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MANUEL CARRASCO MORENO DE CÓMO DON LUIS JERÓNIMO FERNÁNDEZ DE CABRERA Y BOBADILLA Y DOÑA FRANCISCA ENRÍQUEZ DE RIVERA (CONDES DE CHINCHÓN Y VIRREYES DEL PERÚ) INTERVINIERON EN EL DESCUBRIMIENTO DE LA QUINA. (CHINCHÓN DE 1589 A 1647) 77

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Page 1: De cómo don Luis Jerónimo Fernández de Cabrera y doña

MANUEL CARRASCO MORENO

DE CÓMO

DON LUIS JERÓNIMO FERNÁNDEZ DE CABRERA Y

BOBADILLA Y DOÑA FRANCISCA ENRÍQUEZ DE RIVERA

(CONDES DE CHINCHÓN Y VIRREYES DEL PERÚ)

INTERVINIERON EN EL DESCUBRIMIENTO DE LA QUINA.

(CHINCHÓN DE 1589 A 1647)

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MANUEL CARRASCO MORENO

EN EL AÑO 2004 PUBLICA EL ESTUDIO “LA MOJONA - LA SOCIEDAD DE COSE-CHEROS DE VINO,VINAGRE Y AGUARDIENTE DE CHINCHÓN: 1853-1938.”

EN EL AÑO 2005 CONSIGUE EL PRIMER PREMIO -EX AEQUO- DEL PRIMER CONCURSO DE

INVESTIGACIÓN SOBRE CHINCHÓN Y SU ENTORNO, CONVOCADO POR EL EXCELENTÍSIMO

AYUNTAMIENTO DE CHINCHÓN, CON EL TRABAJO “CHINCHÓN: PIEDRAS CONHISTORIA”, EDITADO EN CD POR EL AYUNTAMIENTO DE CHINCHÓN.

EN EL AÑO 2006 RECIBE EL SEGUNDO PREMIO DEL CONCURSO DE INVESTIGACIÓN SOBRE

CHINCHÓN Y SU ENTORNO CON EL TRABAJO “LOS FRANCESES EN CHINCHON”

EN EL AÑO 2008 RECIBE EL SEGUNDO PREMIO DEL CONCURSO DE INVESTIGACIÓN SOBRE

CHINCHÓN Y SU ENTORNO CON EL TRABAJO QUE SE INCLUYE EN ESTE LIBRO Y PUBLICA

“COCINA TRADICIONAL EN CHINCHON” ESCRITO CONJUNTAMENTE CON TANCI

DE LAS HERAS.

ACTUALMENTE TRABAJA EN VARIOS PROYECTOS DE INVESTIGACIÓN SOBRE DIVERSOS

HECHOS HISTÓRICOS RELACIONADOS CON CHINCHÓN Y OTROS PROYECTOS LITERARIOS.

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MANUEL CARRASCO MORENO
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ÍNDICE:

1. PRESENTACIÓN:2. UN NIÑO EN EL PALACIO DE CHINCHÓN.3. EL JOVEN HEREDERO.4. EL NOMBRAMIENTO DE VIRREY.5. D. LUIS JERÓNIMO XIV VIRREY DEL PERÚ:

-HACIENDA. -COMERCIO.-MINAS DEL PERÚ.-GOBIERNO ECLESIÁSTICO.-GOBIERNO INTERIOR Y ADMINISTRACIÓN.-PROTECCIÓN DE LOS INDIOS.-CUESTIONES MILITARES.-DESCUBRIMIENTO DEL ALTO AMAZONAS.-GUERRA DE CHILE.-MARINA DE GUERRA Y DEFENSA DE

LOS PUERTOS.6. LA QUINA O CHINCHONA. ¿FUE LA CONDESA DE CHINCHÓN LA

DESCUBRIDORA DE LA QUINA?- COMO NACE LA LEYENDA.- LA REALIDAD HISTÓRICA.- INTRODUCCIÓN DE LA QUINA EN EUROPA.

7. DE VUELTA A CHINCHÓN.8. SEMBLANZA DEL CONDE.9. CONCLUSIÓN.10. ANEXOS.11. BIBLIOGRAFÍA.

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D. LUIS JERÓNIMO FERNANDEZ DE CABRERA Y BOBADILLAY Dª FRANCISCA ENRIQUEZ DE RIVERA,

CONDES DE CHINCHON Y VIRREYES DEL PERU.

1. PRESENTACIÓN:

El nombre de Chinchón es conocido internacionalmente. A ello han contribui-do diversos acontecimientos. Entre otros muchos, el rodaje de la película “Lavuelta al mundo en 80 días” con Cantinflas; la fama de su aguardiente anisadoque ya fue premiado en la exposición universal de París en el año 1889; el cele-brado retrato de la Condesa de Chinchón doña María Teresa de Borbón yVallábriga que pintó Goya pero, sin duda, el personaje por el que más ha sidoconocido nuestro pueblo en todo el mundo, es la Virreina del Perú, doñaFrancisca Enriquez de Rivera, segunda esposa del IV conde de Chinchón, donLuis Jerónimo Fernandez de Cabrera y Bobadilla, en cuyo honor y recuerdo, enel año 1742, el famoso naturalista Carl von Linnè o Linneo, en su obra “GeneraPlantarum” bautizó con el nombre de “Cinchona” o “Chinchona” al árbol de laquina, como homenaje a la intervención de la Condesa de Chinchón en su des-cubrimiento.

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Dibujo del IV Conde de Chinchón y Virrey del Perúsegún su retrato en la Galería de Retratos del Palacio Nacional de Lima

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Este fue el motivo de mi interés por los personajes protagonistas de este traba-jo y lo que me llevó a investigar en sus vidas, y sobre todo en su trayectoria polí-tica y social de su ápoca. Un período de la historia de España en el que se ibaperdiendo la grandeza del imperio de los austrias. La España de Felipe IV en laque prevalecían las intrigas y los egoísmos de los validos y privados del rey,como el Conde Duque de Olivares, que eran insaciables a la hora de conseguirriquezas con las que mantener una apariencia de grandeza que se desmorona-ba poco a poco, y para lo cual no dudaron en esquilmar las riquezas que llega-ban de las tierras del nuevo mundo. Y posiblemente, en este mundo de insidiasy ambiciones, la figura del Conde de Chinchón sea una excepción, como vere-mos en este trabajo.

Contrariamente a lo que suele ocurrir cuando se estudian hechos antiguos, meencontré con mucha información de nuestros protagonistas, sobre todo de laépoca en la que ostentaron uno de los cargos más importantes del reino, elvirreinato del Perú.

Pero vamos a empezar, como siempre, por el principio.

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2. UN NIÑO EN EL PALACIO DE CHINCHÓN.

Luis Jerónimo nace en Madrid, aunque desconocemos la fecha exacta de sunacimiento. De lo que sí tenemos constancia es que fue bautizado el día 20 deoctubre del año 1589 en la Parroquia de San Nicolás de la Capital. Su padre, donDiego Fernandez de Cabrera y Bobadilla, fue secretario particular de Felipe IIpara la construcción del Monasterio del Escorial, perteneció a los ConsejosSupremos de su Majestad y de Aragón, Mayordomo y Tesorero General detodas las Reales Cámaras de la Corona de Aragón, Señor de los Sexmos deValdemoro y Casarrubios, Alcaide Mayor perpetuo de los Alcázares Reales de laCiudad de Segovia, Alférez Mayor Perpetuo y Tesorero de la Casa de la Monedade dicha Ciudad y del Consejo Supremo de Italia. Fue amigo y consejero del ReyFelipe II y también de su hijo y sucesor Felipe III con los que mantuvo unaimportante correspondencia. Fue también embajador en Roma y en Viena y,sobre todo,III Conde de Chinchón.

La madre, doña Inés Pacheco de Cabrera, era prima de su padre. Natural deEscalona e hija de Diego López Pacheco, Marqués de Villena, Duque deEscalona y Conde de San Esteban de Gormaz y de doña Luisa de Cabrera yBobadilla, Marquesa propietaria de Moya.

Su padre, además de ostentar todos estos cargos, se ocupó de construir y repa-rar los monumentos más importantes de Chinchón. El niño Luis Jerónimoalternaría sus estancias en su casa de Madrid, en el palacio de Chinchón, en lacasa solar de Escalona y en el Castillo Palacio de Odón, que había sido recons-truido por su padre.

En Chinchón se estaba restaurando el castillo que había sido casi derruido en laguerra de los Comuneros, 70 años antes. La Iglesia de la Piedad, que iba a serla Capilla de los Condes estaba en su fase final, cuando ya hacía casi cien años

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Recreación de una vista de Chinchón a mediados del Siglo XVII

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que se había iniciado su construcción. Los trabajos de edificación delMonasterio de las madres franciscanas descalzas se habían iniciado años atrásy los trabajos avanzaban a un buen ritmo.

En la época de la infancia de Luis Jerónimo, había un contencioso pendiente enel Condado de Chinchón; un contencioso que se remontaba a más un siglo. Lasdiferencias de los Condes de Chinchón y la Ciudad de Segovia estaban motiva-das por la segregación de las tierras de la municipalidad de Segovia, con que sehabía constituido el señorío de Chinchón que los Reyes Católicos habían dona-do sus amigos y fieles basallos los Marqueses de Moya don Andrés de Cabreray doña Beatriz de Bobadilla, en el año 1480. Desde entonces había habido con-tinuas y recíprocas reclamaciones y demandas por la posesión de diversas tie-rras y propiedades, que se habían dirimido en los tribunales e, incluso, en loscampos de batalla. Ya era hora de terminar con estas contiendas y gracias a lagran amistad del Conde don Diego con el Monarca, logra que el Consejo Realdicte Sentencia de vista favorable a la Concordia, según la cual las partes con-tendientes renunciaban recíprocamente a algunas de sus pretensiones. LaConcordia es ratificada por el propio rey Felipe II en Illescas el 29 de mayo de1593 y en San Lorenzo el 14 de julio del mismo año. Habían tenido que pasar113 años para dirimir el pleito de los Señores de Chinchón con la Ciudad deSegovia.

El palacio de los Condes, en la explanada entre la Iglesia de Santa María deGracia y la nueva iglesia en construcción, lucía en todo su esplendor y era testi-go de una importante vida social y cultural. Hasta allí llegan importantes per-sonalidades de la vida social, política y cultural de la época. Hay constancia deque cuando Luis Jerónimo apenas tenía diez años, en 1599, se produjo la visitade don Pedro Fernández de Castro y Andrade, en aquel momento Marqués deSarria y futuro Conde de Lemos, descendiente también de los Condes deChinchón, acompañado por su protegido y secretario particular, don Felix Lopede Vega y Carpio quien, según cuentan, terminó aquí de escribir y firmó sucomedia “El Blasón de los Chaves de Villalba”; obra que dedicó a su anfitrióndespués de hacer la primera lectura pública en las veladas celebradas en el pala-cio de los Condes de Chinchón. Esta comedia fue publicada después, en el año1618, y está clasificada, según Menéndez Pelayo, dentro del teatro de Lope deVega en el apartado VIII - Crónicas y leyendas dramáticas de España, con elnúmero LXXIV.

Dos años antes, su abuela doña Mencía de la Cerda y Mendoza, en su testamen-to firmado en Madrid el día 30 de abril de 1597, crea un pósito en favor del pue-blo de Chinchón. Vamos a detenernos en explicar lo que eran los pósitos.

Los Pósitos eran organizaciones a las que los fundadores dotaban con trigo, conel que se hacían préstamos a los agricultores para la siembra. Ellos lo tenían quedevolver cuando realizaban la cosecha con un rédito de medio celemín por fane-

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ga, es decir, por cada dieciséis kilos recibidos, tenían que devolver dos más.Posteriormente, a partir del año 1615, el tipo de interés se estableció en el pagode un real por fanega.

Este trigo se almacenaba, y con él se iba haciendo pan cuando había carencia yse repartía entre los "pobres vergonzantes", según se indicaba en un acuerdo delConcejo del año 1663. Con los beneficios que se obtenían se compraron alma-cenes o paneras, con lo que el capital de estos pósitos llegó a ser importante.

En Chinchón, hubo tres, el primero llamado del Rey, concejil o público, consti-tuido por el pueblo a finales del siglo XVI y administrado por el Concejo; unsegundo, el mencionado de doña Mencía, dotado con quinientas fanegas detrigo, dejando la administración al cura párroco, alcaldes y regidores de la Villa;y un tercero, posiblemente el primero en su creación, creado por el cura Beltrándel Castillo, dotado con trescientas fanegas de trigo y administrado por elConcejo.

Muchos años después, estos tres pósitos se fundieron en uno solo en el año 1792y quedó prácticamente extinguido en el año 1836, cuando hubo que entregartrigo y dinero, a título de préstamo, a la Diputación Provincial y a la Comisiónde Armamento y Defensa para la movilización de la milicia nacional, sin que sellegase a reintegrar estas cantidades. En el año 1855 aún se adeudaba alAyuntamiento la cantidad de sesenta y siete mil setecientos cincuenta y cincoreales.

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3. EL JOVEN HEREDERO.

A finales del año 1607 muere su padre y él hereda la mayoría de sus cargos. Conapenas 18 años se convierte en el IV Conde de Chinchón.

Unas de sus primeras ocupaciones fue continuar las obras que había iniciado supadre.

Las obras del Monasterio e Iglesia de la Inmaculada Concepción habían comen-zado en el año 1597, aunque un año antes existía un proyecto y un contrato enel que el maestro de cantería Juan de Bozarraiz, se comprometía a realizar laobra del Monasterio de Chinchón. Este proyecto había sido realizado porNicolás de Vergara el Mozo, quien también participó en el de la Iglesia de laPiedad y otras importantes obras, y era maestro mayor de la Catedral yArzobispado de Toledo.

La supervisión de la ejecución del proyecto fue llevada a cabo por dos hombresde confianza del conde, fray Antonio de Villacastín, padre jerónimo delMonasterio del Escorial y el maestro Pedro Sánchez.

En el año 1619 el conde Luis Jerónimo hace el último pago al maestro albañilHernando de Cruz, por la terminación de las obras del Monasterio de las reli-giosas franciscanas, consagrado a la Purísima Concepción; sin embargo el edi-

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Escudo del Conde de Chinchón, en la Iglesia del Convento de los Agustinos de Chinchón.

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ficio no fue ocupado hasta muchos años después, en el año 1653, cuando su hijoFrancisco Fausto acordó una nueva fundación con el General de la Orden deSan Francisco en España, Fray Pedro Manero, siendo necesario efectuar nuevasobras para poder acoger a las 33 religiosas que se trasladaron al monasteriodesde el convento de las Descalzas Reales de Madrid y de Nuestra Señora de laAsunción de Lerma. El 28 de octubre de 1653, se inaugura el convento y se eligecomo primera abadesa a Juana de la Santísima Trinidad, en el siglo, Dª. JuanaFernández de Pacheco y de Portugal, natural de Escalona, hija de los Marquesesde Villena, nieta de los Infantes de Portugal y prima de los condes fundadores,que había profesado en el Convento de las Descalzas Reales de Madrid, en elaño 1617.

Arquitectónicamente, el convento es de traza barroca, con muros de ladrillos yde mampostería cajeada. La puerta de entrada a la iglesia está en uno de los cos-tados con portada adintelada de piedra, con una hornacina de ladrillos y escu-do de los Condes. Este escudo se vuelve a repetir sobre la entrada a la clausuradesde el patio.

El templo consta de una sola nave con pilastras toscanas y arcos de mediopunto, cubierta con bóveda de cañón con lunetos y crucero con cúpula rebaja-da. Tiene un coro bajo, a los pies del templo, con acceso por la clausura, en elque hubo una espléndida sillería con sitiales y reclinatorios de nogal, de laépoca de su fundación, y un mausoleo donde reposan los restos del condeFrancisco Fausto.

De la edificación, hay que destacar el claustro, compuesto por dos pisos; el infe-rior con galerías organizadas sobre pilares de sección cuadrada, con bases lisasy capiteles sin molduras que sostienen arcos de medio punto, siendo todos estoselementos de piedra; y el inferior, con muros de ladrillo y sencillas ventanasadinteladas con marcos de piedra.

El sábado día 11 de agosto de 1621, ya con 32 años, contrae matrimonio condoña Ana Alvarez de Osorio y Manrique, viuda de don Luis de Velasco, marquesde Salinas del Río Pisuerga. Era la hija de Pedro Álvarez Osorio, 8º marqués deAstorga, 9º conde de Trastamara, 7º conde de Santa Marta, señor de Villalobos,caballero de la Orden de Calatrava y Comendador de Almodóvar, Su madre,Doña Blanca Manrique y Aragón. Poco más de cuatro años duró el matrimonioporque doña Ana falleció el día 8 de diciembre de 1625.

Al año siguiente se termina la construcción de la Iglesia de la Piedad deChinchón que se había iniciado en el año 1534. Fueron, por tanto, 92 años losque duraron las obras. El coste total de la Iglesia fue de 3.966.408 reales, de losque 2.203.859 fueron pagados por el común de los vecinos, y 1.762.549 reales,por los condes y el arzobispo de Zaragoza, don Andrés Fernandez de Cabrera yBobadilla.

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Las obras se dilataron más por dificultades en la financiación, que por la enver-gadura de la obra. Hubo varias reuniónes de los responsables municipales yeclesiásticos con los condes de Chinchón. Concretamente el 23 de mayo de1586, 22 de enero de 1587 y otra en el mes de febrero de ese mismo año. Enestas reuniónes se convino con el conde de Chinchón y su hermano don Andrés,arzobispo de Zaragoza, "que no pudiéndose congregar en la iglesia vieja ni lacuarta parte de los mil trescientos vecinos que tenía la villa y estando empe-zada hacía más de cuarenta y ocho años la iglesia nueva, de cantería y muycapaz para todos los vecinos y cerca de la iglesia antigua, era tan costosa laobra que no podía terminarse en ciento ni doscientos años con la renta de laotra".

Como solución y con el fin de acelerar las obras, se toma el siguiente acuerdoentre el conde, su hermano el Cardenal, el clero y el Ayuntamiento deChinchón: "Que los condes concluyan la capilla mayor, con retablos, enlosa-dos, escaños y asientos, y que dicha capilla sea para entierro de los dos, suce-sores y parientes y no de otra persona. Que los condes tengan derecho depatronato y puedan hacer sepulcros y bóvedas, poner túmulos, bustos, escu-dos y letreros y abrir puertas, ventanas tribunillas y pasadizos desde su casa;que en esa conformidad, el pueblo, ayudado con las rentas de la iglesia y conlimosnas, se encargue de hacer el resto de la iglesia, torre y tribuna."

Aunque no queda ninguna prueba documental, la tradición cuenta que había unpasadizo elevado desde el palacio de los Condes a la Iglesia, tal como se habíaautorizado en este acuerdo. Aún existe la calle “Arco de Palacio” que puedehacer referencia a este acceso de los condes a su Capilla de la Piedad.

También utilizaron los condes la prerrogativa de usar la iglesia como enterra-miento. En el presbiterio y en la cripta que se encuentra debajo del altar mayorexistieron distintos sepulcros, en los que había colocadas losas con inscripcio-nes alusivas a los mismos. En el cuestionario enviado al Cardenal Lorenzana sedetallan seis: la dedicada al primer conde don Fernando, otra a su hijo donPedro, una tercera en memoria de Don Diego, el tercer conde y tres más dedi-cadas a las esposas de los condes, doña Teresa de la Cueva y Toledo, doñaMencia de la Cerda y doña Inés de Pacheco.

El templo se había proyectado con una planta longitudinal, en forma de cruzlatina, de una sola nave y crucero poco desarrollado. Este planteamiento, carac-terístico de las iglesias renacentistas, da al espacio un efecto centralizador. Enla parte sudeste del edificio se proyecta una estructura de planta cuadrada quesería la torre. La sacristía, de planta rectangular se sitúa a continuación delbrazo oeste del crucero.

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El edificio tiene dos puertas de entrada, una situada en la fachada sur, que pre-senta un desnivel de 1,80 metros con respecto a la calle, salvado por tramos deescaleras. En el interior, se distribuyen cuatro capillas hornacinadas.

La Iglesia ha sufrido distintas transformaciones desde su construcción hastanuestros días. Se pueden identificado distintas fases que están en relación conlas numerosas reconstrucciones. Estas sucesivas reformas han supuesto unastransformaciones que han dejado su huella tanto en el interior como en el exte-rior de la Iglesia. En este se alternan distintos estilos arquitectónicos combina-dos armónicamente, lo que dificulta su correcta adscripción cronológico-cultu-ral. La presencia de elementos góticos con elementos plenamente renacentistascontrasta con la uniformidad estructural del edificio. El estudio detallado per-mite documentar la existencia de elementos añadidos y muchas alteraciones dela obra original.

El estudio en profundidad del edificio, sugiere que el autor de la Iglesia fueNicolás Vergara el Mozo, o alguno de sus discípulos, aunque también se aludea la posibilidad de la intervención de Alonso de Covarrubias.

Nicolás Vergara acepta las bases estilísticas de Juan de Herrera, al desarrollarla concepción estática del espacio interior, donde los elementos se aúnan paradirigir la atención a un punto determinado. Para ello recurre a distintos ele-mentos, como la direccionalidad de la luz, alternancias de formas, tamaños yalturas y repetición de elementos. Todo esto va a determinar el tratamiento delmuro, que se concibe como elemento plano, reducible a líneas verticales y hori-zontales Esta descripción se corresponde con la visión que ofrece actualmentela iglesia.

Es posible, incluso, que el mismo Juan de Herrera interviniese en el diseño dealgunas partes de la Iglesia. El templo es una fábrica de sillería de arquitecturacaracterística de los reinados de Carlos I y Felipe II. La parte baja de la Iglesiaes de estilo plateresco y la parte alta de estilo trentino o herreriano. Acerca deesta última parte cabe aventurar la hipótesis de que pudo ser el mismo Juan deHerrera quien la pudo trazar. Esta hipótesis puede estar basada en el hecho deque cuando muere Juan Bautista de Toledo, primer arquitecto del Monasteriodel Escorial, muere también don Pedro de Hoyos, secretario de Felipe II paraesta obra. Al arquitecto fallecido, tras pequeñas intervenciones de Gaspar de laVega, le sucede Juan de Herrera. Al secretario le sucede el tercer conde deChinchón. Por lo tanto, la relación entre ambos debió ser muy estrecha. Tantoes así que Juan de Herrera trabaja en el castillo de Odón, propiedad del conde,y estando en construcción la iglesia de la Piedad de Chinchón, y habiéndose ter-minado con el estilo herreriano, es muy verosímil que fuera el mismo Herreraquien trazara la terminación del edificio.

Para la financiación de la Iglesia hasta los Papas intervienen concediendo bulas,concretamente tenemos constancia de estas dos:

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POR BULA DE SU SANTIDAD EL SEÑOR SIXTO V, EL 19 DE MAYO DE 1586 AÑOS, SE ERIGEN CON AUTORIDAD

APOSTÓLICA, EN ESTA CAPILLA MAYOR, SIETE CAPELLANÍAS, UNAMAYOR Y SEIS MENORES, Y SE RESERVA AL CONDE DON DIEGO Y SUSSUCESORES, DERECHO DE PATRONATO Y PRESENTACIÓN DE PERSO-

NAS IDÓNEAS PARA LAS CAPELLANÍAS, LUEGO QUE HUBIESE CONSIG-NADO EL CONDE UNA RENTA FIJA DE 1750 DUCADOS DE ORO DE

CÁMARA.

YPOR BULA DE SU SANTIDAD SEÑOR PAULO V, DE 19 DE SEPTIEMBRE

DE 1607 AÑOS, MANDO QUE EL CONDE CONSIGNASE LA RENTA DE 800DUCADOS DE SUS BIENES, DEMÁS DE LOS MIL DUCADOS DE RENTA

QUE DEJÓ EL ARZOBISPO DE ZARAGOZA DON ANDRÉS DE CABRERA YLOS 200 DUCADOS QUE DONA MENCÍA DE LA CERDA, PARA ERIGIROTRAS SEIS CAPELLANÍAS, PREVINIENDO HUBIESE UN CAPELLÁN

MAYOR Y TRES DIGNIDADES, LA UNA DE CHANTRE, OTRA DE TESORE-RO Y OTRA DE MAESTRE DE ESCUELA Y QUE EN LA CAPILLA MAYOR

ESTABLECIESE ENTIERRO PARA SÍ Y SUS SUCESORES.

Los textos que anteceden aparecen pintados en el presbiterio de la Iglesiadesde que se hizo la reforma del año 1980, y en los cuales se detallan las apor-

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taciones que hicieron los condes y sus familiares y las prerrogativas que se lesconcedieron.

A la construcción de la nueva iglesia también contribuyeron las distintas cofra-día que existían en la villa, entre ellas la Hermandad de los Coronados oCofradía del Corpus Cristi.

En el año 1579 se procedió a la instalación de un reloj construido por el reloje-ro de la Puebla de Montalbán, Gaspar de Rojas, que costó 22.100 maravedises,y se colocó en una casilla expuesta a todos los vientos, a los pies de la iglesianueva.

En el año 1626, el día 20 de septiembre, los frailes del antiguo Monasterio deNuestra Señora del Paraíso que fundaron los primeros señores de Chinchón,don Andrés de Cabrera y doña Beatriz de Bobadilla, después de casi un siglo ymedio, deciden abandonar el antiguo edificio que se encontraba en muy malascondiciones.

Los frailes, antes de tomar esta decisión, habían hecho diversas gestiones parasolucionar esta situación y al no encontrar ayuda del Condado, se trasladan conel Santísimo Sacramento a unas casas que les cede García Díaz de Lianagato, enla calle de los Huertos, cerca de la Puerta de la Villa.

Enterado de lo ocurrido, el Corregidor Ximenez de Orozco se presentó con unaReal Providencia del Rey Felipe IV, firmada en Madrid el día 15 del mismo mes,a petición del Señor Conde, prohibiendo fundar un nuevo convento.

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Fresco en el Convento de los Agustinos, actual Parador de Turismo.

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El Prior fray Manuel Sánchez no acata las órdenes del representante de donLuis Jerónimo, alegando que tiene bulas de los Sumos Pontífices y licencia delCardenal, para hacer el traslado.

La oposición del conde no duró mucho y ese mismo año el Concejo entregó cienducados a los frailes para construir el nuevo edificio. Pasado el tiempo tambiéndebieron contribuir los condes a esta construcción ya que en las pechinas de lacúpula de la iglesia se colocaron cuatro escudos de los Condes de Chinchón, queaún se pueden ver en un muy aceptable estado de conservación. No obstante, laterminación del nuevo convento se dilató hasta el año 1665, en que se terminóla capilla de la Soledad.

De esta época es también la construcción de la ermita de Ntra. Sra. de laMisericordia, en la Plazuela del Pozo, edificada como capilla del hospital funda-do por don Diego Recio García para la curación de enfermos pobres, al que des-pués haremos mención.

También se debió construir en estas fechas una pequeña ermita, entre los cami-nos que van a Valquejigoso, en el sitio conocido como “Pozo de las Nieves”, ypor lo tanto, muy cerca del castillo, para la Cofradía de la Virgen del Rosario,cuya advocación había proclamado el Papa Pío V, en el año 1571, para agrade-cer a la Virgen su intercesión para lograr la victoria contra turcos en la Batallade Lepanto.

Como se puede deducir por todo lo anterior, durante el primer tercio del sigloXVII, debió haber en Chinchón una gran actividad, por la gran cantidad deobras importantes que se estaban realizando, lo que garantizaría el trabajo paratodos sus habitantes y otros muchos especialistas que vendrían a trabajar anuestro pueblo que iba creciendo alrededor de su plaza mayor y donde ibanfijando su residencia los hidalgos representantes de familias como los Zurita,los Calva y los Álvarez Gato, de los que todavía hoy se conservan sus escudos dearmas en las casas donde vivieron.

Como se ha indicado antes, Chinchón en aquella época tenía unos mil trescien-tos vecinos, y conocemos por un documento (signatura1804) del ArchivoHistórico de Chinchón, un censo de población ordenado según las profesionesde los cabezas de familia.

Según este documento la actividad que más personas ocupaba era la de zapate-ros, ya que había 11 artesanos del calzados y 10 zapateros de viejo. Se dedicabana la actividad de los paños, 18 familias, entre tratantes, tundidores, tejedores ycardadores. Dedicados a la construcción, había 14 peones de albañil, 5 yeseros,y 2 fabricantes de ladrillos. En el comercio, 10 mercerías, 2 tratantes de seda ycordobán, 7 manipuladores (cortadores) de carne y pescados, y 1 matador decerdos. Había también 8 maestros y 8 oficiales dedicados a la fabricación de

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jabones; 2 confiteros; 1 cerero; 5 herradores y albéitar (veterinarios); 3 jalme-ros y albarderos; 3 esquiladores; 2 alpargateros; 2 esparteros; 3 carreteros; 1tornero; 2 latoneros; 9 hortelanos; 7 boteros y medidores de vino; 5 mesoneros;5 tambores (dos de ellos ejercían también como maestros de danza);1 pasteleroy 1 maestro de niños. Recoge este censo que había trabajando en el pueblo untotal de 35 forasteros, algunos de ellos acompañados de sus familias.

Como se puede observar, en este documento no aparecen las personas que sededicaban a la agricultura ni tampoco se recogen los hidalgos, clérigos, milita-res, funcionarios ni sirvientes.

Sin conocer la fecha exacta, Don Luis Jerónimo compró a la Corona los dere-chos de Fiel Medidor, Pesos, Medidas y Correduría, en el precio de mil ducados;derechos que pasaron en propiedad al Cabildo de Capellanes de la Capilla de laPiedad y Comunidad de religiosas franciscanas de esta villa, en tiempos de suhijo y sucesor don Francisco Fausto, y terminaron en poder del Concejo ya enel siglo XIX.

Además de los pósitos, a los que ya hemos hecho mención, hubo en Chinchóndiversas fundaciones benéficas y religiosas, en las que intervinieron los condes,el Concejo y personas particulares que por diversas causas quisieron contribuir,con sus limosnas, a remediar las necesidades de los menesterosos.

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Boceto de la Reconstrucciòn del Castillo de Chinchón en el siglo XVI según IñigoÁlvarez de Toledo, Conde de Eril y descendiente de los Condes de Chinchón.

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Fueron varios los hospitales que se fundaron en Chinchón por iniciativa parti-cular.

A principios del siglo XVII fundo un hospital el Capitán don Juan González deVillafuerte, que fue vecino de Chinchón y residió después en la ciudad de Potosí(Perú). D. Diego de Recio y García, había fundado el hospital de la Misericordiapara la curación de enfermos pobres. Estaba este hospital en la calle de laTahona, a la espalda de la ermita de la Misericordia.

Estos dos hospitales se unificaron y en el año 1782, por acuerdo de sus patro-nos, y al no disponer de fondos para atender el hospital se redujo la fundacióna pagar una capellanía y hacer diversas limosnas a los pobres y posteriormentesólo quedó dinero para mantener la conservación de la ermita de laMisericordia.

Entre las fundaciones religiosas podemos encuadrar la construcción de la ermi-ta de San Roque. No tenemos constancia de cuando se adoptó la decisión denombrar a San Roque como patrón del pueblo. Sin duda esta decisión fue toma-da por ser el santo protector contra la peste que había azotado años antes todaEuropa. Con este motivo se fundó en su honor una pequeña capilla a la salidaoccidental del pueblo, de dimensiones muy pequeñas, ya que “apenas cabía elclero y muy pocos fieles”. Después, el 4 de abril de 1668 el Concejo decidióhacer otra más capaz, por no ser posible ensanchar la antigua por ser esquina ados calles principales que tenían gran tránsito. Se compran unas casas que lin-daban con la ermita por el precio de doscientos ducados, se derriban y se cons-truye la nueva ermita. Las obras se realizan en parte con las limosnas de losvecinos, pagando la villa el resto con cargo a sus propios y rentas.

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4. EL NOMBRAMIENTO DE VIRREY.

El año 1628 iba a ser de gran importancia para el IV conde de Chinchón. El día18 de febrero de ese año, S.M. el Rey de España, Felipe IV, nombra Virrey delPerú a don Luis Jerónimo Fernández de Cabrera Bobadilla de la Cerda yMendoza, conde de Chinchón. Tenía 39 años. El documento de este nombra-miento se puede encontrar en el Archivo General de Indias, dentro de la unidadde la Casa de Contratación bajo la Signatura: CONTRATACIÓN, 5793, L.1,F.488V-489.

También, después de poco más de dos años de enviudar, probablemente a pri-meros de abril, contrae nuevo matrimonio con doña Francisca Enriquez deRivera, nacida en Sevilla, hija de Perafán de Ribera y Castilla, y de InésEnríquez de Tavera, condesa de la Torre, camarera mayor de Ana de Austria,reina de Francia e Infanta de España. La nueva esposa del conde era viuda deFrancisco Chacón, y aportaba un hijo de su primer matrimonio. Es muy posi-ble que el nombramiento del Conde aconsejara anticipar el casamiento parapoder iniciar juntos el viaje al nuevo mundo.

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Antiguo mapa del Virreinato del Perú en el siglo XVII

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El cargo de Virrey del Perú era uno de los de más prestigio en el Reino, sinembargo, el esplendor de España, en esta época, había iniciado su decadencia.Empobrecida por las guerras exteriores y despoblada por las colonizaciones, lasituación de la metrópoli se hacía notar en las provincias de ultramar. ElGobierno de la Península urgía a los Virreyes para que enviasen los tesoros queencerraban las ricas tierras americanas para mejorar la decaída situación delImperio.

Por lo tanto, las responsabilidades del nuevo cargo suponían grandes dificulta-des para el nuevo Virrey.

Este nombramiento iba a requerir del Conde no solo una lealtad sin límites a laCorona, sino también grandes dotes de carácter, energía y comprensión pararesolver satisfactoriamente la multitud de problemas que presentaba el desem-peño de este Gobierno. Problemas que planteaba, primordialmente, la granextensión de los dominios que ponían bajo su mando, con los que era difícil lacomunicación por estar tan alejados de España.

Todas estas circunstancias le fueron expuestas al recién nombrado Virrey en undespacho personal con Felipe IV, quien le dio las instrucciones preceptivas paraejercer un puesto de tanta importancia en las Indias.

El conde recibe 8.000 ducados para su viaje y otros 12.000 más a cuenta de susalario que le libraron en la Contratación de Sevilla. Recibió además una cédu-la para que a su llegada a Panamá le entregasen 13.000 pesos más.

A partir de ese momento se inician los trámites para organizar el viaje. Confecha 21 de abril de 1628 encontramos, también en el Archivo General deIndias, en la Signatura: CONTRATACIÓN,5400,N.45, el Expediente de informa-ción y licencia de pasajeros a Indias del conde de Chinchón Luis JerónimoFernández de Cabrera, virrey y capitán general de Perú, con las siguientes per-sonas:

- Francisca Enríquez de Rivera, su mujer- Fray Lucas de Almao, agustino, natural de Aragón- Fray Alonso Ruíz, agustino, confesor- Miguel Aguado de Castaño, escribano, criado vecino de Ciempozuelos- Jerónimo de Campos, criado, vecino de Madrid- Juan de Vega, criado, vecino de Sevilla- Agustín Gómez, criado, vecino de Chinchón- Licenciado Juan de Porras de Cuéllar, abogado, criado, vecino de Chinchón- Pedro Clérigo, criado, vecino de Ciempozuelos- Juan López de Olivares, criado, vecino de Chinchón,y hasta 72 criados más cuya relación de nombres viene recogida en un memo-

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rial contenido en éste expediente y cuya copia del original se reproduce comoanexo nº 2 en este trabajo. También podemos ver copias de varios documentosque se adjuntan al expediente de licencia de embarque, firmados por el Condede Chinchón y Juan de Sandoval.

Como vemos, entre los expedicionarios no estaba el primer hijo de la condesa,que murió poco después, mientras su madre se encontraba en Perú.

Embarcan en Cadiz el 7 de mayo de 1628, en la armada de galeones al mandode don Fadrique de Toledo. A poco de haber salido de Cádiz recibió orden deS.M. de socorrer el fuerte de Mazmorra, en las costas de África, que le teníancercados los moros. Después de treinta y tres días de navegación, arribaron alpuerto de Cartagena de Indias, el día 19 de junio.

Continuaron el viaje, y el 5 de Julio arribaron a Portobelo donde el Conde revi-só las fortificaciones dirigiéndose después a Panamá, llegando por fin al puertode Paita hacia el mes de octubre.

Cuando llegaron a este puerto le informaron que en el Pacífico estaban nave-gando los buques piratas holandeses y se esperaba que llegasen a las costasperuanas, aconsejándole que no continuase el viaje por mar.

El Virrey no dando crédito a dichos rumores, que luego se confirmó que eranfalsos, tomó una embarcación y navegó sin novedad hasta el Callao. Sin embar-go decidió que su esposa hicese el viaje por tierra por estar embarazada, tenien-do que soportar una larga marcha hasta llegar a Lima. Antes de llegar, enLambayeque, del Obispado de Trujillo, dio a luz a su hijo, el 4 de enero de 1629.

Fue bautizado por el licenciado don Fernando de Contreras, capellán y tesore-ro del Conde, con los nombres de Francisco, Fausto, Antonio y Melchor. Supadrino fue don Diego Flores de León, Caballero de la Orden de Santiago,Corregidor de la Ciudad de Piura y del Puerto de Paita.

Llega el Conde de Chinchón al Puerto del Callao el 18 de diciembre y allí per-maneció hasta el día 14 de Enero de 1629 que entra en Lima, donde toma pose-sión como XIV Virrey del Perú. La Condesa llega a Lima el día 19 de abril, aun-que el Virrey no permitió que se hiciese una recepción pública a su esposa, queentró de noche y privadamente, con el objeto de evitar gastos.

El clérigo Juan Antonio Suardo, en su “Diario de Lima” nos cuenta que el día30 de mayo de 1629 se organiza la despedida del anterior virrey, el Marques deGuadalcázar. Éste, su esposa y sus hijas se acercan al Palacio del Virrey paradespedirse de la Condesa de Chinchón, que no había salido del palacio por estarmelancólica porque había recibido la noticia de la muerte del hijo que tuvo ensu primer matrimonio y que, como vimos, se había quedado en España.

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Por los datos que aporta el padre Bernabé Cobo en su Historia de la Fundaciónde Lima, los nuevos Virreyes del Perú se encontraron una ciudad que tenía unapoblación de 25.000 españoles, 15.000 negros y 5.000 indios. Su longitud secalculaba en más de media legua y su latitud en casi media legua. Contaba con4.000 casas dentro del núcleo central de la población; 600 en el barrio de SanLázaro; y 200 en el pueblo del Cercado. Un los últimos años se habían construi-do varios edificios, los conventos de San Diego, Guadalupe, el Noviciado y laRecolección de San Agustín; un monasterio: Santa Catalina; 3 ermitas: NuestraSeñora del Socorro, Copacabana y las Cabezas; 2 hospitales: la Convalecenciadel Carmen y el de los Huérfanos; y 13 iglesias.

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Casa de Contratacion de Sevilla

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5. D. LUIS JERÓNIMO XIV VIRREY DEL PERÚ:

Según le había ordenado el propio rey, tuvo que tomar, inmediatamente, deci-siones administrativas encaminadas a sanear la Hacienda Real, que dieron ori-gen a órdenes que no fueron del agrado de sus nuevos gobernados.

Se creó por cédula de 5 de mayo de 1629 el impuesto de la «mesada eclesiásti-ca», que consistía en una mensualidad que había de darse de la renta que entra-ban a disfrutar los eclesiásticos que adquirían cualquier beneficio. Además tuvoque encargarse de hacer efectivos los distintos impuestos que estaban vigentesen la época.

Sin embargo, el Conde de Chinchón se opuso a cobrar el llamado impuesto«unión de las armas», a pesar de las reiteradas órdenes que recibía de Madrid,temiendo que surgiesen alteraciones graves del orden.

Años después, el 10 de enero de 1640, en una publicación periódica de Madridse hacía esta reseña:

«Parece ser que los años pasados se le propuso al Señor Conde de Chinchón,Virrey del Perú, hiciese esfuerzo en aquellos reinos, para que se ejecutase eldeseo del Señor Conde Duque, de la Unión de las armas; replicó el SeñorVirrey, que no hallaba en disposición las cosas para conseguirlo: que él iba

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Catedral de Lima

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sangrándolos por otras vías y con diferentes títulos, ya de donativos, ya deempréstitos; y que tratar de la Unión sería alterarles del todo. Sin embargo lefue orden para que lo obrase, enviándole testimonios de cómo el SeñorMarqués de Cadereita, Virrey de la Nueva España, lo había propuesto y con-seguido en las provincias de su distrito. Con esto el Señor Conde de Chinchóntrató de obedecer: propúsose en cuatro partes, en Lima, Potosí, Cuzco yAbancay. En Lima como tiene allí la Audiencia, y es corte de los virreyes tra-garon el caso. En las otras tres partes no lo sufrieron: en el Potosí tomaron lasarmas y mataron al alcalde, al escribano y pregonero: en el Cuzco se amoti-naron y dieron muerte a su corregidor don Francisco Sarmiento, del hábito deCalatrava, sobrino del Señor Inquisidor General; en Abancay le sucediera lomismo a su corregidor don Juan Antonio Pellicer de la Sala, sino se retirara yfortificara en las casas de ayuntamiento, desde donde dio cuenta al SeñorVirrey, y él en un alcance de los galeones lo escribió a España; y es la materiaúnica de que se trata en el Consejo de Indias».

Otra muestra de la situación ruinosa y desesperada en que por entonces se veíaEspaña, es otro aviso publicado en Madrid en la misma fecha de 10 de Enero de1640, que demuestra la situación de descrédito y falta de moralidad que reina-ba en España:

«Los aprietos en que están las cosas de esta monarquía, obligan a que SuMajestad tome la mitad de la plata que ha venido de las indias, y la otra mitadla pague en vellón a veinticinco por ciento, como también las rentas sobreesclavos negros».

A don Luis Jerónimo se le ocurrió un recurso para recaudar fondos. Fue el desolicitar “donativos voluntarios” a las personas más adineradas e influyentes.El recurso de los donativos, adoptado por el Conde de Chinchón, produjo elfruto deseado y la generosa Lima respondía siempre que alguna causa extraor-dinaria inducía a tentar la liberalidad de sus habitantes. Por este método, selograron conseguir sumas de alguna entidad que fueron sucesivamente envia-das a la Península. El Conde de Chinchón, por sí mismo, hacía las invitaciones,y comisionaba a un oidor para recibir las cantidades, evitando así los interme-diarios en la recaudación.

A instancias del Virrey Conde de Chinchón los habitantes de Potosí dieron en1631 un donativo de 400 mil pesos para las urgencias del Rey. Hasta 1632 pasa-ba de 980 millones la plata que se había enviado, según los libros de aquellascajas reales.

COMERCIO:

En el período del Conde de Chinchón, el comercio del Perú sufrió las contradic-ciones y prejuicios originados por la aciaga administración y por los desastres

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acaecidos en el reinado de don Felipe IV; sin embargo, el descubrimiento de losimportantes minerales del Cerro, contribuyó a que el Virreinato, después dellenar sus obligaciones fiscales, pudiese corresponder a las exigencias que llega-ban de España, sirviéndola de diferentes maneras con recursos y auxilios tancuantiosos como repetidos y oportunos. Se despacharon cinco grandes remesasen los 10 años que gobernó el Conde de Chinchón alcanzando los caudales delfisco remitidos a España la cantidad de 4.520.324 ducados.

Los ataques de los barcos piratas y la multitud de impuestos que gravaban a losproductos, repercutieron en el desarrollo del tráfico comercial en el Perú, y aconsecuencia de esta mala situación se produjeron quiebras comerciales. Lamás sonada fue la del banquero Juan de la Cueva que causó grandes pérdidas amuchos de los habitantes de Lima. El pleito duró varios años y no se resolvióhasta el gobierno del sucesor del Conde de Chinchón.

Las medidas adoptadas en materia de comercio fueron claramente equivoca-das. Para favorecer el tráfico con la Península, se cerró el comercio con NuevaEspaña, prohibiendo el envío de navíos a México durante cinco años, obstacu-lizaron la contratación de ropa de China, y se impidió la salida de harina dePerú hacia Panamá. No se autorizaba la navegación con Nicaragua de donde setraían tinta y brea necesarias para el tratamiento de los paños.

Tenemos constancia de una carta enviada por el Conde de Chinchón alGobernador de Filipinas avisando sobre cuando podrá salir del Puerto delCallao la plata, y otros asuntos. Está en el Archivo Histórico Nacional, dentrode la unidad Colección Documentos de Indias, de fecha 12 de enero de 1635,bajo la signatura: Diversos-colecciones, 36, N.16.

MINAS DEL PERU.

La riqueza minera del Perú era enorme. Pero las minas de Potosí yHuancavelica eran las de mayor importancia y las que requerían mayor aten-ción del Virrey. Potosí era el más rico yacimiento del reino y uno de los mejoresde plata del mundo, pero el de Huancavelica era imprescindible por su azogue.

En el período del virrey de Chinchón puede decirse que Potosí había iniciado sudecadencia. La explotación de las minas era muy deficiente, debido a la falta dedirección técnica y a que muchos de los yacimientos estaban a cargo de particu-lares, con escasez de medios y con afán de encontrar rápidamente una veta conque enriquecerse en poco tiempo, aunque causasen perjuicio al conjunto de lamina.

Respecto de Guancavelica, aunque se atravesaba una crisis ruinosa, resultantede poco cálculo en los trabajos del socavón, este contratiempo no era de tantaentidad, que amenazara la completa destrucción del mineral. Había una exis-tencia de veinticinco mil quintales de azogue, aparte del que se iba extrayendo.

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Para solucionar esta situación el Virrey solicitó autorización al Monarca paraponer en práctica en Potosí una idea de don Juan de Carvajal y Sande, del RealConsejo de las Indias, visitador de la Real Audiencia de Charcas para el Condede Chinchón, que consistía en abrir socavones desde lo alto del cerro, en vez dehoradar túneles para sacar el mineral. Autorizado por el Rey, los socavonescomenzaron a realizarse en el año 1636 y dieron los bueno resultados que espe-raban el Virrey y Carvajal.

GOBIERNO ECLESIÁSTICO.

El Papa Alejandro VI había adjudicado a la Corona de Castilla las IndiasOccidentales para que cuidase de ellas y el Papa Julio II concedió a los Reyes deEspaña el Patronazgo Eclesiástico de las mismas. El Virrey ejercía las funcionesde Vicepatrono y en la práctica tenía una decisiva influencia en el nombramien-to de la Jerarquía Eclesiástica de las Colonias. El Conde de Chinchón, atentosiempre a cumplir las leyes y ordenanzas de la Corona y a defender sus prerro-gativas, puso particular empeño en todo lo referente al gobierno eclesiástico.

El Conde se interesó por las misiones de las ordenes religiosas, apoyando lalabor de las ordenes de San Francisco, y también las Misiones de la Compañíade Jesús, haciendo incapié en sus mensajes al Rey la importancia de estasmisiones, ya que al estar rodeados por indios infieles, resulta poco eficaz lapenetración por las armas y, en cambio, señalaba las grandes conversioneslogradas en las misiones de Paraguay por los jesuitas, que habían conseguidopacificar a los infieles.Durante su mandato quedó casi terminada la fachada de la Catedral de Lima,cuidándose de que las fiestas religiosas se celebraran con gran solemnidad.Prestó su apoyo a la construcción de un asilo para niñas huérfanas y favorecióel Colegio Real de San Felipe y San Marcos que habían sufrido notables pérdi-das en sus rentas.

Otro de su cometido como Vicepatrono era su relación con el Tribunal de laInquisición de Lima, cuyos principales funciones eran: velar por la salvaguar-dia de las costumbres, cortar los intentos de judaísmo y mahometismo e impe-dir la brujería y las creencias místicas iluministas.

Tres fueron los autos de fe que tuvieron lugar durante el mandato del Conde deChinchón. El primero fue el día 27 de febrero de 1931, al que acudieron deincógnito el Virrey y su esposa, por tener el carácter de privado y se realizó enla capilla de la Inquisición. En el mismo fueron condenados varios hombres ymujeres, por judaísmo, por superstición y sortilegio y una mulata portuguesaacusada de tener tratos con el demonio.

El segundo tuvo lugar el 17 de agosto de 1635, penitenciándose a 12 personas yel tercero el 23 de enero de 1639, contra un gran número de portugueses acusa-

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dos de judaísmo. Todos ellos formaban parte de la élite económica de la ciudad.De los 80 procesados, 8 quedaron absueltos, 55 fueron reconciliados, 6 muje-res penitenciadas y 11 condenados a muerte; entre ellos Manuel Bautista Pérez,llamado Pilatos, comerciante de gran crédito y dueño de riquísimas minas deplata en Huarochirí.

GOBIERNO INTERIOR Y ADMINISTRACIÓN.

Una de las obligaciones del Virrey era el gobierno interior del Reino, ya quetenía plena soberanía en los distritos de las Audiencias de Charcas, Quito yLima y estaba capacitado para presidir las reuniónes de sus Tribunales.

La gran cantidad de leyes, normas, cédulas e instrucciones que se habían idoacumulando a lo largo de los años, desde el descubrimiento de América, hacíanecesario una dedicación prioritaria y personal por parte del Conde, que teníaque suplir así lo intrincado y confuso de la legislación.

También se ocupó de la situación de los presos, al mantenimiento del ordenpúblico y la moralidad, prevención de enfermedades contagiosas y prevenciónde accidentes marítimos.

Por último tuvo que hacer frente a varias catástrofes ocasionadas por los tem-blores de tierra, en uno de los cuáles se hundió la bóveda de la Iglesia metropo-litana, dañándose la mayoría de las casas. El Conde mandó inspeccionar toda laciudad, en cuanto terminó el terremoto, para cuantificar los daños y proceder asu remedio. También reunió una Junta de Catedráticos de Teología, Medicina yFilosofía para que estudiasen los temblores tan fuertes que había en la región yvieran, si había alguna posibilitad de prevenirse de ellos.

PROTECCIÓN DE LOS INDIOS.

La protección de los naturales del país fue siempre uno de los problemas másdelicados del gobierno de Perú. Había que proteger y dar libertad a los indios,pero también conseguir de ellos el máximo rendimiento. El Gobierno centralordenaba que se extremara el buen trato con los indígenas pero urgía para queno disminuyesen los envíos de plata y metales preciosos, circunstancias muydifícil de compaginar en la mayoría de las ocasiones.

El Conde de Chinchón, guiado por su fiel obediencia a las órdenes de la Coronay por su recto criterio de cristiano, procuró remediar las situaciones que se pre-sentaban para salvaguardar los intereses de los nativos, llegando a castigar,para que sirviera de escarmiento, a los Corregidores que se extralimitaban en elejercicio de su poder.

En este tiempo existía la llamada “Ley de mita” que obligaba a los indios a dejarsus hogares para trasladarse a otras provincias lejanas en las que faltaba mano

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de obra para la explotación de las minas. El cambio de clima, la falta de higie-ne y las malas condiciones de vida que tenían que soportar, además de los durostrabajos que tenían que realizar fueron causa de un alarmante aumento de lamortalidad entre los nativos.

El Conde de Chinchón trató de limitar al máximo los traslados de los indios, yasesorado por una Junta de juristas y teólogos, no se accedió a la solicitud dehacer un nuevo reparto de trabajadores para atender las necesidades minerasde otras provincias.

También se ocupó de mejorar las condiciones de vida y trabajo de los negrosdando instrucciones para que se mejorasen su situación de servidumbre, pro-poniendo el nombramiento de protectores a semejanza de los que tenían losindios.

CUESTIONES MILITARES.

A principios del siglo XVII las atribuciones del Virrey de Lima como CapitánGeneral era muy limitadas porque el país estaba prácticamente pacificado, sibien aumentaron cuando los ingleses traspasaron el estrecho de Magallanes ylos holandeses descubrieron el estrecho de San Vicente, por donde podíanpenetrar en el océano Pacífico.

En la época que ocupa este estudio, el Conde de Chinchón logró la total pacifi-cación de los indios calchaquies del Tucumán y de los indios uros de la Lagunade Chucuito y se mostró contrario a la conveniencia de la entrada de las tropasespañolas en la provincia de los indios mojos y toros que estaban establecidosen el curso alto del río Guaporé, cerca de la villa de Trinidad.

Tuvo que proteger a los habitantes del Paraguay de los ataques de los portugue-ses y tuvo que intervenir para evitar el contrabando de los minerales de Potosípor el puerto de Buenos Aires.

DESCUBRIMIENTO DEL ALTO AMAZONAS.

Las primeras expediciones de importancia que se hicieron al río Amazonas fue-ron las de Gonzalo Pizarro, Orellana y Pedro de Ursúa.

Años después, Julio Palacios partió de Quito, marchó a lo largo del río Napo yllegó a la parte en que desemboca el río Aguarico. Pereció casi toda la expedi-ción a manos de los indios. Acompañado por los supervivientes el CapitánPedro Texeira organizó una nueva expedición que terminó con el descubri-miento total del río. El Conde de Chinchón que se encontraba enfermo, envió aFrancisco de Quirós para que levantase una carta geográfica de navegación.También acompañó a los expedicionarios el misionero jesuita Cristóbal deAcuña que escribió “Relación del descubrimiento del río de las Amazonas”.

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Este descubrimiento ofrecía la oportunidad para abrir una nueva ruta de nave-gación para evitar a los corsarios del mar del sur, pero el Virrey estimó que eranmayores los inconvenientes y mantuvo las rutas tradicionales.

GUERRA DE CHILE.

El Reino de Chile tenía un Gobernador o Capitán General, por lo que su depen-dencia de la autoridad del Virrey del Peru era limitada. Durante muchos añosfueron continuas las luchas con los intrépidos guerreros araucanos. Esta guerratenía una carencia cíclica, aprovechando los meses de buen tiempo para luchary los de mal tiempo para reponer fuerzas, lo que suponía que en las invernadasse perdía lo ganado en el verano.

Con el Conde de Chinchón llegó al Perú don Francisco Lasso de la Vega nom-brado por el Rey Gobernador y Presidente de Chile, pero no pudo salir delCallao para su destino hasta el 12 de Noviembre de 1629, con la primera expe-dición que fue de 500 soldados, y tomó el mando del ejército en Concepción el23 de Diciembre.

El primer encuentro de este ejército con los indios fue en Longo, lugar cercanoa Arauco, sufriendo una humillante derrota por los araucanos. El general salvómilagrosamente la vida.

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Río Amazonas.

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El Virrey efectuó varios envíos de tropa a Chile y le auxilió con un total de 1.100hombres y aportó la suma de tres millones doscientos mil pesos.

Estas ayudas surtieron el efecto deseado y a partir del año 1633 empezaron aproducirse las victorias españolas que hicieron rendirse a los caciques indios,firmando la paz definitiva el Marques de Baides, que sucedió a Lasso de la Vegaen el año 1639.

MARINA DE GUERRA Y DEFENSA DE LOS PUERTOS.

Los anuncios de la llegada de expediciones holandesas a las costas del Pacíficofueron constantes durante el gobierno del Conde de Chinchón.

Las noticias del avance de los holandeses en el territorio litoral del Brasil hicie-ron tomar medidas a las autoridades. Entre ellas, el Conde de Chinchón hizoconstruir grandes galeras, que bendijo el arzobispo Villagómez, mejoró yaumentó las fortificaciones del Callao, en especial las destinadas a proteger lasnaves mercantes; y como las antiguas obras de madera no ofrecían la solideznecesaria, mandó construirlas de piedra de la isla de San Lorenzo. Ordenó quese utilizase cuanta gente hubiese disponible, incluidos los reos condenados quehabía en el presidio en aquel puerto; obligando a todas las embarcaciones a quecooperasen en el traslado de los materiales necesarios. Dispuso el Virrey elalmacenamiento y la construcción de armas, el acopio de pólvora en gran can-tidad, y que las tropas de la guarnición y las de milicias, estuviesen en perma-nente estado de alerta e instrucción .

Además de las obras de fortificación en el puerto del Callao, se hicieron obrasen los de Guayaquil, Arica, y Valdivia.

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Facultad de Medicina de Lima.

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6. LA QUINA O CHINCHONA.¿FUE LA CONDESA DE CHINCHÓN LA DESCUBRIDORA DE LA QUINA?

Un capítulo aparte, en este trabajo de investigación, se merece el descubrimien-to de la quina y la intervención en la misma del Virrey y su esposa. Pero antes

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Retrato de la Condesa de Chinchón y Virreina del Perú,según el semanario “El Correo del Perú”.

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de entrar en la polémica surgida en los últimos años, hay que hacer algunasconsideraciones.

Determinar la veracidad de un hecho trasmitido por tradiciones o leyendas,cuando no existen datos fidedignos de que realmente ocurrió, supone unimportante reto para el historiador. La falta de noticias no presupone su noexistencia y, entonces, es necesario investigar la fecha de la aparición de estaleyenda, su origen y fiabilidad de las fuentes que la promovieron, así como laforma que se fue trasmitiendo posteriormente.

Por otra parte, si existen documentos concretos que narran los hechos ocurri-dos durante las fechas coetáneas del acontecimiento que nos ocupa, y no sehace mención de ello, será necesario calibrar la importancia del hecho paradeterminar si no se relató porque realmente no existió, o por que no fue consi-derado importante por el autor de las crónicas.

Este es el caso del descubrimiento de la Quina que, después, tuvo una granimportancia en la historia de la medicina. La quina fue el primer medicamentoespecífico capaz de actuar sobre la causa de la enfermedad de la Malaria oPaludismo, una patología infecciosa transmitida por la picadura de la hembradel mosquito del género “Anopheles” y que sigue siendo en la actualidad, en lospaíses menos desarrollados, causa de muerte de mas de tres millones de perso-nas al año. Recientemente se está difundiendo una vacuna sintética para atajaresta enfermedad, descubierta hace unos años por el doctor Manuel ElkinPatarroyo, nacido en Ataco, Colombia, el 3 de noviembre de 1946. Es la vacunaconocida como RTS,S, que el Médico español Pedro Alonso está expermientan-do en Manhiça (Monzambique), bajo el patrocinio de la Fundación Gates.

Posiblemente, los primeros en utilizar la Quina como remedio para el paludis-mo fueron los Indígenas precolombinos de ciertas zonas de Perú, que mantení-an el remedio en secreto. Los Jesuitas fueron los primeros en conseguir la reve-lación del secreto y gracias a ellos fueron tratados los primeros pacientes de ori-gen europeo, primero en Perú y luego en Europa.

Pero sobre todo, para nuestro estudio, es importante determinar la interven-ción que tuvo en estos acontecimientos la Condesa de Chinchón, doñaFrancisca Enriquez de Rivera, esposa del Virrey del Perú don Luis JerónimoFernandez de Cabrera y Bobadilla.

Hay diversas informaciones sobre quienes fueron los primeros enfermos querecibieron el tratamiento con la corteza de la Quina. Sobre ello se ha escritomucho y, desgraciadamente, con poco rigor histórico. A partir de mediados delsiglo XVII empezaron a correr diversas leyendas que ilustraban los orígenes deeste descubrimiento. Lo bello de algunas de ellas ha contribuido a que ya en elinicio del siglo XXI, incluso en la literatura científica, la historia de la Quinatenga más de imaginación que de historia verdadera.

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COMO NACE LA LEYENDA:

En el año 1663 (22 años después de la muerte de la Virreina) Sebastián Bado (oBadi), en su libro sobre la quina, titulado “Anastasis corticis peruviae, seu chi-nae chinae defensio” (Anexo nº 3) se hace eco de la carta de un comerciante ita-liano, natural de Génova, llamado Antonio Bolli. La traducción literal del latínde la narración de Bado dice así:

«Enfermó, pues, en la ciudad de Lima, que es la capital del Reino del Perú, laesposa del Virrey, que en aquella época lo era el Conde de Chinchón. Su enfer-medad era fiebre terciana, la cual es en aquella región no solo frecuente, sinograve y llena de peligros. El rumor de su enfermedad (como sucede con lospoderosos) fue conocido por la gente de la ciudad, se comunicó a los lugaresvecinos y llegó hasta Loxa. Creo que han transcurrido desde entonces ahorade treinta a cuarenta años. Era prefecto de aquel lugar un español, quieninformado de la enfermedad de la Condesa, pensó informar por carta alVirrey su marido, lo cual hizo, de que poseía un remedio secreto que recomen-daba sin dudar, que si el Virrey quisiese, curaría a su esposa, librándola detodas las fiebres.

Informó de este mensaje el marido a su esposa, que al punto accedió (y estopodemos creer y esperamos ha de ser bueno para nosotros en el futuro), sindemora ordenó la venida del hombre de quien esperaba ayuda, y por lo tantovenir a Lima sin pérdida de tiempo, lo cual hizo; admitido ante él, confirmóverbalmente lo que había dicho por carta rogando a la Virreina que tuvierabuen animo y confianza, por estar cierto de que ella se curaría si se seguíansus consejos os. Lo cual oído, decidieron tomar el Remedio y una vez tomado,y como hecho milagroso, se curó con el asombro de todos...»

Es importante reseñar, por lo que veremos más adelante, la condición decomerciante del autor de esta carta.

Otra leyenda, relata que estando en 1639 Don Juan López de Cañizares,Corregidor de Loja, enfermo de fiebres intermitentes, un Jesuita misionero lesugirió tomar un remedio usado por él para una fiebre semejante por consejode un cacique indio del pueblo de Malacatos que había abrazado la fe católicacon el nombre de Pedro Leiva, alrededor de 1600. Curado el Corregidor con lainfusión de la corteza del árbol llamado de Calenturas, sería él quién se la reco-mendara años después a la segunda esposa del Virrey de Perú Doña FranciscaEnríquez de Rivera, enferma de las mismas fiebres. Ambas leyendas coincidenen el gran entusiasmo que produjo la curación de la condesa quien pronto reve-ló cual era el remedio y distribuyó grandes cantidades de corteza de Quina parafacilitársela a muchos enfermos. Sin embargo, hay sensibles discrepancias enlas fechas en que ocurrieron ambas curaciones.

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En el año 1817 la escritora francesa, Condesa de Genlis, recogió por primera vezestas leyendas de forma literaria, en su novela titulada “Zuma”, cuya trama des-cribe cómo una sirvienta india, al servicio de la residencia del Virrey en Lima,descubre las virtudes de la corteza del quino al ver a su dueña la Condesa deChinchón enferma con paludismo.

Pero el que más contribuyó a su divulgación fue el escritor y periodista perua-no Manuel Ricardo Palma Soriano, nacido en Lima, el 7 de febrero 1833 y quefalleció en Miraflores (Lima) el 6 de octubre 1919.

Su obra más significativa fue “Tradiciones Peruanas”, compuestos por relatoscortos que narran en forma satírica y plagada de giros castizos las costumbresde la Lima virreinal. Este estilo de cuadro de costumbres, original en su forma,se puede inscribir, por la época en que se produjo y por su temática, dentro delo que podría considerarse como Romanticismo peruano. De este modo tene-mos en las “Tradiciones” un referente romántico similar a los cuadros de cos-tumbres de Larra o a las Leyendas de Bécquer.

Uno de estos relatos cortos lo tituló “Los polvos de la condesa” y fue publicadoen El Correo del Perú, periódico semanal con ilustraciones, el 19 octubre 1872.

Por su interés, se reproduce íntegro en el anexo nº 1.

Como se puede comprobar, este relato reúne todos los elementos de una histo-ria novelada. Se entremezclan datos fidedignos e históricamente contrastadoscon licencias literarias, dándolo un enfoque novelesco para así hacerlo másatractivo desde un punto de vista literario y con clara intención divulgativa.

De esta narración se hace eco, años después, el ilustre doctor en Farmacia donFrancisco Javier Blanco Juste quien en el año 1934 escribió “Historia del des-cubrimiento de la Quina” y que a su vez la trasmitió a don José María Pemán.Así lo reconoce el mismo Pemán en la autocrítica que publicó el día 16 de juniode 1939, cuando se estrenó en Palma de Mallorca el poema dramático “LaSanta Virreina” por la Compañía de María Guerrero.

Tenemos más ejemplos de la presencia de esta leyenda en la literatura univer-sal. El cubano Francisco Ramón Valdez, escribió un drama en verso llamado“Cora o la Sacerdotisa Peruana”; y el alemán Hotzebue escribió otro dramacon el título de “La Virgen del Sol”.

De carácter menos literario tenemos “A memoir of the Lady Ana de Osorio,countess of Chinchon and vice-queen of Peru (A.D. 1629-39). With a plea forthe correct spelling of the Chinchona genus”, de Sir Clements R Markham, dela Editorial: London, Trübner & Co. fechado en 1874.

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Clements R. Markham, presidente de la Real Sociedad Geográfica de Londres,en 1874 dedicó esta memoria a la condesa "Ana de Osorio", esposa del virreyChinchón: " y dice que “tras regresar a España, se dedicó a curar a los enfer-mos con corteza que ella misma había traído del Perú...". Ahora sabemos quela condesa de Chinchón que estuvo en Perú no fue Ana de Osorio, sinoFrancisca Enríquez de Rivera. Por si con eso no bastase, doña Francisca murióen Cartagena de Indias (actual Colombia) el 14 de enero de 1641, cuando ella yel virrey Chinchón estaban por embarcarse de regreso a España. En reimpresosposteriores a 1879, se aclara ésto, como resultado probablemente de un error de"oídas" y se "renombra" a doña Ana de Osorio como doña Francisca.

Ya en épocas recientes se siguen publicando artículos, como el titulado “La qui-nina, el descubrimiento que cambió el mundo” del que es autora la Dra. PalomaMerino Amador, publicado en el año 2004 por la Empresa Farmacética Bayer,que abunda en la tesis de la intervención de la Virreina en el descubrimiento dela quina. Termina así su artículo: “Cuando se restableció del todo, y a pesar deque la figura activa de la mujer en la sociedad era muy limitada, se encargóde proporcionar el tratamiento a todos los enfermos de Lima, que denomina-ron al preparado y en agradecimiento “polvos de la condesa”, lo que la con-virtió en una virreina muy querida. Los jesuitas enviaron grandes cantidadesdel preparado de quina al cardenal español Juan de Lugo, padre general dela orden, que residía en Roma. El cardenal lo distribuyó entre los pobres de laCiudad Eterna. En España se probó por primera vez en Alcalá de Henares yel avance científico se conoció en toda Europa gracias a Luis XIV de Francia,quien compró la nueva sustancia para curar al Delfín, lo que supuso el triun-fo de la quina en el Viejo Mundo.

Gracias a la Condesa de Chinchón, la sociedad científica comenzó a utilizar untratamiento para una de las enfermedades que más muertes causaba tanto enAmérica como en Europa. Doña Francisca recibió el primer homenaje cuandoel botánico Linneo puso el nombre de cinchona al género del árbol de la quina— Linneo lo escribió siguiendo la fonética italiana, por lo que la palabra sepronuncia como en castellano chinchona—. En la actualidad no existe tratadoque no reconozca a la condesa como la persona que favoreció la difusión delfármaco, y su historia es la protagonista de las salas de quina del WellcomeHistorical Medical Museum de Londres, al igual que hay frescos con escenasde su curación en el Hospital del Espíritu Santo de Roma. José María Pemánescribió la obra en verso “La santa virreina”, con claro valor literario y quetiene como nudo argumental la curación de la española”.

Podríamos concluir que todo lo anteriormente expuesto carece de valor históri-co y posiblemente sólo pueda servir para confirmar que el Paludismo podíaexistir en América antes de la llegada de los españoles, que era conocida laQuina como remedio por parte de los indígenas y que fue un español, con toda

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probabilidad un jesuita, quien consiguió por primera vez la revelación delsecreto que estos guardaban celosamente.

LA REALIDAD HISTÓRICA:

Los estudios sobre el tema, realizado por varios autores (Rompel, Paz Soldán,Haggis, Hernando y Jaramillo Arango) consideran que todo lo referido a la con-desa y su curación con los polvos de la corteza del Árbol del Cuarango es, enpalabras del último citado, "una ficción" por no contar con datos históricosseguros en su apoyo y disponer de otros que lo desmienten.

Entre estos últimos merece especial mención el “Diario de Lima” o “Diario delVirreinato de Chinchón”. En cumplimiento de las Reales Cédulas de 16 dediciembre de 1623 y 23 de noviembre de 1631, el Conde de Chinchón y Virreydel Perú encomendó la redacción de un diario de todos los hechos ocurridosdurante su mandato al clérigo Juan Antonio Suardo y posteriormente a DiegoMedrano.

El primero de ellos, conocido como “El Diario de Lima” abarca un espacio decinco años, del 15 de mayo de 1629 al 14 de mayo de 1634. Este diario de 196páginas, del que se hicieron tres copias, fue enviado al Archivo de Indias, y allífue encontrado por Ruben Vargas Ugarte y publicado en el año 1935.

El diario escrito por Diego Medrano continúa desaparecido y se ignora laimportancia de su contenido. Posteriormente se escribió una crónica porMugaburu que abarca un espacio de 47 años, pero en el que no se recogen datosconcretos sino consideraciones más generales.

También merece la consideración un artículo de Manuel Moreyra y Paz Soldán,titulado “Las tercianas del Conde de Chinchón, según el "Diario de Lima" deJuan Antonio Suardo”, editado por Editorial: Lima, Pontificia universidadcatólica delPerú. PUCP, Instituto Riva-Agüero, 1994.

En sus escritos, Suardo no menciona palabra alguna sobre las supuestas fiebresde la condesa, a las que había hecho mención Antonio Bolli en su carta aSebastián Bado, por el contrario, el diario permite suponer que, salvo afeccio-nes pequeñas, la salud de la condesa era óptima, con una agenda activa en lasociedad limeña; en cambio, son muchas las referencias de que el conde y suhijo sí adolecieron de fiebres tercianas.

Concretamente nos dice, por ejemplo, que el 10 de febrero de 1630 cae enfermoel Conde y se hace una junta de médicos en la que se acuerda que se le hagansangrías, con lo que mejora. El 2 de julio de 1630 vuelva a caer enfermo enConde, ordenando los médicos que se le practiquen nuevas sangrías, llegandola enfermedad hasta el día 12 de este mes.

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También nos cuenta que el dia 26 de noviembre de 1630, enferma la Condesacon inflamación de garganta y el Conde ordena suspender la corrida de torosque se iba a celebrar ese día.

Como vemos, el cronista sí se hace eco de las enfermedades de los Condes,haciendo mención a las fiebres tercianas de don Luis Jerónimo, y al hablar dela condesa nunca se refiere a esta enfermedad. Además para la cura de las fie-bres sólo se menciona el remedio de sangrías y purgas. Se antoja muy raro, porlo tanto, que el diario refiera las fiebres que padecieron el virrey y su hijo sinhaber recibido una medicina ya supuestamente probada con éxito en la conde-sa.

No es menos importante el hecho de que en descripciones de la quina en aque-lla época, el agustino fray Antonio de La Calancha (1633) autor de "Crónicamoralizada" y el padre jesuita Bernabé Cobo (1652), quienes residieron en Perúen la época de los Condes de Chinchón, fueron los primeros en describir desdeese país la cascarilla; notaron sus propiedades curativas "milagrosas" y ningu-no de ellos hace mención sobre la relación de esta virreinal pareja con la quina.

Medio siglo antes, Monardes (1571) y Fragoso (1572) habían señalado una plan-ta propia del Nuevo Reino (actual Colombia y Ecuador), a la que no pusieronnombre. Ellos describieron sus características morfológicas y propiedadesastringentes inconfundibles de la quina, así como su utilidad en casos de dia-rrea, fiebre y cualquier flujo.

Tampoco aparece mención alguna a estos hechos en el amplio informe escritopor el propio criado del conde Diego Pérez Gallego, en el que se recogen loshechos más relevantes “del acertado y prudente govierno que tuvo en los rey-nos del Perú el Excmo. señor conde de Chinchón, virrey desde el año de 1629hasta el de 1640, con algunas advertencias para el aumento de la real hacien-da y bien común, para que se presente a su Majestad” en donde se detallan losacontecimientos más significativos del mandato del Conde de Chinchón al fren-te del Virreinato del Perú.

Existe otro documento de gran importancia en el que tampoco se mencionanestos hechos, y está firmado por el mismísimo Conde de Chinchon, es la“Relacion que hizo de su Govierno el Exmo. Sr. Dn. Luis Geronimo Fernandezde Cabrera, Bobadilla, y Mendoza, IV Conde de Chinchon, Virrey, LugarTeniente, Governador, y Capitán General de los Reynos del Perú, Terrafirme,y Chile. Al Exmo. Sr. Dn. Pedro de Toledo, y Leiva, primer Marques deMancera, su succesor”.

Posiblemente, la única excepción en la literatura histórica sobre este tema, queda por cierta la enfermedad y curación de la virreina es “El Conde de Chinchón”

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de José Luis Músquiz de Miguel, Jesuita, editado por la Escuela de EstudiosAmericanos del Consejo Superior de Investigaciones científicas (1945). Se tratade una monografía presentada en la Universidad de Madrid, como tesis para lacolación de grado de Doctor en Filosofía y Letras (Sección de Historia), el día 12de mayo de 1944. El Tribunal acordó concederle la calificación de sobresalien-te y al terminar el curso académico la misma Facultad le otorgó PremioExtraordinario de Doctorado.

En las página 31 y 32, dice: “Se sabe que frecuentemente padeció (El Conde) fie-bres palúdicas, las famosas tercianas, ya conocidas desde el tiempo de losincas en el Valle de Rimac. Varias veces tuvo que interrumpir sus ocupacionesal sentirse atacado por las mimas e, incluso, en alguna ocasión, llegó creer quemoriría de ellas, haciendo testamento, que entregó a su esposa, a la que rogópusiera siempre el mayor esmero y cuidado en la educación de su hijoFrancisco Fausto”. En la nota al pie de página indica que estos datos están saca-dos de “Las tercianas del Conde de Chinchón. Carlos Enrique Paz Soldán, enla que se hace un estudio médico sobre esta enfermedad.”

Y continúa: “Más conocidas que las del conde fueron las que atacaron a laVirreina en junio de 1631, ya que dieron origen a la difusión de la virtud febrí-fuga de la quinina. Las fiebres llegaron a ponerla en inminente peligro demuerte , y tanto el médico de la casa del Virrey, doctor don Juan de la Vega,como los demás doctores consultados, dieron por perdida toda esperanza desalvación para la Virreina, la cual no consiguió librarse de su grave enferme-dad hasta que tomó unas cuantas dosis de “cascarilla”. Parece que quien hizoel primer experimento de semejante remedio fue un indio, Pedro de Leyva que,atacado por dicha enfermedad, para calmar los ardores de sus sed, bebióagua en un remanso en cuyas orillas crecían algunos árboles de quina.Salvado así hizo la experiencia de dar de beber a otros enfermos agua en laque depositó raíces de quinina, y con su descubrimiento vino a Lima y se locomunicó a un jesuita, el cual se lo proporcionó a la Virreina, con lo que seextendió la noticia de su poder curativo”.

Sin embargo hay que destacar que el autor no indica con ninguna nota a pié depágina de donde ha recogido esta información, cosa no habitual, ya que en todoeste trabajo se documentan las informaciones con la aportación de la fuente eincluso, en algunos casos, con los textos íntegros de los documentos. Cabe laposibilidad de que en esta ocasión se “fiase” de las “leyendas” que hasta esasfechas no había sido puestas en entredicho.

Por último, debemos tener en cuenta lo que dice el jesuíta Ruben Vargas Ugarteen la introducción al “Diario de Lima”, a este respecto:

“Muy al principio de su periodo ocurrió el suceso que ha contribuido a inmor-talizar su nombre y que en aquel entonces apenas tuvo repercusión alguna.

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Nos referimos al descubrimiento de la quina o cascarilla. La escasa importan-cia que los contemporáneos concedieron al feliz hallazgo de esta corteza hasido, a no dudar, la causa de la oscuridad que todavía envuelve la maneracomo fue descubierta. Suardo, en su diario nada nos dice sobre este punto. Aatenernos a la versión más común y mejor fundada, la enfermedad de laVirreina fue la causa de que las propiedades del maravilloso febrífugo fueronconocidas. El hecho de haber venido por tierra, atravesando los valles de lacosta, en donde aún ahora es endémico el paludismo, nos hace sospechar quefue entonces cuando contrajo la dolencia. Ahora bien, la Condesa hizo suentrada en lima el día 19 de abril de 1629 y solo un mes más tarde comienzala relación de Suardo. Bien pudo acaecer la curación de la ilustre paciente enese tiempo y así se explica el silencio del cronista, fuera de que por la ningunaresonancia del caso el pasarlo por alto no debe excitar nuestra atención.”

INTRODUCCIÓN DE LA QUINA EN EUROPA.

Si, como hemos visto, hay controversia en determinar quien o quienes fueronlos descubridores de la quina, no la hay menos a la hora de encontrar el nom-bre de su introductor en Europa. Muchos han sido considerados como intro-ductores de la Quina en este continente. Pero la opción más plausible es que laQuina fue traída por primera vez a Europa por el Padre Alfonso MessíasVenegas, y llegó a Roma en 1632 después de un viaje de dos años y fue poco des-pués llevada a España, probablemente por el mismo Padre que era de Jaén, secreé que él u otro miembro de la Orden la trasladó también a Bélgica.

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Según una parte de la leyenda, el corregidor de Loja entregó el polvo de la quina a la Virreina

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Por tanto,verosímilmente la Quina llegó a España en 1632 traída por el esteJesuita o por otro miembro de la Compañía de Jesús.

El explorador francés La Condamine creyó haber establecido 1638 como el añode la cura de la condesa y mencionó al médico virreinal Juan de Vega comointroductor de la quina en España, donde aparentemente la vendía "a cien rea-les la libra".

Lo menciona también Gaspar Bravo (1669), quien atribuyó a De Vega la difu-sión de la quina en España. Sin embargo, los documentos firmados por De Vegaen la Universidad de Lima hasta 1659 son pruebas de la permanencia de aquélen Lima después de que el ex virrey Chinchón regresara a España y no hay evi-dencia de algún viaje de De Vega a España durante ese período. Si, como todolo anterior indica, la anécdota sobre la cura de la condesa es falsa, difícilmentese sostiene cualquiera otra aseveración relacionada, por lo que las "curacionescastellanas de la condesa" son también un episodio espurio.

Gaspar Bravo de Sobremonte fue otro de los defensores de la Quina en España,y también Pedro Miguel de Heredia, uno de los médicos de máxima significa-ción del siglo XVII en nuestro país.

Un dato que contribuye a poner en duda el conocimiento curativo de la quinaen España, o al menos de su aceptación, es que el gran pintor de cámara DiegoRodríguez de Silva y Velázquez, enfermó de paludismo y murió el 6 de agostode 1660, sin que pensaran en utilizar la Quina ninguno de los prestigiososmédicos que lo atendieron. Esto parece indicar lo poco extendido de su uso enaquella época o del miedo a emplear el remedio en personas principales.

Diego Salado Garcés publicó en 1678 un libro: "Apologético Discurso con quese prueba que los polvos de quarango se deben usar por febrifugios de tercia-nas nothas y de quartanas", y otro en 1679 "Las Estaciones".

No faltaron, por otra parte, detractores de la Quina y entre ellos destacó JoséColmenero que publicó un libro en 1697 en contra de su uso; en los años poste-riores muchos autores se alzaron en contra de la actitud derrotista deColmenero entre los que destacaremos a Juan Muñoz Peralta, PrimerPresidente de la Primera Real Academia de Medicina que hubo en España, la deSevilla.

Poco a poco la corteza de la quina como remedio para la fiebres de la malariafueron llegando a los demás paises de Europa.

Bélgica ha disputado la primacía del empleo de la Quina en Europa a Italia yEspaña. Se ha defendido que fue en Bélgica donde primero llegó la Quina traí-da por Miguel Belga, acompañante del Virrey de Perú que sucedió al conde de

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Chinchón, pero es seguro que la Quina llegó antes a este país, así lo diceSturmio, holandés residente en Lovaina: "en Bruselas y en Amberes se lesllama polvos de los Jesuitas, por haber sido los Padres de la Compañía deJesús los primeros en traerlos".

La Quina llega a Inglaterra en 1655 con el nombre de "Polvo de los Jesuitas" ytuvo inicialmente detractores y defensores, entre los primeros jugó un papelimportante el haber sido traída por católicos a un país de predominio protes-tante, lo que llevó a denominarla: "Los Polvos del Anticristo". La defendierongrandes médicos como Willis y Sydenham entusiasta de la planta hasta el puntode denominarla "Árbol Vitae".

En el año 1663, cuando Bado publicó su libro, la aplicación de quina a enfermosde fiebres era el ojo del huracán médico que tocaba círculos españoles, italianosy de los Países Bajos, ya que esta aceptación significó un nuevo punto de parti-da, al tener que modificar los doctores sus "dogmas clásicos" sobre la etiologíahumoral de las enfermedades.

La quina fue aprovechada por grupos religiosos, en especial los jesuitas, quie-nes poseían el monopolio de esta "panacea". Quizá por ello esta historia tampo-co está desprovista de contrabando y engaño, y hay registro de, al menos, una"falsa corteza de los jesuitas" (“Iva frutescens”), con que los comerciantes faltosde escrúpulos se aprovechaban de los incautos para venderles falsas quinas.

Los jesuitas y el Vaticano mismo resultaron muy importantes para la promo-ción de la quina; los jesuitas a menudo la regalaron, los comerciantes la vendie-ron y los reyes de España lo obsequiaron a los poderosos de la tierra, pues elpaludismo no respetaba la posición social. Un jesuita, el Cardenal y filósofoJuan de Lugo la dio a conocer al médico del Papa Inocencio X, gustó mucho alláy más tarde consiguió no sólo el respaldo de la Iglesia, sino que apareció unaCédula Romana con instrucciones para su uso. Por esto la droga se llamó“Corteza de los jesuitas” o “del Cardenal”. Pero en muchas regiones esto fuecontraproducente, porque las prevalentes teorías de Galeno sostenían que la“fiebre de los pantanos” era una enfermedad de los humores que se debía lim-piar con sangrías o con eméticos que junto con las purgas, los diaforéticos y losvesicatorios se denominaban “terapias de agotamiento”. Además la quina seusó en toda clase de fiebres incluso las no palúdicas, por lo que a menudo resul-taba ineficaz; y otra, porque en regiones no partidarias de Roma como enInglaterra, pensaban que se trataba de un complot papal. Cromwell por ejem-plo prefirió morir de malaria, antes de ingerir el “ polvo del demonio”. Sinembargo fue en la Farmacopea londinense donde se hizo reconocimiento porprimera vez a la quina, poniéndola en la lista como “Cortex peruana”.

Como hemos visto, en la divulgación de la quina en Europa se dieron una seriede circunstancias que conviene analizar en el tiempo en que se produjeron. Por

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un lado, nos encontramos en una Europa barroca donde todo lo que venía deAmérica necesariamente tenía que rodearse de un aura de misterio. Enseguidahubo quienes se dieron cuenta de la oportunidad que se les presentaba de hacernegocio. Pero había que luchar contra las reticencias de los médicos tradiciona-les, las creencias religiosas e incluso las supersticiones. Una forma de “promo-cionar” el descubrimiento era asociarlo a una personalidad de indiscutible pres-tigio de la época, y quien mejor que la mismísima esposa del Virrey del Perú,que era la máxima autoridad del nuevo mundo. Así, no es extraño que el comer-ciante genovés Antonio Bolli se apresurase a escribir a Sebastián Bado una cartadándole cuenta de la “milagrosa curación” de la Condesa de Chinchón.

En este estado de cosas y aceptando las versiónes de la época, en el año 1742 elfamoso naturalista Carl von Linnè o Linneo (1707-1778) en su obra “GeneraPlantarum” fue el que bautizó con el nombre de “Cinchona” o “Chinchona” alárbol de la quina, sacralizando la intervención de la Condesa de Chinchón en sudescubrimiento.

En este punto nos debemos hacer una pregunta: Si la Virreina utilizó el reme-dio de la quina para curarse de sus fiebre, ¿cómo no lo mencionan en sus escri-tos ni el cronista oficial del Virrey Juan Antonio Suardo, ni su criado DiegoPérez Gallego, ni el mismísimo Conde, cuando dejó constancia de los hechosmás importantes de su reinado?

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Carl von Linnè o Linneo (1707-1778) en su obra “Genera Plantarum” fue el que bautizó con el nombre de “Cinchona” o “Chinchona” al árbol de la quina.

Busto de Linneo realizado en bronce por Lucie Geffré.

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Y hay dos respuestas. La primera que no es cierta la leyenda de la curación dela condesa, y la segunda, que siendo verdadera, ellos no dieron importancia aesta información, porque realmente no eran conscientes de la trascendencia deldescubrimiento.

Hemos visto cómo treinta años después aún no se utilizaba en España esteremedio. Si la noticia de la curación de la condesa hubiera sido de dominiogeneral, se habría suministrado este remedio a Velazquez, cuyos médicos esta-rían al tanto de las noticias médicas que llegaban a la Corte.

Por tanto, considero que pudo haber algo de verdad en la curación de la virrei-na, pero que no se le dio entonces demasiada importancia, y que solo años des-pués y con ánimo de promocionar la comercialización y consumo de este pro-ducto, se fue adornando la noticia con todos los elementos propios de la leyen-da. Después vendría la catalogación de Linneo y mucho después su utilizacióncomo argumento para bellas historias y poemas literarios.

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El Rey Felipe IV El Conde-Duque de Olivares

Diego de Silva y Velazquez

PERSONAJES COETANEOS DEL XIV VIRREY DEL PERÚ

DON LUIS JERÓNIMO FERNANDEZ DE CABRERA Y BOBADILLA

Y DE DOÑA FRANCISCA ENRIQUEZ DE RIVERA,CONDES DE CHINCHON,

QUE SE CITAN EN ESTE TRABAJO.

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7. DE VUELTA A CHINCHÓN.

Aunque la fecha oficial de la terminaciónde su mandato fue el día 18 de diciembrede 1939, fecha en que tomó el mando susucesor don Pedro Álvarez de Toledo yLeiva, Marqués de Mancera, el Conde deChinchón no salió de Perú hasta el día 2 dejunio de 1640. Durante varios meses estu-vieron recorriendo varios paises deAmérica hasta que llegaron a Colombiapara embarcar hacia España en Cartagenade Indias. Allí murió Doña FranciscaEnríquez de Rivera, condesa consorte deChinchón, el 14 de enero de 1641 cuandoiban a iniciar el viaje de regreso a Españay allí recibió cristiana sepultura. En sutumba se colocó una estatua de alabastrocon la efigie de la Virreina.

Don Luis Jerónimo acompañado por suhijo y todo su séquito embarcó con rumboa España para seguir desempeñando losotros altos cargos que ostentaba.

En el año 1638 se había abierto un expediente a nombre del Conde, según cons-ta en la Signatura: OM-CABALLEROS DE SANTIAGO, exp.2885 del Archivo HistóricoNacional, dentro de la unidad Archivo Secreto-Archivos de Pruebas. Consejo deÓrdenes, con el fin de obtener pruebas para la concesión del Título de Caballerode la Orden de Santiago a de Luis Jerónimo Fernández de Cabrera y Bobadillay López Pacheco, natural de Madrid, Conde de Chinchón, del Consejo de Estadode Su Majestad y Virrey del Perú. En este expediente constan las 75 entrevistasque se hicieron a diversos testigos, a fin de probar que no tenía mancha de juda-ísmo ni él ni toda su familia y para justificar que era hijo legítimo de sus padres.De los 75 testigos, 25 declararon en Madrid, seis en Chinchón y 44 en Patrana.Le fue concedido el hábito y la encomienda con fecha 5-8-1638.

Durante los años que permaneció fuera de España, había delegado el gobiernode su Casa y Estado de Chinchón a don José Carvajal, que era tambiénConsejero de Estado, y su secretario y lugarteniente como Tesorero General dela Corona de Aragón; a este lo sustituyó después don Juan de Olavarría.

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Del resto de su vida sólo conocemos que, al concluir su mandato como Virreyen 1639 y regresar a España, desempeñó el cargo de Consejero de Estado yacompañó al Rey Felipe IV en las campañas de Navarra, Aragon y Valencia.

Falleció en Madrid el 28 de octubre de 1647, a los 58 años de edad.

En el Archivo Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional, dentro dePATRIMONIO, encontramos en la signatura FRIAS,C.1626,D.26 1665 / un docu-mento relativo a la testamentaría y honras fúnebres de Luis JerónimoFernández de Cabrera y Bobadilla y Francisco Fausto Fernández de Cabrera yBobadilla, condes de Chinchón, con la cesión y poder en causa propia otorgadopor Luis Jerónimo de Cabrera Bobadilla, IV Conde de Chichón, a favor delaumento de mayorazgo fundado por sus padre Diego Fernández de Cabrera yBobadilla y Inés Pacheco, III Conde de Chinchón, y de las personas que confor-me a las disposiciones de estos lo hubieran de haber para cobrar los 7.640.583maravedíes que debe, consignando la paga en las alcabalas de Chinchón yBrunete.

Le sucedió al frente del Condado de Chinchón su hijo don Francisco FaustoFernandez de Cabrera y Bobadilla. Este casó con doña Ana de Córdoba yVelasco, hija de los marqueses del Fresno, de quien no tuvo hijos, por lo queacabó con él la varonía del título, pasando a una de las ramas laterales de lafamilia en la persona de doña Inés de Castro. Como hijo ilegítimo tuvo donFrancisco Fausto a don Luis Antonio Fernandez de Cabrera, para quien fundóun Mayorazgo.

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Ermita de San Roque Ermita de la Misericordia Capilla del Convento de lospadres Agustinos.

Iglesia del Rosario.

DURANTE LOS AÑOS EN QUE VIVIÓ EL CONDE DE CHINCHÓN, DON LUISJERÓNIMO FERNÁNDEZ DE CABRERA Y BOBADILLA, SE REALIZARON GRAN-

DES OBRAS EN CHINCHÓN.

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8. SEMBLANZA DE D. LUIS JERÓNIMO.

Según su criado Diego Pérez Gallego, elConde de Chinchón era un hombreminucioso y ordenado que “pasaba undía como los demás y refiriendo el exer-cicio de uno está dicho el que tuvo en losdoze años que vivió en las Yndias”.Llegaba a las ocho de la mañana a su des-pacho y lo atendía personalmente hastalas doce en que iba a Misa y rezaba susoraciones, que eran muchas. Las tardeslas pasaba en los continuos acuerdos deHacienda y Justicia y, nos cuenta, queera tal su deseo de ser justo y de oir atodos, que muchas veces se le veía salirde su despacho y andar por el corredorde su Palacio buscando quien quisiesehablarle.

Según escribe Luis Hernandez Alonso ensu “Virreinato del Perú”, no admitíacamarillas. Cuando se le denunciaba unaconspiración, dejaba que se desenvolvie-ra, y si la acusación resultaba infundada,castigaba a los delatores. Decía que losaduladores no eran “curadores de laautoridad, sino de sus haciendas o desus vanidades”, por lo que había queprecaverse de ellos por ser “peor cienveces un ambicioso o un calumniadorque todos los conspiradores de los“Reinos”.

En cuanto a sus virtudes, se puede rese-ñar que supo aunar la valentía con la prudencia, la energía con la comprensión,habiendo que destacar su sentido de la justicia, su caballerosidad y su discre-ción.

Su prudencia se manifestó en el cuidado de guardar las leyes y ordenanzas anti-guas, pues consideraba que la novedad trae consigo generalmente odios y creaquejas y disgustos. No se dejaba llevar por la pasión en la toma de decisiones.Su criado dejó escrito: “Nunca pensó lo que no era, ni dixo lo que no sabía ni

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Don Luis Jerónimo IV Conde deChinchón y Virrey del Perú, en laGalería de Retratos del Palacio

Nacional de Lima

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creía; dezia lo que no tenía, ni jamás dixo todo lo que sabía, ni creyó todo loque oía. Qué buenas propiedades de Virrey, y más de tierra tan dilatadadonde los informes son varios y contrarios muchas veces”.

El Conde de Chinchón no fue una figura excepcional en la historia de la civili-zación española en América. Era un hombre cristiano, leal, recto y prudente,uno de tantos españoles que dejaron su patria y marcharon a aquellas tierraslejanas con el afán de servir a su Patria y a su Rey, y sin perder de vista la obli-gación de ayudar desde sus puestos a los encargados de cristianizar el nuevomundo.

Ruben Vargas Ugarte, en su introducción al “Diario de Lima” dice que “el perí-odo del Conde no se señaló por ningún hecho sobresaliente, pero sin ser autorde grandes reformas y haberse significado como impulsor de obras de capitalimportancia, fue un gobernante discreto y acertado, celoso del cumplimientode sus deberes e inclinado siempre a hacer justicia y mirar por el bien de sussubordinados. No puede atribuírsele mejor elogio. Agobiada la Monarquíapor las continuas guerras y el despilfarro introducido por validos y favoritos,corría a su ruina y, para detenerla se hacía preciso demandar continuos auxi-lios pecuniarios.... El Conde de Chinchón hubo de plegarse a esta política ego-ísta que empequeñecía su labor, reduciéndola a la categoría de administradorde un hidalgo manirroto”.

Era el Conde de Chinchón muy riguroso en cosas tocantes a la moral y a losdeberes y prácticas religiosas. Daba órdenes para que la tropa y las personasque iban a viajar por mar se confesasen y comulgasen, como en aquel tiempo delargas navegaciones se acostumbraba. Prohibió se reuniesen ambos sexos en lasdistribuciones devotas que se hacían por cuaresma en diferentes templos: asímismo mandó en 1630, que en el Teatro estuviesen siempre separados los hom-bres y las mujeres; que las de la plebe no usasen ropas de seda y otros artículosde lujo: y dictó frecuentes providencias, intentando extinguir el hábito decubrirse aquéllas el rostro. Favoreció el proyecto de establecer una casa parti-cularmente destinada para huérfanas en Lima; y contribuyó al acrecentamien-to de las rentas del hospicio de niños expósitos.

Al poco de llegar a Perú, el 3 de Noviembre visitó al fraile mulato Fray Martínde Porres, que estaba gravemente enfermo. El que después fue conocido como“Fray Escoba” murió a las ocho y media de esa misma noche. A las exequiasconcurrió lo más granado del reino formado por los dos Cabildos, el secular y eleclesiástico, los señores de la Audiencia, el Arzobispo de México y el Obispo delCuzco que estaban de paso por Lima, los prelados de todas las Ordenes y el mis-mísimo Virrey que fue uno de los que portaron su féretro.

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El conde, en su testamento otorgado en Madrid, el 21 de Octubre de 1646,mandó fundar, por su alma y la de su esposa, otras cuatro capellanías en la capi-lla de la Piedad de Chinchón, dotándolas con 6.600 reales, a razón de 1.500para cada capellán, y el resto para el mantenimiento del edificio.

También su abuela doña Mencia de la Cerda había dejado en su testamento lacantidad de doscientos cincuenta ducados de renta anual para la celebración decierto número de misas perpetuas a celebrar en la iglesia parroquial y en el con-vento de religiosas, encargándose el conde de hacer la fundación en el año 1624,que como hemos visto su hijo se encargó de aumentar unos años después.

Un hecho anecdótico. Como es sabido, una de las costumbres que los españolesllevaron al Nuevo Mundo fue la afición a las corridas de toros que pronto seconvirtieron en un atractivo para sus fiestas, sobre todo para los españoles queasí revivían las viejas costumbres de sus pueblos; pensemos que en Lima, comoya hemos dicho vivían más de 25.000 españoles. Estas corridas de toros eranorganizadas por los distintos gremios, como los plateros, herreros, mercaderes,etc., etc. corriendose en cada corrida gran cantidad de toros en el que participa-ban los caballeros alanceando toros y la gente de a pie rompiendo cañas. Estascorridas se celebraban durante los meses de noviembre, diciembre y enero, queen aquellas tierras era el verano austral, como sigue ocurriendo en la actualidaden lo que se ha llamado “temporada taurina americana”. Aunque los Condes deChinchón solían acudir a estas corridas de toros, en un determinado momentodon Luis Jerónimo trató de impedir su celebración, lo que provocó, muchasquejas que duraron hasta el virreinato del marqués de Mancera, cuando fuenecesario que el Rey Felipe IV dictara una real cédula a favor de las corridas detoros.

Fue el Conde de Chinchón, mecenas e impulsor de la cultura y muy especial-mente de la medicina, como lo prueba su patrocinio para dotar de dos cátedrasa la Universidad de Lima, una de “Prima”, así llamada porque se explicaba dediez a once de la mañana y otra de “Visperas”, que se impartía de cinco a seis dela tarde. La primera tenía una renta de seiscientos pesos y cuatrocientos lasegunda.

Siguiendo la investigación he encontrado un dato curioso. En el año 1629 seimprime en Madrid un libro en la imprenta de la Viuda de Alonso Martín, titu-lado “Discurso de Albytería” del que es autor Baltasar Francisco Ramírez, quienhace un estudio de la nueva ciencia de la albeitería (veterinaria) dando cuentade los “nuevos conocimientos de algunas enfermedades hasta ahora ignora-das; estilo y método que se ha de tener en su conocimiento, pronóstico y cura-ción, y una recopilación de lo más importante que de este arte se ha escritohasta ahora”. Dando recetas prácticas para la cura del ganado, para terminardiciendo: “...en viendo que la herida o enfermedad es de muerte o incurable,

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luego aconsejo al dueño haga dezir una misa por su intención, la cual ofrezcacon la mayor fe y devoción que pueda, a nuestro Señor, poniendo por interce-sor a San Francisco, San Antonio, San Eloy o Santa Quitèria (si se trata derabia), y sucede felizmente la cura". También incluye la primera normativa dereconocimiento de un caballo; consejos de actuación profesional; enfermeda-des de los caballos y su tratamiento terapéutico; con dibujos de anatomía y deinstrumentos de albaitería (Veterinaria).

Todo lo anteriormente dicho parece que tiene poco o nada que ver con el temaque tratamos; sin embargo hay que decir que este libro está dedicado al Sr.Conde de Chinchón y su autor es Familiar del Santo Oficio de la Inquisición deToledo, notario apostólico y natural de Chinchón, uno de los pocos que se handedicado a este menester de escritor en nuestro pueblo. Como dato curioso seadjunta en el anexo nº 4 la reproducción de la portada de este libro.

Y ya que hablamos de los chinchonenses que tuvieron relación con el Virrey,hemos visto que en la descripción de los acompañantes de los Condes en suviaje a Perú, había varias personas nacidas y residentes en Chinchón, que for-maban parte de su servidumbre. Además de éstos, podemos leer en el “Diariode Lima” que el 8 de octubre de 1629 llega a Lima don Agustin de Quiñones yBenavente, caballero de la Orden de Santiago, natural de Chinchón, a quien elVirrey mandó venir de Flandes “para que sirva en la plaza como capitán de laguardia de a pié de su Excelencia”.

Y para terminar con su faceta de mecenas, dejamos constancia que a sugeren-cia del Conde, el filósofo Alonso Peñafiel y Araujo, natural de Riobamba, escri-bió en 1.640, "Obligaciones y Excelencias de las tres Ordenes Militares:Calatrava, Santiago y Alcántara" que fue impreso en Madrid en el año 1.643.

Y vamos a finalizar este capítulo, parafraseando a José Luis Muzquiz de Miguel,quien termina así su monografìa “El Conde de Chinchón”: “Con el mismo crite-rio hemos de formular el juicio general que tiene que mercernos su gobiernoen el Perú. No fue un período prodigo en hechos sobresalientes, pero duranteél se consolidaron las instituciones y se realizó una honda labor religiosa,social y económica.

En la historia de la colonización de América son mejor conocidas las hazañasde los hombres de carácter vivo y emprendedor, pero no es justo relegar alolvido a esos otros hombres sencillos, sin los cuáles ni se hubieran consolida-do las conquistas, ni hubiera podido organizarse un imperio”.

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9. CONCLUSIÓN.

Nos hemos acercado a unas historias y a unos personajes, que vistos desdenuestra perspectiva, se nos antojan demasiado ajenos y desde nuestra actualconcepción de la vida, con unos valores que nos son difícil de entender enmuchas ocasiones. Hay que pensar que eran tiempos muy diferentes, en los queprevalecían unos postulados, ahora difícil de comprender y menos de justificar.Pero los conceptos de “patria”, “honor”, “rey”, “religión”, etc. etc., justificabanhechos y actitudes que ahora, lógicamente, nos parecen anacrónicos. Pero no hasido el objetivo de este trabajo entrar en estas valoraciones, sino mostrar unoshechos ocurridos hace casi cuatro siglos.

Pero sí es la obligación del investigador descubrir cuáles son los hechos querealmente ocurrieron y cuáles son meras leyendas, que poco o nada tuvieronque ver con la realidad. En ocasiones estas leyendas nacen de un hecho quepoco a poco va siendo desvirtuado por las trasmisión oral y adornada por laincultura y por la superstición de personas poco instruidas; también, a veces,estas leyendas nacen de manera intencionada, y son alimentadas para satisfa-cer intereses muy determinados y pocas veces confesables.

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¿Cual es la verdad de la curación de la condesa y el descubrimiento de la quina?Con seguridad nunca lo sabremos. Lo más verosímil es que sólo sea una ficción,una leyenda de las tantas inventadas. Pero generalmente en la mayoría de lasleyendas siempre hay algo de la realidad, y a nosotros nos gusta creer que eneste bello relato se encierra una pequeña parte de la historia real de nuestropueblo.

Porque, como hablaba al inicio de este trabajo, la realidad es que el nombre deChinchón ha sido mundialmente conocido por la figura de la Virreina del Perú.A estas alturas no merece la pena plantearse si esta circunstancia está basadaen un hecho real o en una simple leyenda inventada. Es una realidad incuestio-nable que en el año 1742 Carlos Linneo bautizó con el nombre de “Chinchona”el árbol de la quina, y nadie lo puede cambiar.

Por eso, el pueblo de Chinchón quiso mostrar su reconocimiento a la esposa delIV conde de Chinchón y, en enero de 1949, varias personas particulares deChinchón enviaron un escrito al Ayuntamiento para que se organizase un actode homenaje a la Condesa de Chinchón y Virreina del Perú doña FranciscaEnríquez de Rivera.

Con fecha 21 de febrero de 1949, el Ayuntamiento nombró una comisión paraque se encargara de realizar este acto, siendo nombrados los siguientes señores:

Presidente: Narciso del Nero Carretero. Vocales: Enrique Pelayo, MarcialFernández-Sancho, Juan José Recas, Alfredo Rodríguez y asesor económicodon Pablo Rodríguez Quiza, Interventor del Ayuntamiento.

Se nombró también un Comité de Honor, formado por las siguientes persona-lidades:

D. Javier Martín Artajo, don Emiliano Montero Ruiz, don Abrahán QuintanillaRojas, don Julián Larroca, don José Sanchiz, Marques de Pescara, don Enriquede la Vara, don José María Pemán, El Conde y la Condesa de Chinchón, donFelipe Sassone, don Raúl Porras Barrenechea y don Alberto Martín Artajo,Ministro de Asuntos Exteriores.

Los organizadores se plantearon la posibilidad de solicitar la construcción deun grupo escolar en honor de la Virreina, así como un parque infantil con unaestatua o monumento a la Virreina que estaría ubicado en los huertos de la calledel Generalísimo.

Otro de los objetivos era poder traer los restos de la condesa desde Cartagenade Indias a la Iglesia de la Asunción de Chinchón.

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El día 16 de marzo de 1950, se hicieron visitas al Ministro de Asuntos Exterioresy a la Condesa de Chinchón doña María Belén Morenés y Arteaga, para entre-garles el nombramiento de miembros del Comité de Honor, recibiendo su alien-to, pero, como suele ocurrir cuando se delega en una comisión, no se llegó ahacer nada.

(Estos datos están tomados de la revista nº 4 de “Vida” de abril de 1950, en sen-dos artículos firmados por Mateo de las Heras y Narciso del Nero.

Muchos años después, el 15 de marzo de 1997 la Agrupación de Amigos deChinchón instaló un busto de la Virreina, obra del escultor Antonio Ballester,en la Plaza de Palacio. El acto de inauguración fue presidido por el vigenteConde de Chinchón, don Carlos Oswaldo Ruspoli y Morenes, duque de Alcudiay Sueca, y con la asistencia de D. Eduardo Guaylupo, agregado cultural de laEmbajada de Perú en España y las autoridades municipales de Chinchón.

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D.Carlos Oswaldo Ruspoli y Morenés, Conde de Chinchón, con su esposa y Antonio Ballester, autor de la estatua.

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10. ANEXOS.

Anexo nº 1

LOS POLVOS DE LA CONDESA, por Manuel Ricardo Palma Soriano

I

En una tarde de junio de 1631 las campanas todas de las iglesias deLima plañían fúnebres rogativas, y los monjes de las cuatro órdenesreligiosas que a la sazón existían, congregados en pleno coro, entona-ban salmos y preces.

Los habitantes de la tres veces coronada ciudad cruzaban por los sitiosen que, sesenta años después, el virrey conde de la Monclova debíaconstruir los portales de Escribanos y Botoneros, deteniéndose frente ala puerta lateral de palacio.

En éste todo se volvía entradas y salidas de personajes, más o menoscaracterizados.

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Ilustración del relato “Los Polvos de la Condesa” de Manuel Ricardo Palma Soriano.

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No se diría sino que acababa de dar fondo en el Callao un galeón conimportantísimas nuevas de España, ¡tanta era la agitación palaciega ypopular! o que, como en nuestros democráticos días, se estaba realizan-do uno de aquellos golpes de teatro a que sabe dar pronto término lajusticia de cuerda y hoguera.

Los sucesos, como el agua, deben beberse en la fuente; y por esto, convenia del capitán de arcabuceros que está de facción en la susodichapuerta, penetraremos, lector, si te place mi compañía, en un recamarínde palacio.

Hallábanse en él el excelentísimo señor don Luis Jerónimo Fernándezde Cabrera Bobadilla y Mendoza, conde de Chinchón, virrey de estosreinos del Perú por S. M. don Felipe IV, y su íntimo amigo el marquésde Corpa. Ambos estaban silenciosos y mirando con avidez hacia unapuerta de escape, la que al abrirse dio paso a un nuevo personaje.

Era éste un anciano. Vestía calzón de paño negro a media pierna, zapa-tos de pana con hebillas de piedra, casaca y chaleco de terciopelo, pen-diendo de este último una gruesa cadena de plata con hermosísimossellos. Si añadimos que gastaba guantes de gamuza, habrá el lectorconocido el perfecto tipo de un esculapio de aquella época.

El doctor Juan de Vega, nativo de Cataluña y recién llegado al Perú, encalidad de médico de la casa del virrey, era una de las lumbreras de laciencia que enseña a matar por medio de un “récipe”.

--¿Y bien, don Juan?--le interrogó el virrey, más con la mirada que conla palabra.

--Señor, no hay esperanza. Sólo un milagro puede salvar a doñaFrancisca.

Y don Juan se retiró con aire compungido.

Este corto diálogo basta para que el lector menos avisado conozca dequé se trata.

El virrey había llegado a Lima en enero de 1639, y dos meses más tardesu bellísima y joven esposa doña Francisca Henríquez de Ribera, a la

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que había desembarcado en Paita para no exponerla a los azares de unprobable combate naval con los piratas. Algún tiempo después se sintióla virreina atacada de esa fiebre periódica que se designa con el nom-bre de terciana, y que era conocida por los Incas como endémica en elvalle de Rimac.

Sabido es que cuando, en 1378, Pachacutec envió un ejército de treintamil cuzqueños a la conquista de Pachacamac, perdió lo más florido desus tropas a estragos de la terciana. En los primeros siglos de la domi-nación europea, los españoles que se avecindaban en Lima pagabantambién tributo a esta terrible enfermedad, de la que muchos sanabansin específico conocido, y a no pocos arrebataba el mal.

La condesa de Chinchón estaba desahuciada. La ciencia, por boca de suoráculo don Juan de Vega, había fallado.

--¡Tan joven y tan bella!--decía a su amigo el desconsolado esposo--.¡Pobre Francisca! ¿Quién te habría dicho que no volveríais a ver tu cielode Castilla ni los cármenes de Granada? ¡Dios mío! ¡Un milagro, Señor,un milagro!...

--Se salvará la condesa, excelentísimo señor--contestó una voz en lapuerta de la habitación.

El virrey se volvió sorprendido. Era un sacerdote, un hijo de Ignacio deLoyola, el que había pronunciado tan consoladoras palabras.

El conde de Chinchón se inclinó ante el jesuita. Este continuó:

--Quiero ver a la virreina, tenga vuecencia fe, y Dios hará el resto.

El virrey condujo al sacerdote al lecho de la moribunda.

II

Suspendamos nuestra narración para trazar muy a la ligera el cuadrode la época del gobierno de don Luis Jerónimo Fernández de Cabrera,hijo de Madrid, comendador de Criptana entre los caballeros deSantiago, alcaide del alcázar de Segovia, tesorero de Aragón, y cuartoconde de Chinchón, que ejerció el mando desde el 14 de enero de 1629hasta el 18 del mismo mes de 1639.

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Amenazado el Pacífico por los portugueses y por la flotilla del pirataholandés “Pie de palo”, gran parte de la actividad del conde deChinchón se consagró a poner el Callao y la escuadra en actitud dedefensa. Envió además a Chile mil hombres contra los araucanos, y tresexpediciones contra algunas tribus de Puno, Tucumán y Paraguay.

Para sostener el caprichoso lujo de Felipe IV y sus cortesanos, tuvo laAmérica que contribuir con daño de su prosperidad. Hubo exceso deimpuestos y gabelas, que el comercio de Lima se vió forzado a soportar.

Data de entonces la decadencia de los minerales de Potosí yHuancavelica, a la vez que el descubrimiento de las vetas de Bombón yCaylloma.

Fué bajo el gobierno de este virrey cuando, en 1635, aconteció la famo-sa quiebra del banquero Juan de la Cueva, en cuyo Banco--diceLorente--tenían suma confianza así los particulares como el Gobierno.

Esa quiebra se conmemoró, hasta hace poco, con la mojiganga llama-da “Juan de la Cova, coscoroba”.

El conde de Chinchón fué tan fanático como cumplía a un cristianoviejo. Lo comprueban muchas de sus disposiciones. Ningún navieropodía recibir pasajeros a bordo, si previamente no exhibía una cédulade constancia de haber confesado y comulgado la víspera. Los soldadosestaban también obligados, bajo severas penas, a llenar cada año esteprecepto, y se prohibió que en los días de Cuaresma se juntasen hom-bres y mujeres en un mismo templo.

Como lo hemos escrito en nuestro “Anales de la Inquisición de Lima”,fué ésta la época en que más víctimas sacrificó el implacable tribunal dela fe. Bastaba ser portugués y tener fortuna para verse sepultado en lasmazmorras del Santo Oficio. En uno solo de los tres autos de fe a queasistió el conde de Chinchón fueron quemados once judíos portugueses,acaudalados comerciantes de Lima.

Hemos leído en el librejo del duque de Frías que, en la primera visita decárceles a que asistió el conde, se le hizo relación de una causa seguidaa un caballero de Quito, acusado de haber pretendido sublevarse con-tra el monarca. De los autos dedujo el virrey que todo era calumnia, ymandó poner en libertad al preso, autorizándolo para volver a Quito ydándole seis meses de plazo para que sublevase el territorio; entendién-

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dose que si no lo conseguía, pagarían los delatores las costas del proce-so y los prejuicios sufridos por el caballero.

¡Hábil manera de castigar envidiosos y denunciantes infames!

Alguna quisquilla debió tener su excelencia con las limeñas cuando endos ocasiones promulgó bando contra las “tapadas”; las que, forzoso esdecirlo, hicieron con ellos papillotas y tirabuzones. Legislar contra lasmujeres ha sido y será siempre sermón perdido.

Volvamos a la virreina, que dejamos moribunda en el lecho.

III

Un mes después se daba una gran fiesta en palacio en celebración delrestablecimiento de doña Francisca.

La virtud febrífuga de la cascarilla quedaba descubierta.

Atacado de fiebres un indio de Loja llamado Pedro de Leyva bebió, paracalmar los ardores de la sed, del agua de un remanso, en cuyas orillascrecían algunos árboles de “quina”. Salvado así, hizo la experiencia dedar de beber a otros enfermos del mismo mal cántaros de agua, en losque depositaba raíces de cascarilla. Con su descubrimiento vino a Limay lo comunicó a un jesuita, el que, realizando la feliz curación de lavirreina, prestó a la humanidad mayor servicio que el fraile que inven-tó la pólvora.

Los jesuítas guardaron por algunos años el secreto, y a ellos acudíatodo el que era atacado de terciana. Por eso, durante mucho tiempo, lospolvos de la corteza de quina se conocieron con el nombre de “polvos delos jesuítas”.

El doctor Scrivener dice que un médico inglés, Mr. Talbot, curó con laquinina al príncipe de Condé, al delfín, a Colbert y otros personajes,vendiendo el secreto al gobierno francés por una suma considerable yuna pensión vitalicia.

Linneo, tributando en ello un homenaje a la virreina condesa deChinchón, señala a la quina el nombre que hoy le da la ciencia:“Chinchona”.

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Mendiburu dice que, al principio, encontró el uso de la quina fuerte opo-sición en Europa, y que en Salamanca se sostuvo que caía en pecadomortal el médico que la recetaba, pues sus virtudes eran debidas apacto de dos peruanos con el diablo.

En cuanto al pueblo de Lima, hasta hace pocos años conocía los polvosde la corteza de este árbol maravilloso con el nombre de “polvos de lacondesa”.

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ANEXO Nº 2

Archivo General de Indias, en la Signatura: CONTRATACION,5400,N.45, el Expediente de información y licencia de pasajeros a Indias del conde de Chinchón

Luis Jerónimo Fernández de Cabrera, virrey y capitán general de Perú, con lassiguientes personas:

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ANEXO Nº 3.

Portada de la publicación de Sebastiano Badi“Anastasis corticis peruviae, seu chinae chinae defensio”,

en castellano, "Resurrección de la corteza Peruana, defensa de la quina quina"(1663).

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ANEXO Nº 4.PORTADA DEL LIBRO

DISCURSO DE ALBEITERIA,Por BALTASAR FRANCISCO RAMIREZ,

Vecino de Chinchón, Dedicado al

EXCMO. SEÑOR DON LUIS GERÓNIMO FERNANDEZ DE CABRERA

Y BOBADILLA CERDA Y MENDOZA, CONDE DE CHINCHÓN.

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11. BIBLIOGRAFÍA.

(Relación de publicaciones que han sido consultadas o citadas en este trabajode investigación)

ACUÑA, Cristóbal de. “RELACIÓN DEL DESCUBRIMIENTO DEL RÍO DE LAS AMAZONAS”.BLANCO JUSTE, Francisco J(avier): 1934 HISTORIA DEL DESCUBRIMIENTO DE LA

QUINA. Con un prólogo-introducción del Dr. D. Joaquín Mas Guindal. Con grabados en el texto. Madrid.

BADO, Sebastiano. ANASTASIS CORTICIS PERUVIAE, SEU CHINAE CHINAE DEFENSIO.1663.

BROMLEY, Juan. LAS VIEJAS CALLES DE LIMA. Lima. 2005CARRASCO MORENO, Manuel. CRÓNICA DE CHINCHÓN. 2005.CLEMENTS R Markham, Sir. A MEMOIR OF THE LADY ANA DE OSORIO, COUNTESS OF

CHINCHON AND VICE-QUEEN OF PERU (A.D. 1629-39). With a plea for the correct spelling of the Chinchona genus. Editorial: London. 1874.

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Fresco en el Convento de los Agustinos, actual Parador de Turismo.

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ESTRELLA, Eduardo "CIENCIA ILUSTRADA Y SABER POPULAR EN EL CONOCIMIENTO DE

LA QUINA EN EL SIGLO XVIII," en M. Cueto, ed. Saberes andinos.FERNÁNDEZ DE CABRERA Y BOBADILLA, Luis Jerónimo. RELACION QUE HIZO DE SU

GOVIERNO EL EXMO. SR. DN. LUIS GERONIMO FERNANDEZ DE CABRERA, BOBADILLA, Y MENDOZA, IV CONDE DE CHINCHON ... VIREY, LUGAR TENIENTE,GOVERNADOR, Y CAPITA`N GENERAL DE LOS REYNOS DEL PERU`, TERRAFIRME,Y CHILE. AL EXMO. SR. DN. PEDRO DE TOLEDO, Y LEIVA, PRIMER MARQUES DE

MANCERA ... SU SUCCESOR. [1640] FRAGOSO, J. DISCURSOS DE LAS COSAS AROMÁTICAS, ÁRBOLES Y FRUTALES, Y DE OTRAS

MUCHAS MEDICINAS SIMPLES QUE SE TRAEN DE LA INDIA Y ORIENTAL Y SIRVEN

AL USO DE LA MEDICINA. 1572. GUALDA CARMENA, Moises. CHINCHON. 1974.HAGGIS, AW. Bull. HISTORIA MEDICINA. 1941. HERNÁNDEZ, F. HISTORIA DE LAS PLANTAS DE NUEVA ESPAÑA (1571-1575).HERNANDEZ ALONSO, Luis. “Virreinato del Perú”.JARAMILLO ARANGO, J. ESTUDIO CRÍTICO ACERCA DE LOS HECHOS BÁSICOS EN LA HISTO

RIA DE LA QUINA. Rev Fac Cien Med (Quito). 1950.JUSSIEAU, A. PLANTÆ PER GALLIAM, HISPANIAM ET ALIAM OBSERVATÆ. Paris: 1714. LINNEO, Carlos “GENERA PLANTARUM” (1742)LUCENA GIRALDO, Manuel. IMPERIOS CONFUSOS, VIAJEROS EQUIVOCADOS: ESPAÑOLES

Y PORTUGUESES EN LA FRONTERA AMAZÓNICA.MATÍA HERNANDO, Belén. HERNANDO HELGUERO, Paloma y HERNANDO

AVENDAÑO, Luis HISTORIA DE LA QUINA. CULTURA Y FÁRMACOS.MONARDES, N. PRIMERA, SEGUNDA Y TERCERA PARTES DE LA HISTORIA MEDICINAL DE

LAS COSAS QUE LE TRAEN DE NUESTRAS INDIAS OCCIDENTALES Y QUE SIRVEN EN

MEDICINA. Sevilla: 1574. MUÑOZ, José E. LOS CONDES DE CHINCHON EN LA HISTORIA DE LA CIENCIA Y EN LA

POLITIA COLONIAL ESPAÑOLA. Quito, Ecuador : "la Prensa católica", 1954. MUZQUIZ DE MIGUEL, José Luis. "EL CONDE DE CHINCHÓN VIRREY DEL PERÚ" .

Publicaciones de la Escuela de estudios hispano-americanos de la Universidad de Sevilla, 1945 .

NERO CARRETERO, Narciso del. CHINCHÓN DESDE EL SIGLO XV. 1958.ORTIZ-CRESPO, F. LA CINCHONA ANTES Y DESPUÉS DEL VIRREINATO DEL CONDE DE

CHINCHÓN. Interciencia. 1994.ORTIZ-CRESPO F. FRAGOSO, MONARDES AND PRE-CHINCHONIAN KNOWLEDGE OF CIN

CHONA. Arch. Nat. Hist. 1995.PALMA, Ricardo. (1872-1910). LOS POLVOS DE LA CONDESA. (Tomado de El Correo

del Perú, periódico semanal con ilustraciones mensuales, N.o XLI, AñoII, 19 octubre 1872.

PAZ SOLDÁN, Carlos Enrique. LAS TERCIANAS DEL CONDE DE CHINCHÓN, SEGÚN EL

"DIARIO DE LIMA" DE JUAN ANTONIO SUARDO. (Lima: La reforma médica, 1938).

PEMÁN, José María. LA SANTA VIRREINA. Madrid- 1939.

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PÉREZ GALLEGO, Diego. “DEL ACERTADO Y PRUDENTE GOVIERNO QUE TUVO EN LOS REY

NOS DEL PERÚ EL EXCMO. SEÑOR CONDE DE CHINCHÓN, VIRREY DESDE EL AÑO

DE 1629 HASTA EL DE 1640, CON ALGUNAS ADVERTENCIAS PARA EL AUMENTO

DE LA REAL HACIENDA Y BIEN COMÚN, PARA QUE SE PRESENTE A SU MAJESTAD”1640.

SERRANO, Cecilio. LAS CLARISAS EN CHINCHÓN Y SU TIEMPO. 2000. SUARDO, Juan Antonio de. DIARIO DEL VIRREINATO DE CHINCHÓN También cono

cido como “DIARIO DE LIMA”. (mayo de 1629-mayo de 1639) descubierto en 1930 en el Archivo de Indias de Sevilla, fue estudiado y publicadopor Vargas-Ugarte en 1935.

FUENTES MANUSCRITAS:

ARCHIVO: ARCHIVO GENERAL DE INDIAS

Signatura: PASAJEROS,L.11,E.1153Titulo Nombre atribuido:LUIS JERONIMO FERNANDEZ DE CABRERA YBOBADILLAFecha Creación: 1628-04-21.

Archivo: ARCHIVO GENERAL DE INDIAS.Signatura: CONTRATACION,5793,L.1,F.488V-489Titulo Nombre atribuido: Nombramiento de Luis Jerónimo Fernández deCabreraFecha Creación: 1628-02-18. (Madrid).

Archivo: ARCHIVO GENERAL DE INDIAS

Signatura: CONTRATACION,5400,N.45Titulo Nombre atribuido: LUIS JERONIMO FERNANDEZ DE CABRERAFecha Formación: 1628-04-21.

Archivo: ARCHIVO GENERAL DE INDIAS

Signatura antigua: CONTRATACION,18-1-13Titulo Nombre atribuido:Privilegios de juros.Fecha Formación:1563.

Archivo: ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL

Signatura: OM-CABALLEROS_SANTIAGO,EXP.2885 Titulo Nombre atribuido:Fernández de Cabrera y Bobadilla y López, LuisJerónimoFecha Formación:1638

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Archivo: Sección Nobleza del ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL

SIGNATURA FRIAS,C.1626,D.26 1665 FECHA CREACIÓN: 1626 FECHA FORMACIÓN: 1665Documentos relativos a la testamentaría y honras fúnebres de Luis JerónimoFernández de Cabrera y Bobadilla y Francisco Fausto Fernández de Cabrera yBobadilla, condes de Chinchón.

Archivo: Sección Nobleza del ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL

Signatura: FRIAS,C.1450,D.3Titulo Nombre atribuido: Cuenta de lo que Luis Jerónimo de Cabrera Bobadilladebe al aumento de mayorazgo que hicieron sus padres Diego Fernández deCabrera y Bobadilla, III Conde, e Inés Pacheco y de las consignaciones que hizopara la paga de ello de algunas de sus rentas.Fecha Creación: 1621-04-08, (Madrid) -

Archivo: ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL

Signatura: DIVERSOS-COLECCIONES,36,N.16Titulo Nombre atribuido:envío de plata desde el puerto del CallaoFecha Creación:1635-01-12, (Lima)

Archivo: HISTÓRICO DE CHINCHÓN.Signatura: 1804. Censo de Profesiones. Siglo XVII.Signatura: 9009. Provisión del rey FelipeIV para envio de soldados de la villa,para atender presidio. (1644)Signatura: 13209. Provisión de pan para el cura Beltran (1642)Signatura: 15618. Acuerdo para colocación reloj de la villa.(1579)

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Firma de don Luis Jerónimo IV Conde de Chinchón y Virrey delPerú, en una carta enviada a S.M.el Rey Felipe IV,

fechada en Panamá el día 26 de julio de 1640.