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COMO HABLAR BIEN EN PBLICO E INFLUIR EN LOS HOMBRES DE NEGOCIOS

DALE CARNEGIE

COMO HABLAR BIEN EN PUBLICOE INFLUIR EN LOS HOMBRES DE NEGOCIOS

Traduccin y adaptacin deJORGE CIANCAGLINI

EDITORIAL SUDAMERICANA

PRIMERA EDICION Octubre de 1947

INTRODUCCION En toda la nacin se est produciendo un movimiento de educacin adulta; y la fuerza ms sorprendente de este movimiento es Dale Carnegie, un hombre que ha escuchado y criticado ms discursos de gente adulta que ningn otro ser humano. De acuerdo con un reciente "Crase o no", de Ripley, ha criticado 150.000 discursos. Si esa suma no nos impresionare por s sola, recordemos que significa un discurso por cada da transcurrido desde el descubrimiento de Amrica. O en otras palabras, si todos los hombres que hablaron delante de l lo hubieran hecho durante slo tres minutos cada uno, y en rpida sucesin, habra debido escuchar un ao completo, con sus das y sus noches. La carrera de Dale Carnegie, llena de bruscos contrastes, es un ejemplo de lo que puede lograr un hombre que est asediado por una idea original y aguijoneado por el entusiasmo. Nacido en una alquera de Misuri, a diez millas del ferrocarril, no vi un tranva hasta que tuvo doce aos: hoy a los cuarenta y seis, le resulta familiar cualquier rincn de la tierra, desde Hong-Kong hasta Hammerfest; y en cierta oportunidad estuvo ms cerca del Polo Norte que el almirante Byrd del Polo Sur, en Little America. Este muchacho de Misuri que coga moras y cortaba castaas por cinco centavos la hora, gana hoy un dlar por minuto enseando a los jefes de grandes compaas comerciales el arte de la expresin. Este muchacho que fracas por completo en las seis primeras veces que habl en pblico, fu ms tarde mi empre7

2a. Reimpresin en Mxico: marzo, 2003 Queda hecho el depsito que previene la Ley 11.723 C1947, Editorial Sudamericana, S.A. Humberto 1531, Buenos Aires. ISBN: 950-07-0155-3 Ttulo del original en ingls: Men in Business Public Speaking and Influencing

sario comercial. Gran parte de mi xito lo debo a las enseanzas de Dale Carnegie. luchar duramente para educarse, El joven Carnegie debi porque la mala suerte sola ensaarse con la vieja alquera Desalentada ante una sucesin de fracasos, la fade Misuri. milia vendi la alquera y compr otra en el mismo Estado, cerca de la Escuela Normal de Warrensburgo. Por un dlar diario le daran estancia y comida en el pueblo. Pero Cardiariamente a negie no lo tena. Se qued en su casa y fue caballo a la escuela normal, que estaba a tres millas de distancia. seiscientos estudiantes en la escuela, y Dale CarneHaba gie era uno de los cuatro o cinco que no podan quedarse a que haba algunos grupos comer en la ciudad. Pronto vio en la escuela que eran los que ejercan influencia y posean eran los buenos jugadores de futbol y beisbol, y prestigio:ganaban los concursos de debates y elocuencia. los que Puesto que los deportes no le atraan, decidi ganar un concurso de oratoria. Pas meses preparando sus discursos. mientras galopaba de ida y de vuelta a la Los practicaba mientras ordeaba las vacas, y escuela normal; practicaba y con gran placer y entusiasmo se suba a una parva de heno, echaba un discurso a las asustadas palomas, exhortndolas a interrumpir la inmigracin japonesa. Pero a pesar de toda su vehemencia y preparacin, sufri no un derrota tras derrota. Y de pronto comenz a ganar, concurso, sino todos los concursos de la escuela. Otros estudiantes le pidieron que los adiestrara. Y tambin ganaron. Una vez graduado, comenz a vender cursos por corresW yoming. pondencia a los "rancheros" de Nebraska y A pesar de su inquebrantable energa y entusiasmo, no tuvo xito. Se desalent tanto, que regres al cuarto de su hotel, en Nebraska, se ech sobre la cama y llor amargamente. Deseaba volver a la escuela, deseaba replegarse de la dura batalla de la vida; pero no era posible. Entonces decidi a Omaha y conseguir otro trabajo. No tena dinero para el ir 8

Pasaje, y viaj en un tren de carga, alimentando y abrevando dos vagones de caballos como pago de su viaje. Se ape en Omaha del Sur y consigui san empleo de vendedor de tocino, manteca de puerco y jabn, para Armour y Compaa. Su territorio se extenda desde las Tierras Malas hasta el Pas Indio de Dakota Occidental. Recorra su territorio en tren de carga, en diligencia y a caballo, durmiendo en mesones de pioneers donde la cnica divisin entre pieza y pieza era una sbana de muselina. Estudiaba libros sobre el arte de vender, montaba potros salvajes, jugaba al pker con mestizos y aprenda a cobrar dinero. Cuando algn almacenero del interior del pas no poda pagar al contado el tocino y el jabn que le haba pedido, Dale Carnegie le sacaba de los anaqueles una docena de pares de zapatos, los venda a los ferroviarios y giraba el producto a Armour y Compaa. A los dos aos, esta zona, que ocupaba el vigsimoquinto lugar en importancia para la firma comercial, pas a ocupar el primero. La compaa le quiso ascender. "Ha realizado usted lo que pareca imposible." Pero Carnegie rechaz el ascenso y renunci. Renunci, fu a Nueva York estudi en la Academia Americana de Arte Dramtica, y recorri el pas representando el papel del doctor Hartley en Pollyl a del circo.

Nunca hubiese llegado a ser un Booth o un Barrymore. Tuvo el tino de reconocerlo. Y se dedic a las ventas nuevamente, esta vez de automviles, para la Compaa Packard. Nada saba de mecnica, y nada le importaba ignorarla. Profundamente desdichado, tena que dedicarse todos los das a sus tareas comerciales. Ansiaba tener tiempo para estudiar, /,ara escribir los libros que haba soado escribir cuando era e studiante. Y renunci. Se dedicara a escribir cuentos y novelas, y se mantendra enseando en una escuela nocturna. Enseando qu? Contemplando su pasado, apreciando los neficios de sus estudios, comprendi que el bablar en pblico le haba instilado ms confianza en s mismo, ms prestancia, ms valor, y ese don para tratar con hombres debe

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negocios, que todas las otras asignaturas de la escuela juntas. Entonces solicit de las escuelas de la Asociacin Cristiana de jvenes, en Nueva York, permiso para dar cursos de ara hombres de negocios. oratoria pConvertir a hombres de negocios en oradores? AbQu? surdo. Lo saban por experiencia. Haban probado ya, y haban fracasado. Cuando se negaron a pagarle un sueldo de dos dlares por noche, Carnegie accedi a percibir un tanto por ciento -caso que los hubiere-. A los tres aos de los beneficios le pagaban treinta dlares por noche sobre esa base, en vez de los dos que l haba pedido. El curso se ampli. La fama lleg hasta otras Asociaciones Cristianas de Nueva York, y luego de otras ciudades. Pronto Carnegie efectuaba triunfales giras por Filadelfia, Baltimore ms tarde, Londres y Pars. Los libros de texto eran y, demasiado acadmicos, poco prcticos para los que se agol paban en las aulas del notable profesor. Lejos de acobardarle hablar bien antecedente, escribi uno titulado Cmo estepblico e influir en los hombres de negocios. Este libro en es hoy el texto oficial de todas las Asociaciones Cristianas de jvenes, como tambin de la Asociacin Bancaria y de la Asociacin Nacional de Crdito. Hoy concurren muchos ms adultos a las clases de Carnegie que a los cursos de oratoria de las universidades de Columbia y Nueva York juntas. Dale Carnegie afirma que cualquier hombre es capaz de hablar cuando se excita. Dice que si alguien da un trompis y tumba al ms ignorante individuo de la ciudad, ste se incorporar y hablar con tanto ardor, nfasis y elocuencia, que Guillermo Bryan le envidiara. Alega que casi cualquier persona puede hablar en pblico pasaderamente si tiene confianza en s misma y una idea que le est abrasando el seso. La mejor manera de lograr confianza en s mismo, dice, es hacer lo que tenemos que hacer, y dejar una estela de experiencias felices. Por esto obliga a todos sus alumnos a hablar todos los das de clase. Los alumnos lo hacen de buena 10

gana. Todos estn en el mismo barco: y por la prctica constante, nutren su valor, confianza y entusiasmo, del que ya no se desprendern ms. Dale Carnegie nos dir que se ha ganado la vida durante todos estos aos, no con la enseanza de la oratoria -eso fi accidental-, sino ayudando a los hombres a dominar sus temores y a desarrollar su valor. Comenz simplemente con un curso de oratoria, pero sus alumnos eran hombres de negocios. Muchos de ellos no habon visto un aula por treinta aos. Los ms de ellos pagaban la enseanza a plazos. Queran eficacia, resultados, y pronto; resultados que pudiesen aplicar en sus negocios al da siguiente. Esto le oblig a ser rpido y prctico. Y as es como ha creado un mtodo de adiestramiento original, nico, sorprendente combinacin de Arte de hablar en pblico, Arte de vender, Relaciones humanas, Desarrollo de la personalidad y Psicologa aplicada. William James sola decir que el hombre medio slo desarrolla un diez por ciento de sus posibilidades mentales latentes. Dale Carnegie, al incitar a hombres ya adultos a que descubran sus vetas y exploten sus ocultos minerales, ha iniciado uno de los movimientos ms importantes en la educacin de adultos.LOWELL THOMAS.

CAPTULO I

DESARROLLO DEL VALOR Y DE LA CONFIANZA EN SI MISMO

preciAunque todos los hombres no tienen sin de ser oradores, ni escritores pblicos, o carecen de aptitud o disposicin para estos oficios; sin embargo tendrn muchos de ellos, en difentes situaciones de la fortuna y destinos de la re vida civil, ocasiones de acreditar con el imperio de la palabra su mrito, su puesto, su estado, su poaer o su talentoANTONIO CAPMANY

Hemos dicho que ese sujeto escribi muchos Los lilibros. S, s, ndense ustedes con libros! bros no sirven para nada en tanto que no se puedan pronunciar discursos. El hombre de la esta Se concibe un tua y que no haya sido orador. hombre que tenga estatua y que no haya sido orador? Cmo un hombre que no haya sido orador puede tener estatua? Horror nos causa el Un hombre que no es capaz de hablar pensarlo. en pblico una hora seguida, qu derecho puede tener a que se le inmortalice en una efigie de bronce?AZORN

Ms de dieciocho mil hombres de negocios, desde 1912 hasta la fecha, han concurrido a las clases sobre el arte de hablar en pblico que el autor ha dictado. Los ms de ellos, a pedido de ste, han narrado por escrito las causas que los movieron a inscribirse para tal adiestramiento y el resultado que esperaban obtener. El deseo primordial, la necesidad apremiante que todas estas cartas expresaban, era -desde luego que con fraseologa muy diversa- uno solo: "Cuando las circunstancias me obligan a hablar -escriba uno tras otro me pongo tan nervioso, me arredro tanto, que no puedo ya razonar con fluidez, concentrar la atencin, ni recordar qu tena pensado decir. Quiero adquirir confianza en m mismo, serenidad, y suficiente presencia de nimo para poder pensar cuando estoy en pie delante de un auditorio. Quiero llegar a dominar mis pensamientos, desarrollarlos segn ilacin lgica, y expresarlos con claridad y vigor, as delante del directorio de un banco como en una sala de conferencias". Eran miles las confesiones a este tenor. Citemos un caso concreto. Hace algunos aos, un seor llamado D. W. Ghent se inscribi en mi curso de oratoria, en Filadelfia. Poco despus de la clase inaugural me invit a comer con l en el Crculo ele Fabricantes. Era un hombre de mediana edad, y haba llevado siempre una vida activa; diriga su propia fbrica y era figura destacada en actividades cvicas y religiosas. Mientras estbamos almorzando, se inclin hacia m sobre la mesa y me confes: -Muchas veces me han pedido que hable en una u otra reunin, pero nunca he podido hacerlo. Me turbo tanto, que pierdo la nocin de mis ideas, por lo cual he tenido que escabullirme toda la vida. Pero es el caso que ahora soy 15

presidente de la junta de sndicos de una universidad y, lgi-camente, debo echarles un discurso de vez en cuando. Cree usted que me ser posible aprender a esta altura de mi vida? -respondi-. No es -Que si lo creo, seor Ghent? cuestin de que lo crea o no. Lo s. S que puede hacerlo, y que lo har, si se empea y sigue mis instrucciones. Crey que pintaba el cuadro de color de rosa, que me Usted mostraba con exceso optimista. -Usted dice eso por amabilidad -respondime-. no quiere desilusionarme . Cuando termin su adiestramiento dejamos de vernos por algn tiempo. En 1921 nos encontramos y almorzamos nuevamente en el Crculo de Fabricantes. Nos sentamos en el mismo rincn y a la misma mesa que aquella primera Luego de recordarle nuestra anterior conversacin, le vez. pregunt si haba derrochado mucho optimismo en aquel enSin decir palabra, Ghent extrajo del bolsillo una tonces. de lomo rojo y me indic una lista de compromisos libretilla contrados para hablar en pblico. -La facultad de hacer esto -me confes-, el placer que obtengo hacindolo, y el mejor servicio que merced a ello presto a la comunidad, estn entre las satisfacciones ms nti mas deantes de esta conversacin se haba celebrado en Poco mi vida. la conferencia internacional para la limitacin Washington de armamentos. Cuando se supo que Lloyd George pensaba concurrir a ella, los baptistas de Filadelfia le cablegrafiaron invitndole a hablar en una gran reunin religiosa que se celebrara en esa ciudad. Lloyd George respondi que, si fuese Washington, aceptara la invitacin. Pues bien, el seor a Ghent me inform que le haban designado, entre todos los de la ciudad, para presentar al primer ministro baptistas britnico. era el hombre que, sentado a esa misma mesa, Y este aun no haca tres aos, me haba preguntado gravemente i me pareca posible que llegase alguna vez a hablar en si pblico! 16

La rapidez con que este hombre super todas las dificultades y triunf, est acaso fuera de lo comn? De ningn modo. Hay cientos de casos similares. Hace algunos aos, para citar otro caso concreto, un mdico de Nueva York, a quien llamaremos Curtis, pas el invierno en la Florida, cerca del campo de adiestramiento de un famoso centro futbolstico. Como senta verdadera pasin por el futbol, sola ir a ver a los jugadores ejercitndose. A poco, trab amistad con ellos, cada vez ms estrecha, y un buen da le invitaron a un banquete que se daba en honor del equipo. Al finalizar los postres, se pidi a varios convidados de nota que dijesen "algunas palabras". De sbito, con la precipitacin e intempestividad de un estallido, oy decir: -Seores, tenemos entre nosotros un mdico, el doctor Curtis, quien nos dir algunas palabras sobre la salud del j ugador de futbol. Estaba preparado el doctor Curtis? Desde luego. Estaba mejor preparado que otro cualquiera: haba estudiado higiene y ejercido la medicina durante casi treinta aos. Habra podido exponer sus conocimientos durante horas al compaero de l a derecha o de la izquierda. Pero levantarse y decir estas mismas razones delante de un concurso, aun pequeo, esto era otro cantar. Esto erizaba los pelos.' 1 1 corazn del buen mdico comenz a latir con mayor y hasta se detena en seco a veces. Nunca en su vida haba hablado en pblico, y todas las ideas que tena se hicieron uhacerm?Los.QnlpaudTosmir fijas en l. Intent negarse con la cabeza, pero esto :a ument los aplausos y la ovacin. Las voces de "Que ! Que hable!", se tornaban a cada momento ms -.flis(-nclosas e insistentes. Triste situacin de impotencia y ridiculez! Saba que, de la, levantarse, no podra pronunciar ms de diez o doce frases... por fin se l evant y, sin decir palabra a sus amigos, di ! s s vuelta y sali del saln, aturdido y humillado. nos extrae, pues, que una de las primeras cosas que ~ '17

haya hecho al volver a Nueva York fuera ir al edificio central de la Asociacin Cristiana de jvenes y alistarse en y la clase oratoria. No tena intencin de hacer el ridculo quedarse con la lengua comida por segunda vez. Como estudiante, era de los que realmente agradan al profesor: su celo por aprender tena algo do a seaba aprender a hablar en pblico, y lograr su propsito. Preparaba sus discursos con minuciosidad y los estudiaba con entusiasmo. No falt a ninguna clase en todo el perodo. Le suceda precisamente lo que le hubiera sucedido a otro cualquiera en condiciones similares: la rapidez de sus progresos no cesaba de asombrarle y de sobrepasar sus ms Despus de las primeras clases su nerhalageos clculos. viosidad remiti y la confianza en s mismo gan terreno de da en da. Al cabo de dos meses ya llevaba la palma entre sus compaeros de clase. Pronto comenz a aceptar invitaciones para hablar en otros lugares. Le apasionaba la emocin y el regocijo de este pasatiempo, el respeto y los amigos que le deparaba. Un membro del Centro Republicano de Campaa Electoral, luego de or uno de sus discursos, le invit a recorrer la ciudad de Nueva York y arengar a la multitud en favor d su partido. Gentil sorpresa se hubiera llevado este poltico hubiese sabido que, un ao antes, el doctor Curtis haba si tenido que retirarse de un banquete, avergonzado y confundido, porque el temor de un auditorio le haba atarugado! La adquisicin del valor y de la confianza en s mismo, y la facultad de discurrir con calma y claridad mientras se habla a un concurso de oyentes, no presenta un dcimo de la dificultad que la mayor parte de la gente supone. No es un conceda a un nmero limitado de don que la naturaleza escogidos. Es como la facultad de jugar al golf. Cualquiera puede desarrollar sus dotes latentes, con tal que tenga genuino deseo de hacerlo. Se puede aducir el menor asomo de razn para que un con igual fluidez cuando; exionar individuo no pueda refl18

est en pie que cuando est sentado? Desde luego, todos sabemos que no. Ms aun: debiramos discurrir mejor delante de un concurso. La presencia de varias personas que nos escuchan debiera azuzarnos y alentarnos. Muchsimos conferenciantes nos dicen que la presencia de un auditorio es un estmulo, una inspiracin que obliga al cerebro a trabajar con mayor despejo y agudeza. En tales circunstancias, como deca Henry Beecher, hechos e ideas que no creamos dominar pasan como flotando por delante nuestro, y slo hay que estirar la mano e irlos cogiendo con oportunidad. Srvanos esto de experiencia propia. Probablemente llegue a serlo, si nos ejercitamos y perseveramos. De una cosa a lo menos podemos estar seguros: de que el adiestramiento y la ejercitacin harn desvanecer el temor del auditorio, instilndonos por siempre confianza en nosotros mismos y valor. No debemos creer que nuestra situacin sea nica. Aun aquellos que luego llegaron a ser los oradores ms elocuentes de su poca, se vieron al principio entorpecidos por este miedo y esta timidez ofuscadores. Mark Twain, la primera vez que debi hablar, sinti como que su boca estuviese llena de algodn y que su pulso corriese para obtener un premio. Jean Jaurs, el orador poltico ms poderoso que produjo Francia en su poca, asisti durante un ao a la Cmara de Diputados sin atreverse a decir palabra, y slo entonces coni hacerse de suficiente valor para pronunciar su discurso incal. Alejandro Lerroux, el famoso poltico espaol, hizo lo mismo que el doctor Curtis las dos primeras veces que le pidieron un discurso: se llam Andana, sin excusarse ante el concurso Ossorio y Gallardo ha confesado que temblaba como una l a primera vez que debi hablar en -pblico. hoja os Rosas, que lleg a ser uno de los oradores ms temiRios bles de las Cortes espaolas del siglo pasado, llevaba varice` nos de diputado cuando se anim a pronunciar su primer discurso19

"La primera vez que habl en pblico -confesaba Lloyd George-, era el hombre ms desdichado del mundo. No es metfora, sino la pura verdad, que la lengua se me peg al paladar; y, al principio, apenas poda articular palabra." Jimnez de Asa nos ha descrito la primera clase que debi dar, como profesor auxiliar de Derecho Penal en la Universidad de Madrid: "Se entraba al estrado por una pequea puerta y se ascenda a l por una breve escalera, oculta a los alumnos por la propia mampara. Al subir aquellos escasos peldaos era tal mi terror, que no pude tenerme en pie: los salv caminando como un cuadrpedo." Disraeli deca que hubiera preferido conducir una carga de caballera a enfrentarse con la Cmara de los Comunes por primera vez. Su primer discurso fu un rotundo fracaso. Tambin lo fu el de Sheridan. Y es lo cierto que, tantos son los oradores famosos de Inglaterra cuyos estrenos han sido deslucidos, que hoy se cree en el Parlamento sea mal sntoma para un hombre joven el iniciarse all con xito. Conque, nimo! Despus de observar la carrera de tantos oradores, y de haberlos ayudado algo, al autor no le disgusta que un estudiante tenga, al principio, cierta nerviosidad y turbacin. Hablar en pblico importa cierta responsabilidad -aun cuando slo se hable a veinte o veinticinco personas en una conferencia de negocios-, cierta turbacin, cierto esfuerzo, cierta excitacin. Es menester multiplicarse a s mismo, como esos buenos caballos de carrera cuando estn en la pista. El inmortal Cicern dijo, hace dos mil aos, que todo discurso pblico de verdadero mrito se caracteriza por la nervosidad. Los oradores experimentan esta sensacin a menudo, aun cuando hablan por radio. "El miedo del micrfono", se llama a esto. Cuando Carlitos Chaplin se estren en la radiotelefona, ley su discurso desde el principio hasta el final. Desde luego que estaba acostumbrado a los auditorios. Haba recorrido los Estados Unidos en 1912 y representado una piecezuela titulada "Una noche en el Music Hall". Y antes de esto haba sido actor en Inglaterra. Sin embargo, cuando 20

entr en el cuarto entapizado y se vi frente a frente con el micrfono, sinti cierta sensacin no del todo diferente a la que se obtiene cruzando el Atlntico Norte durante un invierno tormentoso. A James Kirkwood, famoso actor y director de pelculas, le sucedi algo parecido. En el tablado era un orador de primera clase; pero cuando sali de la sala de transmisin, despus de haber hablado al invisible auditorio, sudaba a mares. "Una noche de estreno en Broadway -confes- no es nada comparado con esto". Algunas personas, no importa cun a menudo hablen en pblico, sienten cierta turbacin un momento antes de comenzar, pero pocos segundos despus la turbacin desaparece. Hasta Abraham Lincoln se senta turbado en los primeros minutos. "Al principio era muy torpe -cuenta su socio Herndon-, y pareca costarle mucho trabajo el hacerse a su auditorio. Luchaba durante cierto tiempo con aparente falta de confianza y timidez, lo cual slo haca ms notoria su torpeza. He visto muchas veces a Lincoln en trances como ste, y me ha causado profunda lstima. Cuando comenzaba sus discursos, la voz se le tornaba chillona, aguda y desagradable. Sus gestos, su porte, su rostro moreno, plido, arrugado y enjuto, su postura estrafalaria, sus movimientos poco seguros - todo pareca estar en su contra, pero slo por muy breve tiempo." En seguida adquira serenidad, entusiasmo, celo, y entonces comenzaba su verdadero discurso. Lo mismo puede suceder con nosotros. A fin de obtener el mayor provecho de este adiestramiento, y ello con prontitud y seguridad, son necesarias cuatro cosas:PRIMERO: COMENZAR CON DESEO VIVO Y TENAZ

Esto es mucho ms importante de lo que creemos. Si nuestro instructor pudiera sondar nuestro espiritu y corazn, y calcular el vigor de nuestros deseos, podra predecir, casi con exactitud, la celeridad con que adelantaremos. Si nuestros deseos son plidos y fofos, nuestro progreso correspon21

der a ese tinte y a esa consistencia. Pero si ponemos empeo persistente en lograr nuestro fin, y lo hacemos con la misma energa con que el perro de presa se lanza en persecucin del gato, entonces nada en el mundo podr derrotarnos. Alimentemos entonces nuestro entusiasmo para este estudio. Enumeremos sus beneficios. Pensemos cunto significar la confianza en nosotros mismos y la capacidad de hablar y convencer. Pensemos en lo que puede significar, y lo que significar, en pesetas y cntimos. Pensemos en lo que significar socialmente; los amigos que nos brindar.; el acrecentamiento de nuestra influencia personal; la mayor capacidad de mando. Ninguna otra ocupacin desarrollar en nosotros mayor capacidad de mando -ni con mayor rapidez- que esta de la oratoria. "No hay otra conquista -ha dicho Depew-, tan asequible para todos, que como el arte de hablar medianamente bien depare al hombre tanto porvenir y respeto." Philip D. Armour, despus de haber ganado varios millones d dlares, dijo: "Habra preferido ser un gran orador a un gran capitalista". Es un logro por el que casi todas las personas cultas suspiran. Cuando muri Andrew Carnegie, se hall entre sus papeles un plan que haba hecho para su vida a la edad de treinta y tres aos. l crea a la sazn que en dos aos ms podra disponer de sus negocios en tal manera que tuviese una renta de cincuenta mil dlares por ao; y se propona, entonces, dejar los negocios a los treinta y cinco aos, ir a Oxford y darse una educacin completa, "con especialdedicacin al arte de hablar en pblico".

de

Pensemos en la sensacin de satisfaccin y placer que resultar del ejercicio de este nuevo poder. El autor ha recorrido no poco de la corteza de esta bola terrestre, y ha tenido muchas y muy variadas experiencias; pero para satisfaccin completa e ntimamente duradera, pocas cosas hay que se puedan comparar a la de pararse delante de un auditorio y hacer que todos piensen como uno. Esto proporciona sentimiento de fuerza, sensacin de poder. Halaga nuestro orgullo 22

consecucin personal. Nos aparta de los otros hombres, elevndonos por sobre ellos. Hay encanto mgico en este arte y una emocin de esas que jams se olvidan. "Dos minutos antes de ponerme en pie -deca un orador- prefiero que me den de azotes a empezar; pero dos minutos antes de sentarme prefiero que me den un tiro a terminar." En todas las clases hay alumnos que desmayan y quedan rezagados a la vera del camino; de modo que debemos concentrar nuestro pensamiento en torno a lo que este curso significa para nosotros, hasta que nuestro deseo est candente. Debemos comenzar este programa con tal entusiasmo que nos obligue a no perder clase, hasta terminar el curso triunfalmente. Digamos a nuestros amigos que nos hemos inscrito en este curso. Fijemos una noche a la semana para leer estas lecciones y preparar los discursos. En fin, hagamos el avance lo ms fcil posible. Hagamos lo ms difcil posible el retroceso. Cuando julio Csar cruz el canal de la Mancha y desembarc con sus legiones en lo que hoy es Inglaterra, qu hizo para asegurar el xito de las armas? Una cosa muy inteligente: hizo detener a sus soldados sobre los peascos yesosos de Dver y ordenles mirar hacia abajo: sobre las olas, a setenta metros de profundidad, rojas lenguas de fuego consuman los barcos en que haban venido. En territorio enemigo, roto el nico vnculo con el continente, quemado el nico medio de retroceder, slo podan hacer una cosa: avanzar, conquistar. Eso, precisamente, es lo que hicieron. As era el espritu del inmortal julio Csar. Por qu no nos apropiamos de este espritu, en nuestra guerra para exterminar el ridculo temor de los auditorios?SEGUNDO: SABER CABALMENTE EL TEMA QUE VAMOS A TRATAR

A no ser que se haya meditado sobre el discurso, que se lo haya planeado, y que se sepa qu se va a decir, no puede el orador sentirse muy tranquilo cuando afronta su auditorio. 23

Es como el ciego que quera guiar a otro ciego. En tales circunstancias, el orador se sentir cohibido, arrepentido, avergonzado de su negligencia. "Sal electo legislador durante el otoo de 1881 -escriba Theodore Roosevelt en su Autobiografa-, y comprob que era el hombre ms joven de la cmara. Como a todos los miembros jvenes e inexpertos, me result sumamente difcil aprender a hablar. Aprend mucho con el consejo de un viejo y perspicaz labrador (que sin saberlo estaba citando al duque de Wellington, quien a su vez estaba, sin duda, citando a algn otro). El consejo era el siguiente: No hables hasta que ests seguro de que tienes algo que decir, y que sepas qu es; entonces dlo, y luego sintate." Este "viejo y perspicaz labrador" debi haber hablado a Roosevelt de otro recurso para sobreponerse a la nerviosidad. Debi haber agregado: "Te ser provechoso para librarte de tu turbacin, que encuentres algo que hacer delante del auditorio; si puedes mostrar algo, escribir una palabra en el pizarrn, o sealar un punto sobre el mapa, o mover una mesa, o abrir una ventana, o correr algunos libros y papeles, cualquier movimiento fsico, en fin, con intencin velada, puede contribuir a que te sientas cmodo". Ciertamente, no siempre es fcil hallar excusa para hacer estos movimientos, pero la sugestin ah queda. Usmosla si podemos; pero usmosla las primeras veces solamente. Los nios no se asen de las sillas una vez que han aprendido a caminar.TERCERO: PROCEDER CON CONFIANZA

la alegra -cuando nuestra alegra espontnea est perdidaes el de estarnos alegres y hablar y proceder como si dicho sentimiento se hubiere apoderado ya de nosotros. Si con esto no recobramos la alegra, entonces, por el momento, no habr ya nada que nos la haga recobrar. "Por tanto, para sentir valor, procedamos como si furamos valientes, empeemos toda nuestra voluntad para ese fin, y lo ms probable ser que un rebato de entusiasmo reemplace el estado de temor." Apliquemos el consejo del profesor James. Para desarrollar el valor cuando estemos frente a un auditorio, procedamos como si lo tuviramos. Desde luego, si no estarnos preparados, por mucho valor que despleguemos no conseguiremos grandes efectos. Pero cuando sabemos de qu vamos a hablar, adelantmonos a la tribuna con energa y respiremos profundamente. Respiremos profundamente durante treinta segundos antes de afrontar un auditorio. Esta provisin aumentada de oxgeno nos sostendr y nos dar valor. El famoso tenor Jean de Reszke sola decir que, cuando se retiene el aliento de suerte que podamos "sentarnos en l", la nerviosidad desaparece. Cuando un joven de la tribu de Peuls, en frica Central, llega a la virilidad y quiere casarse, se le obliga a arrostrar l a ceremonia de la flagelacin. Las mujeres de la tribu se refinen all, cantando y palmoteando al ritmo de los tambores. El candidato se adelanta, desnudo de medio cuerpo para arriba. De pronto, un hombre que empua un ltigo enorme comienza a castigar al muchacho, golpea su piel desnuda, le tunde, le vapulea como un demonio. La espalda se va llenando de cardenales; la sangre comienza a fluir; aparecen cicatrices que durarn toda la vida. Durante esta azotaina, un juez venerable de la tribu se arrastra a los pies de la vctima para ver si se mueve o si da la menor muestra de dolor. Para pasar la prueba con xito, el torturado j oven no slo debe aguantar todo esto, sino que, mientras se l e azota, debe cantar un himno de alabanza. En todos los tiempos, en todos los climas, los hombres 25

El ms famoso psiclogo que haya producido Amrica, William James, ha escrito lo siguiente: "La accin parece venir despus del sentimiento, pero en realidad ambos estn estrechamente ligados; y regulando la accin, que est bajo el dominio directo de la voluntad, podemos indirectamente regular el sentimiento, que no lo est. "As, el camino ms eficaz de la voluntariedad para llegar a 24

han admirado el valor; de modo que, por mucho que el corazn golpee dentro de nuestro pecho, debemos avanzar con paso firme, detenernos, comportarnos como el joven de frica Central y, como l, proceder como si estuviramos contentsimos. Irgmonos plenamente, miremos el auditorio con firmeza, y comencemos a hablar con tanta confianza como si todos ellos fueran deudores nuestros. Imaginmonos que lo son, realmente. Imaginmonos que se han reunido all para pedirnos una prrroga. El efecto psicolgico ser beneficioso. No nos abrochemos y desabrochemos nerviosamente la chaqueta, ni movamos torpemente las manos. Si no podemos evitar movimientos nerviosos, pongamos las manos detrs de la espalda y entrelacemos los dedos all donde nadie puede vernos. O movamos los dedos gordos del pie. Como regla general, no es prudente que el orador se oculte detrs de un mueble; sin embargo, las primeras veces, alienta un poco el estar detrs de una mesa o de una silla y aferrarse a ella. Tambin es bueno apretar una moneda en la palma de la mano. Cnovas del Castillo, en los momentos ms supremos de sus discursos, meta una mano en el bolsillo del chaleco, al mismo tiempo que con la otra se afianzaba los quevedos. Y cmo desarroll Roosevelt su caracterstico valor y confianza en s mismo? Le haba dotado la naturaleza de espritu atrevido y emprendedor? De ningn modo. "Habiendo sido un muchacho ms bien enfermizo y torpe -confiesa en su Autobiografa-, me sent, cuando llegu a la juventud, inquieto y desconfiado de mi propio valor. Tuve que ejercitarme severamente y con tesn, no slo en lo que respectaba a mi cuerpo, sino tambin en lo que respectaba a mi espritu y alma." Afortunadamente, nos ha narrado cmo logr la transformacin: "Cuando era muchacho -aade-, le un pasaje en un libro de Marryat, que luego ha infludo siempre sobre m. En este pasaje, el capitn de un buque de guerra explica al protagonista cmo adquirir intrepidez. Y le dice que al 26

principio casi todos los hombres se asustan cuando entran en accin, pero que lo que debe hacerse entonces es dominarse de tal modo que se pueda proceder como si no se estuviese asustado. Cuando esto se ha continuado por cierto tiempo, el fingimiento se trueca en realidad, y el individuo se vuelve realmente intrpido a fuerza, nicamente, de practicar la intrepidez cuando no la siente. (Estoy usando mis propias palabras.) "Esta fu la teora que llev a la prctica. Haba muchas clases de cosas que me causaban pavor al principio, desde los osos grises hasta los caballos ariscos y los bandoleros; pero comportndome como si no tuviese miedo, llegu gradualmente a perderlo. A casi todas las personas les ocurrir lo mismo, si as se lo proponen." A todos nos puede ocurrir lo mismo en este curso, si as lo deseamos. "En la guerra -deca el mariscal Foch-, la mejor defensa es el ataque." Lancmonos, pues, al ataque de nuestra pusilanimidad. Salgamos a su encuentro, batallemos contra ella, conquistmosla a fuerza de denuedo, en cada oportunidad que nos salga al paso. Pensemos un ttulo largo de primer plano, y luego figurmonos que somos vendedores de diarios. Nadie repara en el vendedor. Es la noticia lo que queremos. El mensaje, ah est el quid. Recordmoslo siempre. Interesmonos. Aprendmoslo hasta conocerlo como a la palma de la mano. Creamos en l de todo corazn. Y entonces, hablemos como si estuvisemos decididos a decir el mensaje. Hagmoslo as, y tendremos diez probabilidades contra una de que seremos dueos de las circunstancias y seores de nosotros mismos.CUARTO: PRACTICAR! PRACTICAR! PRACTICAR!

El ltimo tema de que trataremos en este captulo es, sin duda alguna, el ms importante. Aunque olvidemos todo cuanto hemos ledo hasta aqu, recordemos esto: el primer mtodo, el nico mtodo, el mtodo que nunca falla para desarrollar la confianza en nosotros mismos cuando hablamos 27

en pblico, consiste en... hablar. Todo el problema, en efecto, se reduce finalmente a un solo punto, que es esencial: practicar; practicar; practicar. Tal el sine qua non del problema. "Cualquier principiante -previene Roosevelt- puede caer preso de la fiebre de gamo. La fiebre de gamo consiste en una intensa excitacin nerviosa que muchas veces nada tiene que ver con la timidez. Se puede coger esta fiebre la primera vez que se habla a un auditorio numeroso, como se la puede coger al ver por primera vez un gamo o cuando se entra en combate. Lo que se requiere para contrarrestar esta fiebre, no es valor, sino dominio del sistema nervioso, serenidad.Esto slo se puede obtener mediante la prctica. Se debe, mediante el hbito y repetidos ejercicios de dominio, llegar a doblegar completamente los nervios. Esto es en gran parte cuestin de costumbre. Costumbre, en el sentido de esfuerzo repetido y de repetido ejercicio de fuerza de voluntad. El hombre de vala se fortalecer a cada ejercicio."

mos conocimientos, y preparemos un discurso de tres minutos de duracin. Practiquemos el discurso a solas un nmero de veces. Y luego, pronuncimoslo, si es posible, delante del concurso para quien lo hicimos, o a nuestros compaeros de clase. Cuidemos de poner en el esfuerzo todo nuestro empeo y poder. SUMARIO 1. Varios miles de estudiantes de este curso escribieron al autor manifestndole por qu se haban inscrito y qu espe=raban del adiestramiento. La principal razn que dieron casi todos fu sta: queran sobreponerse a su nerviosidad, aprender a pensar estando de pie y hablar con confianza y facilidad delante de cualquier concurso de oyentes. 2. La potestad de hacer esto no es difcil de adquirir. No es un don que conceda la Providencia a unos pocos escogidos. Es como la facultad de jugar al golf: cualquier persona, todas las personas, pueden desarrollar su latente capacidad, si lo desean con suficiente vehemencia. 3. Muchos oradores experimentados pueden pensar y hablar mejor cuando estn frente a un grupo que cuando slo tienen un interlocutor. La presencia de un concurso sirve de estmulo, de inspiracin. Si seguimos el curso con resol ucin, llegar un da en que a nosotros nos ocurrir lo mismo; y entonces consideraremos un exquisito placer el poder pronunciar un discurso. 4. No creamos que nuestro caso sea anormal. Muchos hombres que ms tarde llegaron a ser famosos oradores, se encontraron, al principio de su carrera, entorpecidos por la l a lta de confianza en s mismos, y casi paralizados por el temor del auditorio. As le ocurri a Disraeli, a Jean Jaurs, a Jimnez de Asa, a Ros Rosas, a Lloyd George, a Ossorio y Gallardo, y a muchos otros. 5. Por muy a menudo que hablemos, siempre estaremos p ropensos a que se nos turbe el nimo por esta falta de confianza, momentos antes de comenzar; pero, a los pocos 29

Conque. hay que perseverar! No debemos faltar a una clase porque los negocios de la semana nos hayan impedido prepararnos. Preparados o no, vayamos. Dejemos que el instructor, que los otros alumnos, nos sugieran un tema cuando ya estemos en clase. Queremos deshacernos de nuestro temor de los auditorios, verdad? Veamos cules son sus causas. "El miedo nace de la ignorancia y de la falta de certeza", dice el profesor Robinson. En otras palabras: es el resultado de la falta de confianza. Y cul es la causa de esto? El no saber de lo que cada uno es capaz. Y el no saber esto es originado por la falta de experiencia. Cuando se trae desde lo pasado una retahila de experiencias triunfales, los temores desaparecen: se disipan como la niebla de la noche cuando amanece el sol de junio. Slo una cosa es cierta: el modo ms seguro para aprender a nadar es lanzarse al agua. Ya hemos ledo este libro suficientemente. Cerrmoslo ahora y manos a la obra! Escojamos un tema, preferiblemente uno del que tenga28

segundos de habernos puesto en pie, ese sentimiento desaparecer. 6. A fin de obtener el mayor provecho de este curso, y ello con prontitud y celeridad, son necesarias cuatro cosas: a) Comenzar con deseo vivo y tenaz. Enumeraremos los beneficios que este adiestramiento nos proporcionar. Alimentemos nuestro entusiasmo. Pensemos en lo que significar para nosotros econmicamente, socialmente, y en lo que atae a nuestra influencia y dominio sobre otras personas. Recordemos que de la viveza de nuestro deseo depender la celeridad de nuestro adelanto. b) Preparmonos de antemano. Mal podemos estar tranquilos si no sabemos qu vamos a decir. c) Procedamos con confianza. "Para sentir valor -aconseja William James-, procedamos como si furamos valientes, empeemos toda nuestra voluntad para ese fin, y lo ms probable ser que un rebato de entusiasmo reemplace al estado de temor." Roosevelt ha dicho que consigui sobreponerse a su temor de los osos grises, los caballos ariscos y los bandoleros mediante ese mtodo. d) Practiquemos. Este es el punto ms importante de todos. El temor nace de la falta de confianza; y la falta de confianza es resultado de no conocer nuestra propia capacidad; y esto a su vez es causado por la falta de experiencia. Hagmonos de una retahila de experiencias felices, y toda pusilanimidad desaparecer.VICIOS DE LENGUAJEVOCABULARIO

Disparatear Amarillar Manipulear Diverger Apualear Descua jeringarse Desvastar ArrellenarseGRAMTICA

Disparatar Amarillear Manipular Divergir Apualar Descuajaringarse Devastar Arrellanarse

Deber y deber de

El significado de deber como verbo auxiliar no es uno mismo cuando le sigue la preposicin de que cuando va sin este puentecillo. Deber a secas implica obligacin. Deber de, presuncin, conjetura. Aqul se puede reemplazar por "es menester que"; ste, por "yo creo que". Lo entenderemos mejor con ejemplos:"Los soldados go avance." "Los soldados

deben resistir hasta la muerte cuando el enemi-

deben de estar cansados con tanto marchar." "Debe de ser esta monja una elevada autoridad en su Orden."

"A todo historiador debe serle permitido colmar las lagunas de la tradicin histrica con suposiciones legtimas, fundadas en las leyes de la verosimilitud." Miguel de Unamuno

Es error muy comn, aun entre personas de mucha cultura, pronunciar erradamente los siguientes infinitivos:INCORRECTO CORRECTO

Usar ajustadamente estos giros es signo casi inconfundiblede gran cultura idiomtica, porque, as en Espaa como en

Vertir Jalonear 30

Verter jalonar

Amrica, las ms de las personas confunden los respectivos significados y optan por emplear uno solo, con exclusividad del otro. 31

EJERCICIO VOCAL. LA CORRECTA RESPIRACIN "En la perfeccin de una hermosa voz -deca Melba-, la correcta respiracin es el ms importante requisito tcnico." Por tanto, el dominio de la respiracin correcta debiera ser, debe ser nuestro primer paso hacia el mejoramiento de la voz. La respiracin es el fundamento de la voz; es la materia prima con que construimos las palabras. El uso adecuado de la respiracin nos da tonos completos, profundos, redondeados; tonos atractivos, no sonidos chillones ni speros; tonos que agradan; tonos que se dejan escuchar fcilmente. Si la respiracin correcta tiene tanta importancia, debemos buscar en seguida qu es y cmo se practica. Los famosos maestros italianos de la cancin han dicho siempre que esta respiracin correcta es la respiracin diafragmtica. Y qu es eso? Algo extrao, nuevo, difcil? De ningn modo. Lo hacamos perfectamente cuando ramos nios, en la cuna. Lo hacemos ahora en parte de las veinticuatro horas diarias: cuando estamos acostados; entonces respiramos libremente, naturalmente, correctamente: empleamos la respiracin diafragmtica. Por quin sabe qu rara razn, es difcil respirar como se debe sino cuando estamos en posicin horizontal. Nuestro problema, entonces, se reduce a esto: emplear el mismo mtodo de respiracin cuando estamos en pie que cuando yacemos en el lecho. Parece difcil? Nuestro primer ejercicio, pues, ser el siguiente: pongmonos en decbito supino y respiremos profundamente. Observaremos que la actividad principal del proceso se concentra en medio del cuerpo. Cuando respiramos profundamente en esta posicin, no alzamos los hombros. Sucede lo siguiente: los esponjosos y porosos pulmones se llenan de aire y necesitan extenderse, como un globo. Son dos globos que quieren inflarse, pero, cmo?, hacia dnde? Estn encajonados hacia arriba y los costados por una caja cuyas paredes son las costillas, la espina dorsal y el esternn. 32

Desde luego, un poco ceden las costillas, pero el lugar ms fcil de expansin es el piso de la caja, formado por un delgado msculo que sirve. a la vez de techo del abdomen. Este msculo, llamado diafragma, divide el tronco en dos departamentos diferentes. El departamento superior contiene el corazn y los pulmones; el inferior, abdomen, contiene el estmago, los intestinos, el hgado y otros rganos vitales. Este enorme msculo est arqueado como un techo, como una bveda. Tomemos, por ejemplo, uno de esos platos de cartn que solernos comprar en los baratillos cuando preparamos una jira campestre. Dmoslo vuelta y apretmoslo contra el suelo. Qu sucede? Que se achata y se estira y se escapa por los cuatro costados a medida que hacemos fuerza. Esto es, precisamente, lo que sucede con el diafragma cuando los pulmones, llenos de aire, comprimen la parte superior de l a bveda. Acostmonos. Respiremos profundamente. Apoyemos los l odos de la mano justo por debajo del esternn. No sentimos el movimiento del diafragma, achatndose y estirndose?

Apoyemos ahora las manos sobre los costados de la caja, sobre las extremidades inferiores de las costillas. Respiremos profundamente. No sentimos los pulmones empujando las costillas flotantes? Practiquemos esta respiracin diafragmtica durante cinco minutos al acostarnos y durante cinco minutos antes de levantarnos Por la noche, esta respiracin nos calmar los nervios con lo cual nos adormecer. Por la maana, nos mimar y despejar. Si hacemos esto sin desmayar, no slo me j oraremos la voz, sino que viviremos algunos aos ms. I , ti cantantes de pera y los maestros de canto llaman la me acin por su longevidad. El famoso Manuel Garca -vivi I aos. Y atribua su larga vida a los ejercicios diarios de respiracin profunda.

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CAPITULO II

LA CONFIANZA EN S MISMO DURANTE LA PREPARACIN

Confiar en la inspiracin del momento, tal la frase fatal por la que se han arruinado muchsimas carreras promisorias. El camino ms seguro para llegar a !a inspiracin es la preparacin. Muchos hombres de capacidad y valor conozco yo que han fracasado por falta de industria. El dominio de !a elocuencia no se logra sino por el dominio de! tema que se desea tratar.LLOYD GEORGE

Aade luego el orador que "hablar de repente y sin pensar siempre lleva consigo al desacierto"; mxima sta -porque lo son tales palabrasque debiera estar grabada para eterna memoria en el Saln de Sesiones.AZORN

c

Ha sido obligacin profesional del autor, y al mismo tiempo un placer, escuchar y criticar unos seis mil discursos Dor temporada anual, desde 1912 hasta la fecha. Estos discursos fueron pronunciados, no por estudiantes universitarios, sino por profesionales y comerciantes adultos. Si de esta experiencia hubiese quedado en el espritu del autor alguna cosa mejor grabada que otra, esa cosa sera: la necesidad imperiosa de preparar el discurso antes de pronunciarlo, y tener algo preciso y perentorio que decir, algo que haya dejado i mpresin en el nimo, algo, en fin, que no pueda quedar sin ser dicho. No nos sentimos acaso atrados por el orador en quien percibimos que tiene en su cerebro y en su corazn r r n mensaje real, un mensaje que trata ardorosamente de comunicar a nuestro cerebro y a nuestro corazn? He all una buena porcin del secreto de hablar. Cuando un orador cae en estado mental y emotivo de esa especie, advierte un hecho muy significativo, a saber: que su discurso se hace casi solo. El yugo resultar llevadero; la ;r rga resultar leve. Un discurso bien preparado est casi pronunciado. La razn principal que ha movido a la mayor parte de l os alumnos a inscribirse en el curso del autor es, como hemos ficho en el captulo primero, la de adquirir confianza, valor, seguridad Y el error fatal en que incurren muchos consiste en descuidar la preparacin de sus discursos. Qu esperanza tienen de vencer esa cohorte que es el miedo, y esa caballera que es la nerviosidad, entrando ellos en la batalla, como entran, con plvora mojada y lanzas romas, o, en fin, sin siquiera plvora ni lanzas? En circunstancias tales, no nos extrae pues que los ora37

dores no se sientan precisamente cmodos frente al auditorio. "Creo -deca Lincoln en la Casa Blanca- que nunca tendr suficiente experiencia para hablar sin turbarme cuando no tengo nada que decir." Si queremos tener confianza, qu mejor que recurrir a aquello que lo produzca? "El amor perfecto -escriba San Juan el Apstol- destruye el miedo." Y lo mismo hace la perfecta preparacin. Webster deca que lo mismo le daba aparecer semidesnudo delante de un auditorio, que aparecer semipreparado. Por qu no preparan sus conferencias con mayor cuidado los alumnos de este curso? Por qu? Algunos no alcanzan claramente en qu consiste la preparacin, ni cmo resolverla prudentemente; otros alegan falta de tiempo. De modo que discutiremos estos problemas con cierta extensin -y, esperamos, con cierta claridad y provecho- en este captulo.LA FORMA CORRECTA DE PREPARARSE

Qu es la preparacin? Leer un libro? Esa es una forma, pero no la mejor. La lectura puede servirnos de ayuda, pero si nos hacemos de cierta cantidad de pensamientos envasados y los espetamos inmediatamente como si fueran nuestros propios, faltar algo en la exposicin. El auditorio no acertar quizs a definir en qu consiste esto que falta, pero no sentir entusiasmo por el orador. Veamos un ejemplo: Hace algn tiempo, el autor inici un curso de oratoria para banqueros neoyorquinos. Naturalmente, los alumnos de este curso, siendo personas muy ocupadas, hallaban dificultad en prepararse adecuadamente, o en hacer lo que ellos crean era prepararse. Toda la vida haban estado rumiando sus propios pensamientos, alimentando sus propias convicciones, viendo las cosas desde sus propios y particulares puntos de vista, viviendo sus propias experiencias personales. De suerte que, haciendo todo eso, haban estado cuarenta aos acumulando material para discursos. Pero a algunos de ellos se les haca difcil comprenderlo. "No alcan38

zaban a ver el boscaje, por los pinos susurrantes y las pceas." La clase se reuna los viernes por la tarde de cinco a siete. Uno de esos viernes, un caballero que formaba parte de un banco importante -llammosle nosotros Emilio Cortez- se encontr con que haban dado las cuatro y media, y, qu tema iba a tratar? Sali de la oficina, compr un ejemplar de la "Gaceta Comercial" en un quiosco y, mientras iba en el subterrneo, ley un artculo titulado "Slo tenemos diez aos para triunfar". Lo ley, no porque tuviera ningn inters especial en el artculo, sino porque deba hablar sobre algn tema, sobre cualquier tema, a fin de llenar el espacio de tiempo que tena asignado. Una hora ms tarde se levant e intent hablar amena y contundentemente sobre el artculo. Cul fu el resultado de esto, el resultado inevitable? El seor Cortez no haba digerido, no haba asimilado lo que trataba de decir. Trataba de decir, sa es la frase. Estaba tratando. No haba en su espritu un mensaje que pugnase por salir; y no haba gesto ni tono de su voz que no le delatara inconfundiblemente. Cmo poda esperar que el auditorio se impresionase ms que lo que se haba impresionado l mismo? Se refera insistentemente al artculo, diciendo que su autor haba dicho tal y tal cosa. La conferencia ola enorrnemente a "Gaceta Mercantil". Pero, desgraciadamente, muy poco a Emilio Cortez. Entonces el autor habl al orador ms o menos de esta suerte: -Seor Cortez, no tenemos inters en el oscuro autorzuelo que escribi ese artculo. No podemos verle. En lo que s estamos interesados es en usted y en sus ideas. Hblenos sobre lo que usted piensa, personalmente, no sobre lo que otros hayan dicho. Ponga un poco ms de s. Por qu no nos habla sobre este mismo asunto la semana que viene? Por qu no lee nuevamente el artculo, y luego se plantea el problema: estoy de acuerdo con este articulista o no? Y si lo est, piense en las sugestiones que ofrece y expngalas con observaciones de su propia experiencia. Si no est de acuerdo 39

con l, explquenos por qu. Haga de este artculo el punto de partida para un nuevo discurso. El seor Cortez acept la sugestin, reley el artculo y lleg a la conclusin de que disenta del articulista. Esta vez no se sent en el subterrneo para preparar su prximo discurso en tan breve tiempo. Lo dej crecer. Este era como un hijo de su propio cerebro, y se desarrollaba y creca como lo haban hecho sus hijos verdaderos. Y, como sus hijos, ste tambin creca de da y de noche, cuando menos l lo supona. La lectura de algn peridico le sugera un nuevo pensamiento; de la conversacin con algn amigo surga inesperadamente el ejemplo que necesitaba. El asunto se tornaba cada vez ms vigoroso y extenso, mientras reflexionaba sobre l en los momentos libre de la semana. Cuando Emilio Cortez habl nuevamente sobre ese tema, tena ya algo que era suyo propio, mineral que haba extrado de su propia mina, dinero acuado con su propia estampila. Y, como remate, el hecho de estar en desacuerdo con el articulista contribuy a hacer ms brillante su exposicin. Nada espolea tanto como la disensin. Qu contraste increble entre estos dos discursos pronunciados por un mismo hombre, en la misma quincena, sobre el mismo tema! Qu diferencia extraordinaria trae consigo la preparacin bien efectuada! Citemos otro caso de proceder correcto y proceder incorrecto. Un caballero a quien llamaremos Hurtado estaba inscrito en el curso de oratoria. Una tarde dedic su turno a elogiar a la ciudad de Santa Fe de Bogot. Haba recogido los datos, precipitada y superficialmente, de un folleto de propaganda publicado por el gobierno colombiano, que traa una porcin de fotografas y sendos artculos de Miguel Can, Cordovez Moure, Isaacs y otros. El discurso no fu mejor que el folleto: seco, inconexo, indigesto. No haba meditado sobre el asunto suficientemente. No se haba provocado en l el entusiasmo. No senta lo que deca con intensidad necesaria para hablar con genuino inters. Era un discurso inspido, soso, intil. 40

UN DISCURSO QUE NO PODIA FRACASAR

Quince das ms tarde sucedi algo que hiri en lo vivo al seor Hurtado. Un ladrn le rob el automvil, que estaba en un garaje pblico. Corri al departamento de polica y ofreci recompensas, pero todo fu en vano. La polica reconoci que no estaba capacitada para recobrar el automvil; sin embargo, una semana antes, no le haba faltado a sta capacidad ni tiempo para andar callejeando por la ciudad, tiza en mano, y aplicarle una multa por haberse excedido quince minutos en el estacionamiento. Estos "polizontes de la tiza", que por estar tan ocupados en molestar a los vecinos respetables no podan perseguir a los criminales, le hizo subir la mostaza a las narices. Estaba indignadsimo. Ahora s tena algo que decir, no algo sacado de un folleto impreso por el gobierno de Colombia, sino algo que surga en caliente de su propia vida y experiencia. Esto era carne y hueso de la realidad, era. algo que haba encendido su nimo y sus convicciones. Cuando escogi a la ciudad de Bogot, haba tenido que construir trabajosamente, a repelones, frase por frase; pero ahora no tuvo sino que ponerse en pie y abrir l a boca, y su invectiva contra la polica sali a la superficie, Hirviente y vigorosa, como una erupcin del Vesuvio. Un discurso as es de xito casi seguro. Rarsima vez fracasar. Era la suma de la experiencia ms la reflexin.EN QUE CONSISTE LA PREPARACIN

Consiste la preparacin de un discurso en pensar algunas frases intachables y anotarlas o aprenderlas de coro? No. ;Significa entonces la reunin de algunos pensamientos espordicos, que poco o nada tengan que ver con nuestra personalidad? Menos aun. Preparar un discurso significa reunir los pensamientos propios, las ideas propias, las convicciones propias, las necesidades propias. Y tenemos tales pensamientos. Te vemos tales necesidades. Las tenemos en cada santo da de nuestra existencia. No nos abandonan ni cuando dormimos.41

Toda nuestra vida est llena de sensaciones y de experiencias. Yacen en lo ms profundo del subconsciente, tan reales como los guijarros que yacen a la orilla del mar. La preparacin significa pensar, considerar, recordar y escoger de estas sensaciones y experiencias las que nos parecen mejores; pulirlas, forjarlas, tejerlas unas con otras. No parece tan difcil, verdad? Pues, si no lo es! Slo se necesita concentrarse un poco, pensar, con una meta definida. Cmo preparaba Dwight Moody aquellos discursos que hicieron poca en el siglo pasado? "No es ningn secreto" deca en respuesta a esa pregunta. "Cuando elijo un tema, escribo el ttulo de este tema en la parte externa de un sobre. Tengo muchos sobres de esta clase. Si mientras estoy leyendo hallo algo que conviene a alguno de estos temas, lo anoto en el sobre correspondiente y lo dejo estar un ao o ms. Cuando necesito un nuevo sermn, reviso todos los sobres que se han ido acumulando. Entre los que encuentro all, y los resultados de mis propios estudios, tengo material suficiente. De este modo, continuamente repaso mis sermones, quito algo aqu, agrego algo all. As, nunca enveiecen." EL SABIO CONSEJO DEL DECANO BROWN Hace algunos aos, la Escuela de Divinidad de Yale celebr el primer centenario de su fundacin. En esa ocasin, el decano, doctor Charles R. Brown, pronunci una serie de conferencias sobre el arte de predicar. Estas conferencias han sido publicadas recientemente por una editorial neoyorquina. El doctor Brown ha preparado discursos semanalmente durante un tercio de siglo, y ha adiestrado a otros en el arte de la oratoria; de modo que estaba en condiciones de dar buen consejo sobre este asunto, consejo que lo mismo aprovechar a un sacerdote que est preparando una disertacin sobre el salmo noventa y uno, que a un zapatero que est preparando un discurso sobre sindicatos obreros. Me tomo, pues, la libertad de citar al doctor Brown: "Meditemos el texto y el tema. Meditmoslos hasta que se 42

pongan tiernos y manejables. Empollaremos de este modo una bandada completa de ideas promisorias al permitir que los minsculos grmenes de vida all contenidos se dilaten y desarrollen. ... Ser mejor que este proceso se realice por tanto tiempo cuanto sea posible, que dejarlo hasta el sbado por la noche, cuando ya estamos haciendo la preparacin final para el domingo siguiente. Si un sacerdote puede recordar una verdad cualquiera durante un mes, o seis meses quiz, o aun durante un ao, antes de que predique sobre ese tema encontrar que surgen nuevas ideas continuamente, hasta que el crecimiento es a toda luz abundante. Puede meditarlo mientras camina por la calle, o mientras viaja en tren, cuando los ojos estn demasiado cansados para leer. "Puede tambin meditarlo por la noche. Es mejor, para un sacerdote, no llevarse el sermn a la cama todas las noches; el plpito es algo magnfico para predicar desde l, pero no es un buen compaero de cama. A pesar de esto, yo me he levantado muchas veces a medianoche para escribir los pensamientos que se me ocurran, por miedo de olvidarlos antes del da siguiente. "Cuando estemos ya dedicados enteramente a reunir material para un sermn determinado, escribamos todo lo que se nos ocurra respecto de dicho texto y tema. Escribamos qu vimos en el texto cuando lo elegimos. Escribamos todas las ideas asociadas que se nos ocurran entonces. . .. Anotemos todas estas ideas, en pocas palabras, las necesarias solamente para fijar la idea, y mantengamos la mente a la caza de otras, como si nunca furamos a ver otro libro en la vida. Esta es la manera de hacer productivo el cerebro. Merced a este proceso mantendremos los procesos mentales frescos, originales y creadores. ... Escribamos todas estas ideas a que hemos dado nacimiento, sin ayuda. Son ms preciosas para el desarrollo mental que rubes, diamantes u oro en polvo. Escribmoslas, preferentemente, en pedazos de papel en las partes de atrs de cartas viejas, en retazos de sobres, en papel inservible, en cualquier cosa que tengamos a mano. Esto es mucho ms eficaz, en todo sentido, que usar hojas de papel de oficio, limpias y grandes. No es slo por economa, sino que nos ser mas fcil disponer y organizar estos papeles sueltos cuando queramos poner el material en orden. "Sigamos escribiendo cuantas ideas se nos ocurran, y para esto 43

pensemos duro continuamente. No es necesario apresurar este proceso. Es una de las operaciones mentales de mayor importancia en que tendremos el privilegio de intervenir. Es el mtodo que hace que se desarrolle el poder productivo de la mente. . . . Hallaremos que los sermones que ms nos agradan, y los que mas eficaces resultan para los feligreses, son los sermones que han estado ms largo tiempo en nuestro interior. Porque entonces son hueso de nuestro hueso, carne de nuestra carne, hijos de nuestra propia labor mental, resultado de nuestra propia energa creadora. Los sermones escritos a tirones y compilados siempre tendrn cierto sabor a cosa de segunda mano, a cosa recalentada. Los sermones que tienen vida, que se agitan y entran en el templo con paso vivo, brincos y alabanzas de Dios, los sermones que entran en el corazn de los hombres, movindolos a remontarse con alas de guila y a que caminen por la senda del deber. sin desmayos-estos sermones reales son los que nacen de las energas vitales del hombre que los pronuncia." CMO PREPARABA LINCOLN SUS DISCURSOS Cmo los preparaba Lincoln? Afortunadamente, sabemos la respuesta; y leyendo aqu el mtodo que l segua veremos que el decano Brown, en su conferencia, recomienda varios de los procedimientos que Lincoln aplic ochenta aos antes. Uno de los ms famosos discursos de Lincoln es aquel en que declaraba, con visin proftica: "Una casa dividida contra s no puede sino caer. Tengo para m que este gobierno no puede subsistir permanentemente, una mitad esclavo y una mitad libre." Este discurso fu ideado mientras efectuaba su trabajo cotidiano; mientras estaba a la mesa comiendo; mientras caminaba por la calle; mientras ordeaba la vaca en el establo; mientras haca su viaje diario a la carnicera y al almacn, vistiendo su vieja esclavina negra a los hombros, ocupado un brazo con la cesta, mientras al otro lado su hijito no cesaba de charlar y hacer preguntas, impacientndose y tirndole de los dedos en vano esfuerzo de hacer hablar a su padre. Lincoln segua caminando, abstrado en sus reflexiones, pensando en su discurso, olvidado aparentemente de la existencia del nio. 44

De vez en cuando, durante este proceso de consideracin v "procreacin", anotaba algunas cosas, fragmentos, frases sueltas, en sobres viejos, pedazos de papel, retazos quitados de algn saco de cartn, cualquier cosa que estuviese a la mano. Estas anotaciones las guardaba luego en el techo de su sombrero de copa y no las volva a ver hasta que tuviera tiempo para sentarse y ordenarlas; luego escriba y revisaba s 1 discurso, y le daba el pulimento final para pronunciarlo publicarlo. Durante los debates de la junta General, en 1858, el senador Douglas pronunciaba el mismo discurso en todas partes adonde iba. Lincoln, en cambio, segua estudiando, meditando, reflexionando, hasta el punto que, deca l mismo, le resultaba ms fcil hacer un discurso nuevo todos los das que repetir uno ya pronunciado. El asunto se ensanchaba y aumentaba sin cesar en su mente. Pocos das antes de trasladarse a la Casa Blanca cogi mi ejemplar de la Constitucin, ms los originales de tres disr asos, y se encerr con ellos en un cuartucho sucio y polvo tiento de un almacn. Y all, lejos de toda intromisin, escri bsufaimoensjiaugrl.1

Cmo prepar Lincoln su clebre discurso de Gettysburg? 1 Desgraciadamente, se han soltado falsas versiones al respecto. I versin verdadera es fascinante: Cuando la junta que estaba encargada del cementerio de Gettysburg decidi rendir un homenaje de consagracin a los soldados que all reposaban, invitaron a Edward Everett para que pronunciara el discurso principal. Everett haba sido ministro de Boston, presidente de la universidad de Harvard, g obernador de Massachusetts, senador de la nacin, embajador ante el gobierno britnico y secretario de Estado; se le consideraba uno de los oradores ms capaces del pas. Se fij, oralmente, el da 25 de octubre de 1863 para la ceremonia. I v e rett declar, con mucho tino, que le sera imposible prepararse a tan breve plazo. De modo que se posterg la cerem la hasta el 19 de noviembre, casi un mes, para darle de prepararse. Los tres ltimos das de este perodos1 mo tiempo m(

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los pas en Gettysburg, recorriendo el campo de batalla, familiarizndose con cuanto haba ocurrido all. Estos das de meditacin y consideracin fueron una preparacin excelente. Torn real, en su mente, la batalla. Se enviaron invitaciones para concurrir al acto a todos los miembros del congreso, al presidente de la repblica, y a su gabinete. La mayor parte rechaz la invitacin, pero Lincoln, con gran sorpresa de la junta, inform que concurrira. Le pediran que hablase? Muchos se opusieron. No tendra tiempo para prepararse. Adems, aunque tuviese tiempo, era capaz de hacer un discurso? Desde luego, era un buen orador, cuando se trataba de un debate sobre la esclavitud; pero nunca haba pronunciado un discurso de consagracin. Este era un homenaje grave y solemne. No podan correr riesgos. Le pediran que hablase? Discurran, discurran, desconcertados... Pero mil veces ms desconcertados habran quedado si hubiesen podido obtener una vislumbre, escrutar en lo futuro, y ver que este hombre, de cuya capacidad oratoria estaban dudando, iba a pronunciar lo que hoy se considera uno de los discursos ms importantes que jams se hayan pronunciado. Por fin, quince das antes del acto, enviaron a Lincoln una invitacin tarda a que dijese "algunas palabras apropiadas". Vaya invitacin para un presidente de la repblica! Lincoln comenz a prepararse inmediatamente. Escribi a Edward Everett, consigui una copia del discurso que pronunciara este clsico humanista y, cuando dos o tres das ms tarde fu a una galera fotogrfica a que le hiciesen un retrato, llev el manuscrito de Everett y lo ley mientras esperaba que el fotgrafo se aprestase. Pens en el discurso durante varios das, pens mientras iba a la Casa Blanca, al Ministerio ce la Guerra; mientras volva; pens mientras descansaba en su catre de cuero, en el Ministerio de la Guerra, a la espera de partes telegrficos. Redact un bosquejo aproximado en un papel de oficio, que luego guard en su sombrero de copa. Meditaba sin cesar sobre el discurso, y, sin cesar, el discurso iba cobrando forma. El domingo anterior al acto dijo a un amigo: 46

-No est, precisamente, escrito. Ni siquiera est terminado. Lo he escrito dos o tres veces, y no estar satisfecho Fasta que le d otro retoque. Lleg a Gettysburg la noche anterior al homenaje. El pueblo estaba lleno de bote en bote. Los mil trescientos habitantes que eran su poblacin normal se haban aumentado sbitamente hasta quince mil. Las aceras estaban abarrotadas; i ntransitables, y hombres y mujeres se vean obligados a cai ninar por las fangosas calles. Seis bandas tocaban msica. La multitud cantaba. La gente se apeuscaba delante de la residencia del seor Wills, anfitrin del presidente. Le cantaban serenatas. Le pedan que hablase. Lincoln respondi con pocas palabras, que dejaban entrever, con ms claridad que tacto quiz, su deseo de no hablar hasta el da siguiente. Lo cierto es que pas parte de la noche dando a su discurso "otro toque". Hasta fu a una casa vecina, donde se hospedaba su ministro Seward, y le ley el discurso para que lo criticara. Despus del desayuno, a la maana siguiente, procedi "'a darle otro toque", trabajando sin descanso, hasta que golpearon a la puerta para informarle que ya era hora de ocupar su puesto en la procesin. "El coronel Carr, que iba detrs del presidente, cuenta que, cuando se inici la procesin, el presidente montaba erguido su caballo, como si desempease su papel de general en jefe del ejrcito. Pero, a medida que la procesin adelantaba, su cuerpo se fu encorvando para adelante, los brazos perdieron la rigidez, y la cabeza se inclin. Pareca perdido en sus pensamientos." Slo podemos inferir que, aun en ese momento, estaba repasando su corto discurso de diez inmortales oraciones, dndole "otro toqu'. Algunos de los discursos de Lincoln, aquellos en 'que slo tena inters superficial, fueron fracasos rotundos; pero era un orador -consumado cuando hablaba de la esclavitud y de la unin del Norte y el Sur. Por qu? Porque continuamente meditaba sobre estos problemas, y los senta profundamente. Un compaero que comparti una pieza con l una noche en una posada, se despert a la maana siguiente cuando sala 47

el sol, y vi a Lincoln que, incorporado en su lecho, y mirando fijamente la pared, deca: -Este gobierno no puede subsistir permanentemente, una mitad esclavo y una mitad libre. Cmo preparaba Cristo sus discursos? Se apartaba de la gente. Pensaba. Meditaba. Consideraba. S e fue solo al desierto, y medit y ayun durante cuarenta das y cuarenta noches. "Desde entonces en adelante -dice San Mateojess comenz a predicar." Poco tiempo despus, pronunci uno de los discursos ms clebres de la historia: el Sermn de la Montaa. -Todo esto es muy interesante -dirn algunos-, pero yo no quiero ser un orador famoso. Yo slo quiero echar algunos discursos de vez en cuando, si se presenta la oportunidad. Muy cierto, y comprendemos perfectamente tal deseo. Este curso tiene el fin especfico de ensearnos eso, precisamente. Pero, por poca pretensin que tengan nuestros discursos, nos pueden resultar tiles, y hasta podemos emplear en cierto modo los mtodos de famosos oradores del pasado.CMO PREPARAR UN DISCURSO

Sobre qu tema debemos hablar en las sesiones de este curso? Sobre cualquiera que nos interese. Si es posible, elegiremos nosotros mismos el tema; y si el tema nos "elige" a nosotros, miel sobre hojuelas. De todos modos, el instructor nos proporcionar temas si as lo deseamos. No incurramos en el error tan comn de querer abarcar muchos aspectos en una conferencia corta, que quien mucho abarca poco aprieta y todo se le suelta. Tomemos uno o dos puntos de vista y tratemos de desarrollarlos adecuadamente. Nos podemos considerar dichosos si lo conseguimos, en los cortos discursos a que la falta de tiempo nos obliga. Fijmonos el tema con una semana de anticipacin, para que podamos pensar en l durante siete das y siete noches. Que el tema sea lo ltimo en que pensemos cuando nos vamos48

a dormir. Pensemos en l mientras nos afeitamos, mientras nos baamos, mientras vamos a nuestras ocupaciones, mientras esperamos el ascensor, mientras aguardamos la comida, mientras llega la persona que nos di cita. Comentmoslo con los amigos. Hagamos que nuestras conversaciones giren en torno al tema. Hagmonos todas las preguntas posibles con respecto al asunto. Si, por ejemplo, tenemos que hablar sobre el divorcio, preguntmonos qu causa el divorcio, econmicamente, socialmente. Cmo se puede remediar el mal? Ser mejor tener leyes uniformes en todos los Estados? Por qu? O ser mejor no tener leyes al respecto? No convendr prohibir el divorcio? O hacerlo ms difcil? O ms fcil? Supongamos que tenemos que hablar sobre las causas que nos movieron a inscribirnos en este curso. En tal caso, nos preguntaremos: Qu dificultades tengo yo? Qu espero obtener de este adiestramiento? He hablado alguna vez en pblico? Cundo? Qu sucedi? Por qu creo yo que este adiestramiento tiene valor para m? Conozco a alguien que est progresando ms en la vida gracias a la confianza en s mismo, a su porte, a su capacidad de hablar convincentemente? Conozco a alguien que no tenga posibilidades de alcanzar grandes xitos por falta de estas cualidades? Seamos explcitos. Narremos la vida de estos hombres, sin mencionar sus nombres. Si conseguimos ponernos en pie, pensar con lucidez, y mantenernos hablando durante dos o tres minutos, habremos hecho cuanto se espera de nosotros en los primeros discursos.. Un tema como el de Por qu me inscrib en este curro es muy fcil. No puede haber duda de ello. Si dedicamos un poco de tiempo a la eleccin y ordenamiento del material, podemos estar seguros de que no lo olvidaremos, porque estaremos hablando de nuestras propias observaciones, nuestros propios deseos, nuestra propia experiencia. Por otra parte, supongamos que hemos elegido el tema de nuestro empleo o de nuestra profesin. Qu haremos para preparar ese discurso? Ya tenemos reunida una buena can49

tidad de material sobre este asunto. El problema, entonces, consistir en elegir y escoger ese material. No tratemos de decirlo todo en tres minutos. Sera imposible. El discurso resultara excesivamente escueto, excesivamente fragmentario. Tomemos una fase del tema, y solamente una: adornmosla, extendmosla. Por ejemplo: por qu no hablamos de las causas que nos movieron a seguir la carrera que hayamos seguido? Fu resultado de nuestra decisin o de la casualidad? Narremos nuestras primeras luchas, los reveses sufridos, las esperanzas abrigadas, los triunfos logrados. Hagamos una narracin interesante, una pintura vvida, basada sobre experiencias propias. La historia real, ntima de un hombre -cuando se la cuenta con modestia y sin asomo de petulancia, que tanto irrita- es sumamente interesante. Es un material que rara vez fracasa. O contemplemos nuestra profesin desde otro punto de vista: qu desventajas ofrece? por ejemplo; qu consejo daramos a un joven que quisiera abrazar la misma profesin? O hablemos de la gente con quien solemos estar en contacto - los buenos, y los otros. Contemos los problemas que se nos presentan con aquellos con quienes debemos tratar diariamente. Qu nos ha enseado nuestra profesin respecto del tema ms interesante de cuantos haya: la naturaleza humana? Hablando sobre el aspecto tcnico de nuestra profesin, sobre los pormenores, nuestra charla puede resultar muy poco interesante a los dems. Pero la gente, las personalidades de los individuos: es muy difcil desbarrar con semejante material. Sobre todo, no hagamos de nuestro discurso una exposicin abstracta. Eso suele aburrir. Entremezclemos en el una sucesin de ejemplos y de juicios generales. Pensemos en los casos concretos que hayamos observado, y en las verdades fundamentales que esos ejemplos especficos ilustran. Veremos tambin que estos casos concretos son mucho ms fciles de recordar que los abstractos; que son ms fciles de exponer. Hacen ms brillante y ms flida nuestra exposicin. 30

Argelles, protestando contra las notas enviadas por potencias extranjeras que trataban de inmiscuirse en los asuntos de Espaa, concluy del modo siguiente un brillante discurso. Reparemos en las pruebas histricas que aduce para abonar sus asertos. "El rey de Espaa ha sido siempre vctima de las perfidias de los extranjeros; pero yo confo en que se aprovechar de las lecciones de la historia y de su propia experiencia. Pedro I, rey de Castilla, muri rodeado de extranjeros, asesinado por su hermano Enrique en la tienda de Beltrn Dugesclin. El prncipe Negro, heredero de Inglaterra, fu vctima de los extranjeros, los que despus de su desgracia le abandonaron, y no hall refugio entre los dspotas, sino en la generosidad de la Repblica holandesa. La corte de San Petersburgo debe acordarse de que Pedro III, marido de la clebre Catalina 11, fu destronado, y todas las seales evidentes que aparecieron en su muerte demostraron que haba sido envenenado. Es todava mas memorable lo ocurrido con el emperador Pablo I, pero lo es aun mucho ms el escandaloso destronamiento de Gustavo Adolfo IV, que todava anda por Europa hecho un peregrino." Algunos alumnos, al pronunciar un discurso, cometen el error i mperdonable de situarse, en el plano que slo a ellos interesa. No es su obligacin, acaso, hacer la "charla" amena, no para s propios, sino para sus oyentes? No deben hacer lo posible por satisfacer los intereses egostas del auditorio? Si, por ejemplo, el orador es mdico, qu mejor que explicar a sus oyentes el modo de cuidar el hgado con mtodos caseros? Si es banquero, qu mejor que aconsejarles cules son las inversiones ms seguras? Mientras nos preparamos, analicemos nuestro auditorio. Meditemos sobre sus necesidades, sus deseos. Esto, a veces, nos gana la mitad del xito. Al preparar un discurso, es muy beneficioso, si el tiempo l o permite, leer un poco, averiguar qu han pensado otros, qu han dicho sobre el mismo asunto. Pero no leamos tanto que nuestras propias ideas queden desplazadas. Esto es muy i mportante. Vayamos, pues, a la biblioteca y consultemos al S1

bibliotecario. Digmosle que estamos preparando un discurso sobre tal y tal asunto. Pidmosle ayuda sin ambages. Si no estamos acostumbrados a hacer trabajos de investigacin y bsqueda, nos causar probablemente sorpresa la ayuda que el bibliotecario nos preste. Quiz nos traiga un volumen que trata especialmente de nuestro tema; bosquejos y resmenes para polmicas, en el que aduzcan las principales razones para cada bando sobre los asuntos pblicos del da. Casi todas las revistas especializadas publican, cada tantos nmeros, los ndices que los comprenden. Existen a cientos las revistas que, as en Espaa como en Amrica, se publican sobre literatura, pintura, ciencias, comercio, etc. La Enciclopedia Espaa-Calpe, una de las ms importantes del mundo, es tambin un importante auxiliar. Todas las bibliotecas tienen ficheros, donde hallaremos docenas de libros que nos sern de utilidad. Casi todos los libros de estudio y de referencia traen bibliografas de libros afines. Todo esto son las herramientas de nuestro taller. Utilicmoslas.PODER DEJADO EN RESERVA

Luther Burbank dijo, poco antes de morir: "A menudo he criado hasta un milln de plantas de una misma especie, para no encontrar ms que uno o dos ejemplares realmente buenos. Y entonces he destrudo todos los otros." Los discursos deben prepararse con nimo similar de profusin y entresacadura. Reunamos cien pensamientos y descartemos noventa. Hagmoslo en obsequio de la mayor confianza que merced a ellos obtendremos, la mayor seguridad. Hagmoslo por el efecto que producir sobre nuestro espritu, sobre nuestro corazn, sobre nuestra manera toda de hablar. Es este un factor principalsimo, fundamental; sin embargo, los oradores suelen no prestarle atencin, tanto en sus conferencias pblicas como en las privadas. "Yo he adiestrado a cientos de vendedores y propagandistas -dice Arthur Dunn-, y el defecto principal que se advierte en los ms de ellos es su imposibilidad de compren52

der la importancia que tiene el saber todo cuanto se puede con respecto a los productos, y en aprenderlo antes de iniciarse como vendedores. "Muchos han venido a mi oficina que, despus de haber obtenido una descripcin del artculo y algunas normas para intentar su venta, se han sentido ansiosos por ganar la calle y comenzar a vender. Muchos de estos vendedores no han durado una semana en la casa, y no pocos han sido retirados dentro de las cuarenta y ocho horas. Al educar y adiestrar a estos vendedores para la venta de productos alimenticios, he tratado de convertirlos en expertos del producto. Los he obligado a estudiar informes del Ministerio de Agricultura, en los que se indican la cantidad de agua, de protenas, de hidratos de carbono, de grasa, de ceniza. Les he hecho estudiar los elementos de que se componen los productos que deben vender. Los he aleccionado durante das y les he hecho pasar exmenes. Los he obligado a ofrecerse los productos mutuamente. He ofrecido premios de estmulo a los que hablasen ms convincentemente. "He topado a menudo vendedores que durante el tiempo preliminar requerido para estudiar los artculos, se ponen impacientes. Y dicen: 'Nunca tendr tiempo de decir todo esto a mis clientes. Estn muy ocupados. Si comienzo a hablarles de protenas y de hidratos de carbono, no querrn escucharme, y si me escucharen, no entendern lo que les diga.' Yo he respondido: nosotros no le enseamos esto para beneficio de su cliente, sino para beneficio suyo propio. Si usted consigue familiarizarse de pe a pa con el producto, adquirir usted una seguridad difcil de calcular. Se hallar usted tan slido, tan fuerte, tan resuelto en su actitud mental, que ser al mismo tiempo irresistible e inconquistable." Cierta vez se le pidi a una conocida escritora, que a la sazn estaba en Pars, escribiese un artculo sobre el cable telefnico submarino, para publicarlo en una importante revista. Nuestra escritora se traslad a Londres, se entrevist con el gerente para Europa del cable principal, y obtuvo de ste todos los datos necesarios para su propsito. Pero no se confor33

m con esto. Quera tener datos guardados en reserva; estudi todos los modelos de cables que se exhiban en el Museo de Londres; ley libros sobre la historia del cable, y hasta visit fbricas de las afueras de Londres para enterarse del proceso de elaboracin. Por qu reuni diez veces ms informacin de la que humanamente poda utilizat? Lo hizo porque saba que esto le iba a proporcionar poder de reserva; porque comprendi que las cosas que supiese, aunque no las expresara, prearan de fuerza y color a las pocas que s expresara. Edwin James Cattell ha hablado a unos treinta millones de personas durante su vida; y hace poco me confes que si no se daba de puntapis despus de un discurso por todas las cosas interesantes que no haba dicho, no lo haca porque saba que de haberlas dicho todas poda haber fracasado. Por qu? Porque su larga experiencia le enseaba que los discursos de verdadero mrito son aquellos en los que hay un desbordamiento de material de reserva, una pltora, una profusin, mucho ms de cuanto el orador tenga tiempo de mencionar. '-Pero, qu diablos! -pensar el lector-. Cree este autor que yo tengo tiempo para todo esto? Quisiera que viese los negocios que debo atender, la esposa, los hijos y los dos perros "terrier" a quienes tengo que mantener... Ha! Para ir a museos estoy yo, o para examinar cables, espigar libros o amanecer incorporado sobre la cama, mascullando mis discursos. Queridsimo lector, ya conocemos bien su problema de usted, y hemos dictado, comprensivamente, todas las providencias necesarias. No siempre se le pedir a usted que prepare un discurso con anticipacin; se le dar simplemente un asunto fcil para que usted improvise, despus de haber encarado el auditorio. Esto le proporcionar una prctica preciosa para pensar de pie - que es como generalmente se debe hablar en las asambleas de cualquier suerte. Algunas de las personas que se inscriben en este curso tienen escaso inters en aprender a preparar sus discursos

de antemano. Slo quieren adquirir el hbito de pensar de pie y de intervenir en los debates a que concurren. Tales estudiantes generalmente prefieren concurrir a clase, escuchar y luego comentar o impugnar lo que algn orador precedente ha dicho. En cierta medida, esto puede resultar provechoso, pero no nos extralimitemos. Practiquemos las sugestiones que se dan en este captulo. Ellas nos facilitarn la deseada fas cilidad y holgura, as como la capacidad de preparar discursos eficazmente. Si nos demoramos hasta tener un poco de tiempo libre para planear y preparar nuestro discurso, quiz nunca 'lleguemos a tener ese poco de tiempo libre. Sin embargo, aquello que es habitual, aquello que uno se acostumbra a hacer, resulta fcil, no es verdad? Por qu, entonces, no dedicamos un da de la semana, de ocho a diez de la noche, por ejemplo, especialmente para esta labor? Tal es el mtodo seguro, sistemtico. Qu cuesta probarlo?SUMARIO

1. Cuando el orador tiene un mensaje verdadero en su mente y en su corazn, una necesidad perentoria de hablar, tiene pocas probabilidades de fracasar. Un discurso semipreparado est semipronunciado. 2. En qu consiste la preparacin? En anotar algunas frases faltas de vida sobre el papel? O en aprenderlas de coro? De ningn modo. La verdadera preparacin consiste en extraer algo de nosotros mismos, en reunir y ordenar nuestros propios pensamientos, en fomentar y nutrir nuestras propias convicciones. (Ejemplo: el seor Cortez fracas cuando quiso repetir los pensamientos recogidos de un artculo de la "Gaceta Mercantil". Pero cuando este artculo le sirvi simplemente como punto de partida para su propio discurso, cuando discurri sus propias ideas y hall sus propios ejemplos, tuvo xito.) 3. No nos sentemos a un escritorio y tratemos de fabricar un discurso en treinta minutos. No se puede hacer un discurso53

a pedido como si se tratase de asar una chuleta. Los discursos tienen que crecer. Escojamos el tema con una semana de anticipacin, pensemos en l durante los ratos perdidos, meditmosle, durmmonos pensando en l, soemos, en fin, con l. Hablemos de nuestro tema con los amigos. Convirtmoslo en motivo de conversacin. Hagmonos todas las preguntas posibles con respecto a l. Escribamos en pedazos de papel todas las ideas y ejemplos que se nos ocurran, y sigamos discurriendo otros. Los pensamientos, las sugestiones, los ejemplos, irn apareciendo en los ms diversos momentos, mientras nos baamos, mientras vamos en automvil, mientras esperamos que nos sirvan la cena. Tal era el mtodo de Lincoln. Y tal ha sido el mtodo de todos los buenos oradores. 4. Despus de haber pensado espontneamente durante algunos das, vayamos a la biblioteca y leamos libros o artculos que se refieran a nuestro tema - siempre que tengamos tiempo para ello. Consultemos con el bibliotecario. 1 puede prestarnos gran ayuda. 5. Reunamos mucho ms material del que pensamos emplear. Hagamos lo que Luther Burbank, que no pocas veces criaba hasta millares de plantas en busca de una o dos realmente excelentes. Hallemos cien ideas, y luego descartemos noventa. 6. La manera de desarrollar el poder de reserva consiste en saber mucho ms de cuanto podamos emplear; en tener un depsito repleto de informacin. Al preparar un discurso, pongamos en prctica el mtodo que Arthur Dunn enseaba a sus vendedores, o el que empleaba aquella escritora que debi escribir sobre el cable submarino del Atlntico. VICIOS DE LENGUAJE VOCABULARIO Las palabras de la columna izquierda son dialectales. Aunque algunas de ellas han sido aceptadas por la Academia 56

Espaola de la Lengua, es preferible evitarlas y reemplazarlas por las de la derecha:INCORRECTO CORRECTO

Changador Fulgir Lapicera Aguatero Curtiembre Peritaje Cortafierro Yapa Firuletes Baadera Altoparlante Atorrante

Ganapn, mozo de cordel Fulgurar Portaplumas, mango Aguador Curtidura, tenera Peritacin Cortafro Adehala, aadidura Arrequives Baera Altavoz Vago, harapiento; pillo GRAMTICA Sendos

Esta palabrita, que no tiene equivalencia en ningn otro i dioma, y que todos los idiomas nos envidian por lo til y elegante, carece de singular. Por tanto, no puede ser sinnima de enormes, extraordinarios, exorbitantes ni monstruosos, puesto que estos cuatro vocablos gozan de ambos nmeros. Significa: "uno para cada cual de dos o ms personas o cosas". "Pasaron dos hombres con sendos garrotes" significa que llevaban uno cada cual. As lo emplea Cervantes: "Entraron dos viejos de bayeta con anteojos que los hacan graves y dignos de ser respetados, con sendos rosarios de sonadoras cuentas en las manos." Y Unamuno: "De los escritores no digamos nada, porque es cosa sabida que, si hay doscientos que gesticulen y vociferen en el tablado de las 57

letras, cada uno de ellos publica doscientos ejemplares de cada una de sus obras. 7 con sendas dedicatorias. s e las reparten entre s." EJERCICIO VOCAL. LA CORRECTA RESPIRACIN El famoso cantante Jean de Reszke aconsejaba "llevar alta la corbata". Pongmonos en pie y llevemos a la prctica su consejo, no subiendo los hombros, sino elevando el pecho hasta su posicin natural. Hagamos reposar todo nuestro peso sobre los tacones. Apoyemos una mano sobre la cabeza. Tratemos ahora de apartar la mano del pelo, sin levantar los talones. Hagmoslo, no con los msculos del brazo, sino tratando de conservar la mxima altura que nos sea posible. Eso es. Muy bien. Ahora estamos erguidos, el abdomen para adentro, la corbata y el pecho altos, la nuca pegada al cuello de la camisa. Hemos levantados los hombros? En ese caso, relajmoslos, bajmoslos. Es el pecho el que debe estar alto, no los hombros. Sin bajar el pecho, exhalemos. Mantengmoslo alto hasta que salga la ltima pizca de aire. Y henos ya listos para respirar correctamente. Inhalemos profunda, lenta, tranquilamente por la nariz. Tratemos de sentir la misma sensacin que sentamos al practicar en la cama la respiracin diafragmtica que sugerimos en el captulo I. Sintamos los pulmones extendindose, extendindose, extendindose, empujando hacia el costado las costillas inferiores: sintamos la sensacin debajo de los brazos. Sintamos el diafragma comprimindose y achatndose como un plato de papel dado vuelta y aplastado desde arriba: sintamos el diafragma extendindose al poner los dedos sobre el "grito de la mueca", como llaman los nios a la parte que queda inmediatamente por debajo del esternn. Exhalemos lentamente. Ahora, una vez ms. Inspiremos por la nariz. Advertir nuevamente que no se deben levantar los hombros ni querer ensanchar los pulmones por la parte superior. Con la corbata en alto, inspiremos nuevamente y sintamos la expansin en medio del tronco. 58

"Yo practico la respiracin profunda todos los das" deca l a Schumann-Heink. Caruso haca lo mismo: por esto desarroll un diafragma de gran fuerza. Cuando los estudiantes venan a pedirle consejo sobre el arte de respirar, Caruso sola decirles. "Apoya con toda tu fuerza el puo sobre mi diafragma". Y entonces, con una rpida y profunda inhalacin, comprima el diafragma con tanta violencia que arrastraba el puo con la mayor facilidad. Sin embargo, el solo conocimiento del buen respirar, que estamos aprendiendo, no nos servir de nada si no lo sabemos aplicar. Practiqumoslo, pues, diariamente, mientras caminamos por la calle. Practiqumoslo cuando tengamos un momento libre en la oficina. Practiqumoslo despus de habernos concentrado durante una hora con algn asunto: abramos la ventana y llenmonos de aire los pulmones. Esto no ser tiempo perdido. Ser tiempo ahorrado, vigor reforzado, salud ganada. Por otra parte, no es menester practicar por mucho tiempo: si lo hacemos con constancia, se nos convertir en costumbre. Nos causar extraeza saber que antes respirramos de diferente modo. Respirar con la parte superior de los pulmones, es respirar a medias solamente. Y "quien respire a medias solamente -dice un antiguo pasaje snscrito- vive a medias solamente". Si seguimos diariamente las indicaciones que damos aqu, no slo mejora