de como secuestraron a acción democrática
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Un análisis del año 2000 sobre la crisis del partido venezolano Acción Democrática, que revela como la teoría puede ayudar a interpretar fenómenos de la cotidianidad política. Aunque no es un trabajo académico en el sentido estricto.TRANSCRIPT
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Tomado de http://www.analitica.com/va/politica/opinion/5307981.asp
De cómo secuestraron a Acción Democrática
Luis Ordóñez
Lunes, 15 de mayo de 2000
Una clase de química
Se habla mucho de cómo Chávez acabó con Acción Democrática, incluso, el propio Presidente se
vanagloria de ello. Sin embargo, el proceso de dilución se inició mucho antes. El papel del golpista
de febrero no ha sido otro queel de actuar como catalizador de un proceso que ya consumía por
dentro al „glorioso partido del pueblo. Lo que hace un catalizador es acelerar procesos químicos
que de por sí ya ocurren, pero a velocidades más lentas. Es decir, los catalizadores no son capaces
de hacer nada que no pueda ocurrir. De hecho, no son capaces de producir una reacción que no se
de en la naturaleza, lo que hacen es acelerarla. Y esto es precisamente lo que ha logrado el
proceso político que inicia Chávez luego de su victoria en diciembre del 98, el acelerar la
dispersión de la estructura de poder del partido blanco, tal como la llegamos a conocer en los
últimos veinte años.
Una clase de gerencia
En su artículo sobre "evolución y revolución conforme crecen las organizaciones", el profesor Larry
Greiner, de la universidad de Harvard, concluye que las etapas de crecimiento en las
organizaciones pueden denominarse como de creatividad; dirección; delegación; coordinación; y
colaboración; separadas entre sí por crisis consecutivas de liderazgo; autonomía; control; y
papeleo. Nos atrevemos a sostener que el inicio del fin del poder de AD en la vida política del siglo
veinte venezolano se debió a que no supo superar de manera acertada la crisis de autonomía
surgida como consecuencia del crecimiento de la organización. En el proceso de alcanzar la etapa
de delegación del poder político en el seno de la organización se llegó a la generación de un
oligopolio que se repartía el poder existente, y que funciona desde sus orígenes entre el Secretario
de Organización o el Secretario General a nivel nacional, y los Secretarios Generales Seccionales a
nivel de cada Estado. Este esquema es el que prevalece hasta nuestros días, y la causa final del
colapso de la organización.
El problema del poder en AD
En la década de los ochenta hace su aparición a gran escala el liderazgo clientelar dentro de la
sociedad venezolana. Enfrentado al liderazgo transformacional ˆque pretendió transformar al país
y se basó en el convencimiento para ir reclutando adeptos que conformaron la punta de lanza de
la organizaciones políticas de la Venezuela moderna-, el liderazgo transaccional pretendió generar
poder para el partido basado en elintercambio de favores y prebendas con recursos provenientes
del Estado, a cambio de respaldo electoral: el voto. Y vaya que fue eficiente este método de
reclutamiento. Las militancias de los partidos tradicionales en la década en cuestión ascendió a los
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millones, y los triunfos electorales se multiplicaron. Todo hubiera marchado de maravillas de no
haber sido porque el Estado no fue capaz de satisfacer las demandas de todos los que se sentían
con derecho a reclamar su cuota-parte en función de los apoyos electorales.
Simultáneamente, se fue produciendo otro fenómeno en el seno de las organizaciones,
particularmente de Acción Democrática. El mayor, aunque no el más visible, problema de cómo
gerenciar la organización eficientemente. La necesidad de dirigir con cierta eficiencia la
organización dinosáurica que había generado el clientelismo llevó a la crisis de autonomía. No
podía esperar el municipio que desde Caracas llegase la instrucción sobre quiénes debían ser
concejales; no siempre podían ponerse de acuerdo todos los interesados; el manejo del conflicto
comenzó a irse de las manos...
Este fue el momento aprovechado por los que, dentro de la estructura partidista, buscaban
oportunidades para incrementar su poder. La crisis de Autonomía se resolvió mediante un sistema
de delegación, en el cual, la autoridad nacional delegaba las decisiones en las regiones a los
Secretarios Generales, a cambio de apoyo irrestricto ante sus decisiones nacionales. Se repartieron
esferas de poder, y surgió el oligopolio del poder dentro de la estructura partidista.
Las consecuencias
Esta distribución del poder y el usufructo oligopólico del mismo, trajo como consecuencia varios
hechos. En lo inmediato, la pérdida de poder para los miembros de los niveles de dirección que no
pertenecían al grupo hegemónico. Un jefe con poder de vida o muerte, a quien había que
satisfacer so pena de exclusión del grupo decisorio (lo que se dio en llamar el cogollo), trajo
consigo la eliminación de la discusión en el seno de la organización. En forma similar, se fue
reduciendo progresivamente el poder de los sectores, al encontrarse con que las cabezas
sectoriales en cada estado se debían más a la voluntad de los Secretarios Generales (que siempre
serían apoyados desde Caracas a la hora de algún conflicto) que de sus propios electorales
naturales (los miembros del sector).
Lo que en nuestra opinión sería la consecuencia más nefasta del nuevo orden fue el hecho de que
se terminó con la participación de los militantes en la vida política de la organización. Al
desplazarse los procesos de discusión del seno de las asambleas, comités y demás organismos
colegiados, para ser ejercidos exclusivamente por los miembros del monopolio del poder dentro
de la organización, se fue produciendo el fenómeno de cada vez más militantes en su casa,
quejándose „ del partido y sintiéndose impotentes para cambiar un orden de cosas que los excluía
a menos que resultasen dóciles a los que habían convertido el partido en instrumento de sus
intereses personales, en lugar de espacio para el aprendizaje democrático en función de las luchas
del colectivo.
El ejercicio de futurología
Es conocido lo que ocurrió después. Luego de la gran derrota frente a un antagonista del sistema
(casi ocurre cinco años antes, con la Causa R de Velázquez) las masas que componían la muy
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publicitada maquinaria de Acción Democrática mostraron su verdadera posición: ya no estaban
allí. Seguían sintiéndose adecas (por ideología, tradición o costumbre, ese no es el punto) pero no
estaban a la orden de unos jefes que se habían ido alejando de ellas paulatinamente, porque no
las necesitaban para detentar el poder dentro de la organización. El pacto oligopólico venía siendo
suficiente.
Y la respuesta a los embates de la nueva realidad política, no ha sido más que una nueva edición
del viejo sistema. Más pactos entre el Secretario General Nacional y los Secretarios Seccionales,
más situaciones que garanticen el mutuo apoyo para mantenerse en el poder del partido..., y más
lejanía de la militancia. Como alguien ha dicho: „cada vez más jefes de menos partido.
Será necesario un esfuerzo hercúleo para reactivar una militancia desmotada y suspicaz hacia la
dirigencia. Serán necesarias muchas horas de dura tarea. Pero por encima de todo, será necesario
que se abran otra vez las compuertas de la discusión interna, de la selección abierta de la
dirigencia, del debate que oriente al partido, antes de que Acción Democrática vuelva a ser el
coloso político que fue en el siglo veinte. Para eso necesitaremos nuevos estilos de liderazgo, con
más altruismo, que vean a la organización como un instrumento de cambio social, y no como un
escalón para el provecho personal. Ojalá se logre, Venezuela lo necesita.