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ORACIONDE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

A SU HAGESTAD

(ED IBIS iaSÌ^IDDISii.

COW MOTIVO

DE L A SOLEMNE PROCLAMACION DE SU AUGUSTA H IJA

P O M A I M A ^ H L I I «

Ma d r i d :EN L A OFIC INA DE D. E . A G U A D O , IM PRESOR DE CAM ARA DE S. M.

Y SE SU REAL C&SA.

1853.

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I j a Reai Academia de la Historia se pre­

senta hoy ante V . M. á cumplir con uno de

sus mas gratos deberes, felicitándola por el

advenimiento de su augusta hija la Reina

nuestra Señora D o ñ a I s a b e l 11 al trono

que ocuparon sus gloriosos progenitores,

donde se ha dejado ver cual iris despues de

un tiempo borrascoso para restituir la cal­

ma á los corazones españoles, haciéndoles

concebir fundadas esperanzas de un porve­

nir dichoso.

Estaban ya grabadas con caracteres in­

delebles en el gran libro de la Historia, que

es el maestro de las naciones y de los que

las dirigen, las memorables disposiciones

dictadas por V- M. en el breve período en

que circunstancias funestas depositaron las

riendas del Gobierno en V. M.; y su impre­

sión habia preparado favorablemente los áni­

mos de sus fieles súbditos á pi'oclamar con

todo su corazonla excelsa hija de F e r n a n d o

y C r is t in a , presentada á su pueblo por la

mejor de las madres.

( 5 )

¡Dia para siempre memorable aquel en

que al levantarse los pendones de Castilla

por I s a b e l I I , recordaba la lealtad española

la fausta época de otra Isabel, en cuyas ma­

nos ostentó el cetro un brillo y magestad que

nunca liabia tenido hasta entonces! Aque­

llas aclamaciones, Señora, aquellas aclama­

ciones, aquel enternecimiento, tantos bra­

zos alzados y dirigidos hacia el astro que prin­

cipiaba á aparecer en el horizonte español,

no indicaban sino el reconocimiento por el

bien cuyas pi'imicias se yeian, y cuyas cre­

ces se esperaban bajo un reinado maternal,

bajo el reinado del amor y de la sabiduría.

Eran ya grandes los motivos que se pre­

sentaban para no creer ilusoria tan dulce

perspectiva. La voz de hijos se habia vuelto

á pronunciar por V . M., llamando en rede-

. ( 6 )

dor de sí á todos los españoles, y la concordia

que da acrecentamiento á las cosas mas pe­

queñas, se acababa de poner como piedra

angular en el grande edificio del Gobierno.

Dejábanse entreveer los seguros efectos de la

reunión de los conatos y trabajos de todos

pai'a promover el bien general del reino;

mejoras de grande consecuencia en la admi­

nistración pública; severo regimen de econo­

mía de que daba ejemplo el Real Palacio;

efectiva decisión de disminuir los impuestos

hasta donde fuese posible; esfuerzos para

multiplicar y estender los medios de produc­

ción, para establecer el respeto á la propiedad

y la importancia que debe dársele en un es­

tado que quiei'e subsistir sólidamente, para

remover los muchos y poderosos obstáculos

que se oponen á la agricultura y á la in­

dustria, proYidencias dirigidas á dar y con-

servar la paz y tranquilidad interior... Estas

y otras medidas anunciaron ya desde luego

que estaba principiada la grande obra de la

restauración y felicidad de la España. Con

auspicios tan lisonjeros, con la persuasión

íntima de que V . M. no deseaba sino conocer

el bien para hacerlo, ó los males para reme­

diarlos, ¿cómo ei'a posible dejar de presa­

giar una nueva era de ventura y de gloria?

Así lo ha empezado á comprobar la es-

periencia. Constante V . M. en su noble pro­

pósito, ha dirigido su atención hacia la edu­

cación primaria, facilitando á la infancia los

medios de adquirirla y creando escuelas;

hacia las leyes de la imprenta y los medios de

estender los conocimientos humanos, des­

viando con mano sabia y previsora los da­

ños que pudiera producir el abuso; hácia las

mejoras del régimen municipal, y otras que

con el tiempo completarán la dicha de la

Nación.

La Historia transmitirá fielmente á los

que vendrán en pos de nosotros los esfuer­

zos de V . M. para el logro de tan digna y

gloriosa empresa. Vasto es el campo que se

presenta al celo de V . M ., pero en este sue­

lo privilegiado nada se resiste á una sana y

decidida voluntad ; y si las guerras, las de­

solaciones de los pueblos, los horrorosos efec­

tos de las conquistas han ocupado por mu­

cho tiempo las páginas de nuestra historia,

de hoy en adelante ya no hablará sino de

los poderosos medios de que V . M. supo

echar mano para enjugar lágrimas y apagar

la fatal tea de las disensiones civiles; se ha­

blará de las artes, de la paz, de los adelanta­

mientos de las ciencias, de lo que fueron ca­

paces el mérito y el trabajo cuando lograron

ser honrados, de los pi'ogresos de la civiliza­

ción y bien estar de todos, de la mejora de

las costumbres auxiliada del eficaz apoyo de

la Religión, del ejemplo y de la vigilancia

perenne de la Autoridad, del arreglo de la le­

gislación criminal y civil, de la protección

ilustrada de la agricultura, industria y co­

mercio, de la estabilidad de la propiedad y

del crédito, y de cuanto es capaz de ocupar

dignamente al Gobierno, consolar á la hu­

manidad y dar gloria y poder duradero á

los imperios.

La Academia,que debió su existencia al

gran Felipe V ,y protección honorífica á sus

augustos sucesores, anhela no desmerecer la

( «o)

de V. M. y tener el dulce placer de perpe­

tuar, cumpliendo con su instituto, la gloria

del presente reinado y de las excelsas perso­

nas de V- M. y de la Reina nuestra Señora,

testificando que en su tiempo se llegó al mas

alto grado de prosperidad que pudiera pro­

meterse una nación tan favorecida de la

naturaleza, y tan amante de sus legítimos

Reyes.

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