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TextiarioCuentos para apaciguar

la bestia que llevamos dentro

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE CHIHUAHUA

C. P. Raúl Arturo Chávez EspinozaRector

Ing. Heriberto Altés MedinaSecretario General

Lic. Alonso González NúñezDirector de Extensión y Difusión Cultural

Dr. Alfredo De la Torre ArandaDirector Académico

Dr. Armando Segovia LermaDirector de Investigación y Posgrado

C. P. Manuel Mendoza GarcíaDirector de Planeación y Desarrollo Institucional

C. P. Roberto Zueck SantosDirector Administrativo

SINDICATO DEL PERSONAL ACADÉMICO DE LA

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE CHIHUAHUA

COMITÉ EJECUTIVO

M.A. Luis Raúl Escárcega PreciadoSecretario General

Lic. Francisco Ángel Chávez GonzálezSecretario de Organización

C.P. Hortencia Rubio AcostaSecretaria de Finanzas

Lic. Luis Carlos Delgado MontesSecretario de Asuntos Culturales

SPAUACH

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TextiarioCuentos para apaciguar

la bestia que llevamos dentro

74Colección Flor de Arena

Universidad Autónoma de ChihuahuaChihuahua, México, 2009

JOSÉ ANTONIO GARCÍA PÉREZ

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Edición: Dirección de Extensión y Difusión Cultural

Director: Alonso González NúñezJefe editorial: Heriberto Ramírez LujánProducción: Jesús Chávez Marín, Martha Estela Torres TorresPortada: Marcela Ochoa LunaDibujos: José Antonio García PérezDiseño editorial: Jorge Villalobos

Obra seleccionada en los términos del Concurso para publicar textosde docencia y consulta, auspiciado por la Universidad Autónoma deChihuahua y por el Sindicato del Personal Académico de la UACh.

Prohibida la reproducción o transmisión total o parcial del contenidode esta obra por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, encualquier forma, sin permiso previo por escrito del autor y de laUniversidad Autónoma de Chihuahua.

Derechos reservados para esta primera edición, 2009© 2009 José Antonio García Pérez© 2009 Sindicato del Personal Académico de la UACh© 2009 Universidad Autónoma de Chihuahua

Campus Universitario Antiguo s/núm.Chihuahua, Chih., México, CP 31178Correo: [email protected]éfono: (614) 439 18 53

ISBN 978-607-7691-24-2

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Pre-texto

Un bestiario (o bestiarum vocabulum) es un compen-dio de bestias. Se hicieron muy populares durantela Edad Media en forma de volúmenes ilustradosque describían animales, plantas e incluso rocas. Lahistoria natural y la ilustración de cada una de estasbestias se solía acompañar con una lección morali-zante, reflejando la creencia de que el mundo eraliteralmente la creación de Dios, y que por tanto cadaser vivo tenía su función en él.

Siguiendo la línea de pensamiento de HéctorTorres1 hallamos luz para entender cómo nace estacolección de cuentos, tratemos de imaginar el asun-to desde los orígenes agrestes, duros, de un tiempoprimitivo, más mágico que el nuestro, escudriñarcómo era su cotidianidad, cuando nacieron sus pa-trones de conducta que hoy son claves para enten-dernos.2

———————————————1 Entre bestiarios y boleros el dolor es uno y el mismo. Héctor Torres,

[email protected] “Nos trasladaremos a ese agreste, duro y primitivo tiempo, apa-

rentemente más mágico e inexplicable que el nuestro (en el quenos inventamos supersticiones para domesticar, con reglas, losavatares cósmicos). Escudriñemos en la cotidianidad de aque-llos seres antropomorfos que estrenaron la tierra. Ubiquémos-los tratando desesperadamente de descifrar claves y de estable-cer, intuitiva e inconscientemente, patrones de conducta de esaaparente anarquía que los rodeaba. Tratemos de imaginar quémecanismos operarían en la mente de aquellos primeros inquili-nos de esa esfera oxigenada: un universo de condiciones adver-sas mantenía girando permanentemente a la rueda de la super-vivencia, que se detenía de vez en cuando para señalar con el

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Mucho lo podemos recordar de las clases de his-toria, donde nos dimos cuenta que nuestros ances-tros comienzan a realizar abundantes descubrimien-tos. Pero a diferencia de los árboles, las rocas y lasinnumerables cosas que comienzan a construir odominar (lanzas, hachas, cuchillos de piedra, porejemplo, para cuando no funcione su comunicacióncon otros congéneres), en el paisaje van aparecien-do unos “...seres extraños, de formas variadas yfuerzas superiores, que tienen la propiedad de des-plazarse de manera independiente de un lugar a otrode ese horizonte cotidiano”.3 Esa preocupación, esapesadilla, esa fascinación que les producen, queda-rían asentadas en las representaciones pictóricas delos primeros artistas que nacieron entre nuestros másremotos antepasados: los bisontes de las cavernas.

Y esa facultad de mutarse en el paisaje vendráacompañada del terror que engendra: al moverse deforma imprevista, al no ser un esclavo de sus desig-nios, el animal representa un hipotético, un desme-surado peligro.

El ancestral e irracional terror que produjo lapresencia de los animales en los primeros poblado-res, se mantuvo casi inalterable durante cientos demiles de años, agazapado entre el ADN de esos se-res que, para bien o para mal, seguían sobrevivien-do en ese cosmos de sonidos y movimiento.

Y ese ancestral e irracional terror es el que ex-plicaría la génesis y el auge de un género literario en

———————————————dedo del azar, retirándole al escogido, de manera inapelable ycontundente, el hálito sagrado que le daba impulso”.

3 Ídem.

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el que comenzaron a agruparse tratados, más o me-nos sistemáticos, que pretendían ilustrar y acopiarinformación sobre las costumbres de los animales(reales o imaginarios). Estos estudios, quizá las pri-meras enciclopedias naturales, fueron conocidoscomo “bestiarios”, cuya importancia surge a partirde una simple, aunque inquietante, asociación deideas: si ya un prejuicio inscrito en nuestro ADNseñalaba que el animal puede ser (es, a fines de con-creción) peligroso, entonces puede simbolizar el mal.

En un periodo que abarcó los primeros docesiglos de nuestra era, los tratadistas y científicos deentonces se dedicaron a asentar animales que nadiehabía visto, y a encontrar en ellos ciertos paralelis-mos, ciertos simbolismos, con pasajes bíblicos. Pa-ralelismos que conducían, inevitablemente, a demos-trar la evidente alianza de ciertos seres (que, aunqueexistiesen, no podían argumentar nada en su favor)con el Maligno.

Para reafirmar el contenido de este libro, se en-tiende por “bestiarios” una clase de colección de ani-males, bichos, bichejos y seres fantásticos que sim-bolizan algún aspecto de la condición humana, orepresentan alguna virtud, o advierten con su solapresencia de “...alguna gravedad que acechaba elalma humana”.4

En la alta Edad Media, y aún después, losbestiarios tenían la función primordial de servir de“...alfabeto a los analfabetos”.5

———————————————4 Bestiario, Margo Glantz, 09-06-2007.5 Ídem.

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El relieve de algunos de estos animales o seresfantasmagóricos sobre cornisas, frisos o capiteles decualquier iglesia, por modesta que fuera, equivalíaa la difusión de catecismos de piedra; pues, a travésde una lectura simbólica, los fieles debían inferircuáles eran los verdaderos caminos de la virtud y dela fe cristiana. Y con gran habilidad la iglesia deRoma supo ver que, por medio de aquellas figuras,se podía mantener viva una inagotable teología po-pular casi en cualquier rincón del mundo.

Según el doctor Alberto Cordero,6 los bestiariosmedievales ponen de manifiesto categorías de pen-samiento muy distintas a las actuales y presentanuna visión del mundo bastante alejada de la que pro-mueve la cultura científica contemporánea. Su aná-lisis, señala Cordero, puede arrojar mucha luz en eldebate sobre el realismo y lo real en la ciencia mo-derna. “El bestiario latino es un género que se origi-nó con el Physiologus de Alejandría (siglo II d. de J.C.)que se retomó en el siglo VIII, fue objeto de variasampliaciones a lo largo de la Edad Media y tuvosus últimas versiones en los siglos XVI y XVII. En susprimeras ediciones recogían la fauna propia deOriente Medio y de los países de la cuenca medite-rránea, pero ya en los siglos XII y XIII comenzaron a

———————————————6 Alberto Cordero, catedrático de Filosofía e Historia de la Uni-

versidad de Nueva York, apuntes del resumen de la conferencia“Los bestiarios medievales, la biología y el debate sobre el rea-lismo”, que ofreció en la sede de La Cartuja (Sevilla) de la Uni-versidad Internacional de Andalucía el viernes 4 de octubre del2002.

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incorporar referencias a ‘bestias’ del centro y nortede Europa”.7

De este modo se pasó de las cincuenta criaturasrecogidas en un documento original a las más de uncentenar que aparecían en últimas ediciones.

A diferencia de las fábulas, los bestiarios no sonúnicamente productos de la imaginación o de laintencionalidad moral de sus autores. Son trabajosrigurosos, concebidos con una intención descripti-va y con la certeza de estar mostrando en todo mo-mento a seres que “realmente” existen. La mayoríade las bestias a las que hacen referencia son criatu-ras reconocibles (aunque algunos incluyen seresmitológicos o animales alegóricos), y la inclusiónexplícita de juicios morales responde al carácter teo-lógico y la dimensión doctrinal que tenía el conoci-miento científico en la Edad Media. El cristianis-mo medieval pensaba que el mundo natural estabarepleto de mensajes enviados por Dios a los hom-bres, y que, por tanto, cualquier intento de conocerla realidad debía encontrar y difundir las enseñan-zas morales que el Ser Supremo había inscrito en lanaturaleza.

Con este bestiario busco sacar todos esos mons-truos, propios y ajenos, que se esconden en los senti-mientos, los instintos, las pesadillas, y sobre todolos que surgen de las angustias, los temores y las an-siedades que en esta época nos trituran.

———————————————7 Ídem.

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Osamenta de este libro

El libro está dividió en los siguientes segmentos quereúnen los textos en forma de series: Animoralejas,Hibridantes, Bioletras y Emocionejos. Algunos de lostextos se acompañan con su respectiva ilustración.Todas pertenecen al autor.

Con lo anterior quiero que el lector se ubiqueen este nuevo mundo animal que hoy nace a la luz,después de un periodo de gestación que va del tiem-po cuando todo era un solo continente y un solocontenido.

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PARTE I

Animoralejas

Desde la antigüedad los distintos bestiarios se en-cargaban de describir las características de los ani-males conocidos hasta ese entonces, donde tambiénmencionaban a los animales fantásticos, como lasquimeras, los fénix, los unicornios y muchos otros.

Pero también cumplían otra función: morali-zar respecto a las virtudes y vicios, de tal suerte quecada animal simboliza algo positivo o negativo.

De igual manera se presentan hoy los Animora-lejas, esperando que sea el lector inteligente e intuiti-vo quien localice la moraleja que más le acomode.

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Leda, hoy

Nada le había resultado para dejar su soltería. Ter-minó de leer la leyenda mitológica de Leda y el cis-ne, en la cual Zeus, el padre de los dioses, para lo-grar su capricho erótico de copular con Leda setransforma en cisne.

La solterona se las ingenió para conseguir unejemplar macho de la grácil ave. Se desnudó, la tomóentre sus brazos, sintió el albo plumaje rozar su piel,pero por más esfuerzos, cariñitos y palabras dulcesno logró la reacción esperada. Llena de coraje atra-pó al plumífero y siguió al pie de la letra aquellosversos de “Tuércele el cuello al cisne”. Una vez quese repuso de la emoción truncada, pensó en buscaruna receta: ¿cisne a la naranja, tal vez?

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Un hijo en el pajar

Cuando era pequeño y aún se mantenía cerca de sumamá, miraba de reojo a los que vivían enfrente. Sefijaba cómo cada vez que salía el sol, también salíael señor que vivía en esa casa. Se despedía de su mujery se despedía de sus niños que desde la ventana lemiraban alejarse. Era notorio el gran amor del pa-dre.

Al crecer, siguiendo la ley de la vida, llegó elmomento de romper con los lazos familiares, peroantes de emprender el vuelo, no pudo resistir la cu-riosidad y le preguntó a su progenitora: “¿Mamá,por qué yo no puedo llevar una vida como la delhombre que vive frente a nosotros?” Y la mamá,suspirando, le contestó tranquila y pausadamente,con aquella sabiduría maternal: “Porque los que vi-ven enfrente son humanos y tú eres solo un pájaro,hijo mío”.

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Lupus oníricus

No podía dormir y recordé el remedio de contarovejas que saltan por un cerco. En cuanto cerré losojos visualicé a la primera de ellas. Por su actitudestúpida me pareció más una oveja descarriada queuna dispuesta a saltar. Estaba sola. Mentalmente laapuré para que saltara, pero no se movía. Seguía enel mismo sitio, rumiando. No se me ocurrió otracosa que desear que apareciera un lobo. Apenas secompletó la idea y vi cómo la oveja saltó con agili-dad impulsada por el pánico y tras ella venían más,muchas más ovejas: dos, tres, cuatro, cinco, seis...se me pasaron otras que no alcancé a contar y mien-tas seguía contando se me volvieron a pasar otrastantas y fue entonces que me percaté de que ya noeran ovejas, sino lobos, es decir, lupus oníricus.

Dirigí la mirada hacia el lado opuesto de la cer-ca: las fieras habían alcanzado a sus víctimas y conespeluznante saña se daban un sangriento festín.

Los depredadores, hocicos sangrantes y lenguasrelamiéndose, reposaban satisfechos, pero ensegui-da, como si recibieran la misma orden, todos loslupus oníricos dirigieron sus bestiales miradas ha-cia donde me encontraba y al mismo tiempo se lan-zaron hacia mí saltando el cerco: uno, dos, tres, cua-tro... Uno a uno van cayendo ante mis atinados dis-paros. Ahora sí siento que me invade poco a poco elsueño... ¡Ahummm! Cinco, seis, siete, ocho, nue...

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Ovejentes

No es suficiente con llegar cansado. Estoy en la camadispuesto a dormir porque mañana tengo mucho traba-jo. Siento los párpados pesados pero no consigo dormir.Me dispongo a hacer caso del consejo de contar ovejen-tes. ¡Bah! Como si eso fuera suficiente. A ver, ya está.Cerré los ojos, estoy viendo un rebaño de ovejentes. Estátambién el redil por donde se supone que tienen quebrincar. No sé cómo haya perdurado tanto tiempo estaidea absurda de que pueden brincar. En primer lugar, noson ágiles para saltar. Están cegatonas. Simplemente nopueden. Están ahí mordisqueando la hierba. Creo quese acerca alguien. Ha de ser el pastor. No. No es el pas-tor. Viste traje y corbata. Pero sí les habla a las ovejentes.Algunas levantan cansinamente la cabeza. Otras, mu-chas otras más, lo ignoran. El trajeado sigue hablando,gesticula, amenaza. Por fin llamó la atención del reba-ño. Se acercan. Lo escuchan: “Pueblo mío que estás enla montaña... ha llegado el momento de salir de ese ma-rasmo que nos ata y no nos permite alcanzar los frutosdel éxito que procura la solidaridad en las acciones queconjuntamente nos conducirán a la unidad nacional. Yoles prometo, uno... dos... tres... cuatro... cinco...” Y cuan-do ya sentía que la cobija de la somnolencia me arropa-ba, que va brincando una ovejente y le da un tope alfulano, y luego brinca otra, y otra y otra. Es el momen-to. Empiezo a contar, mientras que las ovejas mordis-quean y patean al trajeado que no puede hacer nada paralibrarse de sus ovejentes. Cinco, seis, siete, ocho... nue-ve... diez... once... doce... ¡Zzzzzzzzz!

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Humedictus

Huyendo del ambiente citadino, Jorge Armando yAna Luisa empacaron ropa, víveres, lámparas y todoaquello que, supuestamente, les ayudaría a sobrevi-vir en la sierra. Combustible suficiente para ir y re-gresar, suficiente líquido vital, herramientas, cobi-jas, bloqueador, repelente, navaja, cigarros y tequilasuficiente para una semana enterita.

La temporada de lluvias había pasado y unavez adentrándose en la sierra, se sentía el clima hú-medo.

Los primeros dos días se pasaron rapidísimo:entre preparar el desayuno, la comida, platicar, es-cuchar música y caminar. Por las noches, la tiendade campaña resultaba suficiente para que la parejadesahogara su pasión.

Pero el tercer día sí que empezó fuerte el calor.Jorge Armando no tuvo problema en andar solo enjeans y descalzo. Ana Luisa se deshizo del brasierpero conservó, púdicamente, su blusa. Los shorts lesentaban muy bien. ¡Ah! Pero a medio día se despo-jaron del resto de su ropa y se vieron desnudos comoAdán y Eva. La humedad calurosa se reflejaba enlas pieles desnudas de los vacacionistas. Ni una bri-sa en medio de aquel verdor serrano. Lo curioso esque no se dieron cuenta de que la hierba había creci-do mucho, las copas de los árboles estaban a reven-tar y también de los troncos parecía rezumar la sa-via, como si no soportara aquella tremenda hume-dad.

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Los garrafones de agua purificada, que estabanplaneados para durar la semana, se consumían rá-pidamente. Ana Luisa, con ese instinto de supervi-vencia que tienen las mujeres, intuyó que debíanadelantar el regreso. Jorge Armando, con el orgulloherido –¿cómo se iba a dejar que el clima lo vencie-ra?–, se negó rotundamente y animó a su pareja aque aprovecharan ese calor sofocante que hacía quesus cuerpos brillaran como si estuvieran en el saunay se dejaron llevar por su juventud y por su excita-ción. Se acariciaron con ansia, casi con desespera-ción, sus alientos se fundían en uno solo, igual quesus cuerpos. El jadeo se hizo cada vez más intenso,pero Ana Luisa, con su instinto, alcanzó a percibiralgo maligno en aquel ambiente húmedo. Quisodesprenderse de los brazos de Jorge Armando, perono pudo, el sudor parecía haberse convertido en unpegamento, lo mismo ocurrió con sus labios pega-dos a los del varón, que al sentir que sus labios seestiraban hasta provocarle dolor, abrió desmesura-damente los ojos solo para descubrir como su piel yla piel de su amada sudaban de manera anormal ypoco a poco, primero un pigmentito azulverde yluego otro y otro hasta formar una capa de hongoverdoso. Sus cuerpos se fundieron, literalmente, enuno solo, y solo pudieron respirar de alivio cuandocomprendieron que la humedad los había atrapadoy formaban parte de ella. Una paz que vino con laresignación de dejar de ser para formar otro ser. Yano se angustiaron cuando sintieron cómo iban mez-clándose entre aquella flora y su humanidad desapa-reció bajo aquella masa informe. Y la humedad se-guía en pleno ambiente.

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Terráneos

Octavio le presumió a Adela sus conocimientos deingeniero geólogo y ella aprovechó para recordarleque estudiaba el tercer año de Ecología. Comentóque mientras él buscaba el beneficio de la tierra, ellaprocuraba guardar un equilibrio. Le dijo que era unalástima que el hombre hiciera cada vez más daño ala tierra. De manera burlona él le dijo que para quéhacía tanto brinco, estando el suelo tan parejo. Ypara demostrarlo, brincó y brincó con la fuerza desus veintitantos años. Adela vio con tristeza que elterreno que pisaban estaba lleno de cicatrices, seco,por la falta de agua. Parecía una anciana.

En eso que se levanta un polvo que vino de quiénsabe donde y los obligó a cerrar los ojos. Como pu-dieron se abrazaron porque sintieron la fuerza deaquel viento y sentían cómo la arena y el polvo se lesmetía y los empujaba hasta que cayeron al suelo;sintieron que se ahogaban cuando la tierra se abrióy los tragó. Arriba apenas se escuchaba el vientohuracanado en el interior de la corteza terrestre.Octavio sacó una mano terrosa y luego siguió es-carbando hasta lograr sacar su cuerpo; tendió lamano a Adela, quien al salir a la superficie vio conojos asombrados la transformación de su amigo:parecía un hombre de tierra y de su garganta no sa-lió ni un solo gemido; sus manos, su piel, toda ellaera también de tierra. En ese momento no compren-dieron nada, solo sus corazones latieron con alegríavital cuando sintieron que iba a llover.

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Desde mi niñez siempre me sentí atraído por las his-torietas, los cómics, que luego me llevaron al mun-do de la lectura. Pero para mí fue inolvidable esemundo de viñetas, dibujos y texto. En particular mellamó la atención una historieta cuyo personaje prin-cipal era Tawa, el hombre gacela, que tenía habili-dad de correr velozmente como esos hermosos ani-males, porque ellas lo habían criado. Aunque paramí era muy claro que se trataba de una adaptaciónde Tarzán, el hombre mono, el guión y los dibujosde Joaquín Cervantes Bassoco recrearon una mági-ca e irreal selva, conocida como Avles, poblada porseres híbridos. Había mezcla de seres humanos ycualquier tipo de bestia: hombres pantera (Aretnap),hombres león (Noel), etcétera. No había un solohabitante, con excepción de Tawa, que no fuera unhíbrido. Por lo tanto, cualquier parecido...

PARTE II

Hibridantes

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El miliosaurio

Hace miles de millones de años, cuando la Tierra era unsolo continente y un solo contenido, apareció el primermonstruo del periodo mítico-pangeico, de la especie delos aniversaurios o miliosaurios.

Cuando nace, ya nace viejo.En el instante en que quiebra el cascarón, este se

convierte en cenizas. Luego sale un cachorro muy oron-do sacudiéndose el polvo milenario y en cada uno desus tambaleantes pasos va dejando una pátina terrosa.

Por sus venas no corre sangre, sino arena, y lo queparecen escamas son en realidad grietas que le brotancada vez que realiza un movimiento brusco o voltea deimproviso.

Se alimenta de tiempo y mientras más come, máscrece. No tiene brazos, no los necesita, ya que ningunaotra especie animal lo puede atacar.

Para desplazarse cuenta con dos poderosas patastraseras y una gruesa cola llena de filosas callosidades.

Cuando aún conserva cierta velocidad, enrosca sucola impidiendo toda escapatoria a sus víctimas, hastaque estas no tienen otra salida que entrar directamenteen la enorme gruta que es su bocaza, donde las presas setropiezan o se topan con estalactitas y estalagmitas.

Además de alimentarse de tiempo, si el azar lo per-mite, por sus grandes fauces llegan a penetrar avesprimigenias, reptiles o cualquier otra variedad dereptisaurios.

Una vez que la presa ha entrado, el miliosaurio cie-rra con gran estrépito el gigantesco hocico, provocandoun ruido similar a un gran derrumbe.

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No gasta energías en masticar, ya que la presa, en-loquecida, ha sido enterrada viva y viva sigue rasguñan-do, dándose de topes hasta que cae muerta de cansancioo de hambre.

La descomposición del animal llega a formar partedel proceso digestivo.

En sus eructos arroja los huesos de sus víctimasque ya muestran signos inequívocos de fosilización.

Debido a su descomunal estatura se confunde conmontañas y riscos; por su descomunal tamaño no pue-de moverse con rapidez.

Ningún otro ser vivo se da cuenta del miliosaurio,ya que sus movimientos, con el tiempo, se van hacien-do tan lentos que son imperceptibles.

En la edad adulta –de quinientos a setecientosaños– busca su pareja y la reclama lanzando espectacu-lares emanaciones de gas carbónico. La hembra respon-de lanzando chorros de vapor.

El animal se orienta por su instinto y a su paso vacambiando la geografía del planeta.

Después de cumplido el milenio llega por fin elansiado apareamiento: sismos, terremotos y, como indi-cio del culmen orgásmico, una espesa y ardiente lava.

Su encuentro ha sido y será el único, ya que losamantes jamás se podrán separar ni despegar, confundi-dos entre escombros, formando una extensa mole depiedra, arena, arcilla y lava volcánica, y como nuevoproducto del encontronazo amoroso, en el corazón deambos va brotando una veta ámbar que formará el hue-vo donde vivirá por miles de años el nuevo ser: elmiliosaurio.

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Corsaurio

Llamado así por dos razones: una de índole geo-gráfica, ya que sus restos fueron encontrados en laisla de Córcega, y otro de tipo socio-cultural, pueseste antecesor de los gigantescos saurios nacía conuna sola obsesión en su diminuto cerebro: defendersu territorio atacando y obviamente devorando atodo ser viviente o malviviente –ya que no hacedistingos morales– que haya tenido la mala suertede posarse en su mimético lomo.

De recién nacido tiene como hábitat la tierra ymás concretamente las costas. En su etapa adulta seva metiendo en el mar, donde pasará el resto de suvida, regresando a tierra para ensauriar su unigénitohuevo, ya que es el macho quien cumple esta tarea.

Para atrapar a sus víctimas sumerge cuello ycabeza, dejando ver en las tranquilas aguas el am-plio lomo en forma de una enorme barca.

Su dura piel resiste cualquier mordida o zarpa-zo, y en los enfrentamientos con otros saurios, desus heridas no brota sangre sino agua, la cual recu-pera sumergiéndose.

Al desplazarse por el mar mantiene la cabezadentro, únicamente se asoman sus fosas nasales. Suprincipal defensa es su mimetismo que le permiteconfundir a sus presas, quienes se posan en la cu-bierta desierta de un barco fenicio a la deriva.

Cuando cierto tipo de aves gigantescas se po-san en su lomo, saca el largo cuello y de la horrendacabeza se abren dos titánicas pinzas dentadas que

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son su hocico y de una sola dentellada devora a suspresas. Entonces se aprecia en una de sus órbitasoculares la ojera azul que da el nombre al corsaurio.

En la época de apareamiento nada en las pro-fundidades hasta localizar a la hembra. Si no hayun contrincante, el corsaurio enreda su cuello en elcuello de la hembra y mientras unen sus belfos lamonta. El acto dura hasta que la hembra se sacude.No es de extrañar que cuando están en pleno cortejoaparezca otro macho. El primero se desprende de lahembra y se lanza veloz contra el tercero en discor-dia.

Antes de enfrentarse, se lanzan en una carreraloca en la que el que llega primero a una orilla lanzaun largo y sostenido resoplido que espanta y alertaa las demás especies circundantes.

Luego viene el ataque. Feroz y silencioso. Bastauna inesperada mordida en el cuello del opositorpara que este se aleje si no quiere convertirse en víc-tima.

El triunfador regresa y reanuda el cortejo hastallegar a la cópula. En el éxtasis del momento, am-bos empiezan a girar provocando un remolino quelos marea y finalmente los separa.

Mientras dura la gestación, la hembra se man-tiene cerca de la orilla. El macho le lleva presas amedio morir.

Después de un largo proceso de gestación, lahembra avisa al macho del desove para que cumplacon el resto de la crianza.

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Cabagallito de mar

Todos sabemos que el caballito de mar, HippocampusHippocampus, es un pequeño pez marino de la fami-lia de los syngnátidos. Su nombre hace referencia alparecido de su cabeza con la de los caballos terres-tres. Como muchos saben, el macho de esta especiese encarga del cuidado de los huevos ya fecunda-dos, trasportándolos en la base de su cola.

Pero yo quiero contar cómo nació el nuevoejemplar, que por su nombre científico sería Hippo-campus Gallus o Cabagallito de mar.

El hallazgo le pertenece a don Silverio Maga-ña, rudo ejidatario y patriarca de prole numerosa,quien gracias a una ocurrencia colocó un huevo degallo-gallina en la base de la cola del mencionadoHippocampus Hippocampus, ejemplar que se habíaadaptado a las aguas termales de San Diego de Alca-lá y del cual presumían.

Don Silve se sumergió en las cálidas aguas y lo-calizó a su mascota, y en un descuido de esta, que serelacionaba con sus congéneres, le cambió el mon-tón de huevecillos por el de gallo-gallina. Cuál nosería la sorpresa del caballito de mar al descubrir elhuevo descomunal. Algo parecido al estupor, a laincredulidad, pasó por su minúsculo cerebro, peropudo más el instinto paternal, así como el orgullo, ydecidió continuar con el proceso natural de crian-za.

Don Silverio fue más allá de la simple broma yde aquí pasó a lo que los sabios llamarían “la ante-

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sala de la duda filosófica”, porque don Silverio, pri-mero se sumergía en una serie de interrogantes como“¿qué pasaría si...?”, o “¿cómo será...?”; posterior-mente se sumergía en las aguas termales realizandouna verdadera labor de investigador. Cada día ano-taba los resultados de sus observaciones, y le llamóla atención que el caballito de mar se mantenía ais-lado, cerca del ojo de agua. La causa era que los de-más de su especie lo evitaban o se espantaban de sudescomunal carga.

Una noche primaveral de plenilunio, don Silve-rio se sumergió nuevamente en las aguas termales yauxiliándose de una linterna encontró al caballitode mar haciendo piruetas y cabriolas. Creyó que elpez se había vuelto loco. Mientras tanto, el hijo adop-tivo del caballito de mar hacía sus pininos: era unhermoso y raro ejemplar híbrido, mezcla de caballi-to de mar y de gallo. El ejidatario pensó en un nom-bre para bautizar a la criatura y lo único que cruzópor su mente fue llamarlo “cabagallito de mar”.

Después descubrió otra cosa: una manada decaballitos mar se formó en actitud amenazadora al-rededor de lo que parecía una monstruosidad y auna señal del líder se lanzaron contra el híbrido, peroeste no se intimidó. Algo parecido a unas plumas sele encrespó y la punta de su cola resultó ser un espo-lón con el cual fustigó a sus atacantes, los cualeshuyeron asustados.

El ejidatario registró el incidente, sonrió y saliópara tomar aire, para volverse a sumergir hasta don-de estaban el orgulloso padre y su hijo.

Con poco tiempo, esfuerzo y constancia, donSilverio logró entrenar al cabagallito de mar, con-

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virtiéndolo en una especie peleadora con la cual hacíaapuestas.

Las visitas de turistas, curiosos y lugareños alas aguas termales de San Diego de Alcalá se hicie-ron más frecuentes. Algunos aprovecharon para dis-frutar de las agua medicinales, mientras que otros,sobre todo los señores, se reunían con don Silverio,cuyo negocio de apuestas se incrementó, y aunqueera algo ilícito, don Silverio se salvó por un detalletécnico: las peleas se hacían en el fondo del ojo ca-liente, donde ni siquiera la policía podía objetar.

Hoy, don Silverio es reconocido por dos cosas:es poseedor de una fortuna producto de las apues-tas y la exhibición del híbrido. Y porque sigue en lacría de cabagallitos de pelea.

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Colibrisa

De la clase Colibrí Osculator, especie a punto de ex-tinguirse debido a su inusual hábito de depositar elnéctar (que tanto trabajo le costó extraer de las flo-res) en los labios de las féminas, sirviendo de pode-roso perfume y afrodisíaco, pues atrae irresistible-mente a los varones a besar aquellos labios apeteci-bles, carnosos y jugosamente dulces. Su efecto duratoda una semana. Tiempo suficiente para que el va-rón que ha caído en la melosa trampa se compro-meta seriamente con la mujer. De ahí que las mu-chachas sin suerte, las solteronas, las desabridas, lasviudas, las madres solteras y otras clases de mujeressolas busquen ansiosamente este tipo de colibrí.

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Se aclara que, como la mayoría, por no decirtodas, no distinguen un colibrí Osculator de las otrasnovecientas trece especies que hay en el mundo, y sehan llevado doble chasco: primero, los colibríes nodepositarían su néctar en los labios de unas perfec-tas desconocidas y lo único que pasa es que se de-fienden a picotazos. Las ansiosas lo único que lo-gran es quedar con la trompa, perdón, con los la-bios, como trompa de orangután.

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Gusanopal

Gusánido perteneciente a la familia de los Garza,particularmente Jaimito Garza, quien le hace a labiogenética.

En uno de sus tantos experimentos se le ocu-rrió cruzar los genes de un gusano quemador congenes de nopal.

El resultado científico fue el gusanos cactus ogusanopal, zooplanta o botanozoo de apreciablesvirtudes alimenticias, aunque de aspecto repulsivo,ya que cuando ve a la hembra se pone todo baboso.

Otro inconveniente para la cría de estos anima-lejos es que cuando llegan a la etapa adulta alcanzanlas dimensiones de una penca de nopal, es decir, entre

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quince y treinta centímetros de altura, lo que lo con-vierte en una figura monstruosa, digna de tomarseen cuenta para las películas de terror.

A pesar de su aspecto repugnante, es completa-mente inofensivo, a no ser cuando se trepa en unhumano, porque lo deja todo espinado y viscoso.La forma más tradicional de engullirlos es mezclán-dolos con huevo hasta formar una torta. Claro, pre-viamente se le habrán cortado las patas, la cabeza ylas espinas.

Por sus atributos nutricionales es muy solicita-do por los calvos para combatir la alopecia acelera-da o galopante. Está reconocido que favorece el cre-cimiento del cuero cabelludo, con el ligero inconve-niente de que la mata capilar tiene la apariencia (yalo adivinó usted) de las espinas del nopal. Molestiaque se soluciona ungiendo fijador, gel, vaselina o encasos graves, cemento blanco de contacto. Tambiénes buscado por los galanes como reconstituyentesexual, con la única desventaja de que quien lo comese pone todo baboso ante la primera mujer que veapasar.

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Guh-sano

Insecto rastrero y parásito perteneciente a la familiade los Agrimensoris Arrastradus. Después de que dejasu estado larvario, instintivamente busca una plan-ta fresca y rebosante para adherírsele y no dejarlahasta secar el tallo. Para cuidar a su presa, de vez encuando se desprende y empieza a medir el campo,dejando un rastro viscoso que le sale por la partetrasera. El olor es tan desagradable que repele a otrosinsectos. Una vez que se ha comido todo lo que pudode la planta a la que se adhirió, se aleja y se da a latarea de buscar otra víctima.

El Guh-sano es fornido y robusto y se arrastracon cierto aire de prepotencia y fingida bonhomía.Cuando se topa con los de su misma familia, lescomunica de su recién exprimida planta y lo quesale de su cavidad bucal es un aliento apestoso. Sipudiera hablar diría pestes. Es tanta su iniquidadque termina por vomitar todo lo que había asimila-do y fallece en ese mismo instante.

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Gus Hano

Nemátodo rastrero que busca prenderse a cualquierorganismo que sea más grande que él. Pertenece a lafamilia de los Gusánidos Hedonísticus. Es peque-ño, o más bien, enano o chaparro desde que nace, yasí se queda. Su bajeza es parte de su clase. Cuandopor acciones mañosas logra unirse a una hoja, talloo cualesquier otro organismo vivo, les extrae todasu vitalidad y es cuando parece crecer, cuando enrealidad lo único que ocurre es que se infla. Se arrastrapor el entorno y asume una actitud pedante, es de-cir, expele flatulencias. Si se ha alimentado lo sufi-ciente, la euforia le provoca diarrea y así va dejandouna marca maloliente y llena de heces que le da unescudo de invulnerabilidad. Además de ser un pará-sito, es peligroso debido a su mimetismo, caracte-rística que le permite confundirse con otros insectosrastreros y mortales.

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Rumorentes

Los últimos descubrimientos en torno a lazoobotánica han arrojado luz que permite estable-cer la evidencia de que los animales sí tienen un sis-tema de lenguaje. Las rumorentes lo confirman.

Pertenecen a la clase, orden y familia de las lo-quoginecogénesis, es decir, en su ADN se entrecru-zan genes locuaces y feminoides, ya que se reprodu-cen por partenogénesis (no necesitan del elementomasculino).

Su forma recuerda la silueta de una pera, soloque con cabeza pequeña y patas quebradizas. Susojillos entrecerrados se parecen a los de los topos.Su hocico es plano, de repente muy parecido a laboca humana.

En su minúsculo cerebro la zona del lenguajeocupa gran parte de la masa encefálica, lo que traecomo consecuencia, su conducta y su forma de ser:hablar por hablar. Función que en esta especie ras-trera (le encanta desplazarse por los pasillos, los rin-cones y las esquinas) adquiere proporciones gradua-les que van desde el bisbiseo, el rumor, la difama-ción, la burla y el encono, hasta peroratas sin senti-do que provocan en el oyente un estado adormece-dor (cataléptico y catatónico), momento que apro-vechan estas bestezuelas para succionar su atención.

Inyectan con su labia un agente patógeno queprovoca en las cavidades craneanas de los escu-chantes un estado de subyugación que permite quelas rumorosas hagan y deshagan con sus víctimas.

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Se alimentan de los decires y sentires que las per-sonas descuidadas van soltando por ahí. Pero cui-dado, saben trabajar en manada y también son ca-paces de aplicar métodos sofistas para convertir lasrealidades en ficciones, las ficciones en verdades ylas verdades en teorías y leyes.

Desprenden un olor maternal, sobre todo al lle-gar a su etapa adulta, y es tal su sofoco que su alien-to se convierte en ronquidos. Los ronquidos provo-can un ronroneo, luego un murmullo y finalmentelos rumores. De ahí su nombre.

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Loboa

El loboa (Lupus Sierpis Familiaris) es uno de los po-cos mamíferos de sangre fría debido a su hibridezmolecular (en su ADN se entremezclan genes de laboa constrictor y el lobo gris mexicano).

Su cabeza, pecho y extremidades delanteras co-rresponden al típico lobo gris, mientras que el restode su tronco se desarrolla y completa en el largo ysinuoso cuerpo reptilesco. Su pelaje adquiere formasovoidales, dando cierto parecido a las escamas y ter-minando en la típica cola lobuna.

Es un depredador cruel debido a su desplaza-miento silencioso. Se mantiene con el pecho y laspatas pegados a la tierra. Solo yergue su cabeza para

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otear el horizonte o para olfatear a su presa. Tieneun sentido del olfato muy desarrollado que le per-mite calcular peso, tamaño y distancia de la presa.

Cuando localiza a sus víctimas se acerca sigilo-samente y ataca enroscándose en el cuerpo del ani-mal atrapado. Antes de devorar a su presa, se da elgusto de estrujarla y quebrarle los huesos. Despuésempieza a devorarla lentamente, con un magnifi-cado placer.

En las noches de luna llena, su atavismo le obli-ga a lanzar en la vasta noche sus largos y lastimerosaullidos, como si recordara su otrora luposidad.

También ataca al ser humano.Se dice que cuando atrapa a un hombre o una

mujer, solamente los muerde en el cuello, sin llegara acabar con ellos. Inocula su sangre, lo que con-vierte a la víctima humana en... sí, ya lo adivinó:en un lunático.

Es una más de las especies en peligro de extin-ción debido a su largo cuerpo de boa peluda quehace felices a las damas de alta sociedad que exhi-ben, en sustitución de las estolas, su loboa de colorgris.

Por otro lado, algunos científicos usan el vene-no del loboa para hacer vacunas contra el lunatismo.

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Unielote

De la casi extinta especie de los Zea Mays Eqquinus,se dice que este fue el cuaco que inspiró a los euro-peos llegados allende el mar la mítica figura delUnicornio. Pero, claro, ¿cómo iban a decir que te-nía en su frente un elote? Era más elegante y más

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apropiado decir que tenía un cuerno. Y se queda-ron con el mismo. Lo que sí respetaron fue la cos-tumbre del animal de ser atraído por las virginalespúberes que le hacían “piojito” en la dura y erguidaelotamenta. En realidad lo dejaban todo desgrana-do, pero igual se retiraba feliz el animal.

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Patieronte

Cuando nace el patieronte, no tiene la piel dura quereconocemos en su pariente próximo, el rinoceron-te. Lo que pasa con el patieronte (Pedis Rinnus) esque al llegar a la etapa adulta le huele el pie (o lapata, como usted mejor entienda), los hongos le hanformado una dura costra, y es lo que ahuyenta a susenemigos, pero no así a la hembra que sigue hipno-tizada la piestilencia.

Si llega otro macho la cosa se pone emocionan-te, como un partido de... sí, ya lo adivinó, de futbol,ya que los contrincantes se pelean pateando un ar-madillo. Como usted comprenderá, este fue el ori-gen del llamado “deporte del hombre”.

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Apiestruz

El poco atractivo cuello y cabeza del apiestruz, sonsu característica principal, que no obstante su ca-rencia de estética, tienen mucha demanda. El apies-truz (Pedis Avis) está en la mira de los avicultores,sobre todo por su carne, que suele ser mucho másrica, nutritiva y jugosa que la del pavo. Un solomuslo del apiestruz se compara al tamaño de unpavo. Pero además de su carne, el cuello y la cabezahan llegado a tener alta demanda en el sector salud,sobre todo para el departamento de mutilados, yaque han resuelto graves problemas de falta de extre-midades. Los transplantes han llegado a ser exitosos,a no ser por un pequeño detalle: si el paciente haperdido su pierna izquierda, se tiene que conformarcon tener otra pierna derecha, ya que la cabeza delapiestruz siempre es de pie derecho.

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Gracela

Ella es la auténtica y única hija resultado de la uniónde un ser humano (Tawa) con una hembra gacela.Heredera de la belleza del padre y el porte grácil yelástico de la madre, Graciela fue el orgullo de laselva y muy asediada por todos los machos híbridos.La buscaban los centauros, los minotauros, los fau-nos y otras especies, ya que Gracela, además de co-rrer a gran velocidad, tenía la gracia de saber dan-zar como ninguna.

Se considera la única en su especie porque, aun-que tenía sus admiradores, nunca hubo descenden-cia. No se sabe qué ocurrió. Lo que algunos habi-tantes de la selva recuerdan es que Gracela gustabade hacer sus correrías en lo más intrincado de la sel-va, donde habitaban los hombres león y los hom-bres pantera, predadores naturales de las gacelas.Queda la duda de si fue más grande el deseo de co-mérsela o gozar de ella. O tal vez ocurrieron las doscosas.

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Saxofante

El silencio de la selva es interrumpido por un largosonido de tenor sostenido en mi menor producidopor el saxofante. Casi al unísono participan las gua-camayas, los monos y pájaros exóticos, que debeninterrumpir su ruidosa vocinglería porque en estaocasión se trata de una contienda. De esa manera elmacho reta a su contrincante: el que mejor interpre-te una pieza musical será quien se gane la oportuni-dad de copular con la hembra que espera rodeadapor toda la manada.

En esta especie (Paquidermus Sax) solo el macholleva esta característica en su trompa; sin embargo,es la hembra quien le empieza a dar las primeraslecciones para utilizar su trompa. Con el tiempo em-pieza a tener un estilo propio que luego lo llevará acompetir.

Una vez que cada saxofante empieza y terminacon su participación como solista, el coro vocingle-ro y la manada deliberan por un rato y de acuerdo ala intensidad de sus gritos, sonidos y ruidos, indi-can quién fue el ganador.

En esta ocasión le tocó ganar a un ejemplar quecompuso un intrincado sendero musical parecidoal jazz, mientras que el perdedor se fue con un susu-rrante y lastimero blues.

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Lintérnaga

No es que sean las estrellan las que titilan en lo den-so del jardín. Tampoco que la palomila se haya re-unido para fumar. Se trata de la danza de las lintér-nagas. Anuncian la primavera y los machos y lashembras inician su desfile-cortejo hipeando al volary destellando como solo ellos saben hacerlo. La lintér-naga (Coleopterus Lampiridus) es un gusano emparen-tado con los escarabajos, ya que son alargados y decuerpo blando. De día se arrastran cansina, pesada-mente, y de noche vuelan. Como nuestros aborres-centes.

Cada especie emite una luz que se distingue porsu frecuencia, lo que permite distinguir al macho dela hembra. La emisión del macho se da con un rit-mo de jazz o de heavy metal, mientras que la hem-bra danza al ritmo de vals.

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Caracoloso(Gasteropodus ursis)

Depende mucho de la información genética queposea para que se desarrolle esta especie única: sipredomina más la escala genética del gasterópodo,entonces el caracoloso es de tamaño diminuto, y esun molusco más que sin su caparazón en forma deespiral queda completamente desprotegido. Su ca-beza es de oso, pero tiene cuatro tentáculos, dos deellos provistos de ojos.

Si predominan más lo genes del úrsido, enton-ces tenemos una especie de mamífero que compitecon el oso gris, el oso pardo y el oso polar. Su tama-ño se impone cuando ronda por los parques en bus-ca de alimento. Las organizaciones protectoras deanimales ya se cansaron de intentar llevar esta espe-cie para protegerla y que crezca en cautiverio. Esque este oso ¡tiene una concha...!

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Caracosol

El caracosol (Gasteropodus Solaris) es un molusco quecrece en la parte oriental de nuestro planeta, justa-mente en la India, en China, en Mongolia, princi-palmente. Pero han sido los monjes tibetanos quie-nes lo crían y lo cuidan con mucho respeto y tradi-ción, ya que lo consideran no solo un molusco sa-grado, sino representación viva del cosmos. Existela creencia de que los caracosoles llevan el ritmo so-lar y no solo del astro rey, sino de todo el universoentero, reflejado en ese modo tan lento de despla-zarse de un lugar a otro. De ahí su protección y cui-dado. El más viejo de ellos forma pareja en el altardedicado a Buda y los creyentes ni se inmutan cuan-do ven su Buda todo brillante y babeado.

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Caracol

Otra especie que nos hace difícil su clasificación:¿botano-zoo? Hasta ahorita poco importa, por lopronto los expertos lo han llamado GasteropodusBrassica Oleracea, popularmente llamado “cara de re-pollo”, por su enorme parecido a la cara de un vie-jo. Cuando la gente ve al caracol por su jardín, lohace con precaución, ya que si ven en la cara delviejo un gesto feliz, eso te traerá males; pero si venun rostro malhumorado, entonces significa buenasuerte.

Por eso, algunos chefs han decidido atraparlecon costales, de esa manera no ven el gesto de la caray solo meten la mano y arrancan de cuajo el capara-zón. Inmediatamente lo hacen picadillo y el resto lopreparan con ingredientes secretos que, dicen, incre-mentan el deseo sexual.

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Brujabalí

Desde los inicios de la dizque Santa Inquisición, enla Baja Edad Media, la cacería de brujas fue el de-porte favorito del clero y de la clase noble. Desdeentonces empezaron a brotar las leyendas en tornoa esas mujeres perseguidas porque se transformabanen diferentes animales como gatos, perros, lobos, yya muy avanzada la inquisición, jabalíes. Los aldea-nos empezaron a correr el rumor de que en lo másoscuro de los bosques, cuando las brujas hacían suaquelarre, estos eran dirigidos por una o dos brujaba-líes.

Fue el docto señor Duque de Villafan, don Eme-terio Scorza, quien encontró uno de estos raros ejem-plares cuando participaba en la cacería del jabalí.Por ignorancia, por temor o por si las dudas, lospeones no se atrevieron a revisar lo que habían ca-zado. Solo el espíritu valiente del doctor le movió arevisar el cuerpo, casi deshecho por los perros caza-dores.

Según su veredicto, se trataba de una especiellamada Antroporcinus, una extraña devolución quemostraba el posible origen de un antepasado másdel hombre. Su hallazgo fue catalogado como peli-groso: ¡considerar que el hombre venía del cerdo!, yante el temor de aparecer en el tribunal de la inquisi-ción, el Duque de Villafan decidió guardar silencio.

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Toda letra es un organismo vivo que procede de otro.Uno de los fundamentos de la escritura moderna esque todos los fenómenos literarios vitales se rigenpor principios gramaticales y semióticos. Hasta an-tes de los años sesenta, lingüistas y legos por igualhan creído que los procesos escriturales son diferen-tes de los sistemas de letra muerta.

Bastantes de los complejos fenómenos bioletri-tas pueden reproducirse en cualquier máquina deescribir o procesador de palabras en condicionesapropiadas. Como corolario, se sostiene que si co-nocemos lo suficiente de la gramática y de la se-miótica en el sistema de las bioletras, es posible crearvida en hojas de ensayo.

PARTE III

Bioletras

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Bioletrogénesis

La idea de que graforganismos como sujetantes,sustantivoides, verboideos o adjetiviócidos pudie-ran nacer por generación espontánea estuvo muydifundida por la corriente del dadaísmo, represen-tada por Tristan Tzara. Más adelante, el poeta Vi-cente Huidobro en la década de los veinte, y poste-riormente en los treinta el también poeta OliverioGirondo, refutaron tal teoría con su posición delartista como un dios, dando origen a su teoría delCreacionismo. Ya para la década de los sesenta, losexperimentos de los “boombistas” dieron auge a labioletrogénesis, sobre todo con textos que se inclu-yen en los bestiarios.

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Teoría letrar

Afirma que toda palabra está formada por celuletras,las cuales al dividirse forman colonias con signifi-cado primario, que a su vez se dividen con todassus propiedades letrabólicas, y que la actividad deun organismo en conjunto es la suma de significa-dos y sonidos de sus unidades letrares independien-tes.

La letra viva es conductora de sentido.Las gramonas regulan las actividades letrares.

Los gramantes suelen ser agresivos y muy contagio-sos.

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Sujetente

El profesor de español escribió en el pizarrón: “JuanPérez es el sujeto de la oración”. Luego, dirigiéndose asus alumnos, los invitó a que cada uno fuera dando uncomplemento, directo o indirecto, que tomara como su-jeto a Juan Pérez.

—“A Juan Pérez, desde que se levanta, todo le salemal” —dijo un mozalbete con un mechón de pelo ne-grísimo sobre uno de sus ojos.

—“Juan Pérez se tropieza y se pega en la boca” —di-jo una chica difícil de definir por su atuendo.

—“Juan Pérez, por ir de prisa, no se fijó en el alto ychocó” —dijo alguien a quien solo se le escuchó la vozdesde la parte más retirada del salón.

—“Juan Pérez le reclama a un oficial de tránsito yeste no solo lo amonesta, sino que llama a la policía.Llega la policía y primero lo golpean y luego lo metenen la patrulla” —dijo una alumna de muy buen ver.

—“Juan Pérez ya no tiene trabajo” —dijo una alum-na que podría ser la mamá de todos los demás.

—“Por el golpe del choque y la ‘calentadita’ que ledieron los policías, Juan Pérez está en el hospital” —di-jo un chavo con toda la finta de ser heavymetalero.

—Muy bien. Los felicito —dijo el profesor—. To-dos sus enunciados fueron precisos y correctos.

En eso tocan a la puerta. El profesor pidió que pa-sara y todos vieron entrar a un hombre caminando enmuletas, todo vendado y aún sangrante. Saludó y se pre-sentó:

—Yo soy Juan Pérez, el sujeto de la oración.

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Homo libelus

Otro sujetante Humánido único en su especie. Noprocede de ningún género, orden, clase, rama o rei-no. Por supuesto, no tienen familia. Se distingue delHomo Sapiens Sapiens solo porque en su diestra (osiniestra, según) las falanges son más largas parapoder tomar un libro con una sola mano.

Sus fosas nasales se abren al pasar por cualquierlibrería. No obstante que conoce todas las de su lo-calidad, pareciera que es la primera vez que entraen esos recintos.

Se goza palpando los volúmenes, abriéndolos,hojeando, inhalando ese aroma mezclado de papely tinta de los libros nuevos.

Sabe apreciar el sabor de los ejemplares raros yviejos.

Comprador compulsivo de libros en los que gas-ta su paupérrimo salario, en su reducido apartamen-to no hay muebles (los fue vendiendo para comprarmás libros), por lo que no es raro encontrar hacina-mientos librescos que hacen las veces de asientos,mesas, guardarropa, etcétera. Las paredes están li-teralmente cubiertas de libros de diferentes y varia-dos tonos, colores y tamaños.

Se alimenta de ideas, y de vez en cuando se dael gusto de combinar lecturas filosóficas con litera-rias. Cuando se comunica, su único tema de conver-sación son los libros.

El pretexto es el contenido, se engolosina cuan-do llega a la parte donde describe sus libros favori-

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tos: “¡Qué lomo!, ¿eh?, ¡qué apetitosas junturas!¡Qué cosido tan especial! ¡Ese encuadernado me fas-cina!” Y cuando presenta su libro de cabecera, lotoma con un cuidado sacramental.

Sus ojos adquieren un brillo demente.Se aprecia un hilillo de saliva que corre por las

comisuras de su boca.Es el momento de dejarlo solo: sus manos aca-

rician febrilmente las páginas interiores del volumen.Ya no escucha nada.Sus ojos recorren de izquierda a derecha las le-

tras, las palabras de su amante en turno.

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Gramante

Ni médicos ni curanderos encontraron las causasde la enfermedad del adolescente, que lo acercabacon rapidez a la agonía final en cada acceso de tos yvómito.

Mandó por un sacerdote, pero antes de la llega-da del presbítero, los compañeros de grupo visita-ron por última vez a su condiscípulo. Este alcanzóa ver de reojo que entre los visitantes se encontrabael profesor de Español y a duras penas se medio en-derezó y le hizo una señal al mentor para que se acer-cara, y cuando estuvo cerca el muchacho le soltóuna vocalización de gerundios, participios irregu-lares, y le tosió en pleno rostro una serie de homófo-nos y parónimos mezclados con hipérboles y sinéc-doques.

El muchacho sintió alivio y siguió vomitandoverbos defectivos, reflejos y cuasirreflejos, y mien-tras se recuperaba milagrosamente, el profesor seasfixiaba, y antes de perder el conocimiento recibióun escupitajo de imágenes y metáforas modernistas:un difícil gramante.

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Sustantivoides

Son miméticos y usurpantes de la realidad. Su ca-rácter proteico les permite meterse en cualquier tex-tiario. Son falaces, semióticantes y perspicaces.Cuando el lector avezado los descubre, suelen yaceren posición decúbito dorsal y se les puede leer al piede la letra.

Su soberbia es tal que sustituyen a la palabrahecha verbo, es decir, a Dios. Por eso han sido exco-mulgados y enviados a lo más profundo del texto.

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Verboideos

Como elementos básicos de toda expresión, son losdioses de la Gramamitología, ya que no puede exis-tir sin ellos. Aún y cuando no aparecen, están ahí.Son. Son los dioses mayores. Son los causantes delos accidentes, son personas, modos y tiempos. Sonel origen: “Y en el principio fue el Verbo”. Cobranvida: “Y el Verbo se hizo carne”. Sí. Son imprescin-dibles. Por eso son odiados. Sobre todo por todosesos malditos tiempos que solo en Español se usan:pretéritos pluscuamperfectos, futuros perfectos. Asu-men variadas formas difíciles de escribir y usar,como los cuasirreflejos. Y aquí le dejo, pues un ver-boideo me amenaza con un sintagma de grandesproporciones.

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Otra teoría nos habla de la existencia de los emocio-nejos. Literalmente se trata de la encarnación endistintas y variadas especies de toda clase de senti-mientos y emociones que asumen apariencias bes-tiales.

PARTE IV

Emocionejos

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Tictador

Entre salmos y oraciones, la hermana Teresita de Jesúsno dejaba de levantar la vista y dirigirla hacia el sitioque ocupaba la alumna Estela Ramos, y sentir una inco-modidad cada vez que la jovencita levantaba la comisu-ra derecha de sus labios. Desde que ingresara al conven-to había notado que hacía ese gesto cuando se poníanerviosa.

—Señorita Ramos, tenga la bondad de seguir conla lectura del salmo 195, y cuando termine explíquenoscuál es la enseñanza que nos deja Nuestro Señor.

Ahí aparece el tictador.—Como usted diga, hermana.El fino oído de la hermana Teresita de Jesús distin-

guió los murmullos de las demás compañeras: “Vas aver cómo le tiembla la boca. Luego empieza a tartamu-dear. Y la hermana le va a decir que se controle, que noes más que una cuestión de nervios. Que ella puede ven-cer si se encomienda a Nuestro Señor Jesucristo, quetodo lo puede...”

En sus casi cuarenta años de preparar a las colegia-las, había conocido casos difíciles de niñas con seriosproblemas existenciales y de adaptación social. Su ex-periencia le inducía a creer que lo de Estela era simplecuestión de nervios y no lo que decían esos científicosnuevos que hablan de cosas raras, como los dichosostictadores.

Lo que no sabía la religiosa es que sí existen lostictadores, que son una de tantas especies de los emocio-nejos, aunque solo existen en teoría.

Nadie los ha visto.

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No en vano la hermana Teresita de Jesús había es-tudiado psicología y sabía que las teorías en ese terrenotan complicado no siempre daban resultado. La herma-na estaba convencida de que la causa del tic de Estelaera el divorcio de los padres de la jovencita. Su confian-za en Dios y en sus modestos conocimientos le hacíancreer que el remedio para el problema de la jovencitaestaba en hacer patente y consciente el problema delan-te del grupo, para que reconociera su debilidad, la acep-tara y finalmente se sometiera a un tratamiento tempo-ral. Al menos eso es lo que pensaba.

—Estela, estoy esperando que pases al frente paraque leas y nos hagas tu comentario.

Ahí esta. El tictador se hace más persistente.La pesadumbre y la lentitud al obedecer la orden

son una misma. Una vez al frente, el emocionejo se evi-dencia: el rostro de la jovencita se va convirtiendo enuna máscara grotesca, que al principio provoca la burlade sus compañeras, pero luego callan al ver el sufrimien-to en aquel rictus de desesperación. Era como si hilosinvisibles jalasen los músculos faciales. Casi se le torcíael rostro.

—Estela, debes de controlarte. No te dejes domi-nar. Todo está en tu mente. Reconoce que tienes un pro-blema en tu familia: el divorcio de tus padres es un he-cho que tú no puedes combatir. Crees que por eso no teaceptamos y todo eso provoca que te salga esa contrac-ción involuntaria.

Sin levantar la vista, Estela le decía a la hermanaque era algo superior, que no estaba en ella controlarlo.Que sentía algo desconocido dentro de su ser que pug-naba por salir.

—Claro, hija —decía la hermana Teresita de Je-sús—, son tus temores, tus inseguridades.

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Por un instante, la vibración muscular desapareció.Estela, emocionada, siguió leyendo sin dificultad y suvoz se notaba más segura. Al término de la lectura, elgrupo le aplaudió en señal de apoyo por el resultado.Orgullosa, Estela se regresó a su asiento y una sonrisailuminaba su carita adolescente.

—Te lo dije, Estela. Todo estaba en ti. Los tictadoresno existen, son solo un reflejo ante nuestros temores einseguridades. No tienen vida propia.

Apenas terminó de decir esto cuando de nuevoapareció el mismo temblor en la comisura, pero ahoracon más fuerza e intensidad surcaba el rostro aterradode Estela, que con sus ojos abiertos quería decir que noera nada.

—¡Estela, contrólate!Pero ahora el movimiento facial no nada más jalaba

su boca hasta torcerla, sino que también estiraba las me-jillas, las cejas y hasta parte del cráneo. Las compañerascircundantes se levantaron gritando movidas por el pá-nico. La hermana Teresita de Jesús se santiguaba e invo-caba a cada instante el nombre de Jesús. Se acercó concierto recelo hasta la jovencita y se fijó que tenía losojos en blanco, echaba espuma por la boca, y notó queuna protuberancia le crecía por el lado derecho de lacabeza y obligaba a Estela a levantarse al ritmo de suslatidos.

—¡Estela, Estela! Todo está en tu mente. Tú pue-des controlarlo.

Pero Estela ya no podía emitir sonido alguno, sutictador, agigantado, levantaba y bajaba el cuerpo a vo-luntad. Hubo un momento en que la muchacha lanzóun espeluznante alarido de dolor al sentir que de su ca-beza salía una especie de vaho verdoso que se elevóhipeando hasta desvanecerse en el salón.

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Gulácidos

Los gulácidos son ideas tubículas obsesivas que seadhieren al hemisferio derecho, sobre todo en lazona de las sensaciones. Son proteicos y miméticos,pero muy convincentes cuando se inoculan en al-gún huésped, ya que son microorganismos depre-dadores. Se originan en el momento preciso en queel huésped reconoce una sensación. Pongamos porejemplo el hambre. La sensación de hambre erosionael estómago de la presa, manifestada por los ron-quidos subinternos de los intestinos, que de algunamanera ya están hartos de ayuno y hartos de jugosgástricos.

La fuerza del gulácido es tal que induce al hués-ped a buscar de manera imperiosa qué comer. Sitiene recursos, el tubículo simplemente se adapta asu huésped, al que acicateará como cualquier lom-briz intestinal. Se da entonces una relación de co-mensalismo.

Pero si el huésped no tiene recursos, se verá obli-gado a pedir algo de comida a la gente, que, viéndo-lo desaseado, barbudo, apestoso a orines, cubiertode llagas, vistiendo ropas llenas de mugre y deshila-chadas, le evitarán, y se quedará sin recibir ayuda.

Es aquí cuando el gulácido inocula sus ideas.El huésped mira al cielo y las gordas nubes se le

antojan mullidas piezas de pavo. ¡Mmmmmhh!Empieza a saborearse y el tubícula inserto en su ce-rebro manda una señal, y aquel estira la manojalando hacia sí una tira de nube, llevándosela a la

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ansiosa boca. El huésped inoculado por el gulácidosiente el sabor crujiente y a la vez espumoso de lanube. Luego lo invade una imperiosa sed, y sin pen-sarlo su vista se fija en el azul de cielo, y ahí nace sudeseo de beberse toda esa agua inmaculada y celes-tial. En ese preciso momento termina su efecto elgulácido. El huésped empieza a beber y beber sinparar hasta ahogarse.

Una vez muerto el huésped, el gulácido sale muyorondo buscando otra presa. Le gustan las perso-nas emotivas.

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Esta tristeja mía

Abrí la ventana de mis reflexiones y alcancé a verque afuera se deslizaba tímida y cansinamente mitristeja. Reconocí su terciopelo azul-gris, plagadode motitas de polvo. Me miró con esa mirada queera el reflejo de la mía y escuché el murmullo de suvoz suave, a ritmo de blues. Levanté el cristal y esti-ré mis brazos para que se me subiera. Aquí está con-migo, me la he envuelto como si fuera una bufanda.Me rodea también con su aroma: otoño tardecino.Y así, sentados, meciéndonos en el vaivén de los re-cuerdos, nos fundimos sin importar cuándo ni cuán-to nos toleraremos.

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Tristeja II

Cuando aparece, mi tristeja es tierna, suave y mi-núscula. Al rozarme, siento su suave y erizante ter-ciopelo azul.

Su voz es un trino melancólico, mas no fúne-bre.

En las tardes nubladas se me anuda en las pier-nas, y su trino se convierte en un gorjeo que me hacetemblar.

Así es mi tristeja.Si me quedo sentado, se me sube en las piernas.

Me murmura al oído evocaciones lejanas, dejándo-me impregnado de un aroma a jazmín.

Casi todo le permito, que me brinque, se me en-rosque, y si quiero hasta dejo que me roce los labios,pero jamás permito que me palpe el corazón.

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Florauna

Ella simplemente no llegó. La moluscosidad deltiempo oscureció los sentidos del esperante, opri-miéndole la decisión de retirarse de ese sitio. Se que-dó ahí. De pie, sin moverse siquiera. Y no supocuando sintió que por su piel corrían hilillos de loque creyó era sudor. Sus tejidos se fueron endure-ciendo. Sus músculos se engarrotaron. Los pulmo-nes se extendieron por última vez y así quedaron:inmóviles y expandidos. Se le desprendió el cora-zón y se le fue hasta los pies, y desde ahí sintió ellíquido bombeo, y algo en su conciencia le indujo apensar que en vez de sangre le subía la savia. Su pielse corrugó e inmediatamente los vellos le empeza-ron a crecer hasta convertirse en ramas. En el espa-cio donde antes había estado el corazón se le remo-vió algo que resultó ser un nido de ave. Sus ideas,sentimientos y recuerdos se convirtieron en botonesque se abrían. Y ahí está, floreciendo. Bien planta-do.

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Etilicante

Las glándulas salivales funcionando y el líquido que-mante que resbala hasta lo más profundo del estó-mago que espera ansioso a que el vacío sea llenadocon una masa alimenticia y en cambio su interna ydelicada pared se inflama al sentir las cataratasetílicas que le dejan un escozor caliente que provocaque una rebelión de los muros estomacales que secontraen y expulsan el líquido que ahora borboteapor la laringe del susodicho, quien, por más que res-pira hondo, solo jala esencia alcohólica y eso le pro-voca tragar aire, pero este se convierte en una bur-buja que sale para luego regresar atraída por la fuer-za de unos pulmones que cada vez se debilitan por-que ya se les está acabando el oxígeno, cuya falta seaprecia, primero en la sangre, cuyo flujo se va dete-niendo, haciéndose más pesado hasta no pasar máspor la válvula cardiaca, y luego en los ojos, cuyasórbitas forman dos redondos, grandes y empanica-dos ojos que se van tornando vidriosos y ya en laspupilas se percibe el lento latido del corazón que fi-nalmente, cansado, decide detenerse provocando uninfarto y luego la muerte al bebedor.

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Envidiona

Entre velos verdes, esta dama alquila y habita don-de la inmundicia también es inquilina, junto con elrencor y la ira.

Recibe al mejor postor, que por su inmolaciónse convierte en inocente habitante de la decandencia.

Dama dadivosa de insidia y alevosía.Su ríspida voz pronuncia maldiciones en dife-

rentes tonos y matices.Cuando toca a alguien, un frío temblor vaticina

su ropaje que arrastra dejando rastros de celos.Su extrema delgadez pareciera elegante si no fue-

ra por sus huesos puntiagudos.Su piel cetrina dibuja una amarga comisura en

sus labios.Sabemos cuando se aleja porque su vacío huele

a rancia humedad.No la molesten, dejen que se pierda en sus in-

mundos aposentos.

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Biocelo

El biocelo nace de manera miscroscópica y desde elprimer nanoinstante se introduce en cualquier den-drita, inoculando en esta un apetito hambriento quebusca ardorosamente su opuesta mitad.

Al formar una colonia, se anuncia como unapálida mancha en el rostro del celante que luego sele extiende hasta formar otra piel, reseca y dura co-mo cáscara de huevo, que se rompe ante cualquiersospecha.

En este periodo, el celoso no percibe que en sucorazón late un rencor ante la posible amenaza deque su amada haya aspirado el perfume de la otredadmasculina.

El biocelo ya forma parte de la estructura mole-cular del afectado y constantemente le está inocu-lando desconfianza que se desborda al grado de laimbecilidad: la persona amada está mudando su ca-riño hacia todos los pequeños detalles que revolo-tean la vida del antagonista; aparecen cuando el vien-to mueve la cabellera anhelada, cuando el vestidogime de placer al rozar la piel femenina, cuando unagota de sudor decide resbalarse por el sinuoso cami-no que conduce a la tibia y palpitante encrucijada.

Si la mirada de la amada no se fija en los ojosdel celante, es motivo de celos. Si la sonrisa paracualquier extraño es más amplia, el biocelo aguijo-nea.

Luego aparece la etapa de la rivalidad. El celantees ya otra persona que tiene fija su mente en provo-

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car situaciones de competencia infame en deteriorode la imagen antagónica. Con qué cuidado, con quédiligencia conduce sus actos para preparar escena-rios chocantes, ingratos a los ojos de la amada, dondeel protagonista ridiculizado resulta ser siempre elotro.

El interés extremo hacia la pareja crece desme-suradamente, con cada latido del corazón; el ren-cor, la ira, el desasosiego y un velo espeso de colorrojo nublan la poca razón que habita la mente delceloso, quien solo descansa cuando sus manos tem-blorosas de tanta fuerza oprimen el cuello masculi-no del otro y ya la mente piensa en aquella pistolaguardada que será empuñada para dirigir la balamortal al corazón de la amada. El biocelo nada acontracorriente sanguínea por la vena cordial, comobrioso salmón triunfante; lo mueve un hálito mez-quino que odia la superioridad que nunca podrá al-canzar.

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Iradiante

Si la pudiésemos ver, de color rojo palpitante, ner-vioso, con latidos que cada vez se hacen más inten-sos, la iradiante se desplaza con un zigzagueo, comoserpiente que es; si la pudiésemos ver, porque se con-funde con el ocaso, nunca en un amanecer, siemprecuando el sangriento horizonte anuncia la despedi-da del astro rey.

Con su único ojo, cuya pupila enfoca a la vícti-ma, la iradiante se lanza con saña a clavar sus col-millos en cualquier tobillo humano que la haya irri-tado.

La mordedura no se siente, lo que se siente esuna leve comezón, pero ya el veneno de la ira se hainoculado y viaja por el torrente sanguíneo. El hom-bre o la mujer presentan signos leves de enfado, queluego crece hasta convertirse en furor, en cólera. Lasvenas de la frente se saltan, los ojos se ponen vidrio-sos, con venas rojas alrededor de la pupila. El he-misferio derecho deja su mudez y airadamente sepelea con el izquierdo, cuyo espacio de concienciade razón va siendo posesionado por un encono hastaque solo hay lugar para una mancha rojo-sangrien-to que ha devorado cualquier residuo de cordura.Los insultos, las imprecaciones anteceden el estalli-do de adrenalina que motiva que los brazos y laspiernas y la cabeza se conviertan en armas asesinas.Si es un hombre furioso, utiliza su propia fuerza.Principalmente los puños, los codos, las rodillas. Gol-

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pea con pesada indignación hasta que rodea con susmanos el cuello de la víctima.

Si es una mujer inoculada de ira, primero dañacon las palabras, luego se lanza como fiera hacien-do uso inmisericorde de sus uñas y su boca. Jala,muerde, gruñe hasta que le saca los ojos a su vícti-ma. Posteriormente se auxilia de alguna pieza durao un cuchillo y entonces clava y clava hasta que suvíctima se desangra completamente.

Mientras, la iradiante se ha ido por ahí a ocul-tarse y ver el resultado de su veneno.

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Rencorante

Por su forma, se confunde con el carbón. Es igualde negro, pero más áspero y rugoso, y también tedeja una mancha difícil de quitar. Es tan grandecomo lo quieras ver o sentir. Ten cuidado porque sepersonaliza. Si lo atrapas, se te adhiere y formas par-te de su propio ser. Desde ese momento serás unapersona diferente, con mirada diferente, con los la-tidos del corazón, incluso el corazón mismo, dife-rentes: tu órgano cordial se convierte en una masagelatinosa de color putrefacto. El aroma tú no lopercibes porque ya te acostumbraste a él. Pero losque te rodean se alejan de ti, pues hueles a vómito.Cuando saludas, tu mano aprieta y hace daño, elrencor te da una fuerza fuera de lo normal. Cuandohablas, tu voz es murmurante, resbalosa, no termi-nas las palabras ni las frases, y cada vez que te pre-guntan, crece en tu interior el rencorante. Es el quete enemista, el que te hace odiar las cosas perfectas,armoniosas, bien hechas. Ni se te ocurra mirarte enel espejo porque ya nunca se saldrá de ti. Mejor bus-ca el reflejo de la luna en cualquier charco y póstra-te, mírate, y grita desde el fondo de tu alma paraque se salga ese rencor que tienes ya enredado en tusvísceras. No te asustes si sientes que por la boca abier-ta se te sale una gasa negra como telaraña: es tu ren-corante que se te estaba extendiendo como un cán-cer.

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Polvínea

Llegan por miríadas en enjambres, bandadas o re-baños, según se quiera ver. Es ese polvo que descu-bre el rayo solar. Más bien, diría, que viaja por elsendero luminoso. Son miles y se esparcen y soninatrapables. Si acaso las llegas a tocar, no lo sabesporque son inadvertibles. Solo se dejan ver en mo-tas o nudillos. Pero en este justo momento, al agu-zar mi vista percibo una ligera, frágil y pequeñísi-ma mota polvínea que se dirige sin miedos ni tapujoshacia mi nariz. Es una niña-polvo. Se detiene. Sientoque me mira. Algo me quiere expresar. Vuela en for-ma irregular y sin querer. Con mi aliento la alejo. Seme perdió. Jamás sabré qué me quería decir.

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Acaríneos

De la misma familia de los polvíneos, solo que estaclase es corrosiva. A vista del microscopio son autén-ticos monstruos con descomunal cuerpo color azulo-so-brillante. Tienen doscientos ojos, sesenta bocassuccionantes. Se desplazan aleteando unas diminu-tas y ridículas alas amurcielagadas. Además cuen-tan con unas antenas que las mueven como los cara-coles. Se alimentan de tus amarguras, de tus envi-dias y tus rencores. Y entre más comen, más creceny más se reproducen hasta formar grandes coloniasque luego se reflejarán debajo de tus párpados. Sepueden confundir con las ojeras, pero cuidado, eseaire gótico es solo una máscara. Esa tonalidad en-tre azul-plateado indica manchas de estos acaríneosque hacen que tu sonrisa se convierta en un rictusburlón, provocan que tu rencor se vuelva contra ti,envolviéndote en una depresión asfixiante que solose quita con el suicidio.

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Cacopardo

El cacopardo es un emocionejo perteneciente a lafamilia de los cobarditas. Como muchos emocio-nejos, el cacopardo, cuando nace, se ve y se sientetierno, pero una vez que abre los ojos, que se sabealimentar, traiciona a sus hermanos, que no suelenser muchos.

Se distingue por su pelaje grisáseo y mancha-do, dando la impresión de que se embarró de petró-leo o de aceite de autos. Huele mal porque en susgenes está la putrefacción.

Mediante engaños saca a sus hermanos de laguarida y los abandona para que sean presas fácilesde los depredadores. Después se deshace de la ma-dre mediante la artimaña de que, como es el únicoque quedó de la camada, le lloriquea para que aque-lla salga a conseguirle alimento.

Cuando llega a la etapa adulta, ya ha consumi-do deshechos humanos. Se alimenta de todo fluidohumano: sudor, lágrimas, mucosidades, estornudos,heces, orina.

Es nocivo para el humano a quien inocula consu saliva al morderlo en situaciones oportunas dedebilidad emocional. Se esconde bajo la burla y elescarnio. Se le confunde con el rencorante –paqui-dermo cargado de humor negro (véase). Se distin-gue de este por el olor nauseabundo que desprende,solo comparable con el que emana de la envidianera–otro emocionejo–.

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La mordida del cacopardo provoca en el hom-bre reacciones de timidez que crece hasta convertir-se en miedo enfermizo. Es comprensible que unhombre así se acobarde ante cualquier tipo de situa-ciones.

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Ventolisco

Emocionejo pluricelular compuesto por microorga-nismos del tamaño de un virus. Se desplazan en gran-des colonias parecidas a las volutas de humo de cual-quier cigarro. Se introducen en el huésped por losorificios nasales, provocando un fuerte estornudoque cumple con el principio de que solo quedaránaquellos ventoliscos más fuertes.

Hacen su nido en los pulmones y si hay restosde nicotina los eliminan, provocando fuertes acce-sos de tos en el huésped, quien momentáneamentese siente aliviado y respira muy hondo.

Durante la noche, los ventoliscos hacen de lassuyas provocando en el huésped fuertes ronquidos,pero no son tales porque el sonido que hacen sobre-pasa el compás neumático.

Producen verdaderos conciertos nocturnos quedesvelan a cualquier ser vivo que esté cerca del vento-lisqueante.

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Hambrosía

A sus catorce años, Lili sintió las contracciones desu estómago, acompañadas de roncos gruñidos.Anunciaban la inevitable llegada de... de ella. Lilino quería ni pronunciar su nombre porque sabía queal invocarla, aquella aguzaría su oído y la encontra-ría. Pero, ¿cómo calmar los espasmos?

—“¡Grrrrrr!”—¡Shhht! ¡Cállense! Que ella puede oír —de-

cía Lili a sus intestinos—. ¡Maldita sea! ¡Ya se acer-ca! Ya viene desplazando su voluminosa y pesadacorporeidad. Ya siento que apenas cabe por los pa-sillos, pero aún así se sigue arrastrando. Escucho supesada respiración y hasta donde estoy alcanzo apercibir su fétido aliento: chorizo, tortillas de hari-na, cilantro, cebolla y residuos de manteca de puer-co. ¡Agh! ¡qué asco!

Pero Lili estaba preparada, sabía cómo espan-tarla: comiendo frituras, masticando golosinas, be-biendo agua endulzada, mordisqueando frutas... Laúnica fruta que no quería ni ver era la guayaba, por-que se parecía a la áspera y escamosa piel de... yasaben quien: la amargada, la que se mueve con in-quietud, la que provoca angustia y, sobre todo, te-mor. Porque Lili experimentaba un intenso miedoal aumento de peso. No le importaba que su endeblecuerpo se distorsionara más: debía mantener su die-ta, o lo que es lo mismo, debía mantenerse alejadade la hambrosía...

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—¡Oh! La he pensado y al pensarla la he nom-brado.

El miedo se convirtió en pánico de que la al-canzara con sus extremidades resbalosas, brillantesy chorreantes de manteca. Pero sobre todo porquesabía que vendría después de haber estado con al-guien más. Con alguien a quien seguramente ya ha-bía atrapado. Era una promiscua: a todos se entre-gaba, sin importar sexo, edad o condición. Era unaenfermedad. Si, no importaba que la escuchara, logritaría cuantas veces pudiera:

—¡Hambrosía! ¡Eres una enfermedad! Ni creasque me harás aumentar ni un gramo más.

Lilia no se daba cuenta, pero sus familiares co-nocían sus trastornos: alteraciones de la piel, caídadel cabello, trastornos gastrointestinales. Pero tam-bién estaban la ansiedad, la depresión y la cada vezmás cercana obsesión por el suicidio.

La mala nutrición, resultado de haber espanta-do tantas veces al hambre, hoy le provocaba estadosde tristeza, por cualquier cosa se irritaba, se mante-nía aislada, como ahora, y frecuentemente la aco-saban ideas de muerte y suicidio, como ahora.

El vello fino que recorría su cuerpo se erizócuando descubrió que ahí, a la vuelta de su cuartoestaba hambrosía: desafiante, malhumorada, irri-table y dispuesta a llenar de unos kilos de más a laya de por sí obesa figura que se reflejaba en el espejo.Tenía que mantenerse en forma. Era una experta enengañar al hambre desde los trece años de edad. Eneste día cumpliría más de dieciocho horas sin pro-bar bocado, no se iba a amedrentar.

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Ya está ahí. Frente a Lili. Obesa, enorme, ma-loliente, putrefacta, su sola cercanía le produce ascoy su débil corazón no resiste más y deja de latir, nosin antes dejar en su rostro esquelético un remedode sonrisa. Pero el hambre ni la tocó. Y quedó ahítendida, Lili, como un hermoso cadáver exquisito.

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Pre-texto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Osamenta de este libro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Parte I. Animoralejas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Leda, hoy . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Un hijo en el pajar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Lupus oníricus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Avejentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Humedictus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Terráneos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Parte II. Hibridantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .El miliosaurio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Corsaurio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Cabagallito de mar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Colibrisa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Gusanopal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Guh-Sano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Gus Hano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Rumorentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Loboa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Unielote . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Patieronte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Apiestruz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Gracela . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Saxofante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Lintérnaga . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Caracoloso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Índice

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Caracosol . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Caracol . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Brujabalí . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Parte III. Bioletras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Bioletrogénesis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Teoría letrar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Sujetente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Homo libelus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Gramante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Sustantivoides . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Verboideos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Parte IV. Emocionejos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Tictador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Gulácidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Esta tristeja mía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Tristeja II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Florauna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Etilicante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Envidiona . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Biocelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Iradiante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Rencorante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Polvínea . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Acaríneos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Cacopardo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Ventolisco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Hambrosía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Esta primera edición deTextiario, cuentos para apaciguar

la bestia que llevamos dentrose terminó de imprimir en

Litográfica Voz, S. A. de C. V.Colón n. 805-A, tel. 410-2978en septiembre del 2009

con un tiraje de 1,000 ejemplares.

Diseño editorial: Jorge Villalobos

Calle Delicias n. 251, 482-6684, Chihuahua, Chih.

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