curia

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L o más probable es que en el 2013 se vea cierta recuperación o mejora del ciclo de negocios o del ciclo económico, tras un año que ha sido tan comprometido como ha sido 2012. Algunos supuestos para este crecimiento ya se están percibiendo, como es el tema de Brasil y su derrame. También el fa- moso tema de la soja es uno de los supuestos. Habrá buenos precios, y esto podría permitir- le al Gobierno aligerar un poco las restriccio- nes de dólares, sobre todo, en relación con las importaciones y las cuentas corrientes. Pero será difícil recuperar el crecimiento de los últimos años. Este será más moderado. Si bien el ciclo mejorará respecto a 2012, hay as- pectos de sustentabilidad que están un poco minados, con lo cual, no se dan los elementos para ese crecimiento robusto que se registró en la mejor época, entre 2002-2007, uno de los mejores quinquenios de la historia de la economía argentina. Entre las cuestiones que están condicio- nando el crecimiento, se encuentran el tipo de cambio cada vez menos competitivo, la inercia inflacionaria efectiva, el tema de las paritarias, que se encuentran cada vez más cuesta arriba. Me parece, además, que en el ambiente también hay cierta incertidumbre desde el punto de vista comercial. La inver- sión, por otro lado, está para acompañar al ciclo, pero no tiene una energía adicional. El atraso cambiario es una pena enorme, y no da la sensación de que se pueda conciliar la economía para que funcione sin mayores tropiezos y para que, al mismo tiempo, se pro- duzca una cierta modificación en cuanto al tipo de cambio real. Parece que la economía funciona como puede, con una hipoteca que es la del atraso cambiario. Este año el Gobier- no quizás ralentizó el ritmo de apreciación, pero no lo revirtió. Estamos en una situación complicada. La economía está encorsetada y, por eso, el problema de los dólares es un problema en sí mismo irresoluble. Uno pue- de manejarse dentro del esquema planteado, según los altibajos que tengamos de la soja, y, sobre esta base, puede que el racionamien- to de divisas se distienda o se apriete. Pero el esquema no tiene la fórmula estructural de regeneración de dólares. La única manera de salir del corsé y del racionamiento de divisas es a través de una devaluación de una magnitud ya muy im- portante. Sin embargo, hoy no está entre las opciones. Está completamente desestimada. Las condiciones políticas no son las de hace un año, están signadas por las elec- ciones del próximo año. Hay con- diciones diferentes para permitir una devaluación que habría sido posible un año atrás. Por otra parte, veo que la in- flación efectiva —el INDEC hace tiempo que no la refleja— es im- portante. Quizás no se espiraliza, fluctúa y se arraiga en un nivel alto, aun con la desaceleración de la actividad. Asimismo, hay sectores que, aunque el ciclo mejore, tienen problemas estructurales. Un ejemplo de esto es el sector manufacturero. Las economías y los cultivos regionales tam- bién presentarán problemas. Para la economía del 2013, la cosecha de la soja es clave. Se ha dado un giro peculiar donde, de repente, aun levantando banderas de la industrialización, terminamos someti- dos, en términos de divisas, a los resultados de la cosecha, de la soja y afines. Para funcio- nar, se necesitan dólares. Uno puede decir que el sector industrial sigue generando empleo y, por eso, se pue- de aceptar que tenga cierto déficit, pero hay que ver la proporción del déficit. La con- tracara es que se va a profundizar el atraso cambiario, con todas las implicancias, la in- certidumbre y las incógnitas que esto pro- duce hacia delante. Una economía encorsetada Eduardo Curia, economista

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Lo más probable es que en el 2013 se vea cierta recuperación o mejora del ciclo de negocios o del ciclo económico, tras

un año que ha sido tan comprometido como ha sido 2012. Algunos supuestos para este crecimiento ya se están percibiendo, como es el tema de Brasil y su derrame. También el fa-moso tema de la soja es uno de los supuestos. Habrá buenos precios, y esto podría permitir-le al Gobierno aligerar un poco las restriccio-nes de dólares, sobre todo, en relación con las importaciones y las cuentas corrientes.

Pero será difícil recuperar el crecimiento de los últimos años. Este será más moderado. Si bien el ciclo mejorará respecto a 2012, hay as-pectos de sustentabilidad que están un poco minados, con lo cual, no se dan los elementos para ese crecimiento robusto que se registró en la mejor época, entre 2002-2007, uno de los mejores quinquenios de la historia de la economía argentina.

Entre las cuestiones que están condicio-nando el crecimiento, se encuentran el tipo de cambio cada vez menos competitivo, la inercia inflacionaria efectiva, el tema de las paritarias, que se encuentran cada vez más cuesta arriba. Me parece, además, que en el ambiente también hay cierta incertidumbre desde el punto de vista comercial. La inver-sión, por otro lado, está para acompañar al ciclo, pero no tiene una energía adicional.

El atraso cambiario es una pena enorme, y no da la sensación de que se pueda conciliar la economía para que funcione sin mayores tropiezos y para que, al mismo tiempo, se pro-duzca una cierta modificación en cuanto al

tipo de cambio real. Parece que la economía funciona como puede, con una hipoteca que es la del atraso cambiario. Este año el Gobier-no quizás ralentizó el ritmo de apreciación, pero no lo revirtió. Estamos en una situación complicada. La economía está encorsetada y, por eso, el problema de los dólares es un problema en sí mismo irresoluble. Uno pue-de manejarse dentro del esquema planteado, según los altibajos que tengamos de la soja, y, sobre esta base, puede que el racionamien-to de divisas se distienda o se apriete. Pero el esquema no tiene la fórmula estructural de regeneración de dólares.

La única manera de salir del corsé y del racionamiento de divisas es a través de una devaluación de una magnitud ya muy im-portante. Sin embargo, hoy no está entre las opciones. Está completamente desestimada. Las condiciones políticas no son las de hace un año, están signadas por las elec-ciones del próximo año. Hay con-diciones diferentes para permitir una devaluación que habría sido posible un año atrás.

Por otra parte, veo que la in-flación efectiva —el INDEC hace tiempo que no la refleja— es im-portante. Quizás no se espiraliza, fluctúa y se arraiga en un nivel alto, aun con la desaceleración de la actividad.

Asimismo, hay sectores que, aunque el ciclo mejore, tienen problemas estructurales. Un

ejemplo de esto es el sector manufacturero. Las economías y los cultivos regionales tam-bién presentarán problemas.

Para la economía del 2013, la cosecha de la soja es clave. Se ha dado un giro peculiar donde, de repente, aun levantando banderas de la industrialización, terminamos someti-dos, en términos de divisas, a los resultados de la cosecha, de la soja y afines. Para funcio-nar, se necesitan dólares.

Uno puede decir que el sector industrial sigue generando empleo y, por eso, se pue-de aceptar que tenga cierto déficit, pero hay que ver la proporción del déficit. La con-tracara es que se va a profundizar el atraso cambiario, con todas las implicancias, la in-certidumbre y las incógnitas que esto pro-duce hacia delante.

Una economía encorsetadaEduardo Curia, economista