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y < r

INSINUACION PATRIÓTICASohre los perjuicios que acarrearía al Estado el restablecimiento de los F ra iles , ó por mejor de­

c ir ̂ sobre lo útil y ventajosa que serta su

total extinción.

T P . . .J L ^ u tr e IOS cristianos de la p rim itiva Ig le s ia , cuyas costum ­bres fueron las m as puras é inocentes que se han conoci­do jam ás entre los hom bres., no hubo ni-m onges n i fraites,

L a-p ro fesio n m onistica tu vo su origen en la S iria y en E g ip to en ei siglo 3.° del cristian ism o, pero no estuvo en su esplendor hasta m ediados del 4 .° , en que muchos Ceno­bitas se d istinguían p or su sa n tid a d , a l mismo tiem po que otros 'Causaban ■ con ■ su conducta sediciosa m il escándalos y d istu rb ios.en las iglesias d e-O rien te . - ^

E n ei siglo <5.̂ ' habia y a monges en E u r o p a ; p e ro -la p r in cip a l época de 'Su establecim iento debe considerarse des­de que S. B enito fundo en 5 29 el fam oso m onasterio de Moii'- te C a s in o , en donde echó los prim eros cim ientos de su or­d e n , juntando g ra n núm ero de discíputos , que se espar­ciero n despues p or todo el Occidente/

Su regla les prescribe la h um ildad , la o b ed ien cia , la castidad , la pobreza , el trabajo de mano,>, y en Gii to ̂das las demas virtudes propias .de unos hombres , cuyo es&ncial objeto es dexar e l’ m undo ■, y consagrarse ea tera- m eateí á Diob ; ..psro astas; isaotas. Jinititüaiones fueron ' tan jw ^ n to . olvidadas , .«quei eii* e í 's ig lo inm ediato ya no queda­ba' rastro .dc: elias. ¡v c jü

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( OL a superstición había enriquecido los m onasterios, y las

riquezas habían introducido la mas torpe corru pción en­tre ios monges^-. quienes, en iu g a r de v iv ir p o b res, reti-»- rad'os , hum ildes y ' laboriosos se abandonaron á la v ia a m undana*, 1̂ o c io , y á los v ic io s , ñiltando de este mo­d o , cou eL m ayo r escándalo , a l pacto que habian hecho con D ios y con" los hombres. L a descripción que' hace un niütoriador eclesiástico“ de suí> còstuìiibres en aquel siglo , nos dará una idea exacta del estado de i*eiajacion y desenfreno en que vivían.

nU na devocion , dice ,, que cara cteriza ren parte á este 3>sigio, y tuvo su p rin cip io en las mismas tin ie b la s , fue síla fundación de tantos m on asterios, que se m ultiplicáron ?íhasta un núm ero casi increíble. L es parecia á las gentes sjque no podían hacer una obra mas g rata á los ojos'

.'.dar una prueba mas- cierta de afecto á la re~ -aíÍj^ioi>,;que ,el .consagrar, sw hacienda á fund ar por todas .çi-piirt'es:'.estos- piadosQsc vasiios . .dotarlos quantiosaménte, jjL os principes y lós grandes'na,icQ 'nocian otrou-npejor uso 5>de-su, jJoder y riquezas r ' y los hpmbres .d e toda& .'láÍ «clíises les parecia , qüfe no habia cosa m as acertada en »eí)te„ m u n d o , que el ir á .v iv ir y m o r if ''e n -hábito mo^ ^?n^c;al. Y.r.fue .tan >^iieriil estatOiicíOíi > jque..era; tcomu-m. el 9)v e r hasta trescientos y q u atíocien tosííiíónges (juníoa. enrekW /;|t06-. rgtir0íí.5;.-ídeí suerte>.que no sé; coanpçeaiide-. b iea.-tom o jjp o d ja subsistir la sociedad c iv il en!;medáo de »esta asontr j?;l>co.sa;.deserción.ide 'hom bres , que de .todos los estados sjabandonabiin el m undoi p a ra p oblar los desiertps. Así'lle-" aj^árobii á ser>e| {^riijioaaio- de ias.abadiasi,'daminiûs:.întnen-î- 5)sos, y tierras de k-jmaáKYasta.texténsion:, las quáies ,í3.11.vnd(We fcad'gadás .por este! m otivo con el:>secvtcÍoj.mili- j?t4 r con ,1a. justicia conten¿iosa , . y. jcon la-adniinistrak:ioQ éude, u n asvïô n ïas m u y ^vandes daban á los'«abades unár 5̂clase3 e n 'e i i ebtado cofiocado! te l..ap a rato de o la ’ grandeza-,

«y; todas!Jasri «oip.odidfl.des-i.de:àai.x}pulâEtcia.ç Xcísi náonaste-^ M íios. teüiíOT ¿vasxilioa^iafipialea dej ju s i^ ia j^^iiegoriosdó w wdas esp ecies: tom aban p arte en la g u e rra >y..-eix»iás;4 ifeií

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- ^ 3 )»rencias que se suscitaban cutre los príncipes y señores, »en ias deliberaciones públicas y asambleas nacionales : es- «taban llenos de tropa , de arm as y caballos , hospedabarr íiá ios- Reyes, y á su- com itiva. C on esto era im posible-quei »>Cj:os asiioá de la paz , y del silencio, no se convirtiesen »»en luga-res de tu u iu lto , de laxo y de gasto ; y que el »»espiritu de recogim ien to, de oracion y sencillez no se e x - »»tiiiguie.íe , de,iierradá la pobreza y la hum ildad , que son »»los dos fuaJaiiicatos de ia vid a moci.ística..”

Por esta ingenua re la c ió n , que nos« representa las cos­tumbres de los nionges en el siglo se vé claram ente, que e^tas ca>as reiigiosas han sido siem pre en g ra n ma­n era perniciosas á ios e.>tados , y de m alísim o exemplo pava los pueblos, que veian que la pretendida regla que los frailes fing lan querer observar , no era m as que un tram pantojo , y que con capa de a u sterid ad , de penitencia y de pobre­za se podía lograr el ser grandem ente rico sin trabajar y disfrutar tranquilam ente de todas ias com odidades y rega­los de ia vida.

Pero quando se v ió con la m ayor evidencia que' los frailes no pueden dexar de ser perjudiciales al E stad o , y que si las virtudes de algunos han hecho a lgú n bien á la cristiandad , los v ic io s , la ign oran cia y la holgazane­r ía del m ayor núm ero han hecho gravísim os males á la so­ciedad en g e n e r a l, fue en el siglo x ir i , en que nacieron y se' propagaroli con una increibie rapidez las órdenes m endicantes. •

B axo el Pontificado de Inocencio I I I , dice otro his­toriador tan sabio com o elocuente »»nacieron las órdenes »?aiendicant-es com o una m ilicia espiritual destinada á com - « b a tir contra los vicios- y los -errores. S. Francisco de M A s ís , tan sencillo com ò p ia d o so , "creyó segiíir ia pure­z z a del evangèlici estableciendo u n - instituto en el que na— » d a se - poseyese ̂ y e n <ìl que fúeáC' precii^o v iv ir 'de' l i- »»mosna quando el traba'o de manos nó diese lo necesa- »»rio p a ra subsistir. Sus p rim éíos teligiosós h um ildes, pa- « c ie n te s, zeio^os infatigables ̂ '^ n belesároa á ios pueblos,

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9>tanto por la sínguíaridad de una p erfección desconoci-' »da , com o p or sus trabajos apostólicos. E l orden se e x - wtendió tan rápidam ente que en 1 2 1 9 , quatro años des- » pu eí que fué aprobado , se contaron m as de quatro m il »franciscanos en el p rim er capítulo g en era l.”

Y a tenem os aqu í m as de quatro m il m endigos á car­go de la re p ú b lic a , y si hablan de v iv ir del trabajo de sus m anos ¿p or qué no se estaban en sus casas? E l hom ­b re que tr a b a ja , en todas partes es virtuoso y ú til á sus sem ejantes, p ero en nada menos pensaban estos santos varones que en trab ajar p ara gan ar el sustento con el sudor de su rostro com o vam os á verlo bien p ron to si­guiendo la n arració n de nuestro historiador.

» Santo D o m in g o , can ónigo esp añ o l, e l m isionero de Jila cru zad a de los A lb igen ses, estableció p o r aquel m ts- «m o tiem po frailes p redicadores baxo el p ie de can ó n i- «gos r e g u la r e s , y les p ro p o rcio n ó una g ra n autoridad y a sjpor el cargo de m aestro del sacro p alacio creado en su ? jfa v o r , y a p o r la in q u is ic ió n , cu yo exercicio le habia «confiado Inocencio I I I . E l exem plo de los frailes m ene­a res Je anim ó bien pronto á p re fe rir la qualid ad de m en- » d ican te com o m as sublime. L o s D om inicos ab razaro n , « p u e s , en 12 2 0 la p ob reza entera de S. F ran cisco . E a «seguida v in iero n otros institutos de m endicantes m enos

^célebres.”” Según el. ju icioso F le u r y , los pueblos p o d ían d e c ir :

«bastante cargados estamos con la subsistencia de núes- íítrp s pastores ord in arios , á quienes pagam os los diezm os « y demás censos. L o s pueblos pensáron y obráron m u y « d e o tra m anera. A q u ella m endiguez les p areció en a l - » gu n m odo d ivin a , y e l m ism o espítitu que habia e n - »riquecido tantos m onasterios fué el recu rso seguro de » tantos nuevos religiosos m irados com o unos apóstoles, »m ientras que los pastores y los antiguos m onges eran

sjdespreciados altam ente.”» P a ra la C u r ia R o m a n a , fué u n a g ra n ven taja e l

»tener á d isp osicioa im a m ultitud d& zeladores ar-*

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«dientes qtie podía en viar sin hacer gasto alguno á to­ndas partes , cuyos m ovimientos podia d irig ir y aun v a - 5)lerse de sus virtudes p ara el buen éxito de sus em pre- wsas. Se les exim ió de la jurisdicción episcopal con el »fin de extender y sostener p or m edio de ellos el poder íídel^ papazgo. L a E urop a se llenó de mendigos volun- » ta r io s , que gobernaron el espíritu y la conciencia de »los p ueblos; pero su profesion y su muchedumbre los »exponían á demasiados p e lig ro s, para que su fervor p ri- »m itivo pudiesé subsistir mucho tiem po. N o hacia mas »que treinta años que S. Francisco habia m uerto , y ya « S. B u en aven tu ra , G eneral de la O rden , se quejaba de »grandes ab u so s, hasta decir (con exageración sin duda) »que se tem ía tanto el encuentro de ios frailes como el «de los ladrones.**

»R espetando la santidad de un g ran número de estos « re lig io so s, la historia refiere, que las riquezas se sigu ié- « ro n bien pronto á la m en d igu ez: que las devociones «nuevas que in ven tá ro n , cordones y rosario^ escatipla- i^rio & C . no fueron siem pre puras devociones : que se «suscitaron disputas entre las órdenes con m otivo del p ro - «ducto que sacaban de e lla s , testigo una Bula de Fio V . « p a ra asegurar á los D om inicos exclusivamente las co fra- «días del rosario com o un privileg io : que las disputas de » la a u la , juntam ente con el in terés , llegaron á ser un «m anantial de discordia entre los religiosos de hábitos « d iferen tes: que de ello resultáron turbulencias en la igle- «sia y en la so cied ad : que la razón hubiera podido p re- « veer estos efectos dem asiado naturales de ia debilidad »»humana, y que señalando justos lím ites á semejantes « establecim ientos, se debiera haber evitado la necesidad «de las reform as y de las supresiones.”

T a le s fueron los frailes de los tiempos antiguos, que v iv íéro n en com pañía de los santos: veam os ahora com o son nuestros contem poráneos que no han tenido la di­ch a de conocer tan excelentes modelos. Com o todo el m undo los conoce , m i descripción no será la rg a , y así

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me com entaré con delinear los prin cipales rasgos que los caracterizan . ’ ‘

E llo s , igualm ente que sus predecesores continúan e in - baucftndo al crédulo y sencillo puebio i im buyéndole en m il supersticiones r id ic u la s , ' haciéndole creer iriuinerables iiiilap^ros fin g id o s, -y ad o rar una infinidad de reliquias ñilsas , degradando de este m odo' la m agestad sublim e de nuestr-a re lig ió n , y tranísform Andola-en una especie de idolatl-ia. Eüoi-€ín m edio dé .un- siglo ilustrado , son p o r esencia ig n o ra n te s , preocupados , ‘ 'íUnátricos,- intolerantes* y enem igos declarados de las lu c e s , de Ja prosperidad' y libertad de las N aciones. EJk)s , corrom p en las cos­tum bres de los p o eb lo s-d o n d e '‘residen en co m u n id a d , se^ duciendo’ -las m ugares y ' em bruteciendo á los m aridos,' hasta hacerles o lv id ar todo sentim iento de ' honor y de vergüen za. F on gó p o r testigos de ésta' verdad á todos quantos han v iv id o a lgú n tiem po 'en • pueblos dom i­nados p or ciertos frailes j y que confiesen de buena fe sino han o b ,e ™ d o ' én e íío s-¿qu é d ig o ■ observado? si­no han visto y - palpado una disolución de -costiimbres, que asom bra aun á los hombres 'm as versados en los v i­cios del m undo. ' E llos s o n , h a n -s id o y s e rá n 's ie m p re m alos ciudadanos , com o lo han m anifestado abiertam en­te en nuestra, santa ■ insurrección •, pues en vé^ d e 'a p re - ' surarse á ofrecer á la P atria las m uchas r iq u e za s ' de que' e ran depositarios y no duéñós, Itón preferido reservarlas p a ra que sean presa de nuestros enem igos. E n tré ellos, ha hallado e l gobierno -intruso los adictos de su m ayo r co n fia n z a , y los espías m as d is im u la d o s, mas astutos , y p o r consiguiente mas tem ibles p a ra n osotros; sus diver-* sas agregacionéis , form an una' sociedad partículap^^ rícá y p o d e ro sa , que puede llam arse una república en el Estado: n in gn n a autoridad reconocen j y léjos de hallaráe en ellos la h u m ild a d , la m oderación y m ansedum bre, que dicen que p r o fe s a n , están p or el co n trario llenos de orgu llo , y po­seídos de un espíritu de odio y de ven gan za irtiplacable«.. . .

P o r últim o-,' eon ' cap a de siervos d e D io s i 'y á títu lo de

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limosnas disfrutan de las rentas mas pingues, con las q ua- les v iven a nuestras expensas : nosotros condenados ai tra­bajo , y ellos sum ergidos en la mas infam e holgazanería. Este a b u so , el mas enorm e que se puede hacer de la re­lig ió n , no se debe tolerar y a un solo instante : arrojemos pues quanto antes de nuestros hombros tan insoportable é ignom iniosa carga : destruyam os pronto pronto de ra iz esta pésim a carcom a , que corroe y devora los E stad os, como el cáncer al cuerpo ham ano. L a Patria no necesita frailes : sus v irtu d e s , si es que las tienen , no hacen falta en la p a z , y son inútiles en la g u e r r a : p o r ta n to , co n c lu y o , que no solo no se les debe perm itir que vuelvan á sus con­ventos , sino que es preciso , absolutamente p re c iso , extin­guirlos totalmente antes que consumen nuestra ruina , de la que han sido no pequeña causa. M . M.

M A D R I D.EN LA IM PREN TA DE VILLALPANDO.

AÍiO 1 8 12 .

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