalle de las fuentes y decisiones metodológicas adoptadas en este texto en Soto Fernández, 2015.

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Fuente: Soto Fernández, 2015

El otro gran grupo dentro de la biomasa reutilizada es el de la destinada a la alimentación animal. En este caso, aunque la biomasa destinada a alimentar al ganado ha disminuido, también se ha producido una reorganización interna. Ha caído mucho la biomasa pastada y la biomasa procedente de residuos de cultivo, pero ha crecido la biomasa procedente de praderas artificiales y forrajes (maíz forrajero y praderas polifitas fundamentalmente). De acuerdo con estos datos, resulta claro que la especialización ganadera no se ha sustentado en base a un incremento de la disponibilidad de alimentos internos, sino a una disminución de los mismos y a una mayor dependencia de alimentos procedentes del exterior (gráfico 2). Estos cambios están directamente relacionados con el modelo de especialización ganadera adoptado en Galicia (Martínez, 1996; Soto Fernández, 2015). Este se ha conformado desde finales de los años sesenta en una doble especialización: un vacuno de especialización láctea muy intensivo, y un modelo de orientación cárnica también de vacuno, pero especialmente avícola de carácter industrial.

Esta especialización está directamente relacionada con los cambios descritos en la alimentación animal ya que este modelo de ganadería es especialmente dependiente de piensos industriales. Esto es claro en el caso de las aves, pero también en el modelo de especialización láctea, con razas muy intensivas en la producción de leche. La información sobre razas y aptitudes ganaderas de las vacas adultas (gráfico 1) permite apreciar la magnitud del proceso. Las cifras permiten apreciar tres grandes direcciones de cambio: la conversión en marginal del ganado de aptitud mixta de raza rubia, que protagonizó el proceso de innovación tecnológica del primer tercio del siglo XX (Fernández Prieto, 1992), la concentración de la mayoría del censo y de la totalidad del ganado de ordeño en la raza Holstein (frisona) y la aparición de una segunda tendencia secundaria de especialización vinculada a la cría de ganado para carne. Estos cambios son coherentes con la evolución observada de la Extracción Doméstica, con la desaparición del matorral como cama de ganado, con el incremento de la fertilización química y, asimismo, con el desarrollo de la mecanización y el crecimiento del censo de tractores (Soto Fernández, 2006). El final del modelo de agricultura tradicional está vinculado a esta desaparición de la ganadería de aptitud mixta, que tenía un potencial de generar productos para el mercado mucho más

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limitado, pero que jugaba un papel esencial como proveedor de trabajo y en la reposición de la fertilidad de los cultivos.

Gráfico 2. Disponibilidades y necesidades de alimentación del ganado

Fuente: Soto Fernández, 2015

La consecuencia más visible de estas transformaciones, desde el punto de vista de la organización de los paisajes agrarios, es la desarticulación productiva entre cultivos, pastos y bosques. El crecimiento de la biomasa con orientación comercial está directamente relacionado con la disminución observada en la biomasa reutilizada. Los bosques de elevada densidad arbolada han ido ocupando el espacio de superficies de monte bajo y matorral. La biomasa comercializable procedente de los bosques (madera y leña) es mayoritaria durante todo el periodo. Esto es lógico en una región con la estructura territorial como Galicia (dos tercios de la superficie de monte), pero se ha acentuado con el tiempo. La biomasa socializada forestal ha pasado de suponer el 55% del total en 1960 al 83% en 2012. El otro gran cambio lo ha supuesto la progresiva pérdida de importancia de la biomasa socializada procedente de los cultivos. Esta ha disminuido de las 610 mil toneladas a 302 mil en 2012 (incluyendo alimentación humana y leña de cultivos). Esta caída está directamente relacionada con la expansión de la especialización ganadera. El peso físico abrumador de la biomasa forestal contrasta con la evolución de las macromagnitudes económicas, en las que el peso de los productos ganaderos y agrícolas es mucho mayor que el forestal. Así, en la primera mitad de los años ochenta, el sector forestal se situaba en torno al 7% de la Producción Final Agraria, frente al 70% de los productos ganaderos (Soto Fernández, 2006).

4. La especialización forestal entre el manejo intensivo y el abandono.

La evolución general de los flujos de biomasa forestal en el conjunto de los agroecosistemas ha sido descrita en el apartado anterior y su rasgo más destacable es la sustitución de la producción de matorral por la madera como principal recurso productivo del monte. El monte en Galicia pasa de ser un elemento central en la reposición de la fertilidad de los cultivos (y por tanto en el mantenimiento de los bienes fondo) a ser proveedor de materias primas. El objetivo ya no es reproductivo, sino maximizar los flujos de biomasa desde los agroecosistemas hacia la sociedad. El análisis realizado en este trabajo provee de un marco interpretativo que permite comprender mejor esta relación en el contexto de los cambios en los flujos de biomasa de la agricultura gallega. De acuerdo con los inventarios forestales (cuadro 1), no solo se ha producido un crecimiento de la superficie arbolada, sino que también se constata un incremento de la biomasa maderera por hectárea. El monte ha pasado de ser un espacio multifuncional a un monocultivo forestal. Este cambio solo es entendible en un contexto de reducción de la biomasa reutilizada y de industrialización de la agricultura por el uso creciente de inputs de fuera del sector agrario.

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Cuadro 1. Galicia: Usos del suelo según los Inventarios forestales

Monte arbolado

Monte desarbolado Uso forestal Uso no forestal

Biomasa arbórea (m3)/ha

1974 1129 856 1985 958 62,7

1987 1045 923 1968 989 86,5

1998 1405 634 2040 918 94,7

2009 1424 607 2031 927 135,5

Fuente: MAGRAMA (s.f.)

De acuerdo con la intuición brillante de Abel Bouhier en 1979, el monte se ha situado fuera del sistema agrario (Bouhier, 2001). Es una salida que se ha acentuado en las décadas posteriores a la elaboración de la tesis del geógrafo francés y es al mismo tiempo una salida productiva, social, cultural, ambiental y económica. Nada ejemplifica mejor la separación de monte y agricultura que la segregación de la silvicultura del resto del sector en la elaboración de las cuentas económicas. El monte deja de ser agrícola también para la estadística con la separación a partir de 2005 de la información forestal del resto de la agricultura. Con la recuperación de los Anuarios de Estadística Forestal dejan de incluirse datos tan relevantes como los usos ganaderos del monte o la leña para una parte del territorio, incluida Galicia. Se intenta forzar una división analítica en la que los problemas ambientales (incendios) y socio-económicos del monte nada tienen que ver con los problemas de la agricultura. Pero esta no es una salida tan fácil en el mundo real y los problemas derivados de la ruptura de la interrelación agro-silvo-pastoril, permanecen. En este sentido, la conversión de Galicia en un espacio forestal no puede ser entendido como un fenómeno desgajado de los costes socioeconómicos y ambientales del proceso de industrialización agraria, sino que es, al mismo tiempo, inexplicable sin este proceso y, a su vez, el crecimiento de la repoblación contribuye a desarticular la ganadería del territorio en un fenómeno de interacción causal mutua.

No solo el análisis del papel de las producciones de los montes en el conjunto de los flujos de biomasa ofrece información de interés. La evolución interna de la producción de madera por especie (gráfico 3) y en relación con el conjunto de España (gráfico 4) proporciona, asimismo, claves adicionales. Las cifras muestran que la principal funcionalidad del considerable cambio en el paisaje de los montes en Galicia ha sido principalmente productivista. El crecimiento de un 695% del total de las cortas de madera en Galicia es suficientemente indicativo, pero aún lo es más el análisis desagregado por grupos de especies. En este sentido, se pueden observar dos periodos claramente diferenciados en el sector maderero. Un primer periodo está dominado por las coníferas (fundamentalmente pinaster), que suponen porcentajes por encima o cercanas al 80% del total de cortas hasta finales de la década de los setenta.3 El segundo periodo está caracterizado por el rápido incremento de las cortas de eucalipto, que empiezan a tomar importancia en la década de los setenta para crecer muy rápidamente a partir de los ochenta, suponiendo, a partir de finales de los noventa, porcentajes cercanos o superiores al 50% de las cortas. En la actualidad, por lo tanto, el eucalipto juega un papel preponderante en la producción

3 El pinaster fue la principal especie promovida por la política forestal de la dictadura (Rico Boquete, 1995).

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gallega de madera.4 Por el contrario, el papel del resto de frondosas en las cortas de madera ha sido y continúa siendo marginal.

Gráfico 3

Fuente: Soto Fernández, 2015.

Este modelo de eucaliptización de la Extracción Doméstica de biomasa forestal en Galicia tiene enormes consecuencias en la organización territorial y no tiene una correspondencia exacta en las existencias de madera. De acuerdo con los datos del II Inventario Forestal (cuadro 2), en 1998 el eucalipto suponía tan solo el 27 % del volumen total por corteza frente al 47% de las coníferas y al 26% del resto de frondosas. La distribución territorial muestra una mayor presencia en A Coruña, seguida de Lugo y Pontevedra, mientras que el eucalipto está prácticamente ausente de la provincia de Ourense (algo explicable por las condiciones edafoclimáticas de la zona). La relación entre cortas y existencias nos muestra tres modelos de utilización del espacio forestal arbolado en Galicia: uno de aprovechamiento muy intensivo en madera y de crecimiento rápido, conformado por el eucalipto, un segundo modelo de menor intensidad de coníferas y, por último, una parte de la superficie de muy escaso aprovechamiento conformada por las frondosas autóctonas. Estos datos confirmarían el apunte de Carreira y Carral (2014), según el cual no solo la superficie no arbolada de matorral estaría abandonada, sino también buena parte de la superficie forestal arbolada de frondosas. Coexisten, por tanto, en el espacio de montes actual, superficies de uso muy intenso con superficies de uso marginal o completamente abandonadas. Esta coexistencia es consistente con los datos ofrecidos en este trabajo de evolución de la extracción Doméstica de biomasa. A pesar de la sustitución de un manejo centrado en el matorral por un manejo centrado en la silvicultura intensiva, no se ha producido un incremento verdaderamente significativo de la ED de la biomasa forestal en Galicia en los 42 años de nuestra serie (un 17,4%). En el modelo de agricultura orgánica existente hasta la industrialización todo o prácticamente todo el territorio no urbanizado tenía algún tipo de vinculación productiva con la agricultura. En la actualidad, por el contrario, conviven espacios que no tienen funcionalidad productiva y que, al mismo tiempo, generan problemas ambientales (como la gran vulnerabilidad frente a los incendios), con espacios de monocultivo

4 Esto tiene, asimismo, consecuencias económicas por la concentración del modelo productivo forestal en Galicia en especies de muy bajo valor añadido, problema ya señalado hace años por Albino Prada (1991). En los últimos años, se constata, además, una caída de los precios percibidos de los productos forestales que contrasta con la evolución del resto de precios agrícolas. Así, desde 2001, los precios percibidos forestales han disminuido un 32% según los datos de los Anuarios de Estadística Agraria

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forestal intensivo económicamente productivos, pero sin interrelación con otros espacios productivos y que también generan problemas ambientales.

Gráfico 4

Fuente: Soto Fernández, 2015.

Cuadro 2

III Inventario Forestal (1998). Volumen con corteza

Coníferas Otras Frondosas Eucalipto Total

A Coruña

millones m3 18,4 4,0 17,3 39,8

% 46,3 10,1 43,6 100,0

Lugo

millones m3 18,7 17,1 9,8 45,6

% 41,0 37,5 21,5 100,0

Ourense

millones m3 12,6 9,1 0,2 21,9

% 57,3 41,6 1,1 100,0

Pontevedra) millones m3 11,6 3,7 7,6 22,9

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% 50,5 16,0 33,4 100,0

Galicia

millones m3 61,2 33,9 35,0 130,2

% 47,0 26,0 26,9 100,0

Fuente: MAGRAMA (s.f.)

La dimensión de la especialización maderera de Galicia no se explica únicamente por causas endógenas, aunque estas son, como hemos visto, muy relevantes. La expansión de las cortas de madera se inserta en un proceso más general de transición de los flujos de biomasa del conjunto de España, en el que han pasado de proporcionar la mayoría de las necesidades de energía y materiales a especializarse en la provisión de alimentos y de algunas materias primas y fundamentalmente madera (Infante et al 2015; Soto et al, 2013). Pero este proceso general a escala nacional comprende, asimismo, fenómenos de especialización a escala regional de los cuales el caso de Galicia es un buen ejemplo. En este sentido, se ha señalado repetidas veces la importancia de la especialización láctea (38% del total español en 2012), pero no se ha prestado igual atención a la especialización en la producción de madera. Los datos del gráfico 4 muestran la evolución de las cortas de madera en Galicia y en España (totales y por especies) y son suficientemente indicativos de la relevancia de este proceso de especialización. Aunque por sus condiciones naturales y organización del espacio, Galicia siempre ha tenido un peso relevante en la producción de madera en España (Rico, 1995), en las últimas décadas este peso se ha incrementado notablemente. Las cortas de madera en Galicia han pasado de suponer el 22% del total español en 1960 al 55% en 2012. Galicia ha incrementado significativamente su participación en el total español de cortas de madera en todas las especies, pero especialmente en eucalipto (del 15% al 69%), seguido de las coníferas (del 26% al 48%) y del resto de frondosas (del 10% al 21%). Esta es, en términos físicos, la principal función de los agroecosistemas gallegos en la organización de los flujos de materiales del Estado en la actualidad: ser el principal proveedor de madera.

5. Montes privados y montes vecinales. ¿Hacia una reinvención de la funcionalidad del

monte?

La evolución de los bosques gallegos durante el proceso de industrialización de la agricultura muestra una transición entre un espacio interrelacionado con el resto de componentes de la producción agraria y otro que combina una silvicultura productivista, basada en especies de crecimiento rápido con espacios marginales de matorral y sin aprovechamiento agrario. ¿Cuál es el papel de las distintas formas de propiedad de los bosques en este proceso de transformación? Esta no es una cuestión fácil de responder dada la falta de información en el medio plazo. La propiedad comunal en Galicia tan solo es reconocida como tal a partir de 1968, y muchos de los montes no son devueltos a las comunidades propietarias hasta la segunda mitad de la década de los setenta y primera mitad de los ochenta (Grupo dos Comúns, 2004; 2006), por lo que no existe información diferenciada hasta muy recientemente. En la actualidad la mayor parte de superficie de montes en Galicia se distribuye entre montes privados individuales y Montes Vecinales en Mano Común, siendo la propiedad pública marginal. Aunque las cifras varían según las distintas fuentes, en 2011 los montes vecinales suponían entre un 34% (Base de datos de la Xunta de Galicia) y un 31% (Anuario de Estadística Forestal de España). Por provincias el peso de los montes vecinales es muy variable, teniendo una mayor presencia en el sur que en el norte. Así en la provincia de A Coruña tan solo suponen el 10% de la superficie de montes, y el 32% en Lugo, por el 52% en Ourense y el 45% en Pontevedra. En la actualidad, y de acuerdo con los datos de los Anuarios de Estadística Forestal (cuadro 3), se puede observar una pauta claramente diferenciada entre el manejo de los montes privados y los vecinales. Los

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primeros suponen el 68% de la superficie total, pero el 77% de la superficie arbolada. Los vecinales, por su parte ocupan el 31% del total de montes pero suponen el 50% de la superficie desarbolada del país.

Cudro 3

Superficie de montes en Galicia por propiedad y uso del suelo (2011)

PÚBLICO Particular MVMC TOTAL

Arbolada

ha 13887 1089951 312112 1415950

% 1 77 22 100

Desabolada

ha 16345 290184 308201 614731

% 3 47 50 100

Total

ha 30234 1380212 620335 2030781

% 1 68 31 100

Fuente: Anuario de Estadística Forestal, 2011.

Gráfico 5. Cortas de madera por propiedad

Fuente: Anuarios de estadística Agraria y Anuarios de estadística Forestal

De acuerdo con los datos de usos del suelo los dos modelos de usos del suelo, silvicultura intensiva y matorral abandonado, parecen estar desigualmente distribuidos según el tipo de propiedad, correspondiendo el primero a la propiedad privada y el segundo a la propiedad vecinal. ¿Qué nos dicen los datos de cortas de madera al respecto? De igual manera que con la superficie solo tenemos datos de cortas en los montes vecinales a partir de 2008. Con anterioridad disponemos de una información complementaria aunque parcial, los datos de cortas en montes consorciados con la administración. En Galicia la mayoría de consorcios se establecieron en montes después clasificados como vecinales (Rico Boquete, 1995; Grupo dos Comúns, 2006). Sin embargo, no todos los montes vecinales fueron consorciados y muchos de los consorcios se han extinguido con el tiempo, recuperando las comunidades la gestión de los

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montes. Las cifras deben tomarse con precaución, pero la combinación de ambos datos nos ofrece una imagen bastante ajustada del papel de los MVMC en el proceso de transición de los montes de Galicia hacia la especialización maderera.

Gráfico 6

Los datos del gráfico 5 confirman la idea de un papel secundario de la superficie vecinal en el proceso de especialización forestal, pero introducen algunos matices interesantes. El peso de los MVMC en las cortas de madera es muy inferior a su peso superficial, pero aquí encontramos una pauta diferenciada geográficamente. Si bien esto es cierto para las provincias de Coruña, Lugo y Ourense, en Pontevedra el papel de las cortas en los MVMC el papel de los montes vecinales en las cortas de madera está mucho más cercano a su importancia territorial, lo que hay que relacionar con una mayor densidad demográfica y una población más vinculada al sector terciario que a actividades agrarias. Asimismo encontramos diferencias por especies. Aunque la estadística no permite diferenciar las cortas de eucaliptos por propiedad (solo discrimina entre frondosas y coníferas), la información existente (gráfico 6) permite afirmar que el modelo de eucaliptización del territorio, descrito en el apartado anterior, se concentra casi exclusivamente en los montes privados.

La información sobre usos del suelo y aprovechamiento maderero parecen dibujar un doble modelo forestal, diferenciado según formas de propiedad: una silvicultura intensiva, de carácter productivista, en los montes privados y un predominio de los montes en estado de abandono en el caso de los vecinales. Sin embargo, la realidad de los montes vecinales muestra una diversidad de usos bastante considerable, así como una diversidad geográfica bastante considerable. Los datos muestran como en manejo forestal es más intensivo en las comunidades de Pontevedra que en el resto del territorio. Diversos estudios realizados en los últimos años muestran que, si bien, muchos montes vecinales se encuentran abandonados, también se están desarrollando ejemplos de reinvención de la funcionalidad de los montes (Grupo dos Comúns, 2006; Cabana et al, 2012; Domínguez et al, 2014). La ruptura de la integración agro-silvo-pastoril

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propia del sistema agrario orgánico ha permitido que muchos montes vecinales hayan perdido funciones para las comunidades locales. Sin embargo, también muchas comunidades, especialmente en comarcas atlánticas, de alta densidad demográfica y dinamismo socioeconómico, han empezado a construir nuevas funcionalidades. La percepción de los montes en estos casos se ha trasladado del beneficio individual (uso agrario) al beneficio colectivo (usos sociales). En un estudio realizado sobre el conjunto de Galicia a principios de siglo encontramos que tan sólo un 6% de las comunidades repartían beneficios monetarios entre los vecinos (Grupo dos Comúns, 2006) y algo similar sucede en la actualidad de acuerdo con otros estudios de caso como en la comarca de Vigo (Domínguez et al, 2014). La mayor parte de los beneficios obtenidos se dedica hoy a reinversiones en el propio monte o, lo que es enormemente significativo, a obras de interés comunitario. El comunal es entendido en estos casos como un recurso esencial proveedor de servicios, en ocasiones sustitutivo de una gestión municipal que no siempre atiende suficientemente a las parroquias rurales.

Si bien en el año 2000 un porcentaje significativo de los comunales (un 36% de las comunidades y un 24% de la superficie) estaba abandonado, estos casos son de zonas en proceso de despoblación acelerada. Tan solo un 38% de las comunidades estaban gestionadas directamente por los propietarios. Esto está directamente relacionado con la estructura demográfica. Tan sólo un 21% de ellos eran en el año 2000 activos en el sector agrario por un 47% de activos en otros sectores y un 32% de jubilados. El mayor porcentaje de gestión directa se da en aquellas zonas donde la mayoría de la población trabaja en la industria o en el sector servicios. Esto nos está indicando que la mayoría de los comunales con implicación de los vecinos no están relacionados con la actividad agraria (con la que estaban históricamente relacionados los montes) sino con nuevas formas de entender la funcionalidad de estos (beneficios comunitarios, espacios recreativos, medioambiente sano…). Un indicador del dinamismo de estas comunidades (presentes especialmente en la Galicia occidental) lo tenemos en la presencia en estas zonas de conflictividad vinculada tanto con la gestión y el acceso como con los aprovechamientos de los comunales (Grupo dos Común, 2006). Las comunidades más activas tienden a ser mayoritariamente urbanas o periurbanas y con una presencia significativa de propietarios ligados a actividades urbanas y no rurales. Estos ejemplos no alteran la visión de conjunto presentada en este trabajo, de la existencia de dos grandes formas de manejo de los bosques en la Galicia actual, pero muestran que también existen alternativas aún incipientes de reinvención de la funcionalidad de los montes.

6. Conclusiones

Los datos presentados en este trabajo muestran que los cambios producidos en la funcionalidad de los montes gallegos durante la transición socio-ecológica no están únicamente relacionados con la sustitución de la leña por la madera. Además de la transición energética, la conversión de los montes gallegos en espacios de producción silvícola intensiva está relacionada con los cambios en el conjunto de los agroecosistemas como proveedores de biomasa. De un modelo agrario sustentado en la integración agro-silvo-pastoril, donde los montes cumplían una función esencial en la reproducción de los agroecosistemas, se pasa durante la industrialización a una especialización ganadera muy dependiente de piensos industriales. Este cambio ha permitido la liberación de superficies de monte y favorecido la adopción de un modelo de producción maderera intensivo, con una presencia creciente del eucalipto. Junto a esto otra parte de las superficies de monte han pasado a una situación de abandono o aprovechamiento marginal. El análisis de los aprovechamientos de los bosques por tupos de propiedad muestra que el primer modelo está mucho más presente en las superficies de monte privado, mientras que el segundo es dominante en los montes comunales. Pese a ello, también en los últimos años están emergiendo, en algunas zonas, nuevas formas de entender la funcionalidad de los espacios comunales.

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Acknowledgements: Este trabajo se ha beneficiado de la financiación siguiente: Proyecto “Sustainable Farm Systems: Long-Term Socio-Ecological Metabolism in Western Agriculture”, financiado por el Social Sciences and Humanities Research Council, Canada. Proyecto HAR2012-38920-C02-01, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad. El trabajo se ha realizado durante una estancia de tres meses en el Instituto de Ecología Social, Klagenfurt University, Viena, financiado por el programa de movilidad “José Castillejo para jóvenes doctores 2014” (CAS 14/00039) del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

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