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1 SOBRE DAVID RICARDO Y SUS HUELLAS EN ARGENTINA Por Pablo Alberto Tavilla 1 Introducción Estas notas se inscriben en el marco de un proyecto originalmente destinado a reagrupar y delimitar las distintas visiones o tradiciones teóricas dentro de la economía, siendo que el objetivo inicial no era circunscribirse a autores sino a agruparlos dentro de las, al menos, dos grandes tradiciones teóricas coexistentes dentro de la misma disci- plina: la que podemos denominar “del excedente y la reproducción social” y la otra, neoclásica o del equilibrio general 2 . Partimos de entender que el conocimiento en economía no es necesariamente acumulativo, a diferencia de, por ejemplo, las ciencias naturales; en consecuencia, la eco- nomía política clásica no es entonces una simple etapa dentro de un supuesto movimiento progresivo y único en el conocimiento. Más aún, entendemos que muy lejos de tratarse de un mero ejercicio cultural de ilustración o “goce coleccionista”, el rescate de la perspectiva económica clásica, en es- pecial a partir de la preguntas centrales que se formula, puede en cambio revelarse como una valiosa y fecunda guía teórica para la reflexión sobre problemáticas actuales, desde una visión “heterodoxa” o alternativa a la del mainstream, asociado este último a la otra tradición teórica neoclásica. Respecto de esta última, recordemos el juicio de la gran economista inglesa Joan Robin- son en cuanto a que, mientras los economistas clásicos trataban de entender el funcionamiento del capitalismo, los pensadores posteriores de la tradición neoclásica, también llamada margina- lista o del equilibrio, solo trataron de justificarlo. La economía clásica constituye un punto de partida muy fecundo por su foco en la importancia de la distribución de la riqueza, en los agentes que se apropian del excedente a través del sistema de precios, y en su relación con el dinamismo en materia de crecimiento económico y acumulación de capital. Siguiendo a Jean Cartelier (1976): “La economía política clásica es la que, sobre la base de la existencia de un excedente (físico), se plantea la pregunta de su distribu- ción mediante un sistema de precios, bajo la presión de reproducción de la economía con- 1 Licenciado en Economía, Profesor adjunto (interino) en cátedra de “Elementos de Economía y Concepciones del Desarrollo”, Profesor titular José Castillo, en Carrera de Ciencias de la Comunicación, Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Esta es una versión reducida y actualizada, utilizada en reemplazo de la anterior: “David Ricar- do: un exponente del enfoque del excedente y la reproducción social” 2 Jean Cartelier llega incluso a sugerir que sería más correcto hablar de dos ciencias económicas dentro de la economía política. 8 Y podría agregarse, como cierto consenso sostiene, que Alemania fue el lugar de la revolución filosófica.

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Ricardo

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SOBRE DAVID RICARDO Y SUS HUELLAS EN ARGENTINA

Por Pablo Alberto Tavilla1

Introducción

Estas notas se inscriben en el marco de un proyecto originalmente destinado a reagrupar y delimitar las distintas visiones o tradiciones teóricas dentro de la economía, siendo que el objetivo inicial no era circunscribirse a autores sino a agruparlos dentro de las, al menos, dos grandes tradiciones teóricas coexistentes dentro de la misma disci-plina: la que podemos denominar “del excedente y la reproducción social” y la otra, neoclásica o del equilibrio general2.

Partimos de entender que el conocimiento en economía no es necesariamente

acumulativo, a diferencia de, por ejemplo, las ciencias naturales; en consecuencia, la eco-nomía política clásica no es entonces una simple etapa dentro de un supuesto movimiento progresivo y único en el conocimiento.

Más aún, entendemos que muy lejos de tratarse de un mero ejercicio cultural de

ilustración o “goce coleccionista”, el rescate de la perspectiva económica clásica, en es-pecial a partir de la preguntas centrales que se formula, puede en cambio revelarse como una valiosa y fecunda guía teórica para la reflexión sobre problemáticas actuales, desde una visión “heterodoxa” o alternativa a la del mainstream, asociado este último a la otra tradición teórica neoclásica.

Respecto de esta última, recordemos el juicio de la gran economista inglesa Joan Robin-son en cuanto a que, mientras los economistas clásicos trataban de entender el funcionamiento del capitalismo, los pensadores posteriores de la tradición neoclásica, también llamada margina-lista o del equilibrio, solo trataron de justificarlo.

La economía clásica constituye un punto de partida muy fecundo por su foco en

la importancia de la distribución de la riqueza, en los agentes que se apropian del excedente a través del sistema de precios, y en su relación con el dinamismo en materia de crecimiento económico y acumulación de capital.

Siguiendo a Jean Cartelier (1976): “La economía política clásica es la que, sobre la base de la existencia de un excedente (físico), se plantea la pregunta de su distribu-ción mediante un sistema de precios, bajo la presión de reproducción de la economía con-

1 Licenciado en Economía, Profesor adjunto (interino) en cátedra de “Elementos de Economía y Concepciones del Desarrollo”, Profesor titular José Castillo, en Carrera de Ciencias de la Comunicación, Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Esta es una versión reducida y actualizada, utilizada en reemplazo de la anterior: “David Ricar-do: un exponente del enfoque del excedente y la reproducción social” 2 Jean Cartelier llega incluso a sugerir que sería más correcto hablar de dos ciencias económicas dentro de la economía política. 8 Y podría agregarse, como cierto consenso sostiene, que Alemania fue el lugar de la revolución filosófica.

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siderada”; tomando como “naturales” las relaciones sociales que surgían del capitalismo, es decir “eternizando” algo que en realidad está históricamente situado.

En esta oportunidad nos detendremos y explayaremos especialmente en las con-

tribuciones de David Ricardo, tomándolo a la vez como referencia “disparadora” para discutir algunos temas relacionados al caso del capitalismo argentino. En particular, tra-bajaremos sobre dos de sus teorías y sus implicancias: la de la renta diferencial y la de comercio exterior, dejando para otra oportunidad la teoría del valor.

Debemos reconocer en la estructura lógica de las contribuciones ricardianas un

momento de verdadero salto cualitativo en cuanto a trabajo de ordenamiento, concep-tualización (modelización, abstracción) y avance de la ciencia económica que, por esos tiempos tan fecundos en conocimiento, se llamaba “economía política”.

El objetivo central es aprovecharnos de los principales desarrollos conceptuales

ricardianos a los fines de iniciarnos en algunos temas relevantes para un curso introduc-torio de economía, y en relación con problemáticas de la economía argentina: el rol clave de la renta agropecuaria a lo largo de su historia económica; la discusión sobre la gene-ración de ventajas comparativas y la explicación del comercio internacional con la crítica desde la periferia; los antecedentes en la problemática de la estructura productiva na-cional y la representación de esta en los modelos de “dos sectores” o de “stop and go” que trataremos al final. La ciencia económica como apología del Capitalismo

A fines de la Edad Media se sucedieron grandes transformaciones de la realidad económica europea, abriéndose paso “a los latigazos” un nuevo modo de producción o forma de organización social: el capitalista, primero en su fase comercial y luego indus-trial.

Los descubrimientos de nuevas tierras; la conquista y el pillaje sobre el “Nuevo”

mundo; las Reformas religiosas; el comercio y la afluencia hacia Europa de metales pre-ciosos; las revueltas campesinas contra las agobiantes exigencias feudales; la despose-sión de masas crecientes de personas; la expansión urbana; la evolución del pensamiento en la esfera no religiosa; la difusión de nueva modalidades de contratación y gestión de la fuerza de trabajo, todos ellos son factores que contribuyeron a erosionar el Feuda-lismo y crear las condiciones para el cambio.

Va a ser la sociedad inglesa la gran representante del nuevo modo de producción

(revolución económica) y la Revolución Francesa el símbolo de la puñalada mortal al viejo orden institucional feudal (revolución política)8. Esta última por todo su significado en lo político y lo cultural. Es decir, la doble revolución de la que habla Erik Hobsbaum.

Puede afirmarse que la burguesía emergente iba a ajustar sus cuentas con la ins-

titucionalidad del Modo de Producción Feudal y las regulaciones mercantilistas posterio-

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res generando la ciencia económica como una de las principales armas ideológicas al servicio de la constitución de la institucionalidad moderna y el Estado capitalista9.

Las reflexiones económicas previas y más cercanas a la constitución de un estatus científico versan sobre el origen de la riqueza y sobre cuáles son los factores explicati-vos a la hora de llevar prosperidad a los estados nacionales aún jóvenes. En la fase de auge del comercio internacional las primeras respuestas las dieron un grupo de ensayistas dispersos a los que se los llamó mercantilistas: el comercio crea la riqueza, vista esta como stock de recursos económicos, porque es la vía para el ateso-ramiento de metales siendo que el supuesto dominante era que la riqueza total a nivel mundial era constante y, por lo tanto, la riqueza de un país no podía aumentar si no era a expensas de otro. Como señala L. Passinetti (1984) “..De aquí la estrecha conexión entre mercantilismo y política agresiva de los estados unitarios.” Estas primeras reflexiones aparecen, y no casualmente, en Italia de fines del siglo XVI y ganan popularidad en Inglaterra y Francia en el siglo XVII. Son hegemónicas las burguesías comerciales mientras las relaciones capitalistas de producción recién em-piezan a desarrollarse (relación de asalariado con fuerza de trabajo libre). La consigna mercantilista para una visión de estado fuerte: “Vender mucho y caro, comprar poco y barato”.

Por otra parte, en la medida en que va creciendo el rol y el lugar ocupado por los productores de mercancías, en vez del comerciante, también van ganando progresiva-mente consenso y espacio otras ideas (Siglos XVIII y XIX), magistralmente condensa-das en la obra de quien es para muchos el “padre de la economía”: Adam Smith.

Va ser luego David Ricardo, a través de sus trabajos, en el popularizado como “Ensayo sobre las ganancias” de 181511 y “Principios de economía política y tributación” en 1817 (primera edición)12 quien retomará los problemas de Adam Smith (el padre de la economía política) y desarrollará su discusión sobre el origen del producto excedente y su distribución entre grupos sociales (terratenientes, capitalistas y trabajadores). A diferencia de las sociedades anteriores, en la sociedad capitalista la apropia-ción del excedente se efectúa a través de las relaciones mercantiles y no de las de tipo personal, es decir, se detrae en forma de valor de cambio. De aquí que una cuestión teórica fundamental es la problemática de la articulación entre la formación del valor de cambio y la formación de los diversos tipos de ingresos que surgen por la partici-pación de la producción social e históricamente situada: la ganancia y el interés, el sala-rio, la renta. Con los economistas clásicos se visualiza claramente lo inseparable de las di-mensiones política y económica, ya que la producción, distribución y consumo de bienes

9 De paso, es oportunidad para recordar una obviedad: ya ninguna duda nos debe quedar acerca del carácter ilusorio y banal de pretender una ciencia social supuestamente “objetiva” o “libre de ideologías e intereses”. 11 En realidad llamado: “An Essay on the Influence of a Low Price of corn on the profits of Stock”. 12 La traducción del FCE es la última versión de 1821.

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implica luchas y conflictos como norma, y no como excepción, en la dinámica de las socie-dades. Las contribuciones de David Ricardo

Con David Ricardo, estamos en la época en que se habla de Economía “Política”, y

cuando este autor nos señalaba que el problema “primordial” de esta disciplina era el de la determinación de la leyes que rigen la distribución del producto social. Es de-cir, sin dudas la inauguración de una fructífera tradición de pensamiento económico que nos lleva a definir un objeto de estudio de la economía diferenciado radicalmente de las definiciones mas difundidas al respecto, mayoritariamente provenientes de la perspecti-va “neoclásica - del equilibrio general”13.

Más específicamente, el problema central de la “economía política ricardiana” es

el de la determinación del nivel de la tasa de ganancia (g. en adelante), siendo esta preocupación “analítica” algo esencial para la comprensión de su relación con el proceso clave de acumulación de capital (crecimiento económico). Ello equivale a la comprensión del funcionamiento mismo del Capitalismo, si bien este objetivo iba a conocer su punto más alto a partir de las contribuciones de Karl Marx.

David Ricardo es el otro gran defensor, junto a Adam Smith, de los intereses de

esa burguesía industrial en ascenso desde mediados del siglo anterior (algo así como “in-telectuales orgánicos”). Un claro ejemplo de lo ilusorio en cuanto a pretender asepsia o neutralidad ideológica en la construcción de teorías sociales.

Ese interés de Ricardo se manifiesta explícitamente y en forma elaborada en el

folleto “An Essay en Influence of a low price of corn on the profits of Stock” de 1815 (populartizado como el “ensayo sobre utilidades”), en ocasión del debate sobre la provi-sión de cereales a Gran Bretaña a través del comercio internacional.

David Ricardo ya construye conceptos recurriendo a lo que hoy llamaríamos mode-

lización, un recurso de las ciencias sociales para representar simplificadamente la reali-dad social, tratándose de una elaboración conceptual movida por sus intereses, y que lo llevan a sus tres citadas elaboraciones teóricas básicas más conocidas: la teoría de la renta diferencial, la teoría del valor y la teoría del comercio internacional o de “las ventajas comparativas”14.

La cuestión central ricardiana: El progreso en la acumulación de capital, que lleva-

ba a un aumento en la ocupación industrial (y en la población), conducía a un incremento en los precios de los alimentos (“wage goods”) y, en consecuencia, el incremento en los costos salriales “... dejando a todas las otras mercancías en sus precios originarios, y la baja de las utilidades generales a causa del alza general de los salarios”15. 13 Por ejemplo, la muy popular definición de que el objeto de estudio de la economía se reduce a: un problema de asignación de recursos escasos a fines múltiples. Frente a necesidades ilimitadas hay un problema de recur-sos escasos. La economía sólo como “ciencia de la escasez” y centrada en un problema técnico. 14 También están sus reflexiones en torno a principios de tributación, si bien no nos detendremos en esta oca-sión. 15 Como va expresar en múltiples oportunidades a lo largo de sus obras: el problema estaba en que las ganan-cias caían si aumentaban los salarios.

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Vale la pena destacar esta concepción del precio del trabajo en términos reales,

es decir, no salario nominal, sino salario real: los ingresos salariales pero con referencia en el valor de una canasta de bienes básicos para que exista y se reproduzca la población trabajadora. El salario “real”: entendido como lo necesario para adquirir una canasta bá-sica. En consecuencia, si se encarecía esa canasta básica muy elemental en esos princi-pios del capitalismo industrial, había que pagar más de salario de subsistencia y, en con-secuencia, caían las ganancias.

La agricultura inglesa presentaba problemas para desarrollarse y producir los

bienes de subsistencia necesarios (bienes “salario” o wage woods) para alimentar al creciente número de asalariados industriales, provocando el aumento de los precios de la canasta de “bienes salario” y, por eso, una caída en la tasa de ganancia; siendo que del nivel de esta última dependía la acumulación de capital y, lo que era lo mismo, el crecimiento económica en la sociedad capitalista.

Un principio ricardiano “de hierro” era la visualización de una relación inversa

entre salarios y ganancias, con el problema de que aquellos, reducidos al bajo nivel de subsistencia de entonces, constituían en su modelo un nivel “piso” o umbral inmodificable (al menos sin costos en vidas), apenas suficiente para adquirir una canasta básica.

La tesis: Sólo los progresos técnicos en la agricultura o la provisión externa de

esos mismos productos o “bienes salario” más baratos podrían, en principio, postergar que la expansión del capital induzca a una caída de la tasa de ganancia (g.) y la caída en el estancamiento o “estado estacionario”.

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La teoría de la renta diferencial Empezando por el final, y a modo de rápida síntesis: Ricardo elabora este modelo

“pesimista” simplificado de dos grandes sectores productivos (industria y agro) para demostrar cómo, de no mediar cambios técnicos en la agricultura o de no permitirse la libre importación de productos agrícolas, la tasa de ganancia de la economía tendía a caer hasta llegar a un “estado estacionario” (estancamiento o crecimiento económico cero). Además, la contrapartida de esas menores ganancias capitalistas y de esos mayo-res precios agrícolas es la apropiación, por parte de los terratenientes16, de una parte creciente del excedente económico bajo la forma de una renta diferencial con destino improductivo.

Un debate en contexto histórico sobre la consolidación de las condiciones de des-

pegue industrial; momento de inicios de cambio de época, con crisis hegemónicas de gru-pos sociales que pujan por ser dominantes (nuevos y viejos). En particular, cuando la lógi-ca capitalista revolucionaria de las fuerzas productivas aún no había entrado en las área de producción rural.

El punto de partida para describir el modelo17 son dos supuestos:

- Existencia de tierras de fertilidad diferente y superficie limitada. - Uniformidad de la tasa de ganancia (g.) para toda la economía como norma de distri-

bución del excedente entre los dueños del capital. Refiere a la tendencia a la iguala-ción de la tasa de ganancia vigente en la economía fronteras adentro.18

Este último es tomado de Smith, y se explica por la acción de los capitales en es-

ta fase inicial de capitalismo competitivo, que hace que las fuerzas productivas se des-placen entre las distintas ramas de producción y hacia donde es posible obtener ganan-cias extraordinarias, dentro de las fronteras nacionales. Esas ramas de la producción hacia donde fluyen inversiones deseosas de superganancias, se verían luego con excesos de oferta o en condiciones de competencia (p.e. en un caso de vanguardia tecnológica temporal) que presionan a la baja los precios de sus productos hasta la eliminación de ese plus inicialmente superior al del resto de la economía. El conducto es el sistema de precios relativos y sus variaciones19.

Los dos sectores son la industria y la producción agrícola. En un estadio inicial del

desarrollo capitalista las tierras están en relación de sobreabundancia respecto de la cantidad de capital disponible y se utilizan las tierras más fértiles. Ilustremos con un ejemplo numérico simple esta primera versión de la TRD.

16 Terratenientes: no se refiere a capitalistas, sino a los dueños de las tierras a partir del orden jurídico que les reconocía la propiedad privada. 17 Un modelo es una construcción teórica, una representación simplificada de una realidad a los fines de expli-car a esta. 18 Lo que implica una determinada estructura de precios relativos (como proceso de producción y no de merca-do) 19 Otra manera de verlo, las propias necesidades de la división del trabajo social lleva a producciones que ini-cialmente pueden generar cuasi rentas o ganancias por encima de las normales.

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En la tierra A, con un capital invertido en cultivos equivalente a 200 quintales de trigo, se obtienen 300 quintales. La tasa de ganancia (g = G/K) es del 50% (100/200), la cual será la g. obtenible en toda la economía en virtud de la norma de distribución esta-blecida por hipótesis.

Suponiendo que al continuar la acumulación de K (capital) se hacen necesarios más

productos de la tierra (bienes salario) porque es mayor el capital circulante o “fondo de salarios” disponibles y se contratan y ocupan más personas contra el pago de un salario: se requiere entonces ocupar tierras menos fértiles para aumentar la producción.

Es decir, en el ejemplo, supongamos que para producir otros 300qs. en la tierra B

se pasa a necesitar un capital de 250qs. (más costoso por menor fertilidad), ocurre que la g. del arrendatario capitalista que explota la tierra menos fértil será entonces de 20% y es, en consecuencia, la que regula las tasa de ganancia (g.) en el resto de la eco-nomía, incluyendo la agricultura realizada en la tierra más fértil. La reproducción de los trabajadores manufactureros se encarece.

Este pasaje modifica los precios relativos encareciendo los productos agrícolas

por los mayores costos de producción20, siendo la tierra menos fértil la que determina siempre el precio de los cereales (más elevado por el aumento en los costos) y per-mitiendo ahora el cobro de una Renta (por diferencia o “diferencial”) por parte de los propietarios de la tierra A mas fértil, posibilitada por la puja en el mercado de arrendamientos, en búsqueda de utilizar las mejores tierras en un contexto de escasez relativa.

El razonamiento será el mismo, si se necesitara pasar a producir en una tierra C,

menos fértil aún que la B. Las consecuencias serán: mayor precio del cereal, mayores costos salariales, menor nivel aún de la g., aumento de la renta diferencial en A y apari-ción de una renta diferencial algo menor en B.

Conceptualmente, toda ganancia extraordinaria o renta diferencial o “cuasi-

renta”21 se basa generalmente en algún tipo de ventaja que genere reducciones en los costos unitarios de producción, pero dependen de que el sistema de precios conduzca a que no sean las condiciones de producción más ventajosas las que regulen el precio dentro de la rama productiva sino por el contrario, la menos ventajosa. Es decir, no basta con tierras o recursos naturales de diferente fertilidad o riqueza, sino un marco institucional mercantil en que el precio que rija depende de la producción (sus costos más altos) menos eficiente.

En síntesis, la g. prevaleciente en la economía está determinada por la actividad

en la tierra de menor fertilidad, al depender de esta última las cantidades de trabajo que determinan el precio o valor de cambio. La tasa de ganancia que remunera al capital tiende a caer como tendencia.

20 En términos de la teoría del valor ricardiana: por la mayor cantidad de trabajo que se necesita. 21 “Cuasi renta” es el nombre que toma similar concepto pero aplicado a las diferencias de ganancias dentro de una rama del sector industrial, generalmente asociada a la innovación tecnológica, como ya veremos mas ade-lante.

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Se puede evitar la caída de la tasa de ganancia si, precisamente, se evita recurrir a esas tierras menos fértiles para obtener el trigo necesario con mayores costos de producción, ya sea recurriendo a la importación desde aquellos países con abundantes tierras o por el avance en el conocimiento técnico aplicado al agro. Ello, nuevamente, da-da la imposibilidad de comprimir la canasta básica de consumo asalariado, por esa época ya en niveles muy bajos. La propuesta ricardiana era clara: mejor no proteger la agricultura inglesa e importar del exterior esos productos más baratos.

Así es que esta ingeniosa construcción fue realizada por David Ricardo para sos-

tener también su apología del libre comercio (exportaciones e importaciones), por-que permitiría contener los salarios y, en consecuencia, sostener la tasa de ganan-cia del capital, visión en la que se proponía que cada país se especializase en producir ciertos bienes y no producir todos. En ocasión del debate de 1815 sobre una ley que pro-teja la producción interna de cereales, Ricardo defiende, entonces, la libre importa-ción.

Esto se desarrollará mas cuando tratemos la Teoría de las ventajas comparativas,

pero adelantemos algo: se estaba en el país de la delantera tecnológica como para dedi-carse (especializarse en) a la producción y exportación de manufacturas y ello se condi-ce con el caso excepcional de que “ser liberal en ese lugar y tiempo, y solo en Inglaterra, era equivalente a ser industrialista”, algo exactamente inverso a como lo necesitamos ver en nuestros países periféricos y dependientes (proteccionismo es industria). De ahí la idea de división internacional del trabajo: un centro imperial (Reino Unido) exportador de manufacturas y una periferia especializada en la importación de estas y la exporta-ción de productos primarios (materias primas y alimentos para el Centro).

También puede verse como que Ricardo es el defensor de los intereses de la

emergente burguesía industrial (manufacturas) asociándola con el progreso de Inglate-rra, dado que si esta se apropiaba de una mayor parte del excedente bajo la forma de ganancia, posibilitaría el mayor uso productivo del mismo, a diferencia del destino impro-ductivo que le daban los terratenientes rentistas, con concepciones anacrónicas en ma-teria de gestión económica.

Y a riesgo de reiterativo, vale la pena igualmente repetir la idea de que, en Ingla-

terra de entonces, y a la inversa de Argentina y de otros países, defender la industriali-zación era ser librecambista y no proteccionista: se trataba de expandir el sector indus-trial moderno con sus lógicas y dejar atrás el sector rural menos favorable al progreso social.

No obstante, su preocupación por el crecimiento desemboca finalmente en una

sentencia mas bien pesimista: Ricardo pensaba que se podrá postergar por un tiempo, pero inevitablemente se llegará al estado estacionario de no crecimiento en que la g. caerá haciendo imposible la acumulación de capital.

Era pesimista respecto de la reproducción de las sociedades capitalistas a lo lar-

go del tiempo, muy influenciado por la teoría de la población de su amigo y contrincante en otros temas, Thomas Malthus (Essay of Population, de 1798).

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La teoría ricardiana de las ventajas comparativas (TVC)

como fundamentación teórica del libre comercio Se trata de la teoría que dio sustento a la defensa del libre comercio, bajo el argumento de que es lo mejor para todos los países independientemente de sus diferen-cias en materia de desarrollo económico y social. “Libre comercio” íntimamente relacio-nado al auge y expansión de la economía británica desde la conocida como revolución in-dustrial identificada en el último tercio del siglo XVIII y, en particular, como bandera enarbolada durante el período de consolidación imperial hacia la segunda mitad del siglo XIX.

Imperio británico que, tal como conocimos en estas tierras, organizaba la división internacional del trabajo en su beneficio, fomentando la especialización en la producción y exportación de productos primarios (materias primas y alimentos: minerales, cultivos tropicales, maderas, cereales) en la Periferia. Para ubicarnos, cuando hablamos de internacionalización del capital, proceso aso-ciado a la dinámica misma de expansión capitalista a partir de sus leyes de funcionamien-to, reconocemos como expresiones de la misma no sólo al comercio internacional sino también a los flujos de capital financiero y las conocidas como inversiones directas de empresas transnacionales, relacionadas con el control de procesos productivos. Aquí solo analizamos el comercio internacional y aprovechamos a Ricardo para discutir sus causas y consecuencias. La idea central de la TVC es que la especialización comercial internacional reposa sobre el principio de la ventaja comparativa, concepto que expuso Ricardo hacia las pri-meras décadas del siglo XIX con el objetivo de oponerse al proteccionismo y que puede resumirse así: cada país se especializará en aquellos sectores productivos en que cuente con menores costos relativos (y no absolutos, a la Adam Smith)22, con la ventaja de que, así, todos salimos ganando. La explicación más difundida, y conforme los fines de David Ricardo de justificar que el libre comercio es lo mas beneficioso para todos23, es que cada país debe espe-cializarse en ciertas producciones porque es la vía o el medio de abastecerse de una ma-yor cantidad de bienes: a través del intercambio comercial se pueden disponer de mas bienes en el ámbito nacional en comparación con la situación hipotética en que un país tuviera la loca idea de tratar de producir por si mismo todos los bienes y servicios que necesita. “..Si Portugal no tuviera relaciones comerciales con otros países, en lugar de em-plear una gran parte de su capital y de su industria en la producción de vinos, con los

22 Vuelta de tuerca ricardiana respecto del escocés, que le permitía un mayor grado de universalización, es decir, incluir más casos en el festín del “todos ganan”: en particular, aquellos países que tenían desventajas absolutas en todo ahora podían salir ganando igual especializándose en un marco de comercio libre. 23 “...contribuirá en gran medida a aumentar la masa de bienes y, por consiguiente, la suma de disfrutes...” (Principios..., D. Ricardo)

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cuales adquiere de otros países la ropa y la ferretería que consume, se vería obligado a dedicar una parte de ese capital a la fabricación de dichos bienes, los cuales obtendría probablemente en menor cantidad y de inferior calidad” (Principios de EPyT, D. Ricardo, Páginas 102 y 103) Siempre movido Ricardo por el fin de que la única posibilidad de sostener las ga-nancias en Inglaterra era entonces por la vía de abaratar la subsistencia, en este caso importando “bienes salarios”, se trata de una construcción ingeniosa que habilita la po-sibilidad de incorporar todos los casos nacionales, es decir, incluyendo como ganado-res también a los países absolutamente menos eficientes en todas las producciones: los más subdesarrollados. Claro, Ricardo hablando desde el país que entonces era la potencia hegemónica en capitales y tecnología. A diferencia de Adam Smith que centraba la explicación del comercio en las ven-tajas absolutas, en Ricardo se podía ver, a través de sus ejemplos simples de dos países y dos producciones y en las situaciones “antes” y “después” del comercio, que aún aquel país que era menos eficiente en ambas producciones igualmente ganaba comerciando si se especializaba en aquella producción relativamente menos ineficiente. El supuesto era que no existía movilidad de capitales entre países como sí lo había entre regiones de un mismo país (operaba la ley de la competencia y de la igualación de las ganancias). A ambos países les convenía especializarse a condición de que la desventaja o ventaja fuera de diferente proporción en cada artículo Vamos a tratar de comprender la idea ricardiana por medio de un ejemplo simple, similar al que planteaba Ricardo: Si Inglaterra y Portugal producían telas y vinos, siendo que en función del desarrollo de las fuerzas productivas, en ambos países la situación previa al comercio era, para producir una unidad: Inglaterra: 100 horas hombres para tela 120 horas hombres para el vino Portugal: 90 horas hombre para tela 80 horas hombre para el vino Aún cuando Portugal es más eficiente en todo (mayor productividad debido a ma-yor desarrollo de las fuerzas productivas), es decir, emplea menos tiempo en la produc-ción de ambos productos, le puede convenir comerciar con Inglaterra si a cambio de una unidad de vino que le cuesta 80 horas recibe una unidad de tela que le cuesta 90 hs., ahorrándose 10 horas de trabajo. A Inglaterra también le conviene el comercio si es que por una unidad de tela que le cuesta 100 hs. le dan una unidad de vino que le cuesta 120, ahorrándose 20 hs. Si un país tiene menores costos de producción que otro pero en dife-rente proporción que el otro se da la conveniencia de salir de la situación de autarquía. Como situación anterior a que exista intercambio comercial, en Inglaterra la rela-ción era de: 1,2 de tela por cada 1 unidad de vino, en consecuencia: si puede proveerse de vino a una relación de tela-vino menor, le convendrá. Esa misma relación es en Portugal,

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sin comercio externo, de: 0,89 tela por vino, y si gracias al comercio exterior Portugal puede obtener una paga en tela mayor que 0,89 unidades de vino también le convendrá. De la misma forma, puede verse en el ejemplo que la razón de una mercancía en en ambos países es diferente a la ratio de la otra mercancía en los dos países: 80/120 es distinto a 90/100. En el intercambio, a Portugal le conviene especializarse utilizando su capital en la producción de vinos e intercambiarlos por las telas inglesas. En síntesis, si el comercio se realiza a un precio del tela que se sitúa por debajo de 1,2 y a la vez algo por encima de 0,89 (tela en términos de vino), ambos países gana-rán especializándose uno en tela (Inglaterra) y el otro en vino (Portugal)24. Puesto que la ventaja relativa de Portugal es en vinos (la eficiencia relativa es mayor), este país se especializará en producir vinos y los intercambiará con Inglaterra, que tiene ventaja relativa en la producción de textiles (si bien desventaja absoluta en ambas producciones). Liberalismo y comercio internacional Los defensores e impulsores del pensamiento económico liberal son quienes se han apropiado especialmente del concepto de ventajas comparativas para justificar la receta de la apertura comercial de las economías nacionales como lo mejor para la prosperidad. Por ejemplo, en el caso de Federico Sturzenegger (2003), apela a una metáfora explica-tiva del comercio internacional para defender el liberalismo: sería como si alumnos de la Facultad de Ingeniería de la UBA inventaran una misteriosa máquina que transforma una cierta cantidad de trigo en un auto (en el ejemplo que da sería un Peugeot 206)25. La idea es que siempre conviene abrirse al comercio externo y especializarse en producir algunas cosas y usarlas como medio de intercambio para obtener otras . En Argentina, el liberalismo económico y, en particular, el librecambio en materia de comercio internacional, posee una tradición arraigada y con no poca influencia aún en la actualidad. Recordemos que el libre comercio fue bandera de la revolución de mayo, contra el decadente monopolio español; y que suele asociarse, en una visión muy simplifi-cadora, a la supuesta “edad de oro” del período agroexportador de 1880-1930, en coin-cidencia con la formación de grupos sociales locales poderosos muy beneficiados por la sociedad comercial con el imperio británico, aceptando la reproducción del modelo de especialización en productos primarios. La defensa del libre comercio siempre se asoció con las organizaciones empresa-rias ligadas a la producción agroganadera, especialmente la centenaria Sociedad Rural.

24 El precio final dependerá de las elasticidades de la demanda. 25 Con la célebre simplificación y reducción argumentativa de los economistas ortodoxos o liberales, aunque buena para formar “common sense”, en el caso que nos ocupa y para defender la apertura comercial en Ar-gentina leemos:“...En realidad, estos alumnos descubrieron que si exportaban trigo a Francia, obtenían los recursos que les permitían importar de allí un Peugeot 206. La máquina, en realidad, es un túnel al puerto, donde los seudo ingenieros hacen el cambiazo” (F. Sturzenegger, 2003)

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En cuanto a la discusión sobre las fuentes de la ventaja comparativa, se podían diferenciar dos interpretaciones: la que se apoya en la heterogeneidad de las dotaciones nacionales de factores (versión neoclásica de Heckscher - Ohlin) y aquella otra, quizá la genuinamente ricardiana, que abre mas las posibilidades de dinamismo en la generación de VC, en tanto las expresa en términos de diferencias internacionales en la productivi-dad media del trabajo. La versión convencional de las VC: Heckscher-Ohlin

Según esta visión de las VC, inscripta en la tradición teórica neoclásica y que constituyó la ortodoxia en la materia, el comercio internacional (las ventajas comparati-vas de los países) se explica por las diferencias en la dotación relativa de los recursos poseídos por los distintos países (teoría de las proporciones factoriales), centralmente por las dotaciones relativas de trabajo y capital. En este modelo, la ventaja comparativa está determinada por la interacción entre los recursos de las naciones (abundancia relativa de los factores de la producción) y las tecnologías de producción (que influyen en la intensidad relativa con la que los distintos factores son utilizados en la producción de los bienes). Cada país se especializará en la exportación de aquellos bienes cuyas funciones de producción utilicen con mayor intensi-dad el factor productivo relativamente abundante en el mismo siendo el supuesto del modelo la inmovilidad de capitales a nivel internacional (de IED). En sentido estricto, el modelo de H-O supone que las funciones de producción son la mismas en todas partes y linealmente homogéneas, que los factores de la producción son completamente inmóviles a nivel internacional y que existe competencia perfecta (con precios al coste marginal, etc.), lo cual conduce a que las diferencias en los precios dependen de las posibilidades productiva de cada país (frontera, en condiciones de pleno empleo) que, a su vez, depende de las dotaciones de factores. Cada país exporta aquellos productos en que es usado intensivamente su fac-tor relativamente más abundante e importa aquellos que incorporan intensivamente los factores relativamente mas escasos dentro de sus fronteras. En cuanto a la versión neoclásica de H-O en Argentina, sin dudas ha tenido una aplicación muy difundida, especialmente a la hora de explicar la etapa de inserción inter-nacional “exitosa” del período agroexportador 1880-1930 y asociándose a los defensores de las políticas aperturistas que tuvieron plena aplicación en la segunda mitad de los 70 y en los años 90, a diferencia de los “industrialistas”.

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Particularmente utilizada por la tradición de historiadores económicos liberales, la defensa del libre mercado y comercio, junto con la crítica al modelo de industrializa-ción por sustitución de importaciones (ISI), frecuentemente se asoció a una concepción de defensa de una vuelta al “período de oro 1880-1930” de plena vigencia del patrón de ventajas comparativas tradicionales argentinas. Ello opacando el análisis en torno a te-mas como el del régimen de acceso y tenencia de la tierra a la hora de explicar cuestio-nes tan relevantes como la trayectoria tan diferente de la Argentina en comparación con el mejor desempeño de países como Australia y Canadá. Cuál es la consecuencia para Argentina?. Especializarse en sus ventajas compara-tivas tradicionales y, si bien ya no lo dicen explícitamente, subyace una idea de que la industrialización no es legítima en tanto implicará crear sectores ineficientes. Es decir, respetar la teoría de las ventajas comparativas (estáticas) dada la “artificialidad” de otras producciones distintas a las agropecuarias y mineras

La crítica a la teoría de las Ventajas Comparativas En palabras de Joan Robinson (1976), sobre la TVC y su pretensión implícita de beneficios extendidos también a los países periféricos: “..fue ávidamente aceptada por la opinión ortodoxa del país que más podía beneficiarse con unos mercados abiertos a sus exportaciones. Pero, en la práctica, ello se demostró a base de eliminar en los supuestos preliminares todas las dificultades que en realidad dan lugar a la aplicación de políticas proteccionistas y todos los objetivos que estas persiguen” (pág. 30, “La necesidad de reconsiderar la teoría del comercio internacional”). En la citada visión mas difundida, de cuño neoclásico-liberal, este tratamiento de cómo dos países o dos actores intercambian productos en una situación dada con benefi-cios para ambos, suele apoyar el argumento de que se debe tener como política comercial la de abolir barreras aduaneras, sin tener en cuenta la situación relativa, en materia de desarrollo económico y político, entre los participantes. La teoría, en esta versión aperturista mas difundida, oculta en un segundo plano el estadio de desigualdad bajo el que, en realidad, se estaría eligiendo pragmáticamente el “menor mal del presente” pero no “la mejor opción para el desarrollo”: la desigualdad de ingresos, de productividad, de cultura, de perspectivas de crecimiento y las relacio-nes de poder quedarían congeladas e incluso profundizadas. El principio de VC le está dando el mismo consejo al poderoso que al débil, no tomando en cuenta que los beneficios que se extrearían son desiguales y proporcionales a las diferencias existentes (C. Matus, 1987)28.

28 Matus trabajó críticamente un ejemplo de Milton Friedman en donde se universaliza el uso de la TVC: un caso en donde se justificaba que asumieran el rol de secretaria y de abogado, preguntándose C. Matus (1987): “Por-qué no piensa Friedman que para la secretaria es mas eficaz dedicar una parte de su tiempo a trabajos de me-canografía y otra a estudiar leyes o cualquier otra profesión u oficio que le permita cambiar las relaciones de intercambio y de poder a la que está sometida por la vigencia de la ley de las ventajas comparativas?”

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Existe una la larga y rica tradición crítica a la teoría de la ventajas comparativas, particularmente en lo que hace a su muy discutible corolario acerca de que “todos los países se beneficiarían con el libre comercio”: el debate de los años 60 y 70 sobre el intercambio desigual, el subdesarrollo, el sistema centro-periferia y la teoría de la dependencia con foco en la idea de que el comercio y la economía mundial impulsan mas bien la reproducción e incluso, perpetuación, de las condiciones de subdesarrollo, de de-pendencia y de acumulación de dualismo y atraso, al menos en comparación con las cono-cidas como economías centrales de desarrollo capitalista. Mencionamos aquí a la rica tradición de pensamiento social latinoamericano en ciencias sociales, es decir el estructuralismo de CEPAL y la Teoría de la Dependencia, esta última especialmente, a partir del enriquecimiento de los aportes del marxismo. Se trata de tradiciones fecundas que recurren al enfoque histórico con eje en la caracterización de la problemática del modelo periférico de acumulación producto de la conformación misma del sistema capitalista mundial y sus distintas fases coloniales e imperialistas imponiendo la extraversión y la especialización en América Latina y con ello límites a su desarrollo. Los trabajos estructuralistas originados por el argentino Raúl Prebisch, iniciador de la CEPAL29, con su concepción en términos de sistema Centro-Periferia30, sosteniendo que la posición en la división internacional del trabajo era frecuentemente una causa del desarrollo (o subdesarrollo) y no solamente un resultado de este. En 1950 Prebisch rechazaba la Teoría de la Ventajas Comparativas del comercio internacional, mostrando la evolución desfavorable de los precios de los productos pri-marios de exportación de los países periféricos en relación con los precios de los pro-ductos manufacturados importados desde el Centro. Analizó lo que veía como “tendencia secular a la caída de los términos del intercambio” para la Periferia y la concentración de los frutos del progreso técnico en el Centro. Inauguraba así una tradición de pensamien-to estructuralista en que también se destacaron nombres como Osvaldo Sunkel y Celso Furtado, en el productivo ambiente de la oficina de CEPAL en Santiago de Chile. En cuanto a la escuela dependentista marxista, partiendo de que América Latina es producto del desarrollo capitalista mundial (colonialismo, imperialismo) que define el rol subordinado de inserción de los países periféricos en la división internacional del trabajo condicionando su desarrollo. Autores como Theotonio Dos Santos, Ruy Mauro Marini, V. Bambirra, por un lado, y Fernando Enrique Cardos y Fco. Serra que luego cues-tionaron ciertos supuestos. Opuestamente a la TVC, la modalidad de articulación de América latina con la economía mundial fue y es la fuente del subdesarrollo. Es con el surgimiento de la gran 29 Nos referimos a la oficina de CEPAL, COMISION ECONOMICA PARA AMERICA LATINA (ONU), organizada por el argentino Raúl Prebisch, con sede central en Santiago de Chile y representaciones en varios países, que se constituyó desde los años 50 en un centro de fecunda producción de pensamiento social latinoamericano cono-cido como estructuralismo. 30 Recordamos el estudio pionero de Prebisch en torno a la tendencia secular al deterioro de los términos del intercambio en la Periferia, y a favor de los centros; conclusión que llevó a recomendaciones en cuanto a estra-tegias desarrollistas.

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industria capitalista moderna (etapa monopolista) durante la segunda mitad del siglo XIX que se configura una división internacional del trabajo en la que el continente cum-ple una función que favoreció el auge del centro por la vía de provisión de materias pri-mas y alimentos (caso de Argentina) y generó el tipo de economías duales y subdesarro-lladas que conocemos. Al respecto se puede consultar el excelente trabajo compilador de Theotónio Dos Santos editado en 2002 en castellano con un balance de la Teoría de la Dependencia que, por cierto, excede en mucho la sola preocupación por el comercio internacional para ocu-parse de los problemas de desarrollo capitalista en la periferia. En sus palabras, la teo-ría de le dependencia surgió hacia mediados de los 60 como “..esfuerzo crítico para com-prennder la limitaciones de un desarrollo iniciado en un período histórico en que la eco-nomía mundial ya estaba constituida bajo la hegemonía de enormes grupos económicos y poderosas fuerza imperialistas, aún cuando una parte de ellas estaban en crisis y abría oportunidad para un proceso de desconolización”. (2002) Particularmente, no podemos dejar de citar aquí sus advertencias, en tanto exis-ten importante límites derivados del mismo funcionamiento del capitalismo visto como “sistema mundial”, con centros decisivos de acumulación ya consolidados y capitales in-ternacionales que gravitan por distintas vías, y no solo comerciales, reproduciendo el desarrollo desigual y combinado en las distintas regiones del planeta, en un marco de fuertes diferencias en cuanto a recursos de poder y, en consecuencia, de desigualdad en cuanto a oportunidades. En palabras de T. Dos Santos (2002): “El enfoque del sistema-mundo busca anali-zar la formación y evolución del modo capitalista de producción como un sistema de rela-ciones económico sociales, políticas y culturales que nacen al final de la Edad Media eu-ropea y evoluciona para convertirse en un sistema planetario y confundirse con la econo-mía mundial. Ese enfoque, aún en elaboración, destaca la existencia de un centro, una periferia y una semi-periferia, además de distinguir, entre las economías centrales, una economía hegemónica que articula el conjunto del sistema”.31

Finalmente, creemos que, en un curso introductorio, está justificado detenernos en estas cuestiones del comercio internacional, atento a que existe un muy atendible consenso en torno a la vinculación entre estrategia y definición de un “modelo de país” deseado y la necesidad de configuración de un patrón de ventajas comparativas coheren-te, íntimamente ligado este a la elección -antes que nada política- de un modelo de inser-ción internacional. De ahí lo que sigue. El enfoque más actual que diferencia entre VC estáticas y dinámicas

Si bien refiere al mismo nombre de “ventajas comparativas”, se trata de un enfo-que que diferencia entre las VC dinámicas y las VC estáticas, separación conceptual mas reciente que proviene de especialistas en economía industrial y en economía de las inno-

31 Compatible con la visión de la historia del capitalismo como asociada a la existencia de ciclos largos de acu-mulación basados en centros hegemónicos, p.e. con la identificación de cuatro ciclos: el genovés, el holandés, el británico y el norteamericano.

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vaciones. Como ejemplo, mucho de la producción teórica y las preocupaciones de los au-tores “estructuralistas” de la CEPAL en los últimos 15 años. La visión dinámica de las VC, ver a estas en un sentido dinámico y no estático, implica incorporar una dimensión temporal y de “dirección consciente” en materia de construcción de ventajas y es clave a la hora de dar cuenta teóricamente de los proce-sos de industrialización de la inmensa mayoría de los países cuyo desarrollo industrial y especialización fue posterior a la de los que encabezaban la vanguardia tecnológica: la industria nace siempre con desventaja comparativa, lo cual, lejos de conducir a la de-fensa del liberalismo económico como receta para el desarrollo, mas bien lleva a que ma-yores grados de intervención y planeamiento estatal serían necesarios en una estrategia de construcción de ventajas comparativas si no se quiere renunciar al desarrollo de una base productiva de cierta complejidad (curvas de aprendizaje tecnológico, rendimientos dinámicos de escala, empleos mejores, tc.). Intentar conseguir mejores posiciones en la división internacional del trabajo, en aquellos nichos mas dinámicos del comercio internacional, constituye un factor clave en la lucha por una estrategia de desarrollo capitalista nacional, con eje en la necesidad de desarrollo tecnológico.

No deja de ser oportuno recordar en Argentina, dado el arraigo que suelen tener ideas aperturistas supuestamente proeficientistas, que la performance de la producti-vidad industrial es en realidad un elemento endógeno al propio proceso de desarrollo industrial, ya que la eficiencia es función de la existencia misma de un tejido industrial desarrollado, de aprendizajes tecnológicos, de economías de aglomeración o clusters, etc. Se trata de un concepto de eficiencia dinámica y no estática. Un ejemplo que suele narrarse como evidencia, es la experiencia de los pioneros de la industria automotriz japonesa, allá por la década del 50, en ocasión de una solicitud de créditos al Banco de Tokio: en función de la visión tradicional o estática de las venta-jas comparativas, asociada al liberalismo económico, no sería eficiente dar créditos para el desarrollo industrial automotriz si los automóviles podían ser provistos a menores precios y mejor calidad por la industria americana, es decir, importándolos. Pero todos sabemos como siguió la historia y de los logros del desarrollo industrial japonés, ejemplo claro de esta visión dinámica de la construcción deliberada de un patrón distinto de ventajas comparativas32. La visión estática de las VC, basada en un enfoque estático (atemporal) de la eficiencia productiva, hace suya la idea smithiana de que no se debe producir nada do-mésticamente si existe la posibilidad de adquisición a precios mas baratos por la vía de la importación. Se condice con la versión mas “pro mercado” y de aceptación pasiva de las señales de precios en un momento dado, como guía excluyente para la toma de decisiones productivas.

32 Un renovado impulso a esta visión dinámica la dieron las experiencias relativamente recientes de industriali-zación de países del Sudeste asiático.

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A partir de esta diferenciación se abre la posibilidad de una aproximación mas ajustada a la realidad compleja del comercio internacional, y se explica porqué existen diferencias entre los países. De lo contrario, poco quedaría con aptitud para dar cuenta teórica del comercio, hoy predominantemente entre países desarrollados, quedando en consecuencia reducida la capacidad explicativa de la visión estática al comercio de tipo "inter-rama" (productos primarios – bienes industriales). Las economías nacionales intercambian bienes y servicios a través de flujos cru-zados de exportación e importación pero, contrariamente a los esquemas de la visión teórica neoclásica estática de la TVC, la norma es que coexisten las exportaciones e importaciones de bienes similares (no idénticos). Es decir, tales flujos de comercio se relacionan con la diferenciación de productos en el marco de una extendida y predomi-nante competencia monopolística (y de rentabilidades relativas distintas). Esta forma de competencia oligopólica había sido estudiada por Chamberlin en 1932, pero en aquello que hace al comercio interno de los países. En el comercio interna-cional, los trabajos pioneros de Linder (1961) habían puesto de manifiesto el rol de la diferenciación de la oferta o de la demanda, y ya en los 80 este tema es retomado por autores anglosajones a partir de las contribuciones de P. Krugman (1979) y L. Tyson (1992). La “Nueva Teoría del Comercio Internacional” de estos últimos autores formalizó las bases microeconómicas de este tipo de comercio, basándose en la existencia de eco-nomías de escala en la producción de una gama reducida de variedades de un mismo pro-ducto. A partir de los nuevos enfoques de la Nueva Teoría del Comercio Internacional y de la corriente de los teóricos del cambio tecnológico o “evolucionaistas” o “neo-schumpeterianos”, atrás han quedado los análisis más simplistas centrados en la dotación relativa de factores (en un momento dado). En efecto, estas corrientes enfatizan el rol de las economías de escala, la exis-tencia de factores reproducibles con rendimientos no decrecientes (centralmente el capital humano), los efectos de derrame entre industrias y las diferencias internaciona-les en materia de conocimientos y capacidad tecnológica. Remarcamos nuevamente como aspecto interesante, que este tipo predominante de intercambio comercial opera entre países relativamente cercanos en cuanto a grado de desarrollo económico, siendo que la mayor parte del flujo de comercio se realiza en-tre las regiones mas desarrolladas del planeta. Como visión mas difundida de idea de creación de ventajas “competitivas” está el interesante trabajo de Michel Porter (1991), quien señala que la emergencia de ventajas depende de una compleja evolución de relaciones competitivas y cooperativas entre fir-mas locales, políticas públicas y de un marco de instituciones sociales y políticas (Peter Evans, 1995).

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Renta Diferencial a Escala Internacional (RDEI):

un concepto relevante en el análisis del capitalismo argentino A los fines de mayor generalización, y ya en el plano de mayor elaboración teórica que nos ofrece el sistema marxista sobre la dinámica clave de la acumulación, sabemos que la competencia de capitales por la apropiación de plusvalor (excedente) produce cierta tendencia a la nivelación (igualación) de las tasas de ganancias entre las distintas ramas de un sistema productivo, mientras que reproduce tasas de ganancias diferentes dentro de una misma rama33.

Algunos capitales individuales, dentro de una misma rama, obtendrán alguna ga-nancia extraordinaria basada en alguna ventaja que habilite un costo unitario menor, ventaja que puede ser creada (innovaciones tecnológicas blandas o duras, subsidios esta-tales, etc.) o natural (originada en las características de los recursos naturales: yaci-mientos más productivos, fertilidad, etc.). En el primer caso, ligada a la industria y los servicios, suelen denominarse cuasi rentas, y cuando provienen de ventajas naturales se denominan rentas diferenciales.

Se trata de ganancias mayores a las “normales” promedio, cuya búsqueda motiva

en las economías más desarrolladas las innovaciones tecnológicas que permiten poseer una delantera y, por ello, una posición monopólica hasta que la imiten y copien y deba compartir el mercado ganado con la nueva competencia, como ejemplos: la invención de un producto (Ford y el automóvil, Motorola y los celulares), la mejora de proceso produc-tivo u organizacional que permite bajar costos, nuevas maquinaria y equipos mas produc-tivos y de calidad que permiten diferenciar productos.

Repetimos, la existencia de cuasi-rentas y rentas diferenciales depende de que el

sistema de precios dentro de esa rama lleve a que el precio de mercado dependa de las condiciones menos favorables en materia de costos (costos más altos).

Para el caso ricardiano de determinación del precio en función de las tierras mar-

ginales, en palabras de Adela Plasencia (1995) en su análisis del caso argentino: “..como las ventajas que otorgan los recursos naturales no son ‘reproducibles’ ni están general-mente ‘disponibles’ para todos los capitales de la rama, es aceptable sostener que la ex-pansión de la oferta se realice aumentando la participación de la producción proveniente de las tierras marginales en el total del producto...”

En este marco teórico, es posible hablar para Argentina de una Renta Diferencial a Escala Internacional, como el caso de Guillermo Flichman (1977), E.Laclau y Adela Plasencia (1995), a partir de la existencia de ventajas en la posesión de tierras fértiles, y de un sistema de precios y tasa de ganancia doméstica con cierta correspondencia res-pecto de los valores internacionales. Se trata de un concepto íntimamente ligado a la

33 Ciertamente, este postulado es muy plausible en el plano teórico y a los fines del entendimiento de los proce-sos y tendencias, no quedando invalidado a esos fines aún cuando la realidad industrial con predominio oligopó-lico y monopólico en los mercados ya vuelve mas compleja su verificación empírica.

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discusión sobre el desarrollo capitalista argentino, a partir del momento en que la Ar-gentina formó parte de la “Periferia Próspera” del Capitalismo hacia el último cuarto del siglo XIX (modelo agroexportador), en ese entonces, bajo el esquema de división inter-nacional del trabajo asociado a la hegemonía británica. Lo importante es que, en la línea de autores como Adela Plasencia (1995) y Gui-llermo Flichman (1977), la existencia de renta agraria a partir de la extraordinaria fer-tilidad de sus tierras pampeanas es una regularidad con vigencia en distintos regíme-nes de acumulación en la Argentina, tanto en la etapa agroexportadora como en la ISI (industrialización sustitutiva de importaciones) cuando no, en períodos mas recientes34 y actuales, ya adicionando también la proveniente de recursos minerales y energéticos. Una diferenciación importante a la hora de tener una aproximación al rico debate sobre la presencia de la renta diferencial en Argentina, es la que hace A. Plasencia entre “apropiación” y “generación” de la renta, lo cual conduce a diferenciar al sector agrario del sector rentista en el sentido en que existen otros agentes distintos a los terrate-nientes que igual participan de la apropiación de parte de la renta (acopiadores, transportistas, sector financiero, agroindustrias, empresas comercializadoras, estado, etc.) en tanto tienen posibilidad de imponer condiciones por monopolizar tramos de pro-cesos de producción o circulación. Sobre el rol de la Renta como instancia clave o forma institucional omnipresente a lo largo de la historia económica argentina:

“..Repartiendo renta es posible dar cumplimiento a las dos condiciones de la acu-mulación (la de producción de plusvalor suficiente para sostener la tasa de ganancia, y la de su realización). Se pueden sostener las tasas de ganancia de los capitales individuales, aún en ausencia de avances en la productividad, repartiendo renta, y se puede garantizar la realización de dicho plusvalor sosteniendo la demanda, de consumo o de inversión, también repartiendo renta..” (A. Plasencia, 1995).

Más aún, “..la redistribución de renta agraria es una de las formas, quizá la más

general, de la regulación, en el sentido que mediante tal redistribución, se logra dirimir (o postergar) las contradicciones implícitas en las relaciones sociales de producción fun-damentales”. (A. Plasencia).

Los instrumentos que tradicionalmente vehiculizaron la redistribución de la

renta entre distintos actores sociales son básicamente tres: fiscales (p.e. reten-ciones), cambiarios y de control de precios.

Debemos incluir al Estado entre los que han logrado en ciertos momentos apro-

piarse de partes de la renta, a la vez que ha jugado un rol importante en la segunda re-distribución de renta través de medidas típicas como créditos subsidiados, aumentos de salarios, inversión pública, expansión de actividades estatales, subsidios a la pobreza, 34 Por ejemplo, en un artículo reciente, A Costa, A. Kiciloff y C. Naón destacan la importancia clave de la renta diferencial internacional en el sostenimiento de un peso sobrevaluado durante la reciente experiencia argentina de Convertibilidad por 10 años en los 90 (2004, Revista Realidad Económica, número 203), incluyendo también a la renta proveniente de hidrocarburos (básicamente gas y petróleo).

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etc. Por ejemplo, fue una fuente de recursos, durante la vigencia de la ISI, para finan-ciar políticas de desarrollo industrial.

Hugo Nochteff (1998), tomando en cuenta también el proceso de industrializa-

ción nacional, caracteriza a las elites dirigentes empresariales argentinas predominantes como habituadas al aprovechamiento de cuasi-rentas y rentas diferenciales, pero las primeras de tipo “no tecnológicas”, producto de la creación de “monopolios no transito-rios” (p.e. subsidios, protección monopólica estatal) y de comportamientos tecnológicos “débiles”, pasivos y de “adaptación tardía” de innovaciones generadas en otros países. Este autor sitúa en estos comportamientos la causa central de la ausencia de desarrollo capitalista en Argentina.

Finalmente, y aún cuando estemos aquí lejos de pretender agotar un debate tan

relevante siendo que trasciende largamente los objetivos de este ensayo, E. Arceo (2003) cuestiona la pertinencia de los dos conceptos estrictos de: “ventajas comparati-vas”, en su versión neoclásica y bajo el supuesto de no movilidad internacional de capita-les, y de “renta diferencial internacional”, con el supuesto de precio único internacional en función de tierras menos fértiles, a la hora de dar cuenta del caso argentino; seña-lando y proponiendo lo que a su juicio serían categorías más apropiadas para el análisis del caso y que remiten, además de a la dotación de factores, a “..un complejo de elemen-tos históricos, sociales y tecnológicos.”35

Ricardo inspirando los modelos estructuralistas para Argentina Resulta oportuno mencionar acá el antecedente de los aportes de David Ricardo respecto de los conocidos como clásicos modelos de tipo “stop and go” o “de dos secto-res” como representación de la economía argentina; elaborados y discutidos por aquellos autores como O. Braun y L. Joy; Díaz Alejandro; A. Canitrot; J. Villanueva y A. Ferrer.

También subyace el planteo ricardiano en los iluminadores y no menos vigentes enfoques, del tipo de los llamados por Marcelo Diamand como “EPD”, Estructura Produc-tiva Desequilibrada, o “enfermedad holandesa evolutiva” (H. Nochteff), inscriptos en la tradición “cepaliana”36 de enfoques sobre dualismo y de “heterogeneidad estructural y especialización productiva” para caracterizar a las economías capitalistas periféricas, para diferenciarlas de las economías desarrolladas del Centro capitalista (homogeneidad estructural y diversificación productiva”).

A partir de los años 30 con el inicio del proceso de industrialización por sustitu-

ción de importaciones por parte de una economía primarizada, Argentina se asociaba a un conflicto de tipo intercapitalista similar al planteado por David Ricardo en torno a la apropiación de recursos para dinamizar el crecimiento, con los terratenientes y los in-

35 Utilizando nociones como “renta internacional” (a secas), régimen de tenencia de la tierra, régimen de acceso a la explotación de las tierras, régimen de acumulación, modalidades de la dominación oligárquica, análisis y caracterización diferente de las condiciones imperantes hacia fines del siglo XIX y principios del XX). 36 Nos referimos nuevamente a la CEPAL, COMISION ECONOMICA PARA AMERICA LATINA (ONU).

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tereses agroexportadores, de un lado, y la posibilidad de capitalistas industriales que acumularan en base al mercado interno, del otro. Entre nosotros también se dio el con-flicto en torno al precio de los alimentos, sólo que en relación con las exportaciones a diferencia del caso inglés que proponía importar para abaratarlos. Una discusión propia de situaciones en que se plantea la posibilidad de desarrollo dejando atrás la condición de “economías agrarias o mineras”.

Los modelos de “dos sectores” consistían en diferenciar un sector industrial y de

servicios más complejos, importador de tecnología, insumos y bienes de capital y con menor productividad relativa que el otro sector; un sector agropecuario, productor efi-ciente y exportador de “wage goods”, proveedor de divisas, bienes salario y renta dife-rencial.

También se plantea que el crecimiento industrial y del nivel de empleo y de activi-

dad económica en general, además de arrastrar un fuerte crecimiento en las importacio-nes de insumos y bienes de capital (restricción externa), demanda mayores “bienes sala-rios”, es decir, aquellos cuyos precios son decisivos en la conformación del salario real de los trabajadores y en los costos de producción de aquellas actividades productivas más complejas tecnológicamente.

En consecuencia, vemos un conflicto de intereses similar al ricardiano: el dilema

de exportar o vender más barato en el mercado interno nacional37; el de limitarse a res-petar la renta diferencial apropiada por los grandes intereses ligados al sector agrope-cuario nacional al costo de descuidar los salarios reales de los trabajadores y los costos de producción nacional en escalones más complejos técnicamente.

Se genera así la dinámica conocida como de tipo “stop and go”, el incremento de la

demanda doméstica que beneficiaba a los sectores manufactureros presionaba sobre la balanza comercial (crisis externas) y conducía a la necesidad de devaluaciones con efec-tos contractivas del nivel de actividad, mejora en el beneficio a los exportadores, infla-ción, encarecimiento de los alimentos y caída de los salarios. Es decir, un condiciona-miento estructural del crecimiento, imposibilitando su continuidad en el tiempo ya que el ajuste se dio frecuentemente por reducciones en el nivel de actividad económica interna (contracción) y no por profundización de la sustitución de importaciones o aumento de las exportaciones de modo de permitir relajar la restricción externa. Lo que Oscar Braun y Leonard Joy llamaban un modelo nacional de “estancamiento”38.

37 Concepto de tipos de cambios múltiples o diferenciados a través del manejo conjunto de instrumentos cam-biarios, impositivos, subsidios, etc., de modo de atender los distintos objetivos de: no deteriorar la distribución de ingresos y contemplar la situación e diferencias sectoriales. 38 Para una revisión crítica de esta postura “estancacionista”, a partir del alto crecimiento del período 1964-1974, puede consultarse la obra de Eduardo Basualdo (2006)

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Apartado: Sobre cierta terminología actual relacionada con comercio exterior: A los efectos de definir los factores determinantes de las ventajas comparativas de un país, resulta fructí-fero clasificar los bienes y servicios producidos dentro de sus fronteras según el criterio que diferencia entre: - bienes diferentes por naturaleza, relacionados con un tipo de comercio inter-rama - bienes similares pero diferenciados por sus cualidades (niveles diferentes de calidad dentro de la gama), que definen más bien un tipo de comercio "intra-rama". Cuando el comercio externo involucra intercambio de productos diferentes, la ventaja comparativa que pueden adquirir los productores residentes de un territorio nacional encuentra su origen en cuatro fuentes, que operan ya sea alternativa o complementariamente:

(1) un territorio con abundantes recursos naturales (2) bajos costos relativos debido a una asignación de los recursos productivos en aquellas ramas

que utilizan más intensivamente los factores de la producción relativamente más abundantes en ese territo-rio (casos a la “Heckscher-Ohlin”)

(3) bajos costos relativos por la mejor posición tecnológica en aquello que hace al proceso producti-vo ( a nivel microeconómico), frecuentemente asociados a la generación de economías de escala (curvas de aprendizaje)

(4) obtención de posiciones monopólicas gracias a la creación de nuevos productos Cuando el comercio externo involucra productos similares que, aún cumpliendo la misma función en cuanto a su valor de uso, se trata de una diferenciación generalmente asociada a su fabricación por parte de produc-tores distintos (p.e. marcas como en la industria automotriz); dos fuentes de las citadas anteriormente dejan de tener importancia: los recursos naturales y la dotación de los factores de la producción. En efecto, este es el caso del intercambio o comercio de tipo intra-rama o “intra-industrial” que concierne muy especialmente a países con similares grados de desarrollo, es decir, con dotaciones similares de recursos naturales y factores, y que viene demostrando el mayor dinamismo. En este caso de comercio de bienes “diferenciados”, juegan los otros factores:

- esencialmente el (3): la capacidad de innovación a nivel de proceso de producción - la capacidad de creación de nuevos productos, en el solo caso en que ella conduzca a un mayor nú-

mero de variedades (4) La mayoría de los especialistas (Porter, 1991; Coriat, 1994; Mathis et al, 1988, y Asensio y Mazier, 1991) han señalado que un patrón de especialización de calidad es el que se centra sobre este último tipo de bienes "diferenciados", también llamados por algunos “complejos” o con “mayor valor agregado intelectual” (y no solo ramas “high tech” sino también, p.e. diseño, que incluye casos de industrias tradicionales como la textil o el calzado) . Más aún, al respecto, M. Porter (1991) utiliza como criterio de eficacia a la hora de evaluar los resultados de una estrategia competitiva al crecimiento en la importancia de aquellos rubros de exportación ligados a los segmentos más dinámicos del mercado internacional, en donde prevalecen los bienes de mayor valor agregado, la calidad y la diferenciación. Por otra parte, nos parece pertinente una diferenciación conceptual de las ventajas comparativas respecto de la noción de competitividad que es la más utilizada en los últimos años (tomada de G. Lafay y C.Herzog, 1989), CEPII39):

-la competitividad se refiere a un producto dado y se mide entre países, en tanto que la ventaja comparativa se mide entre productos y para un país dado.

39 Centre d'Etudes Prospectives et d'Information Internationales.

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- la competitividad está sometida a la coyuntura macroeconómica mientras que la ventaja compara-tiva tiene un carácter más "estructural". Finalmente, la noción de competitividad remite en definitiva a un enfoque de carácter “sistémico” (el desa-rrollo capitalista): en relación con el crecimiento económico, se trata de la habilidad para hacer retroce-der los límites de la restricción externa, involucrando todos los aspectos que hacen a la "calidad" organi-zacional e institucional y a los "costos nacionales"40. De ahí que esta noción se refiera particularmente a "capacidades nacionales", en el sentido de:

- la capacidad de una nación para exportar volúmenes crecientes de su producción - la generación de condiciones para defender su mercado doméstico de la competencia de producto-

res del exterior, sin elevar la protección efectiva de la economía.

40 En especial para la industria, relacionándose con las ideas de "configuración de racimos productivos" (siner-gias, spillovers) y "cadena de valor" (eslabonamientos productivos desde la comercialización hasta la etapa de obtención de la materia prima)

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Nota: Cambridge, poskeynesianos y “neo-ricardianos”

La vigencia de los clásicos como punto de partida, en especial del “sistema ricardiano”, fue especialmente revalorizada por los conocidos como economistas post-keynesianos de la Universidad de Cambridge, Inglate-rra, con el gran impulso que le dio en particular la llamada “controversia sobre el capital”41, allá por la década del 60 del siglo pasado. Entre los representantes más destacados se encuentran Joan Robinson, Luigi Pasi-netti, Nicolás Kaldor, Maurice Dobb y Piero Sraffa, pudiendo agregar por sus afinidades y continuidades a otros como Michal Kalecki, Carlo Benetti y Jean Cartelier. A propósito de Sraffa, a través de su obra “Producción de mercancías por medio de mercancías", 1959, for-muló de manera rigurosa el modelo general ricardiano, apuntando, con su interpretación, a echar luz sobre algunos conceptos que incluso no habrían sido definidos con claridad por el mismo David Ricardo (ni por Marx inclusive, para algunos autores, especialmente con la cuestión de la transformación de valores en precios). En el caso de la modelización sraffiana, se refiere a la producción en una sociedad capitalista, sintetizando las premisas de la siguiente forma: - El proceso de producción involucra, en materia técnica, la aplicación de trabajo a los insumos (bienes que forma parte de la elaboración de otros bienes), con la ayuda de instrumentos productos de trabajo realizado en el pasado. - La producción se organiza a través de un esquema de división social del trabajo en un conjunto de indus-trias o actividades. Existe como requisito una tasa de cambio entre cualquier par de mercancías producidas, que dan un valor a las distintas cantidades físicas intervinientes en dicha producción. - Se genera un excedente por encima de la reposición de los insumos consumidos, cuyas cantidades surgen de los requerimientos técnicos de mercancías necesarias para la producción. Una parte del excedente será apropiada por los trabajadores ocupados, definida su magnitud en forma técnica, por el valor de la canasta de bienes necesarios para la subsistencia y reproducción de la fuerza de trabajo. Es un coeficiente técnico más. - La otra parte del excedente es apropiada por los propietarios del capital, invertido en la producción bajo la forma de una tasa (proporcional) de beneficio. Dicho capital era entendido como fondo de salarios adelanta-dos por el inversor. Solo por citar una referencia relevante en materia de economía teórica, a partir de la contribución de Piero Sraffa se demostraba que es imposible basar la teoría de la distribución del Ingreso en la sustitución técnica de factores, como lo hacen los economistas neoclásicos, con el corolario de que la remuneración de los factores de la producción dependía entonces de su productividad marginal. Se cuestiona así la difundida concepción neoclási-ca que supone incorrectamente la supresión de la especificidad del problema de la distribución en relación con el problema de la determinación de los precios (teoría del valor). En cuanto a las repercusiones del modelo de Sraffa en Argentina, O. Braun (1973) elaboró una versión de la teoría del intercambio desigual y del imperialismo, integrando parte de ese aparato conceptual y metodoló-gico; “...Estoy convencido de que de la apropiación por parte de la economía marxista de los resultados obte-nidos por la Escuela de Cambridge, puede esperarse, en este y otros campo de análisis, un enriquecimiento sustancial de la teoría marxista..”. Para mayor detalle, y como una muy buena referencia, puede consultarse asimismo el libro de Alfredo Mon-za, sobre el modelo de Sraffa, editado por el IDES. Actualmente, cierta recuperación de conceptos del espíritu sraffiano y poskeynesiano aparece como fructí-fera en las temáticas vinculadas a la discusión sobre el multiplicador keynesiano de la demanda, jugando el supuesto de “exogeneidad” de la distribución del ingreso.

41 Se trató de un debate con autores de formación neoclásica, especialmente los de Cambridge EEUU.

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