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(Li XIX POR D, ASE MARIA VELASCO Y SANTIAGO Licenciado en Derecho Civil y Canónico. SEVILLA Tipo-Litografía, Azofaito 13 y 15. 1890

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(Li XIX•

POR

D, ASE MARIA VELASCO Y SANTIAGO

Licenciado en Derecho Civil y Canónico.

SEVILLA

Tipo-Litografía, Azofaito 13 y 15.

1890

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Es propiedad del autor,el cual denunciará con arre-glo á la Ley al que lo reim-prima sin su permiso.

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ARZOBISPADODE

SEVILL.A.

(Secretaría).

S. E. Ilma. el Arzobispo, mi Señor,

por decreto de esta fecha ha tenido tibien

conceder la licencia por V. solicitada pa-

ra publicar el opúsculo intitulado «El

Siglo XIX,» toda vez que según dicta-

men del Censor nombrado al efecto no

contiene cosa alguna contraria al dogma

y sana moral.

Dios guarde d V muchos años.—Se-

villa 17 de Noviembre de 1891.FRANCISCO GARCÍA SARMIENTO.

Sr. D. osé M. Velasco y Santiago.

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Initienn sapientia timor Domini.Principio de la sabiduría es el temor del SeTior.

Psalm. CX, v. 10.

O h siglo XIX! viejo decrépito y caduco,vano y presuntuoso, lleno de orgullo y

de soberbia; vamos á cuentas, que no te hasde escapar de mi severa é imparcial critica.Al considerar cuán altivo proclamas por do-quier y á cada instante, que tú eres el sigloilustrado, el siglo de las luces; y si Dios nome hubieradado este ojo escudriñador y pers-picaz y un tan sutil oído, junto con mi ten-dencia á examinar escrupulosamente y ana-lizar de modo minucioso todas aquellas cosasque deban merecer un superior estudio, porla importancia real ó presunta que revistan,confiésote ingénuarnente que me tendríasconfuso, turbado, atónito, perplejo y estupe-facto. Mas por estas razones, y por aquellode que, no es todo oro lo que reluce, picómela curiosidad de alambicarte, y aguzando unpoco mi ingenio, hice á ini solas tu exámen,

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y héme aquí resuelto á darte la calificaciónque mereces en mi pobre concepto; esperapocas alabanzas y disponte á sufrir muchascensuras, porque yo soy el que detesta lamentira y adora la verdad, y jamás diré loque no sienta, ni ensalzaré al que no seadigno. Esto no rechaza que por un acto dehumanidad y cortesía, te pida perdón antesde comenzar á descubrir tus defectos. ¡Perdó-name siglo mio! ¡Qué pena me causa llamar-te así, pues cuán desgraciado me consideropor haber nacido en tus días! Mal por si aca-so llegaran á las generaciones futuras noti-cias de tu sabiduría, trasmitidas por la re-tumbante trompeta de la Fama, y quisieranguardar de ella un testimonio escrito comode la ignorancia y defectos de que adoleces,y para que puedan juzgarte, preciso es repe-tir este examen; pero en forma académica,dejarlo consignado, y figurándonos dentrode las aulas, y sin nadie que asista en cali-dad de público ó en concepto de oyentes,convirtámonos, tú en alumno de enseñanzalibre, yo en catedrático de enseñanza oficial,y demos principio.

Te pregunto, ¿en qué estriban tus ade-lantos. civilización y progreso?„u‹

A.h! yo soy el siglo de los grandes ymúltiples inventos y de los descubrimientosportentosos , díganlo si no Stehinheil yWeatstone con el telégrafo eléctrico, Niepoe

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y Daguerre con la fotografía, Edisson con elfonógrafo, Pasteurs con el virus rábico yPeral con la navegación submarina; el siglode las obras magnificas, sirvan de ejemplo eltunal de Londres bajo el Támesis, el canalde Suez y la torre Eiffel en París; yo heproducido verdaderos fenómenos, como elcapitán Boyton atravesando á nado el canalde la Mancha, yo he dado gran impulso aldesarrollo de las ciencias, las artes, la litera-tura, á los distintos ramos del saber humano;ahí están para atestigu&rlo Chateaubriand,Cooper, Dumas y Mesonero Romanos, comoescritores; Belliui, Rubini, Rossini, Eslava,Gayarre y Sarasate, en la música; Duque deRivas, Bretón de los Herreros, Zorrilla y LordByrón, en la poesía; Goya y Fortuny, en lapintura; Donoso Cortés y González Bravo,en la oratoria; Ortiz de Zúñiga, Bravo Muri-llo, Pacheco y Aparisi y Guijarro, en la ju-risprudencia; Herschell y Castillo Ocsiero,en la astronomía; Bismark, en la política;Lesseps, como ingeniero, y el más sabio detodos el gran filósofo Balines, En fin, yo soytodo luz, todo ilustración, todo civilización yprogreso.

Injusto sería contigo si no reconocieraque cuanto me has referido, constituyen tusverdaderos méritos; que son grandes figu-ras, genios privilegiados dichos hombres,que en tu tránsito has producido, desarrolla-

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do, á cuyos últimos suspiros recogistes, in-marcesibles laureles, como delicadas florescon que puedes ceñir tu altiva frente, dulce;recuerdos que legarás á los venideros siglos-yo me descubro ante ellos, inclino con res-peto mi cabeza y bendigo esas obras admi,rabies; pero aguarda, no cantes la victoria-que ahora empiezo á, examinarte y aun cuan-do eres muy astuto y pretendes engañarme,no lo has de conseguir. Sofista de primerorden, has querido hacer valer tu' proposi-ción mostrando tus adelantos; pero ¿y tuatraso que tan mañosamente me ocultas, ycon tan marcada intención te callas? y cuen-ta, que me llena de asombro, qué esas glo-rias tuyas, me las hayas mencionado comotales, porque si consecuente y lógico fuerascontigo mismo, no debieras habérmelas ci-tado, que para ti no lo son; sino las que túllamas á cada instante y con gran satisfac-ción, tu ilustración, obras y producciones su-blimes, y yo tu cola y atraso, tus errores ypecados, tinieblas y retroceso. ¿Por qué nome las dices? no temas; enúncialas; ¡qué! ¿noquieres? no te dé rubor; ¡vamos! ¿no te atre-ves? yo las diré por ti. Guerra á la Iglesia.—Re-ligión á gusto de oada uno.--Franomasoneria.—Li-bre pensamiento.—Libre discusión.— La Políticamoderna.--Supercherías.-- La cuestión social.—Tauromaquia. Basta con ellas porque puedenllamarse las principales.

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En primer lugar y por vía de adverten-cia te diré, que he de combatir estos perni-ciosos errores con pocos argumentos, porqueme he propuesto no salir de los límites deun folleto; pero argumentos que en mi hu-milde sentir, son inconcusos y á la vez sen-cillos, pues escribo para que me entiendanlo mismo las inteligencias más privilegiadasque las menos favorecidas. Por igual cansa,de cuantos pasajes citare de otro idioma, pon-dré su traducción exacta y verdadera. Tam -poco debo pasar en silencio, que aun cuandoalgunos de estos errores no han nacido deti, los llamo tuyos y así los considero y re-bato, porque lejos de haberlos desterrado, losprofesas y les has dado mayor incremento ydesarrollo. Igualmente has de notar que enla exposición de la mayor parte de ellos, ha-blo con bastante frecuencia de la Iglesia; yno es solamente porque ataquen esta sagra-da institución, y quiera defenderla en justacorrespondencia al acendrado amor que l'.con.sagro, sino porque siendo maestra suma-mente docta que prescribe el bien y repro-cha el mal, es la límpida fuente donde ha-bré forzosamente de beber para combatirlos,pues caen dichos errores bajo su magisterioinfalible y universal jurisdicción. Entremosen materia.

GUERRA Á LA IGLESIA: tú eres el si-glo que ha asesinado á los frailes, que ha

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cerrado los conventos, aquellos asilos de ca-ridad sublime, refugio del desvalido, consue-lo del poderoso, centros de positiva sabidu-ría, mansión de la virtud, trono de la verda-dera fraternidad, de la santa fraternidadcristiana; tú has desterrado del mundo labuena fe sustituyéndola por la . túhas desmoralizado y corrompido la sociedad,tú haR ensalzado el vicio y has destronado lavirtud, has reemplazado la verdad por lamentira, la justicia por la ilegalidad, la ca-ridad por la envidia, el desinterés por elegoismo, la fe por la razón, el valor religiosopor el respeto humano, la ciencia con Diospor la ciencia sin Dios. Tú has lanzado ycontinúas lanzando ponzoñosas flechas con-tra la santa Iglesia de Cristo, ¿por qué? por-que es la depositaria de la verdad y tú crosel error, porque es madre de amor y tú tien-des á destruirlo, porque es el faro brillante,que delata las sombras de tu iniquidad y túquieres apagarlo, porque es la fuente delbien y tú te opones al bien.

Mas esa, para ti, frágil barquilla, no lo-grarás sumergirla bajo las embravecidas olasdel mar de tu impiedad, salva del naufragio,llegará á puerto seguro, que así lo prometióel Salvador á su piloto, «....et porto inferínon pr(evalebunt adversus eanz,...» (1) y laipuertas del infierno no prevalecerán contra

(1) Evang. de San Mateo, cap. XVI, V. 18.

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ella. Además, la historia ¿nada enseña? ¡quési enseña! Cicerón la llamó maestra de lavida. ¿Cuántos embates ha sufrido la Iglesia?infinitos, ¿cuál fué siempre su resultado? eltriunfo. Ella detiene á Atila ante París porlas súplicas de Santa Genoveva, ante Troyespor las de San liupo, y á las puertas de Romapor la elocuencia de San León el Grande.¿Cuánto no ha hecho en favor del Estado?¿Quién sino ella, salvó á C:)nstantinopla yal imperio de Oriente en tiempo de Heraclio,con su energía y con sus tesoros!

¿Que se opone al progreso? pues quiénabolió la esclavitud sino la Iglesia, al predi-car su Divino Fundador que todos los hom-bres eran hermanos, al continuar enseñandolo mismo sus Apóstoles y sucesores, verifi-cando los Obispos la manumisión de esclavosen las iglesias, (in sacrosantos ecclesiis) des-de Constantino? Y actualmente de su seno hasalido ese caritativo filántropo, ese granhombre, ese digno presidente de la sociedadantiesclavista, que se llama el Cardenal La-vigerie, ¿Quién ha llevado la luz del cristia-nismo del uno al otro polo, por todos los ám-bitos de la tierra, sino esos ángeles que sellaman misioneros? ¿A. qué oído no ha lle-gado como apacible rumor, el nombre delinsigne español evangelizador del Asia, SanFranch/co Javier? y en nuestros días, ¿quiénno conoce al invencible P. Lerchundi, que

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lucha con la ignorancia y la barbarie bajoel ardiente sol africano? Ahí están esparcien-do todos la luz del evangelio, que es la ver-dadera, como dice Jesucristo «Ego sum luxmundi: qui sequitur me, non ambulat in te-nebris, sed habebit lumen vilo.» (1) Yo soyla luz del mundo: el que me sigue no andaen tinieblas, mas tendrá la lumbre de la vi-da; y obedeciendo también el precepto divi-no «Et omnis qui reliquerit domum, vel fra-tres, aut soroses, aut patrem, aut matrem,aut uxosem, aut dios, aut agros propter no-mem meun, centplum accipiet, etvitam ceter-nam possidebit.» (2) Y cualquiera que dejarecasa, 6 hermanos, 6 hermanas, 6 padre, 6madre, 6 mujer, á hijos, 6 tierras por minombre, recibirá ciento por uno, y poseerá lavida eterna.

No es asimismo sorprendente lo que diceun catálogo antiguo acerca de la bib I io teca dela abadía de Cluny, que había en ella mil ocho-cientos volúmenes copiados por los monjes, ysirvaesto para pulverizar la falsa injuria quese ha lanzado contra los individuos de las Or-denes Monásticas, llamándolos ignorantes yholgazanes. ¿Y á quién se debe por último,el mas grandioso descubrimiento, que regis-tra la historia? ¿el Nuevo Mundo? Fija tu

(1) Evang. de San Juan, cap. VIII, v. 12.(2) Evang. de San Mateo, cap. XIX, v. 29.

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vista por un instante en la provincia deHuelva, y á media legua de la ciudad deMoguer verás un edificio, en otro tiempoconvento de Santa María de la Rábida; allídesempeñaba el cargo de guardián de la co-munidad, uno de esos que tú llamas ignoran-tes y holgazanes, y que persigues con tanfiera saña; pues este fué el primero que es-cuchó á aquel gran loco que nadie quiso oir,el primero que le dispensó decidida y eficazprotección, el humilde franciscano Fr. JuanPerez de Marchena. Ella, en todos los tiem-pos como hoy mismo en las cuestiones so-ciales que te agitan y que amenazan des-truir la sociedad, ha levantado su augustavoz, indicando desde su infalible cátedra delVaticano . en documentos magníficos de su-blime enseñanza y caridad cristiana, los re-medios seguros á todo mal y á toda per-turbación. hay más, tú que tan sábio tenombras, sustitúyeme este principio por otroque le mejore á siquiera que le iguale «Amaá Dios sobre todas las cosas y á tu próximocomo' á ti mismo. 3,

Por otra parte, no es de admirar y noestá confirmando su divino origen, el que laIglesia sea la única institución que ha logra-do imponerse á las conciencias, sin procedi-mientos de fuerza y constante y cruelmenteperseguida? Ella, que contra todos los princi-pios de derecho fué despojada por ti de los

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bienes que tan sagrada y legítimamente lepertenecían, como tú mismo reconociste, alasignar pensión á sus ministros, no ha deja-do á pesar de ello, de favorecer al Estado encuanto ha podido, pagando bien por mal ycediendo de su propia y espontánea voluntanuna parte y no exigua, de su mezquina do-tación para salvar la Deuda. ¿Y aun te atre-ves á decir que no debe tercibir el Cleroasignación alguna del Estado? Y no es lacompensación Micamente el fundamentoque justifica el presupuesto del Culto y Cle-ro, aun cuando ese despojo no hubiera teni-do lugar, es una obligación ineludible delos gobiernos proveer á uno y otro, porqueellos son el medio de satisfacer las necesida-des del espíritu, siempre mucho más apre-miantes y más grandes que las de la vil ma-teria, pues sobre el cuerpo está el alma, ysobre la tierra el Cielo.

Además, no te detiene en tan injustacensura el hecho, y tú lo ves, de que granparte de la dotación referida es invertida porel clero en frecuentes obras de caridad, asícomo también en las calamidades públicas,acudiendo igualmente los principes de laIglesia que el modesto sacerdote á auxiliarcon sus personas y socorros pecuniarios, alinfeliz que las sufre? otras son las que debie-ran desaparecer; los pingües sueldos de mu-chos elevados funcionarios, que no son otra

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cosa, sino figuras decorativas completamenteinútiles.

Has negado también la legitimidad delpoder temporal de los Pontífices, porque di-ces que el fundamento de esta soberanía, es-triba en la donación de los Estados, hecha alpapado por Pipino y confirmada por su hijoCarlomagno, y que una simple donación noes base para fundar el derecho á ser soberano.Nada más falso. Sabido es que durante lainvasión de Italia por los Bárbaros, Luitpran-do rey de los Lombardos, concibió el pro-yecto de sitiar á Ravena, y que el Papa Za-carias le contuvo, que más tarde Raquisamenaza á Roma y sitia á Perusa, y tambiénaquel, le hace que desista de su intento.Proclamado rey Astolfo, quiere apoderarse deRoma, y en tan apurado trance la ciudad pi-de al Pontífice que la ampare, y este intere-sa á Pipino rey de Francia, que acepta dichaalianza. Astolfo en tanto se dirige á Ravena,que pertenecía á los emperadores de Oriente,el Exarca la abandona; estos no mandan re-fuerzos, y el rey lombardo se apodera deella. Muerto Zacarías le sucede Esteban, yhabiendo fallecido á los pocos dias, es elegi-do Esteban III, que algunos le llaman II,porque el anterior no llegó á ser consagrado.Ahora bien, Esteban III pide ayuda á Pipinoy consigue por medio de este,- un tratado depaz con Astolfo el cual no cumple, y preten-

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de que se le reconozca soberano de Roma. En-tonces el pueblo se dirige al Papa, implorasu amparo y le proclama jefe-. Este marcha áPavía, conferencia con Astolfo, y no pudien-do hacerle desistir de su empeño, vuelve ápedir protección á Pipino. El monarca fran-cés amonesta al lombardo para que devuel-va lo conquistado, y no queriendo hacerlo,pasa los Alpes con su ejército. y sitiándoleen Pavía donde se hallaba, le obliga á entre-gar el Exarcado y la Pentápolis. Regresa Pi-pino á sus Estados, y Astolfo pone sitio áRoma; pero Pipino vuelve, le encierra otravez en Pavía, y se ve precisado á pedir lapaz. Fuirado, Abad y comisario francés, to-ma posesión del Exarcado y va á Roma don-de entrega las llaves de las ciudades. Des-pués siendo Pontífice Adriano, Desiderio reyde los Lombardos emprende la lucha, y lequita las diecisiete ciudades del Exarcado yla Pentápolis; entonces Carlomagno pasa áItalia, lo derrota, lo lleva Prisionero á Fran-cia y confirma la donación hecha al pontifi-cado por su padre Pipino.

Como se ve, no puede llamarse donaciónla protección concedida por estos soberanos álos papas, pues aquellos fueron llamados porlos italianos para arrojar con sus ejércitosunidos, á los Lombardos; por esto decía Lu-dovico Pío, hijo de Carlomagno, que la do-nación hecha por su padre no era sino el

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verdadero reconocimiento del poder temporalde los papas: en otro concepto, si hubierasido una donación, bastaría por' sí sola paralegitimar este poder; pero no es la donaciónsu base; de los hechos históricos expuestosse deduce que ella consiste en la aclamaciónde un pueblo entero, que elige á los pontífi-ces para que lo salve de la inminente con-quista, constituyéndolos en soberanos; tanes cierto, que si no hubiera sido así, al en-

, tregar los referidos monarcas á los papasaquellos Estados, hubiera protestado el pue-blo romano, reivindicándolos para que losgobernara, el poder que hubiera elegido,pues nadie intentó arrebatárselos, ni dejó dereconocerlos como legítimos soberanos deecos; la sumisión voluntaria- y unánime detodos los súbditos, lo está manifestando cla-ramente. Y es de notar, que, los pontífices noambicionaron esta soberanía, pues que recla-maron el auxilio de los emperadores deOriente para que arrojaran á los invasores,y no quisieron 6 no pudieron prestárselo

Además de este sólido fundamento, 6 seala aclamación de un pueblo, hay otros y node menos fuerza, que legitiman tal sobera-nía ,Habiendo sido los pontífices los que sal-varon la Italia de la desolación y de la ruina,ésta es indudablemente una causa justísima,que los hace acreedores á ser soberanos tem-porales, siquiera de los Estados que poseían.

'2

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En otro concepto, el papa, jefe espiritual IP,la Iglesia universal, no debe estar bajo nin -gún monarca ni autoridad alguna, no debeser vasallo ni súbdito, porque es un granmal para la religión. Afortunadamente, noes de temer, ni jamás sucederá, que ningúnpontífice se amilane, acobarde, ni sucumba,ante soberano ó gobierno alguno, en lo con-cerniente al ejercicio de su alta misión; porel contrario, ha de cumplirla con el valor yentereza necesarios, pese á quien pese, ycualquiera que sea la circunstancia y situa-ción en que se hallen la Santa Sede y elsumo imperante; <!,mas no pudiera preso-mirse que sus decretos no eran dictados li-bremente, sino por la presión y á gusto delúltimo, y que de la desconfianza naciera laresolución de no cumplirlos? Pues he aTii,otra razón que abona dicha soberanía. Ador-nado por la santidad de su misión, siendo enla tierra Vicario de Cristo, ¿no repugna á laconciencia que tenga menos autoridad queotro cualquiera príncipe ó gobierno?

Preciso es que haga aquí una advertenciaimportante: he citado entre los fundamentosdel poder temporal, el que radica en la acla-mación del pueblo romano: yo no admito elprincipio de • que la soberanía procede delpueblo en virtud de la ley de las mayorías ósufragio universal, sino que estriba en aque-llas palabras «.... non est potestas nisi

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_Deo...» (1) no hay potestad que no venga deDios. Dirás que me contradigo; pero no haytal contradicción, porque la aclamación noes la mayoría, ni el sufragio es todo unpueblo en masa, es en este caso como el dedode Dios que señala al que escoge, quien secontradiría serías tú, pue3 si has de ser con-secuente, admitiendo el principio del sufragiouniversal, doblemente admitirás la aclama-ción, porque la voluntad de todos es preferi-ble á la de muchos.

Ya no podrás continuar diciendo que estepoder es ilegítimo; si aun persistes en noreconocerlo así, entonces todos los poderes

`'constituídos según tu principio, son ilegíti-mos, y por tanto, abajo eses, principio de au-toridad, abaja, todos los poderes, no hay so-lución.

No es otro motivo y en sumo gradoatendible, satisfacer el vehemente deseo delorbe cristiano, de más de doscientos millonesde católicos, que están pidiendo sin cesar,porque saben que es una necesidad imperiosa,y estrictamente justo, el restablecimientodel poder temporal? gran concepto, me-recidisimo, de que goza el Pontífice en elmundo entero como juez, coma sabio y comosanto, ¿no vale nada? ¿no están diciendo cuándigno es de obtener dicha soberanía? porquees de admirar, que en las cuestiones interna-

(1) San Pablo, ad Romanos, o. 6..

1

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oionales recurran los gobiernos católicos yno católicos, y nombren árbitro para resolversus diferencias, á un príncipe, aun cuandoilustre y augusto, sin trono y cautivo No seengañaba De Maistre, ¡ojalá, y todos los go-biernos fueran teocráticos y el papa el mo-narca universal! ¡qué pocos tributos pesaríansobre la pobre humanidad, y cuán mayorejserian la moralidad y el orden! Pero sobretodo afirmo que no hallo un fundamentomás racional de ese poder, que el siguienteque expongo en forma silogística: el Papaes el representante de Cristo; bajo tan au-gusto carácter protesta de ese inicuo des-pojo y reclama contra esa vil usurpació2,luego entonces la/ voluntad del Papa es lavoluntad de Cristo, es la voluntad de Dios,pues al César lo que es del César, y á Dios loque es de Dios.

Probado ya el derecho á la soberanía tem-poral, día llegara en que sea recobrada, noha de faltar un Carlomagno que vaya á_Roma, é irá, á reintegrar al Papa en sus sa-grados y legítimos derechos.

Blanco ha sido igualmente de tus saetasla Inquisición, no voy á considerarla comoinstitución sino como tribunal, porque parahablar de ella bajo el primer concepto, ha-bría de ser muy prolijo, pues tendría necesi-dad de recurrir á tiempos y localidades, ave--riguar si hubo causas que justificaran su es-

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tablecimiento en aquella época y su conti-nuación después, qué objeto se propuso, sitrajo beneficio ó perjuicio, si fué más grandeéste d aquél y otras muchas particularidadesque es necesario tener en cuenta antes de juz-gar sobre una institución.

Considerada como tribunal, primero de-bo decir, que dificilmente ha de hallarseninguno que hayas censurado con más rigorni con mayor injusticia. La multitud de no-velas y otras producciones en que se le atri-buyen tantos hechos horrorosos, por unaparte, y por otra, diversas causas de distintogénero, pero de igual manera reprochables,han contribuido á este resultado

Se ha dicho que la Inquisición imponía álos reos temibles castigos, y en esto consistela injus t icia del ataque. ¿Por ventura los tri-banales del fuero común hacían otra cosa, queaplicar iguales castigos centra el delincuen-te?, esta era entonces la penalidad estableci-da, p9;nalidad propia de aquella civiázación,lb modo, 'que la crítica par ser justa, debe-ría alcanzar también á los rt feridos tribuna-les. Pero tú menos que otros siglo XIX, pue-des criticar aquellos castigos cuando has em-plumado á la mujer y has aplicado la penad9 marca y la de azotes, cuando has descuar-tizado los cadáveres de los que expiaban sucrimen en el patíbulo, cuando después dequemado has esparcido las cenizas de alguno

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ae ellos sin estar prevenido en la ley seme-jante práctica, cuando impones hoy al delitofrustrado la misma pena que al consumado,y por último, cuando consientes, sin ponercorrectivo, que se maltrate de palabra y obraa los presuntos reos, ya para qua se confiesenautores de un delito que no cometieron, yaporque lo han cometido, incurriendo en elprimar caso en añejos errores, ó sea en el dereputar como prueba una confesión, que essólo el efecto de la violencia ejercida, é im-poniendo en ambos una pena antes de pro-nunciarse la sentencia, y aun de incoarse elproceso. No me dirásqueesincierto,porquesonde observación diaria tan deplorables abusos.

¿Cómo puede, en fin, censurar la Inquisi-ción el que ha fundado la tiranía más grandeque han conocido los siglos?: el caciquismo.¿Quién es el cacique? Verdadero dueño devidas y haciend A s, señor de horca y cuchi-llo. En cuanto á la forma de ejercer su poder,es siem_pre tan indigna, artera y embozada,que ni se puede parar la piedra que lanzan,porque no hay ojo perspicaz que alcance áverla venir. ¡Cuántas veces sucumbe su víc-tima! y ni sabe por quién, ni por qué, cartasque invaden y atan la justicia, amenazas á losgobernantes con negarles sus votos en lasprimeras elecciones si no les complacen, yotros por el estilo son los medios de ejercerlo;y este poder no está moderado por ninguno,

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al contrario, él se impone á todos. Si á cual-quiera de esos caciques se le antojara, (y estosantojos no son raros de ver), encausar, deste-rrar y hasta encerrar en un establecimientopenitenciario, _al más inocente y honradociudadano, con seguridad que muy fácil-mente lo conseguirían; más de una pruebase podría presentar en corroboración de talaserto. jgaé satisfechos estarán de haber da-do origen y fomento á esta infernal plaga,esos demagogos y falsos tribunos ilustrado-rtls del pueblo! Observa cómo van resultandolag tinieblas que aseguraba habrían de oscu-recorte; y no sólo tinieblas, que error y pe-cado son también, la vana pretensión de des-truir la Iglesia, la injusticia con que la ta-chas de opuesta al progreso, la no menor conque la escarneces, y esa enorme ingratituden que incurres, Persiguiendo á la amorosamadre, que te ha colmado de innumerablesbeneficios. Mírala cuán sublime y compasi-va, al mismo tiempo que la zahieres, implo-ra tu perdón, como lo imploraba su celestialesposo agonizante desde la cruz para sus jue-ces y verdugos.

RELIGION Á GUSTO DE CA DA *UNO:segundo error, verdadero embolismo que haperturbado muchas cabezas, el ideal causa-tivo de tantos locos. No se imagine que alu-do .á los secuaces de las sectas disidentes, hatiempo fundadas, y que con los nombres de

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anglicana, presbiteriana y demás, tan lán-guida vida arrastran, que sin duda es presa-gio de su fin próximo; refiérome á los que sinpertenecer á dichas sectas ni profesar otrosfalsos cultos, opinan y quieren que . la reli-gión católica sea de tan distintos modos, queaceptadas sus opiniones y satisfechos susdeseos, daría por resultado un número incon-cebible de estrambóticas religiones, trocandola humanidad en confuso laberinto. ¡Cómounir á tanto futuro innovador en un sólo tem-plo! ¡estas religiones bajo una sola religión!Fo-hi y isao-tsé, Zoroastro y Confucio, la cul-ta Grecia con sus grandes filósofos y la jurí-dica Roma con sus leyes y poder, hubieransido impotentes para lograrlo. Quién estáconforme con la religión, pero suprimiendola confesión sacramental, porque no quiereconfesarse, y sólo por esto; quién no cree enlos milagros, porque no los ha visto, y única-mente por esta causa; cuáles claman contralas Órdenes Monásticas, porque no tieñencomo los que las profesan, ni el valor héroi-co, ni la virtud sublime que les adornan, orase les mire evangelif.ando los pueblos idóla-tras y sufriendo el martirio, ya renunciandocon suma abnegación familia, patria, hogar,fortuna y todos los atractivos del mundo; áotros no satisface que los sacerdotes seanbuenos, quisieran verlos perfectísimos, libresde pecado; muchos niegan la eternidad; esto

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es muy raro; pues si todas las religiones hancoincidido siembre en algún punto, ha sidoprecisamente en admitir el dogma de la vidafutura; otros son indiferentistas, y por fin,y es lo más lamentable, hasta hay quienesno creen, habiéndoseles enseñado, en la exis-tencia de Dios,' ateos.

Séame permitido separarme del orden deenunciación y que empiece por hablar de losindiferentistas. Admiten indistintamente to-das las religiones y oreen que puede lograrsela salvación en todas ellas. Con esto bastapara comprender lo falso de tal sistema. Lasreligiones á son diversas, ú opuestas, tantoen sus doctrinas y preceptos, como en susprácticas y ceremonias Pues bien, admitirtodas, es admitir como verdad, verdades ymentiras, y tener por eficaces para alcanzarla dicha eterna, la -observancia y cumpli-miento de medios contradictorios. de regiasquo se repelen, de mandatos que arguyenobediencia y desobediencia La verdad ha deser una y no otras, los preceptos no puedaser á la vez y sobre un mismo punto, positi-vos y negativos, los medios no pueden con-sistir en hacer y no hacer una misma cosapara conseguir un fin. El cristianismo porejemplo, nos dice que el Mesías vino, el ja-daismo lo espera; el mahometismo autorizala poligamia, el cristianismo la prohibe; losbrahainanes crean la metempsicosis, el cris-

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tiano la rechaza; el protestante niega el pur-gatorio, la religión Católica, Apostólica, Ro-mana confirma su existencia. Haber venidoy no haber venido, no puede ser; que sealícita é ilícita una misma cosa, no puede ser;trasmigración y no trasmigración del alma,no puede ser; existencia y no existencia si-multánea, es imposible. También como nohay varios dioses sino un solo Dios, que esla sabiduría infinita y perfectísima, no puedehaber en la Divinidad, como en el. hombre,para juzgar si un acto es ju3to ó injusto, di-versidad de criterio, sino unidad infalible deapreciación. Y no cabe decir que las circuns-tancias de localidad, de tiempos, de ilustra-ción ú otra alguna, pueden alterar el dogma,ni que sean causa legítima para infringir lasprescripciones esenciaks de un culto. Si Dioses todopoderoso, tuvo que serlo antes, ahora,luego; si el homicidio fué ayer pecado, tam-bién lo es hoy y lo será mañana. Tampocoinfluye el número; si es pecado matar á diezhombres, también lo es matar á uno; el he-cho bueno ó malo, ha de serlo por si, por supropia esencia, por el hecho mismo, por sunaturaleza intrínseca, y sin qua puedan mo-dificar su bondad ó maldad, circunstanciasde ninguna clase.

En cuanto al ateo, digo que me inspiraverdadera lástima, en qué triste soledad va-gará su alma sin la esperanza del ansiado

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Bien, forzosamente será materialista, profe-sará el error del amor libre, destructor de lafamilia y de la sociedad, jamás podrá abrigarun amor puro, pues ni habrá de sentirlo niconocerlo, seco su corazón, vacío de todo no-ble sentimiento, completamente empederni-do, ¿qué puede esperarse de semejante hom-bre? nada, ¿qué beneficio puede4acer á suprójimo? ninguno. Me causa horrar hablarde este monstruo; pero continuaré. Si en lascosas más triviales de la vida tanto nos pre-venimos á fin de evitar el mal que puedanacarrearnos, en cosas de religión que va laexistencia eterna, ante la cual es la presentemás breve, que pequeño un grano de arenarespecto á una inmensa mole, ¿cómo, y aun-que solamente fuera por si aea,so hay otravida, no abandonan esa indiferencia en bus-car la verdad y se disponen para lo que ha devenir tras de la muerte? ¿Con qué razona-miento podrán justificar aquí ni allí su ex-traña dejadez y su apatía? con ninguno, por-que son adeffiás pecaminosas y el pecadorjamás se justifica: medios tuvieron y no qui-sieron aprovecharlos; la Iglesia los llamó yno acudieron, guísales predicar y no escu-charon, les indicó el peligro y obraron contemeridad, impútense 1.1 mismos la justapena de su pecado.

Ellos niegan la existencia de Dios; o laafirmo, porque la afirmo me ineue laea

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prueba, pues si la apruebo, su doctrina, esfalsa; y aun más, demostraré á la vez que elhombre es por naturaleza religioso.

Si se aislara á un hombre desde que naceno se le enseñara . nada relativo á la exis-

tencia de Dios ni á profesar religión alguna;¿qué sucedería? que este hombre al contem-piar la creación, al pensar en. sí mismo 'Ymovido flor el deseo, siempre vívido y cons-tante; del espíritu humano, común al hombresociable y al aislado, de una felicidad queequí no halla en ningún sitio ni de ningunamanera, habría de comprender par su solaeuncielneia, que algo superior existía sobreél y sobre cuanto le rodeaba, es decir, Dios.Pues n, nadie enseñó á este hombre queexistía Dios, pudo creer lo contrario, ¿cómo _ *ha creído en su existencia y no la ha negado?¿por qué admite lo primero y rechaza lo se-gundo? porlue realmente existe, porque laverdad se impone pur sí misma: luego, enesta creencia, elevaría sus ojos al cielo, re-presentaría a la Divinidad por medio de cual-quier objeto, le tributaría culto á su modo,le consagraría su amor y le tendríamos yareligioso: este segundo extremo, no sólo estan indefectible como el primero, sino que sededuce forzosamente de él; si admite cornoprincipio ó causa la existencia de Dios, ten-drá por necesidad que ser religioso, porqueesta érs la consecuencia, es el efecto, y no

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hay causa sin efecto, ni principio sin conl,e-cnenaia.

Expondré otro argumento por cierto bienconocido: todos los seres son contingentes, ólo que es igual, que cuanto existe pudo 6 nohaber existido, por ejemplo, el hijo existeporque sus padres le han procreado, si no lehubieran procreado no existiría; un objeto es,6 porque el artífice lo hizo, 6 la naturaleza loprodujo, si aquel no lo hubiera hecho 6 estaproducido, no sería; pero los padres pudieronno haber existido, el artífice lo mismo y lanaturaleza igualmente, luego según el ateis-mo todo es efecto de la casualidad. ¿Y habráalgún hombre por estúpido que sea, que po-niendo la mano sobre su corazón, tenga á lacasualidad por el agente primero? No: ¿en-tónces quién lo será? el que nos obligan á re-conocer con su invencible fuerza, la lógica yel raciocinio, Dios, causa de todas las causas,principio de todos los principios, origen detodos los 'orígenes, sér 'necesario de dondeproceden todos los seres contingentes, y úni-ca entidad que contiene por sí propia la vir-tud creadora.

Ahora bien, si pudiera la sociedad uni-versal alejar de sí la idea de- Dios y la dereligión, la humanidad desaparecería bienpronto, porque el hombre que dejaba de res-petar lo más sagrado, no podría ofrecer ga-rantía de someterse á lo menos, por consi-

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guiente, la autoridad sería desobedecida, eldesorden y el libertinaje imperarían, y setendría indefectiblemente la disolución so-cial, sin que bastara á contenerla ningúnremedio humano. Sociedad sin culto no secomprende, porque es un elemento esencialde su existencia; ábrase la historia y bús-quese un Estado sin religión, no se hallará.El legislador ó gobernante qne hubiera in-tentado proscribirla, sería tan ignorante co-mo temerario, y tan temerario como feroz.Un hecho histórico, triste, pero elocuente,confirma é sta verdad: la república francesade 1793, proclamada por la revolución, hasido el único poder que proscribió la religión,porque el culto de la diosa Razón, no fuéotra cosa que la abolición de todo culto, yaquella república la desolación, la anarquía,el mayor salvajismo que se ha conocido, yen que á nombre de la libertad se sacrifica-ron nobles y numerosas víctimas, modelosde virtud y honra de la ciencia, y para na-die puede ser dudoso, que de haberse apla-zado siquiera un poco más aquel estado decosas, Francia hubiera desaparecido del ma-pa geográfico.

Concretándome por último á los qne opi-nan, y cada cual á bu modo, de la religiónverdadera, diciendo que debía hacer ó nohacer, añadir ó reformar, prescribir ó • pros-cribir, y consentir ó negar esto ó aquello,

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caplicos q e pudiera denominárseles á niÉ-dias, he manifestado antes que conciliar tanopuestas opiniones, era absolutamente im-posible por su número y por constituir otrostantos delirios y desatinos; ahora añado, quetodas son reprobables, primero, porque losque las sustentan, como seglar3s, ni tienencompetencia ni tampoco iniciativa para pro-poner las cuestiones que encierran, segundo,porque en lo relativo á la fe y á la moral nocabe alteración, y cualquiera verdad nuevaque pudiera declararse, al Concilio corres-ponde y la sanción al Papa, tercero, porqueaunque la disciplina es reformable, á la igle-sia pertenece igualmente su reforma: ya lodemostraré con mayor amplitud; y cuanto,porque en el hecho de disentir de la reli-gión, á es error á es herejía, ó arguye vicioó malicia. Además, careciendo dichos indi -víduos de estudios teológicos y filosóficos,no hallarán hombre sensato que al emitir setsjuicios le preste asida atención, ni habránellos de extrañarlo, pues de ninguna mane-ra puede pretender que se le escuche comoun oráculo en determinada materia, el queno tiene pericia para hablar sobre, la misma;también los que así discurren son por fortu-na los menos, y aun cuando fueran los más,si pertenecen al vulgo y ni siquiera un ca-tólico de ilustración y cultura, deja de re-

4probar esas creencias, ¿qué podrán signifi-

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.par`? indudablemente nada, pues la opiniót.:or ejemplo, de tres hombres eruditos, es de

iuucho más valor que la de tres mil igno--antes. Lo que sí hay en religión á gusto

cada uno, es el gran argumento para unsainete bufo-necio, -que ridiculizara á los queprofesaitesas opiniones, "." yo le aconsejaríaá <3 ualquiera de los que se dedican á escri-Lir en este género, que no titubeara en com-pnerlo, porque dicha producción habría dealcanzar un. éxito brillante y el autor unt..'iunfo completo. ¡Cuan lóbregas tinieblas!¡qué confusión! y sostener, ¡oh siglo XIX!que esto es una manifestación de tu cultu-ra, y pensar, digo yo, ¡que habrá tantosmanicomios vacíos!

Aquí debo hacerme cargo de un motivoocasional de muchos pecados, en que incu-rren no pocos católicos, que ha dado en lla-mársele respeto humano, y que mejor de-biera calificarse, de amor al mundo, ó co-bardía de espíritu. Por elcto de él, ya les darubor de confesar que lo son, ó temen apa-recer como tales, ó se retraen de ejecutararitos á que están obligados por razón de sE!r-ia. Unas veces al acercarse el Santo Viático

alguna procesión, y si les da tiempo, conobjeto de evitar el compromiso, que diránellos, de descubrirse y doblar la rodilla, sevan alejando ó buscan donde ocultarse condisimulo y cautela, pero mirando á uno y

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otro lado, porque como no se puede estar conDios y con eI demonio, temen al mismo tiem-po que algún católico de verdad repare enesta acción, y les daría vergüenza; si oyen,v. g. las oraciones d el toque de ánimas enla vía, pública, sucede lo propio, quisierandescubrirse, pero el qué dirán se lo impide,y si alguno lo hace, no será sin llevarse lamano á la cabeza, para dar á entender queel hábito de pasarla por ella, es lo que le hamovido á descubrirse y no el anuncio de lacampana, siempre con la obligada miradade reojo para ver quien le ha observado; ca-so hay en que se cubren de pronto si fue-ron sorprendidos porla presencia de algúnsujeto que.. se mofa de la religión, como tam-bién de que no habiéndolo hecho, lo Ajecu-ten al aparecer un verdadero católico; hayigualménte quien se descubre ó cubre .por-que otros lo hacen, esto es, por imitación, yen fin, quien no asiste á ninguna ceremoniaeclesiástica, ni va á misa, ni siquiera unavez ál templo. Confieso ingénuamente, queal ver semejante proceder he sentido en micorazón una amargura indefinible, porqueaparte del pecado- que constituye, esta con-ducta qué envuelve sino indigna cobardía yvil esclavitud? El que siendo católico no obracomo tal por el pueril temor de ser motejado,es un esclavo del mundo y un verdadero co-barde, y por estos dos conceptos hasta un

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mísero infeliz. ¡Esclavo del mundo que noda más que penad Nada, no valen términosmedios: no hay que andar con paliativos: ócatólico 6 no católico, es preciso confesar áDios lo mismo en la iglesia que en la calle,á solas como acompañado, yendo á misa co-mo cumAiendo los otros mandamientos, oradescubriéndose y postrándose en tierra cuan-do lo exija el culto, como contribuyendo efi-cazmente á so estabilidad, respeto y propa-gación, de igual modo en una poblacióncristiana como en la que no lo sea, y por úl-timo, en cualquier sitio, ocasión y circuns-tancia, es de obligación ineludible que elcatólico se porte como católicó, y confiesecon placer y fortaleza, la santa religión enque milita, es decir, que sea consecuenteconsigo mismo, formal, valiente .y libre.Fuera ese temor, esclavitud é inconsecuen-cia, que si rebajan siempre la dignidad delhombre, en este caso es además un pecado,y no hay que olvidar la terrible sentencia denuestro Salvador. «Qui autem wegaverit mecoram hominibus, negabo et ego eum boramPatre meo, qui in ccelis est.» (1) El que menegare delante de los hombres, lo negaré yotambién delante de mi Padre, que está enlos cielos.

FR, A Ne MASONERIA: pudiera definírsela,según afirma ella misma.. cliciendo qne es

(1)—Evang- de San Mateo, cap. X, v. 33.

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una sociedad que tiene por objeto la benefi-cencia y moral universales; todos sus indivi-duos se llaman hermanos; contraen la obli-gación de protegerse recíprocamente, encualquier sitio en que se hallen, 'usan deciertas señales 6 signos para conocerse:ytambién han adoptado algunos símbolos co-mo el triángulo, niveles, etc; están distri-buidos en pequeñas sociedades, iojicts; reci-ben mientrasiduras su iniciación varios gra-dos como aprendiz, oficial'y otros; son admi-tidos por medio de ceremonias imponentes, ycuando los iniciádos han recibido los gradosmás altos, constituyen una especie de conse-jo llamado el Grande Oriente. Dicho °s'o,y fijando la atención en sus procedimientos,y en los medios que emplean, veremos si reál-mente se proponen el objete ó an citado.

¿En donde está el testimonio de que talfin se proponen? este será para ellos comple-tamente ideal, fantástico, imaginario; no setraduce en hechos. ¿Han fundado algún asilopara recoger huérfanos 6 ancianos?; ¿algúnhospital para la curación de enfermos?; ¿unsolo establecimiento de 'beneficencia?; yno los han fuíadado y dicen que se consagraná practicar/ el bien, ¿en qué desgracia, epi-demias 6 calamidades se les ve ejercer la ca-ridad?: no basta decir las cosas es precisohacerlas; menos palabras y más obras; máspruebas y menos promesats.

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Tú, francmasonería, que te llamas insti-tución altamente humanitaria, regeneradorade la sociedad; tú no . eres otra cosa, que suverdugo miserable y óbice de todo amor; esacara tapada, esas reuniones clandestinas,bajoel oscuro Manto de la noche, ya •en subterrá-neas mazmorras, ú otros lóbregos parajes,también esas ceremonias fatídicas é impo-nentes, ¿no delatan que es impío el fin queintentas lograr? no trates' de encubrirlo, bas-tara esto para comprenderlo. ¿Y los mediosde que te vales? la destrucción y la muerte;pero muerte con puñal, con dinamita ó ve-neno, de modo artero y cobarde, traidora;alevosamente, el inicuo asesinato, que.impi.Ldiendo la defensa logre asegurar el crimen.Díganlo sino es verdad tantas ilustres vícti-mas cuya sangre clama á Dios.

Haciendo abstracción de lo infame de losmedios, y de lo innoble de la forma, ¡quéabsurdo envuelven tales procedimientos! pre-tender imponerse una secta que se llama ca-ritativa y moralizadora por la fuerza, rege-nerar la , 3ociedad anulando la sociedad,aparte de lo imposible, es el mayor barbaris-mo que se puede concebir. No: repito quevuestro fin es malo; si es bueno, fuera miste-rios, presentaos con la faz descubierta, dadtestimonio de que realmente quereis el bien,y emplead los medios propios que conducená conseguirlo. Pero si vuestro fin principali-

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simo es destruir la sociedad católica,. ó seatoda moralidad y ;todo . bien, si os :habeis de-clarado acérrimos enemigos de Cristo y de su

¿cómo emplear esos medios si no bus-cais ese fin?. Así resulta lo que no ,podía me-nós de resultar, la oposición completa entrevuestra conducta y . la preciosa vida del Sal-vador. Vedle, Jesucristo atrae Con el. amor,convence con" la palabra. , convierte con el

ejemplo ., prueba con-el Milagro, y se imponecon la paz; no se disfraza, no oculta su. divi-no rostro, no .huye ni se esconde,. Lió bus Fealas: sombras ni predica en las cavernas ni ensótanos resguardado, sino que mostrándose átodas las gentes y á la luz del dia, enseña supurísima doctrina, consecuente la defiende ymuere por ella con singular heroismo sobrela cima del Gólgota. Jesús es el verdaderoregenerador de la sociedad, Él, quien le.muestra el camino seguro aun cuando estre-cho, para alcanzar la bisnáveffi,branza, Él esel más sabio de todos los sabios, el más •san o'de todos los santos y Aquel á quien dijo SanPodio ,! T es' Christus, Filius Dei vivi. » (1)Tú eres Cristo, Hijo de Dios vivo. Y yo osdigo, aprended de aquí, , i,mitad á Éi, y acabevuestra impía asociación. Sí, venid á la Igle-sia cristiana, ella es la sociedad por excelen-cia, madre amorosa, siempre, esta propicia árecibir en su seno al . verdaderamente

(1) Evang. de San Mateo, cap. XVI, v. 16.

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pi3ntido; no lo dudé ninguno, pues su.DivinoFundador ha dichó: <Pedid y se os dará, bus-¿ td y hallaréis, llamad á la puerta y se osbrirá; » cuyas palabras del evangelio- co-

ntenta San Jerónimo en estos términos: «Sida al que pide, si el que busca halla, y si

.5`' abre al que llama á la puerta, como lofirma el mismo Jesucristo, se , concluye ne-

t , E;ariam en te , que aquel á quién no se da,(pie no halla, y á qu'oil no se abre la puer-ta, es porque no ha pedido , como debía, nibuscado con diligencia, ni llamado á laplerta con perseverancia. » Oiga la oveja des-arriada la dulce voz de su amante t'astor, y

t Ornando al seguro redil que abandonara,re se verá en él de las fieras que le acosau y

c los peligros que le amenazan en su torpeextravío.

Cerrad esas malditas lojias, antros dep Irversión y de vileza; siervos de satanás,abandonadle, huid de las sombras, que ellasno sirven para ocultar vuestros horriblescrímenes; abrid los ojos, mirad la luz, é ins-pirados en el espíritu de Cristo, acudid entropel allí en donde la desgracia haga esgri-mir su espada aterradora; consagrad vuestrooro á establecimientos de beneficencia, y sitambién podéis, vuestra persona; porque lamiseria es grande sobre la haz de la tierra;no haréis nada de más pues habéis cometidomuchas perversidades, y al dallo la repara-

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ción, , á la sangre las lágrimas, al pecado elarrepentimiento, á la crueldad la ternuraContra el odio el amor.

Escuchadme, porque el día de la liquida-ción social acaso no esté lejos: daría mi pro-pia vida por salvaros de ese profundo abismoabierto -á vuestros pies; deteneos en la resba-Jadioa pendiente que os precipita; retroce-ded, que aun es tiempo; haced el bien á vues-tros semejantes, no excitados por el aguijóndiabólico de una filantropía sectaria, sinowovidos del espíritu divino de la caridadcristiana; ¿ambicionáis pie os inspire? ¿que-réis sentir sus efectos? pues buscadle y lehallaréis, id á llamar á la puerta que sinJillda se abrirá ¡cuán grande sería mi júbi-lo, si en lugar de francmasones, os pudieracontemplar ya convertidos, por ejemplo, asis-tiendo á los enfermos! ¿No os encanta y ma-rávilla la sublime abnegación, el heroico sá--orificio, y en fin, la dulce ternura de esosángeles del cielo, que aquí en la tierra se lla-man Hérmanas de la Caridad? seguidlas ensu camino, que es necesario sembrar si sequiere recoger

LIBRE PENSAMIENTO: brillante rayodirás de' tu civilización; pero estás

naequivoca-

do, porque es prueba lamentable. de la más

crasa ignorancia, un aborto infernal que cie-go adoras; y oscura y compacta nube de tuhorizonte sombrío. Antes,de exponer y com-

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bátir el en unciado error, debo manifestar; quepor el nombre que ,3e le ha dado, nadie hubie-ra podido comprender lo que se quería decir;ese califi.1,;ativo de libre retumbante y cam-panudo, aplicado al pensamiento, no es en-teramenLe propio, á causa de afirmar del sus-tantivo, una libertad, que pudiendo ser res-tringida al Arbitrio del individuo y á cadainstante, carece de la solidez precisa paraconsiderarla absoluta. En efecto, si el pensa-miento es libre, también está sometido á lavoluntad; lo último se comprueba por el he-cho de que tan pronto como se quiere pensaren un objeto determinado, se piensa en él,porque la voluntad operando sobre el pensa-miento le ha obligado á fijarse en ese objeto,y asimismo apartamos aquel cuando quere-mos del objeto en que está fijo, pues bien,aqui está sometido á la acción de la voluntad.Al contrario, no circunscribe su pensamien-to el individuo á un objeto ó cosa determina-.da, no ha obrado la voluntad, entonces elpensamiento vaga de objeto en objeto y decosa en cosa, y en este sentido únicamente,podrá llamarse libre, por consiguiente, vieneá quedar unas veces á merced de la voluntaddel individuo, .otras independiente de ella:mi proposición es cierta. Si con esas palabrasque vengo analizando, se pretende signifi-car, que en cualquier materia, excepto lareligiosa, el hombre es libre para creer 1(5 que

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su razón le dicte, nunca dejó de serlo; nohay fuerza coercitiva que le obligue; sola-mente hallará por óbice, el que la misma ra-zón le oponga para que admita como ciertolo que es falso, á rechaze cómo falso lo quees cierto; así como la conciencia es la quele dice, ser bueno 6 malo, licito á ilícito unacto cualquiera. Lo que sí ha sucedido algu-na, vez es, que el hombre no ha sido libre pa-ra publicar, sus pensamientos y difundir suscreencias, pero libré para admitirlas 6 no, sisu razón no le contradijo, siempre lo fué dehecho, es ciña condición del sér hombre, yde tal naturaleza su libertad, que sólo Diospodrá saber lo que cree 6 niega, si el indivi-duo no lo revela: esto es tan sabido, que nohabrá ignorante que lo desconozca, porqueteniendo alma ST por tanto razón . y conciencia,puede observar á cada momento que disfrutadicha libertad, de modo, que la expresión delibre pensamiento, no viene á determinarningún concepto ignorado.

Ahora, sí con ella se quiere decir que enmateria religiósa, el hombre debe crear ó ne--gar únicamente lo que 'su razón le dicte, estono sólo es absurdo sino impío, y esta en con-tradicción con la razón tribina, étjn la cofia=

ciéncia, con la natmtaleIá del altna'humafia-,cOn la lógica',' y hasta con el sentido cbtatna:en eta materia no puede seguirse' la'reglageneral, hay una excepción que loimpidé, y

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consiste en que sobre la razón está la fe, so-bre la fa la revelación, que es su objeto, ysobre la revelación Dios, de quien todas pro-ceden. ¿Es la razón, que recta y sumisa, creey admite las verdades reveladas? pues no hayoposición entre la fe y la razón. ¿Es la razón,que aviesa y rebelde, niega y rechaza aque-lits verdades? entonces parece haberla, ydigo que parece, porque realmente nuncapodrá existir, se dice que existe; pero es pór-que no se ha buscado la verdad eh donde es-ta, ó hallada se aparenta no .creerla, ó hayprevención ó resistencia á admitirla: en ma-teria religiosa la fe y la razón jamás puedenser contrarias, siempre ha de haber entreellas la más perfecta armonía, lo confirmaesta sentencia:. La fe y la razón son una sol

sa. Fccles etratio utraque unam.Ciertamente que por la última son inex

piiCables muchas verdades, pero no porqueio dejen de ser, sino porque la inteligenciadel hombre, medio del conocimiento, es li-mitada y no puede comprender lo que estásobre ese límite, para esto sirve la fe, quienno tenga tal virtud, puede muy bien adqui-rirla con sólo remover el óbice de la ignoran-

- cia vencible, y desterrar la soberbia que áella se oponen; adquirida, se hace lo im-posible facil, pues la fe le hará creer loque su razón no entienda, y como en .1)1mismo acto aquella somete á esta, esta

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tambiéa reconoce y confiesa la verdad., Refiriéndome á los que se guían exclusi-vamente por su razón, tratemos de inquirirsi tienen alguna solidez, los argumentosQue aducen contra 'la pura doctrina. Nieganla revelación, porque no han visto los hechosque por la misma sabemos haber tenido lu-gar. Vano, débil, desgraciado argumentowie ni siquiera merece refutación: voy sinembargo á 'refutarlo

Según él, para creer en cualquier hecho,seria necesario que todas las personas quevivieran al tiempo de su ejecución lo pre-senciaran, y con el discernimiento suficien-to y singular memoria, á fin de compren-derlo y no olvidarlo; de esta manera se ob-ti-ndria un testimonio unánime y constante,y nadie negaría el hecho. Pero como esto esimposible naturalmente, la persona que de-jó de presenciarlo, aquella que no pudo ó U3

¿upo discernir, y la que al fin lo olvidara, lonegarían, y conforme al argumento con j us-ti sima razón.

Por otra parte, aun cuando el primerhombre no hubiera muerto, y durara su vi-da hasta el fin del mundo, jamás hubierapresenciado todos los hechos acaecidos, nipkadría- presenciar los que acontecieran, por-que el hombre carece de omnipresencia, fa-c u 1 tad única y exclusivaffiente de Dios. Apu-rando más este razonamiento, y suponiéndo-

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le .dotado ya de omnipresencia, el hecho desu paoimienta ¿como lo verla? de n algún,modo; como tampoco el de la creación delmundo, ni otros muchos; no queda puesmás recurso que admitir la • referencia, lasanta» revelación.

Si los libres pensadores me preguntaran,por qué Dios no hace un milagro para con-vertirnos, yo les contestaría, porque solici-tar que haga un milagro para creer en sudoctrina, es detestable impiedad, y nuncaatenderá Dios las pretensiones impías. Escierto que ha hecho algunas veces el mila-gro de convertir á-incrédulos; citaré en co-rroboración dee-mi aserto el que verificó enaquel sañudo gentil, sediento de sangre cris-tiana, y después gran santo, al decirle 'ca-mino de Damasco, c&zu'e, Saule, quid mepersequeris?» (1) Saulo. Saulo, por qué mepersigues? des' u m orándole, derribándole delcaballo, iluminando su inteligencia, y cori-viniéndole en el momento como lo ,mani-fi., esta él mismo al contestar, «Domine,' quidme vis lacere?» (2). Señor, qué quieres queyo haga? Pero este milagro fué hecho porsatisfacer el capricho de alguien? no; porqueestaba predestinado por el Señor, y lo habíaescogido, para difundir su purísima doctriT.na, y tal vez por , .otras causas, que es impo-

j) Act. IX. 4.(2) Act. 1X, G.

o

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sible á la inteligencia del hombre averiguar;los designiós de Dios como insondables no sepueden inquirir, no tratemos de penetrar enla esencia de los actos divinos, pues 1. úni-camente la conoce, y menos yo que seglar

• y exento de toda noción de teología, pudie-ra incurrir en un error contra la religiónsaorosanta,' y haga Dios que no suceda. Ade-más, el libre pensador jamás podría pedir áDios qne hiciera un milagro, cuando no creeen ellos, porque entonces la contestaciónlógica sería, pues si los pides, revelas quelos crees posibles, 6 al menos dudas de quepuedan realizarse, porque es evidente queel que niega la posibilidad de alguna cosa,no puede admitir ni en hipótesis que ellasuceda.

Semejantes consideraciones nae co-mo por la mano á tratar de los milagros. Hedicho ya que los libres pensadores los recha-zan, y para ello se fundan, en que no los hanvisto, y-como efecto de la prevención quetienen contra la religión verdadera. El fun-damento es carencia de fe, la causa maníadetestáble-, ambos pecaminosos, repugnanteabsurdo aquel y repugnante absurdo esta,pues con uno se negaría todo lo pasado, y laotra, haciendo al individuo enemigo de lo quese le quiere probar, le inhabilita desde luegopara ser imparcial, discutir con razón serenay ver la realidad aun cuando esté manifies-

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ta. La mera enunciación del fundamento yla causa, están diciendo que ni siquiera me-recen considerarse; pero he de hacerlo, y pro-bando que si el. primero se alega también lasegunda existe. Empezando por esta, y parademostrar que hay prevención, pregunta;¿qué sucedería si muerta y sepultada unapersona resucitara? ¿creerían estos hombresque era an milagro? . cualquiera me contes-taría afirmando porque4a verdad estaba pa-tente; pues al contrario, tengo por seguro queno lo conceptuarían así, ya dirían que no ha-bía muerto, que fué quizás catalepsia, casode muerte aparente, y explicarían por laciencia lo que sólo era efecto del poder divi-no. Pero hay más, los mismos hechos que seven se niegan, si tienen relación con algúndogma de la Iglesia. Fijemos nuestra consi-deración en la especie humana: es un hechoevidente, claro, manifiesto, que la vida delhambre á medida que transcurren los siglos esmás corta y su naturaleza más pobre; nin-guno que sea imparcial habrá que lo contra-diga, y si lo hubiera, bastaríame para de-mostrarlo, comparar la actual generación nocon Adán ni el patriarca Matusalem, quetan larga vida alcanzaron, sino con la ge-neración anterior. Establecida la compara-ración, ¿qué resulta? preguntad á los ancia-nos y os dirán, que en su infancia conocieronmuchas personas que llegaron á contar un

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siglo de existencia, pues hoy se hallan tanpocas, que se tiene por hecho , prodigioso elque un individuo logre !ver su centenario.Respecto á su naturaleza os añadirán, erasarta y privilegiada, vigorosa y robusta, puescumplían fielmente y hasta con facilidad, laobligatoria ley del trabajo, atol cuando estefuera de los más penosos, ¿y- la del hombreactual? ved esa juveiatud enfermiza, pobre-yraquítica, y hallaréis la contestación; se ajedirá, hay excepciones, cierto es, yó" no lo nie-go, pero cualquiera sabe que la excepción nodestruye la regla, sino antes la confirma.I4es bién, unido esto á otros presuntos he-chos que amenazan el orden social, y quepudieran ser los que anució e1 Salvador, y ci-ta el sabio español Fr. Luís de Granada alprincipio del parrafo cap. XII. de su libroLa Oración y Meditación, teniendo en cuentala perversidad que hoy domina, cómo por sugrande iniquidad fué castigada aquella ge-neración de que nos habla la Biblia, con 0 idiluvio universal, la singularidad que deveinte en veinte siglos desde la . creación dtmundo, hayan tenido lugar dos aconteci-mientos portentosos, que son el expresado di-luvio, y Ea venida del Mesías, hay bastantemotivo para presumir, entiéndase bien, pa-ra presumir,_ porque saberlo sólo Dios lo sabe,que el juicio universal no está -muy lejos, yque la decadencia del linaje humano es una

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de las más fieles señales que lo auguran. in-dudablemente, así lo creo.

Hasta el último hombre ha de morir, ylaespecie humana concluirá, y lo mismo pudohaberse'extinguido en él apogeo de su loza-nía y vigor, que extinguirse hoy , mañana,ó cuando Dios quiera, y en un momento, ypor su sólo querer, porque Él lo dijo, y .nopuede faltar: 4: Ccelum; et ¿erra transibunt,verba autem mea non transibunt. » (1) Elcielo y la tierra pasarán, pero mis palabrasno pasarán.

Pues interrogad á los libres pensadoresacerca de la decadencia expresada, los lle-nos la darán por cierta, y eso atribuyéndolaúnicamente á la corrupción ó á los vicios, losmás la negarán, y ninguno dirá que puedaser indicio del fin de la humanidad, porqueno admiten el dogma de la conclusión delmundo . No es posible discutir con estoshombres; no se verá mayor ofuscación.

Acabo de probar que la prevención 3xis-te, y con ello que no tiene valor alguno elfundamento que alegan los libres pensado-res, de no creer porque no han visto, pueshe demostrado cumplidamente, que aun loque ven niegan; pero , como quiera que talfundamento exponen, prepárome á refutarlocon amplia argumentación.

Los Apóstoles y los Evangelistas, ¿cómo(1) Evang. de San Marcos, cap. XIII, v. 31.

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creyeron en el Antiguo Testamento y encuánto nos han transmitido? ¿eran unos ig-norantes y unos visionarios? ¿éranlo tambiénesos Doctores de la Iglesia tan grandes y tansabios, y tanto sabio, y tanto santo, comoella ha producido? ¿no vieron y oyeron unosal mismo Jesucristo, y no creyeron y confe-saron todos, el dogma católico, sin rechazarlo más mínimo como apócrifo ni falso? ¿lasantidad y sabiduría de estos hombres nadales dice á los libres pensadores? porque sihubieran sido ignorantes y visionarios, nosería una prueba más de la verdad religiosael que ellos la admitieran y confesaran; peroquien se atreverá á decir que los primerosno vieron y oyeron, y que todos no fueronverdaderamente sabios , y eminentementesantos; pues y San Pedro y los demás Após-toles, ¿no vieron y oyeron á Cristo? ¿no fue-ron los que iluminados por el Espíritu Santo,convirtieron lo mismo á las muchedumbresque a los eruditos secuaces del gentilismo, ylos que terminaron su misión gloriosa coro-nados por la inmarcesible aureola del marti-rio? ¿Era un visionario d un ignorante elcorrompido maniqueo, catedrático de retóricaen Cartago, Roma y Milán, autor de La Ciu-dad de Dios y de tantas obras de singularmérito, aquel diamante del suelo africano,que convertido por las lágrimas de su madreSanta Mónica, por los discursos de San Am_

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brosio, y por aquella voz celestial que le dijo:Toma y lee; fué Obispo de Hipona, Doctory gloria de la Iglesia, el gran Padre Agus-tín? ¿éranlo también San Gregorio, San Je-rónimo, y el citado San Ambrosio, que conel primero, son venerados como los cuatrodoctores máximos de la Iglesia Católica,límpidos raudales de la verdadera y sublimesabiduría? Éralo esa bella figura del cristia-nismo, honra de su siglo y orgullo del Asia,el orador de mágica elocuencia, directo rayode brillantísima luz que penetrando en elAreópago de Atenas, confunde á los filósofosy jueces; ese infatigable propagador de laverdad santa, que predicando en la Arabia,Jerusalén, Cesárea, Tarso, Antioquía, Chi-pre, Pafos, Iconio, Pega, Siria, Cilicia, Fri-gia. Galacia, Macedonia, Éfeso, Creta, Ita-lia, etc, ilumina las inteligencias, confundeá los sabios, reprende á los perversos, ablandalos corazones, convierte á los pueblos y mue-re con Pedro en Roma el gran Apóstol San.Pablo? Y Osio, San Atanasio, el Crisóstomo,San Basilio, Paulo Orosio, San Leandro, SanIsidoro, San Bernardo, Alberto el Grande,Santo Tomás, Antonio Agustín, y tantosotros como pudieran citarse éranlo asimismo?Y las profecías, ¿no se cumplieron exacta-mente? y el testimonio de más de dieciochosiglos, ¿nada vale? Además, puede la razónde ningún hombre sensato admitir que en

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defensa de una impostura, hayan podidoverter su preciosa sangre tantos millones demártires, y con tan sublime heroicidad yabnegación? No, mentira, esto no puedecreerse, esto no puede admitirlo ningún hom-bre libre de preocupaciones y de prevención.Y para que se vea hasta donde llega la aberración de los libres pensadores, considere-mos wr ejemplo, el milagro de Lázaro.

Pocos ignorarán que María y Marta her-manas de este, y que vivían con él en Beta-nia, ausente Jesús á la sazón del referido lu-gar, le enviaron mensaje participándole quesu hermano Lázaro, á quien tanto amaba, sehallaba gravemente enfermo, con el fin deque viniera y lo sanara; que después de ha-berlo recibido, se detuvo dos días más endonde estaba predicando, porque al ir desdeluego, no hubiera resistido á las súplicas ylágrimas de aquellas, y Jesús no quería de-volverle la salud, sino la vida, para que elmilagro tuviera mayor grandeza; que trans-currido dicho plazo se puso en camino, y alaproximarse á Betania, le salieron al en-cuentro y le participaron la muerte de suhermano.

Hacia cuatro días que Lázaro había sidosepultado: sin embargo, Jesucristo les ase-.gura que resucitará, y va con ellas y elpueblo que le seguía, al sepulcro del finado.

Ya en él, y después de mandar quitar la

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losa que cubría la sepultura, Jesús, dirigién-dose á su Padre, dice: «Pacer, gracias agotibi quoniam audisti me.» (1) Padre, graciaste doy porque me has oído; esto es, sabe queel milagro va á realizarse, da las gracias sinrogar, y se dirige á su Padre para que sepande quien tiene la potestad de hacerlo, Luego,dirigiéndose á Lázaro, con la convicción se-gura propia del poder omnímodo, ley dice:.«Lazare, veniforas.» (2) Lázaro,_ ven fuera,y se realiza un triple milagro, porque Láza-ro resucita, completamente bueno, y sale porsi solo, á pesar de hallarse ligado con sába-nas y vendas, arrojándose en los brazos delSefior. Este milagro no se hizo á ocultas, lopresenció el pueblo y dió testimonio. Apartede esto, ese fundamento equivale á estable-cer como tesis: Cuanto no se vea puede ne-garse; y en virtud de ella habría que negartambién la historia y las mayores verdadescientíficas, el movimiento de la tierra, laatracción universal, la ciencia entera, laexistencia de los hombres, pueblos y ciuda-des que nos precedieron, los que sean y no sehayan visto, los que puedan ser, y en fin, loporvenir, y así sucesivamente, negando todoy no creyendo en nada, ofuscada nuestra in-teligencia y muerto el corazón, iríamos ro-dando de precipicio en precipicio, hasta se

(1) Evang. de San Juan, cap. XI, v. 41.(2) Evang. de San Juan, cap. XI. v. 43.

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pultarnos en un abismo insondable, que aunel concebirlo espanta.

Por desdicha habrá alguno que me argu-ya diciendo, que admite cuanto acabo de ci-tar sobre la historia, la ciencia, y existenciade los seres y colectividades enunciados, ex-cepto el milagro por ser un hecho sobrena-tural? Si así fuera, le diría, y te merece ma-yor crédito el sabio, el historiador, cualquierhombre que te refiere un suceso ordinario yno has presenciado, que el referido, auncuando sobrenatural, por testigos presencia-les, iluminados por el Espíritu Santo y quede Dios recibieron la misión de publicarlo?Además, al probar como ya lo he hecho, laexistencia divina, queda probado, porque lolleva implícito, que existe y está por encimadel orden natural, como lo denota su nom-bre, el sobrenatural constituido por Dios.Insistes todavía y me dices, que aun cuandoJesucristo fuera la Divinidad, no pudo hacerese prodigio, entonces te diré que si no hu-biera tenido poder para hacerlo, no sería laDivinidad, porque yo no concibo un Dioscuyo poder no sea superior al poder humano;yo no puedo admitir la entidad Dios, sinocomo la religión Católica, Apostólica, Roma-na me la enseña y explica; es decir, un Sérperfecto, libre de todo pecado, adornada detodos los atributos que en El concurren y leson propios, como aseidad, eternidad, inmen-

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sidad, omnisciencia, omnipresencia, y porúltimo, 'y este es eLatributo causa eficientedel. milagro, omnipotencia...

También con el objeto de combatir á laIglesia, arróganse dichos libres pensadoresla facultad de interpretar las Sagradas Es-crituras, y en efecto lo hacen á cada ins-tante, dando á las palabras un significadocbtrario á diverso del que tienen, el . quemejor cuadra á sus ideas satánicas,, falsean-do los textos sagrados y proponiendo comoverdad inconcusa 10 que no es más que he-rejía ó error La interpretación que hace laIglesia de los libros santos, es la verdadera,y como tal debe replitarse, porque ella es laúnica competente para explicar el sentidode esos libros: esto se prueba con facilidad.En primer lugar, Jesucristo no dió á los em-peradores, á los reyes, á las autoridades, ála aristocracia ni al pueblo, la potestad ymisión de predicar el evangelio, sino á losApóstoles y sus legítimos sucesores, los Obis-pos: « L'untes in mundum universum prcedi-cate Evangelium omni creaturre.» (1) Id portodo el mundo y predicad el evangelio á to-da criatura. Pues de aquí se de=duce que nohubieran podido ni podrían predicar, sin in-terpretar á la vez las Sagrulas Escrituras,cuando la predicación consiste en propagarla religión cristiana, confirmar en ella á loa

(1) Evang. de Saz liare" eap. XVI, v. 15.

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que la profesan, reprender los vicios, exhor-tar á la virtud y explicar el evangelio, yhubiera sido imposible hacerlo, sin dar á co-nocer lo que este quiere decir, lo que pres-cribe, lo que manda, lo que prohibe, en fin,sin interpretarlo, y la Iglesia es la llamadaá hacer la interpretación, porque según hedeinostrado, á ella única y exclusivamentele fué dada la misión augusta de predicary difundir la verdad santa, y por haber sidoconstituida por su Divino Fundador en depo-sitaria de esta verdad. Por otra parte, así lodicta la razón: supongamos que Se tratarade comprobar por ejem ► lo, en medicina, sital sustancia era preservativo de una epide-mia, ó remedio contra una enfermedad,¿quiénes habrían de ser los competentes pa-ra analizar dicha sustancia y declarar, ele-vando á verdad científica, que tenía ó noesa virtud? Es claro que vendría á caer bajoel dominio de la ciencia de curar, y que losúnicos competentes serían, el cuerpo médi-co, las Academias de Medicina, por ser elloslos que tieneh, la necesaria pericia en estaciencia; pues igual razón milita á favor dela Iglesia, ella y sólo ella, es la competenteen materia religiosa, y abona aún más estacompetencia, la circunstancia, no ilusoriani aparente, sino real y manifiesta, de lagran sabiduría que siempre le ha distingui-do, ora se la considere en sus primeros Apdo-

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toles iluminados por el Espíritu Santo, yase la contemple instituidora en esos Conci-lios, brillantes reflectores de la divina luz,porque innegable es, que todos los Obispos yen todas las épocas, han sido eminentes va-rones de virtud y ciencia, y por último, esdogma de fe que á la Iglesia le asiste el Es-píritu Santo.

Se censura igualmente á la Iglesia por sudisciplina y por sus prácticas, tachándole yaesta disposición, ya la otra, diciéndose queha mandado ó establecido una cosa, y nodebió hacerlo, sino mandar ó establecer otradistinta, va se limite la disposición al epis-copado y á los demás sacerdotes, ora se ex-tienda á todos los fieles. Si la Iglesia es unaverdadera sociedad, indudablemente debe re-girse por sí misma, de modo, que la cuestiónse reduce á demostrar si lo es, y demostrado,tal censura no puede menos de quedar com-pletamente disipada. La afirmativa se ofrecedesde luego á la imaginación, al observar quetiene los elementos constitutivos de todasellas, esto es, autoridad y súbditos, fin pro-pio, medios para alcanzarlo y los tres pode-res, legislativo, coercitivo y judicial. La au-toridad reside Pn el Sumo Pontífice, los súb-ditos son los fieles, su fin es moralizar alhombre y santificarle, para alcanzar el finúltimo que es la bienaventuranza, medios,los mandamientos, sacramentos, etc, y ahora

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vamos á probar si tiene los tres poderes. Ellegislativo se demuestra con los cánones desus Concilios y la historia de la misma Igle-sia, el coercitivo de igual modo, y con aque-llas palabras que pronunció el Salvador enpresencia de sus discípulos. «Si autem pecca-vera irte frater taus, vade, et corripe euminter te, et ipsumsolum. Si le audierit, lucra-tus eris fratrerri tuum.

Si autem te non audierit, adhibe tecumadhuc unum, vel daos, ut in ore duorurn, veltrium testium stet omne verbum.

Quod si non audierit eos, dic Ecclesiw. Siautem Ecclesiam non audierit, sit tibi sicutethnicus, et publicanus (1) Por tanto, si tuhermano pecare contra ti, ve, y corrígeleentre ti y él solo. Si te oyere, ganado habrásá tu hermano.

Y si no te oyere, toma aún contigo unodos, para que por boca de dos ó de tres tes-

tigos conste toda palabra. •Y si no los oyere, dilo á la Iglesia. Y si

no oyere á la Iglesia, tenlo como un gentil,y un publicano. El judicial por ser la conse-cuencia lógica del coercitivo, pues si hay de-recho á establecer penas, ha de haberlo paraaplicarlas, y más de un ejemplo pudiera ci-tar en que la Iglesia las ha aplicado. Proba-do ya que es una verdadera sociedad, tam-bién lo está que debe hallarse siempre inda-

(1) Evang. de San Mateo, cap. XVIII, v. 15,16 y17.

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pendiente del poder civil, porque de otromodo no se concibe, protegida por él, porquees la sociedad por excelencia, y en materiareligiosa, que es de lo que se trata, no sóloregirse por sí misma, sino regir á todos losfieles como súbditos de ella; esto es conclu-yente.

Es tau firme la convicción que abrigo deque esta religión sacrosanta es la verdadera,y mi fe tan incólume, que recordando lo quedecía San Pablo, « Sed licet nos, aut Ángelusde ecelu evangetizet vobis prceterquam quodevangelizavimusvobis anathema sit,) .(I) Masaun cuando nosotros, 6 un ángel del cielo osevangelice fuera de lo que nosotros os hemosevangelizado, sea anatema, digo, que auncuando la persona más virtuosa del mundo, 6ese mismo ángel dei cielo, me predicara unareligión distinta de la predicada por Jesucris-to, no lo creerla. Y bien puede hablar conesta seguridad y hacer alardes de fe, el hom-bre que tantas pruebas tiene dadas de haberdespreciado siempre lo que se llama respetohumano, y el que se encuentra dispuesto áverter su sangre en defensa de Dios y de laIglesia, siempre que sea necesario.

Pidiendo ahora indulgencia á mis lecto-res por esta ligera digresión que no pudeevitar, movido del amor divino en que arde

(1) (Wat. 1. 8.

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mi corazón, sigamos, ¡qué carga tan pesada!combatiendo á estos libres pensadores.

Ya dije en otro lugar, que la razón y la fehan de mostrar al hombre la verdad santa, yque en la Iglesia está esa verdad porque estáCristo; pues á beber en la cristalina fuente dedonde mana, que la ignQrancia vencible ánadie excusa y no podrán alegarla en el grandía, porque medios tuvieron para vencerla,y porque es día de sentencia, y ni se puedeapelar ni hay tiempo para aprender; tampocoesperen oir lo que oyó Santo Tomás: « Quiavidisti me noma, credidisti: Beati que, nonviderunt, et crediderunt.» (1) Porque me hasvisto, Tomás, has creído: Bienaventuradoslos que no vieron, y creyeron. Jesús nosmostró el camino que habíamos de seguir ypuede andarse, el yugo que habíamos de su-frir y es sostenible, y la carga que habíamosde llevar y no es pesada. « Yugum enimnteum suave es& et onusmeum leve.» (2) Por-que mi yugo suave es y mi carga ligera. Quémayor testimonio, ni más verdadero, ni mássencillo, ni que ponga más al de 4cubierto lofalso de esas doctrinas y de las que he de ex-poner, se podría aducir que el observado contanta frecuencia. Cualquiera sabe que hansido muchísimos más los libres pensadores,que en la hora de la muerte se han retracta-

(1) Evang. de San Juan, cap. XX, v. 29,(2)Evang. de San Mateo, cap. XI, v. 30.

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do de sus errores, han creído en la religiónde Cristo, han confesado con el sacerdote yse han convertido, que los que han persistidoen sus falsas creencias; y también que ni unsolo católico ha renegado de su religión enla misma hora. Esto dice bastante, y ni unapalabra debiera yo añadir para explicar lo quesignifica: es tan elocuente, que sin dudacuanto se añada ha de resultar pálido, y laimaginación del lector, adelantándoseme, locomprende con suma facilidad. Sin embargo,diré que es la verdad religiosa imponiéndoseá la conciencia del individuo, en virtud de sufuerza incontrastable.

Consecuencia y prueba de tal verdad, esel temor que á toda persona asalta en esahora, y agita profundamente el alma hu-mana, temor extraordinario y sin igual,que no es de confundir con la triste amargu-ra de separarse de los seres amados que enel mundo quedan, al dejar la vida, ni eltemor natural de morir por el padecimientofísico, que sufra el cuerpo con la muerte, esel temor de un mal próximo, que ha de ve-nir en pos de ella, y del que no es posibleescapar, es el temor infundido por la penapresunta, mayor ó menor, pero justa y legí-tima siempre, que la conciencia del mori-bundo le dicta ha de imponérsele por sus pe-cados. Es que va á comparecer ante el divi-vino juez y teme el fallo, es el efecto del re-

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conocimiento de esa verdad que se ha im-puesto, y por eso recurre al sacerdote para q u eelevando al cielo sus ruegos y oraciones, ysobre todo, administrándole los santos sacra-mentos de la Iglesia, logre alcanzar su per-dón, 6 la atenuación del castigo. ¿Tiene esehombre libertad de acción? si, ¿puede ejer-cerse coacción en la conciencia?nunca , enton-ces los mencionados hechos prueban tambiénque son falsas las doctrinas de los librespensadores, cuando se retractan de ellas porsu libre y espontánea voluntad. Y si el temorno es efecto de la referida causa, ¿quierendecirme estos incrédulos de que procede?pues ni se comprende, ni se adivina, y afir-mar que no lo hay, seria negar lo más cier-to. Alguno dirá entre sí, por qué me fijo enesa hora y no en otra, porque precisamentecuando se está lejos del peligro, se hacenmuchos alardes de irreligiosidad, que no sereiteran cuando sobreviene aquel, porqueen los azares y no en los placeres, se mues-tra el hombre como verdaderamente es, porque esta es la hora de las grandes pruebas,de manifestar las convicciones que se abri-gan, de acreditar la consecuencia con lascreencias que se han profesado, la hora en quehabla el corazón y no la lengua, porque esla gran hora de la verdad.

Limitándome á los órganos oficiosos dellibre pensamiento y señaladamente á Las

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Dominicales y El Motín. ¡cuán tristes deduc-ciones se derivan del objeto de tales periódi-cos, en cuántas contradicciones incurren, quéde mentiras insertan y ,qué verdadera com-pasión me inspiran! Idolo suyo el impíoVoltaire, han sancionado como ley, la vilmáxima de este, calumnia que algo queda, yobservándola fielmente, las inventan y pro-pagan; pero calumnias tan pérfidas. queparecería increible si no se viera, que lamaldad del hombre pudiera llegar á tal ex-tremo, y lo que es peor, han conseguido en-gallar arrastrando en pos de si, á incauta mu-chedumbre Unos porque lo han visto escri-to en letra de molde, y otros, porque nadaponen de su parte para cerciorarse de si loshechos que relatan- , son ó no verídicos, lessiguen tan ciegos, que estas falaces menti-ras, tiénenlas por fidedignas realidades, porhechos positivos, calumniosas invenciones,creen ver la certeza, donde sólo hav false-dad, y contemplan como luz, las oscuras ti-nieblas. Mas por las citadas causas, es opor-tuno y conveniente dar la voz de alerta á loslectores de dichos periódicos, para que abranlos ojos, y miren lo que no ven. El fin de es-tas publicaciones es alejar de la concienciadel hombre la idea de Dios, destronar la vir-tud y entronizar el vicio. Asi procuran ellascon tanto empeño, apagar del corazón hu-mano los más nobles y mejores sentimientos,

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y por eso no hacen otra cosa, que lanzardardos contra la Iglesia, calumniar al sacer-docio y promover la corrupción. Para con-vencerse de ello basta pasar la vista porcualquier número, y se notará al instante,que la mayor parte de su lectura es inmoral.Respecto á los sacerdotes y en descrédito delos mismos, son tantos los casos que citanatribuyéndoles hechos indignos, que para sercierto lo que refieren, seria necesario quehubiera infinito número de curas y que es-tuvieran continuamente dando mal ejemplo,

ejecutando los actos inmorales que se lesimputan. No se imagine que exagero, cójan-se todos los ejemplares de cualquiera de esaspublicaciones, porque raro será el que no de-nuncie calumniosamente un hecho. La ca-lumnia aunque embozada, al fin llega á des-cubrirse. Natural consecuencia, resultadoforzoso, que la extremada saña del impostordelate ja impostura. Pero no es solo este,afortunadamente hay otros medios para pro-bar que los hechos imputados son falsedadesinfames; la verdad ha de resplandecer siem-pre como faro luminoso al través de las tinie-blas.

¿Cuál es la clase más pura de la sociedad,la de vida más arreglada y de más laudableconducta? el Clero; ahí está la estadísticacriminal para comprobarlo, siempre resultaser el que comete menos delitos, mejor dicho,

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casi ninguno; y si alguna vez delinque unindividuo del mismo, su arrepentimiento essublime. ¿Dónde está un ejemplo, al fin ha-bía de ser clérigo, como el del infeliz Galeo-te, pidiendo al Tribunal que le aplique laúltima pena, á que por su horroroso crimense hizo acreedor?

Siempre es también el Clero el primeroque acude á amparar al desvalido, á socorreral indigente, á prestar auxilio en todas lasdesgracias de la vida, ejercitando la caridad,no solamente con sus escasos recursos pecu-niarios, sino con sus brazos y con su persona.Que pueda haber algún clérigo en cuyaconducta se vea un lunar, ¡y que importa,si la inmensa mayoría es de un proceder sintacha! ¿Y cómo el seglar murmura ni aun encontra de ese clérigo, cuando tenemos noso-tros dobles pecados que él? con qué razón yjusticia inculpa á uno el que tiene más cul-pas que el inculpado? aquí de las palabrasde Jesús: e Quid autem vides festucam inoculo fratris tui, trabem autem, quce in ocu-lo tuo est, non consideras?» (1). ¿Y por quémiras la mota en el ojo de tu hermano, yno reparas en la viga, que tienes en tu ojo?y aunque tuviera menos, ¿quién puede cen-surarle si no ha olvidado las otras de aque-lla boca divina? Él dijo á los escribas y fari-seos cuando le presentaron una mujer adú1-

(1) Evang. Ele san L ticas, cap. VI, v, 41.

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tara, que mis la ley de Moisés debía ser ape-dreada, Q Qui sine percato est vestrum, pri-mos in illam lapidem mittat.» (1) El que en-tre vosotros esté sin pecado, tire contra ellala piedra el primero. ¿Es que se quiere á lu-da sacerdote completamente limpio? esto esmuy dificil, libre de pecado sólo estuvo Je-sucristo y so Santísima Madre; el mismo SanPedro, Apóstol, primer Pontífice, base, pie-dra sobre la cual edificó Aquel su Iglesia, áquien vió, oyó y siguió, á quien tanto ama-ba, como lo demostró siempre, y sobre todo,desenvainando el acero é hiriendo á Maict:'el n el Monte de las Olivas, por defenderle¿no flaqueó, y por el temor pecó al negarque le había visto? ¿Y puédele siquiera extra-ñarse que los que no tuvieron la dicha do:estar á su lado como el Apóstol, pequen?porque- sin, duda cuando se está en presen-cia del maestro, es más dificil faltar á susp_mceptos y reglas.

Bastaría tener en cuenta una sola cir-cunstancia, para que las calumnias inventa-das y -propaladas por los libres pensadores,ses reputaran siempre como tales en el con-cepto público, y consiste, en que proponién-dose, aunque en vano, abolir la religión ver-dadera, han de hacer cuanto l'es sea posiblepara desacreditar á sus ministros: por eso yono comprendo ni como, puede escuchárseles.

(1) Evang. de San Juan, cap. VIII, v. 7.

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Cuando uno zahiere á otro, ó censura algu-na cosa, el que oye, antes de asentir, debeconsiderar qué persona d cosa es la zaheridaó censurada, si el que habla es veraz b tienecrédito que le abone en su dicho, si es im-parcial, ó lo que es igual, si está exento deprevención, si no va guiado por algún inte-rés, si es competente, y si reune otras con-diciones de todo punto necesarias, para darfe á lo que dice. Pues no concurriendo en loslibres pensadores, ninguna de esas condicio-nes precisas para reputar su testimonio porverdadero, y si todas las contrarias, se dedu-ce que es irrefragablemente falso cuanto ase-guran en desprestigio de la religión y delscerdocio. Pero aunque estuvieran dotadosde aquellas condiciones, al observar que laspersonas zaheridas y las cosas censuradas,no son como ellos afirman, también tenemosla prueba de la impostura. Además, no siendo los libres pensadores modelo de puras cos-tunabres, al murmurar de los que ciertamen-te lo son, debe suponerse que la ruin envidiaentra por 'lincho en dichas calumnias, y esdoblemente de inferir cuando en los desgra-ciados tiempos que atravesamos, tanto esca-sea la caridad que nos impone la obligaciónde cubrir los defectos del prójimo. Sí, hastapor ambición y por eirvidia ha sido algunolibre pensador. Alejandro Dumas, hablandode su compatriota Victor Hugo, á quien de-

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bió conocer muy bien, ha dicho: Vigor Hugoatacó el papado porque no fué papá, y atacóla Tonarquía porque no fué rey.

Quiero hacer constar una contradicciónen que incurren los proFélitos del libre pen-samiento, y que si no fuera por la considera-ción de las tristes consecuencias que acarrea,debería producir hilaridad. Son muqhos, pordesgracia, los padres de familia, lectores deLas Dominicales y El Motín, que han leídoen esos periódicos la vil calumnia, de que elsacerdote, sirviéndose principalmente delconfesonario, seduce á las jóvenes, y creyen-do tal cosa, aconséjanle á sus hijas que no seconfiesen. Si lo imputado fuera cierto, el con-ejo del padre sería en extremo prudente,

porque el móvil que le guiaba era evitar sucorrupción, fin altamente moral y de obliga-ción sagrada para él; pero ese móvil y ese finson ellos aparentes, pues no se explica deotro modo, que lleven dichos periódicos alhogar doméstico, donde sus hijas habrán deleerlos. ¿No es este un medio, y acaso el máseficaz de corromperlas? Vamos esto es de-lirar.

Adviértese también á poco que se medite,cuán injustas y cobardes son las menciona-das publicaciones, ¿por qué han de lanzarsiempre sus ponzoñosas flechas contra loscuras? ¿cómo no disparan igualmente contralas demás clases? ¿seremos, acaso, los seglares

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santos? íqué misterio 6 arcano se encierraaquí? Es claro, saben que la -misión del sa-cerdote es misión de paz, y que por muchovalor que tenga no ha de ir á lavar con lamano las ofensas que le infieran; pero que losseglares no se hallan tan dispuestos á teneresa prudencia para sufrirlas, y les temen, deaquí la explicación de ofender constante-mente á unos y no á otros ¡qué héroes, quéhazañas, qué valentías!

Caracteriza á los libres pensadores, condi-ción suya es, el egoismo; se llaman muyamantes de la libertad, y sobre todo, de lalibertad de pensar, pues vedlos respecto á losque piensan de distinto modo que ellos, nodejan de motejarles por sus ideas, y si lesfuera posible los ahogarían entre sus manos.¡Cuánta wentira!

Réstame hablar de la negación del almay de la enseñanza laica. ¡Negar el alma!¡decir que en el hombre sólo hay cuerpo! siaquella no existe y en el hombre sólo haymateria, inteligencia, voluntad, conciencia,por ejemplo, ¿qué son? las primeras faculta-des del alma, y la última el conocimientoque esta tiene de sus actos, conciencia psico-lógica. 6 la razón dictando si tal 6 cual actoes bueno 6 malo, conciencia moral. Ahorabien, en el mundo no hay más que espírituy materia, de modo, que probando yo que elalma no es materia, necesariamente ha de

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ser espíritu, El cuerpo tiene órganos, y cadacual destinado á una ó más funciones; asícon los ojos se ve, con el oído se oye, con lalengua se habla, con las manos se aprehendey se palpa; cada uno de ellos , sabemos y se-ñalamos el lugar que ocupa, nadie sabe niseñala el órgano en que reside la intel igen-cia, en el que yace la voluntad, ni en el queestá la conciencia, y no se saben ni señalanporque no existen tales órganos, luego ellasno son materiales; además si lo fueran, es-tarían sujetas á perecer como el cuerpo y noperecen; los órganos se extinguen, y extin-guidos, las funciones para que servían no seejercen, por eso el ciego no ve, ni el sordooye, ni habla el que carece de lengua, niaprehende ni palpa el que no tiene mano; elórgano perdido jamás se recobra, el que per-dió un pie lo perdió para siempre; la inteli-gencia, la voluntad, la conciencia, ni se ex-tinguen ni dejan de funcionar, nunca mue-ren, siempre son; ese ciego, ese sordo, eseque no tiene lengua y el que carece de mano,tiene inteligencia, voluntad, conciencia; sele cortan á un hombre los brazos, tiene inte-ligencia, voluntad, conciencia; se le ampu-tan las piernas, tiene inteligencia, voluntad,conciencia; se le sangra, tiene inteligencia,voluntad, conciencia; se le perfora el cráneo,tiene inteligencia, voluntad, conciencia; es-tá agonizando, tiene inteligencia, voluntad,

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conciencia; y es más, mientras no muera se-guirá manifestando que las posee, y si des-pués de la muerte no lo manifiesta, es por-que esas facultades, y su conciencia, comotoda su alma se alejaron del cuerpo; peroexisten, y más perfectas en la eternidad,porque el. alma al romper las cadenas que laaprisionaban a la materia, conoce á Dios porintuición. Este razonamiento, además deprobar la existencia del alma, prueba tam-bién su espiritualidad é inmortalidad; no seve el alma, verdad; pero se siente. ¿Quieresacarse otra vez á -relucir el obligado argu-mento de no lo he visto? vamos con él, ¿dón-de está el médico que muestre ante mis ojosel dolor de costado? ¿dónde el astrónomo elmovimiento de la tierra sobre su eje?. Con quéfeliz expresion afirmaba estas propiedadesdel alma, -el inspirado vate Larrea, en su be-lla composición _El Espíritu y la Materia,cuando decía. . • • ▪ , • ▪ . .

Mas aunque de su origen renegandoMi aliento que le anima negar quiere,Una voz inuerior le está, gritando;¡Hay en ti alguna cosa que no muere!

•• • • •

¿Pero quién ha olvidado lo que voy ánarrar?

Entraba en el palacio del Congreso espa-ño durante las últimas Córtes Constituyen-tes, un virtuoso, sabio y elocuente Prelado,

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honra de la Iglesia, y de la patria española;y al tiempo de penetrar en el salón de sesio-nes, un Diputado que estaba en el uso de lapalabra, se permitió decir, que no había ha-llado el alma humana ni aun con el escal-pelo, al cual contestó otro dignísimo Prela-do, adornado de iguales dotes que el primero,añadiendo en su contestación estos ó pareci-dos términos: Más que por mí propio, sientoque se hayan proferido esas palabras al en-trar en esta Cámara un ilustre y virtuosoPrelado, de quien no soy digno de desatarlas correas de sus zapatos. A. los pocos díasel fncréduhl Diputado enfermó de gravedad,y llamó al Prelado que le había contestadopara que le confesara y le dispensara los úl-timos auxilios espirituales, como efectiva-mente lo hizo, y aun ayudó á aliviar con supropia mano, el miserable estado del en-fermo.

Y las defecciones que ha sufrido el librepensamiento, ¿cómo no las cuentan esosdiarios á sus lectores? ¿dónde está por ejem-plo, Huertas Lozano? ¡Demos gracias á Dios!se ha convertido; la oveja conoció que iba'perdida y volvió al redil; ese hombre lloróy lavó con sus lágrimas sus pecados; el hijoextendió sus brazos, y la Iglesia, amorosamadre, lo recibió en su seno.

La enseñanza laica la han escogido comomedio, el más adecuado, para implantar en

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la- nueva generación sus impías doctrinas,pues haciéndolas arraigar en corazones infantiles, que por serlo, se dejan llevar adon-de se les dirige, es más difícil después, con-seguir que renieguen de las ideas de anti-guo profesadas. Ellos han dicho, negando elalma lo demás nos será fácil; sustituyamosla enseñanza religiosa por la enseñanza laica,fundemos una sociedad completamente des-creída y materialista, y nuestro ideal serárealizado. Pero todos sus esfuerzos se estre-llarán como las embravecidas olas del marrugiente, contra los duros peñascos de lacosta, y la nave de Pedro saldrá libre- delnaufragio, domando con su quilla el terribleoleaje de la impiedad; si, la misma sociedaddesengañada opondrá á la incredulidad lainexpugnable trinchera de la fe cristiana, álas masas impías el ejército de Cristo, almonstruo de la anarquía las bayonetas delorden, porque es de buen labrador separar lacizaña para que el trigo prospere, y haymansedumbres vergonzosas, como hay iner-cias criminales, la palabra y la paz primero,y cuando la palabra y la paz no bastan, lafuerza y la lucha. Ese pozo de inmundicia,que se llama libre pensamiento, será cegado-,..tales ideas habrán de perecer, quedarán ex-terminadas, aniquiladas, sepultadas para siem-pre, porque son ideas ruines, ideas deleté-reas, ideas disolventes, que si han logrado

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por el momento hacer prosélitos, esta pros-peridad que parece augurarles larga vida,quedará desvanecida cual humo que se disipaen las regiones del éter, cual peregrina be-lleza que al fin trocará la muerte en repug-nante esqueleto. Qué sucedió á Babilonia, laciudad de los pensiles? ¿dónde está Nínivecon sas mil quinientas torres? ¡quién diríaque habrían de sucumbir! Mírense en esosejemplos las sociedades corrompidas, ése esel libro en que deberán estudiar.

LIBRE DISCIJS1ON: hablaré de la mis-ma ligeramente. Lo que en mi pobre concep-to vienen á significar las dos palabras librediscusión, unidas y tomadas en sentido lato.es una verdadera epidemia de nuestros días.la plaga de, sabiondos, que sin estar iniciadosen ninguna ciencia, arremeten contra todasdejándolas malparadas. Pro-fundos filósofos,distinguidos repúblicos, el© uentes oradoresinspirados poetas, y cuantos honrasteis losdistintos ramos del saber humano, abando-nad vuestras tumbas y venid á admirar estadecantada civilización, que ha hecho de ca-da hombre con su poderosa magia, una cáte-dra viva de ilustración y cultura. Son muyaptos, nadie y nada les arredra, aun sobrelas más arduas materias se atreven á discutir;pero de modo tan singular, que la discusión

-á llega á convertirse en indescifrable logo-grifo, ó en rudo ataque de cerrado purgo.

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m por encanto de entre una turbasue comoun parlanchín, que aun cuando no haya es.--tudiado literatura y retórica, creyéndoseorador, primero tose, luego escupe, despuésvocifera, más tarde sube de tono, al fin ma-notea y adorna su perorata con términos queno se hallan en ningún diccionario, pues to-do esto necesita para hacer válido su argu-mento, e decir, a fuerza de fuerza; quiénes,sin saber qué es teología , dilucidan sobre losaugustos misterios de la religión cristiana;otros. ignorando lo que es rima y plectro, yconsiderándose eruditos críticos, censurán lasmas bellas composiciones poéticas, y hacenversos muy perversos, que sueltan á trochey moche, y algunos que dicen lisagfia, in-tentan descubrir la célebre piedra. Pero, ¿áqué aulas asistieron? ¿en qué universidadesestudiaron? ¡Cuántos doctores, aunque sinborla, de tabernas, burdeles, suburbios ymesones! ¡cómo pululan! ¡qué de dispara-tes ensartan! si nos van a hacer creer al-gún día que la arteria aorta se encuentraen el Peñón de la Gomera! ¿Y estos se tie-nen por sabios? ¿y estos son los que preten-den dar lecciones á hombres encanecidosen la ciencia? :infeliz de mí, cuán equivo-cado estaba! ¡yo que siempre había creído quese necesitaba cultivarla muchos anos parallegar á erudito! ;Oh siglo XIX, apaga nn po-co siquiera, ese fogón de tus luces, que siento

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que me deslumbras y vas á dejarme ciego!Cáfila de ridículos quijotes, sempiternos

vocingleros, que sin ciencia y sin estudio, ysin orden ni concierto, trocando los térmi-nos del lengnaje, y hablando en jerigonza,apuráis la paciencia del hombre culto que osoye, ¿no comprendéis que controvertir sinpericia, sobre el objeto de la controversia esla meta de la pedantería? si deseáis discutir,adquirid primeramente verdadera ustración,si no queréis adquirirla, no habléis de lo queignoréis, oid y callad, y escuchad á los doc-tos que lo entienden; mis consejos son pru-dentes; pero si los despreciáis, quiero decii'ostambién lo que os puede suceder. Las perso-nas que tengan el gusto de conoceros, cadavez que os vean venir, apartarán la vista devosotros, rehusando que os acerquéis, porquetemiendo vuestra impertinente charla. hande querer evitar el tener que oxearon comoá las moscas, y si ademas observarais unmovimiento de labios, no preguntéis lo quedicen, que os lleve por otro lado es lo quepiden á Dios, y anticipándome á ellas, yotambién se lo suplico en forma de letanía,¡Libera nos Domine de tanto dómine!

LA POLITICA MODERNA: como prin-cipio én que se inspira y fin que persigue,ha escrito en su bandera el lema de <Liber-tad.» ¡Terrible sarcasmo! pues hasta aquí noha sido ella otra cosa, que la puerta por don-

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de entraron, exceptuanflo muy pocos hom-bres do dignidad y opulentos, infinitos des-camisados de la escoria de la sociedad, paramejorar de suerte. Bajo aquel lema se predi-có al pueblo por los políticos unas teorías,que naturalmente hubieron de encantarle yllevarle tras ellas como inocentes corderos.« Sois libres, ya no hay sorteos, las asiqna-dones por cesantías de cargo son una infa-mia, igualdad de fortunas, igualdad ante laley, fraternidad, derechos individuales, im-prescriptibles é inalienables,» y . que sé yocuantas zarandajas. Es claro, la muchedum-bre miraba ya la fortuna tocando á sus puer-tas, iban á, adquirir pingües riquezas sin tra-bajo, y como quiera que tales charlatanes nosólo en sus arengas proclamaban estos prin-cipios, sino que hubieron da sancionarlos enun montón de constituciones y leyes, el pue-blo incauto aplaudía, y gritaba desaforadamente, ¡Viva la libertad! creyéndose trasla-dado á una nueva Jauja, California ó Potosí.Pero, ¡oh voluble fortuna! apenas Vislum-brada cuando fugaz, tales caninos se desva-necieron, tan seductores sueños se evapora-ron. La libertad fué sólo un desenfreno qu eprodujo horribles hecatombes y lagos de san-gre: todas las conwociones populares siena-epre vomitan algunos malvados; pero en lacomisión de esos espantosos crímenes, tanta_sino más culpabilidad que estos, tendrán

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siempre moral y legalmente, ante Dios yante la ley, ante el mundo y la historia, losfuribundos tribunos propagadores de talesdoctrinas, porque aquellos entendieron la li-bertad como se la predicaron, y obraron co-mo la entendieron. Y de igual modo que lalibertad fué ;in desenfreno, las predicacionesfueron el medio de engañar á las masas, pa-ra lograr, como lograron, elevarse y enri-quecerse dichos tribunos, y el pueblo la-mentándose, exclamaba ayer, y el pueblolamentándose, exclama hoy, sin que se atien-dan nunca sus lamentaciones, ¿para quéquiero yo tales derechos y esa libertad, dan-do por supuesto que los gozara, si en calbio de ellos me habéis dejado hasta sin ca-misa, con la imposición de vuestros exorbi-tantes tributos? ¿cómo me decíais, que nohabría más quintas y habéis imptesto éstacontribución más onerosamente que ningúntirano? ¿dónde está la fraternidad? ¿es lo queá mí me arruina y á vosotros enriquece? ¡dón-de la justicia, si cuando litigo contra un po-deroso nadie me oye? ¿cómo censurabais lasasignaciones y ahora las cobráis?

¡Cuántas veces gritaron ¡Abajo los títu-los nobiliarios! ¡Fuera condecoraciones! yhan conferido más de aquellos y de estas,que todos los gobiernos que derrocaron; y nosolamente con profusión, sino, en la mayorparte de los casos, con suma injusticia; por

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eso, tales distinciones ya el pueblo no las tie-ne, no puede tenerlas por premio al mérito, ála virtud, al valor, ni por recompensa deninguna acción sublime; él sabe que es elmedio empleado por los políticos para engro-sar sus filas, ó son al favoritismo,dadas,como remuneración al autor de algu-na chapucería electoral, ¿quién dudará quese han concedido á personas, que no han he-cho nada para merecerlas? Igualmente suce-de con las leyes que hicieron. Considérense,por ejemplo, las que prohiben las sociedadessecretas, que no obstante anunciar sus mis-mos afiliados dónde y cuándo se reunen.ninguna autoridad intenta sorprenderlos niaun molestados. Y ¡cómo! si muchos 4Elt,aquellos militan en ellas. Pues si las leyesno han de cumplirse, para qué se quieren,ímprobo trabajo que á nada conduce, á quéhacer estudiar á los alumnos de derecho le-yes ilusorias. Pero todo esto tiene su expli-cación; y para ver si la política moderna hatraído bienes y un progreso cierto, basta con-siderar lo que sucede con la instrucción pú-blica, particálarmente en nuestra desgracia-da nación. « Enseñanza gratuita» dijeron,

hí teneis establecimientos docentes sub.-vencionados por el Estado» ¿y qué? cual-quier estudiante paga mayor cantidad porrazón de matrículas y derechos académicos,que el más acreditado jurisconsulto de una

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capital populosa, por contribución industrial;casi podría aventurarse que con lo ingresadoanualmente en las .cajas del tesoro, por esteconcepto, habría, no ya para pagar al profe-sorado, que esto es sabido, sino para cubrirel valor de los mismos edificios adonde acu-den los escolares con objeto de instruirse.¡Asómbrese el mundo! en el año de mil ocho-ciento3 cuarenta y uno, el que había termi-nado la carrera de jurisprudencia, satisfacíaal Estado, al adquirir su título de abogado,la suma de sesenta reales, importe de unpliego de papel sellado en que se le ex-pedía el mismo: hoy satisface tres mil des-cientos echenta y dos y sesenta céntimos; yen igual proporción se han aumentado losderechos de expedición de títulos en las de-más carreras: á este paso pronto hemos aca-bado. No parece sino, al ver la inconsecuen-cia de estos hombres, que se confabularon ydijeron: <Hagamos luego, cuando alcance-mos el poder, todo lo contrario de lo que pro-metamos y prediquemos al pueblo.» Foro loinfinitamente raro es, que aun haya indiví-dás, no de los elegidos, porque esto se com-prende, sino de los electores que tengan ta-les ideas y oigan á tales políticos; porque,francamente, es fenómeno inexplicable, quevuelva á confiar el engañado en quien tantasve ces le engañó, y continúe sirviéndole de íns-trumento y ofreciéndole su voto para mante-

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nonio en el poder, ó para alcanzarlo. Si se hu-bieran enmendado ó llevaran siquiera trazasde ello, Ó de profesar verdaderamente algunaidea política, quizás se explicaría ¡pero si pordesgracia son cada vez peores, y hacen másevoluciones cada año que un titiritero!

En esta materia no puedo menos de con-fesar, la satisfacción de que gozo porque nofui engañado, y porque no he contribuido,ni contribuiré jamás con mi voto, ni conapoyo de ninguna clase, á la institución ysostenimiento de tan perjudiciales sistemasde gobierno, que no han sido más que lauina y la desolación de los Estados que han

tenido la desgracia de sufrirlos. Resulta con-firmado lo que aseguré, que la palabra liber-tad era un terrible sarcasmo, porque los quela echaron á volar, quisieron decir desenfre-no, y apareciendo tomarla como base de po-lítica, fué solamente el medio que ad'ptaronpara encumbrarse; eso han hecho, eso hacen,eso harán siempre tales hombres, á los cua-les se han calificado muy propiamente conel nombre de turroneros. Sí, para ellos lapolítica no podrá ser nunca, más que un mo-do de vivir, modus vivendi; pero indigno,porque es vivir engañando; y yo afirmo queuna política que no mira al bien del Estado,condenada está por sí misma, y que esos de-magogos, hombres tan inconsecuentes y en-gañadores, que sóló- atienden á su medro

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personal, y deshonran, y esclavizan y arrui-nan un pais, no debieron coger nunca lasriendas , del poder, porque no son otra cosaque ingratos y espurios hijos de la patriaen que nacieron.

_SUPERCHERt1S: es la primera el espi-ritismo, en virtud del cual podemos ser feli-ces y dichosos, nada nos hace falta, tendre-mos cuanto querramos, los espiritistas nosharán hablar con los muertos en el momentoque se nos antoje, podremos oirlos, verlo'},hasta palparlos, los espíritus vendrán cuán-do y cuántas veces los llamemos, la muertees ya impotente para separar á los vivoslos que fueron, sabremos lo porvenir é infi-nitos misterios y arcanos de todo género.Mentira parece que pueda haber personastan ignorantes ó imbuidas que den asenso átales patrañas.

Por sólo el poder y voluntad de Dios creoque invocado y sin invocar venga un espi-ritu, así han venido á la tierra, como pudie-ran volver, arcángeles que envió, San Ra-fael, San Gabriel y los ángeles también, elque detuvo á Abraham, el que libertó á San.tiedio; igualmente han tenido, y pudierantener lugar, las apariciones de los santos, yla Santísima Virgen se apareció muchas ve-ces, por ejemplo, en el Carmelo, y antes, enel antiguo pilar de la invicta Zaragoza. Losprimeros siempre han venido acompaIados

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de humana forma, y de signos característi-cos, en mi pobre concepto, para darse á co-nocer, porque siendo sólo espíritu y el espí-ritu invisible, nuestra limitada inteligenciano hubiera podido comprender ni aun presu-mir que lo eran, los santos mostráronse de)igual modo, y de la propia manera la que esReina de los Cielos. Pues reto á los espiritis-tas para que hagan venir el espíritu de unapersona que yo haya conocido, y como prue-ba, exíjoles bien poco, únicamente que traigadicho espíritu alguna señal que me dé á co-nocer que es el de ella; pero que no sea lavoz, que hay timbres muy parecidos, y querevele de algún modo saber lo qu9 le pregunte acerca de cualquier hecho, que suce-dió aquí en la tierra cuando estaba unido aícuerpo, y que nos conste á los dos; sienaca:1 creeré que vino, mientras no, lo negaré.

La Iglesia afirma, que el espíritu de latinieblas puede hacer, y la persona tambiénsugerida por él, y ‹on su concurso, cosas queexcedan del orden natura!, cuya verdad sedemuestra cumplidamente, con los extra-naturales fenómenos mesméricos, porque ellosson producidos por ese agente infernal; peronunca lograrán por su poder solamente, quevenga un. alma, pues estando en el lugarque le señaló el Criador con su infinita jus-ticia, para cumplir se destino, jamás lo aban-donarán sin la voluntad divina. Por tanto,

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es absolutamente imposible y completamen-te falso, lo que aseguran estos sectarios, quepor su invocación y velados medios viene elespíritu que se alejó de este mundo. Si ellospersisten yo insisto, repito que no los haránvenir, y ¡ni reto queda en pie y mantengomi palabra.

¿Y las brujerías? Recuerdo que en ciertaocasión una mujer de bastante edad y dema-siado crédula, en cuya casa me hospedabasiempre que iba al pueblo de su domicilio,quiso hacerme creer en estos quiméricos en-gaños, y se condolía mucho de mí, temiendoque por reputarlos como tales, y burlarme deellos, me hicieran algún daño, encantándo-me, si lo llegaban á saber, las que ejercíantan singulares artes. Yo le decía, que no tu-viera temor alguno porque vivía muy tran-quilo, sin zozobra ni ,recelo que turbaran poreste concepto mi envidiable paz, esforzándo-me á la vez por hacerle desterrar de surima-ginación aquellas vanas ideas; pero tan im-buida estaba, que mis esfuerzos resultaronnulos para vencer su ciega terquedad. Alcontrario, á fin de que diera crédito á cuan-to había dicho, me ofreció traer un día á mipresencia otra mujer, autora de maravillasy que me haría aparecer toros, monstruos yfantasmas: dije entonces para mi, sombraschinescas tenemos, y el coloquio terminó yyo regresé á mi hogar.

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Apenas rayaba el alba de aquel, suspiradodía, abandoné inquieto el lecho; no quisecabalgadura, pues el camino era corto y em-prendí marcha veloz como. un andarín de ofi-cio. En tanto, mi fantasía, forjándome la ex-traña aventura que iba á tener lugar, dábaleun colorido, no trágico, sino cómico-burles-co-chistoso; y es lo cierto, que salvé la dis-tancia en un santiamén. Jadeante, sudorosome dirigí hacia la casa, entré en ella, y des-pués de saludar á la dueña, cumpliendo conlas leyes de urbanidad y cortesía, pasaronmás de tres horas, y al fin, ¡cruel desenga-ño! no digo ver maravillas, ni la bruja apa-reció.

Otras se anuncian bajo el carácter de adi-vinas, modernas pitonisas y nuevas sibilas,que por medio de naipes, luces, gestos, mis-terios y arcanos sin cuento, son oráculos in-falibles que predicen los sucesos, la suertede la persona por el sino en que ha nacido,obligado refugio de enamorados amantes, áquienes recurren ávidos en sus cuitas amoro-sas, y ellos tiernos les preguntan, y ellasgraves les contestan, si su amor le es fielinfiel, si le ama ó no le ama, y si ,ha de lle-gar ó no á casarse con el mismo. ¡Esto esgrande y sorprendente!

¡Y con qué sagacidad practican su ma-gia! Primero observan atentamente al inte-rrogador para ver si se refleja en su rostro,

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alguna otra pasión que le domine, por ejem-plo, celos, y si no de esta manera, interro-gándole como por incidencia á por acaso, lle-gan á comprender por su contestación, enque sentido anhela que respondan á su con-sulta, y averiguado, en él lo hacen, porquees de rigor contentar á todos, no tanto porlástima, cuanto por mantener el crédito deque gozan en su rara profesión. El vaticiniopodrá no cumplirse; pero es segurísima lacobranza de sus honorarios. iQué industriatan lucrativa!

¿Y el arte de los saludadores? ¿y los en-cantamientos y hechicerías? Los primeros soncapaces de eclipsar la gloria de Hipócrates,de Galeno, y de los más famosos médicos ha-bidos y por haber. ¿Para qué sirve ya la me-dicina? para nada. Estos grandes curanderoshan despreciado Sus reglas, sus prescripcio-nEs, sus aforismos y axiomas, y sin utilizarlos medicamentos que ofrece, sirviéndose deyerbas que brotan en ignoradas regiones,donde ningún 'explorador ha penetrado, ycon brebajes, cuyos ingredientes jamás des-cubrirá químico alguno, hacen curas porten-tosas, y a veces ni esto e°13 preciso, porquebasta la saliva, el hálito, la mirada, á sólodeprecaciones. Cuando el infeliz doliente gelimita á comprarle su mercancía, ó los pomosde su elixir, quizás no corra otro riesgo queel de perder el dinero; pero si es que se trata

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de una operaoión de cirugía, por ejemplo, dela extracción de una muela, compadezco alque se pone en sus manos, porque es suma-mente fácil que la cara llegue á ser destrozode una mandíbula. En cuanto á los encanta-mientos y hechicerías, yo no reconozco másencantadoras ní hechiceras, que las mujeresde singular belleza, 6 de rara hermosura,porque no puede negarse que ellas encantanel alma y hechizan el corazón, y al contem-plar su peregrina faz, no digo yo encantadoy hechizado, sino que /me he sentido arreba-tado, entusiasmado, rendido, suspendido yextasiado. Exceptuando estos encantos y he-chizos, que no habrá siquiera un hombre quedeje de reconocer y de admirar, los demás noson tal cosa, sino exclusivamente el estadoano, mal de un individuo, ya consista enidiotismo, imbecilidad, locura, 6 en otro se-mejante, 6 son dolencias comunes; y si aquely estas no traen su origen del nacimientomismo de la persona, han sido producidosmás tarde por causas 1 icas 6 morales; perojamás y de ningún modo, pueden ser efectode vanas artes, ni de farsas, ni de engaños.

LA CUESTIÓN SOCIAL: en cuanto secontraiga á mejorar la condición del infelizobrero por laudables medios, bien merececonsiderarsela, y siendo así, ofrezco á este,aunque de poca entidad, mi apoyo y mi con-curso; ¿y cómo no? si hacer beneficio al pró--

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jhno sin perjuicio del agente, es además unaobligación ineludible; pero bajo tal aspectola estimaré al final de su exposición. Apre-ciándola ahora sobre todo lo que versa, cons-tituye un cúmulo de errores, los cuales hanfascinado y continúan fascinando la razón demuchos hombres, hasta el punto de haberproducido esa encarnizada luchi entre el ca-pital y el trabajo.

Abarca dicha cuestión entre otras, estaspretensiones: Abolición del derecho de pro-piedad privada, (comunismo), reforma de talderecho, (uno de los fines del socialismo),derecho á obtener trabajo, reducción de lashoras del trabajo y regeneración de la socie-dad sobre otras bases. Todos estos enunciadosno pueden siquiera llamase utopias, porqueesta palabra significa cual'uier idea que es-aceptable en teoría, aunque imposible de rea-lizar, y dichos enunciados ni en teoría sonaceptables.

Al tratar de la cuestión social es precisohacerlo con sumo cuidado, porque parecenser muy sólidos los fundamentos en que des-cansan las citadas pretensiones, y estas muyjustas, y nada más injusto ni más débil.

Primeramente diré, que he de impugnartan perniciosas doctrinas y opiniones, con laserenidad y valor que siempre he tenido, yespero seguir teniendo,. para proclamar laverdad, aunque arriesgara alguna vez por

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ello la misma vida: Cristo murió defendién-dola. Nada más lejos de mí que alabarme;paro con el exclusivo objeto de prevenir quese me tache por los que no me conocen, deafecto al capital ó al trabajo, y para que sevea que censuro, como dije al empezar estefolleto, con una critica imparcial, tengo quedecir a l go respecto de mi mismo á fin de com-probarlo.

Uno de los timbres que hán honrado miilustre casa ha sido el de la caridad; pero ca-ridad sublime, llevada hasta el sacrificio, yque practicada en otro sitio y bien compren-tiida, hubiera sido premiada con alguna me-dalla de beneficencia, que es la más honro sacondecoración sin duda, que puede lucirsesobre pecho humano; pero mejor premio estodavía no haber obtenido ninguno. He dadomás de una vez y sigo dando infinitas gra-cias á Dios, por haberme hecho heredero deesta virtud, y más de una también he llora-do de gozo al dictarme mi conciencia que laposeo. No recuerdo haber despreciado entreinta y dos años que cuento á ningún po-bre, sólo por serio, y Dios haga que mueraantes de incurrir en tan abominable pecado.Por otra parte, si no rico, disfruté en lejanostiempos de grato bienestar, la suerte y el re-galo mecieron mi cuna, lindas flores de ame-no jardín tne ofrecían su olor, el raiseftoroculto en la espesura cantaba mi dicha, y mi

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ánimo infantil gozó extasiado en aquel deli-cioso paraiso. Tan plácida ventura se disipó,lo que fué realidad parece sueño, hoy militoen 1: 4, numerosa falange de los pobres, y véasecomo las dos circunstancias me hacen ser,aun cuando no quisiera, completamenteparcial, es decir, por lo que tuve y no tengo,por lo que tengo y no tuve, por lo que fui ylo que soy.

Dicho esto, discurramos sobre la materia.Supuesto que el comunismo niega el derechode propiedad individual, se hace preciso verantes, si este derecho tiene fundamentos enque apoyarse. Entre otros, se ofrecen á. la ra-zón dos, que son, como los demás, incontro-vertibles. Es una verdad que el. hombre consus solas facultades no podría cumplir sudestino, pues como sér corpóreo ha de ali-mentarse, vestirse, construir un albergue7donde Morar, y para todo esto necesita delconcurso del mundo exterior, El dominio doese mundo exterior, ó sea de la yfiateria, Diolo dió al hombre cuando dijo á nuestros pri-meros padres: « Crescite, et multipticamini,etreplete terram, et sübficite eam, et domina-mini piscibus maris, et volatilibus . (1)Creced y multiplicaos, y henchid la tierra ysojuzgadla, y tened señorío sobre los pecesdel mar, y sobre las aves del cielo; de modo,que hace al hombre propietario, y después

(1) Gén. cap. 1, v. 28.

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confirma su derecho porque añade en el De-cálogo, non furtum facies, no harás hurto.El hurto consiste en este caso, en apoderarseilegitimamente de cualquier cosa que á otropertenece, 4 en tomar lo ajeno contra la vo-luntad de su dueño, por tanto, nadie puedehurtar en cosa propia, luego si Dios prohibehurtar es porque aprueba la propiedad indi-vidual.

Después de la caída de Adán, la tierra nohabría ya de producir sin el trabajo del hom-bre, pues el que trabajando en un terreno,de estéril y erial lo transformó en fértil yproductiva huerta, ¿no ha de ser dueño deella? si, porque á su trabajo se debe la trans-formación que el primero ha experimentado;lo cual puede igualmente decirse, de cual-quiera otra propiedad, al poeta que ha escritoun drama, ¿habrá quien le niegue en justiciaque debe ser propietario del Mismo? nadie,esa producción es obra de su inteligencia, ysin esta no existiría. Bastan los dos funda-mentos expresados, para reconocer que es le-gítimo, de toda legitimidad, el derecho depropiedad; el primero emana del orden de laDivina Providencia, que poniendo la tierra á-disposición del hombre, hace que pueda ad-quirirla: el segundo su trabajo, que le cons-tituye dueño exclusivo de la parte escogiday beneficiada por él, y excluye todo condo-minio obligatorio, pues no es justo que el

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hombre que trabajó, comparta ese terrenocon otro que nada puso de su parte para ha-cerio producir; y luego, la legislación de to-dos los paises ha reconocido y sancionadoeste derecho.

Fa3o á exponer algunos de hm principa-les argumentos que aduce el comunismo con-tra la propiedad privada, sosteniendo que de-be ser pública á común.

Es causa de la desigualdad: la desigual-dad de fortuna la habría con propiedad indi-vidual, y sin ella, porque no siendo los hom-bres iguales en sus facultades físicas, inte-lectuales y morales, los más aptos, inteli-gentes y de mayor moralidad, aumentaríansu riqueza, al contrario de los otros, y no haymedio de igualar las facultades de aquellosy de estos.

Que la obtienen frecuentemente los menosdignos: es cierto, que por regla general, losmenos merecedores, son los que gozan demayores bienes de fortuna; y esto parece in-justo; pero debemos respetar y someternos álos juicios de Dios. Además, si son indignosde poseerlos, por causa de esa misma indig-nidad, por esta carencia de 'virtudes, y si lle-gan á ser dilapidadores y ociosos, ellos paga-rán el mal uso que de sus bienes hicieron, ysobre todo, ¿quién podrá responder de que se-rán siempre indignos, y que los dignos nun-ca dejarán de serlo?

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Que los dones gratuitos de la naturalezahan sido creados para todos y deben ser de to-dos: pues entonces la propiedad no debe sernacional sino universal, porque el mismo fun-damento hay para que un hombre excluya áotro, que cualquier nación á otra, y tan im-posible sería reglamentar la primera propie-dad, como la segunda.

Adviértese, que no es por carencia derrateria, para aplicar á ella las facultades yel trabajo del hombre, por lo que se ataca lapropiedad individual, lo que se quiere es apo-dtrarse de los productos del trabajo ajeno,de tierras, que antes yermas, son hoy fera-ces por esa labor, ¿no hay terrenos sin culti-v5s pues á solicitarlos y á obtenerlos, bene-ficiense, y establézcanse colonias, ¡cuántosHenes [raerían á las naciones, y p •incipal-mente á la nuestra, evitando esas emigra-ciones frecuentes y numerosas, que la des-pr,oblan. empobrecen y la privan quizás desus mejores brazos !

Refutados los argumentos que alega elcomunismo contra la propiedad privada, ahg-ra voy á rebatir los que aduce la escuela so-cialista. Antes debo decir, que aun cuandoasegura reconocer la propiedad individual,sostiene que adolece de vicios, y que se pro-prio únicamente corregirlos; pero pretendehacerlo por tales medios, que si hubieran deemplearse, darían el mismo resultado que el

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comunismo, es decir, anular dicha propiedad,v haciéndola pública 6 común, atribuir alEstado los derechos del propietario.

Estas son las principales teorías que a lefecto sustenta.

Proporcionar capital á los que no lo tienen:io cual podría conseguirse, ya por medio deun banco público que hiciera préstamos sindevengar réditos, 6 distribuyendo el Estadolos bienes que este mismo adquiriese, utilizan-do el derecho de tanteo, cuando sus actualespropietarios trataran de venderlos, y los queestos dejasen á su na uerte. ¿Pero qué sucedería?que el capital del referido banco experimen-taría constantes crisis, toda vez que tendríaque prestar bajo la sola garantía personal, ytanto este capital, como el que hubiera de in-vertirse en comprar los bienes que sus due-ños quisieran vender, se habrían de sanarforzosamente de los actuales propietarios,esto es, expropiar á unos para hacer propi43-tarios á los otros. Por lo que concierne á ocuparlos bienes de los que mueren, supone la ne-gación de que hay legítimos fines que nossobreviven, y para cumplirlos, supuesto queno podría utilizarse el testamento, se haría*uso de la disposición inter vivos, por ejemplo,que aunque menos propia y conveniente, oladiríanse con ella las prescripciones de la ley .

Procurar difundir el capital: ya seña-lando un limite de fortuna, 6 promulgando

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una ley que declarara el derecho al trabajo.Lo primero parte del supuesto falso, de quela suerte de unos se labra dis minuyendo lade otros, cuyo procedimiento , si hubiera deaplicarse, daría por resultado paralizar la pro-ducción, y acaso, cuando fuera más útil,porque habría que decirle al hombre laborio-so: has llegado al límite de lo que puedes ad-quirir, no trabajes más; ó lo que es igual ,condenarle á la ociosidad y disipación, lo queseria en perjuicio de todos y sin beneficio deninguno; y además, imposible, porque nadie trabajaría para obtener una fortuna limi-tada; pues precisamente el principal estímu-lo del que trabaja consiste en adquirir cuan-to pueda. Respecto del derecho al trabajo.supone la obligación en el Estado, de darleai que lo necesitara, y para pagar á los tra-bajadores, tendría que hacerlo por medio deexacciones impuestas á los propietarios. Enotro sentido, ese trabajo oficial seria comple-tamente ineficaz, porque ni el trabajadortendría interés, ni los jefes celo, aparte de laimposibilidad que habría de facilitarlo entodas las ciencias, artes, oficios y profe-siones.

Poner límite d los abusos de los propieta-rios: prohibiendo cualquier convenio ó con-trato, cuyo fin sea la cesión del uso de unacosa, bajo la condición de satisfacer por ellarenta ó rédito, v. g.: el arriendo ó préstamo

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á interés. Pues bien, dicha teoría carece defundamento, porque las mencionadas tran-sacciones son justas, y el interés ó renta, esla utilidad que debe percibirse por la presta-ción del objeto, y por el sacrificio, esfuerzoó trabajo, que costól adquirirlo. Pero lo quemás se censura, calificándose de suma inju:eticia, es el censo por el dinero prestado, adu-ciéndose como razones justificativas de lailegitimidad de este premio, que mientras elque lo toma trabaja, el que lo da permaneceen la holganza, y por tanto, que aquel lohace en beneficio de este. Primeramente, esindudable que muchos han trabajado, y nopoco, pira lograr el capital adquirido ó paraconservarlo; porque de otra manera difícil-mente podrían tenerlo, y es justo que en re-compensa de sus desvelos y afanes, aumentensu caudal,„con ese interés, justo asimismo,porque es el equivalente del servicio que sepresta al darlo, por cuyo medio el mutuariepuede acometer empresas ó negociaciones.que le redunden pingiies ganan Mas, ó salirde una situación apurada. Además, el réditoes para el mutuante el medio de compensarlas . pérdidas que experimenta su capital, ysobre todo, la indemnización por el riesgo,que sin duda corre, al ponerlo en ajenas ma-nos; pero entiéndase que me refiero á un in-terés módico,,racional, porque hay un abusoharto frecuente, que el hombre de noble co-

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razón no puede menos de condenar, y es lamaldita usura.

Aprovecharse de la necesidad que tieneun individuo de adquirir dinero prestadopara llevarle un rédito exorbitante, es unavillanía, ¡qué de vueltas! ;qué de, amaños!¡qué planes tan estudiados y qué indignahipocresía para hacerle sucumbir! ¡cuántasapariencias de no querer prestarlo, para sa-car de esta fingida repugnancia mayór lu-cro! ¡qué huir el cuerpo, á fin de que vaya, elinfeliz desvalido, como esclavo miserabletras él, solicitando sus recursps y exponién-dole así á la vergüenza pública! Hasta hayquienes por vil capricho, y no por creer ex-puesto el capital que hubieran de prestar almás leve riesgo ó contingencia dejan de fa-vorecer al necesitado, ¡cuántas veces sucede,que aun cuando est9 cuente con sobradosarbitrios para satisfacerlo, recibe al solicitarel préstamo contestación negativa! Pues in-faliblemente es un mal que habrán de ex-perimentar algunos, y deplorarse por mu-chos; pero que no hay medio de poderlo ex-tirpar; ineficaz es el poder humano para con-seguirlo, sólo Dios podrá castigar, y casti-gará la codicia. ¿Cuántas leyes se han dadopara reglamentar el interés? ¿cuántas paraprohibir la usura? ¿alcanzaron los legislado-res el fin que se propusieron? . ¿lograron re-primirla? jamás; así es que no hay tasa es-

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tablecida por ellas. ¿Qué sucedería hoy, sitratándose de fijar un máximo al interés im-,puesto por el capital, prestado, se promulga-ra cualquier ley en este sentido? lo mismo,no lograría reducírsele á justos límites, pormedio de subterfugios seria eludida á cadainstante, y si por contrario, pudiera cuna-plirse daría un resultado contraproducentey todavía peor, pues no habría quien presta-ra por un interés racional, que consideraríanreducido, muchas negociaciones quedaríanpor emprender, y bastantes necesidades porcubrir, porque es indudable que la mayoríade los prestadores, sino todos, darían á suscapitales una inversión distinta, que le pro-dujera más ganancia que el préstamo á inte-rés según la nueva ley. Dios sólo, repito, po-drá poner remedio á este mal, el legislador

impotente mpotente para evitarlo. Y no hablo de lamoralidad y conciencia que bastarían por sísolas, porque dice este siglo XIX que son yaantiguas, y es claro, el tesoro, como antiguo,es muy difícil hallarlo.

Armonizar las fuerzas de la producción:a-/ociando trabajos y capitales, y terminandoasí el aislamiento en que hoy se encuentran.Nadie prohibe al hombre , unirse á los demás,para lograr cualquier fin legítimo; pero deesto, á pretender la asociación general, quellevarla implícita la acumulación de todaslas voluntades, y el sacrificio, para siempre,

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de la libertad personal, es una falsa 'teoría;señalar al individuo el trabajo á que ha deconsagrarse, 6 la negociación á que tengaque destinar su capital fofzosamente, es con-trario á su naturaleza, y por tanto, irrealiza-ble: la razón demuestra bien claramente, queel hombre como libre, debe ser árbitro de ele-gir su profesión, y de invertir su. 'capital enlo que estime convenirle, siendo

El pretendido derecho á: obtener trabajo,es una de las casas que se defienden hoy conmás calor, y que proclaman de consuno cualde estricta justicia, las escuelas y asociacio-nes que se llaman protectoras del obrero. Ydicho sea de paso, tal protección es sin per-juicio de percibir por ella, los jefes de lasmismas, y los principales subordinados schestos, imprescindibles emolumentos, que pa-ga el 9brero asociado, bajo la esperanza ilu-soria de emanciparse del capital, ¡cómo ha deser! ¡oh siglo luminoso! ¡quién dijera quepara protegerlo, admitiera el protector dine-ro del protegido!

Las palabras derechos y obligaciones soncorrelativas, porque todo derecho supone unaobligación, y toda obligación un derecho,por consiguiente, si unos tienen derecho áobtener trabajo, otros tendrán la obligaciónde suministrárselo. Dónde se halle el funda-mento legal de este derecho, lo ignoro, inú-tilmente lo he buscado; que una persona á

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sociedad esté obligada á dar trabajo á quienlo necesite, y por el solo hecho de necesitar-lo, la ley que esto mandara sería injusta. Loque si hay es la obligación de trabajar. Y esuna 'obligación, porque el hombre debe pro-veer á su perfeccionamiento moral, y el tra-bajo ennoblece y perfecciona; porque cierrala puerta á la ociosidad, que es madre de vi-ciol; porque trabajando, se percibe el jornal,salario, sueldo ó retribución, que son nece-sarios para cumplir otras obligaciones y prin-cipalmente, porque fué impuesta por Dioscomo castigo á nuestro primer padre, y conél á todos los hombres: «In sudore vultus tuivesceris pone....» (l) Con el sudor de tu ros-tro comerás el pan.

1nTo hay fundamento quejustifique el con-vertir en derecho, la pretensión de obtenertrabajo. Y si no hay fundamento legal, ¿habrá la obligación moral de prestarlo? Estoypor la afirmativa; es un medio de socorrer,de practicar la caridad, y en tal conceptoexiste esa obligación; pero nunca tan estric-ta, que obligue á desatender las propias ne-cesidades, y cuantas deba satisfacer el que hade cumplirla. Si á un pueblo ó á un indivi-duo le acosa el hambre, obligación moral esdel que puede, darle trabajo; si le cuesta sa-crificio, también logrará evitar que su her-mano sucumba en la miseria, y antes que c'l

(1) Géu. cap. III, v. 19.

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IRJ&L. XIX

interés, está la vida. Asimismo debe gastarcada persona 'en proporción de lo 'que tiene,y según su clase, necesidad, circunstancias,y en cosa que le redunde, á al individuo dequien la adquiere, licita utilidad. Así debehaber quien tenga coche, para que puedansubsistir el cochero y el lacayo; acaudaladospropietarios, para que puedan mantenerse losjornaleros; el fabricante de telas, para quepuedan vivir el tejedor, el mercader, el de-pendiente, el comisionista, el sastre, y hastael infeliz trapero, y lo mismo en las distintasaplicaciones de la actividad humana; de estemodo, obtendrán, y realmente obtienen, loque necesitan unos y otros, manteniendo esarelación entre el productor y el consumidor,entre la oferta y la demanda, que proclamacomo un bien para las sociedades la Econo-mía Política. Pero esa sed inextinguible deoro, esa ruin avaricia, eso de acumular ri-quezas para dejarlas paralizadas, capitalesque no circulan, 05 circulan menos de lo quedeben, la moral y la razón tienen que recha-zarlo necesariamente.

Hay otro mal que consiste en el extremoopuesto, y es la prodigalidad, la cual no hade confundirse con la virtud llamada largu3-za, que debe adquirir todo el que no la tengay conservar el que la posea. Prodigalidad es,dilapidar ó malgastar la propia hacienda, yasea por el pernicioso vicio del juego,ó por

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cualquier otro medio; y no sólo se advierteen personas acaudaladas, sino que hasta hayquien tira el mismo jornal que necesita paraalimentarsP • pero la manifestación más la-mentable de ella, porque son muy pocos losque no la ofrecen, está en el lujo, ótigen dela ruina de muchas familias, carcoma lentapero voraz, gusano de la riqueza, que empe-zando por roerla acaba por consumirla, y alque Licurgo, el sabio legislador de Esparta,llamó veneno de la sociedad. Se me dirá quedesciendo á pequeñeces, no lo son, y sí es locierto, que estos males y otros que no cito,han contribuido á extender y acrecentar lamiseria, causa, que unida á la codicia, hadado margen á suscitar la cuestión social.Dichos males son incurables, porque paradesterrarlos no hay más que la voluntad mis-ma del individuo, obrando de modo contrarioá ellos, es decir, por la enmienda, y esta,desgraciadamente, no aparece. Pero no hayque apurarse, si es verdad que son muchoslos desahuciados por la fortuna, también lo es,que Dios ha hecho brotar en el corazón delhombre, una divina flor, que nunca se mar-chita ni se agosta, sino que vivida siemprey exhalando suavísimo perfume, alivia yaplaca la indigencia del pobre: esa cándidaaz ucena se llama la caridad. ¿Hay necesitados? hay caritativos; ¿hay quién llore? hayquien apague el llanto; ¿hay coléricos? pues

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también hay 'curas y alcaldes de Argés.He demostrado que carece de . fundamep-

to, la pretensión , de elevar kderecho, lo quesólo es, y no podrá menos de ser, .obligaciónde trabajar: el derecho á obtener trabajo DO

habrá ley en el mundo que lo declare, y aunsuponiendo que fuera promulgada, jamásconseguiría obligar á darlo: también he probado que tiene la obligación de proporcionartrabajo, el que pueda; pero como un mediode socorrer, y de su libre y espontánea vó-luntad; no confundamos la moral con la ley;el Estado nunca debe obligar á un individuoá que dé trabajo, como no debe obligarle áque dé limosna; si el que se- halla en situa-ción de hacerlo, no lo hace, Dios le juzgará,que no está aquí en la tierra el fin último delhombre.

La reducción de las horas del trabajo, tandivulgada y pedida, como ventajosa y nece-saria para el obrero„ en mi humilde opinión,,es completamente incierto que lo sea, y ade-más, irrealizable. Nadie podrá negar que lamayoría de los obreros, y quizás todos, loson, porque no hallan otra ocupación ql le seamás moderada y lucrativa; que el servisiio loprestan por el salario, jornal ó precio, queesperan obtener, para proveer con él á susnecesidades, y si tambien alcanza, para me-jorar de situación, porque positiva y natural-mente, es un estímulo de todo el que trabaja,

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EL SIGLO XIX

adquirir cuanta ganancia pueda, y con doblerazón cuando nadie sabe lo porvenir. Pueshabría que decirle al obrero: la ley te prohi-be trabajar más de ocho horas, vive pobre-mente, ó muérete de hambre; porque si unotrabajando ese número de horas, gana ochoreales, y le precisa trabajar cuatro más, á finde ganar doce, que es la cantidad que nece-sita para alimentarse, cubrir sus necesidadesy ahorrar, es claro, que no podría lograr lastres cosas, y cualquiera que dejara de con-seguir, le constituiría en un estado insopor-table. Y no vale proponer como solución, laigualdad del jornal, pues ni todos tienen lasmismas .necesidades, ni las mismas obliga-

. ciones, ni la misma familia, ni el mismo ca-rácter, circunstancias entre otras muchas,que harían inútil esa regulación. Véase có-mo el decantado medio de las ocho horas, pa-ra mejorar la condición del obrero, daría porresuli ado empeorarla. Por otra parte, dichomedio llevaría consigo limitación de la liber-tad del trabajo, y yo pregunto: ¿habría le-gislador que sancionara tal disparate? nin-guno , ¿podría ser esta ley conveniente alobrero? tampoco. Además, sucedería con ellalo que con toda ley inj'üsta, que no seríacumplida, pórque subrepticiamente, y apre-miado el obrero por la necesidad ó estimula-do por la ganancia, la violaría, trabajandocuanto pudiera.

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loá Sto Xti

Esa reducción de horas arguye tambiénun enorme absurdo, que consiste en suronerigualdad de trabajos y de facultades físicas.En cuanto á la primera, al momento se ad-vierte que no existe; cualquier guarda deuna heredad, puede fácilmente soportar sutrabajo catorce horas diarias, mientras queel trabajo de la azada, con gran dificultadseria continuado por diez, á causa de que elprimero es leve y el segundo penoso. Si nosfijamos en la concerniente á las facultadesfísicas, sucede lo propio; en un mismo traba-jo, un obrero quizás no pueda soportarlo ochohoras, en tanto que otro sin sacrificio alguno,lo resistiría diez ú once. No es el descansodel obrero lo que se busca, lo que se quierees no trabajar; y si hoy se piden ocho horas,mañana se pedirán siete, y así sucesivamen-te, hasta no hacer nada y sepultarse en laregalada vida, d lo que es lo mismo, en laholganza, la molicie y el placer, y digo se-pultarse, porque estas cosas traen como con-secuencias el enervamiento, la afeminacióny la pusilanimidad. No se crea que veo visio-nes con estos anuncios, ahí está la historiade la humanidad. ¿Qué sucedió á Sibaris?¿por qué fue conquistada tan populosa ciudad?porque embrutecidos sus moradores por eldeleite y los vicios, habían perdido ya aquelvalor que les hizo conquistar pueblos y na-ojones, y por esto los crotonenses los subyu-

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EL Sulco XII lól

garon con facilidad'. ¿Cómo acabó el imperiode Roma, la dominadora del mundo? por lasmismas causas; los pueblos activos, los pue-blos trabajadores, difícilmente perderán suindependencia.

Jamás pretendería yo que el hombre fue-ra un esclavo; pero que trabaje, si, trabajoes nobleza, bondad, utilidad, salud, obliga-ción y perfeccionamiento.

Ese obrero, que inclinada siempre la ca-beza hacia la tierra, gana el pan con el su-dor de su rastro, si dirige una mirada al cieloy_le contempla, ¿no le dice nada su corazón?si, allí está Dios que le bendice, porque cum-ple con la obligación sagrada que su Autorle impuso, allí está prometiéndole recompen-sa mejor, infinitamente mejor, que el panque espera por premio de su labor, ese cieloque contempla es la dulce esperanza de unafelicidad sublime que jamás acaba, y que lo-grará, como justo galardón de sus afanes ypenalidades, de su probidad y de su honra-dez; porque la vida, aunque parezca larga,no es más que un tránsito por el valle deamargura, un breve soplo, comparada con laeternidad de Dios. ¡Qué! ¿hay opulentos enel mundo? no codicie sus riquezas, ni su gran-deza, ni su fortuna, ni su boato; eso es tansólo oropel, del cual, al fin, no quedará vesti-gio; ¿carecen de bondad tales poderosos? ¿ha-cen EID 1 'uso si;- tesoros? Dios les castiga-

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rá, ¿son bondadosos y emplean bien sus capi-tales? entonces, les premiará. ¿F_I tá Dios conel rico honrado? también lo esto con el po-bre honrado, ¿logran ver á Jeálls los ReyesMagos? antes te ven los pastores,¿Se hospedaen la morada de Zaqueo? también en casa deMarta, ¿entra triunfante en JerusalénT tam-bién en Nazareth fué un humilde artesano.Judas elevado al apostolado se condeaa,. na-ría Magdalena se salva, y Dimas el Buen La-drón escucha desde la cruz: « divo

Hodie mecum eris in paradiso.» (1) Enverdad te digo: Que hoy serás conmigo 'enel paraíso, esto es, ofrecido antes de morir yobtenido en el mismo día de la muerte. Dioslí nicamente penetra en lo íntimo del cora-zón, y Él sólo aprecia sin error el méritodemérito da las acciones humanas.

Pues recordando estos ejemplos, más so-portable be rá: al obrero su triste condición,y más firme la esperanza de alcanzar la ce-lestial ventura; nada de escuelas que fin-giendo ser sus protectoras, anuncián4oles.unedén aquí en la tierra, pierden su alma, y'nohacen otra cosa que labrar su ruina y su mi-seria; nada de asociaciones, que conducen ásepultarlo en un lúgubre 'abismo de anar-quía y desolación; nada de sistemas iunposi-bles, que no son más- que necios devaneos,,fantásticas sombras y planes quiméricos; esa

(1) Evang. de San Lucas, cap. XXIII, v. 43.

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El. Una 108

guerra del trabajo al capital, la pretendidaabolición de la propiedad, ó su,reforma, elsupuesto derecho á obtener trabajo, la igual-dad de fortunas, la reducción de las horas delabor., la regeneración de la sociedad 'comose pretende, y que daría por resultado la rea-lización, si fuera posible, de estas teorías, en(fin, la cuestión social, según ellas, es unavana ilusión que arranca de un estanque deiniquidad.

Enorme locura es querer constituir la so-ciedad sobre tales bases, porque lejos de me-jorar su estado lo empeorarían; nadie conse-guirá regenerarla sino tomando por funda-mento la ley santa de Dios; El enseñó lobueno y prohibió lo malo; si en la sociedadhay defectos, consecuencia son del pecadodel hombre; también si hay vicio hay vir-tud, y si hay pobreza hay caridad; además,para regenerar la sociedad, era preciso em-pezar regenerando primero á sus pretendidosregeneradores; no es ese el camino para ha-llar el remedio á los males que se deploran;con menos ambición por parte del obrero, conmenos avaricia por la del patrono, con másrespeto y sumisión de aquél á éste, y conmenos tiranía y más protección de éste áaquél, y sobre todo, con más amor entre am-bos, considerándose, como lo son, hermanos,inspirándose, por último, en los sanos prin-cipios de moral cristiana, todas estas luchas

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104. Stom XIV

que agitan á la sociedad moderna habráncesado, y el problema de la cuestión socialestá resuelto.

Indicaba yo al principio de esta materia,que respecto á la misma, apreciada en cuan-to se limitara á mejorar la condición del obre-ro por laudables medios, diría algo al final,y habiendo llegado á este punto, haré pre-sente, que la Iglesia la ha tomado en con-sideración, y estando examinándola en laactualidad, debemos callar todos, esperar sufallo y someternos al mismo, porque él ha-brá de ser el seguro remedio á tanto mal, lafórmula infalible de conciliar todos los inte-reses, y la solución acertadísima de tan ar-duo problema; falto, remedio, fórmula y so-lución, que dará probablemente en el senti-do que he manifestado. Garantiza á la Igle-sia el haber sido en todas épocas preceptoradel bien, manantial inagotable de caridad,centro de sabiduría y tierna madre, que des-velándose por sus amados hijos, siempre es-cuchó sus clamores y siempre enjugó sus lá-grimas. Por esto, sobre mi humilde opinióny los medios que he propuesto, y sobre cual-quier proposición hecha, aun por ► a personamás religiosa é ilustrada, está esa futura de-cisión, y sobre todas las decisiones, el prin-cipal remedio á este conflicto ha de buscarseen esos tesoros de moral y erudición cristia-nas, en las encíclicas, que dirige el Pastor

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L theLo XIX , 105

Santo á la grey católica, pues son para el al-ma pura, la fuente en que ha de beber, per-fume que ha de aspirar, ambiente que ha desentir, senda que ha de recorrer, la savia queha de libar, rumor que ha de percibir, -y elbrillantísimo faro que le ha de iluminar; ellasson el órgano más autorizado, porque la vozdel ilustre prisionero del Vaticano, es la vozdel Vicario de Cristo, la voz de Dios.

TAUROMAQUIA: dime siglo XIX, ¿yesto es luz? más que luz, sol esplendente detu hermosa civilización: triste remedo ,delcirco romano, ¡cuán grande analogía, encuanto se refiere á los gladiadores, se nota en-tre una y otro! Introducidos en Roma estoscombates por Junio Bruto, como diversiónpública, sin duda que ellos estaban en per-fecta armonía con el nombre de su introduc-tor. Pocos ignorarán que el pueblo romano,harto ya de placeres, y entregado á los viciosde todo género, había llegado á tal extremode perversidad, que solamente podía gozar,contemplando verter la sangre humana; asíobligaba á luchare en el circo á los infelicesesclavos, lucha que debía acabar forzosamen-te, por la muerte de uno de ellos, y aquelpueblo aplaudía frenético al ver cómo caíasobre la arena el desgraciado á quien conde-naba á morir de este modo cruel. Y las corri-das, de toros, ¿qué representan? un espectá-culo muy semejante. Ábrese la plaza, em-

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EL SIGLO XIX

pieza la fiesta, constitúyela el constan te mar-tirio de un animal, que herido por el hierroberrea de dolor, el picador cae al suelo, esenganchado, herido, 6 muerto, los demás li-diadores igualmente, el toro, al fin, muere,la escena' es toda de sangre, y hay en ellaun lance triste, y que es el más inhumano,el del noble caballo que indefenso y venda-dos los ojos, muere también., pinchado ,rporlas punzantes astas de la fiera, produciendosu muerte la compasión, el asco y el horror.¡Qué ha hecho ese animal! ¿hay hombre enel mundo que apruebe tal fiesta? pues el pú-blico aplaude y vuelve de ella entusiasmadoy contento, quién diría que e3pectáculo•tancruel pudiera alegrar el corazón humano,lquela desgracia, el martirio y. el verter sangre,hicieran brotar el júbilo y regocijo, y sin em-bargo, triste es confesarlo; es verdad. ¡CÑnola juzgarán los venideros siglos! yo me an-ticipo á su juicio, calificándola de salvajismo.

Como no pensé jamás sellar mis labios enla: crítica razonable, manifestaré haber , oídodecir á los entusiastas de este holgorio, paraatenuar su ferocidad, porque eximirlo del es-tigma de salvaje, es imposible, que si el toroes martirizado, el torero se halla expuesto;razón tan vana con este solo principio sedestruye: El que quiere el antecedente,quie-re el consiguiente; y yo establezco este otropara mayor claridad: El que se arroja á un

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El; SIGLO XIX 107

peligro por sólo su voluntad, carece Yde ra-zón para quejarse de sus efectos adversos.Ese torero ha podido ser cómico á -farsante,

lucir su destreza en cualquier juego licito.En cuanto al arte, desgraciadamente es

cierto, que está hoy de moda, que es la ca-rrera que priva, carrera de consideración ybrillo, añadiendo por mi parte, que si me ca-sara, y Dios me diera hijos, habría de ver-me en grande apuro al aconsejarles qué pro-fesión debían seguir, porque esta, aunqueofrece, mucho riesgo, es todo cuestión depiernas, y como sea lucrativa, fortuna te dé.Dos, hijo,

Escrito ya este párrafo burlesco, porquela materia se presta lo mismo al estilo seriocomo al jocoso; y volviendo á la crítica for-mal, quiero terminarla tributando elogios alministro D. Francisco Javier de Burgos, porhaber suprimido la Escuela de Tauromaquiaestablecida en una gran capital, y más aun,al Príncipe de la Paz, por su noble y valero-sa resolución de prohibir, como prohibió, lascorridas de toros. Hizo mil veces bien, por-que dichas corridas son un medio de embru-tecer las sociedades, apagando en el corazóndel hombre los purísimos sentimientos decaridad y compasión.

Expuestas- ya todas estas materias, ¡aysiglo desgraciado! ellas son densas tinieblasbajo las cuales caminas, errores que te ex-

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travían, y defectos que tepierden. Pero nopresumas, que voy a emitir ya mi juicio cri-tico sobre ti, ni á darte la nota merecida.pues como aquel y esta, equivalen á una sen-tencia, es requisito de ella que decida sobretodos los extremos que hayan sido objeto dellitigio, y alguno queda.

Al principio de este examen, no quisisteconfesar, que la civilización de que tantoblasonas, la hacías consistir en las materiasreferidas, y en otras de igual jaez, y por esome vi obligado á sacarlas á relucir, sino enel contenido de tq respuesta á mi sola pre-gunta, es decir, en aquellos fenómenos, In-ventores é invenciones, sabios y obras gran-diosas. Es lo único que has podido aducir entu favor, lo que te recomienda y enaltece cuallauros inmarcesibles, allí confesé yo que losreconocía como tales, aquí también. lo confie-so; pero de que sea verdad, á envanecerte porello, hay mucha distancia, y como puedo ar-güirte, nada más que esto nos queda, os miúltima observación. Dirige una mirada re-trospectiva y fíjate en tus hern:ianos que teprecedieron, ¿no dieron también sus frutos?si fueron estériles comprenderé tu orgullo,si produjeron inclina la cabeza. Vamos á ver-lo. ¿No podré yo equiparar con el capitánBoyton, que me citabas, á Mitón de Crotonavencedor siete veces en los juegos olímpico?y Alfonso de Ojeda, que en La Giralda de Se-.

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villa, trepando por una viga fuera de aquellamás de seis varas, llega á la punta, alza lapierna, gira sobre la otra, quédase en un pie,apoya el otro en la torre, tira por encima deésta una naranja y no le causa temor, nimareo tan pavorosa altura?

Ahora bien: Homero, padre de la poesía,con su Iliada y su Odisea; Fidón, inventan-do la balanza, y el primero que acuña mone-da; Tales, fundador de la más antigua es-cuela griega de filosofía, dando la primeraexplicación física de los eclipses, y autor dela célebre máxima, nosce te ipsum, conócetea tí mismo; Anaximandro, enseñando que laluna recibe la luz del sol, construyendo esfe-ras terrestres y celestes, é inventando ungnomon; Pitágoras, hallando los elementosde la astronomía y de la música, de la arit-mética y geometria, legando al Occidente elsistema decimal de numeración, y enseñan-do que alrededor del sol giran todos los astrosy cuerpos celestes; Filolao, el primero desus discípulos que enseña públicamente elmovimiento de la tierra; Agasicles, de quienes la máxima, un rey debe tratar á sus pue-blos como trata un padre á sus hijos; Ana-xágoras, el primer filósofo griego que hubode elevarse á la idea de un Dios distinto delmundo; Platón, cuya filosofía resume toda laantigua sabiduría de los griegos, y com-prende, puede decirse, todos los ramos del

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saber, como la teología, la moral, la políti-ca, la estética, la psicología, la lógica y lametafísica, y el que con más dignidad de to-dos los escritores paganos, habló de Dios, dela inmortalidad del alma, de la virtud; ,Aristó-teles, su discípulo, de eximio talento, el pri-mero que da forma científica á la psicología,lógica, retórica, poética, crea la fisiología yzoología, y funda la filosofía experimental yel silogismo; Salón, uno de los siete sabiosde Grecia, abrogando las severas leyes deDracón, y reemplazándolas por otras más hu-manitarias y racionales, que fueron la basede la legislación del mundo antiguo; Pericles,el célebre político que protege al pueblo, lasciencias y las artes; Metón, formando unciclo de diecinueve años, con el fin de hacercoincidir el año lunar con el solar, que es ioque se llama hoy número áureo; Herodoto,con su notable Historia, que leyó en losjuegos olímpicos, y por la que le premiaronlos atenienses con diez mil talentos áticos;Teofrasto, el moralista y botánico, de la islade Lesbos, autor de la Historia de las plan-tas; Herófilo, creador de la anatomía; Simóni-des, inventor de la mnemotecnia, aumentan-do á la lira una octava -cuerda, y cuatro le-tras al alfabeto griego, que sobresale en lasel egías y en la poesía lírica, y escribe en elmonumento levantado en las Termópilas:Pasajero, di d Esparta que hemos muerto

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por obedecer sus leyes; Píndaro, el primerrico griego; Esquilo, el más antiguo de lostres grandes poetas trágicos de Grecia, á quienpuede considerarse creador de la tragedia;Sófoclés, escribiendo la primera á los veinteaños, y dando forma activa al drama; Euri.-pides, imaginando llevar á la escena el len-guaje de la filosofía y de las pasiones, y es-cribiendo ciento veinte tragedias y el dramaCíclope; Fidias, que eleva la estatuaria á sumayor perfección, y labra la Minerva demarfil y oro para una ciudad de la Aeaya, yel Júpiter Olímpico; Chares, levantando elColoso de Rodas; Apeles, el gran pintor, áquien únicamente permitió Alejandro hacersu retrato, trazando con su rico pincel loscuadros de-la Venus Anadiómenes y Alejan-dro aterrando la calumnia; Antigénidas, elcélebre flautista de Tebas, en Beocia, queaumenta el número de los agujeros de esteinstrumento, y tocando ante Alejandro ex-cita su furor bélico, hasta el extremo de queestuvo á punto de acometer á cuantos le ro-deaban; Arquitas, inventando la rosca, lapolea y la duplicación del cubo; Arquímedes,abrazando con sus estudios todas las mate-máticas, y particularmente la geometría y lamecánica, componiendo tratados acerca de lacuadratura de la parábola, de las propieda-des de las espirales, sobre la esfera y el ci-lindro, y sobre 1 a medida del círculo, el co-

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noide y el esferoide, autor de múltiples in-venciones, como el tornillo de su nombre, dela idea del centro de gravedad, del principiode hidrostática, llamado principio de Arquí-medes, construyendo aquellos grandes espe-jos con los cuales incendiaba las naves ro-manas, que sitiaban á Siracusa su ciudad na-tal, y multitud de máquinas con las que lan-zaba infinidad de proyectiles contra el ejér-cito sitiador; Estrabón, viajando por Asia,Egipto, Grecia é Italia, y escribiendo 8u

Geografía en diecisiete libros; Cicerón, elprimer escritor y orador del pueblo romano;Virgilio, su primer poeta, de dulce melanco-lía y profundo sentimiento, con su Eneida,Geórgicas y Bucólicas; Séneca, tan mal pre-miado maestro, con sus Tratados. ¡Pero quéte sucede siglo diecinueve! ¿te turbas? ¿teavergüenzas? ¿estás cansado de oírme? no,sígueme oyendo, yo también te presté aten-ción, aguarda un poco.

Dante, con La Divina Comedia; Petrar-ca, con Los Sonetos y Canciones á su amadaLaura, coronado en Roma, en el Capitolio, ápropuesta del Senado; Pico de la Mirandola,tenido á los diez años por el orador y el poe-ta más notable de Italia, publicando después,una lista de novecientas proposiciones sobretodo lo que se puede saber, y dispuesto á sos-tenerlas públicamente contra el que quisieraatacarlas; Tasso, componiendo su poem a

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Reinaldo á los dieciocho anos, más tarde sudrama pastoril A minta, y sobre todo, su her-mosa Jerusalén Liberlada;Galileo, que descu-bre las leyes de la gravedad, inventa el péndu-lo, el termómetro, el telescopio, la balanza hi-drostática y el compás de proporción; ;Sha.kespeare, el poeta cuyo genio, lleno de ori-ginalidad, traza en sus obras cuadros tan alvivo, que son la más exacta pintura de lasociedad inglesa, y escribe treinta y unaobras dramáticas, entre ellas, Romeo y Ju-lieta y Las Mujeres de Wíndsor; Milton,componiendo en la soledad y en la pobreza,olvidado y ciego, El Paraíso Perdido, quedictó á su mujer y á sus hijas; Newton,creando la filosofía natural, publicando laidea de la gravitación universal, conociendo-que era preciso desterrar de la física el méto-do de la hipótesis, y sustituir el de la obser-vación y el cálculo geométrico, y explica el:.flujo-y reflujo del mar por la atracción delsol y de la luna; Jenner, descubriendo la va-cuna; Guttemberg, inventando la imprenta;Leibnitz, descubriendo el cálculo diferen-cial; (1) Haller, la irritabilidad onsideradacomo fuerza particular y como independien-te de la sensibilidad propiamente di rla; San-ssure, con su obra Viajes á los Alpes, en laque echa los cimientos de la geología, y cu-yas montañas atravesó catorce veces por

(1) Newton lo descubrió también al mismo tiempo.

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ocho puntos distintos; Linneo, el notable na-turalista sueco, dando definiciones admira-bles por lo claras y precisas, y creando una'lengua cómoda y regular para la botánica;Bossuet, defendiendo con gran valor y arre-batadora elocuencia la ortodoxia católica, elhombre más notable del siglo XVII; Vaubán,el célebre ingeniero, á quien puede tenersepor creador de la poliorcética moderna, in-ventor de las paralelas, de los tiros de rechazoy de los caballos de frisa, que hace la recom-posición de trecientas plazas ó fuertes, cons-truye treinta y tres, y dirige cincuenta ytres sitio s ; Buffón, con su magnifica obraHistoria Natural, que lo ha inmortalizado,no sólo por el caudal de ciencia que encierra,:dno por la brillantez del estilo que en ella senota; Franklin, inventor del pararrayos; Ma-ñana, el jesuita, autor de la Historia Generalde España, escrita en latin y traducida porél mismo al castellano; Murillo, el gran pin-tor, que contó los laureles por sus cuadros,que tan perfectamente retrata en los sem-blantes de sus figuras, el sello de la pasión 6de la virtud, rodeándolas de un ambiente ce-lestial, y produciendo con su áureo pincel, elliVan Antonio de Padua, y sobre todo La Con-cepción, y tantos otros como pudieran ci-tarse.

¡Qué! tendrás atrevimiento para decirme,que todos ellos no igualan á los que consti-

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Luyen tus legítimas glorias? pues hay más;paro no tiembles y escúchame atento, tengoreservado un gran tesoro, que forman docediamante de simpar mérito, doce azucenasde exquisito aroma, á quienes llamo gigan-tes del mundo intelectual, los generales del{-jército de la -ciencia, el apostolado de la sa-biduría; contempla su brillo, aspira su olor,alza la cabeza para mirarlos, cuádrate y sa-lúdalos, y aprende sus enseñanzas, porquevoy á descorrer la tupida cortina que el olvi-do labró para ocultarlos. Ya los tienes ahícon su hermosura y grandeza; te diré quie-nes son y como se llaman. Sócrates, fundadorde la moral, el que sienta las bases del dere-cho natural, que bebe sereno la cicuta pordefender la unidad de Dios y la inmortalidaddel alma, y aquel de quien se dijo, sapienti-ssimus mortalium, el más sabio de los mor-tales; Demóstenes, el primer orador de Gre-cia, y quizás del mundo, que encanta, sedu-ce y arrebata al pueblo de Atenas con su má-gica elocuencia, esforz ido campeón defen-diendo quince años la independencia de supatria contra Filipo, y de quien este decía,que mas temía á su boca que á un ejército;San Pablo, tantas veces mencionado, con sushermosas Epístolas, su actividad prodigiosay su boca divina; San Ambrosio, el primerocomo hombre de Estado, que introduce en laadministración del espíritu del cri stianismo,

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autor de la sublime obra Comentarios d& laEscritura; San Agustín, con sus tambiénsublimes Confesiones, La imitación, La Ciu-dad de Dios, Tratados de la Gracia, de la_Trinidad y del libre albedrío; San Jerónimo,con su Vulgata, Vida de San Hilarión y Ca-tálogo de los escritores eclesiásticos; San Gre-gorio, inmortalizado por sus Cincuenta dis -cursos ó sermones y Ciento setenta. y ochopoemas; Alfonso X el Sabio, de tan profun-dos conocimientos que ningún otro de su si-glo logró igualarle, astrónomo, poeta, filó-sofo y legislador, y autor de la Crónica Gene-ral de Espuria, Cantigas y Querellas; Colón,aquel gran loco,el primer navegante del mun-do, errante peregrino, abrigando la esperanza,recibiendo el desengaño, y siempre firme ensufe, el que amparado por un fraile y una mar-quesa, y comprendido por un gran cardenal yuna gran reina, lánzase con singular heroismopor un piélago ignorada, y arrancando á losmares el rico secreto, ve realizados sus purosensueños, verificando el descubrimiento másgrandioso que han presenciado los siglos,por su naturaleza y resultados; el descubri-miento de un mundo; él es, sí, .el que rica-mente vestido de escarlata y 'con el estan-darte real. en la mano, desembarca en la islade G-uanahani., se arrodilla en tierra, la besada gracias á Dios llorando de gozo, tremolael estandarte del cristianismo y de Castilla,

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desnuda la espada, y tomando posesión deaquella tierra, añade á España el mejor florónde su corona; Cervantes, ese célebre poeta.novelista y critico, el humilde camarero, elmanco de Lepanto, el cautivo rescatado, elsufrido soldado que escribe su Gulatea entrelos azares de la guerra, el preso de Argama-silla componiendo su inmortal Quijote, quelogra ver traducido á todos los idiomas cul-tos de Europa, el gran escritor cuyo méritoreconoce el mundo, y el primero de España;Calderón de la Barca, componiendo comediasá los quince años, después los notables AutosSacramentales, y un gran número de pro-ducciones literarias, entre ellas el magníficodrama La Vida es Sueño; y por último, elcontemporáneo de Calderón y Cervantes, áquien este llamaba verdadero monstruo de lanaturaleza, y apellida la humanidad Fénixde los ingenios, asombro del mundo, el queera mirado como un prodigio, á quien lagente consultaba como un oráculo, y se de-tenía para contemplarlo y mostrarlo á otraspersonas, el poeta que cultiva todos los gé-neros del arte, autor de más. de cincuentalibros de poesía lírica, de prosa y de tratadossueltos, de vaintiseis de poesía dramática, enlos que se contienen más de mil cuatrocien-tas comedias y cuatrocientos autos sacra-mentales, el que según confesión propia, es-cribió ciento treinta y tres mil doscientos

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veinticinco pliegos, en fin, ese verdadero fe-nómeno, honra de la hispana tierra, que sellamó en el mundo Lope de Vega Carpio.

Otra vez te pregunto, todos estos genios;todos estos sabios, ¿no podrán figurar entrelos tuyos? ¿no habrán de igualarles? Creoque si.

Contrayéndonos ahora á las obras de quete glorías, y que en tu contestación me, in-dicaste, el túnel de Lóndres, el canal de Soez,la torre Eifiel, y á cuantas pudieras mencio-nar como estas, de verdadero é indisputablemérito, ¿no hallaré yo ninguna que oponer?si, porque mi memoria me hace recordar al-ganas; la torre de porcelana de Nan-King,de más de ochenta varas de altura y termi-nando en un mástil coronado de una pifia deoro macizo; el lago :Nloaris, de setenta y cua-tro leguas de circunferencia; la estátua deMemnón, lanzando un sonido lastimero to-dos los días al salir la aurora; el templo deSanta Sofía en Constantinopla, con sus cua-tro gallardos minaretes, las nueve puertas debronce, el suelo de mosaico, y las sesenta ynueve columnas de su galería, de las queocho son de pórfido y seis de verde jaspe; lagran muralla de ladrillo, construida por loschinos al Norte de su imperio, con dos milkilómetros de extensión; las ocho maravillasdel mundo artístico, ó sean; los jardines ymurallas de Babilonia; el sepulcro levantado

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por Artemisa á su esposo Mausoleo; la está-tua de Júpiter en ()limpia; el templo de Dia-na en Éfeso; el Coloso de Rodas; el faro deAlejandría; el monasterio de San Lorenzodel Iscorial; y por último, y sobre todas, esassólidas sepulturas, esos gigantescos monu-mentos, asombro de las generaciones que loshan contemplado, y que no ha podido des-truir el trascurso de treinta siglos, las pirá-mides de Egipto.

Si intentas objetarme diciendo, que heido escogiendo hombres y producciones devarios siglos, y que para ser justa la compa-ración epa contigo hiciera, debí fijarme enuno solo de tus hermanos, entonces con lamisma razón voy á rebatirte; y si es verdadque la civilización progresa á medida que eltiempo avanza, debe Rerme im posible el en-contrar un siglo que te iguale, y más si estálejano, pues sin embargo, uno te citaré quenada tiene que envidiarte en hombres sabiosni en grandes obras, el siglo de Pericles.

¡Cuan triste es meditar sobre lo expues-to! ¡qué profunda amargura deja en el alma!¡cuánta horrorosa fealdad he visto en ti aldesnudarte de tu ropaje de oropel, al arran-carte el mísero disfraz que te cubría!

Luego, l en qué de contradicciones incu-rres! ¡parece que estás demente, ó que eresun simple! te llamas ilustrado; ilustrado, ¿ymatas los sacerdotes y aumentas el número

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de los masones? ilustrado, ¿y condenas el cir-co y alzas plazas de toros? ilustrado, ¿el quemoteja á sus hermanos porque creyeron enbrujas y duendes, y cree en supercherías yencantamientos? ilustrado, ¿el que censura laInquisición y maltrata al reo antes de ave-riguar su delito? ilustrado, ¿el que aboliendolas monarquías legitimas, funda el caciquis-mo, la más grande tiranía que han conocidolos siglos? ilustrado, ¿el que destierra la mo-ralidad y entroniza la corrupción? ilustrado,¿el qi-e pretende mejorar la condición delobrero y labra únict.mente su miseria? ilus-trado, ¿el que insulta la pobreza y adula aloro? ilustrado, ¿el que intenta sepultar laIglesia y abre el infierno? ilustrado, en fin,¿el que aborrece á Dios y adora al demonio?Si esto es ilustración, la rechazo, si esto esprogreso, lo maldigo.

No eres tú el que todo lo ves bajo elprisma del positivismo, y repulsas como fú.-til ó de escaso valor, cuánto no produce una.utilidad cierta d real ventaja? Pues yo enesto voy más lejos; para mí, y es tesis mía,lo que da pocos bienes y trae muchos males,nada vale; en este caso te hallas por desgra-cia de ti mismo, puedo aplicarte con justiciaese p •in,:ipio, porque te miro en conjunto ycontemplo con dolor, que eres un siglo decontados bienes é infinitos males, algo ade-lantas, pero retrocedes más; coronando á la

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diosa Razón, has vuelto á los tiempos delpaganismo, dieciocho siglos atrás; no deboni aun llamarte estacionario, más te valie-ra, si á costa de haberlo sido hubieras ama-do á Dios. ¡Y tanta presunción, y tanto or-gullo, para venir á quedar en esto!

Resumiendo, si otros siglos nada tienenque envidiarte, y en bondad tú á casi todos,si sustentas el error, si eres sombría oscuri-dad, si múltiples son y enormes, las contra-dicciones en que incurres, si adelantas comouno y atrasas cual dieciocho, y por último,siendo infalible verdad que, initiurn sapien-tia limor Domini, que el principio de la sa-biduría es el temor de Dios, y tú no tienesninguno, ¿aun pretenderás llamarte el siglopor excelencia de ilustración y cultura? ¿hede darte la nota de sobresaliente y pronun-ciar sentencia que te absuelva? no, á femía; amante yo de lo justo y en mi críticaimparcial, no puedo hacerlo. Por ello, ydesprendiendo primero de la esencia de tusér, las áureas joyas cuyo mérito reconocí, yotras que no mencioné, hombres que admiroy respeto, sereno tomo en mis manos la ba-lanza de la justicia, y negando que sea civi-lización lo que tú llamas y he sacado á relu-cir, te doy la nota de reprobado y te conde-no por tus pecados, por tus errores y vicios.Con que yo espero que te enmiendes, que teilustres y que hagas desterrar tu necio or-

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gallo; todavía te queda tiempo y podrásaparecer en la decena que te resta, cual mo-delo de virtud y astro de sabiduría. EntoncesDios te perdonará y te concederá su bendi-ción, los venideros siglos te admirarán, ytambién yo iré á buscarte, si no muero antesque tú, para que seas mi maestro, y honrar-te con esos pomposos títulos de virtuoso y desabio. Mas, si por el contrario, desoyendomis consejos no vuelves á Dios tus ojos, ysigues terco el peñascoso camino por dondemarchas, más que yo, habrás de sentirlo tú;y de uno d de otro modo, me oigas ó te ha-gas sordo, abandones ó sigas tu camino, tecorrijas ó aumentes tus pecados, no te enojesconmigo, ni me llames, ¡ten cuidado' oscu-rantista, que podría enorgullecerme creyén-dome ya erudito, porque no habrá quien ig-nore que has invertido los términos, llaman-do ilustración al oscurantismo y oscurantis-mo á la ilustración.

Ahora bien: como dijo Pilatos lo que heescrito, he escrito; pero voy á darte un en-cargo, y no lo olvides; si cometí algún errordime cuál es, si dije la verdad no me censu-res, y me despido de ti con una frase anti-cuada: hasta dentro de diez años, si Diosquiere. Mas aguarda, espera, escucha; teruego segunda vez que te corrijas y enmien-des, no te lo pido por ti, no te lo pido por mí.que te lo pido por Dios, y también te lo su-

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plico porque con tu corrección y enmienda,han de venir muchas cosas, y una que es muyprincipal y vivamente deseo, el engrandeci-miento de esta noble é hidalga Espata, enque vi la luz primera. He de estar condena-do á preguntarle, ¿por qué gimes? ¿por quélloras? ,por tu esplendor y poderío perdidos?al contrario, que pueda yo decirle: aleja tupesar, oprime tu sollozo, apaga el llanto;despierto el león ibero, sacude su magníficamelena; pues reposa tranquila en el solio demágicos laureles, que tus hijos labraron parati; pueblo de Recaredo y San Fernando, pue-blo de Carlos Y, ya tu brillante historia con-tinúa, porque has hincado la rodilla en tierray has elevado el cora', ón al cielo; y por úl-timo, que pueda yo exclamar, recordandouna cOlebre expresión, ¡querida patria mía,ya no se pone el sol en tus dominios!

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FE DE ERRATAS

Pagine, Linea Dice Debe decir

4 1 á 64 1 recogistes recogiste4 3 dulce dulces8 11 sorores sorores8 12 uxosem . uxosem8 23 sirvaesto sirva esto9 23 próximo prójimo

10 6 voluntan voluntad10 13 kan aun10 20 Cielo cielo12 18 Pontífice pontífice12 22 Prisionero prisionero14 23 cualquiera cualquier15 28 están está16 21 llegara llegará20 11 sólo solo24 1 apruebo pruebo27 16 cuanto cuarto40 2 como cómo56 31 vino no67 23 esta está70 22 a á87 4 paises países

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